Derecho y Poder
Derecho y Poder
Derecho y Poder
DERECHO Y PODER
(4°. ensayo)
Lo que debemos tener presente es que el derecho es necesario para la legitimación del
poder y del orden político existente, y el poder es indispensable para la aplicación del
derecho y del orden jurídico viviente. O sea, hay una asociación que no puede separarse,
el uno no puede estar sin el otro y si así fuera ya no serían conocidos con esos nombres; y
hoy en la actualidad, se va mucho más allá ya que el tema ya no es el derecho y el poder,
sino, la defensa y la ingeniería constitucional.
Por esta razón, se pretenden enfocar estos dos aspectos -la defensa e ingeniería
constitucional- a partir de la estrecha relación entre el binomio derecho-poder, y
precisar su trascendencia para la propia Constitución. Así, procederemos a discutir
algunos aspectos inherentes a cada uno de estos tópicos para precisar los problemas
centrales de estos temas. Finalmente, presentaremos algunas conclusiones al respecto.
1
art. 133 CPEUM Supremacía constitucional y jerarquía normativa
1
tal como lo advierten Bruce Ackerman, Robert Alexy, Ronald Dworkin, Luis Prieto Sanchís y Gustavo Zagrebelsky, entre muchos otros.
II. DERECHO Y PODER
Desde los griegos hasta nuestros días, tanto la relación entre derecho y poder como la
reflexión sobre los fenómenos del poder, han sido centrales para la filosofía jurídica y
política. Como constante advertimos que los detentadores de éste tienden naturalmente a
abusar del mismo y a ejercerlo de manera "tiránica". Así, para combatir el ejercicio
tiránico del poder, propusieron diversos mecanismos con objeto de lograr que el poder se
mantuviera dentro de ciertos límites.
2
Véase Fix-Zamudio, Héctor, "Introducción", Introducción al estudio de la defensa de la Constitución en el ordenamiento mexicano,
México, UNAM, Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Procurador de Derechos Humanos de Guatemala, 1994, pp. 11-14.
En la Edad Media se consideró que existía un derecho superior de carácter universal, el
derecho natural, que derivaba de la naturaleza humana como un reflejo de la revelación
divina y que era superior a las leyes civiles expedidas por los monarcas (ius civile). De
hecho, los propios monarcas se contemplaban por encima de las disposiciones legislativas,
pero sometidos a los preceptos del derecho natural. Por estas razones, algunos
pensadores justificaban el tiranicidio respecto de los gobernantes que violaban
gravemente dicho derecho superior e inmutable.
De esta manera, no sólo se puede evidenciar la estrecha relación entre derecho y poder
sino también se puede constatar su influencia en la Constitución, tanto en la defensa
como en la ingeniería constitucional. Al enfatizar la interacción entre derecho y poder se
procede posteriormente a la vinculación con la Constitución, su defensa e ingeniería.
El binomio derecho-poder
La relación entre derecho y poder no descansa en la subordinación del uno sobre el otro y
viceversa, sino en la interacción entre ambos. Por un lado, el derecho es necesario para la
legitimación del poder y del orden político existente, y el poder es indispensable para la
aplicación del derecho y del orden jurídico viviente. Por otro lado, el derecho es esencial
para dictar los límites y reglas para el ejercicio del poder con legalidad, y el poder es
imperativo para revitalizar los confines y preceptos del Estado de derecho y del Estado del
constitucionalismo moderno.
El derecho y el poder son los principales centros de atención del análisis del fenómeno
jurídico y del político, respectivamente. Sin embargo, derecho y poder pueden ser
considerados como las dos caras de la misma moneda. De modo, que tanto uno como
otro son las nociones fundamentales de la filosofía jurídica y de la política. El contraste
deriva de cuál es la "cara" y cuál la "cruz". Para un jurista, el derecho es la cara y el poder
la cruz, mientras que para un politólogo, el poder es la cara y el derecho la cruz. 3
Por tanto, derecho y poder se deben completar recíprocamente, EL DERECHO SIN PODER
ES MANDATO IMPOTENTE E INEFICAZ, MIENTRAS QUE PODER SIN DERECHO ES FUERZA
BRUTA E ILEGÍTIMA. En este sentido, se pronuncia Rudolf von Ihering al realizar una
apología de Astrea -o Themis-:
Todo derecho en el mundo debió ser adquirido por la lucha; esos principios de derecho
que están hoy en vigor ha sido indispensable imponerlos por la lucha á los que no los
aceptaban [...] El derecho no es una idea lógica, sino una idea de fuerza; he ahí por qué la
justicia, que sostiene en una mano la balanza donde pesa el derecho, sostiene en la otra la
espada que sirve para hacerle efectivo. La espada, sin la balanza, es la fuerza bruta, y la
balanza sin la espada, es el derecho en su impotencia; se complementan recíprocamente:
y el derecho no reina verdaderamente, más que en el caso en que la fuerza desplegada
por la justicia para sostener la balanza, iguale á la habilidad que emplea en manejar la
balanza (sic.).4
Asimismo, tanto el derecho como el poder son medios indispensables para realizar fines
fundamentales como la justicia y el bien común en los diferentes niveles del Estado,
gobierno y sociedad: iustitia fundamentum, regnorumy salus populi, suprema lex est. Al
respecto, Nicolás Maquiavelo sostiene que: "Los principales fundamentos de que son
capaces todos los Estados, ya nuevos, ya antiguos, ya mixtos, son las buenas leyes y
armas [...] las leyes no pueden ser malas en donde son buenas las armas".5
Asimismo, por un lado, Thomas Hobbes señala que "El poder de un hombre consiste en
sus medios presentes para obtener algún bien manifiesto futuro". 6 De la misma forma,
afirma que la evidencia demuestra que hay una "inclinación general de la humanidad
entera, un perpetuo e incesante afán de poder, que cesa solamente con la muerte". 7 Por
otro lado, John Locke apunta que:
La relación de fuerza en la acción y el cambio requiere que la voluntad del poder deba ser
enfrentada por la voluntad del derecho, en términos de la protección de la libertad. De
hecho, la libertad no es solamente autonomía -autodeterminación e independencia- sino
una combinación de poder y de derecho.9 Sin duda, la historia de la humanidad se
caracteriza por luchar por la libertad, y en contra de su antítesis: la opresión. El nexo entre
libertad y opresión es evidente tal como el vínculo entre derecho y poder. Los
instrumentos de los que se valen los caballeros en la lucha por la libertad son las espadas
para atacar y los escudos para defenderse de los ataques de las nuevas formas de
opresión que aparecen en el horizonte del campo de batalla. Así, la historia está llena de
ejemplos acerca de la lucha entre las dicotomías derecho-poder y libertad-opresión.
La voluntad del derecho y la voluntad del poder son nuestros puntos de partida. Al
primero -el derecho- lo podemos caracterizar como un sistema de mandatos rectos que
confieren facultades e imponen deberes inclinados a la realización de la justicia, mientras
que al segundo -el poder- lo tenemos visualizado como un sistema de mandatos y de
obediencias tendentes a la construcción del bien común. No obstante, ninguno de los dos
por sí solo puede explicar la naturaleza del ser humano, ni puede guiar a la vida humana
completamente, es preciso reconocer a ambos como complementarios e
interdependientes.10
El ejercicio del poder nos conduce a la idea de que todo ser humano investido de poder
tiende a abusar de él. Sin embargo, la voluntad del poder puede ser tanto necesaria como
peligrosa, puede conducir incluso a diferentes extremos como la anarquía y el despotismo.
De la misma manera, el poder se puede presentar como un afrodisiaco, ya sea para
mantener la dependencia u obediencia de un mandato como para la independencia o
resistencia del mismo.
En este sentido, el poder es siempre descrito como una relación de fuerza, un deseo o
voluntad que posibilita la obediencia o resistencia de un mandato. De este modo, el poder
es fuerza. Por un lado, consiste en la fuerza que permite a alguien imponer la obediencia
de su mandato; y, por otro lado, reside en la fuerza que le permite ofrecer resistencia a un
mandato. Por ende, el poder es definido como una relación binomial de fuerza: tanto
mandato-obediencia como mandato-resistencia.11
8
Locke, John, Ensayo sobre el gobierno civil, trad. de Amando Lázaro Ros, México, Aguilar, 1963, lib. II, cap. VI, © 57, p. 81.
9
Cfr. García Máynez, Eduardo, "Liberty as Right and as Power", en Recaséns Siches, Luis et al., Latin-American Legal Philosophy,
Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1948, pp. 517-547.
10
Sobre el equilibrio entre la voluntad del derecho y del poder, véase Bodenheimer, Edgar, Power, Law and Society. A Study of the Will
to Power and the Will to Law, New York, Crane, Russak & Company, 1972. Sobre la preeminencia de la voluntad del poder, cfr.
Nietzche,
11
Véase Bovero, Michelangelo, "Lugares clásicos y perspectivas contemporáneas sobre política y poder", en Bobbio, Norberto y
Michelangelo Bovero, Origen y fundamento del poder político, trad. de José F. Fernández Santillán, México, Grijalbo, 1985, pp. 37-64.
Para diferenciar las formas de poder es útil recordar la descripción que hace Max Weber
sobre la legitimación, y que distingue tres formas de autoridad o dominación legítima: 1)
legal o racional, 2) tradicional y 3) carismática;12 pero preferimos la tipología del poder
que presentan Norberto Bobbio y Michelangelo Bovero, porque descansa no sobre la
legitimidad sino sobre los medios que permiten identificar no sólo las formas de poder
sino los medios concretos en que se basa la imposición de un mandato, y, en su caso la
obediencia o resistencia del mismo.13
Por tanto, podemos concebir y conceptualizar al poder como una fuerza para imponer
la obediencia de un mandato y, en su caso, su resistencia. Con relación a los medios de
los cuales se puede disponer para ello: el poseedor de los medios de producción tendrá el
poder económico, el de los medios de coacción: el poder político, y el de los medios de
persuasión: el poder ideológico, entre otros. Existen muchos otros más ámbitos e incluso
combinaciones de los mismos, pero sin duda los tres son muy ejemplificativos de la
voluntad del poder y de los medios con que se cuenta para imponer la obediencia o
resistencia de un mandato.
Hago hincapié en el poder político, no sólo por ser la síntesis de la estrecha interacción
entre derecho y poder, sino también por su trascendencia en la relación con la
Constitución, su defensa e ingeniería. El poder político como caracterización del titular de
los medios de coacción permite tanto la concentración del poder como el reparto de
competencias y funciones; la legitimidad del título y la legalidad del ejercicio; la
limitación y la organización del poder mediante el derecho; el control como certeza o
seguridad, y el cambio como progreso o reforma.
Visto así, el poder político no sólo se caracteriza por la posesión de los medios de
coacción, sino también por el monopolio de su ejercicio. El poder político como monopolio
de la fuerza requiere estar legitimado por algún interés o título, y diferenciado de otras
formas de poder legítimo. Aristóteles había distinguido el poder político de un gobernante
frente a los gobernados, ejercitado en interés de ambos, del poder paternal del padre
sobre los hijos, aplicado en asistencia de estos últimos, y del poder patronal del amo sobre
sus esclavos, utilizado en favor del primero.14
Por su parte, John Locke señala cuáles son las diferencias que existen entre el gobernante
de un Estado, el padre de una familia y el capitán de una galera sobre las bases que dan
lugar a la legitimidad del título -ex tituli-. El poder paternal tiene un fundamento natural -
ex natura-, el poder patronal deriva del castigo a un crimen o delito -ex delictu-, y el poder
político se justifica sobre las bases del consenso -ex consensu-.15
12
Véase Weber, Max, Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, 2a. ed., trad. de José Medina Echavarría et al., México,
FCE, 1964, t. I, pp. 170-197.
13
Véase Bobbio, Norberto, Estado, gobierno y sociedad, cit., pp. 110-114; y Bovero,
14
Véase Aristóteles, Política, cit., nota 3, lib. I, caps. I-XIII, 1252a-1260b, pp. 41-66.
15
Véase Locke, John, Ensayo sobre el gobierno civil, © 2, cit., nota 12, pp. 28 y 29.
En este sentido, el pensamiento de Jean Jacques Rousseau se presenta con gran
elocuencia y vehemencia: "El más fuerte no lo es jamás bastante para ser siempre el amo
o señor, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber [...]
Convengamos, pues, en que la fuerza no hace el derecho y en que no se está obligado a
obedecer sino a los poderes legítimos [...] Puesto que ningún hombre tiene por
naturaleza autoridad sobre su semejante, y puesto que la fuerza no constituye derecho
alguno, quedan sólo las convenciones como base de toda autoridad legítima entre
hombres."16
El poder político legítimo se debe no sólo monopolizar sino también ejercitar en interés
tanto del gobernante -ex parte principis-como de los gobernados -ex parte populi- y es
justificado exclusivamente por derivar del consenso de todos, plasmado en un contrato o
pacto social. Asimismo, debe ejercerse de acuerdo con la legalidad. La legitimidad se
refiere al título, mientras que la legalidad a su ejercicio. El primero requiere que aquellos
que tienen el poder político estén legitimados para ello, y la segunda necesita que
aquellos que lo ejercitan lo hagan de manera legal. Para el gobernante, la legitimidad es el
fundamento de su facultad para mandar, y la legalidad es la organización de su deber para
no excederse; para los gobernados, la legitimidad es el fundamento de su deber para
obedecer, y la legalidad es la garantía de que su facultad será respetada y no oprimida. 17
No basta con el monopolio de la fuerza sino que el poder político requiere además de
estar legitimado por algún interés o título. Por un lado, el poder político se legitima sobre
la base de que se debe ejercitar en interés tanto del gobernante -ex parte principis- como
de los gobernados -ex parte populi- y, por otro lado, se legitima por que la posesión del
título deriva de la voluntad y del consenso de todos, plasmada en un contrato -ex
contractu-.
De esta forma, el poder político debe ejercerse de acuerdo con la legalidad. La legitimidad
se refiere al título mientras que la legalidad a su ejercicio. El primero requiere que
16
Rousseau, Jean Jacques, El contrato social, México, UNAM, 1984, lib. I, cap. III, pp. 10 y 11,
17
Véase Bobbio, Norberto, "El poder y el derecho", op. cit., nota 12, pp. 29 y 30.
aquellos que tienen el poder político estén legitimados para ello, y la segunda necesita
que aquellos que lo ejercitan lo hagan de manera legal. Por tanto, el poder político de ser
tanto legítimo como legal.
La ilimitada naturaleza humana por la voluntad del poder requiere de ciertos comandos
que limiten su ejercicio. Esta tesis se extiende especialmente al poder político, que
requiere no sólo de legitimidad y legalidad sino también que la organización del poder
esté limitada por el derecho. La organización del poder político por medio de la
centralización o concentración del poder y el reparto de competencias o funciones se
constituye en un importante límite para el mismo poder político.
Por una parte, la relación entre la Constitución y el poder político es uno de los máximos
reconocimientos a la existencia de una voluntad por el poder y una voluntad por el
derecho que caracterizan al ser humano. Por esa misma razón, es menester que el poder y
el derecho se limiten recíprocamente, porque de lo contrario tanto uno como el otro
serán una amenaza para la vida humana. De hecho, cabe recordar que: "Si los hombres
fuesen ángeles, el gobierno no sería necesario. Si los ángeles gobernaran a los hombres,
saldrían sobrando lo mismo las contralorías externas que las internas del gobierno".18
Por otra parte, la Constitución tiene la finalidad de facultar los mandatos de los
gobernantes sobre los gobernados, y regular al gobierno para proteger al pueblo: "Al
organizar un gobierno que ha de ser administrado por hombres para los hombres, la gran
dificultad estriba en esto: primeramente, hay que capacitar al gobierno para mandar
sobre los gobernados; y luego obligarlo a que se regule a sí mismo. El hecho de depender
del pueblo es, sin duda alguna, el freno primordial indispensable sobre el gobierno; pero
la experiencia ha demostrado a la humanidad que se requieren precauciones auxiliares". 19
CONCLUSIÓN
De todas estas teorías sobresalen las de Max Weber que es la Teoría Voluntarista, la de
Talcott Parsons y Niklas Luhmann llamada Teoría Sistémica y la de Karl Marx que
18
Hamilton, A. et al., El federalista, trad. de Gustavo R. Velasco, México, FCE, 1943, p. 220.
19
Idem, pp. 220 y 221.
es una Teoría Crítica, la cual retoma y desarrolla Foucault. La noción de Teoría Crítica se
aplica en la filosofía para designar a la doctrina que nació en la Escuela de Fráncfort para
establecer una crítica a la teoría tradicional y a la cultura y moral occidental. Esta Teoría
tuvo su origen en el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Fráncfort del
Meno.
Por Teoría Crítica se entiende “un amplio espectro de teorías que adoptan un punto de
vista crítico de la sociedad y de las ciencias humanas, o que pretenden explicar la
emergencia de sus objetos de conocimiento” (Macey 2001: 74).
Como Teoría crítica de Marx a la sociedad capitalista, el marxismo es también una 'crítica'
de su sujeto, de la clase obrera que forma parte integrante de esta sociedad el cual está
expuesto a fuerzas de poder dirigidas por el Estado con el propósito de ser parte de los
objetivos de la maquinaria burguesa (capitalista).
Los individuos y sus grupos están 'determinados desde afuera', no sólo respecto a su
situación social objetiva, sino también en su 'subjetividad'.
Dentro de la corriente marxista se encuentran los que entienden el estado como un
instrumento en manos de la clase dominante, tales son los casos de P: Sweezy y P. Baran;
los que asumen el estado desde la perspectiva de su condicionamiento por la estructura
económica de la sociedad, son los casos de R. Miliband, D.
La Teoría Crítica de Foucault analiza, los micropoderes que circulan en el orden social. Por
ello, el pensador francés afirma que todo saber implica poder y todo poder,
un saber específico. En otras palabras, todo discurso está atravesado por
relaciones inherentes de poder.
Hoy día el Poder y el Derecho destacan como las evidencias del desarrollo actual en el
constitucionalismo moderno, que permiten afirmar que se conforma una nueva teoría de
la Constitución, en donde el Estado de derecho decimonónico (perteneciente o relativo al
siglo XIX) parece ceder ante el Estado constitucional de las postrimerías del siglo veinte y
del umbral del siglo veintiuno.
También hay que reconocer que dos de los puntos torales de la consolidación de la nueva
teoría constitucional son los temas relativos tanto a la ingeniería -organización,
legitimidad y legalidad, limitación, cambio y control del poder político- como a la defensa
constitucional -garantías constitucionales estructurales y procedimentales-.