4 Razones Por Las Que Necesitamos Al Espíritu Santo

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Caracas, 13 de Noviembre de 2022

Servicio Plaza Venezuela


PARTE 3
CONOCIENDO AL ESPIRITU SANTO

4 Razones por las que Necesitamos al Espíritu Santo

Cuando Jesús estaba por ir al Padre, les dijo a sus discípulos que no los dejaría
solos. Él enviaría a otro como Él para estar con ellos. “Pero yo os digo la
verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador
no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré.” (Juan 16:7) Jesús
vio necesario que el Espíritu Santo viniera y viviera en los creyentes, porque el
Nuevo Pacto implica una nueva manera de vivir: los seres humanos operado con
el Espíritu Santo dentro de ellos. Lamentablemente, muchos creyentes viven sus
vidas ignorando al Espíritu. Sin embargo, no es posible vivir la vida que Jesús
quiere que vivamos sin la ayuda del Espíritu.
Las siguientes son 4 razones por las que necesitamos al Espíritu Santo.

1. El Espíritu Santo nos empodera para ser testigos de Jesús:

Una de las razones por las que el Espíritu Santo vino fue para darnos poder y
denuedo para ser verdaderos testigos de Jesucristo. “Pero recibiréis poder,
cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis
testigos…” (Hechos 1:8) Muchas personas tienen temor de hablar de Jesús o
creer que no están calificadas. Si usted es salvo, usted tiene un testimonio de
cómo Dios lo ha salvado. Usted necesita al Espíritu Santo para que le dé
denuedo (Valor, decisión, Valentía, determinación). Si usted está hablándole
a alguien que está enfermo, necesita poder para orar por ellos para que sean
sanos. Si ignoramos al Espíritu Santo, entonces cómo podremos ser buenos
testigos de Jesús?.

2. El Espíritu nos ayuda para adorar a Dios:

Como creyentes, tenemos el privilegio de poder entrar en la presencia de Dios a


través de la adoración. Tristemente, muchas personas se aburren fácilmente o
no están interesadas en adorar a Dios. La verdadera adoración es sobrenatural
así que sólo puede llevarse a cabo con la ayuda del Espíritu Santo. “Más la
hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al
Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores
busca que le adoren” (Juan 4:23) Si usted quiere tener verdadera comunión
con Dios, sentir Su presencia y perderse en adoración, pídale al Espíritu Santo
que lo ayude a adorar.

3. El Espíritu Santo nos da dones sobrenaturales:

La vida cristiana es sobrenatural. A todos los creyentes les han sido dados
dones sobrenaturales del Espíritu Santo. ¡Piénselo! El Espíritu Santo le ha dado
una manifestación sobrenatural, espiritual. (1 Corintios 12:7-11)

7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8


Porque a este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de
ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro,
dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro,
profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas;
y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el
mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

Desafortunadamente, la mayoría de los Cristianos nunca usan sus dones. ¿Qué


don tiene usted? Si no lo sabe, pídale a Dios que active los dones en usted y
que provea las circunstancias en las que sus dones saldrán a la luz.

4. El Espíritu Santo nos unge para cumplir con nuestro propósito:

Una de las funciones del Espíritu Santo es ungirnos para nuestro propósito. La
unción es un empoderamiento sobrenatural para hacer la voluntad de Dios.
Puede ser una gracia para los negocios, para la ciencia, para el ministerio, para
cualquier área.

La unción nos garantiza el éxito. El ministerio de Jesús fue empoderado por la


unción del Espíritu. Ciertamente, ¡Él estaba ungido! (Isaías 61:1) “El Espíritu
de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová…” Usted está
ungido por Dios así como Jesús lo estuvo. ¿Sabe para qué lo ha ungido Dios?
Cuando usted encuentre su propósito, encontrará su unción.

La unción no es algo que te pones y te quitas. Dios ungió a Saúl como rey y así
quedó, lo mismo sucedió con David; se hayan portado bien o mal han sido
ungidos para ser Reyes, esto significa que fueron elegidos y escogidos, y han
sido revestidos de una posición. La unción entonces, es aquello que Dios te da a
ti para que funciones dentro de sus planes; es la posición que el Señor te da.

EN LA ANTIGUEDAD: PERSONAS ESPECÍFICAS ERAN UNGIDAS

En la antigüedad se ungían a los sacerdotes, a los profetas y a los reyes, sólo a


esas tres clases de personas. Cualquier otra persona no era ungida, porque los
oficios de Dios eran precisamente esos y se les ungía a esas personas con el
aceite de la santa unción, fórmula que encontramos en el libro de Éxodo capítulo
30, que lo hacía un aceite único. Ese aceite no se podía usar para otra cosa más
que lo que tenía que ver con la unción de Dios sobre determinadas personas. No
se podía hacer como nosotros hoy en día cuando ungimos a los hermanos de la
iglesia y lo hacemos a veces con aceite de maíz o algún otro baratito. Dios le
había dado a Moisés la fórmula para hacer ese aceite especial, porque la unción
que se le daba a un sacerdote era única y nadie podía cuestionarla, quitarla o
reemplazarla.

Leemos en (Levítico 8: 10 al 12): “Y tomó Moisés el aceite de la unción y


ungió el tabernáculo y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. Y
roció de él sobre el altar siete veces, y ungió el altar y todos sus utensilios,
y la fuente y su base, para santificarlos. Y derramó del aceite de la unción
sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo”. Vemos aquí que se
ungían cosas; Moisés ungió todo el Tabernáculo o sea el templo que se
construyó en medio del desierto por mandato de Dios, hecho con telas, y todas
las cosas que estaban en él, y las santificó.

La unción tiene relación directa con la santificación; cuando se ungía a alguien


que sería Rey significaba que esa persona era santificada, y santificar significa
apartada. Santificar es apartar para una función determinada; cuando se aparta
algo o a alguien y se santifica, ese algo o ese alguien va a llevar a cabo
solamente la función que se le asigna. (la Unción te lleva a Cumplir tu Propósito)

Un Rey no podía ser Sacerdote; el cuchillo que se usaba en el Tabernáculo para


sacrificar a los animales no se podía usar para otra cosa, porque había sido
apartado para el servicio de Dios, había sido ungido, santificado o consagrado
con un propósito. Del mismo modo, los cristianos somos seres apartados para
vivir la vida que Dios ha predestinado para nosotros y funcionar dentro del
propósito que Él tiene para cada uno; o sea que el cristiano está ungido para
servir dentro de la función que Dios le tiene asignada, y éste puede pero no
debe funcionar en alguna otra cosa que no sea el oficio que el Señor le ha dado.

El profeta Samuel ungió a Saúl como Rey, pero él se portó mal desobedeciendo
y pecando; cuando lo ungieron como rey descendió sobre él, el Espíritu Santo y
cuando hubo pecado el Espíritu de Dios se apartó de él. El Espíritu Santo puede
venir, contristarse y apartarse pero siempre sigue sobre la persona la unción, y
seguía pesando sobre Saúl el hecho de que Dios lo había escogido para ser rey.
Todos los días de su vida ha cargado con eso porque fue elegido para ser rey y
honrar a Dios pero cuando decidió honrarse a sí mismo haciendo lo que le
pareció o quiso, el Espíritu Santo ya no lo llenaba aunque siguió portando esa
unción. La Biblia señala que el Espíritu Santo vino sobre David cuando fue
ungido, y ese día, el Espíritu Santo se apartó de Saúl. Cuando David tuvo
oportunidad de matar a Saúl, y el Espíritu Santo ya se había alejado de él; David
dijo que no iba a quitarle la vida al ungido de Jehová. El Espíritu Santo puede
operar más o menos en tu vida pero la demanda de la unción que está sobre ti
te pesará toda la vida y tendrás que rendirle cuentas a Dios por esa unción que
Él ha derramado sobre ti. Tal vez digas: “¡Menos mal que yo no soy ungido!”
Quiero decirte que Dios unge a todo el que llama a su reino.

La palabra Cristo proviene del griego significa ungido, la palabra Mesías


proviene del hebreo y también significa ungido. Cuando decimos Jesucristo nos
referimos a Jesús el Ungido. Ungidos había muchos pero Cristo es El Ungido;

HOY: TODOS SUS HIJOS SOMOS UNGIDOS

La Biblia dice que somos un pueblo escogido y real sacerdocio, nosotros los que
hemos sido rescatados por Cristo y a quienes el Señor ha limpiado de pecado.
No había sacerdotes reales por lo que significa que hemos sido llamados a ser
reyes y sacerdotes. David fue ungido y ofició como rey y sacerdote; Cristo fue
ungido y fue profeta, sacerdote y rey, y el pueblo del Señor es un pueblo de
reyes y sacerdotes y no se puede tener estas cualidades sin primero ser
ungidos.

Leemos en (Levítico 8: 10 al 12): “Y tomó Moisés el aceite de la unción y


ungió el tabernáculo y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. Y
roció de él sobre el altar siete veces, y ungió el altar y todos sus utensilios,
y la fuente y su base, para santificarlos. Y derramó del aceite de la unción
sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo”. Se puede decir que
santificar aquí también significa apartar; la santificación es apartamiento, o sea
que funciona para lo que Dios ha diseñado y preparado. La unción opera si yo
respondo a esa unción que sería la tarea, la función y el rango que Dios me ha
dado; si eso está, el Espíritu Santo, su llenura, su autoridad y poder están,
porque a Dios le interesa esas personas que responden a la unción que Él les
ha dado.

¿Quieres tener unción? ¿Quieres sentir esa cosquillita o ese fueguito? Te


preguntarás cuál es tu función y yo te digo que tu función es la de Cristo; la
unción de Jesús es la misma del cristiano. Está Cristo en primer lugar y el
cristiano en el segundo.

En los tres versículos que señalamos del capítulo 8 de Levítico la palabra


santificación aparece tres veces. O sea, la santificación o el apartamiento del
creyente para la función que Dios le ha asignado, es importante. Jesús estaba
en la sinagoga en Nazaret, su ciudad, un día sábado, y el ministro de la
sinagoga le da a leer la lectura que correspondía a ese día sábado de ese año y
se trataba de las profecías del profeta Isaías que se habían escrito setecientos
años antes de Cristo y hablaban del Mesías, entonces leemos las declaraciones
de Jesús en Lucas 4:18: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me
ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a
los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a
los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”. Jesús declaró que el
Espíritu del Señor estaba sobre Él por cuanto lo ha ungido y le ha indicado cuál
es la tarea por la cual ha venido al mundo. Vino a dar buenas nuevas a los
pobres, a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los
cautivos y vista a los ciegos y a poner en libertad a los oprimidos. ¡Esta es la
función de la unción que está sobre la cabeza de Cristo! Cuando David fue
ungido, tenía que ser Rey y debía contar con un ejército y con carros de guerra;
pero viene Cristo y es ungido, pero la unción que vino sobre Él no era para
poseer carros ni ejércitos, no era para tener una linda casa o una camioneta 4 x
4; no era para vivir cómodamente y tranquilo como desean muchos cristianos,
salir a trabajar temprano, llevar a los niños a le Escuela, llegar a la casa y tomar
Cafecito en la tardes. Los cristianos de hoy, no quieren que los embromen
mucho, que los rechacen, todo lo que piden es una vida tranquila y que los
demonios hagan lo que se les dé la gana en el mundo, con las almas porque es
una persona de paz y no quiere problemas.
Algunos creyentes giles expresan lo que ellos quieren y desean, o sea, quieren
servir a Dios pero a su modo y de manera que su carne se sienta cómoda y
satisfecha. ¡Quieren servir a Dios pero no quieren ir a la cruz y no quieren
negarse a sí mismos! ¡La unción a Jesús le costó la cruz y la unción que hay
sobre ti es la misma que hay sobre el Señor! Si eres cristiano has sido ungido y
si quieres saber para qué te ha ungido Dios, te digo que te ungió para dar
buenas nuevas a los pobres, para sanar a los quebrantados de corazón, para
pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos y para poner en libertad a los
oprimidos.

¿Conoces la voluntad de Dios para tu vida? “¿Cómo puedo hacer para


conocer la voluntad de Dios? Estoy esperando que el Señor me muestre su
voluntad”, dicen algunos. Lucas 4:18 te muestra cuál es la voluntad de Dios
para que hagas. ¡Ya no podrás decir que no sabes cuál es la voluntad de Dios
para tu vida! “Es que en esta iglesia no me tienen en cuenta y no se han dado
cuenta quién soy yo”… Si en la iglesia no se han dado cuenta quién eres tú, sal
a la calle a ver dónde hay un quebrantado de corazón, donde hay un pobre a
quien consolar o alguno que necesite ser liberado de las fauces del enemigo.
¡Ve y hazlo porque Dios te ha ungido para eso!

Hechos 10: 38 dice así: “…cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a
Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. La unción de Jesús
determinó la función que realizó y la unción del Señor sobre tu vida determina la
función que debes realizar. ¡No vuelvas a preguntar cuál es la voluntad de Dios
para tu vida! Tú tienes que vivir para bendecir a aquellos que están lejos de
Dios, lejos de la verdad, en oscuridad, enfermos y trastornados. En 2ª de
Corintios 1:21 leemos: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el
que nos ungió, es Dios”.

CONCLUSIÓN

Tú has sido ungido y tengo una mala noticia para ti y es que si no estás
consciente de eso o no te interesa, estás frito, pero la buena noticia es que si te
interesa cumplir con la función que Dios te ha asignado entonces estás ungido y
eso significa que Dios garantiza que tendrás victoria en todo. La tarea que el
Señor te encomendó no es sencilla, hay que arremeter contra los poderes de las
tinieblas porque tu lucha es contra demonios, contra los poderes de maldad en
las regiones celestes y tu misión es despojar a los demonios de la autoridad y el
poder que tienen sobre la vida de las personas. Tú tienes que sanar enfermos,
liberar a los cautivos, darle palabra de gracia al cansado y levantar al caído; tú
tienes que hacer sonreír al que está triste. ¡VENEZUELA y las naciones verán la
gloria de Dios, porque se levantará una iglesia ungida, consagrada y apartada
para Dios!

Entiende que eres un ungido y una ungida y que no es elección tuya estar en
esa posición, porque es una elección de Dios. Lo que necesitas para cumplir con
la misión de la unción para la cual has sido designado, es que tienes que
santificarte y apartarte, y tienes que anhelar la llenura del Espíritu Santo. La
llenura del Espíritu Santo no es la unción sino el equipamiento de Dios para
poder cumplir la misión de la unción y tu misión no son esos planes personales
por los cuales te desvelas sino que tu función más trascendente es llevar las
buenas noticias a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón y pregonar
libertad a los cautivos.

Si hoy le abres tu corazón a Dios el Señor te llenará con ese fuego que
necesitas para hacer su obra. Yo no podría hacer mi tarea de pastor si no
tuviese ese fuego que me impulsa a ayudar a los necesitados. Entiende que las
personas son dignas delante de Dios aunque vivan tirados en una plaza, ellos
son fruto del amor de Dios y merecedores de su gracia porque de tal manera
amó Dios al mundo y eso incluye al miserable de la calle. Jesús no andaba
haciendo planes; Él andaba obrando sanidades y liberando cautivos, cumpliendo
con el plan de Dios. Si te propones hacer la voluntad del Padre, el Señor te
llenará hoy con la presencia, el poder y la autoridad del Espíritu Santo que es el
equipamiento que Dios te da para que puedas cumplir tu función. Será un placer
para Dios llenarte con el fuego, con el poder y la autoridad del Espíritu Santo.
¡Ese es su deseo! No es el Señor el que frena tu llenura sino que eres tú, porque
pones tus planes y deseos antes que la misión que te encomendó y no quieres
someterte y ser obediente.

Es tiempo que dejemos de ignorar al Espíritu Santo y le pidamos participar


activamente en nuestras vidas. Jesús lo envió porque lo necesitamos.
Pidámosle perdón y oremos que el Espíritu de Dios nos guíe a toda verdad.

Toma la decisión de negarte a ti mismo y abraza la misión y el propósito del


Señor.
¡Abraza la unción que está sobre ti y pídele a Dios que te llene con su Espíritu
Santo en esta hora!.

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