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Control de Unidad 7

Este documento presenta un resumen de un cuento fantástico. Describe la casa donde viven los hermanos Irene y el narrador, y cómo un día deciden cerrar la puerta que separa la parte delantera de la casa de la parte trasera después de escuchar ruidos sospechosos. A partir de entonces viven solo en la parte delantera, simplificando la limpieza y pasando más tiempo cada uno en sus actividades favoritas, como tejer para Irene y revisar estampillas para el narrador.
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Control de Unidad 7

Este documento presenta un resumen de un cuento fantástico. Describe la casa donde viven los hermanos Irene y el narrador, y cómo un día deciden cerrar la puerta que separa la parte delantera de la casa de la parte trasera después de escuchar ruidos sospechosos. A partir de entonces viven solo en la parte delantera, simplificando la limpieza y pasando más tiempo cada uno en sus actividades favoritas, como tejer para Irene y revisar estampillas para el narrador.
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Control de unidad:

Cuento Fantástico

Nombre: _________________________________Curso:7°____Fecha: _________Puntaje: / 35

Objetivo: Evaluar el aprendizaje de las características del cuento fantástico y de sus elementos narrativos, tales
como la descripción. Además de evaluar la identificación de hiperónimos e hipónimos
Instrucciones generales: Esta prueba consta de cuatro ítems, los cuales están divididos de la siguiente manera:
Comprensión de lectura, Vocabulario contextual, Selección múltiple y Preguntas de desarrollo.
Las respuestas de las preguntas de selección múltiple (de la 1 a la 20) deben traspasarse a la tabla de respuesta que
aparece al final de dicho ítem.
No se permite el uso de corrector, ni la presencia de borrones, de lo contrario la respuesta no será válida.
Complete todos los datos solicitados, utilizando lápiz pasta azul o negro.

Item I. Comprensión de Lectura: lee atentamente el siguiente fragmento de texto.

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más
ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno,
nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho
personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le
dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre
puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en
la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era
ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María
Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el
nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por
nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la
casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la
voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día
tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han
encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias,
tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo
destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana
encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene
tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas
salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa.
Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto
qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se
puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas
blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene
qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el
dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me
iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el
suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres
dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo
con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros
dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán
con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba
al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más
retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o
bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a
la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la
impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en
esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es
increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus
habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los
mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero,
vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su
dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el
pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando
escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre
la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el
fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera
demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y
además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un
chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que
queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una
botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días)
cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

-No está aquí.

Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y
media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la
cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el
almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto
tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el
dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros,
pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar
el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era
más cómodo. A veces Irene decía:
-Fíjate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello
de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o
papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes
sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche
se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la
llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas
de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la
cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba
canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en
ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces
la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso
que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba
hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez
en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi
brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando
claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde
empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos
hacia atrás. Los ruidos se oían más fuertes pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y
nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían
debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo
creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de
entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la
casa, a esa hora y con la casa tomada.
FIN

Ítem II: Vocabulario contextual. Encierra en un círculo la opción que mejor se adecúe al contexto de la
palabra subrayada. (6 puntos)

1. Sucumben 2. Esquivos 3. Vanamente


a) Perecen a) Ariscos a) Inútilmente
b) Caen b) Antipáticos b) Superficialmente
c) Expiran c) Molestosos c) Simplemente
d) Surgen d) Indiferentes d) Perdidamente

4. Penoso 5. Simplificó 6. Irrumpan


a) Difícil a) Redujo a) Ataquen
b) Arduo b) Facilitó b) Invadan
c) Peligroso c) Ayudó c) Entren
d) Ingrato d) Aclaró d) Ingresen

Ítem III: Selección múltiple. A partir de la lectura realizada y de los contenidos estudiados en clases,
responde las siguientes preguntas (14 puntos):

7. El tipo de narrador que predomina en el cuento leído es:


a) Protagonista
b) Testigo
c) Omnisciente
d) Objetivo

8. La idea principal del cuento leído es:


a) La historia de dos hermanos solterones.
b) Una casa tomada por desconocidos.
c) Las características de una toma.
d) Una relación extraña entre hermanos.

9. Se deduce que la razón por la que los hermanos nunca se casaron fue porque:
a) No deseaban compartir la casa con otras personas.
b) Ellos se comportaban como un matrimonio.
c) No querían perder la tranquilidad de su casa.
d) Pensaban ser la última generación en utilizar la casa.

10. Irene ocupaba gran parte de su día:


a) Tejiendo
b) Cocinando
c) Leyendo
d) Cantando

11. El sustento económico de los hermanos era gracias a:


a) El dinero obtenido de sus campos.
b) La herencia que les dejaron sus padres.
c) El arriendo de la parte de la casa tomada.
d) Ninguna de las anteriores.

12. ¿En qué parte de la casa solían permanecer Irene y su hermano?


a) Después de la puerta de roble.
b) Antes de la puerta de roble.
c) En el living y dormitorio.
d) En la cocina y comedor.

13. La casa fue tomada durante:


a) La mañana
b) El mediodía
c) La tarde
d) Medianoche

14. ¿Qué reacción tuvo Irene al enterarse que la casa había sido tomada?
a) Histérica
b) Serena
c) Inalterable
d) Violenta

15. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones es falsa en relación a las ventajas que tuvieron los
hermanos luego que su casa fue tomada?
a) Había menos espacios que limpiar.
b) Podían preparar platos fríos para la cena.
c) Compartían más dentro del dormitorio de Irene.
d) El hermano de Irene aprovechaba de leer sus libros.

16. “Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua…”. La descripción presente en este
fragmento es:
a) Prosopografía
b) Etopeya
c) Retrato
d) Topografía

17. “El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la
parte más retirada”.
a) Prosopografía
b) Etopeya
c) Retrato
d) Topografía

18. “Irene estaba contenta… Yo andaba un poco perdido a causa de los libros”. La descripción
presente en este fragmento es:
a) Prosopografía
b) Etopeya
c) Retrato
d) Topografía

19. “El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado
susurro de conversación”. La descripción presente en este fragmento es:
a) Prosopografía
b) Etopeya
c) Retrato
d) Topografía

20. “Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos
bastábamos para mantenerla limpia”. Las descripciones presentes en este fragmento son:
I. Ambiente
II. Topografía
III. Etopeya

a) Sólo I
b) Sólo II
c) I y II
d) II y III

Traspasa tus respuestas a la siguiente tabla, con letra mayúscula (ejemplo: A - B - C- D). El uso de corrector no
está permitido, de lo contrario tu respuesta quedará nula. (1 pto. c/u = total 20)

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20.

Ítem IV: Preguntas de desarrollo breve. Responde cada pregunta cuidando tu caligrafía, redacción y
ortografía.

1. ¿Por qué el cuento leído corresponde a un relato fantástico? Argumenta con ejemplos
textuales y la información estudiada en clases. (5 puntos)
2. Según tu ¿quiénes fueron los que se “tomaron” la casa? (5 puntos)

3. Define lo que es un hiperónimo y un hipónimo. Posteriormente da dos ejemplos de ellos. (5


puntos)

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