Cabrera Rodriguez, Lucas-2
Cabrera Rodriguez, Lucas-2
Cabrera Rodriguez, Lucas-2
Facultad de Psicología
(MONOGRAFÍA)
Resumen………………………………………………………………………………......2
Introducción………………………………………………………………………………3
Desarrollo..................................................................................................................4
1. Definiciones teóricas……………………………………………………………………..4
1.1 Definición de droga……………………………………………………………….....4
1.2 Definición de los ámbitos clínico y psicoterapéutico………………………….4
1.2.1 Clínica…………………………………………………………………………4
1.2.2 Psicoterapia……………………………………………………………….....5
2. Recorrido histórico del empleo de drogas en clínica y en psicoterapia….........5
2.1 Siglo XIX………………………………………………………………………….........5
2.2 Siglo XX…………………………………………………………………………..........7
2.2.1 El empleo de drogas en psicoterapia a principios de siglo. La
aparición del narcoanálisis…………………………………………….….7
2.2.2 El descubrimiento de la LSD25 y la entrada de los alucinógenos
en psicoterapia: décadas de 1920-1960…………………………………9
3. Las experiencias en el Río de la Plata:
Argentina y Uruguay (1940-1967)………………………………………………….......15
3.1 El narcoanálisis en Argentina: décadas de 1930-1950……………………......15
3.2 El narcoanálisis en Uruguay en la década de 1950…………………………….16
3.3 Los alucinógenos en el Río de la Plata (1955-1967)……………………………18
3.3.1 LSD25 y otros alucinógenos en Argentina.
Usos en investigación clínica y en psicoterapia…………………......18
3.3.2 LSD25 y otros alucinógenos en Uruguay.
Usos en investigación clínica y en psicoterapia……………………...19
3.3.2.1 El período experimental (1957-1961)…………………………………….....20
Consideraciones finales………………………………………………………………..24
Referencias bibliográficas………………………………………………..…………....25
1
Resumen
2
Introducción
1Órgano Oficial de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, la Revista de Psiquiatría fue creada
en 1929.
3
Desarrollo
1. Definiciones teóricas
Muchas han sido las definiciones de droga que se han realizado a lo largo de la
historia. Considerando que la mayor parte de las prácticas clínicas y psicoterapéuticas
referidas en este estudio se desarrollaron entre 1950 y 1970, a los efectos del
presente trabajo se toma en cuenta una definición de droga realizada por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1969. Según ella, droga es “toda
sustancia que, introducida en un organismo vivo, pueda modificar una o varias de sus
funciones” (OMS, 1969).
1.2.1 Clínica
De acuerdo con Dunker (2011), “hacer clínica” es “doblarse, inclinarse delante del
lecho del paciente e interpretar los signos significativos de su cuerpo (…), aplicar
sobre ese cuerpo determinada mirada y derivar de ella un conjunto de operaciones” (p.
399).
Dunker ubica el nacimiento de la clínica moderna entre fines del siglo XVIII e
inicio del siglo XIX, a partir de una composición de prácticas, discursos y dispositivos
bastante heterogéneos. Según este autor, el ejercicio del clínico consiste en un
paciente y metódico ejercicio de observación, descripción y comparación de
fenómenos a través de la lectura de signos –que forman el campo de una semiología y
organizan una diagnóstica–, de un vocabulario universal, de modo a justificar las
opciones de tratamiento del síntoma o de un conjunto de síntomas que conforman una
enfermedad.
4
observación y diferenciación de signos y síntomas), diagnóstica (como un hacer
continuo y extenso en el tiempo consiste en la transposición de lo particular a lo
general), etiología (como una serie de investigaciones dirigidas a indicar la causa de la
enfermedad) y terapéutica (operación clave de la clínica, en tanto implica estrategias
de acción sobre las causas y los efectos) (Ibídem).
1.2.2 Psicoterapia
5
Ante este proceso de inserción del uso de droga en el ámbito psiquiátrico, es
posible datar el estudio de Jacques-Joseph Moreau o Moreau de Tours, quien publicó
en 1845 su libro Du hachisch et de l'aliénation mentale: études psychologiques: un
estudio sobre la relación entre la alienación mental y los efectos psicológicos
provocados por la embriaguez del hachís. Este psiquiatra realizó experiencias sobre
sí, sus discípulos, amigos y pacientes, constituyéndose en “el precursor de las psicosis
artificiales y psiquiatría experimental” (Tallaferro, 1956 en Scholten, 2017, p. 10).
Moreau de Tours identificó un elemento en común entre los efectos del hachís y la
locura2: el sueño. El sueño se convierte así en “el punto a partir del cual la
comprensión del psiquiatra podrá imponer su ley a los fenómenos de la locura”
(Foucault, 2014b, p. 325). El rasgo novedoso del libro de Moreau de Tours es que no
se trató sólo de un estudio comparativo entre la locura y el sueño, sino de un principio
de análisis –en el cual el sueño envuelve, comprende y permite entender a la locura–
(ibídem). La droga, por lo tanto, pasa a considerarse “la efectuación misma de la
locura” (ibídem., p. 328)3. Es decir, la droga entra en el campo de la investigación
clínica en psicopatología. El psiquiatra tendría además la posibilidad en la
experimentación con la droga, de reproducir artificialmente, según su propia voluntad,
la locura sobre sí mismo, de modo de poder comprenderla y captarla en su movimiento
autónomo desde dentro (ibídem).
2 “¿Y qué es exactamente la locura? Pues bien, la locura, como la intoxicación con hachís, es
ese estado particular de nuestro sistema nervioso en el cual las barreras del dormir o las de la
vigilia (…) van a resultar rotas o, en todo caso, serán traspasadas en una serie de lugares; y la
irrupción de los mecanismos del sueño en la vigilia provocará la locura si el mecanismo es, en
cierto modo, endógeno, y provocará así mismo la experiencia alucinatoria de los intoxicados si
la ruptura tiene su origen en la absorción de un cuerpo extraño” (Foucault, 2014b, p. 325).
3 “La droga, por lo tanto, es el sueño inyectado en la vigilia: es, en cierto modo, la vigilia
6
anestésicas de este alcaloide en el tratamiento quirúrgico de las enfermedades
oftalmológicas (Freud, 1980; 1924/1992).
2.2 Siglo XX
4 Por estado alterado de conciencia se entiende “cualquier estado mental inducido por agentes
fisiológicos, psicológicos o farmacológicos; que puede ser reconocido subjetivamente por la
persona y que representa una desviación respecto al funcionamiento normal de la mente del
individuo” (Tart, 1969 en Salcedo, 2015, p. 7). (El subrayado es nuestro).
7
empleo de barbitúricos de rápida acción, como el pentotal sódico5, paralelamente con
sugestión hipnótica, con la finalidad de penetrar en forma rápida y eficaz en el
psiquismo del paciente para “hacer aflorar material reprimido por las censuras” (Rey,
1953, p. 12).
Ahora bien, ante esta situación clínica, cabría preguntarse ¿qué lugar se le da
al paciente en tanto sujeto? Es decir, en este “psicoanálisis acelerado”, si el psiquiatra
tiene garantizada la dirección de su mirada sobre las palabras del paciente, y si la
droga se constituye en el lente para observar la verdad, ¿hasta qué punto el paciente
participa como sujeto ante esa verdad?
5 Paralelamente al uso de éter, los derivados del ácido barbitúrico, sintetizado por primera vez
en 1864 por el investigador alemán Adolf von Baeyer, fueron utilizados para deprimir el sistema
nervioso central conforme a la dosis empleada y provocar hipnosis (acción diencefálica y
cortical) depresión de los centros respiratorios, y en algunos se utilizó como inyección letal en
la pena de muerte (Scholten, 2017, p. 8)
8
2.2.2 El descubrimiento de la LSD25 y la entrada de los alucinógenos en
psicoterapia: décadas de 1920-1960
9
En 1947, el hijo del profesor A. Stoll, Werner A. Stoll publicó la primera
investigación sistemática de aplicación experimental de la LSD25 en personas con y sin
esquizofrenia realizada en la clínica psiquiátrica de la Universidad de Zúrich. También
realizó un autoensayo, para mostrar los rasgos característicos de la embriaguez
lisérgica. Se caracterizaba a la nueva sustancia activa como un phantasticum, pero
aún estaba en suspenso la cuestión de la acción terapéutica de la LSD25 (ibídem).
10
1) El modelo psicomimético puede caracterizarse por un retorno al método de
investigación inaugurado en el siglo anterior. Los psiquiatras seguidores de
este modelo observaban sobre sí mismos en la experiencia controlada con
LSD25 la imitación del delirio y los síntomas de un cuadro psicótico para
poder comprenderlos de manera empática y estudiarlos (Villaescusa, 2006;
Salcedo, 2015). Los efectos de la droga sobre el psiquismo fueron
denominados de: “psicosis lisérgica” (Rey, 1957a, 1957b, 1957c), “psicosis
exógena”, “psicosis temporal”, “psicosis inducida” (Álvarez de Toledo,
1959), “psicosis artificiales” (Duarte & Bayley, 1960) o “psicosis modelo”
(Villaescusa, 2006).
Se empleó por ejemplo la LSD25 en el estudio de la desestructuración
del esquema corporal en psicoanálisis (Rey, 1960), en la investigación de
con niños diagnosticados con autismo o esquizofrenia llevada a cabo por
Gary Fisher en 1962 (Salcedo, 2015) y en la investigación de Humphry
Osmond sobre el desequilibrio en los neurotransmisores de serotonina y
adrenalina como posibles causantes de la esquizofrenia (Villaescusa,
2006).
Este modelo encontró su limitación, debido a que se evidenciaban
diferencias significativas entre los estados producidos por LSD25 y los
cuadros psicóticos (Villaescusa, 2006).
7En mayo de 1953, Aldous Huxley se encontró con Humphry Osmond y tomó por primera vez
mescalina disuelta en un vaso de agua bajo la supervisión de éste. Huxley publicó sus
experiencias místico-religiosas en los ensayos Las puertas de la percepción (2016) en 1954 y
11
“descubridor o revelador del alma”. En este método “se trata de
desencadenar mediante una reacción de shock una experiencia místico-
religiosa. Esta ha de servir en el tratamiento psicoterapéutico subsiguiente
como punto de partida para una reestructuración y cura de la personalidad
del paciente” (ibídem., p. 92).
La terapia psiquedélica –popular entre los psiquiatras y psicoterapeutas
estadounidenses debido al éxito conseguido en numerosos casos8– tiene
como grandes referentes teóricos y en experiencias clínicas en Estados
Unidos los trabajos del psiquiatra checo Stan Grof y el psiquiatra mexicano
Salvador Roquet.
Stan Grof desarrolló a partir de su extensa experiencia en los estados
modificados de conciencia para estudiar los estados perinatales del
desarrollo humano y la dimensión transpersonal de la conciencia, buscando
en las sesiones psiquedélicas experiencias de beatitud y éxtasis, que
señalan el final exitoso de la terapia (Villaescusa, 2006). Grof aconsejó la
utilización de altas dosis para lograr mayor éxito terapéutico en el
tratamiento del alcoholismo (Salcedo, 2015). También aplicó junto a otros
psiquiatras la LSD25 en el tratamiento del alivio de los dolores muy fuertes
en enfermos de cáncer, constituyendo la experiencia en una preparación y
un esclarecimiento del paciente ante su muerte (Hofmann, 2018).
Salvador Roquet, iniciado en el uso de enteógenos9 por chamanes
como María Sabina, se dedicó a utilizar estas técnicas en su práctica
clínica. Además de haber trabajado con plantas psicoactivas locales
(hongos, peyote, ololiuqui, datura) y con sustancias como la MDMA
(éxtasis) y ketamina, utilizó también la LSD25 aprovechando el profundo
efecto desestructurador de la personalidad para la posibilidad de una
reestructuración más sana y adaptativa. En común con las técnicas de Grof,
las técnicas de Roquet también “tienden a facilitar el proceso de muerte /
resurrección, el trascender del ego rígido y limitado para acceder a una
presencia más amorosa y abierta a los demás” (Villaescusa, 2006, s/p).
Otro de los autores referentes de este modelo de psicoterapia fue el
doctor Timothy Leary que, junto a su colega Richard Alpert, comenzaron a
12
llevar a cabo en la Universidad de Harvard diversos estudios empleando
LSD25 y psilocibina10. Aplicaron estas sustancias en la reintegración social
de presidiarios, la generación de experiencias místicas de teólogos y el
fomento de la creatividad de artistas y escritores. Luego de ser expulsados
de la universidad, Leary y Alpert continuaron sus estudios de investigación
psiquedélica en Zihuatanejo, México. A mediados de la década del 60,
Leary se convirtió en un ícono del movimiento hippie con el lema: Turn on,
tune in, drop out! (encendeos, sintonizaos y dejadlo todo) (Hofmann, 2018),
inscribiéndose así el uso de la LSD25 en el campo de lo social, lo político y
lo contracultural.
10
Sustancia activa contenida en el hongo Psilocibe mexicana, un de las «setas sagradas» de
México (Hofmann, 2018).
13
LSD25 utilizando los estados alterados de conciencia, “caracterizados por
una elevada sugestibilidad y receptividad a los estímulos internos y
externos” (Villaescusa, 2006, s/p).
Ante esta primacía de lo vivencial es interesante notar que, a pesar del auge
publicitario que tuvo Delysid a mediados de 1960 y de haberse constatado su eficacia
en psicoterapia en múltiples estudios alrededor del mundo, las investigaciones fueron
interrumpidas definitivamente a mediados de la década de 1970, en parte por ser
14
declarado ilegal en Estados Unidos, y en parte porque Sandoz congeló la entrega de
LSD25 y psilocibina a todos los laboratorios del mundo (Hofmann, 2018)11.
11 Tal interrupción se debió al mandato de guerra a las drogas proveniente de Estados Unidos
(Los Tratados de Naciones Unidas: la Convención Única sobre Estupefacientes del año 1961,
el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971 - y la posterior Convención contra el Tráfico
Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas de 1988 - establecieron un sistema
planetario de sanciones penales para restringir la producción, el suministro y el uso de las
drogas psicoactivas). Recién en el siglo XXI se retomaron oficialmente los estudios con LSD25,
psilocibina y otros alucinógenos cumpliendo con los estándares de la investigación (Salcedo,
2015).
15
abandone las identificaciones anteriores y las sustituya por otras tomadas de la
realidad presente, estableciendo con el médico “una relación de dependencia, cuya
liquidación constituye el paso final de toda psicoterapia psicoanalítica” (Pichon-Rivière,
1946, p. 310). Nótese aquí el proyecto psicoterapéutico que Pichon-Rivière presenta
en este artículo, donde el narcoanálisis puede disponerse como un método de
tratamiento que facilite la labor del médico en su misión de devolver al paciente el
contacto con la realidad. Y esto mediante un contacto afectivo que implique para el
paciente, por un lado, una relación de dependencia con el médico, potencializada por
la acción de la narcosis, y, por otro lado, la progresiva devolución a la realidad que
significa el abandono su locura y la liquidación del contacto afectivo.
Más tarde, en 1952, José Bleger utiliza el mismo título para su primer libro:
Teoría y práctica del narcoanálsis. En éste, sin embargo, su maestro Pichon-Rivière es
apenas mencionado y presenta un fuerte enfoque de la medicina psicosomática,
además de incluir experiencias con terapia insulínica desarrollada junto a un equipo
que incluía a Alberto Fontana, uno de los precursores de la psicoterapia con
alucinógenos en Argentina (Scholten, 2017).
16
mediador entre la clínica y la cura, capaz de aumentar la eficacia de la terapéutica
mediante el empleo de la narcosis. Rey interpretó los efectos en el paciente desde una
perspectiva psicoanalítica influenciada por los aportes de Pichon-Rivière.
El segundo artículo sobre narcoanálisis, fue escrito por el Dr. Gonzalo Cáceres
Cardona (1957) bajo el título de Narcoanálisis y Medicina Legal. El texto es un informe
sobre la adopción de la técnica del narcoanálisis en las prácticas médico-legales con
la finalidad de diagnosticar la simulación y extraer confesiones involuntarias. Cáceres
argumentó sobre la necesidad de incorporar el narcoanálisis en el procedimiento de
interrogatorio médico-legal debido a que resulta una técnica eficaz para conocer la
personalidad del examinado y extraer su confesión mediante la provocación de
estados de debilitamiento y de terror tales que, ante la amenaza de una nueva dosis,
el sujeto revelará la verdad oculta o reprimida de su crimen. También planteó la
necesidad de replantear el problema legal de su uso “en el curso de un proceso penal”
(Cáceres, 1957, p. 21) en nuestro país. Este autor también inscribió el narcoanálisis,
junto a otros métodos efractores de la conciencia como la convulsoterapia química, la
convulsoterapia eléctrica, la insulinoterapia, entre otros, a las técnicas que emergieron
en la escuela de Pavlov. Estas últimas tienen por fundamento la provocación de
estados de inconsciencia mediante narcosis prolongadas durante horas o días.
Cáceres finaliza el artículo señalando que quedaba por analizar la acción de
despersonalización del ácido lisérgico, pero que se encontraba en activo estudio.
17
3.3 Los alucinógenos en las prácticas clínicas y psicoterapéuticas (1955-1968)
Tallaferro también inició en las prácticas con LSD25 a Luisa Gambier Álvarez de
Toledo, quien emprendió una serie de experiencias junto a Alberto Emilio Fontana y
18
Francisco Pérez Morales. Estos tres autores presentaron en 1957 un informe en la
APA titulado: “Fundamentos para una técnica psicoanalítica combinada”, sobre el
empleo y la combinación técnica en sesiones psicoanalíticas con LSD25. A diferencia
de los estudios anteriores, el referente principal de las indagaciones pasa a ser el
campo de la neurosis, incluso en psicoterapia de grupo. Si bien estos autores utilizaron
otros alucinógenos como mescalina y CY39, predominaron las experiencias con LSD25
(Fontana, 1961). Álvarez de Toledo (1959) señaló que los resultados obtenidos de la
combinación terapéutica de la LSD25 con el psicoanálisis se han constituido para los
psicoanalistas en un medio para poder acelerar y profundizar el conocimiento de los
pacientes y de sí mismos. Fontana (1961) señaló su uso como “test” de diagnóstico y
pronóstico y en psicoterapia de niños (individual o de grupo), en la cual explicita su
experiencia directa y de control en el tratamiento de caracteropatías. También aplicó la
LSD25 como coadyuvante en psicoterapia en pacientes con diagnósticos de psicopatía,
perversiones sexuales, esquizoidía, psicosis, hipocondría, neurosis obsesivas, entre
otros13. Fontana observó que el empleo de alucinógenos se constituía en un aliado
importante en la facilitación de la transferencia y en la provocación del insight (Adaime,
2005).
13En el final del artículo presenta una tabla comparativa con los resultados obtenidos en
psicoterapia profunda y psicoterapia breve (cf. Fontana, 1961).
19
Sin embargo, estas investigaciones también presentaron enfoques diferentes y
novedosos. Puede constatarse en Uruguay dos períodos sobre las investigaciones con
alucinógenos: el período experimental y el período psicoterapéutico.
A fines de 1957 y comienzos 1958, Juan Carlos Rey publicó un artículo dividido
en tres partes con el título: Psicosis lisérgica (Rey, 1957a, 1957b y 1958). Rey analizó
la sintomatología producida por la LSD25 desde una perspectiva psicoanalítica basada
en los aportes de Tallaferro y en la psicopatología de Klaus Conrad los efectos
referidos a las experiencias de despersonalización, trastornos del esquema corporal,
acción sobre el inconsciente, sobre las pulsiones del Ello y los trastornos en la esfera
de la percepción, del tiempo y espacio. Realizó experiencias clínicas en el tratamiento
fobias, intersexualidad, histeria, homosexualidad, impotencia sexual y neurosis
obsesivas. Consideró la utilidad de la LSD25 en “psicoterapia colectiva” y como
“ayudante en psicoanálisis abreviado” (Rey, 1958, p. 54).
En 1958, Isidro Más de Ayala señaló los efectos que produce la LSD25 a nivel
de la formación reticulada (Más de Ayala, 1958) y Daniel L. Murguía la inscribió dentro
de los aportes modernos en terapéutica psiquiátrica junto a la mescalina y la
bufotonina (dimetil-serotonina). Este último autor señaló la utilidad de la LSD25 en la
investigación de los cuadros mórbidos y su papel en las sesiones, generando una
mayor profundización en la intimidad de la personalidad y la conflictiva reprimida del
paciente y un mayor contacto psicoterápico (Murguía, 1958).
20
la palabra y de la visión en el esquema corporal y la psicopatología del espacio
individual o distancia en la agorafobia, la claustrofobia y la intoxicación por LSD25,
incluyendo una perspectiva fenomenológica sartreana (Rey, 1960).
21
conflictiva del paciente. El procedimiento se divide en tres etapas: sesión, reflexión y
autoentrenamiento (Berta et al. 1961).
Integrado este método junto al empleo de LSD25, las etapas del rêve éveillé
lisérgico dirigido son definidas de la siguiente manera:
A mediados de 1964, uno de los doctores del grupo, Hugo Silvera (1964),
escribió un artículo sobre Los alucinógenos en las prácticas mágico-religiosas
primitivas y en la psicoterapia moderna. En este texto, el autor inscribió el uso de
alucinógenos en la psicoterapia moderna dentro de las prácticas milenarias de la
medicina primitiva chamánica, comparando las manifestaciones de las estructuras
22
mitológicas en las experiencias clínicas obtenidas por el grupo con el R.E.D de
Desoille y con Psicolisis Dirigida. Estas experiencias iniciáticas religiosas fueron
consideradas de gran valorización del sufrimiento ante la representación simbólica de
la muerte.
A mediados de 1967, el grupo publicó otro artículo sobre sus experiencias con
el título: Psicolisis Dirigida. En este trabajo, los autores definieron a esta técnica como
un nuevo procedimiento fármaco-psicoterápico y/o una técnica psico-farmacológica de
activación mediante la utilización de drogas psicolíticas (LSD25 y psilocibina) que
además de utilizar la técnica del R.E.D de Desoille, incluyeron también otras formas de
manifestación como técnicas de confrontación de símbolos de Leuner, de conversión
somato-psíquica y afectivo-imaginaria de Goldberger, psicodramáticas de J. L.
Moreno, respuestas de relax de Wolpe, la psicagogia, entre otras, en psicoterapia de
apoyo y psicoterapia de interpretación. El grupo utilizó ambas drogas en forma
alternativa y sin conocimiento del paciente, comprobando diferencias significativas de
sus efectos: “la LSD25 provoca esquemáticamente, más actividad imaginaria y más
efectos secundarios (deformaciones sensoperceptivas, síntomas de desrealización,
despersonalización, cambios del esquema corporal, etc.). La psilocibina estimula a
pensar y hablar más y produce, evidentemente, menos efectos secundarios” (Berta et
al., 1967a, p. 22). A partir de estas observaciones, decidieron emplear en algunos
casos la psilocibina para iniciar las sesiones con el fin de evitar reacciones negativas o
de rechazo. Finalmente, los autores consideraron, luego de cuatro años de
experiencia, que “es posible afirmar el valor terapéutico de la psicolisis dirigida, como
un activador (en el sentido ya expresado) de la conducta habitualmente inadaptada”
(Berta et al., 1967b, p. 3).
23
Consideraciones finales
24
Referencias bibliográficas
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Psiquiatría del Uruguay, Año XXVI, n° 154, julio-agosto de 1961, pp. 3-36, Montevideo.
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Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. (Trabajo publicado originalmente en
1968).
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25
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de Cultura Económica, México D.F. (Curso dictado en el Collège de France en 1973-
1974).
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26
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----------- (1959) “El esquema corporal en la psicosis lisérgica”. En: Ramírez, F. Anales
de la Clínica Psiquiátrica. Curso de Perfeccionamiento, Tomo II, pp. 43-56,
Montevideo.
28