Bloque 9

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BLOQUE 9: La crisis del Sistema de la Restauración y la caída de la Monarquía (1902-1931)

9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos
dinásticos. Las fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas
y anarcosindicalistas.
9.2. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en
España. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique.
9.3. La dictadura de Primo de Rivera. El final del reinado de Alfonso XIII.

La Regencia de María Cristina de Habsburgo finalizó en 1902, al alcanzar la mayoría de edad


Alfonso XIII (su hijo) y ser proclamado rey. El reinado de Alfonso XIII fue de crisis política casi
permanente por la interacción de numerosos motivos :

• Las injerencias del rey en los asuntos políticos. En ningún momento estuvo dispuesto a
renunciar a su soberanía compartida con las Cortes ni a sus prerrogativas políticas, en especial,
la de designar gobierno y, llegado el caso, retirarle la confianza y obligarle a dimitir. Por este
motivo la oposición al sistema derivó en rechazo a su persona, que acabaría arrastrando en su
caída a la propia institución monárquica.

• La inestabilidad de los partidos del turnismo, sin unidad interna al no contar con sus
líderes históricos, Antonio Cánovas del Castillo (partido Conservador) y Práxedes Mateo
Sagasta (partido Liberal). Debilitamiento del caciquismo y del turno por la aparición de nuevas
fuerzas políticas con una influencia creciente: nacionalistas, republicanos y socialistas. El
aumento de la conflictividad social y de la capacidad de movilización de las organizaciones
obreras.

• Protagonismo creciente del ejército, que quería resarcirse del “Desastre del 98”
interviniendo en Marruecos.

• Afianzamiento del nacionalismo en Cataluña y País Vasco.

• Anticlericalismo creciente entre las clases populares.

Los dos políticos más destacados de esta etapa fueron Antonio Maura, del Partido
Conservador, y José Canalejas, del Partido Liberal. Ambos aplicaron medidas reformistas,
cercanas al regeneracionismo, pero sin afrontar las transformaciones que España necesitaba.

La primera crisis del reinado de Alfonso XIII tuvo lugar en 1905, cuando una viñeta satírica
antimilitar desató la ira de algunos mandos, que presionaron y consiguieron la aprobación de
la Ley de Jurisdicciones, que otorgaba a los tribunales militares la jurisdicción sobre cualquier
ofensa al ejército.

El primer intento modernizador fue obra de Antonio Maura. Su proyecto político era la
revolución desde arriba, para impedir la revolución popular.

Durante su gobierno (1907-1909) se aprobaron medidas económicas (plan de reconstrucción


naval) y sociales (regulación del descanso dominical y la creación del Instituto Nacional de
Previsión), esbozo de lo que en el futuro sería la Seguridad Social y la Ley de Huelga. Se
promulgó una nueva Ley Electoral en 1907 que, aunque no democratizaba el sistema político,
sí dificultaba el fraude electoral. Intentó llegar a acuerdos con el nacionalismo moderado,
preparando una Ley de Administración Local, que concedía más autonomía a los
ayuntamientos y diputaciones.

La Semana Trágica de Barcelona truncó, en 1909, la labor de gobierno de Antonio Maura.

La ciudad de Barcelona vivía un clima de tensión por las fricciones con los militares, la
intervención en Marruecos, el malestar ante el sistema de quintas, (los que tenían dinero se
podían librar de incorporación a filas mediante el pago de una cuota demasiado elevada para
las clases populares bajas ), las reivindicaciones anarquistas entre los obreros, el creciente
anticlericalismo y el éxito de las consignas del Partido Radical de Alejandro Lerroux entre las
clases medias. Los disturbios se iniciaron por el envío de reservistas al Protectorado de
Marruecos, donde se habían producido ataques de las cabilas rifeñas a trabajadores de una
línea férrea y a las minas de hierro. Posteriormente se produjo el desastre militar del Barranco
del Lobo (originó más de 1200 bajas.) Maura decidió enviar más soldados. Su error fue no
enviar soldados de reemplazo ordinario sino reservistas de Madrid y Barcelona lo que provocó
la resistencia de estos y sus familias a embarcarse. Se convocó en Barcelona una huelga
general, que derivó en revuelta popular con sucesos muy violentos, en la que se manifestaron
todas las tensiones sociales acumuladas. Las autoridades declararon el Estado de Guerra y el
ejército acabó con la revuelta. Durante una semana (Semana Trágica- del 26 de julio al 31 de
julio ), la población reaccionó levantando barricadas en las calles e incendiando iglesias y
conventos. La represión fue muy dura y arbitraria: más de mil detenciones y diecisiete penas
de muerte, de entre ellas la de Ferrer Guardia, pedagogo anarquista y fundador de la Escuela
Moderna. La oleada de protestas, incluida la del Partido Liberal, que se alineó con republicanos
y socialistas, provocó la caída de Antonio Maura y el traspaso de poder a los liberales. En las
elecciones de 1910, una alianza electoral de socialistas y republicanos permitió a Pablo Iglesias
conseguir un escaño.

El nuevo gobierno liberal (1910-1912) lo presidió José Canalejas, con un programa


regeneracionista. Suprimió los impuestos de consumos, reformó el sistema de reclutamiento
por quintas (Servicio Militar Obligatorio), aprobó la Ley del “Candado” que prohibía la
instalación en España de nuevas comunidades religiosas si antes no habían recibido
autorización del gobierno y se tramitó la Ley de Mancomunidades con la que pretendía
canalizar las reivindicaciones autonomistas catalanas. José Canalejas fue asesinado en un
atentado terrorista llevado a cabo por los anarquistas.

Tanto el Partido Liberal como el Conservador se encontraban sumidos en sendas crisis


internas, sin ninguna figura relevante, como lo habían sido Cánovas y Sagasta, capaz de calmar
las tensiones internas de ambas agrupaciones políticas. Su propia concepción como partidos
de notables, y no de masas, los hacía especialmente vulnerables a la falta de líderes con la
suficiente talla política. También faltaba la confianza entre ambos partidos para continuar con
la práctica del turno, al haber apoyado los liberales a republicanos y socialistas en sus críticas a
los conservadores por la gestión de la Semana Trágica de Barcelona.

Las fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y


anarcosindicalistas.
Los republicanos representaban la principal fuerza de oposición política al régimen. Defendían
el progreso y la justicia social. Sus posiciones, menos radicales que las de socialistas y
anarquistas, les permitieron ampliar sus apoyos sociales, que iban desde la pequeña burguesía
hasta ciertos sectores obreros, atrayendo también a intelectuales como Ortega y Gasset o
Ramón y Cajal.

En este período surgieron dos nuevos partidos republicanos:

a) El Partido Radical, fundado por Alejandro Lerroux en 1908, izquierdista, anticlerical,


autonomista e incluso cercano al socialismo, lo que unido a su manifiesto populismo
explica su amplio apoyo social.
b) Partido Reformista, creado en 1912 por Melquíades Álvarez y Gumersindo de
Azcárate, que defendía posiciones más moderadas, aceptando incluso una monarquía
democrática, con menor apoyo popular.

De los partidos nacionalistas, el que contaba con mayores apoyos era el catalanista Lliga
Regionalista, fundado en 1901, de ideología conservadora; conseguir la autonomía para
Cataluña era su principal objetivo. En 1906 aparece Solidaritat Catalana, agrupación, no
partido político, que aglutinaba a todas las fuerzas políticas catalanas en defensa de los
derechos de Cataluña. En 1922 aparece Estat Catalá, dirigido por Francesc Maciá, partido
nacionalista izquierdista de ideología más radical.

Respecto al nacionalismo vasco, Sabino Arana funda en 1895 el Partido Nacionalista Vasco
(PNV). Apoyado en la pequeña burguesía bilbaína, ultraconservadora y recelosa del progreso y
la industrialización proponía una Euskadi independiente, católica y tradicional. A comienzos del
siglo XX moderará su discurso para extender su influencia entre la población vasca.

Dentro del nacionalismo gallego, y sin el peso político de otras regiones, encontramos
Solidaridad Gallega (1907), agrupación de campesinos que llegó a participar en elecciones
municipales y, desde 1910, Acción Gallega, que intentó liderar sin éxito el movimiento
agrarista gallego.

En Andalucía es destacable la figura de Blas Infante, que defendió, sin éxito, una mayor
autonomía para su región.

Los pequeños núcleos marxistas fundaron en 1879 el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), en torno a la Agrupación de tipógrafos, bajo el liderazgo de Pablo Iglesias. Sin
renunciar a la revolución social y cada vez más dispuestos a entrar en el juego político
parlamentario, fueron creciendo en implantación social. El primer diputado, que fue Pablo
Iglesias, lo obtuvieron en las elecciones de 1910, después de la Semana Trágica de Barcelona,
elecciones a las que concurrieron junto a los republicanos.

Los anarcosindicalistas. En 1910 nace la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT)


que llegó a ser el sindicato mayor de España, con gran crecimiento tras la Primera Guerra
Mundial (de 15 000 a 700 000 afiliados). Se definía como revolucionaria y defendía la huelga y
el boicot hasta proceder a la huelga general revolucionaria.
9.2. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra
Mundial en España. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique.

La intervención en Marruecos.

La política colonial marroquí influyó decisivamente en la vida española de la época: en 1909 el


reclutamiento de reservistas (a consecuencia del Desastre del Barranco del Lobo con 1200
muertos) provocó la Semana Trágica de Barcelona y, en 1921 el Desastre de Annual aceleró el
fin de la Restauración. España administraba el Rif (región del norte de Marruecos) desde la
Conferencia Internacional de Algeciras de 1906 que le confirmó ese protectorado, en alianza
con Francia. Se trataba de una región montañosa con vías de comunicación escasas; su única
riqueza consistía en minas de hierro; además, la población autóctona era especialmente
belicosa. En los primeros años de ocupación se habían producido incidentes, como el ataque a
Melilla y la citada derrota española en el Barranco del Lobo (1909). A la impopularidad de la
guerra entre la opinión pública española se le añadía la división existente en el propio seno del
ejército entre un sector “africanista”, que aspiraba a beneficiarse con los ascensos por méritos
de guerra, y otro sector que rechazaba ese sistema de promoción. Al finalizar la Primera
Guerra Mundial España reemprendió la ocupación del Rif, chocando con la resistencia de las
cabilas indígenas. A la En 1921 el general Silvestre llevó a cabo una acción precipitada
adentrándose en el Rif. El jefe rifeño Abd-el-Krim atacó las posiciones españolas e infligió una
gravísima derrota : desastre de Annual ,en el que murieron 13.000 soldados españoles.

La derrota aumentó la impopularidad de la presencia española en Marruecos. Se exigieron


responsabilidades por esta derrota a los militares, al gobierno e incluso a Alfonso XIII,
iniciándose el “Expediente Picasso”. La actitud de la oposición en las Cortes, defendiendo el
abandono de Marruecos, dio gran popularidad al PSOE y a los republicanos. La reacción de los
militares fue inmediata y se hizo efectiva en el golpe de Estado del general Miguel Primo de
Rivera en 1923. Se iniciaba la etapa de la Dictadura, en la que se apuntaría un gran triunfo en
Marruecos, Primo de Rivera, cuando tras el desembarco de Alhucemas en 1925, logró la
derrota y rendición de Abd-el –Krim.

Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España.

La Primera Guerra Mundial marcó un compás de espera en los problemas políticos internos.
España se declaró neutral, manteniendo la actitud aislacionista adoptada desde 1898, si bien
hubo acalorados debates, especialmente en la prensa, entre germanófilos (los de derechas, en
general) y aliadófilos (los de izquierdas). La guerra estimuló la economía, ya que potenció la
industria y multiplicó las exportaciones, al convertirse las potencias en conflicto en países
importadores. Sin embargo, tuvo consecuencias sociales muy negativas: el aumento de la
demanda exterior provocó inflación dentro de España, e incluso escasez de algunos productos,
y esto no se compensó con un aumento equivalente de los salarios. La riqueza empresarial
generada vino acompañada de un empobrecimiento general de los trabajadores, que
perdieron buena parte de su poder adquisitivo con la subida de precios. Al terminar la guerra,
el descenso de las ventas obligó al cierre de fábricas y minas, con el consiguiente aumento del
paro y los conflictos sociales.

La crisis de 1917 y el trienio bolchevique.

En 1917 tres problemas pudieron haber acabado con el régimen si los objetivos de sus
protagonistas hubieran sido coincidentes (crisis de 1917)

• Rebelión de las Juntas Militares de Defensa (junio de 1917). Se produjo un


enfrentamiento entre el gobierno y el ejército, que se quejaba de la escasez de medios y de los
bajos salarios. Los oficiales de baja y media graduación habían creado unas Juntas de Defensa
que reclamaban aumento salarial y rechazaban los rápidos ascensos de los africanistas
(oficiales que habían prestado sus servicios en el norte de Marruecos). En junio publicaron un
manifiesto, vagamente regeneracionista, y se negaron a disolverse. El apoyo de Alfonso XIII a
sus aspiraciones fue clave en la resolución del conflicto. El gobierno del conservador Eduardo
Dato tuvo que reconocer a las Juntas de Defensa como portavoces del ejército.

• La Asamblea de Parlamentarios (julio de 1917).Las prácticas de corrupción política


continuaban. En julio se produce una grave crisis parlamentaria: la oposición reclamó la
reapertura de las Cortes, que habían sido cerradas por el gabinete liberal de Romanones. Ante
la negativa gubernamental, la Lliga Regionalista, los republicanos y los socialistas convocaron
en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios, que reclamó un cambio de gobierno y la
convocatoria de Cortes Constituyentes. Los asistentes a la Asamblea de Parlamentarios fueron
disueltos por la Guardia Civil y el movimiento parlamentario no tuvo continuidad.

• La huelga general revolucionaria (agosto 1917).En agosto se produjo una huelga


general revolucionaria. Fue convocada por la UGT, con respaldo de la CNT, en protesta por la
represión violenta de una huelga anterior de ferroviarios en Valencia. Solo tuvo éxito en
Madrid, Barcelona, Bilbao y las cuencas mineras asturianas, donde fue reprimida por el
ejército. El balance fue de más de 70 muertos, cientos de heridos y unos 2.000 detenidos. La
huelga y su represión tuvieron consecuencias: la crisis política se agravó y en los años
siguientes el sistema político de la Restauración entró en su declive definitivo.

Además, en 1917 ocurrió el triunfo de la Revolución Rusa, de tanta importancia para la clase
obrera y cuyas repercusiones revolucionarias se extendieron por toda Europa. El movimiento
obrero cobró más fuerza, especialmente con el clima de crisis económica existente tras la I
Guerra Mundial. El gobierno adopta en este periodo medidas sociales como la jornada de ocho
horas en la industria o la creación del Ministerio de Trabajo.

En los años de 1918 a 1923 continuó la inestabilidad. Se sucedieron hasta once gobiernos,
muchos de concentración, que fracasaron. Empeoró la coyuntura económica, ganó fuerza el
sindicalismo, creció la conflictividad social y hubo más huelgas. Era la agudización de la crisis. A
partir de 1919 el enfrentamiento entre trabajadores y patronos adquirió una extremada
violencia, sobre todo en Barcelona, donde se creó el Sindicato Libre (patronos) para actuar
contra los líderes del movimiento obrero valiéndose del pistolerismo (época del pistolerismo).
Así mismo, se puso en práctica la Ley de Fugas, que autorizaba a los cuerpos de seguridad a
disparar contra detenidos que intentaran fugarse. Los sectores radicales del anarquismo
respondieron con acciones violentas que se extendieron también a otras ciudades, con
atentados y asesinatos como los de Eduardo Dato (presidente del Gobierno) y el líder
anarquista Salvador Seguí. En Andalucía la situación de miseria del campesinado, reforzada por
el aumento de precios, dio paso al llamado trienio bolchevique, desde 1918 a 1920. Hasta
entonces, en la región, con una mayoría de trabajadores del campo, la agitación social no
había sido muy importante; sin embargo, entre estos años y debido a la miserable situación de
los jornaleros, se van a producir huelgas, quema de cosechas, ocupación y reparto de tierras y
toma de ayuntamientos, bajo la dirección de la UGT Y la CNT. La declaración del estado de
guerra y una dura represión pondrán fin a estas revueltas en 1920.

9.3. La dictadura de Primo de Rivera. El final del reinado de Alfonso XIII.

A principios de la década de 1920 España vivía una situación difícil. Fue el pretexto utilizado
por Miguel Primo de Rivera (Capitán General de Cataluña) para proclamar la dictadura en
1923.

La Restauración se había desprestigiado por diversos motivos:

 Gobiernos ineficaces.

 División interna de los partidos.

 Corrupción política.

El movimiento obrero se radicalizó en sus reivindicaciones ante la recesión económica, con la


consiguiente escalada de huelgas. Se añadían las consecuencias del desastre de Annual que
había erosionado al ejército: en el “Expediente Picasso” se exigían responsabilidades a los
militares por la derrota, exigencia que llegó al mismo rey Alfonso XIII. El ejército se quejaba
también de la falta de medios para vengar la humillación de Marruecos. Otros factores fueron
el auge del nacionalismo, visto con recelo por conservadores y militares, la mejora de los
resultados electorales de los republicanos y, sobre todo, de los socialistas, que provocó la
alarma de la oligarquía.

El 13 de septiembre de 1923 el malestar del ejército se concretó en el golpe de Estado de


Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña. Miguel Primo de Rivera justificó su
actuación como un intento regeneracionista. Su manifiesto hablaba de establecer una
dictadura temporal para resolver los graves problemas pendientes que tenía España. El golpe
de Estado recibió los apoyos del Ejército, de la Iglesia, de la Burguesía y del propio Rey. Éste,
aceptando el golpe de Estado, encargó formar gobierno a Primo de Rivera, ligando así su
destino al de la dictadura.

Las primeras decisiones políticas de la dictadura de Primo de Rivera fueron:

 Supresión de las garantías constitucionales.

 Disolución de las Cortes.

 Prohibición de las actividades de los partidos políticos.


 Establecimiento de una rígida censura de prensa.

1. El Directorio militar (1923-1925).

El primer gobierno de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, formado exclusivamente por


generales, se denominó Directorio Militar. Sus actuaciones más destacadas fueron:

 Reorganización de los ayuntamientos y de las diputaciones provinciales. Los concejales


serían elegidos por sorteo entre los mayores contribuyentes y los alcaldes serían
nombrados por el Gobierno. Al frente de los gobiernos civiles de cada provincia se
nombraría a mandos militares.

 Política centralista. Prohibición de la bandera catalana y limitación del uso del catalán
al ámbito privado.

 Adopción de severas medidas de orden público. Se prohibieron las manifestaciones,


las huelgas, lo que redujo rápidamente el número de atentados y de conflictos
laborales.

 Creación de la Unión Patriótica a modo de partido único, sin ideología definida, cuya
única misión era apoyar la dictadura de Primo de Rivera.

El éxito de los primeros años de la dictadura fue acabar con la guerra de Marruecos. Miguel
Primo de Rivera era partidario de abandonar el Protectorado por los enormes gastos que
acarreaba y por la oposición popular a la presencia española en Marruecos. Por ello, preparó la
retirada de Marruecos pese las protestas de los militares africanistas.

En 1925, ante un ataque de Abd-el –Krim en la zona de soberanía francesa, se decidió la acción
conjunta franco-española.

El desembarco de Alhucemas constituyó un éxito completo y Abd-el-Krim se rindió a los


franceses. Una vez controlado el Protectorado, Miguel Primo de Rivera decidió reforzar el
ejército de África y quitar emotividad popular al problema marroquí sustituyendo las tropas de
reclutas españoles por regulares indígenas.

2. El Directorio civil (1925-1930).

Una vez consolidado el régimen, se sustituyó el Directorio Militar por el llamado Directorio
Civil, integrado por civiles y militares. El objetivo era institucionalizar la dictadura. Con este
propósito, en 1927, se creó una Asamblea Nacional Consultiva, sucedáneo de Parlamento,
compuesto por miembros de la Unión Patriótica, elegidos por sufragio indirecto, y por
funcionarios de la administración nombrados por el Gobierno. La Asamblea Nacional
Consultiva elaboró una pseudo-constitución, que no llegó a entrar en vigor.

El Directorio civil puso en marcha una política económica intervencionista:

 Se aplicaron medidas proteccionistas como el aumento de los aranceles a las


importaciones.

 Se realizó un ambicioso plan de obras públicas (electrificación de los ferrocarriles,


ampliación y perfeccionamiento de la red de carreteras, regadíos en el Ebro).
 La política hidráulica tendrá un doble fin: mitigar la falta de agua y crear un potencial
energético (hidroelectricidad) por medio de saltos de agua.

 Se crearon las Confederaciones Hidrográficas y el Consejo de Energía (presidido por el


conde de Guadalhorce). Se crearon los monopolios estatales, entre ellos, la Compañía
Arrendataria de Tabacos , la Compañía Telefónica Nacional de España, la Compañía
Arrendataria del Monopolio de Petróleos (CAMPSA). Se inició el turismo (Red de
Paradores Nacionales), todo esto será la base de nuestra economía posterior. Para
acometer estos proyectos fueron necesarias grandes inversiones, que dispararon la
inflación y la deuda pública.

Fueron importantes las exposiciones internacionales del año 1929. En Sevilla, exposición
Iberoamericana y en Barcelona, exposición internacional. Fueron una operación de prestigio
de la dictadura con el propósito de impulsar el desarrollo económico y el comercio. Juzgadas
hoy tuvieron escaso éxito económico, pero supusieron importantes reformas urbanísticas.

En la política social se creó el Consejo Nacional del Trabajo para resolver los conflictos
laborales y se legisló sobre contratos, accidentes laborales y subsidios. Habría unos comités
paritarios para mediar entre la patronal y los trabajadores.

Primo de Rivera intentó atraer a su política a los líderes sindicales moderados como Francisco
Largo Caballero (UGT) quién, durante unos meses y a título personal, aceptó formar parte del
Consejo Nacional del Trabajo. Por el contrario, la CNT estuvo prohibida y los comunistas fueron
perseguidos.

Pese a que la dictadura, como solución provisional, fue aceptada por una gran parte de los
españoles, se ganó la oposición de muchos cuando fue evidente su intención de perpetuarse.
Así, la oposición al régimen se generalizó entre los siguientes grupos:

 Los conservadores y los liberales exigieron elecciones y la vuelta a la Constitución de


1876.

 Los republicanos fundaron en 1926 la Alianza Republicana e iniciaron una campaña en


el exterior contra la dictadura.

 Los nacionalistas catalanes se movilizaron contra el centralismo.

 Intelectuales como José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno manifestaron


públicamente su oposición a la dictadura.

 La UGT rompió sus relaciones con el gobierno y los anarquistas crearon la Federación
Anarquista Ibérica en 1927 (FAI).

 El ejército, molesto por las frecuentes arbitrariedades que se producían en los


ascensos, promovió pronunciamientos militares como la sanjuanada.

3. El hundimiento de la monarquía (1930-1931)


Ante la falta de apoyos, el Rey pide la dimisión a Primo de Rivera. Éste dimitió en enero de
1930 y se exilió en París. Alfonso XIII nombró Jefe de Gobierno al general Dámaso Berenguer.
Con este nombramiento se pretendía la vuelta a la normalidad constitucional anterior a la
dictadura (Constitución de 1876, turnos de partidos, ), pero Dámaso Berenguer no contaba con
el apoyo de conservadores ni liberales y fue incapaz de hacer frente a la grave situación
económica (popularmente a este gobierno se le denominó la “Dictablanda”). En agosto de
1930 la oposición antimonárquica firmó el Pacto de San Sebastián, apoyado por republicanos,
nacionalistas y, más tarde, por el PSOE. El fin era sustituir definitivamente el ya caduco
régimen del la Restauración por un nuevo sistema político plenamente democrático. Se creó
un Comité Revolucionario presidido por Niceto Alcalá Zamora para preparar la proclamación
de la república. La CNT respaldó la conspiración, pero no se unió al pacto. Semanas más tarde
se difundió un manifiesto que llamaba a la población a derribar la monarquía. Las fuerzas
políticas habían contactado con sectores militares para una acción conjunta a favor de la
República . En diciembre de 1930 se produce la sublevación militar de Jaca (que no se
coordinaron, finalmente, con las fuerzas civiles). Los capitanes Fermín Galán y García
Hernández fueron detenidos y fusilados el 14 de diciembre. Los miembros del Comité
Revolucionario fueron encarcelados. Pero la República tenía ya sus primeros mártires. Un
grupo de intelectuales, entre ellos José Ortega y Gasset, que ya había proclamado su adhesión
a la causa republicana en el artículo “El error Berenguer”, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio
Marañón tomaron partido y crearon la Asociación al servicio de la República. En febrero de
1931, el almirante Juan Bautista Aznar sustituyó al general Dámaso Berenguer como Jefe de
Gobierno y convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Estas dieron el triunfo,
en la mayoría de las grandes ciudades, a las candidaturas republicanas.

El día 14 de abril se proclamaba la Segunda República Española y, ese mismo día, Alfonso XIII
partía para el exilio en Italia.

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