Violencia 5
Violencia 5
Violencia 5
Aunque hoy resulta un tanto difícil calibrar la amplitud real de los actos de violencia en la
Prehistoria debido a que el estado actual de los descubrimientos e investigaciones no permite
todavía una evaluación exacta de la importancia de este fenómeno, se pueden formular algunos
elementos de reflexión sobre la cuestión. Por un lado, se ha observado que el número de sitios
arqueológicos prehistóricos que atestiguan la existencia de acciones violentas es escaso, si se
tienen en cuenta la vasta extensión geográfica de la presencia humana en la Era Prehistórica y la
gran duración de esta (centenares de miles de años). Por otro lado, aunque la conducta violenta
con el prójimo sea antiquísima, la guerra propiamente dicha no siempre ha existido. Su origen
parece guardar relación con el desarrollo de la economía productiva que entrañó una
transformación radical de las estructuras sociales.
La violencia no está inscrita, por lo tanto, en los genes del ser humano y su aparición obedece a
causas históricas y sociales. La noción de “violencia primigenia” es un mito y la guerra no es un
elemento íntimamente ligado a la condición humana, sino el producto de las sociedades y de sus
correspondientes culturas. Los estudios sobre los primeros grupos sociales humanos nos
muestran que las comunidades de cazadores-recolectores superaban mejor las crisis cuando sus
relaciones descansaban en la cooperación y ayuda mutuas, en vez de basarse en el
individualismo y la competición. Con respecto a la vida real de nuestros remotos antepasados
cabe decir, por último, que probablemente se situaba en un lugar intermedio entre la visión
mítica de unos “cruentos albores” de la humanidad y la hipótesis quimérica de una “edad de oro”
feliz, sostenidas respectivamente por los seguidores de Hobbes y Rousseau.