Cultura Nacional 6

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Cultura Nacional. Alpargatas y libros.

-VI

Omar Auton

“La dependencia cultural, que borra el pasado desfigurándolo u ocultándolo, que


desprestigia o ridiculiza los usos y costumbres nativos, que ensalza como único modelo
posible el estilo de vida de las grandes metrópolis, actúa sobre las capas ilustradas de
los países dependientes con un efecto de fascinación o encantamiento que estimula la
pérdida de interés por los propios problemas y la indagación crítica de la historia que
justifica la dominación, incitando al consumo improductivo de la literatura importada
desde los centros del poder mundial y el desprecio por la tradición nacional” (1). He
elegido este párrafo de Blas Manuel Alberti porque es una síntesis clara y contundente
de la necesidad de identificar claramente al “huevo de la serpiente” en el pensamiento
colonial y librar la batalla incansable que se merecen los grandes precursores del
pensamiento nacional.
En particular se trata de revisar algunas categorías del pensamiento que nos han
sido escamoteadas o tergiversadas por el supuesto pensamiento “nacionalista” y
también por el de “Izquierda”, y digo esto porque si pretender analizar nuestra
realidad o hallar los caminos para un pensamiento nacional se hace desde la copia
acrítica de Primo de Rivera o Maurras por un lado o de Marx o Lenin por otro sería
un grave error, pero si además se falsea u oculta parte del pensamiento obra de
alguno de ellos para llevar agua para el propio molino, eso nos conduce a un camino
sin salidas.
En este sentido vale la pena retomar los conceptos, las categorías mismas como
nación, nacionalismo, derecha o izquierda para repensar de qué estamos hablando
cuando las usamos, especialmente porque muchos compañeros las usan sin
comprender cabalmente su sentido.
Más allá de haberme explayado en artículos anteriores, diremos que cuando
hablamos de nación, hacemos referencia, según el diccionario, a un conjunto de
personas que comparten vínculos históricos, culturales y que básicamente tienen
conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o comunidad, que generalmente
comparten un mismo idioma y tienen creencias religiosas comunes. Con posterioridad
nace el concepto de Estado nación, como fruto de las revoluciones burguesas del siglo
XVIII y ahí se agrega el compartir un territorio, tener una organización política
común y órganos de gobierno propios capaces de ejercer su imperium en ese
territorio.
Cuando hablamos de “nacionalismo” nos referimos al sentimiento de una
comunidad que reclama su derecho, en base a los elementos culturales e históricos que
hemos mencionado, a organizarse y dotarse de esa “soberanía” en sus órganos de
gobierno y definir los símbolos mismos de su identidad (bandera, himno, etc.) eso fue
lo que hicieron los pueblos europeos, inicialmente Francia e Inglaterra y de ahí que
sus pensadores, sus filósofos sean considerados los “padres” de estas ideas.
Sin embargo, fuera del viejo continente, en África, Asia, Oceanía y América, los
pueblos que poseían muchos de esos elementos culturales e identitarios propios, se
vieron imposibilitados de conformar esos espacios nacionales por la influencia del
colonialismo que permitió a las potencias europeas llevar adelante el proceso de
acumulación originaria de capital como para llevar adelante la revolución capitalista
que dio forma al mundo actual.
Sin la explotación de los recursos naturales, alimentos y el trabajo esclavo, sin el
monstruoso aporte del tráfico mismo de esclavos, Inglaterra, Holanda, Bélgica,
Francia no habrían podido transformarse en lo que hoy son, claro para eso fue
necesario que en los otros cuatro continentes muchos no lo lograran.
Ahora bien, aquellos se reconocen “Nacionalistas” y quiénes los enfrentaron para
poner fin al sometimiento colonial también se denominaron así ¿Y entonces?, aquí
surge la necesidad del pensamiento propio, situado, comprender que hay un
“nacionalismo opresor” por el que las grandes potencias originales y luego EE.UU han
justificado su dominio (EE:UU lo llama su “Destino Manifiesto”), muchas veces oculto
bajo discursos “civilizatorios” y existe un “nacionalismo de liberación”, que es el que
lucha para eliminar su colonialidad y alcanzar su propio destino.
Aquel nacionalismo que hemos dado en llamar “opresor” fue volviéndose cada vez
más excluyente dentro de la propia Europa y así cuando Alemania e Italia alcanzaron
su propia unidad nacional y miraron a su alrededor buscando materias primas y
mercados para el desarrollo de sus fuerzas productivas, se encontraron con que el
mundo ya había sido repartido, Inglaterra, Francia, Bélgica y Holanda dominaban
África, gran parte de Oceanía y el sudeste asiático directamente y ejercían un dominio
económico en América (salvo EE.UU) y Asia menor, ello provocó la segunda guerra
mundial y no la “locura mesiánica de Hitler”.
El nazismo y el fascismo son la expresión terrorista del poder económico financiero,
pero su brutalidad no hace sombra al salvajismo que caracterizó a Inglaterra
cortando los pulgares a mujeres en la India para impedirles tejer sus telas o dejar
morir de hambre a más de seis millones de personas entre 1876 y 1878, ya que decidió
llevar la producción de granos a la metrópoli.
Podría escribirse una enciclopedia acerca de la brutalidad del colonialismo belga en
el Congo, de las mutilaciones de brazos y piernas que dejaron tullidos a tribus enteras
para “disciplinar” a los trabajadores del caucho o la muerte de quince millones de
personas entre 1885 y 1908.
Así podríamos seguir hojas y hojas, lo que debe quedar claro es que el descenso a los
peores círculos de la especie humana ha sido la característica común del colonialismo
y el imperialismo, en un caso es archiconocido porque se ejerció en la “civilizada”
Europa, en los demás casos no tuvo el mismo espacio en la prensa.
En la Argentina el nacionalismo tuvo en el siglo XX una versión que daremos en
llamar “oligárquica”, clasista, católica integrista y que manifestaba un rechazo
profundo a la masiva llegada de inmigrantes, que, además, no provenían del mundo
anglosajón o de Francia sino de los estamentos más pobres de los lugares más pobres
de Europa.
Perón en algún momento los definió como “los piantavotos de Felipe II”, pero no
casualmente aparecieron para jaquear a los gobiernos de Yrigoyen, denunciaban a “la
chusma” que inundaba la casa de gobierno, bajo la bandera del “espíritu nacional”
combatieron a los anarquistas por expresar “ideas foráneas, disolventes y ateas” y
durante la recordada Semana Trágica de enero de 1919, en especial los días 11 y 14 de
enero produjeron el único “progrom” (matanza de judíos) que se tenga memoria en
América latina, organizados en el Centro Naval y presidida por el contraalmirante
Manuel Domecq García y por Manuel Carlés la denominada Liga Patriótica incendió
sinagogas y las bibliotecas Poalei Sion y Avangard, atacó a los transeúntes, comercios
(quemando varios) y casas particulares, arrastrando detenidos a las comisarias 7° y 9°
y el mismísimo Departamento Central de Policía, escritores de diferente procedencia
como Soiza Reilly y David Viñas denunciaron asesinatos y violaciones y hasta un
escritos nacionalista como Juan Emiliano Carulla dice “Fue al llegar a Viamonte, a la
altura de la Facultad de medicina, que me tocó presencial lo que podría denominarse
el primer progrom en la Argentina. En medio de la calle ardían pilas de libros, sillas,
mesas y otros enseres domésticos y las llamas alumbraban tétricamente la noche”.
Estos sectores que atacaban sindicatos anarquistas, defendían el “ser nacional”, y la
Argentina pastoril, tuvieron su momento de ‘éxtasis” y crisis con el golpe de Uriburu
a quién rodearon y encomiaron y luego con Justo y Ortiz un sector importante derivó
hacia la denuncia de los negociados y la entrega del país a Gran Bretaña, adoptando
una posición nacional.
Indudablemente el golpe de junio de 1943 fue una convulsión que puso fin a la
decadencia de un modelo de país que era considerado “El sexto dominio” de Gran
Bretaña y que con la crisis mundial capitalista de 1930 se tornó inviable ya que la
potencia dominante se retrajo a sus dominios históricos con el Commonwealth y la
potencia emergente (EE.UU) no necesitaba la alianza con la oligarquía agraria local
ya que era una potencia en la materia.
Los sucesos previos y los dos años que van de junio de 1943 a octubre de 1945
generaron un terremoto en la “intelligentsia” local y en sus expresiones políticas, el
embajador británico, Sir David Kelly, autor de un libro imprescindible denominado
“El poder detrás del Trono” (2), lo cuenta así, “Por un momento todos los profetas
políticos, tanto nativos como extranjeros, se sintieron profundamente desorientados,
los oficiales del ejército no tenían lugar en la sociedad y no provenían de la clase
gobernante, de los estancieros, los profesionales prósperos y los grandes
comerciantes”
Mientras algunos lo acusaban de “pronazi” la embajada alemana, el 5 de junio,
ordenó quemar todos sus archivos secretos, sin embargo la mayor parte de los
historiadores e investigadores coloniales (mayoría en la Argentina) mantienen la
definición de aquellos “demócratas”.
Ahora bien, ¿Cuál fue el rol de los nacionalistas en aquellos años?, mencionaremos a
Marcelo Sánchez Sorondo, quién en agosto de 1943 dirige un “Discurso a los
Militares” expresando “El 6 de setiembre aunque traiga luego el peor gobierno por lo
representativo de lo malo, abre una brecha, una brecha en la legalidad y por cuerda
separada, suscita el nacionalismo, el movimiento comprensivo y abarcativo de la
revolución histórica pendiente” (3), saludaba la caída de Yrigoyen , Héctor Sáenz
Quesada descubre en Juan Manuel de Rosas “Un héroe nacional más genuino que San
Martín…por su criollismo. Es enteramente nuestro por su arraigo al suelo de sus
antepasados y por ser porteñísimo en su acción, sus gustos y su carácter”.
Nacionalismo pastoril, porteño y enemigo del voto universal, en un documento del
Frente de Fuerzas Fascistas de Córdoba en 1936, expresaban “La Argentina es, por su
geografía un pueblo rural. Las leyes deben conservar esa condición, arraigando a sus
hijos en la tierra. El urbanismo debe ser combatido. El industrialismo debe ser
morigerado”, mientras el fascismo en Italia expresaba los reclamos de ese país por
una redistribución del mundo entre las potencias industriales europeas, al llegar a
estas costas se volvía antiindustrial.
Hombres como Carlos Ibarguren habían ocupado cargos en el gobierno de Uriburu,
como Interventor en la Provincia de Córdoba y con la llegada de Justo fueron
eyectados del gobierno. Otros connotados “nacionalistas” como Ignacio Anzoátegui,
observaba que “Sarmiento trajo tres plagas al país, los italianos, los gorriones y las
maestras normales” (4) y Ramón Doll si bien denunciaba la influencia británica, lo
vestía con la ideología de moda al denunciar al “ imperialismo anglo-judeo-masón con
el designio de impedir a toda costa el poderío económico de cualquier país católico”
(5).
Sáenz Quesada, Anzoátegui, Martínez Zuviría (mas conocido como Hugo Wast),
Alberto Baldrich (quien designado como interventor federal en Tucumán hizo fusilar
un cuadro de Rivadavia en la plaza central) Ricardo Font Ezcurra, tuvieron cargos en
los primeros tiempos de la revolución juniana. Otro funcionario fue Ignacio Olmedo,
interventor en el Consejo Nacional de Educación y que, en un acto en el Luna Park y
ante unos 25.000 docentes afirmó “Existe una libertad absoluta de pensar? Contra la
doctrina liberal que así lo sostiene opongo la afirmación de que no puedo pensar
libremente lo que quiero...De este verdadero concepto de la libertad jurídica se
desprende la facultad innegable del poder civil de prohibir la enseñanza de doctrinas
erróneas y perversas contra la seguridad del Estado”.
Jordán Bruno Genta reclamaba por una “aristocracia de la inteligencia nutrida en
la estirpe romana e hispánica” a lo que Jauretche respondía “ Alabanza máxima al
bandidaje universitario que ha traficado con todos los bienes de la nación, formada
por inteligencias conocedoras de los fines, que nunca han sido capaces de obrar en
orden a los fines superiores de la existencia, porque la inteligencia no es fuente de
virtudes”, por esos días Ramírez ordenaba el arresto de...Jauretche..
Si bien se dirá que eran otros tiempos, la visión acerca del rol de la mujer estaba a la
altura de tanto delirio medieval, según aparecía en La Nación del 1 de junio de 1944,
se necesitaban “Mujeres para procrear héroes, no madres de renegados. La mujer
argentina debe saber cumplir celosamente con sus obligaciones naturales. La
dignificación de la mujer consiste en no sustraerla de su menester específico. La nueva
Argentina quiere mujeres sanas, fuertes y limpias”.
Según Ramos (6), “Este nacionalismo de los años 30 y 40 formaba parte de un sector
mas o menos arruinado de la vieja oligarquía, sumergido en la nostalgia de las
doradas horas del Centenario” su nacionalismo era aristocrático, su hispanofilia se
limitaba al odio a los inmigrantes que iban ocupando empleos y barrios de Buenos
Aires, su catolicismo pacato era parte de una “historia” falsa y su enfrentamiento a
Inglaterra se chocaba con su nostalgia por el modelo agrodependiente que había
permitido formarse a esa clase que detestaba al criollo, salvo que fuera peón o servicio
doméstico, la democracia y el voto universal.
En esos días seguían las interpretaciones mas encontradas respecto de los militares
gobernantes, como vimos el nacionalismo conservador lo apoyaba porque soñaba una
restauración del pasado patricio, a su favor digamos que era fuertemente neutralista y
se oponía a nuestra participación en la guerra mundial, la UCR saludaba el mismo día
del golpe a través de una comisión integrada por los legisladores Mario Castex, Emilio
Ravignani, Juan I Cooke por “Haber puesto fin a un período al margen de la
Constitución y las leyes” a la tarde de ese mismo día hacían lo propio los senadores
José Tamborini, Eduardo Laurencena y el dirigente Enrique Mosca, el primero y el
último adquirirían gran notoriedad en los años venideros.
Lo cierto es que el gobierno y el ejército también estaban atravesados de
contradicciones, había “aliadófilos”, “neutralistas” y “germanófilos en todos los
sectores y así fueron sucediéndose ministros y “hombres fuertes”, según las
circunstancias.
Sin embargo el vuelco decisivo que se produjo en la guerra europea fue quitando
influencia al nacionalismo oligárquico que perdió espacios en el gobierno. Sin
embargo se estaba gestando algo que ninguno de los sectores pudo ver o imaginar
aunque si analizamos los cambios que se producían en la estructura misma del Estado
y de la economía argentina estaba claro que no habría lugar ni para la “restauración”
aristocrática ni para volver a una democracia liberal débil y agotada, volviendo a
Ramos (7)”La historia seguía su marcha, mutaban las leyes, la moral, el derecho y las
costumbres y desde el fondo de la noche juniana se elevaban las masas plebeyas del 17
de octubre, la “bestia rugiente del abismo” para lavarse los pies en la Plaza de Mayo y
barrer de la escena a los grecorromanos”.
No intento producir un libelo contra estos hombres a los que mas allá de mis
diferencias, respeto a muchos de ellos, los he leído y me he formado con muchas de sus
obras, acaso un hombre íntegro y un patriotas a carta cabal como el padre Castellani,
decepcionado por los militares del 4 de junio y luego de las jornadas de 1945, no
escribió “Convenzámonos que esa creación moderna que es el Ejército permanente
(nacido de la leva forzosa de la revolución francesa)participa de las condiciones del
mundo moderno y por ende de sus taras. Es una construcción no sacra, artificial,
profesionalista y clasista que tiene sobre sí esta condición temible: no es útil ni
necesario sino en función de una calamidad inmensa que es la guerra...ese es nuestro
Ejército en sus cuadros superiores y no ese mito de santidad y patriotismo”(8)
Muchos de ellos, la mayoría diría, denunciaron el contubernio de la Década Infame
y también se sumaron al peronismo, pero también muchos, especialmente luego del
conflicto de Perón con la iglesia, se hicieron feroces antiperonistas, otros como
Beveraggi Allende o Jordán Bruno Genta, fueron la cara “nacionalista” de todos los
gobiernos militares, tanto Lonardi como Ongania, como antes Uriburu, eran
fervientes católicos y con devaneos corporativistas, este último con aspiraciones de ser
el Franco local, dieron los golpes y rápidamente tuvieron que ceder paso al poder real
encarnado en los Alsogaray, Krieger Vasena o mas recientemente Martínez de Hoz
Esta breve y parcial descripción del pensamiento nacionalista mas conocido o
difundido nos revela que al no estar parido por las masas populares, al no emerger de
la historia y la identidad de nuestro pueblo sino del maridaje entre los hijos de aquella
aristocracia devenida en oligarquía y arruinada en algunos sectores por la crisis de
1930 que añoraban volver a ese pasado señorial y elitista y las ideas reaccionarias de
los intelectuales europeos deslumbrados por el naciente nacionalsocialismo, el
fascismo y traducidos al castellano por los pensadores falangistas o integristas
españoles, sonaban tan ajenos, tan extraños, al pueblo que no solo no sentía que
expresaban sus anhelos o esperanzas sino que era humillado o despreciado por su
origen pobre o inmigrante, aparecían tan ajenos “al ser nacional”como la izquierda
portuaria, pero de esta hablaremos en otro artículo.
Bibliografía.-

1)”Ciencias Sociales y Realidad Nacional, Crítica de la Cultura eurocéntrica”; Blas


Manuel Alberti; Edit. Macchi; Buenos Aires; 1985.

2) “El Poder detrás del Trono”; Sir David Kelly; Edit. Coyoacán; Buenos Aires;1962

3)”La revolución que anunciamos”; Marcelo Sánchez Sorondo;Edit. Nueva Política;


Buenos Aires; 1945.

4)”Vidas de Muertos”; Ignacio Anzoátegui; Edit. Tor; Buenos Aires; 1934

5)”Hacia la Liberación”; Ramón Doll; Edit. Del Renacimiento Argentino; Buenos


Aires; 1939.

6)”Revolución y Contrarrevolución en la Argentina”; T° 5 “La Era del peronismo”;


Jorge Abelardo Ramos; Edit. Continente; Buenos Aires; 2013.

7) y 8). Jorge Abelardo Ramos; ob. Cit.

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