La Rabia

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La rabia: Claves para enseñar a los niños a gestionarla

¿Qué es la Rabia y para que nos sirve a los Humanos?

La rabia se trata de una emoción básica que se puede expresar en forma de ira, enfado o furia,
dependiendo de la intensidad con la que se sienta.

De ella surgen otras manifestaciones- frustración, resentimiento, irritabilidad– muy difíciles de


gestionar, pero especialmente para los más pequeños. Por tanto, es necesario encauzarla de
manera adecuada, expresándola a través del lenguaje u otras formas de conducta, pero huyendo de
la agresividad o destrucción hacia los otros.

Todas las emociones son necesarias y la rabia o ira no iban a ser menos: ayuda al ser humano a
evolucionar y crecer interior y exteriormente. Así, cuando no conseguimos nuestros objetivos y nos
enfadamos con nosotros mismos, esta emoción es el empuje que necesitamos, es esa fuerza que
nos permite luchar más intensamente por lo que queremos y nos ayuda a superarnos.

Por eso es importante que no la ignoremos en los niños ni intentemos que la repriman, ya que ayuda
a avanzar hacia nuestras metas y desarrollar la vida que deseamos; eso sí, siempre que la
canalicemos de un modo adecuado.

¿Cómo podemos ayudar a los más pequeños a gestionar esta emoción?

Para empezar, los niños necesitan comprender que algo le está ocurriendo, por tanto, el primer
paso es identificar eso para, posteriormente, poner en marcha una serie de conductas más
apropiadas que le ayudan a gestionar la rabia:

1. Explícale con tus propias palabras qué es la rabia, cómo nos hace sentir cuando la
experimentamos, qué puede ocurrir si se descontrola… La técnica del globo puede ser de
gran utilidad: «la rabia sería el aire, y el globo la persona que la siente, y si no dejamos que
salga, acabará explotando».
2. Reflexiona con él sobre las causas de su enfado, que identifique cuándo lo ha
experimentado, cómo se sentía y qué fue lo que hizo para saber qué está pasando: Tal vez
estuviera enfermo, cansado o le haya pasado algo en el colegio. Observar e investigar su
contexto es también muy importante.
3. Humaniza, normaliza el enfado: hazle saber que es algo que nos ocurre a todos.
4. Hazle reflexionar sobre las consecuencias de su enfado: ¿qué pasó después de comportarte
así?
5. Enséñale las conductas adecuadas que le permitirán prevenir y canalizar sin usar la agresión
verbal o física: Muchas veces los niños responden con rabia ante una situación porque no
saben hacerlo de otra forma. Algunas técnicas útiles pueden ser:

 Cerrar los ojos y respirar profundamente, centrándome en la respiración.


 Contar hasta 10 (o cualquier otro número).
 Cada vez que suelta el aire, imaginar que es un globo deshinchándose.
 Insistir en que use el lenguaje y aprenda a decir «estoy enfadado/a» antes de llevar a cabo
ninguna conducta disruptiva.
 Hacedle saber que cada vez que sienta Rabia o Ira, puede hablar con su madre o padre (o
ambos), y explicarle las sensaciones y pensamientos que ha tenido, sin necesidad de
alterarse.
 Enseñar y reforzar comportamientos incompatibles con la agresividad.
 Instaurar en el pequeño o la pequeña frases que no sean agresivas para responder a una
disputa. Por ejemplo, enseñarle a pedir las cosas por favor, a decir «No me molestes, por
favor» en lugar de gritar o empujar… Luego podemos hablar con el niño o la niña sobre cómo
le ha ido con ese tipo de conductas, si le han resultado más útiles, cómo se ha sentido, etc.

Para ayudar a los más pequeños en este proceso podéis haced uso del juego: ayudaros de
muñecos que representen diferentes situaciones (cómo pedirle a alguien que baje la música, a un
amigo un juguete, etc.); leerle cuentos en los que las disputas se resuelvan dialogando y sobre
todo, reforzarle: hacedle saber lo feliz que os hace verlo más tranquilo/a, con mayor bienestar y
menos alterado/a. Los besos, la ternura, abrazos y la cercanía será una gran recompensa para los
pequeños.

Por último y no menos importante: predica con el ejemplo. No le pidamos al niño conductas que sus
figuras más representativas no son capaces de llevar a cabo. Mantener el control es muy
importante ya que los niños imitan lo que ven. El dicho «haz lo que yo diga y no lo que yo haga» no
vale con los niños. Si cuando te enfadas con él le pegas, gritas o le insultas, será lo que haga
cuando sienta ira. Pero si le demuestras que hablando y con una actuación coherente el enfado
desaparece, lo percibirá como una forma de expresión eficaz.

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