Lectura 8. Condenados A La Guerra
Lectura 8. Condenados A La Guerra
Lectura 8. Condenados A La Guerra
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“Una reflexión sobre la violencia en prehistoria: las masacres de la cultura LBK centroeuropea”, Alba Ruiz
Cabanzón, Universidad de Cantabria, 2018. España
EL SER HUMANO, ¿VIOLENTO POR NATURALEZA? UN REPASO
HISTORIOGRÁFICO
El discurso sobre la violencia en la Prehistoria ha estado marcado por dos
posturas contrapuestas sobre la naturaleza humana: la visión hobbesiana, que
sostiene que la violencia ha existido desde el principio de los tiempos, y la visión
rousseauniana, que argumenta que la humanidad vivía en paz antes de la
civilización. Estas posturas han influido en la investigación desde el siglo XIX
hasta el siglo XX.
En el siglo XIX y principios del XX, predominaba la visión hobbesiana, con
antropólogos y prehistoriadores que retrataban a la Prehistoria como violenta y
marcada por la guerra. Esta perspectiva estaba influenciada por la mentalidad de
la época, con las potencias occidentales justificando su dominación colonial
mediante el darwinismo social. En la segunda mitad del siglo XX, tras la Segunda
Guerra Mundial, hubo un cambio hacia una visión más rousseauniana de la
Prehistoria, con una visión más amable de las sociedades tribales. Se explicaba la
violencia como resultado de factores socioculturales y se cuestionaba la existencia
de la guerra en la Prehistoria.
Hasta la actualidad, ha habido un resurgimiento en el estudio de la violencia
prehistórica, con aportaciones tanto de la Antropología como de la Arqueología.
Algunos autores argumentan que la violencia no puede ser reducida a una
dicotomía entre hobbesianos y rousseaunianos, y que debe considerarse en
función de factores históricos y específicos de cada sociedad prehistórica. La
pregunta clave no es si los seres humanos son inherentemente violentos o
pacíficos por naturaleza, sino cuándo y por qué recurren a la violencia o la guerra
en diferentes contextos históricos y culturales.
LAS EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS MÁS ANTIGUAS: CASOS DE VIOLENCIA
DURANTE EL PLEISTOCENO E INICIOS DEL HOLOCENO
La principal dificultad en el estudio de la violencia en la Prehistoria es que la
información proviene exclusivamente del registro arqueológico, que está sujeto a
descubrimientos casuales y recursos disponibles, así como la calidad de la
información depende del rigor con el que se llevan a cabo las excavaciones y la
recopilación de datos. A medida que avanzan la teoría y la tecnología
arqueológicas, se mejora la precisión de la información obtenida. Sin embargo, la
desarticulación de los hallazgos durante las expediciones arqueológicas puede
llevar a errores interpretativos.
La evidencia más directa de violencia proviene de traumas físicos reconocibles en
restos humanos fósiles. Sin embargo, no todas las lesiones dejan huellas
perceptibles, y algunas pueden ser causadas de forma accidental o durante la
excavación. Por otro lado, los problemas de conservación y otros factores pueden
degradar las evidencias paleopatológicas, lo que complica aún más la
identificación de actos violentos. En el Paleolítico Inferior, no se encuentran
sepulturas organizadas, lo que significa que los restos humanos hallados suelen
ser parciales y desordenados, lo que dificulta descartar la posibilidad de
traumatismos accidentales.
Se mencionan también posibles casos de violencia en el Pleistoceno temprano,
como el canibalismo en Homo antecesor, pero estas evidencias son ambiguas y
difíciles de interpretar. Además existen casos de individuos con lesiones
traumáticas, como Homo heidelbergensis en la Sima de los Huesos, Homo
sapiens en Maba, Shanidar 3, y St. Césaire I. Sin embargo, la interpretación de
estas lesiones como evidencia de violencia interpersonal no es concluyente debido
a la posibilidad de causas accidentale. Existe un debate sobre si estas lesiones
podrían ser el resultado de prácticas de caza en lugar de actos violentos, lo que
subraya la dificultad de interpretar estos hallazgos de manera concluyente.
Por otro lado, es posible la existencia de solidaridad prehistórica, ya que la
supervivencia de individuos con lesiones traumáticas sugiere la existencia de
redes de solidaridad y ayuda mutua en comunidades prehistóricas. Aunque a
medida que avanzamos en el tiempo hacia el Paleolítico Superior, se observa un
aumento de la violencia intraespecífica, posiblemente relacionado con la aparición
del arco y las flechas como herramientas de caza.
La información proporcionada es una revisión detallada de evidencia arqueológica
relacionada con la violencia en diferentes períodos prehistóricos. A lo largo de la
exposición, se mencionan casos de lesiones y heridas traumáticas en restos
humanos antiguos, que se han interpretado como evidencia de violencia
interpersonal en comunidades cazadoras-recolectoras, la evidencia de violencia
en la prehistoria es limitada y, en su mayoría, parece estar relacionada con casos
aislados de violencia interpersonal, como homicidios. Aunque algunos casos
sugieren la posibilidad de conflictos intergrupales, como las masacres en Jebel
Sahaba y Nataruk, estos eventos son raros y no indican la existencia generalizada
de guerras prehistóricas. Además, se sugiere que el aumento de la violencia a lo
largo del tiempo podría estar relacionado con la sedentarización y la
territorialización de las comunidades humanas.
En última instancia, la evidencia disponible no permite concluir de manera
definitiva sobre la existencia de guerras prehistóricas, y se destaca la necesidad
de interpretar la información con precaución debido a las limitaciones en la
comprensión de los contextos y las circunstancias detrás de estos eventos
violentos.
LA CULTURA DE LA CERÁMICA DE BANDAS (LBK)
En este texto se proporciona una visión general de la expansión de la agricultura y
la ganadería en Europa a través de dos rutas diferentes desde el Próximo Oriente,
destacando la Cultura de la Cerámica de Bandas o LinearBandkeramik (LBK)
como un punto crucial en la transición hacia una sociedad agrícola en
Centroeuropa. Se discuten temas como la genética de estas poblaciones, la
tecnología cerámica, la agricultura, la ganadería y la posible violencia en la
sociedad LBK. Se menciona que dicha cultura pudo haberse originado a partir de
pobladores que emigraron a Europa Central desde el sureste europeo, lo que
sugiere que la migración desempeñó un papel importante en el cambio hacia la
agricultura en Europa.
También se menciona la posibilidad de violencia en la sociedad LBK, evidenciada
por la presencia de fortificaciones en algunos asentamientos, así como la
aparición de fosas comunes con evidencia de muertes violentas. Se discuten
diversas teorías sobre la naturaleza de esta violencia, incluida la posibilidad de
conflictos con cazadores-recolectores locales. En cuanto al rito funerario, se
describe cómo predominan las inhumaciones individuales en fosa, con detalles
sobre las posiciones de entierro y los ajuares funerarios y se mencionan algunas
variantes en el ritual funerario que podrían estar relacionadas con el estatus social
o las tendencias culturales.
EVIDENCIAS DE COMPORTAMIENTOS VIOLENTOS EN LA LBK
La cuestión de la violencia y su posible categorización como guerra en la cultura
LBK se aborda mediante el análisis de tres fosas comunes: Talheim, Asparn-
Schletz y Schöneck-Kilianstädten, además de otros casos relacionados.
TALHEIM (BADEN-WURTEMBERG, ALEMANIA)
En Talheim, una fosa común de la cultura LBK se encontró casualmente en
Heilbronn, Alemania. Fechada entre el 5215 y el 4718 a.C., contiene restos de al
menos 34 individuos, incluyendo adultos, niños e infantes. No se encontraron
rastros de rituales funerarios, pero se hallaron fragmentos de cerámica. El análisis
osteológico sugiere que podría tratarse del asesinato de una población completa
de agricultores de la LBK, con alrededor de cuatro familias. Las lesiones en los
cráneos, como fracturas mortales, indican un ataque por sorpresa o de un grupo
más fuerte. Se identificó la ausencia de mujeres adultas jóvenes, posiblemente
secuestradas por el grupo atacante.
ASPARN-SCHLETZ (VIENA, AUSTRIA)
En Asparn-Schletz, cerca de Viena, Austria, se descubrió un yacimiento fortificado
con fosas comunes que datan entre el 5309 y el 4848 a.C. Se encontraron restos
de al menos 67 individuos, la mayoría con lesiones mortales en la cabeza
causadas por hachas típicas de la LBK, aunque un individuo murió por una flecha.
Los individuos estaban dispuestos de manera inusual, algunos boca abajo y con
extremidades faltantes. Algunos restos fueron expuestos a la acción de carnívoros.
Se reduce la presencia de mujeres adultas jóvenes, lo que podría indicar
secuestro.
SCHÖNECK-KILIANSTÄDTEN (HESSEN, ALEMANIA)
La fosa común de Schöneck-Kilianstädten se encontró en Hessen, Alemania, en
2006. Los restos humanos se mezclaban en una zanja, y se encontraron restos de
cerámica y otros artefactos, indicando un área de asentamiento. La datación sitúa
esta fosa a finales de la cultura LBK, entre el 5209 y el 4.848 a.C. El análisis
osteológico sugiere que una población completa fue aniquilada, con 26 individuos
identificados. Se observaron lesiones mortales en cráneos y huesos largos,
indicando tortura y mutilación sistemática. La ausencia de mujeres adultas jóvenes
y adolescentes podría sugerir secuestro y forzada integración en la comunidad
atacante.
Estos casos de fosas comunes en la cultura LBK muestran evidencia de violencia
extrema, incluyendo asesinato, tortura y posible secuestro de mujeres. Estos
hallazgos arqueológicos proporcionan valiosa información sobre la violencia en
esta cultura antigua.
OTROS CASOS DE LA CULTURA LBK
Estos casos incluyen sitios como los anteriormente mencionados, donde se han
encontrado evidencias de masacres y asesinatos en masa. Estos eventos parecen
indicar la existencia de conflictos organizados y recurrentes, lo que podría
considerarse como la evidencia más antigua de guerra propiamente dicha en
Europa. Los criterios utilizados para evaluar estos casos incluyen evidencias
paleopatológicas, la asociación de las víctimas con armas y la falta de ritual
funerario, lo que sugiere un nivel de recurrencia y organización en los conflictos.
Además, se ha observado la eliminación de la mayoría o la totalidad de los grupos
locales en estos eventos, así como el posible secuestro de mujeres jóvenes en
edad fértil.
Las posibles causas de estos conflictos pueden haber sido tanto internas como
externas a la cultura LBK. Entre las causas internas se incluyen disputas por
tierras, caza furtiva, prestigio y captura de esclavos, mientras que entre las causas
externas se mencionan una crisis climática o una ola migratoria debida a cambios
climáticos. Es importante destacar que, aunque existen otros sitios con fosas
comunes relacionadas con la cultura LBK, como Vaihingen-Enz, Herxheim,
Wiederstedt y Mulhouse-Est, la interpretación de estos sitios puede variar, y en
algunos casos, se ha propuesto una explicación ritual en lugar de una violencia
intergrupal. Los estudios osteológicos, de isótopos y de ADN antiguo pueden
proporcionar más información sobre las causas y las relaciones entre los
individuos en estos sitios, lo que podría arrojar luz sobre la compleja historia de la
cultura LBK y sus enfrentamientos violentos.
CONCLUSIÓN
En conclusión, a lo largo de este trabajo se examinaron las posibles evidencias de
violencia en la Prehistoria, desde el Paleolítico Inferior hasta el inicio del Holoceno.
Se ha observado un aumento gradual en las evidencias de violencia a medida que
nos acercamos al final del Pleistoceno e inicios del Holoceno, particularmente
después de la invención del arco, lo que sugiere un aumento significativo en las
muertes violentas, ya sean intencionadas o accidentales. Sin embargo, es
importante tener en cuenta que la baja densidad demográfica y la amplia
distribución geográfica durante el Paleolítico habrían limitado los encuentros entre
diferentes grupos, lo que hace que estos casos sean excepcionales. Además, la
supervivencia de estas pequeñas comunidades nómadas habría dependido en
gran medida de un buen entendimiento entre ellas. En cuanto a la naturaleza de la
violencia, parece que la mayoría de los casos de violencia en esta época fueron
de naturaleza interpersonal, posiblemente relacionados con reacciones naturales a
ciertos estímulos como el hurto, la venganza o el ataque de cólera. No hay
evidencias claras de violencia intergrupal recurrente o guerra hasta la llegada de
los primeros agricultores, como se evidencia en la Cultura de la Cerámica de
Bandas centroeuropea.
El sedentarismo y la territorialidad emergen como factores clave para el
surgimiento del conflicto entre comunidades como un fenómeno social relevante.
Algunos investigadores sugieren que un mayor grado de territorialidad, impulsado
por un aumento en la sedentarización, podría haber contribuido al aumento del
conflicto. La aparición de la agricultura y la propiedad también se asocia con el
surgimiento de la guerra según algunas teorías. Es importante destacar que, en
contraposición a la idea de que la guerra era exclusivamente una actividad
masculina en épocas antiguas, los casos analizados muestran que hombres,
mujeres y niños fueron víctimas en igual medida, lo que desafía esta noción y se
puede afirmar que la guerra como una actividad social organizada y recurrente
parece surgir por primera vez con el nacimiento de la economía de producción y la
sedentarización de las bandas durante el Neolítico. Sin embargo, la existencia o
no de violencia intergrupal planificada está condicionada por el contexto
socioeconómico y las características ecológicas de la región, lo que impide
generalizar sobre su existencia en base a premisas etnográficas y resalta la
variabilidad cultural crucial en la Prehistoria.