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Me gusta pensar que soy mejor escribiendo que hablando, la verdad es que en ninguna de las dos formas

soy bueno, pues cuando quiero hablar claro las ideas que hace apenas unos segundos ya tenía en mi mente
se me esfuman casi diciéndolas, en la mitad de esos segundos se empiezan a borrar se acomodan en lugares
en donde yo no las había dejado, y resulta que cuando quiero escribir nunca es suficiente el modo y las
palabras, termino escribiendo algo diferente de lo que quería transmitir, pero bueno así pasa a veces, y que
bueno que no siempre, sería un error entonces esta idea de inmortalizarte, dejando de lado mi casi nada
experiencia en la literatura y mi poco conocimiento sobre la escritura. Pero aquí estoy intentando hacer algo
que ya desde hace tiempo tenía ganas de hacer, como ese antojo que se tiene por un platillo exótico o esas
ganas de ir a un lugar que hace tiempo uno ya ha visitado. Pienso que es la mejor manera de que nos
quedemos para siempre juntos, sin tantos errores, sin tanto orgullo, sin tantas mentiras, sin tanto de nuestros
malos modos y más de nuestro gran amor que algún día nos tuvimos.

Porque he querido escribir de nosotros, porque mi afán de traer te otra vez a mi cabeza, de recordarte, pues
quiero volver a vivirte y a vivirme a tu lado. Por ahí dicen que: “recordar es volver a vivir“ y quiero recordar el
inicio, cuando nada parecía que podía ser, cuando pensaba que solo ibas a jugar o a ser una persona más en
mi vida, un viaje más para llegar a esa “persona indicada”, me da mucha gracia eso de: “persona indicada”.

Esta vez nos vamos a quedar juntos muy a tu pesar, te voy a enseñar como si nos quedamos juntos, aquí
entre letras, mis palabras, mis deseos, mis más escondidos deseos subconscientes, mis sueños aquí entre tú
y yo, y nuestro amor, el temblor más grande que mis pies han sentido, mis lágrimas más sinceras, el dolor
más pesado y mi hasta hoy entera felicidad. Te amo mi gran amor, tu mi gran amor.

Cuando recuerdo mi época preparatoriana me da tanta vergüenza, que a veces hago como si no hubiera
pasado y como que se me olvidan cosas, me engaño yo solo, como si nunca hubieran pasado algunas cosas
y cuando me platico a mí mismo algunos recuerdos me enojo, es como esa discusión interna que a veces
tenemos.

Era el año de 2008 cuando yo ingresaba a mi tercer intento por terminar por lo menos el primer año de
preparatoria, ya había intentado en dos escuelas anteriormente, yo me decía –es tu época rebelde, en uno o
dos años vas a comprender que todo esto pasa y serás más responsable, y resulta que me duro más de dos
años, que absurdo o como se pueda decirle, no entendía las palabras o los consejos, creía que todo lo sabía
y que todo iba a ser tan fácil como desearlo. Yo recuerdo bien el fin de semana antes de entrar a ese colegio,
fui con mi mamá a comprarme unos zapatos, que ya tenía pero no importaba ya tenerlos, al centro comercial
de Galerías Coapa, entre tienda y tienda, por fin escogí unos Nike color azul rey más tenis que zapato pues
estaban más cómodos que bonitos, era ya más porque me quería ir que por otra cosa y como mi mama me
dijo esa aprobación que siempre espero de ella –esos Alan están bonitos y combinan con el uniforme, no se
diga más y los pedí medio número más grandes por eso de la comodidad. De regreso a mi casa, me hacía
miles de preguntas, a quien conocería, que tan difícil iba a ser esta vez adaptarme a esta nueva escuela,
tendré amigos o amigas, ¿podría terminar por fin aunque sea mi primer año de preparatoria?, llegando a mi
casa el discurso de mi papá ya me esperaba sus eternas apalabras que jamás guarde conmigo pues así
como me las decía me salían por el otro oído, tan cierto como ellos me lo decían –Alan tienes a aprovechar
esta vez, no va a haber una más, si esta vez vuelves a reprobar como en las dos anteriores te sales de la
preparatoria y te pones a chingarle.

Mi papás con su amor incondicional, su eterno apoyo, muy a su modo pero siempre tras de mí y mis
hermanos, dando la vida y el alma en cada día por enseñarnos a ser responsables. Mi papá un hombre de
baja estatura con manos de piedra, trabajador, amoroso cuando esta de buenas, efusivo cuando esta de
malas y a veces mal hablado, es como ese súper héroe a gritos y regaños pero siempre ayudándome en mis
problemas, es como un guardián de esos que aparecen en la mitología griega como Atlas, fuerte pero débil al
mismo tiempo, pensativo mi padre. Mi madre se me hace algo así como una leona, chistosa y juguetona con
nosotros, mandándonos al carajo cada vez que metíamos la pata, orgullosa hasta la medula de los huesos,
cuando nos enojábamos siempre le decía –tú la mujer perfecta que jamás comete errores, y ella siempre
saliendo por la tangente reconociendo nada más tranquilizándose, pero jamás verbalmente ha aceptado que
ha llegado a cometer un error o está equivocada, pero siempre igual que mi papá dándonos todo su amor. A
pesar de que con mamá discutía mas en ese tiempo siempre me he identificado más con ella, pienso que esa
es una razón por la cual yo discutía y aun a veces discuto, porque somos muy parecidos en el fondo y en el
no tan fondo. Hay una frase que le dedique de un poema de Cortázar “Siempre fuiste mi espejo, quiero decir
que para verte tenía que mirarte” cada vez que se la repito es mirándola fijamente a sis ojos rasgados.

Llego el lunes, el primer día de la nueva escuela, me acuerdo bien que mi mama me despertó al cuarto para
las seis, como en ese entonces y todavía parezco una piedra tengo que tener tres alarmas, dos en el celular y
la voz de mi papá o mamá diciendo –Alan se te va a hacer tarde Alan ya es tarde, y empiezo a tomar
conciencia de que es cierto y empiezo por poner la canción a la que estoy apegado en ese momento, ahora
no recuerdo bien que canción o grupo musical tenía sonando esa mañana en mi celular, seguro si lo pienso
bien debe ser una canción de Zoé mi grupo musical preferido en español, disfruto sus conciertos siempre que
he podido ir a verlos. Pase a bañarme como siempre lo he hecho apagando la luz del baño, no sé ni porque ni
cuándo es que empecé a hacerlo, por eso asumo que desde siempre aunque siempre sea mucho para ese
hábito. Termine de bañarme y me senté a la orilla de mi cama envuelto en dos toallas preguntándome de
nuevo ¿Qué tan difícil iba a ser adaptarme a esta nueva escuela?, los mismo fantasmas de siempre, y de
nuevo la voz –Alan vístete ya es tarde tienes que pasar a desayunar. Y siempre respondiendo con el eterno –
¡Ya voy!, De camino al colegio ya un poco más tranquilo una vez más la plática para hacerme entrar en razón
de a lo que yo iba y que comprendiera que era mi última oportunidad, esta vez no fue como las demás por un
momento entraron en mi mente las palabras y un entusiasmo con ellas, razone y asentí que mi mamá tenía la
absoluta razón, mi panorama cambio y ya iba dispuesto a superar ese monstruo de no poder terminar el
primer año de preparatoria. En la puerta del colegio, no muy grande, entraban los alumnos que se volvían a
encontrar y yo con ellos, podía escuchar como hablaban de sus vacaciones, de lo que les esperaba ese
nuevo año, yo como siempre tímido, inseguro, como gato asustado fijándome bien en cada paso que daba
para no tropezar o hacer algo que me evidenciara, tan absurdo. Nos hicieron entrar a todos los alumnos al
auditorio, cabe decir que el colegio no era muy grande con dos grupos por cada grado, el sistema era
semestral, dos grupos de primer semestre, dos de tercer semestre y dos más de quinto semestre. Todo era
completamente incómodo para mí, siempre que es algo que no conozco y que no me conoce es así, no sé
cómo dar un paso o como no dar el paso, para mi sorpresa cuando ya había tomado mi lugar en el auditorio
voy notando en la puerta de la entrada entrar a un padre, -¿es una misa? ¿Qué es esto? A donde me vine a
inscribir, siempre esa actitud desaprobatoria al principio de todo cuando es nuevo, ahora que me conozco sé
que es como una defensa, en ese entonces no entendía porque es que me comportaba así ni si quiera lo
notaba solo pasaba sin que me diera cuenta de absolutamente nada, conforme iba pasando la plática por un
padre muy chistoso iba aceptando de a poco el momento, de reojo miraba a quienes tenía alrededor tratando
de grabarme sus caras para ver si los podía reconocer más adelante ya en mi salón pero entre los nervios y el
sueño que empezaba a hacerse de mi pude hacer apenas nada.

Ya en el salón recuerdo haberme sentado casi por el medio, las instalaciones no me desagradaban tenían
cierto toque cálido y hasta hogareño, que extraño ahora que lo pienso, pero esa impresión causaban en mi
esos ladrillos bien pulidos y el piso de loza color crema el escritorio de los profesores de madera clara sobre
un escalón de apenas unos veinte centímetros por encima del nivel del suelo. Recuerdo haberme sentado tras
un joven delgado como una varilla de tez oscura con unas orejas que parecían que iba a tapar todo el
pizarrón, muy chistoso el compañero, a veces volteaba y haciendo un gesto moviendo su cabeza de arriba
hacia abajo sin una sola palabra y más de una vez al día, pienso que era una especie de saludo o algo para
entablar una conversación pero yo no comprendía, tampoco me ofendía era más bien era chistoso lo
consecutivo que a veces lo hacía, termine por una de esas veces en preguntarle su nombre. -¿Cómo te
llamas? Diego me dijo con una voz de niño se veía más joven que yo, sin hacer muchos cálculos nos veíamos
con una diferencia de unos dos o tres años de edad, platicábamos de vez en cuando siempre haciéndome reír
sus orejas y su complexión física. El primer receso es imposible de olvidar, al sonar los timbres todos salimos
al patio, algunos a jugar futbol, otros más a comer y unos al fondo del patio por cierto no muy grande a hacer
ejercicio, que ridículos pensaba y pienso, era más por hacer la pinta de chicos bien fornidos todo lo contrario a
mí, tímido y sin cruzar palabra con una sola persona, compre algo de beber en la cooperativa y acto seguido
me encontraba solo en una mesa de la cooperativa pensando de qué manera me vería menos ridículo
disimulando mi cero compañía, tome mi celular y le llame un buen amigo que había dejado en el colegio
pasado, contándole lo tonto que me sentía al no poder entablar una conversación con absolutamente nadie,
me sentí un poco más tranquilo pues cuando menos estaba hablando con él y no viendo todo lo que pasaba
callado como uno de esos jóvenes que pareciera padecen esquizofrenia paranoide, para cuando terminamos
de hablar a los dos minutos sonó de nuevo el timbre anunciando el regreso a las aulas de estudio.

Mi primer compañero del nuevo colegio fue muy alejado a algo que yo esperaba, con quien empecé a
hacerme compañía en la hora del receso Marco Antonio Palomero fue algo tan inesperado que a veces
cuando lo recuerdo me da gracia, un compañero con los cabellos llenos gel tiesos que le cubrían la frente
como escondiendo sus ojos y una nariz pequeña como de pingüino. Me contaba que venía de una escuela
pública un Bachilleres y la plática de todo adolecente, con que nos embriagamos, mezcal, ron, cerveza la
“chela”, las anécdotas de todas esas borracheras o como estaba conocidas entre nosotros: “pedas”, parecían
nunca terminar y hasta a veces al contar esas vivencias parecía competencia de risas y veces en las que uno
había acabado en más mal estado, como medallas de oro que guardábamos a veces con recelo y orgullo,
hablamos muy poco de mujeres muy por encima tocábamos ese tema solo un par de veces y no más.
Pasaban los días en el colegio y los grupos de amigos se empezaban a hacer, los galanes, los deportistas, los
gandayas, esos últimos desde la secundaria los aborrecía más que a otros, fue lo que me dejo la secundaria
malos recuerdos y pruebas difíciles, en mi salón estaban tres tipos un rellenito a penas un poco más que yo,
un tipo alto y delgado con cara de auténtico golpeador y uno que parecía un fideo cabezón su cabeza seguro
pesaba más que sus dos piernas juntas pensaba yo, muy seguido metían a un pobre al bote de basura y a mi
claramente me daba un coraje enorme, siempre me han dado eso las injusticias y más cuando las vive uno de
frente, pues que podía hacer un joven de apenas metro y medio contra tres tipos abusadores que creían que
era tan gracioso eso para los demás como para ellos y que yo recuerde en absoluto pasaba eso. De un
momento a otro y no sé en qué momento empecé a juntarme con esos tres abusadores, cuando no estaban
haciendo de las suyas me caían bien hablábamos de autos, de las muchachas, de las pedas y vivencias más
allá que con cualquier otra persona de mi salón, eran hasta cierto punto buenas personas, Diego Ruiz el
rellenito casi como yo también venia de un Bachilleres, Ignacio Fonseca; Nacho ese alto delgado con cara de
malo había estudiado hace tiempo en la secundaria de el mismo colegia al que asistíamos ubicaba a algunos
de quinto semestre por las tardes trabajaba con su tío era, mayor que yo, yo ya intuía eso y fue un alivio no
ser el más viejo del salón, David Arturo el fideo cabezón creo recordar que algún día me comento venir de una
secundaria publica aunque no estoy muy seguro de eso, cada uno contaba sus anécdotas a su modo ahí
entendí que no a todos nos sorprenden las mismas cosas, lo que para mí era desagradable a otros les
parecía interesante, lo que par a mí era a veces sorprendente para otros era casi normal, cada quien muy a
su modo.
El primer semestre en el colegio pasó mucho más rápido de lo que yo esperaba, adaptarme fue más sencillo
de lo que pensaba, para segundo semestre los grupos de amigos ya estaban más definidos que cuando
recién ingrese, ya estaban las personas con las que te entendías y con las que no, por decirlo de alguna
manera, quienes con solo verlas y sin cruzar una palabra o ningún hecho eran desagradables, otras más que
como fantasmas no notabas a pesar de que fueran en el mismo colegio o incluso en el mismo salón entre
todo el montón de estudiantes los días Lunes me llamaba mucho la atención la niña abanderada de la escolta,
una niña bajita y delgada, con la nariz respingada y de bonitas caderas para mi suerte un compañero del
salón con quien cruzaba palabras de vez en cuando era novio de la mejor amiga de esa niña de la escolta,
entre algunas de esas platicas llegue a preguntarle cosas muy por encima sobre ella, ¿Cómo se llama? ¿Qué
edad tiene? ¿Tiene novio o pretendientes?, Raúl Belmont siempre respondía mis preguntas suponiendo la
razón de ellas pero jamás decía yo nada en concreto, le preguntaba más bien muy desinteresadamente como
si fueran unas preguntas muy comunes y sin importancia, algunas de las veces por las que yo llegaba a
encontrármela por las escalares, en el pario o en los pasillos del colegio llegábamos a cruzar miradas, era
interesante la reacción de ambos era casi seguro que ella no pensaba en absolutamente nada sobre mí, un
niño más de segundo semestre en ese pequeño colegio. Un día como de esos que no olvidas pero tampoco
recuerdas a menudo, estaba a punto de terminarse el receso y como era costumbre de todos hacer las
compras de los dulces y chucherías para comer en el salón a escondidas de los profesores la cooperativa
estaba a reventar, yo por mi parte estaba con mis tres ya amigos, Nacho, Diego y David camino al salón una
vez me encontré a la niña de la escolta de frente pero esta vez fue diferente a las otras, esta vez nuestras
miradas se encontraron a propósito, como buscándonos entre todos y estaba seguro de que hablaba de mi
con su amiga, con ese clásico empujo que hacemos los amigos para ridiculizar o alentar al otro, esta vez fui
yo a quien empujaban y resulto lo segundo –Hola ¿Cómo estás? Le dije casi muerto de miedo, sorprendida
me dijo su nombre y la plática empezó a darse hasta acompañarla a su salón de clases. Los días posteriores
a ese hablábamos muy a menudo en el receso, ella siempre acercándose a mí como interesada por mí, por lo
que yo le decía, lo último que me pasaba por la mente era que yo le podía agradar por mi atractivo físico más
bien pensaba en ser yo mismo y eso me hacía sentir bien, en algunas de las pláticas de receso con
Stephanie, la niña de la escolta, resulto una cita a ver una película de terror, de esas que se ponen en boca
de todos por lo fuerte de las escenas. Por fin llego el día de la cita salimos del colegio, rectificando la hora y su
dirección ya cuando nos despedíamos, de regreso a casa nervioso y sin saber que iba a pasar solo miraba
por la ventana del transporte queriendo pensar en todo menos en lo que podía pasar en unas horas más
tarde, realmente me gustaba y cuando un hombre está en una situación así es completamente torpe, soñador
y su verdadero “yo” sale a ser “el”, no es que ya existan estudios científicos o tal vez sí, pero así pasa sin decir
nada en general o absoluto. Ya terminándome de arreglar y cada vez más nervioso recuerdo bien haberle
pedido a mi mama su coche, una camioneta winstar verde oscuro, tremenda camioneta pero cuando es tu
primer cita con coche es lo que menos pasa por tu mente, llegue con tiempo de sobra para verme al espejo
que se encontraba en las vísceras de la camioneta, vivía en unas unidades modestas que daban a una
avenida sin mucho tráfico vehicular, cosa que me facilito estacionarme justo frente a la estrada de las
unidades y de un momento a otro la vi venir, baje del auto para abrirle la puerta como todo un caballerito cosa
que pienso le sorprendió, que bien me sentí haciendo ese gesto, empezamos a hablar de cosas que no
recuerdo ya en el cine compramos los boletos a la película y mitad de esta salimos de la sala, la película era
algo horrible, ni miedo, ni suspenso sangre y ya, eso me hace pensar en lo retorcidos que podemos estar para
que tanta sangre entretenga a tanta gente, optamos por ir a un café cerca de su casa la tarde ya en el café
pasaba frente a la ventana del lugar en el que nos habíamos sentado dentro de la cafetería.

El tiempo del segundo semestre fue pasando y con el algunas salidas entre semana o fines de semana con la
niña de la escolta, me sentía bien con ella y a ella la veía feliz a mi lado, en una de esas salidas de fin de
semana la acompañaba a una obra de teatro, era una puesta de metamorfosis de Kafka muy sencilla y en lo
personal muy poco de mi agrado, antes de entrar a dicha obra yo ya me le había declarado y me dio ese
esperado “si”, cuando uno hace esa pregunta que tanto hace sufrir y llenarnos de gloria en el momento que
uno la hace.

Por fin termine mi primer año de preparatoria, realmente me sentía emocionado pero muy en el fondo no
quise que nadie lo notara ese viernes, abrazaba a mis amigos y hasta una foto nos tomaron, la guardo con
mucho cariño entre mis archivos de la computadora, con un extraordinario en mi boleta de métodos de
investigación salía ese viernes por la puerta del colegio. Llegaba a mi casa y la emoción seguía en mí, -Pro fin
Alan, un año y que sigan los demás, me decía yo sonriéndome al espejo.

De esas vacaciones de verano tengo muy pocos recuerdos, los viví entre mi hermano, mi gran amigo hasta
hoy Mario Antonio y mi noviazgo que se tornaba cada vez más extraño, me sentía extrañamente feliz y al
mismo tiempo con ganas de aprender más de lo que era estar al lado de alguien durante tanto tiempo, para mi
superar esa barrera de los cinco meses en noviazgo con alguien resultaba realmente imposible, era como esa
línea roja que uno a veces no pasa, una barda alta imposible de saltar, seguramente en ese tiempo tome
mucho impulso y pase la barda y esa línea roja pues si pongo un poco de atención a las cuentas del tiempo
yo debería llevar como unos casi seis meses, y todo lo que faltaba.

Mi regreso al segundo año escolar, mi tercer y cuarto semestre, fue inesperado, incierto, para ese tiempo
recuerdo bien, al ver a cierta compañera de mi nuevo salón de clases sentí un alivio, era como si quisiera
estar más cerca de ella, saber que había hecho y que supiera de mí, me parecía tremendamente atractiva,
delgada de piel clara, cabello rizado y una naricita redonda como talón de gato, apenas tenía un metro y
medio de estatura, disfrutaba mucho pasar las clases con ella, yo en este tiempo seguía con mi noviazgo, ella
hacia que me olvidara de eso y yo del de ella, pienso, era el rato amable sin las complicaciones o diferencias,
sin las peleas, solo era hablar de tonterías y a veces una que otra cosa interesante, hacer tareas en equipo y
poder conocernos más. En alguno de esos momentos notábamos que algo más estaba pasando entre tanto
rato juntos y a veces con indirectas se veía algo distinto a una relación de amistad. Entre esos días quedamos
un fin de semana en ir a desayunar a un restaurante de plaza universidad, esta vez no olvidaba mi relación,
mis nervios estaban a tope esa mañana, pero mi deseo de saber que iba a pasar por vernos fuera del colegio
eran más grandes me estacione frente a su casa y la vi asomarse por su zaguán enorme de madera tapando
su cara –Ya voy no me tardo, me decía, lo primero que se me vino a la mente fue pensar que tenía mal
pintada la cara o que tenía algún moretón en ella, para cuando salió nada de mis dudas eran ciertas solo no
llevaba maquillaje, todavía me hace gracia, subió al auto y tomamos no sé si sabíamos cómo ir a dónde
íbamos pero tal vez si lo que estábamos haciendo. Pasando la mañana hablando me invito a pasar la tarde
con su familia y después de un rato de estar conviviendo su familia, que de vez en cuando vuelvo a ver,
tomamos camino ahora por un helado sobre calzada de las bombas era un gusto compartido esa heladería, la
sorpresa fue que para cuando llegamos estaba ya lloviendo a cantaros, entonces casi a punto de pensar que
no había sido una buena idea ir por ese helado con el clima que nos había tocado esa tarde yo ya la estaba
besando, tomando su cabeza con mi mano derecha y con mi mano izquierda su mano derecha, un juego de
manos y labios entre la lluvia, el auto y los vidrios empezando a empañar.

Los días después de ese, fueron un juego, de bromas, de besos a veces, y de mentiras que parecían no
hacer daño, ahora lo pienso y o hacían daño en el momento ya después veríamos las consecuencias.
Juagábamos a escondernos, a guardar secretos y a querernos de a poco en poco. Recuerdo que entre las
cosas de mi mama tenia un celular que funcionaba y no ocupaba para nada solo lo tenía ahí en su cajón, ese
celular iba a guardar todas esas palabras que no nos podíamos decir entre las personas, nuestro medio de
conexión cuando no estábamos juntos de mensaje en mensaje nos decíamos tantas cosas, lo que sentíamos,
como nos extrañábamos, que queríamos hacer, que hacíamos. Las tardes de los viernes eran mágicas
buscábamos cada uno con mentiras dejar libre la tarde de nuestros compromisos y de nuestras relaciones
para escaparnos a alguna reunión de algún compañero de la preparatoria, ahí en las reuniones aun
guardábamos un poco la “prudencia” de la mentira pues no pidamos ser tan expresivos, nos dábamos un
abrazo y a escondidas un beso pequeño, juguetón y divertido. Las veces que pudimos vernos los fines de
semana ya con mi grupo de amigos era un destapo total, tomarnos de la mano despegarnos pocas veces,
reír, poder besarnos sin escondernos, seguíamos jugando, riendo y viviendo de nuestra compañía que aun
que mentíamos para encontrarnos era real, todo era mágico pues mis amigos no iban a mi colegio y nada
podía pasar, nunca paso siempre fueron mis cómplices. Un sábado de tantos que compartí con esa niña de
baja estatura, ojos grandes y labios carnosos fue uno que asistimos a una inauguración de un antro que
estaba no muy lejos de mi casa y ya habíamos visto. Recuerdo que esa noche mi mama me presto su
camioneta, yo siempre pasaba por mis amigos y me encantaba traerlos a todos, desmadrando, gritando y
tomando alcohol, dieron las diez de la noche en punto y estaba ya tocando por ella en la puerta de su casa,
otra de tantas veces frente a ese gran zaguán de madera, salió y esa noche se veía espectacular un vestido
negro que entallaba su figura, como me volvía loco su figura, tacones y su cabello rizado, partimos como en
peregrinación ya íbamos con Mario mi hermano ella y yo pasamos a recoger después a Osvaldo y Raul,
Fernando a quien todos mandábamos mensaje y llamábamos jamás respondió por lo que fuimos únicamente
los seis, llegando al antro estaba muy bien el ambiente, buena música, un buen lugar mesa casi frente a la
pista y dos botellas vodka con no sé cuántos jugos, de uva claro, siempre nos gustaba tomarlo con jugo de
uva pero esa noche no íbamos a ocupar para nada el jugo de uva pues un mesero nos enseñó un trago
llamado “astronauta” el trago consiste en tomar un caballito de vodka escarchado para los hombres con café y
para las mujeres con canela, acabamos con la botella en menos de una hora y la noche seguía mágica entre
risas, bromas, besos y abrazos todo venía siendo muy a gusto, a la hora y media de estar entre tantas cosas
se acerca una persona y entre medias luces todos sorprendidos nos dimos cuenta que era Fernando quien
hacía falta para estar ya todos juntos, venia de no sé dónde de la mano de una mujer mayor que él y una
amiga más de ella, -Fondo a Fernando, fondo a Fernando! Decíamos todos, una o dos horas después
regresando del baño me pareció ver que la mujer con la que había llegado mi amigo tomado de la mano
estaba tomada de la mano de otro tipo mucho mayor que él y con mucho cariño lo abrazaba, por completo
pensé estar equivocado y la gran sorpresa al llegar a la mesa es que todo era cierto, se había ido con otro tipo
más, en su cara, sin importarle más, la única reacción de mi buen amigo fue tomar astronauta tras astronauta
hasta quedar noqueado recargado sobre la mesa, era una imagen muy chistosa, en ese momento, todos le
hablábamos al odio tratando de hacerlo reaccionar pero nada lo volvía en sí, el problema fue creciendo
cuando de la nada empezó a vomitar en pleno antro en medio de la pista, se armó un alboroto meseros
limpiando, meseros pidiendo que nos retiremos, meseros cobrándonos y todos bailando, la imagen viene viva
a mi mente y aun me da esa risa de maldad “inocente”, pagamos y nos fuimos del lugar la fiesta ahora era en
la camioneta de mi mama, con música a todo volumen bien tomado de la mano de Paulina, cantando y
besándola, cuando podía, pasamos a cenar unos clásicos tacos aun cantando y riendo, la noche fue mágica
cosas inesperadas, mucho baile, besos, risas, mis amigos, paulina y mi hermano Sergio.

Los fines de semana transcurrían a veces viendo a Paulina y a veces no, se complicaba cada vez más el
frecuentarnos, todo cada vez era más complicado, pasaron sin fin de situaciones en las que yo lastime a mí
en ese entonces novia, hasta que no pude más con la mentira y tuve que confesar todo lo que había pasado,
como había pasado y lo confundido que me sentía, todo se complicó y a pesar de eso continuamos con
nuestra relación. Tiempo después ella misma se encargó de regresarme ese malestar tres veces, pienso que
mi dependencia a ella me hacía pasar por alto eso pero de todo aprendemos.

Una de esas tres veces recuerdo bien que era el la inauguración del mundial Sudáfrica 2010 nada estaba
planeado pues era un día viernes y México iba a jugar en contra del anfitrión pero para tanto yo tenía que
entregar un trabajo especial para mi materia de informática, iba tan enojado camino a la escuela que solo
necesitaba un empujón para no entrar e ir a ver el partido a donde fuera y ese empujón llego cuando menos
los espera y de la forma menos pensada, cuando iba caminando a menos de una cuadra de la entrada de la
preparatoria un cambio de luces de una camioneta roja me hicieron voltear, era mi amigo Diego Ruiz, de mis
mejores amigos de la preparatoria hasta el día de hoy. –Alan, súbete vámonos, vamos a ver el partido a casa
del Chorejon. Me dijo Diego, en segundos mi cara cambio totalmente solo recuerdo voltear a ver a mi
hermano Javier y decirle –Perdón Javier. Enseguida me subí a la camioneta y tomamos rumbo a casa del
Chorejon yo estaba que no me lo creía, era lo que quería, lo que esperaba poco me importo mi calificación de
informática o si mi mamá se llegar a enterar. Llegando a casa de Chore empezamos a ver el espectáculo y
recibí una llamada de mi hermano Javier –Alan ábreme estoy aquí enfrente de la casa del Chore. Yo no podía
creerlo, ¿cómo era posible? ¿Qué fue lo que hizo? ¿Se saltó la barda? Pero si son muy altas, me preguntaba
una y mil veces en la mente, Javier se las arregló para salir de la escuela a punta de mentiras pero y ya todo
estaba bien, las cosas se iban a poner mejor pues recibí una llamada de mi amigo Mario y nos quedamos de
ver en su casa del cerro para poder tomar cerveza y ver el partido, no podía haber sido mejor el plan, pasando
ya el partido había quedado de ir por mi novia Stephanie a casa de mi amigo Mario, la casa en la que el vivía
con sus papas estaba a dos casas de la mía, es decir la que estaba habitada, pues sus papas tenían dos
casas en donde ellos vivían a dos casas de la mía y la casa del cerro en donde hicimos memorables fiestas.
Llegando entonces por mi novia nos saludamos con naturalidad y tomamos rumbo de regreso a casa del cerro
de Mario, en el camino le pedí su celular para hacer una llamada a mi amigo para que nos pudiera abrir y en
ese mismo momento le llego un mensaje el cual leí y para mi sorpresa encontré una conversación con otro
tipo, claramente no era su amigo y la conversación estaba muy, muy subida de tono –Te extraño, me encanto
besarte. Entre otras cosas más que pude leer, en segundo se me subió la sangre a la cabeza, como decimos
los Mexicanos -¿Qué es esto? ¿Quién es él? ¡Responde!. Le decía yo enojado y celoso a mas no poder, me
explico que era una persona de su universidad con quien platicaba – ¡Te vas a la chingada! Le decía yo
con un nudo en la garganta, la reacción de ella fue darme una cachetada y yo no podía creer, encima de ver
eso me llevo una cachetada, le detuve las manos para q no me siguiera pegando y solo conseguí que me
arañara todo el pecho, pues llevaba una playera tipo polo y por el cuello que me había desabotonado empezó
a arañarme delante de la gente. Hasta el día de hoy pienso por qué esa reacción y me explico que tal vez fue
el hecho de que no supo que hacer y solo reacciono así, sinceramente no le doy muchas vueltas al asunto, la
fui a dejar a su casa y me regrese con mis amigos, triste, pensativo y al mismo tiempo en shock. Al día
siguiente era mi primer día de capacitación pues días antes habíamos conseguido trabajo juntos en una
empresa que se dedicaba a dar cursos de computación, era mi primer día de capacitación en el área de
ventas, para mi mala suerte ahí estaba ella, claro que yo no quería ni verla en pintura solo llegue y espere a
que me asignaran un asiento y para mi suerte fue a su lado, yo no lo podía creer, ¿En serio a su lado? ¿Por
qué?, tome asiento y claro sin saludarla empecé a leer los manuales de procesos. Ya pasado casi media
jornada el tipo que nos habían asignado como supervisor se acercó a ella y a mí -¿Cómo van? ¿Cómo se
sienten? Nos dijo a lo que ella, mi ex novia, respondió –Bien, gracias pero me siento un poco tensa. Acto
seguido el supervisor empezó a darle un masaje en su espalda -¿Es aquí? Le preguntaba el muy cabron a
ella y ella solo se dejaba acariciar la espalda y los hombros, yo quería salir corriendo me moría una vez más
de celos y de impotencia de no poder hacer nada, no sabía qué hacer, estaba temblando de coraje, de
tristeza, de celos, de ¡todo! Y termino la jornada, llegue a casa abatido y sin ganas de nada y en ese mismo
momento que estaba por abrir mi puerta sonó mi celular un mensaje de Paulina, como si hubiera sabido por lo
que había pasado y me dijera “Aquí estoy a tu rescate” y así fue la vi esa noche platicamos y me hizo menos,
mucho menos el malestar de esa tarde.

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