Alejandra Pizarnik-Árbol de Diana (18074)
Alejandra Pizarnik-Árbol de Diana (18074)
Alejandra Pizarnik-Árbol de Diana (18074)
Árbol de Diana
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Árbol de Diana fue editado en 1962 por la editorial Sur y reeditado en 1988 (con
prólogo de Susana Puente) por Botella al Mar. Ambas ediciones se encuentran hoy
fuera de circulación.
prólogo
ÁRBOL DE DIANA de Alejandra Pizarnik. (Quim.): cristalización verbal
por amalgama de insomnio pasional y lucidez meridiana en una disolución de
realidad sometida a las más altas temperaturas. El producto no contiene una sola
partícula de mentira. (Bot.): el árbol de Diana es transparente y no da sombra.
Tiene luz propia, centelleante y breve. Nace en las tierras resecas de América. La
hostilidad del clima, la inclemencia de los discursos y la gritería, la opacidad
general de las especies pensantes, sus vecinas, por un fenómeno de compensación
bien conocido, estimulan las propiedades luminosas de esta planta. No tiene
raíces; el tallo es un cono de luz ligeramente obsesiva; las hojas son pequeñas,
cubiertas por cuatro o cinco líneas de escritura fosforescente, peciolo elegante y
agresivo, márgenes dentadas; las flores son diáfanas, separadas las femeninas de
las masculinas, las primeras axilares, casi sonámbulas y solitarias, las segundas en
espigas, espoletas y, más raras veces, púas. (Mit. y Etnogr.): los antiguos creían
que el arco de la diosa era una rama desgajada del árbol de Diana. La cicatriz del
tronco era considerada como el sexo (femenino) del cosmos. Quizá se trata de una
higuera mítica (la savia de las ramas tiernas es lechosa, lunar). El mito alude
posiblemente a un sacrificio por desmembración: un adolescente (¿hombre o
mujer?) era descuartizado cada luna nueva, para estimular la reproducción de las
imágenes en la boca de la profetisa (arquetipo de la unión de los mundos inferiores
y superiores). El árbol de Diana es uno de los atributos masculinos de la deidad
femenina. Algunos ven en esto una confirmación suplementaria del origen
hermafrodita de la materia gris y, acaso, de todas las materias; otros deducen que
es un caso de expropiación de la sustancia masculina solar: el rito sería sólo una
ceremonia de mutilación mágica del rayo primordial. En el estado actual de
nuestros conocimientos es imposible decidirse por cualquiera de estas dos
hipótesis. Señalaremos, sin embargo, que los participantes comían después
carbones incandescentes, costumbre que perdura hasta nuestros días. (Blas.):
escudo de armas parlantes. (Fis.): durante mucho tiempo se negó la realidad física
del árbol de Diana. En efecto, debido a su extraordinaria transparencia, pocos
pueden verlo. Soledad, concentración y un afinamiento general de la sensibilidad
son requisitos indispensables para la visión. Algunas personas, con reputación de
inteligencia, se quejan de que, a pesar de su preparación, no ven nada. Para disipar
su error, basta recordar que el árbol de Diana no es un cuerpo que se pueda ver: es
un objeto (animado) que nos deja ver más allá, un instrumento natural de visión.
Por lo demás, una pequeña prueba de crítica experimental desvanecerá, efectiva y
definitivamente, los prejuicios de la ilustración contemporánea: colocado frente al
sol, el árbol de Diana refleja sus rayos y los reúne en un foco central llamado
poema, que produce un calor luminoso capaz de quemar, fundir y hasta volatilizar
a los incrédulos. Se recomienda esta prueba a los críticos literarios de nuestra
lengua.
OCTAVIO PAZ
París, abril de 1962
árbol de diana
(1962)
1
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.
2
Éstas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla...
3
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
4
AHORA BIEN:
a Aurora y Julio Cortázar
5
por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos
por un minuto de ver
en el cerebro flores pequeñas
danzando como palabras en la boca de un mudo
6
ella desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe
7
Salta con la camisa en llamas
de estrella en estrella,
de sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
la que ama al viento.
8
Memoria iluminada, galería donde vaga la sombra de lo que espero.
No es verdad que vendrá. No es verdad que no vendrá.
9
Estos huesos brillando en la noche,
estas palabras como piedras preciosas
en la garganta viva de un pájaro petrificado,
este verde muy amado,
este lila caliente,
este corazón sólo misterioso.
10
un viento débil
lleno de rostros doblados
que recorto en forma de objetos que amar
11
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada.
12
no más las dulces metamorfosis de una niña de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla
13
explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome
14
El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.
15
Extraño desacostumbrarme
de la hora en que nací.
Extraño no ejercer más
oficio de recién llegada.
16
has construido tu casa
has emplumado tus pájaros
has golpeado al viento
con tus propios huesos
17
Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días
sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta, se
cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me lloro en mis
numerosos funerales. (Ella es su espejo incendiado, su espera en hogueras
frías, su elemento místico, su fornicación de nombres creciendo solos en la
noche pálida).
18
como un poema enterado
del silencio de las cosas
hablas para no verme
19
cuando vea los ojos
que tengo en los míos tatuados
20
dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe
a Laure Bataillon
21
he nacido tanto
y doblemente sufrido
en la memoria de aquí y de allá
22
en la noche
un espejo de cenizas
23
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
24
(un dibujo de Wols)
estos hilos aprisionan a las sombras
y las obligan a rendir cuentas del silencio
estos hilos unen la mirada al sollozo
25
(exposición Goya)
un agujero en la noche
súbitamente invadido por un ángel
26
(un dibujo de Klee)
cuando el palacio de la noche
encienda su hermosura
pulsaremos los espejos
hasta que nuestros rostros canten como ídolos
27
un golpe del alba en las flores
me abandona ebria de nada y de luz lila
ebria de inmovilidad y de certeza
28
te alejas de los nombres
que hilan el silencio de las cosas
29
Aquí vivimos con una mano en la garganta. Que nada es posible ya lo
sabían los que inventaban lluvias y tejían palabras con el tormento de la
ausencia. Por eso en sus plegarias había un sonido de manos enamoradas de
la niebla
a André Pieyre de Mandiargues
30
en el invierno fabuloso
la endecha de las alas en la lluvia
en la memoria del agua dedos de niebla
31
Es un cerrar los ojos y jurar no abrirlos. En tanto afuera se alimenten de
relojes y de flores nacidas de la astucia. Pero con los ojos cerrados y un
sufrimiento en verdad demasiado grande pulsamos los espejos hasta que las
palabras olvidadas suenan mágicamente.
32
Zona de plagas donde la dormida come lentamente
su corazón de medianoche.
33
alguna vez
alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va
a Ester Singer
34
la pequeña viajera
moría explicando su muerte
35
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego,
de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche, déjate caer y
doler, mi vida.
36
en la jaula del tiempo
la dormida mira sus ojos solos
el viento le trae
la tenue respuesta de las hojas
A Alain Glass
37
más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia
38
Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas:
otros poemas
(1959)
silencio
yo me uno al silencio
yo me he unido al silencio
y me dejo hacer
me dejo beber
me dejo decir
los náufragos detrás de la sombra
abrazaron a la que se suicidó
con el silencio de su sangre
animal lanzado a su rastro más lejano
o muchacha desnuda sentada en el olvido
mientras su cabeza rota vaga llorando
en busca de su cuerpo más puro
luego
cuando se mueran
yo bailaré
perdida en la luz del vino
y el amante de medianoche
viajera de corazón de pájaro negro
tuya es la soledad a medianoche
tuyos los animales sabios que pueblan tu sueño
en espera de la palabra antigua
tuyo el amor y su sonido a viento roto
CAROLINE DE GUNDERODE
En nostalgique je vagabondais
par l’infini
C. de G.
La mano de la enamorada del viento
acaricia la cara del ausente.
La alucinada con su «maleta de piel de pájaro»
huye de sí misma con un cuchillo en la memoria.
La que fue devorada por el espejo
entra en un cofre de cenizas
y apacigua a las bestias del olvido.
A Enrique Molina
Yo canto.
No es invocación.
Sólo nombres que regresan.
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Documento maquetado
con BookDesigner 5.0
bookdesigner@the-ebook.org
18/03/2012