Escudos Comunes de La Vulnerabilidad

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Escudos comunes de la vulnerabilidad

El escudo: temer la dicha


planificación constante del desastre inminente
En la cultura de la escasez profunda —no sentirnos nunca a salvo, no tener
certeza o
no estar lo bastante seguros—, la dicha puede parecernos un montaje.
Nos levantamos
por la mañana y pensamos: «El trabajo me va bien. Mi familia está sana.
No hay ninguna crisis importante. La casa todavía está en pie. Hago
ejercicio y me encuentro bien. ¡O mierda! Esto es malo. Esto es muy malo.
Seguro que alguna desgracia me está acechando a la vuelta de la
esquina».
O nos ascienden, y lo primero que pensamos es: «Demasiado bonito para
ser verdad.
¿Dónde está la trampa?» Nos enteramos de que estamos embarazadas y
pensamos:
«Nuestra hija está sana y es feliz, algo malo le va a pasar a este bebé. Lo
presiento».
Hacemos nuestras primeras vacaciones en familia, pero en vez de estar
entusiasmados, forjamos planes por si se estrella el avión o se hunde el
barco
preguntar a los participantes sobre las experiencias que les hacían
sentirse más vulnerables,
• Estoy de pie junto a mis hijos mientras duermen.
• Reconozco cuánto quiero a mi esposo/a.
• Me doy cuenta de la suerte que tengo.
• Adoro mi trabajo.
• Estoy con mis padres.
• Veo a mis padres con mis hijos.
• Pienso en mi relación con mi novio.
• Pienso en comprometerme.
• Estoy en fase de remisión.
• Tengo un hijo.
• Me dan un ascenso.
• Soy feliz.
• Me enamoro.

Atrévete a arriesgarte: practica la gratitud


Hasta los que hemos aprendido a «ceder» a la dicha y a aceptar nuestras
experiencias no somos inmunes al desagradable malestar que provoca la
vulnerabilidad que suele acompañar a los momentos de gozo
La escasez y el miedo conducen a temer la dicha
Tenemos miedo de que el sentimiento de dicha no dure, o que no sea
suficiente, o que la transición hacia la decepción (o lo que sea que nos
espere) sea demasiado dura. Hemos aprendido que, en el mejor de los
casos, entregarnos a la dicha supone prepararnos para un desengaño, y en
el peor, invita al desastre. Y nos debatimos con el tema del mérito.
¿Nos merecemos nuestra dicha, dados nuestros defectos e
imperfecciones?
¿Qué pasa con los niños que se mueren de hambre y los países asolados
por las guerras?
¿Quiénes somos nosotros para ser dichosos?

Ésta es la esencia de todas las estrategias que utilizaban los participantes


de mi investigación para liberarse de su armadura:
• Soy suficiente (mérito en vez de vergüenza).
• Ya he tenido suficiente (fronteras en vez de competitividad y
comparación).
• Dar la cara, asumir riesgos y hacerme visible es suficiente (compromiso
en vez de desconexión).
Cuando leas este capítulo, creo que es conveniente que sepas que todas
las personas a las que he entrevistado me han hablado de sus luchas
contra la vulnerabilidad. No hay personas afortunadas capaces de
reconocer abiertamente su vulnerabilidad sin reservas, dudas o miedos.
En lo que a incertidumbre, riesgos y exposición a las emociones se refiere,
he escuchado una y otra vez cómo las personas me explicaban sus
intentos de utilizar algún tipo de armadura antes de darse por vencidas:
• «Mi primer impulso era _________, pero eso nunca me funcionó, por
eso ahora _____________, y eso ha cambiado mi vida».
• «He pasado años __________ hasta que un día probé _________, y eso
fortaleció mi matrimonio»

1. La dicha nos llega en determinados momentos: momentos


normales y corrientes. Cuando estamos demasiado ocupados
buscando lo extraordinario, nos arriesgamos a perdernos la
dicha
2. Da gracias por lo que tienes.
3. No desaproveches la dicha
El escudo: el perfeccionismo

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