Leyenda Negra

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FAMA DE ESPAÑA.
América y La Leyenda Negra

Víctor Calderón de la Barca

Keywords : Leyenda negra, polémica, historiografía, filosofía política

Resumen

Fama de España. América y la Leyenda Negra.


En este artículo se pasa revista a algunas de las recientes polémicas his-
toriográficas y políticas suscitadas por la vigencia de la Leyenda negra
antiespañola con mención de algunos autores representativos de distintas
posiciones enfrentadas.

Abstract

Spainʼs fame. America and The Black Legend.


This article reviews some of the recent historiographical and political
controversies associated with the validity of the anti-Spanish “Black Leg-
end”. It contrasts diverse perceptions of the “Black Legend” held by au-
thors with a range of viewpoints.

要約

スペインの名声。南北アメリカ及び黒い伝説。
この論文では、反スペインの黒い伝説の正当性によって提起された最近の
歴史的および政治的論争のいくつかをレビューし、直面しているさまざま
な立場を代表する一部の著者について言及します。
3

FAMA DE ESPAÑA.
América y la Leyenda Negra

1.La Encyclopédie méthodique

  En la Encyclopédie méthodique editada en Francia en el siglo XVIII


bajo la dirección de Diderot y DʼAlembert le correspondió a Masson de
Morvilliers la redacción del artículo sobre España. Sus prejuicios negrole-
gendarios fueron contestados por los españoles, entre otros por quienes
haciendo de la traducción un uso libérrimo dieron la vuelta al texto fran-
cés convirtiendo las ediciones españolas en una apología de España(Ca-
ses : 2010)
.
  El ilustrado francés se preguntaba retóricamente «¿Qué se debe a
España ? Y desde hace dos siglos, desde hace cuatro, desde hace diez, ¿qué
ha hecho por Europa ? », preguntas que él mismo se respondía : «Nada se
le debe».
  La Enciclopedia francesa heredaba de la “leyenda negra” -concepto
que Julián Juderías difundió a principios del siglo XX- toda la inquina an-
tiespañola de la propaganda protestante salida de las imprentas de Ho-
landa, Inglaterra o Alemania en el siglo XVII.
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2.Bartolomé de Las Casas

  La “Leyenda Negra” arranca de la Brevísima relación de la detrui-


ción de las Indias de Bartolomé de las Casas, dada a la imprenta en 1552,
y tuvo entre sus continuadores más influyentes a Montaigne, cuyo ensa-
yo Des coches solo recientemente ha sido traducido al español1).
  Bartolomé de las Casas no se limitó a denunciar el maltrato dado a
los indígenas y la crueldad de los españoles, sino que puso en cuestión la
legitimidad de la Conquista. El fraile dominico se apoyaba en las tesis del
también dominico Francisco de Vitoria, introductor de la Suma Teológica
de Santo Tomás y su racionalismo de raíz aristotélica en los estudios de
la Universidad de Salamanca.
  La obra del padre Vitoria está reconocida como el fundamento de lo
que más tarde, en el siglo XIX, se llamó Derecho Internacional Público.
En la polémica sobre la legitimidad de la conquista Vitoria empezó por
negársela a las Bulas alejandrinas de la época de los Reyes Católicos ofre-
ciendo en su lugar lo que llamó “justos títulos”, además de oponerse al
“poder temporal” de los Papas y la primacía universal del emperador, lo
que le enfrentó a Carlos V.
  El primero de los “justos títulos” que legitimaban la guerra y la con-
quista era el de “comunicación”(ius communicationis), es decir, el dere-
cho de todos los hombres -y por tanto de los españoles- a viajar y comer-
ciar. El segundo título derivaba del derecho a predicar. Tan ilegítimas
1) Santiago Muñoz, en nota 116 a pie de p. 94 de su Hablamos la misma lengua(Planeta, 2017) ,
ofrece la referencia bibliográfica del ensayo “Des coches”, traducido al español como “Los carruajes”
en Ensayos, Acantilado, Barcelona, 2007.
FAMA DE ESPAÑA. América y la Leyenda Negra 5

eran las conversiones forzosas de los indios como que estos impidieran
predicar a los españoles2).
  En la línea marcada por el Testamento de Isabel la Católica los in-
dios eran no solo hombres, racionales y con alma, a diferencia de los ani-
males, sino hombres libres como los españoles, vasallos del rey, pero no
siervos ni mucho menos esclavos. La institución de la “encomienda”, es
decir, el deber de los colonos españoles de evangelizar a los indios, acom-
pañada de la del “repartimiento” de la mano obra indígena entre los enco-
menderos fue pronto tergiversada por estos dando lugar a los abusos que
el padre Las Casas denunció y que le llevó finalmente a cuestionar hasta
la propia conquista siendo la evangelización, y esta hecha por persuasión
y no por fuerza, la única justificación de la presencia española en Améri-
ca.
  Para dirimir el conflicto moral entre el interés político -incluido el
económico- y los deberes de la religión el propio emperador convocó la
Junta de Valladolid(1550-1551)que, presidida por teólogos dominicos
discípulos de Vitoria y juristas de primera categoría, fue escenario de la
polémica entre Las Casas y Ginés de Sepúlveda. El influjo del irenismo
lascasiano y la doctrina de Vitoria fue tal que no solo modificó la legisla-
ción indiana, sino que por dos veces paralizó la acción de la Conquista, la
primera con Carlos I y la segunda con su hijo y sucesor Felipe II, hecho
excepcional no compartido en ningún momento por ningún otro imperio,
reino ni república con ambiciones expansionistas. Como no podía ser de
otro modo, los españoles, a pesar de las protestas de Las Casas, no aban-
2)  Para la influencia de las tesis teológico-jurídicas de Vitoria y sus seguidores en la conquista y
colonización de América puede leerse el libro de Jaime Brufau Prats La Escuela de Salamanca ante
el descubrimiento del Nuevo Mundo, San Esteban, Salamanca, 1989.
6

donaron el proyecto imperial de conquista3), pero el imperio español en


América no se limitó a una acción “depredadora”, como quieren los indi-
genistas. También fue -en los términos de Gustavo Bueno- un imperio
“generador”.

3.Gustavo Bueno

  Ejemplos de imperios generadores serían el Imperio de Alejandro


Magno, el Imperio romano y el Imperio español, y se distinguirían de los
depredadores, como el inglés o el portugués, porque en su ortograma no
está el exterminio de las poblaciones para ocupar el territorio ni la explo-
tación de sus recursos al modo de las factorías o colonias, sino la conquis-
ta del territorio y la incorporación de sus poblaciones al propio imperio.
En palabras de Gustavo Bueno «... a través de sus actos particulares de
violencia, de extorsión y aun de esclavización, por medio de los cuales es-
tos imperios universales se desarrollaron, lo cierto es que el Imperio ro-
mano terminó concediendo la ciudadanía a prácticamente todos los nú-
cleos urbanos de sus dominios, y el Imperio español, que consideró
siempre a sus súbditos como hombres libres, propició las condiciones pre-
cisas para la transformación de sus Virreinatos o provincias en Repúblicas
constitucionales»(Bueno : 1999 : 465-466).
  En cuanto al concepto de “Descubrimiento”, en el capítulo V “España

3) Frente a la tesis de la historiografía dominica del triunfo de las ideas lascasianas sobre las de
Ginés de Sepúlpeda y de la sintonía con ellas de la doctrina de Vitoria, Pedro Insua defiende en su
1492 España contra sus fantasmas, Ariel-Planeta, Barcelona, 2018, cómo a la postre se impusieron
tanto en la doctrina de Vitoria como en la praxis política del imperio las ideas imperialistas o “anti-
pacifistas” del cronista de Carlos I, es decir, de Ginés de Sepúlveda, a pesar de la prohibición de im-
primir sus obras.
FAMA DE ESPAÑA. América y la Leyenda Negra 7

y América Hispana(Iberoamérica)” de su libro España frente a Europa,


Gustavo Bueno, desde las coordenadas del sistema filosófico que él mismo
denominó “materialismo filosófico”, hace la crítica del “relativismo cultu-
ral” oponiéndole la asimetría que se daba entre “descubridores” y “descu-
biertos”, no solo de orden tecnológico, sino sobre todo de orden teórico.
Frente a la teoría como mirada o contemplación se opone la teoría en
cuanto posibilidad de conceptualización de lo observado. Dice Gustavo
Bueno :
  «La superioridad de la astronomía griega, la de Eratóstenes, por
ejemplo, conocida por los españoles del siglo XV, permitió a éstos proyec-
tar el “viaje hacia el Poniente”, y cuando en este “viaje hacia las Indias”
se interpuso un gigantesco continente, sólo la astronomía clásica(que in-
cluía la tesis de la Esfericidad de la Tierra)permitió concebirlo(pues en
la época era invisible en su globalidad), diferenciándolo del continente eu-
roasiático, mediante su representación en un mapa. “América” no fue tan-
to un “continente descubierto por los ojos” de los navegantes, cuanto un
continente “concebido” por el cerebro de los conquistadores... Ni los azte-
cas ni los mayas ni los incas pudieron descubrir Europa, es decir, “conce-
birla”; y no sólo porque no disponían de naves o de instrumentos adecua-
dos, sino, porque aunque hubieran llegado a sus costas, más o menos al
azar, no habrían podido “concebir”(es decir, representar en un mapa)al
continente euroasiático, aunque hubieran visto fragmentos, de amplitud
variable, de sus acantilados. Y no lo habrían podido concebir porque no
poseían el concepto de la esfericidad de la Tierra, creado por los astróno-
mos griegos»(Bueno : 1999 : 374)4).
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4.Julián Juderías

  En 1914 aparece el libro de Julián Juderías La Leyenda Negra y la


verdad histórica-reeditado en 1997 por la Junta de Castilla y León- Conse-
jería de Cultura y Turismo con el subtítulo de Estudios acerca del con-
cepto de España en el extranjero.
  Iván Vélez señaló que en realidad fue Emilia Pardo Bazán quien acu-
ñó el término de “leyenda negra” en una conferencia dada por la escrito-
ra en París en 1899, si bien para oponerlo a la versión triunfalista y reac-
cionaria de la “leyenda dorada”, falsa imagen de la historia de España y
su poder que habría contribuido, según la escritora, al “Desastre” de
18985).
  Fue, sin embargo, Julián Juderías quien popularizó el término y la
polémica con su libro, que no era en rigor una obra de investigación his-
tórica, sino un ensayo en defensa del nombre y fama de España frente a
quienes la denostaban por ignorancia, interés o mala fe. En nuestra opi-
nión, a diferencia de las apologías de sus predecesores del XVIII, no hay
en sus páginas-aunque hay quien afirma lo contrario- la retórica de una
“leyenda rosa”, es decir, la vindicación de España con «la alabanza desme-
dida de lo propio juntamente con el desprecio de lo ajeno»,(Juderías :

4) En Youtube pueden encontrarse los videos que Paloma Pájaro, nombre artístico de Paloma
Hernández García, cuelga con el rótulo Fortunata y Jacinta(Enlace : nodulo. org/forja/) , en los cua-
les en tono festivo e intención divulgativa se introduce la obra filosófica de Gustavo Bueno y se ana-
lizan muchos de los asuntos relacionados con la Leyenda Negra o el papel de España en América.
5) El texto de la conferencia -además de muchas otras aportaciones relativas a los orígenes y
evolución de la Leyenda negra- puede verse en el portal <<Leyenda negra>> del <<Proyecto filo-
sofía en español>> : http://filosofia.org/ave/002/b030. htm que mantiene Iván Vélez.
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2003 : 19)en palabras del propio Juderías.


  En el paratexto “Al que la leyere” que sirve de introducción a la se-
gunda edición, de 1917, el autor señala los criterios de imparcialidad que
deben regir la interpretación del pasado y en particular de la historia de
España.
«Nos limitamos a exponer -dice Juderías- hechos rigurosamente históricos
y a demostrar que no es posible acusarnos de crímenes de cierto orden ni
de abusos de determinada especie, convirtiéndonos en símbolos de la into-
lerancia y de la tiranía, cuando estos crímenes y estos abusos, no solamen-
te fueron comunes a todos los pueblos en la época en que se alude, sino
que siguen cometiéndose en nuestros mismos días por nuestros mismos
acusadores. Creemos que el peor de todos los errores es querer juzgar lo
pasado con el criterio del tiempo presente ; y que por esto quizá el tema de
la leyenda antiespañola, a pesar de su interés, se ha estudiado muy poco y,
lo que es peor, se ha estudiado muy mal».(Juderías : 2003 : 19)

5.Sánchez Jiménez

  El libro de Antonio Sánchez Jiménez Leyenda Negra. La batalla so-


bre la imagen de España en tiempos de Lope de Vega encara el trata-
miento de la “leyenda negra” en la literatura del Siglo de Oro -las come-
dias de Lope de Vega y su epopeya Jerusalén conquistada o la España
defendida de Quevedo, entre otros textos- desde la perspectiva metodoló-
gica de la “Imagología” tal como se explica en el manual Imagology de
Manfred Beller y Joep Leerssen, quienes definen la disciplina como «el
estudio de los estereotipos nacionales -etnotipos, o supuestas características
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universales de una nación determinada- en sí, sin preguntarse acerca de


su relación con la realidad y sin tratar de rebatirlos con una verdad histó-
rica, como hiciera Juderías. Esta actitud responde a la constatación de que
la influencia de los estereotipos nacionales no se debe a su relación con la
realidad, que suele ser mínima, sino a su poder simbólico» (Sánchez :
2016 : 133)
.
  Sánchez Jiménez dedica el capítulo I(2016 : 89-147), antes de entrar
en materia, a historiar las distintas interpretaciones que se han dado de
la historia de España, tanto desde la perspectiva negrolegendaria como
de la áurea, desde Julián de Juderías hasta el presente. Remitimos a este
libro para conocer con detalle el “estado de la cuestión”. En la estela deja-
da por Pardo Bazán entrarían en escena el citado Julián Juderías, desde
un enfoque “conservador”, y el novelista Blasco Ibáñez, desde un enfoque
“izquierdista”. Nosotros nos limitamos aquí a la mención sumaria de algu-
nos de los autores destacados por Sánchez Jiménez a partir de la posgue-
rra mundial.
  En la década de los 60 tiene lugar la polémica de la Hispanic Ameri-
can Review entre Benjamin Keen y Lewis Hanke en la que este último
adopta una perspectiva legitimadora de la Conquista y Colonización de
América. También se reeditan los trabajos del sueco Sverker Arnoldson
-quien a su vez se apoyaba en los de Croce y Farinelli- en los que demos-
traba cómo el origen de la leyenda se encuentra en la Italia medieval y
no en Holanda, a pesar del impulso propagandístico que luego, en 1580, le
diera Guillermo de Orange con su Apologie durante la Guerra de Flan-
des. Ramón Menéndez Pidal publica sus estudios sobre Bartolomé de Las
Casas con su conocido diagnóstico sobre el fraile : paranoia y doble perso-
FAMA DE ESPAÑA. América y la Leyenda Negra 11

nalidad. Pierre Chaunu analizó la Leyenda Negra no como un hecho ex-


cepcional, sino como un ejemplo más de la difusión de los estereotipos ne-
gativos sobre las naciones vecinas que eran comunes en toda Europa.
  En los 70 en los EE.UU. William S. Maltby en su monografía sobre la
Leyenda Negra la comparaba con el odio europeo(y mundial)hacia los
Estados Unidos en el contexto de la guerra del Vietnam, mientras Philip
W. Powell criticaba los prejuicios antihispánicos con retórica anticomunis-
ta y filofranquista propia de la Guerra Fría.
  En los 80 el hispanista francés Joseph Pérez defiende que la leyenda
negra se forjó en la Europa del norte a mediados del siglo XVI y el histo-
riador inglés Henry Kamen analiza el cambio de actitud de la opinión de
Inglaterra hacia España por el apoyo que esta nación dio a la católica
María Estuardo, lo que forzó a Isabel I a sostener a los rebeldes de Flan-
des.
  Con motivo de los preparativos del V Centenario del Descubrimiento
de América que habría de celebrarse en 1992 Molina Martínez destaca el
influjo del indigenismo antiespañol en los medios académicos, especial-
mente, de los EE.UU. En reacción a la efemérides Ricardo García Cárcel
publicó en 1992 su influyente libro La Leyenda Negra : historia y opinión
(ed. Alianza, 1992). Así resume Sánchez Jiménez(2016 : 121)su opinión
sobre el historiador español :
  «García Cárcel rechaza, como Arnoldson y Chaunu, la idea de que la
Leyenda Negra fuera una conspiración constante y sistemática. Si además
tenemos en cuenta su feroz crítica de lo que llama la “leyenda rosa”, nos
daremos cuenta de que estamos ante un historiador que regresa a una
perspectiva cercana al intento original de Pardo Bazán y que trata de ale-
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jarse de la historiografía más reaccionaria y del apologismo patriótico a lo


Juderías».
  Al calor de la polémicas suscitadas por la celebración del V Centana-
rio del Descubrimiento se reeditó el libro del cubano Roberto Fernández
Retamar, publicado por primera vez en 1976, en la que su autor arremete
contra la Leyenda Negra tildándola de producto del capitalismo auspicia-
do por las potencias rivales de España, es decir, Francia, Inglaterra y Ho-
landa. El Fórum hispanoamericano Francisco de Vitoria denunciaba, por
su parte, a los indigenistas que alimentando la Leyenda Negra boicotea-
ron el acercamiento entre españoles y americanos que buscaba la cele-
bración. Carlos Gómez-Centurión Jiménez publica en 1995 un artículo en
Cuadernos de Historia Moderna en el que «se opone explícitamente a la
visión escéptica del influyente libro de García Cárcel, pues en su opinión
la Leyenda Negra existe y dura hasta nuestros días»(Sánchez : 1995 : 126).
Diez años más tarde, en 2005, en los EE.UU. María DeGuzmán muestra
cómo en las construcción del imaginario identitario de los anglosajones se
han utilizado, a modo de contrafigura, los estereotipos de la Leyenda Ne-
gra ahora traspasados a los “Latinos o Hispanics”. En 2011 Jesús Villa-
nueva, para quien la “Leyenda” plurisecular antiespañola es más un mito
que una realidad, denuncia cómo la polémica fue propiciada por las dicta-
duras de Primo de Rivera y de Franco y por todos aquellos que en la es-
tela de Juderías la aprovecharon para hacer propaganda del nacionalismo
español.
  Este recuento extraído del libro de Sánchez Jiménez es suficiente-
mente indicativo de la actualidad y variedad de posicionamientos que
suscitó y sigue suscitando así la “Leyenda Negra” como los hechos o la
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interpretación de los hechos que se relatan.

6.AMLO y otros autores negrolegendarios

  La “leyenda negra antiespañola” no es, en efecto, cosa del pasado.


Publicistas de prestigio como Tzvetan Todorov(La conquista de Améri-
ca. El problema del otro, ed. S.XXI), Enrique Dussel(El encubrimiento
del Otro, Plural editores)o Sánchez Ferlosio( Esas Indias olvidadas y
malditas, ed. Destino)se alimentan abundantemente de la “leyenda”. Se-
guramente la mejor defensa frente a la acusación de “genocidio” es la
permanencia de indígenas en Hispano-América que en palabras de Ve-
nancio Carro «superan en mucho a los existentes en los países civilizados
por otras naciones europeas. La cara de muchos hispano-americanos es un
documento viviente y nuestra mejor apología»(Carro : 1951 : 9)6).
  Ejemplo más reciente de la propaganda negrolegendaria fue la carta
enviada por el presidente de México López Obrador al rey de España
Felipe VI, a la que replicó en su discurso el novelista peruano y Nobel de
Literatura Vargas Llosa en el VIII Congreso Internacional de la Lengua
Española de la ciudad argentina de Córdoba de marzo de 2019.
  «López Obrador - dijo Vargas Llosa- no parece informado de que las
grandes matanzas de indígenas no se consumaron en la colonia, sino du-
rante las repúblicas : en Argentina, en Chile, en la Amazonia durante la
explotación del caucho, en el Perú en tiempos de la guerrilla…. Ese pro-
blema -añadió- no es de los españoles de hoy, cuyos antepasados se queda-
6) Cita extraida del libro de Pedro Insua Hermes católico. Ante los bicentanarios de las naciones
hispanoamericanas, pg. 44. v. Bibliografía.
 La obra de Carro puede consultarse en la https señalada en Bibliografía.
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ron en Europa, sino de los que vinieron y se instalaron en América : los


tatarabuelos del presidente de México. O los míos... Ojalá -continuó el no-
velista peruano- cuando acabe su mandato los indios tengan mejores con-
diciones de vida...»(El País : Rodríguez : 2019).
  El actual director de la RAE -Real Academia Española de la Lengua-
Santiago Muñoz Machado publicó en 2017 su libro Hablamos la misma
lengua, que tiene como subtítulo Historia política del español en América,
desde la Conquista a las Independencias. En el capítulo II, dedicado a “La
sociedad indígena” aborda dos importantes problemas historiográficos : el
declive de la población aborigen y su reflejo en la “leyenda negra”(Mu-
ñoz : 2017 : 91-106). Partiendo de las enormes diferencias en la estimación
contable de la población indígena antes de la Conquista que ofrecieron
entre los años 50 y finales de los 80 del pasado siglo investigadores como
Kroeber, Rosenblat, Dobyns o Cook y Borah -de 9 a más de 100 millones-
y el gran declive de la población a partir del siglo XVI, Santiago Muñoz
concluye en lo que hoy es un acuerdo unánime : fue una catástrofe demo-
gráfica. Sin embargo, para establecer sus causas, que es lo que se relacio-
na con la leyenda negra, son imprescindibles los fundamentales estudios
del historiador Nicolás Sánchez-Albornoz.

7.Nicolás Sánchez-Albornoz

  En su obra Historia mínima de la población de América Latina, des-


de los tiempos precolombinos hasta el(no tan lejano)año 2025, reeditada
y actualizada por El Colegio de México en 2014, Sánchez-Albornoz atri-
buye, respaldando sus argumentos con datos precisos, el declive de la po-
FAMA DE ESPAÑA. América y la Leyenda Negra 15

blación india a las siguientes causas : la violencia, el reacondicionamiento


económico y social, las epidemias y el desgano vital. Respecto de las ci-
fras de muertes violentas por acción de la conquista dadas por Bartolomé
de Las Casas Sánchez-Albornoz dice que «yerran en el detalle, pero las
líneas generales son ciertas»(p. 65). Sin embargo, una catástrofe demo-
gráfica de tal envergadura, como la que se produjo a partir de 1492, y de
la que los indígenas del Nuevo Mundo tardaron generaciones en recupe-
rarse solo se explica teniendo en cuenta otros factores. El desbarajuste
de la producción y de los intercambios provocado por las campañas mili-
tares dieron paso al hambre y con él a enfermedades y muertes(p. 65).
  Las plantas y el ganado traídos de Europa, la explotación del subsue-
lo para la extracción de oro y plata, las “reducciones” de indios, obligados
a habitar pueblos de nueva planta para el mejor control de la necesaria
mano de obra... contribuyeron en no menor medida al descenso de la po-
blación aborigen, cuyos modos de vida tradicionales se vieron completa-
mente trastocados. Pero con las plantas, los animales y los hombres tam-
bién llegaron las bacterias del Viejo Mundo frente a las que los pueblos
de un continente aislado durante milenios del resto del mundo no pudie-
ron defenderse. Enfermedades contagiosas de persona a persona como la
viruela, el sarampión, la tos ferina, la fiebre tifoidea, la pilomielitis..., las
transmitidas por ratas, moscas o mosquitos, como la peste bubónica, el ti-
fus..., las que introdujo el tráfico negrero, como la malaria, fueron más
hostiles con las poblaciones indígenas que con sus portadores europeos.
Finalmente, la alta mortalidad provocada por todas estas causas no se vio
contrarrestada por la fecundidad de las mujeres indias, que aunque confi-
guraron el meztizaje, apenas tuvieron hijos con los hombres de su propia
16

etnia(p. 56 y sigs.). La tendencia se invirtió y los indios dejaron de men-


guar para luego recuperarse a partir de la segunda mitad del siglo XVII.
El libro de Sánchez-Albornoz sigue la evolución de la población de Amé-
rica Latina a lo largo de los siglos y distinguiendo espacios geográficos
hasta ofrecer una proyección estimativa para el no muy lejano 2025 de
777 millones de habitantes, de los cuales, 531 millones hablarán español.

8.Roca Barea y Villacañas

  El éxito de ventas del libro de María Elvira Roca Barea Imperiofobia
y Leyenda Negra, publicado en 2016, dio lugar al comentario y refutación
de sus tesis por parte de algunos historiadores españoles en algunas re-
vistas y a la publicación de un libro, Imperiofilia y el populismo nacional-
católico, del catedrático de Historia de la Filosofía José Luis Villacañas.
  Roca Barea ilustra el paralelismo de los mecanismos de la propagan-
da antiimperial o antiimperialista que provocan los imperios de distintas
épocas no tanto en los pueblos dominados como en sus competidores. El
modelo es Roma y los ejemplos, Rusia, Estados Unidos y el Imperio espa-
ñol.
  Sus detractores, aun reconociendo que la autora maneja un impor-
tante aparato bibliográfico y documental, como se demuestra por la pro-
fusión de citas y notas a pie de página, señalan algunas imprecisones his-
toriográficas, pero sobre todo la presentan como una continuadora del
nacional-catolicismo. Alguno hay que llega incluso a calificar el libro de
innecesario por cuanto bastaría en estos asuntos de la “Leyenda negra”
con recurrir a sus precedentes, desde Julián Juderías a Ramón Menéndez
FAMA DE ESPAÑA. América y la Leyenda Negra 17

Pidal.
  Sin embargo, si nos atenemos a los contenidos negrolegendarios que
inspiran la práctica totalidad de los libros de texto en que los escolares
tanto de España como de Hispanoamérica estudian la Historia de sus res-
pectivas naciones, el libro de Roca Barea parece harto necesario, precisa-
mente por su carácter a la par polémico y divulgativo.
  El libro de Roca Barea está salpicado de anécdotas de este o aquel
personaje –Thomas Jefferson escribiendo que “todos los hombres son
creados iguales e independientes” entre los esclavos de su hacienda o el
padre Las Casas defendiendo la necesidad de traer esclavos negros para
sustituir a los indios en el trabajo, y un largo etcétera-, pero no cae en el
acostumbrado subjetivismo de tantos biógrafos de héroes o villanos ni en
la leyenda rosa ni “rojigualda”. El libro, por el contrario, denuncia el mani-
queismo, el maniqueismo de la propaganda antiimperial. Pero lo impor-
tante del libro de Roca Barea es que su relato se inscribe en una concep-
ción de la idea de imperio que en los casos que se estudian, repitiendo el
modelo de Roma, se describen y definen como poderes que replican sus
instituciones en los territorios conquistados, a diferencia de otras poten-
cias -Inglaterra, Francia y Holanda. Por ello critica, incluyendo a historia-
dores profesionales, a quienes persisten en llamar colonias -a la manera
francesa- a los virreinatos españoles de América. Esto, a nuestro parecer,
no es leyenda rosa ni nacionalcatolicismo, sino rigor histórico.
  Ni Roca Barea ni sus detractores mencionan a Gustavo Bueno,(con
una excepción de la que hablaremos enseguida). Deberían haberlo hecho
porque desde la publicación de España frente a Europa o España no es
un mito la filosofía y la historiografía, al menos la que se escribe en espa-
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ñol, no pueden hacer caso omiso de la distinción entre “imperio genera-


dor” e “imperio depredador”.
  Imperiofilia, el libro que el profesor Villacañas publicó en respuesta
al de Roca Barea, es en nuestra opinión un oportuno pre-texto en el que
subyace -por lo menos hasta que después de muchas páginas, demasia-
das, lo hace explícito- un ataque a la obra de Gustavo Bueno.
  Lo que en el fondo se ventila es la mutua incompatibilidad de dos po-
siciones filosóficas y políticas : la representada por el propio Villacañas y
la de Gustavo Bueno.
  Villacañas sigue las pautas del idealismo alemán y de la Ilustración
-con Kant, a la cabeza- que en España cristalizó en el posterior krausismo
y la Institución Libre de Enseñanza, posiciones heredadas por Ortega y
Gasset y nuevamente recogidas por los ideólogos de la actual socialdemo-
cracia española, ya sea en su versión PSOE o en la de la facción “errejo-
nista” de Podemos. El europeismo de Villacañas, su humanismo europeis-
ta, su llamada a la mutua comprensión del Norte y el Sur derivan, nos
parece, de aquel Ortega que veía en Europa la “solución” al “problema”
de España, pero lo que late en su discurso son las tesis kantianas de “La
Paz Perpetua” y la “conciencia subjetiva” de impronta protestante, agus-
tiniana.
  No en vano se permite llamar a Gustavo Bueno “el gran escolástico”,
suponemos que como contrafigura aristotélicotomista de sus propias posi-
ciones, pero omitiendo lo principal, que las “disputas” en Bueno no solo
son dialécticas, sino que su posición es, al contrario de la suya, materialis-
ta, es decir, antiidealista, objetivista y, obviamente, antikantiana.
  Villacañas sostiene la inexistencia de un “imperio español” amparán-
FAMA DE ESPAÑA. América y la Leyenda Negra 19

dose en la ficción jurídica de que el título de emperador lo ostentó Carlos


V solo por serlo del Sacro Imperio Romano Germánico y no por ser rey
con el nombre de Carlos I. Pero la idea de imperio no es unívoca ni solo
jurídica, y se funda en el desbordamiento de las propias fronteras me-
diante la conquista o anexión de otros territorios y la sujección de quie-
nes los habitan, sea de grado o por fuerza. Precisamente la conquista de
América(Cortés, Pizarro etc), tras la de la Granada musulmana, y el do-
minio de las rutas marítimas del Atlántico y del Pacífico(Colón, Magalla-
nes, Elcano, Legazpi, Urdaneta y un largo etcétera de marinos)no solo
configuran un imperio, sino que lo hacen universal, es decir, católico(“en
sus dominios no se pone el sol”).
  Las ambiciones universales del expansionismo imperial solo se detie-
nen cuando chocan con las de sus competidores, si no vencen su resisten-
cia. En el caso de España -y no solo de la Casa de Austria- fueron princi-
palmente Francia, Inglaterra, Holanda y los principados protestantes de
Alemania, aunque también el Papado y, por supuesto, el imperio otomano.
Y en América los imperios azteca e inca, entre otros. Caben, naturalmen-
te, las alianzas(siempre frente a terceros), pero neutralizado el enemigo
común, los amigos de hoy pronto vuelven a ser los mismos enemigos de
ayer.
  El irenismo lascasiano, la kantiana paz perpetua así como la marxia-
na y teleológica sociedad sin clases y su internacionalismo proletario o la
wilsoniana sociedad de naciones son todas versiones fracasadas del idea-
lismo pacifista o utópico que desde la perspectiva metafísica de la Huma-
nidad o de la Clase Universal quisieron ignorar que no hay más paz que
la paz de la victoria y que esta es resultado de lo que Gustavo Bueno lla-
20

mó “dialéctica de Estados” o “dialéctica de imperios”.


  El libro de Roca Barea, por su metodología positivista, no puede ads-
cribirse a la corriente del “materialismo filosófico”, aunque haya sido elo-
giado por algunos de los discípulos del fundador de la Escuela filosófica
de Oviedo, por el hecho de que algunas de sus tesis o más bien denuncias
de la propaganda negrolegendaria antiespañola(no extiguida, como quie-
re Villacañas, y de lo cual creemos haber dado en este artículo algunos
ejemplos)coincidan con las que estos hacen en su Defensa de la Nación
Española. Tampoco Villacañas parece un entusiasta, por lo menos en los
últimos meses, del fundador de Podemos por el hecho de haber aceptado
una entrevista en el programa de “La tuerka”. Meter de manera insidiosa
y sin el menor indicio que pruebe sus asertos a Steve Bannon, y de paso
a Gustavo Bueno, DENAES y Vox, en su peculiar batidora para hacer la
crítica de Imperiofobia no es la mejor manera de terminar un libro de fi-
losofía, pues lo degrada a libelo. Sobran, por cierto, también los insultos
recurrentes que dirige a Roca Barea, seguramente llevado de la indigna-
ción con que ha visto desde su académica atalaya el éxito editorial del li-
bro que denosta.
  Villacañas acusa a Barea de un renovado darwinismo social que divi-
diría a los pueblos en inferiores(conquistados y resentidos)y superiores
(conquistadores imperiales y a la postre benefactores), víctimas unos y
otros del prejuicio que se expresa en leyendas negras, los primeros como
autores y los segundos como receptores del relato distorsionador de la
realidad.
  Dice Villacañas(2019 : 26): «En todo caso, el darwinismo social de
inferiores y superiores, eso que Roca Barea llama meritocracia, no le per-
FAMA DE ESPAÑA. América y la Leyenda Negra 21

mite plantearse la pregunta correcta : ¿por qué tenemos que ponerles yugos
a nadie ? Ni suaves ni duros. ¿Qué tal si cada pueblo se hace responsable
de sus asuntos ? ¿Qué tal si los pueblos cooperan sin tener que medirse
como superiores o inferiores ? ...».
  En esta serie de preguntas retóricas Villacañas, nos parece, es vícti-
ma de lo mismo que acusa a Roca Barea, de una suerte de promesa me-
siánica, solo que los yugos imperiales de la autora de Imperiofobia son
sustituidos por la armonía universal de los pueblos del autor de Imperio-
filia, a pesar de señalar, parece que en contradicción con sus propias te-
sis, la presencia amenazante para la Unión Europea de otros imperios a
oriente y poniente.
  Dejemos de lado la confusión de reducir Europa, a la que según Vi-
llacañas España se incorporó hace cuarenta años(p. 32), a la Unión Eu-
ropea, que es sin duda a lo que se refiere en ese, digamos, lapsus calami,
por utilizar una terminología freudiana de la que no hace menos uso que
la autora a quien critica. El problema más bien estriba en que tanto una
como otro parecen creer en la existencia de entidades metafísicas -los
pueblos- que dificultan entender precisamente las entidades políticas -los
imperios o los Estados(o las naciones, ya sean históricas o políticas)-
cuya actuación se discute.
  Hablar de “superioridad” y su opuesto, “inferioridad” de los “pueblos”,
no digamos ya de las “razas”, es en efecto una manifestación de suprema-
cismo(p. 36)、¿pero también lo es si utilizamos estas palabras al compa-
rar teorías o tecnologías ? Por ejemplo, ¿no se puede llamar superior a la
teoría clasica de la esfera en comparación con la Pachamama, al menos
para explicar el Mundo y de paso andar sobre él, no es superior la meta-
22

lurgia del hierro a los utensilios de piedra o madera para combatir en


tiempos de guerra y cultivar los campos en tiempos de paz ? Todo esto,
que no parece una manifestación de supremacismo, explica bastante me-
jor, creemos, la “entrada” de los españoles en América, la globalización
-more magallánico- y la formación del imperio español, al margen de la
mayor o menor necesidad de “autoestima” que Villacañas detecte entre
los españoles de hoy y, en particular, los lectores entusiastas de Roca Ba-
rea, cuyo libro queda así reducido poco menos que a un libro de autoayu-
da para enfrentarse al dedo acusador de “algunas oligarquías locales y al-
gunas pequeñas naciones nórdicas”(pg. 37)con las que Villacañas tanto
parece simpatizar(o al menos “empatizar” en procura de la mutua com-
prensión)
. En aras de esa mutua comprensión nos enteramos de que la
Escuela de Salamanca, su alabanza, es «un mito generado por la intelec-
tualidad franquista de la posguerra»(p. 58), aunque apenas unas líneas
después admita que ya «Schumpeter celebró en su día a los autores caste-
llanos como Molina y Soto por sus estudios sobre la inflación»(p. 58).
Para que no bajemos la guardia ante el peligro de un franquismo al pare-
cer al acecho, que en Roca Barea queda etiquetado como “populismo inte-
lectual reaccionario”, ya nos había advertido de que Manuel Fernández
Álvarez, a cuyas obras sobre Carlos V tanto -dice- se parece Imperiofo-
bia, fue un catedrático formado en la universidad franquista(p. 22).

9.Pedro Insua y las Independencias de América

  Con motivo de la celebración de los bicentenarios de la independen-


cia y nacimiento de las nuevas repúblicas americanas aparece el libro de
FAMA DE ESPAÑA. América y la Leyenda Negra 23

Pedro Insua Hermes católico. Ante los bicentanarios de las naciones his-
panoamericanas, publicado en 2013, en el que su autor, frente a lo que lla-
ma interpretaciones indigenistas o progresistas, defiende la tesis de que
la emancipación de las naciones hispanoamericanas fue el resultado del
propio desarrollo interno del imperio español.
  «La “independencia” -dice- no supone la restauración de instituciones
prehispánicas, pero tampoco una transposición de instituciones procedentes
del extranjero, siendo así que lo que se producirá será una transformación
de las mismas instituciones imperiales»(Insua : 2013 : 179).
  Sin negar la codeterminación causal, desde la tensión entre criollos y
peninsulares o la penetración de las “ideas ilustradas”(voluntad general,
mercantilismo)hasta la acción externa de la invasión napoleónica de la
Península Ibérica, la propia repuesta de las Juntas, hecha en nombre del
rey de España Fernando VII y no del intruso José I, y en defensa de la
religión católica, se articula – afirma Insua- «a través de los embriones
“nacionales” que representan las divisiones administrativas imperiales(vi-
rreinatos, audiencias, capitanías)» (Insua : 2013 : 180)、«sus fronteras
-añade- se corresponden con las divisiones de la administración imperial,
nada tienen que ver con las culturas prehispánicas»(Insua : 2013 : 17), lo
cual es tanto consecuencia del legado español como causa directa de la
emancipación. En esta misma línea Insua defiende el carácter “no colo-
nial” del imperio español en América, a diferencia del portugués. En apo-
yo de su argumentación rescata la Declaración de 1948 de Levine, presi-
dente entonces de la Academia Nacional de Historia de Argentina : «Se
llama comúnmente el período colonial de la Historia Argentina a la época
de la dominación española... aceptándose por hábito aquella calificación
24

de colonial, forma de caracterizar una etapa de nuestra historia, durante


la cual estos dominios no fueron colonias o factorías, propiamente dicho.
Las Leyes de Recopilación de Indias nunca hablaban de colonias... se esta-
blece expresamente que son Provincias, Reinos, Señoríos, Repúblicas o te-
rritorios de Islas y Tierra Firme incorporados a la corona de Castilla y
León, que no podían enajenarse» 7).
  A la misma lógica actualizada de enfrentamiento de imperios como
codeterminación de las independencias responden los ataques a España
por parte de políticos populistas de la actual América Latina, que reco-
gen el legado liberador de Simón Bolívar, artífice, como Sanmartín, de la
desmembración del imperio español en América, sin tener en cuenta el
apoyo dado a ambos próceres por los ingleses en respuesta, de lógica im-
perial impecable, a la ayuda recibida de España por las Trece Colonias
en su guerra contra el imperio inglés y que dio lugar, tras la proclama-
ción de la independencia, a la creación de los EE.UU., triunfo impensable
sin la participación militar española en el siglo XVIII. Baste recordar la
victoria de Bernardo de Gálvez -futuro virrey de Nueva España- en la ba-
talla de Pensacola, el apresamiento por Luis de Córdova de la flota ingle-
sa destinada a abastecer con hombres, armas y dinero al ejército inglés
en América, los préstamos de los Spanish dollars, es decir, del Real de a
Ocho(la principal divisa internacional de la época y durante siglos desde
que los Reyes Católicos la acuñaran)o la decisiva batalla de Yorktown,
hechos poco comentados en la historiografía anglosajona y española.

7)
 Cita extraida de la op. cit. de Pedro Insua Hermes católico en Nota 10 a pie de pg. 18.
FAMA DE ESPAÑA. América y la Leyenda Negra 25

Conclusiones

El concepto de “leyenda negra” fue acuñado por Emilia Pardo Bazán y


popularizado por Julián Juderías a principios del siglo XX, pero en su re-
lación con la acción de España en América parte de las denuncias del pa-
dre De Las Casas, bien aprovechadas por la propaganda de los enemigos
del imperio español, como demuestra la Apologie de Guillermo de Oran-
ge, entre otra mucha literatura.
La legitimidad de la conquista de la Indias fue cuestionada en la propia
España y dio lugar a disputas y cuerpos de doctrina teológica y jurídica,
entre los que destacan tempranamente las Leyes de Burgos y la obra del
padre Vitoria, así como el desarrollo de todo el Derecho indiano.
La imagen negativa de España se renueva con fuerza en el siglo XVIII
por obra de los ilustrados franceses. La reacción por parte de los españo-
les para hacer frente a esa imagen distorsionada solo llega a finales del
siglo XIX. Sin embargo, los supuestos de la leyenda son también asumi-
dos por autores españoles.
La leyenda negra sobre la acción de España en América sigue funcionan-
do en la actualidad y despertando polémicas, de algunas de las cuales se
han dado ejemplos en este artículo.
Hemos documentado las posiciones enfrentadas de numerosos historiado-
res, lo que pone de manifiesto que la polémica, que tiene derivaciones po-
líticas, no está cerrada. Se hace necesario dar a conocer el relato historio-
gráfico crítico con la leyenda negra, mucho menos difundido que el de
sus sostenedores.
26

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