Jurisprudencia - Gazzolo C-Agropecuaria La Trinidad
Jurisprudencia - Gazzolo C-Agropecuaria La Trinidad
Jurisprudencia - Gazzolo C-Agropecuaria La Trinidad
Hechos
Una sociedad anónima destinada a la actividad agropecuaria,
conformada por dos socias hermanas mayoritarias y por un tercer socio
minoritario, llevó a cabo una asamblea general extraordinaria en la que se
determinó el aumento de capital social. Una de las socias ausentes inició
demanda judicial a fin de obtener la declaración de nulidad del acto y en
subsidio la de inoponibilidad. El juez de primera instancia rechazó la acción
por entender que se encontraba caduca. La sentencia fue apelada y la
Cámara la revocó.
Sumarios
1. 1 - La supuesta asamblea general extraordinaria llevada a cabo por la
sociedad anónima demandada debe declararse inexistente, ya que se
acreditó que el instrumento en donde consta aquélla fue una construcción
ficticia orientada a obtener la plataforma jurídica para lograr el aumento de
capital social, en tanto no existió una efectiva reunión de los socios
firmantes, deliberación y votación a tal fin, sin que obste a tal declaración el
hecho de que se encuentre vencido el plazo de caducidad establecido por el
art. 251 de la LS, pues un acto inexistente no puede ser convalidado.
TEXTO COMPLETO:
1.- Que corresponde conocer el recurso de apelación interpuesto por la parte actora
contra la sentencia definitiva dictada en fs. 2553/2578 que rechazó la demanda
promovida por aquella. Los agravios fueron expresados en fs. 2612/2621 y
contestados en fs. 1624/2628 y 2629/2654.
II) Tuvo en cuenta que la pretensión fue promovida el 28.5.04 por lo que se
encontraba vencido el plazo trimestral de caducidad previsto por la L.S. 251. Si bien
dicho plazo no es aplicable en el caso de las resoluciones de nulidad absoluta,
contrarias al orden público o al régimen societario, consideró que el contenido de la
decisión no resultó de tal naturaleza, sino que simplemente afectaba el interés
particular del socio. Destacó que la resolución de esta sala -en anterior composición-
dictada en fs. 1008/10 que revocó la sentencia interlocutoria dictada el 4.7.05 que
declaró caduca la pretensión, no le impedía "reexaminar la cuestión en la sentencia
definitiva". Sobre tal presupuesto concluyó en que la actora no acreditó ni la existencia
de los abusos, ni la maniobra dolosa que se habría perpetrado en su perjuicio ni la
inexistencia de la asamblea del 28.5.02. Particularmente respecto de este último punto
destacó que si bien la actora y el codemandado Cordeyro coinciden en que no se
realizó, la supuesta falta de deliberación quedó subsanada desde el momento en que
los accionistas firmaron el acta, y evaluó la conducta contradictoria de este último
quien pese a haberle sido restituida la suma de u$s 60.000 prestada a la sociedad
permaneció como accionista y firmó actas. Valoró asimismo que la capitalización de
aportes no fue abusiva en desmedro de la actora ni supuso la violación de su derecho
de preferencia, puesto que existen distintos elementos de juicio que permiten inferir
que en el año 2001 la situación financiera de la sociedad era sumamente delicada y
que la codemandada María Mercedes Gazzolo fue quien aportó el dinero en
conjunción con el préstamo de Cordeyro y su asunción como accionista, para lo cual
tuvo en cuenta las declaraciones de los testigos Rodriguez, Minotti, O., Carrera y
Cavalieri, así como el informe de fs. 2011/2021. Finalmente, con relación a este punto,
consideró que no son atendibles las conclusiones del informe pericial contable de fs.
2083/2105 ni la posterior presentación de fs. 2293/99 en cuanto a que no encontró
justificada la necesidad de los aportes de la codemandada María Mercedes Gazzolo y
que la sociedad hubiera podido recurrir al crédito bancario, en tanto no aparecen
respaldadas por explicaciones y bases documentales mínimas, comenzando por los
registros contables de la sociedad. Por todos estos motivos desestimó la declaración
de nulidad de la decisión asamblearia de capitalizar aportes y aumentar el capital.
IV) Por último, también desestimó la pretensión subsidiaria de que se condene a los
accionistas demandados a indemnizar los daños y perjuicios causados a la actora -
incluyendo el agravio moral- con sus accesorios, puesto que tales daños no solo no
fueron cuantificados sino que aquélla no acreditó la configuración de los presupuestos
de la responsabilidad de tales accionistas, por lo que no puede tenerse por cierta su
conducta dolosa y abusiva.
b) La actora expresó agravios en fs. 2612/2621. Después de efectuar ciertas
consideraciones y un relato de antecedentes destacó que el agravio básico es que la
sentencia no consideró demostrado el uso desviado de los mecanismos societarios, en
franco abuso del derecho y en violación de la moral y las buenas costumbres, a pesar
de la abundante prueba agregada a la causa. A continuación expuso separadamente
sus agravios:
B) En segundo lugar destacó que -pese a no ser relevante para decidir el conflicto-
el campo fue valuado en la tasación de fs. 1971/1981, que los aportes de María
Mercedes Gazzolo fueron innecesarios como destacó el perito en fs. 2087 punto 4,
que los ingresos de aquélla fueron "clandestinos" y convertidos en aportes
irrevocables por asientos contables en libros llevados con atrasos y deficiencias de
acuerdo con el informe de fs. 2089 y sin que el directorio los hubiere tratado conforme
surge de las actas de fs. 1290/1296. Tales aportes se habrían hecho en inobservancia
de la Resolución Técnica 17 de la Federación Argentina de Consejos Profesionales, y
si bien la Res. 25/04 de la I.G.J. es posterior indica claramente cómo debe
instrumentarse un aumento de capital.
C) En tercer lugar con relación a este agravio, critica que la señora juez haya
omitido considerar que el capital se aumentó sin prima de emisión, pese a la
desproporción entre el aporte ($66.000) y la capitalización obtenida (u$s360.000 de
aumento proporcional proyectado sobre el valor del campo en esa época según la
tasación de fs. 1971/1981), que refleja la diferencia entre el capital y el patrimonio
social.
V) El quinto agravio critica las razones dadas por la señora juez de no haberse
configurado la inoponibilidad prevista por la L.S. 54, y se remite a los agravios
concernientes a la nulidad absoluta de la convocatoria y de la asamblea del 28.5.02.
VI) El sexto y último agravio atañe al rechazo de la reparación del daño moral y los
demás daños pretendidos. Respecto del primero la apelante consideró innecesario
explicar su sufrimiento emocional al descubrir la maquinación dolosa de su única
hermana. Puntualizó que la magnitud del daño está acreditada por la licuación del
campo de acuerdo con la tasación de fs. 1871/1881, y sostuvo que la condena a la
codemandada María Mercedes Gazzolo debe ordenar la entrega a la actora de
acciones de la sociedad hasta llegar al cincuenta por ciento de participación original,
"con pago de los $33.000 correspondientes". Al referirse a los factores de atribución
del daño aludió a "la conducta dolosa y abusiva" respecto de la cual "me remito a los
hechos de la causa y a lo expuesto en el Segundo Agravio".
VII) Concluyó su escrito con una "reflexión final" en la que se pregunta entre otras
cosas "¿Desde cuándo dos únicas hermanas se comunican por edictos?" y reiteró
respecto de los hechos abusivos traídos a juzgamiento que "su ratificación judicial nos
coloca en el ámbito de un verdadero escándalo jurídico y un nefasto precedente
jurisprudencial" señalando "La irrealidad en que se desenvuelve la Juez".
a) En la escritura nro. 1881 del registro nro. 453 está transcripta el acta de la
asamblea extraordinaria celebrada el 30.1.98 en la cual se dispuso la transformación
en los términos de la L.S. 74 de "La Trinidad Sociedad en Comandita por Acciones
Agropecuaria y Comercial" en "Agropecuaria La Trinidad Sociedad Anónima" y se
aprobó el nuevo estatuto social. En el artículo cuarto se fijó el capital social en
$120.000 (v. copia en fs. 226/237). En fs. 680 (punto II.1) la actora no negó
categóricamente (c.p.c. 356 inc. 1ro. y 358) la autenticidad de tal escritura, aunque
formuló una observación sobre su validez.
b) En fs. 34/36 fue agregada por la actora copia del acta de la asamblea ordinaria y
extraordinaria cuya nulidad se pide, celebrada en segunda convocatoria el 28.5.2002
en cuyo punto séptimo se resolvió aumentar el capital social de $120.000 a $186.000
mediante la capitalización de los aportes irrevocables ya efectuados, y reflejados en la
contabilidad. Asimismo, se resolvió que los accionistas suscribirían las acciones
correspondientes al aumento de capital aprobado, conforme con los aportes
irrevocables efectuados, siempre y cuando los restantes no ejercieran su derecho de
preferencia en proporción a sus tenencias accionarias. El acta está suscripta por
firmas atribuidas a los accionistas María Mercedes Gazzolo y Enrique Cordeyro y las
copias pertinentes del libro de registros de acciones fueron agregadas por la actora en
fs. 59/60. Merece ser tenido en cuenta que las partes no controvirtieron que Nilza
Elena Luxardo de Gazzolo -la única socia comanditada y socia comanditaria principal
de la S.C.A. que se transformó en la S.A., titular como socia comanditaria de 5.700
acciones frente a 200 que correspondían a sus hijas María del Carmen y María
Mercedes Gazzolo- falleció el 12.2.99.
c) No fue objeto de agravio y está corroborado por la fecha cierta que surge del
cargo de fs. 128 v. que la demanda fue promovida el 28.5.2004.
d) Debe puntualizarse, de acuerdo con las copias de actas de asamblea ordinaria
agregadas por la misma actora obtenidas en un proceso judicial, con firma que se le
atribuyó sin haber sido desconocidas, que después del fallecimiento de la accionista
principal solo se realizaron tres asambleas unánimes, una extraordinaria y dos
ordinarias: La primera celebrada el 30.7.99 (fs. 21) trató recaudos de transformación
de la S.C.A. originaria en S.A., y fue suscripta por María del Carmen y María Mercedes
Gazzolo quienes invocaron además de su calidad de accionistas actuar en
representación de su madre Nilza Elena Luxardo de Gazzolo pese a que ésta ya había
fallecido en esa fecha. Posteriormente, y antes de la asamblea impugnada, se
celebraron dos asambleas generales ordinarias unánimes el 28.4.2000 y el 20.4.2001,
instrumentadas en actas suscriptas por las dos socias mencionadas en último término
quiénes actuaron por sí mismas (fs. 25 y 28). Las constancias del libro de registro de
acciones de las tres asambleas mencionadas están copiados en fs. 51/52, 53/54 y
55/56 respectivamente. La relación de parentesco legal entre las nombradas no fue
controvertida.
e) Respecto del valor del patrimonio societario, el elemento de juicio más relevante
-sin abrir juicio sobre su aptitud probatoria- es el informe del martillero tasador de fs.
1971/1977 (no en fs. 1871/1881 como se indica en la expresión de agravios) que
estimó el valor del establecimiento agrícola en u$s 4.400.000 en la fecha de la pericia
y en u$s 2.100.000 en mayo de 2002.
f) El informe pericial contable de fs. 2083/2105 señaló -en lo que se juzga relevante-
que si bien se constata la existencia de un asiento en el libro Diario realizado el
31.12.01 por $66.000 como anticipo irrevocable para futura suscripción de acciones
(punto 3 propuesto por la actora) tal aporte no se justifica (punto 4 propuesto por la
actora) ya que hubiera sido factible para la sociedad recurrir al sistema financiero
(punto 5 propuesto por la actora). Asimismo, indica que el aumento de capital de
$66.000 equivale al 6,37 % del activo y al 6,99 % del patrimonio neto de la sociedad y
que las asambleas celebradas hasta el 20.4.01 fueron unánimes (punto 8 propuesto
por la actora). Respecto de la ampliación de puntos de pericia propuestos por la actora
en fs. 214 detalló el asiento contable que registra cada ingreso efectuado por la
codemandada María Mercedes Gazzolo y puntualizó que no surge de las actas de
directorio que se hubiera tratado la necesidad de fondos adicionales ni que se
hubieran aprobado los préstamos de dicha codemandada. En cuanto a otros puntos
señalados por la actora sostuvo que el libro Diario no está llevado legalmente ya que
no se llevan libros auxiliares de los asientos globales (punto 3.2.1), que no puede
atribuirse discrecionalidad al manejo de la cuenta caja y que el atraso en la
contabilidad no es grave (punto 3.2.2). Respecto de las deudas provisionales y fiscales
cuantificó su importe entre los ejercicios cerrados el 31.12.99 y el 31.12.03
($50.130,57 y 29.633,29 respectivamente). Las codemandadas cuestionaron
puntillosamente tales conclusiones en fs. 2144/2150 señalando que no hay razón
contable para que el perito -quien omitió ponderar tanto la inundación del año 2000
cuanto la epidemia de la fiebre aftosa- hubiera concluído en que no se justificaron los
aportes, y que se hubiera podido recurrir al sistema financiero sin tener en cuenta la
contracción de este sistema en el año 2001. Asimismo, destacó que carece de utilidad
comparar el aumento de capital con el activo y el patrimonio neto, puesto que la
valuación del establecimiento es ajena a la aptitud profesional del perito y no hay una
relación necesaria entre el aumento del capital social con el aumento del activo
contable y del patrimonio neto. Finalmente, reiteró que la contabilidad se lleva con el
programa "Bejerman" y que la sociedad ha ejercido la opción por los asientos globales
de acuerdo con el c.com. 45.
I) Calificada doctrina, cuyo criterio comparto, postula que el plazo fijado por la L.S.
251 es inaplicable cuando el acto colegial está afectado por una causal de nulidad
absoluta (c.c. 1047) consistente en la violación de una norma de orden público,
teniendo en cuenta que no todas las normas imperativas lo son, por lo cual el ejercicio
de la acción de impugnación de la decisión asamblearia por la sola violación de estas
últimas están sujetas al plazo de caducidad de la L.S. 251 (conf. precisión formulada
por los señores jueces Uzal y Kolliker Frers al adherir al voto de la mayoría en el fallo
plenario "Giallombardo D.N. c. Arrendamenti Italiani S.A." -CNCom., en pleno, 9.3.07-;
Manóvil, R.F. "El uso desviado de los mecanismos societarios como supuesto excluído
de la caducidad del art. 251 de la L.S. en un fallo que marca un hito" E.D. 168-545,
cap. III, nros. 4, 6 y 7 y doctrina allí citada; Zaldivar, E. y otros "Cuadernos de derecho
societario", v. III, nro. 43.4.1.3, p. 491, ed. 1983; contra Sasot Betes M. - Sasot M. "Las
asambleas", cap. IV, nro.12, p. 654, ed. 1978 para quien la caducidad rige para los
vicios asamblearios de nulidad absoluta y relativa).
II) Desde esta perspectiva, siguiendo también a prestigiosa doctrina, considero que
pese a la relativa imprecisión de su contenido, el orden público es el "conjunto de
principios eminentes a los cuales se vincula la digna subsistencia de una organización
social establecida" que no pueden ser alterados por la voluntad de los individuos (c.c.
21, conf. Llambías, J. J. "Tratado de derecho civil- Parte General", t. I nros. 184, 195 y
197, pgs. 158, 163 y 197, ed. 1973).
B) Por lo demás, si bien es cierto que por primera vez en la vida societaria se
convocó a una asamblea mediante la publicación de edictos, también lo es que
solamente se habían realizado tres asambleas unánimes -una extraordinaria el 30.7.99
y dos ordinarias el 28.4.2000 y el 20.4.2001- a partir de la muerte de la madre de las
dos hermanas -quien detentaba la mayoría sustancial del capital societario (v. "supra"
sub. 2.b.)- ocurrida el 12.2.99 y a partir de la adopción del nuevo tipo societario. Por lo
tanto, no podía ser impensable en lo que se perfilaba claramente como una nueva
etapa en la vida societaria, con un nuevo tipo en el cual las dos hermanas pasaron de
ser socias muy minoritarias a tener entre las dos la totalidad del capital social, que se
utilizaran los procedimientos habituales para la convocatoria a asamblea previstos en
la L.S. 237, con mayor razón si hubo preexistentes situaciones de desavenencia entre
las socias sobre los aportes a la sociedad y los efectuados por una de ellas (v.
declaraciones testimoniales reseñadas "supra" sub. 2.g.I y 2.g.V). Debe tenerse en
cuenta además que la asamblea extraordinaria del 28.5.2002 que decidió el aumento
de capital coexistió temporalmente con la asamblea ordinaria cuyo orden del día era
similar a las anteriores celebradas el 28.4.2000 y el 20.4.2001, es decir que tanto la
asamblea extraordinaria impugnada cuanto la asamblea ordinaria se celebraron
aproximadamente en el mismo período anual -exigible para la presentación de los
estados contables- que las anteriores asambleas ordinarias de la nueva S.A., lo cual
denota que era previsible que al menos la asamblea ordinaria debía celebrarse en esa
época del año. En consecuencia no hay "usos y costumbres" de asambleas unánimes
observados por décadas en una situación "caeteris paribus" sino que tal situación tuvo
cambios significativos a partir del fallecimiento de la socia mayoritaria y el cambio de
tipo societario.
D) En consecuencia, considero que no existe una conexión tan íntima entre los
hechos examinados y el dolo atribuido a la convocatoria y a la decisión asamblearia,
que permita afirmar sin ninguna duda razonable la existencia de la utilización dolosa
de formalidades societarias para obtener fines extrasocietarios (v. Leguisamon, H.,
"Las presunciones judiciales y los indicios", cap. IX, nro. A.2., p. 91).
II) Desde otro punto de vista, a diferencia del citado precedente "Abrecht P. A. c.
Cacique Camping S.A.", la causa del aumento de capital puede ser en este caso
eventualmente opinable en cuanto a su necesidad, pero no fue simulada en cuanto a
su existencia ya que los aportes se realizaron -la actora cuestionó su "clandestinidad"
pero no su realidad- y no se distribuyeron casi simultáneamente como dividendos
como si sucedió en aquel (v. "supra" sub. 2.f.).
III) Por último, cabe resaltar otras diferencias de presupuestos de hecho -además
del expuesto precedentemente- del caso juzgado con el precedente citado, cuya
doctrina considero excepcionalísima y ajustada a sus particularidades (v. puntos 1.A, 2
del voto del señor juez Alberti):
c) Por lo tanto, considero que los agravios individualizados en los puntos 1.b.I y II
precedentes deben ser rechazados.
a) De acuerdo con lo expuesto (v. "supra" sub. 3.a.) tanto la regularidad formal
cuanto la necesidad de los aportes cuanto si se debió aumentar el capital con la prima
de emisión prevista por la L.S. 202, son cuestiones que atañen al interés particular de
los socios y eventualmente de la sociedad, pero que son ajenos al orden público
caracterizado en el punto 3.a.II precedente. Puesto que por las razones expuestas en
el mencionado considerando 3 ninguna de estas cuestiones se consideró suficiente
para establecer la existencia de una causal de nulidad absoluta en la asamblea
cuestionada, ni para admitir que -pese a tratarse de supuestos de nulidad relativa-
evidenciaban la utilización de los mecanismos societarios para arribar dolosamente a
finalidades extrasocietarias, la impugnación a la asamblea sustentada en estas
causales debió ser planteada en el plazo temporal fijado por la L.S. 251 y le resulta
aplicable a la acción promovida con tal objeto la caducidad prevista en dicha norma.
b) No obstante tal conclusión, que decide la suerte de este agravio, estimo oportuno
señalar siquiera "obiter dicta" que los tres argumentos expuestos por la apelante -
reseñados "supra" sub. 1.b.III- como agravios a distintos fundamentos de la sentencia
carecen de la contundencia que ésta les atribuye, teniendo en cuenta además que no
es pacífica la doctrina judicial y la de los autores acerca de la justiciabilidad de la
decisión de aumentar el capital societario (v. Molina Sandoval, C. "Tratado de las
asambleas", cap. VIII, nro. XI y notas nros. 15 a 23, pgs. 71/72, ed. 2009).
III) Si bien prestigiosa doctrina de los autores considera como un derecho del socio
el del mantenimiento de la integridad de su participación societaria y por lo tanto a la
emisión con prima de los aumentos de capital (v. Zaldívar, E., op. y t. cit., nro. 40.1.12,
p. 336), como principio comparto la doctrina judicial que postula que la decisión de
emitir con o sin prima de emisión es privativa de la sociedad sin que constituya un
derecho de los socios, tal como se fundó en el "leading case" "Augur c. Sumampa"
(CNCom., sala C, 28.12.84 voto del señor juez Anaya). Por lo tanto, la relación entre el
importe nominal del aumento del capital y el patrimonio neto no resultaba un elemento
decisivo en cuanto a la juridicidad del aumento en la fecha de la asamblea -aunque
posteriormente se pudiera sostener lo contrario con base en lo dispuesto por las
Normas de la Inspección General de Justicia art. 67 de acuerdo con el texto aprobado
por la Res. Gral. 7/2005 y demás normas administrativas concordantes-, siempre
reiterando que en todo caso la decisión de emitir sin prima constituía una causal de
nulidad relativa de la asamblea que debió ser invocada en el plazo previsto por la L.S.
251.
5.- El cuarto agravio concierne a que se habría afectado la legítima hereditaria que
la apelante tenía como heredera forzosa, ya que no transmitió libremente el porcentaje
de capital disminuído en virtud del aumento y del ejercicio del derecho de preferencia,
sino que la hermana se apoderó de tal aumento. Si bien este agravio resulta difícil de
aprehender, tal como lo entiendo considero que debe ser desestimado puesto que el
heredero forzoso entra en posesión de la herencia con la muerte del causante (c.c.
3410) por lo cual las viscisitudes posteriores al fallecimiento de aquél son propias del
patrimonio del heredero y en principio ajenas a lo dispuesto por el c.c. 3565, 3593 y
conc. Por lo demás, no se trata en este caso de la existencia de herederos forzosos
cuya vocación a la legítima hereditaria hubiera sido excluida por formas societarias
preexistentes al fallecimiento del causante, sino que las únicas dos hermanas fueron
socias del cincuenta por ciento del capital societario cuando falleció la madre por lo
cual tampoco hay terceros herederos forzosos supuestamente excluidos.
6.- El quinto agravio critica las razones dadas por la señora juez de no haberse
configurado la inoponibilidad prevista por la L.S. 54 3er., párrafo, y se remite a los que
fueron formulados con relación a la nulidad absoluta de la convocatoria y de la
asamblea del 28.5.02. Esta crítica de cuatro párrafos carece de la suficiencia exigida
por el c.p.c. 265 puesto que la señora juez estableció con precisión los recaudos de la
L.S. 54 3er. p. que no consideraba acreditados (v. fs. 2575/2576), y tal fundamento es
apropiado puesto que la apelante consideró como causales de atribución de
responsabilidad a los socios en los términos de tal norma, los mismos "abusos y
maniobra dolosa perpetrados en su contra" que fueron desestimados en el punto 3
precedente sin invocar otras conductas distintas. Por lo tanto, este agravio debe ser
desestimado.
7.- El sexto y último agravio atañe al rechazo de la reparación del daño moral y los
demás daños pretendidos. Como se señaló "supra" sub. 1.b.VI, la apelante centró su
crítica en la existencia y cuantía de los daños, pero al referirse a los factores de
atribución de responsabilidad se limitó a aludir a "la conducta dolosa y abusiva"
respecto de la cual "me remito a los hechos de la causa y a lo expuesto en el Segundo
Agravio". Por lo tanto y por la misma razón que lleva a la desestimación del quinto
agravio (v. considerando 6to. precedente) éste debe ser igualmente desestimado ya
que no se consideró acreditada en el punto 3 la maniobra y los abusos dolosos.
8.- Por todo lo expuesto, normas y doctrina judicial y de los autores citadas, si mi
voto es compartido propongo al acuerdo desestimar los agravios de la parte actora y
confirmar la sentencia apelada en todas sus partes, con costas de esta instancia a la
apelante vencida (c.p.c. 68).
I. Inicialmente debo pedir disculpas a las partes y mis colegas por haber demorado
este voto más allá de lo que hubiera deseado.
Sin embargo, amén del cúmulo de tareas que pesa sobre la Sala, la complejidad del
litigio, los pormenores fácticos del mismo, y el profundo voto desarrollado por el vocal
que me precedió en el estudio de la causa, me generaron profundas dudas que no
permitieron un más rápido desenlace.
Debo señalar, además, que a mi juicio este tipo de pleitos, donde amén de
cuestiones jurídicas, subyace un severo desencuentro familiar que empaña todo
emprendimiento común, no es resuelto en general, salvo en cuestiones incidentales
como la que aquí nos reune, por una sentencia judicial. Ello cualquiera fuere la
solución a la que se arribe.
Tengo para mí, y así lo he intentado reiteradamente tanto como juez de Primera
Instancia como en la actualidad en mi calidad de miembro de un Tribunal de
Apelación, que un arreglo definitivo de estas disputas debe ser encauzado mediante el
acercamiento de las partes en una audiencia de conciliación donde, con el auxilio de
los jueces, es posible componer las diferencias entre las mismas, aquí hermanas.
Sin embargo, aún cuando fue mi primera intención hacerlo, he desistido de tal vía,
muy a mi pesar, al advertir los infructuosos esfuerzos en esa línea realizados por mi
colega el Dr. Dieuzeide.
Entendí agotadas tales gestiones, por lo cual reiterarlas lo estimé una dilación
innecesaria y una desconsideración hacia el vocal que intentó componer los intereses
de los aquí litigantes.
II. Luego de un profundo estudio de la causa, adelanto que propiciaré una solución
distinta a la propuesta por el vocal preopinante.
El fallo fue apelado sólo por la vencida quien, al presentar agravios, criticó la
decisión in totum.
Tal duda deriva de los dichos del codemandado Cordeyro quien, al evacuar el
traslado inicial, admitió no haber asistido al acto pese a que, según el acta que lo
instrumentó, habría estado presente en la reunión, luego de anticipar su asistencia
mediante el depósito de acciones e inscripción en el libro respectivo.
Refirió al contestar demanda (fs. 869/875) mantener con las hermanas Gazzolo,
con más intensidad con María Mercedes, una larga y respetuosa amistad que data de
la infancia de ambos.
Con motivo de una operación comercial encarada por María Mercedes, presumo en
representación de Agropecuaria La Trinidad S.A., dio en préstamo a su amiga la suma
de U$S 60.000, importe que en su tiempo restituyó.
Sin embargo aclaró que nunca tuvo en sus manos acción alguna emitida por
Agropecuaria La Trinidad S.A., omisión que parece no haberle ofrecido reparos pues,
como sostuvo, no se sentía un real socio de la empresa. Al punto que, cree recordar,
firmó un contradocumento en el estudio jurídico que representaba a la codemandada.
Los dichos de Cordeyro son por demás graves pues, uno de los supuestos
asistentes a la reunión de accionistas dijo no haberlo hecho; en rigor afirmó no
presenciar ninguna, lo cual arroja sombras sobre la real concreción de la aquí
impugnada.
Para ello cabe analizar la demás prueba producida, aunque el punto de partida lo
juzgo relevante, pues uno de los dos presuntos asistentes al acto asambleario, afirmó
ser falso el contenido del acta que suscribió al no reflejar un acto real. Y su confesión,
en principio, no ha sido invalidada por la prueba producida en la causa. Antes bien, la
entiendo confirmada.
Cabe señalar aquí, antes de indagar sobre lo ocurrido, que no es aplicable al caso
el impedimento previsto por el artículo 1047 del código civil para las nulidades, en
tanto dispone que cualquiera que tenga interés en ella pueden reclamarla
judicialmente, aunque luego veda tal invocación a quienes han ejecutado el acto, "…
sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba". A diferencia de este último, en el
caso del acto inexistente, su articulación puede ser efectuada, como ocurre con la
nulidad, por cualquier interesado en su declaración. Pero como sensible diferencia con
aquella, también "...por el que lo ha ejecutado sabiendo o debiendo saber el
impedimento que obstaba al nacimiento del acto..." (Llambías J., Tratado de Derecho
Civil – Parte General, T. II, página 519, número 1915, Abeledo Perrot, 2007).
Las probanzas propuestas y producidas por las partes, a efectos de acreditar los
hechos relevantes en que basaron sus posiciones plasmadas en importantes y
fundados escrito de demanda y defensa, han sido numerosas y variadas.
Entiendo, entre ellas, que la prueba testimonial producida, confirma los dichos de
Cordeyro.
El testigo Sasso, profesional que realizó la mentada tasación del campo cuando las
hermanas habían acordado su división, presume que la publicación de edictos
realizada para convocar a la asamblea del 28 de mayo de 2002, lo fue derivada de la
desinteligencia de las partes en punto a la porción de campo con la que se quedarían
(fs. 1230: pregunta 5).
El señor Alston, quien fuera pareja de María Mercedes desde diciembre de 1998 a
diciembre de 2001 ratificó que hasta esa última fecha, Cordeyro nunca intervino en
una reunión de directorio o asamblea. Si bien la impugnada es de mayo de 2002, ello
constituye un indicio en punto a la veracidad de lo dicho por el codemandado.
Recuérdese que este se incorporó como accionista, cuanto menos formalmente,
durante el año 2001 como Cordeyro afirmó en su contestación de demanda.
El Dr. Felipe O. al declarar ratificó una vez más que hasta el momento de la pelea
entre las hermanas, las asambleas siempre se hicieron unánimes (fs. 1751: primera
repregunta).
Ha sido señalado por los testigos Arias y Sasso que las hermanas Gazzolo habían
aceptado dividir el campo a fin que cada una pudiera manejar con libertad la porción
que le fuera asignada. A tal fin fue confiada la tarea de división del predio al testigo
Sasso, aparentemente integrante de la firma Malabe.
Tal intención fue anticipada al testigo Alston algún tiempo antes, como
expresamente reconoció, al punto que para su concreción le ofreció asociarse al ente.
Parecería razonable tal decisión de María Mercedes pues, como resulta nítido de la
declaración de buena parte de los testigos, era quien administraba la explotación
agropecuaria, realizado aportes frente a situaciones coyunturales de la empresa,
mientras que María del Carmen negó toda colaboración económica y personal, en
tanto estaba orientada a otro tipo de actividades (adquirir un hotel en Miami).
Para concretar tal medida, dispuso como única directora (María del Carmen era
suplente), convocar a asamblea para incrementar el capital social, con base en los
aportes previamente realizados (ver peritaje contable que enuncia tales ingresos, fs.
1716v).
En algún caso (testigo Sasso) se afirmó que esta novedosa medida, aunque
formalmente irreprochable, tuvo justificación en las desinteligencias de las hermanas.
Empero son pareceres de lege ferenda que, como tales, sólo quedan en la
propuesta doctrinaria y no pueden aplicarse para resolver un conflicto específico.
Como ha sostenido esta Cámara, la publicación de edictos es la forma legal de
publicidad para anoticiar la convocatoria a los accionistas, insustituible y obligatoria
para toda sociedad, sin que pueda aplicarse un régimen excepcional si se tratase de
una sociedad de familia (CNCom Sala C, 29.10.1990, "Schillaci, Irene M. y otra c.
Establecimiento Textil San Marco S.A."; LA LEY, 1991-E, 109; CNCom Sala C,
6.6.2006, "Inspección General de Justicia c. José Negro S.A.", LA LEY, 2006-F, 64).
Es que los dichos de Cordeyro, quien negó haber estado en la reunión, son
ratificados por el contador Minotti, bien que no de modo explícito. Sin embargo una
interpretación congruente y lógica de los dichos del profesional, permite arribar a la
conclusión que he adelantado.
Veamos:
Pero luego afirma, curiosamente, que la única actividad que presenció respecto de
Cordeyro, fue la suscripción de las actas, previamente redactadas por un letrado,
actividad más simple y ordinaria que la realización de una reunión de accionistas.
Parecería también poco creíble que su única actividad respecto de las asambleas
fue pasar a libros las actas previamente redactadas, cuando en la declaración del
contador reconoció una actividad prolongada de asesoramiento económico a las
hermanas Gazzolo, en especial a María Mercedes única directora y administradora de
la sociedad (ver generales de la ley, tercera y cuarta repregunta). Al punto que fijaron
en su estudio la sede social del ente.
Así, como dije, parece poco veraz que su actividad se viera relevada a cuestiones
meramente administrativas, en lugar de participar antes, durante o después de las
asambleas para asesorar sobre cuestiones económicas o financieras, o ejecutar lo allí
decidido.
Cabe ahora analizar cuál es la calificación que debe asignarse a lo ocurrido y cuál
la consecuencia jurídica que debe ser propiciada.
Tengo para mí, conforme las pruebas producidas, que la codemandada María
Mercedes decidió, frente al conflicto suscitado con su hermana y quizás, con el
propósito de capitalizar sus aportes y obtener así una posición de superioridad frente a
ella, ampliar el capital social.
Para ello, según sostuvo el testigo Minotti el directorio, únicamente integrado por
ella, llamó a asamblea a tal efecto. Decisión que publicó por edictos, conforme lo
dispone la ley 19.550 (art. 237) con lo cual pretendió convocar a los únicos dos socios
restantes.
Si bien cumplió con ello las formalidades de ley, no debe dejar de advertirse que
puede calificarse ello de una medida sorpresiva, pues como ya adelanté, diversos
testigos, y el propio perito contador, ratificaron que siempre se habían realizado
asambleas unánimes, sin que fuera utilizado el edicto como modo de convocación.
Según se advierte con facilidad, dicho instrumento es del todo falaz (fs. 1298/1300),
pues indica no sólo la presencia virtual de dos de los tres socios (María Mercedes y
Cordeyro), sino que intenta reflejar la existencia de una presunta deliberación en
muchos de sus puntos (vgr. "…cambio de ideas…"; ver punto 7 fs. 1299), y luego de
una votación que tampoco ocurrió.
Cabe indicar como clara curiosidad el supuesto pedido de Cordeyro que sea
ratificada la actuación del directorio a quien elogia, requerimiento que sólo pudo ser
propuesto por el nombrado al ser la restante asistente la única integrante del órgano
de administración.
"El acto colegial es un acto único formado de la fusión de las declaraciones de los
miembros de un solo órgano" (Vaselli, M., Deliberazzioni nulle e anullabili della societá
per azioni, citado por Manovil R., El uso desviado de los mecanismos societarios como
supuesto excluido de la caducidad del art. 251 de la LS en un fallo que marca un hito,
ED 168:545).
No ignoro que esta metodología puede haber sido adoptada en otras ocasiones, en
particular con anterioridad al conflicto entre las hermanas y/o en vida de su madre.
Véase la reiterada afirmación de haber sido hasta allí todas las asambleas unánimes.
Sin embargo este procedimiento, que puede ser habitual en sociedades cerradas o de
familia, no puede ser consentido cuando, como en el caso, constituye una afectación a
los derechos de un socio.
Todo ello permite, aún en la situación procesal antedicha, aplicar de oficio este
concepto, en tanto de la prueba derive la presencia de un acto inexistente, como
entendí acreditado.
De allí que, como adelanté, la solución también puede encauzarse por vía de
declarar nula la asamblea del 28.5.2002.
No ingreso aquí en aspectos algo más críticos como ser la aparente utilización de la
estructura social a fin de obtener fines extrasocietarios como ocurre en el caso donde
se intenta ordenar una complicada relación familiar (CNCom Sala B, 7.3.2008,
"Quercia, Antonio c. Rumbo Esperanza S.R.L."; LL 2008:E, 300). Supuesto que podría
sumergir a la demandada María Mercedes en una conducta dolosa; ello como
maquinación espuria para desapropiar a su hermana de parte de su activo accionario
mediante un acto jurídico (a mi juicio inexistente), que sólo aparenta ser una reunión
social destinada a fines societarios (caso similar al tratado brillantemente en la causa
"Abrecht" ya citada). Ello por ser innecesario, pues los fundamentos ya desarrollados
bastan para sustentar la solución que de seguido propiciaré.
Va de suyo que esta solución vuelve innecesario analizar otros temas que fueron
desarrollados en agravios específicos, pues esta construcción argumental los ha
tornado abstractos.
III. Por lo hasta aquí expuesto, propongo al Acuerdo revocar la sentencia en estudio
declarando la invalidez de la asamblea del 28 de mayo de 2002.
Así voto.
El señor Juez de Cámara, doctor Heredia adhirió al voto del doctor Vassallo.
(c) Diferir la consideración de los honorarios hasta tanto sean regulados los
correspondientes a la anterior instancia.
Notifíquese a las partes por cédula y una vez vencido el plazo del c.p.c. 257,
devuélvase la causa al Juzgado de origen. —Pablo D. Heredia. —Gerardo G.
Vassallo. —Juan José Dieuzeide.
Aumento de capital social: ¿Nulidad absoluta de la asamblea o inexistencia del
acto?
Van Thienen, Pablo Augusto
Di Chiazza, Iván G.
Voces
Título: Aumento de capital social: ¿Nulidad absoluta de la asamblea o inexistencia del
acto?
Autor: Van Thienen, Pablo Augusto ; Di Chiazza, Iván G.
Publicado en: LA LEY 29/06/2011, 7
Fallo Comentado: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala D ~ 2011-
05-11 ~ Gazzolo, María del Carmen c. Agropecuaria La Trinidad S.A.
Sumario: I. Introducción.- II. Los hechos.- III. Aumento de capital social doloso:
¿nuloabsoluto e imprescriptible?- IV. Los precedentes "Abrecht", "Degas" y
"Frigoríficos Block": la prescripción como problema.- V. No hay orden público
involucrado en el aumento de capital.- VI. Estructura societaria y legítima
hereditaria: el riesgo del heredero en empresas cerradas familiares. La diligencia
exigida al socio externo.- VII. Legítima hereditaria y aumento de capital en
sociedades de familia.- VIII. Los fundamentos del Dr. Dieuzeide para rechazar la
nulidad absoluta en sociedades de familia. Una mirada sensata y acertada.- IX.
Aumento de capital doloso: ¿caducidad, prescripción o imprescriptibilidad?- X.
La inexistencia del acto asambleario y doctrina de los actos propios: una teoría
peligrosa.- XI. Inexistencia del acto jurídico colegiado (reconocido por el actor).-
XII. La doctrina de la inexistencia: una llave peligrosa.
I. Introducción
El fallo que anotamos nos preocupa por un lado y nos alienta por el otro. Sin duda
es un veredicto que traerá cola. Agropecuaria Trinidad traza una nueva línea (diríamos
que la corre) dentro del ámbito de los negocios jurídicos colegiados societarios al
incorporar al debate académico la doctrina de la inexistencia del acto jurídico.
Podríamos afirmar que el precedente Abrecht (piedra angular de la doctrina de la
nulidad absoluta del aumento de capital dañoso) se encuentra, a esta altura del
partido, agotado. Demasiada agua bajo el puente ha fluido desde aquel precedente
hasta nuestros días, como para seguir insistiendo sobre la tesis de la nulidad absoluta
en el marco del negocio de financiamiento societario, como es el negocio de aumento
de capital. Podemos decir que la sala D (mismo tribunal de la
doctrinaPereda, Abrecht y Agropecuaria Trinidad) muestra una clara
evolución darwiniana. O lo que es lo mismo, ha llegado la hora de innovar y zarandear
lo que estaba dado, es decir, el statu quo.
Sobre tal aserto ya hemos expresado nuestra postura: No hay nulidades absolutas
en el régimen societario, las normas son imperativas y el aumento de capital dañoso
es un ilícito que devenga nulidad relativa sujeto al régimen de prescripción propio del
Código de Vélez (o en su caso, sujeto al plazo de caducidad de la ley societaria). (1)
El debate de fondo en este complejo tema es precisar cuál de los dos plazos
aplicamos para impugnar el negocio societario ilícito: ¿caducidad de 3 meses del
artículo 251 LSC o prescripción del Código Civil o mercantil? Sin duda estamos
nadando en aguas turbulentas sin un horizonte claro y preciso en algo tan sensible
como es la prescripción liberatoria y para colmo la jurisprudencia del foro no ayuda a
aclarar este panorama, situación que se ve aun más agravada a partir del precedente
que anotamos: inexistencia del acto jurídico. ¿Cuál es el plazo de prescripción para
plantear la inexistencia del acto?, ¿quién es el legitimado activo para plantear la
inexistencia del acto asambleario?, ¿bastará acreditar ser poseedor de un interés
suficiente legitimante para demandar la inexistencia? Demasiados interrogantes e
incertidumbre.
Pero no sólo se habría tratado de una maniobra abusiva tendiente a perjudicar, sino
que en la interpretación de la Sala D, aquella reunión asamblearia nunca habría
existido. En efecto, en opinión de la alzada se habría acreditado en el expediente (por
medio de testigos) que aquella reunión de socios nunca funcionó como tal, aquel
debate jamás se había dado, aquel intercambio de opiniones no habría sido verdad y
la deliberación no habría sido cierta. Es decir que el acta de asamblea transcripta en
los libros societarios no habría sido otra cosa que una puesta en escena lejos de toda
realidad jurídica y fáctica. Siendo esto así, no habiendo reunión de socios, no
habiendo debate ni deliberación no hubo asamblea de accionistas, aun cuando se
firmen las actas en los libros.
Los hechos del caso son ciertamente fáciles puesto que se trató de un aumento de
capital dentro del seno de una sociedad anónima familiar. Lo complejo y mañoso ha
sido el veredicto de la Sala D, pues nos enfrenta a dos reflexiones: por un lado, el
abuso de las formas societarias como causal de nulidad absoluta e imprescriptible por
violación a las normas de orden público y, por otro lado, la inexistencia del acto jurídico
colegiado asambleario societario por ausencia de deliberación y debate entre los
socios.
Queremos rescatar y poner en alto el voto del vocal preopinante, Dr. Dieuzeide, por
considerarlo, en nuestra opinión, el voto acertado en este expediente. Más abajo
explicaremos nuestras críticas a la tesis de la inexistencia del acto jurídico ensayada
por el Dr. Vasallo y el Dr. Heredia (este último por adhesión).
Hemos dicho antes de ahora que el aumento de capital social no devenga una
nulidad absoluta. Sostenemos y afirmamos desde estas líneas que el aumento de
capital llevado a cabo con dolo, fraude y simulación es un ilícito societario y como tal
sometido a las reglas de la prescripción. El desbaratamiento de derechos
patrimoniales no genera, en ningún ámbito del derecho civil o comercial, nulidades tan
severas como para catalogarlas de absolutas. Está claro y es evidente que la lesión al
patrimonio personal no involucra al orden público, no ataca la moral ni ofende las
buenas costumbres, siendo éstos los exclusivos intereses tutelados por las normas de
orden público. No hay detrás del régimen societario orden público involucrado y menos
aun cuando se trata del uso abusivo de su estructura. (3)
Algunos ejemplos bastan para advertir que nuestra ley societaria es refractaria a la
nulidad absoluta. Veamos algunos casos: 1. el artículo 54 impone la sanción de
inoponibilidad frente al uso doloso de la estructura societaria con miras a causar un
daño, 2. el artículo 202 sanciona con nulidad relativa la emisión de acciones bajo la
par, 3. el artículo 220.2 sanciona con nulidad relativa el rescate de acciones en
violación de esa norma, 4. el artículo 239 sanciona con nulidad relativa el voto emitido
por director o empleado, 5. el artículo 261 sanciona con nulidad relativa el honorario
pagado en exceso del límite legal, 6. el artículo 271 sanciona con nulidad relativa la
autocontratación leonina y abusiva… y la lista continua. (4)
El régimen de nulidades absolutas del Código de Vélez nos confirma que dicho
régimen tiene por única finalidad tutelar algo más intenso, profundo y cívico que meros
derechos individuales de contenido patrimonial. En definitiva, el aumento de capital
social instrumentado con fraude y dolo perjudicando de manera ostensible derechos
de terceros no es más que un acto jurídico ilícito de contenido económico y por lo tanto
sometido al régimen propio de la prescripción del digesto mercantil o civil. Los artículos
18, 21, 872, 1047, 1048, 4023, 4032 del Cód. Civ. confirman esta tesis. Los artículos
846, 847.3 y 848 del Cód. Com. lo reafirman. El problema aquí es cómo encuadramos
el artículo 251 LSC frente al acto ilícito doloso. Y este es el nudo gordiano.
Aun cuando nos enfrentemos al acto fraudulento más patético, queda claro que
nuestro sistema legal impone al damnificado someterse al plazo de prescripción. Aun
cuando estemos parados frente a un ilícito de magnitud, no queda otra conclusión que
fijar un plazo de prescripción para hacer efectivo el crédito. Aun cuando las personas
involucradas en la disputa societaria tengan profundos vínculos familiares y el
patrimonio familiar haya sido organizado bajo esta dinámica societaria, no queda otro
camino que fijar los plazos ordinarios de prescripción. Reiteramos, aun cuando el uso
de la persona societaria sea generadora de ilícitos dañosos, no queda otra opción que
la caducidad o la prescripción. No existen razones jurídicas que nos permitan justificar
un tratamiento más severo o benévolo del delito societario respecto de otros delitos o
cuasidelitos del derecho común. Ambos son ilícitos y por lo tanto deben someterse a
los plazos de prescripción o caducidad establecidos en la ley.
1. El precedente "Abrecht"
En este caso el juez Alberti sostuvo que: "La elevación artificiosa del capital fue
tempestivamente impugnada, dentro de los dos años contados desde que su dolo y su
falsa causa fueron conocidos por los afectados. Ese es el plazo prescripto por el
Cód.Civ. 4030, disposición aplicable a la sustancia del conflicto".
2. El precedente "Degas"
En este caso el Tribunal sostuvo lo siguiente: "Si bien el plazo del art. 251 es de
caducidad, lo cierto es que en el supuesto de tratarse de una acción fundada en la
existencia de violación de derechos inderogables de los socios o en que se afecte el
orden público, se ha admitido (C. Nac. Com., Sala D, del 1/3/1996, "Abrecht, P. A. v.
Cacique Camping S.A.") que no rige ese plazo, sino el de prescripción del art. 4030
Cód.Civ., sin embargo en tanto el Código de Comercio tiene previsto uno específico
corresponde estar al de cuatro años previsto en el art. 847 inc. 3 Cód.Com".
Aun cuando los tres casos citados nos conducen a conclusiones diferentes respecto
del plazo de prescripción de la acción de impugnación, hay consenso doctrinario de
que la nulidad del ilícito societario llevado a cabo con fraude y simulación en abuso de
la estructura societaria queda fuera del plazo de caducidad del artículo 251 LSC para
quedar abrazado por normas extrasocietarias. El debate hoy es conocer cuál plazo de
prescripción aplicar.
Es hora de ponerle un límite a esta tesis. Los fallos citados dan cuenta de que la
aguja se está corriendo. (7)
Aquel aumento sólo podrá ser detenido si fuera realizado en violación de la ley, los
estatutos o reglamento (vid., artículo 251 LSC) y para este ataque el legislador previó
un plazo de caducidad sumamente exiguo: 3 meses contados desde la celebración de
la asamblea.
La práctica nos puso de frente con una realidad: Aquel plazo era demasiado
escueto para subsanar ilícitos societarios violatorios de derechos patrimoniales. En
esta cruzada por tirar a bajo la barrera de la caducidad (como régimen especial del
sistema societario) la doctrina del caso Abrecht se impuso dejando de lado aquella
norma para hacer prevalecer el derecho común y desde allí la penetración de la
doctrina de la nulidad absoluta.
Estamos de acuerdo en que los ilícitos societarios dañosos, como puede ser un
aumento de capital simulado, doloso y fraudulento se escape del exiguo plazo de
caducidad del artículo 251 LSC y quede sometido al plazo de prescripción ordinario de
derecho de fondo. No estamos convencidos de que aquel ilícito de carácter patrimonial
adquiera una categoría jurídica tal que lo ponga en lo más alto de la pirámide del
régimen de nulidades. Reiteramos: Las nulidades absolutas tienen por finalidad tutelar
intereses y principios superiores del orden social y de la convivencia cívica,
excediendo por lo tanto los derechos individuales meramente patrimoniales. Los
legitimados activos para promover la acción de nulidad (cualquier interesado), la
obligación de los jueces de dictarla de oficio (cuando aquélla aparece patente), la
imposibilidad de subsanar el vicio y el plazo de imprescriptibilidad hablan por sí solos.
Las nulidades absolutas de nuestro derecho de fondo chocan con el subsistema
societario. Este es un sistema de organización del capital destinado a la producción e
intercambio de bienes y servicios. La nulidad absoluta sólo se hace presente en este
subsistema cuando aquella organización del capital tiene por finalidad la comisión de
delitos o la realización de actos prohibidos por ley. O sea, la formación de sociedades
con objeto prohibido. En este supuesto la propia ley de sociedades nos dice "será nulo
de nulidad absoluta". El interés jurídico de bien común tutelado así lo impone. (8)
Quienes están llamados a heredar a sujetos que han organizado parte de su fortuna
personal bajo este tipo de estructuras societarias y por lo tanto llamados a heredar
derechos participativos sobre patrimonios sometidos al especial régimen societario,
han sido llamados forzosamente a heredar no sólo los derechos políticos y
económicos que estas participaciones confieren, sino además, están llamados a
asumir las obligaciones que estos derechos participativos imponen; y no nos estamos
refiriendo aquí a la específica obligación de asumir el riesgo de empresa (arg. artículo
1° LSC), sino a la carga de diligencia impuesta a quien hereda la calidad de socio.
Quien hereda participaciones en un negocio societario debe saber que hereda sólo
derechos participativos con un especial y específico régimen jurídico. Ya no se trata de
acceder a un patrimonio tangible, sino que sólo se accede a derechos de participación
social. Esta es la cruz del problema en las empresas de tipo familiar donde los
herederos forzosos desconocen esta compleja realidad y se conducen con el más
absoluto desprecio por las formas societarias.
Es notorio, pero aun frente a una donación llevada a cabo con la intención de
perjudicar a sus herederos, nuestro sistema jurídico sucesorio y patrimonial pone un
límite temporal al reclamo del perjudicado. La acción de colación está sometida a un
riguroso plazo de prescripción.
No hay duda que un aumento de capital producido dentro del seno de una sociedad
cerrada familiar nos puede llevar al mismo resultado que la donación ilícita, puesto que
aquel negocio jurídico complejo de: 1. asamblea de accionistas, 2. emisión de nuevas
acciones, 3. emisión a la par o con prima, 4. invitación a suscribir y 5. realización del
aporte; puede conducir al mismo daño económico.
Lo llamativo es que mientras la acción de colación por donación ilícita está
sometida a un expreso plazo de prescripción, el aumento de capital ilícito llevado a
cabo con la misma intención implicaría nulidad absoluta y por lo tanto imprescriptible.
Este aspecto del problema debe ser revisado por la doctrina y jurisprudencia para
darle coherencia al sistema jurídico.
Es este aspecto que deseamos rescatar del voto del Dr. Dieuzeide.
VIII. Los fundamentos del Dr. Dieuzeide para rechazar la nulidad absoluta en
sociedades de familia. Una mirada sensata y acertada
Previo a esta asamblea hubo otras tres donde las hermanas socias habrían votado
por unanimidad las decisiones sociales y a tal efecto evitaron la publicación edictal.
A continuación se transcribe (en forma no literal) parte del voto del Dr. Dieuzeide
respecto de cada uno de los puntos que consideramos destacables:
Los únicos hechos invocados por la actora son el de ser hermanas y el de haberse
convocado (por primera vez) a una asamblea mediante la publicación de edictos para
decidir un aumento de capital.
El derecho positivo vigente incluye figuras societarias de todo tipo adaptables a las
relaciones extrasocietarias de los socios, pero contiene escasas previsiones generales
sobre las relaciones de parentesco y la regulación de las sociedades por acciones no
efectúa ninguna distinción sustentada en si los socios tienen relaciones familiares o
no, más allá de las observaciones que se puedan formular "de lege ferenda".
Por lo tanto entiendo que no es una conducta jurídicamente exigible "una más
fraternal o siquiera caritativa información fuera de la publicación edictal", como la que
propició el señor juez preopinante en el caso "Abrecht P. A. c. Cacique Camping S.A."
En este punto el juez preopinante entendió que la publicación edictal llevada a cabo
por la sociedad familiar para convocar a una asamblea que tenía por objeto aprobar un
aumento de capital no fue suficiente para acreditar, por sí solo, la existencia de una
conducta dolosa.
ii. Aumento de capital. Nulidad absoluta y violación del orden público societario.
Calificada doctrina postula que el plazo fijado por el artículo 251 LSC es inaplicable
cuando el acto colegial está afectado por una causal de nulidad absoluta (c.c. 1047)
consistente en la violación de una norma de orden público, teniendo en cuenta que no
todas las normas imperativas lo son, por lo cual el ejercicio de la acción de
impugnación de la decisión asamblearia por la sola violación de estas últimas están
sujetas al plazo de caducidad de la L.S. 251.
En este punto nos permitimos disentir con el Juez preopinante Dr. Dieuzeide. Para
este magistrado — siguiendo la corriente doctrinaria del Dr. Willams — las nulidades
relativas están alcanzadas por el plazo de caducidad del artículo 251 LSC. (9) Esto
quiere decir que sólo un aumento de capital doloso, simulado y fraudulento contrario a
las normas de orden público y al régimen societario, quedaría sometido al artículo
1047 Cód. Civil. Por lo tanto no acreditado el dolo y/o la violación a normas de orden
público, la acción de nulidad debe caducar a los tres meses de clausurada la
asamblea.
La Sala D innova en este caso proponiendo como sanción la inexistencia del acto
jurídico colegiado. En este sentido podemos afirmar que el precedenteAgropecuaria La
Trinidad SA se postula como leading case en esta materia: yo no será necesario
probar el dolo, el fraude o la simulación del negocio jurídico sino probar su
inexistencia. Tengamos presente que estamos hablando de asambleas de sociedades
cerradas familiares donde la ausencia de deliberación es la forma normal y habitual de
tomar decisiones sociales. En opinión del Tribunal, la falta de deliberación, la ausencia
de debate y la simple firma de un acta donde se hacía constar y figurar un debate
cuando en rigor de verdad semejante intercambio de palabras jamás existió, esta
circunstancia devengaría la inexistencia del acto asambleario como acto jurídico
colegiado societario.
Estamos hablando de una asamblea generada dentro del seno de una sociedad
anónima familiar donde habitualmente las reuniones de socios no se producen, y
donde el intercambio de opiniones, el debate de ideas, las mociones y la emisión del
voto es un acto ausente de toda formalidad cercana a una real reunión de socios.
Son usos y costumbres de nuestro entorno que las actas de directorio y asamblea
sean el resultado de un producto elaborado por un secretario que las redacta, y que
los socios o administradores las consienten estampando sus firmas. Esta formalidad
donde el debate y el intercambio de opiniones es el verdadero ausente es la manera
en que las sociedades cerradas (familiares o no) toman sus decisiones de gestión y de
gobierno. De esta forma se aprueban balances, la gestión de los administradores, la
política de dividendos, los honorarios de los administradores, el otorgamiento de
poderes y su revocación y hasta incluso se decide una reorganización societaria o la
emisión de obligaciones negociables. Las asambleas ordinarias y extraordinarias se
celebran de esta forma, cualquiera sea el tamaño o magnitud de la empresa. Este es
un dato empírico insoslayable de nuestro mercado.
Alguien podría sostener que esta práctica es lícita mientras contemos con el 100%
del capital presente en la asamblea (el propio consenso de los socios subsanaría el
vicio) y que para el supuesto de socios ausentes, la deliberación y el debate se
impone. Esta forma de pensar es inocua y jurídicamente irrelevante. El debate y el
intercambio se exige sólo en el supuesto de socios disidentes, mas no en caso de
ausentes. Es precisamente la disidencia la que exigirá abrir el debate y ofrecer un
ámbito de discusión para que aquéllos puedan exponer su parecer y emitir su voto
negativo.
En este sentido podemos asegurar que el propio artículo 251 LSC acepta esta
práctica mercantil de la asamblea predispuesta al reconocer la capacidad del socio
que votó por la afirmativa de impugnar el acto colegiado, si logra acreditar vicio en el
consentimiento. Este vicio puede darse tanto al momento de emitir el voto (acto
colegiado propiamente dicho) o posteriormente al cerrarse el acta predispuesta.