Procesos Psicosociales Aplicados A La Enfermería

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PROCESOS PSICOSOCIALES

APLICADOS A LA
ENFERMERÍA

UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
GRADO ENFERMERÍA
COSITAS IMPORTANTES DE ESTA ASIGNATURA

- LAS LECTURAS COMPLEMENTARIAS NO ENTRAN EN EXAMEN, LO


IMPORTANTE SON LOS TEMAS
- AL FINAL DE LOS APUNTES TIENEN PREGUNTAS QUE CAYERON EN
NUESTRO AÑO EN LOS TESTS, ACONSEJO MIRARSELAS ANTES POR SI
SE REPITEN
- TIENEN UN DOCUMENTO QUE SE LLAMA “SALUD MENTAL Y ESTIGMAS”
QUE FUE UNA CHARLA QUE NOS DIERON A NOSOTROS Y QUE ESTABA
MUY BIEN (RECOMIENDO LEERLA POR SI A USTEDES NO SE LAS DAN)
- LES HE DEJADO MI TRABAJO DE LA ASIGNATURA PARA QUE LO USEN
DE MODELO SI QUIEREN, NO LO COPIEN QUE LAS PROFES TIENEN UN
ANTIPLAGIO POTENTE Y TE MANDAN EL SUSPENSO DIRECTAMENTE SI
TE PILLAN

ESTA ASIGNATURA ES MUY BONITA, DISFRUTENLA <3


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

INDICE DE CONTENIDOS DE LA ASIGNATURA

TEMA 1. LA CONSTRUCCION DEL YO (Prof.ª Naira Delgado Rodríguez)


Contenidos teóricos
Práctica 1. Aparición del autoconcepto, ilusión de control y depresión.
Práctica 2. Autorregulación del comportamiento y anorexia.

TEMA 2. LA PERCEPCIÓN SOCIAL (Prof.ª Alexandra Chas Villar)
Práctica 3. Percepción, categorización social y empatía.
Práctica 4. Neuronas espejo y autismo.

TEMA 3. COMPORTAMIENTO HUMANO ANTE LA ENFERMEDAD (Prof.ª Naira Delgado
Rodríguez)
Práctica 5. Explorando el dolor.

TEMA 4. TOMA DE DECISIONES Y PROMOCIÓN DE LA SALUD (Prof.ª Alexandra Chas Villar)
Práctica 6. Creencias mágicas y obsesiones.


TEMA 5: SESGOS Y PREJUICIOS EN EL CONTEXTO SANITARIO. (Prof.ª Alexandra Chas Villar)
Práctica 7. Estereotipos y prejucios en el contexto sanitario: el edadismo.
Práctica 8. Sistema sanitario y personas trans*.

Lucía Melián Hernández 1


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TEMA 1: LA CONSTRUCCIÓN DEL YO

1. INTRODUCCIÓN:

¿QUE ES EL YO? El autoconcepto es la suma total de los pensamientos y


sentimientos de una persona que define al yo como un objeto.
El autoconcepto es una "teoría" de nuestro comportamiento,
capacidades y relaciones sociales que construimos por medio
de la interacción social.

¿Qué propiedades caracterizan al yo?

1. Estabilidad y continuidad.
Pese a la variedad y complejidad de conductas que realizamos y los
entornos en los que actuamos, tenemos la sólida sensación de ser
siempre los mismos. Las personas están convencidas de que su yo
actual es la continuidad del joven y del niño, y que todo su pasado
ha dado lugar a lo que es hoy. La sensación de estabilidad y
continuidad se consigue gracias a la memoria reconstructiva.
Por ejemplo, las personas que, con el tiempo, han pasado de
tímidas a extrovertidas y se definen ahora como tales, tienden a
recordar recurrentemente aquellos episodios en los que eran
extrovertidas.

2. Unidad. Dos recursos contribuyen a la ilusión de unidad:


"Tenemos una teoría de nuestra propia personalidad que emplea unos pocos rasgos nucleares.
"Estamos cognitivamente limitados a activar solo un yo consciente y no dos o más a la vez. La
ilusión de Necker representa un proceso similar.

3. Privacidad e incrustación social.


La vida mental de las personas es algo intimo que no trasciende a los demás. La mente de los
otros está oculta, no podemos observarla, solo inferirla.
Por tanto, no podemos penetrar en los pensamientos y sentimientos del otro.
Sin embargo, tenemos la sensación de que penetramos fácilmente en la mente de los otros y
que sabemos lo que están sintiendo y pensando.
Paradójicamente, en muchas ocasiones pensamos que nadie es capaz de penetrar en nuestros
pensamientos y sentimientos.

4. Corporeidad.
El sentido de estar localizado en los limites físicos del propio cuerpo articula los cimientos de
nuestro autoconcepto físico.

5. Control de los actos.


No siempre controlamos nuestras acciones, pueden ser automáticas. Un tipo de problema en
el control de los actos es el TRASTORNO DISOCIATIVO DE LA IDENTIDAD, en el, los pacientes
experimentan un sentimiento de despersonalización, como ser irreal, extraído de sí mismo y
desconectado de los procesos físicos y mentales propios. Los pacientes dicen que se sienten
como un observador de su vida, como si se estuvieran viendo a si mismos en una película
sobre la que no tienen ningún control (pérdida de la acción personal).

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6. Conciencia de sí mismo.
El yo es consciente de que es consciente y, por tanto, que puede reflexionar sobre la propia
mente y los propios pensamientos. Esta autoconciencia es importante para interpretar el
mundo y hacer planes de acción con el objeto de cambiarse a sí mismo
e interactuar con los demás.

2. ¿CÓMO SE DOTA DE SIGNIFICADO EL YO?:

1) No poseemos un yo, sino que nos convertimos en un yo a través de la maduración y la


socialización.
Las observaciones demuestran que los bebés humanos no nacen con un yo sino, más bien, un
yo emerge a través de la interacción social y la adopción de papeles. Los únicos animales que
tienen autoconciencia son los grandes simios. La mayor parte de las especies de monos no
reconoce su imagen en el espejo.

2) La representación de roles dota de significado al yo.


La educación representa un punto importante en los
roles ya que desde pequeños nos asignan unas
categorías determinadas, ¿si eres niña? Color rosa,
muñecas, sensibilidad. ¿Si eres niño? Color azul, coches y
liderazgo. Esto demuestra que los roles que existen en la
sociedad son producto de la educación y no de la
biología

3) Las personas construyen su autoconocimiento a partir de las reacciones de otras personas.

4) Las pertenencias sociales establecen "qué" somos y "dónde"' estamos como seres
sociales.
Es importante que cuando pertenecemos a un grupo social nos identifiquemos con ellos, nos
va a dar identidad, por ejemplo pertenecer a una religión determinada, a un partido político o
a una ONG

5. Otra manera en que el yo gana significado es mediante procesos de comparación social.


Las personas que nos rodean nos ayudan a definirnos.
Las personas no escogen como blanco de comparación personas al azar sino personas
próximas o similares, ya que así se aseguran que sus actitudes son correctas y tienen
respaldo social.
Las comparaciones pueden ser diferentes dependiendo de si te comparas a la baja o a la alta,
puedes conformarte y aumentar tu autoestima pensando que “siempre hay alguien que está
peor que tú” pero también puedes superarte a ti mismx o motivarte a ser mejor viendo que
hay personas mejores y que con esfuerzo o cambiando algunas cosas podemos “ser como
ellxs”

6. El autoconcepto no se alimenta únicamente de los desempeños de roles, las


comparaciones y la identidad social sino, también, de la observación de las propias
conductas.
Incluso las conductas imaginadas pueden suministrar la materia prima para los procesos de
autopercepción. Un ejemplo de esto es la visualización del rendimiento en
el entrenamiento deportivo.

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3. ¿LAS PERSONAS SON CONSCIENTES DE SI FRAGILIDAD?

1. Los individuos están tan interesados en tener una imagen positiva de sí mismos que hay
muchos datos que ponen en duda la precisión de la información que manejamos.
De hecho, la mayoría de las personas creen conocer sus habilidades y rasgos, y elaboran planes
de acción de acuerdo con ellos. Pero no siempre lo que parece lógico es cierto

2. Las personas no tenemos acceso a toda la información que procesa nuestro cerebro.

3. Las personas no nos damos cuenta de muchas cosas que suceden en la mente.

4. Las personas nos conocemos mal porque no advertimos el poder que tiene la situación
sobre nosotros.

5. Las personas no somos capaces de evaluar adecuadamente los matices de nuestras


reacciones emocionales. es decir porque sentimos lo q sentimos, no es facil identificarlo y
buscamos la explicación a esa emoción para vivir mas tranquilos

6. Las personas nos conocemos mal porque nos equivocamos al predecir nuestras conductas y
pronosticar nuestro futuro. creamos una imagen de futuro o proyeccion diferente y
generamos unas expectativas irreales de nuestaras conductas, aunque está impresision nos
ayuda a ser felices

4. ¿CUÁLES SON LOS FUNDAMENTOS DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN DEL YO?

1. Tanto el autoconcepta como la autoestima están evolutivamente preparados para sobrevivir


en el mundo social, ya que de ello depende el bienestar y la supervivencia como especie.
Todo este sistema de profección del yo puede entenderse como un sistema
"inmunopsicolágico”

2. Tres tipos de situaciones representan amenazas especialmente significativas.


Los fracasos nos exponen a una retroalimentación negativa acerca de quiénes somos y qué
podemos hacer. Las contradicciones nos aportan información que contradice lo que
pensábamos sobre quién y qué somos Finalmente, los factores estresantes amenazan al
bienestar del yo, porque parecen exceder nuestros recursos para manejarnos con ellos.

3. Ante estas situaciones las personas a veces emplean formas de afrontamiento poco eficaces.

AGRESIÓN
EXCUSAS
EVASIÓN

4. Desde el punto de vista psicológico, el estado de malestar y sufrimiento tiene que ver con un
debilitamiento de la acción del sistema inmunopsicológico del individuo.
El sistema inmunopsicológico está conformado por procesos que vienen ya prediseñados en el
sistema biológico inteligente y son los encargados de cicatrizar las heridas que experimentan
las personas a lo largo de su vida.
Aquí nos referiremos básicamente a tres: el procesamiento sesgado de la información
autorreferente y dos ilusiones positivas. la ilusión de control y el sesgo optimista.

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4.1. Mediante el procesamiento sesgado de la información.


El filtro de procesamiento de información más potente al servicio del yo es el denominado
sesgo de autoenaltecimiento (Leary, 2007).
Se trata de la tendencia de las personas a procesar la información de modo que el yo resulte
siempre beneficiado. sesgo de auto enaltecimiento por el que nos ponemos un poquito en alto
con una imagen favorable

4.2. La ilusión de control.


Nuestro bienestar psicológico no es ajeno a la explicación que hacemos de nuestras conductas.
Explicar los éxitos y los fracasos como el producto de nuestras acciones da sentido de control
personal.

Hay varias razones que justifican la ilusión de control:


- Permite ver el mundo como un entorno más predecible.
- Permite planificar las conductas destinadas a metas.
- Aporta muchos de los beneficios del verdadero control.

Un problema que tiene la ilusión de control es que es vulnerable a eventos críticos que
desacreditan la creencia de control.

Seligman (1975) definió la indefensión aprendida como la creencia de que los resultados de un
individuo son independientes de sus acciones

Tres tipos de déficit se encuentran en animales en situaciones de indefensión aprendida:


a) Se pierde la motivación
b) Se es incapaz de superar un déficit cognitivo
c) Se produce un déficit emocional

4.3. El sesgo optimista.


Es la tendencia de las personas a creer que tienen menos probabilidades de experimentar
eventos negativos en comparación con otras personas (Weinsteiny Klein, 1996)

Al pensar en su futuro, las personas creen que tendrán más probabilidades que sus pares de
tener éxito en su carrera profesional, tener relaciones amorosas estables y felices, ganar más
dinero y vivir experiencias inolvidables. Y respecto a eventos negativos, creen que tendrán
menos probabilidades de ser víctimas de accidentes , caer enfermos, deprimirse o quedar
Involuntariamente embarazada.

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5. ¿CÓMO FORTALECER EL SISTEMA INMUNOPSICOLÓGICO?

Lo óptimo para el sistema inmunopsicológico es disponer de un estilo de vida y recursos que lo


mantenga en forma y le permita recuperar el control de la situación.
Tres ámbitos de atención:
- Hábitos sociales
- Hábitos psicológicos
- Hábitos fisicos.

1. Una de las estrategias para optimizar el sistema inmunopsicológico es tener activos


mucho roles.
Las personas con pocos y relativamente similares aspectos del yo tienen un yo de baja
complejidad, en tanto que quienes cuentan con muchos aspectos independientes del yo llenen
un yo de alta complejidad. La diversidad de los «yo» limita el alcance de la amenaza.

2. Segunda estrategia para fortalecer el sistema inmunopsicológico:


Tener redes sociales sólidas y estables.
Las pertenencias grupales nos ayudan a recomponer nuestro yo
- Los grupos dan respaldo, valor y aprecio a lo que somos.
- Influyen en nuestros pensamientos y acciones
- Facilitan la vivencia de ciertas emociones
- Hablar de la amenaza con otras personas alivia sus efectos negativos

3. La tercer estrategia para beneficiar al sistema inmunopsicológico es:


La aulorregulación psicológica.
La autorregulación es el proceso por el que el yo ejerce el control sobre si mismo. Se trata de
un esfuerzo deliberado por el que el sí mismo inicia, cambia y controla su conducta
con vistas a un objetivo determinado.

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1. CÓMO EL CEREBRO GENERA LA CONSCIENCIA

Si la mente consciente es el filtro mediante el cual lo conocemos todo, si la consciencia es lo


que da sentido a nuestra vida, conocer cómo el cerebro la hace posible es, si no la principal,
una de las grandes preguntas de la ciencia. La verdad es que no está siendo fácil contestarla.
Estamos todavía muy lejos, pero ya tenemos algún conocimiento sobre las estructuras y los
mecanismos del cerebro y las neuronas que podrían estar implicadas en generar la
consciencia.

Sabiendo como sabemos que el cerebro en su integridad sí que puede ser consciente, una
buena pregunta para empezar es si hay alguna parte del cerebro necesaria para generar la
consciencia. Sorprendentemente, la corteza prefrontal, la parte más anterior y evolucionada
del cerebro, aunque necesaria para pensar, razonar y tomar decisiones, no parece necesaria
para la consciencia, pues los individuos que han sufrido traumas o accidentes que han dañado
esa parte de sus cerebros pueden seguir siendo conscientes aunque tengan alterada su
capacidad de razonamiento. La consciencia tampoco desaparece cuando se dañan otras partes
importantes del cerebro como el hipocampo, relacionado con la formación de la memoria, o el
cerebelo, relacionado con la coordinación de los movimientos.

En su difícil e inexorable búsqueda, los neurocientíficos han observado que la única parte del
cerebro humano que cuando se daña gravemente puede hacer desaparecer la consciencia es
el tálamo. El tálamo es un conjunto compacto de neuronas, de forma y tamaño parecido a un
huevecillo de codorniz, que se halla a cada lado en el centro del cerebro. El tálamo es la parte
del cerebro que recibe la información de los diferentes órganos de los sentidos y la distribuye
por diferentes áreas de la corteza cerebral, con la que tiene abundantes conexiones nerviosas
recíprocas. Muchas de esas conexiones le sirven para mantener activa la corteza cerebral y
son, precisamente, su parte más sensible para la consciencia, es decir, la parte del tálamo que
siempre que se daña se pierde la consciencia. Lógicamente, esto último ha hecho pensar a los
neurocientíficos que el tálamo es necesario para la consciencia.

Pero ahora sabemos también que cuando se anestesia a un individuo, la corteza cerebral se
desactiva antes que el propio tálamo, el cual puede seguir activo hasta 10 minutos después de
que el sujeto ya esté totalmente inconsciente. Si la actividad del tálamo fuera suficiente para la
consciencia, eso no podría ocurrir nunca. Más que en el tálamo, la clave del estado consciente
parece radicar entonces en la corteza cerebral, pues cuando ésta se desactiva la consciencia
desaparece. No obstante, eso no le quita importancia al tálamo que puede ser el encargado de
mantenernos normalmente conscientes haciendo que se mantenga activa la corteza cerebral.
El tálamo sería equivalente a un proyector de cine y la corteza cerebral a la pantalla sobre la
que proyecta. Sin proyector, es decir, sin tálamo, no hay consciencia, pero ésta se origina
cuando la pantalla se ilumina, es decir, en la corteza cerebral, no en el proyector. Ello podría
explicar el caso de un paciente que llevaba seis años en estado vegetativo de mínima
consciencia y pudo recuperar parte de ella cuando se estimuló eléctricamente su tálamo en el
quirófano. O sea, al estimular su tálamo se activó su corteza cerebral originando un principio
de estado consciente.

Suponiendo que la corteza cerebral es la parte del cerebro que hace posible la consciencia, los
científicos se preguntan cómo han de activarse o qué hacen sus neuronas para que estemos
conscientes. Para responder a ésta cuestión se han propuesto diferentes hipótesis no
necesariamente excluyentes, pues todas ellas parecen tener algo de verdad y podrían ser
complementarias.

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La primera hipótesis establece que la ligazón o unión perceptiva de los diferentes elementos
que integran la consciencia podría originarse reuniendo el resultado de los diferentes
procesamientos en algún lugar del cerebro que actuase como un centro de integración de
información. El problema es que nadie ha hallado hasta el momento en el cerebro un lugar
semejante, esa especie de estación final común a la que llegarían todos los trenes.

Es por eso que otros neurocientíficos han planteado una segunda hipótesis, a saber, que la
unidad perceptiva se logre no reuniendo, sino sincronizando con precisión la actividad eléctrica
de las neuronas de las diferentes áreas de la corteza cerebral que procesan los diversos
atributos de la información consciente. Pensemos en una orquesta sinfónica. Cuando los
músicos se preparan para una actuación, afinando cada uno de ellos sus instrumentos por
separado, lo que oímos son sonidos diferenciados y dispersos, sin armonía, como formando
parte de múltiples melodías. Pero cuando los diferentes instrumentos suenan de manera
sincronizada, siguiendo la partitura y bajo la batuta del director, lo que percibimos es una
única y armoniosa melodía. De modo semejante, la actividad de las neuronas de las diferentes
regiones de la corteza cerebral que procesan diferentes características de los estímulos (su
tamaño, su forma, su color, etc.), podría originar una percepción consciente unificada cuando
todas ellas producen al unísono el mismo tipo de descargas eléctricas rítmicas, es decir,
cuando presentan una actividad eléctrica sincronizada. Según esta hipótesis, la actividad
electro fisiológica sincronizada de diferentes áreas del cerebro, particularmente de la corteza
cerebral, es lo que permitiría que tengamos una experiencia consciente única y no
fragmentada.

La tercera hipótesis, propuesta por Giulio Tononi, de la universidad de Wisconsin (EE.UU.),


defiende que la clave de la consciencia podría estar no tanto en sincronizar la actividad de las
neuronas cerebrales, sino en interconectarlas funcionalmente, en hacer que todos los circuitos
que procesan los contenidos de la información estén acoplados y funcionen como una unidad
complementaria, en equipo. Si esos circuitos funcionasen separadamente, cada uno por su
cuenta, sin o con poca integración funcional, estaríamos inconscientes. Esto último es lo que
ocurriría cuando dormimos sin estar soñando o cuando nos inyectan un anestésico. Repare el
lector en que esta idea, aunque se parece a la anterior de la sincronía, es diferente, pues
requiere que los circuitos neuronales de las diferentes partes del cerebro que procesan
aspectos de la misma información, se interconecten funcionalmente.

Pensemos ahora en un buen equipo de fútbol. Cada jugador sería equivalente a uno de los
circuitos neuronales que procesan un aspecto determinado de la información como, por
ejemplo, el nombre de una persona, el lugar donde vive o el trabajo que hace. Si todos los
jugadores están acoplados, el equipo funciona como una unidad, lo que sería equivalente a
todos los circuitos neuronales acoplados generando el estado consciente. Si los jugadores se
desacoplan y juega cada uno por su cuenta, el equipo se descompone, lo que equivaldría a que
los circuitos neuronales se desacoplan y al estado inconsciente. El pensamiento o contenido de
la consciencia en cada instante equivaldría al del jugador que en ese instante tiene la pelota. El
pase de la pelota de un jugador a otro equivaldría a cambiar de pensamiento consciente y la
facilidad y rapidez de ese pase se correspondería con la facilidad y rapidez con que el
contenido de la consciencia puede cambiar de momento a momento, pues casi
instantáneamente podemos dejar de pensar en cómo es dicha persona para pasar a pensar en
dónde vive, en lo que hace, o incluso en otra cosa completamente diferente a que nos lleve el
pensamiento en curso. Según los detalles de la teoría, el estado consciente sólo sería posible
en la medida en que un número mínimo de jugadores permaneciesen acoplados, lo que
equivaldría a un mínimo de circuitos neuronales funcionalmente integrados.

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Asimismo, cualquier causa como, por ejemplo, una droga que bloquease o desestabilizase la
actividad normal del cerebro o alguno de sus circuitos neuronales, podría reducir la
información disponible (en la metáfora anterior el número de jugadores trabajando en equipo
y, con ello, el grado de consciencia posible en tales circunstancias). Los investigadores han
hallado pruebas a favor de esta teoría mediante experimentos con neuroimágenes funcionales
en humanos donde se ha observado que la actividad cerebral que origina la percepción
consciente de una palabra se extiende a muchas regiones cerebrales, mientras que las que
genera la misma palabra cuando no es conscientemente percibida se limita a regiones mucho
menos extensas y funcionalmente separadas.

La hipótesis de la integración funcional no sólo explica el carácter unificado de la percepción


consciente, sino también por qué la consciencia se nos presenta en grados diferentes según el
momento. Esos grados podrían relacionarse con la cantidad de circuitos neuronales que el
cerebro integra en cada uno de esos momentos, sumando jugadores, es decir, módulos de
información, al juego en equipo. Explica también el menor grado de consciencia que pueden
tener los animales inferiores, pues su cerebro, al ser menos evolucionado y tener una corteza
cerebral más pequeña, sólo permite integrar una limitada cantidad de información, muy
inferior a la del cerebro humano.

Como conclusión general podemos decir que la consciencia es un estado de la mente generado
por la corteza cerebral mediante procesos de recurrencia, sincronización o integración de la
actividad de las neuronas de sus diferentes circuitos, para lo cual es necesaria la influencia
sobre las mismas del tálamo y también de otros núcleos subcorticales y del tronco del
encéfalo. Nótese que aunque estas hipótesis nos indiquen cuál es la actividad cerebral
necesaria para que seamos conscientes, no nos explican cómo esa actividad es capaz de
originar la emergencia, es decir, cómo se convierte en pensamiento e imaginación.

2. EL SESGO DE AUTOENALTECIMIENTO

El filtro de procesamiento de información más potente al servicio del yo es el denominado


sesgo de autoenaltecimiento (Leary, 2007). Se trata de la tendencia de las personas a procesar
la información de modo que el yo resulte siempre beneficiado.
Según Shrauger (1975), las personas están motivadas a mantener una autoestima alta y no
tienen inconveniente en buscar informaciones positivas sobre sí mismo o en alterar las
informaciones negativas para conseguir una imagen positiva de sí mismos.
Algunos de los ámbitos en los que se manifiesta este sesgo de autoenaltecimiento son los
siguientes:
A. Las personas evalúan la información que reciben sobre ellos mismos menos críticamente y
la aceptan más rápidamente cuando es positiva que cuando es negativa.
B. Las personas dan más crédito a sus éxitos y los divulgan más en sus redes sociales que los
fracasos. Además, cuando fracasan, la responsabilidad la sitúan en los otros o en las
circunstancias. Los individuos atribuyen el éxito a sus habilidades y esfuerzo y adjudican el
fracaso a factores externos, como la mala suerte o la "imposibilidad". Para mantener la imagen
positiva los individuos se asocian con el éxito y se distancian del fracaso.
C. Las personas, para justificar sus fracasos, incorporan conscientemente obstáculos en el
camino a una meta. De acuerdo con este sesgo de auto-incapacitación, los obstáculos hacen
más difícil el éxito en una tarea y sirven para explicarlo (“no pude estudiar porque estuve
acompañando a una amiga que recibió una mala noticia”). Además, poner barreras en el
camino del éxito aumenta la autoestima si se tiene éxito a pesar de la desventaja.

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D. Las personas sobrevaloran su valía personal y colocan tanto sus capacidades como sus
habilidades sociales por encima de la media (sesgo "mejor que la media”). Este sesgo se
mantiene porque cada individuo se fija en una faceta distinta. Por ejemplo, la mayoría de los
conductores se sienten mejores conductores que la media porque, posiblemente, estén
atendiendo, unos a la seguridad, otros al conocimiento que tienen del motor y otros a lo
respetuosos que son con las normas de tráfico.
E. Las personas definen los rasgos de personalidad de modo diferente según sea para
describirse a sí mismo o para describir a los otros. Atribuyen un significado más positivo a los
rasgos aplicados a sí mismos que a esos rasgos aplicados a los demás.
F. Las personas tienden a evaluar positivamente aquellas cosas que están asociadas a ellos.
G. Las personas tienden a compararse con otras que son peores que ellas porque así se
sienten mejores consigo mismo: “si bien tengo rasgos negativos, otros los tienen también y en
mayor grado”

3. EL SESGO DE IMPACTO

Una de las más famosas investigaciones sobre la persecución de la felicidad se remonta a 1978.
El psicólogo Philip Brickman dirigió un estudio cuyo objetivo era determinar si las personas que
habían ganado la lotería eran más felices. Brickman interrogó a veintidós ganadores de la
lotería de Illinois, que, de media, habían recibido medio millón de dólares por cabeza, siete de
ellos incluso habían ganado un millón. A cada uno le hizo la más sencilla y directa de las
preguntas: “¿Cuán feliz eres después de haber ganado la lotería?”. Como era previsible, los
veintidós afortunados se declararon mucho más felices que antes de hacerse ricos.
Pero un año después, Brickman y sus colegas contactaron con las mismas personas y les
plantearon nuevamente la pregunta.

En esta ocasión, los entrevistados dieron a entender que haber ganado la lotería no había
marcado ninguna diferencia respecto de su felicidad, en general. Entonces, Brickman comparó
las respuestas de los nuevos millonarios con las de otras veintidós personas elegidas al azar de
una guía telefónica de Illinois, y no advirtió ninguna diferencia significativa. Los ganadores
quizás habían podido permitirse vacaciones de cinco estrellas, una casa más grande y un coche
nuevo, pero el impacto de estos cambios sobre el grado de felicidad de su vida no había sido
decisivo y estaba destinado a apagarse del todo en poco tiempo.

¿Cómo explicar estos resultados tan contraintuitivos? Según parece, no tenemos una idea tan
clara de qué podría hacernos verdaderamente felices. Lo demuestra la segunda parte de la
misma investigación. En efecto, Brickman y sus colegas también entrevistaron a veintinueve
personas que, a causa de accidentes de tráfico, eran discapacitados, de las piernas o de los
brazos. Apenas después del trágico acontecimiento, éstas se declararon terriblemente infelices
y desesperanzadas; pero al cabo de un año, el grado de satisfacción de su vida no era
significativamente distinto de aquel del grupo de control. Evidentemente, el impacto del
acontecimiento extraordinario sobre la felicidad en la vida tanto del parapléjico como del
ganador de la lotería acaba siendo absorbido por los «pequeños» asuntos de la cotidianidad
que no están conectados directamente a su situación «especial». Por tanto, con el paso del
tiempo, ambos tenderán a adaptarse a la nueva situación, a preocuparse de qué desayunar, de
aquella noticia política, de la boda de un hermano, etc.

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Los mecanismos de adaptación


En gran medida, el impacto de los acontecimientos importantes se diluye como consecuencia
de los poderosos mecanismos adaptativos. Imagine que su máxima ilusión es comprarse un
Audi 3, pues muchos de sus amigos tienen uno y todos hablan verdaderas maravillas. Por otro
lado, usted ya está harta de vagar de taller en taller con su viejo utilitario. Por fin, un día llega
su oportunidad con la noticia de una increíble pero totalmente justa subida de sueldo. Y ahí
está el tan ansiado A3 esperándola tras las cristaleras del expositor. Durante los primeros días,
incluso las primeras semanas, es usted la mujer más feliz del mundo. Poco a poco, sin
embargo, y casi sin advertirlo, se adapta al nuevo coche y lo integra en su vida, de modo que
otros acontecimientos, otras ilusiones y otros anhelos pasan a ocupar la primera fila en interés
y motivación. Mirándolo bien, el A3 ha dejado de ser una ilusión, y usted apenas se ha dado
cuenta porque la adaptación se produce mucho más rápidamente de lo que esperamos y
suponemos. Esto no tendría más consecuencias que las que se derivan de la mera decepción,
si no fuera porque todo lo que deseamos y vinculamos a nuestra felicidad tiene un costo en
ocasiones extraordinariamente alto en relación con la satisfacción que nos proporciona. De
hecho, normalmente, sustraemos recursos de aquello que es más necesario para nuestra vida
cotidiana como la comida, la vivienda, las amistades, la familia, etcétera... por otros que
vinculamos a sueños de felicidad como coches, casas de lujo con hipotecas de lujo, vacaciones
al lugar más lejano y amantes más complacientes que nuestros cónyuges.

Pero siempre ocurre. Las cosas maravillosas son especialmente maravillosas la primera vez. A
partir ese momento la utilidad esperada desciende y comenzamos a adaptarnos a toda prisa,
de modo que la experiencia nos reporta cada vez menos placer. Los psicólogos llamamos a
este fenómeno habituación y los economistas utilidad marginal decreciente. Esto hace que los
primeros besos a la persona deseada, en contraste con los siguientes tengan el valor de un
narcótico incomparable. Aun a costa de parecer prosaico, si el primer beso apasionado tiene
para mí un valor de diez y dos besos un valor de 15 y tres besos un valor de 18 entonces el
valor o utilidad marginal del segundo beso es 15 -10 es decir cinco, en tanto que en el tercer
beso es de 18 -15 o sea tres.

En realidad, los mecanismos de adaptación funcionan en numerosos ámbitos de la vida, tanto


los que tienen que ver con la reacción de nuestro organismo al medio (mecanismos alostásicos
y homeostásicos) como las estrictamente psicológicas y sociales. Lo lógico, después de todo, es
imaginar que, una vez que hemos conseguido nuestro sueño, descansemos en la paz de
nuestro triunfo y nos contentemos con espantar las moscas que se puedan posar sobre
nuestros laureles. Sin embargo la fuerte motivación humana por la felicidad y los complejos
procesos de comparación van a poner en marcha al pequeño Sísifo en una interminable
carrera por conseguir un imposible.

No obstante, la adaptación no se produce siempre en el mismo nivel porque cada experiencia,


cada acontecimiento que nos produce felicidad marca un punto. Estos puntos de referencia
cambian con la experiencia. Así, los eventos crean un nivel de adaptación y las subsecuentes
ocurrencias de eventos disparan reacciones afectivas sólo si se apartan significativamente de
ese nivel. Es decir, cada ocurrencia de un evento se compara con ocurrencias previas y
produce una reacción afectiva sólo si excede el punto estándar de ocurrencias previas.
En realidad, estos procesos adaptativos son funcionales porque ayudan al sistema cognitivo y
al organismo a ahorrar recursos incorporando lo nuevo, e inicialmente incierto, a nuestro
background, a nuestra biografía y dejarlo desvanecerse allí. De este modo, el organismo
dispone de todos los recursos para afrontar nuevos acontecimientos. El proceso de
focalización se orienta en una dirección.

Lucía Melián Hernández 5


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

Tomemos el siguiente caso, de una banalidad cautivadora. A algunos estudiantes de un college


estadounidense se les pidió que respondieran a estas dos preguntas: «¿Cuán feliz estás de tu
vida en general?» y «¿Cuántas veces has salido con una chica el mes pasado?». La correlación
entre las dos preguntas era irrelevante cuando se presentaban en el orden aquí mostrado,
pero subía al 0,66 cuando la pregunta relativa a las citas se formulaba la primera. La referencia
a las chicas evoca automáticamente una valoración de la propia satisfacción en ese campo de
la vida, sobre el que se focaliza la atención del entrevistado, al que permanece anclada incluso
cuando debe hacer frente a la posterior pregunta sobre la felicidad. La evidencia experimental
llevaría a pensar que los individuos no tienen ni valores ni preferencias muy firmes; por lo
tanto, están a la defensiva ante los mensajes agresivos que cada día nos animan a desear
cambiar de coche, de lavadora, de perfume, de peinado, de nariz, de pechos, de vestido o de
aspecto, y que exageran el impacto de dichos cambios sobre nuestra felicidad.
Se ha constatado que conducir solos, vivir lejos del lugar de trabajo y tener relaciones difíciles
en la empresa son experiencias que inciden muy negativamente en nuestro grado de
bienestar; mientras que los momentos de relajación, sexo, una cena con amigos, plegaria o
meditación, actividad física e ir de compras figuran entre los episodios de máximo bienestar.

Los mecanismos de la atención nos explican, pues, por qué tantas personas persiguen un
sueldo elevado: sencillamente exageran el impacto que éste tendrá en su propia felicidad. Y
nos explican también por qué los efectos a largo plazo de los cambios notables en nuestra
vida, como ganar la lotería, o un accidente grave, son escasos: a largo plazo nos adaptaremos a
las nuevas circunstancias más de lo que tendemos a creer, y nuestra atención acabará
volviendo a ocuparse de todos aquellos aspectos «ordinarios» de nuestra existencia que
pueden parecer, quizá, menos sobresalientes, pero que determinan el grado efectivo de
nuestra felicidad vivida y no sencillamente «proyectada». En conclusión, una píldoras de
sabiduría para no caer en la trampa (y quizá ser más felices): «Nada en la vida es tan
importante como pensamos que es en el preciso momento en que lo pensamos».

4. EL SISTEMA INMUNOPSICOLOGICO

La actividad del sistema inmunológico requiere un equilibrio entre dos necesidades


encontradas: la necesidad de reconocer y destruir invasores externos, como los virus y las
bacterias, y la necesidad de reconocer y respetar las células del cuerpo. Si el sistema
inmunológico es hipoactivo, no defenderá al cuerpo de los depredadores microscópicos y
seremos pasto de las infecciones. Sin embargo, si el sistema inmunológico es hiperactivo,
defiende por error al cuerpo de sí mismo y caemos víctimas de las enfermedades
autoinmunes. Un sistema inmunológico sano debe equilibrar sus necesidades encontradas y
hallar la forma de defendernos bien, pero sin pasarse.

De igual modo, cuando nos enfrentamos al dolor del rechazo, la pérdida, la mala suerte y el
fracaso, el sistema «inmunopsicológico» no debe pasarse al defendernos («Soy perfecto y
todos están contra mí») ni debe fallar a la hora de defendernos bien («Soy un fracasado y
tendría que estar muerto»). Un sistema inmunopsicológico sano alcanza un equilibrio que nos
permite sentirnos bien para enfrentarnos a nuestra situación, pero lo suficientemente mal
para hacer algo al respecto («Sí, ha sido una actuación pésima, y me siento mal por ello, pero
tengo la confianza suficiente para volver a intentarlo»). Necesitamos que nos defiendan -no
estar indefensos, ni a la defensiva- y por eso nuestra mente busca, por lo general, el mejor
punto de vista de las cosas al tiempo que insiste en que esas visiones se ajusten de forma
lógica a los hechos. Esa es la razón por la que las personas aspiran a tener oportunidades de
pensar sobre sí mismas de manera positiva, pero suelen rechazar las oportunidades de pensar
en ellas de formas positivas aunque nada realistas. Por ejemplo, con frecuencia cambiamos de

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

amigos cuando éstos no tienen una buena opinión de nosotros, pero también lo hacemos
cuando esa opinión es exageradamente buena. A nadie le gusta tener la sensación de que le
están engañando, aunque el engaño resulte un placer. Con el objeto de mantener el delicado
equilibrio entre la realidad y la ilusión, buscamos las visiones positivas de la experiencia, pero
sólo nos permitimos aceptar esas visiones si parecen creíbles. Así que ¿qué convierte a una
visión en creíble?

La mayoría de nosotros da mucha importancia a lo que dicen los científicos porque sabemos
que llegan a sus conclusiones mediante la recopilación de pruebas y el análisis de hechos. Po
ello, no resulta sorprendente que consideremos nuestras visiones creíbles cuando se basan en
hechos observables, y que las consideremos increíbles cuando se basan en deseos y fantasías.
Quizá nos gustaría creer que nos quiere todo el mundo, que viviremos para siempre y que las
inversiones en el sector de las altas tecnologías están a punto de volver a ponerse de moda, y
que sería bastante conveniente que sólo con pulsar un botón en la base del cráneo creyéramos
lo que deseamos. Sin embargo, las creencias no funcionan así. Durante el transcurso de la
evolución humana, el cerebro y el ojo han desarrollado una relación contractual en la que el
primero ha accedido a creer lo que el segundo ve y a no creer lo que éste niega. Opinamos que
para creer algo, debe basarse en hechos o, al menos, no contradecirlos.

Si las visiones son aceptables sólo cuando son creíbles, y si son así sólo cuando están basadas
en hechos, ¿cómo obtenemos las visiones positivas sobre nosotros mismos y nuestra
experiencia? ¿Cómo conseguimos considerarnos grandes conductores, amantes prodigiosos y
cocineros ingeniosos si los hechos de nuestra vida incluyen un patético desfile de coches con
abolladuras, parejas decepcionadas y suflés desinflados? La respuesta es simple: manipulamos
los hechos. Existen diversas y numerosas técnicas para recopilar, interpretar y analizar hechos,
y diferentes técnicas que suelen llevar a conclusiones distintas. Décadas de investigación
sugieren que, a la hora de recopilar y analizar hechos sobre nosotros y nuestras experiencias,
la mayoría de nosotros posee lo que sería equivalente a un título en Malas Ciencias.

De hecho, confiamos más en otras personas (preferentemente nuestros amigos)


como las mejores fuentes de información sobre lo acertado de nuestras decisiones, la
validez de nuestras habilidades, y la irresistible efervescencia de nuestra chispeante
personalidad. Nuestra tendencia a exponernos a información que corrobore nuestras
conclusiones favorables se hace latente, en especial cuando se trata de elegir nuestras
compañías. Con seguridad se ha dado cuenta de que nadie escoge a sus amigos ni amantes por
muestreo aleatorio. Todo lo contrario, pasamos horas interminables y gastamos un montón de
dinero en planificar nuestra vida de modo que podamos garantizar el estar rodeados de
personas a las que les gusta como somos, y personas que sean como somos. Por tanto, no
resulta sorprendente que cuando consultamos a nuestros conocidos en busca de consejo y
opiniones, por lo general, ellos confirmen nuestras conclusiones favorables, o bien porque
coinciden con ellas o bien porque no quieren herir nuestros sentimientos llevándonos la
contraria. Si las personas de nuestra vida no siempre pueden decirnos lo que queremos oír,
contamos con formas inteligentes de ayudarlos a conseguirlo.

Por ejemplo, hay estudios que demuestran que sentimos inclinación por formular preguntas
estructuradas con sutileza para manipular las respuestas que recibimos. Una pregunta como:
«¿Soy el mejor amante que has tenido en tu vida?» es peligrosa porque sólo tiene una
respuesta que pueda satisfacernos, pero una pregunta como: «¿Qué es lo que te gusta de mí
como amante?» es perfecta, porque sólo tiene una respuesta que nos pueda hundir en la
miseria. Hay estudios que demuestran que las personas se inclinan de forma intuitiva por las
preguntas que favorecen las respuestas que quieren escuchar. Y cuando las escuchan, suelen
creerse lo que han obligado a decir a otros. Ésa es la razón por la que «Dime que me quieres»

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

es una pregunta tan popular. En resumen, obtenemos respaldo de conclusiones que nos
favorecen escuchando las palabras que hemos puesto en labios de personas a las que hemos
preseleccionado por su disposición a decir lo que queremos oír.

Esa tendencia de buscar la información sobre quienes han tenido una actuación más mediocre
que la nuestra se hace más latente cuando uno se juega algo importante. Las personas con
enfermedades que amenazan su existencia, como el cáncer, suelen compararse con quienes
están más graves, lo que explica por qué el 96 por ciento de los pacientes de cáncer de un
estudio afirmaron tener mejor salud que el paciente medio con la misma enfermedad. Y si no
podemos encontrar personas que actúen de forma más mediocre que nosotros, quizá las
creemos. La lectura entre líneas de ese fenómeno es la siguiente: el cerebro y el ojo pueden
tener una relación contractual en la que el primero ha accedido a creer lo que ve el segundo,
pero, a cambio, el ojo ha aceptado ver lo que el cerebro quiere.

Las personas civilizadas han aprendido a base de errores que una serie de individuos injustos
pueden producir más muerte y destrucción que un ejército invasor. Para ser efectivo, un
sistema defensivo debe responder a las amenazas, pero para ser práctico, debe responder
únicamente a las amenazas que excedan algún umbral crítico. Lo que significa que las
amenazas que no alcanzan ese umbral crítico pueden tener un potencial destructivo que sea la
contrapartida de su diminuta dimensión. A diferencia de las grandes amenazas, las pequeñas
pueden pasar desapercibidas.

El sistema inmunopsicológico es defensivo y obedece al mismo principio que acabamos de


describir. Cuando las experiencias nos hacen sentir lo bastante infelices, el sistema
inmunopsicológico manipula los hechos y pasa la culpabilidad de uno a otro para ofrecernos
una visón más positiva. El ojo y el cerebro son conspiradores, y como la mayoría de las
conspiraciones, la suya se ha negociado a puerta cerrada, en la trastienda, a nuestras espaldas.
Como no nos damos cuenta de que hemos generado una visión positiva de la experiencia
actual, ignoramos que volveremos a hacerlo en un futuro.

Nuestra ingenuidad no sólo nos hace sobrevalorar la intensidad y la duración de nuestra


angustia al enfrentarnos a la adversidad futura, sino que nos hace llevar a cabo actos que
puedan socavar la conspiración. Hay más posibilidades de que generemos una visión positiva
creíble de una acción que no de una inacción, de un dolor que no de una molestia, de un
compromiso que no de la libertad. Los procesos por los que generamos visiones positivas son
muchos: prestamos más atención a la información favorable, nos rodeamos de aquellos que
nos la proporcionan, y la aceptamos sin criticarla. Esas tendencias nos facilitan la explicación
de experiencias desagradables de maneras que nos exoneran y nos hacen sentir mejor. El
precio que pagamos por nuestro irreprimible prurito explicativo es que, a menudo,
estropeamos nuestras experiencias placenteras dándoles un sentido.

5. EL YO Y LA ILUSIÓN DE CONTROL

La percepción de control puede coincidir o no con el control objetivo, real. Cuando no se da


esta coincidencia estamos ante:

a) Una sobrestimación del control real, es decir, una elevada sensación de control en
situaciones que realmente son incontrolables, lo que constituiría una Ilusión de Control.

b) Una subestimación de control, es decir, una sensación de ausencia de control o de menos


del que realmente se ejerce.

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Un caso típico de subestimación se da en la Indefensión Aprendida de Seligman (1975), una


ausencia de percepción de control como resultado de estar sometido a situaciones
incontrolables. Seligman (1975) propuso que el fenómeno de la Indefensión Aprendida se
producía cuando el organismo (animal o humano), aprendía que los refuerzos eran
independientes de sus respuestas, es decir, que se rompía la contingencia entre conductas y
resultados (incontrolabilidad).

Los organismos expuestos a una situación incontrolable aprenden que el resultado no depende
de ellos, y esto les lleva a una serie de déficits emocionales, motivacionales y cognitivos
resultado de la exposición prolongada a situaciones incontrolables.

Distintas investigaciones muestran que la sobrestimación o la Ilusión de Control protege a las


personas de los síntomas de depresión tras experimentar situaciones estresantes, ya que
disminuye el grado de decepción o Indefensión. En este sentido, el optimismo, el afecto
positivo, y el bienestar subjetivo y físico operan de manera interdependiente, como parte de
un sistema inmunopsicológico. Así, al enfrentarnos a situaciones estresantes, respondemos
con percepciones distorsionadas respecto a nosotros mismos y a nuestra capacidad de control,
al tiempo que mantenemos expectativas optimistas sobre el futuro. Estas tres "ilusiones"
funcionan como creencias que ayudan a enfrentarnos a situaciones críticas, mantienen la
esperanza y la autoestima y, en definitiva, favorecen el afrontamiento de esas situaciones. Un
ejemplo de esta distorsión lo encontramos en la tendencia a compararnos con otras personas
que se encuentran peor, lo que nos proporciona la sensación de que estamos afrontando y
controlando la situación crítica mejor que los demás.

Ahora bien, este optimismo ante el futuro asociado a la ilusión de Control, adopta dos formas:
La primera, creer que las cosas volverán a estar bien; la segunda, creer que las cosas volverán a
estar bien a causa del esfuerzo y las habilidades personales. Esta segunda forma representa
una mejor adaptación psicológica pues incluye un estilo de afrontamiento activo que protege
de alteraciones emocionales.

La mayoría de las investigaciones se inclinan por asociar la ilusión de control con formas
activas de afrontamiento y con una estrategia positiva, a corto plazo, al reducir los niveles de
ansiedad. Sin embargo, otras aseveran que una elevada Ilusión de Control hace que la persona
no siga las pautas realmente necesarias para afrontar y controlar la situación. Ello es
especialmente negativo a largo plazo ya que la realidad puede mostrar abiertamente la
imposibilidad de control y esta decepción puede contribuir a aumentar la ansiedad.

6. FACTORES QUE INFLUYEN EN LA PERCEPCIÓN DE CONTROL.

La percepción de control está modulada por una serie de factores.

Un factor de personalidad: El Locus de Control


Rotter introduce, dentro del marco más global de la Teoría del Aprendizaje Social, el concepto
de Locus de Control de reforzamiento. Esta teoría postula que el comportamiento de una
persona en una situación determinada, es el producto de la expectativa personal de que ese
comportamiento provocará un resultado determinado y el valor que dicho resultado tendrá
para la persona en esa situación. En este contexto, el Locus de Control se define como una
dimensión con dos polos. En uno de ellos se encuentra el Locus de Control Interno, que define
a la persona que tiene una expectativa generalizada de que los refuerzos que siguen a una
acción están directamente relacionados con su propia conducta; es decir, el Locus de Control

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Interno implica que la persona tiene una tendencia personal a percibir una contingencia entre
la propia conducta y determinados resultados. En otras palabras, las personas tienen la
sensación de control sobre los refuerzos que reciben. En el otro extremo, se encuentra el
Locus de Control Externo, que define a la persona que cree que los refuerzos que siguen a una
acción están bajo el control de otras personas, o bien están predeterminados, o son
incontrolables, pues dependen del destino o de la suerte. El Locus de Control Externo es la
tendencia personal a considerar que los refuerzos sólo dependen parcialmente de la propia
conducta y, en mayor medida, del azar o de conductas de otras personas.
Un factor de aptitud: La Competencia Personal
La Competencia Personal es una creencia individual y generalizada sobre la capacidad para
salir airoso de las situaciones a las que la persona se ve sometida. Combina dos expectativas,
por un lado, la de Autoeficacia ("soy capaz de hacer X" o realizar determinada conducta), y por
otro lado, la de resultado (“la conducta me proporcionará lo que yo quiero"). En definitiva, si
uno cree que puede llevar a cabo una conducta, y que ésta acción realmente provocará
determinadas consecuencias motivantes para la persona, la probabilidad de emitir la conducta
aumentará.

Un factor emocional: El Estado de Ánimo


El estado de ánimo puede actuar de modulador de la percepción de Control pues sesga la
información objetiva que se recibe. Las personas con un estado de ánimo depresivo
interpretan una situación de manera más negativa, alterándose especialmente la Autoeficacia.
Consecuentemente, es más probable que las personas depresivas presenten una menor
autoeficacia que las no depresivas (Salovey y Birnbaum, 1989).

LA ILUSIÓN DE CONTROL Y LA ENFERMEDAD


El concepto de Ilusión de Control en situaciones de enfermedad se refiere:

a) A la sensación subjetiva que tiene el paciente de que puede controlar la enfermedad


cuando, objetivamente, no puede (Ilusión de Control por exceso).

b) A la sensación subjetiva del paciente de que no puede controlar aspectos de la enfermedad


que sí son objetivamente controlables (Ilusión de Control por defecto).

Situaciones traumáticas como padecer un cáncer, una enfermedad cardíaca o el SIDA,


frecuentemente evocan Ilusión de Control por exceso, con pensamientos optimistas ante el
futuro, la convicción de tener un estado físico más favorable del que realmente se tiene, la
comparación con otras personas que están peor y la sensación de que se está afrontando
mejor que ellas. Está adaptación cognitiva puede favorecer el bienestar emocional y contribuir
a que la persona, efectivamente, se encuentre mejor, que pueda restablecer antes su nivel
funcional y obtener algún beneficio de la situación. La Ilusión de Control en estos pacientes se
asocia a un mejor ajuste psicológico, al uso de estrategias de afrontamiento activas, un espíritu
de lucha y una menor alteración emocional mientras dura la enfermedad y sus tratamientos.
Algunos autores manifiestan que la Ilusión de Control, tanto por exceso como por defecto, no
siempre es adaptativa o beneficiosa cuando se padece una enfermedad (Cohen y Lazarus,
1983), pues insistir en actuaciones dirigidas a mantener el control cuando la situación
objetivamente es incontrolable puede ser perjudicial ocasionando consecuencias negativas en
el estado emocional y en la propia salud. Por ejemplo, Helgeson (1992) observó que la ilusión
de control es beneficiosa siempre que no llegue a ser extremadamente superior al control que
realmente se puede ejercer. Un exceso en la sensación de control puede llevar a una gran
decepción y a una alteración emocional si se produce una recaída o empeoramiento de la
enfermedad

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En el campo de la Psico-Oncología se observa que los pacientes de cáncer pueden sentirse


mejor si tienen una Ilusión de Control sobre la enfermedad a pesar de que ésta entre en
contradicción con la recaída o progresión de la enfermedad. Taylor y Armor (1996) observan
que las pacientes que sufren un cáncer de mama y tienen ilusión de control sobre la
enfermedad son más activas en el afrontamiento y tienen mejor estado anímico.

7. LA AUTORREGULACIÓN

Mediante la autorregulación, la autoconciencia evalúa cómo lo estamos haciendo para


alcanzar nuestras metas e ideales.La autorregulación es, por tanto, una forma de gestionar los
impulsos planificando la conducta hacia objetivos que se dilatan en el tiempo. Ello permite a
las personas resistir los impulsos egoístas y hacer lo que es correcto y bueno para una vida
social satisfactoria.

Gracias a esta autorregulación, las personas mantienen sus promesas, obedecen las normas,
respetan a los otros y hacen cosas que ayudan a las relaciones interpersonales. La
autorregulación se considera una de las ventajas adaptativas más importantes de la evolución
humana y clave de su desarrollo y supervivencia. Su localización anatómica y funcional en
regiones cerebrales asociadas a la autoconciencia como el córtex cingulado anterior, el córtex
prefrontal dorsolateral y el córtex orbitalfrontal, estructuras que tardan en madurar y
necesitan un largo aprendizaje para ser operativas con cierta eficacia muestran que se trata de
una habilidad tardía en la filogénesis de la especie.

La autorregulación incluye tres componentes fundamentales: estándares y reglas, supervisión


de la conducta y potencia de autorregulación.

Estándares y reglas.
Para determinar cómo comportarse en cada escenario, las personas necesitan tener unas
coordenadas que orienten su comportamiento y favorezcan su éxito social.
Según Tory Higgins (1996), las personas no sólo tienen creencias sobre cómo son en el
presente sino también qué les gustaría ser (yo ideal) y cómo deberían ser (yo responsable). El
yo ideal representaría las esperanzas y deseos, mientras el yo responsable representaría los
deberes y obligaciones. Según su teoría de la autodiscrepancia, estos dos estándares sirven
como guías para el yo y como fuerza motivacional ya que empuja a las personas a mover su yo
real en dirección a esos dos estándares.
Si la discrepancia se produjera entre lo que somos (yo real) y lo que nos gustaría ser (yo ideal)
como por ejemplo, "me gustaría ser más delgada y cada vez estoy más obesa" o "me gustaría
tener más éxito social y cada vez estoy más sola", etc., la persona experimentaría emociones
asociadas con el desaliento como, por ejemplo, decepción, frustración y depresión. Pero si la
discrepancia se produjera entre lo que somos (yo real) y cómo deberíamos ser (yo
responsable) como, por ejemplo, "debería estudiar más pero cada vez me cuesta más”, la
persona experimentaría emociones relacionadas con la agitación como, por ejemplo, ansiedad,
culpa y vergüenza.
En casos extremos, las autodiscrepancias disparan emociones negativas que pueden conducir
a un ciclo de tristeza y ansiedad, baja autoestima e incluso depresión. Las personas con
estándares del yo discrepantes dan señales de estar en conflicto perpetuo sobre cómo
comportarse y se encuentran embrollados, indecisos, distraídos y confundidos en cuanto a su
propia personalidad.

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La supervisión de la conducta.
Según Carver y Scheier (1981), esta supervisión se lleva a cabo a través de un proceso de
retroalimentación que forma un bucle formado por el acrónimo POPS (probar - operar -
probar- salir).
Primera fase: La autoconciencia lleva al individuo a comparar, respecto a algún estándar,
cómo lo está haciendo.
Segunda fase: El individuo establece algunos cambios en sí mismo.
Tercera fase: El individuo reflexiona con el objeto de determinar si está más cerca de alcanzar
aquel estándar.
Cuarta fase: Si cumple con el estándar, el proceso de control termina, el individuo se siente
feliz y sale de la espiral de retroalimentación.

La potencia de autorregulación para producir cambios.


El tercer ingrediente de la autorregulación es la capacidad para cambiar las conductas que no
nos acercan al objetivo. Esta capacidad se identifica popularmente como fuerza de voluntad.
De hecho, opera realmente como una fuerza física que se agota cuando se la usa. Según el
modelo de fuerza de la autorregulación de Baumeister et al (1994), la potencia de
autorregulación se caracteriza por:
- Primero, en cualquier momento dado, sólo se dispone de una cantidad limitada de
energía disponible para autorregular.
- Segundo, cada ejercicio de autorregulación agota este recurso limitado por un periodo
de tiempo.
- Tercero, justo después de ejercer autorregulación en una actividad, encontraremos
difícil regular nuestro comportamiento en una actividad no relacionada.

Según Baumeister, Vohs y Tice (2007), las personas al autorregular su comportamiento se


vuelven vulnerables al agotamiento. De modo parecido a cómo el esfuerzo físico que supone
correr cien metros deja exhaustos los músculos y deja a la persona incapaz de hacer
movimientos que requieran mucho esfuerzo, también, un comportamiento que requiera
mucho autocontrol deja a la persona exhausta para acometer conductas de autocontrol
adicionales.

8. LA CONSTRUCCIÓN DEL YO Y EL DESARROLLO DE LA IDENTIDAD (O LA ILUSIÓN DE


SINGULARIDAD)

Si hacemos un crucero por las Islas Canarias una de las conclusiones más certeras que
elaboramos a partir de esa experiencia es la enorme diversidad de sus paisajes, el magnífico
contraste de su orografía y la multiplicidad de colores que salpican las islas. ¿A cuál de esos
paisajes se asemeja su yo? ¿Cree que su yo es "de una sola pieza", es decir, una estructura
coherente y claramente delimitada de pensamientos y emociones relacionados de forma muy
estrecha? ¿O es acaso su orografía interior mucho más compleja, un núcleo central rodeado de
barrios que los demás sólo ven de manera ocasional y de regiones alejadas cuya existencia ni
siquiera usted conoce?

Resulta sorprendente conocer la visión que tenemos de nuestro paisaje interno, sobre todo si
nos consideramos compuestos por yoes separados. Basta con prestar atención a las cosas que
decimos para darnos cuenta de que esto es así. No en vano afirmamos, refiriéndonos a alguien
que atípicamente se lanza a pronunciar una conferencia: "¡Mira cómo habla el maestro de
escuela que hay en él!" o "¡Anoche te comportaste como un juerguista!" pero, como
carecemos de un modelo elaborado de la multiplicidad sana, ni siquiera vemos lo que tenemos

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delante de nuestras narices. Distintos investigadores han subrayado los diferentes "aspectos
del yo" o "esquemas del yo" que exhiben las personas. La mayoría de esos estudios sugieren la
existencia de una extraordinaria variabilidad en el grado de unidad o diversidad de la
sensación que tenemos de nosotros mismos.

Nuestro paisaje interno está cambiando continuamente. Los diferentes yoes (personajes) que
nos componen se crean, se transforman, se combinan, se reconfiguran, se desarrollan, se
encogen y se desvanecen. Este cambio es más rápido en el caso de los jóvenes, pero, con el
paso de los años, acaba asentándose una pauta más estable. Estos yoes se aglutinan como
resultado de las experiencias cerebrales que los conectan, configurando una "red" que
sostiene nuestros recuerdos. Por ello, cuando todo lo que nos ocurre está bien ligado,
acabamos desarrollando una red densamente integrada. Pero no es eso lo habitual, porque
otro proceso, llamado disociación, se ocupa de que las experiencias que vivimos se hallen
conectadas sólo de forma difusa y hasta, en ocasiones, completamente separadas. De ahí que
las cosas que nos ocurren se arracimen en grupos, cada uno de los cuales acaba configurando
un personaje.

No obstante, salvo en situaciones muy excepcionales, todos nos sentimos como si fuésemos
una sola persona. Y es que por más que, contemplados desde el exterior, haya ocasiones en
que resulta evidente que un cuerpo alberga más de un yo, todos nos negamos invariablemente
a admitir las pruebas que apuntan en ese sentido porque la ilusión subjetiva de singularidad es
muy fuerte. Por ello, cuando nos hallamos sumidos en un personaje extravertido, aceptamos
sin vacilar cualquier invitación a acudir a una fiesta, creyendo que siempre estaremos de
humor, por más que nuestra biografía esté llena de ocasiones en las que, llegado el momento,
hayamos tenido que arrastrarnos a la fuerza y que, cuando regresamos a casa, aborrezcamos
las fiestas.

Hay veces, sin embargo, en las que la convicción de ser únicos se ve seriamente cuestionada,
como sucede, por ejemplo, cuando se activan al mismo tiempo dos o más de nuestros
personajes interiores. Si, en tal caso, no entendemos lo que ocurre, podemos llegar a sentirnos
muy mal y llevar al personaje que en ese momento esté activo a emprender una batalla para
asumir el control de nuestra conducta. Pero lo más habitual es que la ilusión de singularidad se
mantenga incólume. Es el funcionamiento mismo de nuestro cerebro el que, en la mayoría de
nosotros, genera -como sucede con el cubo de Necker la ilusión de que, en un determinado
momento, sólo haya un personaje plenamente consciente. Y como tal ilusión resulta
socialmente útil se ve corroborada por la convención social. (Lo habitual es que cuando dos
experiencias son completamente contradictorias, el cerebro elija ser consciente de una o de la
otra, y el mejor modo de hacerlo consiste en alternar con rapidez entre ellas. El llamado cubo
de Necker sirve perfectamente para ilustrar esta situación. La figura está dibujada de un modo
tal que la superficie frontal puede estar a la izquierda y abajo o a la derecha y arriba, dos
interpretaciones, por cierto, igualmente "correctas". Pero, aun sabiéndolo, nuestro cerebro
está incapacitado para ver a la vez ambas alternativas y sólo puede ver, en un determinado
momento, una de ellas).

La sensación de singularidad forma parte de la sensación de identidad, una ilusión cognitiva


continua que se pone en marcha durante la infancia. El desarrollo consiste, básicamente, en la
capacidad del niño de verse a sí mismo desde el exterior, es decir, como un "objeto" que
puede ser visto (y juzgado) por los demás y persiste a lo largo del tiempo. Entonces es cuando
nos damos cuenta, por ejemplo, que aunque durmamos, seguimos existiendo y que el "yo" del
momento -hambriento, pongamos por caso- está ligado al que, hace tres horas, no tenía
hambre y al que, dentro de tres, por ejemplo, tampoco la tendrá. Por ello, el "yo" presente -el

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yo hambriento actual, el yo enfadado de ayer o el yo dormido de dentro de un rato-, acaba


configurando ilusoriamente el mismo tejido individual.

Sin embargo, este tejido es tan frágil que puede romperse por cualquier pequeño cambio en la
emoción o en la atención. A eso de los doce años, los distintos personajes de los niños parecen
llevarse bastante bien pero, a medida que van creciendo, suelen verse obligados a decantarse
por un personaje en lugar de otro. Así es como nos vemos obligados a responder a preguntas
como "¿Qué quieres ser de mayor?", "¿Qué quieres estudiar?", "¿Serás matemático o
artista?",... Y no son sólo los adultos quienes formulan estas preguntas, sino que la misma
personalidad en desarrollo del niño quiere respuestas. La presión, pues, no procede sólo del
exterior, sino también del interior. Durante la adolescencia, y después de varios años de
funcionamiento relativamente tranquilo, el cerebro se ve sometido a una especie de
recableado. La mayoría de los cambios que tienen entonces lugar ocurren en los lóbulos
frontales, que son los responsables del mantenimiento de la sensación de identidad
consciente, del pensamiento racional, del control emocional y de las restricciones
conductuales a las que consideramos nuestra conciencia. Esa región también desempeña un
papel fundamental en la consolidación de la idea de lo que somos. Entonces es cuando
nuestros personajes, que hasta ese momento habían estado funcionando de forma más o
menos autónoma, empiezan a competir por el dominio y lo que había sido un murmullo de
visiones diferentes, aunque coexistentes, se convierte en un auténtico escándalo.
Pero la observación atenta de la conducta adulta pone de relieve que no somos tan coherentes
ni bien definidos como nos gustaría. En lugar de ello, cambiamos de continuo para adaptarnos
a la situación en la que nos encontramos y cuando, por ejemplo, una determinada situación
nos obliga a complacer o a impresionar a alguien, la mayoría se decanta hacia una
personalidad adecuada. Y estos cambios no son sólo externos -es decir, meras concesiones
conductuales a la necesidad, sino que representan también la expresión de un cambio interno
correlativo.

Hace ya casi medio siglo que varios experimentos extraordinarios corroboraron los cambios
que experimenta nuestra personalidad para acomodarse a la situación en que se encuentra.
Uno de ellos fue el realizado por Stanley Milgram quién mostró la facilidad con la que
ciudadanos normales parecían transformarse, cuando se encontraban en una situación en la
que una figura de autoridad así lo requería, en sádicos torturadores. En otro experimento
llevado a cabo en Stanford en 1971, Zimbardo demostró que bastaban sólo seis días para que
estudiantes normales y corrientes se asimilaran a sus roles de "guardián" en una situación de
prisión simulada en la que otros compañeros suyos desempeñaban el papel de "prisioneros".
Estos experimentos muestran que la conducta humana depende de más factores situacionales
que lo que la mayoría de nosotros admitimos o estamos dispuestos a reconocer. Todo el
mundo sabe que, en situaciones diferentes, las personas se comportan de manera distinta,
una afirmación que suele interpretarse como la evidencia de la existencia de facetas diferentes
del mismo yo.

Ésta no es una idea muy popular, porque preferimos pensar en los demás y en nosotros
mismos como seres esencialmente inmutables. Y es que, por más útil y beneficioso que pueda
ser, nos sentimos incómodos con nuestra manifiesta volubilidad. Por ello nos embarcamos en
una búsqueda inevitablemente interminable y desalentadora de nuestro yo "real".

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9. LA IMPORTANCIA DE LA COMPARACIÓN SOCIAL EN LA CONSTRUCCIÓN DEL YO

Una de las fuentes de información que tienen los individuos para saber quiénes son, cómo son
y qué valor social tienen es la comparación social.
En algunos casos, la comparación se refiere a algo sobre lo que existe un criterio claro de
excelencia (por ejemplo, la capacidad para resolver problemas matemáticos o para jugar al
tenis). En otros casos se refiere a algo que admite divergencias (p. ejemplo, la opinión sobre
una película o un candidato político).

En ambos casos, las personas que nos rodean nos ayudan a definir el parámetro por el cual nos
consideramos ricos o pobres, inteligentes o torpes, altos o bajos: nos miramos respecto a ellos
y determinamos cuánto diferimos.

La expresión “en el país de los ciegos, el tuerto es el Rey" muestra como gran parte de la vida
gira alrededor de las comparaciones sociales. Nos sentimos bien parecidos cuando los demás
son poco atractivos; inteligentes, cuando son torpes; compasivos, cuando el resto es cruel.
Cuando observamos el desempeño de un semejante no podemos resistir compararnos con él.
Por lo tanto, podemos experimentar placeres de forma privada ante el fracaso de un
compañero, especialmente cuando se trata de la desgracia de alguien a quien envidiamos, y
cuando no nos sentimos vulnerables en su circunstancia.

Leon Festinger, uno de los psicólogos sociales más distinguidos, formuló una teoría de los
procesos de comparación que explica cómo y cuándo estas comparaciones con los demás
influyen en nuestras autoevaluaciones (Festinger, 1954).

La idea original de la teoría de la comparación social es que las personas tienen una necesidad
intensa de evaluarse y saber cómo son y, cuando carecen de estándares objetivos de
comparación (resolver un problema de matemáticas, correr 100 metros en 10 segundos,...),
resuelven esta necesidad comparándose con los demás.

Ahora bien, no sólo nos comparamos con otros para evaluarnos, también hacemos
comparaciones para mejorar. Al saber cómo se desenvuelven mejor los demás o de qué
manera enfrentan las circunstancias difíciles, tenemos más probabilidades de hacerlo mejor
nosotros mismos. Finalmente, también nos comparamos para favorecernos; es decir, al
compararnos con las personas que no se desenvolvieron bien, nos definimos como mejores
por contraste. Es decir, tendemos a interpretar la información referente a los otros de manera
sesgada para sentirnos bien.

Eso convierte en esencial la cuestión de con quienes se comparan las personas. Dado que
debemos dar respuesta a nuestra necesidad de saber quiénes somos, pero “amañando” la
respuesta de modo que no salgamos mal librados, las personas seleccionadas son:

1. Aquellas que son similares a nosotros.


Uno de los planteamientos centrales de la teoría de la comparación social es la hipótesis de la
similitud, que afirma que elegimos compararnos con personas que son parecidas a nosotros.
Por ejemplo, si queremos evaluar nuestra capacidad para jugar al tenis, tenemos que competir
con personas cuyo nivel de juego sea equivalente al nuestro para averiguar cuán buenos
somos. Las investigaciones demuestran que nos comparamos con personas similares o
ligeramente mejores.

Lucía Melián Hernández 15


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

La hipótesis de los atributos relacionados sostiene que nos comparamos no sólo con quienes
tienen un desempeño similar al nuestro, sino también con aquellos cuyo nivel debería ser
equivalente, dada su semejanza en los atributos relacionados con el desempeño. Al
compararnos con personas parecidas en atributos relacionados (con la tarea), evaluamos con
más precisión nuestra capacidad. Por ejemplo, si usted quiere comparar su destreza en el
baloncesto, aprendería más si compara su habilidad con la de otros jugadores del mismo
género, más o menos de la misma edad y con la misma cantidad de entrenamiento reciente.
De esta manera, si el desempeño de usted es mejor, sabrá que esto se debe a que tiene más
capacidades y no porque está en mejor condición física o practicó como loco para perfeccionar
su juego. La hipótesis de los atributos relacionados también se aplica a la evaluación de
opiniones. Los ciudadanos comparan sus opiniones referentes a la actuación del presidente de
turno con las de otros naturales de su país (o su entorno cultural), en particular con los que
comparten sus ideas políticas, y no con las opiniones de extranjeros (o de diferente entorno
cultural). Saber que usted no está de acuerdo con, digamos, un asiático, sólo le revela que
tienen puntos de vista distintos. Tiene que comparar su opinión con la de quien tenga una afín
a la suya. Obviamente, no siempre juzgamos la similitud con otros con objetividad. Por
ejemplo, tendemos a vernos de forma similar a las personas que se desenvuelven un poco
mejor, y muy distintos de quienes se desenvuelven un tanto peor, o bien pretenderemos
diferenciarnos de quienes nos parecen una amenaza.

2. Aquellos que están un poco por encima de nosotros.


Para que esto ocurra es preciso que prime una motivación por ser mejor, por progresar. En
general, los grandes campeones en sus autobiografías cuentan que miraban con admiración a
los números 1 y sus comparaciones eran con los campeones del momento, esforzándose al
máximo por alcanzar su nivel.

3. Aquellos que piensan de manera muy diferente.


En ocasiones, cuando evaluamos opiniones, a veces las comparamos con las de quienes
piensan de manera muy diferente. Sentimos que si los que no comparten nuestras
inclinaciones concuerdan con nosotros, debemos tener la razón y nos sentimos muy
satisfechos con su aquiescencia.

4. Aquellos que son inferiores o peores de lo que somos.


En otras ocasiones, realizamos comparaciones descendentes y pensamos que si bien tenemos
rasgos negativos, otros los tienen también y en mayor grado. Es más probable que realicemos
una comparación descendente después de haber fallado o si tenemos autoestima baja. Pero
no siempre nos comparamos con personas cuyo destino es peor que el nuestro cuando
queremos sentirnos mejor. Un estudio reveló que quienes esperan una operación de corazón
prefieren tener como compañero de habitación a un individuo que ya haya pasado por la
operación que a otro que también espera ir al quirófano (Kulik y Mahler, 1989). En estos casos,
nuestro deseo de creer que sobreviviremos al trauma nos hace compararnos con quienes ya
sobrevivieron. La tendencia a la comparación descendente nos recuerda que el deseo de
conocernos de forma fiel no siempre es el que prima en lo que pensamos de nosotros mismos.
Por consiguiente, no todas nuestras elecciones de comparación social tienen por finalidad una
autoevaluación objetiva, y a menudo nos comparamos para validarnos (Gruder, 1977).

Los esfuerzos por demostrar que somos tan buenos como quienes nos superan y muy
diferentes de los individuos «inferiores» manifiestan un sesgo de autovalidación o
autosuficiencia. Reflejan nuestro deseo de evaluarnos de forma positiva. En ocasiones, este
deseo nos hace entregarnos a las comparaciones descendentes "activas" e incluso a denigrar o
lastimar a los demás para sentirnos mejores en contraste con ellos (Wills, 1981).

Lucía Melián Hernández 16


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

10. LA OBSRVACION DE LA PROPIA CONDUCTA, LA AUTOPERCEPCION DE LA MOTIVACION Y


LAS INFERENCIAS DE LOS PENSAMIENTOS Y

1. Un modo en que aprendemos acerca de nosotros mismos es observando nuestra propia


conducta. Según la teoría de la autopercepción de Darryl Bem, los individuos conocen sus
propias actitudes, emociones y otros estados internos infiriéndolas de las observaciones de sus
propias conductas abiertas y/o de las circunstancias en que estas ocurren. Según Bem, hacer
una conducta da más información que no hacerla. En efecto, la investigación sugiere que las
personas tienden a usar los casos negativos menos que los positivos a la hora de buscar una
solución aun cuando ambos tipos de información resulten igualmente útiles para esa tarea.

La teoría de la autopercepción (Bem, 1972) afirma que no "sabemos sin más" acerca de
nosotros. En realidad, nos enteramos observando nuestra conducta.: somos el objeto de la
propia percepción. Segundo, para conocer nuestras actitudes, preferencias y sentimientos
consideramos nuestra conducta y la situación en la que tiene lugar. Tercero, deducimos
nuestras actitudes y sentimientos, que son características internas, de una información
externa, nuestra conducta, que ponderamos junto con las fuerzas de la situación.
Incluso las conductas imaginadas suministran la materia prima para los procesos de
autopercepción. Imagine por un momento que realiza diversas actividades para ayudar a
preservar el medio ambiente (reciclar vidrio o ahorrar agua). Trate de verse haciendo
realmente tales cosas. ¿Se ve ahora a usted mismo como una persona más comprometida con
las cuestiones ambientales? La investigación sugiere que imaginar estas conductas le lleva a
una conclusión de esta especie (Anderson y Godfrey, 1987). Por supuesto, si se le hubiera
pedido que se imaginara tomando una ducha de treinta minutos, llegaría a una conclusión
opuesta a la anterior.

¿Qué explican estos hallazgos? Pensar en conductas imaginadas o reales aumenta la


accesibilidad de las características personales que están relacionadas. De este modo, usted
podría imaginarse resolviendo un rompecabezas que le llevara a reflexionar sobre su habilidad
espacial, recordando que de niño le encantaba jugar con rompecabezas. A medida que vienen
a su mente pensamientos como éste, se transforman en la base de autoinferencias: «Soy muy
bueno haciendo rompecabezas». Es interesante que el hecho de ver al yo como poseedor de
rasgos relevantes mejora no solamente su confianza, persistencia y esfuerzo, sino también, su
desempeño concreto de la tarea (Campbell, y Fairey, 1985).

Un ejemplo de esto es la visualización del rendimiento en el entrenamiento deportivo. Los


psicólogos deportivos utilizan estos descubrimientos en los sistemas de entrenamiento que
incorporan la imagen. La visualización hace más accesibles los pensamientos y sentimientos
relacionados con el éxito que pueden mejorar el rendimiento real (Murphy, 1990). Por
ejemplo, en un estudio se dividió a los corredores en dos grupos. Uno de ellos realizó
entrenamiento de fuerza en una bicicleta de ejercicio; el otro grupo no. Algunos miembros de
cada grupo también recibieron instrucciones para imaginarse a ellos mismos en una carrera de
velocidad (Van Gyn y cols., 1990). Por supuesto, transpirar en las bicicletas mejoró el
rendimiento de todos los corredores, pero aquellos que también se imaginaron participando
en una carrera de velocidad, obtuvieron mejores tiempos que aquellos que no lo hicieron.

2. Las personas construyen su autoconocimiento a partir de la autopercepción de la


motivación.
Las personas están más dispuestas a extraer inferencias sobre ellas mismas a partir de las
conductas que consideran que han elegido libremente. Estas conductas están dirigidas por la

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

motivación intrínseca (hacemos lo que queremos hacer, no aquello que tenemos que hacer).
Por el contrario, cuando se lleva a cabo una conducta como medio para alcanzar alguna
finalidad externa, ésta se dirige por la motivación extrínseca, y a menudo perdemos el placer
de realizarla.

Irónicamente, por lo tanto, al brindarse recompensas externas, a menudo se deteriora la


motivación intrínseca, como lo han demostrado Mark Lepper y sus colegas (1973). Se les dio a
unos niños entre tres y cinco años, una nueva y atractiva tarea: dibujar con rotuladores de
vistosos colores. Después de dibujar durante seis minutos, algunos niños recibieron un
certificado de «Buen jugador» que se les había prometido con anterioridad; otros recibieron,
sin esperarlo, el mismo certificado, y otros no recibieron nada. Una o dos semanas más tarde
se colocaron los rotuladores en el aula de los niños, y se les permitió utilizarlos durante su
tiempo libre. El tiempo que cada niño dedicó al juego con los rotuladores fue registrado
discretamente, como una medida de su motivación intrínseca. El efecto de las anteriores
recompensas fue claro. Los niños que no habían sido premiados dedicaron el 16,7% de su
tiempo libre a dibujar.

La motivación de los niños que habían recibido la recompensa inesperada también permaneció
alta: dibujaron durante el 18,1% del tiempo. Por el contrario, los niños que habían recibido un
premio ya prometido por jugar con los rotuladores, los utilizaron durante un promedio de sólo
el 8,6% de su tiempo libre. La caída de la motivación se explica en términos de la
autopercepción. Los niños que se vieron a sí mismos dibujando cuando se les había prometido
una recompensa, debieron llegar a la conclusión de que dibujaban por la recompensa y no,
simplemente, por el placer de crear el dibujo. Inversamente, dibujar sin la anticipación de un
premio condujo a los otros niños a la conclusión de que la actividad debía ser interesante y
placentera. Las recompensas externas pueden deteriorar la motivación intrínseca, en
particular cuando son percibidas como sobornos que controlan exteriormente la conducta, en
lugar de compensaciones que demuestran un buen rendimiento (Deci, 1975).

3. Las personas construyen su autoconocimiento extrayendo inferencias de los


pensamientos y sentimientos.
Según Duval y Wicklund (1972) las personas construyen su autoconocimiento como producto
de la autoconciencia. La atención consciente puede ser dirigida hacia el sí mismo o hacia el
ambiente externo. El nivel de autoconsciencia es el grado en que habitualmente focalizamos
nuestra atención en nosotros mismos. La autoconsciencia es una característica personal
relativamente estable. Cuando la atención está focalizada en el sí mismo, pensamos
conscientemente sobre quién somos -nuestras creencias, valores y rasgos. Cuando la atención
es focalizada en estímulos externos (p.ej. un partido de fútbol) olvidamos, en cierto modo,
nuestro sí mismo. Ello significa que la autoconciencia estimula la comparación social. Cuando
las personas dirigen su atención hacia ellos mismos, comienzan a comparar sus conductas con
sus creencias o estándares internos. Si se produjera alguna discrepancia se generaría
incomodidad e insatisfacción. Para reducirlo el individuo debe cambiar las conductas o
refocaliza su atención evitando el estado de autoconciencia.

Además, ciertos factores situacionales afectan a la proporción de atención prestada al sí


mismo.
1) Una fuente común de autoconciencia son las situaciones en las que se está ante una
audiencia. El grado en que la audiencia genera esta reacción depende de varios factores pero
sobre todo de si esta está evaluando al individuo o si el individuo estima que está siendo
valorado por aquella. De darse esta circunstancia, tendrá un valor de primera magnitud la
importancia que asigna el individuo al aspecto que le están evaluando.

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

2) Una segunda fuente de autoconciencia son las situaciones en las que el individuo puede
observarse a sí mismo. El hecho de que el individuo se mire en el espejo o se vea en una
fotografía le hace pensar en sí mismo e igual ocurre cuando escucha la grabación de su propia
voz, sobre todo porque esta suena diferente de como la oye habitualmente. La experiencia de
verse a sí mismo en una película surte el mismo efecto, pero en forma más intensa ya que se
halla en condiciones de verse a sí mismo como otros lo ven.
3) Una tercera fuente de autoconciencia son las situaciones en las que el individuo se
diferencia claramente de otros. Por ejemplo, los primeros estudios sobre la naturaleza de las
multitudes sostenían que la razón de que estas se comportaran en forma irresponsable residía
en que sus miembros se sentían seres anónimos y dejaban de autopercibirse como individuos,
con lo cual perdían todo sentido de responsabilidad individual (relacionar esto si se quiere con
los estudios sobre el lavado de cerebro).

11. ¿QUÉ SESGOS AYUDAN A PROTEGER AL YO?

La necesidad que tiene nuestro sistema inmunopsicológico de mantenerse alerta frente a las
amenazas procedentes del mundo social, hace que se procese la información de un modo
tendencioso. Además, dado que necesitamos evaluar nuestro autoconcepto, nos sentimos
especialmente motivados a mejorar nuestra autoimagen. De hecho, la investigación muestra
que la autoestima positiva constituye un mecanismo adaptativo. Cuando suceden cosas
buenas, los individuos con una alta autoestima, más que aquellos con una baja valoración
personal, tienden a apreciar y mantener los buenos sentimientos. El hecho de creer que uno
posee más talento y cualidades positivas que los semejantes no hace más fácil el éxito pero
hace que uno se sienta bien consigo mismo y que enfrente las circunstancias estresantes de la
vida cotidiana con todo lo que supone un sentido positivo de si mismo (Taylor et al. 2003).
Los sesgos más habituales que encontramos los psicólogos en el comportamiento cotidiano
son:

1. Las personas tienden a atribuir el éxito y las buenas decisiones a su habilidad y esfuerzo
en tanto explican el fracaso acudiendo a la mala suerte o factores ambientales fortuitos. Al
asociarnos a nosotros mismos con el éxito y distanciarnos del fracaso ayudamos a mantener
una imagen positiva de nosotros mismos. Por ejemplo, los alumnos, explican el aprobado en
una asignatura en razón a sus méritos.: "obtuve un diez en el examen de Psicología Social", en
contra de: "es verdad que saqué un tres pero aquello no era un examen aquello fue una
maldad del profesor”. Asignar el fracaso a algo externo, incluso a los prejuicios de otra
persona, es menos amargo que considerarse a si mismo torpe e incompetente. En el ámbito
deportivo, los jugadores atribuyen los fracasos a factores tales como malas decisiones de los
árbitros o al juego sucio del otro equipo. El relato del fracaso puede llegar a extremos
peregrinos: en los informes proporcionados a los seguros, los automovilistas que han sufrido
algún accidente han descrito situaciones como éstas: "un automóvil invisible apareció de la
nada, golpeó el mío y desapareció"; "cuando llegué a un cruce, apareció una valla que
obstaculizó mi visión, y no vi el otro vehículo", "un peatón me golpeó y se metió debajo de mi
automóvil" (Toronto News, 1977).

Las situaciones que combinan habilidades y casualidades (juegos, exámenes, solicitudes de


empleo), son especialmente propensas a este fenómeno: los ganadores pueden atribuir
fácilmente su éxito a sus habilidades, mientras que los perdedores pueden decir que se debe a

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

la casualidad. En ámbitos más vinculados a nuestra profesión es frecuente observar como la


generalmente culpa a su pareja.

2. Las personas tienden a explicar de modo diferente las causas de un comportamiento


cuando lo realiza ellas mismas (son actores) o lo realiza otra persona (son observadores).
Jones y Nisbett (1971) argumentan que "las personas exhiben una tendencia generalizada a
atribuir sus comportamientos a las demandas de la situación, mientras que explican las
conducta de los otros acudiendo a sus rasgos de personalidad y otras disposiciones estables".
Jones y Nisbett aseguran que los actores difieren de los observadores por varias razones.
La primera es que la persona (el actor), tiene acceso a una mayor gama de conductas sobre si
mismo que sobre los otros (cuando actúa como observador), y sabe que hoy se comportó de
un modo, ayer de otro y la semana pasada de otro. Por consiguiente, en cuanto su
comportamiento difiere ligeramente de lo cotidiano busca la explicación en el ambiente. En
cambio cuando observa a otros, sólo tiene un ejemplo de comportamiento y por eso tiende a
suponer que esa conducta es congruente con alguna disposición estable.
La segunda es que el actor y el observador contemplan un comportamiento desde puntos de
vista diferentes. Cuando es la persona quien lo realiza, lo que destaca es el entorno, el medio.
En cambio, cuando se observa a otra persona, esta es el foco de nuestra atención, de modo
que es más probable que le atribuya a ésta la causa. Así, el observador hará más atribuciones
disposicionales in- ternas sobre el comportamiento del actor.

3. Las personas tienden a hacer comparaciones sociales que les favorezcan.


En la mayoría de las dimensiones subjetivas y socialmente deseables, casi toda la gente se
considera a si misma mejor que el individuo promedio. Comparada con la gente en general, la
mayoría se considera más ética, más competente en su trabajo, más amistosa, más inteligente,
más atractiva, menos prejuiciosa, más saludable, e incluso más intuitiva y menos sesgada en su
autoevaluación.
Las dimensiones subjetivas del comportamiento (tales como "disciplinado"), provocan mayor
predisposición a sesgarlas a nuestro favor que las objetivas (tales como "puntual"). Los
estudiantes son más propensos a calificarse como superiores en "generosidad" que en
"inteligencia".
En realidad, las cualidades subjetivas nos dejan más libertad para construir nuestras propias
definiciones del éxito. También apoyamos nuestra imagen al otorgar importancia a las cosas
para las que somos hábiles. En un curso, quienes obtuvieron una calificación de 10 en
Fundamentos Biológicos y 5 en Psicología Social dieron más importancia a la primera
asignatura como índice de competencia intelectual que a la segunda.

4. Las personas tienden a hacer estimaciones optimistas del futuro.


Al ser optimistas, la mayoría de las personas creen que serán más felices con su vida en el
futuro. Los estudiantes perciben que tienen más probabilidades que sus compañeros de
conseguir un buen empleo, recibir un buen salario y adquirir una casa. Así mismo, que tienen
muchas menos de experimentar sucesos negativos, como padecer de alcoholismo, tener un
infarto antes de los 40 años o ser despedido del trabajo. Los adolescentes creen que son
menos propensos que sus pares a ser infectados con VIH. Los recién casados estiman que la
mitad de las parejas termina en divorcio, aunque la mayoría consideró que sus probabilidades
de separarse eran nulas. Finalmente, muchas jóvenes no utilizan anticonceptivos de forma
regular ya que consideran que tienen menos probabilidades de quedarse embarazadas en
comparación con otras compañeras.

5. Las personas tienden al falso consenso.


Llamamos “falso consenso” a la tendencia a sobrestimar el número de personas que
concuerdan con nuestras opiniones o se comportan como nosotros. Al sobrestimar o

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subestimar el grado en que los demás piensan y actúan como nosotros buscamos mejorar
nuestra autoimagen. A veces comparamos las opiniones o conductas de otras personas con las
nuestras de forma que el resultado nos haga sentir bien, e ignoramos la información social que
revela que, quizá, nos equivocamos. Si sobrestimamos la cantidad de personas que están de
acuerdo con nosotros, evaluamos nuestra opinión como correcta, y si sobrestimamos el
número de personas que hacen lo mismo que nosotros, sentimos que nuestros actos son los
apropiados. El sentido que le damos al mundo se parece al sentido común.
Por otro lado, cuando nos comportamos mal o fracasamos en una tarea, nos damos confianza
pensando que ese tipo de errores también son comunes. Después de una mentira, el
mentiroso supone que los demás piensan y actúan como él: "miento, pero ¿acaso no lo hacen
todos?" Si hace trampa en su Declaración de la Renta, tiende a sobrestimar el número de
personas que hace lo mismo y, si hace cosas prohibidas, cree (más que las que no las hacen)
que muchos otros están haciendo lo mismo.

El falso consenso puede ocurrir:


a) porque generalizamos a partir de una muestra limitada que nos incluye a nosotros. Al
carecer de más información, ¿por qué no "proyectarnos" a nosotros mismos?
b) porque nos relacionamos con personas que comparten nuestras actitudes y
comportamientos.
En realidad, el sesgo del falso consenso es muy fuerte y tan intenso en las actitudes
importantes como en las irrelevantes.

6. Las personas tienden a maximizar la singularidad de sí mismo.


Cuando nos comportamos bien o con éxito, suele presentarse el efecto de la “falsa
singularidad”. Mejoramos nuestra autoimagen al considerar que nuestro talento y
comportamiento moral son relativamente poco comunes. Así, quienes beben en exceso, pero
utilizan el cinturón de seguridad, sobrestiman (falso consenso) el número de bebedores y
subestiman (falsa singularidad) lo común del uso del cinturón de seguridad. Así, solemos
considerar que nuestros fracasos son relativamente normales, y que nuestras virtudes son
menos comunes de lo que en realidad son.
Varios estudios muestran que si optamos por un acto deseable, como ayudar a alguien en un
problema, donar sangre o dejarle a un amigo el trozo más grande de pizza, subestimamos el
número de personas que harían algo semejante (Goethals, 1986). En general, cuando se trata
de los rasgos positivos, mostramos un sesgo hacia la exclusividad y consideramos inusuales
nuestras ventajas y capacidades. Esta tendencia a vernos mejores que el promedio es más
fuerte cuando nos comparamos con los demás en general que cuando nos comparamos con
individuos concretos. Cuando pensamos en otro individuo de carne y hueso, en lugar de en
gente abstracta, somos un poco más realistas.

7. Las personas tienden a sobrestimar su notoriedad personal.


Una derivación importante de la motivación a favorecernos a nosotros mismos es el énfasis en
la creencia de que somos el centro del mundo. Este efecto de “centro del universo” significa
que tendemos a vernos en el centro del escenario y, por lo tanto, sobrestimamos de manera
intuitiva la magnitud de la atención de los demás dirigida a
nosotros.
Thomas Gilovich, Victoria Medvec y Kenneth Savitsky (2000), exploraron el efecto del centro
del universo al pedir a estudiantes de la Universidad de Cornell que vistieran ridículas
camisetas y que entraran a una habitación con otros estudiantes que no las llevaban. De
acuerdo con la observación de sus respuestas, los portadores de las camisetas estimaron que
casi la mitad de sus compañeros se daría cuenta de que vestían esas prendas ridículas cuando,
en realidad, sólo lo hizo el 23 por ciento. Lo que sucede con la ropa extraña, el cabello
desarreglado y los auxiliares auditivos también ocurre con nuestras emociones: ansiedad,

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enojo, disgusto, desengaño o atracción. Las personas que lo notan son menos de las que
suponemos.

8. Las personas tienden a sobrestimar la ilusión de transparencia.


Demasiado conscientes de las propias emociones, a menudo se padece una ilusión de
transparencia. Si nos sentimos felices y lo sabemos, suponemos que nuestro rostro
seguramente lo reflejará y que los demás lo notarán. En realidad, somos más opacos de lo que
creemos.

9. Las personas tienden a recordar el pasado en términos egocéntricos.


La mayor parte de nuestro conocimiento sobre el mundo que nos rodea es autobiográfico:
recordamos personas y acontecimientos de acuerdo con el rol que tenemos en la interacción
con ellos, incluida la influencia que proporcionamos o recibimos. Por ejemplo, nuestro
recuerdo de una ciudad que visitamos se centra en dónde fuimos y qué vimos. Nuestro
recuerdo de lo que ocurrió cuando participamos en un partido de fútbol se centra en el gol que
hicimos. Esta tendencia a recordar mejor la información cuando se relaciona con el yo es una
de las consecuencias de la "atribución egocéntrica" y una de sus consecuencias es la tendencia
a exagerar la importancia del propio rol en la conformación de los sucesos.
Por ejemplo, quienes han colaborado en un proyecto de investigación, un artículo periodístico
o una composición musical tratarán de recordar su aportación al producto final. Cuando se
pregunta a los esposos en qué medida contribuyen a las faenas domésticas ambas partes
tienden a afirmar que hacen el trabajo principal el 70 por ciento del tiempo.

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TEMA 2: LA PERCEPCIÓN SOCIAL

1. INTRODUCCIÓN:

El mundo se percibe a través de los sentidos, estos son el puente entre la vida y nuestro
cerebro y la percepción no es igual para todos pues es un concepto subjetivo. Además nos
engaña porque vemos lo que queremos y lo que creemos, esto significa que todo lo que
percibimos esta condicionado por nuestra perspectiva. Muchas veces discutimos con otras
personas porque nuestras percepciones nos engañan y nos hacen ver las cosas de manera
diferente.

La percepción social es el proceso que:


- Hace que las personas se formen impresiones de otras
- Hace que las personas hagan inferencias sobre cómo son y por qué se comportan
como lo hacen.

¿Cómo lo hacemos? Pues a través de esos dos procesos


El procesamiento sensorial y perceptivo de los datos que llegan del exterior, que tiene que ver
con las formas, color, movimiento.... de lo que se presenta en el campo visual de la persona

Un intento de ir más allá de la información obtenida, con el fin de inferir, explicar y predecir
detalles sobre las personas y sus conductas.

La inferencia es un proceso que lleva a las personas a ver los aspectos invisibles de un
escenario social, por ejemplo, el tono de voz, los movimientos corporales… nos dan
información adicional a lo que vemos

2. ¿QUÉ PAPEL TIENEN LOS SENTIDOS Y LA ACTIVIDAD CEREBRAL EN LA PERCEPCIÓN SOCIAL?

Como dijimos, son un puente, son ellos los que procuran el vínculo entre el mundo físico y
nuestra mente. De todos los sistemas sensoriales del cerebro, el que mejor conocemos es el
sistema visual. La escena visual se deconstruye en diferentes características, como la forma, el
color y el movimiento. Estos rasgos pasan a distintas áreas cerebrales. Una lesión en una zona
concreta del cerebro puede afectar solo a una de esas características específicas, mientras las
otras permanecen intactas. Hay muchas situaciones significativas que ayudan a entender la
complejidad de los procesos mentales involucrados en la percepción visual de la realidad.

Ejemplos:
Situación 1. "Yo no veo pero mi cerebro si". Cuando el "conocimiento desconocido" es
correcto. (Caso: intoxicación monóxido de carbono/ miembro fantasma…)

Situación 2. "Yo lo veo y mi cerebro también pero es mentira". Cuando el "conocimiento


conocido" es incorrecto. (Caso: psicosis epiléptica/ adicción a la marihuana/ hipocondría…)

Situación 3. “Yo no veo y mi cerebro consciente tampoco,


pero sí mi cerebro emocional”
(amígdala cerebral). Cuando el "conocimiento desconocido"
procura una reacción emocional. (Ejemplo: información
"amenazante"/ vas caminando por la calle y escuchas un ruido
descomunal, tu instinto es salir corriendo, es tu reacción
emocional)

Lucía Melián Hernández 1


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

Situación 4. "Yo veo y mi cerebro racional lo sabe pero mi cerebro "rápido" no puede evitar
confundirse". Cuando el "conocimiento conocido" es más débil que mis sesgos. Ejemplo de la
mujer con “diferente altura según en que lado de la habitación está”

Situación 5. "Mis ojos no ven pero si estimulas directamente mi corteza veré cosas". De cómo
la estimulación directa del cerebro origina experiencias sensoriales.

Situación 6. "Con frecuencia no veo la realidad, no porque no quiera sino porque no puedo".
La ceguera a los cambios como muestra de los límites de la percepción consciente. Tienes
centrada tu atención en un estímulo y no puedes ver otros estímulos diferentes, son cosas que
te pasan desapercibidas.

3. ¿ES LA PERCEPCIÓN UNA CONSTRUCIÓN FÁCIL E INMEDIATA?

1. A principios del siglo XIX, se estimaba que la experiencia de una percepción del mundo
físico era fácil e inmediata.
Herman Helmholtz (1852): en las neuronas sensoriales, el impulso nervioso tardaba unos 20
ms. en recorrer un metro.
En el cerebro deben producirse varios procesos antes de que aparezca en la mente la
representación de un objeto del mundo exterior. Por tanto, no es directa sino que depende de
«inferencias inconscientes»
2. El cerebro crea, sin esfuerzo aparente, una percepción del mundo físico.
3. En el cerebro, creencias previas y expectativas preceden a la percepción consciente.

PROFECÍAS AUTOCUMPLIDAS
Las expectativas afectan poderosamente a la forma en que construimos los sucesos en la
mente. Las personas tienen expectativas sobre todo lo que les rodea, y ello afecta al modo en
que ven y en el modo en que responden a la realidad.
- El perceptor tiene una expectativa sobre un target.
- El perceptor actúa como si esa expectativa fuera verdad, de modo que trata al target
de acuerdo con ellas.
- El target responde de forma congruente a lo que el perceptor espera.
- El perceptor interpreta la conducta del target como confirmación de su expectativa.
- Al final, es frecuente que se produzcan "profecías que se cumplen a sí mismas"

(Esta parte del temario la volveremos a ver en el tema 5)

Cuando percibimos algo, emerge una creencia previa, que es un modelo del mundo en el que
hay objetos en determinadas posiciones en el espacio.
Mediante este modelo, el cerebro predice qué señales han de recibir mis ojos y mis oídos.
Estas predicciones se comparan con las señales reales.

En conjunto, nuestro cerebro construye modelos del mundo y los modifica continuamente a
partir de las señales que llegan de los sentidos. De modo que lo que percibimos realmente
son los modelos del mundo creados por el cerebro. Éstos no son el mundo propiamente dicho,
pero para nosotros tienen la misma validez.

Pero que en nuestra percepción se entremezclen "fantasías" no es realmente un problema


para las personas. Para nuestra actuación en el mundo da igual si el modelo del
cerebro es acertado o no. Lo único que importa es que funcione.

Lucía Melián Hernández 2


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

Así pues, nuestra experiencia del conocimiento inmediato y completo de la escena visual que
tenemos delante es falsa. Hay una pequeña demora en la que el cerebro hace las «inferencias
inconscientes» mediante las cuales llegamos a ser conscientes de lo esencial de la escena.

Además, muchas partes de ésta permanecen borrosas y carentes de detalle.


Aunque nuestro acceso al mundo físico es lo bastante directo a efectos prácticos este acceso
depende del cerebro, y ni siquiera el cerebro sano e intacto nos dice siempre todo lo que sabe.

Nota: dos conceptitos que la profe dijo en clase para entender luego otras cosas
Cerebro inconsciente: vemos muchas cosas pero no somos capaces de percibirlas todas
Categorizar: dividimos a las personas en grupos o los categorizamos dependiendo de cosas que
percibimos de lxs mismxs, esta función la hace el cerebro de forma rápida y siempre tiende a
hacerlo para economizar los recursos cerebrales

El modelo secuencial sobre la percepción social (Fiske y Neuberg,1990).


Etapa 1: el perceptor observa a una persona.
Primera reacción: categorizarla automáticamente. Si carece de interés, termina el proceso
Etapa 2: si el perceptor está interesado, prestará atención y registrará nuevas informaciones
sobre ella.
Etapa 3: las nuevas informaciones le permitirán confirmar la categorización de la primera fase.
Si los nuevos datos se ajustan, el perceptor da por buena su reacción inicial.
Etapa 4: si la categoría no confirma las nuevas informaciones, el perceptor recategorizará.
Etapa 5: si la recategorización sigue siendo poco útil, el perceptor procesará la información
elemento a elemento, tratando al individuo como sujeto único, singular e incorporando a la
formación de impresione sus características personales.

La formación de impresiones es el proceso mediante el cual se infieren características


psicológicas de la persona observada a partir tanto de la percepción de la cara, el cuerpo y su
movimiento como de las conductas y el entorno en el que se realizan dichas conductas.
Nuestro cerebro forma impresiones de los otros a partir de todas las señales emitidas en un
encuentro interpersonal.

FUNCIONES DE LA FORMACIÓN DE IMPRESIONES

Resumir Seleccionar, simplificar,interpretar la información Predecir acontecimientos


para facilitar el almacenamiento y recuperación futuros
de la memoria

Las investigaciones han demostrado que las personas hacen evaluaciones relativamente
precisas y persistentes basándose en observaciones de menos de 100 ms.
¿Pero cómo funciona....?

Información positiva y negativa.


Cuando la información que conocemos de una persona contiene elementos negativos y
positivos, los negativos tienen mayor importancia en la impresión general (Anderson, 1965;
Hamilton y Zanna, 1972; Hodges, 1974). Sesgo de negatividad (Fiske,1980).

Una primera impresión negativa es más difícil de cambiar que una positiva:
- Fácil de confirmar
- Difícil de desmentir

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IMPORTANCIA DEL ATRACTIVO FÍSICO EN LA FORMACIÓN DE UNA IMPRESIÓN SOBRE EL OTRO


El atractivo de una persona influye en la inferencia de rasgos de personalidad al otro.

¿Qué características asociamos con las personas guapas?


Nuestro cerebro hace atribuciones rápidas a partir del juicio inicial sobre el atractivo.
Las personas atractivas parecen poseer características más deseables y son tratados de
forma más positiva que las menos atractivas, un fenómeno que ha sido etiquetado como
"El estereotipo de lo bello-es-bueno". La belleza física, en particular la del rostro, despierta
una gama variada de expectativas positivas.

Las personas elaboran una respuesta rápida y automática a información procedente de la cara.
El rostro humano es el principal estímulo en el proceso de percepción social de los humanos.
Esta habilidad aparece temprano en la vida:
Desde el nacimiento, los bebés muestran una preferencia por estímulos como caras más que
otros patrones visuales y, durante los primeros 3 meses de vida, perfeccionan
progresivamente sus habilidades para el procesamiento de caras.

Los mecanismos neuronales selectivos al reconocimiento de caras


han identificado neuronas en el giro fusiforme del cerebro
humano, llamado "Área fusiforme de caras" o FFA (por las siglas en
inglés, fusiform face area) que está especializada en el
procesamiento facial.

Investigaciones recientes muestran que las personas evalúan las caras de forma inmediata y no
consciente en dos dimensiones: confiabilidad y dominancia.

La confiabilidad informa a la persona si puede aproximarse o debe evitar al otro.


La dominancia informa sobre la fortaleza/debilidad física de la otra persona.

Confiabilidad y dominancia dan lugar a inferencias sobre las intenciones de la persona, su


peligrosidad y su capacidad para llevar a cabo sus intenciones.

La información inmediata en estas dos dimensiones las proporciona la activación de la


amígdala, que ante una amenaza potencial genera el sentimiento de miedo y, en fracciones de
segundo, pone nuestro cuerpo en estado de alerta. A partir de una simple y rápida mirada a la
cara, el sistema humano infiere automáticamente rasgos no visibles que conforman
expectativas sobre el comportamiento de los otros que ayudan a planificar las conductas hacia
ellos.

El equipo de investigación de Giacomo Rizzolatti observó que algunas neuronas de F5 se


activaban no solo cuando el mono realizaba una acción, sino también cuando veía una
acción. Esto era sorprendente, porque las neuronas en las áreas premotoras normalmente no
reaccionan a estímulos visuales. Estudios hechos con IRMf y TEP, mostraron que en el cerebro
humano también existe un sistema NE análogo al del cerebro de los macacos.

Se supone que estas neuronas desempeñan un importante rol en las capacidades cognitivas
ligadas a la vida social, tales como la empatía (capacidad de ponerse en el lugar de otro), la
imitación y la teoría de la mente.

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

Los sistemas de neuronas espejo están implicados en la capacidad para ponernos en la


mente del otro, sentir lo que siente el otro y comprender las acciones que se está llevando
a cabo: la empatía. También los sistemas de neuronas espejo están implicados en la
mentalización (teoría de la mente).
- En gran medida la cognición social es posible gracias a la capacidad que tenemos no sólo de
percibir y entender las acciones de los demás, sino de atribuirles estados mentales,
intencionalidad y usar esta información para predecir sus conductas.
https://youtu.be/i2v-EBehw18
https://youtu.be/DakJjBBFCC8

Tanto la empatía como la teoría de la mente están implicados en comprender por qué se
está llevando a cabo la acción, su intención. La misma acción se codifica de modo distinto si
está asociada a intenciones distintas, lo cual permite predecir una probable acción futura no
observada. En esta elaboración intervienen la observación de los movimientos corporales y
sobre todo el movimiento de los ojos del otro.

La estructura del ojo humano facilita esta tarea, ya que consta de una pequeña área oscura (la
pupila y el iris), rodeada de una región blanca (la esclerótica), que facilita al ojo la mirada a los
objetos del entorno y permite a los demás saber hacia dónde está mirando la persona.
La habilidad para decodificar e interpretar la mirada emerge muy temprano en la vida
- Casi desde el nacimiento, los bebés muestran una fascinación por los ojos más que por otras
regiones de la cara y, a los 4 meses, pueden discriminar una mirada directa de una desviada.
- Entre 9 y 18 meses, los niños comienzan a leer los ojos en términos de dirección a un objetivo
y a atender inmediatamente a los ojos cuando las intenciones de un actor son ambiguas.

Cuando una persona advierte una mirada desviada, el perceptor tiende a seguir la dirección de
los ojos para asegurar que tanto él como el otro están atendiendo al mismo objeto (o
persona), un fenómeno denominado "atención compartida".
- NO mirar a los ojos da lugar a dificultades en las relaciones sociales.
- El señalamiento, no tiene sentido a menos que uno entienda que el otro no ha visto lo
que uno ha visto, lo cual implica darse cuenta de que no todo el mundo posee la
misma información. No es más que otro ejemplo de adopción de la perspectiva ajena.

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1. PERCEPCIÓN SOCIAL Y AMÍGDALA

De la interacción social con nuestro prójimo se deriva que podamos servirnos y aprender unos
de otros, lo que constituye, sin duda, una de las funciones principales del cerebro.
Característica fundamental es la capacidad de hacerse cargo de la situación mental y psíquica
de los demás, reconocer sus deseos, intenciones y pensamientos y tenerlos en cuenta en
nuestros propios actos. Podemos comprender cuanto nuestro prójimo hace y deja de hacer
por la sencilla razón de que nuestro cerebro está en condiciones de construir una
representación de la vida interior ajena.
En este sentido, es importante destacar que nuestras neuronas espejo “simulan”, en el sentido
más sensoriomotor, el estado del otro lo cual permite una comprensión de su estado mental.
En resumen, para estudiar los mecanismos neuronales del comportamiento humano es preciso
investigar tanto las reacciones del individuo como la interacción (simulada) entre varios
individuos con técnicas de neuroimagen cerebral.
El punto ideal de partida es el estudio del rostro humano. Más de cincuenta músculos del
rostro relacionados con gestos o expresiones faciales reflejan la vida interior de un individuo.
En justa coherencia, la investigación se concentró en la mímica como un estímulo de particular
interés social. En algunos experimentos típicos, los individuos, sometidos a los tomógrafos de
resonancia magnética, ven, en rápida sucesión, fotografías de rostros que deben clasificar a la
mayor velocidad en "masculinos" o "femeninos". Se trata, en realidad, de un mero pretexto. A
los directores del experimento les importa encontrar respuesta a la pregunta de si el cerebro
reacciona inconscientemente -y en qué manera- a determinados rasgos sociales del rostro
humano: alegría, asco o tristeza, atractivo físico o pertenencia a una determinada etnia.

En el departamento Wellcome de neuroimagen del Colegio Universitario de Londres, el grupo


dirigido por Ray Dolan estudia desde hace tiempo qué áreas cerebrales elaboran las
expresiones faciales de las emociones. Sirviéndose de la TRMf los investigadores comprobaron
que la contemplación de un rostro medroso activa en nuestro cerebro la amígdala, una
estructura muy antigua desde el punto de vista evolutivo. El núcleo amigdalino desempeña
una tarea importante para la supervivencia; nos advierte de los peligros.

Ante una amenaza potencial la amígdala genera el sentimiento de miedo y, en fracciones de


segundo, pone nuestro cuerpo en estado de alerta. Basta la mera contemplación del
semblante asustado de otra persona, incluso en foto, para despertar en nosotros emociones
semejantes. Pero lo sorprendente en este experimento es que la amígdala se activa incluso
cuando los investigadores pasan las imágenes tan deprisa, una detrás de otra, que los
individuos ni siquiera advierten que las fotos muestran rostros asustados. El "dispositivo de
alarma" de la amígdala procesa automáticamente esta información sin que el estímulo
desencadenante penetre en nuestra conciencia.

Se atribuye a la amígdala un papel importante en el procesamiento rápido e inconsciente de


mensajes emocionales. La amígdala modula procesos cognitivos y sensoriales a través de
conexiones neuronales con otras áreas, como el hipocampo, una región central en la
formación de los recuerdos. En este caso, la amígdala alerta al hipocampo y hace que este se
active para grabar mejor esos recuerdos que son emocionales e importantes. Y entonces los
recordamos mejor, pero no los percibimos mejor. Pero también la amígdala optimiza el
proceso perceptivo ya que activa retroactivamente las cortezas sensoriales (visuales,
auditivas..) y éstas se “esmeran” en decodificar la información. En conjunto, percibimos mejor
los acontecimientos acompañados de sentimientos que los hechos neutros. Además, los
estímulos emocionales captan antes nuestra atención y son procesados también con más
precisión por las correspondientes áreas visuales.

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Pero los rostros de personas atractivas producen otro modelo, un tanto distinto. Su
contemplación activa también el cuerpo estriado ventral y el córtex orbitofrontal (COF). Ambas
regiones forman parte del sistema de recompensa y controlan la motivación. Se activan
cuando comemos algo que nos gusta, cuando ganamos en el juego o cuando los amantes de
los automóviles contemplan coches deportivos rapidísimos. El cerebro registra la
contemplación de una cara bonita con un placer similar al suscitado por un ferrari o una
mousse de chocolate.

¿Quién es bueno y quién es malo?


La amígdala establece conexiones con el estriado y con el córtex orbitofrontal (COF) a través
de numerosas vías nerviosas. Se refuerza así la tesis de que estas tres estructuras son
componentes de una red que percibe el significado emocional de un estímulo y las reacciones
subsiguientes. La red desempeña un papel fundamental para nuestro comportamiento social.
En el transcurso del día nos vemos obligados, una y otra vez, a valorar a los demás o decidir
nuestras reacciones ante otras personas.

"¡Le encontré simpático nada más verlo!" "Sencillamente: no me gusta su nariz." Este tipo de
frases, dichas de repente, no son fruto de la improvisación. La expresión facial es uno de los
estímulos clave en nuestro trato con los demás. Por muy claro que resulte el resultado de
nuestro juicio sobre el prójimo, lo cierto es que detrás hay un proceso complejo en el que
intervienen distintas áreas cerebrales.

Partiendo de diversos estudios y de modelos existentes Ralf Adolphs, de la Universidad de


Iowa, propuso un modelo detallado de percepción de la persona. Ante la foto de una chica de
aspecto temeroso el Giro fusiforme elabora las propiedades estáticas del rostro. Examina la
identidad sin preocuparse de su expresión emocional. Esta tarea le corresponde al Surco
Temporal Superior (STS), una estructura situada por encima de los centros visuales. Es un área
que, entre otras funciones, procesa los aspectos dinámicos del rostro, la mímica: la
información sobre si la persona contemplada es mala, si está triste, rabiosa o temerosa. La
amígdala, el estriado y el córtex orbitofrontal valoran estas informaciones óptico-sensoriales
en función de su relevancia para la propia vida sentimental y la motivación. Como
consecuencia de esta valoración se disparan determinadas emociones, se inician procesos
cognitivos y se encauza el comportamiento posterior

Demos otro ejemplo. Cuando una madre ve temor en la cara de su hijo concentra toda su
atención en el pequeño. Y mucho antes de ser consciente de ello percibe la expresión del
rostro de su hijo como una señal de peligro. Entonces intenta analizar las causas del miedo y
cae ella misma en un cierto pánico: el corazón empieza a latir acelerado y el cerebro pone el
cuerpo en estado de alarma para que, en cuanto madre, actúe de manera rápida y eficiente.
Quizás intente consolar y animar a su niño con una sonrisa.

Extraído de Tania Sin jer y Ulrich Kraft: Empatía. Mente y cerebro

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2. IMITACIÓN Y NEURONAS ESPEJO

¿Cómo vincula el cerebro la observación de una expresión facial a la acción de copiarla?


¿Cómo vincula una expresión facial a una determinada emoción? La primera prueba concreta
de que quizás existe un vínculo neural entre observación e imitación de una acción fue el
descubrimiento de las neuronas espejo. Las primeras investigaciones mostraron que las
mismas neuronas premotoras se disparaban cuando un macaco observaba a otros macacos
manipulando un objeto, por ejemplo, manoseándolo, lanzándolo o sosteniéndolo, y cuando él
mismo ejecutaba la acción. También se han descubierto neuronas espejo para la audición en
monos: se ha comprobado que el sonido de una acción en la oscuridad, como, por ejemplo, el
de desgarrar papel, activa en sus cerebros tanto estas neuronas espejo auditivas como las
neuronas motoras correspondientes a la acción de desgarrar el papel.

Desde entonces, varios estudios han demostrado la existencia de un sistema similar de


neuronas espejo en los seres humanos. Por ejemplo, se estudió un grupo de sujetos mediante
un escáner de RMF, tanto mientras estaban meramente observando a alguien levantar un
dedo, como mientras observaban y después copiaban el movimiento. Estaba activa la misma
red cortical de la corteza premotora en ambas condiciones experimentales, la de sólo mirar y
la de mirar y hacer el movimiento, pero lo estaba más en el segundo caso.

En los seres humanos, el sistema de neuronas espejo no está restringido a los movimientos
manuales, sino que tiene áreas correspondientes a movimientos en todo el cuerpo. También
se da una diferencia cuando hay un objeto implicado en la acción. Si el objetivo de la acción es
un objeto, también está implicada otra área del cerebro (el lóbulo parietal). Se activará un área
específica si la mano está usando un objeto, como al levantar una taza, y otra área distinta si la
que está actuando sobre un objeto es la boca, por ejemplo, al aspirar por una pajita. Debido al
tipo de procedimientos experimentales, no es posible localizar neuronas espejo individuales en
los seres humanos como sí lo es en los monos. Sin embargo, se han descubierto sistemas de
neuronas espejo en varias áreas del cerebro humano.

Ahora bien, existe una diferencia específica entre las neuronas espejo en los monos y los
sistemas de neuronas espejo que poseemos los seres humanos. Las neuronas espejo de los
monos se disparan sólo cuando hay una acción dirigida a un objetivo, por ejemplo, cuando ven
una mano que coge un cucurucho de helado y lo lleva a la boca, que es lo que precisamente
ocurrió al observar por primera vez neuronas espejo activadas. En los seres humanos, no
obstante, el sistema de neuronas espejo dispara incluso cuando no hay objetivo alguno. Basta
ver una mano que se agita en el aire de manera casual para que el sistema se active. Esto
podría explicar por qué, aunque los monos tengan neuronas espejo, sus capacidades de
imitación son muy limitadas. El sistema de neuronas espejo de los monos está ajustado al
objetivo, y no codifica todos los detalles de la acción que conduce a él.

El lóbulo prefrontal también desempeña un papel importante en la imitación, y los seres


humanos, con su mayor corteza prefrontal, podrían aventajar a los monos por su capacidad de
producir patrones motores más complejos. Podemos ver a alguien interpretar un acorde de
guitarra y copiarlo movimiento a movimiento. Tomar lecciones de samba e imitar a nuestro
instructor, que cruza la sala dando vueltas sobre sí mismo. Un mono sólo entendería que hay
que cruzar la habitación, no que es preciso girar sobre uno mismo. El hecho de que los monos
tengan un sistema menos complejo nos ayuda a comprender el desarrollo evolutivo del
sistema de neuronas espejo. Giacomo Rizzolatti y Vittorio Gallese sugirieron que la función del
sistema de neuronas espejo era comprender la acción (comprendo que alguien se lleva una
taza a la boca). Esta comprensión de la acción está presente tanto en monos como en seres

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humanos. Sin embargo, en los segundos, el sistema de neuronas espejo es capaz de mucho
más. ¿Son únicos los seres humanos porque, de entre todos los animales, sólo ellos pueden
bailar la samba?

¿En qué están implicados todos los sistemas de neuronas espejo? Como hemos visto antes,
están involucrados en acciones de copia inmediata. También se ha descubierto que están
implicados en comprender por qué se está llevando a cabo la acción, su intención. Comprendo
que alguien se lleva una taza a la boca (comprensión del objetivo de la acción) para ver a qué
sabe su contenido (comprensión de la intención que subyace a la acción). La misma acción se
codifica de modo distinto si está asociada a intenciones distintas, lo cual permite predecir
una probable acción futura no observada.

En los monos, cuando cogen la comida para comerla, se


activa un conjunto distinto de neuronas espejo del que se
activa cuando se trata de ponerla en un recipiente.
(Comprendo que alguien coge la comida para comérsela
en vez de para ponerla en un recipiente.)

No sólo comprendes que alguien está cogiendo una


barrita de chocolate: comprendes que va a comérsela, a guardársela en el bolsillo, a tirarla o, si
tienes suerte, a dártela.

¿También sirven las neuronas espejo para comprender la emoción, o sólo para comprender
acciones físicas? Los hallazgos sobre los déficits con sentir y reconocer la repugnancia y el
dolor sugieren que existen sistemas de neuronas espejo situadas en la ínsula que, al igual que
ocurre con la comprensión de la acción, están implicados en la observación de la emoción y su
comprensión a través de la respuesta visceromotora.

La teoría de que las neuronas espejo están implicadas en la observación y comprensión de la


emoción (que contribuyen a las habilidades sociales) ha llevado a dos grupos distintos de
investigadores a sugerir que la causa de algunos de los síntomas del autismo podría ser un
defecto en el sistema de neuronas espejo. Estos síntomas incluyen una carencia en habilidades
sociales, falta de empatía, capacidad de imitación limitada y déficits en el lenguaje.

En un estudio, realizado en la UCLA, se escaneó con RMF a dos grupos de niños, uno de niños
normales y otro de niños con el diagnóstico de Trastornos del Espectro Autista (TEA), mientras
observaban o imitaban expresiones faciales de emoción. Debido a que los individuos con TEA a
menudo presentan déficits en la comprensión de los estados emocionales de otras personas, la
predicción era que en el segundo grupo se observaría una disfunción en el sistema de
neuronas espejo, tanto cuando los niños imitaban expresiones emocionales como cuando
observaban manifestaciones de emoción en otros individuos. Esta predicción resultó ser
correcta. Además, el grado de disminución de la actividad neural estaba correlacionado con la
gravedad del déficit en habilidades sociales. Cuanto menor era la actividad neural, menos
habilidad social tenía el niño. Los dos grupos de niños usaban diferentes sistemas neurales
cuando imitaban expresiones faciales.

Los niños normales empleaban un mecanismo neural de reflejo, ubicado en el hemisferio


derecho, que conecta con el sistema límbico a través de la ínsula. Sin embargo, este
mecanismo de reflejo no se activaba en los niños con TEA, que adoptaban una estrategia
distinta: aumentar su atención visual y motora, usando una vía que no pasa por el sistema
límbico y la ínsula. Lo más probable es que no experimentaran internamente la emoción de la

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expresión facial imitada, regulada por la ínsula. Los investigadores sugieren que, debido a que
tanto los adultos como los niños de desarrollo normal muestran un aumento en la actividad
del sistema de neuronas espejo incluso cuando están tan sólo observando una expresión
emocional, se trata de otra prueba de que el mecanismo de reflejo podría ser lo que subyace a
la singular capacidad de leer los estados emocionales de otras personas a partir de sus
expresiones faciales. La falta de actividad del sistema de neuronas espejo en niños con TEA
corrobora con fuerza la teoría de que la causa principal de los déficits sociales observados en el
autismo es una disfunción en el sistema de neuronas espejo. No obstante, los autistas también
presentan déficits en muchas habilidades de atención no sociales, que al parecer no tienen
ninguna relación con el sistema de neuronas espejo.

Extraído de Gazzaniga, M. (2008/2010). ¿Qué nos hace humanos? Madrid. Paidos (pág. 190-
193)

3. PERCEPCIÓN DEL MUNDO EN TANTO MODELO CREADO POR MI CEREBRO

En una versión lineal de la percepción, la energía en forma de luz u ondas sonoras llegaría a los
sentidos, y de algún modo el cerebro traduciría y clasificaría estas indicaciones sobre el mundo
exterior en objetos colocados en ciertas posiciones en el espacio.

Pero un cerebro como el nuestro, que utiliza la


predicción, funciona casi al revés.

Cuando percibe algo, el proceso empieza


realmente en el interior: se pone en marcha una
creencia previa, que es un modelo del mundo en
el que hay objetos en determinadas posiciones
en el espacio.

Mediante este modelo, el cerebro puede


predecir qué señales han de recibir mis ojos y
mis oídos. Estas predicciones se comparan con
las señales reales; y desde luego hay errores. El
cerebro da la bienvenida a estos errores, pues le
enseñan a percibir.

La existencia de errores comunica al cerebro que su modelo del mundo no es lo bastante


bueno. La naturaleza de los errores revela al cerebro cómo confeccionar un mejor modelo del
mundo.

En este sentido, la percepción depende de creencias previas. No es un proceso lineal como el


que genera una imagen en una fotografía o en una pantalla de televisión. Para el cerebro la
percepción es un bucle, recorre una y otra vez el bucle hasta que los errores son tan pequeños
que ya no son preocupantes. Por lo general, bastarán unos cuantos ciclos en el bucle, lo que
para el cerebro acaso supongan sólo cien milisegundos.

Un sistema que construye de esta manera modelos del mundo exterior se valdrá de cualquier
información que pueda ayudarle a confeccionar modelos mejores. Mientras sean informativos,
ninguno de los sentidos -visión, audición, tacto- tendrá preferencia. Y el sistema hará
predicciones sobre cómo cambiarán las señales procedentes de todos los sentidos cuando
actuemos sobre el mundo.

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De modo que, cuando vemos un vaso con zumo de naranja, nuestro cerebro comienza a hacer
predicciones sobre cómo será el vaso al tacto y qué sabor tendrá el zumo. Imaginemos qué
sobresalto si cogemos un vaso de zumo y descubrimos que está ardiendo y es salado. Ahora
bien, si la percepción es un bucle que empieza en el interior con el conocimiento previo, ¿de
dónde viene éste? No podemos percibir nada a menos que ya sepamos algo de ello, pero no
podemos saber nada hasta que lo percibamos.

¿Cómo adquiere el cerebro el conocimiento previo necesario para la percepción? Parte del
mismo está fuertemente cableado en el cerebro tras millones de años de evolución. Por
ejemplo, en ciertos monos la sensibilidad al color de las neuronas de sus ojos es
perfectamente adecuada para detectar la fruta que hay en su entorno. La evolución ha
incorporado a su cerebro una hipótesis previa sobre el color de la fruta madura. Durante los
primeros meses de vida, el cerebro es sometido a un proceso de cableado duro como
resultado de las experiencias visuales. Hay ciertos hechos sobre el mundo que cambian muy
poco y, por tanto, llegan a ser sólidas hipótesis previas. Sólo podemos ver un objeto cuando
hay luz que se refleja en su superficie y nos llega a los ojos. Esta luz también crea sombras que
procuran pistas sobre la forma del objeto. Durante millones de años ha habido sólo una fuente
importante de luz en el mundo: el Sol. Y la luz del Sol siempre viene desde arriba. Esto significa
que los objetos cóncavos serán oscuros en la parte superior y claros en la inferior, mientras
que los convexos serán claros arriba y oscuros abajo. Nuestro cerebro tiene esta sencilla regla
incorporada a su cableado, y la utiliza para determinar si un objeto es cóncavo o convexo. Los
objetos no dejan lugar a dudas. Interpretamos que los puntos son cóncavos o convexos gracias
a las sombras causadas por la luz que viene de arriba. Así, si ponemos la página al revés, los
puntos convexos se convertirán en cóncavos y viceversa, pues damos por sentado que la luz
sigue viniendo de arriba.

Si el cerebro tiene un conocimiento previo erróneo, nuestra percepción será falsa. No


podemos evitar tener percepciones falsas de esas imágenes. Un ejemplo que es casi imposible
percibir correctamente es el interior de la máscara hueca de una cara. Cuando miramos dentro
de esta máscara hueca (http://www.friki.net/videos/37311-ilusion- optica-charles
chaplin.html), no podemos por menos que verla como una cara convexa normal. Nuestra
creencia previa de que las caras son convexas y no huecas es demasiado fuerte para ser
modificada. Si se hace girar lentamente la máscara, se genera una ilusión adicional. Dado que
vemos la máscara invertida, la punta de la nariz parece ser la parte más próxima de la cara,
cuando en realidad es la más alejada. Como consecuencia de ello, interpretamos mal el
movimiento de la máscara y vemos la dirección del giro invertida cada vez que miramos en el
hueco.

Mi percepción no es del mundo sino del modelo creado por mi cerebro


Lo que percibimos no son las burdas y ambiguas indicaciones que, desde el mundo exterior,
inciden en los ojos, dedos y oídos. Percibimos algo mucho más copioso: una imagen que
combina todas esas señales rudimentarias con una profusión de experiencias pasadas. Nuestra
percepción es una predicción de lo que debería haber ahí fuera. Y la acción verifica
continuamente esta predicción. Ahora bien, todo sistema comete ciertos errores
característicos cuando falla. Por suerte, estos errores resultan muy informativos.
No sólo son importantes para que el sistema aprenda, lo son también para nosotros cuando lo
observamos para averiguar cómo funciona. Nos proporcionan pistas sobre qué tipo de sistema
es. ¿Qué clase de errores cometerá un sistema que funciona mediante predicción? Tendremos
problemas siempre que haya ambigüedad: cuando dos objetos diferentes originan las mismas
sensaciones. Por lo general, este problema puede resolverse porque un modelo es mucho más
probable que el otro. Muchas de las ilusiones visuales que tanto gustan a los psicólogos
funcionan porque engañan así al cerebro.

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En la habitación de Ames, la disposición de las cosas pretende producir en nuestros ojos las
mismas sensaciones que una habitación cuadrada normal. Un modelo de habitación extraña y
uno de habitación normal predicen las sensaciones en nuestros ojos igual de bien. Sin
embargo, nuestra experiencia con las habitaciones cuadradas es mucho mayor, por lo que
irremediablemente vemos cuadrada la habitación de Ames, mientras las personas que hay
dentro crecen y menguan de una manera inverosímil al desplazarse de un lado a otro. La
probabilidad previa (expectativa) de que veamos una habitación de Ames es tan pequeña que
nuestro cerebro tiene poco en cuenta este hecho extraño.

Pero ¿qué pasa si no tenemos razones previas para preferir una interpretación
a otra? Éste es el caso del cubo de Necker. Podríamos verlo como una figura
bidimensional bastante compleja, pero tenemos mucha experiencia con
cubos. Así que vemos un cubo. El problema es que hay dos cubos posibles. No
tenemos motivos para preferir una versión a la otra, por lo que nuestra
percepción pasa espontáneamente de un posible cubo al otro. Figuras todavía
más complejas, como la joven/vieja, ponen de manifiesto algunas inversiones espontáneas de
una percepción a otra, nuevamente porque ambas imágenes son verosímiles por igual. El
hecho de que nuestro cerebro dé esta clase de respuesta a figuras ambiguas es una prueba
más de que es una máquina que descubre lo que hay en el mundo haciendo predicciones y
buscando las causas de las sensaciones.

Nuestro cerebro construye modelos del mundo y los modifica continuamente a partir de las
señales que nos llegan a los sentidos. De modo que lo que percibimos realmente son los
modelos del mundo creados por el cerebro. Éstos no son el mundo propiamente dicho, pero
para nosotros tienen la misma validez. Cabría decir que nuestras percepciones son fantasías
que coinciden con la realidad. Además, si no disponemos de señales sensoriales, el cerebro
suple la información que falta. En los ojos hay un punto ciego donde no hay receptores de luz.
Es el punto donde se juntan todas las fibras nerviosas que transportan las señales sensoriales
desde la retina al cerebro (el nervio óptico), por lo que no hay sitio para receptores de luz. No
somos conscientes de este punto ciego porque el cerebro se las ingenia para ir a esa parte del
campo visual: utiliza las señales de la región que hay inmediatamente alrededor del punto
ciego para adquirir la información que falta. Incluso en el centro de nuestra visión, lo que veo
está determinado por lo que el cerebro espera ver combinado con las verdaderas señales
sensoriales. En ocasiones, estas expectativas son tan fuertes que vemos lo que esperamos ver
y no lo que sucede en realidad.

Podríamos pensar que esta tendencia a tener alucinaciones es un precio demasiado alto a
pagar por la capacidad del cerebro para confeccionar modelos del mundo. ¿No sería posible
tener el sistema ajustado de modo que las señales sensoriales dominaran siempre nuestra
experiencia? Entonces no se producirían alucinaciones. De hecho, ésta es una mala idea por
muchas razones. Las señales sensoriales son demasiado poco fiables. Pero lo más importante
es que este predominio nos volvería esclavos de los sentidos. Igual que le pasa a una mariposa,
nuestra atención saltaría continuamente de una atracción a otra.

Mediante el uso de la fantasía controlada, el cerebro elude la tiranía del entorno. Ciertos
estudios de neuroimágenes demuestran que cuando decidimos prestar atención a las caras se
produce un incremento en la actividad neural del «área de las caras» del cerebro, antes incluso
de que aparezca la cara en cuestión en nuestro campo visual. Incluso cuando sólo imaginamos
una cara, aumenta la actividad en esta área. Ésta es la capacidad del cerebro para crear
fantasías controladas. Podemos prever la aparición de una cara. Podemos imaginar una cara
cuando no hay ninguna.

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Ahora bien, crear fantasías plantea dos problemas. En primer lugar, ¿cómo sabemos que el
modelo del mundo de nuestro cerebro es verdadero? Pero no se trata de un problema real.
Para nuestra actuación en el mundo da igual si el modelo del cerebro es acertado o no. Lo
único que importa es que funcione. ¿Nos permite esto realizar las acciones adecuadas y
sobrevivir otro día? En general, sí. Surgen dudas sobre la «verdad» de los modelos del cerebro
sólo cuando un cerebro se comunica con otro y descubrimos que el modelo de mundo de otra
persona es distinto del nuestro.

Extraído de Frith, C. (2008). Descubriendo el poder de la mente. Madrid. Ed. Ariel.

4. LA TEORÍA DE LA MENTE (TOM) EN LOS ANIMALES

Los seres humanos tenemos una capacidad innata para entender que otros seres humanos
tienen mentes con deseos, intenciones, creencias y estados mentales diferentes de los
nuestros, así como la capacidad de formar teorías con cierto grado de acierto sobre el
contenido de estos deseos, intenciones, creencias y estados mentales. Esta habilidad fue
denominada «Teoría de la mente» (conocida por sus siglas en inglés, TOM) en 1978 por David
Premack y Guy Woodruff. Otro modo de expresarlo: es la facultad para observar una conducta
y luego deducir el estado mental inobservable que la está causando.

En los niños, la teoría de la mente está completamente desarrollada de modo automático


entre los 4 y los 5 años, y hay indicios de que está parcialmente presente antes de los 2 años.
Parece que es independiente del coeficiente intelectual (CI). Los niños y adultos autistas
presentan déficits en la teoría de la mente y tienen mermada su capacidad de razonar sobre
los estados mentales de otros, aunque el resto de sus capacidades cognitivas estén intactas o
acrecentadas.

Al observar la conducta de otros animales, nuestra teoría de la mente nos causa dos
problemas. Uno es que podemos caer en la trampa de observar un comportamiento animal
determinado y, provistos de nuestra teoría de la mente, inferir un estado mental humano en el
animal, lo que nos conduciría a una conclusión antropomórfica inadecuada. Por otro lado,
podemos llevar al extremo la valoración de nuestra capacidad de teoría de la mente, hasta el
punto de convertirla en el estándar cognitivo con el cual se compara todo lo demás, lo que nos
induciría a pensar que el hombre está completamente separado del resto de los mamíferos.
Entonces, ¿sólo los seres humanos tenemos una teoría de la mente?

Ésta es una de las principales cuestiones en la investigación sobre chimpancés. Poseer una
teoría de la mente es una parte importante de nuestras capacidades, y se ha sostenido que es
exclusivamente humana. Entender que otros individuos tienen creencias, deseos, intenciones y
necesidades afecta a nuestras acciones y nuestras reacciones, sea por el afán de ser sociables
o por el de protegernos. Cuando Premack y Woodruff acuñaron el término «Teoría de la
mente», se preguntaban si los chimpancés la tenían. Desde entonces han transcurrido treinta
años de experimentos, y la cuestión todavía no ha recibido una respuesta satisfactoria desde el
laboratorio. En 1998, Cecelia M. Heyes, del University College de Londres, realizó una revisión
de todos los experimentos y observaciones que se han hecho desde entonces sobre primates
no humanos y los sometió a un análisis riguroso. En estos experimentos se estudiaba la
imitación motora (la copia espontánea de comportamientos nuevos), el reconocimiento de
uno mismo en el espejo, las relaciones sociales, la asunción de roles (la capacidad de adoptar
el punto de vista de otro individuo), el engaño y la adopción de perspectiva (que tiene que ver
con la cuestión de si ver algo se traduce en conocerlo, es decir, si hay una conciencia de lo que
los otros ven). Llegó a la conclusión de que, en cada uno de los casos en que la conducta de un

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

primate no humano había sido interpretada como índice de teoría de la mente, eso pudo
haber sido producto o bien del azar, o bien de procesos no mentales. Heyes no creía que los
procedimientos actuales hubiesen demostrado o refutado la presencia de una teoría de la
mente en chimpancés, aunque sus argumentos específicos en relación con el reconocimiento
de uno mismo en el espejo no son comúnmente aceptados.

Pero nada resulta simple en un campo en el que hay tanto en juego. Michael Tomasello y su
equipo del Instituto Max Planck, han llegado a una conclusión distinta. «Aunque los
chimpancés, casi con toda seguridad, no entienden las otras mentes de la misma manera que
los seres humanos (por ejemplo, al parecer no captan las creencias), sí entienden algunos
procesos psicológicos (como, por ejemplo, la visión)». Tomasello y sus colegas creen que los
chimpancés tienen cuando menos algunos de los componentes de una teoría de la mente.

Donde los chimpancés fracasan es en una tarea de la creencia falsa que los niños saben
resolver entre los 4 y los 5 años. Este test se solía utilizar para indicar la posesión de una teoría
de la mente plenamente desarrollada. Sin embargo, recientemente se ha descubierto que es
un test demasiado exigente en este sentido. Como han señalado Paul Bloom, de la Universidad
de Yale, hay otras cosas en la teoría de la mente además de la tarea de la creencia falsa, y hay
otras cosas en la tarea de la creencia falsa además de la teoría de la mente.

¿En qué consiste esta tarea? Su denominación clásica es «test de Sally y Ann». En su versión no
verbal, funciona así: Sally oculta una recompensa, por ejemplo, comida, en uno de dos
recipientes (la cesta,) mientras Ann mira. Entonces Sally se va de la habitación y, mientras está
fuera, Ann cambia la recompensa de recipiente y lo pone en la caja. Cuando Sally vuelve a la
habitación, señala el recipiente en el que cree que está la comida (y que por supuesto es el
equivocado). En algún momento entre los 4 y los 5 años, los niños entienden que en
el recipiente en el que Sally cree que está la comida ya no está, ha cambiado de lugar y que
ella no lo sabe. Comprenden que la creencia de Sally es falsa, y escogen correctamente el
recipiente donde está ahora la comida, no el marcado por Ann. Sin embargo, los chimpancés y
los niños autistas no entienden que la creencia de Sally es falsa, y escogen el recipiente
señalado por ella.

En los últimos dos años, los investigadores han empezado a darse cuenta de que este test es
demasiado duro para niños menores de 3 años. Cuando se utilizan diferentes versiones de él o
de un tipo de test distinto, incluso niños de 18 meses hasta 2 años pueden considerar ciertos
estados mentales como, por ejemplo, metas, percepciones y creencias, explicaciones de la
conducta de los demás.

Gazzaniga, M. (2008/2010) ¿Qué nos hace humanos? Madrid. Espasa (págs. 61-65).

5. LA VISTA, LA CEGUERA AL CAMBIO Y LAS ILUSIONES OPTICAS

Imagine que le vendamos los ojos a un individuo y lo conducimos a una habitación


desconocida. Luego le quitamos la venda, y él mira alrededor. Incluso con la insólita
combinación de un elefante en un rincón y una máquina de coser en otro, la persona será
consciente al instante del contenido de la habitación.

No experimentará ninguna necesidad de pensar o esforzarse para adquirir ese conocimiento.


A principios del siglo XIX, esta experiencia de percepción fácil e inmediata del mundo físico
concordaba perfectamente con lo que entonces se conocía de la función cerebral. Se sabía que
el sistema nervioso constaba de fibras nerviosas que funcionaban mediante electricidad. Se

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

sabía que le energía eléctrica fluía rapidísima (a la velocidad de la luz), por lo que nuestra
percepción del mundo a través de las fibras nerviosas que salen de los ojos también podía ser
casi instantánea.

Cuando aún era un joven estudiante investigador, a Hermann Helmholtz su profesor le dijo que
nunca sería posible medir la velocidad de la conducción nerviosa. Ésta iba demasiado rápida.
Sin embargo, como todos los buenos estudiantes, Helmholtz no hizo caso. En 1852 fue capaz
de medir la velocidad de la conducción nerviosa y puso de manifiesto que era más bien baja.
En las neuronas sensoriales, el impulso nervioso tarda unos veinte

milisegundos (ms) en recorrer un metro. Helmholtz midió también el «tiempo de percepción»


tras pedir a los participantes en sus experimentos que pulsaran un botón en cuanto notaran
contacto en diversas partes del cuerpo. Dichos tiempos de reacción resultaron ser aún más
largos, superiores a los 100 ms. Estas observaciones indican que nuestra percepción de los
objetos del mundo exterior no es inmediata. Helmholtz comprendió que en el cerebro se
producen varios procesos antes de que aparezca en la mente la representación de un objeto
del mundo exterior. Sugirió que la percepción del mundo no era directa sino que dependía de
«inferencias inconscientes». En otras palabras, antes de que podamos percibir un objeto, el
cerebro ha de deducir cuál podría ser ese objeto partiendo de la información que llega a los
sentidos.

No parece sólo que percibimos el mundo inmediatamente y sin esfuerzo, sino también que
percibimos la totalidad de la escena visual con todo detalle. Esto es asimismo una ilusión. Sólo
el centro de la escena visual que llega al centro del ojo puede verse con detalle y en color. Eso
es debido a que sólo el centro de la retina (la fóvea) tiene neuronas muy apiñadas y sensibles
al color (conos). Más allá de unos diez grados desde el centro, las neuronas están más
separadas y detectan sólo luz y sombra (bastones). El borde de nuestra visión del mundo está
borroso y no tiene color.

Por lo general, no somos conscientes de este aspecto borroso en los bordes de la visión.
Nuestros ojos están en movimiento constante, por lo que cualquier parte de la escena puede
convertirse en el centro de la visión, donde es posible la percepción del detalle.

Pero incluso cuando pensamos que hemos mirado la


totalidad de la escena, seguimos engañándonos. En 1997,
Ron Rensink y sus colegas describieron la «ceguera al
cambio». La demostración de la ceguera al cambio
consiste en dos versiones de una escena compleja que
difieren en un aspecto. Un ejemplo es la imagen de un
avión de transporte de tropas que se halla en la pista de
aterrizaje de un aeropuerto. En una versión falta uno de los motores,justo en el centro de la
imagen, ocupando un espacio considerable. Cuando se
enseñan las dos imágenes repetidamente una tras otra en la
pantalla de un ordenador con un fondo gris uniforme entre
una presentación y la siguiente (esto es fundamental hacerlo),
las personas no ven ninguna diferencia. Si el alumno, señala la
diferencia en la pantalla, la diferencia pasa a ser algo
embarazosamente obvio (ver demostración en:
http://www2.psych.ubc.ca/~rensink/flicker/download/

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

Lo que esta demostración pone de manifiesto es que el observador percibe enseguida lo


esencial de la escena: un avión de transporte de tropas en una pista de aterrizaje. Pero, en
realidad, su mente no capta todos los detalles. Para que advierta el cambio en uno de esos
detalles, alguien tiene que hacérnoslo saber («mira el motor»).

Este efecto de inatención es notablemente robusto, incluso en


situaciones en las que el objetivo es de gran magnitud y cruza
la escena completa. Así, por ejemplo, Simons y Chabris (1999)
presentaron una breve película en la que los participantes en
el experimento tenían que contar el número de veces que uno
de dos equipos de baloncesto se pasaba el balón. Súbitamente
un actor disfrazado de gorila atravesaba la escena durante 5
segundos.

Los autores hallaron que el 73% de los participantes no habían


visto al gorila. También Simons y Levin (1998) encontraron que
la mitad de los participantes experimentales eran incapaces de
percatarse del cambio de identidad de una persona (el
experimentador) que se les acercaba para preguntarle por
unas direcciones cuando inmediatamente después se
atravesaban dos personas llevando una puerta.

En la vida real, nuestra visión periférica, bien que borrosa, es muy sensible al cambio. Si el
cerebro detecta movimiento en el borde de la visión, el ojo se moverá inmediatamente para
poder mirar esa parte de la escena con detalle. Pero en la demostración de la ceguera al
cambio se muestra una pantalla gris entre una escena y la siguiente. Como consecuencia de
ello, hay un gran cambio visual en todas partes, pues todas las regiones de la pantalla pasan de
ser multicolores a grises y al revés una y otra vez. El cerebro no recibe ninguna señal que le
indique dónde se está produciendo el cambio importante.

Así pues, nuestra experiencia del conocimiento inmediato y completo de la escena visual que
tenemos delante es falsa. Hay una pequeña demora en la que el cerebro hace las «inferencias
inconscientes» mediante las cuales llega a ser conscientes de lo esencial de la escena. Además,
muchas partes de ésta permanecen borrosas y carentes de detalle. No obstante, el cerebro
sabe que la escena no es borrosa y también que un movimiento de los ojos puede enfocar
rápida y vívidamente cualquier parte de la escena. De modo que nuestra experiencia del
mundo visual con todo detalle es una experiencia de lo que está potencialmente disponible
más que de lo que ya está representado en el cerebro. Nuestro acceso al mundo físico es lo
bastante directo a efectos prácticos. Sin embargo, este acceso depende del cerebro, y ni
siquiera el cerebro sano e intacto nos dice siempre todo lo que sabe.

¿Es posible que mi cerebro sea consciente de los cambios en la demostración de la ceguera al
cambio aunque mi mente no lo sea? Hasta hace poco, ésta era una pregunta muy difícil de
responder.

Se trata de saber si puede afectarnos un estímulo que no somos conscientes de haber visto. En
la década de 1960, esto recibió el nombre de percepción subliminal y fue una cuestión muy
controvertida. Por un lado, muchas personas creían que los anunciantes podían insertar en las
películas mensajes ocultos que nos impulsaran a comprar, pongamos, más refrescos sin
alcohol, sin saber que estábamos siendo manipulados. Por otro, muchos psicólogos creían que
no existía algo como la percepción subliminal. Si los experimentos se llevaran a cabo como es

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

debido, afirmaban, se observarían efectos sólo cuando los individuos fueran conscientes de lo
que habían visto. Desde entonces se han realizado numerosos experimentos, y no se han
hallado pruebas de que mensajes subliminales ocultos en las películas nos hagan comprar más
refrescos sin alcohol.

Cuando llegaron los escáneres cerebrales, los investigadores pudieron formular una pregunta
ligeramente distinta sobre los estímulos subliminales. «¿Puede un objeto producir un cambio
en la actividad cerebral aunque no seamos conscientes del mismo?».

La investigación neuropsicológica ya había observado que cuando se muestran caras


amenazantes (opuestas a felices o neutras), aumenta la actividad de la amígdala, una parte
pequeña del cerebro que parece dedicada a detectar situaciones peligrosas. Whalen y sus
colegas realizaron un experimento presentando caras amenazantes de forma subliminal (por

debajo de 50 ms). A veces una de estas caras se mostraba seguida inmediatamente


de una cara neutra. En otras ocasiones, se presentaba una cara neutra después de
una feliz. En ambos casos el participante decía ver una cara neutra. Sin embargo, cuando
estaban presentes las caras amenazantes, se producía actividad en la amígdala aunque el
individuo no fuera consciente de las mismas. Así pues, el cerebro no nos dice todo lo que sabe.
Y a veces va aún más lejos y nos induce activamente a error.

Nuestro cerebro tergiversador


Antes del descubrimiento de la ceguera al cambio, las ilusiones
visuales eran el truco preferido de los psicólogos. He aquí un
ejemplo simple: la ilusión de Hering. Las líneas horizontales
parecen claramente dobladas. Pero mediante una regla
podemos comprobar que son totalmente rectas. Hay muchas
otras ilusiones como ésta, en las que líneas rectas parecen
estar combadas o bien objetos del mismo tamaño parecen tener tamaños distintos. Por alguna
razón, el fondo sobre el que aparecen los objetos o las líneas nos impide verlos como son en
realidad. El aspecto más llamativo de esta y otras ilusiones es que el cerebro sigue
transmitiendo información falsa, incluso cuando sé que la información es falsa e incluso
cuando sé cómo es realmente el objeto. Por mucho que quiera, no puedo ver rectas las líneas
de la ilusión de Hering.

La habitación de Ames es un ejemplo aún más curioso de falta de efecto del conocimiento en
nuestra experiencia del mundo visual. Sabemos que estos hombres son realmente del mismo
tamaño. El de la izquierda parece más pequeño porque está más lejos. En realidad, la
habitación no es cuadrada. La parte izquierda de la pared del fondo está más alejada que la
parte derecha. Las ventanas de la pared del fondo han sido modificadas para que parezcan
cuadradas. Y aun así, mi cerebro prefiere verla como una habitación cuadrada que contiene
hombres de tamaños increíblemente distintos en vez de tres hombres de tamaño normal en
una habitación que alguien ha construido con una forma característica.

En este ejemplo hay al menos una cosa a favor de nuestro cerebro. La habitación de Ames es
intrínsecamente ambigua. Podría haber tres hombres poco comunes en una habitación
cuadrada o podría haber tres hombres normales en una habitación extraña. Mi cerebro quizá
esté escogiendo una interpretación improbable de la escena, pero al menos es una
interpretación posible. Nuestro cerebro nos oculta esta ambigüedad y sólo nos muestra una de
las interpretaciones posibles. Por otra parte, a veces el cerebro no tiene en cuenta en absoluto
las pruebas sobre el mundo físico.

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

Extraído de Frith, C. (2008). Descubriendo el poder de la mente. Madrid. Ed. Ariel.

6. MIEMBRO FANTASMA Y PREJUICIOS DEL CEREBRO

El cerebro no «ve», «oye» ni «siente» el mundo exterior. Lo construye como respuesta a


estímulos. Los estímulos, en general, vienen desde afuera: las ondas de luz, por ejemplo,
rebotan en objetos y entonces tocan las neuronas fotosensitivas del ojo. Éstas estimulan el
cerebro para generar una imagen que concuerde con la información que está recibiendo.

A veces, sin embargo, el cerebro o bien lee mal la información entrante -creando así una
ilusión -o bien genera sus propios estímulos, que interpreta como si vinieran desde afuera.
Cuando esto pasa puede no haber ninguna manera -aparte de la deducción- de que alguien
sepa si lo que está percibiendo está de verdad en el mundo exterior o sólo en su propia mente.
La conocida sensación del miembro fantasma afecta aproximadamente al 60 % de las personas
sometidas a amputaciones. A veces desaparece después de unos cuantos meses, pero en
muchos casos dura toda la vida. La gente puede sentir el miembro perdido de la misma
manera que lo sentía cuando lo tenía. Es bastante común que pacientes con piernas recién
amputadas se vuelvan a lesionar al olvidar por un momento la pérdida y tratar de caminar
sobre la pierna que falta. Un hombre joven que perdió un brazo en un horrible accidente de
motocicleta no puede dormir de espaldas porque siente que el brazo sigue doblado detrás de
él, en la posición forzada en la que quedó cuando estaba tendido sobre el asfalto. De manera
parecida, un hombre que perdió las dos piernas en un accidente de bicicleta todavía siente que
sus piernas pedalean de vez en cuando, exactamente como lo hacían justo antes de que lo
atropellara un coche.

Las alucinaciones, la imaginación y la visión real son, en esencia, la misma cosa en lo que
respecta al cerebro. Si miramos una resonancia del cerebro de una persona mientras genera la
imagen interna de, por ejemplo, su dormitorio, veremos actividad en las mismas áreas de
visión y reconocimiento que se activarían si de verdad estuviera mirando el dormitorio. Sin
embargo, en general se activan más neuronas sensoriales en respuesta a estímulos externos
que a experiencias sensoriales autogeneradas. Tal fenómeno ocurre porque hay las suficientes
neuronas disparándose en nuestra corteza visual para dar una impresión del escenario, pero
no las suficientes para reproducir los detalles. No es el caso de todo el mundo.

Hay quienes tienen memoria eidética (fotográfica) que le permite crear visualizaciones tan
intensas como las que surgen a raíz de los estímulos originales. La memoria eidética podríamos
tenerla todos desde el principio. Algunos estudios sugieren que alrededor del 50 % de los niños
de cinco años tienen capacidad de ver lo que imaginan o recuerdan como si la imagen
estuviera allí de verdad. Si miran la imagen de una cebra, por ejemplo, y luego cierran los ojos,
pueden contar las rayas que tiene en la espalda. Sólo unos pocos adultos conservan la
capacidad de imaginar cosas con tanta intensidad. El psiquiatra Morton Schatzman cuenta el
caso de una mujer llamada Ruth a quien «perseguía» la imagen de su autoritario padre. Se
despertaba en la cama y se lo encontraba mirándola de reojo; iba al salón y se lo encontraba
acomodado en su sillón favorito. A veces se agachaba para levantar a su bebé y se encontraba
la cara del padre superpuesta a la de la criatura. El hombre aún vivía cuando se le aparecía a la
hija, pero la experiencia, aparte de eso, se semejaba mucho a los clásicos relatos contados por
gente que ve fantasmas, incluida la sensación de una presencia.

A veces, sin embargo, esta distinción automática entre las voces de fuera y la propia se viene
abajo, incluso entre seres normales. Es bastante común que la gente que está de duelo afirme

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

oír la voz de la persona que ha muerto. Y mucha gente oye mensajes en apariencia divinos,
cuando está en situaciones de excitación o de estrés.

Los sabores y los olores fantasma también están bien documentados. Los olores imaginarios,
por ejemplo, son un rasgo común en estados precoces del mal de Parkinson, y los individuos
que sufren depresiones cuentan muchas veces que se pueden oler a sí mismos o que tienen un
mal sabor en la boca. Las sensaciones corporales engañosas se pueden generar internamente.
Todos solemos aceptar como realidad leves alucinaciones corporales.

¿Por qué ocurre este fenómeno? El cerebro se desarrolló para mantener el mundo externo
constantemente vigilado, para sentir, seleccionar y formar cada estímulo para asegurarse de
que ningún peligro surja sin anunciarse, y ninguna oportunidad pase inadvertida. Necesita
mantenerse activo de manera que, si se corta el flujo usual de los clamorosos estímulos
externos, el cerebro busca con desesperación algo para reemplazarlos. Usa, amplifica y forma
el menor sonido, lo mínimo que ve, o la menor sensación, para hacer de ellos algo que tenga
significado. Y si desde afuera no entra absolutamente nada, el cerebro genera su propia exci-
tación. Las alucinaciones, como los sueños, son parte de un continuo vodevil que nos mantiene
despiertos. Si el escenario se vacía de actores reales, los fantasmas vienen a ocupar su lugar.

Una derivación importante de lo dicho hasta ahora son las ilusiones cognoscitivas. Su origen
está en los prejuicios que están bien asentados en el cerebro: hábitos de pensamiento,
reacciones emocionales parecidas al reflejo de estiramiento de la rodilla y ordenamientos
automáticos de los hechos percibidos. Todas estas cosas están tan profundamente arraigadas
que, en general, no tenemos conciencia de que existen. De manera que, cuando tomamos
conciencia de que existen, las tomamos por fruto del sentido común o verdades intuitivas.

Hasta cierto punto, estos prejuicios están profundamente grabados en nuestro cerebro.
Hemos visto que hasta los niños de muy corta edad tienen «clara idea» sobre cómo debieran
comportarse los objetos. Por eso los bebés se interesan tanto en juegos en los que hacen
«desaparecer» las cosas. El concepto de que las cosas materiales ocupan espacio y no se
desmaterializan sin más ni más es obvio que forma parte del diseño de nuestros circuitos
neurales. Estas teorías acerca del mundo, con las que ya venimos programados al nacer, son
muy útiles porque nos permiten tomar decisiones prácticas y rápidas sobre la manera de
reaccionar frente a lo que percibimos. La mayor parte del tiempo funcionan bien -lo cual es,
por supuesto, el motivo por el cual se han desarrollado. Sin embargo, algunas veces fallan.

Pensemos, por ejemplo, en nuestro prejuicio corriente con respecto al tamaño de los objetos.
Si vemos dos coches delante de nosotros, uno grande y otro pequeño, damos por sentado que
el más grande está más cerca. Nuestra experiencia de las perspectivas ha tejido una vía neural
en el cerebro que transforma la visión de «objeto pequeño/objeto grande» en «objeto
lejano/objeto cercano». No hay un punto de control previo en esta vía que cuestione si el
coche pequeño es en realidad el juguete de algún niño, intencionadamente colocado para que
parezca un vehículo distante real. Este tipo de comprobación, si fuera hecha cada vez que nos
encontráramos dos coches de distinto tamaño, llevaría tanto tiempo que nunca
conseguiríamos cruzar la calle. Pero no. Cuando el estímulo «coche grande/coche pequeño»
pasa el área primaria de visión v llega a las áreas de asociación visual, el procesador
automático de perspectivas entra en acción sin más. Estamos tan acostumbrados a que nos dé
la respuesta correcta que, cuando nos encontramos con que está equivocado, que el coche
pequeño es en realidad el juguete de un niño, nos produce un sobresalto de sorpresa. De
manera parecida, cuando vemos un objeto ovalado de superficie curva iluminado desde arriba,
el cerebro automáticamente responde como si fuera una cara. Como las caras suelen asomar

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

hacia afuera más bien que hacia adentro, construimos la percepción de un objeto cóncavo,
aunque en realidad sea convexo. Si cambiamos la iluminación de manera que el objeto esté
iluminado desde abajo, el cerebro deja de verlo como una cara -probablemente porque las
caras en general están iluminadas desde arriba por la luz solar- y de pronto el objeto “salta”
hacia afuera.

Los prejuicios que hacen surgir las ilusiones sensoriales son en general benignos. Otra cosa son
los prejuicios del pensamiento. Somos miembros de un jurado que juzga a un hombre por
asesinato. La fiscalía no tiene ninguna evidencia en contra de él excepto ésta: su ADN hace
juego con huellas de material genético dejadas por el asesino en el cuerpo de la víctima. Las
probabilidades de que el ADN encontrado haga juego con una persona elegida al azar son, se
nos dice, una entre diez millones. ¿Podemos estar seguros de que el hombre es culpable?
Probablemente creamos que sí. Este tipo de evidencia ha mandado a muchos sospechosos a la
cárcel. El jurado que los condenaba se iba a casa a dormir tranquilo, convencido de que
«estadísticamente» la sentencia de culpabilidad era justa. Sin embargo, la aparente
improbabilidad de que la persona en el banquillo sea inocente es ilusoria. Aunque la precisa
secuencia molecular de su ADN aparezca sólo una vez en diez millones, en un país que tiene,
digamos, cien millones de habitantes, quiere decir que hay diez hombres que tienen la misma
secuencia. Si los diez estuvieran en el banquillo, ¿tendríamos algún motivo para elegir al que
está delante en ese momento? La fiscalía, recordemos, « no tiene ninguna otra evidencia en
contra de él». Lógicamente, entonces, las probabilidades de que sea culpable son una entre
diez, y no -como alguien creyó- diez millones contra una. Pero esta ilusión cognoscitiva, al igual
que muchas otras ilusiones sensoriales, perdura aunque hayamos detectado el error. Nuestro
prejuicio -en este caso, la presunción de culpabilidad hasta que se haya probado la inocencia-
está tan profundamente arraigado que nos sorprendemos a nosotros mismos tratando de
forzar los hechos para que coincidan, en vez de hacer al contrario. « ¡Ah! -nos decimos-, pero
el sospechoso no estaría en el banquillo si no le hubiera dado a la policía motivos para
sospechar de él.»Es probable que, en el pasado, este prejuicio en particular tuviera un alto
valor de supervivencia. El hecho es que, en el desordenado mundo «real» en el cual se
desarrolló, en general era más seguro aceptar la culpabilidad de cualquier sospechoso que
tomarse preocupaciones con ideas sofisticadas acerca de evidencias admisibles o inadmisibles.
Nuestra preocupación por los derechos del individuo para no hablar de nuestra capacidad de
evaluar estadísti-cas- llegó mucho más tarde. Por tanto no nos nacen tan naturalmente.

http://purpleslinky.com/humor/hollow-face-illusions-statues-whose-eyes-follow-you-around-
the-room/

Extraído de Rita Carter. El nuevo mapa del cerebro.

7. PROCESAMIENTO ARRIBA ABAJO

Hasta ahora, el relato de la visión ha versado sobre lo que sentimos de hecho, a saber, la luz y
las líneas detectadas por la retina y las primeras fases de la corteza visual. Y si bien la visión
comienza con estas impresiones, rápidamente pasa más allá de tan vagas sugerencias.
Después de todo, el práctico cerebro humano no está interesado en una verdad a la manera de
una cámara; sólo quiere que la escena tenga sentido. Desde los más tempranos niveles del
procesamiento visual en el cerebro hasta la pulida imagen final, la coherencia y el contraste
están particularmente subrayados, a menudo a expensas de la exactitud.

Los neurocientíficos saben ahora que lo que vemos al final está sumamente influido por el
llamado procesamiento de arriba abajo, término éste que describe la manera como las capas

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

cerebrales corticales se proyectan hacia abajo e influyen en nuestras sensaciones reales. Una
vez que los aportes del ojo han entrado en el cerebro, son inmediatamente enviados a lo largo
de dos rutas diferenciadas, una de las cuales es rápida y la otra lenta. La ruta rápida transmite
enseguida un cuadro basto y borroso a nuestra corteza prefrontal, una región cerebral
involucrada en el pensamiento consciente. Entre tanto, la ruta lenta emprende un itinerario
sinuoso a través de la corteza visual, que empieza analizando y perfilando meticulosamente las
líneas de luz. La imagen lenta llega a la corteza prefrontal unos cincuenta milisegundos
después de la primera imagen.

¿Por qué la mente lo ve todo dos veces? Porque nuestra corteza visual necesita ayuda.
Después de que la corteza prefrontal ha recibido su cuadro impreciso, la «parte alta» del
cerebro decide rápidamente qué es lo que ha visto la «parte baja» y empieza a adulterar los
datos sensoriales. Se presta entonces una forma al informe de la V1, y el mundo externo se ve
obligado a conformarse a nuestras expectativas. Si se retiran estas interpretaciones, nuestra
realidad se vuelve irreconocible. Simplemente, la luz no es suficiente. El neurólogo Oliver Sacks
trató en cierta ocasión a un paciente, el doctor P, que debido a una lesión cortical, sus ojos no
recibían prácticamente ningún aporte del cerebro. Veía el mundo solamente en su forma no
procesada, como laberintos de luz y masas de color. En otras palabras, que veía la realidad tal
y como es en realidad. Por desgracia, esto significaba que sus sensaciones eran
completamente surrealistas. Para explorar la enfermedad de su paciente, Sacks le pidió que le
describiera algunas fotografías del National Geographic:

Sus respuestas [del doctor P] fueron muy curiosas. Sus ojos se lanzaban de una cosa a otra,
recogiendo pequeños rasgos, rasgos individuales, igual que habían hecho con mi cara. Un
determinado brillo, color o forma le lla- maban particularmente la atención y suscitaban
comentarios; pero en ningún caso recibía el doctor la escena como un todo. No tenía la menor
noción de ningún paisaje o escena." El problema del doctor P estribaba en lo que le ocurría a la
luz una vez que viajaba más allá de su retina. Él tenía los ojos bien; éstos absorbían
perfectamente los fotones. Era sólo que su cerebro no podía interpretar sus sensaciones, por
lo que el doctor veía el mundo como una irremediable conmoción de fragmentos. Cualquier
fotografía le parecía abstracta. No podía reconocer su propio reflejo. Sacks describe así lo que
ocurrió cuando el doctor P se levantó para despedirse:

Él [el doctor P] entonces empezó a mirar alrededor en busca de su sombrero. Alargó la mano y
cogió la cabeza de su esposa, que trató de levantar y de ponérsela. ¡Estaba claro que había
confundido a su esposa con un sombrero! Pero su mujer parecía estar acostumbrada a este
tipo de cosas. El tragicómico relato de Sacks expone un elemento esencial del proceso de ver.
Una de las funciones del procesamiento de arriba abajo es el reconocimiento de los objetos.
Las instrucciones de la corteza prefrontal nos permiten asimilar los diferentes elementos de un
objeto -todas esas líneas y aristas vistas por la V1- dentro de un concepto unificado del obje-
to. Esto es precisamente lo que no podía hacer el doctor P Sus impresiones de la luz nunca se
congelaban en una cosa. En consecuencia, antes de que él pudiera «ver» un guante o su pie
izquierdo o a su esposa, tenía que descifrar laboriosamente sus propias sensaciones. Cada
forma necesitaba ser metódicamente analizada, como si estuviera siendo vista por primera
vez. Por ejemplo, cuando al doctor P se le dio una rosa, éste describió así su proceso
consciente: «Parece tener unos quince centímetros de largo. Es una forma roja retorcida con
un agarre lineal verde». Pero estos detalles tan precisos nunca desembocaban en la idea de
rosa. El doctor P tenía que oler la rosa para poder identificar su forma. Como dijo Sacks: «El
doctor P no veía nada como algo familiar. Visualmente, estaba perdido en un mundo de
abstracciones inertes».
Extraido de Lehrer, J. (2007/2010). Proust y la neurociencia. Madrid. Paidos (págs.136-138).

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TEMA 3: COMPORTAMIENTO HUMANO ANTE LA ENFERMEDAD

1. PRIMERA CUESTIÓN: EL CONTEXTO DE SALUD Y ENFERMEDAD

EL IMPACTO DE LA ENFERMEDAD SOBRE EL PACIENTE:


- Manejo de los síntomas
- Manejo del estrés que produce el tratamiento
- Interacción con el sistema sanitario
- Pérdida de control
- Cambio en la concepción de la persona
- Cambio en la concepción que otros tienen de ella
- Vulnerabilidad
- Pérdida de control sobre acontecimientos futuros

Todos los elementos de la situación de enfermedad que resultan excepcionales para los
pacientes son tremendamente cotidianos para los profesionales sanitarios.

Estos y otros múltiples aspectos hacen que el contexto de la salud y enfermedad sea un
contexto especialmente sensible en el que se debe atender a múltiples factores para prestar
una atención sanitaria de calidad.

2. SEGUNDA CUESTIÓN: APOYO SOCIAL Y SALUD

La salud y los comportamientos sociales están muy relacionados


La FAMILIA tiene un papel importante en la enfermedad ya que son los que están con nosotros
la mayor parte del tiempo y quienes mas nos conocen, ellxs son quienes…
- Interpretan síntomas
- Interpretan la eficacia de los tratamientos

Existen múltiples formas de apoyo social como, por ejemplo:


• Ayuda domiciliaria
• Acompañamiento
• Grupos de apoyo

HIPÓTESIS DE LA AMORTIGUACIÓN

- El apoyo social incrementa los comportamientos de salud (búsqueda de asistencia médica,


seguimiento de las prescripciones).
- El apoyo social mejora la adaptación a la enfermedad en casos de enfermedades crónicas.
- Los programas de intervención basados en el apoyo de grupos han mostrado su eficacia.

3. TERCERA CUESTIÓN: LA RELACIÓN MÉDICO - PACIENTE


• Es una relación de ayuda
• Tiene un carácter técnico-profesional
• Está institucionalizada: ROLES

Lucía Melián Hernández 1


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

ESTILOS DE RELACIÓN MEDICO-PACIENTE


PATERNALISTA: El médico sabe lo que le conviene al paciente, toma decisiones por él, y
antepone su salud a su capacidad de elección y autonomía
INFORMATIVO: El médico ofrece al paciente toda la información relevante para que éste tome
decisiones. La responsabilidad se deposita exclusivamente en el paciente.
INTERPRETATIVO: El médico ayuda al paciente a elegir, de entre las opciones, aquellas que más
se ajustan a sus valores y estilo de vida.
DELIBERATIVO: El médico indica qué alternativas tiene el paciente y le sugiere qué decisión
debería adoptar, que es lo más adecuado.

EL CONTEXTO DE SALUD Y ENFERMEDAD


EL IMPACTO DE LA ENFERMEDAD SOBRE EL PACIENTE:
* Manejo de los síntomas
* Manejo del estrés que produce el tratamiento
* Interacción con el sistema sanitario
* Pérdida de control
* Cambio en la concepción de la persona
* Cambio en la concepción que otros tienen de ella
* Vulnerabilidad
* Pérdida de control sobre acontecimientos futuros

4. CUARTA CUESTIÓN: ¿CÓMO PERCIBIMOS EL DOLOR?


El dolor es la forma en la que el cuerpo responde a una lesión o enfermedad.
El caso de la insensibilidad congénita al dolor de
Quienes la padecen pueden percibir la sensación táctil que produce una determinada
estimulación, pero no sienten dolor. Por ello son susceptibles de sufrir heridas sin percatarse
de ello, y no son capaces de reconocer los trastornos orgánicos graves que cursan con dolor

Todas las personas reaccionan al dolor de diferentes maneras.


- La dimensión sensorial del dolor es uno de los múltiples componentes de la
experiencia de dolor. El dolor se produce en un contexto emocional que variará la
propia consideración del dolor percibido. Por eso, la cantidad de dolor que se
experimenta no se relaciona necesariamente con la cantidad de daño en el tejido.

EL DOLOR DEPENDE DEL CONTEXTO


• La información sensorial necesita ser examinada por el sistema nervioso central.
• La evaluación de esas señales es extremadamente completa y amplia: incluye la memoria
compleja, procesos de razonamiento, emociones y valoración de las posibles consecuencias de
la respuesta.
Ciertamente el dolor es complejo. Existe un síndrome bien documentado llamado el
Síndrome de Couvade, en el que el padre siente los dolores del parto. En algunas culturas la
gente cree que cuanto más dolor manifesta el padre, mejor padre se es. Algunas esposas
literalmente tienen que cuidar a su esposo mientras nace el niño. Muchas y variadas señales
pueden relacionarse con la experiencia del dolor, pero es el cerebro el que decide si algo duele
o no el 100% de las veces, sin excepción.
- El dolor depende de la causa percibida.
- Muchos estudios muestran diferencias en los umbrales de dolor y en su respuesta
entre personas de diferentes culturas.
- La cantidad de dolor que experimenta un sujeto está influenciada por cualquier
persona que esté alrededor.

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

La falta de conocimientos y de comprensión amplifica el miedo.


Cuanta más información tiene el paciente sobre una intervención quirúrgica, cuanto más
conoce acerca del dolor post-operatorio, más se reduce la cantidad de analgésicos requeridos
tras la cirugía.

Tengo miedo de:


- Dolor
- La gravedad de la causa del dolor
- De no saber lo que es
- No me crean
- No recibir compensación
- Necesitar ayuda
- Ciertos movimientos; cualquier movimiento
- Re-lesionarme o que se agrave
- Retraso en la curación
- No ser capaz de trabajar
- No percibir ingresos o dinero
- No jugar con mis hijos
- No poder cuidar a mis hitos/padres

¿COMO PERCIBEN EL DOLOR DE LOS PACIENTES LOS PROFESIONALES SANITARIOS?


Algunas investigaciones han demostrado que médicos/as, en comparación con personas sin
experiencia médica, reducen su respuesta neurológica de empatía hacia el dolor cuando se
enfrentan a estímulos visuales que muestran dolor (Cheng et al., 2007; Decety, Yang, & Cheng,
2010) ¿Qué consecuencias puede tener esa menor respuesta ante el dolor de los pacientes?
¿Es una consecuencia inevitable de la exposición al dolor humano?

5. QUINTA CUESTIÓN: COMPORTAMIENTOS ADAPTATIVOS Y NO ADAPTATIVOS ANTE LA


ENFERMEDAD

ENFERMEDAD = condición física observable o inferida, caracterizada por una serie de cambios
EXPERIENCIA DE ENFERMEDAD = conjunto de sensaciones de malestar que se producen como
consecuencia de la interacción persona - enfermedad

- Los comportamientos de afrontamiento de la enfermedad hacen referencia a las


actitudes y comportamientos que utiliza la persona para mantener su bienestar
emocional y adaptarse a las tensiones causadas por la enfermedad o por el dolor

Ejemplos de estrategias de afrontamiento activas


- Aprendiendo acerca del problema
- Buscando maneras de moverse
- Explorando y empujando poco a poco los límites del dolor
- Manteniéndose positivo
- Haciendo planes

Ejemplos de estrategias de afrontamiento pasivas


- Evitando la actividad
- No haciendo nada
- Esperando que pase algo
- Creyendo que alguien tiene la respuesta

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TEMA 4: TOMA DE DECISIONES Y PROMOCIÓN DE LA SALUD

1. INTRODUCCIÓN:
El procesamiento de la información se realiza de manera que la información nos llega por dos
vías: rápida y lenta. Por la vía rápida nos llega información bruta como por ejemplo colores o
líneas… y el lento añade al proceso nuestras creencias, expectativas, experiencias…

El procesamiento de arriba hacia abajo juega un papel importante en nuestras interacciones


con nuestro entorno. Nuestros cinco sentidos están recibiendo información
constantemente. En un momento dado, experimentamos diferentes vistas, sonidos, sabores,
olores y formas en que las cosas se sienten cuando las tocamos. Si prestáramos atención a
cada uno de nuestros sentidos todo el tiempo, nunca haríamos otra cosa y perderíamos mucho
tiempo sin llegar a ninguna conclusión. El procesamiento de arriba hacia abajo nos permite
agilizar el proceso confiando en el contexto y nuestro conocimiento preexistente para
comprender lo que percibimos. Si nuestro cerebro no empleara el procesamiento de arriba
hacia abajo, nuestros sentidos nos abrumarían.

Si nosotros vemos un tronco, confiaremos en nuestro cerebro pensando que encima del
tronco hay hojas o ramas que forman un árbol. Esto se realiza gracias a ese proceso, solo
teniendo algo de información y sumándolo a nuestros conocimientos, llegaremos a un
resultado rápido, podremos procesar la información de manera mas eficiente.

La toma de decisiones es el proceso mediante el cual se realiza una elección entre opciones
para resolver diferentes situaciones de la vida. Hasta hace poco se creía que, en todas las
decisiones, las personas empleaban su razonamiento y sus creencias en orden a elegir las
mejores soluciones a los problemas que se le presentaba en la vida. Los modelos teóricos
consideraban que para tomar una decisión era necesario conocer, comprender y analizar el
problema.

2. FASES DEL PROCESO DE LA TOMA DE DECISIONES EN LA ENFERMERÍA: (esquema foto)

Identificación del problema


y analizar la situación

Evaluación de los Estudio de las posibles


resultados alterativas

Ejecución de la Selección de las decisiones mas adecuadas


decisión tomada y útil para conseguir lo planeado

El estudio y los modelos de Toma de decisiones consideraba el aspecto más racional de la


conducta humana, un producto exclusivo de los lóbulos frontales y al margen de las
emociones.
Desde esta posición se presuponía que las emociones humanas eran irracionales y una persona
sin emociones tomaría mejores decisiones, durante mucho tiempo la psicología ha vivido
contagiada por esta tradición que divorcia razón de emoción.
Al fin y al cabo, se consideraba que esa era la función de la neocorteza, la estructura más
humana y filogenéticamente más avanzada frente al primitivo y levantisco sistema límbico.

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3. LA CORTEZA ORBITOFRONTAL: CASOS CLINICOS

El caso de Elliot
Elliot era un padre y un marido modélico y tenía un puesto de responsabilidad en la
administración de una empresa. Después de varias exploraciones se le diagnosticó un tumor
del tamaño de una mandarina en el área medial del lóbulo prefrontal, justo encima de las
cuencas de los ojos. Se sometió a una operación quirúrgica en 1982 que le extirpó con éxito el
tumor, pero que le dañó los tejidos circundantes de su corteza orbitofrontal.
La corteza orbitofrontal (COF) es la parte de la corteza frontal que integra las señales enviadas
desde los sistemas emocionales del cerebro.

Después de la operación el Cl de Elliot seguía siendo normal, pero ahora mostraba un defecto
psicológico: era incapaz de tomar decisiones. Esta disfunción le imposibilitaba la vida normal.
Tareas rutinarias que antes le llevaban diez minutos, ahora le requerían varias horas. Elliot
pensaba incesantemente en detalles irrelevantes.Pronto lo despidieron del trabajo. Puso en
marcha varios negocios, pero fracasó en todos. Su esposa se divorció de él. Volvió a vivir con
sus padres. Siempre era mesurado, describía las escenas como un espectador imparcial, no
transmitía ninguna sensación de sufrimiento. ¿Por qué, de repente, era incapaz de tomar
decisiones acertadas? ¿Qué le había pasado a su cerebro?

El punto de inflexión en la observación de este caso vino cuando Damasio comenzó a repasar
lo que la neurología sabía hasta el momento y recuperó los datos existentes sobre
Phineas Gage, cuyo parecido con el comportamiento de Elliot no era casual.

El extraño caso de Phineas Gage, la barra de hierro:


El 12 de septiembre de 1848, Phineas Gage, un capataz de
ferrocarril experto en explosivos,
sufrió un accidente cuando estaba roturando rocas para el
ferrocarril en Vermont.
Sin embargo, tras la fase aguda, Gage se volvió irregular,
irreverente, blasfemo e impaciente.
A veces era obstinado cuando le llevaban la contraria pero, pese a que continuamente estaba
pensando en planes futuros, los abandonaba antes de prepararios. Esto contrastaba con el
hecho de que, previamente al accidente, era un hombre responsable, Damasio se fijó en que,
tanto lo que constaba en los escritos sobre Phineas Gage como en sus observaciones del
comportamiento de Elliot, coincidian en un aspecto que parecía secundario: la baja emotividad
de ambos. ¿Era la capacidad de decidir de Elliot lo que estaba dañado o había que mirar en
otra dirección en busca de otros factores que alteraran la toma de decisiones?
Para verificar su hipótesis sobre la importancia de la emoción en las decisiones, Damasio
conectó las palmas de la mano de Elliot a una máquina que media la actividad de las glándulas
sudoríparas y le enseñó varias fotografías que normalmente provocan una respuesta
emocional inmediata. Resultados: Elliot no sentía nada. Con independencia de lo grotesca o
agresiva que fuera la imagen, las palmas de las manos no le sudaban. Tenía la vida emocional
de un maniqui.
La indecisión, por tanto, no era la consecuencia de un deterioro en los mecanismos que
regulan el razonamiento, ni un problema en la memoria de trabajo involucrada en la toma
decisiones, sino un deterioro en la conexión entre emociones y conocimiento.
Esta "desconexión" impedía asignar valores diferentes a opciones diferentes, y hacía que
el paisaje de decisiones fuera desesperadamente plano.

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El caso de Mary Jackson:


Mary Jackson, una joven inteligente y activa, recibió una beca para estudiar Medicina. Pero
después de su segundo curso, Mary empezó a frecuentar bares y discotecas y a tomar crack.
Renegó de sus viejos amigos y rompió con su novio. Empezó a sacar malas notas y dejó de ir a
clase. A finales de aquella primavera, Mary empezó a tener fiebre alta y mucha tos.
Acudió al centro médico y como la fiebre no remitía su médico la derivó al neurólogo.
El estudio neurológico mostró problemas de memoria, impulsividad autodestructiva y furia
incontrolable. Todo ello daba a entender que Mary tenía un problema en la corteza prefrontal.
La resonancia magnética descubrió el tumor: una gran masa que surgía de la hipófisis y
presionaba la corteza prefrontal dañando la corteza orbitofrontal y ventromedial.
Esto alteraba su función ejecutiva y la volvía incapaz de tener objetivos coherentes y prever las
consecuencias de sus actos. Mary Jackson como otros pacientes con lesiones en la CPFvm,
mostraba defectos en la regulación de las emociones, una baja tolerancia a la ira y la
frustración, falta de empatía e irresponsabilidad. Como otros pacientes con prefrontales
afectados por un tumor, Mary Jackson no era capaz de pensar de forma abstracta ni de oponer
resistencia a sus deseos más apremiantes. Le resultaba imposible guardar información en la
memoria a corto plazo o cumplir con sus planes a largo plazo.

De los tres casos sacamos como conclusión que:


En la toma de decisiones intervienen tanto la razón como las emociones de manera
equilibrada, este sistema esta regulado por la corteza orbitofrontal. Las consecuencias de que
esta área este afectada llevan a un deterioro de la función de toma de decisiones
desequilibrando la razón/emoción. Además si se ve afectada la amígdala perderemos la
percepción del miedo, la alerta… todo esto conlleva problemas para vivir y para relacionarnos
con los demás y con nosotrxs mismxs.

Piense en la respuesta a un incidente de tráfico o el comportamiento de huida ante una


situación incierta al volver solo a casa por la noche. Su cuerpo, su sistema físico debe poner en
marcha una cadena de respuestas musculares, fisiológicas en muy poco tiempo.
Muchos organismos vivos han logrado sobrevivir en el medio sin disponer de las estructuras
cerebrales que dotan a las personas de racionalidad.

Para entender mejor la función adaptativa de las emociones en las decisiones es


ilustrativo considerar el cerebro como una estructura de tres niveles.
El cerebro es como un helado que consta de tres bolas, amontonadas en orden
ascendente de complejidad.
En la bola de arriba está el neocortex, la estructura en la que residen nuestras
capacidades superiores y la sede de la razón, la inteligencia y la moralidad.
En la bola de en medio de esta la región limbica que genera emociones animales
En la bola de abajo está el tronco del encéfalo, que regula las funciones corporales
más básicas y el diencéfalo, que determina el hambre y los ciclos del sueño.

El neocortex es la parte más reciente de nuestro sistema nervioso.


Debido a ello, tiene el mismo problema que aqueja a cualquier tecnología novedosa:
montones de fallos de diseño. Sin embargo, el cerebro emocional ha sido sometido a
interminables pruebas y ha sido perfeccionado por la evolución...y puede tomar decisiones
rápidas basándose en muy poca información.

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

La respuesta emocional ocupa un rango muy largo de tiempo pero empieza antes de 100 ms
La amígdala recibe información de los estímulos que en todo momento llegan a los órganos
sensoriales. Y dicha información sigue dos caminos principales.

La información procedente de los sentidos llega al tálamo y desde ahí alcanza la corteza
sensorial primaria de la que se trate (auditiva, visual, táctil, etc.) y se analizan sus
características más complejas y se reconocen las propiedades del estímulo. El hipocampo
proporciona datos relevantes del contexto. (Vía tálamo-córtico-amigdalar; más habitual)
Una parte de la información menos elaborada accede más rápido a la amígdala permitiéndole
activar una reacción apropiada. (Vía tálamo-amígdala; más corta). Los datos acumulados hasta
el momento muestran la importancia de la corteza orbitofrontal, situada justo detrás de los
ojos, en la parte inferior del lóbulo frontal.

La Corteza Orbitofrontal es la compuerta de la información emocional, proveniente de la


amígdala, hacia la memoria de trabajo y crucial para el razonamiento, la toma de decisiones y
el comportamiento social adaptativo.

Cuando este frágil pliegue de células resulta dañado el resultado es siempre el mismo:
dificultades en la toma de decisiones.

Además, la corteza prefrontal no es sólo una estructura que acumula información, también es
una especie de director de orquesta que dirige a los músicos y es capaz de adoptar decisiones
de acuerdo con criterios lógicos

TERCERA CUESTIÓN

Veamos el puzle psicológico denominado «problema de la vela». Damos a un individuo unas


cerillas, unas velas y una caja de cartón que contiene unas cuantas chinchetas.
Se le dice que sujete una vela a un tablero de corcho de tal modo que pueda arder como es
debido.

Al principio, la mayoría de las personas intentan dos estrategias corrientes, de las cuales no
funciona ninguna. La primera consiste en clavar la vela directamente en el tablero pinchándola
sesgadamente: la cera se rompe. La segunda consiste en derretir la parte inferior de la vela e
intentar pegarla al tablero: la cera no se pega, y la vela cae al suelo. Menos del 20 % de los
participantes dan con la solución correcta. Las primeras áreas cerebrales activadas durante el
proceso de solución de este problema son las implicadas en el control ejecutivo: la corteza
prefrontal y la corteza cingulada anterior.

¿Cómo se las arregla el cerebro, dirigido por la corteza prefrontal, para encontrar soluciones
creativas al «problema de la vela»? La observación del cerebro muestra que las primeras áreas
cerebrales activadas durante el proceso de solución de este problema son las implicadas en el
control ejecutivo: la corteza prefrontal y la corteza cingulada anterior.
Las personas con lesiones en el lóbulo frontal no saben resolver puzles como éste. Aunque
entienden las reglas del juego, son totalmente incapaces de pensar creativamente, de pensar
de manera abstracta en los impedimentos.
En lugar de probar distintas opciones, siguen intentando clavar la vela en el tablero de corcho,
insistiendo obstinadamente en esta estrategia hasta que ya no les quedan velas. En
consecuencia, la CPF está especialmente concebida para idear, en estas situaciones,
respuestas creativas, generar esa súbita percepción que permite a una persona tomar la
decisión correcta

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CUARTA CUESTIÓN

¿Por qué el exceso de análisis racional puede conducir a decisiones disfuncionales?

1. A veces se adoptan decisiones erróneas. Pero aunque pueda parecer que se debe a un
exceso de emoción, en realidad, muchos fracasos se deben a un error mental concreto: pensar
demasiado.

2. En ocasiones, en las que para asegurar una decisión hacemos una búsqueda exhaustiva de
información, existen muchas probabilidades de errar por un exceso de análisis.
A mediados de la década de 1980, una revista de consumo decidió realizar una prueba de
sabor de mermelada de fresa.
Los expertos degustaron 45 mermeladas distintas, puntuando 16 características diferentes,
como el dulzor, el carácter afrutado, la textura y la facilidad para extenderla.

Unos años después, el psicólogo Timothy Wilson decidió repetir esta prueba de sabor con sus
alumnos. ¿Tendrían las mismas preferencias que los expertos? ¿Estarían todos
de acuerdo en qué mermeladas sabían mejor?

El experimento de Wilson era simple: cogió las mermeladas de los puestos 1º, 11º, 24°,
32° y 44º y pidió a los estudiantes que las clasificasen.
Resultado: La ordenación por preferencias de los universitarios se correspondían con las de los
expertos. El cerebro de los inexpertos fue capaz de reconocer automáticamente los productos
que procuran más placer. Pero Wilson repitió este experimento con otro grupo de estudiantes.

3. Experimentos como este sugieren que, en muchas circunstancias, podemos tomar mejores
decisiones sabiendo menos sobre los temas en los que tomamos decisiones.
Si la mente fuera un órgano omnipotente, un superordenador sin limitaciones, el análisis
racional sería siempre la estrategia ideal para tomar decisiones. La información sería algo
valiosísimo. Los procesamientos conscientes resultan caros: requieren no solo mucho tiempo
sino mucha memoria. En cambio, los procesos inconscientes son rápidos y se rigen por
normas.

4. Que un exceso de información sea un peligro en las decisiones parece un contrasentido.


Cuando tomamos decisiones, casi siempre damos por supuesto que cuanta más información,
mejor. Sin embargo, la corteza prefrontal solo puede manejar una cantidad determinada
de información en un momento dado. Si una persona le proporciona demasiados hechos y
luego le pide que tome una decisión basada en los que son importantes, es muy probable que
esté colapsando el sistema.

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QUINTA CUESTIÓN

¿Es posible procesar información sin ser conscientes de ello?

1. Las limitaciones de nuestro procesador cognitivo son una seria desventaja en tareas que
requieren trabajar simultáneamente con muchas informaciones.
Sin embargo, estas limitaciones afectan mucho más a los dispositivos que trabajan con
Conocimiento consciente.

2. Una experiencia obvia de la vida cotidiana es que las personas toman muchas decisiones sin
hacer un uso explícito de toda la información relevante disponible en el ambiente y en su
memoria.

3. Todo ello ha llevado a la investigación a explorar los procesos no controlados y no


conscientes que intervienen en las decisiones. Para mucha gente, el inconsciente se asocia a
Freud y al aspecto más irracional del individuo.
El término inconsciente se aplica porque hoy sabemos que hay procesos que pasan
desapercibidos a la conciencia y no porque sean innombrables sino porque forman parte del
propio diseño del cerebro.

4. De hecho, muchos procesos superiores relativos a la percepción, la memoria, la atención, el


aprendizaje y las decisiones lo llevan a cabo estructuras encefálicas que quedan fuera del
alcance de la conciencia. Este nuevo inconsciente difiere del inconsciente freudiano en dos
aspectos:

a. Es inconsciente por la arquitectura de la mente más que por la represión. Simplemente,


algunos territorios de la mente son inaccesibles a la conciencia.
b. Es inconsciente porque la mente opera eficientemente relegando al inconsciente procesos
normales de percepción, atención, aprendizaje y juicios.

El resultado de muchas investigaciones recientes ha llevado a plantear la existencia de dos


formas de procesamiento: automático y controlado.

SEXTA CUESTIÓN

¿Es posible que las explicaciones de nuestras conductas procedan de fabulaciones elaboradas
después de haberlas realizado?

1. La tendencia del cerebro a elaborar narraciones coherentes con la conducta es difícil de


estudiar en el cerebro normal. A menudo se manifiesta con mayor claridad en los casos en que
el cerebro ha sufrido cierto tipo de lesiones.
Por ejemplo, cuando se le pregunta a un hombre hospitalizado que padece una amnesia
anterógrada (incapacidad de formar recuerdos nuevos) severa qué hace en el hospital, el
paciente construye una narración a partir de retazos de recuerdos anteriores y los junta hasta
formar un relato coherente y detallado.

2. Otro grupo de pacientes con los que se ha estudiado esta tendencia a fabular es el de
quienes tienen el cerebro hendido.
Cuerpo Calloso: Una enorme banda de fibras (axones mielinizados) transportan información
entre los dos hemisferios cerebrales

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En un experimento famoso, Gazzaniga presentó al hemisferio izquierdo la imagen de una pata


de pollo y al hemisferio derecho un paisaje con nieve. Después de ver estás imágenes, los
participantes tenían que elegir otra imagen que tuviera alguna relación con lo que acababan
de ver.

3. La visión humana es contralateral:


La respuesta correcta dependía por supuesto del hemisferio del que se tratase.
Como la pata de pollo se proyectó sobre el HI si se pedía a la mano derecha que hiciera la
elección, ésta seleccionaba la respuesta correcta: la gallina. Y si se pedía a la mano izquierda
que hiciera la elección, ésta seleccionaba la respuesta "la pala"
La respuesta la tuvo que elaborar su hemisferio
izquierdo, que es el que se encarga del lenguaje. Pero,
como el HI no tenía acceso a toda la información
necesaria para dar una explicación, se inventó una
explicación:
La respuesta la tuvo que elaborar su hemisferio
izquierdo, que es el que se encarga del lenguaje. Pero,
como el HI no tenía acceso a toda la información
necesaria para dar una explicación, se inventó una
explicación: "Muy fácil. La pata de pollo corresponde a
la gallina y necesito una pala para
limpiar el gallinero"

4. Todas las investigaciones en esta línea han


concluido que los procesos neuronales responsables
de la búsqueda de patrones en los acontecimientos están alojados en el hemisferio izquierdo.
Es el hemisferio izquierdo el responsable de la tendencia humana de buscar el orden en el
caos, el que intenta encajar todo en un relato y contextualizarlo. Parece que se ve impulsado
a conjeturar la estructura del mundo, aunque sea evidente que no existe ningún patrón de
regularidad.

5. Esta tendencia a fabular raramente está bajo nuestro control: es en gran medida parte de
nuestro diseño cognitivo básico, de manera que luchar contra él supone luchar contra uno
mismo. Incluso desde una perspectiva anatómica, a nuestro cerebro le resulta imposible ver
nada en estado puro sin alguna forma de interpretación. Hasta es posible que no siempre
seamos conscientes de ello.

En consecuencia, mientras el hemisferio derecho vive una vida literal y recuerda los artículos
exactos de una lista de objetos, la tendencia fabuladora del hemisferio izquierdo está activa
todo el día captando lo esencial de las situaciones y explicándolo todo.

6. ¿Qué ventajas psicológicas proporciona la tendencia a fabular?


Fabular, básicamente contribuye a reducir la dimensión de las cosas para hacerlas más
manejables cognitivamente, resume los acontecimientos y les impone más orden. De aquí que
la misma condición que nos hace simplificar nos empuja a pensar que el mundo es menos
aleatorio de lo que realmente es.
Fabular aporta una dimensión cronológica que conduce a la percepción del flujo del tiempo. La
causalidad hace que el tiempo avance en un único sentido. La memoria y la flecha del tiempo
se mezclan de modo que tendemos a recordar con mayor facilidad aquellos hechos del pasado
que encajan en una narración, mientras olvidamos otros que no parece que desempeñen un
papel causal en esa narración.

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SÉPTIMA CUESTIÓN

La primera tendencia importante que subyace a la ilusión de causa es interpretar patrones


azarosos como predicciones de acontecimientos futuros.

Podemos reconocer a un amigo que camina por la calle exclusivamente a partir de su patrón
de movimiento, de identificar la regularidad en su marcha. Simplemente escogiendo patrones
de movimiento y gestos a partir de breves vídeos mudos.
Todos nosotros aplicamos una estrategia de detección de patrones sin saber que la estamos
haciendo.
"Seguramente ha habido alguna mano sobrenatural en la recuperación tan rápida de mi perra.
Lo veo en las nubes”

Los patrones sirven para buscar una explicación que justifique algo que esta ocurriendo

La percepción de patrones es central en todos los individuos, y la habilidad en muchas


profesiones se basa casi por entero en la capacidad de reconocer rápidamente una amplia
variedad de patrones importantes. Los profesionales de la Salud buscan combinaciones de
síntomas que forman un patrón, lo que les permite inferir una causa subyacente, hacer un
diagnóstico, seleccionar un tratamiento y predecir resultados.
No podemos evitar ver patrones en el mundo y hacer predicciones a partir de los mismos.

Esta habilidad para la detección de patrones es muy provechosa, ya que nos permite extraer
conclusiones en segundos en lugar de minutos u horas si tuviéramos que basarnos en arduos
cálculos lógicos. Es también un territorio que atribuimos a la intuición.
Desafortunadamente, también pueden llevarnos por mal camino al contribuir a cierta clase de
ilusiones. A veces, creemos ver patrones donde no los hay, y donde si existen los percibimos
mal.

¿Cree usted que las noches de luna llena nacen más bebés?
Cuando creemos en esto, vamos a buscar todas las razones que podamos para confirmar esa
hipótesis y esa tendencia de encontrar patrones lleva a errores. Más allá de que existan o no,
cuando percibimos que así es, de inmediato inferimos que resultan de una relación causal.

Una vez que la creencia se activa, se llena de contenidos (argumentos) que


la justifican y defienden. "Dado que la luna afecta a las mareas del océano,
su poder debe afectar al cuerpo humano también"

"El hecho de que el cuerpo humano sea principalmente agua contribuye en


gran medida a la noción de que la luna debe tener un poderoso efecto sobre
el cuerpo humano y por lo tanto, un efecto sobre el comportamiento".

Como se ve, el número de nacimientos diarios es muy parecido,


independientemente del día del ciclo que se trate. Si hubiese más
nacimientos cerca de la Luna Llena, veríamos un número mayor de nacimientos diarios en los
días próximos al día 14. Lo mismo se podría aplicar a un posible efecto en cualquier otro día o
periodo del ciclo. El ANOVA mostró que no existe ninguna diferencia significativa en el número
de nacimientos por día a lo largo de los distintos días del ciclo lunar (p=0.858)

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En muchos casos la detección ilusoria de un patrón causal se debe a que las personas solo
atienden a la concurrencia de los dos hechos y no a la ausencia de uno de ellos o de los dos.
Es decir, ¿se tienen en cuenta también los bebes que nacen cuando no hay luna llena? O solo
nos fijamos en lo que nos interesa para confirmar nuestras creencias

No se puede llegar a conclusión alguna sobre la asociación entre dos hechos (A y B) a menos
que se tengan en cuenta las cuatro cifras que representan las frecuencias de presencia y
ausencia.

La segunda tendencia importante que subyace a la ilusión de causa es que cuando dos
acontecimientos ocurren juntos, tendemos a inferir que uno debe de ser la causa del otro.

LA HIPÓTESIS DE LA VACUNA
El autismo es una enfermedad del desarrollo muy difundida que en la actualidad afecta a
casi uno de cada 150 niños. Los casos han aumentado durante la última década, con
frecuencia, el autismo se diagnostica cuando los niños, en pleno desarrollo, empiezan a jugar
de manera interactiva. Muchos padres comienzan a advertir que algo no anda bien con sus
hijos cuando estos tienen alrededor de 2 años.

Estos síntomas tienden a ser más notorios para los padres poco tiempo después de que sus
hijos reciban la vacuna triple. En otras palabras. los síntomas más claros de autismo se ven mas
claros después de las vacunas. Los padres que no habían visto síntomas antes de las vacunas a
sus hijos y los notaron después, generaron un patrón con una narración causal.

Por supuesto, el incremento en las tasas de diagnostico de autismo también coincidió con el
crecimiento de la piratería informática, pero nadie afirma que el autismo cause la piratería (o
viceversa). La asociación debe tener un vinculo causal plausible, una conexión que, en lo
superficial de manera intuitiva, tenga sentido

Además, las anécdotas son más persuasivas que las estadísticas porque sacan provecho del
poder de la narración. Es la lógica de «tengo un amigo que los casos individuales permanecen
en nuestra mente; las estadísticas y promedios, no. Y tiene sentido que las anécdotas nos
resulten conmovedoras. Nuestro cerebro evolucionó bajo condiciones en las cuales la única
evidencia de que disponíamos era lo que experimentábamos nosotros mismos y lo que
escuchábamos de otros. Nuestros ancestros carecían de acceso a grandes conjuntos de
información. Por necesidad, aprendimos a partir de ejemplos específicos, no de datos
compilados de muchas personas a lo largo de un amplio espectro de situaciones.

La historia que una madre cuenta acerca del deterioro de su hijo después de recibir la vacuna
triple y su creencia explícita de que esta le causó autismo es conmovedora, memorable y difícil
de desechar de nuestros pensamientos.
Aun frente a la contundente evidencia científica y a las estadísticas reunidas a partir del
estudio de cientos de miles de personas, ese caso único y personalizado ejerce una influencia
indebida sobre nosotros. Los padres saben lo que han experimentado, pero en general no
conocen la ciencia de esa misma manera.

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La tercera tendencia importante que sostiene la ilusión de causa proviene de la forma en que
interpretamos las narraciones. En las cronologías o meras secuencias de acontecimientos,
suponemos que los anteriores provocaron los posteriores.

La percepción ilusoria de causas a partir de correlación está estrechamente ligada al recurso de


las historias. Cuando nos enteramos de que los adolescentes pasan mucho tiempo jugando a
videojuegos violentos y después escuchamos que esos mismos adolescentes han sido
violentos, percibimos un vínculo causal.

Cuando una narración es plausible, las personas aceptan la causa falsa como algo natural y no
se molestan en pensar en otras. Hay un peligro inherente a convertir la cronología en
causalidad. Debido a que percibimos secuencias de acontecimientos, en la que uno lleva al
siguiente, es difícil ver que siempre hay muchas razones o causas interrelacionadas para un
único resultado. La naturaleza secuencial del tiempo lleva a las personas a considerar el efecto
de sus expectativas en el futuro.

La cuarta tendencia importante que sostiene la ilusión de causa proviene de la creencia en


pensamientos mágicos.

En general, las personas buscan darle sentido e imponer un orden a un mundo lleno de
incertidumbre buscando alcanzar un sentimiento de poder y control. Esta búsqueda de
estructura puede a veces llevarnos a engañarnos a nosotros mismos viendo y creyendo cosas
que simplemente no existen.
Una forma de este pensamiento mágico es la ley del contagio. Cuando dos objetos se tocan, se
transmiten propiedades entre sí y los efectos pueden durar más allá de la finalización de dicho
contacto.

Otra forma es la ley de la similitud


Las cosas que se parecen entre sí comparten propiedades básicas. Una derivación de este
principio es la tendencia a considerar que hay semejanza entre la causa y el efecto.
- De tal palo, tal astilla
- Lo que se come, se cría
- A grandes males, grandes remedios

Una tercera forma asume que los pensamientos pueden influir en el mundo físico de una
forma no regida por las leyes de la física

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

1. DECISIONES CONSCIENTES E INCONSCIENTES

En un reciente experimento, un equipo de psicólogos de la Universidad de Yale alteró la


opinión que un grupo de personas tenía sobre un extraño, dándoles simplemente una taza de
café. Los participantes, estudiantes universitarios, no tenían idea de que sus actitudes sociales
estaban siendo manipuladas deliberadamente. Camino del laboratorio, cada uno de ellos se
cruzó con un asistente que sostenía libros, unos sujetapapeles, hojas y una taza de café
caliente o helado, y que les pidió que lo ayudaran con la taza. Eso fue todo. Cuando poco
después se pidió a esos estudiantes que dieran su parecer acerca de una persona hipotética:
los estudiantes que sostuvieron una taza de café helado hicieron una valoración mucho más
fría, menos sociable y más egoísta que el de los que habían sostenido una taza de café
caliente.

Descubrimientos como éste, por más improbables que parezcan, han proliferado en la
investigación psicológica en los últimos años. Los nuevos estudios han revelado que las
personas arreglan más su aspecto cuando perciben un leve olor a líquido de limpieza; que se
vuelven más competitivas si hay un maletín de mano a la vista o que son más propensas a
cooperar si oyen palabras como "apoyo" o "confiable o responsable". Y todo sin tener
conciencia del cambio ni de qué lo causó.

Los psicólogos afirman que "preparar" (priming) a la gente de esa manera demuestra cómo las
imágenes, los olores y los sonidos cotidianos pueden selectivamente activar objetivos o
motivos que las personas ya tienen. Así, los nuevos estudios revelan un cerebro inconsciente
mucho más activo e independiente, y con propósitos firmes, de lo que se sabía hasta ahora.
Objetivos como comer, formar pareja o tomar un vaso de leche helada funcionan como
softwares neuronales que sólo pueden ser desarrollados de a uno por vez, mientras que el
inconsciente es perfectamente capaz de ejecutar el software que elija.

La mutua concesión entre esas elecciones inconscientes y nuestros objetivos conscientes,


racionales, pueden ayudar a explicar algunas de las realidades más misteriosas del
comportamiento, por ejemplo, cómo podemos ser generosos en cierto momento y mezquinos
inmediatamente después, o actuar groseramente en una cena cuando estamos convencidos de
que irradiamos encanto.

Los sistemas inconscientes que guían el comportamiento están permanentemente aportando


sugerencias durante el día sobre lo que haremos inmediatamente después, y el cerebro
considera y a menudo actúa sobre la base de ellos, anteponiéndose al estado consciente".

En un experimento de 2004, un equipo de psicólogos dirigidos por Aaron Kay, que en ese
momento trabajaba en la Universidad de Stanford, California, hizo que un grupo de
estudiantes participara en un juego individual de inversiones contra otro participante que no
estaba a la vista. La mitad de los estudiantes jugó sentado en una mesa larga, en cuyo extremo
había un maletín de mano y una cartera de cuero negra. Estos estudiantes fueron mucho más
mezquinos con su dinero que los otros, que jugaban en una sala idéntica, pero con una
mochila sobre la mesa.

El cerebro parece utilizar los mismos circuitos neurales para ejecutar tanto un acto
inconsciente como uno consciente.

En un estudio publicado en Science, un equipo de neurocientíficos ingleses y franceses estudió


por imágenes el cerebro de 18 hombres y mujeres que participaban en un juego de

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computación por dinero. Los "jugadores" sostenían una palanca de control y se les dijo que,
cuanto más la apretaran cuando una imagen de dinero aparecía súbitamente en la pantalla,
más dinero obtendrían. Como era de esperar, los jugadores apretaron más fuerte la palanca
cuando aparecía la imagen de un peso que cuando lo hacía la imagen de un centavo, sin
importar si lo percibían conscientemente.

Pero los circuitos cerebrales activados en todos los participantes fueron similares: el área
llamada el globo pálido (uno de los tres núcleos que forman los núcleos basales) permanecía
activa cada vez que los participantes respondían. Esto sugiere la existencia de un proceso de
toma de decisiones "de abajo hacia arriba", en el que el globo pálido forma parte de un
circuito que primero pondera la recompensa y decide, y luego interactúa con las regiones
conscientes de mayor nivel, si es que lo hace. La ciencia ha dedicado años a tratar de
identificar las precisas regiones neurales que sustentan el estado consciente, hasta ahora en
vano. Pero casi no hay dudas de que incluye la corteza prefrontal. "A veces, los efectos no
conscientes pueden superar en magnitud a los conscientes -explicó el doctor Mark Schaller,
profesor de psicología de la Universidad de la Columbia Británica, en Vancouver- porque no
podemos moderar ciertas cosas a las que no tenemos acceso de manera consciente, y el
objetivo permanece activo.

Las nuevas investigaciones confirman que no estamos solos en nuestro estado consciente.
Tenemos compañía, un socio invisible con intensas reacciones sobre la realidad que no
siempre coinciden con las nuestras, pero cuyos instintos tienden tanto a ayudar y ser atentos
con los demás como a desorganizar.

Ap Dijksterhuis, ha comenzado recientemente a aportar datos experimentales sistemáticos en


torno al pensamiento inconsciente. En la mayoría de sus investigaciones trabajan con
situaciones en las que se valoran diferentes alternativas, cada una con sus ventajas e
inconvenientes, y posteriormente hacen una elección. Según Dijksterhuis, en estas situaciones,
las personas operan tanto mediante pensamiento consciente como inconsciente. La eficacia de
cada una de estas dos formas de pensamiento depende de la adecuación de sus propiedades a
las circunstancias de la tarea. Según su concepción, el pensamiento consciente: 1) tiende a ser
analítico y convergente; 2) tiende a operar con reglas y, en ese sentido, es preciso, pero 3)
sufre las limitaciones características de la baja capacidad de la conciencia, por lo que "cuando
se ve desbordado" tiende a inflar el peso de algunos atributos, en detrimento del resto y, por
ello, a deteriorarse con la complejidad. Por su parte, el pensamiento inconsciente: 1) tiende a
ser más asociativo y divergente; 2) tiende a generar elecciones de calidad inferior, debido a su
modo de operar más abierto y desregulado, pero 3) apenas se deteriora con la complejidad,
por cuanto no sufre las limitaciones de capacidad características del pensamiento consciente.
De ahí que en situaciones complejas, en las que hay que manejar mucha información, las
elecciones realizadas mediante pensamiento inconsciente pueden resultar incluso más
eficaces que las mediadas por deliberaciones conscientes (véase la Figura).

Para someter a prueba la hipótesis sobre la eficacia relativa de los dos modos de pensamiento,
en función de la complejidad de la tarea (operativizada en términos de la cantidad de
información implicada), en uno de los experimentos presentaron a los participantes una serie
de atributos positivos y negativos sobre cuatro marcas ficticias de coches. En una condición,
manejaron cuatro atributos por marca (poca información) y en otra, doce atributos por marca
(mucha información). Los atributos podían ser positivos o negativos, de modo que mientras
una marca aparecía caracterizada con el 75% de atributos positivos y el 25% negativos, otra

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aparecía con el 25% positivos y el 75% negativos. Las otras dos marcas tenían un 50% de
características positivas y otro 50% negativas.

Una vez vistos todos los atributos, los participantes en la condición de pensamiento consciente
disponían de cuatro minutos para ponderarlos y evaluar comparativamente las cuatro marcas.
En la condición de pensamiento inconsciente los participantes tenían que llevar a cabo durante
esos cuatro minutos una tarea distractora, que les impedía elaborar y ponderar de manera
deliberada la información relativa a las marcas. A continuación todos debían señalar qué
marca consideraban mejor.

Pues bien, cuando trabajaron con poca información hubo más participantes en la condición de
pensamiento consciente que eligieron correctamente (i.e., eligieron la marca de 75% de
atributos positivos) frente a los de la condición de pensamiento inconsciente. En cambio,
cuando trabajaron con mucha información hubo más participantes en la condición de
pensamiento inconsciente que eligieron correctamente frente a los de la condición de
pensamiento consciente

2. DEFICIENCIAS DE LOS PREFRONTALES

La corteza prefrontal que da lugar al pensamiento consciente puede entorpecer la toma de


decisiones acertadas. Veamos, por ejemplo, este ingenioso experimento.

Baba Shiv, neuroeconomista de Stanford, dio a un grupo de personas Sobe Adrenaline Rush,
una bebida energética que, en principio, las haría sentirse más activas y atentas. (La bebida era
un fuerte brebaje de azúcar y cafeína que, según prometía la botella, proporcionaría una
“funcionalidad superior”. Unos participantes pagaron todo el precio por la bebida, mientras
que otros gozaron de un descuento. Tras tomarse el producto, los individuos tuvieron que
resolver una serie de crucigramas. Shiv advirtió que quienes habían pagado menos resolvían
sistemáticamente un 30 % menos de crucigramas que quienes habían pagado el precio
completo. Los individuos estaban convencidos de que la bebida rebajada de precio era mucho
menos eficaz, pese a que eran todas idénticas. «Repetimos el estudio una y otra vez, pues no
estábamos seguros de si aquello había pasado por casualidad, o de chiripa -dice Shiv-.Pero
siempre obtuvimos los mismos resultados.»

¿Por qué la bebida energética más barata demostró ser menos eficaz? Según Shiv, por lo
común los consumidores padecen una versión del efecto placebo. Como esperan que los
artículos más baratos sean menos efectivos, éstos en general son menos efectivos, aunque
sean idénticos a los más caros. Por eso la aspirina de marca registrada funciona mejor que la
aspirina genérica, o la Coca-Cola sabe mejor que las colas más baratas, aun cuando la mayoría
de los consumidores no perciben la diferencia en pruebas de sabor a ciegas. “Tenemos sobre
el mundo esas creencias generales (por ejemplo, que los productos baratos son de menor
calidad), que se traducen en expectativas concretas con respecto a productos concretos
explica Shiv. Así pues, una vez que estas expectativas se activan, empiezan a causar un impacto
real en la conducta”. El cerebro racional distorsiona el sentido de la realidad, por lo que se
pierde capacidad para evaluar las alternativas como es debido. En vez de escuchar las
opiniones fiables generadas por el cerebro emocional, hacemos caso de nuestras suposiciones
falsas.

Hace poco, unos investigadores de Caltech y Stanford han desvelado este extraño proceso. Su
experimento estaba organizado como una cata de vinos: veinte personas probaban cinco
cabernet sauvignon cuyo elemento distintivo era sólo su precio de venta al público, que

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oscilaba entre cinco y noventa dólares la botella. Aunque se dijo a los participantes que los
cinco vinos eran distintos, los científicos no decían la verdad: había sólo tres que diferían, es
decir, reaparecían a menudo los mismos, pero con diferentes precios en la etiqueta. Por
ejemplo, el primer vino ofrecido en la cata -una botella de un cabernet barato de California-
llevaba en un caso una etiqueta que ponía cinco dólares (su verdadero precio de venta) y en
otro una que ponía cuarenta y cinco, un margen de beneficio del 900 %. Cada individuo tomó
todos los vinos dentro de una máquina de resonancia magnética funcional.

Como es lógico, los participantes manifestaban de forma sistemática que los vinos más caros
sabían mejor. Preferían la botella de noventa dólares a la de diez y pensaban que el cabernet
de cuarenta y cinco dólares era muy superior al vinacho de cinco. Al llevar a cabo la cata en
una máquina de resonancia magnética funcional -el vino se tomaba mediante una red de tubos
de plástico-,los científicos vieron cómo respondía el cerebro de los dividuos a los diferentes
vinos. Aunque durante el experimento se activaban diversas regiones cerebrales, sólo una
parecía reaccionar ante el precio del vino, más que ante el vino propiamente dicho: la corteza
prefrontal. Por lo general, los vinos más caros hacían que ciertas partes de la corteza
prefrontal se excitaran más. A juicio de los científicos, la actividad de esta región cerebral
cambiaba las preferencias de los catadores, de modo que el cabernet de noventa dólares
parecía saber mejor que el de cuarenta y cinco, aunque en realidad se trataba del mismo vino.

Las preferencias vinícolas de los participantes eran claramente absurdas, desde luego. En vez
de obrar como agentes racionales -conseguir la máxima utilidad por el menor precio posible-,
preferían gastar más dinero en un producto idéntico. Cuando los científicos repitieron el
experimento con miembros del club vinícola de la Universidad de Stanford, obtuvieron los
mismos resultados. En una cata a ciegas, los precios inventados también engañaron a esos
semiexpertos. «No nos damos cuenta de lo fuertes que son nuestras expectativas -dice
Antonio Rangel, el neuroeconomista de Caltech que dirigió el estudio-. Pueden realmente
modular todos los aspectos de nuestra experiencia. Y si nuestras expectativas se apoyan en
suposiciones falsas -como la de que los vinos más caros saben mejor-, pueden inducir a error.»
Estos experimentos sugieren que, en muchas circunstancias, podemos tomar mejores
decisiones sabiendo menos sobre los productos que compramos. Al entrar en una tienda,
estamos asediados por la información. Incluso compras en apariencia simples pueden
convertirse enseguida en un atolladero cognitivo. Veamos el pasillo de las mermeladas. Un
vistazo a los estantes puede inspirar una larguísima lista de preguntas. ¿Hemos de comprar la
mermelada de fresa de textura fina o la que lleva menos azúcar? ¿Sabe mejor la mermelada de
fresa más cara? Y ¿qué hay de la orgánica? (En un supermercado típico hay muchas variedades
de mermelada). Los modelos racionales de toma de decisiones dan a entender que para
encontrar el mejor producto hay que tener en cuenta toda la información y analizar
detenidamente las distintas marcas expuestas. En otras palabras, una persona ha de elegir una
mermelada con su corteza prefrontal. Sin embargo, este método puede fallar. Si en el
supermercado dedicamos mucho tiempo a pensar, podemos engañarnos a nosotros mismos y
escoger las cosas equivocadas por razones equivocadas. Por eso los mejores críticos, desde
Consumer Reports a Robert Parker, insisten siempre en las comparaciones a ciegas. Quieren
evitar los pensamientos engañosos que alteran las decisiones. La corteza prefrontal no es muy
hábil a la hora de elegir mermeladas, bebidas energéticas o botellas de vino. Esta clase de
decisiones son como el swing de golf: se toman mejor con el cerebro emocional, que emite su
veredicto de manera automática.

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Este enfoque «irracional» de las compras puede permitirnos ahorrar un montón de dinero.
Después de que Rangel y sus colegas concluyeran su experimento con neuroimágenes,
pidieron a los participantes que volvieran a probar cinco vinos distintos, si bien esta vez no les
dieron ninguna información relativa al precio. Aunque los individuos acababan de clasificar el
vino de noventa dólares como el más agradable, ahora cambiaron radicalmente sus
preferencias. Cuando la cata era verdaderamente a ciegas, cuando la corteza prefrontal ya no
influía en los individuos, la puntuación más alta era para el vino más barato. No era para tirar
cohetes, pero sí el que sabía mejor.

3. EL PAPEL DE LA CORTEZA PREFRONTAL EN LAS DECISIONES


Del caso de Mary Jackson al experimento de las gominolas
La corteza prefrontal es la capa más externa de los lóbulos frontales. Apretada contra los
huesos de la frente, la corteza prefrontal ha experimentado una expansión espectacular en el
cerebro humano. Si comparamos una corteza humana actual con la de cualquier otro primate,
o incluso con la de algunos de nuestros antepasados homínidos, la diferencia anatómica más
clara es esa hinchazón en la parte delantera. El hombre de Neanderthal, por ejemplo, tenía un
cerebro ligeramente mayor que el del Homo sapiens. Sin embargo, su corteza prefrontal
seguía siendo la de un chimpancé. Debido a ello, al hombre de Neanderthal le faltaba una de
las capacidades más importantes del cerebro humano: el pensamiento racional. Aunque
ciertas secciones de esta área cerebral, como la corteza orbitofrontal, están realmente
implicadas en la percepción de estados emocionales, en general se considera que los dos
tercios superiores de la corteza prefrontal -en especial la corteza prefrontal dorsolateral,
(CPFDL)- son el centro racional del cerebro. Cuando hacemos números, utilizamos la lógica o
nos basamos en el análisis reflexivo, estamos utilizando la CPFDL.

No siempre la corteza prefrontal gozó de tan alta estima. Cuando en el siglo XIX los científicos
empezaron a examinar detenidamente el cerebro, llegaron a la conclusión de que los lóbulos
frontales no servían para nada; eran pliegues de carne inútiles. A diferencia de otras áreas
corticales, que eran responsables de tareas específicas como controlar el cuerpo o generar el
lenguaje, daba la impresión de que la corteza prefrontal no hacía nada. Era el apéndice de la
mente. En la década de 1920, los médicos comenzaron a practicar lobotomías del lóbulo
frontal, una cirugía cruel en la que se cortaban las conexiones de la corteza prefrontal con el
resto del cerebro. Se recomendaba este tratamiento quirúrgico en una gran variedad de
afecciones, desde la epilepsia hasta la esquizofrenia. Como por lo visto los lóbulos frontales no
tenían una función concreta, los médicos pensaron que así podían averiguar qué pasaba si se
desconectaban del resto del cerebro. El procedimiento alcanzó pronto una gran popularidad.
Entre 1939 y 1951, se llevó a cabo la «cura del corte» en más de dieciocho mil pacientes de
asilos y prisiones de Estados Unidos. En 1949, el fisiólogo Walter Hess y el neurólogo Antonio
Egas Moniz recibieron el premio Nobel de Medicina por promover y aplicar el procedimiento.

En las últimas décadas, sin embargo, diversos neurólogos han estudiado con gran precisión
esta área cerebral. Ahora saben exactamente qué sucede cuando se daña la corteza prefrontal.

Véase el caso de Mary Jackson, una joven inteligente y activa con un brillante futuro. Aunque
creció en un barrio deprimido, Mary recibió una beca para estudiar en una universidad y
esperaba poder abrir algún día una clínica en su viejo barrio. Su novio Tom estudiaba en una
universidad cercana, y planeaban casarse en cuanto Mary terminara sus estudios en la
Facultad de Medicina.

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Pero en el verano posterior a su segundo curso, la vida de Mary empezó a desmoronarse. Tom
fue el primero en darse cuenta. Mary nunca había bebido alcohol -sus padres eran baptistas
estrictos-, pero de repente empezó a frecuentar bares y discotecas. Comenzó a acostarse con
cualquiera y probó el crack. Renegó de sus viejos amigos, dejó de ir a la iglesia y rompió con
Tom. Nadie entendía qué le pasaba. Empezó a sacar malas notas y dejó de ir a clase. A finales
de aquella primavera, Mary empezó a tener fiebre alta y una tos perruna. Al principio, supuso
que sólo era el efecto secundario de tanta fiesta, pero la enfermedad no desaparecía. Acudió
al centro médico y le diagnosticaron neumonía. Pero incluso después de seguir un tratamiento
de antibióticos intravenosos y oxígeno, la fiebre no remitía. Por lo visto, al sistema inmunitario
de Mary le pasaba algo. Los médicos pidieron más análisis de sangre. Fue entonces cuando
Mary se enteró de que era seropositiva.

Se vino inmediatamente abajo y le dijo al médico que no entendía su propia conducta. Hasta el
verano anterior, jamás había tenido ganas de tomar drogas, de acostarse con cualquiera o de
hacer novillos. Estaba muy centrada en sus objetivos a largo plazo de ir a la Facultad de
Medicina y formar una familia con Tom. Pero ahora era incapaz de controlar sus impulsos. No
podía resistir las tentaciones. Tomaba una decisión imprudente tras otra. El médico la derivó al
doctor Heilman, distinguido neurólogo quien empezó haciéndole a Mary unos test psicológicos
sencillos. En uno le pidió que recordara unos cuantos objetos diferentes, y luego la distrajo
durante treinta segundos haciéndole contar hacia atrás. Cuando Heilman le preguntó si
todavía recordaba los objetos, ella lo miró desconcertada. Su memoria de trabajo había
desaparecido. Entonces él intentó darle un test de memoria distinto, y ella se puso hecha una
furia.

Todos esos síntomas neurológicos -la menor capacidad de memoria, la impulsividad


autodestructiva, la furia incontrolable- daban a entender que Mary tenía un problema en la
corteza prefrontal. Heilman pidió una resonancia magnética. Entonces vio el tumor: una gran
masa que surgía de la hipófisis y presionaba la corteza prefrontal. Ahí estaba la causa del
deterioro. Ese bulto le había causado una disfunción ejecutiva, una incapacidad para mantener
un conjunto coherente de objetivos y prever las consecuencias de sus actos. Debido a ello,
Mary era incapaz de actuar sobre la base de ninguna idea salvo las más inmediatas. El tumor
había eliminado algunos rasgos necesarios de la mente humana: la capacidad de prever, hacer
planes de futuro y contener los impulsos. «Vemos esto en numerosos pacientes con problemas
en el lóbulo frontal -dice Heilman-. No pueden contener las emociones. Si se enfadan, se
ponen a pelear. Aunque sepan que pelearse es una mala idea (el conocimiento cognitivo
puede seguir ahí), saber esto es menos importante que la intensidad de lo que están
sintiendo.»

Heilman cree que, en el caso de Mary, la corteza prefrontal dañada significaba que su cerebro
racional ya no podía modular ni refrenar sus pasiones irracionales.

La trágica historia de Mary Jackson aclara la importancia de la corteza prefrontal. Como le


faltaba esta región cerebral concreta-estaba afectada por el tumor-, no era capaz de pensar de
forma abstracta ni de oponer resistencia a sus deseos más apremiantes. Le resultaba imposible
guardar información en la memoria a corto plazo o cumplir con sus planes a largo plazo.

Casos clínicos como el de Mary Jackson han permitido saber que la corteza prefrontal nos
permite a cada uno meditar sobre nuestra mente, una habilidad que los psicólogos denominan
«metacognición». Sabemos si estamos enfadados; todos los estados emocionales traen

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consigo conciencia de sí mismos, por lo que un individuo puede intentar entender por qué está
sintiendo lo que está sintiendo.

A principios de la década de 1970, Walter Mischel invitó a varios niños de 4 años a su


laboratorio de psicología de Stanford. La primera pregunta que formuló a cada uno era fácil: si
le gustaba comer gominolas. La respuesta, lógicamente, fue en todos los casos sí. A
continuación, Mischel hacía al niño una propuesta. Podía comerse una gominola enseguida o,
si estaba dispuesto a esperar unos minutos mientras iba a hacer un recado, podría comerse
dos cuando hubiera regresado. Prácticamente todos los niños decidieron esperar. Todos
querían más golosinas.

Mischel ya se disponía a abandonar la sala, pero antes le dijo al niño que, si hacía sonar un
timbre, volvería, y el niño podría comerse la gominola. No obstante, esto significaba que
perdía la posibilidad de comerse la segunda golosina.

La mayoría de los niños de 4 años no pudieron resistir la tentación dulce más de unos
minutos. Varios de ellos se taparon los ojos con las manos para no ver las gominolas. Uno se
puso a dar puntapiés a la mesa. Otro empezó a tirarse del pelo. Unos cuantos fueron capaces
de esperar unos quince minutos, pero muchos no aguantaron. Hubo algunos que se comieron
las gominolas en cuanto Mischel se fue de la sala, sin tomarse siquiera la molestia de tocar el
timbre.

Las gominolas eran una prueba de autocontrol. Los estímulos gratificantes, como un terrón de
azúcar, siempre tientan al cerebro emocional. No obstante, si el niño quería alcanzar el
objetivo -una segunda gominola-, tenía que pasar por alto temporalmente sus sentimientos,
retrasar la gratificación unos minutos. Lo que descubrió Mischel fue que, ya a los 4 años, unos
niños eran mucho mejores que otros a la hora de controlar sus emociones.

Saltamos a 1985. Los niños de 4 años son ahora estudiantes de secundaria. Mischel mandó a
sus padres una encuesta de seguimiento. Les preguntaba a los padres sobre una gran variedad
de rasgos del carácter de su hijo. Por ejemplo, si era capaz de afrontar episodios frustrantes o
si era un estudiante aplicado. Mischel también pidió sus expedientes académicos del instituto.
Y se valió de estos datos para confeccionar un minucioso perfil de personalidad de cada niño.
Los resultados de Mischel fueron sorprendentes, al menos para él. Se apreciaba una clara
correlación entre la conducta de los niños de 4 años que esperaban una gominola y la futura
conducta del niño como joven adulto. Los que hacían sonar el timbre antes de haber
transcurrido un minuto tenían muchas más probabilidades de presentar problemas
conductuales más adelante. Sacaban peores notas y era más fácil que tomaran drogas.
Pasaban apuros en situaciones estresantes y tenían mal genio. Sus expedientes eran, por
término medio, inferiores a las de los niños que habían aguardado varios minutos antes de
tocar el timbre. De hecho, en niños de 4 años, el test de las gominolas resultó ser un mejor
pronosticador de los resultados en la prueba de acceso a la Universidad que los test de
coeficiente de inteligencia (CI).

La capacidad para esperar una segunda gominola pone de manifiesto una aptitud crucial del
cerebro racional. Cuando Mischel estudió por qué algunos niños de 4 años eran capaces de
aguantarse las ganas de tocar el timbre, observó que no era porque desearan menos el
gominolas. A éstos también les encantaban las golosinas. Lo que descubrió Mischel es que los
niños pacientes utilizaban mejor la razón para controlar sus impulsos. Eran los que se tapaban
los ojos, o miraban hacia otro lado, o se las ingeniaban para centrar la atención en cualquier
otra cosa que no fuera la deliciosa golosina que había ahí delante. En vez de fijarse en el regalo

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dulce, se levantaban de la mesa y buscaban algo con lo que jugar. Resulta que las destrezas
cognitivas que permitían a esos niños burlar la tentación después también les permitía pasar
más tiempo haciendo sus deberes. En ambas situaciones, se obligaba a la corteza prefrontal a
hacer uso de su autoridad cortical e inhibir los impulsos que pudieran entorpecer la
consecución del objetivo.

La maduración de la mente humana recapitula su evolución, de modo que las primeras partes
del cerebro que evolucionan -la corteza motora y el tronco del encéfalo- son también las
primeras que maduran en los niños. Esas áreas están en pleno funcionamiento cuando los
seres humanos llegan a la pubertad. En cambio, ciertas áreas cerebrales que son inventos
biológicos relativamente recientes -como los lóbulos frontales- no dejan de crecer hasta
terminada la adolescencia. La corteza prefrontal es la última en madurar del todo.

En este proceso de desarrollo está la clave para entender la conducta de los adolescentes, que
tienen más probabilidades que los adultos de adoptar conductas arriesgadas, impulsivas. La
mitad de los casos de enfermedades de transmisión sexual se dan entre los adolescentes. Los
accidentes de coche son la causa principal de muerte en los menores de 21 años. Estas
deprimentes estadísticas son síntomas de mentes incapaces de refrenarse. Aunque el cerebro
emocional de los adolescentes está funcionando a toda máquina, aún no se han fabricado los
músculos mentales que controlan estas emociones.

4. FALSAS CREENCIAS Y PENSAMIENTO MÁGICO

La característica básica del pensamiento mágico es creer que se puede dominar la realidad
con la mente o que un pensamiento puede influir en el mundo físico de una forma no regida
por las leyes de la física. De hecho, si se demostrara la transferencia de pensamiento entre dos
personas sin que mediara un hecho físico, la influencia sobre la personalidad de la posición de
las constelaciones en el momento del nacimiento o el movimiento de los objetos sin aplicar
fuerza física, tendríamos que hacer una revisión completa de las leyes de la física.

Sin embargo, los estudios que han sometido a un análisis riguroso las afirmaciones sobre la
existencia de fenómenos paranormales, han descubierto su falsedad. Pese a todo, se han
descrito aproximadamente 100 causas sistemáticas distintas del pensamiento irracional. En
países más primitivos, esta creencia es universal; en el mundo occidental, las tres cuartas
partes de los adultos admiten, como mínimo, que algunos fenómenos “parapsicológicos” son
genuinos. Por ejemplo, la mayor parte de los ingleses y los norteamericanos cree que hay algo
de verdad en la astrología.

Podemos trazar tres consideraciones sobre el origen del pensamiento mágico y supersticioso:

Primero, las personas no están dispuestas a posponer sus juicios ante fenómenos de
la vida real. Necesitan y buscan explicaciones. Si no pueden explicar de forma
satisfactoria un contratiempo o un acontecimiento insólito se sentirán tentadas a
buscar una explicación paranormal, en vez de quedarse sin ninguna.

Segundo, en muchas tribus primitivas, en los niños pequeños y en muchos adultos


domina el pensamiento animista. El animismo asume que tanto los objetos (útiles de
uso cotidiano), como cualquier elemento del mundo natural (montañas, ríos, rocas,
plantas, animales, árboles, etc.) están dotados de alma y son venerados o temidos
como dioses.

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Tercero, la mayor parte de las culturas conocidas ha creído en seres sobrenaturales e


inmortales que habitan en otro mundo y poseen poderes superiores a los de los
mortales. Hay varias razones para inventarse seres sobrenaturales. Por ejemplo, el
miedo a la muerte, el deseo de hallar un sentido a nuestra vida o la necesidad de sentir
control sobre el futuro. En este sentido, la invención de los dioses contribuye a generar
un relato sobre la creación del universo. Como todo lo que conocemos ha sido creado,
la gente piensa de forma irracional que el mundo también tiene que haberlo sido.

Hay dos principios que contribuyen a generar relatos “mágicos”:

a. El principio del contagio. Este principio sostiene que cuando dos objetos se tocan,
se transmiten propiedades entre sí y los efectos pueden durar más allá de la finalización de
dicho contacto. Y esa es la manera en que se crean campos de influencia, ya sea positiva o
negativa, entre personas. Todos nos hemos sentido protegidos por un objeto-recuerdo regalo
de nuestra abuela y que para nosotros conserva un simbolismo entrañable. Pero también una
actitud dañina de un compañero de trabajo, o de un vecino nos ha producido sentimientos
dolorosos y nuestra calidad de vida ha empeorado tras ese encuentro.

b. El principio de la similitud. Este principio sugiere que las cosas que se parecen entre
sí comparten propiedades básicas. Así, cada efecto reproduce su similar, o cada efecto se
asemeja a su causa (también “De tal palo, tal astilla”, “Lo que se come se cría”, “A grandes
males, grandes remedios”). De acuerdo con este principio, el hecho de quemar una vela con la
forma de la imagen de cera de una persona determinada, la práctica de clavar agujas en un
muñeco vudú identificando a alguien en concreto, son ejemplo identificativos de este
principio. La idea es que lo que le ocurra a la figura creada para este fin será lo que viva la
persona identificada con el objeto mágico. De la misma forma, los objetos cuya forma se
asemejan a una condición deseada pueden ser invocados para evocarlo. Hay amuletos, como
por ejemplo, la pata de conejo, que por su capacidad de reproducirse y de correr, concede
esas cualidades al portador, siendo considerado amuleto de buena fortuna universalmente
conocido. También el diente de león es una planta importante para cualquier persona que esté
necesitado de valor y fiereza para resolver situaciones.

Además, en estas creencias se observan algunos sesgos psicológicos estudiados en este tema:

1. Confusión entre correlación y causalidad. La magia a diferencia de la ciencia, no


distingue la correlación de la causalidad. Por ejemplo, alguien puede acreditar que una camisa
da suerte si vistiéndose con ella ha ganado un torneo deportivo. Continuará usando la misma
camisa y, aunque gane algunas competiciones y pierda otras, continuará acreditando sus
victorias a la "camisa de la suerte".

2. Sesgos derivados del heurístico disponibilidad. Por ejemplo, la noticia: “Un


poltergeist irrumpe en la casa del párroco”, podría aparecer en la primera página de un
periódico pero ningún director publicaría un artículo con el titular: “Intento fallido de
comunicación telepática”. Lo paranormal es noticia, no su ausencia. El hecho de que los
supuestos fenómenos paranormales no sean habituales también llama la atención e
incrementa su disponibilidad.

3. Distorsión de pruebas. La fe en el poder predictivo de las hojas de té o en la


influencia de las estrellas en la vida se explica porque esas predicciones se expresan en
términos lo suficientemente vagos y se distorsiona su significado para acomodarlo a la propia
situación.

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4. Tendencia a establecer relaciones erróneas. Esto es fácil que ocurra, sobre todo
cuando se tienen ideas preconcebidas de cómo se relacionan los hechos. Supongamos que
somos capaces de recordar 10 incidentes del sueño de una noche y que al día siguiente ocurre
un incidente similar a uno de ellos. Consideremos ahora cuántos incidentes se producen al día,
incluyendo los que se leen en el periódico, se ven en la televisión o nos cuentan los amigos. Su
número es enorme y es muy probable que, de vez en cuando, uno de ellos se asemeje hasta
cierto punto a uno de los que aparecen en nuestros sueños. Cuando se producen una o más de
tales coincidencias, se tiende a concluir que los sueños predicen el futuro.

5. Deficiente comprensión de las leyes de la probabilidad. A la mayoría se nos da muy


mal calcular la probabilidad de una coincidencia. Por ejemplo, si hay 23 personas en una
habitación, la probabilidad de que al menos dos cumplan años el mismo día es superior al 50
por ciento. Debido al “heurístico de anclaje”, se tiende a pensar en 23 parejas pero hay 253 (23
x 22/2 = 253) y los miembros de cualquiera de ellas pueden cumplir años el mismo día. Se
infravalora enormemente la probabilidad de este tipo de coincidencias. Las personas se
centran en la coincidencia específica que tiene lugar, sin tener en cuenta todas las demás
ocasiones en que podía haberse producido semejante «coincidencia», pero no ha sido así.

6. Tendencia a ignorar los casos negativos. Un ejemplo es la creencia en la telepatía.


La mayor parte de las historias sobre este fenómeno se refieren a personas próximas entre sí:
marido y mujer o hermano y hermana. Puesto que tales personas tienen mucho en común, es
muy probable que a veces piensen lo mismo en el mismo momento. Imagine que un soldado
cae herido en combate y, en ese mismo momento a miles de kilómetros, a su esposa le dé un
ataque de ansiedad. En ese caso, es muy probable que ellos lo atribuyan a algo paranormal
como la telepatía cuando deberían preguntarse con qué frecuencia ella había experimentado
ansiedad y él no resultaba herido. Además, es probable que su recuerdo del momento exacto
en que se sintió angustiada sea falso.

7. Uso de muestras pequeñas. Es prácticamente seguro que quienes creen en los


fenómenos paranormales basen su fe en una muestra demasiado pequeña: un único hecho
improbable es el factor desencadenante y las consiguientes expectativas hacen el resto. Sea
como fuere, estas personas, como todo el mundo, sufren de un exceso de confianza en sus
propias creencias y se inventan complejas, aunque plausibles historias para mantenerlas: «La
telepatía no se puede controlar, hay que estar en el estado de ánimo adecuado. Sencillamente,
sucede», o en el caso de un médium: «No puedo convocar a los difuntos. Hay un incrédulo
entre nosotros».

La credulidad no es patrimonio de los profanos. De Conan Doyle a Brian Josephson, un Nobel


de física catedrático de la Universidad de Cambridge, muchas personas distinguidas han sido
engañadas. Hubo una época en que los rusos se gastaron millones de rublos en la investigación
de lo paranormal porque creían que podía tener importancia militar. Sostenían la curiosa
creencia de que la comunicación telepática, a diferencia de los mensajes por radio, no podía
ser interceptada por el enemigo. Para no ser menos, la Fuerza Aérea, el Ejército de Tierra y la
Armada de los Estados Unidos se apresuraron a financiar investigaciones sobre este tema. Al
igual que otras formas de irracionalidad, la creencia en lo sobrenatural no se halla limitada por
clases o credos y afecta a todas las instituciones, desde las más altas hasta las más bajas.

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5. LA IMPORTANCIA DE LAS EMOCIONES EN LAS DECISIONES: EL CASO DE ELLIOT

En 1982, en la consulta del neurólogo Antonio Damasio, entró un paciente llamado Elliot, a
quien unos meses antes le había sido extirpado un pequeño tumor de la corteza, cerca del
lóbulo frontal del cerebro. Antes de la operación, Elliot era un padre y un marido modélico.
Tenía un puesto de responsabilidad en la administración de una empresa importante y
participaba activamente en la iglesia local. Pero la intervención quirúrgica lo cambió todo.
Aunque el CI de Elliot seguía siendo el mismo -aún daba percentil 97-, ahora mostraba un
defecto psicológico: era incapaz de tomar decisiones.

Esta disfunción le imposibilitaba la vida normal. Tareas rutinarias que antes le llevaban diez
minutos, ahora le requerían varias horas. Elliot pensaba incesantemente en detalles
irrelevantes; por ejemplo, si utilizar un bolígrafo azul o negro, qué emisora de radio sintonizar
o dónde aparcar el coche. Cuando decidía dónde almorzar, examinaba cuidadosamente el
menú de cada restaurante, la disposición de las mesas, la iluminación, y luego iba a cada sitio
para ver si estaba muy lleno. En cualquier caso, todo este análisis concienzudo no servía de
nada: Elliot seguía sin decidirse. Su indecisión era patológica.

Pronto lo despidieron del trabajo. Y entonces las cosas realmente empezaron a desmoronarse.
Puso en marcha varios negocios, pero fracasó en todos. Un sinvergüenza lo engañó, y tuvo que
declararse en quiebra. Su esposa se divorció de él. Hacienda empezó a investigarlo. Volvió a
vivir con sus padres. Tal como decía Damasio, «Elliot se reveló como un hombre de inteligencia
normal que era incapaz de decidir como es debido, en especial cuando la decisión tenía que
ver con asuntos personales o sociales».

Pero ¿por qué de repente era incapaz de tomar decisiones acertadas? ¿Qué le había pasado a
su cerebro? Damasio tuvo la primera idea al respecto mientras hablaba con Elliot sobre el giro
trágico que había dado su vida.

«Siempre era mesurado -recuerda Damasio-, siempre describía las escenas como un
espectador imparcial, no involucrado. Por mucho que fuera el protagonista, no transmitía
ninguna sensación de sufrimiento. [...] En las numerosas horas de conversación que mantuve
con él, jamás percibí un matiz de emoción: nada de tristeza, de impaciencia o de frustración.»

La familia y los amigos de Elliot confirmaron las observaciones de Damasio: desde la operación
quirúrgica, parecía extrañamente desprovisto de emociones, como paralizado ante el funesto
cambio producido en su vida. Para verificar el diagnóstico, Damasio conectó a Elliot unos
electrodos en las yemas de los dedos para medir la conductividad eléctrica de la piel ante una
serie de fotografías que normalmente provocan una respuesta emocional inmediata (cuando
una persona experimenta emociones fuertes, la piel se despierta literalmente y las manos
empiezan a transpirar). Los resultados no dejaron lugar a dudas: Elliot no sentía nada. Con
independencia de lo grotesca o agresiva que fuera la figura, las palmas de las manos no le
sudaban. Tenía la vida emocional de un maniquí. Fue un descubrimiento completamente
inesperado. En aquella época, la neurociencia presuponía que las emociones humanas eran
irracionales. Por tanto, una persona sin emociones -en otras palabras, alguien como Elliot-
debía de tomar las mejores decisiones. Su cognición no tenía por qué estar viciada.

Entonces, ¿qué le había ocurrido a Elliot? ¿Por qué no podía llevar una vida normal? A juicio de
Damasio, su patología daba a entender que las emociones son una parte crucial del proceso de
toma de decisiones.

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Cuando estamos aislados de nuestros sentimientos, las decisiones más banales se vuelven
imposibles. Un cerebro incapaz de sentir no puede decidir nada.

Tras entrevistar a Elliot, Damasio comenzó a estudiar a otros pacientes con patrones similares
de lesión cerebral, que parecían inteligentes y no presentaban déficits en ningún test cognitivo
convencional. No obstante, todos exhibían el mismo defecto profundo: como no
experimentaban emociones, les resultaba dificilísimo tomar decisiones. Damasio describió lo
complicado que era concertar una cita con uno de esos pacientes carentes de emociones:

“Sugerí dos fechas alternativas, ambas del mes siguiente y separadas entre sí por unos pocos
días. El paciente sacó su agenda y empezó a consultar el calendario. El comportamiento que
siguió, presenciado por varios investigadores, resultó sorprendente. Durante una media hora
larga, el paciente enumeró razones a favor y en contra de cada una de las dos fechas: citas
previas, otras citas próximas, condiciones meteorológicas, casi todo lo razonable que quepa
imaginar en relación con una simple cita. [...] Ahora estaba soltándonos con detalle un
aburrido análisis sobre el coste/beneficio, un resumen interminable y una inútil comparación
entre las opciones y las posibles consecuencias. Hizo falta una gran dosis de disciplina para
escuchar todo eso sin pegar un puñetazo en la mesa y decirle que se callara.

" Basándose en esos pacientes, Damasio comenzó a confeccionar un mapa de sentimientos, en


el que ubicó las regiones cerebrales específicas encargadas de generar emociones. Aunque en
este proceso participan numerosas áreas corticales distintas, una parte parecía especialmente
importante: una pequeña estructura denominada corteza orbitofrontal, situada justo detrás de
los ojos, en la parte inferior del lóbulo frontal. Si este frágil pliegue de células resulta dañado
por un tumor maligno o una hemorragia, el trágico resultado es siempre el mismo. Al principio
todo parece normal, y después de extirpar el tumor o contener la salida de sangre, se manda al
paciente a casa. Se prevé una recuperación total. Pero de pronto empiezan a ir mal algunas
cosas. El paciente se muestra ausente, frío, distante. La persona, antes responsable, comienza
a hacer cosas irresponsables. Las decisiones rutinarias de la vida cotidiana llegan a ser
tremendamente difíciles. Es como si su misma personalidad -el conjunto de necesidades y
deseos que lo definían como individuo- hubiera ido desapareciendo de forma paulatina. Sus
seres queridos dicen que es como vivir con un extraño, pero un extraño sin escrúpulos.

¿Cómo funciona este sistema cerebral emocional? La corteza orbito-frontal (COF), la parte del
cerebro que le faltaba a Elliot, es la responsable de integrar emociones viscerales en el proceso
de toma de decisiones: conecta los sentimientos generados por el cerebro «primitivo» -áreas
como el tronco del encéfalo y la amígdala, que está en el sistema límbico- con el flujo de
pensamiento consciente. Cuando un individuo se ve atraído por una persona concreta o por
cierto plato de comida, la mente intenta decirle que debe escoger esa opción. Ya ha evaluado
las alternativas -este análisis tiene lugar fuera de la conciencia consciente- y ha transformado
esta evaluación en una emoción positiva. Y cuando el individuo ve a una persona desagradable
o huele una comida que no le gusta, es la OFC la que le empuja a querer desentenderse. El
mundo está lleno de cosas, y son nuestros sentimientos los que nos ayudan a elegir entre ellas.

Cuando se corta esta conexión neural -cuando la COF no es capaz de comprender las propias
emociones-, perdemos acceso a la profusión de opiniones en las que normalmente nos
basamos. De repente ya no sabemos si es buena idea pedir una hamburguesa con queso para
almorzar. El resultado final es la imposibilidad de tomar decisiones razonables. Por eso la OFC
es una de las pocas regiones corticales que son notablemente más grandes en los seres
humanos que en los otros primates.

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6. NO SIEMPRE LOS PREFRONTALES OPTIMIZAN LAS DECISIONES

Cuando una revista de consumo prueba un producto, sigue un protocolo estricto. Primero,
reúne a un conjunto de expertos, a continuación, coge todos los productos pertinentes de la
categoría en cuestión y oculta las marcas.

A mediados de la década de 1980, Consumer Reports decidió realizar una prueba de sabor de
mermelada de fresa. Como de costumbre, los editores invitaron a varios expertos alimentarios,
todos ellos «miembros cualificados de jurados sensoriales». Estos expertos degustaron a
ciegas cuarenta y cinco mermeladas distintas, puntuando dieciséis características diferentes,
como el dulzor, el carácter afrutado, la textura y la facilidad para extenderla. Luego se
sumaban las puntuaciones y se clasificaban las mermeladas.

Unos años después, Timothy Wilson, psicólogo de la Universidad de Virginia, decidió repetir
esta prueba de sabor con sus alumnos. ¿Tendrían las mismas preferencias que los expertos?
¿Estarían todos de acuerdo en qué mermeladas sabían mejor?

El experimento de Wilson era simple: cogió las mermeladas de los puestos 1º, 11º, 24º, 32º y
44º según Consumer Reports y pidió a los estudiantes que las clasificasen. Por lo general, las
preferencias de los universitarios se correspondían prácticamente con las de los expertos.
Cuando Wilson comparó las preferencias de los alumnos y la de los expertos cualificados de
Consumer Reports, observó que presentaban una correlación estadística de 0,55, algo
realmente impresionante. Si se trata de evaluar mermeladas, todos somos expertos innatos.
Nuestro cerebro es capaz de reconocer automáticamente los productos que nos procuran más
placer.

Sin embargo, ésta era sólo la primera parte del experimento de Wilson, que repitió el test de
sabor de la mermelada con otro grupo de estudiantes, si bien a éstos les pidió que explicaran
por qué preferían una marca a otra. Mientras probaban mermeladas, los alumnos rellenaban
cuestionarios que los obligaban a analizar sus primeras impresiones y a explicar de manera
consciente sus preferencias impulsivas. Todo este análisis adicional alteraba mucho su
valoración de la mermelada. Ahora los alumnos preferían la de peor sabor, según los expertos
de Consumer Report. La correlación cayó en picado hasta 0,11, lo cual significa que no había
prácticamente ninguna relación entre las clasificaciones de los expertos y las opiniones de los
introspectivos estudiantes.

A juicio de Wilson, «pensar demasiado» sobre la mermelada de fresa nos lleva a centrarnos en
toda clase de variables que en realidad no importan. En vez de limitarnos a escuchar nuestras
preferencias instintivas -la mejor mermelada está asociada a las sensaciones más positivas-, el
cerebro racional busca razones para preferir una mermelada a otra. Por ejemplo, alguien
quizás advierta que la marca AAA es especialmente fácil de extender, y por ello le dará una
puntuación alta aunque realmente no le importe si se extiende mejor o peor. O un participante
tal vez note que la XXX tiene una textura gruesa, que puede parecer algo malo, aunque él
nunca haya pensado antes en texturas de mermeladas. En todo caso, tener una textura gruesa
suena a razón creíble para que al estudiante no le guste determinada mermelada, por lo que
revisa sus preferencias para que éstas reflejen esta lógica enrevesada.

Este experimento ayuda a explicar el peligro de basarse siempre en el cerebro racional. Existe
algo así como el exceso de análisis. Si pensamos demasiado en el momento inoportuno, nos
aislamos de la sabiduría de nuestras emociones, que evalúan mucho mejor las preferencias

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reales. Perdemos la capacidad de saber lo que realmente queremos. Y entonces escogemos la


peor mermelada de fresa.

El experimento de la mermelada de fresa tenía intrigado a Wilson. Parecía contradecir uno de


los principios básicos del pensamiento occidental, a saber, que el autoanálisis minucioso se
traduce en conocimientos.

En todo caso, quizá los productos alimentarios sean una excepción, pues somos realmente
torpes a la hora de explicar nuestras preferencias. Así que a Wilson se le ocurrió otro
experimento. Esta vez pidió a un grupo de universitarias que eligieran su cartel preferido. Les
dio cinco opciones: un paisaje de Monet, un cuadro de Van Gogh con lirios morados, y tres
graciosos pósters de gatos. Antes de tomar sus decisiones, las participantes se dividían en dos
grupos. El primero era el de las que no pensaban: se les dijo que simplemente puntuaran cada
póster en una escala del 1 al 9. El segundo grupo tenía un cometido más difícil: antes de
puntuar los pósteres, sus integrantes debían rellenar cuestionarios donde se les preguntaba
por qué les gustaba o no cada una de las cinco opciones. Al final del experimento, cada una de
las estudiantes se llevó su póster favorito a casa.

Cada grupo de chicas hizo una elección distinta. El 95 % de las no pensadoras escogieron
Monet o Van Gogh. Prefirieron por instinto las obras de arte. Sin embargo, las que primero
pensaron sobre su decisión se dividieron a partes iguales entre los cuadros y los gatos
divertidos. ¿Qué explicaba esta diferencia? «Al contemplar un cuadro de Monet -escribe
Wilson-, en general la mayoría de las personas tienen una reacción positiva. Al pensar por qué
sienten tal o cual sensación, sin embargo, lo que les viene a la cabeza y es más fácil verbalizar
quizá sea que algunos de los colores no son muy agradables y que el tema, un pajar, es
bastante insulso.» Como consecuencia de ello, las mujeres acabaron seleccionando los pósters
graciosos de felinos, aunque sólo fuera porque éstos les permitían explicarse mejor.

Al cabo de unas semanas, Wilson llevó a cabo entrevistas complementarias con las alumnas
para ver qué grupo había tomado la mejor decisión. Como cabía esperar, las integrantes del
grupo no pensante estaban mucho más satisfechas con su elección. Mientras el 75 % de las
que habían escogido pósteres de gatos lo lamentaban, nadie se arrepentía de haber elegido el
póster artístico. Las mujeres que hicieron caso a sus emociones acabaron tomando decisiones
mucho mejores que las que confiaron en su capacidad de razonamiento. Cuanto más pensaban
en los pósteres que querían, más engañosos se volvían los pensamientos. El autoanálisis se
traducía en menos conciencia de uno mismo.

Diversos estudios del efecto placebo nos ofrecen la mejor ventana para observar este proceso
mental: lo que está pasando realmente dentro del cerebro mientras nos convencemos a
nosotros mismos de que debemos escoger la mermelada equivocada. Se admite desde hace
tiempo que el efecto placebo es muy potente; entre el 35 y el 75 % de las personas se
encuentran mejor tras recibir tratamientos médicos fingidos, como píldoras de azúcar. Hace
unos años, Wager, neurocientífico de la Universidad de Columbia, quiso averiguar por qué son
tan efectivos los placebos. Su experimento era sencillísimo: aplicó a unos universitarios
descargas eléctricas mientras estaban conectados a una máquina de resonancia magnética
funcional. A continuación, proporcionó a la mitad de ellos una crema falsa para quitar el dolor.
Aunque no tenía propiedades analgésicas -era sólo una crema hidratante para las manos-, los
que la recibían decían que las descargas dolían bastante menos.

El efecto placebo aliviaba su sufrimiento. Entonces Wager obtuvo neuroimágenes de las partes
cerebrales específicas que controlaban este proceso psicológico, y descubrió que el efecto

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placebo dependía exclusivamente de la corteza prefrontal, el centro del pensamiento racional.


Cuando decía a los estudiantes que les aplicaba crema para calmar el dolor, los lóbulos
frontales reaccionaban inhibiendo la actividad de las áreas cerebrales emocionales (como la
ínsula) que responden normalmente al dolor. Como los estudiantes esperaban sentir menos
dolor, acabaron sintiendo menos dolor. Sus predicciones llegaron a ser profecías
autocumplidas. El efecto placebo es una eficaz fuente de autoayuda. Pone de manifiesto la
capacidad de la corteza prefrontal para modular incluso las señales corporales más básicas. En
cuanto a esta área cerebral se le ocurren razones para experimentar menos dolor -se supone
que la crema lo alivia-, esas razones se convierten en distorsiones fuertes. Por desgracia, las
mismas áreas cerebrales racionales responsables de reducir temporalmente el sufrimiento
también nos inducen a error en muchas decisiones diarias. La corteza prefrontal puede apagar
las señales del dolor, pero también puede hacer que una persona pase por alto las sensaciones
que permiten escoger el mejor póster. En estas situaciones, el pensamiento consciente
entorpece la toma de decisiones acertadas.

Experimentos como estos sugieren que, en muchas circunstancias, podemos tomar mejores
decisiones sabiendo menos sobre los productos que compramos. Al entrar en una tienda,
estamos asediados por la información. Incluso compras en apariencia simples pueden
convertirse enseguida en un atolladero cognitivo. Veamos el pasillo de las mermeladas. Un
vistazo a los estantes puede inspirar una larguísima lista de preguntas. ¿Hemos de comprar la
mermelada de fresa de textura fina o la que lleva menos azúcar? ¿Sabe mejor la mermelada de
fresa más cara? Y ¿qué hay de la orgánica? (En un supermercado típico hay más de veinte
variedades de mermelada y confitura.) Los modelos racionales de toma de decisiones dan a
entender que para encontrar el mejor producto hay que tener en cuenta toda la información y
analizar detenidamente las distintas marcas expuestas. En otras palabras, una persona ha de
elegir una mermelada con su corteza prefrontal. Sin embargo, este método puede fallar. Si en
el supermercado dedicamos mucho tiempo a pensar, podemos engañarnos a nosotros mismos
y escoger las cosas equivocadas por razones equivocadas. Este enfoque «irracional» de las
compras puede permitirnos ahorrar un montón de dinero.

Si la mente fuera un órgano omnipotente, un superordenador sin limitaciones, el análisis


racional sería siempre la estrategia ideal para tomar decisiones. La información sería algo
valiosísimo. No tendría sentido hacer caso omiso de las opiniones omniscientes del auriga
platónico. No obstante, la realidad biológica del cerebro nos dice que es una máquina con
importantes limitaciones y deficiencias de toda clase. Como reveló George Miller en su famoso
ensayo «The Magical Number Seven, Plus or Minus Two» [El mágico número siete: más o
menos dos], el cerebro consciente sabe manejar sólo unos siete datos en un momento dado.
Aunque podemos controlar estos circuitos neurales racionales -piensan en aquello sobre lo
que les decimos que piensen-, éstos constituyen una parte relativamente pequeña del cerebro,
sólo unos cuantos microchips en el inmenso ordenador central de la mente. Debido a ello,
incluso decisiones que parecen sencillas -como escoger una mermelada en el supermercado-
pueden abrumar a la corteza prefrontal. Acaba intimidada por todos los datos sobre
mermeladas. Y entonces se toman las decisiones equivocadas.

Veamos el siguiente experimento. Estamos en una habitación en la que sólo hay una mesa y
una silla. Entra un científico de bata blanca y dice que está llevando a cabo un estudio sobre la
memoria a largo plazo. Nos da un número de siete dígitos para que lo recordemos y luego
tomamos el pasillo hasta la sala donde van a evaluarnos la memoria. Camino de la sala de
ensayos, pasamos junto a una mesa con un refrigerio para los participantes en el experimento.

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Nos dan la opción entre un mustio trozo de pastel alemán de chocolate y un bol de ensalada
de frutas. ¿Qué elegimos?

Repitamos el experimento. Estamos en la misma habitación. El mismo científico nos da la


misma explicación. La única diferencia es que el número que hay que recordar, en vez de siete
dígitos, tiene sólo dos, una tarea mental mucho más fácil. Acto seguido, tomamos el pasillo y
nos ofrecen la misma elección entre pastel y fruta.

Seguramente creemos que el número de dígitos no va a afectar a nuestra decisión; si


preferimos el pastel de chocolate, es porque queremos chocolate. Pero no es así. El científico
que explicó el experimento estaba mintiendo: no es un estudio sobre memoria a largo plazo,
sino sobre autocontrol.

Cuando se compararon los resultados de los dos diferentes grupos de memoria, se observó un
llamativo cambio en la conducta. El 59 % de las personas que intentaban recordar siete dígitos
escogían el pastel, mientras que hacían lo propio sólo el 37 % de las que querían recordar dos.
Al distraer el cerebro mientras realiza una tarea de memoria difícil, era mucho más probable
que la persona cediera a la tentación y escogiese el postre de alto contenido calórico. Los cinco
números adicionales desbarataban el autocontrol de los individuos.

¿Por qué se comportaban los dos grupos de forma tan distinta? En opinión de los científicos de
Stanford que diseñaron el experimento, el esfuerzo requerido para memorizar siete dígitos se
llevaba recursos de la parte del cerebro que normalmente controla impulsos emocionales.
Como la memoria de trabajo y la racionalidad tienen un origen cortical común -la corteza
prefrontal-, una mente que intenta recordar mucha información es menos capaz de ejercer
control sobre sus impulsos. El sustrato de la razón es tan limitado que unos cuantos dígitos
más pueden suponer un impedimento enorme

7. ¿POR QUE SON TAN ESEMCIALES NUESTRAS EMOCIONES?

La importancia crucial de nuestras emociones -el hecho de que no podemos tomar decisiones
sin ellas contradice la idea tradicional de la naturaleza humana, con sus antiguas raíces
filosóficas. Durante la mayor parte del siglo XX, las descripciones científicas de la anatomía
humana avalaban el ideal de racionalidad. Se creía que el cerebro constaba de varias capas
separadas, amontonadas en orden ascendente de complejidad. Los científicos explicaban así la
anatomía del cerebro humano. En la parte inferior estaba el tronco del encéfalo y el
diencéfalo, que regulaba las funciones corporales más básicas: controlaba los latidos del
corazón, la respiración, la temperatura corporal y determinaba los retortijones provocados por
el hambre y los ciclos del sueño. Luego estaba la región límbica, que generaba emociones
animales: era la fuente de la lujuria, la violencia y la conducta impulsiva. Por último, la
magnífica corteza frontal -la obra maestra de la evolución-, era la responsable de la razón, la
inteligencia y la moralidad. Esas circunvoluciones de sustancia gris nos permitían resistir
impulsos y reprimir emociones.

En otras palabras, gracias a la cuarta capa racional del cerebro podíamos hacer caso omiso de
las anteriores. Somos la única especie capaz de rebelarse contra sentimientos primitivos y
tomar decisiones reflexivas y ecuánimes. No obstante, este relato anatómico es falso. La
expansión de la corteza frontal durante la evolución humana no nos convirtió en criaturas
estrictamente racionales, capaces de pasar por alto los impulsos. De hecho, en la actualidad, la
neurociencia sabe que es verdad lo contrario: una parte importante de la corteza frontal está
implicada en las emociones.

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Por tanto la respuesta a ¿Por qué son tan esenciales nuestras emociones? Está en la evolución.
Diseñar un cerebro requiere su tiempo. Los primeros grupos de neuronas interconectadas
aparecieron hace más de quinientos millones de años. Fue el primer sistema nervioso, aunque
por entonces era realmente sólo un conjunto de reflejos automáticos. Con el tiempo, sin
embargo, los cerebros primitivos se volvieron cada vez más complejos. Se agrandaron desde
unos pocos miles de neuronas en las lombrices hasta casi un billón de células conectadas en
los primates del Viejo Mundo.

Cuando apareció el Homo sapiens, hace unos doscientos mil años, el planeta ya estaba lleno
de criaturas con un cerebro muy especializado. Había peces capaces de migrar por el mar con
ayuda de campos magnéticos, aves que se orientaban por las estrellas e insectos capaces de
oler comida a un kilómetro de distancia. Todas esas proezas cognitivas eran subproductos de
instintos que habían sido ideados por la selección natural para realizar tareas específicas. No
obstante, lo que esos animales no podían hacer era reflexionar sobre sus propias decisiones.
No eran capaces de planificar sus días ni de usar el lenguaje para expresar sus estados
internos. No sabían analizar fenómenos complejos ni inventar herramientas nuevas. Lo que no
podía hacerse de manera automática no podía hacerse de ninguna manera.

La evolución del cerebro humano lo cambió todo. Por primera vez había un animal capaz de
pensar en cómo pensaba. Los seres humanos podíamos meditar sobre nuestras emociones y
usar palabras para examinar minuciosamente el mundo, desmenuzando la realidad en
ordenadas cadenas de causalidad. Podíamos acumular conocimientos y abordar los problemas
de forma lógica. Podíamos inventar mentiras y hacer planes para el futuro. A veces, incluso,
podíamos atenernos a nuestros planes.

Esas aptitudes nuevas eran utilísimas. Pero también, increíblemente la mar de novedosas.
Debido a ello, las partes del cerebro humano que las posibilitan tienen el mismo problema que
aqueja a cualquier tecnología: montones de fallos d diseño y errores de programación en el
software. (El cerebro humano es como un sistema operativo informático comercializado a toda
prisa.) Por eso una calculadora sencilla efectúa las operaciones aritméticas mejor que un
matemático profesional, un ordenador central puede ganarle a un maestro del ajedrez o
confundimos, tan a menudo, causalidad y correlación. Cuando se trata de las partes nuevas del
cerebro, resulta que la evolución no ha tenido tiempo de arreglar los fallos.

Sin embargo, el cerebro emocional ha sido exquisitamente perfeccionado por la evolución a lo


largo de cientos de millones de años. Su código de software ha sido sometido a interminables
pruebas, de modo que puede tomar decisiones rápidas basándose en muy poca información.
Fijémonos, por ejemplo, en el béisbol, en el proceso mental implicado en la acción de batear.
Los números hacen que la tarea parezca imposible. Por regla general la bola tarda unos 0,35
segundos en recorrer la distancia entre la mano de lanzador y la base del bateador. Por
desgracia para éste, sus músculos tardan unos 0,25 segundos en iniciar el movimiento del
bate, lo que deja al cerebro una mísera décima de segundo para decidir si golpear o no. Pero
incluso esta estimación es demasiado generosa. Se precisan unos cuantos milisegundos para
que la información visual se desplace desde la retina hasta la corteza visual por lo que el
bateador, en realidad, cuenta con menos de cinco milisegundos para percibir el lanzamiento y
decidir si golpea. Pero las personas ni pueden pensar con esa rapidez; incluso en condiciones
perfectas, el cerebro tarda unos veinte milisegundos en responder a un estímulo sensorial.

Entonces, ¿cómo se las arregla un jugador de béisbol para golpear una bola rápida? La
respuesta es que el cerebro se pone a recoger información sobre el lanzamiento mucho antes

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de que la bola salga de la mano del lanzador. En cuanto éste empieza a mover el brazo, el
bateador empieza automáticamente a captar «pistas anticipadoras» que lo ayuden a reducir la
lista de posibilidades. Una muñeca torcida sugiere una curva, mientras que un codo en ángulo
recto significa que viene una bola rápida, recta hacia la base. Los bateadores, desde luego, no
analizan conscientemente estas señales; no saben decir por qué han decidido golpear con
determinado grado de inclinación. No obstante, sí son capaces de actuar con arreglo a estas
informaciones.

Damos por sentadas estas aptitudes automáticas precisamente porque funcionan muy bien.
Ningún robot sabe golpear una bola de béisbol, dar un pase de fútbol americano o montar en
bicicleta. Ningún programa informático puede resolver qué actor ha de ser el malo o reconocer
al instante una cara familiar. Por eso, cuando la evolución estaba «construyendo» el cerebro,
no se molestó en sustituir todos esos procesos emocionales por operaciones nuevas bajo
control explícito, consciente. Si algo no está roto, la selección natural no va a repararlo. La
mente, ideada por un relojero vago, se compone de partes usadas. El resultado es que sus
áreas exclusivamente humanas dependen de la mente primitiva de debajo. El proceso
pensamiento requiere sensaciones y sentimientos, pues éstos son los que nos permiten
comprender toda la información que no somos capaces de abarcar de manera directa. Sin la
emoción, la razón es impotente.

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TEMA 5: SESGOS Y PREJUICIOS EN EL CONTEXTO SANITARIO

PRIMERA CUESTIÓN

¿Por qué es importante la categorización al hablar de estereotipos y prejuicios?


¿Categorizar es simplificar?
No. No se elimina información sino todo lo contrario; se añade información: Una vez se
categoriza un caso, se va más allá de la información que se obtiene de ese caso ya que se
infieren cualidades de la categoría en la que se ha incluido. Al categorizar dejamos un espacio
para que intervengan las teorías espontáneas, las motivaciones, los objetivos y recuerdos de
las personas.

La categorización es una base esencial para la percepción humana:


- Permite tomar decisiones con rapidez: la información se clasifica inmediatamente
y se le asigna significado, atribuyéndole las propiedades que comparte con otros
miembros de la categoría.
- Sacrificamos precisión perceptiva por eficiencia cuando nos enfrentamos a la
complejidad del mundo social.
- Se produce de forma automática sobre la base de similitud fisica, la proximidad o
las creencias. Esto es lo que dice nuestro sentido común "colocamos en la misma
categoria las cosas que "'vemos" iguales" pero,…

Surgen algunos problemas:


- No todos los atributos/características son visibles
- En qué dimensión habría que fijarse para decidir si varios elementos son similares.
- Característica… ¿ausencia o presencia de un atributo?

La construcción de categorias no puede descansar exclusivamente sobre las creencias de los


individuos: seriamos incapaces de comunicarnos con los demás.
Categorizamos la realidad atendiendo a un intercambio entre la naturaleza del objeto
percibido (su apariencia) y nuestras creencias.

Los criterios perceptivos están mediatizados por la socialización cultural que hace que
organicemos las cosas de modo que reflejen la estructura del mundo (Rosch,1976). Una misma
categoría puede tener significados diferentes en función del contexto social (p. ej.,
homosexualidad en España Y Rusia). Sin ser conscientes de ello, la organización interna de los
elementos de las categorías también se hace con los seres humanos.

¿Por qué utilizamos categorias que discriminan a grupos humanos?


Porque preferimos:
- Distinciones categoriales que los perceptores están más motivados a hacer: valor
social (actitudes sociales) y necesidad.
- Distinciones categoriales que el poder construye y apoya: las categorías raciales,
sociales, médicas existen porque las personas con poder y autoridad lo han defendido
públicamente.
- Distinciones categoriales que se activan con más rapidez (saliencia). Aquellas que
emergen mas rápidamente a la conciencia (cuanto más accesible sea la categoría,
menor será el esfuerzo para invocar la categorización pertinente).

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Las que maximizan las diferencias categoriales y las semejanzas intracategoriales (ajuste).
Cuando coinciden las diferencias entre categorías y las semejanzas dentro de esas categorías
¿efectos negativos?

- Distinciones categoriales que cuentan con una fuerte tradición cultural.


- Los miembros de un mismo grupo parecen más similares entre si de lo que parecerían
si no estuvieran categorizados.
- Se sobreestima la uniformidad del grupo (la diversidad pasa desapercibida).

Cuando la Real Academia Española define "Estigma", como "marca o señal en el cuerpo",
olvida, sin duda, a Saint-Exupéry, e ignora las huellas, "invisibles para los ojos", que en el
"alma" de los seres que la padecen, dejan la discriminación Y la estigmatización.

SEGUNDA CUESTIÓN

¿Cuál es la diferencia entre estereotipos, prejuicios, discriminación y estigma?

Los estereotipos son esquemas cognitivos que:


- Nos ayudan a explicar la realidad
- Suponen un mecanismo de ahorro de energía
- Son creencias compartidas sobre un grupo

Por tanto, podemos definir los estereotipos como creencias compartidas sobre un grupo que
sirven como ahorro de energía para explicar la realidad social.

Ejemplos de estereotipos:
Los suecos son hombres rubios, altos y esbeltos Los estereotipos suelen tener una
carga afectiva negativa
Las personas inglesas son muy refinados
Los franceses beben mucho vino y usan boinas
Las mujeres son mucho mas sensibles que los hombres

Macrea, Hewstone y Griffiths (1993) realizaron un experimento. Ponían un vídeo en el que


salía una mujer hablando sobre su estilo de vida. A la mitad de los participantes se les dijo que
era peluquera y a la otra mitad, que era doctora. En el discurso de la protagonista se
incorporaban creencias y comportamientos propios del estereotipo de las peluqueras (ir a la
discoteca, utilizar minifalda, etc.) y otras más propias de médicos (interés por la política, ir
a la ópera, etc.) Los participantes concentrados en el vídeo, recordaban la información
inconsistente (la que no se correspondía con el estereotipo). Aquellos participantes que
tuvieron que realizar una tarea compleja que los distraía del vídeo, recordaban mejor
información consistente con los estereotipos. Es decir, cuando estaban ocupados, ahorraban
recursos cognitivos y por ello utilizaban información consistente con los estereotipos.

La mayoría de las explicaciones a la formación de los estereotipos coinciden en que están


basados en la percepción de las diferencias entre grupos, aunque esto no refleje diferencias
reales. Por eso la categorización es tan importante, ya que hace que se tengan en cuenta las
diferencias intergrupales, reales o percibidas.

La profecía autocumplida o efecto Pygmalión:


Se produce cuando las personas mantienen expectativas (sobre otros) que les llevan a alterar
su conducta (con ellos) y comportarse de acuerdo a dichas creencias (p.ej., las expectativas de
los profesores sobre el rendimiento de su alumnado).

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El prejuicio
En el prejuicio intervienen procesos:
- Individuales: procesos cognitivos como la categorización
- Afectivos: emociones negativas
- Grupales: por su carácter compartido y porque su objeto son miembros de atro grupo
social.

Prejuicios = estereotipos/creencias negativas (componente cognitivo) + procesos afectivos

El prejuicio podría definirse como una actitud negativa o una antipatía generalizada hacia un
grupo como un todo o hacia una persona como miembro de ese grupo (rechazo hacia Abdul
por ser musulmán, o hacia Nora, por ser indigente; con independencia de la información
individual que desaparece ante la información grupal). En los últimos años, la forma de
expresar el prejuicio ha cambiado. En la actualidad, determinados comentarios o
comportamientos son "politicamente incorrectos", ilegales y pueden ser objeto de sanción.

Pero, ¿significa esto que los prejuicios y la discriminación han desaparecido?


El racismo moderno, en contraposición con el racismo antiguo, basa el rechazo hacia los
grupos minoritarios (afroamericanos), en una serie de creencias que, en apariencia, nada
tienen que ver con cuestiones raciales. Ocurre porque existe una ambivalencia hacia ese grupo
(afroamericanos), que surge del conflicto entre sus valores típicamente democráticos (igualdad
y libertad) y los sentimientos negativos que le despiertan los miembros de ese grupo étnico.

La deshumanización es otra forma de prejuicio. Consiste en privar o negar al otro de las


cualidades que le distinguen como ser humano. Algunas de estas cualidades son la inteligencia,
los sentimientos o el lenguaje.

En los últimos años, se ha descubierto que otra forma de deshumanizar es equiparar a las
personas con entidades no humanas (p. ej, animales o máquinas)

La discriminación
Se define como una conducta negativa, injustificada. Consiste en dar un trato desigual a
personas o grupos, en función de su pertenencia grupal o su condición de minoría.
Puede adoptar diferentes formas e intensidad. Ser económica, educativa, laboral, jurídica, etc
Ser clara e inequívoca (despidos improcedentes, menos retribución por el mismo trabajo). Ser
confusa y difícil de probar (racismo y sexismo implícito). Ser leve (evitar el contacto, ignorar al
otro) o extrema (la tortura, el maltrato). (Quiles, 2019, p. 69)

El estigma
Se define como una marca o señal, manifiesta o no, que hace que el portador de la misma sea
incluida en una categoría social hacia cuyos miembros se genera una respuesta negativa.
El estigma no reside en la marca en si misma, sino en las creencias y expectativas de los otros
que les lleva a percibir a las personas diferentes como alguien inferior.
Pero, ¿en qué se diferencia el estigma del prejuicio?

El estigma con respecto al prejuicio...


1) Se centra en la perspectiva de la víctima y el prejuicio en el agente de la acción.
2) Implica tanto la respuesta individual a la desviación como las grupales en función de la
pertenencia grupal
3) En las consecuencias devastadoras que tiene para las emociones, pensamientos y las
conductas.

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Resumiendo..
Relación entre estereotipos, prejuicio y discriminación:
En el caso de una actitud determinada, el conjunto de creencias sobre las características que
se atribuyen al grupo sería la parte cognitiva o estereotipo, el afecto y/o la evaluación sería el
prejuicio y el comportamiento sería discriminación.

TERCERA CUESTIÓN

¿Por qué es importante hablar de estereotipos, prejuicios y discriminación en el contexto


sanitario?

Enfermería y prejuicios sobre el dolor

Se ha evidenciado que los negros, en particular los hombres negros, son estereotipados como
peligrosos y físicamente duros, cualidades que pueden hacerlos parecer insensibles al dolor.
El trabajo sobre la deshumanización ha demostrado que los hombres negros están
infrahumanizados y que esa infrahumanización está asociada con el perdón de la brutalidad
policial contra ellos.

¿Importa el daño o dolor de las personas negras?


Trabajos sobre la empatía intergrupal han demostrado que los blancos a menudo no pueden
"sentir" el dolor de los miembros del exogrupo, incluidas las personas negras.

Los estudios que utilizan la tecnología fMRI han demostrado que, para los participantes
blancos, una red de regiones neuronales involucradas en el procesamiento del propio
dolor responde de manera similar a ver el daño infligido a los miembros de su grupo racial
pero no a los miembros de otros grupos raciales

Está comprobado que las personas negras americanas, experimentan tasas más altas de
enfermedades, discapacidad y muerte prematura. Se observa, además, que las diferencias en
la asistencia sanitaria recibida contribuyen a estas disparidades de salud (negros vs blancos).
Los pacientes negros tienen más probabilidades de recibir atención médica de menor calidad y
están sujetos a procedimientos menos deseables.

Por ejemplo, los pacientes negros tienen más del triple de probabilidades que los pacientes
blancos de tener amputadas las extremidades como resultado de la diabetes. También son
menos propensos que los blancos a recibir medicamentos para el dolor y, cuando lo hacen,
reciben menos.

¿Por qué? ¿Se debe a la incapacidad de los pacientes negros para pagar la atención médica o
es que el dolor de los pacientes negros no se reconoce como el de los blancos? Trawalter,
Hoffman y Waytz (2012) realizaron una investigación para responder a esta cuestión y
comprobar si el prejuicio interfería en la percepción de dolor de los otros.

Para ello realizaron varios experimentos.


En primer lugar, analizaron los informes de lesiones de la National Football League (NFL) de los
años 2010 y 2011 en los que se evalúa a los jugadores lesionados y su probabilidad de poder
jugar la semana siguiente.
Si se supone que los jugadores negros sienten menos dolor, entonces serian más propensos a
jugar cuando están lesionados en comparación con los jugadores blancos.

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Los análisis revelaron que, en relación con los jugadores blancos lesionados, los jugadores
negros lesionados eran más propensos a jugar en el próximo partido, controlando la
experiencia de los jugadores en la NFL, posición y tipo de lesión. ¿será porque se considera que
sienten menos dolor?

Tras este primer estudio, los investigadores decidieron realizar 6 experimentos. Uno de los
estudios fue respondido únicamente por personal de enfermería en activo y estudiantes de
enfermería.

Los participantes tenían que evaluar la intensidad de dolor que sentirían ellos mismos en 18
situaciones. Las situaciones iban desde cortarse el papel y ponerse champú en los ojos, hasta
recibir una inyección en el brazo, golpearse un dedo del pie en una silla y golpear la puerta de
un coche. Luego, luego aleatoriamente señalaban la intensidad de dolor que sentiría una
persona (negra o blanca) en las mismas 18 situaciones

Más importante aún, y de acuerdo con las predicciones, las evaluaciones de dolor de los
participantes fueron significativamente más bajas cuando la víctima era negra que cuando era
blanca.

Los investigadores consideran que en este trabajo, el estatus tiene más efecto que la "raza"
¿Qué escenario evidencian estos resultados? ¿Qué ocurriría en Canarias si se hiciese esta
misma investigación?

OBESIDAD

Existen muchos estudios que documentan que ser obeso produce problemas de rechazo
o discriminación en el ámbito laboral, en el contexto sanitario, en la escuela y en las
relaciones interpersonales.

Son muchas las investigaciones que ponen de manifiesto que las personas obesas sufren
discriminación en el entorno laboral. Existe un estereotipo hacia este grupo (se considera a las
personas obesas como vagos y menos competentes) que acaba repercutiendo
negativamente en una serie de áreas del mundo laboral.

Puestos de inferior calidad: el hecho de ser obeso se asocia con peores puestos laborales.
Las personas obesas tienen más probabilidad de tener
a) Empleos muy demandantes y exigentes
b) Jornadas laborales más largas y puestos en los que los empleados se sienten con poco
control sobre su propia situación laboral.

Problemas con los compañeros de trabajo.


Las investigaciones muestran que los obesos presentan un mayor número de quejas por casos
de discriminación laboral y por tratos vejatorios por parte de los propios compañeros de
trabajo que las personas delgadas.

Remuneración económica menor


Investigaciones muestran que cuando personas perdían peso, la probabilidad de que
aumentaran su sueldo se incrementaba en un 56%.
Estos sueldos inferiores en las personas obesas afectan especialmente a las mujeres.

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Más tasa de desempleo.


Rosmond y Björntorp (1999) encontraron que el IMC se asociaba con una mayor tasa de
desempleo.

Más dificultades en una selección de personal.


Los obesos tienen muchas más dificultades a la hora de acceder a un empleo por la gran
cantidad de sesgos que existen hacia ellos.
Además reciben una evaluación mucho peor ya que se les ve menos cualificados.
Por lo tanto, los datos presentados avalan la idea de que las personas obesas tienen muchas
dificultades para salir airosas de los procesos de selección por los fuertes sesgos que existen en
contra de los miembros de este colectivo.

1. Los estudios muestran la existencia de discriminación hacia las personas obesas por parte
de los profesionales de la salud. Diversos estudios muestran que algunos médicos tienen
sesgos y sentimientos negativos hacia los obesos. Esta actitud puede repercutir en una peor
asistencia
sanitaria.

2. Un porcentaje considerable de médicos estima que los obesos poseen una serie de
características de tipo negativo muy acordes al estereotipo que existe acerca de ellos.
a) Los propios doctores creen que los pacientes obesos son personas poco inteligentes y sin
éxito en la vida.
b) Los médicos especializados en el área de nutrición estiman que los obesos son personas
faltas de voluntad y que su enfermedad se debe a problemas de tipo emocional.

Es importante recalcar que ese prejuicio que muestran algunos profesionales de la salud lo
perciben las propias personas con sobrepeso

3. Además los estudios han hallado una mayor deficiencia en la asistencia sanitaria de las
personas obesas.
Según una serie de trabajos los profesionales sanitarios atienden de una manera más
deficiente a las personas obesas debido a los sesgos que poseen hacia las personas con
sobrepeso.
Además perciben al obeso como una persona poco dispuesta a colaborar y, por lo tanto,
estiman una pérdida de tiempo intentar establecer un tratamiento que creen que no va a ser
tomado en serio.

CUARTA CUESTIÓN

DISCRIMINACIÓN EN LAS RELACIONES INTERPERSONALES

1. Existen multitud de trabajos que ponen de manifiesto que las personas obesas son
rechazadas en las relaciones interpersonales.
Hebl y Mannix (2003) realizaron un estudio para demostrar que existe tal rechazo hacia los
obesos, que la mera asociación con una persona con un peso elevado produce una valoración
negativa de esas personas que se encuentran a su alrededor. Lo que se encontró fue que un
hombre era evaluado de forma más negativa cuando estaba al lado de una mujer con
sobrepeso, que cuando ese mismo hombre se encontraba con una chica con un peso normal.
Esta investigación demuestra cómo las personas tienden a menospreciar hasta a aquellos que
se encuentran cerca de sujetos obesos. Este mismo efecto ha sido replicado con escolares.

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2. Las personas obesas también sufren discriminación en el ámbito de las relaciones de


pareja
Muchos trabajos avalan la idea de que la persona obesa es percibida como poco atractiva para
el sexo opuesto. Los hombres y mujeres obesos son vistos como menos masculinos y
femeninos por parte de evaluadores con un peso normal. Harris (1990) también ha encontrado
que las personas obesas tienen menos probabilidades de encontrar pareja: existe un
estereotipo negativo hacia ellos que hace que sea más difícil que un obeso pueda llegar a
relacionarse íntimamente con otras personas.

La mayoría de los estudios sobre actitudes explícitas hacia los obesos se han realizado con una
escala denominada Anti-Fat Attitudes Test (Escala de Actitud Anti-Obesos).
Los estudios con esta escala muestran lo extendido au está el prejuicio hacia los obesos ya que
se halló que es uno de los estigmas que más rechazo producen en las sociedades modernas.
Entre las principales teorías sobre el prejuicio hacia los obesos se encuentran las siguientes
explicaciones:

En primer lugar, los obesos son rechazados porque se estima que son responsables de su
propio sobrepeso. Esta responsabilidad atribuida es, en parte, causante de la exclusión social a
la que se ven sometidos los obesos.
Otra dimensión relacionada con la discriminación que sufren los obesos es la percepción de la
obesidad como una enfermedad contagiosa. Aunque la idea de que la obesidad puede ser
contagiosa parece entrar dentro del campo de lo irracional, investigaciones recientes ponen de
manifiesto que el hecho de estar relacionado con alguien con sobrepeso aumenta la
probabilidad de ser obeso. Distintos estudios han mostrado que el hecho de tener vínculos
sociales con una persona obesa aumenta hasta en un 57% la probabilidad de que esa persona
llegue a convertirse en obesa. Pero esa creencia popular en que el hecho de relacionarse con
una persona obesa puede influir en nuestro propio peso está relacionada con el prejuicio que
se siente hacia los miembros de este colectivo.

También existe una línea de trabajo que argumenta que las actitudes negativas hacia los
obesos tienen una base ideológica.

Por ejemplo, varias investigaciones han encontrado que la gente que tenía actitudes anti-
obesos comparte un estilo ideológico conservador.
También se encontró que las actitudes anti-obesos están fuertemente correlacionadas con el
autoritarismo, lo que puede estar indicando que el prejuicio contra los obesos puede ser tan
sólo otra manifestación más de unas actitudes sociales más generales y conservadoras.

En el prejuicio hacia los obesos influye el consenso social. El prejuicio hacia los obesos se va
auto-perpetuando puesto que hoy en día las actitudes negativas hacia los obesos están
extendidas entre todos los miembros de las sociedades avanzadas.
Además, los estudios sobre la importancia que tienen las normas sociales en la expresión o no
del prejuicio muestran que cuando existe respaldo social para la expresión del prejuicio hacia
un estigma, la gente presenta actitudes más negativas hacia el estigma.
Esta teoría del consenso social también hace hincapié en el importante papel que juegan los
medios de comunicación ya que, en general, las investigaciones muestran que los mas media
difunden una imagen de la obesidad de carácter muy negativo. Por ejemplo, los anuncios para
perder peso tienden a definir a las personas obesas como infelices y poco atractivas.
Y también la mayoría de las películas de contenido infantil presentan la delgadez como un
medio para lograr el éxito, mientras que la imagen de la persona obesa o con sobrepeso
es la de alguien infeliz y fracasado.

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También se ha encontrado que las actitudes negativas hacia las personas obesas se relacionan
con la preocupación por la propia imagen. Por ejemplo el trabajo de Pepper y Ruiz (2007) halló
que las actitudes negativas hacia los obesos están correlacionadas significativamente con la
preocupación por el propio cuerpo.

EL PREJUICIO HACIA LAS PERSONAS MAYORES

El edadismo o ageísmo, es una forma de discriminación por razón de edad que se centra en la
vejez. Según Butler (1968), se trata de un proceso de elaboración de estereotipos y
discriminación sistemática contra las personas debido a que son mayores, del mismo modo
que el racismo y el sexismo lo hacen con el color de la piel y el género. La asunción de
estereotipos, normalmente peyorativos, sobre el comportamiento dependiente de los
ancianos, podría estar relacionado con procesos de deterioro y perdida de la autonomía y
autoestima (profecía autocumplida). El desarrollo de una autoestima devaluada obliga a
asumir formas de comportamiento que se consideran adecuadas para su edad. El ageísmo
provoca que las personas vean a los mayores de forma diferente a lo que son ellos mismos; así,
sutilmente comienzan a dejar de identificar a sus mayores como iguales.

Esto facilita el rechazo, la tendencia a la marginalización, al temor, al desagrado, la negación, la


agresión... Todas actitudes ligadas entre sí y que operan discriminando a la persona que
envejece. El envejecimiento demográfico es un fenómeno relativamente reciente, en aumento
en todo el mundo, con mucha más fuerza en los países desarrollados y ricos.

El Ageísmo está caracterizado en determinados contextos por su sutileza y alcanza su máxima


expresión en la asistencia sanitaria.

Ejemplo de ello es:


1. El infantilismo o bebeísmo, es una actitud que se manifiesta generalmente por el tuteo, por
la simplificación excesiva de las actividades sociales o recreativas y por la organización de
programas de actividades que no corresponden a las necesidades de los individuos
Es una manifestación del paternalismo sanitario tratar al anciano como a un niño.
Dirigirse en tono afable al mayor como "abuelito/a", puede ser visto por el sujeto como una
merma de su dignidad.
2. «Invisibilizar» al anciano en la consulta o en la visita hospitalaria. El médico habla
directamente con los familiares, sin contar con el implicado (y titular del derecho a la salud).
3. Achacar a la edad cualquier afección:
Discriminamos, ofendemos y agredimos a la dignidad de la persona mayor cada vez que
cualquiera de nosotros damos por buenas en el día a día frases tan habituales como las de:
«bastante bien está Ud. para los años que tiene», o «a su edad qué querrá», o, peor aún,
porque suele traducir ignorancia, cuando el profesional de la salud, ya sea médico,
farmacéutico o enfermero, interpreta como «cosas de la edad» determinados problemas
clínicos cuya causa desconoce, muchas veces incluso sin haberse tomado siquiera la molestia
de indagar su origen.

La Ley General de Sanidad de 1986, pone énfasis en el derecho a la igualdad. El artículo 6


establece que «todas las personas tienen derecho a que las actuaciones de salud pública se
realicen en condiciones de igualdad sin que pueda producirse discriminación por razón de
nacimiento, origen racial o étnico, sexo, religión, convicción u opinión, edad, discapacidad,
orientación o identidad sexual, enfermedad o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social».

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Características diferenciales del prejuicio hacia las personas con obesidad

Desde un punto de vista psicológico, los sesgos negativos hacia la obesidad presentan una serie
de características que los diferencian de las actitudes negativas que sufren otros grupos sociales.
Uno de los aspectos más llamativos se refiere a la ausencia del llamado sesgo positivo o
“favoritismo endogrupal”. Efectivamente, muchos estudios han mostrado que los niños y
adultos con sobrepeso muestran niveles de rechazo a la obesidad similares a los que expresan
las personas de peso medio (Cramer y Steinwert, 1998; Crandall, 1994; Wang, Brownell y
Wadden, 2004). El sesgo positivo hacia el propio grupo sí ocurre en el caso de otros grupos
sociales objeto de discriminación (por ejemplo, las minorías étnicas, los homosexuales o las
mujeres). En algunos casos, esta ausencia de inclinación positiva endogrupal se encuentra
también en miembros de minorías étnicas, especialmente entre los niños, que pueden mostrar
más preferencia por el grupo mayoritario y socialmente dominante que por el propio grupo
(Furnham y Stacey, 1991). Sin embargo, esta tendencia suele ir disminuyendo con la edad y, por
lo general, los jóvenes y adultos de grupos minoritarios manifiestan mayor orgullo y apego al
endogrupo que a cualquiera de los grupos ajenos. En cambio, el prejuicio hacia la obesidad no
parece disminuir con la edad en las personas obesas.

Otra característica fundamental de este tipo de prejuicio es la atribución de responsabilidad


hacia las personas con sobrepeso por haber llegado a esa situación. Existe una fuerte asociación
entre la intensidad del prejuicio y el grado de responsabilidad percibida por los demás como
causa de esta condición. Según la Teoría de la Atribución propuesta por Weiner (1995), cuando
un atributo negativo se considera “controlable”, la persona que lo posee es más estigmatizada
que cuando el atributo se considera incontrolable. Existen numerosas pruebas empíricas que
apoyan las predicciones de esta teoría en relación a la obesidad, tanto en estudios realizados
con adultos (Crandall, 1994), como con niños (Tiggemann y Anesbury, 2000; Musher-Eizenman
y cols., 2004).

Otra característica importante


del prejuicio frente a la obesidad
es que no existen en la sociedad
actual modelos positivos de
personas con sobrepeso, al
contrario de lo que ocurre con
otro tipo de minorías o grupos
estigmatizados. Hoy en día
podemos ver numerosos
ejemplos de personas de
cualquier minoría étnica,
homosexuales o con alguna
discapacidad que triunfan en
distintos ámbitos de la vida social (los medios de comunicación, la música, la ciencia, etc.). Sin
embargo, rara vez encontramos modelos positivos de personas obesas representando papeles
o roles que no vayan asociados a características de personalidad negativas. Los cuentos
infantiles, las series de televisión o los videojuegos están saturados de modelos positivos
asociados a personas delgadas y atléticas, y negativos asociados a las gordas. Se representan en
general los personajes con sobrepeso con características como falta de voluntad y autocontrol,
avaricia y conductas antisociales (Greenberg y cols., 2003) - véanse, por ejemplo, los personajes
de niños gordos de la serie de Harry Potter o de Charlie y la Fábrica de Chocolate -, a la vez que
se ensalza la delgadez asociándola a aspectos positivos. Los medios de comunicación e incluso
los juguetes que utilizan nuestros niños (por ejemplo, la muñeca Barbie) transmiten eficazmente
el ideal de belleza corporal ultra-delgada (Levine y Harrison, 2004). Numerosos estudios
recientes constatan, además, que este ideal de belleza que ofrecen los medios de comunicación
está incrementando la insatisfacción corporal, especialmente en las niñas y mujeres (Dittmar,
Halliwell y Ive, 2006), a la vez que promueve un rechazo de las personas que se alejan de este
patrón ideal (Dittmar y cols., 2000).

Desde el punto de vista de su desarrollo en la niñez, el prejuicio a la obesidad difiere


sustancialmente de otros tipos de prejuicio y, particularmente, de los prejuicios étnico-raciales.
En general, las actitudes negativas hacia grupos étnicos minoritarios surgen hacia los 4 años y
tienden a aumentar hasta los 7-8 años. A partir de esta edad, los prejuicios empiezan a disminuir
o a matizarse y, por lo general, los niños comprenden que los rasgos positivos y negativos
pueden estar presentes en personas de cualquier grupo étnico. Estos avances dependen, en
parte, del progreso cognitivo entre la niñez y la adolescencia, aunque también, como es lógico,
del grado en que el prejuicio racial es sancionado o no en el entorno social (Aboud, 1988). Por
esa razón, cuando el prejuicio étnico se evalúa a través de medidas explícitas la tendencia
evolutiva es de disminución, lo que no ocurre cuando las medidas son implícitas (Baron y Banaji,
2006). Por el contrario, el prejuicio hacia la obesidad no sólo no disminuye con la edad, sino que
sigue siendo elevado en adolescentes y adultos, incluso cuando se examina mediante medidas
explícitas (Brylinsky y Moore, 1994; Solbes y Enesco, 2008). Esta diferencia se debe en parte a
que la actitud negativa hacia la obesidad está muy presente en la sociedad actual. De hecho, en
los últimos decenios, el prejuicio hacia la obesidad y el de carácter étnico-racial han tenido un
curso histórico muy distinto. Mientras que el segundo ha disminuido lenta pero
progresivamente a lo largo del siglo XX, al menos en lo que se refiere a su expresión abierta, el
prejuicio hacia la obesidad ha aumentado a lo largo del mismo periodo. Para terminar, y
siguiendo a Brownell (2005), la estigmatización que sufren las personas con sobrepeso es
seguramente uno de los pocos casos en los que, a menudo, la persona prejuiciosa se justifica a
sí misma alegando un supuesto beneficio para la persona que sufre el rechazo o la
estigmatización. En efecto, es frecuente pensar que las críticas a las personas obesas pueden
servirle como “incentivo” para que se esfuercen por adelgazar, como si el hecho de sufrir el
rechazo social por su aspecto físico pusiera en marcha mecanismos de control de la conducta y
del peso. Por supuesto, se sabe que este tipo de “técnica” no sólo no funciona, sino que aumenta
claramente el estrés sufrido por estas personas, lo que conlleva un aumento de las conductas
alimentarias no saludables y otros trastornos de la alimentación (Fairburn y cols., 1997).

Extraído de Solbes, Enesco y Escudero (2008).


Los prejuicios y las actitudes negativas hacia la obesidad en la infancia.
CATEGORIZACIÓN SOCIAL Y ESTEREOTIPOS

Dentro de los procesos subyacentes a la formación de estereotipos, la categorización social juega un


papel central. Es más, la categorización, entendida como consideración de las personas como
miembros de un grupo y no solamente como personas individuales, constituye uno de los procesos
básicos de nuestra vida cotidiana. Puede consistir en la auto-categorización o en la categorización
social, que define quienes forman parte de nuestros endogrupos o, por el contrario, de los
exogrupos, dando lugar a una tendencia a favorecer a los primeros mientras se discrimina a los
segundos.
La categorización puede ser concebida en función de una necesidad de los perceptores de evaluarse
positivamente. Dicha necesidad se extendería a los grupos a través de la motivación de pertenecer a
un grupo diferente y superior a otros. Por otro lado, tal y como expone Allport (1963), el proceso de
estereotipación está en la base misma del sistema cognitivo y cumple la función de simplificar la
ingente cantidad de información que contiene el medio ambiente en el que nos movemos. Tal y
como proponen Tajfel y Forgas (1981), la categorización sirve para ordenar el medio ambiente
“through grouping persons, objects and events as being similar or equivalent to one another in their
relevance to an individual’s actions, intentions or attitudes”, por ello, constituye una condición
imprescindible para la supervivencia.
Gracias a la categorización, no sólo se reduce la complejidad, sino que aumenta la semejanza
percibida dentro de los grupos (“outgroup homogeneity effect”) así como la diferenciación entre
categorías.
Taylor, Fiske, Etcoff y Ruderman (1978), por ejemplo, pusieron de relieve
cómo empleamos estímulos físicos o sociales para categorizar a las
personas y organizar las informaciones de las que disponemos en base a
dichas categorías, en vez de percibir a las personas como seres
individuales. Entre dichos estímulos que sirven para categorizar a las
personas destacan la raza y el sexo. Dichas categorizaciones supondrían la
base para minimizar las diferencias percibidas dentro de los endogrupos y
maximizar aquellas relativas a los exogrupos. Como exponen Billig y Tajfel (1973), “it seems that the
mere mention of ‘groups’ by the experimenters was sufficient to produce strong intergroup
discrimination”2 (p. 48).
Es más, tal y como han mostrado consistentemente Tajfel y colaboradores, dicha discriminación
exogrupal se da incluso en situaciones en las que no caben explicaciones alternativas consistentes en
antagonismos previos, competiciones, recursos limitados o frustraciones, dado que los grupos fueron
formados en base a un número reducido de características creadas artificialmente (juicios visuales o
preferencias estéticas. De ahí que la mera categorización fuera suficiente para inducir el favoritismo
intergrupal.
En suma, la categorización social supone la base para la formación de estereotipos y prejuicios
(Brewer, 2007). Dichos estereotipos afectan a las evaluaciones –dependiendo de si dicho estereotipo
es positivo o negativo– y al comportamiento, pudiendo dar lugar a conductas discriminatorias fruto
de la adscripción a una categoría, ya sea favoreciendo al propio endogrupo, perjudicando al
exogrupo, o protegiendo al endogrupo en comparación con el exogrupo.
En este sentido, los estereotipos, al menos en parte, reflejan una ilusión de diferencia; es decir, un
sesgo respecto a la atribución de características a un grupo extraño o minoría, sin tener más o menos
en cuenta su validez. Taylor, Fiske, Etcoff y Ruderman (1978) apuntan lo siguiente en relación con
esto:
a. Las personas utilizan discriminantes físicos y sociales tales como la raza y el sexo como una
forma de categorizar a las personas y de organizar la información sobre ellas.
b. Como resultado de este proceso de categorización, las diferencias intragrupo se minimizan
y las diferencias intergrupo se exageran.
c. Como un resultado de este proceso de categorización, la conducta de los miembros
intragrupo se interpreta en términos estereotipados.
d. El observador social pone más atención y hace más discriminaciones dentro de un subgrupo
cuando menos sean los miembros del mismo.
e. El observador social pone más atención y hace más discriminaciones dentro de grupos más
familiares, tales como aquellos a los que pertenece, que dentro de los menos familiares.
f. Los miembros del grupo están estereotipados dependiendo del número de los otros
La situación experimental utilizada por Taylor et al. implicaba a sujetos que escuchaban una
grabación sonora de un grupo de discusión de seis personas, sincronizada con un proyector de
diapositivas de manera que, después que se escuchaba una voz, una fotografía (supuestamente) del
que hablaba se proyectaba en una pared. Se pedía entonces a los sujetos que recordaran qué
sugerencias habían hecho los participantes en la discusión y a quiénes correspondían, y la variable
dependiente más importante era el patrón de errores obtenido. En el primero de sus experimentos,
tres de los participantes eran presentados como blancos y tres
como negros. Como se predijo, se halló que la confusión
intrarracial era mayor que la confusión interracial. En otras
palabras, una sugerencia hecha realmente por uno de los
participantes negros tenía más probabilidad de ser falsamente
atribuida a uno de los otros dos negros que a uno de los tres
blancos, y viceversa respecto a las sugerencias de los
participantes blancos, después de corregir por el hecho de que se
esperaba que los errores interraciales excedieran a los errores
intrarraciales en una razón de 3:2 de modo aleatorio. Todos los
sujetos eran blancos pero, contrariamente a la predicción, no era más probable confundir las
contribuciones de los diferentes negros que las de los diferentes blancos.
En un segundo experimento se encontraron esencialmente los mismos resultados, utilizando esta
vez el sexo en lugar de la raza como base de categorización, con tres hombres y tres mujeres en el
grupo de discusión grabado. De nuevo, proporcionalmente, con menos errores que los que serían
esperables por azar, se atribuia falsamente una sugerencia a un participante de diferente sexo, pero
los sujetos no recordaban mejor las contribuciones realizadas por los miembros de su propio sexo
que por los del opuesto.
Estos resultados refuerzan, por tanto, la perspectiva de que características tales como raza y sexo
pueden funcionar como una base para categorizar la información sobre otras personas, y para
apoyar una interpretación cognitiva de los estereotipos. En contraste con otros muchos estudios, sin
embargo, no se encontró apoyo para la predicción de que las personas discriminan mejor entre los
miembros del propio grupo que entre los miembros de otro grupo. Un factor que no se incluyó en
este estudio fue la significación emocional personal o «relevancia» de la clasificación para los sujetos
individuales (como opuesto a la «relevancia» en el sentido del carácter distintivo del estímulo o
infrecuencia). De acuerdo con Tajfel (1959a), los efectos de acentuación deben ser más pronunciados
en dimensiones personalmente más relevantes. Si, como uno sospecha, los estudiantes de Harvard
que sirvieron como sujetos no eran particularmente racistas ni sexistas, no era esperable que la
tendencia a clasificar mediante estereotipos a miembros de otra raza o sexo fuera muy fuerte.
DOS EFECTOS EN LA VÍCTIMA DEL PREJUICIO:
AMENAZA DEL ESTEREOTIPO Y DEVALUACIÓN DE LA AUTOESTIMA.
1. LA AMENAZA DEL ESTEREOTIPO
En los últimos años USA fue testigo de una incorporación importante de miembros de grupos minoritarios tanto a
la educación superior como a diferentes posiciones en el mercado laboral y en las organizaciones productivas. Sin
embargo, esta mejora no se tradujo en un mayor logro para estos grupos. Así, por ejemplo, la tasa de deserción de
estudiantes de grupos minoritarios sigue siendo más alta que en los americanos de origen europeo. Además, los
resultados del examen de ingreso a la universidad siguen siendo divergentes por sexo y origen étnico. Los varones, por
ejemplo, obtienen puntuaciones más altas que las mujeres en matemáticas y los angloamericanos obtienen
puntuaciones mayores que los afroamericanos y los latinos en matemáticas y en lenguaje.
Una de las explicaciones que se han ofrecido para estas diferencias es que las mujeres y las minorías no son tan
capaces o no están tan bien preparados como sus homólogos masculinos blancos. Sin embargo, los datos refutan esta
afirmación y respaldan el papel de algunos factores situacionales. En este contexto, las investigaciones de Steele
proporcionaron un nuevo factor explicativo que se ha difundido entre los psicólogos sociales, el factor “Amenaza del
Estereotipo”. Veamos en qué consiste.
Consideremos, por ejemplo, que los afroamericanos son conscientes de que existe un estereotipo negativo acerca
de sus habilidades académicas. Según Claude Steele (1997), éste conocimiento, produce una "amenaza que está en el
aire". Los afroamericanos se dan cuenta de que pueden ser juzgados o tratados en relación con este estereotipo
negativo y tienen miedo de confirmar dicha creencia estereotípica. Si el miedo es lo suficientemente fuerte y
personalmente relevante para el miembro del grupo estereotipado, puede experimentar una amenaza que interfiere
con el desempeño académico.
En una de las primeras demostraciones de que la amenaza del estereotipo afecta al logro de los afroamericanos,
Claude Steele y Aronson Josué (1995) pidieron a estudiantes blancos y afroamericanos que cumplimentaran un
examen con las cuestiones verbales más difíciles del Graduate Record Exam (GRE). A la mitad de los participantes les
dijeron que la prueba serviría como diagnóstico de su capacidad intelectual (condición de diagnóstico) y a la otra mitad
se les dijo que se trataba de una prueba de laboratorio sobre resolución de problemas (condición de no diagnóstico).
Steele y Aronson suponían que la condición de diagnóstico induciría
amenaza del estereotipo en los afroamericanos, ya que su rendimiento en
los exámenes podrían apoyar o refutar el estereotipo de que los
afroamericanos tienen una baja habilidad verbal. Sus estudios apoyaron esta
hipótesis. En dos investigaciones independientes, los participantes
afroamericanos en la condición de diagnóstico obtuvieron calificaciones más
bajas que los afroamericanos en la condición de no diagnóstico o blancos en
cualquier condición.
Hay varias claves para entender cómo funciona la amenaza del
estereotipo. Una es que la amenaza del estereotipo no sólo es el resultado
de la internalización del estereotipo negativo sino también de las presiones
situacionales que traen a la mente el estereotipo. De hecho, la gente no cree que el estereotipo de su grupo les afecte
personalmente o que pueda influir en su comportamiento. Claude Steele (1997) cita el ejemplo de un hombre
afroamericano que espera en un cajero automático a que una mujer complete su transacción. Posiblemente este
hombre conoce la creencia estereotipada de que los hombres afroamericanos son violentos y, aunque él mismo no
tiene intenciones violentas, se preocupa de que la mujer pueda tenerle miedo.
Una segunda característica clave de la amenaza del estereotipo es que es un proceso bastante general que puede
afectar a cualquier grupo sobre el que exista un estereotipo negativo. Jean-Claude Croizet y Claire Theresa (1998), por
ejemplo, observaron que esto también se daba como resultado de las creencias estereotipadas sobre la menor
inteligencia de los individuos de menor estatus socioeconómico en contraste con los de mayor nivel socioeconómico.
Su investigación se realizó con estudiantes de francés de alto y bajo estatus que completaron la parte verbal del GRE
bien en condiciones de evaluación de la capacidad intelectual para resolver problemas verbales (condición de
diagnóstico), bien como una evaluación de memoria léxica (condición de no diagnóstico). Los resultados apoyan la
hipótesis de la amenaza del estereotipo.
Una tercera característica de la amenaza del estereotipo es que la naturaleza de la amenaza varía según el contexto
específico del estereotipo negativo. El tipo de amenaza que afecta a las mujeres, por ejemplo, podría ser diferente del
tipo de amenaza que afecta a la tercera edad. Las mujeres, por ejemplo, están más amenazadas en el ámbito de las
habilidades matemáticas mientras que los adultos mayores lo están en el área de la memoria. Por otra parte, la
amenaza del estereotipo no se generaliza a otras situaciones. Así, el desempeño de las mujeres en un examen de
inglés, por ejemplo, no se vería obstaculizado por una amenaza sobre su capacidad
matemática, ya que el estereotipo no se aplica ahí.
La amenaza del estereotipo también se puede producir en grupos cuyos miembros no se
sienten normalmente amenazados por una creencia estereotípica. Los hombres blancos no
suelen preocuparse por su habilidad matemática, por ejemplo, y, sin embargo, experimentan
caídas significativas en el rendimiento cuando se les indica que la prueba se diseñó para
determinar por qué los hombres asiáticos superan a los blancos en matemáticas.
Los datos sugieren que la amenaza de estereotipo funciona cambiando la forma en que se procesa la información,
específicamente reduciendo la capacidad de la memoria de trabajo. Es decir, la amenaza del estereotipo no es más
que una reacción emocional ante la posibilidad de confirmar un estereotipo acerca de un grupo.
Además:
a. Ciertas condiciones son más propensas a producir la amenaza de estereotipo. Por ejemplo, los estereotipos más
negativos producen generalmente una mayor amenaza de estereotipo.
b. La amenaza del estereotipo tiene mayores efectos sobre las personas cuya autoestima está ligada a su
rendimiento en un dominio concreto. Como Joshua Aronson et al. (1998) apuntan, "siendo todo lo demás igual, cuanto
más se preocupa una persona por ser buena en algo, mayor será su angustia sobre el estereotipo que le afecte " (p.
87). Los blancos que creen que su capacidad atlética es importante para su identidad se sienten más amenazados por
el estereotipo de que "los afroamericanos son más atléticos que los blancos" que los blancos para los que el atletismo
no es importante (Stone et al., 1999). Del mismo modo, las mujeres que se identifican fuertemente con ser mujer son
más propensas a sufrir la amenaza del estereotipo en una prueba de capacidad matemática que aquellas que no
tienen una identificación de género.
c. La investigación también ha demostrado que los efectos de la amenaza del estereotipo son más probables
cuando la tarea es difícil o frustrante, y menos probables cuando la tarea es fácil (Spencer et al. 2001). Esto explicaría
por qué las mujeres obtienen más rendimiento que los hombres en los cursos de matemáticas, pero no en las pruebas
estandarizadas.
d. Proporcionar modelos reduce la amenaza del estereotipo. Las mujeres universitarias, por ejemplo, tienen un
mejor desempeño en un examen de matemáticas difícil después de saber que otras mujeres han tenido éxito.
2. DETERIORO DE LA AUTOESTIMA
Hace cincuenta años, la mayoría de los científicos sociales creían que los miembros de grupos minoritarios tenían
una baja autoestima ya que se suponía que estas personas habrían aceptado e interiorizado las creencias
estigmatizadoras del grupo dominante. Este punto de vista era consistente con las teorías del yo en espejo de Charles
Horton Cooley (1902) para quien nuestro autoconcepto y nuestra autoestima se forma a partir de cómo nos ven los
demás y cómo los demás nos juzgan. Cuando esas imagines son negativas, la autoestima se resiente. Ciertamente, los
miembros de grupos estigmatizados tienen multitud de experiencias que sugieren esas evaluaciones negativas existen.
Ahora bien, ¿esas experiencias afectan a su autoestima? Esta pregunta no se puede contestar con un simple "sí" o
"no". La investigación reciente sugiere que la respuesta es bastante más compleja. Jean Twenge y Jennifer Crocker
(2002), revisaron datos de 712 estudios que abarcaban más de 375.000 participantes. Los resultados mostraron que
había diferencias importantes en la autoestima de los grupos étnicos. Un hallazgo importante fue que los
afroamericanos tienen una autoestima más alta que cualquier otro grupo étnico estudiado, incluyendo los blancos.
Este patrón de resultados es particularmente interesante porque los estudios de las actitudes de los estadounidenses
hacia los grupos sociales muestran una fuerte devaluación de los afroamericanos, mayor incluso que la de los asiáticos
o hispanos.
Por tanto, parece obvio que el autoconcepto de los afroamericanos no es el reflejo de las actitudes sociales hacia su
grupo. Curiosamente, los datos también sugieren que la mayor autoestima de los afroamericanos está ligada a su
identidad racial. Ahora bien, que los asiáticos y los hispanos tengan una menor autoestima que los blancos muestra
que no todos los grupos étnicos establecen una relación positiva con la identidad social del grupo. Todo ello significa
que una sola teoría no puede explicar lo que ocurre y, por tanto, la cuestión de si y por qué afectan los estereotipos y
el prejuicios a la autoestima aún no está resuelto. Parece claro que no hay una respuesta única a la pregunta de si la
pertenencia a un grupo o experimentar el prejuicio y la discriminación relacionados con la pertenencia afecta a la
autoestima. Los resultados dependen de cuándo y cómo se hace la pregunta, el contexto cultural en el que vive el
grupo estigmatizado, y si los individuos perciben la discriminación en sus vidas.
Extraído de Aronson, J. Quinn, D y Spencer, S. (1998) Stereotype threat and the academic underperformance of
minorities and women. En J. Swim y Ch. Stangor (Eds.) Prejudice. The target’s perspective. N. York. Academic Press.
EL PREJUICIO HACIA LOS OBESOS

El prejuicio es una actitud negativa que, en muchas ocasiones, conlleva conductas


discriminatorias hacia alguna persona por su pertenencia a cierta categoría grupal. Son bien
conocidas las actitudes negativas hacia las personas con sobrepeso por parte de niños, adultos
e incluso profesionales de la salud.

En el ámbito del sobrepeso y la obesidad existen discrepancias en cuanto a si el


prejuicio, la actitud negativa, conlleva conductas de discriminación. Por un lado hay quien lo
niega8, pero sin embargo es frecuente que a las personas obesas se les atribuya la
responsabilidad de su estado sobre la base de su forma de ser; de este modo sí se discrimina o
penaliza, socialmente, la pereza, la falta de autocontrol o la glotonería, etiquetando a quien
muestra dichas características como “desviado” (cuando lo que socialmente impera es la
diligencia, la competitividad, el rígido control, etcétera).

En la obesidad, el prejuicio sesga los procesos de categorización, pudiendo tener


repercusiones en las relaciones interpersonales. Una de estas repercusiones consiste en
asignar ciertas características a la persona, más
allá de los datos de los que objetivamente se
dispone. Es como si el estereotipo llenara el
contenido categorial poniendo lo que falta a lo
que escasamente conocemos. De un mero dato
físico (“estar gordo o gorda”) podemos pasar a
categorizar a la persona obesa sobre la base de
nuestras creencias, en una íntima fusión entre
estereotipo y categorización.

El resultado de esta fusión es un sesgo o


asimetría en las atribuciones. De este modo las conductas negativas que se atribuyen a las
personas obesas (por ejemplo, la responsabilidad por su estado) tienden a explicarse por
causas internas y estables (por ejemplo “es que los obesos no se cuidan, son así, no hacen
nada…”), mientras que algo positivo (supongamos que la persona obesa mantiene, en el
tiempo, una actividad física moderada) se tiende a atribuir a causas externas e inestables (en
este caso valdría decir que la persona obesa “ha encontrado una pareja que le obliga a ir al
gimnasio, pero cuando no está ya vuelve a lo mismo”).

Algunos autores nos recuerdan que dicho sesgo se plasma, con claridad, en el lenguaje:
en nuestro caso lo negativo de las personas obesas se expresaría de forma abstracta (“es así”),
pero los aspectos positivos se tenderían a concretar (“va ahora a un gimnasio porque tiene una
pareja concreta, que le obliga a ir”). La cuestión no es baladí, por cuanto las conductas
codificadas de forma abstracta son mucho más resistentes al cambio y se tienden a percibir
como estables.

Por otra parte, a la hora de categorizar a las personas obesas, en contraposición con las
personas delgadas, existe una clara bipolaridad entre perezoso/motivado, estúpido/
inteligente y de escaso valor/valioso. Torpeza, des-motivación y escaso valor serían algunas
características propias asignadas a las personas obesas, automáticamente expresadas en
función de los estereotipos. La presencia de actitudes negativas hacia la obesidad se ha
constatado en todas las edades y nivel educativo, sin diferencias de género y con algunos
matices transculturales.

La literatura científica pone de manifiesto que las personas obesas sufren discriminación
en muchas áreas sociales. En el área de la salud se ha puesto de manifiesto que los
profesionales sanitarios, tanto médicos como enfermeros, comparten una serie de creencias
negativas sobre los obesos (suelen considerar a sus pacientes obesos como vagos y poco
inteligentes, muy en la línea del estereotipo social predominante) lo que puede acabar
repercutiendo negativamente al tratamiento que reciben los pacientes con problemas de
peso.

En el ámbito laboral también se encuentra que existe


un estereotipo tan negativo del trabajador obeso (se cree
que son más lentos y torpes que el resto de personas) que es
prácticamente imposible que la gente con sobrepeso pueda
competir en igualdad de condiciones con el resto de personas
en el mercado laboral. En general se ha hallado que las
personas obesas tienen problemas en los procesos de
selección de personal, obtienen una menor remuneración
económica, ocupan puestos de inferior categoría y sufren una
mayor tasa de paro. Investigaciones en el área educativa
también encuentran que el prejuicio hacia los niños y niñas con problemas de peso están muy
extendidos (ver por ejemplo, Turnbull, Heaslip y McLeod, 2000).

En el área de las relaciones interpersonales, se han hallado resultados igualmente


similares, al encontrar que las personas de este colectivo reciben un trato más negativo que la
gente con un menor peso corporal (Hersh, 2011). Por último, podemos mencionar que la
imagen que se da de las personas obesas en los medios de comunicación es en muchas
ocasiones muy negativa, lo cual ayuda a diseminar entre la población los estereotipos acerca
de las personas con sobrepeso.
1

LA CATEGORIZACIÓN SOCIAL

La categorización es un proceso complejo en el que intervienen.

a. Las propiedades del estímulo.


Durante mucho tiempo se consideró que las categorías que formamos dependen básicamente de
las propiedades de las cosas. Una categoría sería pues, un conjunto de elementos que comparten
atributos. Sin embargo, esta posibilidad tiene varios problemas: a) Establece límites discretos entre
categorías; b) Exige que los miembros de una categoría compartan todos los elementos; c) No asume
la subjetividad de la percepción (las cosas tienen varios significados, no todos se fijan en las mismas
propiedades,…); d) Limita el tamaño de las categorías a grupos en los que todos los elementos
comparten alguna propiedad. Sin embargo, a mediados de los años 70 Rosch planteó la alternativa
de considerar las categorías como un reflejo de la estructura correlacional del mundo. Es decir, un
mismo objeto puede ser categorizado de distintos modos según su inclusividad. Un tiburón, por
ejemplo, podría ser categorizado como un pez, como un predador o como un animal mitológico.
Para Rosch, los miembros de una categoría varían internamente, de modo que unos representan
mejor la idea de la categoría que otros. Esto quiere decir que las categorías se organizan
mentalmente en una dimensión vertical de tipicidad de mod que por ejemplo aunque todos los
mamíferos son igual de mamíferos no es difícil aceptar que unos mamíferos representan mejor la
idea que tenemos de los mamíferos. Desafortunadamente, nuestro diseño cognitvo también hace
esto mismo con las categorías humana.
Sin embargo, esta no es la única estrategia que emplean los
humanos para categroizar el mund. De hecho, confiar en que
categorizamos el mundo atendiendo a las propiedades de las cosas
incurre en algunos dilemas, a saber: a) ¿Cómo vamos a defender
que organizamos el mundo atendiendo a las similitudes entre las
cosas cuando primero
deberíamos establecer en qué
dimensión nos fijamos para
determinar la similitud. Una tortuga, una gardenia y un hombre se
parecen mucho ya que son seres vivos y por tanto deberían
formar parte de la misma categoría. Es decir, emplear la similitud
como la base de las categorías sin explicar por qué las cosas nos
parecen similares es engañoso, ya que es posible que nos
parezcan similares justamente por pertenecer a la misma
categoría. ¿Cómo puedo ignorar el parecido que existe entre un
caballo y otros miembros de la categoría "mamífero" si evoco su pertenencia a esa categoría? ¿ Y
cómo puedo en condiciones parecidas percibirlo como miembro de la categoría "vehículo"? ; b)
Cómo vamos a defender que organizamos el mundo atendiendo a las similitudes entre las cosas
cuando primero deberíamos establecer qué entendemos por característica, y si es sólo la presencia y
no la ausencia de un atributo lo que constituye una característica. Es lógicamente exacto pero
psicológicamente poco probable que un individuo asocie a un chimpancé y un bebé en la categoría
“no tiene dos estómagos”. Y es lógicamente exacto pero psicológicamente poco probable que un
individuo asocie a un catalán y un vasco en la categoría “no tiene dos estómagos”.

b. Las creencias del perceptor.


Es muy posible que la similitud entre dos estímulos sea un producto del modo en que se los
percibe. Por tanto, es posible que dos cosas se vean similares (o diferentes) porque los perceptores
tienen una teoría que justifica que se trata de miembros de la misma (distinta) categoría.
2

Por ejemplo, es ilustrativo que las personas respondan al percibir las relaciones entre los colores
negro, gris y blanco de modo distinto según se trate del color del
pelo o del color de las nubes. Concretamente, las personas
tienden a ver “el pelo gris” más asociado a “pelo blanco” que a
“pelo negro”. Y, sin embargo, las “nubes grises las percibe más
asociadas a nueves negras que a “nubes blancas”. Es posible que
la existencia de una teoría de la edad en el primer caso y una
teoría de tiempo en el segundo de cuenta de esa percepción. Esta
es una prueba de que la similitud no siempre proporciona
coherencia categorial y las teorías implícitas, sí.
No obstante, la organización categorial del mundo no puede descansar exclusivamente sobre las
creencias de los individuos ya que entonces cada individuo tendría categorías distintas y sería incapaz
de comunicarse con los demás. Por esta razón, conviene asumir que la categorización del mundo
depende de un intercambio entre la naturaleza del objeto percibido y nuestras
motivaciones, objetivos, relaciones sociales y teorías implícitas.
Una ilustración nos la proporciona la categoría "solterona", una categoría
afortunadamente en desuso. La idea de solterona se ha aplicado en nuestra cultura a la
mujer adulta que no se había casado y que ya había superado la edad de casamiento. Si
preguntamos a una muestra de sujetos si incluiría a la madre Teresa de Calcuta en esa
categoría, seguramente la respuesta mayoritaria sería negativa. Si hacemos lo mismo
respecto a una ministra de un gobierno, seguramente habría diversidad de opiniones.
Esto podría interpretarse desde las creencias del sujeto. Así, los individuos que mantienen la teoría
de que la vocación religiosa aparta a las personas de la dicotomía soltera/casada y aquéllos que
creen que las religiosas se han desposado con Dios, considerarán que la Madre Teresa no pertenece
a la categoría solterona o sería un pésimo ejemplar de dicha categoría. En cambio, los individuos que
no hacen distingos entre religiosos y seglares incluirían a la Madre Teresa en algún punto de la
categoría solterona.

c. Las relaciones sociales


También intervienen en la categorización las relaciones sociales ya
que contribuyen a la selección de los atributos que definen las
categorías. Así, la selección de características simiescas en el caso de los
negros fue con toda claridad una justificación post hoc tanto como un
motor de la colonización.
De hecho, estudiantes americanos blancos juzgan un americano negro
brillante en una Facultad de Derecho más inteligente que cuando es
blanco; cuando este es mediocre, es juzgado más negativamente si es
negro que si es blanco. Asimismo, los estudiantes se muestran más
positivos hacia una persona de edad y dinámica que hacia una persona
dinámica de su edad; ocurre lo contrario, aunque de manera no
significativa, cuando la persona de edad o joven es tranquila.
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

SALUD MENTAL Y ESTIGMAS

CONCEPTO SALUD MENTAL Y ESTIGMA

La salud mental es un estado de bienestar en el cual el individuo se


da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones
normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y
es capaz de hacer una contribución a su comunidad

CONSECUENCIAS DEL ESTIGMA SEGÚN LA OMS


- Ocultación del problema
- Aislamiento Social
- Internalización del estigma social (autoestigma)
- Ausencia de apoyo social
- No aceptación del problema/No conciencia de enfermedad

PRINCIPAL BARRERA EN LA BUSQUEDA DE AYUDA


- Agravamiento de los síntomas psicológicos y mayor probabilidad de enfermedades físicas
- Fracaso y abandono escolar
- Aumento de conductas de riesgo y de las tasas de suicidio
“Un 25% de la población padece un problema psicológico a lo largo de su vida" 1 de cada 4
personas
"Un 20% de la población juvenil padece un problema psicologico" 1 de cada 5 jóvenes

La Organización Mundial de la Salud, en su Plan de Acción sobre Salud Mental 2013-2020,


advierte:
En el mundo:
- Los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo
en 2030.
- El 12,5 % de todos los problemas de salud está representado por los trastornos
mentales, una cifra mayor a la del cáncer y los problemas cardiovasculares.
- El 50% de los problemas de salud mental en adultos comienzan antes de los 14 años, y
el 75% antes de los 18.
- Más de 300 Millones de personas viven con una depresión, un problema de salud
mental que ha aumentado un 18,4% entre 2005 y 2015.
En España:
- El 6,7% de la población está afectada por la ansiedad, exactamente la misma cifra de
personas con depresión.
- Más de la mitad de las personas con trastorno mental que necesitan tratamiento no lo
reciben, y un porcentaje significativo no recibe el adecuado.
- El 88% de las labores de atención y apoyo las realizan personas cuidadoras informales
(familia, amigos/as, etc.).
- Entre el 11% y el 27% de los problemas de salud mental se pueden atribuir a las
condiciones de trabajo.
- 8 de cada 10 personas con problemas de salud mental no tienen empleo (83,1%).

EL ESTIGMA COMO IDENTIDAD SOCIAL NEGATIVA (Goffman, 1963; Crocker, Major & Steele, 1998)
MARCA O SEÑAL que define a su portador como un SER IMPERFECTO O INDESEABLE (Jones et al., 1984)
CONJUNTO DE ACTITUDES NEGATIVAS Y CONDUCTAS DISCRIMINATORIAS derivadas de
estereotipos y prejuicios (Badallo, 2012; Corrigan, 2003; Muñoz et al., 2009)

Lucía Melián Hernández 1


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

ESTEREOTIPOS: Las personas con problemas de salud mental son imprevisibles


- Peligrosidad y Actos violentos
- Responsables del PSM (culpable de su enfermedad, no busca tratamiento)
- Carácter débil/ Infantilismo
- Incompetencia para tareas básicas como pueden ser las de autocuidado
- Imprevisibles respecto al carácter y reacciones. Falta de control

PREJUICIOS: Siento miedo hacia las personas con problemas de salud mental
- Miedo
- Enfado
- Compasión
- Preocupación
- Actitud paternalista

DISCRIMINACIÓN: Evito acercarme a personas con problemas de salud mental


- Dificil acceso al trabajo/vivienda independiente 85,7% EN PARO
- Limitación en sus relaciones sociales y de pareja
- Limitación del ambito social a otras personas con PSM (segregación)
- Deterioro del acceso a los sistemas judiciales y de salud
- Coerción, tratamiento forzado

Estigma Estructural o Institucional


Estigma Público o Social: Mayor investigación
Estigma Personal: Perspectiva y Personas con PSM

Estigma Estigma Sentido o Estigma Internalizado


Percibido Experimentado o Autoestigma

PROCESO DE ESTIGMATIZACIÓN
Obstáculo en la Agravamiento Riesgo de Exclusión
búsqueda de ayuda
de los síntomas Social/Pobreza
profesional

Asunción de una identidad


AUTOESTIGMA
socialmente devaluada

COMPONENTES DEFINICIÓN Y CONSECUENCIAS


Autoestigma o estigma internalizado - Actitud negativa hacia uno mismo por presentar problemas de
salud mental
- Estigma público internalizado
Estereotipos - Aceptación de creencias negativas como incompetencia,
peligrosidad, carácter débil
Prejuicios - Acuerdo con la respuesta emocional negativa
- Autodesprecio, baja autoestima y baja autoeficacia
Discriminación - Anticipación de conductas de rechazo
- No pedir ayuda, fracaso en búsqueda de trabajo y /o vivienda

Lucía Melián Hernández 2


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

La carga invisible de dolor que se suma al del PSM (Major et al., 2003) es más difícil de superar
que la enfermedad mental misma (Corrigan & Penn, 1999).
Los síntomas unidos a la exclusión social da como resultado una doble dificultad

Dimensiones del estigma


- VISIBILIDAD
- DIRECCIONALIDAD
- POTENCIAL
- DISRUPTIVO
- APARIENCIA FÍSICA
- ORIGEN/CONTROLABILIDAD
- PELIGROSIDAD

Modelos de atribución y reacciones estigmatizantes

A) RESPONSABILIDAD NO = piedad/pena = ayuda

SI = enfado = exclusión

B) PELIGROSIDAD = miedo = excitación o exclusión

VISIBILIDAD.
Es importante el diagnóstico en salud mental pero tiene consecuencias negativas produciendo
un etiquetado de las personas y este es el primer paso del proceso de estigmatización.
El estigma anticipado supone estrés y sufrimiento adicional que provocan:
- Temor a ser etiquetados como seres inferiores, locos, inmaduros, dependientes o
discapacitados
- Miedo a ser visto saliendo de la consulta de un psicólogo o de un centro de salud mental
- Evitar una baja laboral donde por un problema de salud mental

La importancia del lenguaje


Las personas no son enfermedades, una persona no es “un esquizofrénico”, es una persona
con esquizofrenia, osea que una enfermedad mental es algo que alguien TIENE, no es algo que
alguien ES.

Acción y protesta social. Autorevelación


Es una estrategia útil, aporta efectos beneficiosos a corto plazo
Los objetivos son:
- Derribar barreras legales derivadas del estigma que dificultan el acceso a derechos
fundamentales como educación, sanidad, empleo o vivienda
- Acciones desarrolladas por asociaciones de personas afectadas, profesionales y
personas sensibilizadas con esta causa y en la defensa de los derechos civiles:
a) Manifestaciones en la calle
b) Artículos en periódicos y otros medios de comunicación
c) Recogida de firmas reivindicando sus derechos, etc

Lucía Melián Hernández 3


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

Talleres de participación social, creatividad y salud mental

¿Cómo conseguir la inclusión social? Contacto entre personas

CON problemas de salud mental SIN problemas de salud mental

CON EL OBJETIVO DE:

- Se relacionen Dejando atrás etiquetas y actitudes


- Se comprometan discriminatorias
- Creen proyectos

La Organización Mundial de la Salud (OMS)


Propone la elaboración de proyectos de investigación sobre programas educativos con un
doble objetivo:
1) Prevención del estigma hacia la salud mental
2) Educación de la salud mental en la infancia y en la adolescencia
Favorece la comunicación y la expresión de sentimientos, emociones, preocupaciones o
problemas psicológicos.

Permitiría el acceso a los servicios de salud mental favoreciendo la búsqueda de ayuda y la


adherencia al tratamiento

Lucía Melián Hernández 4


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

1
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………….…………..………pág 3.

2. EL SUICIDIO Y LOS ESTIGMAS.………………………………………………………………...…….………pág 4.


2.1 Estudios científicos previos.
2.2. Conocimiento del personal de enfermería acerca del suicidio.

3. SITUACIÓN ACTUAL.………………………………………………………………………….……………….…pág 5.
3.1. Situación durante la pandemia.
3.2. Prevención.

4. NECESIDADES RELACIONADAS CON LA ENFERMERÍA.…………………………………..……….pág 6.


4.1. Necesidades y cobertura de las mismas.
4.2. Prevención a través de especialidades de enfermería.

5. CONCLUSIONES.……………………………………………………………………………….…………..………pág 7.

6. PROPUESTAS.………………………………………………………………………………….……………………pág 8.

ANEXOS………………………………………………………………………………………………...……………pág 10.

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………………………….………….pág 12.

2
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

1. INTRODUCCIÓN

El suicidio es un problema de carácter mundial que en los últimos años ha aumentado a cifras
realmente preocupantes. La gravedad de este suceso afecta a toda clase de personas,
generalmente, se suele asociar a aquellas que sufren trastornos mentales, en especial trastornos
depresivos y consumo de drogas, pero hoy en día hay documentación suficiente que demuestra
que muchos casos se dan en personas que lo cometen impulsivamente en situaciones de
inestabilidad en la que su capacidad para afrontar las dificultades de la vida está disminuida. (1)

Aproximadamente más del 77% de los suicidios ocurridos en 2019 tuvieron lugar en países con
un nivel de vida bajos y medios. Además, se ha demostrado que vivir catástrofes, acciones
violentas, abusos, pérdida de algún ser querido y sensación de soledad puede generar conductas
suicidas. Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables y
discriminados, como las personas pertenecientes al colectivo LGTBIQ+, inmigrantes o refugiados
e incluso en personas que están cumpliendo condena. (2)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó que, en el año 2019, 800.000 personas
fallecieron por suicidio. Además, el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15
a 19 años, se cree que debido a los cambios tanto físicos como psicológicos que experimentan
en dicha edad. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Instituto Canario de
Estadística, 197 personas se suicidaron en Canarias en 2019. Esto supuso una tasa de 9,15 por
cada 100 mil habitantes, superior a la tasa media en España para el mismo año de 7,8. (2)

Las estrategias de prevención deben tener un enfoque integral y multisectorial que incluya no
solo al sector de la salud, sino también los de educación, empleo, bienestar social, justicia entre
otros. Asimismo, deben adaptarse al contexto cultural y social, y establecer las recomendaciones
basadas en el conocimiento científico. (1)

Los intentos autolíticos suelen ser atendidos en primera instancia por los profesionales de la
salud pertenecientes a los servicios extrahospitalarios de emergencias, por este motivo, es de
vital importancia que estos sanitarios tengan la formación adecuada para tratar con estos casos
y poder reconocer así los factores de riesgo y clasificar el riesgo que corre el paciente. (3)

Los suicidios son evitables, por ello existen algunas medidas como las siguientes para su
prevención: restricción del acceso a los recursos de suicidio (plaguicidas, armas de fuego y
ciertos medicamentos), información responsable por parte de los medios de comunicación, las
intervenciones escolares, introducción de políticas orientadas a reducir el consumo nocivo de
alcohol, identificación temprana, tratamiento y atención de personas con problemas de salud
mental y abuso de sustancias, dolores crónicos y trastorno emocional agudo, capacitación del
personal sanitario no especializado en la evaluación y gestión de conductas suicidas;
seguimiento de la atención dispensada a personas que intentaron suicidarse y la prestación de
apoyo social. (2)

Conviene tener presente que cualquier persona tiene un papel importante en la prevención del
suicidio. Muchas personas que presentan ideas suicidas están aisladas de la comunidad, pueden
padecer una depresión, y lo peor, no han pedido ayuda a los Servicios Sanitarios. Es
responsabilidad de todos prestar apoyo a las personas más indefensas de nuestra Comunidad.
Una simple pregunta como, por ejemplo: ¿Se encuentra bien? puede suponer una luz de
esperanza para quien la necesite, y salvar una vida. Debemos animar a estas personas a hablar
de sus problemas, con una actitud de escucha y comprensión, evitando siempre la crítica. Las
personas que sufren un gran malestar emocional habitualmente no esperan un consejo

3
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

específico, sino ser escuchados con compasión y empatía. Una conversación y el apoyo que
puedan sentir puede fortalecer y estimular a pedir ayuda profesional. (3)

2. EL SUICIDIO Y LOS ESTIGMAS. ANTECEDENTES.

Según Nasim Yampey, el suicidio procede en tres etapas distintas. Primero estaría la etapa de
“consideración”, en la que la persona cree que el fin de la vida es la única manera de resolver
sus problemas, a continuación, entraría la etapa de “ambivalencia”, en la que se presenta una
indecisión en la persona con estas ideas, surgen tendencias contrarias, y durante esta fase es
cuando suele dar avisos o diferentes señales de que tiene en mente realizar un intento de
suicidio. Por último, tenemos la fase de “decisión”, es cuando el sujeto decide realizar el intento
suicida, y se pueden observar cambios radicales en el comportamiento y la actitud de la persona,
en la que de estar en un estado de tristeza profunda o depresivo, aparenta estar con buen
ánimo, e incluso alegre. (4)

2.1 Estudios científicos previos

El suicidio tiene un gran estigma asociado, al igual que los demás trastornos de salud mental, el
cual influye directamente en un aumento de la tasa de suicidios, además de ser un obstáculo en
la prevención de esta pues, las personas con pensamientos o ideas suicidas no buscan ayuda,
aunque la necesitan, ya que se sienten desplazadas de la sociedad por los prejuicios hacia las
personas con problemas de salud mental.

La falta de sensibilización de la sociedad sobre la importancia de la salud mental también es


consecuente de la baja tasa de éxito de la prevención del suicidio, pues hoy en día, solo 38 países
cuentan con una estrategia de prevención nacional ante el suicidio. (2)

El estigma y la baja importancia acerca del suicidio genera una dificultad a la hora de la
recolección de datos, pues no solo la disponibilidad, sino la calidad de estos se ve reducida, de
manera que, solo alrededor de 80 estados, contabilizan datos acerca de las defunciones por
suicidio. Además, hay que sumar que muchos casos no son notificados correctamente, y la
clasificación de estos a veces es errónea, pues las conductas y comportamientos suicidas son
incluso ilegales en ciertos países. (2)

Cada año la cifra de defunciones por suicidio va en aumento; en España, en el año 1990 se
registraron 2939 suicidios, 10 años más tarde 3393, y por último las cifras más actuales que
ofrece el INE aumentan a 3941 suicidios en el año 2020. (5)

Cabe resaltar que los datos ofrecidos por el INE de los años entre el 2006 y el 2010 respecto a
las defunciones por suicidios son menores a los datos registrados directamente por el Instituto
de Medicina Legal, con una diferencia de aproximadamente 440 defunciones cada año, aunque
se desconoce la causa de esta diferencia y también se desconoce cuál de entre las dos fuentes
mencionadas es más fiable. (6)

2.2 Conocimiento del personal de enfermería acerca del suicidio.

En la profesión enfermera, existe un lenguaje estandarizado el cual reúne diagnósticos


enfermeros (NANDA), objetivos y resultados (NOC) y las intervenciones enfermeras (NIC). (7)

En los diagnósticos, disponemos de dos NANDA directamente relacionados con el suicidio:


riesgo de conducta suicida y riesgo de violencia autodirigida; y de un NANDA indirectamente
relacionado: desesperanza.

4
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

En los objetivos y resultados existen varios NOC, entre los que se encuentran: control de riesgo
social: suicidio, autocontrol de impulso suicida; además de contar con diferentes indicadores
dentro de cada objetivo para poder valorar el progreso, como pueden ser: provisión de
programas psicosociales para la prevención del suicidio, compromiso sólido con las estrategias
comunitarias de prevención del suicidio, etc.

Por último, como intervención enfermera ante el suicidio, se dispone del NIC prevención del
suicidio, en el que se resumen actividades estandarizadas ante la prevención del suicidio, y entre
ellas hay actividades como: determinar la existencia y el grado de riesgo de suicidio, ocuparse
de los aspectos de calidad de vida y control del dolor, considerar la hospitalización del paciente
que tiene un alto riesgo de conducta suicida etc. (7)

A pesar de que existen referencias al suicidio en el lenguaje enfermero, siguen existiendo


profesionales de enfermería que no están formados en la materia o incluso algunos que
mantienen los estigmas hacia ellos, disminuyendo la calidad de la atención a las personas con
trastornos mentales y empeorando la atención dirigida hacia las mismas

El estigma mencionado con anterioridad se hace paradójicamente más notable dentro de la


misma profesión, manifestado por prejuicios que reconocen los mismos sanitarios. El 71% de
160 trabajadores sanitarios del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín (HUGCDN)
admiten que sienten incomodidad al tratar con pacientes con patologías mentales. El 37% de los
encuestados no darían empleo a personas con enfermedad mental, el 43% opina que personas
con trastornos mentales tienden a ser más violentos y el 28% refiere que no querrían tener como
vecino a una persona con este tipo de trastornos. (8)

3. SITUACIÓN ACTUAL

3.1. Situación durante la pandemia

En la situación actual es imprescindible investigar el


impacto que ha tenido esta pandemia en la salud mental
de la población, no solo por la enfermedad, sino por el
confinamiento de hace 1 año y como ha aumentado el
índice de suicidios. El suicidio esta considerado como la
pandemia silenciosa, ya que su numero de muertes es,
hasta incluso mayor que la del COVID19.

``Los trastornos mentales se cobraron en 2020 más vidas


de personas menores de 50 años que el coronavirus´´
según un artículo del periódico EL MUNDO (9), debido a
que al haber niveles superiores de estrés esto repercute en
la salud mental de las personas.

Las actividades de distanciamiento social y autoaislamiento, la incertidumbre asociada con la


enfermedad en sí como su rápida propagación y alto riesgo de infección, la duración
desconocida..., son algunos ejemplos que han provocado problemas de salud mental, ansiedad
y depresión, por lo cual el índice de suicidios se ve aumentado exponencialmente.

Tanto los jóvenes como los ancianos se ven influenciados por esta pandemia. Lo que repercute
en la salud mental de las personas mayores, no son las medidas sanitarias de distanciamiento
físico actual, sino el estigma social que se le otorga al colectivo. El rechazo hacia la vejez, se le
incorpora a los propios ancianos como profecía autocumplida y provoca que esta población se

5
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

pueda volver más vulnerable y excluida de las familias, las instituciones y de lo social, lo que
repercute en su salud mental de forma negativa.

En cambio, en los jóvenes, la adolescencia nunca ha sido un periodo fácil de la vida y se puede
decir que muchos adolescentes perdieron momentos hermosos de su juventud. Los psicólogos
reconocen que la ansiedad es una función normal y saludable que sirve de alerta para el
individuo de los peligros, y lo ayuda a tomar medidas de autoprotección y para preservar a los
demás. Por tanto, la ansiedad provocada por el comportamiento y desarrollo creciente de esta
pandemia es totalmente comprensible (10).

3.2. Prevención

Otro aspecto interesante de investigar sería el de cómo afecta la prevención con respecto al
resultado final de suicidios, en diversos estudios se ha encontrado que el 45% de los que se
suicidan, incluidos los adultos jóvenes, contactan a su médico general en lugar de a un
profesional de la salud mental en el mes anterior a su muerte (11). Tres de cada cuatro víctimas
de suicidio tuvieron contacto con atención primaria dentro del año del suicidio y
aproximadamente un tercio de las víctimas de suicidio tuvieron contacto con servicios de salud
mental (12). Más evidencia de que los sanitarios no detectan ni tratan los factores de riesgo o
las primeras señales de advertencia de suicidio en los jóvenes (11).

Y aunque la formación específica del personal facultativo de atención primaria (en urgencias y
en atención ambulatoria) para mejorar el reconocimiento y tratamiento de los trastornos
mentales más comunes y graves, y de la ideación y la conducta suicida ha demostrado ser una
de las estrategias preventivas más eficaces, no recibimos la formación más adecuada para estas
tareas. Otras intervenciones que han conseguido resultados en la reducción del número de
suicidios son aquellas relacionadas con medidas políticas que reducen el acceso a potenciales
métodos suicidas, especialmente aquellos de elevada letalidad. Algunas de estas intervenciones
van desde la instalación de carteles de aviso, teléfonos de emergencia como el 024 o barreras
físicas en puntos de precipitación, que previenen hasta en un 90% las muertes por suicidio (13).

4. NECESIDADES RELACIONADAS CON LA ENFERMERÍA

4.1. Necesidades y cobertura de estas

Como hemos visto anteriormente no se realiza una prevención de forma adecuada, ni se


detectan las posibles conductas suicidas en pacientes. La consecuencia lógica de este
planteamiento ha sido la inversión de numerosos esfuerzos en la investigación y la asistencia
clínica de poblaciones “de riesgo”, sin que realmente la evidencia haya conseguido avalar la
efectividad de muchas de las estrategias encaminadas a prevenir el suicidio incluidas en las guías
y protocolos.

En cuanto a los profesionales, la valoración de la conducta suicida está basada en dos


herramientas principales: la entrevista clínica y las escalas de valoración del riesgo suicida. Estas
escalas se basan en factores de riesgo y las valoraciones de riesgos están influidas por la
subjetividad y los prejuicios del profesional evaluador.

El uso de escalas de valoración del riesgo suicida puede generar una falsa sensación de seguridad
y su uso indiscriminado como herramienta “diagnóstica” resulta inapropiado.

La valoración de la conducta suicida debería ser un proceso dialéctico y consensuado entre el


paciente y el clínico, en el que lleguemos a elaborar una conceptualización realista del riesgo y
cómo manejarlo. Hace falta un enfoque centrado en la persona, el estudio de los factores

6
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

cualitativos, de los riesgos particulares y de las necesidades del sujeto para así realizar un análisis
de la conducta suicida (13).

Además de que seguramente se nos escapan millones de aspectos debido a dos motivos
principales: a la alta carga asistencial que tenemos y el poco tiempo que podemos escucharlos
y controlarlos.

La ratio enfermera-paciente se traduce como el número mínimo de enfermeras a cargo de cierta


cantidad de pacientes, puede traducirse como un coeficiente que determina la carga laboral de
enfermería. Cuando la carga laboral para enfermería aumenta y la ratio enfermera/paciente es
alto, debido normalmente a la falta de personal en el servicio, pueden encontrarse
consecuencias a nivel de la calidad de atención en los diferentes servicios de salud (14).

4.2. Prevención a través de especialidades de enfermería

También tenemos necesidades en aspectos de especialidades como: la enfermera escolar para


escuchar a los jóvenes, ya que la adolescencia se considera una de las etapas de la vida más
vulnerables que pueden verse influenciadas por patologías como son la depresión, además de
la posibilidad de detectar casos de Bullying y los problemas que este genera o la enfermera del
trabajo y poder así detectar antes el Burnout y los problemas, como la ansiedad, la depresión,
el insomnio, el estrés, en los trabajadores (15).

Y como también comentábamos anteriormente la formación que tenemos los enfermeros desde
el punto de vista psicológico es inefectiva para realizar una correcta detección y ,por
consiguiente, una correcta prevención, por lo que el sistema sanitario debería reflexionar e
implementar la cantidad de psicólogos públicos que quizás tras una entrevista serian, debido a
su cualificación, mucho más capaces que nosotros en observar conductas que les hicieran llegar
a pensar en posibles riegos y así detectarlas con anterioridad e incidir sobre ellas consiguiendo
una prevención adecuada, mejorando la calidad de viuda y la salud mental de la población.

5. CONCLUSIONES

Tras investigar y conocer cómo se encuentra la situación en la actualidad acerca del suicidio
hemos sacado como conclusión algo que ya nos habíamos planteado cuando elegimos la
temática del trabajo: el sufrimiento de las personas con problemas de salud mental es algo que
no está siendo abordado de la manera correcta y que, por tanto, produce una cadena de
situaciones problemáticas en las que se incluye como factor grave el suicidio. Ya nos habíamos
percatado de esto cuando la profesora Elena Lorenzo, nos habló de la salud mental en una clase,
haciéndonos conscientes de la cantidad de gente que existe en nuestro país con problemas de
este tipo, de los estigmas con lo que cargan estas personas y de lo que influyen estos estigmas
en los sentimientos de los pacientes. Sin embargo, en este grupo de trabajo hemos coincidido
en que, al realizar las lecturas necesarias para redactar el informe, hemos sido realmente
conscientes del gran problema que se nos presenta en la actualidad y en el conflicto que se nos
seguirá presentando en el futuro si no hacemos nada para cambiarlo.

Hemos decidido plasmar un cálculo con cifras aproximadas con el que podemos dar a entender
a cualquier persona, lo preocupante que es la situación:

El INE publicó que en mayo de 2020 había unos 877.000 psicólogos colegiados, pero sólo 26.000
de estos trabajan para la sanidad pública. El número de habitantes en ese mismo año en nuestro
país era de 47.000.000 de personas, si pusiéramos como ejemplo que como mínimo, la mitad
de esta población necesitará ayuda psicológica en algún momento de sus vidas, la ratio

7
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

psicólogo/a por paciente sería de 0,001. La conclusión que sacamos es que, sin duda, es
imposible dar una atención de calidad con estas cifras. (16)

Sabiendo esto y sumándole los estigmas y prejuicios con los que cargan las personas que sufren
algún tipo de trastorno mental, el poco apoyo familiar o de las amistades por el desconocimiento
sobre el tema, la falta de apoyo que ya hemos visto por el sistema nacional de salud, y la terrible
situación de cansancio emocional, estrés y ansiedad que vivimos actualmente por la pandemia
de la COVID19, no es de extrañar que el suicidio se nos presente como un problema gravísimo y
que necesita de actuación inmediata.

Comprendemos que las personas que han llegado al punto de no tener ganas de seguir viviendo
y que ven como única solución acabar con sus vidas para acabar con su sufrimiento vean como
un gran reto el hecho de pedir ayuda. A veces por vergüenza, por miedo al “qué dirán” o incluso
porque ni siquiera se ven con fuerzas para cambiar la situación que están viviendo o porque
probablemente creen que nadie puede ayudarles.

6. PROPUESTA

A partir de estas reflexiones hemos pensado en qué podríamos hacer desde enfermería para
abordar esta situación y se nos ha ocurrido que podríamos servir de guía para estas personas.
No sabemos como tratar los problemas de salud mental o como abordar el suicidio, pero si
podemos ser el enlace de unión entre la desesperanza y la búsqueda de ayuda. Pongamos un
ejemplo: la mayoría de las personas acude a su centro de salud con regularidad ya sea para pedir
la receta de su medicación habitual, por un dolor de cabeza, para llevar a sus hijos/as a la revisión
del pediatra, etc. Por lo que vemos en el centro de salud un lugar a donde acuden muchas
personas, por diferentes motivos, de cualquier edad y que es accesible para todos y todas.
Hemos pensado entonces que es el sitio ideal en nuestro ámbito de actuación para captar a
aquellas personas que necesiten ayuda y que no conozcan la forma de solicitarla.

Por ello hemos creado unos posters informativos que realizarán la función de conectar a estos
pacientes con las enfermeras.

PÓSTER 1 EN ANEXOS. Para el de los pacientes hemos creado una infografía con colores
llamativos que se puede imprimir y colgar en cualquier parte del centro sanitario o incluso se
podría trasladar a asociaciones de vecinos, colegios e institutos o en definitiva en cualquier lugar
donde puedan leerlo el mayor número de personas posibles. Hemos querido plasmar dos cosas
fundamentales. Por una parte, que no les vamos a juzgar, que la información que nos den será
confidencial y que nuestro objetivo es ayudarles y por otro lado hemos puesto una lista de
pensamientos con los que esa persona se puede sentir identificado/a y que le pueden alertar de
que necesita ayuda. Además, se les comenta cómo pueden pedir una consulta con nosotros/as.
(17) (18)

PÓSTER 2 EN ANEXOS. Para el de las enfermeras hemos creado un algoritmo de 5 puntos con el
que la enfermera puede aprender de qué manera ayudar, guiar y escuchar a las personas que
acuden demandando ayuda psicológica, también hemos incluido consejos para hacer que el
paciente se sienta lo más cómodo posible y que la consulta le resulte útil y satisfactoria. Hemos
hecho bastante hincapié en la escucha activa y en no realizar juicios de valor ya que nos
impresionaron bastante los resultados de la investigación sobre estigmas por parte de los
sanitarios ya mencionada con anterioridad del HUGCDN (8) (19)

Sabemos que de forma individual no podemos cambiar el hecho de que no exista el número
necesario de psicólogos públicos y tampoco podemos hacer que las personas cambien su

8
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

mentalidad y que dejen de tratar a todos los pacientes con trastornos de forma despectiva o con
prejuicios y estigmas, pero si está en nuestra mano como profesionales, decidir cómo vamos a
tratar a nuestros pacientes, el conocimiento que tenemos sobre sus patologías mentales y la
manera en la que podemos ayudarlos.

Nos pareció buena idea crear un material fácil de utilizar y de entender, que sea eficaz y rápido
y sobre todo accesible para cualquier persona y nos encantaría que se pudiera aplicar como
hemos explicado para ver si realmente resulta útil o no en la práctica enfermera.

9
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

ANEXOS

1. PÓSTER DIRIGIDO A PACIENTES

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PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

2. POSTER DIRIGIDO A ENFERMERAS

11
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA INFORME

BIBLIOGRAFÍA

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12
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signs-of-suicide

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MedicalNewsToday [21 de agosto 2021; consultado 1 de marzo 2022]. Disponible en:
https://www.medicalnewstoday.com/articles/es/ideacion-suicida#causas

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1 de marzo 2022]. Disponible en: https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-
conditions/suicide/in-depth/suicide/art-20044707

13
PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

EXAMENES PROCESOS PSICOSOCIALES

TEST 1: CONTENIDOS DE LAS PRACTIAS 3 Y 4

1. El cerebro de los niños se adapta y desarrolla creando muchas más sinapsis a medida que va
conociendo gente nueva.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

2. Tener teoría de la mente es algo muy fácil porque está objetivamente a la vista.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

3. Distinguir entre rostros humanos y decir lo que pensamos de ellos forma parte de un único proceso.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

4. Al formarnos impresiones de otros, intentamos determinar qué características de la persona explican


su comportamiento y hacen que actúen en la forma en que lo hacen.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

5. La capacidad de atribuir estados mentales puede considerarse como el dispositivo “por excelencia”
para la interpretación de información compleja procedente de distintas fuentes.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

6. La persona con el síndrome de Asperger tiene frecuentemente una inteligencia normal y habilidades
especiales en áreas restringidas, pero tiene problemas para relacionarse con los demás.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

7. En la clase de prácticas vimos que el autismo está asociado con alguna disfuncionalidad en las
neuronas espejo.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

8. Siempre que nos relacionamos con otras personas nuestro cerebro realiza un escrutinio lineal y
pausado de la información que está recibiendo.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

9. Un niño con autismo de cuatro años es capaz de superar la «prueba del engaño» del test de Sally y
Anne.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Lucía Melián Hernández 1


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

10. Una estrategia que nos sirve para explicar a un autista cómo funciona el mundo es empleando
metáforas.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

11. “Leer” rostros es la clave para que nos formemos una primera impresión de las personas con las que
interactuamos.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

12. Uno de los síntomas del autismo es una interacción social limitada.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

13. El gesto de un niño señalando con el dedo para facilitar el foco de atención de otra persona es una
actividad habitual de los niños autistas.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

14. El cerebro rellena e infiere a partir de los detalles y fragmentos percibidos hasta construir una
imagen completa de la realidad.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

15. Los chicos Asperger del vídeo tenían una extraordinaria habilidad para leer los microgestos que se
producen en la comunicación cara a cara.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

16. Las primeras impresiones incluyen una valoración inmediata del otro.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

17. Los autistas son muy creativos elaborando mentiras.


Seleccione una:
Verdadero
Falso

18. De acuerdo con investigaciones recientes el cerebro autista es un cerebro femenino llevado a su
máxima expresión.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

19. La experiencia que muestra el documental sobre la condescendencia en la tienda de ropas muestra
que las personas son hipócritas y de poco fiar.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Lucía Melián Hernández 2


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

20. Teoría de la Mente es un término que sirve para denominar la capacidad de la persona para imputar
estados mentales a uno mismo y a otros, y para predecir el comportamiento en función de tales
estados.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

21. Cuando decimos a un autista que “alguien nos rompió el corazón” entiende que estamos sufriendo.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

22. Muchos individuos con autismo desarrollan obsesiones, como realizar movimientos repetitivos,
conocer a pies juntillas la fecha de nacimiento de personajes famosos o poner en fila objetos durante
horas, habilidades propias de un cerebro especialmente diseñado para sistematizar.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

23. En general, los niños autistas muestran un inusual apego a uno o varios objetos.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

24. Nuestro cerebro está preparado para aprender rápidamente a distinguir unas caras humanas de
otras.
Seleccione una: Verdadero
Falso

25. Una conducta que llama la atención en los autistas es el contacto ocular prolongado en las
interacciones sociales.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

26. De acuerdo con la hipótesis del equilibrio, cuando las personas interactúan a distancias muy cortas la
cantidad de contacto visual tiende a aumentar.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

27. Formarse una impresión de una persona es un acto intencional y voluntario de nuestra personalidad.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

28. Los síntomas importantes del espectro autista aparecen en el primer mes de vida del niño.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

29. En cada relación interpersonal hay un nivel óptimo de intimidad que es función de una serie de
conductas tanto verbales como no verbales.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Lucía Melián Hernández 3


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

30. Las neuronas espejo son fundamentales para el desarrollo de la vida social porque nos permiten
comprender lo que otras personas están sintiendo.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

31. Los autistas tienen una espectacular habilidad en disciplinas que requieren sistematización -reducir
una acción a una serie de reglas- como las matemáticas, la música o el dibujo y poca o ninguna facilidad
para la empatía.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

32. La capacidad de atribuir estados mentales puede considerarse como el dispositivo “por excelencia”
para la interpretación de información compleja procedente de distintas fuentes.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

33. Gracias a las neuronas espejo, somos capaces de entender una novela y comprender los
sentimientos que expresan sus personajes.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

34. Una de las raíces del antropomorfismo es la teoría de la mente. Seleccione una:
Verdadero
Falso

35. Los niños de tres años pueden leer la mente de los otros. Seleccione una:
Verdadero
Falso

36. En la clase de prácticas vimos que el autismo está asociado con alguna disfuncionalidad en las
neuronas espejo.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

37. Si no vemos todo lo que está ante nuestros ojos es porque no queremos. Seleccione una:
Verdadero
Falso

38. La habilidad de los bebes humanos para reconocer caras está en su mejor momento alrededor de los
6 meses.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

39. La persona con síndrome de Asperger tiene dificultades para comprender las intenciones ajenas y
especialmente las “dobles intenciones”.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Lucía Melián Hernández 4


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

40. La experiencia que muestra el documental sobre la condescendencia en la tienda de ropas muestra
que las personas son hipócritas y de poco fiar.
Seleccione una: Verdadero
Falso

TEST 2: CONTENIDOS DE LAS TEMAS 1 Y 2

El proceso por el que percibimos lo que somos en función de lo que otros piensan de nosotros
depende de las neuronas espejo.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Los factores estresantes nos exponen a una retroalimentación real acerca de quienes somos
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Las comparaciones sociales son poco adaptativas para los seres humanos.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Un ejemplo de yo de alta complejidad es formar parte de un equipo de fútbol aficionado, trabajar en la


universidad, ser presidenta de tu comunidad de vecinos, formar parte de un club de lectura, ser madre y
concejal en un ayuntamiento.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

La detección de dominancia en una cara aniñada es un proceso espontáneo y automático vinculado a la


actividad de la amígdala.
Seleccione una;
Verdadero
Falso

El apoyo social se relaciona directamente con la cantidad de personas que lo conforman: cuantas más
personas, mas apoyo.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Las personas atribuyen un significado más negativo a los rasgos aplicados a sí mismos que a esos
mismos rasgos aplicados a los demás.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Lo que vemos es resultado de lo que el cerebro espera ver combinado con las verdaderas señales
sensoriales.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Lucía Melián Hernández 5


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

El proceso por el que percibimos lo que somos en función de lo que otros piensan de nosotros se
denomina valoración reflejada.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Las comparaciones sociales son la causa de las profecías autocumplidas.


Seleccione una:
Verdadero
Falso

Fracaso y contradicciones son elementos protectores del sistema inmunopsicológico


Seleccione una:
Verdadero
Falso

Las expectativas y creencias sobre las categorias sociales son la causa de las profecías autocumplidas.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Sobrestimar el impacto perdurable de sucesos que provocan emociones intensas se denomina sesgo de
impacto.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Los cambios en los objetos fundamentales para entender una escena se detectan más fácilmente que
otros cambios.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

En las profecias autocumplidas, generalmente el target responde de forma incongruente a lo que el


perceptor espera.
Seleccione una
Verdadero
Falso

En los casos de miembros fantasma, las personas pueden sentir el miembro perdido de la misma
manera que lo sentían cuando lo tenían.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

La percepción es un proceso puramente sensorial, en el que creencias y expectativas no tienen ningún


efecto
Seleccione una
Verdadero
Falso

El sesgo optimista es la tendencia de las personas a creer que tienen menos probabilidades de
experimentar eventos negativos en comparación con otras personas.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Lucía Melián Hernández 6


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

En los niños, la teoría de la mente está desarrollada de modo automático entre los 10 y los 12 años.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Ningún área cerebral se encuentra especialmente especializada en el procesamiento de caras.


Seleccione una
Verdadero
Falso

La indefensión aprendida genera pérdida de motivación.


Seleccione una.
Verdadero
Falso

Una lesión en una zona concreta del cerebro no puede afectar solo al procesamiento de la forma, el
color o el movimiento de las cosas, sino que afecta a la percepción de forma global.
Seleccione una
Verdadero
Falso

Las personas tenemos acceso a toda la información que procesa nuestro cerebro.
Seleccione una
Verdadero
Falso

Entre las propiedades que caracterizan al yo se encuentra la esfericidad.


Seleccione una
Verdadero
Falso

Cuando nos comparamos con otras personas que están ligeramente por encima de nosotros en una
característica determinada, se estimula mejorar y progresar.
Seleccione una;
Verdadero
Falso

Si me comparo con un compañero que ha sacado peores notas que yo para valorar si soy buen/a
estudiante, estoy estableciendo una comparación descendente
Seleccione una
Verdadero
Falso

Los bebés humanos nacen con un yo predefinido que van descubriendo a lo largo de su vida
Seleccione una
Verdadero
Falso

Entre las propiedades que caracterizan al yo se encuentra la estabilidad y continuidad.


Seleccione una:
Verdadero
Falso

La autorregulación es el proceso por el que el yo ejerce el control sobre si


mismo.
Seleccione una.
Verdadero

Lucía Melián Hernández 7


PROCESOS PSICOSOCIALES APLICADOS A LA ENFERMERÍA

Falso

La ausencia de teoría de la mente ocasiona dificultades para entender normas sociales, ironías,
metáforas y segundas intenciones que se producen en el lenguaje.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

La «atención doble» significa que en nuestra mente tenemos presente al mismo tiempo la mente de
otra persona.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

Sobrestimar el impacto perdurable de sucesos que provocan emociones intensas se denomina sesgo de
impacto.
Seleccione una:
Verdadero
Falso

La amígdala tiene un papel relevante durante la formación de impresiones.


Seleccione una:
Verdadero
Falso

Un yo de alta complejidad reduce el alcance de las amenazas del yo


Seleccione una.
Verdadero
Falso

Percibimos modelos del mundo creados por el cerebro


Seleccione una:
Verdadero
Falso

Lucía Melián Hernández 8

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