Leyenda Negra
Leyenda Negra
Leyenda Negra
FAMA DE ESPAÑA.
América y La Leyenda Negra
Resumen
Abstract
要約
スペインの名声。南北アメリカ及び黒い伝説。
この論文では、反スペインの黒い伝説の正当性によって提起された最近の
歴史的および政治的論争のいくつかをレビューし、直面しているさまざま
な立場を代表する一部の著者について言及します。
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FAMA DE ESPAÑA.
América y la Leyenda Negra
eran las conversiones forzosas de los indios como que estos impidieran
predicar a los españoles2).
En la línea marcada por el Testamento de Isabel la Católica los in-
dios eran no solo hombres, racionales y con alma, a diferencia de los ani-
males, sino hombres libres como los españoles, vasallos del rey, pero no
siervos ni mucho menos esclavos. La institución de la “encomienda”, es
decir, el deber de los colonos españoles de evangelizar a los indios, acom-
pañada de la del “repartimiento” de la mano obra indígena entre los enco-
menderos fue pronto tergiversada por estos dando lugar a los abusos que
el padre Las Casas denunció y que le llevó finalmente a cuestionar hasta
la propia conquista siendo la evangelización, y esta hecha por persuasión
y no por fuerza, la única justificación de la presencia española en Améri-
ca.
Para dirimir el conflicto moral entre el interés político -incluido el
económico- y los deberes de la religión el propio emperador convocó la
Junta de Valladolid(1550-1551)que, presidida por teólogos dominicos
discípulos de Vitoria y juristas de primera categoría, fue escenario de la
polémica entre Las Casas y Ginés de Sepúlveda. El influjo del irenismo
lascasiano y la doctrina de Vitoria fue tal que no solo modificó la legisla-
ción indiana, sino que por dos veces paralizó la acción de la Conquista, la
primera con Carlos I y la segunda con su hijo y sucesor Felipe II, hecho
excepcional no compartido en ningún momento por ningún otro imperio,
reino ni república con ambiciones expansionistas. Como no podía ser de
otro modo, los españoles, a pesar de las protestas de Las Casas, no aban-
2) Para la influencia de las tesis teológico-jurídicas de Vitoria y sus seguidores en la conquista y
colonización de América puede leerse el libro de Jaime Brufau Prats La Escuela de Salamanca ante
el descubrimiento del Nuevo Mundo, San Esteban, Salamanca, 1989.
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3.Gustavo Bueno
3) Frente a la tesis de la historiografía dominica del triunfo de las ideas lascasianas sobre las de
Ginés de Sepúlpeda y de la sintonía con ellas de la doctrina de Vitoria, Pedro Insua defiende en su
1492 España contra sus fantasmas, Ariel-Planeta, Barcelona, 2018, cómo a la postre se impusieron
tanto en la doctrina de Vitoria como en la praxis política del imperio las ideas imperialistas o “anti-
pacifistas” del cronista de Carlos I, es decir, de Ginés de Sepúlveda, a pesar de la prohibición de im-
primir sus obras.
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4.Julián Juderías
4) En Youtube pueden encontrarse los videos que Paloma Pájaro, nombre artístico de Paloma
Hernández García, cuelga con el rótulo Fortunata y Jacinta(Enlace : nodulo. org/forja/) , en los cua-
les en tono festivo e intención divulgativa se introduce la obra filosófica de Gustavo Bueno y se ana-
lizan muchos de los asuntos relacionados con la Leyenda Negra o el papel de España en América.
5) El texto de la conferencia -además de muchas otras aportaciones relativas a los orígenes y
evolución de la Leyenda negra- puede verse en el portal <<Leyenda negra>> del <<Proyecto filo-
sofía en español>> : http://filosofia.org/ave/002/b030. htm que mantiene Iván Vélez.
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5.Sánchez Jiménez
7.Nicolás Sánchez-Albornoz
El éxito de ventas del libro de María Elvira Roca Barea Imperiofobia
y Leyenda Negra, publicado en 2016, dio lugar al comentario y refutación
de sus tesis por parte de algunos historiadores españoles en algunas re-
vistas y a la publicación de un libro, Imperiofilia y el populismo nacional-
católico, del catedrático de Historia de la Filosofía José Luis Villacañas.
Roca Barea ilustra el paralelismo de los mecanismos de la propagan-
da antiimperial o antiimperialista que provocan los imperios de distintas
épocas no tanto en los pueblos dominados como en sus competidores. El
modelo es Roma y los ejemplos, Rusia, Estados Unidos y el Imperio espa-
ñol.
Sus detractores, aun reconociendo que la autora maneja un impor-
tante aparato bibliográfico y documental, como se demuestra por la pro-
fusión de citas y notas a pie de página, señalan algunas imprecisones his-
toriográficas, pero sobre todo la presentan como una continuadora del
nacional-catolicismo. Alguno hay que llega incluso a calificar el libro de
innecesario por cuanto bastaría en estos asuntos de la “Leyenda negra”
con recurrir a sus precedentes, desde Julián Juderías a Ramón Menéndez
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Pidal.
Sin embargo, si nos atenemos a los contenidos negrolegendarios que
inspiran la práctica totalidad de los libros de texto en que los escolares
tanto de España como de Hispanoamérica estudian la Historia de sus res-
pectivas naciones, el libro de Roca Barea parece harto necesario, precisa-
mente por su carácter a la par polémico y divulgativo.
El libro de Roca Barea está salpicado de anécdotas de este o aquel
personaje –Thomas Jefferson escribiendo que “todos los hombres son
creados iguales e independientes” entre los esclavos de su hacienda o el
padre Las Casas defendiendo la necesidad de traer esclavos negros para
sustituir a los indios en el trabajo, y un largo etcétera-, pero no cae en el
acostumbrado subjetivismo de tantos biógrafos de héroes o villanos ni en
la leyenda rosa ni “rojigualda”. El libro, por el contrario, denuncia el mani-
queismo, el maniqueismo de la propaganda antiimperial. Pero lo impor-
tante del libro de Roca Barea es que su relato se inscribe en una concep-
ción de la idea de imperio que en los casos que se estudian, repitiendo el
modelo de Roma, se describen y definen como poderes que replican sus
instituciones en los territorios conquistados, a diferencia de otras poten-
cias -Inglaterra, Francia y Holanda. Por ello critica, incluyendo a historia-
dores profesionales, a quienes persisten en llamar colonias -a la manera
francesa- a los virreinatos españoles de América. Esto, a nuestro parecer,
no es leyenda rosa ni nacionalcatolicismo, sino rigor histórico.
Ni Roca Barea ni sus detractores mencionan a Gustavo Bueno,(con
una excepción de la que hablaremos enseguida). Deberían haberlo hecho
porque desde la publicación de España frente a Europa o España no es
un mito la filosofía y la historiografía, al menos la que se escribe en espa-
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mite plantearse la pregunta correcta : ¿por qué tenemos que ponerles yugos
a nadie ? Ni suaves ni duros. ¿Qué tal si cada pueblo se hace responsable
de sus asuntos ? ¿Qué tal si los pueblos cooperan sin tener que medirse
como superiores o inferiores ? ...».
En esta serie de preguntas retóricas Villacañas, nos parece, es vícti-
ma de lo mismo que acusa a Roca Barea, de una suerte de promesa me-
siánica, solo que los yugos imperiales de la autora de Imperiofobia son
sustituidos por la armonía universal de los pueblos del autor de Imperio-
filia, a pesar de señalar, parece que en contradicción con sus propias te-
sis, la presencia amenazante para la Unión Europea de otros imperios a
oriente y poniente.
Dejemos de lado la confusión de reducir Europa, a la que según Vi-
llacañas España se incorporó hace cuarenta años(p. 32), a la Unión Eu-
ropea, que es sin duda a lo que se refiere en ese, digamos, lapsus calami,
por utilizar una terminología freudiana de la que no hace menos uso que
la autora a quien critica. El problema más bien estriba en que tanto una
como otro parecen creer en la existencia de entidades metafísicas -los
pueblos- que dificultan entender precisamente las entidades políticas -los
imperios o los Estados(o las naciones, ya sean históricas o políticas)-
cuya actuación se discute.
Hablar de “superioridad” y su opuesto, “inferioridad” de los “pueblos”,
no digamos ya de las “razas”, es en efecto una manifestación de suprema-
cismo(p. 36)、¿pero también lo es si utilizamos estas palabras al compa-
rar teorías o tecnologías ? Por ejemplo, ¿no se puede llamar superior a la
teoría clasica de la esfera en comparación con la Pachamama, al menos
para explicar el Mundo y de paso andar sobre él, no es superior la meta-
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Pedro Insua Hermes católico. Ante los bicentanarios de las naciones his-
panoamericanas, publicado en 2013, en el que su autor, frente a lo que lla-
ma interpretaciones indigenistas o progresistas, defiende la tesis de que
la emancipación de las naciones hispanoamericanas fue el resultado del
propio desarrollo interno del imperio español.
«La “independencia” -dice- no supone la restauración de instituciones
prehispánicas, pero tampoco una transposición de instituciones procedentes
del extranjero, siendo así que lo que se producirá será una transformación
de las mismas instituciones imperiales»(Insua : 2013 : 179).
Sin negar la codeterminación causal, desde la tensión entre criollos y
peninsulares o la penetración de las “ideas ilustradas”(voluntad general,
mercantilismo)hasta la acción externa de la invasión napoleónica de la
Península Ibérica, la propia repuesta de las Juntas, hecha en nombre del
rey de España Fernando VII y no del intruso José I, y en defensa de la
religión católica, se articula – afirma Insua- «a través de los embriones
“nacionales” que representan las divisiones administrativas imperiales(vi-
rreinatos, audiencias, capitanías)» (Insua : 2013 : 180)、«sus fronteras
-añade- se corresponden con las divisiones de la administración imperial,
nada tienen que ver con las culturas prehispánicas»(Insua : 2013 : 17), lo
cual es tanto consecuencia del legado español como causa directa de la
emancipación. En esta misma línea Insua defiende el carácter “no colo-
nial” del imperio español en América, a diferencia del portugués. En apo-
yo de su argumentación rescata la Declaración de 1948 de Levine, presi-
dente entonces de la Academia Nacional de Historia de Argentina : «Se
llama comúnmente el período colonial de la Historia Argentina a la época
de la dominación española... aceptándose por hábito aquella calificación
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7)
Cita extraida de la op. cit. de Pedro Insua Hermes católico en Nota 10 a pie de pg. 18.
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Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA