Habla
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Este artículo trata sobre habla en sentido amplio. Para habla local de una zona,
véase Dialecto.
Semiología: langage, langue y parole[editar]
En el Curso de lingüística general de Saussure se distingue entre los términos
«lengua» (langue) y «habla» (langage). En esa obra,1 la lengua se define como un
objeto común a un conjunto de actos de habla particulares y heterogéneos. La
«lengua» sería un sistema subyacente a todos esos actos. Así, alguien que habla
español puede usar giros, registros, y formas peculiares en cada acto de habla,
pero se supone que, común a todas esas peculiaridades de cada acto de habla,
existe un objeto homogéneo y bien definido que es la «lengua» (el español).
Por otra parte, el «habla» es polifacética y heterogénea, comprende un conjunto
de hechos idiosincráticos tanto individuales como sociales. La «lengua» (langue)
es un todo autocontenido y un principio de clasificación. Tiene una base social, en
el sentido de que la lengua no es un objeto propio de ningún hablante concreto,
sino el producto de la interacción social, y algo asimilado por todos los hablantes
en su conjunto. La «lengua» solo existe dentro de la colectividad, ya que es un
«sistema de signos que permite expresar ideas».
Para explicar como se da la cristalización social de una lengua, Saussure propone
la noción de «habla individual» (parole en francés). Esta habla individual es
intencional y sujeta a la voluntad. Mientras que esta «habla individual» (parole) es
heterogénea y está formada por elementos no relacionados y sujeta a caprichos y
circunstancias, la «lengua» (langue) es un sistema homogéneo, formado por
significados, reglas e imágenes sonoras compartidas por una comunidad
lingüística.
Empezando por el término griego semîon 'signo', Saussure propone una nueva
ciencia denominada semiología: «una ciencia que estudia la vida de los signos
dentro de una comunidad».
El acto de hablar[editar]
Si consideramos que el lenguaje es un sistema de comunicación, podemos afirmar
que muchos animales hablan. Pero ningún animal es, ni podrá ser jamás, capaz
de conversar con nosotros, ni siquiera el chimpancé, que logra usar símbolos
abstractos para comunicarse con los científicos que lo estudian.
Todo se debe a la anatomía. De hecho, la laringe cumple funciones fundamentales
de producción de sonidos y modulación de la caja de resonancia que los modifica
(faringe).
La cavidad interna de la laringe, delimitada por cartílagos, ligamentos y músculos,
tiene dimensiones muy reducidas respecto a la circunferencia externa. Dos
relieves horizontales antero-posteriores, llamados pliegues (ventricular o superior,
y vocal inferior) o cuerdas vocales, la dividen en tres segmentos:
El segmento superior o vestíbulo, que limita con la cara posterior de
la epiglotis y comunica con la faringe.
El segmento medio (la parte más estrecha), que comprende los
pliegues: en el interior del pliegue ventricular se encuentra la hendidura
del vestíbulo, y dentro de los pliegues vocales está la hendidura de
la glotis. La amplitud y la forma de la hendidura de la glotis varían según
el sexo del individuo y las fases de respiración y fonación.
El segmento inferior, que se prolonga hacia abajo adoptando una
forma cilíndrica.
De la longitud, el grosor la tensión de las cuerdas vocales (y, por tanto, de la
hendidura de la glotis) dependen la calidad y la altura de la voz; la intensidad está
determinada por la presión de la corriente de aire, y el timbre es debido casi
exclusivamente a las vías aéreas supralaríngeas: la lengua, el paladar blando y los
labios son esenciales para articular el lenguaje, mientras que la faringe constituye
una auténtica caja de resonancia. Al cambiar la posición del cuello (alzándolo o
bajándolo), la laringe varía la amplitud de dicha caja, modificando la emisión
sonora de forma radical.
La posición de la laringe en el cuello influye también en la manera de respirar y de
deglutir: en un animal como el mono, o en un lactante humano, está muy alta en el
cuello y bloquea la rinofaringe, permitiendo beber y respirar al mismo tiempo. Pero
una laringe tan alta reduce la caja de resonancia faríngea hasta el punto de hacer
imposible hablar: para articular sonidos diversos, el mono usa principalmente los
labios y la boca.
En el lactante, la situación es igual, pero con el crecimiento la laringe se desplaza
progresivamente hacia abajo: en un plazo de dos años, la manera de deglutir y de
respirar cambian radicalmente, y se adquiere la capacidad de vocalizar. Es un
proceso todavía misterioso en el que participan, además de las estructuras
laríngeas y faríngeas, otras estructuras vitales: el lenguaje hablado es tan esencial
para el hombre que, para hablar, se altera incluso la frecuencia respiratoria; el
anhídrido carbónico se expulsa a un ritmo tan distinto del normal que si
respirásemos de este modo cuando estamos callados, nos encontraríamos
rápidamente en situación de hiperventilación. Además, cuando variamos el ritmo
del discurso, no nos percatamos siquiera: nadie se cansa de hablar.
https://es.wikipedia.org/wiki/Habla