Cuaderno 02
Cuaderno 02
Cuaderno 02
1961
Cuade••nos
a•·quitectu
s u 1• I e
CtJADERNOI!I DE
numero extraordilwrio
~u :·:·~ ~ ::·s· :: ~
arquitectura
a r q u i t e e t o
• FELIX «JANDELA
Arquitecto Ftlix Candela.
(Fo togra fi a de Hugo Men endez)
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p r 0 p 6 s i t 0
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i " Gaudl es el constructor de 1900, el edificador profesional en piedra, fi erro
o ladrillo" como dice Le Corhusier. Perret lo es del concreto armado en 1920 y
Ne rvi junto con Candela es el con~tructor de 1960. Anticonvencional, riguroso e
intuitivo a Ia vez, Candela es al mismo tiempo ingeniero y arquitecto. Tal vez en
odo esot reside su comunicaci6n y colahoraci6n con un st>ctor tan amplio del gremio
de Ia construcci6n: al I ngeniero le in teresa los logros estructurales de su obra y a]
Arquitecto, las posibilidades de su poetica constructiva.
Gaud I, Perret, Candela; este trio de creadores en el campo de Ia arquitectura,
se puede li gar por muchas razones basicas en el campo constructivo, aparte de las
razones hist6ricas, para entender el caracter profundo de sus innovaciones. Y sobre
todo para observar si estas tienen una raz6n de ser o son modas pasajeras.
La liga que ha establecido este premio de Ia U. I. A. (Union lnternaciona l de
Arquitectos ) entre Auguste Perret y Felix Candela, se nos a ntoja no como azar, sino
hist6rica. Porque los Perret son los iniciadores en .Ja aplicaci6n del concreto ar·
mado en Ia arquitectura moderna en Francia en 1903, con su famosa obra de Ia
calle Franklin y Felix Candela con La Medalla Milagrosa de 1953, que cierra cin-
uenta aii.os de busquedas y realizaciones de Ia arquitectura de nuestro siglo, que
trabaja con un material propio de nuestra epoca y que responde a uno de los su-
puestos basi cos de Ia arqui tectura: Ia correspondencia de Ia obra con su tiempo y
las posibilidades tecnol6gicas y artisticas de cada pais y su epoca.
Dos coordenadas que se unen, para habilitar al artista y al arquitecto de 11n
material adec11ado al impulso n11nca totalmente satisfecho de expresa rse en 1111 es-
pacio habitable y bello como es Ia Arquitectura verdadera.
Este impulso moderno de Ia arquitectura que se ntitre de tantas ideas y Teo-
las de muchos artistas de nuestra epoca tiene diversos estilos, aparentemente con-
trapuestos en sus espacios interior y exterior, pero tienen analoglas c11ando cum-
plen con lo que toda buena arquitectura debe ofrecer al Hombre, que mas ade-
la ntc intentamos acla ra r.
Hay en Ia historia de Ia Arquiteetura contemponinea va ri as maneras de en-
ender Ia vida y el a rte: fun cionalismo, arquitecturas orgiinica, nacionalista y re-
ion a! y del Arte, sus form as resulta ntes se puede pa rticipa r con entender sus senti-
os que difiere mas o menos de uno a otro creaclor, pero ninguna a despreciado ni el
problema constructivo ni el prohlema esll~ti co, al menos en principio.
l. Sen.: 1\ntoni Gaudi . l'reagc r. N. York. 1%0. l'p. 10:;.
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Asi mi entras " Gaudi, aunque experimentaba con los nuevos materiales como
d fi erro y el con creto, estaba, por naturaleza y tradi cion, atado a Ia pi edra y al
ladrillo, 1 PPrrPt, conseguia <lifundir el uso del concreto armado segun tecni cas mo-
<lt··rnas aunqtw usa ra formas tradi cion ales ('n sus primeras ohras; Maill a rt lanzaha
sus l)ll entes sui zos co n un auda z concepto estructural y soherbi o di seiio, bacia po-
sibilidades no soiiadas siquiera por los tecnicos de su epoca (alrededor de 1932)
para obras de utilidad escueta como Ia Tngeni eria, segun el viejo concepto preesta-
bleci do. Maillart el arti sta, supera esa falsa conce pcion de Ia sola utilidad y consigue
Ia dificil union entre lo bello y lo tttil-constructivo en sus puentes de concreto a r-
mado, basados en un estricto conocimi ento del materi al y en una sensibilidad de
diseiio inmensa. A pesar de los esfu erzos de los in geni eros de su epoca por ig-
norarlo.
Candela cultiva con igua l ri gor y sensihilidad las posibilidades del concreto
a rmado y con el ejemplo de Nervi y Ma illart a Ia vista, revisa las tecni cas construc-
tivas usuales, las cua!es califi ca de ilogicas, 2 demostrando teo rica y prii.cticamente
el desapego de ci ertas tecni cas de cii.lculo de Ia realidad y al mismo tiempo supera
esto cuando analiza sin viejos prejuicios, con audacia y sensibilidad un material
que es inmejorable cuando es utilizado con talento artisti co y por Ia necesidad hu-
mana de expresarse y expresar a su epoca. Nin gun materi al es malo ni bueno a
priori .
La construccion en si, por mara villosa que sea, si resuelve ai sladamente Ia uti-
lidad o el aspecto estetico en un problema arquitectoni co, pueden conseguir a rte-
fa ctos tecnologicos o juguetes, pero NO arquitectura . Para que sea arquitectura
un a obra deberii.n estar intimamente li gados y resueltos, Ia finalidad de esta, su
sistema estructural y su forma expresiva del espacio interno y externo en un TODO,
que entonces puede se r cali fi ca <lo tie arquitectoni co.
Para entender a Candela tenemos en cuenta estos principi os Teoricos para que
brille y trascienda uno de los sentidos de su obra y Ia obra de muchos arquitectos
que han usado los cascarones de concreto armado.
Candela no es el inventor de muchas de las formas que ha conseguido, pero
si su realizador verdadero, y es necesa rio decirlo a efecto de valorar Ia labor de
otros creadores del arte de Ia arquitectura, para quienes el uso de los cascarones
(solo posibles por Candela) , se les dio como RESULT ANTE de sus Programas del
todo arquitectoni co y por requerirlo asi su voluntad de espacio expresivo y dife-
rente, NO como un a priori form ali sta, que sucede en muchas ohras, olvid ando
otras condicionantes de Ia a rquitectura.
Las estructuras que crea y construye Feli x Candela en este sentido de totali-
dad de Ia obra arquitectoni ca son un FIN ARTISTICO EN Sl, porque van unidas
al concepto de Ia obra de arte total, acabada, en Ia que nin gun medio puede ser
quitado o cambiado por otro cualqui era, so pena de caer en Ia " artesania de casas"
o en el fachadismo, pero nunca en el terreno del Arte, propi amente di cho.
Asi entendemos Ia trascendencia de Candela, como un innovador bii.sico, y
creador, del concepto estructural para determinad os problemas de Ia Arquitectura .
Los casca rones mas que una posibilidad son un fin ex presivo por si mi smos, pero
sin olvidar en nin gun momento, seria repetir Ia teoria tecnica del arte, que
Ia obra para que sea a rquitectonica, debe cumplir con los requisitos de concor-
2 . "El an 3li sis es trnctural cs un a c ic ncia cx acta ( III C, b a~;l ndo sc e n hipOtcs is dclibc radamc ntc fal sas ,
prc tc ndc dc tcr mi nar, de modo lmi co para cada siste ma de c:u gas, los csfu c rzos a qu e csd . so mccida
una cstruc tura cualquie ra" . Candela : " l-la c ia un a ;o.: nc \a l;il oso fia de la s cstru cturas'' . Cuadc rnos de
Arquitcctura N'.' 2. 1:'\l Jl A. 196 1.
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da ncia entre los espacios construidos y Ia finalidad de Ia ob ra. entre Ia expres10n
estetica y Ia utilidad de Ia obra, es decir, hay una analogia q ue se ha llamado or-
ganica, porque cada una de las partes es indi spensable al todo arquiteetonico, como
este a las partes, que no se pueden modifica r alguna sin que se modifique Ia solu-
cion total de una Arquitectura. La obra de arte es asi y no de otro modo.
Con estas ideas en mente, comprobables objetivamente en las obras, sepamos
entender Ia labor en torno a Candela y Ia de los arquitectos con quienes ha colaborado
y que cuando son verdaderos creadores, se puede esperar Ia superacion de Ia crisis
formal que sufre Ia arq uitectura de tantos paises, y en Ia q ue el hombre habra de
encontrar Ia morada bella y apropiada a un espiritu siempre renovable.
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towards a new
philosophy of structure
by FEL I X CANDELA
s D 0 p s
After some general considerations upon the usual concept of scientific process,
and the roll plaJ•ed by mathematics in the present lightning progress of science, the
author defines structural analysis as a technique which has the single and specific
purpose of planning and dimensioning structures in such a way that they will
maintain their stability under the stress of common requirem ents. This definition
is opposed to the habitual criterion which might be expressed thus: "StructLtral
analysis is an exact science that determines in a way which is unique for each system
of loads the stresses to which any structlife is subjected ."
The difference between these two definitions is deeper than ,:t looks, for they
answer to two very different attitudes of man towards his environment. The rational·
istic stance, characteristic of the 19th century, believes completelx in the infalibility
and precision of the .<cientific process and mathematic reasoning, and therefore
produces theories of elasticity which misrepresent and distort the physical properties
of materials, in its insistence upon analxzing them bx purelx mathemu.tical m eans.
The present ll'ndency, not yet clearly defined, allows much more importance
to experimentation and observation and examines much marl' closely the applicah·
ility of the basic hx pothl'sis. This attitude has produ ced the thl'ories of ruplurt·, in
which the most important thing is to know the slate of failure of each .«·ctiun, of
each member, or, in some cases, of th e who[,. .<tractare. Th e plastic praperties of th<·
materials are taken int-o account when the loads capable of producing this stale of
collapse are determined. The concept of coefficient of safetx has also been modified.
It is no longer limited to the consideration of possible imperfections of the materials
singly considered, but is intended to include the whole range of complex causes
which intervene in the phenomenon of rupture.
After this, the author examines th e present use of methods based on th e thevr:r
of elasticity, in so far as it concerns th e ana/pis of sialic structures subjected lo
fixed loads, pointing out the fact that their only fan ction is to provide complernen·
tary equations for use in the determination of redundant forces in lnperstatic or
statically indeterminate structures, by the use of the expression of th e intcrnul tension
as an integral of the elastic deformation. A s a consequence of th e detailed examina·
tion of the process commonly followed in the investigation of the stresses in h ypers·
tatic structures and of the variables which come into it, th e author au empt.s to
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prove the ilio11fficit'l!c)' and of good sense inherent to the custornarr m ethods,
ha.H'd upon the thl'ory elasticitr of materiaLs, especially when it co ncerns
reinforced co ncrete
A lthough the purpose paper is only to pose, once aguin, a problem which
is by now verr argent, it been considered necessarr to sum up, without anr
pretensions of originalit)', of the proposed solutions, generallr based on the
plastic deformations which mcw ,,, ·u..> undergo when loads approach w lues verging
on the breaking point. Th e · some of the simpler cases, which provide
the best examples, in ln ~•.m , ,_ wa.nnn.rP< the possibilitr of extending these m ethods
to the analysis of cases, r:n the hope of eventually obtaining
u complete theorr of su·,u.< w.u. than the one currentlr in use, which might
gain official recognition.
Ample bibliographic
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murnento en que las matematicas actuales completan su cvolucion y se consolida
plenamente el ealculo diferencial e integral. Es pcrfectamente natural que asl Of' U-
r riera, puesto que sin tal instrumento huhi f' ra ' id o imposible acometer la resolu-
cion de los nuevos problemas que se plantearon, al menos en Ia forma en que se
efectuo. Quien sa be si, de todos modos, se hubieran resuelto por otro camino, pero
el hecho cierto es que se emplea ron procedimi entos matemiiti cos, de lo cual po-
driamos concluir superfi cialmente - y as i lo hi zo ya el si glo XIX- que la ciencia
toda se reduce a Ia sistematica aplicacion del razon ami ento matemiitico y que, por
tan simple proceso, podria llegarse, si no se habia llegado ya, a descubrir Ia ver-
dad absoluta, es decir, a conocer integramente Ia realidad.
En esto consiste fund amentalmente Ia posicion del hombre ante el mu ndo en
el siglo pasado; en Ia creencia en Ia infalibilidad de Ia ciencia o, mejor dicho, del
razonamiento logico o matemati co y de aqui las teo rias racionalistas en todos los
ordenes del pensamiento, incluso en politi ca .
Llego asi a deformarse de tal modo el intelecto humano, que las ex plicaciones
miis obvias y comprobadas de cualquier fenomeno fi sico se desechan, todavia hoy,
como poco cientifi cas si no van acompaiiadas de un importante cortejo de formu-
las matemiiti cas. Basta, sin emba rgo, Ia mera presencia de complicadas ecuacio-
nes diferenciales para que nos causen respcto y las consideremos como ve rdades
intan gibles.
Confun diend o asi lamenta blemente e! medio con el fin , se olvida que las ma-
temiiticas no son miis que un medio, un instrumento, todo lo preeiso que se qui era,
pero que el rigor y prec ision del razonamiento matemiiti co no pueden garanti-
zarnos Ia exactitud de los resultados de su aplicacion, porque siempre hemos de
partir de un supuesto ori ginal arbitrari o. Por mu y evidente que nos parezca, en
ocasiones, Ia certeza de estas hipotesis primarias, Ia realidad es que nun ca pode-
mos confiar totalmente en elias, puesto que son hechura nuestra, de nuestros sen-
tidos, y en definitiva, de nuestra imaginacion, ya que nuestros sentidos no son,
en absoluto, de fiar.
El " ver para creer" no puede bastarnos, en Ia ma yor pa rte de los casos, puesto
que no es suficiente, ni siquiera posible, el ex amen ohj eti vo de los hechos. Cuando
se investiga o se comprueba -esta mi sma palabra indi ca claramente el canlcter
del proceso - se hace siempre con miras a ratifi ca r una cierta idea preconcehida
sobre Ia causa del fenomeno que investigamos. Como dice Ortega y Cassel: " Por
lo mismo que es imposible conocer directamente Ia plenitud de lo real , no tenemos
miis remedi o que construir arbitrariamente una realidacl, suponer que las cosas
son de una cierta manera . Esto nos proporcion a una esquema, es decir, un con-
cepto o enrejado de conceptos. Con el, como a !raves de una cuadricul a, miramos
luego Ia efectiva realiclad, y entonces, solo entonces, conseguimos un a visio n apro-
ximada de ella. En esto consiste el metodo cienti fi co. Mas aiin: en esto consiste
todo uso del intelecto."
Queda dicho con esto que lo importante es Ia actitud intelectual ante el feno-
meno. Una misma ex peri encia puede interpretarse de ma neras di stintas, y a[m
opuestas, de acuerd o con Ia mancra de pensar del ohscr1·ad or.
De aqui Ia enormP importancia de Ia hipotesis que, por regia general, no pa-
sa n de se r convenciones que nos sirven para fij ar las id eas, y son legitimas mien-
tras no impliquen contradi cc ion con los resultados de la cx peri encia, es decir, mi en-
tras permiten ex plicacion es logicas de tales ncs ultados, pero deben sustituirse por
otras miis ajusladas a Ia realidad, en cuanto se presen ten incon gruencias, dema-
siado ev identes, que las co m·enciones en uso sean in capa ces de ex pli ca r.
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De este modo avanzan , a saltos, las ciencias ex pe rimentales. En los periodos
de c reacion se originan una seri e de ideas basicas que han de sernos utiles durante
las epocas de desa rrollo. Estas se encargan de veri fi ca r, completar y saca r partido
practico de aquellas ideas fundamentales hasta agotarlas, es decir, hasta que Ia
presencia de las contradi cciones se hace intolerable, a pesar de Ia repugnancia a
abandonar el precioso, y ge ne ralmente ingenioso, herramental cien tifico que, para
Ia aplicacion practica de aquellas ideas, haya n desar rollado las ultimas epocas.
Esta resistencia a prescindir de Ia comodidad que proporcionan los procedi·
mientos de analisis habituales, es un a de las causas principales de Ia aparente iner·
cia mental que caracteriza a los periodos finales de las epocas de desarrollo.
P ensar co nstituye siempre un es fu erzo penoso, y por ta nto, nos es mucho miis
comodo creer simplemente en el buen criterio de los que ha n desarrollado los pro·
cedimientos en uso y aplica rlos a! pi e de Ia letra, por largos y tediosos que estos
metodos sean, antes que pararnos a pensa r un momen to por nuestra cuenta.
Pero Ia tecni ca solo puede avanzar como consecuencia de preocupaciones cien·
tifi cas; sin elias, sin el fervor de investi gador, se convi erte en pura rutina y va de·
gene rando hasta llega r a ser un receta rio inamovible. Claro esta que cualquier pro·
fesional necesita una cantidad de recetas para su uso personal. Lo fun esto no es
el empleo de tales formulas sino Ia creencia en su a bsoluta infalibilidad y Ia anu·
lacion consigui ente de toda ini ciativa. No puede pedirse, evidentemente, que todo
tecni co sea un investigador - aviados estariamos si tal sucediera- pero si es ne·
cesario que tenga una cierta dosis de preocupacion por los principios fundam enta·
IPs Pn que su tec ni ca PSt,1 basada.
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£1 proceso cientifico necesita del analisis y Ia sintes is, o dicho de otro modo.
de Ia especializacion y Ia unificacion. La primera actividad, como elasifi cac ion y
reporte de investigaciones realizadas, co rresponde a los periodos d.. dPsarrollo ; Ia
segunda como interpretacion y examen panonimico de los resultados conocidos,
predomina en las epocas de creacion. Esta es Ia forma de progresar del pensa-
mi ento cientifico. Ambos procPsos son imprescindibles en una marcha normal, lo
cual indica que debe haher un cierto equilihrio entre ellos. Cuando este equilihrio
se rompe, existe el ri esgo de que toda Ia labor sea inutil, bien por un exceso de
libertad en Ia labor interpretativa o imaginativa o por falta de contenido del tra-
bajo de verificacion y comprobacion.
Constituye un Iugar comun deci r que estamos en una epoca de especializa·
cion, pero esta misma insistencia en Ia frase indica que ca rece ya de actualidad,
que el dominio del especialista esta terminando puesto que ya se completo el ciclo
vital correspondi ente. Las ideas que le dieron vigencia est£m plenamente desarrolla-
das y seguir exprimiendolas seria esteril y careceria de senti do; di eron ya de si
cuanto podia espnarse de elias y es preciso substituirlas por otros prin cipios ba-
sicos que inyecten nueva savia al arbol de Ia ciencia, si se quiere que esta con-
tinue avanzando. En el campo de Ia fi sica tal transformacion se ha inica ido ya o
quizii no ha cesado nunca, pero las ciencias menores siguen aferradas a los prin·
cipios caducos. Lo menos que podamos hacer es darnos cuenta de tal caducidad
para ponernos en condiciones de aceptar nuevas ideas.
Y no quiere esto decir simplemente que las idas periclinadas sean erroneas.
Esta es una cuestion sin sentido, puesto que tambien seran falsas, en cierto modo,
las que vengan a substitui rlas. Lo importante es que nos a yuden a dar un paso
mas en el inacabable camino del conocimiento. La tragedia de Ia ciencia es tra·
bajar para un resultado que nunca alcanzara. Tenemos pues que conformarnos de
antemano con cerrar, aunque sea en pequei'iisima medida, el enorme circulo den-
tro del cual tratamos de aprisionar Ia realidad.
Todo este preiimbulo podrii parecer desmesurado para lo que vamos a decir
despues, pero hemos querido recordar algunas ideas generales sobre lo que se en-
tiende por proceso cientifico, para aplicarlas al estado ac.tual del Analisis £struc-
tural que, en cierto modo, puede considerarse como una ciencia, aunque tosca y
grosera.
Mas propio seria definirlo como una tecnica, cuva finalidad estricta es obte-
ner una cierta seguridad, dentro de las limitaciones h.umanas, de que las construc-
ciones que erijamos se mantengan estables, bajo Ia aceion de las solicitaciones usuales.
Establecida esta definicion, nos encontramos en ella con Ia primera incerti-
dumbre. l Cuales son las solicitaciones usuales? Es sobradamente conocida Ia difi-
cultad de determinarlas previamente con cierta exactitud puesto que si es facil sa-
ber cual va a ser el peso propio de Ia construccion, no ocurre lo mismo con las
ca rgas vivas y sobre todo con Ia posible distribucion de estas. Todavia son mas
inciertas las solicitaciones producidas por los llamados efectos secundarios (varia-
ciones de temperatura, contraccion de fra guado del concreto, asentami entos dife-
renciales del terreno, etc.) que son, Pn general, dificiles de prever. Es deci r, que,
incluso prescindiendo por ahora de Ia ex actitud de los metodos de calculo, el pro-
blema no puede tener nunca una solucion exacta y unica. Reconociendo implicita-
mente este estado de cosas, los reglamentos fijan unos determinados coeficientes de
seguridad, pero si nos atenemos excl usivamente a Ia letra de di chas Normas, pa-
rece como si estos "coeficientes de trabajo" solamente tuvi eran como finalidad Ia
de prevenir las posibles fallas de los materiales debidas a las desigualdadcs de ca·
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lidad inheren tes a los respectivos procesos de obtencion o fabri cacion , dando por
buena Ia precision obtcnible respecto a las demas variables que intervienen.
Conviene hacer notar que no es este el caso. Para ello sera conveniente glo-
sar lo que a este respecto dicen autoridades tan reconocidas internacionalmente
como los profesores Torroja, Ross y Campus en Ia introduccion de Ia Memoria pre·
sentada por ellos, en julio de 1950, a Ia " Reunion lnternationale des Laboratoires
d'Essais et de Recherches sur les Materiaux et les Constructions", sobre "La Con·
ception et le calcul du coeffici ent de securite dans les contructions en BetonArmc" .Z
"Si se conocieran exactamente las cargas a que va a estar sometida Ia cons·
truccion, asi como Ia calidad de los materiales, si Ia ejecucion fuera perfecta, si
las hipotesis y los metodos de calculo empleados correspondieran a Ia realidad y
si, finalmente, no hubiera posibilidad alguna de error en dichos calculos, el coe fi-
ciente de seguridad podria se r solo unas decimas superior a Ia unidad. Desgracia-
damente no es este el caso. No podemos tener confianza en ninguno de los puntos
mencionados, las causas de ruina son inciertas y su importancia desconocida y te-
nemos que aumentar el coeficiente para obviar Ia probabilidad de que las condi-
ciones rea les sean peores que las previstas".
Siendo tan grande el niimero de variables y de incognitas que intervienen en
cualquie r calculo, tenemos que hasarnos en Ia csta distica y el calculo de probabi-
lidades para determinar Ia magnitud de dichos coeficientes, con lo cual le Resis-
tencia de Materiales no hace mas que seguir un proceso ya aceptado por las cien-
cias fisicas en las que Ia nocion de probabilidad desempeiia un papel de gran im-
portancia.
Refiriendonos precisamente al concreto armado, vemos pues que no basta con
dividir por un cierto coeficiente los esfuerzos de ruptura del concreto y el hi erro
para obtener los coeficientes de trabajo, si no que tal factor debe aplicarse a las
cond iciones de ruptura del conjunto de Ia estructura que estamos analizando. No
basta, ni siquie ra, considera r Ia ruptura de cada seccion o de ca da pieza de las
que integran dicha estructura.
Aqui es precisamente donde fallan los metodos de calculo usuales. La Teoria
de Ia Elasticidad, iinica admitida en Ia mayor parte de los Reglamentos, es incapaz
de darnos una ima gen, ni siq ui era aproximada, de tal fenomeno. con lo cual el
conjunto del proceso habitual de calculo carece totalmente de sentido. Pa ra obte·
ner Ia resistencia limite tenemos que extrapolar las hipotesis fundam entales de Ia
Teoria, Ia mas importante de las cuales es Ia ley de Hooke o proporcionalidad en-
tre esfu erzos y deformaciones y tal extrapolacion solo estaria justificada si los ma-
teriales siguieran comportandose elasticamente basta el momen to de Ia ruptura.
Esto no ocurre ni siquiera en los que, como el ace ro diictil , tiene una zona
de proporcionalidad o elastica pura. Con las grandes ca rgas que preceden a Ia rup-
tura desaparece Ia proporcionalidad, los materiales ceden y las deformaciones au-
mental enormemen te para incrementos pequeiiisimos de las cargas. Este hecho se
registra graficamente en Ia parte horizontal que presentan los diagramas de defor-
maciones de los materiales usualmente empleados en construccion, y que represen-
tan el periodo plastico o de fluencia de los mismos (Fig. 1 y 2).
Este periodo tiene una gran importancia en las nuevas teorias de calculo, pues
es el origen de Ia "metastasis" o traspaso de esfuerzos de las partes mas solici tadas
a las que lo estan menos y, en defi nitiva, a este fenomeno se debe Ia estabi lidad
de Ia rna yor parte de las estructuras.
De este modo hemos esbozado el lema fund amenta l de nuestro trabajo ; La
insuficiencia y /alta de l6gica de los metodos de calculo en uso, basados en Ia T eo·
ria de Ia Elasticidad.
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Catedral de Vil/ahermosa , Tab asco, en const rucci6n. Ar·
quitecto Jorge Creel de Ia Barra. Estmctura: Felix Candela .
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Podria argiiirse Pn co ntra dl' tal a firmaciun que Ia t'xperiencia ha demostrado
que Ia ma yo r parte de la s estructuras que se levantan apoyandosc en dichos pro-
cedi mi entos se mantienen t'n pie. Sin embargo, ya hemos indicado e intentaremos
demostrar despues, que Ia principal causa de que las construcciones se mantengan es-
tables, es precisamente y aunque aparezca parad6jico, que los materiales no se ajustan
a las hip6tesis de calculo. Si, por el contrario, fue ran perfectamente elasticos, se-
ria inevitable el colapso de las estructuras integradas por ellos, al variar las con-
di ciones supuestas en el calculo y alcanzar las deformaciones los valores corres-
pondi entes a los esfuerzos de ruptura. Hace mucho tiempo que se hubieran tenido
que substituir los materiales usuales por otros que no tuvi era n tan funesta pro-
piedad. Feli zmen te, las estructuras, mas prudentes que el hombre, se empeiian en
no caerse y ello nos permite seguir engaiiiindonos con nuestro inocente juego.
Aunque los principios en que habia de basa rse Ia Teoria Matemiitica de Ia
Elasticidad fueron esbozados por Galileo y Hooke en el siglo XVII I, y se fu eron
concretando con las investi gaciones de Euler, Coulomb y los Bernouilli, para no
citar mas que algunos de los muchos nombres famosos de esta epoca, su plantea-
miento definitivo no fu e posi ble hasta que estuvo plenamente desarrollado su prin-
cipal instrumen to, el ciilculo diferencial e integraL Es pues, al comenzar el siglo
pasado, en 1821 exactamente, cuando Navi er y Cauchy obtienen las ecuaciones
diferenciales basicas de Ia Elasticidad, y a partir de este momento Ia evoluci6n
de Ia Teoria es rapidisima .
Vemos, por tanto, que es un autentico producto del siglo XIX y de su mania
de querer a prisionar Ia realidad dentro de un marco matematico. Mania fecundi-
sima, por cierto, puesto que sin ella no se hubieran logrado probablemente los
asombrosos descubrimientos que hoy vemos y disfrutamos en todos los te rrenos de
Ia Tecni ca, <> pero que, si n emba rgo, representa un pun to de vista totalmente so-
brepasado.
P ermitasenos un pa n\ ntesis para insJstlr en Ia similitud del proceso que ha
dado Iuga r a las teorias racion ali stas en todos los 6rdenes de Ia vida. En el campo
de Ia Arquitectura se produjo, aunque con cierto retraso, el mismo fen6meno. Las
teorias fun cionalistas, llevadas hasta el limite, supondrian una soluci6n uni ca e
inequivoca para ca da problema arquitect6nico, una vez fijadas las premisas iniciales
- ubicaci6n y programa- y es ta solucion se ria, por tanto, independiente del su-
jeto o agente productor. Se ria perfectamente posible, en tal caso, inventar una
maquina de proyectar, en Ia que, introduciendo por un lado el programa arquitec-
t6ni co, obtuvieramos por el otro ex tremo el proyecto completo, incluyendo copias
fotostiiti cas y lice ncia de construccion, como ocurria en Ia legendaria maquina de
Chicago que admitia cerdos vivos por un extremo y ofrecia sab rosos embutidos por
el opuesto.
Si Ia arquitectura moderna fuera efectivamente racionalista podriamos decir
-valga el juego de palabras- que nacio pa~a da de moda . Su a nacronismo biisico
seria eviden te puesto que responderia a una postura intelectual ya sobrepasada en
Ia epoca de su nacimiento; Ia de Ia creencia en Ia infalibilidad y exactitud del
razonami ento cientifico.
Sirva esta di gresion para que se vaya pensando en otra justificacion para la
arquitectura actual, ya que al parecer es necesa rio justificarla y explicarla, y para
que los estudi an tes de esta disciplina dejen de preguntar, de modo indefectible, si
una cierta forma esta justificada por la funcion . Algo debe andar mal en las Artes
Plasticas cuando hay que buscarles justificaciones literarias y racionalistas.
=~ 0 11uiz<i ~ c huhien.1 ll egado a ellos por otro ca mino. Seria mu y interesa nt e analizar
csla posibilidad con c ier to de talle .
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Volviendo a Ia Teoria de Ia Elasticidad, hay que reconocer el importantisimo
papel que ha desempeiiado en Ia evolucion del analisis estructural, asi como lo que
significa en cuanto a disciplina mental indispensable en Ia formacion de ingenieros
y arquitectos. Como tal teoria es irreprochable, del mismo modo que es irreprocha-
ble el razonamiento matemati co pero, por lo mismo que es solamente un proceso
logico, no puede garantizarnos Ia certeza de los resultados mas que en Ia medida
de Ia exactitud de las premisas. No podria ponerse ninguna objecion a Ia apli-
cacion de sus deducciones al calculo de estructuras, si los materiales con que estas
se construyen repondieran a his hipotesis basicas de Ia Elasticidad, pero desgra-
ciadamente no es esto lo que ocurre.
Es cierto que, para poder aplica r los procedimientos matematicos a cua lquif'r
fenomeno fisico, se precisa sif'mpre un ciPrto grado de idealizacion y qu<" esta idea·
li zacion es ta mbien necesa ria para poder ver las cosas con cierta claridad* pPro,
llevando Ia cosa al limite, llega a olvidarse el fin que se persigue, quf' es interpre-
tar Ia actuacion de los materiales en obra, con todas las imperfecciones inherentes
al proceso constructivo. Es conveniente recordar, con cierta frecuencia, Ia impreci-
sion caracteristica de tal proceso y comparar Ia inevitable tosquedad de las estruc-
turas resultanles del mismo, con Ia delicadeza y exquisita exactitud de los procedi-
mientos matematicos que pretenden da rnos una imagen del comportamiento de di-
chas estructuras hajo Ia accion de las muy inciPrtas cargas de trahajo.
Pero ocurre que, una vez hecho el esfu erzo imaginativo que representa idf'a-
lizar o simplifica r las propiedades flsicas de los materiales y, sobre todo. cu?ndo
como consecuencia de Ia aplicacion del proceso matematico a tales cuerpos idea-
les, se ha llegado a resultados y formulas, mas o menos complicados, euya misma
dificultad de obtencion haee aparecer como definitivos, cuesta mucho trabajo des-
andar lo andado y reconsiderar Ia adecuacion de lo supuesto.
Hay que tener en cuenta, ademas, Ia satisfaccion espiritual y sensacion de
perfeccion que proporciona Ia resolucion de cualquier problema por metodos pura-
mente matemiiticos. El instrumento es tan limpio y bello, que constituye casi una
imposibilidad fisica renunciar a sus resultados o dudar siq uiera de su certeza.
El hecho es que Ia Teoria de Ia Elasticidad se refiere a un material ideal, ho-
mogeneo e isotropo, que responde ademas a Ia ley de Hooke. Sin embargo, los ma-
teriales usuales distan mucho de asemejarse a tal hipotetica materia y el concreto
armado que, en Ia actualidad, es el material de construccion por excelencia, es he-
terogeneo por definicion, es alotropo, puesto que solo contiene hierro en ciertas
zonas y en determinadas direcciones, y no responde, en ahsoluto, a Ia ley de Hooke.
El diagrama de deformaciones del concreto simple no tiene ningun trozo recto
y Ia deformacion de una seccion compuesta depende esencialmente de Ia cantidad y
disposicion del hierro de refuerzo.
Pero examinemos cuiil es Ia verdadera utilizacion de Ia Teoria de Ia Elastici-
dad en el analisis de estructuras compuestas de piezas prismaticas.
Cuando se trata de calcular piezas cuyas condiciones de apoyo permiten con-
siderarlas como estiiticamente determinadas o isosuiticas, bastan las ecuaciones de
equ ilibrbio de Ia Mecani ca y Ia implicita consideracion del pri ncipio de Saint-Ve-
nant, para hallar las fuerzas y los momentos que actuan en cualquier seccion de
Ia pieza.
* "Todas las cosas de que habla Ia Ciencia, sea el1a Ia que quiera, son abstractas, y las
cosas abstractas son siempre claras. Lo esencialmen te confuso, intrincado, es Ia realidad vital
concreta, que es siempre lmica" . dice Ortega y Gasset, y tam bie n :
"SOlo puede ser exacto lo fan tB.stico. La matem3tica brota de la misma raiz que Ia poe·
s ia, del don imagi nativo".
19
Una vez conocidas estas fu erzas y momentos, el calculo de secciones, y sobre
todo el de secciones de concreto armado, utiliza desde un principia, un procedi·
miento que tiene muy poco que ver con Ia Teoria de Ia Elastici dad. El unico recuer·
do de ella, el diagrama triangular de Ia zona comprimida, esta practicamente des-
echado en muchos Reglamentos y unicamente Ia rutina hace que se siga utilizando
en otros. Los metodos modernos de calculo de secciones son puramente empiricos
y consideran un reparto rectangular de compresiones en el con creto, correspondi en·
le a un coeficien le de 0.85 del de ruptura de probetas cilindricas, teniendo en cuenta
Ia plastici dad del concreto y del hierro para determinar Ia capacidad limite de re·
sistencia de Ia seccion.l 5
Es decir, que para lo umco qu e se utiliza Ia Teoria de Ia Elasticidad es para
el analisis de estructuras continuas, estaticamente indeterminadas o hiperestati cas.
Los procedimientos usuales de obtencion de las fu erzas redundantes o incog·
nitas hiperestati cas estan basados en Ia aplicacion de los teoremas del trabajo. El
mas general, que es el de Castigliano dice: "Expresado el trabajo elastica de de·
form acion en fun cion de las fu erzas ex teriores, su deriYada parcial respecto a una
cualquiera de estas fuerzas, nos da Ia proyeccion sobre su direccion del desplaza·
mien to que se produce en su pun to de aplicacion" . Si deri vamos respecto de un
momenta obtenemos analogamente el giro de Ia seccion en que estii aplicado. Re·
pitiendo este proceso tantas veces como sea necesario, llegamos a un sistema de ecua-
ciones lineales, en numero igual al de incognitas, cuya resolucion nos da las fu er·
zas red und antes huscadas. Es sohradamen te co nocirlo que el procedimiento fu e ina·
pli cah le en Ia pnictica, para t">'lru cluras medianamente complt"·jas, hasta que se ideo,
20
para resolver el sistema de ecuaciones, el metodo de aproximaciones sucesivas co-
nocido con el nombre de metodo de Cross.
Vemos pues, que lo fundam ental en tal proceso es Ia ex presion del traba jo
elastico de deformacion , obten ida como integral de los trabajos elementales corres-
pondi entes a los puntos de Ia superfi cie limite del cuerpo . Para que dicha expre-
si on fu era manejahle e ra preciso que, una vez definidos los tensores de fuprza s p)as-
ticas y deformaciones, Ia relacion entre ambas fu era sencilla, y para que esta re-
lacion dependa unicamente de dos coeficientes ( el de dilatacion lon gitudinal E y
el de dilatacion transversal Q , que se suele substituir por el llamado coefici ente de
Poisson) CJ es necesa rio suponer, entre otras mucha s cosas, Ia homogeneidad e iso-
tropia del material.
DiflcilmPnte podni Pncontrarse un ejemplo m<is claro de obstinacion y falsPa-
mi ento premeditado de los hechos para conseguir e introducir dentro de un moldc
prev isto Ia escurridiza y compleja realidad, que el a rtificioso proceso mediante el
cual van eliminandose coeficientes en Ia !'xpresion general de Ia citada rf'lacion,
ba sta dejarlos reducidos prec isamente a dos.
Una vez obtenida de este modo, ingeniosisimo por cierto, Ia expreswn mate-
ma tica de Ia proporcionalidad entre es fuerzos y deformacion es, lo logico hubiera
sido echarse a buscar un materi al que cumpliera los requisitos supuestos. El hecho
de que el hierro era relativamente homogeneo e isotropo y presentaba una zona
de proporcionalidad, basto para que nuestros abu elos, con un espiritu que hoy lla-
mariamos deportivo, se lanzaran a desarrollar una Teoria estructural estrictamente
matematica y exacta, en Ia que, sin embargo, lo uni co que no se tuvo nunca en
cuenta es lo verdaderamente importante, puesto que es lo que hay que tratar de
evitar, las condi ciones en que se produce Ia ruptura .
21
Podriamos definir tal teo ria eo n las sigui entes palabras: "El analisis estructu-
ral es una ciencia exacta que, basiindose en hip6tesis deliberadamente falsas, pre-
tende determinar, de modo uni co para ca da sistema de cargas, los esfu erzos a que
esta sometida un a estructura cualquiera"-
Como el concreto armado se invent6 cua ndo tal teoria estaba completamente
desarrollada , se aplicaron simplemente los resultados y formula s ya obtenidas, a
las estructuras construidas con el nuevo material, sin pararse, al parece r, a pensa r
que este no respondia en absoluto a los supuestos biisicos de Ia teoria. P ero han
pasado cerca de cien anos y seguimos casi lo mismo. Tendremos que reco rtar, aun
miis, el periodo crea dor de que habliibamos a! principio y dejarlo reducido, en lo
que Se rPfiere al ca]cu]o estructural, a 30 0 cJ,O a nos del sigJo pasado?
Y no se justifi ca este estado de cosas por el hecho de que Ia construccion
pueda considerarse solamente como una ciencia menor, puesto que es, a! mi smo
tiempo, una de las actividades humanas que consumen mayor cantidad de esfuerzo
colectivo. Una mayo r propi edad en los metodos de ciilculo de estructuras que re-
dunde en economia de material y que simplifique el a niilisis de las mi smas, sig-
nifi ca automiiticamente una considerable reduccion del esfu erzo humano en su con-
junto, y, sin emba rgo, el lema que intentamos plantea r parece ser intocable en los
med ios profes ionales, a juzgar por nuestra personal ex peri encia y por Ia escasa
resonancia que han tenido los trabajos publi ca dos sohre el - algunos hace ya has-
tantes a nos - por sus escasos mantenedores. Suelen estos, a ultimas fechas, tra-
tarlo brevemente y como de pasada;" reconociendo de antemano Ia infructuosidad
de ma yores esfuerzos en el vano empeno de luchar contra Ia corriente.
En este sentido es terriblemente significativa Ia introducci6n a! libro de H.
Cross "Continuous fram es of reinforced concrete". 17 Constituye en si una evi den-
te reserva mental, un a autojustificaci6n y renuncia previa a Ia responsabilidad que
pueda recaer wbre el autor por las interpretaciones equivocadas de su libro
que puedan hacer mentes menos claras. Parece como si, reconociendo implicita-
mente Ia inutilidad de plantar el problema en toda su crudeza, nos dijera: "Si, a
pesar de todo, quieren ustedes continuar por ese camino, si han decidido seguir
practicando su ingenuo pasatiempo, aqui tienen un precioso utensilio para que,
cuando menos, ahorren esfuerzo".
Poco, o nada, podriamos anadir a su magistral y conciso tratamiento del tema.
Tendremos que conformarnos con repetirlo, una vez mas, siguiendo Ia linea de nues-
tro razonamiento.
Puesto que el unico procedimiento utilizable en Ia practica para el analisis
elastico de estructuras hiperestaticas es el metodo de Cross, y siendo ademas uni-
versalmente conocido y empleado, tendremos forzosamente que referi rnos a el, en
particular, para dar mayor claridad a esta critica, pero dejando antes bien sentado
que las objeciones habran de referirse a Ia idoneidad de los fundamentos del ana-
lisis y, de nin gim modo, al genial instrumento ejecutivo.
El punto de partida de dicho analisis es Ia consideracion de cada pieza de las
que componen Ia estructura como perfectamente empotrada en sus ex tremos puesto
* - Asi vgr. el sueco A. Holmberg en una memoria sobre el ccilculo de "flat -slabs" o
losas fun giformes, dice : "'en estructuras de concreto armado, el probl ema no tiene que tra-
tarse necesariamente por Ia Teoria de la Elasticidad. El Unico valor del cAlcu]o de esfuerzos
por tal teoria es que describe un sistema en equi1ibrio, pero este equi]ibrio puede lograrse
de muy diversas maneras".
Segun A. M. Freudenthal (23): " Los metodos que se aplican para el calculo de estruc-
turas est.in basados en el supuesto de que los materiales son perfectamente elAsticos: si efec-
tivamente lo fu eran, ninguna estructura estaria segura , ni s iquiera en las condiciones norma-
les de servicio" .
22
que se considera n fijos, e incapaces de giro alguno, los nudos del entramado. Se
eli gen como incognitas hiperestati cas ambos momentos de empotra miento y se pone,
por tanto, en fun cion de ellos Ia expresion integ ral del trabaj o elasti co de cada
pieza. Cuando Ia seccion total de concreto es constante a lo la rgo de Ia pieza, se
considera inva riable el momento de inercia I, y se saca fue ra de Ia integral,
junto con el tambien supuesto constante, coefi ciente de elasti cidad E de Ia sec-
cion, obteniep dose as i las lla madas constantes de pi eza ( Frame-constants) ri gidez,
factor de transmision y factor de distribucion .
Desgraciadamente los valores de E, I, no pueden considerarse constantes para
el concreto arma do. Segun Sali ger," E varia, para un mismo concreto, desde
285.000 Kg/cm 2 , cua ndo Ia seccion esta sin agrietar, hasta un minimo de 40,000
Kg/cm 2 , pa ra una seccion tra baja ndo a flex ion, con grietas en Ia zona de trac-
cion, y porcentaj e de armadura de 0.3'J0 , a umentando este valor, hasta acercarse
al primeramente citado, a medida que a umenta Ia proprocion de hierro. Para p
igual a 1.5'/'0 el valor de E es de 110.000 Kg/cm 2 • Es decir, que E depende no
solo de Ia cantidad y disposicion de Ia a rmadura, sino tambi en de que las solici-
taciones de Ia seccion sean o no capaces de producir grietas en Ia zona extendida,
y por ta nto sus limites de variacion son considerables a lo la rgo de una misma pieza .
Los valores de I son a un mas indeterminados. Algunos autores consideran el
momento de inercia de Ia seccion total del concreto, otros el de Ia zona compri-
mida mas n veces Ia seccion del hierro. P ero incluso si pudi era mos decidirnos por
alguna de las dos definici ones, los valores de I va ri a ria n de acuerdo con Ia posi-
bilidad de que, en vigas T que son las mas usua les, Ia losa contri buye como cabeza
de compresion.
El argumento usual de que no necesitamos co nocer los valores exactos de E
e I, puesto que lo unico que nos interesa son sus va lores rela ti vos, queda nulificado
por las consideraciones anteriores.
Por las mi smas razones, es imposible conoce r de a ntema no los momentos de
empotra mi ento perfecto de cada pi eza, que so n el punto de pa rtida del metodo de
distribucion, puesto que su obtencion depende igua lmente de los valores que a tri-
bu yamos a las mpuestas consta ntes E e I.
Para resumir el razon ami ento a nteri o r, podria mos decir en pocas palabras
que los metodos de anali sis de estructuras hiperestati cas esta n basados en Ia con-
sideracion de las deformaciones y en su hipotl~ti ca proporcionalidad con las car-
gas, o con los esfu erzos que resultan de estas. Pero como las deformaciones del
concreto armado no pueden conoce rse de a ntema no, puesto q ue, para una misma
seccion total de conc reto, varia n, entre otras causas, con Ia propo rcion de armadura y
con Ia a pari cion de gri etas, no hay moti vo algun o pa ra suponer que los resultados del
proceso pueden ofrece rnos un a represcntacion ni siq ui era a proxima da, de las con-
diciones reales de traba jo de Ia estru ctura y mucho menos de las de ruptura .
Teniendo en cuenta que Ia fin alidad de las hipotesis es Ia esquemati zacion o
simplifi cacion de las propi edades fisicas de los ma teriales, con obj eto de hacer ase-
quible el a nali sis de las estructuras construidas con ell os, a un res ulta mas ev idente
Ia incongruencia de los metodos eh1sti cos en el anali sis de estructmas la mina res tri-
dimensionales, o mas brevemente casca rones, cuyo mate ri a l espec ifi co es el concreto
a rm ada, puesto que su procedimi ento de obtencion pe rmite moldea rlo, adaptandose
a cualquier superficie. Co mo los procedimi entos clasicos de atacar este problema
da n Iu ga r a soluciones compli cadisimas, resulta, pa radojica mente, que las hipotesis
simplificadoras solo sin·en pa ra compli ca r Ia cuesti on.
Cuando el espesor del cascaron es mu y pequeiio con relacion a las otras dimen-
siones y al radio de curvatura, cuando no ex iste di scontinuidad de ca rgas, ni car-
23
gas aisladas, y, so bre todo, si los desplazami entos de los puntos del ca rca ron , al
carga rse este, son peq ueiios en comparacion con el espesor, es posible aplicar Ia
teo ria de es fu erzos de memb rana. Supone esta que todos los esfuerzos son tan gen-
tes al casca ron y estan repartidos uniformemente en su espeso r, es decir, que no
ex isten fl ex iones que el casca ron seria in capaz de resistir. Las seis componentes del
tensor de esfue rzos en cada punto quedan reducidas a tres - dos componentes nor-
males y una tan gencial- o, lo que es lo mismo, el tensor es plano.
Si el mod o de susten tacion del cascaron permite considerarlo como isostatico,
bastan las ecuaciones de equilibrio estatico de membrana para resolver el proble-
ma, pero precisamente por eso es necesario que se cumpla Ia ultima condicion de
que los desplazamientos sean pequeiios, para que dichas ecuaciones de equilibrio
puedan ser validas despues de Ia deforma cion. En cada caso hay que comprobar
que se cumple esta condicion, pero, siendo probletnati ca Ia comprobacion analiti,
ca, no queda mas remedio que Ia experimen tacion sobre modelos o estructuras
reales para, en caso necesar io, di sponer refuerzos de ri gidez que mantengan las
deformacion es dentro de limites aceptables.
No se crea, sin embargo, que el planteamienlo de las ecuaciones de membrana
es cosa sencilla, salvo en el caso de superficies cuya expresion analitica sea ele-
mental y, de todos modos, Ia integracion de dichas ecuaciones supone siempre Ia
aparicion de constantes de integracion, cuyo valor solamente puede determinarse
en ciertos casos por las condi ciones de contorno o de apoyo.
Pero, en genera l, el problema matemati co es indeterminado, principalmente
cuando el cascaron esta unido a otros elementos es tructurales deformabl es (vi gas
de borde, otros cascarones analogos, etc.). En estos casos hiperestaticos, ya no bas-
tan las ecuaciones de equilibrio o de membrana y hay que utilizar, como es cos-
tumbre, los teoremas del trabajo o potencial interno para obtener el numero nece-
sa rio de ecuaciones, con lo cual vuelven a susci tarse las mismas dudas, a que antes
hi cimos mencion, respecto a las deformaciones y su proporcionalidad con los es-
fu erzos, agravadas ahora por Ia complejidad del problema.
Uno de los modos de resolverlo, en cascarones cilindricos largos, es conside-
ra r como incognitas hiperestaticas las fu erzas ficti cias que sean capaces de cerrar
Ia grieta que se produci ria entre dos elementos estructurales conti guos, si estos fue-
ran capaces de deformarse independientemente. Para los que se hayan interesado
por estas cuestiones es de so bra co nocida Ia enorme dificultad de este problema :
mejor diriamos, Ia casi imposibilidad material de resolverlo. Su planteamiento exige
expresar las cargas mediante seri es de Fourier y el empleo de funciones de variable
compleja para resolver Ia ecuacion diferencial de octavo orden que resulta de Ia
condicion de compatibilidad, a pesar de importantes, y no siempre aceptables, sim-
plifi caciones. A consecuencia de ello es imposible tener presente, durante todo el
proceso matematico, Ia realidad fi sica de Ia cuestion y no podemos darnos cuenta
de los frecuen tes errores hasta lermina r el laborioso proceso que, a menudo, y por
esta ca usa, ha y que volver a empezar varias veces.
Hasta ahora, ademas, solo ha podido plantearse el problema analitico en cier-
tos casos muy si mples, exteriormenle isostaticos. Por ejemplo: en casca rones cilin-
dri cos largos, a pesar de que Ia expresion de Ia superficie en coordenadas cilindri-
cas es mu y se nci lla, solamen te pueden analizarse por este metodo los simplemente
apoyados, y no los continuos sob re va ri os apoyos con lo cual quedan fuera de su
campo de aplicacion la mayoria de los casos que se presentan en Ia practica, o hay
que prescindir de la continuidad, que es una de las mayores ventajas del concreto
a rmado .
24
Si tenemos en cuen ta Ia indeterminaciiin inherenle a las deformaciones del <.:on-
creto armado, antes de conocer Ia cantidad y di sposiciiin del hierro de refu erzo,
Ia (mica certeza que nos proporciona el melodo esbozad o es Ia de Ia exlraordina-
ria complejidad del proceso matemali co. Para muchas mentes esta complicaciiin es
siniinimo de exactitud, pero Ia realidad es que tal exactitud es completamente ilu-
soria. La prueba esta en que al dimensionar y si tuar el hi erro de refue rzo se sigue
un criterio totalmente opuesto al qu e se ha mantenido durante todo el deEarrollo
analitico. Aunque el modo de dimensionar no suele mencionarse en Ia literatura
tecni ca que trata de estas cuestiones -q uiza para no hacer palente su in congruen-
cia- Ia verdad es que ello se hace de una manera bastante irracional, si conside-
ramos el enorme trabajo previo. Segiin Johansen a6 : "Los esfuerzos de tracciiin
se suman en una fuerza total y el iirea del refuerzo se determina, dividiendo esta
fue rza por el coeficiente de trabajo, igno rando el hecho de que las deformaciones y
el coefi cienle de traba jo no se corresponden, puesto que aquellas no son constantes
en toda Ia zona sometida a tracciones. Con esta se ria discrepancia entre esfuerzos
y deformaciones, desapa rece Ia justificaciiin de todo el precioso trabajo matemalico
y complicado calculo, puesto que Ia base del mismo es Ia teoria de Ia elasticidad,
en Ia cual se corresponden el esf uerzo y Ia deformaciiin" _
La consecuencia inmediata de las consideraciones anteriores es : que los me-
todos basados en la Teo ria de la Elasticidad no son apropiados para el anrilisis de
estructuras hiperestritica.s de concreto arrnado, y como estos metodos son los iinicos
admitidos por Ia mayoria de los Reglamen tos, nos enconlramos ante el hecho insii-
lilo de que no podemos aplicar, para el calculo de estructuras de concreto armado
-casi el iini co material estructural- , metodos que esten de acuerdo con sus carac-
teristicas.
A los que consideren exagerada esta afirmaciiin, recomendamos simplemente
que traten , como problema ilustrativo, de determinar analiticamente Ia deforma-
ciiin o linea elasti ca de una viga de concreto armado, simplemente apoyada en sus
ex tremos, y despues de analizar concienzudamente este sencillo problema, que co n-
sideren si es admisible Ia hipiitesis de que el giro de una secciiin es proporcional
al momento que Ia solicita , o si creen que puede plantearsse seriamente el problema
de igualar las deformaciones del cascariin cilindri co largo y su viga de borde.
La cuestiiin no es, sin embargo, tan grave como aparenta porque el concreto
armado, si no tiene las condiciones que Ia elasti ci dad se empeiia en atribuirle, po-
see en cambio, otras ca racteristicas que unidas a un conservador, aunque no ex -
plicito, coefi ciente de seguridad, contribuyen de manera efectiva a Ia estabilidad
de las estructuras levantadas con eL Nos referimos a las deformaciones plasticas
que los materiales son capaces de admitir, cuando las solicitaciones alcanzan deter-
minados limites.
Aunque nuestra intenciiin, en esle trabajo, es iini ca mente plantear, una vez
miis, el problema; creemos necesa rio, para que no se nos tache de pesimistas, o de
hace r simplemente labor nega tiva, recordar las bases soh re las que se ha intentado
resolverlo, esperand o que ello, unido a Ia bibli og raffa sobre el tema que adjunta-
mos, si n ·a de estfmulo para una cooperaciiin que co nsideramos urgente, encaminada
al planteamiento y desarrollo de una nueva teo ria estruetural que pueda se r admi-
tida, generalmente, en substituciiin de Ia actua l, ya periclinada.
Vamos, pues, a intentar expo ner, lo mas hn·n ,mente posihle, Ia [orma en qu e
Ia plasticidad previa a Ia ruplura contribuye, mediante Ia metastasis, a que las par-
Ies menos cargadas ayuden a las que lo estan mas y. en definitiva , coopere a que
se utilice ventajosamente Ia con tinuida d de Ia estructura. ·
Examinemos, en primer Iugar, lo que ocurre en una secc iiin de co ncreto ar-
25
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Fig. 3. SucesiOn de estados de es/uerzo en una viga que se va cargando hasla Ia rotura .
Las figs. l y 2 estan tomadas del libro "Die Neue T heorie des Stahl beton s" de R . Saliger y Ia
3 de "EI Horm ig6n Armado" del mismo autor.
27
mad o, sometida a flt ·xio n simple y armada solamente t•n d lado de traccton , a
medid a que aumPntan las soli c itac ion es, hasta ll ega r a Ia ruptura , ( Fi g. 3) . Cuan-
do estas son peq ue ii as, Ia St'cc io n f un c iona cas i co mo si fu era homogenea y el re-
parto de esfu erzos es trian gular, ta nto "" Ia zona de comprension es como en Ia de
t racciones. * AI i r aumenta ndo el momento solicitante, se sobrepasa Ia capacidad
resistente del con creto a traccion, despues de pasar por un breve p eriodo plastico
en que se curva Ia parte inferior del diagrama de esfu erzos; Ia seccion se a grieta
y las tracciones son admitidas imicamente por el re fuerzo , subiendo Ia posicion de
Ia linea neutra . AI in crementa rse nuevamente el momento, f' l esfue rzo en el borde
compr imid o alcanza el limite de plasticidad o de flu encia (Fig. 1) , pero no pasa
de el, sino que a l aumentar las df'formaciones sin aumentar los es fu f' rzos, pe rmi-
ten ( incluso conservand o Ia hipotesis de Navier, de Ia d!'formacion plana ) que toda
Ia zona comprimida vaya alcanzando el es fu e rzo limite, curvandose, por tanto, el
dia grama de comprensionf's hasta a proximarsf' al rf'cta ngulo.
AI mi smo ti empo, puede ocurrir o no, que Ia a rmadura ll eguf' ta mbi en a su
limite de flu en cia (Fig. 2) , cle pendi endo ta l ocurren cia del porce nta je de hi erro
en relacion con Ia ca lidad del conc rPto." En el caso de que llegue a produ cirse Ia
deformacion plastica de Ia armadura ( ar maduras dehilf's) , suhe rapidamente Ia li-
nea neutra, aumenta li ger amente el hrazo de palanca de las fu erzas internas, y se
produce por fin Ia ruptura por compresion en el concreto, a compaiiada de gran-
des deformaciones angulares. En el segu ndo caso, de armadura fuf'rte, la ruptura
del concreto comprimido tiene Iu ga r antes cle llegar a ceder <>I hi erro . Vf'mos, pues,
que Ia ruptura se produce siempre, - directa o indi recta mente- a! sobrepasarse
Ia resistencia del concreto a la com presion. La diferenc ia (que, como luego vere-
mos, es importa nte ) co nsiste en que PI primer caso va acompa ii a do de de forma cio-
nf's mucho mayo rf's que el segundo.
S i, ohstinadamentf', se qui ere seguir suponiendo, co ntra toda logica, que los
es f uerzos son proporcional es a las de fonnaciones basta PI momf' nto de Ia ruptura,
ha bria que admitir tam hi en que, in <'xplicahlf'mente, Ia resistencia del concrf'to a
Ia comprens io n por f! Px ion es muy superi or a Ia de ruptura de pri smas o prohe-
tas cilindri cas.
La cuestion podria parecer un tanto futil si nos a tenemos solamente al hecho
de que, para los casos usuales en que predominan los porcentaj es debiles de arma-
dura, los resultados final es del calculo de seccion es por esta teoria son mu y seme-
ja ntes a los que se obtienen con los metodos habituales. La importancia de Ia con·
sideracion de los estados plasti cos reside en que, por una parte, amplia conside-
rablemente los limites del porcentaj e de armadudra que puede admitir una sec-
cion ( II) y, sobre todo, en que proporciona un conocimi ento m as a mplio y exacto
del verdade ro reparto de las fue rzas internas, haciendonos ver mas claramente el
juego de fu erzas y deformaciones que tiene Iugar en Ia seccion y permitiendo in-
terpretar cie rtos resulta dos de en sayos sobre vigas, que Ia T eoria de Ia Elasticidad
era in capaz de explicar sati s fa ctoriamente .
~' Pe rmitasenos que no e mplecmos como sin Onimo de tracc iOn, cl an g]icismo usual e n Me-
xi co, de tensiOn, que se pres ta a confu siones, ya que su verd ade ra acepc iOn es Ia de es/u.erzo ,
tanto de tracc iOn como de compre nsiOn.
T ampoco utili za remos Ia palabra fatiga para nombra r a los es/uerzos o tensiones, ya que
e l vocab lo ti e ne un signific ad o mcis castizo para des ignar Ia disminuc iOn de res iste ncia f!U C
se produ ce e n los mate ri ales como eonsccuc nc ia de nume rosos es fue rzos alt e rnad os o ciclos de
hist6resis.
* Para mayo res diJtus so hre este le ma, rec luTa ~e a la ohra , ya c itada , de R. Saliger "Die
ne ue Th eo ri c des S tahlbetons auf Grund de r Bild samk e it vor de m Bruch", cuya ve rsiOn cas·
tel lana estam os termin ando.
28
Por otra parte el poner a nueslra disposici6n una imagen mu y clara del fen6-
meno de ruptura, permite eliminar el concepto de esfuerzos admisibles o coefi cien-
tes de trabajo afectados de un factor de seguridad distinto pa ra cada materiaL El
calculo por el nuevo procedimiento se efectua con un coeficiente de seguridad unico
para toda Ia secci6n, que puede variarse a voluntad de acuerdo con Ia mayor o me-
nor probabilidad de ocurrencia de las cargas limites.
Su consideraci6n es ademas fundamental para Ia cornprensi6n ulterior del pro-
ceso de deformaci6n de estructuras cornplejas, que tanta importancia tiene pa ra
determinar las condiciones de ruptura de las rnismas.
Ya hernos indicado antes que una de las principales ventajas del concreto ar-
mado es su rnonolitismo que produce automaticarnente estructuras continuas o re-
dundantes, pero como esta continuidad presenta el inconveniente de complicar extra-
ordinariarnente el analisis cuando se conduce por los rnetodos clasicos, es conve-
niente que, antes de iniciar el examen detallado de dichas estructuras, dejemos bien
sentado el concepto del papel que desrnpiia Ia continuidad en Ia funci6n resistente
y sobre todo en Ia estabilidad de las rnismas.
Dicho concepto, va implicito en el mismo nombre con que suele designarse a
tales estructuras, como estaticamente indeterminadas o hiperestaticas. Este nombre
indica claramente que al no bastar, para determinar las condiciones de equilibrio
del con junto, las ecuaciones de Ia estatica, tal equilibrio puede conseguirse de muy
distintas maneras que dependen, en general, de las posibilidades de deformaci6n
de Ia estructura. Las reacciones de apoyo pueden, por tanto, adoptar valores muy
diversos, siempre que sean compatibles con el equilibrio estatico del conjunto y,
en definitiva, al no estar limitada a una soluci6n unica e indefectible, Ia estruc-
tura se defi ende contra Ia acci6n de todos los posibles estados de carga, o incluso
de fallas de los apoyos, adoptando aquella soluci6n de distribuci6n de fuerzas y de-
formaciones que le permita resistir mas c6modamente las solicitaciones externas a
que esta sometida en cada caso.
Tal acomodaci6n aprovecha cuantos medios tiene a su alcance para mantener
el equilibrio de Ia estructura y uno de los mas importantes es Ia posibilidad de ad-
mitir deformaciones plasticas en las secciones criticas, es decir, en aquellas seccio-
nes que estan expuestas a alcanzar antes que las demas su capacidad de satura-
ci6n de esfuerzos.
Asi como en las estructuras estliticamente determinadas o isostaticas, al produ-
cirse en uno de sus puntos o secciones dicha saturaci6n, y comenzar a ceder esta
plasticamente, arrastra tras de si a l resto de Ia estructura, derrumbandola, en las
hiperestaticas es necesario, para que ocurra el colapso, que el numero total de pun-
los o secciones q ue fallen sea superior en una unidad al grado de indeterminaci6n
de Ia estructura.
Asi, por ejemplo: una vi ga simplemente apoyada en dos puntos se desplomara,
doblandose en dos, al ceder una secci6n intermedia cualquiera, pero una viga em-
potrada en sus dos extremos, siendo hiperestatica de segundo orden, exige que se
produzca Ia falla en Ires de sus puntos - los dos empotramien tos y el centro- para
que ocurra Ia ruina. Si unicamente se rompen los extremos queda r{t en las mismas
condiciones de apoyo simple que caracterizaban al primer caso, es decir, habra des-
aparecido Ia indeterminaci6n pero a costa de Ia seguridad, puesto que ahora depen-
dera esta de Ia resistencia de una sola secci6n. Sin embargo, las deformaciones de
Ia viga en estas condiciones seran dd mismo orden de magnitud - a pesar de ha-
her fallado dos de sus secciones- que las corrcspondientes a Ia pri mera viga isos-
tatica, mientras tanto que Ia secci6n restante no haya llegado a su limite elasti co.
Puesto que Ia falla de los extremos no implica necesariamente Ia ruptura de los
29
mismos, sino que de hecho se produce en Ia mayor parte de los casos, mediante de-
formaciones pliisticas (del mismo orden de magnitud que las de forma ciones eliis-
ticas usuales ) al alcanzar el material su limite eliisti co o de flu encia, carece de sen-
lido hace r depender Ia seguridad de Ia estructura de Ia posibilidad de que se pro-
duzcan tales fallas parciales. El coefi ciente de seguridad debe aplicarse a las con-
di ciones de ruptura total, y en este estado el reparto de momentos o de esfuerzos,
no tiene por que coincidir con el que determina Ia Teoria de Ia Elasticidad.
De acuerdo con esta teoria, en una vi ga empotrada de seccion constante y
carga uniformemente repartida, Ia di stribucion de momentos entre los empotra-
mientos y el centro esii determinada de modo uni co, correspondiendo un valor de
]2 ]2
P
12" a Ios pnmeros
. y cIe ~
p a Ia seccwn
·- centra I.
Supongamos, en primer Iugar, que Ia vi ga es de acero . AI sobrepasarse el li-
mite ehlstico en los extremos, ceden estos pliisticamente, creiindose alii articulacio-
nes de momento determinado ( el que corresponde a di cho limite) . A partir de aqui,
si siguen creciendo las cargas, el momento que tiene que resistir Ia seccion central
va aumentando hasta llegar al valor de ruptura, que sera igual a los de empotra-
qJ2
mien to y de - - (siendo q Ia carga de ruptura ) . Es decir. que en el estado de
16
ruptura, el repa rto de momentos se produ ce con el mi smo valor en las tres sec-
ciones criticas.
Se podria ll egar a este mismo resultado si guiendo Ia Teoria de Ia Elasti cidad,
si se tu viera en cuenta Ia variacion del coefi ciente de elasticidad correspondiente
a! estado de fluenci a de los extremos, pero es int1til tomarse tal trabajo.
30
Las primeras semi-articulaciones se produciriin con una carga p = 12 / 16.
q = 0.75 q, por lo que, si calculamos, como es usual, con un coeficiente de segu-
ridad de 2, no llegariin siquiera a presentarse tales semi-articulaciones con las car-
gas de trabajo y habremos obtenido una economia de un 25 % -
Si Ia viga es de concreto armado, solamente se mantendriin las condiciones
que permiten aplicar las teorias eliisticas, mientras tanto que las cargas sean mini-
mas y no se ha ya agrietado ninguna secci6n. U nicamente para estas car gas po-
dremos considerar un reparto de momentos con un valor doble de estos en los apo-
yos que en el centro. AI aperecer las primeras grietas disminuye bruscamente, en
las secciones correspondientes, tanto el coeficeinte de elasticidad como cl momento
de inercia. La ley de variaci6n de estas cantidades es, sin embargo, tan imprecisa
que imposibilita priicticamente el aniilisis eliistico de Ia viga de secci6n variable que
resulta. Afortunadamente tampoco es necesario para nada. Lo 1mico que necesita-
mos conocer es el diagrama isostiitico de momentos, perfectamente determinado
puesto que solo depende de Ia Meciinica.
La magnitud del momento capaz de provocar semi-articulaciones depende de
Ia disposici6n y magnitud de las armaduras, es decir, estii sujeto exclusivamente a
nuestro arbitrio. Variando caprichosamente Ia recta de cierre del diagrama isostii-
tico podemos conseguir Ia distribuci6n de momentos que consideramos mas conve-
niente, siempre que dispongamos las armaduras de acue rdo con tal elecci6n. Me-
diante un proceso deformativo , aniilogo al descrito anteriormente para Ia viga de
acero, pueden alcanzarse los casos extremos de transformar Ia vi ga de concreto en
simplemente apoyada o en dos voladizos unidos en sus extremos, con Ia natural
restricci6n, para estructuras que hayan de quedar expuestas a Ia intemperie, de que
el agrietamiento en las zonas de tracci6n de las articulaciones puede ser inadmisi-
ble o peligroso. Sin embargo, en estructuras de edificios, que van generalmente re-
cubiertas, tal consideraci6n no tiene mayor importancia.
Existe, no obstante, otra limitaci6n Imls importante puesto que impide las gran-
des deformaciones pliisticas que son Ia base del proceso. Si el porcentaje de arma-
dura, en las secciones en que han de producirse las semi-articulaciones, es superior
a! critico, es decir, si Ia ruptura del concreto por compresi6n tien e Iugar con ante-
rioridad a Ia entrada de Ia armadura en su periodo pliistico, no puede llegar a pro-
ducirse Ia redistribuci6n de momentos puesto que previamente se habriin provocado
roturas inadmisibles en dichas secciones criticas.
Sin embargo, para calidades medias de los materiales, r;j = 2400 Kg / cm 2 . ,
limite eliisti co del acero) y r;p = 120 Kg / em" . (esfuerzo de ruptura del concreto
en cilindros), el porcentaje limite de Ia armadura es de 1.8% ,1'• bastante supe-
rior a los porcentajes usuales, por lo cual, el problema o limitaci6n mencionada no
suele presentarse, salvo en casos excepcionales en que este muy limitada Ia altura
de las vigas, y que, en gene ral , son antiecon6mi cos.
Siguiendo un proceso aniilogo a! que hemos expuesto para Ia vi ga de acero
puede determinarse, en cada caso particular, Ia posibilidad de que se produzcan o
no semi-articulaciones con las cargas de trabajo.
El aniilisis de una viga de concreto armado, continua sobre varios apoyos, se
reduce, teniendo en cuenta las consideraciones ante riores, a dibujar los diagramas
de momentos isostaticos para cad a tramo y fi jar despues las rectas de cierre de
modo que formen una linea quebrada continua. Teniendo en cuenta las limitacio-
nes mencionadas con anterioridad, podemos, por ejemplo, hacer iguales los momen-
tos positivos y los negativos, siempre que di spon gamos las armaduras de acuerdo
con tal elecci6n 1 8
31
Con este criterio se simplifica ra igualmente el analisis de estructuras mas com·
plejas, como porticos o marcos multiples, o se hara posible el de aquellas en que Ia
dificultad del problema matematico hace inapli cables los metodos usuales. Por ejem-
plo: Ia teo ria de ruptura de losas "" y "", permite el analisis sencillo de losas
tie contornos arbitrarios, con ca rgas concentradas y sobre apoyos puntuales, que Ia
Teoria de Ia Elasticidad seria incapaz de plantear siquiera. El calculo de cascaro·
nes cilindricos largos que, segun indicamos, es uno de los problemas mas compli·
cados que pueden plantearse al elasticista, se reduce, de acuerdo con las teorias de
ruptura, al calculo de una viga de concreto de seccion distinta de las usuales, es
decir, a un problema de equ ilibrio de fuerzas y momentos que puede resolverse en
unas cuantas horas.
Como Ia insistencia en el detalle de estos procedimientos alargaria intermina·
blemente este trabajo, y puesto que no aiiadiriamos nada nuevo a lo expuesto por
otros autores, remitimos al paciente lector que se interese por estos temas a Ia bi-
bliografia que, sobre ellos, incluimos al final.
Quiza el principal inconveniente para Ia aceptacion general de estos metodos
consiste en su extremada sencillez, aparte, del no pequeiio, de ex igir que el pro·
yectista tenga criterio. Son ya muchos los a iios de predominio exclusivo de las teo·
rias elasticas, con toda su complicacion matematica, para que pueda prescindirse
bruscamente de Ia conviccion de que constituyen el unico medio de resover el pro·
blema.
En esto consiste, probablemente, el mas grave pecado de Ia Teoria de Ia elas·
ticidad. Su pretension de obtene r soluciones exactas y unicas h a impedido, en mu·
chas ocasiones, buscarlas por otros !ados y percibir siquiera otros aspectos del pro·
blema. Es como si, al mirar un edificio o una escultura, se nos fijara previamente
un solo punto de vista, de tal modo limitado, que no permitiera darse cuenta de
todas las caracteristicas del objeto observado. I ndudablemente que ellos nos produ-
ciria una imagen restrin gida, y proba blemente erronea, de su verdadera condicion
y dimensiones.
La construccion de una catedral gotica, no obstante verificarse sin el auxilio
del calculo diferencial, supone un refinamiento exquisito en el empleo de un mate·
rial de tan evidentes limitaciones como la piedra, mientras que la h~cnica moderna
-abrumada, si n duda, por Ia enorme pesadumbre de Ia ciencia matematica- solo
en contadas ocasiones ha conseguido aprox ima rse a ta les sutilezas constructivas, a
pesar de contar con un material mas perfecto, como es el concreto armado.
Ello nos obliga a pensar que los metodos elasticos pueden haber constituido
una remora en el desarrollo normal de la tecnica estructural. Aunque esta afirma ·
cion suene a blasfemia en muchos oidos excesivamente cientificos, quisieramos, por
un momento, imaginarnos que el progreso de tal tecnica se hubiera verificado me·
diante la evolucion de los conceptos intuitivos y experimentales que predominaron
durante Ia Edad Media y el Renacimiento, y que tan brillantes resultados produjeron.
Es muy posible que de este modo, estimulando el ingenio de los constructores
(por algo se les llamo ingenieros), se hubiera Ilegado a un mejor aprovechamiento
de los materiales, puesto que se hubieran planteado los problemas mas francamente,
sin el prejuicio que representa Ia condicion previ a de que sea posible resolverlos
matematicamente. Las formas mas convenientes y Iogicas no son, generalmente, fa·
ciles de analizar desde un punto de vista matematico y, por tanto, se ha ido aban·
donando su empleo en favor de soluciones menos apropiadas pero que, sin em·
bargo, se dejan analizar mas simplemente. Se ha olvidado que, como dice Cross, 1 7
" Lo que necesitamos es una estructura, no un analisis".
32
Se ha llega do a Ia aberracion de crear a rtifi cialmente - y, en muchos casos,
con enormes difi cultades de ejecucion- condiciones de isostatismo, mediante arti-
culaciones de las est ructuras, con evidente menoscabo de Ia estabilidad de finitiva
de las mismas, y sin otra justificacion constructiva que Ia de facilitar el plantea -
miento analitico del problema.
En resumen, creemos haber reunido o insinuado suficientes datos y razona·
mientos para que se empiece a pensar seria mente en Ia posibilidad de sustituir los
procedimi entos habituales de an alisis estructural por otros mas adecuados, simples
y !&gicos, coincidiendo con Ia opinion de Van de r Broeck quien, a! final de su libro 22
dice, " Personalmente considero el "superenfasis" en el analisis elastico de los
ultimos cincuenta aiios como una aherracion que presenta muestras de estar per·
di endo su preponderancia".
La excesiva generalidad del lema que planteamos y Ia eli'mental consideracion
del espacio aceptable en un ensayo de este tipo, nos ha impdido profundi za r a de-
cuadamente cada uno de los puntos bosquejados. No era , tampoco, nuestro proposito
ini cial a gotar Ia cuestion , pe ro ello, unido a Ia a useneia de formulas compli ca da s,
mejor dicho, a Ia ca rencia total de dlas, puede da r Iu ga r a una impresion erronea
de superficialidad, que lamen tariamos mucho por se r absolutamente opti('Sta a mws-
tras verdaderas intenciones.
Quiza, analizando lo expuesto con toclo detalle y minuciosid ad, puecla estimarse
que ex iste cierta exage racion en a lgunos co nce ptos, pero para poncrnos en ca mino
de aceptar una nueva verdad tenemos forzosamente que triturar primero casi tod o
lo aprendido anteriormente y, de cualquier modo, - segun Ortega y Cassel: " P en -
sar es, quierase o no, exagerar. Qui en prefi era no exage rar ti ene que callarse; miis
aiin: tiene que ver Ia manera de paralizar su intelecto" .
.33
II ; b I ; 0 g ,. a f i a
COEFICTENTE DE S EGURIDAD
CALCULO DE SECCIONES
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Magazine of Concrete Research , Jul y 1950.
35
Cl - ·~
36
iglesia en
Ia medulla mila!Jrosa
mexico, d. f.
1952 1953
FH U .\ C. t .\"/J E L 4.
37
Perspectiva axonimCtrica de las cubiertas de Ia iglesia
La medalla milagrosa, obra del arquitecto Felix Candela.
Mexi co, D. F., 1952.
l
< uo
I l • .•
l
~ 1.110
l
=t •.u
..
C: A l. L [ D I I 1l C A T I 0 P' A N
40
La iglesia terminada y, rn primer plano el campanile , que
se encllentra aislado del resto de Ia obra.
Estudio para clarificar el problema de cubierla y apoyos.
44
Vist.a interior de Ia nave principal.
45
-16
capilla en
•I D 9 s 9
(! S l r II (' I II r t1 :
47
PLANTA PR I NCIPAL
c:APILLA K LASHIMMAS K SAIIVICCMft.
ESC . 1.200 A~Q . IN.IOUC
0 I 0
48
Corte de Ia capilla. S e aprecia Ia cripta y los apoyos.
A It Q • If MI I Q UI 01 LA W0 I A Y P A L 0 M A ft
0 I S 10M. I •1 It 0 I t It
49
Vista de Ia cubierta. En Ia parte central se encuentra un
'{;iual. AI penetrar La luz, incide sobre el altar.
50
Parte superior de Ia cubierta de Ia capilla.
51
Fachada de la capilla abierta en Cuernat·aca, 111orelos,
1958.
52
capilla en
cuernavaca, morelos
9 5 9
arquiteclos:
MANl'EL LA/lROS.<-l
Gl!IU~ EilMO llOSSELL
53
Plantas de Ia cubierta y de la cimentaciOn de la capilla abierta
en Cuernavaca, Morelos, 1958.
54
Fachada principal de Ia capilla abierta en Cuernavaca, JJilor.
55
lista de obras en colaborado
p lJ, L I X L A
A.- IGLESIA S.
l. Iglesia de Ia Virgen
Felix Candela.
2. Capilla del os Misione
Arq 0s. Enrique de Ia
3. Iglesia de San Anto 1956. A rq "s.
Enrique de Ia Mora
4. Capilla de San Vicente
que de Ia Mora y Fernando
5. Iglesia de San Jose Ohrero
y Fernando Lopez Carmona.
6. Capilla ahi erta en Lomas de vaca, Mor. 1958. Arq"s. Cni-
ll ermo Rossell y Manuel La
7. Iglesia de Ntra. Sra . del Re ugJ1~.--, u 1960. Arq"s. Antonio Garfias
y Guillermo Rode.
8. Sinagoga en Guatemala.- 1
9. Iglesia en Oklahoma-City.-- E.
l. Pa1Jelllo!}.£§Jf;!~@;il~~'Si-'-'"'f>:
2. Bolsa
do Lopez Carmona.
3. Concha ac ustica en Ia Arcf" Ma-
rio Pani.
4. Entrada a un fraccionami ento 1957. Arq"s. Guillermo
Rosse! y Manuel Larrosa .
5. Plaza de los Abani cos, Lomas Guillermo
Rossell y Manu el Larrosa .
6. lnstituto An glo Mex icano de del Auditorio. Mexi co, D. F.
1961. Arq" Enrique de Ia Mora.
56
D.-MERCADOS
l. Aduana de Mex ico.- Mexico, D. F., 1952. Arq" Ca rlos Reea mi er.
2. Laboratorios CIBA de Mexi co.- Mexi eo, D. F., 1952. Arq'' Alejandro Prieto.
3. Tex tiles Rivetex.- Cuernavaca, Mor., 1953.
4.. Destiladora Bacardi.- La Galarza, Puebla, 1954.. Arq"s. Hector Mestre y Ma·
nuel de Ia Colina.
5. Fabrica Herdez.-S. Bartolo Mex., 1955.
6. Laboratorios LEDERLE.- Mex ico, D. F., 1955 . Arq" Alejandro Prieto.
7. Fabrica Cafes de Mexico.- Mex ico, 1955. Arq " Gui llermo Rivadeneyra.
8. Nueva planta Bacardi.-Cuautitl an , Mexico, 1959. Arq s. Sacmag.
0
9. Bodega para Nacional Distri buidora.- Mexi co, D. F., 1960. Arq" Rodri go Zo·
rrilla.
y numerosas bodegas y fabri cas hasta un total de 24.0, obras de cascaron.
57
b i 0 g ,. a f i (l
58
Secrctario de Educaciiin Publica
SR. DON JA IME TORRES BODET
Coordinador T ecnico
SR. DO N J ES US R. TALAVER-1
Luadernos de ~ rquitectura
/Jirertor: .-IRQ. R UTH RII"ER .-1
] eje dP Redacciiin:
SALVADOR PI NO NCE L LY
Fotografias dt>
H UGO ME N ENDEZ
H. GARciA Y SRA. ME:' IDEZ
Portada y forrnato:
SALVADOR PI NO NC ELLY
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