(Julio) EL TURISMO COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
(Julio) EL TURISMO COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
(Julio) EL TURISMO COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
Fecha de recepción: 15 de abril de 2013. Fecha de modificación: 07 de mayo de 2013. Fecha de aceptación:
31 de agosto de 2013.
Para citar el artículo: Campodónico, R. y Chalar, L. (2013). "El turismo como construcción social: un enfoque
epistemo-metodológico" en Anuario Turismo y Sociedad, vol. XIV, pp.47-63.
Resumen
Este artículo intentará plantear una posición metodológica-epistemológica que permita la construcción de
investigaciones en turismo. Es por tanto una reflexión teórica que ha utilizado como metodología la revisión
bibliográfica y la interpretación propia sobre determinados conceptos. Como resultado de adoptar una
posición constructivista -que parte del paradigma de pensamiento complejo- y con base en el cruzamiento de
una campo de análisis T.E.M.A -tiempo, espacio, motivaciones y actividades- y las cinco dimensiones más
significativas del fenómeno turístico en cuanto a sus actores -turista, comunidad, trabajadores, empresarios y
gobierno- se presenta una interpretación. Ello permitirá abordar nuevas investigaciones de tipo interdisciplinar
o transdisciplinar.
Abstract
This article will attempt to raise a methodological-epistemological position that allows the construction of
tourism research. It is therefore a theoretical methodology that has been used as the literature review and
own interpretation on certain concepts. As a result it takes a constructivist position -of the complex thought
paradigm- presents an interpretation based on crossing a field of analysis T.E.M.A -time, space, motivations
and activities- and the five dimensions most significant tourism phenomenon in terms of its actors -tourists,
community workers, entrepeneur and government-. What new research will address interdisciplinary or
transdisciplinary type.
Introducción
Este artículo intentará plantear una posición metodológica-epistemológica que permita la construcción de
investigaciones en turismo-de tipo interdisciplinar o transdisciplinar-, trascendiendo así las que provienen de
disciplinas que han caracterizado gran parte de los estudios turísticos: antropología, sociología, economía,
geografía e historia, entre otras.
Se entiende que el turismo no es un disciplina strictu sensu si se tiene en consideración la cantidad de temas
que aborda y, a su vez, que lo integran como componentes propios y que aisladamente pertenecen a
disciplinas distintas ya consolidadas en el mundo científico. Por esta razón, el turismo se constituye para los
autores como campo disciplinario, por ser una posición más amplia frente a los problemas que se deben
discutir y reflexionar, lo que posibilita generar un conocimiento transversal, integrador y dinámico. En la
actualidad, el turismo no posee una malla disciplinar definida en el sentido tradicional del término, siendo esta
la primera complejidad a la que el investigador en turismo se debe enfrentar.
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El artículo se organiza como una reflexión teórica cuya metodología se basa en la revisión bibliográfica y la
interpretación propia sobre determinados conceptos. Se adoptan parte de las consideraciones realizadas por
diversos autores y partiendo del paradigma del pensamiento complejo se enmarca el presente trabajo en un
enfoque constructivista.
Desde este enfoque se entiende que el turismo es una construcción social que adquiere diferentes formas en
el transcurso de la historia y de acuerdo a las regiones. Por tal motivo, se propone el estudio de la
construcción social del turismo con base en el campo de análisis T.E.M.A. -Tiempo, Espacio, Motivaciones,
Actividades-, donde se explicitará el significado de cada uno de los ejes. Se los relacionará después con las
principales dimensiones de actores -turista, comunidad, empresarios, trabajadores y gobierno-, lo que
permitirá esbozar y diseñar una posición metodológica-epistemológica que contribuye con la construcción de
investigaciones en turismo, siendo esta una cuestión sustancial sobre lo que se profundizará.
Es necesario un abordaje multidimensional del fenómeno para entender la construcción social de la realidad
turística. En este sentido, C. Petit y M. S. graglia refieren a esta situación de la siguiente manera: "(…) toda
acción social (un viaje de placer, una experiencia cultural, etc.) es multideterminada, pluridimensional y
polisémica; está originada y determinada por múltiples causas, algunas de las cuales no son conscientes; son
pluridimensionales porque suponen anclajes y compromisos humanos y sociales de diferentes niveles de
realidad social, cultural, política, etc., y polisémicas porque para cada persona, y a su vez, para cada grupo
esta realidad-acción encierra una diversidad de sentidos y significaciones" (Petit & Graglia, 2004: 19).
Si bien toda acción social se enmarca en lo expresado anteriormente, es importante la actitud del investigador
en turismo independientemente de la posición teórica en la cual se sitúe pues es necesario tener en cuenta lo
expresado por L. Alves (2011: 608) en cuanto que "El investigador en el área de turismo debe recurrir a la
búsqueda del sentido de las cosas, ya que tiene un papel organizador en los seres humanos. Las "cosas"
(fenómenos, acontecimientos, sucesos, hechos, acontecimientos, experiencias, ideas, sentimientos)
representan y moldean las vidas de las personas. En otro nivel, los significados las "cosas" se adquieren
culturalmente compartidos y así organizan el grupo social en torno a estas representaciones y simbolismos"2.
Frente a este panorama, situarse en el paradigma de complejidad permite un mejor posicionamiento para el
abordaje del campo disciplinario del turismo, puesto que toda acción/actividad social es por definición
compleja. En el sentido de lo argumentado por E. Morín (2001: 32), "…la complejidad es, efectivamente, el
tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro
mundo fenoménico".
El paradigma del pensamiento complejo tiene su base en tres principios: Dialógico, Recursividad
Organizacional y Hologramático (Morín, 2001). Esto presupone necesariamente la existencia y percepción de
distintos niveles de realidad, la aplicación de la lógica dialéctica y la emergencia de la complejidad. Ello
permite analizar la realidad turística como una estructura en múltiples niveles, sustituyendo así la visión
unidimensional que ha caracterizado al pensamiento clásico.
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Si se analiza la aplicación de los mencionados principios a los estudios de turismo se puede interpretar en
cuanto a lo dialógico, que el turismo se contrapone a la cotidianidad, es la ruptura de la vida cotidiana, dado
que el turismo es una relación antagónica pero complementaria ocio/trabajo, el cual solo se puede validar una
vez que se comprende esta ruptura y se aceptan las dos facetas dialécticamente antagónicas. (Campodónico
& Da Cunha, 2009). Las dos facetas de la vida del individuo -cotidiano/no cotidiano- están totalmente
interrelacionadas y solo pueden ser comprendidas en su relación dialéctica, sonlas dos primeras dimensiones
que conformanla existencia del hombre en tanto su rol de metaturista, turista o posturista.
En cuanto al principio de recursividad llevado al campo del turismo surge de forma clara en las relaciones e
interrelaciones entre turista -sujeto- y el turismo -objeto del campo disciplinario. Los turistas hacen al turismo
y el turismo no se desarrolla sin los turistas, de modo que el turista se convierte en productor y producto en
una relación de complejidad (Campodónico & Da Cunha, 2009).
De acuerdo con lo sostenido por Berger y Luckmann (2006: 34), "La vida cotidiana sepresenta como una
realidad interpretada por los hombres y que para ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente".
En el mismo sentido, Manuel Canales sostiene que "Lo cotidiano resulta de un modo de ver la realidad, o lo
que es lo mismo, de un modo en que la subjetividad participa de las representaciones sociales" (Canales,
1999: 11-2, en Cucurella, 1999).
Estas referencias permiten afirmar que la vida cotidiana surge de las interacciones del sujeto con los demás
sujetos pero también con el objeto, donde toman un significado y se manifiestan mediante actividades. Esta
realidad interpretada es lo conocido, lo habitual para el individuo y solo surge de las relaciones de esas
subjetividades sobre el mundo. Por lo cual aquí también estaría presente el principio hologramático al que se
hacía referencia antes.
Si éstas son las consideraciones que se hacen sobre la vida cotidiana, se debe entender que debería existir
una interpretación para lo antagónico, lo dialógico. Así se plantea que la contracara de esa vida cotidiana
mencionada es el turismo, que tiene una significación en el "mundo coherente" es decir, en las modalidades y
actividades que el hombre puede realizar en su tiempo de no trabajo, tiempo de recreación y ocio, en un
espacio geográfico distinto al habitual y que además tiene un valor simbólico a nivel de representación en el
mundo subjetivo que conforma el imaginario turístico. Éste forma parte del imaginario social en tanto alude a
las manifestaciones del proceso societario de viajar a la que el individuo aporte con sus interpretaciones
fantasiosas. Las que a su vez permanecen en la mente mediante las imágenes y apreciaciones, en cualquier
momento y mediante cualquier hecho cotidiano pueden ser reformuladas (Hiernaux, D.: 2000).
Entonces las preguntas que surgen son: ¿cómo se manifestará lo contracotidiano y dentro de ello cómo lo
hace el turismo?, ¿cómo se construye la realidad turística?
Para responder a esta interrogante es necesario recurrir a lo planteado por González Damián (2007: 24),
quien sostiene que la "…preocupación central los procesos de construcción de realidad que acompañan a los
sistemas cognitivos cuando experimentan sus observaciones en sus propias vidas como cambios, desarrollo o
aprendizaje". Si bien esta es una posición teórica que no alude explícitamente al turismo, se pueden observar
ciertas coincidencias en casos de aplicación como la sostenida por Antón Clave y González Reverte (2007:78):
"Los desplazamientos turísticos reflejan un acto de transformación y formación personal y se inscriben dentro
de un proyecto existencial individual, por lo que requieren no solo de motivación sino también un cierto grado
de aprendizaje".
Esta posición permite afirmar que el turismo se presenta como una realidad turística interpretada por los
individuos. Esto se fundamenta en que la realidad tiene múltiples dimensiones que son construidas
socialmente, así la turística se define como aquella que acontece en espacios y en tiempos no cotidianos
debido a motivaciones múltiples propias de cada individuo -turista- y que se pone en evidencia mediante
actividades no cotidianas que buscan dar satisfacción a las motivaciones originales del viaje. De esta manera,
la realidad turística es considerada en su relación dialógica con la cotidiana. Por lo cual será interpretada por
el individuo en función de esta situación.
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En esta línea argumental resulta interesante lo planteado por, J. Rodríguez & R. calvo (2011:178-9, en
Álvarez Sousa, 2011), cuando sostiene que "La realidad social del turismo es construida: se realiza en
sociedad elaborándose a través de la interactuación de los distintos actores que intervienen. Asimismo, (…) el
turista reconstruye la realidad objetiva existente, recreándola y generando una idea subjetiva que puede o no
corresponder completamente con la realidad. En este sentido, cada persona, en cuanto que turista, construye
su realidad".
Es en determinados espacios no cotidianos donde el individuo desarrollará la realidad turística y mediante las
actividades que realiza-ya sean individuales o grupales- el turismo se pone en práctica y se organiza
aceptando los cambios en esa trayectoria. Como tal, tiene un carácter menor en lo temporal que la realidad
cotidiana, aunque su valor simbólico es significativo.
Berger y Luckmann sostienen que "(…) la realidad logra su establecimiento en la sociedad y en los individuos,
como una consecuencia de un proceso dialéctico entre un elemento 'objetivo' que incluye a las relaciones
sociales, los hábitos tipificados y un elemento 'subjetivo' que integra las interpretaciones simbólicas, la
internalización de roles y la formación de identidades individuales; para ellas, lo que interesa es explicarla
forma en que la realidad toma forma en y para el individuo, a través del conocimiento"(apud González
Damián, 2007: 32).
Entonces es posible aplicar esta posición al turismo, puesto que la realidad turística está establecida en la
sociedad actual y en los individuos mediante el sistema de relaciones quese dan en los distintos escenarios
turísticos.
En la realidad turística también se manifiesta el principio dialógico, ya que en su interior se puede analizar
que esta realidad es diferente desde la perspectiva de los residentes, pues para ellos es parte de su vida
cotidiana en su espacio geográfico habitual donde se manifiestan en interfaces en las categorías de
motivaciones y actividades.
Esta realidad requiere a su vez de la internalización de los roles, la cual se pone de manifiesto mediante la
visualización de las dos grandes categorías de actores, es decir, los turistas y los anfitriones, que se expresan
mediante el sistema relacional dado entre ambos en una situación de contacto.
En opinión de Berger y Luckmann (2006:74), "La institucionalización aparece cada vez que se da una
tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores. Dicho en otra forma, toda tipificación de
esa clase es una institución. (…) las instituciones implican historicidad y control. (…) Las instituciones siempre
tienen una historia, de la cual son productos".
Esta institucionalización supone una trayectoria en el tiempo en la cual se produce una aceptación de las
prácticas turísticas, el establecimiento y tipificación de roles -turista/anfitrión- y la constitución de los
organismos y/o instituciones que van a regular la actividad estableciendo los marcos normativos -ministerios,
secretarías de Turismo, organismos regionales e internacionales, entre otros.
Esta realidad turística entonces es incorporada al individuo en forma de conocimiento turístico. Ahora el
desafío que se presenta es ver cómo se puede construir conocimiento científico dentro de esta perspectiva.
De acuerdo con lo expuesto, se coincide con lo planteado por Pernecky & Jamal (2010: 1062) -con base en
las categorizaciones realizadas por Guba (1990)- donde el paradigma constructivista se caracteriza de la
siguiente manera:
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Una abstracción de la anterior definición permite identificar cuatro categorías que inevitablemente dan forma
y configuran al turismo pero también son el marco y la forma que contribuyen a su construcción, porque son
aspectos relevantes en la asignación de significados: tiempo, espacio, motivaciones y actividades. Estas
categorías actúan como ejes y se agrupan bajo la denominación de Campo de análisis T.E.M.A.
Si bien los ejes tiempo y espacio son comunes a otras disciplinas de las ciencias sociales, las motivaciones y
actividades son los principales diferenciadores del campo turismo. Se entiende que solo una integración del
análisis en los cuatro ejes permite la definición del campo en sí, es decir, del turismo. Esto no significa que al
momento de realizar un análisis de caso se enfatice en alguno de ellos y se profundice en algunas de las
articulaciones entre las dimensiones más significativas.
Al adoptarse una posición constructivista, se puede sostener que el elemento objetivo -expresado por Berger
y Luckmann- en este caso se dará a través de las categorías espacio y actividades, por lo cual los hábitos
tipificados estarán dados por las prácticas turísticas instauradas de acuerdo con las distintas modalidades que
se llevan a cabo en determinados espacios geográficos que devienen en espacios turísticos y mediante la
realización de actividades específicas que ponen de manifiesto el fenómeno que se adecuará a las distintas
modalidades -de sol y playa, rural, aventura, cultural, entre otros- y que, a su vez, se retroalimentarán.
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Para poder integrar totalmente esa realidad turística es necesario tener en consideración que el elemento
objetivo está relacionado con el elemento subjetivo, el cual está conformado a su vez por dos categorías que
son: tiempo y motivaciones. El tiempo es, por definición, subjetivo y multidimensional; una situación
semejante ocurre con las motivaciones en tanto que dependen de la situación y las valoraciones del/os
actor/es que se analicen. La siguiente figura permite una representación de los elementos que integran la
realidad turística:
2.1 Tiempo
Al igual que la vida cotidiana (Berger & Luckmann, 2006), el campo turístico se estructura en tanto espacio y
tiempo. El análisis de los usos de ambas categorías es sustancial tanto en la percepción del sujeto como en el
objeto de estudio en sí. Las actividades turísticas se desarrollan en tiempos determinados y, a su vez, en
determinados espacios, siendo la principal característica del fenómeno turismo que se consume en el lugar
donde se produce.
Siguiendo la línea argumental de Berger y Luckmann (ídem: 37) en lo que hace a la vida cotidiana, ellos
señalan que: “La realidad de la vida cotidiana se organiza alrededor del ‘aquí’ de mi cuerpo y el ‘ahora’ de mi
presente. Este ‘aquí’ y ‘ahora’ es el foco de la atención que presto a la realidad de la vida cotidiana. (….) Sin
embargo, la realidad de la vida cotidiana no se agota por estas presencias inmediatas, sino que abarca
fenómenos que no están presentes ‘aquí y ahora’”.
Esta dualidad acontece en la realidad turística, pues es un elemento de suma importancia, es el momento en
que el individuo “es turista” y, por tanto, “hace turismo”, es decir, éste es su aquí y ahora. Si bien esta es la
faceta más visible del fenómeno también en esa valoración del tiempo se deben considerar los procesos que
refieren al pasado del individuo así como sus proyecciones futuras. Ello hace a la realidad turística, a la
realidad cotidiana y a la relación dialógica entre ambas.
La categoría tiempo debe ser entendida, analizada y comprendida dentro de los contextos donde se
manifiesta pues es, antes que nada, una construcción social que tiene incorporada como tal las situaciones
interrelaciónales, ya que se puede percibir en sus distintas dimensiones como tiempo individual, como tiempo
colectivo, como tiempo de ocio o de trabajo, dependiendo del sujeto referencial y, por tanto, de su condición,
es decir, turista, anfitrión, actor social. Pero además tiene algunas condicionantes, en opinión de Berger y
Luckmann (ídem: 43): “Descubro que el tiempo en la realidad cotidiana es continuo y limitado. Toda mi
existencia en este mundo está ordenada continuamente por su tiempo, está verdaderamente envuelta en él.
(…) El conocimiento de mi muerte inevitable hace que este tiempo sea limitado para mí”.
La noción de turismo implica un tiempo acotado, el turista tiene la certeza del tiempo que duran las
vacaciones, puede ser un fin de semana, una semana, quince días, etc., pero más allá del período que
abarque el individuo sabe de antemano que está acotada. Tiene un término el cual está en concordancia y
determinado por las restricciones que le plantea su vida cotidiana. Si el planteo de los autores es que la
estructura temporal es coercitiva (ídem), también se debe señalar que le proporciona al individuo un sentido
relacional y de historicidad con el mundo cotidiano.
En este sentido, R. Zamorano (2008: 60) ha sostenido que: "(…) la construcción y reconstrucción del tiempo
remiten a un doble procedimiento de abstracción y recomposición del sustrato real sobre el que se proyecta y
en el que trata de inscribirse. En otras palabras, el tiempo en tanto contingencia (posible) se construye
fundamentalmente a partir del modo en que se relacionan experiencia y expectativa; es decir, la forma en la
cual se vincula lo imaginario y lo factual (lo que fue y lo que será)".
Por lo tanto, en el campo del turismo, el tiempo se puede apreciar en distintos niveles ya que dependerá del
objeto en sí -historia y grados de desarrollo del destino, lugar, zona, región, país- y su trayectoria en el
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devenir histórico. Por otro lado, desde la perspectiva del sujeto -turista/actor-, la valoración del tiempo es
distinta y nunca presenta una percepción univoca.
La extrema complejidad del eje tiempo radica en que atraviesa los restantes ejes, aportándoles el sentido de
historicidad a los lugares -espacio-, a las motivaciones -que determinan en su trayectoria a las prácticas
turísticas- y a las actividades -que son la puesta en evidencia de esas prácticas.
2.2 Espacio
El espacio turístico ha sido definido por Capece (2002) como la "porción geográfica en que se ubican los
factores de producción y consumo que permiten la generación de los productos turísticos y del turismo como
actividad. Es continuo, con componente heterogéneos, cuyos límites son imprecisos y llegan hasta donde
alcanzan las aspiraciones, propuestas y/o posibilidades de la oferta y la imagen y uso que del mismo tiene y
hace la demanda" (apud Valencia, 1989).
Este espacio tiene como principal característica ser multidimensional, razón por la cual en este artículo se
hablará de espacios. En primer término, se considera el que refiere al lugar de origen del turista, el cual
confiere características propias y diferentes en cada caso. Estas características pueden eventualmente influir
en los nuevos espacios que se buscan -ya sea por contraposición o complementariedad de lo habitual- para
sus períodos de ocio y de recreación. Luego existe un espacio de tránsito, que conecta al espacio geográfico
de origen con el de destino, que ha de ser valorado con los grados de transitoriedad que el mismo tiene.
Finalmente el espacio turístico en sí3, que son los lugares naturales donde se desarrollan las actividades
turísticas, y donde acontecerá la interrelación entre turistas y residentes, poniéndose de manifiesto los
distintos bienes y servicios ofrecidos, así como los principales productos turísticos. Es el lugar físico donde
transcurre el tiempo turístico y donde se produce el mayor consumo. Es la máxima expresión de la
ambivalencia de lo cotidiano/no cotidiano, pues representa lo primero para los anfitriones/comunidad que
recibe a los turistas y donde tienen cabida los que ofrecen bienes y servicios. Pero al mismo tiempo es el
lugar no cotidiano que el turista ha elegido para sus vacaciones, representando lo diferente, lo distinto a su
espacio habitual.
Se produce así una resignificación de los espacios geográficos que devienen en escenarios turísticos donde
acontece la estrecha vinculación entre motivaciones, actividades y modalidades.
Tal vez por estas características resulte difícil y hasta un desafío categorizar el concepto de espacio
coincidiendo con A. Castrogiovanni cuando afirma que se destacan tres referencias para cualquier viaje
(Lugar, No-Lugar y Entre-Lugar): "(…) la complejidad inter-poli-transdisciplinaria que el fenómeno presenta al
contribuir en la valorización del espacio para la formación del Lugar y del No-Lugar. En la tensión que crea el
diálogo entre el Lugar del sujeto visitante y el(los) otro(s) Lugar(es) y No-Lugar(es) se constituye el Entre-
Lugar turístico. En la construcción del Entre-Lugar turístico la fuerza de la imagen y de la significación
(nominación) en el proceso de la comunicación tiene un valor especial. Quizá el Entre-Lugar turístico es el
espacio turístico formado a través del desplazamiento del sujeto visitante al dialogar con los sujetos y objetos
del espacio geográfico visitado" (Castrogiovanni, 2007: 9-10)
El turismo se desarrolla en un espacio determinado -o, mejor dicho, en espacios determinados- pero como se
ha expresado antes, en un mismo o en distintos tiempos, los cuales tienen diferentes niveles de realidad -la
del turista, la del lugar, la de las empresas y la de las regiones. Adoptar esta posición permite a los estudiosos
del turismo una mayor comprensión del fenómeno, ya que actúa desde el plano filosófico-analítico así como
en los planos socio-histórico, cultural, psicológico y antropológico.
Por otra parte, en el campo del turismo, el sentido de la identidad cultural tiene una clara asociación con la
identidad territorial. Es el territorio en donde se proveerá de los bienes y servicios de las modalidades
turísticas y las actividades que ellas conllevan, pudiéndose establecer elementos claros de diferenciación con
otros productos similares (Campodónico, 2011).
2.3 Motivaciones
Una de las definiciones más clásicas sostiene que las motivaciones "son los factores internos que se definen
como los beneficios y ventajas que los individuos buscan cuando deciden visitar un destino" (Um y Crompton;
1992: 435).
Sin embargo, a los efectos de este análisis conviene acudir a otras conceptualizaciones más abarcativas que
permitan abrir la reflexión sobre uno de los ejes distintivos, como la sostenida por S. Moreno: "(…) las
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motivaciones como un estado de la mente significativo que predispone al turista suficientemente para viajar,
y que es entendido por otros como una explicación para la decisión de viajar (Dann, 1981); mientras que el
beneficio buscado hace referencia al conjunto de atributos que satisfacen unos motivos y son representativos
de los factores que afectan el nivel en el cual un individuo participa en una actividad (Bergier, 1981)" (S.
Moreno et al., 2012: 123).
Las motivaciones son las razones que generan el desplazamiento, a la vez que permiten elegir determinados
destinos y actividades. Esto le confiere el rol del principal elemento diferenciador del turismo como campo
disciplinario, puesto que los ejes analizados antes -tiempo y espacio- son comunes a otras ciencias sociales.
Son entonces un elemento diferencial de esta realidad. Son cambiantes y dinámicas como todo proceso psico-
social, dependerán del segmento etario al que pertenezca el individuo, de su lugar de origen y
fundamentalmente a su capital cultural, asícomo de las condiciones socio-económicas de su vida cotidiana.
Siguiendo el esquema que diseñó D. Fodness (1994), las motivaciones del viaje se agrupan en cuatro
funciones básicas que son: 1) de conocimiento, que integra las motivaciones de índole cultural e histórico; 2)
la utilitaria, que basa en la idea de escapar de la rutina diaria, de lo cotidiano buscando actividades que sean
compensatorias; 3) la social, que se vincula a los ámbitos de interacción social, y 4) de autoexpresión, que
incluye la autoestima y la mejora del ego.
Las motivaciones surgen en una etapa de previaje, son subjetivas y difieren en cada individuo -por ocio, por
placer, por la búsqueda de sensaciones o experiencias nuevas, entre otras. Estas luego serán alimentadas y
retroalimentadas por la construcción y permanencia de los imaginarios turísticos mediante, por ejemplo, las
contribuciones que hacen las imágenes turísticas de los destinos -percibidas por los turistas y emitidas por
distintos actores.
Si bien las motivaciones son propias del sujeto -turista-, lo más importante es que también tienen su
expresión de manera indirecta en el objeto -turismo- al ponerse de manifiesto durante las actividades que
desarrolle el turista. Una vez que se ponen en acción, es decir, que determinan un viaje o desplazamiento
influye de manera indirecta en un destino o atractivo turístico. Se produce así un proceso de estrecha
interrelación que puede llegar a provocar renovaciones, variaciones o correcciones en los espacios turísticos
donde se llevarán a cabo las actividades.
En este sentido, M. Devesa et al. (2008:255) han sostenido que: "(…) motivaciones nuevas pueden emerger
de las experiencias del pasado que fueron satisfactorias. El estudio de este ciclo permitirá dar respuesta a tres
cuestiones esenciales de la conducta en el entorno turístico: las razones para viajar o por qué; la elección
específica, o dónde; y los resultados obtenidos o satisfacción de la visita (Castaño, et al: 2003)".
Este eje está condicionado por las propias características del viajero, los atractivos del viaje o destino en
cuanto a la singularidad, precio y/o calidad de los servicios. Como elemento subjetivo, se fortalece con el
marketing y la comercialización de los distintos productos, entre otros. Cuestión que ha sido señalada por
Moutinho (1987), cuando afirma que las motivaciones psicológicas contribuyen a la imagen que el individuo
forma de un destino, ya sea de forma consciente o inconsciente.
Si bien este tema ha sido ampliamente estudiado a partir de la realidad del turista, también debe ser
analizado desde las perspectivas de los otros actores del sistema -comunidad, políticos, empresarios, entre
otros. Su relevancia estriba en que permite tener en cuenta la relación con la actividad propia de esos
agentes. Las motivaciones son un elemento importante del capital humano, pues son las que permitirán llevar
adelante actividades emprendedoras, innovadoras y hospitalarias, entre otras de suma importancia para
conformar destinos turísticos.
2.4 Actividades
Las actividades turísticas completan el campo de análisis y es un concepto que está explicito en la mayoría de
las definiciones del objeto de estudio -turismo- y solo como ejemplo se puede remitir a la emitida por la OMT
(1995)4.
De modo genérico se las define de acuerdo con el siguiente criterio: "Conjunto de operaciones que de manera
directa o indirecta se relacionan con el turismo o pueden influir sobre él siempre que conlleven la prestación
de servicios a un turista. Son aquellos actos que realiza el consumidor para que acontezca el turismo. Son
objetivos de su viaje y la razón por la cual requiere que le sean proporcionados los servicios" (guido, apud
Observatur, 2006).
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Las mismas son preconcebidas antes del viaje y presentan la significación de aquello que dará satisfacción
plena a las motivaciones del individuo y que han determinado su condición de turista. Las actividades son el
componente más visible del acto turístico.
En este sentido, R. Boullón (1983: 139-40) ha sostenido que: "Las cosas que quiere hacer el turista son en
definitiva la razón básica de que acontezca el turismo y de que se genere una serie de consumos específicos.
Son el objetivo de su viaje y la razón por la cual requiere que le sean proporcionados los servicios turísticos".
Esta categoría implica una serie de acciones interrelacionadas que se establecen en los espacios de origen y
destino, durante los desplazamientos y estancias. Estas tienen la peculiaridad de que trasciende al mero
sujeto -turista-, puesto que las mismas deberán ser producidas por empresas e instituciones ya sea de forma
individual o grupal, y necesariamente involucran a la población residente. Los bienes y servicios que
demandan los turistas, como transporte, alojamiento, alimentación, recreación e información, entre otros,
tienen como soporte a un vasto número de actores vinculados directa o indirectamente con el turismo.
Una vez que el turista se encuentra en el destino, es decir, en un determinado lugar y en un tiempo
establecido, las actividades pueden ser ampliadas en relación con la idea originaria si se suman otras ofertas
similares, antagónicas o complementarias que se realizan en dicho destino. Esto puede generar
modificaciones, incremento de acciones o sustitución de las mismas una vez que se ponen en ejecución.
Las actividades tienen también un significado distinto durante el momento de realizarlas, así como un valor a
posteriori, pues son resignificadas formando parte del imaginario del viaje en cuestión y de lo que trasmitirá
el individuo a otros como parte de sus recuerdos, lo que implica que pueden convertirse en elementos que
generen nuevas motivaciones y, por ende, sean el sustento de otros viajes.
Se comparte lo sostenido por R. Quesada (2010: 38) cuando afirma que: "Las actividades turísticas tienen
(…) la característica de que las vivencias que se obtienen al participar en ellas nunca serán iguales; pues
quienes las practican no lo son y cada viaje depara experiencias distintas, aún tratándose del mismo destino".
Al ser las actividades un elemento objetivo de la realidad turística, tienen la propiedad de influir de manera
indirecta en los espacios turísticos, ya que son incrementales y modificables según las propuestas que se
generan en el propio espacio geográfico y que son implementadas a través de la población residente a fin de
satisfacer las necesidades de los turistas, a la vez que generan -o deberían hacerlo- un beneficio económico
para las comunidades receptoras, demandan una determinada capacitación, inversión -infraestructura,
equipamiento, etc. -, gestión -planificación, implementación, control- y muchos otros aspectos relevantes.
3. Metodología de análisis
Cada uno de los ejes contenidos en el campo de análisis T.E.M.A encierra una pregunta que contribuye a
definir parte del problema, siendo la conjunción de las respuestas lo que aportará a explicar la totalidad del
estudio. Estas preguntas se pueden sintetizar de la siguiente manera:
Los ejes de análisis facilitan la estructuración de una investigación y es por esta razón que se sostiene que el
campo de análisis T.E.M.A es una herramienta metodológica, a la vez que implica un componente
epistemológico de una construcción en el aspecto amplio del término, que incluye no solo la generación de
nuevos conocimientos sino también en la organización y relacionamiento de lo ya existente.
En este sentido, se comparte lo sostenido por H. Gadamer (2007:30-1): "La pregunta por el método pasa a
un primer plano porque no consiste solo en buscar, examinar e investigar; no es únicamente un instrumento
auxiliar-externo que otorga certeza a los conocimientos, sino que debe ser pensado más allá de su dimensión
instrumental epistemológica en su auténtica amplitud histórico-ontológica como un 'camino para la
determinación de la esencia de la verdad'".
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Los ejes identificados, así como los significados de sus respuestas, tienen a su vez diferentes niveles,
dimensiones, y se articulan entre sí de una manera muy vasta dependiendo de los actores y de las
interrelaciones que se analicen. Se señala que existen variables en cada uno de los ejes atendiendo a los
diferentes tipos de impacto, manifestaciones y modalidades que están implícitos y afectan a cada una de
ellos. Su abordaje permitirá una mejor construcción de marcos conceptuales y/o metodológicos en
investigaciones turísticas.
Al haber establecido cuáles son las características de los ejes del campo de análisis T.E.M.A y cómo
contribuyen a la conformación de la realidad turística, resulta necesario observar cómo son percibidos por los
principales actores en el turismo. Se entiende por actor a todas aquellas personas que tienen una vinculación
directa o indirecta con las actividades turísticas. Se realiza la selección de cinco dimensiones de actores -en el
entendido de que son estos quienes interpretan la realidad turística- y que abarcan el espectro más amplio del
fenómeno turístico. Estos son: el turista, la comunidad, los trabajadores, los empresarios y el gobierno -
central y local. El cuadro siguiente muestra la relación de cada dimensión según los actores con las cuatro
categorías y/o ejes ya reseñados.
La construcción del conocimiento del turismo se centrará entonces en la interpretación de esa realidad
construida por los actores y/o mediante la reconstrucción de los diferentes procesos.
Se puede sostener que la mayoría de las investigaciones se establecen en algunas de las dimensiones y en
determinados ejes pero no en la totalidad, dadas las dificultades que implican incluir la diversidad y
complejidad de componentes. Por ejemplo, hay un interesante número de trabajos académicos -por lo general
provenientes de la antropología y sociología del turismo- sobre la relación entre turista/comunidad -anfitrión-
y dentro de ello en algunos de los ejes establecidos previamente a modo de ejemplo se señalan las
intersecciones en uso del espacio y actividades; estos son los puntos habituales de encuentro de ambas
categorías.
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Otro de los ejes muy trabajados es el del espacio, en la medida que existe siempre una influencia -ya sea
positiva o negativa- sobre el mismo y son explicadas desde la geografía, la ecología, el medio ambiente y el
ordenamiento territorial, solo por mencionar algunas.
Pero se pueden percibir también otros tipos de análisis, como los de las políticas turísticas donde se
privilegian las dimensiones del gobierno y los empresarios o de los empresarios con los trabajadores,
priorizándose en algunos casos ciertas celdas sobre las demás.
En otros casos, los análisis corresponden solo a una de las intersecciones, por ejemplo las motivaciones del
turista, que sin lugar a dudas ha dado notables producciones académicas sobre la temática, mientras que son
escasos los avances sobre las motivaciones en cualquiera de las otras categorías de los actores.
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Ahora bien, tener presente todas las dimensiones referidas en el cuadro, ocurre –o debería darse– cuando se
estudian casos sobre cómo se inicia y/o consolida un destino/lugar/región/país como atractivo o destino
turístico y en los proyectos de desarrollo local en turismo. Sin perjuicio de que se ponga énfasis en algunas de
las intersecciones sobre otras al momento de profundizar el caso de análisis.
En cualquiera de los tres grandes temas enunciados, en primera instancia deben analizarse las razones por las
cuales ese destino/lugar/región/país es elegido por los turistas, cuáles son los atractivos –naturales y/ o
culturales– que existen y cuáles de ellos, por ejemplo, funcionan como “marcadores de vista” en el sentido de
MacCannell y cuáles son las modalidades de las prácticas turísticas.
En tercer lugar, indagar sobre el rol desempeñado por el gobierno. Si un destino va a ser puesto en valor y/o
planificado turísticamente por el gobierno –ya sea este central o local–, en un determinado tiempo –inicio y
permanencia en la trayectoria histórica– y sobre un determinado espacio geográfico que devendrá en
turístico. Este espacio luego podrá ser ampliado en la medida en que la oferta se diversifique y por las
variantes que acontezcan en las motivaciones de los turistas pero también en los cambios motivacionales que
tengan los que implementan estas políticas.
El gobierno tendrá que articular con el sector privado –los empresarios– que son los que llevan adelante las
inversiones específicas, pues el Estado normalmente se dedica a construir la infraestructura necesaria, así
como a fomentar las inversiones, mediante leyes y decretos que brindan facilidades a los emprendimientos
turísticos. Estas inversiones y la puesta en escena del destino requieren de mano de obra que proporcionará
los servicios y productos que se oferten. En este sentido, también debe abarcar la dimensión de los
trabajadores del sector. Los trabajadores cumplen un doble rol en ser fuerza en la producción –mano de
obra– y a la vez muchas veces representar la cara visible del destino ante los turistas, como es el caso de los
recepcionistas de hotel, mucamas, mozos, taxistas, entre otros.
Conclusiones
Teniendo presente lo enunciado por Berger y Luckmann en cuanto que el individuo construye socialmente su
realidad, refiriéndose en este caso a la vida cotidiana, el presente artículo partió del supuesto de que también
lo hace en el caso del turismo conformando de esta manera lo que aquí se denomina realidad turística.
Si bien el turismo es considerado como la contracara de la vida cotidiana, de esa relación dialéctica entre lo
cotidiano y lo no cotidiano el individuo incorpora la dualidad al transitar entre espacios y tiempos –cotidianos
y no cotidianos–, lo cual es causa y efecto de motivaciones y actividades diversas. Ello configura la realidad
turística que por sus características se mira desde el paradigma de pensamiento complejo.
Dicha realidad turística tiene por definición un tiempo más acotado que la realidad cotidiana y el individuo es
consciente de ello porque siempre tiene certeza del tiempo cronológico que las vacaciones tendrán. Esta
situación tiene su relación dialógica con las limitantes que le ofrece su vida cotidiana, siendo la estructura
temporal entonces coercitiva. Esto a su vez le confiere el sentido de historicidad y relacional con el mundo
cotidiano.
Se puede afirmar que el turismo como una realidad turística es interpretado por los individuos; aunque tiene
un carácter menor en lo temporal si se lo compara con la realidad cotidiana, su valor simbólico es altamente
significativo logrando incluso influir sobre esta última.
Como toda construcción social tiene componentes objetivos y subjetivos. Dentro de los primeros, se sitúan el
espacio y las actividades mientras que en el segundo se encuentran el tiempo y las motivaciones.
Los hábitos tipificados en el turismo están dados por prácticas instauradas que se llevan a cabo en
determinados espacios geográficos, donde ambos devienen en espacios turísticos y prácticas turísticas que
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ponen de manifiesto el fenómeno y configuran distintas modalidades dentro del turismo -de sol y playa, rural,
aventura, cultural, entre otros. Con el devenir histórico, estas prácticas son institucionalizadas mediante
diferentes pautas sociales, organismos y órganos de control quese acompasan con los lineamientos políticos
de las distintas sociedades.
Esta posición teórica implica necesariamente comprender cómo sería la forma de investigar esta realidad
turística. De ahí la importancia que adquiere el método, que aquí no se refiere a la tradicional clasificación de
cuanti o cualitativo sino a una integralidad de la concepción metodológica. Para ello se retoma lo expresado
por Gadamer, ya que el método que se utilice debe dar cuenta de las premisas teóricas que sustentan esa
investigación, al contener esa dimensión "instrumental epistemológica" mencionada por el autor.
En ese sentido es que se aplican los ejes del campo T.E.M.A. en un cruce con cinco dimensiones de actores
que hacen a la esencia del fenómeno turístico: turista, comunidad, empresarios, trabajadores y gobierno.
Pie de página
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