El Sol Se Divorció de La Luna Parte 3

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EL SOL AE DIVRORCIÓ DE LA

LUNA
Parte 3
La Luna se sentía endeudada con la
Tierra por ser la mejor jefa del
universo con ella. Aunque fuera la
primera y más insistente opositora de
su matrimonio con el Sol, nunca dudo
en defenderla de las molestas
habladurías de ajenos. Incluso
considero cambiar su hoario para que
compartieron más tiempo juntos, por
más desagradable que le pareciese la
idea, cuando la Luna se lo propusó.
Finalmente quedo claro que lo útimo
era imposible, pero la intención seguía
estando. Entonces, cuando la Tierra le
anunció su compromiso con Marte y
expresó su deseo de tenerla como
dama de honor, aceptó
inmediatamente con los ojos brillosos
y una sonrisa de oreja a oreja.
El día de la boda del Sol y la Luna,
había estado lleno de sonrisas,
halagos, regalos y felicitaciones. No
obstante, nada de lo anterior era
sincero. Sonrisas falsa practicadas en
el espejo, halagos fríamente
calculados, regalos que realmente
buscaban ser devueltos y felicitaciones
cuando a sus espaldas deseaban lo
contrario. La Luna había buscado
ignorarlo y concentrarse en aparentar
ser la pareja perfecta. No duró mucho.
En cambio, pese a ser pequeña, la
boda de la Tierra y Marte fue
verdaderamente acogedora. Habían
muy pocos invitados, pero como todos
eren amigos entre ellos el ambiente
era cálido. Marte, amante del conflicto
y sinónimo de guerra, un día comenzó
a dejarse golpear por meteoritos
errantes para asegurar el bienestar de
una dulce señorita y no los
despedazaba, pues temía asustarla. La
Tierra, cuidadora de la vida que
evitaba la violencia, se conmovió por
sus actos y le ofreció su amistad. Si
bien al inicio parecía que intentar
siquiera funcionara era una pérdida de
tiempo, eventualmente todo el sistema
solar concordaba en que no podía
existir pareja más tierna que ellos. En
esa humilde ceremonia se respiraba un
solo pensamiento "por fin este par de
idiotas enamorados se casan" y los
corazones de los presentes se llenaron
de una tibia sensación.
La comparación le resultó devastadora
a la Luna, ya no podía simplemente
mirar hacia otro lado y comentar sobre
el clima. Le era imposible negar la
posibilidad que nunca hubiese estado
enamorada del Sol. A estas alturas
poseía la certeza que su marido nunca
lo amó. No era ignorante de los
amoríos de este con otras lunas.
Luego de darles vueltas y vueltas
comprendió cual era su mejor opción.
Pedirle el divorcio al Sol. Y cuando
finalmente se había decidido, una
noticia la tomo por sorpresa. El Sol
quería el divorció.

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