Trabajo Final Integrador
Trabajo Final Integrador
Trabajo Final Integrador
Universidad de Palermo
Caso L
Autora: Romero, Marine
25/01/12
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1. Introducción
El presente trabajo tiene por objetivo describir cómo el anciano afronta el duelo
de un ser querido y los cambios psicosociales que va atravesando. Esto se realiza a
través de la integración teórico- práctica durante las 320 horas que se han llevando a
cabo en residencia geriátrica asistida y de rehabilitación para adultos mayores.
Actividades:
Actividades de recreación
Talleres de estimulación cognitiva
Taller de computación
Taller de inglés
Servicios:
Lavandería
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Peluquería
Profesionales de la salud (Médicos, Psicólogos, Trabajadores Sociales, Kinesiólogos).
Cada residente cuenta con una historia clínica en la cual se registra la evolución
diaria y tiene cono fin mantener informados a todos aquellos profesionales que se
encuentran encargados de sus cuidados.
1.1 Objetivos
Como sugiere Antuña (2001), la vejez como cualquier otra etapa posee su propia
funcionalidad, surgen de las deformaciones y mitos sobre la vejez, más que los reflejos
de deficiencias reales. La vejez constituye una etapa más de la experiencia humana y
por lo tanto puede ser positiva.
El envejecimiento es una más de las etapas del ciclo vital. Y en ella se producen
una serie de cambios físicos, psicológicos, y sociales. Estos cambios no se producen en
el mismo momento y grado en todas las personas mayores, ya que se trata de un proceso
dinámico, de tal forma que el envejecimiento tiene diversas trayectorias (Losada, 2004).
Los hábitos saludables y forma positiva en su calidad de vida, hacen posible que
los adultos mayores se encuentran en mejores condiciones físicas, psicológicas y
sociales experimentando por tanto, un envejecimiento óptimo. (Strejilevich, 2003).
Como sostiene Salvarezza (1988), hay dos formas de enfocar la problemática de la vejez
y ambas se contraponen:
1) Teoría del desapego: El adulto mayor reduce su interés vital por alguna de sus
actividades.
2) Teoría del apego: Es el aceptar las declinaciones propias de la edad pero sin
renunciar a un interés activo.
Teoría de apego
Todo ser dentro del contexto humano es viable en relación con los otros seres y
su separación o aislamiento va en contra de su propio ser. Lo ideal es conservar en una
edad avanzada pasiones, seguir persiguiendo fines que den un sentido a nuestra vida. El
secreto de un buen envejecer estará dado por la capacidad que tenga un sujeto de
aceptar y acompañar las declinaciones propias de la edad sin insistir en mantenerse
joven a cualquier precio, pero sin renunciar a una lucha activa para tratar de obtener el
máximo de satisfacción (Salvarezza, 1988).
Según Herrera (1981) analiza las actitudes que una persona puede adoptar ante
la finitud de la vida, se sostiene que ellas están determinadas por el concepto que ese
individuo tenga de la muerte, un concepto que ese sujeto ha ido configurando y
modificando a lo largo de su desarrollo evolutivo. Por lo tanto, es en la vejez cuando se
llega a aceptar la muerte como un proceso natural o algo inevitable, y depende del modo
en que la persona haya envejecido.
Según Urraca (1985), las personas ancianas no sólo tienen una percepción de la
muerte propia sino que a lo largo de su existencia habrán tenido mayores contactos con
personas que han muerto, como parientes, amigos, familiares directos.
Para Thomas (1991), la muerte del otro se convierte para el anciano en el punto
de partida sobre el cual imagina o fantasea acerca de cómo será su propia muerte. Asì es
como se explica el querer saber cómo vivieron la muerte sus compañeros, su interés por
saber si sufrieron, si fallecieron dignamente (Thomas, 1991).
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Para Borntein, Clayton y Halikas (1973),el impacto que la muerte ejerce sobre la
salud y el equilibrio del anciano hace que éste sea capaz de desarrollar estrategias de
afrontamiento que le permiten superar este estado, sobre todo cuando se le presta la
ayuda precisa.
Se infiere, según Roberto y Stanis (1994) que una vez que el anciano tiene que
afrontar la pérdida de un ser querido lo hace con mucha más eficacia de lo que él mismo
habría esperado, debido a que pone en marcha y utiliza recursos tanto internos como
externos de los que no tenía conocimiento o no valoraba como útiles con anterioridad.
Por ello, cuando uno de los integrantes de la pareja muere aparece en la otra
persona no sólo un sentimiento de pérdida unido a una toma de conciencia del propio
envejecimiento y a la actualización del conocimiento de la propia mortalidad, sino
también suele adquirir una mayor valoración de la vida ( Roberto y Stanis 1994).
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• Se expresa enojo y sentimientos de culpa, no es raro que ese enojo sea dirigido
hacia el difunto y que se incremente por dificultades económicas reales. En
ocasiones existen motivos justificados para sentir molestia hacia los allegados,
alejamiento de unos, asedio de otros despertado por la perspectiva de una
herencia.
.
• Se presenta además el sentimiento de haber perdido algo de sí mismo. Es
comprensible que después de una larga convivencia, el cónyuge que sobrevive
se sienta incompleto o desgarrado en su intimidad. Algunas viudas expresan este
sentimiento conservando intocables las pertenencias del fallecido, reservando el
lugar que ocupaba el difunto en la mesa del comedor. Otras veces la misma
sensación se manifiesta por extrañeza o incluso rechazo, al realizar tareas que le
correspondían a la persona que falleció, como son las actividades domésticas
para algunos viudos.
es indudable que enviudar a una edad avanzada después de una relación muy
prolongada lleva en si mismo algo irreparable.
Mishara y Riedel (1984) afirman que pueden existir diferentes características del duelo:
Describe tres grados de expresión del dolor en un duelo, que tienen una duración
similar en todos los sujetos. Durante el primer período, que dura una o dos semanas el
dolor es intenso y persiste todo el tiempo. Posteriormente, durante el segundo período
de alrededor de un mes el dolor es todavía intenso y los momentos de sufrimiento son
más frecuentes que los de calma. En el tercer período, que dura aproximadamente un
año, el dolor es intenso y frecuente pero se va minimizando.
Las personas que por motivos de su personalidad o por presiones del entorno se
hallan imposibilitadas para expresar su sufrimiento tienen mayores dificultades para
atravesar el proceso de duelo (Mishara y Riedel 1994).
Según Salvarezza (1998) las actitudes del anciano frente a su propia muerte se clasifican
en:
• Actitud de indiferencia: “a todos nos puede pasar y ya soy demasiado mayor. “
• Actitud de temor: quizá no tan ligada a la muerte como todo aquello que la
precede (“temo al dolor, al sufrimiento inútil”).
Para Marshall (1978), ante la muerte no cabe duda de que el miedo y la ansiedad
son las dos emociones más importantes y con una mayor capacidad de influencia sobre
la vida de las personas. Se llega a afirmar que los ancianos aceptan mejor que los
sujetos de otras edades la muerte.
Según Kálish (1976), la menor intensidad del temor a la muerte en las personas mayores
podría justificarse como consecuente de tres circunstancias:
• La disminución del valor que socialmente hoy se les da a sus vidas y que el
propio anciano también asume y comparte, haciéndole reconocer lo precario de
su futuro y las limitaciones que progresivamente le esperan a todos los niveles.
(afectivo, económico). La pérdida de valor se acrecienta más al observar la
escasa repercusión que la muerte de otros ancianos tiene sobre las personas que
los rodean. Particularmente esto es así en los ancianos que residen en
instituciones.
Según Urraca (1980) el hecho de que el anciano tenga una mayor conciencia
de que ha de morir, lo tenga más asumido y con ello esté en mejores condiciones de
abordar el tema en sus relaciones interpersonales, no implica necesariamente que no
sienta el mismo temor y ansiedad ante la idea de su muerte que la que siente
cualquier otra persona.
Thomas (1976) afirma que para los ancianos el miedo a morir es más intenso
que el mismo miedo a la muerte., y que esto es así especialmente en lo referido a la
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obsesión por no morir en soledad., el miedo a ser abandonado sin cuidado., a no ser
atendido a tiempo o a ser encontrado en estado de descomposición.
Otros factores que determinan las actitudes del anciano ante su propia muerte según
Herrera (1981) son:
Las personas ancianas tienen las mismas actitudes ante la muerte que las
personas de otras edades, aunque poseen por lo general, un sentido más real y concreto
de que el tiempo de vida es para ellos más limitado que para los más jóvenes (Herrera,
1981).
Herrera (1981) opina que existen diferentes variables y actitudes a tener en cuenta frente
a la muerte como:
• La edad: ésta parece representar uno de los factores más importantes existiendo
diferencias a nivel intergrupal entre ancianos y otros grupos de edad e
intragrupales estableciendo diferencias dentro del rango de edad.
• El estado civil: se ha constatado que los ancianos casados muestran una mayor
ansiedad ante la muerte que los viudos o los solteros. Parece ser así por la mayor
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• Los ancianos manifestaban menor ansiedad ante la muerte que los sujetos de
menor edad.
• En las mujeres, tanto las creencias como la actividad religiosa estaban más
relacionadas con la ansiedad ante la muerte que los hombres.
Allport (1950) explica que las diferencias más destacadas entre ancianos y otros
grupos de edad parece centrarse en la necesidad de diferenciar entre las dimensiones de
la religiosidad intrínseco/ extrínseco.
religioso porque la religión le es útil para conseguir otras cosas tales como posición
social, amistades, apoyo (Allport, 1950).
Siguiendo este enfoque, Urraca (1982) sostiene que aquellos ancianos con una
orientación religiosa más intrínseca presentan menor temor a su propia muerte, mientras
quienes muestran una religiosidad extrínseca tienen mayor temor y ansiedad ante su
propia muerte.
Matse (1975), sostiene que la muerte es peor soportada cuando el fallecido era
una persona alegre y jovial, también cuesta más trabajo soportarla cuando es una muerte
repentina que cuando el sujeto padece una larga enfermedad.
El anciano muchas veces prefiere ingresar a una institución por el miedo o temor
a la soledad existiendo causas muy variadas y de diversos tipos que los llevan a la
misma (Ferrero, 1998).
estas instituciones es la vigilancia controlar que todos hagan lo que se les exige y evitar
que se perturbe el clima de tranquilidad. Se realizan salidas solo o acompañado por
familiares o amigos, en situaciones como cumpleaños, festividades, feriados (Ferrero,
1998).
La mayoría de los ancianos no salen a pesar de tener con quien hacerlo. Algunas
causas son la imposibilidad por parte del anciano en función de sus condiciones físicas
(pacientes postrados), dificultades en la deambulaciòn que puede hacer difícil el traslado
para la familia, la creencia por parte de la familia de que la institución le brinda al
adulto mayor todo lo que necesita, además del tiempo que conlleva salir con un adulto
mayor, poder adaptarse a su ritmo, tiempos e intereses (Ferrero,1998).
Los residentes tienden a ser dóciles y sumisos, viven más en el pasado que en el
futuro y muestran escasa respuesta en relación a los demás, según expresa Ferrero,
(1998).
Llera (2008) afirma que para poder dar una explicación a las dinámicas de la
disfunción, los terapeutas ocupacionales han de evaluar y valorar los componentes que
están afectados, ya que la naturaleza de la disfunción ocupacional es multidimensional
porque existen factores biológicos, psicológicos, sociales, espirituales y ambientales que
interactúan de forma compleja.
Programas de prevención
Según Llera (2008) a los miembros de la familia se les debe dar la oportunidad
de demostrar su implicación en la rehabilitación del paciente siempre con el
consentimiento del anciano. Los familiares pueden ser instruidos en la secuencia de las
actividades motoras que ayudarán a la recuperación y a proporcionar asistencia cuando
la rigidez del paciente entorpece la realización de las actividades. La posibilidad de
proporcionar refuerzo y apoyo les brinda la oportunidad de mantener un contacto físico
y reforzar su relación con el paciente. Por otra parte las enseñanzas y guías que se
proporcionan a los cuidadores durante el programa de rehabilitación ayudarán a
asegurar una actitud más positiva ante las habilidades funcionales del anciano.
Llera ( 2008) sostiene que las áreas de asistencia incluirán la educación de los
cuidadores en las formas más seguras de movilización y ayuda, proporcionar el equipo
adecuado, barras de apoyo, sistema adaptado de teléfono, con el fin de lograr la máxima
independencia , facilitar la silla de ruedas mas adecuada en caso de necesidad y
promover la actividad y los contactos sociales el mayor tiempo posible.
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Unidades de hospitalización
Para Llera (2008) en una unidad de hospitalización geriátrica son varios los
miembros del equipo que participan tanto en la valoración como en la planificación de
los cuidados y el alta. Dentro de este equipo, el terapeuta valorará la capacidad
funcional para realizar las actividades de la vida diaria y la capacidad actual de
adaptación al medio.
Llera (2008) señala que en caso de que el anciano señale su preferencia por vivir
solo, será prioritario hacer una valoración detallada de las actividades de la vida diaria y
la función cognitiva para determinar si puede llevar adelante una vida segura o si
necesitará algún servicio de apoyo domiciliario.
Para Llera (2008) algunos aspectos a tener en cuenta para una mejor calidad de vida de
los residentes consiste en:
La planificación del alta en una unidad geriátrica de agudos según Llera (2008) debe
incluir:
Llera (2008) explica que, aunque la rehabilitación del paciente debe iniciarse en
los cuidados agudos, es en el ámbito de las unidades de media y larga estancia donde va
a tener más preponderancia.
las técnicas de tratamiento utilizadas. Los programas de terapia ocupacional van a ser
similares a los proporcionados en un hospital de día (Llera, 2008).
Llera (2008) menciona que los cuidados diurnos son desde su inicio uno de los
más útiles recursos comunitarios para el tratamiento de ancianos con incapacidad, y
estima que comparten en gran medida los programas ofrecidos por la terapia
ocupacional.
• Manejo de ansiedad.
• Incremento de la autoestima.
Programas de activación
Para Llera (2008), éste es un servicio ofrecido a los individuos que no pueden
mantener un modelo satisfactorio de actividad de forma independiente, con el fin de
motivarlos y proporcionarles la oportunidad de desarrollar y acrecentar sus intereses.
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Este programa para que sea válido y productivo no basta con que haya una
persona que promueva y lleve adelante las actividades, sino que es necesario implicar a
los participantes en cada una de las fases del proceso de planificación, desarrollo y
valoración (Llera, 2008).
111. Metodología
3.2 Participante:
1111. Desarrollo
L nació en Polonia y llego al país en plena revolución del treinta, tenía cursada
su escuela primaria completa, vivía con sus padres y dos hermanos. Su mamá era ama
de casa y modista, su papá era zapatero. Trabajaba en una fábrica y también en su casa,
era un señor alegre y respetado por todos sus vecinos.
En esa época los bailes se realizaban en las casas y en las mismas se organizaban
también guitarreadas. Generalmente los padres iban a buscar a sus hijas a la casa de sus
amigas, y ellas de vez en cuando a la tarde iban al cine o a tomar el té en alguna
confitería cerca de la casa.
Luego le compró y le regaló una rosa que aùn L tiene guardada entre las páginas
de un libro. Esa rosa significó el comienzo de una historia de amor. Pasados unos
meses, P pidió la mano de L y pasaron a ser novios formalmente.
Tuvieron tres hijos dos varones y una mujer; el hijo mayor y la hija viven en
Brasil, y su hijo menor vive en Buenos Aires. Todos ellos están casados, y tienen hijos.
Los nietos de L están orgullosos de la abuela que tienen, ya que está muy actualizada y
su actitud es jovial.
Pasados los años P, comenzó con problemas de salud, al principio eran dolores
estomacales, y decaimiento que fueron atribuidos a estados de ansiedad. Con el tiempo
se profundizó la dolencia y comenzaron a realizarle estudios.
Como explica Salvarezza (1988) en la teoría del desapego existe una reducción
de los intereses que a uno lo rodean y se va generando un alejamiento en la interacción
social.
Esto es lo que fue sintiendo L a medida que los días pasaban, este alejamiento se
produce al no encontrar una solución al problema.
Por medio de las entrevistas que tuvo L estás le permitieron afrontar con mayor
fortaleza el momento que iba a atravesar. Como sostiene Borntein (1973) las personas
desarrollan estrategias que favorecen salir de una forma más positiva de esta situación
ya sea el poder hablar o reflexionar sobre la problemática en cuestión.
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La Psicóloga N tuvo una entrevista con sus hijos ya que ellos estaban muy
preocupados por su madre, en la que les comento que L estaba atravesando un duelo
anticipado.
llegaría. L sabía que la muerte plantea retos adaptativos que requieren reorganizaciones
familiares a corto o largo plazo.
L nos comentaba que ninguna persona està preparada para enfrentar la muerte de
un ser querido, y que siempre los familiares tienen la esperanza de que la persona amada
se recupere.
4.2 Describir los cambios psicosociales que se llevaron a cabo después de haber
ingresado a la institución.
Como sostiene Salvarezza (1998) la soledad puede ser el peor enemigo; esto es
lo que le sucedió a L cuando al perder a su pareja perdió su equilibrio. Su casa le
resultaba demasiado grande para vivir en soledad.
Como los hijos, nueras y nietos por razones laborales no podían ocuparse
plenamente de L , la Psicóloga le aconsejó que pusieran una persona que se ocupara de
ella durante el día.
De estas dos opciones sus hijos por el temor de que algunos días la persona que
debería cuidar a su madre se ausentara, eligieron la institucionalización de L la cual
aceptó sin ofrecer resistencia.
La Psicóloga diò por terminadas las sesiones ya que serìa atendida y contenida
por los profesionales del hogar.
L coincide con la primera etapa del proceso de duelo que comienza por la
negación de la pérdida.
También coincide con la segunda etapa del duelo al aceptar la pérdida primero a
nivel intelectual y luego emocional.
L comenzó a ver la muerte como un proceso natural, esto coincide con el autor
Herrera (1981) que afirma que en los ancianos se manifiesta un mayor grado de
aceptación de la muerte.
Para la paciente fue difícil ingresar al hogar ya que se desapegaba de su casa, sus
costumbres, y su vida cotidiana. Pero su hijo la convenció para ingresar a la institución
porque allí se iba a sentir acompañada y cuidada.
Participó de las actividades que se realizan los distintos días de la semana, como
por ejemplo talleres de jardinería, manualidades, y taller de computación.
y en el exterior y se pasa varias horas leyendo los periódicos y conectándose con sus
familiares.
Esto coincide con Ferrero (1998) estableciendo que el personal que trabaja en
los talleres no sólo controla lo que hacen los residentes sino que evita que se perturbe el
clima de tranquilidad.
Añora a sus hijos que viven en Brasil, sostiene muy buena relación con su hijo
menor y nietos quienes están muy pendientes de su adaptación.
Esto coincide con lo expuesto por Ferrero (1998) al expresar que los residentes
pueden salir solos, acompañados por familiares o amigos, mientras presenten la
autorización correspondiente.
Los hijos que viven en Brasil la contienen y mantienen comunicación fluida con
ella por medio de Internet y la ponen en conocimiento de todos los eventos y noticias
que ocurren en el ámbito familiar.
profesional afirma que tener la capacidad de sentir el dolor es importante para que el
duelo se realice, ya que sin dolor no hay duelo.
También Krassoievitch (1998) sostiene que el duelo es normal cuando tiene una
finalidad adaptativa.
L fue capaz de recordar al fallecido, aprendió a vivir sin èl, pudo dejar el pasado
y pudo invertir de nuevo toda su energía en la vida y en los vivos.
Los profesionales indican que la persona que cree que todo pasa rápido como si
nada hubiera pasado, no transita esta etapa satisfactoriamente ya que se necesita la
lección a través del dolor acompañada de ciertas emociones como la tristeza, rabia,
miedo, impotencia, y desesperación para atravesarla.
La terapeuta en las entrevistas que tuvo con el hijo de la residente remarca que
tener un espacio para pensar y reflexionar sobre lo que se está viviendo, muchas veces
es suficiente para que el paciente se sienta mejor. Esto estimula la elaboración y
aceptaciòn de la pérdida.
L nos contaba que una de las cosas que aprendió de la vida es a sonreír por más
que estemos tristes, porque la sonrisa es salud y te llena el alma. Y además la risa es
contagiosa y con eso podemos alegrar a otras personas que están viviendo la misma
situación, y que puedan a aprender a sobrellevarla mejor.
V. Conclusión
El duelo es una etapa por la cual todos pasamos en algún momento de nuestra
existencia.
En este momento para la residente lo màs importante son sus hijos y nietos, y
sabe que por ellos tiene que salir adelante ya que sus hijos quieren que estè bien y que
de a poco se vaya adaptando a la nueva situación que le toca vivir.
Reconoce que otros residentes tienen una mejor o peor realidad que ella, ya que
M, su amiga, no solo perdió a su esposo sino que también perdió a su hijo mayor.
Ella reconoce que en la institución está muy contenida y se siente muy cómoda.
Los profesionales de la institución sostienen que siempre están muy cerca de los
dolientes y familiares y al tener conocimiento científico del duelo y experiencias vitales
del dolor humano, están en condiciones de ayudar y consolar a las personas que pasan
por el trance de perder a un ser querido.
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No es posible evitar el duelo pero las reacciones ante el mismo pueden ser
diversas. El proceso de duelo son emociones, representaciones mentales y conductas
vinculadas con la pérdida afectiva.
Con respecto a la socialización L junto con los demás residentes del hogar
realiza algunas salidas a estancias, donde pueden pasar un dìa de campo.
Otros ancianos no salen a pesar de tener con quién hacerlo, y algunos están
imposibilitados como los pacientes postrados y se hace difícil el traslado pero igual
realizan salidas acompañados por el personal de la institución como lo expresa Ferrero
(1998).
A pesar de que habría suficiente información como para realizar este trabajo me
hubiese gustado encontrar aún más sobre el duelo normal por esta razón considero lo
dicho como una limitación.
De las charlas con la residente podemos citar como otra crítica a la institución
que la confitería que se encuentra en el hogar cobra todo lo extra adicional a la cuota
mensual, ya que al ser una institución de alto poder económico debería estar todo
incluido y al servicio de los residentes como atención a los mismos.
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En conclusión, con respecto a esta etapa del ciclo vital que es la vejez, para un
anciano no hay nada mejor que estar incluido en alguna tarea que les guste como ocurre
con L cuando realiza los talleres, se siente útil y rodeada de sus afectos.
A los ancianos no se los debe discriminar, se los debe respetar y amar, ya que
ellos son las huellas del camino recorrido en el pasado, son los pasos del camino en los
adultos del presente y el sendero del futuro.
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V1. Bibliografía
Kalish, R. (1976). Death and dying an a social context. Handbook of aging and the
social sciences. Nueva York: Van nostrand.
Koening, H. (1988). Religious behaviors and death anxiety in later life. The Hospice
Journal, 40(1), 3-24.
Marshall, V. (1978). The denial concept in Canadian and American death and dying
research. Congress of Gerontology, Agosto, Tokio.
Matse, J. (1975). Reactions to death in residential homes for the aged. Omega, 6, 819,
21-32.
Roberto, K. & Stanis, P. ( 1994). Reactions of older women to the death their close
friends. Omega, 29(1), 17-27.