Canet Camila C Societe Aire France S Daños Varios
Canet Camila C Societe Aire France S Daños Varios
Canet Camila C Societe Aire France S Daños Varios
5180/2020
CANET, CAMILA c/ SOCIETE AIRE FRANCE s/DAÑOS VARIOS
ANTECEDENTES:
I) DEMANDA:
Que en fecha 03/08/2020 se presenta la actora CAMILA CANET, con letrada
apoderada Dra. Alma María Duque Aquino, promoviendo formal demanda de daños y
perjuicios (daño moral y daño punitivo por infracción de la Ley 24.240) contra la empresa
Societe Air France, por el monto de $ 600.000 o lo que en más o en menos resulte del
juicio, con más intereses y costas.
Solicita también la declaración de INCONSTITUCIONALIDAD del art. 22 inc. 2, 6 y
ccdtes. del Convenio de Montreal de 1999 "CONVENIO PARA LA UNIFICACION DE CIERTAS
REGLAS PARA EL TRANSPORTE AEREO INTERNACIONAL", suscripto el 28 de mayo de 1999 y
que fuera incorporado mediante por Ley 26.451, en tanto establece topes indemnizatorios
de los distintos rubros a 1.000 Derechos Especiales de Giro.
Relata los hechos del caso, indicando que con fecha 09 de agosto de 2018, la
accionante abordó junto a otras dos personas el vuelo AF1780 de la línea aérea
demandada, AIRFANCE, con destino a distintas ciudades de Europa.
Que al abordar el vuelo indicado en la ciudad de Ezeiza, la actora despachó su
equipaje en debida forma, donde llevaba todos los elementos necesarios para permanecer
en otro país por 30 días aproximadamente. Luego, al arribar a su primer destino, Londres,
concurrió para el retiro de su equipaje, pero éste no apareció en la cinta transportadora,
efectuando el reclamo en el aeropuerto, pese a lo cual su equipaje no apareció, ni obtuvo
respuesta satisfactoria. Relata los padecimientos que afirma haber sufrido como
consecuencia de dicha situación, señalando que transcurrieron las vacaciones de la actora
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“entre llamadas telefónicas e intercambio de mails reclamando una cosa totalmente lógica:
la entrega de su equipaje con todas sus pertenencias”, sin mayor suerte.
Indica que finalmente fue la propia actora quien buscó su maleta el 09/09/18 en el
aeropuerto de Barcelona, cuando se preparaba para su regreso al país; que recién en ese
momento pudo retirarlo del sector de equipajes donde estaba, para despacharla hacia Mar
del Plata. No obstante, al llegar a Ezeiza, las maletas nuevamente no arribaron, ni fueron
localizadas al ser reclamadas, como tampoco – ahora – las de sus compañeros de viaje,
obligándola nuevamente a transitar por los trámites de reclamo. Las maletas de todo el
grupo fueron entregadas finalmente el 11 de septiembre en los domicilios de cada uno
mediante los servicios de Tienda León.
Sigue con el relato indicando que ya en Mar del Plata, la Srta. Canet procedió a
scanear todos los ticket de las compras "de emergencia" que realizó, enviándolas a
customer-care@airefrance.com con el objeto del' reembolso, lo que ocurrió varios días
después. Por ello sostiene que AirFrance, reconoce lisa y llanamente la verdad de todos los
hechos relatados por su parte, que acepta que no cumplió con su obligación contractual de
entregar el equipaje a la Srta. Canet a la llegada a su destino, al reembolsarle los gastos
autorizados y realizados.
Agrega que la actora solicitó una compensación económica por todas las molestias
y destrato que tuvieron para con ella al no entregarle en debida forma su equipaje, pero la
respuesta fue negativa. Por ello, reclama daño moral en razón de los padecimientos
sufridos durante el viaje, indicando que a los efectos de evaluar la cuantía de este rubro
debe tenerse presente que “no tuvo en su poder el equipaje ni un solo día del tiempo que
duró su viaje y que en la misma tenía todas sus pertenencias”. Cita y transcribe
jurisprudencia en su apoyo, así como la normativa legal que le da fundamento. Reclama por
este rubro la suma de pesos doscientos mil ($200.000).
Reclama también por daño punitivo, afirmando que nos encontramos ante un
contrato de transporte internacional y que la relación que unía a su representada con la
línea aérea demandada encuadra dentro de la normativa fijada por las normas de Defensa
del Consumidor consagrado en la Constitución Nacional, Provincial, Ley 24.240 y art. 1.092
y ccdtes. del Código Civil y Comercial. Por lo tanto, considera que resulta aplicable la multa
fijada por el art. 52 bis de la ley 24.240. Transcribe jurisprudencia en su apoyo.
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IV) No habiendo sido contestada la demanda, en fecha 08/04/2022 se da por
decaído el derecho no ejercido por la parte demandada, haciendo efectivo los
apercibimientos procesales.
En 13/06/2022, y a pedido de parte, se declara la cuestión como de puro derecho.
V) Finalmente, en 20/09/2022 se llaman autos para dictar sentencia, providencia
que se encuentra firme y consentida, y estas actuaciones en condiciones de ser falladas.
Y CONSIDERANDO: I) Que el objeto del reclamo persigue que SOCIETE AIR FRANCE
abone a la actora la suma de pesos SEISCIENTOS MIL ($:600.000), más los intereses y
costas, ello en concepto de daños y perjuicios que le habría provocado el extravío de su
equipaje, el que fuera transportado entre la ruta aérea Buenos Aires (Argentina) – París
(Francia) (vuelo AF 0229) el día 09 de agosto de 2018, y París (Francia) – Londres (Reino
Unido) (vuelo AF 1780) en fecha 10 de agosto del mismo año.
Dicho esto, y a los fines de resolver la presente causa, se aplicarán las normas
pertinentes del Código Civil y Comercial, el Código Aeronáutico, los tratados internacionales
pertinentes y supletoriamente, la Ley de Defensa del Consumidor (art. 63).
Aclarada dicha circunstancia referida a la normativa aplicable, cabe destacar que
dentro de los hechos alegados por la parte actora, hay que enunciar en primer término la
existencia del contrato de trasporte aéreo efectuado entre las partes, con el itinerario y
fechas ya mencionadas en los resultandos precedentes.
Está claro, que nos en contamos dentro del ámbito de la responsabilidad
contractual, la cual tiene por base la preexistencia de una relación obligacional de fuente
contractual, por la cual el transportador (en este caso, el demandado) se obligó a llevar a
personas o cosas de un lugar a otro por medio aéreo. Como se trata de un contrato
bilateral conmutativo, la otra parte tuvo a su cargo el pago del precio (Cfr. Eduardo Néstor
Balian, "Código Aeronáutico, comentado y anotado". Prólogo de Ángela Marina Donato,
Editorial Astrea, pág. 294).
Que del estudio de las probanzas obrantes en autos, tengo por acreditados los
siguientes hechos: a) que Camila Canet inició su viaje el día 09 de agosto de 2018 desde
Ezeiza hacia París, viajando en el vuelo de Air France (AF) 0229, continuando el día 10 de
agosto desde París hacia Londres, abordando el vuelo Air France (AF) 1780; b) que en el
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transcurso del viaje su equipaje fue extraviado y por tanto no fue entregado a la pasajera
cuando ésta llegó a destino; b) que a partir de ése hecho la actora realizó una serie de
reclamos, de los que dan cuenta los sucesivos y recíprocos mails enviados entre Canet y la
central de asistencias de la empresa ‘Universal Assistance’, e inclusive la aerolínea
demandada; c) que por razones no imputables a la actora – y que se desconocen, desde
que la aerolínea no se presentó en el expediente a contestar la demanda – el equipaje
extraviado recién fue entregado a la pasajera el día 9 de septiembre de 2018, esto es, casi
un mes después del extravío; d) que por lo tanto, aquella se vio obligada a realizar su viaje
sin el equipaje, y a comprar la vestimenta necesaria para los días subsiguientes, de modo de
poder continuar con el mismo, de lo que dan cuenta los tickets obrantes en el expediente.
Estos hechos, descriptos sucintamente, se extraen de las comunicaciones por
correo electrónico adjuntadas al expediente, y de la demás documentación referida, y a raíz
de los mismos es que Camila Canet reclama una indemnización por daños y perjuicios.
II) Que en consecuencia, cabe determinar si existe responsabilidad de la aerolínea
demandada por el extravío del equipaje referido.
A tales efectos, el Código Aeronáutico (Ley 17.285 y sus modificaciones) establece
en su artículo 140 que “…El transportador es responsable de los daños y perjuicios
sobrevenidos en casos de destrucción, pérdida o avería de equipajes registrados y
mercancías, cuando el hecho causante del daño se haya producido durante el transporte
aéreo. El transporte aéreo, a los efectos del párrafo precedente, comprende el período
durante el cual los equipajes o mercancías se encuentran al cuidado del transportador, ya
sea en un aeródromo o a bordo de una aeronave, o en un lugar cualquiera en caso de
aterrizaje fuera de un aeródromo…”.
Dicho articulado refiere a la pérdida de la cosa transportada, responsabilizando al
trasportador sobre los equipajes registrados. La pérdida puede ser total o parcial.
Destrucción, pérdida o avería son las causales fácticas que movilizan la obligación
resarcitoria en el transporte de cosas (Cfr. Eduardo Néstor Balian, "Código Aeronáutico,
comentado y anotado". Prólogo de Ángela Marina Donato, Editorial Astrea, pág. 323).
Sentado lo expuesto, queda claro que el transportador responde cuando el hecho
dañoso se hubiera producido durante el transporte aéreo, concepto que se extiende al
período durante el cual los equipajes o mercancías se encuentran al cuidado del
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transportador, ya sea en un aeródromo, aeropuerto o a bordo de una aeronave, en
depósito o en otro lugar cualquiera en tierra, dentro o fuera del aeropuerto (Cfr. Eduardo
Néstor Balian, "Código Aeronáutico, comentado y anotado". Prólogo de Ángela Marina
Donato, Editorial Astrea, pág. 324).
Por ende, su responsabilidad por la pérdida de los objetos transportados resulta de
las previsiones contenidas en la Convención de Varsovia –Ley 14.111- con las
modificaciones introducidas por le Ley 17.386 a través de la adhesión al Protocolo de la
Haya del 28/IX/55-, en su art. 18.1, por el cual el transportador será responsable del daño
causado por destrucción, pérdida o avería del equipaje registrado o de mercancías, cuando
el acontecimiento que ocasionó el daño, se haya producido durante el transporte aéreo;
comprendiendo el período de transporte, conforme el art. 18.2 “…durante el cual los
equipajes o mercancías se hallen bajo la custodia del porteador, sea en un aeródromo o a
bordo de una aeronave o en un lugar cualquiera en caso de aterrizaje fuera de un
aeródromo…”(Cfr. Juan A. Lena Paz, "Compendio de Derecho Aeronáutico", Editorial Plus
Ultra A, pág. 265/266).
A su vez, el artículo 19 del Convenio de Montreal (CONVENIO PARA LA
UNIFICACIÓN DE CIERTAS REGLAS PARA EL TRANSPORTE AÉREO INTERNACIONAL
MONTREAL 1999, aprobado por ley 26.451) establece: “El transportista es responsable del
daño ocasionado por retrasos en el transporte aéreo de pasajeros, equipaje o carga. Sin
embargo, el transportista no será responsable del daño ocasionado por retraso si prueba
que él y sus dependientes y agentes adoptaron todas las medidas que eran razonablemente
necesarias para evitar el daño o que les fue imposible, a uno y otros, adoptar dichas
medidas.”
Que asimismo, siendo que entre las partes media una relación contractual, resulta
relevante lo normado en la Ley de Defensa del Consumidor –Ley nº 24.240-, en particular,
en sus artículos 10 bis, 40 –responsabilidad objetiva- y 63 respectivamente.
Entre las normas mencionadas, el artículo 40 de la ley 24.240 establece que “…El
transportista responderá por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del
servicio…”. Desde esta perspectiva, el plexo consumeril aclara expresamente que, tanto
para el caso de la responsabilidad por productos como para la resultante de la prestación
del servicio, el deber de reparar tiene naturaleza objetiva. Ello es así, pues el art. 40
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expresamente manda que “…sólo se liberará total o parcialmente quién demuestre que la
causa del daño le ha sido ajena” y ello aquí no ha sucedido (Cfr. Junyent Bas, Molina
Sandoval, Garzino y Heredia Querro, "Ley de Defensa del Consumidor, comentada, anotada
y concordada ". Editorial Errepar, pág. 360).
Además, debemos recordar que la Ley 24.240 viene a ejecutar el mandato
constitucional dispuesto por el Artículo 42 de la Constitución Nacional, que otorga como
derechos de los consumidores en la relación de consumo la “seguridad e intereses
económicos” y “condiciones de trato equitativo y digno”, haciendo hincapié en la efectiva
protección que debe tener este derecho, que implica no sólo la ausencia de daño al
derecho patrimonial por parte de terceros, sino también la obligación de quienes se
encuentran obligados a ello, de tomar acciones positivas en su resguardo. (Cfr. María
Angélica Gelli, "Constitución de la Nación Argentina, comentada y concordada ". Editorial
La Ley, págs. 457/458).
En este contexto normativo, considero que la relación jurídica que vincula a una
empresa aérea que presta un servicio de transporte (en este caso, Societe Air France) con
otra persona que lo contrata (en este caso, la Srta. Canet) constituye una relación de
consumo en los términos de lo previsto en la Ley 24.240 de Defensa del Consumidor.
En ese sentido, y a la luz de lo normado por el Art. 42 de la Constitución Nacional,
queda claro que la Ley de Defensa del Consumidor no tiene por objetivo –a partir de su
aplicación- favorecer a una parte en desmedro de la otra, sino garantizar que, frente al juez,
aquellas desigualdades producidas por el mercado encuentren un debido contrapeso,
asegurando que todos los litigantes puedan ejercer sus derechos en igualdad de
condiciones.
Por lo tanto, todas las previsiones enunciadas precedentemente, conducen
naturalmente a la admisión sustancial de la pretensión contenida en la demanda.
III) Que, en ese contexto, debemos recordar que el orden jurídico argentino
reconoce dos categorías de daños: el daño patrimonial, que es aquel que contempla las
forma1 de detrimento patrimonial del lesionado (rubro daño material) y el daño moral, que
se manifiesta en la esfera extra patrimonial de la persona.
Este perjuicio –en el daño moral- ha de poseer tal entidad, que afecte cuanto
menos un interés legítimo, con adecuada causa, de quien peticiona resarcimiento, y debe
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hallarse efectivamente acreditado por quien dice haberlo padecido, no bastando para que
prospere el reclamo la simple mención de un perjuicio teóricamente sufrido.
Ello implica que quien invoca un daño resarcible, debe ofrecer y producir las
medidas probatorias pertinentes a fin de corroborar su real existencia.
En el caso bajo examen, considero que los daños reclamados se encuentran
suficientemente acreditados con la documentación obrante en autos, y surgen
razonablemente de los hechos allí acreditados.
Efectivamente, en cuanto al daño moral, su procedencia deriva del artículo 1738
del CCyC en cuanto establece que la indemnización incluye especialmente “…su afecciones
espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida”.
En este punto en particular, se ha señalado que el daño moral significa que en su
valuación debe mediar el sufrimiento humano, que su interpretación no es una operación
que pueda realizarse en términos numéricos de cuantificación, sino que cada juez
atendiendo a la particular apreciación y comprensión del dolor ajeno, según sean las
circunstancias del caso, lo debe mensurar y justipreciar. (sent. 117 del 4/11/2002, “Sahab,
Ricardo J. v. Ester A. Hernández de Belletti s. Ordinario s. Recurso Directo”), y que los
jueces gozan de un amplio arbitrio para su determinación, tomando en cuenta los
padecimientos sufridos, etc-.
Por otra parte, si bien la regla en la materia es que la accionante corre con la carga
de la prueba de la causa de los padecimientos sufridos, conforme se desprende de lo
establecido por el artículo 1744 del CCyC, también es relevante que dicha norma exceptúa
de tal carga en los casos que la ley lo impute o presuma, o como ocurre en el caso bajo
examen, “surja notorio de los propios hechos”.
En efecto, tal como fue relatado en los hechos acreditados anteriormente, la Srta.
Canet se vio obligada a realizar la totalidad de su viaje sin su equipaje, con las dificultades
que tal situación acarrea, y que resultan evidentes, cuando se considera además que la
accionante se encontraba a miles de kilómetros de su país, y que su travesía se prolongó
durante prácticamente un mes, situaciones éstas que agravan las condiciones que debió
afrontar. Por ello considero que los padeceres sufridos por Canet no provocaron un mero
disgusto o molestia que cualquier pasajero podría estar en condiciones razonables de
padecer como consecuencia de un viaje al exterior, sino una real afección, susceptible de
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resarcitoria de los perjuicios causados (Stiglitz, Rubén S. y Pizarro, Ramón D., "Reformas a la
ley de defensa del consumidor", LA LEY, 2009-B, 949).
En este sentido, doctrina y jurisprudencia han coincido en afirmar que no todo
incumplimiento puede dar lugar a la fijación de daños punitivos (conf. CNCom, Sala B, “C.D.
y otro c/ S.M. Medicina Privada S.A. s/ ordinario”, sentencia del 24/9/2018, publicado en La
Ley Online, cita en línea: AR/JUR/53809/2018).
En otras palabras, el incumplimiento configura una condición necesaria pero no
suficiente para imponer la condena punitiva, lo que implica que si no hay incumplimiento
no puede haber daño punitivo, pero puede haber incumplimiento sin daño punitivo,
situación que se dará en la mayoría de los casos. Para hacer lugar a esta pena hace falta
algo más: el elemento de dolo o culpa grave. Si no hay intención de dañar, puede haber
daño compensatorio por responsabilidad objetiva pero nunca daño punitivo (conf. López
Herrera, Edgardo, “Los daños punitivos”, ps. 365/368).
Se trata de casos de particular gravedad, que denotan, por parte del dañador, una
gran indiferencia o menosprecio por los derechos ajenos, priorizando netamente aspectos
económicos. Lo que se busca con esta figura es castigar la conducta desaprensiva que ha
tenido el dañador respecto de los derechos de terceros (conf. CNCom, Sala B, “C.D. y otro
c/ S.M. Medicina Privada S.A. s/ ordinario”, sentencia del 24/9/2018, publicado en La Ley
Online, cita en línea: AR/JUR/53809/2018).
En el mismo orden de ideas, se ha dicho que los daños punitivos son excepcionales,
toda vez que proceden únicamente frente a un grave reproche en el accionar del
responsable de la causación del daño de una amplitud inusitada (conf. CNCiv, Sala A,
“C.M.J. c/ Federación Médica Gremial de la Cap. Fed. s/ Daños y perjuicios”, sentencia del
4/12/2017, publicada en : RCyS2018-III, 130 - RCCyC 2018 (marzo), 05/03/2018, 158 - LA
LEY 12/04/2018 , 8, con nota de Paola A. Urbina, cita en línea: AR/JUR/89985/2017).
Por eso, la norma concede al juez una potestad que podrá o no utilizar, según
entienda que la conducta antijurídica demostrada presenta características de excepción
(conf. CNCom, Sala B, “C.D. y otro c/ S.M. Medicina Privada S.A. s/ ordinario”, fallo citado).
En este orden de ideas, valoro aquí la impericia demostrada por la compañía aérea
para evitar el daño, y especialmente, para impedir que una vez comenzado a producirse (en
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razón de la pérdida del equipaje), se agrave con el transcurso del tiempo, de modo de
disminuir se extensión o magnitud.
En el punto, no encuentro ningún elemento que me permita afirmar que el
demandado realizó actos que idónea y razonablemente conduzcan a neutralizar los efectos
del daño que día a día generaba en la accionante la falta de su equipaje. La “solución”
ofrecida por la empresa, de cubrir hasta un monto de u$s:500 por los gastos ocasionados a
raíz del extravío, de ningún modo resulta suficiente, considerando – nuevamente – el
tiempo en que se demoró la restitución de las valijas.
Por otra parte, las contradicciones que surgen de los mails enviados a la accionante,
informándole que “el equipaje ya está en Amsterdam con orden de entrega para el hotel
donde se está hospedando” (mail De: Equipajes OperacionesEquipajes
<operacionesequipajes@atento.com.co> Enviado: sábado, agosto 18, 2018 12:40 p. m.
Para: camilacanet@hotmail.com CC: equipajes@ua.com.ar), para luego, al día siguiente,
indicarle que “el equipaje arribo el día de hoy en horas de la mañana a Amsterdam” (el
destacado es propio); o cuando días más tarde (23/08) la pasajera informa un domicilio en
la ciudad de Barcelona (España) para que se le envíe el equipaje, donde incluso en fecha
25/08 le informan que en dicho domicilio “fue entregada” la maleta, lo que no sólo es
negado por Canet en el mail de respuesta, sino que luego le informan que “nos
comunicamos con la aerolínea Air France y nos indican que estarán comunicándose con
Amsterdam para confirmar envío” (mail de fecha 26/08).
Todo ello exhibe una desprolijidad inadmisible y una violación a la obligación de
suministrar al consumidor la información cierta, clara y detallada todo lo relacionado con
las características esenciales de los bienes y servicios que provee (art. 4º), del trato digno
que merece la pasajera (art. 8º bis) y de la obligación oportunamente convenida (art. 10º
bis y 19º), que justifica la imposición de la multa prevista en la ley de defensa del
consumidor (art. 52º bis).
Debe recordarse que conforme un principio de la responsabilidad civil, “ cuanto
mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la
diligencia exigible al agente y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias” (art.
1725 CCyC). Por ello, valorando el modo en que ocurrieron los hechos y la razonable
diligencia que se debe exigir de la aerolínea demandada en resolver situaciones como la
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ocurrida en el caso de autos, que claramente no ha sido demostrada, considero justo y
razonable imponer en concepto de daño punitivo la suma de PESOS DOSCIENTOS
CUARENTA MIL ($:240.000), considerada a valores históricos (fecha de producción del
daño, 10/08/2018).
V) Finalmente, cabe mencionar que la parte actora solicita la declaración de
inconstitucionalidad del Convenio de Montreal citado anteriormente, en cuanto establece
topes indemnizatorios para el caso de reclamos por daños y perjuicios.
En efecto, dicho tratado internacional establece que “en el transporte de equipaje,
la responsabilidad del transportista en caso de destrucción, pérdida, avería o retraso se
limita a 1.000 derechos especiales de giro por pasajero, a menos que el pasajero haya
hecho al transportista, al entregarle el equipaje facturado, una declaración especial del
valor de la entrega de éste en el lugar de destino, y haya pagado una suma suplementaria,
si hay lugar a ello” (art. 22.2. El remarcado es propio). Y agrega el artículo 23.1: “Se
considerará que las sumas mencionadas en derechos especiales de giro mencionadas en el
presente Convenio se refieren a los derechos especiales de giro definidos por el Fondo
Monetario Internacional. La conversión de los mismos en las monedas nacionales, en el
caso de procedimientos judiciales, se hará conforme al valor de dichas monedas en
derechos especiales de giro en la fecha de la sentencia. El valor, en derechos especiales de
giro, en la moneda nacional de un Estado parte que sea miembro del Fondo Monetario
Internacional se calculará conforme al método de valoración aplicado por el Fondo
Monetario Internacional para sus operaciones y transacciones, vigente en la fecha de la
sentencia. El valor, en derechos especiales de giro, de un Estado parte que no sea miembro
del Fondo Monetario Internacional se calculará en la forma determinada por dicho Estado”.
Dicho tope está actualizado en la suma de 1.288 derechos especiales de giro, según límite
revisado (DEG) al 28 de diciembre de 2019 (conforme surge de la página oficial de la
Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), https://www.icao.int/annual-report-
2019/Pages/supporting-strategies-legal-and-external-relations-legal-treaty-
developments_es.aspx).
De la página web del Fondo Monetario Internacional
(https://www.imf.org/es/Home) se desprende el valor al día de la fecha de los
denominados “derechos especiales de giro”, que se encuentra en u$s:1 = SDR 0.748185
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(SDR “special drawing rights”, según la sigla en idioma inglés). Por lo tanto, el tope máximo
previsto en dicho convenio alcanza actualmente la suma de dólares estadounidenses
NOVECIENTOS SESENTA Y TRES con SESENTA Y SEIS CENTAVOS (u$s: 963,66= 1.288 x
0.748185). Esta suma se muestra claramente exigua si consideramos que los contratos de
transporte de pasajeros y carga internacional tiene un alto costo para el consumidor, con lo
cual los montos indemnizatorios no pueden estar desconectados de la realidad del mercado
al cual aplican. Cuando ello ocurre, el tope indemnizatorio deviene irrazonable, y así debe
declararse si las circunstancias del caso justifican condenar al responsable al pago de una
indemnización que lo supere. Lo contrario, importaría desconocer la manda constitucional
que obliga a resguardar los ‘intereses económicos’ de los consumidores en las relaciones de
consumo (art. 42 CN).
Cabe recordar, de todos modos, que la declaración de inconstitucionalidad de una
disposición legal es un acto de suma gravedad institucional que debe ser considerado como
ultima ratio del orden jurídico, por lo que no cabe efectuarla sino cuando la repugnancia
del precepto con la cláusula constitucional invocada sea manifiesta, y requiere de manera
inexcusable un sólido desarrollo argumental y la demostración de un agravo en el caso
concreto (MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO s/EXHORTO, 13/09/2016,
Fallos: 339:1277).
Siendo así, y aun interpretando que dicho tope máximo aplique por tramo de vuelo
(de modo de salvar su constitucionalidad), en el caso bajo examen tratándose de tres
tramos volados por la accionante (Buenos Aires – París, París – Londres y Barcelona –
Buenos Aires), tendríamos un tope máximo total a los fines indemnizatorios de
u$s:2.890,98 (963,66 x 3= 2.877,87).
Tal cual puede advertirse, los montos indemnizatorios aquí fijados superan dicho
límite, con lo cual, corresponde declarar su inconstitucionalidad para este caso en concreto,
como única manera de asegurar una indemnización integral de los daños y perjuicios
ocasionados a la accionante, que tiene anclaje en el artículo 17 y 19 de la Constitución
Nacional.
La Corte Suprema ha tenido oportunidad de referirse al principio de ‘reparación
integral’, haciendo un importante desarrollo del mismo en el precedente “Aquino” (Fallos:
327:3753), que si bien lo aplica al ámbito de las relaciones laborales, sus consideraciones
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exceden dicho contorno, tal cual explica el Tribunal. En efecto, allí citó a un precedente
propio (“Provincia de Santa Fe c. Nicchi”) juzgando que resultaba inconstitucional una
indemnización que no fuera ‘justa’, “puesto que ‘indemnizar es (…) eximir de todo daño y
perjuicio mediante un cabal resarcimiento’, lo cual no se logra ‘si el daño o el perjuicio
subsisten en cualquier medida’ (Fallos: 268:112, 114, considerandos 4º y 5º)”. Luego de
señalar que dicha doctrina fue enunciada y aplicada en el campo de la indemnización
derivada de una expropiación y con base en el artículo 17 de la Constitución Nacional,
agrega que según lo indicó el juez Risolía, “la regla de ‘Provincia de Santa Fe’ transcripta al
comienzo de éste párrafo, es aplicable a los litigios por daños y perjuicios (en el caso,
derivados de un accidente de tránsito), lo que ‘impone que la indemnización debe ser
‘integral’ – que vale tanto como decir ‘justa’ -, porque no sería acabada indemnización si el
daño y el perjuicio quedaran subsistentes en todo o en parte’ (Fallos: 283:213, 223,
considerando 4º y su cta)” (cons. 4º).
En un precedente posterior (“Rodríguez Pereyra”, sentencia del 27/11/2012),
reiteró dichos conceptos, al afirmar que “la adecuada protección del derecho a la vida y a la
integridad psicofísica de las personas exige que se confiera al principio alterum non laedere
toda la amplitud que éste amerita, así como evitar la fijación de limitaciones en la medida
en que impliquen ‘alterar’ los derechos reconocidos por la Constitución Nacional (art. 28”
(cons. 19º).
No olvido que aquí se está cuestionando la constitucionalidad de una disposición de
un tratado internacional, con lo cual su desconocimiento podría importar para la Argentina
incurrir en responsabilidad internacional. Pero ello no puede derivar en la admisión por
parte de los tribunales nacionales de normas que atentan contra la propia Constitución
Nacional, cuya jerarquía superior en relación al derecho internacional no está en duda,
conforme surge de modo expreso del artículo 75.22 CN y artículo 27 CN.
Asimismo, también es un tratado internacional, pero con jerarquía constitucional, el
que consagra la obligación del Estado Argentino, y el consiguiente derecho humano a gozar
de una ‘indemnización justa’ (CADH, art. 21.2).
En razón de ello, aplicando la doctrina judicial del Alto Tribunal y por tanto,
asignando al principio de reparación integral la extensión que corresponde a éste caso, es
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Poder Judicial de la Nación
JUZGADO FEDERAL DE MAR DEL PLATA 2
FALLO:
I) Acogiendo la demanda promovida por CAMILA CANET contra SOCIETE AIR
FRANCE.
II) Condenando a dicha demandada a que, en el plazo de diez días a partir de que la
presente quede firme, abone a la actora en concepto de DAÑO MORAL la suma de pesos
equivalente a DÓLARES ESTADOUNIDENSES DOS MIL CIENTO SESENTA con SESENTA
CENTAVOS (u$s: 2.160,60), conforme la cotización oficial correspondiente a la fecha del
pago, con más los impuestos referidos en el considerando III’ in fine. Asimismo, en
concepto de DAÑO PUNITIVO condenando al pago de la suma de PESOS DOSCIENTOS
CUARENTA MIL ($:240.000), considerada a valores históricos.
III) Declarando la INCONSTITUCIONALIDAD del tope fijado por el artículo 22.2 del
Convenio de Montreal.
IV) Imponer las costas del proceso a la demandada.
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V) Con relación a los honorarios de los letrados intervinientes, se difiere su
regulación hasta tanto se practique la pertinente liquidación y se fije la base arancelaria a
considerar.
NOTIFÍQUESE, REGÍSTRESE y, oportunamente, PROCÉDASE AL
ARCHIVO DE LA CAUSA.
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