Sexenio Revolucionario
Sexenio Revolucionario
Sexenio Revolucionario
Debido a una crisis económica y al deterioro político que venía arrastrando desde
1866, estalló la Revolución Gloriosa, encabezada por los generales Serrano, Prim y el
almirante Topete. El 19 de septiembre de 1868, la escuadra concentrada en la bahía
de Cádiz al mando de Topete se sublevó al grito de “España con honra”, contra el
gobierno de Isabel II. Los generales Prim y Serrano se unieron a dicho levantamiento
y en muchas ciudades se comenzaron a formar Juntas revolucionarias que
demandaban sufragio universal, supresión de las quintas, abolición de los
“consumos” y su sustitución por una contribución directa, y elecciones a Cortes
sustituyentes. Finalmente, dicha revolución triunfó y tras la derrota de las tropas
isabelinas en el Puente de Alcolea, Isabel II no tuvo más remedio que exiliarse a
Francia. A partir de este momento comenzó el sexenio revolucionario.
Por otra parte, a comienzos de diciembre el gobierno pudo convocar para enero
elecciones a Cortes Constituyentes, elegidas por sufragio universal directo masculino
(hombre mayores de 25 años). En dichas elecciones, los que consiguieron mayoría de
votos fueron los partidos antiburgueses partidarios de una monarquía democrática,
frente a una facción del partido demócrata partidario de la República, que finalmente
formó el Partido Republicano Federal. Nombraron a Serrano como jefe ejecutivo y se
elaboró una nueva Constitución. La Constitución de 1869. Características:
- Soberanía nacional
- Regulación de los derechos fundamentales y libertades públicas
- División radical de poderes
- Libertad de cultos, pero el estado debe mantener el culto y clero católicos
- Compromiso de regular la situación de las colonias de ultramar
Tras varios conflictos por la elección del rey (la guerra franco-prusiana), se eligió
finalmente a Amadeo de Saboya, hijo de Víctor Manual I de Italia. No obstante, su
reinado fracasó ya que no llevo a cabo los ideales políticos de la monarquía
democrática. Por ejemplo, por el hecho de que no se volvió popular, el asesinato
de Prim (que era el único de mantener unidos al partido progresista y a la
coalición gobernante) y por el desprestigio de los habitantes a la casa Saboya. A
esto se le une los conflictos militares y políticos no apoyados por los habitantes de
España. Consecuentemente, Amadeo abdicó y regresó a Italia, y ese mismo día
(11 de febrero de 1873), el Senado y el Congreso reunidos en la Asamblea
Nacional proclamaron La República como forma de gobierno.