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NUEVA EVANGELIZACIÓN.
UNA PROPUESTA PARA RESPONDER A LA EXIGENCIA
EVANGELIZADORA DEL NUEVO MILENIO
Resumen
El término “nueva Evangelización” parece haber resurgido de nuevo después
del pontificado de Juan Pablo II quien lo lanzó al viento eclesial en un discurso
al CELAM, en Puerto Príncipe, en 1983. El mismo nos exigía, haciendo suyo en
sentir general de la Iglesia, la urgencia de una evangelización con nuevos méto-
dos, nuevo ardor y nuevas propuestas.
Después de casi 30 años, su sucesor en la Sede Apostólica, Benedicto XVI,
ha convocado un sínodo de obispos que lleva como título: “La Nueva Evange-
lización para la transmisión de la fe”. Con este hecho se nos deja entrever que
la Iglesia ha de plantearse seriamente la denominada “inculturación”, sin caer
en falacias o errores, pero abrazando los nuevos métodos y propuestas que nos
ofrece la sociedad contemporánea para hacer más comprensible y asequible el
Evangelio de Jesucristo.
Abstract
The term “New Evangelization” seems to have reappeared again after the
pontificate of Pope John Paul II who raised it in a speech to the Latin American
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NIVARIA THEOLOGICA
Episcopal Conference (CELAM) in Puerto Príncipe, in 1983. The Pope was de-
manding the urgent need for an evangelization with new methods, new ardour
and new proposals, assuming the general thought of the Church.
After almost 30 years, his successor in the Apostolic See, Pope Benedict XVI,
has summoned a synod of bishops titled “The New Evangelization for the trans-
mission of the Christian faith”. This fact reveals that the Church has to reflect
seriously on the process of the so-called “inculturation” without falling into falla-
cies or mistakes. On the contrary, the Church should make use of the new meth-
ods and proposals the contemporary society offers us to make the Gospel of Jesus
Christ more understandable and attainable.
Résumé
Le terme «nouvelle Evangélisation» semble avoir refait surface après le pon-
tificat de Jean Paul II qui l’a lancé au vent ecclésial dans un discours à l’église du
CELAM, à Port-au-Prince en 1983. Souscrivant au sentiment général de l’Eglise,
Il nous exigeait l’urgence d’une évangélisation avec de nouvelles méthodes, une
nouvelle ardeur et de nouvelles propositions.
Après près de 30 ans, son successeur au Siège apostolique, Benoît XVI, a
convoqué un Synode des Evêques intitulé : « La nouvelle évangélisation pour la
transmission de la foi ». Ce fait nous laisse entrevoir que l’Église doit sérieuse-
ment réfléchir sur la prétendue «inculturation», sans tomber dans des élucubra-
tions ou des erreurs, mais en embrassant les nouvelles méthodes et propositions
que nous offre la société contemporaine pour rendre plus compréhensible et ac-
cessible l’Evangile de Jésus Christ.
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mundo, según los modos y la vocación propios. Esta responsabilidad se hace par-
ticularmente urgente, en la actual fase de globalización en la cual, por diversas
razones, no pocas personas que no conocen a Jesucristo emigran hacia los Países
de antigua tradición cristiana y, por lo tanto, entran en contacto con los cristianos,
testigos del Señor resucitado, presente en su Iglesia, en modo especial en su Pa-
labra y en los sacramentos.
Ya los Padres Sinodales del Sínodo que en 1974 tuvo como título «La evan-
gelización en el mundo actual» afirmaban que «la tarea de la evangelización de
todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia»2. Fruto de este sí-
nodo, fue la Exhortación Apostólica de Pablo VI en la que recogía la urgencia de
la Iglesia en la tarea misionera y el sentir general expresado por los Padres Sino-
dales: «la Iglesia» decía, «existe para evangelizar, es decir, para predicar y ense-
ñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar
el sacrificio de Cristo en la Santa Misa, memorial de su Muerte y Resurrección
gloriosa»3. Partiendo de este principio, fundamento-base para la Iglesia, tocaba
preguntarse si ésta era más o menos apta para anunciar el Evangelio e inserirlo
en el corazón del hombre con convincción, libertad de espíritu y eficicacia4. Es
decir, se trataba de preservar con pureza el patrimonio de fe que la Iglesia tiene a
la vez que se presenta a las generaciones contemporáneas con los medios que se
tienen a nuestro alcance, de manera comprensible y persuasiva; en definitiva, de
crear «tiempos nuevos de evangelización»5.
Pero sería Juan Pablo II, quien introduciría este término6. Lo haría inicialmen-
te, de una manera “tímida”, casi sin presagiar el papel que asumiría ulteriormente,
en Nowa Huta, durante su viaje apostólico a Polonia7. El término sería retomado
2 Cf. Declaración de los Padres Sinodales, n. 4: L’ Osservatore Romano (26 octubre 1974), 6.
3 PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (8 diciembre 1975), 14
4 Íbid., 4
5 PABLO VI, Discurso de la clausura de la tercera Asamblea General del Sínodo de los Obispos (26
octubre 1974): AAS 66 (1974) pp. 634-635; 637.
6 Aunque el término aparece por primera vez en el Mensaje de los Obispos a los Pueblos de América
Latina, reunidos en Medellín en 1968. Allí se invitó a todos los católicos latinoamericanos a “alentar
una nueva evangelización y catequesis intensivas que lleguen a élites y a las masas para lograr una
fe lúcida y comprometida” (Cf. CELAM, La Iglesia en la actual transformación de América a la luz
del Concilio, Medellín 1968).
7 Cf. JUAN PABLO II, Homilía durante la Misa en el Santuario de la S. Cruz, Mogila (9 junio 1979),
1: AAS 71 (1979), 865: «Donde surge la cruz, se ve la señal de que ha llegado la Buena Noticia de
la salvación del hombre mediante el amor... La nueva cruz de madera ha surgido no lejos de aquí,
exactamente durante las celebraciones del milenario. Con ella hemos recibido una señal: que en el
umbral del nuevo milenio –en esta nueva época, en las nuevas condiciones de vida–, vuelve a ser
anunciado el Evangelio. Se ha dado comienzo a una nueva evangelización, como si se tratara de un
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segundo anuncio, aunque en realidad es siempre el mismo» (L’Osservatore Romano [ed. española,
24 junio 1979], 6).
8 JUAN PABLO II, Discurso a la XIX Asamblea del CELAM (9 marzo 1983), 3: AAS 75 (1983),
778; y Ecclesia 2119 (1983), 415.
9 Cf. Ecclesia 2242 (1985), 1320.
10 Cf. AAS 78 (1986), 454-457.
11 JUAN PABLOII, Exhortación Apostólica Christifedeles Laici (30 diciembre 1988), 34
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12 JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemporis Missio (7 diciembre 1990), 35.
13 IV Conferencia del CELAM, Nueva evangelización; promoción humana; cultura cristiana (Sto.
Domingo, octubre 1962), 24.
14 J. RATZINGER, La Nueva Evangelización. Conferencia pronunciada en el congreso de catequistas
y profesores de religión en Roma (10 diciembre 2000), L’ Osservatore Romano (19 enero 2001), 8
15 Cf. RM 33, DSD 26
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A. OBJETIVOS
La Iglesia, debe pretender en su quehacer evangelizador lo mismo que Jesu-
cristo pretendía y lo que las primeras comunidades heredaron. Partiendo de este
principio, debemos considerar que «la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuer-
za divina del Mensaje que proclama (Cf. Rom. 1, 16; 1 Cor. 1, 18; 2. 4) trata de
convertir al mismo tiempo, la conciencia personal y colectiva de los hombres, la
actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambientes concretos»16,
pues tratar de «alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de
juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento,
las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en con-
traste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación»17.
A tenor de lo manifestado, sostenemos que el primer objetivo es ser canal y
modelo del Evangelio, de modo que por el testimono y la proclamación se sus-
citen conversiones radicales a la persona de Jesucristo. El segundo objetivo, se
deriva inmediata y necesariamente del anterior. Se trata de construir una cultura
humana evangelizada18 en la que todas las relaciones que se establezcan en el
mundo han de verse humanizadas de conformidad con el plan de Dios.
Partiendo de estos principios, indicamos a continuación otra serie de objeti-
vos más operativos a los que ha de tender la NE19:
a) Suscitar o reavivar la fe en personas y comunidades cristianas: se tratará
de fortalecer y alentar la conversión, la comunión y la participación de los fieles,
tanto en sí mismos como en los ámbitos en los que se deselvuelven.
b) Resituar ministerios, carismas y funciones: los pastores deben de reconocer
que su ministerio está radicalmente ordenado al servicio de todo el Pueblo de Dios (cf.
Hb 5, 1); y los fieles laicos han de reconocer a su vez, que el sacerdocio ministerial es
enteramente necesario para su vida y su participación en la misión de la Iglesia, una
misión que no sólo es llevada a cabo por los ministros del Orden, sino también por todos
los fieles laicos en virtud de su condición bautismal y de su específica vocación20.
c) Acertar a dar razón adulta y asequible de la fe: las novedosas corrientes
culturales que conforman este período de la historia generan una gran dificultad
16 EN 18
17 EN 19
18 Cf. BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio
Consejo de la Cultura (8 de marzo de 2008): AAS 100 (2008) 245-248; L’Osservatore Romano (ed.
española, 4 abril 2008), 5; H. CARRIER, Evangelio y culturas, Madrid 1988, 37-58
19 Cf. A. TROBAJO, Nueva Evangelización. Un proyecto práctico, Madrid 1994, 17-22
20 Cf. ChL 22-24
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para que el Evangelio pueda ser acogido por ello la NE postula que la Iglesia se
disponga a formarse debidamente para ser testigos válidos del Evangelio en los
tiempos actuales.
d) Encarnarse seriamente en las culturas y en las subculturas de hoy: un
proyecto eclesial, que pretenda acertar a evangelizar en un momento determinado
de la historia necesita un proceso apropiado de inculturación en el mundo de esa
época.
e) Animar la presencia efectiva de los cristianos en la vida pública: la Iglesia
tiene el compromiso de ser adelanto del Reino de Dios y comadrona del mismo
en medio del mundo. Este Reino, tiene su primer y básico espacio en el corazón
de la humanidad y desde ahí, debe proyectarse sobre el orden temporal21.
f) Estar y actuar en la historia de una forma significativa y relevante: No
se enciende una luz para meterla en un armario, sino para que, elevada, alumbre
a todos los de la casa (Cf. Mt 5, 13-16). La presencia y mediación de la Iglesia
debe ser visible, interpelante y atrayente. Para ello, debe favorecer con palabras
y hechos, aquello que construya al ser humano a ser más persona a la vez que
debe denunciar con criterios y con el Evangelio todo aquello que oprima, aliente
o desoriente a personas y culturas.
B. MÉTODO
Ciertamente la evangelización debe ser siempre nueva, porque lo es el Evan-
gelio: «La evangelización es siempre nueva porque el anuncio de Cristo es una
gracia, un don que viene del Padre y no una creación nuestra; nueva por la ma-
ravilla que nace del encuentro con el misterio de Cristo, Salvador del mundo, un
encuentro destinado a toda generación y a toda persona; nueva por esta Palabra
que encierra la riqueza del Evangelio de Dios y que responde a la indigencia
fundamental del hombre y de la humanidad: la Vida»22.
En un sentido más concreto, el Evangelio de Jesucristo «no puede menos de
ser, en todo tiempo y en todo lugar, un anuncio incisivo e interpelante, porque
20
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23 A. TROBAJO, o.c., 46
24 A. ARANDA, Una nueva evangelización ¿cómo acometerla?, Madrid 2011, 43
25 Un desarrollo más amplio de la exégesis de estos términos en CELAM, DSD 28-30
26 A. TROBAJO, o.c., 55
27 CELAM, DSD 25
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28 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto sobre la función pastoral de los obispos en la
Iglesia Christus Dominus, 11
29 Cf. C. FLORISTAN, Teología Práctica, Salamanca 1991, 312-313
30 Son significativas al respecto, las palabras que el Papa Juan Pablo II dedicó a los teólogos españoles
reunidos en Salamanca en 1982: “Sabed ser creativos cada día, para lo cual teneis que estar en
vanguardia de las cuestiones actuales mediante una lectura asidua de las publicaciones de más alta
calidad y el duro esfuerzo de la reflexión personal. Haced teología con el rigor del pensamiento y
con la actitud en un corazón apasionado por Cristo, por su Iglesia y por el bien de la humanidad”.
(CEE, Juan Pablo II en España, Madrid 1983, 51)
31 JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Pastores Dabo Vobis, 15 (Cf. LG 28; PO 2)
22
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32 Íbid., 18
33 Cf. RM 65-66. 69
34 F. SEBASTIÁN, Nueva Evangelización. Fe, cultura y política en la España de hoy, Madrid 1991,
185
35 CEE, Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo, Madrid 1991, 148
36 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen
Gentium, 31
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C. CONTENIDOS
La nueva evangelización, no es producto de una nueva teología ni nace de
un avance determinado en la investigación de la fe. «La NE es más un proyecto
pastoral, en sentido amplio, que una novedad teológica»37. Por ello, es tarea de
la NE releer las verdades de fe a la luz de las necesidades de un mundo que ha
perdido las matrices del pasado y, ante lo emergente, aprestarse a una renovación
profunda.
La reflexión teológica posterior a 1945, ha puesto importantes acentos en
algunas parcelas que funcionan como elementos provocadores de la convinción
de que es necesaria una renovación evangelizadora, que sea, a la vez e integra-
damente, “vuelta a los orígenes” y “aggiornamento”: la autocomprensión de la
Iglesia como pueblo de Dios; la condición de la misma como fermento del Rei-
no; la esencialidad de la misión evangelizadora en el ser de la Iglesia; la lectura
teológica del orden temporal y cultural; la función de ministerios y carismas; el
sacerdocio común de los fieles; la vocación universal a la santidad y la función
de los laicos en la Iglesia.
Las condiciones actuales en que vive la comunidad humana con relación a
la dimensión religiosa, la situación existencial de la misma y la mal denominada
“cultura postcristiana” fuerzan a poner especial énfasis en unos determinados
puntos38 que engloban un carácter teológico, moral39 y eclesiólogico de obligado
tratamiento para la NE:
a. Conversión: la clave la encontramos en el Antiguo Testamento. Ésta se
puede resumir en el mensaje de Juan Bautista: μetaνοeιte - ¡Convertios! No hay
acceso a Jesús sin el Bautista; no hay posibilidad de alcanzar a Jesús sin dar res-
puesta al llamado del precursor, mas bien: Jesús ha asumido el mensaje de Juan
el Bautista en la síntesis de su propio predicar: “convertíos y creed en la Buena
Nueva” (Mc 1, 15).
Convertirse significa, no vivir como viven todos, no hacer como hacen todos,
no sentirse justificados en acciones dudosas, ambiguas, malvadas por el hecho
37 A. TROBAJO, o.c., 23
38 Cf. J. RATZINGER, o.c., 11-15
39 Cf. JUAN PABLO II, Carta Encíclica Veritatis Splendor (6 agosto 1983), 106-113
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que otros hacen lo mismo; comenzar a ver la propia vida con los ojos de Dios;
buscar, por lo tanto, el bien, aún cuando es incómodo; no hacerlo pensando en el
juicio de la mayoría, de los hombres, sino en el juicio de Dios - con otras pala-
bras: buscar un nuevo estilo de vida, una vida nueva.
Aquí debemos tener presente, el aspecto social de la conversión. En efecto,
la conversión es, ante todo, un acto muy personal y es personalización. Yo me se-
paro de la fórmula “vivir como todos” (no me siento más justificado por el hecho
que todos hacen cuanto hago yo) y encuentro delante de Dios mi propio yo, mi
responsabilidad personal. Pero la verdadera personalización, es siempre también
una nueva y más profunda socialización. El yo se abre de nuevo al tú, en toda su
profundidad, de esta manera, nace un nuevo Nosotros.
b. El Reino de Dios: en la llamada a la conversión está implícito -como una
condición fundamentalmente propia- el anuncio del Dios viviente. El teocentris-
mo es fundamental en el mensaje de Jesús y también debe ser el corazón de la
nueva evangelización. La palabra clave del anuncio de Jesús es: Reino de Dios.
Reino de Dios quiere decir: Dios existe. Dios vive. Dios está presente y actúa en
el mundo, en nuestra vida - en mi vida. El verdadero problema de nuestro tiempo
es la “Crisis de Dios”, la ausencia de Dios, camuflada por una religiosidad vacía.
La teología debe volver a ser realmente teo-logía, un hablar de Dios y con Dios40.
Desgraciadamente, también nosotros los cristianos vivimos a veces como si Dios
no existiese (“si Deus non daretur”). Vivimos según el cliché: No hay Dios y si
lo hay, no interesa. Por este motivo, la evangelización, antes que nada, tiene que
hablar de Dios, anunciar el único Dios verdadero: el Creador - el Santificador - el
Juez41.
También aquí, debe tenerse presente el aspecto práctico. Dios no puede ha-
cerse conocido sólo con las palabras. El anuncio de Dios, viene implícitamente
marcado por una introducción en la relación con Dios: enseñar a rezar. La oración
es fe en acto. Y sólo en la experiencia de la vida con Dios aparece también la
evidencia de su existencia. Por esto, son importantes las escuelas de oración, de
comunidad de oración. Hay complementariedad entre la oración personal (“en el
propio dormitorio”, sólo delante de los ojos de Dios), oración común “paralitúr-
gica” (“religiosidad popular”) y oración litúrgica.
c. Jesucristo: sólo en Cristo y a través de Cristo el tema de Dios se vuelve
realmente concreto: Cristo es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros - la concretiza-
25
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ción del “Yo soy”, la respuesta al Deísmo, por ello, el primer anuncio (basado en
los datos del “kerigma” revelado) debe ser necesariamente cristológico42. Dentro
de él convendría marcar especiales acentos en estos puntos:
o Misterio de la encarnación de Cristo: en cuanto que constituye una ayuda
para entender mejor la cercanía de Dios a la humanidad, pues se hace hombre
como nosotros43.
o Muerte y Resurrección de Jesucristo: pues son el vértice de los misterios
pascuales y fueron el núcleo primario de la predicación apostólica. El cristiano
que esté “asociado al misterio pascual, configurado con la muerte de Cristo, lle-
gará, corroborado por la esperanza, a la resurrección. Esto vale no solamente para
los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo
corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos y la vocación
última del hombre es realmente una sola, es decir, la vocación divina. En conse-
cuencia, debemos mantener que el Espíritu Santo ofrece la posibilidad de que, de
un modo conocido sólo por Dios, se asocien a este misterio pascual”44.
o Parusía del Señor: esta verdad, con frecuencia tan distorsionada y olvi-
dada, puede gozar de un singular interés por cuanto puede ayudar a encontrar
sentido a la propia condición humana. Con la esperanza viva de la venida última
de Cristo se entenderá la vida como un peregrinaje esforzado y gozoso; la activi-
dad como un modo de contribuir a hacer posibles las realidades futuras, cuando
la propia humanidad se convierta en oblación aceptada a Dios45.
o Cristo se ofrece como camino de mi vida. Un camino que hemos de se-
guir no imitando a Cristo sino más bien intentando asimilarnos a Él.
d. La vida eterna: el anuncio del Reino es anuncio del Dios presente, que
nos mira, comprende y escucha; del Dios que entra en la historia para hacer jus-
ticia. Esta predicación es, por lo tanto, anuncio del juicio, anuncio de nuestra
responsabilidad. El hombre no puede hacer o no hacer lo que quiere. Él será
juzgado. A simple vista puede parecer un poco tentador, de cara a la NE, omitir
este aspecto tan rechazado por muchos de los integrantes de la cultura laical, sin
embargo, se debe hacer especial hincapié en esta verdad pues constituye un eje
imprescindible en el anuncio del Evangelio y en la formación de las conciencias.
Es imprescindible para todos aquellos que sufren por la injusticia del mundo y
42 Cf. E. FRANCHINI, Partire del kerigma: cómo?, en AA.VV., Nuova Evangelizzazione, Bologna
1991, 37-51; B. CABALLERO, Bases de una nueva evangelización, Madrid 1993, 97-113
43 GS 22. 32. 45
44 GS 22
45Cf. GS 38
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«Llamó a los que él quiso... para que estuvieran con él, y para enviarlos a
predicar...» (Mc 3, 13-14). Dicho mandato, no está reservado a unos pocos en
particular, es un don ofrecido a cada hombre, que responde a la llamada de la
fe. «Los fieles laicos – debido a su participación en el oficio profético de Cristo
– están plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia. En concreto, les corres-
ponde testificar cómo la fe cristiana – más o menos conscientemente percibida e
invocada por todos – constituye la única respuesta plenamente válida a los pro-
blemas y expectativas que la vida plantea a cada hombre y a cada sociedad. Esto
52 ChL 29
53 S. RYLKO, «La nueva evangelización entre el ser y el hacer» en L’Osservatore Romano (ed.
española, 3 agosto 2011), 5
29
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será posible, si los fieles laicos saben superar en ellos mismos la fractura entre el
Evangelio y la vida, recomponiendo en su vida familiar cotidiana, en el trabajo
y en la sociedad, esa unidad de vida que en el Evangelio encuentra inspiración y
fuerza para realizarse en plenitud»54.
Todos estamos llamados a propagar la Buena Noticia y para ello, también
debemos servirnos de los medios que la cultura pone a nuestro alcance: «La Igle-
sia se sentirá culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios, que la
inteligencia humana perfecciona cada vez más»55.
Los Medios de Comunicación Social (MCS) tienen una gran importancia
como instrumentos que han contribuído a crear una “aldea global” en todo el
mundo: ellos informan, forman y hasta orientan e inspiran comportamientos56.
Más aún, su impacto llega a todos los lugares y afecta a las actitudes religiosas y
morales, a la educación y a los sistemas políticos y sociales57.
Todas estas razones, empujan al empleo entusiasta y urgente de los MCS al
servicio del Evangelio, que hoy se hace necesidad apremiante. La Iglesia tiene un
desafío ante la situación presente. Más que plantearse, si la sociedad y la persona
concreta perciben o no el mensaje religioso, el reto actual, consiste en encontrar «los
mejores lenguajes de comunicación que permitan dar todo su impacto al mensaje
evangélico. El Señor nos anima muy directa y sencillamente a seguir en el camino
del testimonio y de la más amplia comunicación»58. De esta manera, la Iglesia en-
contrará más facilidades para informar al mundo acerca de sus creencias y posturas
a la vez que podrá escuchar con más claridad la voz de la opinión pública.
Por su parte, los MCS tendrán la obligación de sostener y promover las nue-
vas experiencias cristianas que nacen y ayudarlas a madurar en una conciencia
cada vez más clara de su raigambre eclesial y del papel que pueden desempeñar
en la cultura y la sociedad59.
54 JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Christifideles laici (30 diciembre 1988), 34: AAS 81
(1989) 455. Cf. también JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesia in
America (22 enero 1999), 66 : AAS 91 (1999), 801; BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica
postsinodal Verbum Domini (30 septiembre 2010), 94 : L’Osservatore Romano, Anexo
de L’Osservatore Romano (12 noviembre 2010), 91-92.
55 EN 45
56 Cf. RM 37
57 Cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Introducción
pastoral Aetatis Novae (1992), 1
58 JUAN PABLO II, Mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (1989),5 en
www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/communications/documents/hf_jp-ii_mes_
24011989_world-communications-day_sp.html en fecha 04 de febrero de 2012
59 BENEDICTO XVI, La vocación de los medios de comunicación católicos (2 junio 2006)
30
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60 Cf. IDEM., Carta Apostólica en forma de «Motu Propio» Ubicumque et Semper (21 septriembre
2010), Art. 1 § 2.
61 Íbidem., Art. 3
31
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a. La transmisión de la fe
La vivencia de la fe lleva necesariamente a la comunicación de lo vivido.
32
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67 NMI, 40
68 J. CATALÁ, «La Iniciación cristiana y la transmisión de la fe», CEE, XXXIII Jornadas de Vicarios
de Pastoral (24 abril 2006), 13
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69 Cf. JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Catechesi tradendae (16 octumbre 1979), 18
70 J. CATALÁ, o.c., 13
71 Íbidem., 15
72 CEC 68
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73 AG 14
74 DGC 91: «La catequesis postbautismal, sin tener que reproducir miméticamente la configuración
del catecumenado bautismal, y reconociendo el carácter de bautizados que tienen los catequizandos,
hará bien en inspirarse en esta “escuela preparatoria de la vida cristiana”, dejándose fecundar por
sus principales elementos configuradores».
75 Cf. CEE, LXX Asamblea Plenaria, La Iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, Madrid
1998, 119-120
76 Cf. Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, ed. Española del Ordo Initiationis Christianae
Adultorum, Editio Typica, Typis Polyglottis Vaticanis 1972, 68-97
77 Cf. CT 21
35
NIVARIA THEOLOGICA
3. Enseñanza completa
4. Enseñanza integral
b) Práctica de la vida cristiana en un «cambio progresivo de sentimien-
tos y costumbres, que debe manifestarse en sus consecuencias so-
ciales»78.
c) Participación en la Liturgia de la Palabra y en las oraciones de la
Iglesia79.
γ) Tiempo de la purificación y de la iluminación, durante la Cuaresma del
año en que va a recibir la Iniciación. Esta etapa, da comienzo con el
Rito de elección y se celebra el primer domingo de Cuaresma. Durante
dicha etapa, se hacen los escrutinios y las entregas del Símbolo y del
Padrenuestro además de los ritos preparatorios80.
δ) Celebración de los tres sacramentos de la Iniciación en la Vigilia pascual o
en un domingo de Pascua, en la Catedral o en la parroquia, presidiendo
el Obispo o un delegado suyo de acuerdo con el Ritual.
ε) Mistagogia: consiste en la profundización en el misterio pascual durante
toda la Cincuentena pascual (hasta Pentecostés).
Itinerario de la IC de niños y adolescentes no bautizados llegados al uso de
la razón.
Itinerario de la IC de adultos bautizados
78 Cf. RICA 19
79 Cf. ICRO 121
80 Cf. RICA 133-207
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actuales procesos de iniciación, para ayudar cada vez más al cristiano a madurar
con la acción educadora de nuestras comunidades, y a asumir en su vida, una
impronta auténticamente eucarística, que le haga capaz de dar razón de su propia
esperanza de modo adecuado en nuestra época»81.
Al respecto, muchos pastoralistas remarcan la importancia de la celebración
de estos tres sacramentos en el orden teológico establecido, señalando que «exis-
te una unidad interna»82 y que por tanto, urge una revisión de nuestra praxis pas-
toral de la Iniciación cristiana.
Ante este hecho, no debemos olvidar que la pastoral tiene como objeto ha-
cer llegar la salvación de Dios al sujeto concreto, al destinatario humano en su
situación concreta e idiosincrasia y que por ello, debemos de discernir acerca de
nuestra realidad actual con expectativas a un logro de un consenso general.
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NIVARIA THEOLOGICA
85 BENEDICTO XVI, Carta Apostólica en forma Motu propio Porta Fidei (11 de octubre de 2011):
AAS 103 (2011), 723
86 Cf. PF 4
87 PF 7
88 Véase nota 59
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N TH 15 (2012) 13-40
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