El Arte de La Guerra-31-40
El Arte de La Guerra-31-40
El Arte de La Guerra-31-40
El territorio que está rodeado por tres territorios rivales y es el primero en proporcionar
libre acceso a él a todo el mundo se llama terreno de intersección.
Cuando el acceso es estrecho y la salida es tortuosa, de manera que una pequeña unidad
enemiga puede atacarte, aunque tus tropas sean más numerosas, a éste se le llama terreno
cercado.
Las tropas que se encuentran en un terreno mortal están en la misma situación que si se
encontraran en una barca que se hunde o en una casa ardiendo.
En un terreno de dispersión, los soldados pueden huir. Un terreno ligero es cuando los
soldados han penetrado en territorio enemigo, pero todavía no tienen las espaldas cubiertas:
por eso, sus mentes no están realmente concentradas y no están listos para la batalla. No es
ventajoso atacar al enemigo en un terreno clave; lo que es ventajoso es llegar el primero a
él. No debe permitirse que quede aislado el terreno de comunicación, para poder servirse de
las rutas de suministros. En terrenos de intersección, estarás a salvo si estableces alianzas;
si las pierdes, te encontrarás en peligro. En terrenos difíciles, entrar aprovisionado significa
reunir todo lo necesario para estar allí mucho tiempo. En terrenos desfavorables, ya que no
puedes atrincherarte en ello, debes apresurarte a salir. En terrenos cercados, introduce
tácticas sorpresivas.
Si las tropas caen en un terreno mortal, todo el mundo luchará de manera espontánea. Por
esto se dice: "Sitúa a las tropas en un terreno mortal y sobrevivirán."
Los que eran antes considerados como expertos en el arte de la guerra eran capaces de
hacer que el enemigo perdiera contacto entre su vanguardia y su retaguardia, la confianza
entre las grandes y las pequeñas unidades, el interés recíproco par el bienestar de los
diferentes rangos, el apoyo mutuo entre gobernantes y gobernados, el alistamiento de
soldados y la coherencia de sus ejércitos. Estos expertos entraban en acción cuando les era
ventajoso, y se retenían en caso contrario.
Esto significa que para aprovecharse de la falta de preparación, de visión y de cautela de los
adversarios, es necesario actuar con rapidez, y que si dudas, esos errores no te servirán de
nada.
En una invasión, por regla general, cuanto más se adentran los invasores en el territorio
ajeno, más fuertes se hacen, hasta el punto de que el gobierno nativo no puede ya
expulsarlos.
Escoge campos fértiles, y las tropas tendrán suficiente para comer. Cuida de su salud y
evita el cansancio, consolida su energía, aumenta su fuerza. Que los movimientos de tus
tropas y la preparación de tus planes sean insondables.
Consolida la energía más entusiasta de tus tropas, ahorra las fuerzas sobrantes, mantén en
secreto tus formaciones y tus planes, permaneciendo insondable para los enemigos, y
espera a que se produzca un punto vulnerable para avanzar.
Sitúa a tus tropas en un punto que no tenga salida, de manera que tengan que morir antes de
poder escapar. Porque, ¿ante la posibilidad de la muerte, qué no estarán dispuestas a hacer?
Los guerreros dan entonces lo mejor de sus fuerzas. Cuando se hallan ante un grave peligro,
pierden el miedo. Cuando no hay ningún sitio a donde ir, permanecen firmes; cuando están
totalmente implicados en un terreno, se aferran a él. Si no tienen otra opción, lucharán hasta
el final.
Por esta razón, los soldados están vigilantes sin tener que ser estimulados, se alistan sin
tener que ser llamados a filas, son amistosos sin necesidad de promesas, y se puede confiar
en ellos sin necesidad de órdenes.
Esto significa que cuando los combatientes se encuentran en peligro de muerte, sea cual sea
su rango, todos tienen el mismo objetivo, y, por lo tanto, están alerta sin necesidad de ser
estimulados, tienen buena voluntad de manera espontánea y sin necesidad de recibir
órdenes, y puede confiarse de manera natural en ellos sin promesas ni necesidad de
jerarquía.
Prohibe los augurios para evitar las dudas, y los soldados nunca te abandonarán. Si tus
soldados no tienen riquezas, no es porque las desdeñen. Si no tienen más longevidad, no es
porque no quieran vivir más tiempo. El día en que se da la orden de marcha, los soldados
lloran.
Así pues, una operación militar preparada con pericia debe ser como una serpiente veloz
que contraataca con su cola cuando alguien le ataca por la cabeza, contraataca con la cabeza
cuando alguien le ataca por la cola y contraataca con cabeza y cola, cuando alguien le ataca
por el medio.
Esta imagen representa el método de una línea de batalla que responde velozmente cuando
es atacada. Un manual de ocho formaciones clásicas de batalla dice: "Haz del frente la
retaguardia, haz de la retaguardia el frente, con cuatro cabezas y ocho colas. Haz que la
cabeza esté en todas partes, y cuando el enemigo arremeta por el centro, cabeza y cola
acudirán al rescate."
Puede preguntarse la cuestión de si es posible hacer que una fuerza militar sea como una
serpiente rápida. La respuesta es afirmativa. Incluso las personas que se tienen antipatía,
encontrándose en el mismo barco, se ayudarán entre sí en caso de peligro de zozobrar.
Por esto, no basta con depositar la confianza en caballos atados y ruedas fijadas.
Se atan los caballos para formar una línea de combate estable, y se fijan las ruedas para
hacer que los carros no se puedan mover. Pero aun así, esto no es suficientemente seguro ni
se puede confiar en ello. Es necesario permitir que haya variantes a los cambios que se
hacen, poniendo a los soldados en situaciones mortales, de manera que combatan de forma
espontánea y se ayuden unos a otros codo con codo: éste es el camino de la seguridad y de
la obtención de una victoria cierta.
La mejor organización es hacer que se exprese el valor y mantenerlo constante. Tener éxito
tanto con tropas débiles como con tropas aguerridas se basa en la configuración de las
circunstancias.
Si obtienes la ventaja del terreno, puedes vencer a los adversarios, incluso con tropas
ligeras y débiles; ¿cuánto más te sería posible si tienes tropas poderosas y aguerridas? Lo
que hace posible la victoria a ambas clases de tropas es las circunstancias del terreno.
Por lo tanto, los expertos en operaciones militares logran la cooperación de la tropa, de tal
manera que dirigir un grupo es como dirigir a un solo individuo que no tiene más que una
sola opción.
Sus planes son tranquilos y absolutamente secretos para que nadie pueda descubrirlos. Su
mando es justo y metódico, así que nadie se atreve a tomarlo a la ligera.
Puede mantener a sus soldados sin información y en completa ignorancia de sus planes.
Cambia sus acciones y revisa sus planes, de manera que nadie pueda reconocerlos. Cambia
de lugar su emplazamiento y se desplaza por caminos sinuosos, de manera que nadie pueda
anticiparse.
Puedes ganar cuando nadie puede entender en ningún momento cuáles son tus intenciones.
Dice un Gran Hombre: "El principal engaño que se valora en las operaciones militares no
se dirige sólo a los enemigos, sino que empieza por las propias tropas, para hacer que le
sigan a uno sin saber adónde van." Cuando un general fija una meta a sus tropas, es como el
que sube a un lugar elevado y después retira la escalera. Cuando un general se adentra muy
en el interior del territorio enemigo, está poniendo a prueba todo su potencial.
Ha hecho quemar las naves a sus tropas y destruir sus casas; así las conduce como un
rebaño y todos ignoran hacia dónde se encaminan.
Incumbe a los generales reunir a los ejércitos y ponerlos en situaciones peligrosas. También
han de examinar las adaptaciones a los diferentes terrenos, las ventajas de concentrarse o
dispersarse, y las pautas de los sentimientos y situaciones humanas.
En general, la pauta general de los invasores es unirse cuando están en el corazón del
territorio enemigo, pero tienden a dispersarse cuando están en las franjas fronterizas.
Cuando dejas tu territorio y atraviesas la frontera en una operación militar, te hallas en un
terreno aislado.
Cuando a tus espaldas se hallen espesuras infranqueables y delante pasajes estrechos, estás
en un terreno cercado.
Por esto, la psicología de los soldados consiste en resistir cuando se ven rodeados, luchar
cuando no se puede evitar, y obedecer en casos extremos.
Por ello, los que ignoran los planes enemigos no pueden preparar alianzas.
Los que ignoran las circunstancias del terreno no pueden hacer maniobrar a sus fuerzas.
Los que no utilizan guías locales no pueden aprovecharse del terreno. Los militares de un
gobierno eficaz deben conocer todos estos factores.
Si puedes averiguar los planes de tus adversarios, aprovéchate del terreno y haz maniobrar
al enemigo de manera que se encuentre indefenso; en este caso, ni siquiera un gran
territorio puede reunir suficientes tropas para detenerte.
Por lo tanto, si no luchas por obtener alianzas, ni aumentas el poder de ningún país, pero
extiendes tu influencia personal amenazando a los adversarios, todo ello hace que el país y
las ciudades enemigas sean vulnerables.
Maneja las tropas como si fueran una sola persona. Empléalas en tareas reales, pero no les
hables. Motívalas con recompensas, pero no les comentes los perjuicios posibles.
Emplea a tus soldados sólo en combatir, sin comunicarles tu estrategia. Déjales conocer los
beneficios que les esperan, pero no les hables de los daños potenciales. Si la verdad se
filtra, tu estrategia puede hundirse. Si los soldados empiezan a preocuparse, se volverán
vacilantes y temerosos.
Colócalos en una situación de posible exterminio, y entonces lucharán para vivir. Ponles en
peligro de muerte, y entonces sobrevivirán. Cuando las tropas afrontan peligros, son
capaces de luchar para obtener la victoria.
Así pues, la tarea de una operación militar es fingir acomodarse a las intenciones del
enemigo. Si te concentras totalmente en éste, puedes matar a su general aunque estés a
kilómetros de distancia. A esto se llama cumplir el objetivo con pericia.
Al principio te acomodas a sus intenciones, después matas a sus generales: ésta es la pericia
en el cumplimiento del objetivo.
Así, el día en que se declara la guerra, se cierran las fronteras, se rompen los
salvoconductos y se impide el paso de emisarios.
C A P I T U L O XII
Existen cinco clases de ataques mediante el fuego: quemar a las personas, quemar los
suministros, quemar el equipo, quemar los almacenes y quemar las armas.
El uso del fuego tiene que tener una base, y exige ciertos medios. Existen momentos
adecuados para encender fuegos, concretamente cuando el tiempo es seco y ventoso.
Normalmente, en ataques mediante el fuego es imprescindible seguir los cambios
producidos por éste. Cuando el fuego está dentro del campamento enemigo, prepárate
rápidamente desde fuera. Si los soldados se mantienen en calma cuando el fuego se ha
declarado, espera y no ataques. Cuando el fuego alcance su punto álgido, síguelo, si puedes;
si no, espera.
En general, el fuego se utiliza para sembrar la confusión en el enemigo y así poder atacarle.
Cuando el fuego puede ser prendido en campo abierto, no esperes a hacerlo en su interior;
hazlo cuando sea oportuno.
Cuando el fuego sea atizado par el viento, no ataques en dirección contraria a éste.
No es eficaz luchar contra el ímpetu del fuego, porque el enemigo luchará en este caso
hasta la muerte.
Los ejércitos han de saber que existen variantes de las cinco clases de ataques mediante el
fuego, y adaptarse a éstas de manera racional.
No basta saber cómo atacar a los demás con el fuego, es necesario saber cómo impedir que
los demás te ataquen a ti.
Así pues, la utilización del fuego para apoyar un ataque significa claridad, y la utilización
del agua para apoyar un ataque significa fuerza. El agua puede incomunicar, pero no puede
arrasar.
El agua puede utilizarse para dividir a un ejército enemigo, de manera que su fuerza se
desuna y la tuya se fortalezca.
Ganar combatiendo o llevar a cabo un asedio victorioso sin recompensar a los que han
hecho méritos trae mala fortuna y se hace merecedor de ser llamado avaro. Por eso se dice
que un gobierno esclarecido lo tiene en cuenta y que un buen mando militar recompensa el
mérito. No moviliza a sus tropas cuando no hay ventajas que obtener, ni actúa cuando no
hay nada que ganar, ni luchan cuando no existe peligro.
Un gobierno no debe movilizar un ejército por ira, y los jefes militares no deben provocar
la guerra por cólera.
Actúa cuando sea beneficioso; en caso contrario, desiste. La ira puede convertirse en
alegría, y la cólera puede convertirse en placer, pero un pueblo destruido no puede
hacérsele renacer, y la muerte no puede convertirse en vida. En consecuencia, un gobierno
esclarecido presta atención a todo esto, y un buen mando militar lo tiene en cuenta. Ésta es
la manera de mantener a la nación a salvo y de conservar intacto a su ejército.
C A P I T U L O XIII
Una Operación militar significa un gran esfuerzo para el pueblo, y la guerra puede durar
muchos años para obtener una victoria de un día. Así pues, fallar en conocer la situación de
los adversarios por economizar en aprobar gastos para investigar y estudiar a la oposición
es extremadamente inhumano, y no es típico de un buen jefe militar, de un consejero de
gobierno, ni de un gobernante victorioso. Por lo tanto, lo que posibilita a un gobierno
inteligente y a un mando militar sabio vencer a los demás y lograr triunfos extraordinarios
con esa información esencial.
Existen cinco clases de espías: el espía nativo, el espía interno, el doble agente, el espía
liquidable, y el espía flotante. Cuando están activos todos ellos, nadie conoce sus rutas: a
esto se le llama genio organizativo, y se aplica al gobernante.
Los espías nativos se contratan entre los habitantes de una localidad. Los espías internos se
contratan entre los funcionarios enemigos. Los agentes dobles se contratan entre los espías
enemigos. Los espías liquidables transmiten falsos datos a los espías enemigos. Los espías
flotantes vuelven para traer sus informes.
Entre los funcionarios del régimen enemigo, se hallan aquéllos con los que se puede
establecer contacto y a los que se puede sobornar para averiguar la situación de su país y
descubrir cualquier plan que se trame contra ti, también pueden ser utilizados para crear
desavenencias y desarmonía.
En consecuencia, nadie en las fuerzas armadas es tratado con tanta familiaridad como los
espías, ni a nadie se le otorgan recompensas tan grandes como a ellos, ni hay asunto más
secreto que el espionaje.
Si no se trata bien a los espías, pueden convertirse en renegados y trabajar para el enemigo.
No se pueden utilizar a los espías sin sagacidad y conocimiento; no puede uno servirse de
espías sin humanidad y justicia, no se puede obtener la verdad de los espías sin sutileza.
Ciertamente, es un asunto muy delicado. Los espías son útiles en todas partes.
Si algún asunto de espionaje es divulgado antes de que el espía haya informado, éste y el
que lo haya divulgado deben eliminarse.
Siempre que quieras atacar a un ejército, asediar una ciudad o atacar a una persona, has de
conocer previamente la identidad de los generales que la defienden, de sus aliados, sus
visitantes, sus centinelas y de sus criados; así pues, haz que tus espías averigüen todo sobre
ellos.
Siempre que vayas a atacar y a combatir, debes conocer primero los talentos de los
servidores del enemigo, y así puedes enfrentarte a ellos según sus capacidades.
Debes buscar a agentes enemigos que hayan venido a espiarte, sobornarlos e inducirlos a
pasarse a tu lado, para poder utilizarlos como agentes dobles. Con la información obtenida
de esta manera, puedes encontrar espías nativos y espías internos para contratarlos. Con la
información obtenida de éstos, puedes fabricar información falsa sirviéndote de espías
liquidables. Con la información así obtenida, puedes hacer que los espías flotantes actúen
según los planes previstos.
Es esencial para un gobernante conocer las cinco clases de espionaje, y este conocimiento
depende de los agentes dobles; así pues, éstos deben ser bien tratados.
Así, sólo un gobernante brillante o un general sabio que pueda utilizar a los más
inteligentes para el espionaje, puede estar seguro de la victoria. El espionaje es esencial
para las operaciones militares, y los ejércitos dependen de él para llevar a cabo sus
acciones.
No será ventajoso para el ejército actuar sin conocer la situación del enemigo, y conocer la
situación del enemigo no es posible sin el espionaje.
FIN
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