Significado Del Trabajo Desde La Psicología Del Trabajo

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Significado del trabajo desde la psicología del

trabajo. Una revisión histórica, psicológica y social


Work meaning from work psychology. A historical,
psychological and sociological revision
Martha Patricia Romero Caraballo •
Pontificia Universidad Javeriana, Colombia

Significado del trabajo desde la psicología del trabajo. Una revisión histórica,
psicológica y social

Psicología desde el Caribe, vol. 34, núm. 2, pp. 120-138, 2017

Fundación Universidad del Norte

Recepción: 28 Marzo 2016

Aprobación: 30 Marzo 2017

DOI: https://doi.org/10.14482/psdc.33.2.72783

Resumen:En los estudios realizados por las ciencias sociales acerca del trabajo se encuentra
una diversidad de enfoques, metodologías y niveles de análisis desde diversas perspectivas
como la económica, histórica, social y psicológica. La evolución del constructo ha ido desde la
distinción entre labor y trabajo hasta considerarla como actividad degradante, castigadora o, por
el contrario, dignificante, ubicándose en un espacio central en la vida de los individuos. Este
artículo de revisión aborda el fenómeno del trabajo desde una perspectiva histórica, ubicando
definiciones y la configuración del concepto, desde la época grecorromana hasta la década de
los años setenta del siglo XX. Se recalcan condiciones constitutivas de la configuración de
significado como son la escala de valores, las circunstancias, el contexto y la socialización con
el trabajo. El porqué se trabaja y la importancia de trabajar hacen parte de la configuración del
significado del trabajo presentada en esta revisión.

Palabras clave:Trabajo, significado del trabajo, empleo, socialización con el


trabajo.

Abstract:There is a diversity of approaches, methodologies and levels of analysis from


economical, methodological, social and psychological different perspectives in the studies
performed by the Social Sciences about the concept of "work". The transformation of the
construct has evolved from the distinction between the concepts of labor" and "work" to the
consideration of a degrading, punishing or on the contrary a dignifying activity locating itself in
a central spot in people's life. The revision in this article is about the phenomenon of "work"
from an historical point of view finding definitions with the configuration of the concept from
the Greco-Roman period to the decade of the seventies of the XX century. Constitutive
conditions are highlighted of the configuration of the meaning such as the meaning of values,
circumstances, context and socialization. Why people work and the importance of working are
part of the meaning of "work" presented in this revision.
Keywords:work, meaning of working, employment, socializing whit work.

INTRODUCCIÓN

C ONSTRUCTOS TRABAJO Y SIGNIFICADO DEL TRABAJO

En este artículo se presentarán algunas concepciones del constructo trabajo


como eje temático central de la revisión realizada, así, como del significado
del trabajo desde 1930 hasta 2015, donde la perspectiva se configura desde el
contexto histórico y social que se han suscitado por las transformaciones en
las formas de trabajo, haciendo que el significado del trabajo se configure de
cierta forma. Desde este punto de vista, el abordaje del fenómeno trabajo se ha
realizado teniendo en cuenta distintas perspectivas de análisis antropológico,
social, económico, histórico y psicológico, que consideran el trabajo como
una actividad relevante de orden social, la cual permite a los individuos que lo
realizan estar o considerarse parte de un sistema organizado y ser llamados
ciudadanos (Pirenne, 1971; Jahoda, 1987; Prieto, 2000; Alonso, 2005).

E L TRABAJO : ACTIVIDAD DE LOS SERES HUMANOS

Desde una postura sociológica, el trabajo se distingue como una actividad


propia del ser humano, la que, a su vez, hace una distinción entre quién lo
debe realizar y la forma en la cual lo debe hacer (Arendt, 2005). En este
sentido, se observa la tradición grecorromana, en la que el trabajo fue
considerado como una actividad exclusiva para los esclavos, quienes
realizaban toda clase de labores pesadas diferentes del ocio, pensar e incluso
la guerra -estas últimas reservadas para los considerados privilegiados-
(Blanch, 1996). El hecho de trabajar de forma ardua, pesada y con dificultad
para el cumplimiento del objetivo significó un castigo, incluso una
actividad corruptora que degradaba tanto a las mujeres como a los esclavos
(Blanch, 2003, 2006; Kohler y Martín, 2005).

Esta concepción del trabajo como degradación se mantuvo prácticamente


como visión hegemónica hasta la caída del Imperio romano. Posteriormente,
en la tradición judeocristiana, el trabajo tiene otra concepción, la cual es
ambivalente. Por un lado, se asumió como castigo por haber infringido la ley
de la obediencia a Dios y, por otro lado, como el hecho de trabajar para
agradar a Dios y poder vivir con otros y para otros (Méda, 1995, 2007). Se
sufre al trabajar, pero este sufrimiento se convierte en condición de
salvación: El trabajo dignifica al hombre. Por tanto, la condición de dignidad
hace que el trabajar se convierta en una obligación para poder alcanzarla.

En la Edad Media, donde el cristianismo se convirtió en la religión


dominante, el trabajo manual-artesanal, e incluso el realizado por los usureros,
continuaba siendo bastante rechazado y degradado1. Para no estar en
condiciones de tortura, se consideraba necesario poseer tierras, lo que
garantizaba la libertad de la persona. Posteriormente, con el surgimiento de la
burguesía y los indicios de la modernidad se abrieron paso nuevas formas de
organización social, en las que la riqueza no se medía con la tenencia de
tierras sino con dinero o productos comerciales (Pirenne, 1971; Prieto, 2000).
Los cambios sociales de finales de la Edad Media e inicios de la Edad
Moderna (la Ilustración, el inicio de la Revolución Industrial, entre otros)
configuraron una nueva forma dominante de entender el trabajo. En este
sentido Méda (1995) argumenta que esta actividad se realizaba para el bien de
la comunidad, en un aspecto más humanista y sociológico de la época,
concibiendo el trabajo como la actividad propicia para la socialización y
formación de identidades tanto colectiva como individual.

En los inicios de la época moderna, el trabajo asume un papel más


protagónico y es abordado desde otros niveles de análisis, como el económico
(Marx, 1867; Weber, 2003; Durkheim, 2014) y el psicológico (Jahoda, 1987).
Durante la modernidad, el trabajo es asumido como una actividad clave para
la autonomía del individuo, más allá de ser un bien colectivo. En ese sentido,
gracias a "mi" trabajo no solo se obtienen los medios para vivir, sino que se
desarrolla la capacidad de apropiárselo. A su vez, el trabajo empieza a
concebirse como una actividad creadora, sinónimo de obra, siendo el eje
fundante de la sociedad, así lo plantean diversos autores como Blanch (1990,
1996, 2003), Prieto (2000), Lessa (2002) y Arendt (2005).

Bajo esta lógica, el trabajo toma un sentido incluyente, en el que ya no es


concebido como una actividad repudiada, discriminada, menospreciada o
esclavista, sino al contrario, todos los individuos pueden trabajar, permitiendo
que se logre una igualdad entre las personas que realizan esta actividad y
poder relacionarse con otros. De esta forma, el trabajo empieza a asumir un
papel de centralidad (Antunes, 2000, 2005; De la Garza, 2014). La
importancia del trabajo y su carácter central se amplía a aspectos de la vida
personal, familiar y vecinal, configurando de esta manera formas de relación
que permiten la transformación del mundo a través de la relación consigo
mismo, con la naturaleza y con los demás (Méda, 1995).

En este sentido, el trabajo permite a las personas que lo realizan la


posibilidad de interactuar, estructurar el tiempo (Boltanski y Chiapello, 2010)
y estar dentro del modelo económico de la época moderna, el capitalismo
(Alonso, 2007; Morales, 2012). Para estar dentro del modelo capitalista, es
decir, acumular el capital y estar inmerso en un régimen salarial (Boltanski y
Chiapello, 2010), lograr una inserción sociopo-lítica y considerarse
propietario (Blanch, 2006), era necesario contar con una forma de trabajo que
permitiera la inserción en este modelo; dicha forma fue el empleo, llegando a
ser la forma de trabajo más común e importante, incluso imprescindible, en la
Edad Moderna.
E L EMPLEO COMO ACTIVIDAD QUE IMPRIME SIGNIFICADO

En las sociedades capitalistas, el empleo se convirtió prácticamente en la


forma referente de trabajo. Este configuraba, y configura, la manera como las
personas estructuraban el tiempo cotidiano (Jahoda, 1987) y establecían
relaciones interpersonales (Blanch, 2003; Garrido, 2006). Así, el empleo se
consolida como una actividad que genera un estado ideal para el individuo,
por la identidad que este le proporciona a quien lo tiene, al igual que le
permite estar inmerso en las lógicas capitalistas (Peiró, 1989; Blanch, 2006).

Por tanto, el empleo como forma de trabajo es visto como actividad central
e instrumental para acceder a las demandas de la sociedad capitalista, y a su
vez, como medio para adaptarse a los principios de realidad del modelo
económico como la socialización secundaria (Blanch,1996), identidad y
asignación de roles (Jahoda, 1987). Por ende, el trabajo en la sociedad salarial
implicaba una relación económica, jurídica y política de adscripción formal e
incorporación a un modelo económico, social e institucional (Castel,
1997; Jaua, 1997).

La centralidad del trabajo, más allá de la función instrumental hace


referencia a la importancia de este para el individuo, pues constituye la fuente
principal de provisión de medios materiales que se consideran necesarios y a
su vez suministra recursos subjetivos para el desarrollo moral, político y
psicológico (Blanch, 2011ab; Prieto, 2000; De la Garza, 2001, 2014;
Pérezgonzález y Díaz, 2005). En este sentido, la centralidad del trabajo es la
importancia que tiene para el individuo dicha actividad, a partir de la cual se
pueden adquirir cosas a través de su realización, de forma instrumental
(Agulló, 1998) y se hace por una finalidad (Woodward, 2008).

Por tanto, contar con un trabajo se relaciona con una serie de motivaciones,
las cuales se vinculan con la actividad misma del trabajo. Ya no es solo hacer
el trabajo de forma mecánica, asumir un tiempo para poderlo hacer, sino
también una serie de vínculos como las relaciones sociales que se gestan
cuando se realiza un trabajo, la satisfacción de haber realizado una labor que
se considera gratificante, el crecimiento personal, entre otras (Durán,
2006; De la Garza, 2007, 2010). Por ende, se valora a quien trabaja, así como
el tipo de trabajo y dónde se realiza. Ya no es solo tener trabajo sino la calidad
del mismo, es decir, la centralidad del trabajo alude ahora a la importancia de
la obtención del empleo y todo lo que implica el estar empleado (MOW,
1987); en ese sentido implica socialización en y con el trabajo (Harpaz,
Honing y Coetsier, 2002; Baldry et al., 2007).

Esta relación que se gesta cuando los individuos están dentro del mercado
laboral, bien sea de forma reciente o bien como los que llevan un tiempo
considerable en su lugar de trabajo, las transformaciones de este se perciben
en los cambios en las formas de trabajo (Cranford, Vosko y Zukewich, 2003)
y las características en las que se presenta, como la precarización de las
condiciones laborales (Acevedo, 2011). De esta forma se distinguen varios
estudios que presentan las diferentes maneras en las que el trabajo adquiere
significado para los individuos.

El primero de ellos alude a la tenencia de empleo como actividad central, en


la cual los individuos que lo realizan logran cierto control de sus vidas, de lo
que hacen y logran estar motivadas. Jahoda (1987) lo refiere como funciones
latentes del empleo, definiéndolas como aquellas que justifican la motivación
hacia el empleo, incluso en condiciones de bajo salario. La autora señala cinco
funciones latentes específicas del empleo: a) impone una estructura del
tiempo; b) implica relaciones con personas que son ajenas al grupo familiar; c)
vincula al individuo a metas y propósitos; d) proporciona un estatus social y
clarifica la identidad social; y e) requiere una actividad habitual y cotidiana.

Desde este punto de vista se sugiere que el trabajo se constituye en un valor


que no es solo instrumental, es decir, que no solo se tiene para suplir de forma
económica necesidades básicas y otros gastos, sino también como un aspecto
expresivo (identidad) y final (metas); en pocas palabras, va más allá del hecho
de ganarse la vida (Buendía, 1990; Crespo, Bergère, Torregrosa y Álvaro,
1998).

Buendía (1990) asegura que los individuos que no tienen un empleo


manifiestan diversas afectaciones a nivel psicológico. Incluso si tienen
asegurados los ingresos económicos, el malestar se llega a presentar por el
hecho de la experiencia de no trabajar. Varias de las investigaciones respecto
al empleo y desempleo hacen referencia a las consecuencias de estar
desempleado, y con mayor énfasis en aspectos psicológicos (Blanch, 1996,
2006; Garrido, 2006; Buendía, 2010) . Los estudios de Jahoda (1987) son
referencia para entender lo que sucede con los desempleados en un nivel
psicológico y social. En este sentido, las personas al no contar con una
actividad en la cual ocupen el tiempo puedan consolidar sus relaciones
(Guarino y Sojo, 2011) , proyecten sus metas (Buendía, 1990, 2010) y logren
identificarse con dicha actividad (Bilgiç y Yilmaz, 2013), deterioran su salud
mental, autoestima (Montes y Louzán, 2013) y el estatus social empieza a
disminuir (Espindo, 2014). A su vez, los estudios de esta autora son las
primeras aproximaciones al significado del trabajo. Se distingue en dicha
investigación que el significado del trabajo va tomando forma no solo de las
características propias del empleo, sino que tiene como referente el valor que
se le da a realizar una labor determinada (Blanch, 1990, 1996; Romero, 2015,
2016).

Otro de los estudios respecto al significado del trabajo se destaca en la


década de los años 50 del siglo veinte. Morse y Weiss (1955) realizaron la
pregunta de investigación si por casualidad usted heredó suficiente dinero
para vivir confortablemente sin trabajo ¿cree usted que trabajaría de todos
modos o no?, y encontraron que el trabajo no funciona simplemente como un
medio para ganarse la vida, sino que actúa como una motivación de logro, sin
este no habría sentido u objeto y por tanto no habrá la oportunidad de poder
contribuir. El trabajo comporta una forma de sentirse ocupados, una actividad
habitual a ejecutar de modo preciso y descriptivo como único medio para
ganarse la vida (Morse y Weiss, 1955).

Se configura, entonces, que la importancia del trabajo no es solo por la


función de instrumen-talidad (Salanova, Gracia y Peiró, 1996; Blanch,
2003; Sobol, 2006), sino que el trabajo da la posibilidad de relación, y en esta
relación es en la que se configura su significado (Prieto, Peiró, Bravo y
Caballer, 1996). A finales de la década de los años ochenta del siglo veinte, un
equipo de investigadores de diferentes países conformaron The Meaning of
Working International Research Team (MOW, 1987), el equipo se interesó
por responder la pregunta qué se entiende por "Trabajar". El MOW definió el
significado del trabajo como un constructo psicológico dinámico y
multidimensional, en el que tienen relevancia las creencias, experiencias de
los individuos en los contextos organizacionales y el valor que ellos mismos y
los grupos le atribuyen al trabajo (MOW, 1987; Ruiz-Quintanilla y Claes,
2000).

Las principales dimensiones encontradas fueron: La centralidad del trabajo,


las normas societales sobre el trabajar, las metas laborales, resultados
valorados del trabajo y la identificación con el rol laboral. El proyecto MOW
(1987) planteó una de las bases más importantes para el estudio del
significado del trabajo. Esta investigación transnacional ha sido y sigue siendo
referente al momento de abordar el tema, como se observa en investigaciones
que se realizaron posteriormente, con réplicas del estudio como los propuestos
por Ruiz-Quintanilla y Wilpert (1991), Harpaz, Honing y Coetsier
(2002), Snir y Harpaz (2002), Borchert y Landher (2009). O realizado
referencia a esta como una investigación central en lo que respecta al
significado del trabajo como son las investigaciones de Gracia, Martín,
Rodríguez y Peiró (2001), Díaz, Godoy y Stecher (2005), Dakduk, González y
Montilla (2008)), Stecher, Godoy y Toro (2012), Ochoa (2012a-
b), Bendassolli y Guedes (2014) y Romero (2015).

El MOW tiene en cuenta del trabajo: lo que se hace, cómo se hace, dónde se
hace, con quién se hace, por qué y para qué lo hace. De esta forma, se
vislumbra que el trabajo es considerado como una actividad específica, por la
que se recibe un salario, se realiza en un espacio y en un horario determinado;
es una actividad social, en la que los individuos invierten y dedican tiempo
creando un sentido de pertenencia y siendo agente socializador que posibilita
tanto la transmisión de creencias como de valores; es una actividad que exige
esfuerzo físico y mental (carga) y un deber, es decir, el carácter obligatorio y
productivo de la actividad laboral (Dakduk y Torres, 2013). El MOW, más
que una definición única y específica, categoriza el significado del trabajo y
da explicación a diversos aspectos que este posee, debido a su característica
de dinamismo (Lanari, 2005; Ardichvili y Kuchinke, 2009; Dakduk y Torres,
2013).

Los estudios del significado del trabajo desde 1930 con las investigaciones
de Jahoda en Austria, en 1955 con Morse y Weiss en Estados Unidos, hasta
1987 con el MOW de forma transnacional guardan algunas similitudes. En los
tres estudios se destaca la importancia del trabajo para la vida de las personas
que realizan dicha actividad, lo denotan como una actividad central, en la que
a través de su realización se logra configurar varias circunstancias de la vida
misma. Las similitudes encontradas quedan plasmadas en la tabla 1, y se llega
a la conclusión de que el significado del trabajo es una variedad de
representaciones propias de cada individuo, que se tienen respecto al trabajo,
a través de las cuales se establecen relaciones, identidades y la noción de
manejo del tiempo, en función de las experiencias personales con el proceso
trabajo.

Tabla 1
Comparativo del significado del trabajo años 1930 a 1990

Fuente: elaboración propia, citada en Romero (2015).


Diversas investigaciones, posteriores a las del MOW (1987), se realizaron
conservando como eje central el significado del trabajo, algunas de ellas
conservando la metodología propuesta por este grupo de investigación, como
la propuesta por Harpaz (1999) y otras asumiendo nuevas variables, como la
realizada por Salanova et al. (1996), metodología, realizando un giro al
enfoque discursivo en Crespo et al. (1998), poblaciones en Gracia et al.
(2001), o formas de análisis del fenómeno, que se observan en las
investigaciones de Kuchinke, Ardichvili, Borchet y Rozanski (2009) y en las
realizadas por Rosso, Dekas y Wrzesniewski (2010) y Bendassolli y Guedes
(2014). Otras investigaciones que se han adelantado, respecto al significado
del trabajo y las mencionadas anteriormente, se analizan en la tabla número 2.

Como variable para analizar, en el significado del trabajo, se encuentra la


etapa del ciclo vital de los participantes. Se tiene en cuenta a los jóvenes que
están próximos a ingresar al mercado laboral, dado que dicho fenómeno se
presenta en estas edades. Los jóvenes que ingresan en el mercado laboral
demuestran que son capaces de alcanzar sus metas, estructuran la vida, el
trabajo se vuelve parte de la cotidianidad y son individuos útiles para la
sociedad (Salanova, Osca, Peiró, Prieto y Sancerni, 199; Peiró, 2014). Los
jóvenes, al momento de entrar en contacto con el trabajo, ingresan a un
proceso de socialización laboral; siendo este un proceso continuo, dinámico e
interactivo, en el que se desarrollan procesos de aprendizaje, adaptación,
afrontamiento, búsqueda y conflicto (WOSY, 1989). La experiencia de
trabajar no solo influencia al significado del trabajo al inicio de la etapa
laboral sino también en el trascurso hasta su final, comúnmente considerado
en la jubilación (Quiroz, 2000; Smyer y Pitt-Catsouphes, 2007).

Tabla 2
Estudios del significado del trabajo posteriores al MOW (1987), entre
1991 y 2016 con igual o distintas variables
L A SOCIALIZACIÓN EN Y CON EL TRABAJO EN LA CONFIGURACIÓN DE SU
SIGNIFICADO
La socialización es un proceso de anclaje para que el trabajo sea
significativo. El significado del trabajo varía a lo largo de la vida,
dependiendo de la socialización respecto a las distintas variables situacionales
y de los roles que se adoptan durante el ciclo tanto laboral como vital (Wright
y Hamilton, 1978; Doering, Rhodes y Schuster, 1983; Roester, 2012). Desde
este punto de vista, el trabajo cumple con una serie de funciones psicosociales
positivas, adicionales a la función económica, gracias al proceso de
socialización en el trabajo (Napoli y Zubieta, 2009; Dakduk y Torres, 2013).

Salanova et al. (1996) y Dakduk y Torres (2013) describen once funciones


psicosociales que contribuyen a la construcción de experiencias socialmente
relevantes: 1- la propiedad integradora, 2- Estatus jprestigio, 3- identidad
personal, 4- función económica, 5- Oportunidad de
interacción, 6- Estructuración del tiempo en el
trabajo, 7- Obligatoriedad, 8- Aprendizaje, 9- Socialización, 10- Controly
poder y 11- Comodidad y disfrute.

Este conjunto de funciones contribuye tanto a la construcción de


experiencias que son de valía e importancia para el individuo como a la
construcción del significado del trabajo (Napoli y Zubieta, 2009). Estas
funciones son polivalentes, variables, diversas y diferentes entre sí, y cada una
tiene en cuenta un aspecto en particular que no necesariamente está en el
mismo nivel, ni se le confiere el mismo grado de importancia o valor (Méda,
1995), de acuerdo con el contexto en donde se presenta la actividad trabajo
(Blanch, 2006).

Por tanto, el significado del trabajo que se configura a través de las


experiencias que tienen un grado de valor (alto o bajo) para el individuo,
dependiendo de la forma como convergen individuo, contexto, valores,
creencias y trabajo (Dakduk y Torres, 2013). La relación que se establece a
través de la socialización de los individuos con las funciones del trabajo, en
contextos socioeconómicos y sociohistóricos en particular, son los que
permiten la configuración del significado del trabajo para cada persona que ha
tenido experiencia(s) laboral(es). Este significado, al igual que el constructo
trabajo, es cambiante y variable (Borchet y Landher, 2009; Kuchinke et al.,
2009). En la figura 1 se ilustra la forma en la que el individuo al estar en
contacto con el trabajo configura los significados que se le pueden atribuir,
como los propuestos por el MOW (1987), de centralidad, finalidad, normas
societales, identidad con el rol y metas y resultados del trabajo.
Figura 1
Significado del trabajo por la socialización en el empleo
Fuente: elaboración propia citada en Romero (2015).

Es en las relaciones establecidas durante la socialización cuando se


configura el significado del trabajo. Blanch (1996, 2006) propone que los
individuos socializados dan significado a la experiencia laboral por dos
aspectos principales: por los valores y las normas socialmente prescritas, por
factores de macrocontexto y de contexto inmediato y/o específico. Como
primera variable, Los valores y las normas prescritas hacen referencia a lo
instrumental del trabajo en el sentido de los resultados y a la finalidad de este
para cada individuo. Los valores son asumidos como las metas individuales,
creencias generales interrelacionadas y que se estructuran de forma jerárquica
(Rokeach, 1973).

Asumir que el trabajo tiene funciones psico-sociales que contribuyen a la


configuración del significado del mismo hace que se conciba como una
práctica social e históricamente compartida, que trasciende la satisfacción de
necesidades primarias. Dichas funciones apuntan al desarrollo de la persona
en diversos aspectos como conocimiento de sí mismo (Salanova et al., 1991),
motivación, satisfacción con lo que se hace y en donde se hace (Crespo et al.,
1998), adquisición de habilidades (Dakduk y Torres, 2013) constitución y
desarrollo de la identidad (Morín, 2004), aludiendo a que dichos aspectos son
de índole subjetivo (Díaz et al., 2005).

En una lógica similar se referencia a los valores, y su relación con el trabajo,


según las experiencias que se tengan en él Kornblit (2004) plantea que el
contenido del significado del trabajo se configura dependiendo de la época
sociohistórica en la que se desarrolla el trabajo. Arguye que la valoración del
trabajo y el compromiso con él son los componentes esenciales del significado
que se le atribuye, específicamente en la etapa industrial del capitalismo. A su
vez, Rosso et al. (2010) hacen referencia a los valores y afirman que estos
varían en los individuos y reflejan la influencia de las normas sociales, las
interacciones y las experiencias del trabajo.

Los valores laborales en la experiencia del trabajo sugiere que el significado


se construye a través de las creencias que cada individuo considera
importantes respecto del trabajo y el ambiente que hay en él. De esta forma, si
los valores bien se consolidan o bien van variando según el rol o la ocupación
que se tenga, e incluso por la importancia del trabajo que se realiza, así
entonces el significado del trabajo puede tener diferentes contenidos, teniendo
en cuenta las variaciones del contexto valorativo (Rosso et al., 2010).

De acuerdo con Blanch (1990,1996, 2006), el contexto es la segunda


variable de socialización que aporta al significado del trabajo y distingue dos
tipos de contexto: uno planteado como macro contexto, que está dado por las
circunstancias y aspectos sociopolíticos, jurídicos, económicos y
organizacionales; el segundo relacionado con un contexto más inmediato o
micro, el cual se entiende como las características del puesto, el estatus laboral
y la cualificación de la tarea. Según esta lógica, las transformaciones del
contexto macro de la economía, política y sociedad han traído como resultado
un cambio en el significado del trabajo (Sennett, 2000; Ardichvili y Kuchinke,
2009).

Harpaz (1999) identificó diferencias en el significado del trabajo entre las


décadas de 1980 y 1990, y encontró cambios notables en cómo definían el
trabajo: en la década de los noventa el trabajo fue asumido como una
actividad materialista e instrumental por la que se recibe una paga. Aunque se
reconoce el trabajo como una actividad central e importante para los
individuos, aparecen nuevas dimensiones, como el ocio, los valores laborales
y los objetivos del trabajo modulados por las características socioeconómicas
de cada una de las décadas que abarca la investigación.

Por su parte, Ardichvili y Kuchinke (2009) en una investigación teórica


presentan las transformaciones económicas en Rusia durante la transición del
comunismo al poscomunismo y la relación de estas transformaciones con el
significado del trabajo. El estudio, distingue tres grandes épocas económicas:
la década de los años 1980, la década de 1990 y el año 2000. Los cambios que
se presentaron durante los dos primeros periodos mostraron variaciones en los
aspectos relacionados con el trabajo y el significado, debido a la creciente tasa
de desigualdad en la sociedad y disminución en las prestaciones sociales.

Como conclusiones de su estudio Ardichvili y Kuchinke (2009) exponen


que el significado del trabajo varía o cambia según el contexto social,
económico, histórico u organizacional, ya que da origen a nuevas relaciones
en el lugar de trabajo y actitudes hacia este. Por tanto, el significado del
trabajo se construye y configura en los contextos donde se realiza la tarea, se
influencia por las características de la misma y por las determinaciones
políticas, sociales, históricas y organizacionales.

El cambio en los contextos político, social, económico y organizacional


influencia la construcción del significado del trabajo a través de la
socialización que se tenga con la actividad, bien sea por cambios en el rol
desempeñado, por transformaciones en la tarea realizada, por su pérdida o por
encontrarse durante mucho tiempo sin actividad lucrativa o satisfactoria para
el individuo (Romero, 2015). De otro lado, se considera que las características
del puesto, el estatus laboral, la cualificación de la tarea, tipo de contratación,
entre otros factores, son aspectos que también influencian la configuración del
significado del trabajo, en la socialización (Blanch, 1990, 1996, 2006). Estos
aspectos son reconocidos como factores psicosociales del trabajo, entendidos
como las condiciones presentes en situaciones laborales relacionadas con la
organización del trabajo, el tipo de puesto, la propia realización de la tarea e
incluso con el entorno (Duro, 2005; Gil Monte, 2012; Blanch, 2007, 2013).
Estos factores pueden favorecer o perjudicar tanto la actividad como la
calidad de vida laboral de los individuos (Da Silva, 2006).

Cuando los factores psicosociales se asumen como favorables, el resultado


es el desarrollo personal, la satisfacción en y con el trabajo, percepción de
tener bienestar y Calidad de Vida Laboral (CVL), entre otros; mientras que al
asumir que los factores psicosociales son perjudiciales, el resultado es
contrario, percepción de malestar en el trabajo (Cifre, Salanova y Franco,
2011; Gil Monte, 2012) y falta de calidad de vida laboral (Gómez y Moreno,
2010), perjuicio sobre la salud, entre otros aspectos (Blanch,
2011ab; González, Giachero y Delgado, 2012).

Si el trabajo y los factores psicosociales asociados a él son percibidos como


positivos (espacios adecuados, cómodos, tareas motivantes por realizar, entre
otros) generan una percepción favorable de la CVL. Los factores psicosociales
que se perciben como negativos (condiciones laborales precarias, tareas poco
motivantes por realizar o consideradas improductivas, cargas laborales
excesivas, entre otros) generan, por un lado, una percepción del deterioro de la
CVL (Moreno, Ríos, Canto, San Martín y Perles, 2010) y, por otro, un
aumento de estrés, accidentes laborales, ausentismo (Díaz, López y Varela,
2012) y la presencia de Síndrome de Burnout (Gil Monte, 2012).

La relación del significado del trabajo con los aspectos que se vinculan o
que se derivan de las condiciones de trabajo y los riesgos psico-sociales son
diversas. Macintosh, Wuest, Gray y Cronkhite (2010) realizaron una
investigación con mujeres que trabajaban en atención de salud, que se
relacionó el significado del trabajo y el "bullying". Se encontró que las
mujeres que habían sido víctimas de acoso en su trabajo ("bullying")
experimentaban un cambio en su significado hacia este. Dicho movimiento lo
llamaron significado cambiante del trabajo, y lo describieron en tres etapas:
1) reconocimiento de las causas del cambio como externas, 2) resistencia y
defensa hacia el cambio y 3) la reconstrucción, que involucra adaptación,
afrontamiento y modificación de nuevas formas de trabajar.

A manera de resumen, la configuración del concepto del significado del


trabajo a partir de los estudios de Jahoda en los años treinta del siglo veinte,
ésta distingue diversas maneras de hacer un acercamiento configura por medio
de la socialización en y con el trabajo, a través de diversos elementos que son
propios de la actividad, como los valores, el contexto económico, político y
social, y factores psicosociales del trabajo. Esta socialización genera que el
trabajo sea considerado como una actividad importante en un nivel que se
cataloga como alto o bajo, absoluto o relativo, central o poco central (Del
Carpio, Álvaro y Garrido, 2014). Partiendo de esta centralidad, cada individuo
configura tanto su identidad laboral como un significado del trabajo a través
de las experiencias propias, que se nutre de creencias previas, de sistemas de
valores, deseos, naturaleza y expectativas respecto de la actividad, de la
profesión escogida y de contextos variables, flexibles y dinámicos, propios de
las épocas actuales (De la Garza, Calis, Olivo y Retamozo, 2014).

De acuerdo con las exigencias de las nuevas realidades hacia el trabajador,


la tendencia es una transformación en las nociones psicosociales que acaparan
la atención de temas relativos al significado y sentido (Romero, 2015), como
es el caso de las identidades (Sisto, Montecinos y Ahumada, 2013),
trayectorias (Andrade, 2014; Peralta, 2012) y subjetividades laborales (Sisto,
2009; Sisto y López, 2014), que se han constituido en líneas recientes de
investigación. De otro lado, los contextos en los que se presenta el trabajo se
relacionan con variables como tiempo, intensidad laboral, líneas para las
profesiones, trabajo productivo, trabajo servicios, perfilándose como
investigación.

Por tanto, en el proceso de construcción del significado del trabajo


intervienen diversos aspectos o elementos que hacen parte como tal del
trabajo (como los aspectos psicosociales) y aspectos subjetivos de cada
individuo (identidad, valores, trayectoria). En este punto vale la pena proponer
una síntesis que integre los aspectos expuestos. El significado del trabajo se
perfila como un constructo cambiante, dinámico, reflexivo, de características
variables, el cual es luego de un proceso de socialización con y en el trabajo
que asume características similares en el sentido de la variabilidad, dinamismo
y cambio. Teniendo en cuenta los diversos conceptos acerca del significado
del trabajo desarrollados por las diversas líneas de investigación MOW
(1987), Salanova et al. (1991), Salanova et al. (1996), Ardichvili y Kuchinke
(2009) y la línea de investigación coordinada por Blanch (2005, 2014), se ha
hecho una aproximación a definir el significado del trabajo, como el conjunto
de valores, actitudes y creencias de características flexibles y dinámicas, que
son el resultado de la socialización en y con el trabajo, realizado en un
contexto socio-histórico, que configuran una identidad con laprofesióny que
son asumidospor un colectivo depersonas (Romero, 2015).

El significado del trabajo se presenta como un constructo que se mantiene


como objeto de estudio desde la década de los años 30 del siglo XX hasta la
actualidad, debido a lo cambiante y dinámico de este. Desde este punto de
vista, lo complejo y central que continúa siendo el ejercicio laboral hace que
se desarrollen nuevos estudios científicos proponiendo núcleos de análisis
diferentes, como el síndrome de burnout, el engagement o las condiciones de
trabajo (Romero, 2015). Variables que generan diversas formas de relaciones
en las que surgen aspectos como los cambios a nivel del contexto macro de la
sociedad en las profesiones de servicio humano como son la medicina, la
enfermería, la academia o la rama judicial. Líneas de investigación que han
sido abiertas planteando y explorando los cambios suscitados tanto en el
significado del trabajo como en el sentido que los individuos le dan a dicha
actividad, desde una perspectiva multinivel en la que se relacionan los
distintos niveles de análisis (Chalofsky y Krishna, 2009), integrando las
tradiciones disciplinares que han abordado el tema del trabajo desde
perspectivas contextuales (Borchert y Landher , 2009; Kuchinke et al., 2009 ;
Ardi-chvili y Kuchinke, 2009), donde nuevas formas de trabajo hacen que el
trabajador reconfigure la organización de su trabajo y su perfil como
trabajador (Lima, 2015). Se refiere entonces a individuos que trabajan, bajo
lógicas adaptativas a las transformaciones de las condiciones de trabajo y las
formas de trabajar, que suscitan sobrevivencia, haciendo uso de estrategias de
sumisión, conformidad, resignación. Dichas estrategias son percibidas, a su
vez, como efectos colaterales de esta metamorfosis, lo cual hace que el
significado del trabajo se configure a la luz de condiciones cada vez más
fragmentadas, flexibles y diversas (Romero, 2015, 2016; Ochoa y Blanch,
2016).

Las nuevas formas de trabajo continuarán configurando un significado de


este según se presenten las condiciones del trabajo. Serán, por consiguiente,
formas de relaciones subjetivadas que dejarán al significado del trabajo como
un constructo en continua transformación, según sean los cambios del trabajo
en la lógica histórica, social, psicológica y económica del contexto.

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