Bassols. AT. Creación Como Proceso de Transformación
Bassols. AT. Creación Como Proceso de Transformación
Bassols. AT. Creación Como Proceso de Transformación
¿Qué es el Arteterapia?
Cuando acompañamos estamos con y para la otra persona. Hemos dicho que el
arteterapia es un proyecto que se preocupa de la persona, no es un proyecto sobre
ella, sino con y para ella, en una relación de ayuda”. Esa forma de acompañar supone
una presencia ajustada y desde una asimetría relacional, de la que se podría decir que
es estar cerca, estando a la vez lejos, en la que el terapeuta no está resonando al
mismo nivel de afectos que la persona acompañada.
Es una intervención, en la que se tiene un profundo respeto por la diferencia del otro,
esa es una dimensión ética de toda práctica terapéutica. Se parte de la persona, la
historia de cada uno es irrepetible, no hay dos vidas iguales, el método del arteterapia
se adapta a la persona. Para cada sujeto particular se despliega un proyecto
terapéutico singular. La práctica arteterapéutica, de alguna manera, se ha de
reinventar cada vez, ya que no puede ser prevista, ni reglada. Cada intervención
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terapéutica constituye un proceso de investigación-acción adaptado a cada caso
particular, que propicia una lección para el arteterapeuta. Cada paciente, desde su
singularidad, hace cuestionar la teoría. El terapeuta propone un marco, en el que no
hay una programación del contenido. Una de las cuestiones que considero más
interesantes de esta práctica del método arteterapéutico es proponer las condiciones
necesarias para desencadenar la implicación, para que la persona pueda producir y
crear desde una búsqueda. J-P Klein lo dice muy claramente: no es un recorrido
cognitivo, sino un descubrir juntos, abiertos los dos, a las sorpresas que puedan
aparecer. Es por todo ello que creo que acompañar es también un trabajo sobre si
mismo, que conlleva una escucha hacia el otro y también hacia uno mismo.
Citaré algunos de los puntos que definen una metodología en la intervención del
arteterapeuta en relación a las reglas de funcionamiento, la práctica del método, las
propuestas, las consignas y que de alguna manera marcan zonas de diferenciación
entre un taller de arteterapia con propuestas que lleven hacia una creación implicada y
otro tipo de taller. Eso conlleva una metodología, con unas características y ejes
comunes, en la que cada uno/a le imprime su propio estilo.
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- Favorecer que se transformen los estereotipos que vayan surgiendo en las
producciones, en un trabajo más personal e implicado, de manera que las obras puedan
progresivamente ir evolucionando y transformándose.
- Trabajar más sobre la forma que sobre el contenido. Ayudar a que la persona pueda
negociar con la materia.
- No confundir la producción con la persona, el arteterapia es un acompañamiento, un
tratamiento, no es para realizar un diagnóstico.
- Propiciar un ambiente que permita a la persona que se tome su tiempo y no se precipite
en la acción.
- Determinar y diferenciar los espacios de realidad y de ficción.
- El ritmo del taller: La organización y la estructuración del tiempo, un ritual de entrada,
introducción, calentamiento, producción, significación, ritual de salida, recogida, cierre.
Jean-Pierre Klein
Uno de los interrogantes más complejos cuestionados en este viaje por lo simbólico es el
siguiente: ¿Cómo hacer para que la producción represente a la persona y no se reduzca
a un simple ejercicio? En una terapia ordinaria, la persona habla (o cree hablar) de sí
misma a partir del momento en que se toma por objeto de su descripción y de su
reflexión. Del mismo modo, el hecho de que pague directamente al terapeuta le hace
afirmar (y creer) que está por entero sujeta a su demanda de terapia. Pero aquí en la
invención del personaje, la creación de una pintura o la elaboración de un ritmo, ¿cómo
se puede trabajar sobre si mismo y cuáles son las diferencias entre este proyecto (de
terapia) y cualquier otra actividad artística?
Todo empieza por la interioridad. Se puede obtener de forma clásica, por una relajación,
una meditación, un viaje imaginario orientado (por ejemplo a través de la sugestión de
visitar imaginariamente la casa de la infancia, o un paisaje en donde uno se siente bien,
etc). También se puede acudir a los sentidos más reprimidos o rechazados, en particular
el olfato y el gusto, portadores de las primeras emociones. O bien que la persona se sitúe
con su cuerpo en el centro de las dimensiones del espacio, o en las energías que emite o
se apropia. O trabajar a partir de un objeto investido afectivamente, no tanto para relatar
su carga emocional, sino para girar en torno a él, tomarlo como pretexto para una
descripción fría, “objetiva”, interesarse sólo por su forma y para que sirva para una
representación pictórica, una instalación, un collage, etc. Otro ejercicio muy intenso es el
de escuchar, con los ojos cerrados y en el centro del grupo, el nombre de uno, susurrado
por los demás, verdadero baño sonoro regresivo.
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El acompañamiento -por parte del arteterapeuta o el artista que interviene- es sobre la
forma que la persona crea: perfeccionamiento de la pintura, del relato inventado, del
pasaje del grito a la modulación, de la gestualidad a una pequeña coreografía, etc. No
entretenerse en el contenido, en la búsqueda de lo que significa la producción (incluso si
el arteterapeuta lo comprende, se lo guardará para sí, la mayor parte del tiempo), ya que
la eficacia está en trabajar sobre sus producciones y tratar de ese modo de forma
indirecta sus problemas, la mayor parte de las veces, sin que se dé cuenta.
El resultado será una creación inédita.
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-O bien situarse inicialmente con el propio cuerpo en las dimensiones del espacio
que lo centra, o en sus energías
-Dejar que la mano haga sus trazos gráficos para después trabajar sobre el trazo
que viene de forma espontánea.
-Impulsar nuestros sentidos reprimidos, en particular el olfato y el gusto,
portadores de nuestras primeras emociones.
-Escribir sobre sus temores a través de un personaje imaginario.
-Escuchar con los ojos cerrados en el centro del grupo su nombre de pila
susurrado por los demás, verdadero baño sonoro regresivo
Se trata de sugerir un trabajo desde la intimidad, pero sin ahogarse en ella.
El ortofonista, que reduce la confusión de los fonemas, se puede limitar a una forma de
trabajo casi mecánica y con unas reglas de la lengua. Pero si trata por ejemplo de un
niño que explica una confusión respecto a su identidad o a los roles familiares, no
cambiará la manera de decir del niño, porque entonces entraría en una interpretación
silvestre. Basta con que sea sensible al aspecto metafórico del síntoma, de lo que se vive
del síntoma, de lo que se moviliza de una sesión a la otra, etc. No es grave que la
persona no entienda las significaciones de su simbolización. El terapeuta puede hacerlo
por su propia cuenta, sin develarlo al paciente. En el límite, si el terapeuta sólo sabe que
hay una producción de símbolos, puede ser suficiente.La psicoterapia no es ni la
ilustración-demostración de una idea previa, ni el descifrar de forma demasiado forzada
las significaciones de un discurso en el sentido amplio de la palabra. La subjetivación
puede bastar. Lo importante es que, de un modo u otro, se den la implicación, la
producción y la evolución de la producción, para poder trazar un camino simbólico que,
de hacerse así, será terapéutico. Después de todo no confundamos los
desencadenantes de la implicación personal que permiten las proyecciones en el acto
creador y en las producciones, con los desencadenantes de creación que sólo sirven
para inducir el trabajo creativo.
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Bibliografía: