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ESPAÑOL SEXTO: jueves 601 y viernes 602

TEMA: HISTÓRIA DE LA NOVELA

La novela presenta una larga historia y evolución. Para


algunos, tiene su origen remoto en el cuento, y para otros
proviene de la descomposición de los poemas épicos. Incluso
hay quienes piensan que está más próxima a la dramática, ya
que su fondo es el mismo: la vida y sus contrastes. La novela
en la antigüedad aparece hacia finales de la edad helenística,
en los siglos I y II d.C. El público burgués de la época se
identificaba con las narraciones, ya que veían sus ideales,
reflejados en ellas. En la época medieval y hacia el año 1300
predominó la novela en lengua romance, representada
principalmente por los ciclos caballerescos. Surgió en Francia
y se extendió por toda Europa. La novela estaba dirigida a la
burguesía de la época. Los primeros relatos fueron en verso
y después en prosa. Los episodios de algunas obras se
centran en raptos, naufragios, guerras, piratería, milagros.
Posteriormente, aparecieron relatos enlazados de extensión
breve y de tono humorístico y, en ocasiones eróticos.

LOS ORÍGENES DE LA NOVELA


Múltiples son los orígenes de la novela, porque los orígenes son siempre múltiples cuando de algo hecho por
el hombre se trata. Y en este caso, la multiplicidad se acreciente por la ambigüedad del género novelesco, y
porque sus orígenes los tenemos a la vista. Y todo aquello que se ve puede ser interpretado de muchas
maneras.

La novela occidental es hija, como se sabe, de las fábulas y cuentos del Oriente,
de la India principalmente, llegadas a través de esos grandes mediadores entre
Oriente y Occidente que fueron árabes. Antecedentes de la novela vienen a ser
las fábulas, tal y como se hace especialmente visible a través de esa espléndida
obra, El Libro de los Exemplos, del conde Lucanor. Y en el caso del Quijote
algunos romances medievales como ha señalado ya hace años Menéndez Pidal
en el romance de Juan de la Enzina: “por esos montes arriba/ por montañas muy
oscuras/ caminaba un caballero/ lastimado de tristura”. Los cuentos, tanto los famosos como otros poco
conocidos que ruedan, que vienen rodando desde siglos sin que se sepa de dónde vienen. Las leyendas, las
consejas, los mitos ya en su forma tradicional o en las transformaciones que sucesivamente han ido sufriendo.
Esto en cuanto al contenido de la novela mirado históricamente. En cuanto al contenido y en cuanto a la
forma primaria del novelar que es contar; contar algo que por lo regular ha pasado hace tiempo y en un lugar
no bien identificado, y aquí la novela realista donde las fechas y los parajes están perfectamente precisados
aparece tarde, en la tradición española se puede advertir claramente en la llamada “novela picaresca”.

Y así el comienzo del Quijote: “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme” es una
variación del comienzo de muchos antiguos cuentos que decía: “En un lugar cuyo nombre no recuerdo”.
Al comenzar así se sitúan los acontecimientos en un tiempo remoto, en un pasado inalcanzable fuera del
tiempo de la vida cotidiana, lo que delata el parentesco de la Novela con el Mito y la Leyenda.

Y el Mito y la Leyenda son también los antepasados de la Historia. Como lo son a su vez las Teogonías y las
Cosmologías, relatos acerca del nacimiento o aparición de los dioses, de sus avatares y obras; relatos de la
creación o de la formación del cosmos. Textos los más antiguos y venerados en cada una de las culturas donde
se presentan. Lo cual quiere decir que el primer modo de explicación de la realidad
que el hombre ha buscado es el histórico. Un modo mucho más amplio que el que hoy usamos, pues que en
ese modo de Historia está todo incluido: religión, poesía y aún metafísica o ciencia: conocimiento. Lo que nos
interesa subrayar en este momento es que todo aquello se ha presentado en forma de relato. Y por ello estas
veneradas escrituras son a la vez los antepasados sea de la Historia, sea de la Novela, por la forma narrativa. Y
así cuando Ortega y Gasset quería instaurar en el lugar de la razón Pura la razón Histórica, narrativa, sin duda
que anhelaba rescatar esta forma primaria del conocimiento.

La herencia de estos originarios relatos se fue escindiendo, diversificándose. Y en lo que hace a la forma
estrictamente narrativa, la Historia heredó el contar los sucesos tenidos por verdaderos o, hablando con
mayor precisión, sucedidos realmente. Mientras que las leyendas, las fábulas y los mitos y su sucesora la
novela renuncian a la credibilidad, mas no del todo. Renuncian a que lo que relatan sea tenido por cosa de
todos los días, mas no a que sea creído como cosa de un modo o de otro, cierta y verdadera. Se trata, por lo
visto, de otra especie de verdad.

(1) Texto conservado en la Fundación María Zambrano con la signatura M-94, 1964. En Aurora. Papeles
del “Seminario María Zambrano”, nº 3, Barcelona, 2001, pp. 147-148.

La novela corta es de menor extensión que la novela convencional (50 o 60 mil palabras), pero, aun así, es
más larga que un cuento y profundiza más en los detalles de los hechos.

ACTIVIDAD
• Responde a las siguientes preguntas, teniendo en cuenta lo estudiado en la clase con relación a la novela.

1. La novela pertenece al género:


a) Policiaco 4. Dos elementos importantes dentro de la
b) Lírico trama de una novela son:
c) Narrativo a) Espacio y tiempo
b) Vestuario y luces
2. La estructura de la novela tiene que ver con: c) Dinero y posesiones de los personajes
a) Las bases de la temática
b) Planteamiento, nudo y desenlace 5. La novela corta es:
c) Los personajes de la obra a) Similar a la novela convencional pero con
menor extensión.
3. Una de las características de la novela es: b) Igual a un cuento largo.
a) Pocos personajes c) Igual a una novela convencional pero con
b) tres personajes máximos tres o cuatro personajes.
c) Muchos personajes
Actividad
1. Escucha atentamente el audio https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/aura-lucia-mera/rebelion-
en-la-granja/ y toma apuntes en tu cuaderno sobre lo escuchado.

Biografía de George Orwell (Escritor de la novela “Rebelión en la granja”)


Vivió en la indigencia. Durmió en camastros llenos de chinches. Comió sobras de los botes de basura. Vagabundeó de un
lado a otro en pleno invierno cubierto de harapos. Muchos días toda su alimentación consistió en dos rebanadas de pan viejo
con margarina. Su salud era precaria. La tuberculosis lo llevó a pasar de hospital en hospital sus últimos años. Murió a los 46
años.
Jamás se enteró. Se vino a saber en 2005 que durante 12 años todos sus movimientos fueron espiados “por su aparente
vinculación con la izquierda”. Su cercanía y convivencia con locos, vagabundos, desahuciados, marginados, inmigrantes
ilegales, vivencias que describía en sus ensayos, sin maquillaje, sin máscaras. La tragedia humana de esos seres
desempleados y rechazados por la sociedad no eran del agrado de las clases dirigentes inglesas. A nadie le agradaba saber
que los dormitorios para indigentes eran cárceles donde los encerraban de noche y nadie podía dormir porque la mayoría
padecía tos crónica e incontinencia. La realidad no gusta.
Tampoco caía bien su definición de hotel elegante: “Un sitio donde 100 personas se afanan como diablos para que 200
paguen precios exorbitantes por comer lo que no les gusta”, refiriéndose a toda la comida que sobra y se tira a la basura en
estos lugares.
George Orwell, realmente llamado Eric Arthur Blair, nació en la India en 1903 y murió en Inglaterra en 1950. Periodista,
ensayista, novelista y crítico británico, se cambió de nombre para no avergonzar a su familia. Escogió George por ser el santo
patrón de Inglaterra y Orwell en homenaje al río del mismo nombre. Todas sus obras son experiencias autobiográficas
vividas en tres etapas de su corta existencia. Antiimperialismo feroz después de su tiempo en Burma. Antiestalinismo y
antinazismo. Antitotalitarismo de cualquier ideología. Cuando participó en la guerra civil española, fue para “matar fascistas
porque alguien debe hacerlo”.
Sus dos obras cumbre, que 70 años después de publicadas aún se venden como pan caliente, son Rebelión en la
granja y 1984. Jamás imaginó que sería uno de los autores más leídos en todos los idiomas. Siguen vigentes como si las
hubiera escrito hoy. Cada vez cobran más fuerza. Más contundencia. Más actualidad.
Con Rebelión en la granja he tenido tres encuentros con diferentes reacciones. Empezando la adolescencia, lo leí por primera
vez y me pareció un libro casi infantil, con final feliz, porque los cerdos se reconciliaban con los humanos.
A los 18 sentí una punzada en el ombligo que me cambió totalmente la visión del mundo, me di cuenta por primera vez en mi
vida de cómo las dictaduras de cualquier ideología, derecha o izquierda, engañan: “Todos los animales son iguales, pero
algunos son más iguales que otros”. Poco a poco se va desmoronando esa utopía, ese sueño de igualdad, lealtad, libertad,
honestidad y solidaridad, todo se bastardea.
Esta tercera lectura, hace unos días, me impactó. En Colombia estamos viviendo una época frágil, desorientada, rabiosa y
poco analítica. Los cantos de sirena llenan plazas con oratorias subliminales y promesas incoherentes que llegan a corazones
hastiados. Los populismos prometen igualdad, fraternidad y libertad, pero terminan convirtiéndose en poderes absolutos,
acabando hasta con el nido de la perra. Sabemos que muchas de esas promesas electoreras no se cumplirán porque
simplemente son inviables y se convertirán una farsa donde todos saldrán perdiendo. Todas esas multitudes que ahora llenan
plazas se dejan convencer con la maravillosa oratoria, trémula y vibrante como la de Napoleón y Gritón, los líderes de la
rebelión de los animales. Ya experimentamos los años en el poder de otros gobernantes que con sus maturrangas se pasaron
leyes por la faja.
Los animales de la granja también soñaron con una vida mejor en la que fueran iguales y las cosas serían compartidas. Se
trata de alertar sobre el peligro del uso y el abuso del poder político. Todos, gallinas, patos, palomas, caballos y ovejas,
cayeron en la trampa, escuchando cantos de sirenas. Trabajaron el doble, recibieron menos salario, no tuvieron jubilación,
perdieron el derecho a disentir, etc., hasta que se anestesiaron y llegaron a creer que “esa era la verdadera libertad”.
Y ni hablar de 1984, esa distopía donde Orwell se inventó un mundo manejado y controlado por el Partido, donde todos los
humanos somos vigilados. Como escribe Koestler en la contraportada del libro: “Desde El proceso de Kafka ninguna obra
fantástica ha alcanzado el horror lógico de 1984”.

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