Alcance de La Consultoría
Alcance de La Consultoría
Alcance de La Consultoría
Hubo varios predecesores de la organización científica del trabajo. Uno de ellos fue el
fabricante estadounidense Charles T. Sampson, que en 1870 reorganizó todo el proceso
productivo en su fábrica de calzado para poder emplear trabajadores chinos no
calificados. Un año más tarde, actuando a título de consultor, Sampson transmitió su
experiencia al propietario de una lavandería, el cual aceptó sus consejos y aplicó el
método anteriormente, utilizado por Sampson.
Los pioneros de la organización científica del trabajo como Frederick W. Taylor, Frank y
Lillian Gilbreth, Henry L. Gantt y Harrington Emerson dieron un gran impulso al desarrollo
de la consultoría. Sus criterios técnicos y metodológicos para simplificar los
procedimientos de trabajo y aumentar la productividad del trabajador y de la fábrica no
eran idénticos y en algunos casos eran incluso incompatibles. Todos ellos creían en la
aplicación del método científico para resolver los problemas de la producción. Creían en la
ventaja de servirse de varios métodos para difundir sus enfoques científicos y asegurarse
de que las empresas los utilizarían. Desempeñaron una actividad incansable dando
conferencias, efectuando estudios, escribiendo libros y artículos, organizando
demostraciones prácticas y aportando asesoramiento de todas las formas imaginables. Al
final de su vida, Taylor decidió convertirse en un consultor de empresas a tiempo
completo.
Edwin Booz creó en Chicago en 1914 una de las primeras empresas de consultoría del
tipo que actualmente se conoce con el nombre de «Business Research Services.
En los decenios de 1920 y 1930 la consultoría de empresas fue ganando terreno no sólo
en los Estados Unidos y en el Reino Unido, sino también, en Francia, Alemania,
Checoslovaquia y otros países industrializados. Con todo, su volumen y alcance siguieron
siendo limitados. Sólo había unas pocas empresas de consultoría prestigiosas pero muy
pequeñas, y sus servicios eran utilizados principalmente por grandes sociedades
mercantiles. El consultor seguía siendo un desconocido para la inmensa mayoría de las
empresas pequeñas y medianas. Por otro lado, los gobiernos empezaron a solicitar
servicios consultivos: éste fue el comienzo de la consultoría en el sector público.
Consultoría Interna. Los servicios de consultoría que prestan con diversos nombres
unidades internas de organizaciones privadas, y públicas no son un fenómeno nuevo,
pero su volumen y función ha aumentado considerablemente en los decenios de 1970 y
1980.
EL MERCADO ACTUAL
Es un mercado importante como los Estados Unidos, con 15 200 millones gastados en
consultoría, Europa con 7 600 millones y Asia con 3 200 millones. El resto del mundo
gastó 2 300 millones.
Ha habido numerosos intentos de enumerar y clasificar las esferas abarcadas por los
consultores de empresas. Las asociaciones profesionales de consultores están
interesadas en esas listas, tanto para determinar las esferas de las que aceptan a
miembros como para poder proporcionar información sobre los tipos de servicios que sus
miembros pueden prestar. Aun no se ha logrado.
ESFERAS Y FUNCIONES DE LA GESTIÓN
Kubr, Milan, “La Consultoría de Empresas: Guía para la Profesión”, Limusa S.A de C.V., 3ª edición, México, 2005
Otros consultores insisten en que su principal virtud y utilidad para los clientes no estriba
en un conocimiento teórico detallado de un sector o sistema técnico concreto, sino en su
capacidad para compartir con el cliente sus métodos eficaces de trabajo, con respecto al
diagnóstico y solución de los problemas de la organización, la concepción de programas
de acción para introducir cambios en la organización y mejorar su rendimiento y la
garantía de que esos programas se van a aplicar. Su servicio no está determinado ni por
el sector de intervención (comercialización) ni por el problema que se ha de abordar
(producción elevada o gastos de distribución), sino por el enfoque o método utilizado por
el consultor.
Kubr, Milan, “La Consultoría de Empresas: Guía para la Profesión”, Limusa S.A de C.V., 3ª edición, México, 2005
SERVICIOS SECTORIALES
Algunos consultores han optado por un enfoque sectorial: desempeñan toda su actividad
en un único sector o han establecido divisiones especializadas por sectores. Las razones
son tanto técnicas (la necesidad de un conocimiento íntimo de las tecnologías, la
economía y las prácticas y la cultura empresariales del sector) como comerciales.
Como algunos profesionales señalan: “si se adquiere fama como consultor de la industria
del azúcar, se obtendrá clientes de la industria del azúcar”. Esto es muy importante en
sectores que tradicionalmente se consideran diferentes de los demás (por ejemplo, las
industrias de la construcción o de la minería) y son escépticos acerca del valor del
asesoramiento procedente desde fuera del sector.
SERVICIOS COMPLEMENTARIOS
La historia y las características actuales de la profesión indican que tanto los generalistas
como los especialistas tienen un papel que desempeñar en la consultoría de empresas.
Kubr, Milan, “La Consultoría de Empresas: Guía para la Profesión”, Limusa S.A de C.V., 3ª edición, México, 2005
En la mayor parte de las organizaciones de consultoría existe cierta división del trabajo
entre los que son primordialmente especialistas (y se mantienen al día en una esfera
especializada de conocimientos y sus aplicaciones) y los generalistas (que se ocupan de
diversas esferas de la gestión y concentran su atención en su relación recíproca,
coordinación e integración).
Los llamados generalistas preparan y coordinan las tareas globales que requieren la
conjunción de intervenciones de especialistas y generalistas. Por lo común, se ocupan de
los diagnósticos preliminares de las organizaciones, negociaciones con los clientes,
planificación y coordinación de cometidos, formulación de conclusiones a partir de
observaciones concretas hechas por especialistas, presentación de propuestas finales a
los clientes, etc. A menudo, en la consultoría las funciones de supervisión y gestión están
en manos de los generalistas.
En la actual consultoría de empresas existe una pronunciada tendencia hacia una mayor
especialización, que puede observarse en primer lugar en los servicios que prestan las
oficinas de consultoría de todos los tamaños e incluso la de profesionales independientes.
Los clientes se interesan cada vez más por trabajar con empresas que no se presentan
como expertos universales para resolver problemas empresariales, sino que poseen los
conocimientos especializados y la pericia que se requieren, por ejemplo en el sector
industrial o el área de funciones de que se trate. Además, las consultorías de empresas
han comenzado a modificar su estructura interna de personal, es decir, el número y las
funciones respectivas de los especialistas y los generalistas que emplean. Sin embargo,
muchos de estos especialistas, sumamente competentes en sus esferas técnicas,
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Este grupo abarca diversas organizaciones, que emplean desde unos pocos hasta entre
50 y 100 consultores. Entre sus principales características técnicas, cabe mencionar las
siguientes:
CONSULTORES INDEPENDIENTES
A estos servicios se les dan muchos nombres diferentes, pero predominan las
expresiones de «servicios empresariales» o de “servicios gerenciales”. Estos servicios
pueden estar ubicados en diferentes lugares de la estructura de la organización. Algunos
de ellos son servicios consultivos en el pleno sentido de la expresión; es decir su función
consiste en intervenir a título consultivo a petición de un ejecutivo de categoría
superior o de un director de dependencia dentro de la organización.
En otros casos, la consultoría es sólo una de las funciones del empleado, y las
dependencias respectivas son también responsables de la auditoría interna, de llevar y
mantener la contabilidad y sistemas de información, de los registros y los procedimientos
de presentación de informes, de las circulares de la organización, de los programas de
perfeccionamiento del persona y de otras funciones similares.
LA TENDENCIA ACTUAL
La expansión de la consultoría interna ha sido notable durante estos últimos años. Las
dependencias, internas de consultoría asumen muchos de los cometidos que solían
asignarse a los consultores externos. No se conoce el número total de consultores
internos, pero probablemente es muy grande. Los consultores internos empezaron a crear
sus propias asociaciones profesionales, y varios órganos de consultores externos los han
reconocido. Ya en 1976 el Instituto de Consultores de Empresas del Reino Unido aceptó
que la expresión práctica independiente “incluyera a los consultores contratados como
consultores internos que satisfacen las normas requeridas de conocimientos teóricos y
prácticos y competencia y que pueden ofrecer en todo momento un asesoramiento
objetivo e independiente”.
Kubr, Milan, “La Consultoría de Empresas: Guía para la Profesión”, Limusa S.A de C.V., 3ª edición, México, 2005
LAS CRÍTICAS
Otras razones para mantener a un consultor interno son la rapidez con que se puede
contar con él, su íntimo conocimiento de las prácticas internas, el estilo de trabajo y
dirección, la cultura y la política de la organización (y como resultado de ello, su
sensibilidad y capacidad para orientarse rápidamente en cualquier situación de trabajo) y
su fiabilidad.
La manera tradicional de utilizar los consultores internos impedía que esas dependencia
cubrieran sus gastos con sus ingresos. Eran consideradas como centros de costos,
financiados con cargo al presupuesto de la compañía como parte de los gastos generales.
Su crecimiento no estaba determinado por la demanda del cliente, o por la capacidad del
consultor para desarrollar y vender mejores servicios, sino por el proceso presupuestario
de la empresa.
Para modificar este marco, muchas organizaciones han comenzado a considerar sus
dependencias de consultaría interna como centros de beneficios. Un centro de beneficios
se considera como una dependencia que crea valor, genera ingresos y contribuye a los
beneficios de la compañía. Debe poder vender sus servicios, demostrando de ese modo
que existe una demanda incluso si los clientes tienen que pagar.
Las profesiones ya no cuentan con fronteras impenetrables y con una protección absoluta
contra los intrusos. El mundo de las profesiones está experimentando profundas
transformaciones, que dan forma nueva a profesiones individuales, modifican sus
fronteras y cambian su posición, sus relaciones y sus métodos de trabajo.
Los cambios estructurales que han experimentado las empresas y las administraciones
públicas han tenido una gran repercusión en las profesiones que les prestan servicios.
Los servicios de abogados, contables, banqueros de inversión, consultores de empresas y
Kubr, Milan, “La Consultoría de Empresas: Guía para la Profesión”, Limusa S.A de C.V., 3ª edición, México, 2005
otros son objeto de una gran demanda al acelerarse el ritmo de los cambios estructurales.
Las fusiones y adquisiciones, las empresas mixtas, la privatización, la liberación del
comercio, la promoción de las exportaciones, nuevas formas de comercio y operaciones
financieras transfronterizas, alianzas entre empresas, nuevas leyes y acuerdos que
regulan el comercio nacional e internacionalmente son aspectos que atraen a las
profesiones relacionadas con las empresas y la gestión de empresas.
Una de las principales características del estado actual de las profesiones es la dureza de
la competencia. Existe competencia dentro de cada profesión y entre profesiones
distintas. Cuando surge un nuevo mercado, varias profesiones pueden pretender que
corresponde principalmente a su esfera de competencia.
Otro sector con numerosos vínculos con la consultoría es la auditoría. Cabe alegar que la
auditoría en el sentido estricto de la palabra, no es una consultoría. Sin embargo, está
sólo a un paso de la consultoría. Los auditores que hacen un juicio de valor de los
registros e informes de la organización cliente o que recomiendan una mejora, actúan
como consultores. La auditoría a menudo prepara el terreno para proyectos importantes
de consultoría de empresas.
Existe una relación muy especial entre la consultoría de empresas, por un lado, y la
capacitación, el perfeccionamiento del personal de dirección y las investigaciones, por el
otro. Podría incluso afirmarse que conceptualmente constituyen subsectores de la misma
profesión, puesto que tienen el mismo objeto de estudio y de intervención práctica y la
misma base teórica, y persiguen los mismos objetivos finales.
Existen profesiones en las que las relaciones entre la intervención práctica, la educación y
la capacitación y la investigación se han clarificado y ordenado hace tiempo. En la gestión
de empresas, no se ha llegado a ese punto. No se ha podido superar plenamente la
dicotomía entre la consultoría de orientación práctica, que persigue la producción de
resultados tangibles para el cliente, y el profesor-investigador, que escribe y enseña
acerca de conceptos y teorías.
CONSULTORÍA Y CAPACITACIÓN
LA CONSULTORÍA Y LA INVESTIGACIÓN
Al abordar los problemas prácticos de la gestión, los consultores tienen que conocer los
resultados de las investigaciones y basarse en ellos. Las organizaciones de consultoría
estimulan cada vez más a sus miembros no sólo a estar informados acerca de los
resultados de las investigaciones sobre administración de empresas, sino también a estar
al tanto de los proyectos de investigación en marcha y a conocer a los principales
investigadores.