20-Analisis Critico de Ganaderia Argentina

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Sitio Argentino de Producción Animal

ANÁLISIS CRÍTICO DE LA GANADERÍA BOVINA


ARGENTINA
Ing. Agr. Oscar E. Melo*. 2004. 8ª Jornada El Negocio de la Carne. INTA Centro Regional Córdoba,
E.E.A. Manfredi, 20-22.
*Profesor de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Católica de Córdoba; Asesor Privado.
www.produccion-animal.com.ar
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En este escrito emito opiniones sobre la ganadería bovina argentina basadas en el análisis de información esta-
dística y la generación de índices y modelos de simulación originales. En consecuencia, es posible que las conclu-
siones puedan no ser compartidas.
Analizaré algunos aspectos relevantes de la ganadería bovina:
En primer lugar, la población argentina experimentó durante la segunda mitad del siglo XX un crecimiento
mayor que la población bovina (figura l); dicho en otros términos en la década del 50 nuestro país contaba con
aproximadamente 2,6 vacunos por habitante (vac/hab) y en la actualidad sólo la mitad (figura 2). Esta reducción
del stock vacuno per capita tiene una particular significación porque la carne producida se destina en una muy alta
proporción al consumo interno.

Figura 1: Evolución de la población humana y stock bovino en Argentina

Figura 2: Evolución del stock bovino por habitante en Argentina

La actual existencia ganadera per capita (1,30 vac/hab) es comparable a la de dos países competidores de Ar-
gentina (tabla 1) en el comercio mundial de carnes, Brasil (0,98 vac/hab) y Australia (1,42 vac/hab) y muy supe-
rior a la de Estados Unidos (0,36 vac/hab). En consecuencia, parecería no resultar grave haber alcanzado este va-
lor, pero la principal diferencia radica en que Argentina durante la última década disminuyó su stock total de va-
cunos en aproximadamente 4 millones de cabezas mientras que en dichos países aumentó, en particular Brasil que
registró un incremento de 20 millones de cabezas.

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Tabla 1: Evolución del stock bovino por habitante en Australia, Brasil y USA

Una característica significativa de nuestros rodeos de carne es su baja productividad. La tasa de extracción
promedio en los últimos diez años fue 25 %. Considerando que el stock total se redujo, la tasa de extracción de
equilibrio -que es la verdadera indicadora de la productividad- es aún menor. Esta baja productividad del stock
podría explicarse por el sistema de producción pastoril de nuestro país, pero no resulta esta explicación totalmente
satisfactoria ya que Australia, con un sistema de producción semejante, tuvo una tasa de extracción de 33 % en el
mismo período, con un stock ganadero que creció en 4 millones de cabezas (figura 3). La reducción de la oferta de
carne per capita fue acompañada por una reducción de la carne consumida y exportada por cada argentino, por lo
cual no se observó un desequilibrio marcado entre oferta y demanda.

Figura 3: Evolución de la Tasa de Extracción en Argentina y Australia

Otro aspecto relevante fue el aumento de la carga animal experimentado en los sistemas pastoriles de las zonas
mixtas debido al avance de la agricultura. Dicho incremento se produjo por una disminución de la superficie ga-
nadera y no por un aumento en el número de cabezas. La menor oferta forrajera hizo necesaria la suplementación
para lograr buenas ganancias de peso por animal. Dicha suplementación se basó en productos de la agricultura,
principalmente grano y silaje de maíz.
Por último, la modificación de la paridad cambiaría provocó un aumento de precios en los productos exporta-
bles respecto a aquellos de consumo interno. El precio de la carne bovina está determinado por el mercado local
que es su principal destino. En los granos ocurre una situación inversa por ser destinados principalmente a la ex-
portación. El aumento relativo de los productos agrícolas respecto de la carne trajo aparejados cambios muy im-
portantes en la conveniencia económica de aplicar prácticas de suplementación en pastoreo y el engorde a corral.
Las siguientes reflexiones se realizan en base a los aspectos señalados. La baja existencia per capita demuestra
la pérdida de significación económica de la actividad ganadera. Es posible que muchos ganaderos piensen que la
reducción resulta beneficiosa, dado que a menor oferta se esperarían mejores precios, pero este razonamiento no
resulta del todo acertado. La realidad indica que la disminución constante de la existencia per capita no se tradujo
en mejora de los precios y lo verdaderamente cierto es que hoy los ganaderos participan de una actividad econó-
mica mucho más pequeña y con participantes menos importantes. Cambiar esta realidad es vital para la Argentina,
pero necesariamente no se deberán utilizar los procedimientos del pasado basados en fomentar el crecimiento del
stock y en disminuir el consumo, con la implementación de medidas tales como créditos para la retención de vien-
tres y la veda del consumo de carnes. Es posible aumentar la producción de carne sin modificar el stock, modifi-
cando la productividad de la población bovina actual. La clave está en aumentar la eficiencia reproductiva y el
peso de faena. Las medidas que se tomen deberían tener este objetivo.
Se produjeron cambios importantes en las prácticas de alimentación (feedlot) más utilizadas en los sistemas de
invernada por el fuerte incremento del precio de los granos. Un retorno a sistemas más extensivos y pastoriles con
suplementación trajo aparejado un aumento en el peso a la faena, contrario a la tendencia que tuvo el mercado en
los últimos tiempos.
La actividad económica generada por la producción de carne fue declinando en los últimos años con bajas en
la producción, en la oferta y en la demanda. Revertir la situación exige inteligencia, dedicación y compromiso
de todos los que en alguna manera estamos relacionados con la carne. Cualquier solución que se proponga deberá
tener como pilares el aumento de la productividad del stock y la exportación de carne.

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