Herve Ryssen 7p
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El judaísmo no es simplemente una "religió n", por cuanto muchos judíos son abiertamente ateos o
agnó sticos, y ellos no se consideran menos judíos por ello. La judería tampoco es una raza, incluso si es
verdadero que un "ojo entrenado", la mayor parte del tiempo, puede reconocer una fisonomía judía, es
decir, un patró n característico que es el resultado de su observancia estricta de la endogamia durante
siglos. Los judíos se ven a sí mismos como el "pueblo elegido" de Dios, y el matrimonio fuera de la
comunidad es muy mal visto. Sin embargo, los matrimonios mixtos existen realmente y también han
ayudado a renovar la sangre de Israel durante todos los siglos gastados en los diversos ghettos donde
los judíos prefirieron vivir por separado y aparte del resto de la població n. Lo esencial para tales
matrimonios mixtos consiste en que la madre sea judía, ya que los rabinos ortodoxos reconocen como
judío só lo al niñ o nacido de una madre judía. Sin embargo, tener só lo un padre o abuelo judío puede
bastarle a una persona para identificarse completamente con el judaísmo. El pueblo judío es por lo
tanto una "raza mental” que ha sido formada durante los siglos por la religió n hebrea y el proyecto
universalista del judaísmo.
El judaísmo es esencialmente un proyecto político. Es importante para los judíos trabajar para el
surgimiento de un mundo de "paz", una paz pensada como universal y definitiva. Por lo tanto no es una
coincidencia que esta palabra "paz" (shalom en hebreo) sea encontrada con frecuencia en el discurso
judío por todo el mundo. En el mundo perfecto que ellos está n construyendo, todos los conflictos
desaparecerá n, y en primer lugar, naturalmente, los conflictos entre las naciones. É sta es la razó n de
por qué los judíos han estado militando infatigablemente durante muchos añ os para la supresió n de
todas las fronteras, la disolució n de las identidades nacionales y la instauració n del Imperio global. La
misma existencia de naciones separadas es considerada como responsable de la generació n de guerras
y disturbios; por lo tanto ellas deben ser debilitadas y finalmente suprimidas en favor de un gobierno
mundial, una sola autoridad que dirija al mundo, lo que permitirá que reine la felicidad y la prosperidad
en la Tierra.
Encontramos esta idea má s o menos desarrollada en los escritos de ciertos intelectuales marxistas —
desde Karl Marx al filó sofo judío-francés Jacques Derrida— y también en el discurso de pensadores
liberales como Karl Popper, Milton Friedman, Hayek y Alain Minc. La idea es unificar al mundo por
todos los medios necesarios y generar conflictos a partir de las diferencias culturales. Es en esta
perspectiva que los intelectuales judíos del mundo entero trabajan sin relajo. Tanto si ellos se llaman a
sí mismos izquierdistas o derechistas, liberales o marxistas, creyentes o ateos, ellos son los má s
fervientes propagandistas de la sociedad pluralista y del mestizaje universal.
Es así que los judíos —todos los judíos— con toda su fuerza promueven la inmigració n de color en
cada país en el que ellos está n localizados, no só lo porque la sociedad multicultural corresponde a su
objetivo político fundamental, sino también porque la dislocació n de la identidad nacional en cada
nació n y la presencia masiva de inmigrantes protegen a los judíos ante cualquier eventual estallido
nacionalista contra el poder que ellos puedan adquirir sobre las finanzas, la política y los medios de
comunicació n. Todos los intelectuales judíos, sin ninguna excepció n, está n enfocados en este asunto de
construír la "sociedad pluralista" y para esto ellos practican una constante "vigilancia anti-racista". En
Francia, escritores y periodistas influyentes como Bernard-Henri Lévy, Jacques Attali, Jean Daniel, Guy
Sorman y Guy Konopnicki concuerdan en este punto a pesar de sus divergencias políticas en otras
á reas. Esta obsesió n, que es muy característica del judaísmo, también se manifiesta naturalmente en las
películas, donde los productores y directores judíos son numerosos e influyentes: tan pronto como una
película comienza a defender y promover el mestizaje, la "tolerancia" y la sociedad plural, podemos
estar seguros de que el productor de ella es judío.
Ahora podemos entender mejor por qué los antiguos comunistas de los añ os '70 no tuvieron muchas
dificultades para convertirse en la derecha liberal. Ellos se han cambiado simplemente a una estrategia
diferente para conseguir el mismo objetivo: el gobierno ejercido por judíos racialmente puros sobre
una sociedad racialmente mezclada.
El hecho es que después de que la segunda intifada palestina comenzó en Octubre de 2000, los judíos
en Francia y en el resto del mundo occidental han comprendido que en lo sucesivo el peligro para sus
intereses y su proyecto provendrá principalmente del Islam y de inmigrantes africanos jó venes
del Maghreb. Su objetivo es reforzar la moderna sociedad multirracial, que ellos han contribuído tanto a
establecer en nuestro país, Francia. Pero este mosaico ahora amenaza con romperse en comunidades
separadas, y esto los judíos no lo quieren. Ellos no quieren ninguna identidad separada ni separatividad
en absoluto, excepto una identidad y una separatividad judía. Los antiguos marxistas en Francia como
Alexandre Adler, André Glucksmann y Pascal Bruckner de este modo apoyan hoy día, junto con Alain
Finkielkraut, a la derecha dura pro-estadounidense y pro-sionista. Y a pesar de todo, ellos no se han
convertido en patriotas franceses. Ellos reaccionan só lo en funció n de los intereses exclusivos de la
judería.
Los miembros de la secta judía son los má s proselitistas del mundo, pero a diferencia de los
cristianos o los musulmanes, que sueñ an con convertir a los individuos de todas las razas a su fe, los
judíos no tienen ningú n plan de convertir al mundo al judaísmo, sino simplemente incitar a los otros
pueblos a abandonar sus identidades nacionales y religiosas a fin de favorecer el espíritu de
"tolerancia". Las campañ as incesantes para culpar a todos los Blancos por la esclavitud, el colonialismo,
el saqueo del Tercer Mundo o por Auschwitz, no tienen ningú n otro objetivo que poner al adversario a
la defensiva, y ponerlo de rodillas no por la violencia sino por un método lento. Cuando los judíos sean
el ú nico pueblo que quede en la Tierra que conserve su fe y sus tradiciones, ellos será n finalmente
reconocidos por todos como el "pueblo elegido" de Dios.
Su "misió n" (y los judíos usan con frecuencia ese término) es desarmar a los otros pueblos, para
disolver todo lo que no sea judío o no esté controlado por los judíos, y así favorecer esta "paz"
universal. Como su profeta Isaías dijo: "El lobo morará con el cordero, el tigre descansará con el niñ o, el
leó n y el carnero vivirá n juntos, y un niñ o pequeñ o los conducirá " (Isaías 11:6-9). El Mesías de Israel,
tan esperado durante tres mil añ os, establecerá de nuevo el reino de David y dará a los judíos un
Imperio sobre toda la Tierra. Existen numerosos textos judíos muy explícitos al respecto.
Los judíos son por lo tanto continuamente estimulados a militar de manera continua, en cualquier
sociedad en que ellos habiten, a fin de promover la unificació n del mundo y así apresurar también la
llegada de su Mesías. La propaganda es un dominio judío, y no es ninguna coincidencia que los judíos
lleguen a ser tan numerosos e influyentes en todos los medios de comunicació n. En sus manos, los
conceptos de "tolerancia" y "derechos humanos" se han convertido en armas terriblemente eficientes.
En efecto, usted lo ha comprendido, no es mediante nombres que parecen judíos o por un aspecto físico
judío que podemos reconocer mejor a los judíos, sino má s bien por lo que ellos escriben y dicen y hacen
dondequiera que estén en la Tierra.
Muchos judíos, como sabemos, desempeñ aron un papel absolutamente enorme en la tragedia
soviética de 1917-1991 y los treinta millones de muertes que marcaron este predominio. Recordemos
que Karl Marx nació en una familia judía y que Lenin mismo tenía un abuelo materno judío, que Leó n
Trotsky, el jefe del Ejército Rojo, era un judío apellidado Bronstein, mientras que Kamenev (Rosenfeld)
y Zinoviev (Apfelbaum) administraban las dos capitales, Moscú y San Petersburgo. Pero la lista de
judíos que descollaron en los crímenes del comunismo es interminable. Debe ser dicho y debe ser
repetido: los ideó logos judíos, los funcionarios judíos y los torturadores judíos cargaron con una
responsabilidad muy pesada en esta tragedia. El mundo "perfecto" que ellos habían tramado y que era
supuestamente "inevitable" derivó desde su mismo comienzo hacia una verdadera pesadilla para la
població n rusa, y hubo que esperar hasta 1948 para que la elite intelectual judía comenzara a
distanciarse del gobierno stalinista, y esto fue só lo porque Stalin había lanzado su campañ a "anti-
sionista", destinada a purgar a los judíos de posiciones importantes de mando.
Esta indiscutible culpa judía en los gigantescos crímenes del bolchevismo está siendo ahora
sistemá ticamente pasada en silencio. En el libro de 2002 de Alexander Solzhenitsyn "Dos Siglos Juntos",
el premio Nó bel y veterano durante 11 añ os del gulag bolchevique expresa su indignació n porque los
intelectuales judíos rechazan aú n reconocer su responsabilidad étnica en la masacre de millones de
cristianos. Solzhenitsyn también denuncia a los judíos modernos que se hacen pasar por víctimas de un
gobierno bolchevique "anti-semítico" cuando aquel gobierno era de hecho excesivamente judío y los
judíos estaban entre los peores criminales.
Esta amnesia selectiva es necesaria para un pueblo que incesantemente proclama su "inocencia"
cueste lo que cueste, como con regularidad podemos constatar en sus escritos, y como se puede leer,
por ejemplo, en un editorial de la revista Israel de Abril de 2003, "la primera revista mensual israelí en
lengua francesa", escrito bajo el nombre de un tal André Darmon. É l escribió : "Matar a un judío o a un
niñ o hace llorar a Dios, pues estamos exterminando al portador de la ética universal y la inocencia".
¡Nada menos!.
En consecuencia, es un hecho inconcebible el que los judíos puedan haber tenido responsabilidades
frente a cualquier atrocidad. Los judíos son só lo víctimas, só lo "chivos expiatorios" en un mundo
malvado y hostil. Pero muy pronto, se nos asegura, todo se arreglará : el Mesías castigará a los "malos" y
restaurará a los hijos de Israel a sus derechos plenos.
En este mismo editorial de la revista Israel, un cierto Frédéric Stroussi reconoció que el gobierno
nacionalsocialista fue peor que el régimen de Stalin. É l citó las crueldades sin nombre que él afirmó que
fueron perpetradas por ciertos hombres SS. Por ejemplo, aprendemos de Stroussi que la afició n
del SS Letton Cukurs era lanzar bebés judíos al aire para balearlos en su cabeza como en el tiro al
platillo. É l también menciona, entre otros episodios, la "violació n de niñ os por los SS antes de que estos
ú ltimos los mataran". Sobre este tema los ejemplos no faltan, y la Segunda Guerra Mundial ciertamente
ha contribuido a nutrir la fértil imaginació n de los hijos de Israel.
A menos, evidentemente, que esta imaginació n sea una vez má s una manifestació n del propio
síndrome de "proyecció n" de los judíos, es decir, acusar sistemáticamente a otros por los propios
crímenes. Sabemos de hecho —aunque los medios nunca hablen de ello— que muchos judíos y sus
rabinos está n implicados en escá ndalos criminales de pedofilia (vea Le Fanatisme Juif, 2007). Y el
asesinato de niñ os parecería ser má s una especialidad judía que una característica del espíritu de
los SS. Las revelaciones de Ariel Toaff, profesor de la Universidad Bar Eilan en Israel —hijo del antiguo
Gran Rabino de Roma— confirmaron en Febrero de 2007 en su obra Blood Passover [Pascua de
Sangre], la prá ctica del asesinato ritual entre algunos judíos ashkenazi [aquí está el libro en inglés
http://www.israelshamir.net/BLOODPASSOVER.pdf].
Fragilidad Emocional
Se supone que debemos entender que los sufrimientos de los judíos no pueden ser comparados a los
de nadie má s. Como consecuencia, se supone que nosotros debemos indignarnos tanto como ellos
cuando un historiador como Stephane Courtois afirma (en el prefacio de su Libro Negro del
Comunismo): "La muerte de un niñ o ucraniano de origen Kulak [de la clase agricultora independiente],
deliberadamente obligado a pasar hambre hasta morir por el gobierno stalinista, es tan significativa
como la muerte de un niñ o judío en el ghetto de Varsovia". Estas simples palabras fueron bastante para
provocar la ira de ese Frédéric Stroussi quien declara que él estaba "estupefacto" por tal afrenta. Tal
comentario, segú n él, era ni má s ni menos que "abyecto" y representaba un "ataque obsceno" contra
Israel: "¿Qué tiene que hacer esta comparació n aquí?", él escribe. "¿Por qué tenemos que usar el
martirio de un niñ o judío para transmitir este rumor subyacente, falso y odioso de que los judíos
eclipsan a todas las otras víctimas del totalitarismo y monopolizan toda la atenció n sobre ellos?".
El autor del artículo, como podemos notar, reacciona de un modo indignado y totalmente
desproporcionado frente a las modestas y ciertamente justificadas afirmaciones del juicioso historiador
Stephane Courtois. Stroussi demuestra aquí la "gran intolerancia a la frustració n" que es tan
característica de los intelectuales judíos. Tales reacciones no son evidentemente "normales".
Notamos aquí que la revista Israel es una revista mensual destinada a la comunidad judía y que, por
consiguiente, uno puede difícilmente acusar a Frédéric Stroussi de mentir a lectores goyim, o de
esconderles la verdadera naturaleza del bolchevismo y la supuesta maligna crueldad de los soldados SS.
Su discurso aquí no corresponde a ninguna falsa dialéctica, como los anti-semitas podrían pretender,
sino que aquí está reflejando la esencia misma del alma judía. El anti-semitismo agresivo proviene de
este fracaso para entender la identidad judía y só lo ve la "perfidia" deliberada donde hay en realidad
una angustia existencial generada por un desarreglo de orden psíquico.
Un Pueblo Histérico
Los judíos nunca se han atrevido a acercar el "espejo transparente" —si se puede decir— ofrecido a
ellos por el psicoaná lisis freudiano, un prisma a través del cual ellos afirman ver a toda la Humanidad,
pero que, en un aná lisis má s cercano, arroja mucha má s luz sobre la neurosis específica del judaísmo. El
psicoaná lisis, como el marxismo, es en efecto una "ciencia" judía y un producto del cerebro de un
intelectual judío. Era por lo tanto ló gico preguntarse có mo este "descubrimiento" freudiano
corresponde a cualidades específicamente judías. La respuesta no era evidente, y requirió la lectura y el
aná lisis de cientos de libros de toda clase para comprender que el asunto del incesto era punzante en la
producció n literaria del judaísmo, y que estaba lejos de ser un asunto puramente teó rico. Las madres
judías aman mucho a sus hijos, como es bien sabido, pero categó ricamente el incesto, real o supuesto,
está en el origen de una conocida enfermedad mental llamada "histeria", que, como por azar, llamó
tempranamente la atenció n de Freud mientras él estaba desarrollando sus teorías.
A partir de allí, los paralelos entre judaísmo y la patología histérica fueron completamente naturales,
y es muy sorprendente constatar que punto por punto el judaísmo se calca perfectamente con esta
enfermedad: histrionismo, depresió n, angustia permanente, paranoia, introspecció n, egocentrismo,
amnesia, manipulació n, mitomanía, ambivalencia identitaria, delirios proféticos, ambigü edad sexual,
etcétera. Todo está allí. Freud, como un buen judío, simplemente proyectó los rasgos de una comunidad
específica sobre el resto de la Humanidad. En realidad, no hay ningú n "complejo de Edipo" del que
hablar sino mejor dicho un "complejo de Israel". De hecho, los judíos no parecen realmente dispuestos a
hablar del tema del incesto.
Por otra parte, todos los psiquiatras mencionan: La mujer histérica tanto quiere un niñ o de su padre
o de su doctor que ella puede persuadirse de que ella está embarazada por uno de ellos y así desarrolla
un "embarazo nervioso". O se constata que todos los escritores judíos usan el mismo término para
referirse a la venida de su Mesías, a saber, el "alumbramiento" del Mesías. La comunidad judía entera,
usted lo ha entendido, es "la esposa de Dios" (la Shejiná de los kabalistas) quien se supone que algú n
día dará a luz al Mesías, y así la totalidad de la judería en efecto sufre de un "embarazo nervioso" no
muy distinto del que se encuentra en las mujeres histéricas.
Karl Kraus, el periodista judío austriaco que no estuvo de acuerdo con Freud, escribió
sarcá sticamente: "El psicoaná lisis es la enfermedad mental que pretende ser el remedio". Pero la
correcta y mejor fó rmula puede ser declarada en once palabras: "El judaísmo es la enfermedad que el
psicoaná lisis ha pretendido curar".
La Revolución Sexual
Después de Freud vinieron otros pensadores judíos que elaboraron una simbiosis entre la doctrina
freudiana y el marxismo. Wilhelm Reich primero y luego Herbert Marcuse: la revolució n socialista
debía ser también una revolució n sexual. Segú n ellos había que destruir a la familia patriarcal y "liberar
la sexualidad". Fueron sus teorías en gran parte las que inspiraron la revuelta estudiantil de Mayo del
'68 en el curso de la cual los agitadores judíos (Geismar, Cohn-Bendit, Krivine, etc.) una vez má s jugaron
un rol crucial. Los añ os '70 vieron una nueva ola de freudo-marxismo, y mujeres judías estuvieron en la
vanguardia (como Gisele Halimi y Elisabeth Badinter en Francia y Bella Abzug, Betty Friedan y Gloria
Steinem en EE.UU.). Fue en esa época en que se aprobaron una serie de leyes inspiradas por los judíos,
una tras otra, diseñ adas para disolver la familia. En Francia, a la ley promovida por Neuwirth que
legalizó la píldora anticonceptiva (1967) la sucedió el cuestionamiento de la autoridad del padre como
jefe de familia (1970), luego el divorcio por consentimiento mutuo (1974) y la despenalizació n del
aborto promovido por la "sobreviviente del Holocausto" Simone Veil (1975). Una gran ola de películas
pornográ ficas acompañ ó a esta "liberació n" desde los valores tradicionales de la familia. Aquí estamos
obligados a notar que los productores y directores de cine judíos desempeñ an un papel muy
importante en la industria pornográ fica (vea La Mafia Juive [La Mafia Judía], 400 pá ginas, 2008).
Paralelo a esto, el concepto freudiano de la bisexualidad favoreció la aceptació n de la homosexualidad.
En realidad, el ú nico resultado tangible de esta "liberació n de las costumbres", asociada a la
culpabilizació n sistemá tica de los varones Blancos, denunciados incansablemente a través del cine, la
literatura y la historia como los grandes culpables de todos los males del planeta, ha sido un
espectacular hundimiento de las sociedades europeas. El espantoso fanatismo igualitario de la judería,
que tiende a nivelar todas las diferencias e identidades, tiende hacia la destrucció n del mundo. He aquí
la verdad.
Itzhak Attia, el director de seminarios en lengua francesa en el Instituto del Holocausto Yad
Vashem en Tel-Aviv escribió esto él mismo en la misma edició n de la revista Israel: «Incluso si la razó n
nos dice, aú n gritando con toda su fuerza, la absurdidad misma de esta confrontació n entre el pequeñ o
e insignificante pueblo de Israel [toda la judería mundial] y el resto de la Humanidad... tan absurda, tan
incoherente y tan monstruosa como pueda parecer, estamos involucrados en una estrecha lucha entre
Israel y las Naciones que no puede ser sino genocida y total porque lo que está en juego son nuestras
respectivas identidades».
Usted ha leído bien: Entre el pueblo judío y el resto de la Humanidad la lucha só lo puede ser
"genocida y total". La "paz" que Israel tiene la intenció n de otorgar no es ni má s ni menos que el
"genocidio", la sentencia de muerte para toda la Humanidad.
El asunto es saber si la agresividad del judaísmo puede ser neutralizada, a fin de salvar a la
Humanidad de sus males, males que podrían demostrar ser aú n má s graves que el marxismo, el
psicoaná lisis y la ideología del globalismo juntos. En primer lugar, debemos afrontar los hechos:
Después de todos estos siglos de malentendido mutuo, el anti-judaísmo cristiano, musulmá n e
hitleriano han fracasado todos en resolver la "cuestió n judía". El hecho es que los judíos se alimentan
del odio que ellos mismos han suscitado entre los pueblos del mundo entero. Este odio, hay que
saberlo, es indispensable para su supervivencia genética y espiritual. Esto ha permitido que ellos
durante muchos siglos hasta ahora cierren filas dentro de su comunidad contra un enemigo externo,
mientras que otras civilizaciones han desaparecido definitivamente.
Por su parte, los rabinos no ahorran ningú n esfuerzo para asegurar a los judíos que la judeidad está
escrita en sus genes, y que entonces hasta un judío renegado sigue siendo un judío, y que por lo tanto es
absolutamente inú til intentar abandonar la comunidad-prisió n judía. El judaísmo es en efecto una
prisió n. Pretender que un judío no puede jamá s dejar de ser judío es trabajar a favor de la
supervivencia de la judería.
Nuestra misió n debe ser de acomodar a estos enfermos entre nosotros, porque los judíos no son
gente "pérfida" tanto como son gente enferma a la que hay que curar. Los judíos deben ser estimados
individual y sinceramente a fin de liberarlos de la prisió n en la cual está n encerrados. Só lo entonces van
a hacerse libres de su sujeció n y al mismo tiempo del mal que habita en ellos y que amenaza a toda la
Humanidad.