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1.

1 Qué son dos derechos humanos

Los derechos humanos garantizan la igualdad de todas las personas, la integridad personal,
la privacidad, las libertades personales y el cumplimiento de las necesidades existenciales y
sociales básicas. Son derechos y libertades que pertenecen a todas las personas por el mero
hecho de ser personas. Por tanto, todas las personas somos titulares de esos derechos al
margen de…

 La nacionalidad
 El lugar de residencia
 El sexo
 El color
 La religión
 El idioma

…o cualquier otra condición. Los derechos humanos ayudan a determinar cómo podemos
vivir pacíficamente en colectividad, protegiendo los derechos y libertades de cada persona.

1.2 ¿Dónde están consagrados los derechos humanos?

El primer documento clave fue la Declaración Universal de Derechos Humanos, que la


Asamblea General de la ONU adoptó en 1948. “Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos”. En sus 30 artículos, la Declaración incluye derechos
civiles y políticos, y derechos económicos, sociales y culturales. Como su propio nombre
indica, la Declaración Universal de Derechos Humanos es sólo una DECLARACIÓN y,
como tal, no es un instrumento jurídicamente vinculante, sino un compromiso político que
los Estados asumen de respetar los derechos humanos. Sin embargo, con el tiempo, la
Declaración ha pasado a estar tan aceptada que, actualmente, se considera que la mayoría de
los derechos consagrados en ella engendran obligaciones vinculantes para los Estados (el
término técnico para designar esto es “derecho internacional consuetudinario”).

Tras la Declaración Universal de Derechos Humanos, durante las últimas décadas los
Estados han ido adoptando una serie de tratados internacionales y otros acuerdos para
proteger los derechos humanos, ya sea a escala mundial (en el marco de las Naciones
Unidas) o regional (en el seno de la Organización para la Unidad Africana o la Unión
Africana, en África; de la Organización de los Estados Americanos, en América; de la
Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, entre otros organismos, en Asia; y del
Consejo de Europa y la Unión Europea ,en Europa). Muchos de estos documentos dan lugar
a normas vinculantes para todos los Estados que los han firmado y ratificado, normas cuyo
cumplimiento es, a su vez, vigilado por mecanismos internacionales de protección, y que
constituyen un importante punto de referencia a la hora de pedir responsabilidades a los
Estados en relación con su historial de derechos humanos.

Por tanto, nuestros derechos humanos se traducen también en deberes, que atañen sobre
todo a los Estados en los que vivimos. El Estado debe:
 respetar nuestros derechos, es decir, abstenerse de interferir indebidamente en ellos
(por ejemplo, por medio de la violencia policial, la tortura y las ejecuciones y
detenciones arbitrarias);
 proteger nuestros derechos, es decir, tomar medidas para impedir que otros agentes
cometan abusos (por ejemplo, medidas contra la violencia en el ámbito familiar o
contra la contaminación de las grandes empresas);
 realizar nuestros derechos, es decir, crear el marco jurídico e institucional necesario
para que nuestros derechos queden garantizados (construir escuelas y hospitales,
aprobar leyes que prohíban delitos contra la vida y la propiedad, etc.).

Con ayuda de los mecanismos nacionales, regionales e internacionales de protección de los


derechos humanos, podemos pedir cuentas a los Estados por el cumplimiento de estos
deberes.

1.3 Categorías de derechos humanos

Estas categorías reflejan la evolución global de los derechos, y pueden resumirse de la


siguiente manera:   

1ª Generación de Derechos:

Suegieron durante los siglos XVII y XVIII a partir, sobre todo, de cuestiones políticas. Cada
vez más, se alzaban voces que pedían limitar al todopoderoso Estado, y que la población
tuviera más influencia en las políticas estatales que le afectaban. Nacieron,
fundamentalmente, como derechos contra el Estado: protegían a las personas contra
injerencias indebidas del Estado y sus órganos.

En el marco de la ONU, por ejemplo, los derechos civiles y políticos quedaron consagrados
en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966.

Los “derechos civiles” son, por ejemplo, los derechos a la libertad y la igualdad ante la ley,
a la libertad de religión y de expresión, el derecho a la vida, el derecho a un juicio justo y la
prohibición de la tortura.

Los “derechos políticos” son necesarios para participar en la vida de la comunidad y de la


sociedad; por ejemplo, el derecho al voto o los derechos a la libertad de reunión y de
asociación pacíficas.

2ª Generación de Derechos:

Estos derechos afectan, sobre todo, a las condiciones de trabajo y de vida, y al acceso a las
necesidades de la vida. Pasaron a formar parte del debate internacional —y fueron
reconocidos internacionalmente— debido a los efectos de la industrialización. Abordan las
nuevas necesidades de la época para llevar una vida digna.
La población se dio cuenta de que para garantizar la dignidad humana no bastaba con que el
Estado se abstuviera de interferir en ciertas esferas de la vida y, en consecuencia, empezó a
pedir al Estado que tomara medidas para promover estos derechos.

En el marco de la ONU, los derechos económicos, sociales y culturales se encuentran


recogidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de
1966.

Los “derechos económicos” reflejan el hecho de que, para garantizar la dignidad humana,


se necesita un cierto nivel de seguridad material, e incluyen, entre otros, el derecho al
trabajo, el derecho a un nivel de vida adecuado, el derecho a la vivienda y el derecho a la
seguridad social. 

Los “derechos sociales” son necesarios para participar plenamente en la vida de la


sociedad, e incluyen el derecho a la educación y el derecho a fundar y mantener una familia,
así como los derechos al ocio y a la salud.

Los “derechos culturales” hacen referencia al modo de vida cultural de una comunidad, e


incluyen el derecho a participar en dicha vida cultural.

3ª Generación de Derechos:

En muchas partes del mundo, las condiciones de pobreza extrema, los desastres ecológicos
y naturales, la opresión y la colonización impedían avanzar significativamente en relación
con los derechos humanos. Por ello se consideró necesario reconocer una nueva categoría
de derechos humanos, a fin de garantizar a las sociedades —sobre todo a las de los países
en desarrollo— las condiciones necesarias para realizar los derechos de primera y segunda
generación.

Los “derechos colectivos” son derechos de las sociedades, pueblos o grupos, y se basan en


la idea de solidaridad; son, entre otros, los derechos al desarrollo sostenible, a la libre
determinación y a un medio ambiente sano.

1.4 ¿Qué son los principios de derechos humanos?

Los principios de derechos humanos pueden


definirse como cualidades clave de todos los
derechos humanos, que reflejan su alcance y
quiénes pueden beneficiarse de ellos. También
pueden entenderse como la aspiración y el
objetivo último del sistema de derechos humanos.
Nos ayudan a entender mejor el sistema de
derechos humanos.

∙ Iguales y no discriminatorios: todos los seres


humanos nacen iguales en dignidad y
derechos. Todas las personas somos igualmente titulares de los derechos humanos, sin
discriminación, al margen de nuestra nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen
nacional, étnico o social, color, religión, idioma, entre otras características.
∙ Universales: todos los seres humanos, de cualquier lugar del mundo, tienen derechos
humanos. Si bien debe tenerse en cuenta la importancia de las particularidades
nacionales, regionales y culturales, todos los Estados tienen el deber de promover y
proteger todos los derechos humanos.
∙ Inherentes: nacemos con derechos humanos. Los mismos no tienen que ser concedidos,
comprados, ganados ni heredados.
∙ Inalienables: no es posible arrebatar los derechos humanos, renunciar a ellos n
intercambiarlos. Nadie tiene el derecho de privar a otra persona de sus derechos, un
puede renunciar a sus derechos por ninguna razón.
∙ Interdependientes, interrelacionados e indivisibles: todos los seres humanos son titulares
de todos los derechos humanos. El hecho de garantizar un derecho humano contribuye a
garantizar los demás. De igual forma, la negación de un derecho humano suele afectar
de manera negativa a los demás.
1.5 ¿Por qué son importantes los derechos humanos? ¿Cuál es su
papel?
i. Ayudan a satisfacer las necesidades fundamentales de los seres humanos y establecen
las condiciones para su realización personal; así, nos permiten desarrollarnos en todo
nuestro potencial y satisfacer nuestras principales necesidades intelectuales y físicas.

ii. Garantizan valores humanos fundamentales, como la vida, la integridad física y


psicológica, la libertad, la seguridad, la dignidad y la igualdad.

iii. Protegen de la exclusión, la marginación y el abuso de poder, y ayudan a eliminarlos


cuando se producen.

iv. Empoderan a las personas, a las que contemplan como titulares de derechos, y no
como beneficiarias de actos de caridad o clemencia del Estado.

v. Pueden utilizarse como “herramientas” y como punto de referencia en nuestro trabajo


de incidencia.

1.6 Origen y Desarrollo: Origen de los derechos humanos y


desarrollo de éstos en respuesta a la opresión
El derecho contemporáneo de los derechos humanos tiene importantes predecesores
históricos. El sistema de valores que se manifiesta y expresa en los derechos humanos no
pertenece exclusivamente a Occidente ni es una invención del siglo XX: la creencia de que
todos los seres humanos nacen con ciertos derechos, que les permiten llevar una vida digna,
impregna diversas culturas, religiones y tradiciones antiguas de todo el mundo.

La idea de los derechos humanos ha ido evolucionando a lo largo de mucho tiempo, y se ha


ido concretando por escrito (“codificando”) en varias etapas fundamentales. Vamos a
estudiar algunos de los pasos más importantes en la evolución de los derechos humanos. 

Precursores de los documentos de derechos humanos del 


Siglo XX

Una manifestación del sistema mundial de valores sobre el que se asientan los derechos
humanos es la llamada “Regla de Oro” que se encuentra en todas las religiones principales.

Por ejemplo: “Ninguno de vosotros habrá de completar su fe, hasta que quiera para su
hermano, lo que quiere para sí mismo.” (Islam) “Esta es la suma del deber: no hagas a otros
aquello que te causaría dolor si te lo hicieran a ti.” (Hinduismo) “Y como queréis que hagan
los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.” (Cristianismo) “Lo que es
odioso para ti, no se lo hagas a tu prójimo. Ésta es toda la Torá. El resto no es más que
comentario.” (Judaísmo) “No hieras a los demás con lo que te hiere a ti.” (Budismo).

La mayoría de las sociedades han tenido tradiciones orales o escritas similares a esta “Regla
de Oro”: por ejemplo, los códigos de conducta y justicia inca y azteca, y la Constitución
iroquesa, son fuentes indígenas americanas, existentes antes del siglo XVIII.

Siglos XIII a XVIII

Derechos humanos derivados de la lucha contra la opresión

“En todas las etapas de la historia se han alzado voces que protestaban contra la opresión,
y en todas las épocas se han frustrado también visiones de liberación humana. A medida
que hemos ido avanzando hacia la edad contemporánea, esas voces y visiones se han ido
plasmando en programas de acción social y, en ocasiones, se han incorporado a las
constituciones de los Estados.”

Aunque la evolución de los derechos humanos universales basada en el concepto de


dignidad y respeto se remonta a muchos siglos atrás, la idea de reflejar ese concepto en la
ley tardó muchas generaciones en desarrollarse. Determinados documentos en los que se
establecen derechos individuales —como la Carta Magna inglesa de 1215, la Declaración
de Derechos inglesa de 1689, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
aprobada en Francia en 1789 y la Constitución y Carta de Derechos de Estados Unidos,
aprobada en 1791— son precursores de muchos de los documentos actuales de derechos
humanos y fueron el resultado de la lucha por la independencia y el empoderamiento frente
al Estado. Muchos de estos documentos vinculaban aún la adquisición de derechos y
responsabilidades a la pertenencia a ciertos grupos, por lo que las mujeres, las personas de
color y quienes pertenecían a ciertos estamentos sociales, religiosos, económicos y políticos
solían quedar excluidos como titulares de derechos. Los derechos consagrados en estos
documentos son, fundamentalmente, lo que se denomina derechos y libertades civiles y
políticos (libertades civiles).

En este sentido, uno de los primeros pasos que se suelen citar es la Carta Magna adoptada
en Inglaterra en 1215. En ella recogieron sus derechos la nobleza y parte del clero de
Inglaterra, que obligaron al rey a respetarla. No obstante, la Carta Magna protegía sólo los
derechos de los privilegiados (la nobleza) y, por tanto, no es un documento de derechos
humanos como tal. Sin embargo, se suele mencionar en relación con la defensa de las
libertades civiles, ya que representó la limitación del poder del rey, y el reconocimiento de
las libertades y los derechos de una parte de la población.

En 1689, el Parlamento inglés aprobó una declaración (la Declaración de Derechos) en la


que afirmaba que no toleraría nuevas injerencias del rey en sus asuntos, prohibía al monarca
suspender leyes sin autorización del Parlamento, establecía elecciones libres para elegir a
los miembros del Parlamento y declaraba que la libertad de expresión en el Parlamento era
incuestionable. 

Siglo XVIII

Ilustración 

En 1776, la mayoría de las colonias británicas de Norteamérica proclamaron su


independencia del Imperio Británico en la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos —basada en las teorías del “derecho natural” de Locke y Montesquieu—, que
limitaba el poder del gobierno y protegía las libertades. Así, promovía nociones tales como
la inalienabilidad de ciertos derechos, la protección de los derechos individuales, la libertad
de expresión, prensa, petición y reunión, el derecho a la intimidad, el debido proceso legal,
la igualdad ante la ley y la libertad religiosa.

John Locke (1689) desarrolló una teoría según la cual todo ser humano tiene ciertos
derechos que se derivan de su propia naturaleza, y no de los gobiernos ni de sus leyes.
Posteriormente, empezó a extenderse la idea de que, en virtud de estos derechos naturales,
la población tiene derecho a ciertas salvaguardias jurídicas, y esta idea empezó a reflejarse
en las constituciones de algunos países.   

En 1789, el pueblo francés derrocó a la monarquía y estableció la Primera República


Francesa. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fue uno de los
resultados de la Revolución, basada en las ideas de personalidades de la Ilustración, como
Voltaire, Montesquieu y Rousseau. Esta declaración atacaba el sistema político y jurídico
de la monarquía y establecía que los derechos naturales del hombre son “la libertad, la
propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión”. Con ella se sustituía el sistema de
privilegios aristocráticos de la monarquía por el sistema de igualdad ante la ley. 

De mediados del siglo XVIII al siglo XX

Los derechos humanos en respuesta al empobrecimiento  y la esclavitud derivados


de la Revolución Industrial

De mediados del siglo XVIII a principios del siglo XX, surgieron diversos problemas
relacionados con los derechos humanos, que empezaron a abordarse a escala nacional e
internacional, entre ellos y, sobre todo, la esclavitud, la servidumbre, las malas condiciones
de trabajo y el trabajo infantil. En torno a esta época se adoptaron los primeros tratados
internacionales sobre derechos humanos.

En Inglaterra y Francia se prohibió la esclavitud entre finales del siglo XVIII y principios
del XIX. En 1890 se firmó un Acta antiesclavista, en la que se declaraba la intención de
poner fin al tráfico de esclavos africanos. En 1926 se adoptó la Convención sobre la
Esclavitud, que prohibía la esclavitud en todas sus formas.

Estos avances en la prohibición de la esclavitud no abordaban las nefastas consecuencias de


la industrialización, que habían empezado a observarse ya a mediados del siglo XVIII en
partes de Europa y Norteamérica. En concreto, la industrialización había dado lugar a
numerosas formas de explotación de la mano de obra: trabajos forzados y condiciones de
trabajo brutales, así como condiciones de vida espeluznantes para los trabajadores y
trabajadoras que se trasladaban a las ciudades, en continuo crecimiento.
En consecuencia, proliferaron los llamamientos en favor de un nuevo tipo de derechos,
que garantizarían una vida digna y condiciones de vida adecuada: los denominados
derechos económicos, sociales y culturales. Algunos Estados incorporaron los derechos
económicos y sociales a sus constituciones (por ejemplo, la Constitución del Reich alemán
de 1919 o la Constitución soviética de 1936, que incluía un catálogo exhaustivo de derechos
económicos y sociales). En 1919, los países crearon la Organización Internacional del
Trabajo, encargada de supervisar los convenios internacionales que protegían los derechos
de los trabajadores, entre ellos los derechos a la salud y a la seguridad.

La creación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1919 reflejó la creencia


de que sólo se puede lograr una paz universal y duradera si se parte de la justicia social. La
OIT ha desarrollado un sistema de normas laborales internacionales que protegen el trabajo
en condiciones aceptables y productivas, la libertad, la equidad, la seguridad y la dignidad.
Una de las áreas de trabajo de la OIT ha sido la lucha contra el trabajo infantil y, sobre todo,
contra sus peores formas. En esta área, la Organización ha emprendido numerosas acciones
hasta la fecha, incluida la promoción de tratados internacionales sobre el trabajo infantil,
tales como el Convenio núm. 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil y el
Convenio núm. 138 de la OIT sobre la edad mínima de admisión al empleo.   

La Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) y el surgimiento de un nuevo orden


internacional

Fue necesario esperar hasta la Segunda Guerra Mundial para que, definitivamente, los
derechos humanos asumieran una dimensión universal y pasaran a formar parte
definitivamente de la conciencia mundial. Las atrocidades cometidas en el transcurso de esa
guerra —el Holocausto, con más de seis millones de víctimas judías, la persecución de
cientos de miles de sintis, romaníes, homosexuales, personas con discapacidad y otros
grupos que se oponían al régimen nazi, así como la comisión masiva de crímenes de guerra
— hicieron que por fin todo el mundo se percatara de la necesidad de un sistema universal
que garantizara y protegiera los derechos humanos. Nunca más se debería volver a negar
injustamente a nadie la vida, la libertad, el sustento, el cobijo y la nacionalidad: en todo el
mundo hubo llamamientos en favor del establecimiento de normas de derechos humanos
que protegieran a la ciudadanía frente a los abusos perpetrados por sus gobiernos y por cuya
violación pudieran pedir responsabilidades a los Estados quienes vivieran dentro de sus
fronteras.

Así, la Segunda Guerra Mundial dio lugar al nacimiento de un nuevo corpus de derecho
internacional y, sobre todo, a la creación de los derechos humanos tal como los conocemos
hoy en día. Los Estados se comprometieron a establecer la Organización de las Naciones
Unidas con el objetivo principal de impulsar la paz mundial y prevenir los conflictos, sobre
la base de los derechos humanos fundamentales, la dignidad, el valor de la persona humana
y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. La Carta de las Naciones Unidas fue
adoptada en 1945.

La adopción, en 1948, de la Declaración Universal de Derechos Humanos por la Asamblea


General de la ONU fue un hito en el desarrollo del sistema internacional de los derechos
humanos, hasta el punto de que actualmente seguimos celebrando el Día de los Derechos
Humanos el día de su adopción (10 de diciembre). Esta declaración representa la primera
expresión internacional de una serie de derechos, que pertenecen a todos los seres humanos.
Desde entonces, la Declaración Universal de Derechos Humanos ha servido de inspiración a
numerosos compromisos de derechos humanos, y la comunidad internacional ha
consensuado diversos instrumentos clave para salvaguardar sus principios. Más adelante, en
este mismo módulo y en el módulo 4, estudiaremos en profundidad tanto la Declaración
como algunos de los subsiguientes tratados internacionales. 

Otro avance importante del siglo XX fue el desarrollo de los llamados “derechos colectivos
o solidarios”, nueva categoría de derechos humanos. Éstos pueden entenderse como el
resultado de la lucha contra la opresión y las amenazas que ciertos pueblos han sufrido
sistemáticamente: colonización, discriminación y explotación sistemáticas, pobreza extrema
y amenazas al medio ambiente y a la paz. Estos derechos incluyen, entre otros, los derechos
a la libre determinación, al desarrollo y a un medio ambiente sano.

Actualidad

El sistema de los derechos humanos no es un sistema cerrado, sino que se encuentra en


continua evolución: la lista de derechos internacionalmente reconocidos ha variado, y
gradualmente se ha ido aclarando y complementando el alcance de los derechos humanos
por medio de nuevos tratados y documentos. Como hemos visto antes, la evolución en
materia de derechos humanos va a menudo de la mano de experiencias previas de injusticia
y agravios, y depende al mismo tiempo de la evolución de las ideas sobre la dignidad
humana y de los desafíos tecnológicos. Así, los nuevos desafíos suelen dan lugar a cambios
positivos en el ámbito de los derechos humanos.

1.7 ¿Dónde están consagrados los derechos humanos?


A escala internacional y regional, los derechos humanos se han convertido en una parte
importante del derecho internacional. Éste es un corpus jurídico en el que los Estados son
los principales destinatarios, autores y objetos, y regula, sobre todo, los derechos y
obligaciones entre ellos. Son los propios Estados quienes crean estas normas, redactando y
consensuando sus contenidos a través de sus representantes, y son también ellos quienes —
voluntariamente— acceden a someterse a ellas. Por tanto, las asambleas legislativas
(Parlamento o Congreso) nacionales aprueban leyes nacionales, mientras que los
representantes de los Estados acuerdan documentos internacionales de derechos humanos.
Asimismo, las organizaciones no gubernamentales (ONG) que representan a la sociedad
civil contribuyen de manera considerable a este proceso, formulando opiniones, llevando a
cabo labores de cabildeo ante los gobiernos y garantizando que los intereses de las personas
afectadas sean visibles y se tengan en cuenta.

Como acabamos de ver, tras la Segunda Guerra Mundial los Estados se comprometieron,
cada vez más, a desarrollar acuerdos internacionales para proteger los derechos humanos de
todas las personas. Fue en ese momento cuando empezaron a protegerse los derechos
humanos a escala internacional. A tal fin, los Estados se reunieron (y siguen reuniéndose)
para redactar acuerdos sobre derechos humanos, sobre todo en el marco de organizaciones
internacionales o regionales, como la ONU, el Consejo de Europa, la Organización para la
Unidad Africana y la Organización de los Estados Americanos. Estos acuerdos establecen
derechos individuales, junto con las correspondientes obligaciones de los Estados, y pueden
ser jurídicamente vinculantes o no. 

a) Documentos jurídicamente vinculantes

En un documento jurídicamente vinculante —llamado normalmente, tratado, convenio o


pacto— los Estados asumen el compromiso de aplicar a escala nacional, a todas las
personas que se encuentren en su territorio o bajo su jurisdicción, los derechos humanos
consagrados en él. En este contexto, encontrarás a menudo los términos “firma” y
“ratificación”:

Firma

Si un Estado firma un tratado, está manifestando su voluntad de completar el proceso de


formalización del tratado y de abstenerse de actos que socaven el objetivo de dicho tratado.
En general, la firma de un tratado internacional por una persona en representación de un
Estado es un primer paso para que el tratado en cuestión pase a ser vinculante para dicho
Estado.

Ratificación

Al ratificar un tratado, el Estado accede a que éste sea vinculante para él. En general, antes
de este paso se concede al Estado el tiempo necesario tras la firma para que el tratado se
apruebe dentro de su territorio (por ejemplo, en el Parlamento o el Congreso), y para
promulgar leyes nacionales que lo hagan efectivo. Tras la ratificación de un tratado por un
Estado, éste queda jurídicamente vinculado por él, como cuando una persona firma un
contrato para comprar un automóvil o alquilar un apartamento. Así, la ratificación de un
tratado de derechos humanos crea nuevas obligaciones internacionales para el Estado en
cuestión, obligaciones por las que se le pueden pedir responsabilidades.

b) Documentos no vinculantes jurídicamente

Con frecuencia, los acuerdos internacionales vinculantes son precedidos, complementados o


definidos en mayor medida por diversos instrumentos de derechos humanos no vinculantes
(declaraciones, recomendaciones, conjuntos de principios, códigos de conducta,
directrices…). Un documento no vinculante es una declaración o un acuerdo político por el
que los Estados se comprometen a tomar todas las medidas necesarias para cumplir las
normas en él recogidas, aunque no tengan jurídicamente la obligación de hacerlo. En
general, el valor de estos instrumentos no vinculantes reside en su reconocimiento y
aceptación por un número elevado de Estados.

Aunque, técnicamente, estos acuerdos no sean vinculantes para los Estados, son a menudo
fundamentales para proteger mejor los derechos humanos, ya que constituyen una fuente de
autoridad y facilitan a los Estados orientación práctica en sus actos. Por ejemplo, el
documento internacional más conocido de derechos humanos –la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948– es, como su nombre indica, sólo una declaración y, por tanto,
no es jurídicamente vinculante. No obstante, constituye una referencia imprescindible y un
punto de partida para lograr mejoras de calado en el ámbito de los derechos humanos.
Gracias a su aceptación generalizada, grandes partes de la Declaración Universal de
Derechos Humanos se consideran actualmente derecho internacional consuetudinario, que
sí es jurídicamente vinculante.

¿Quién protege los derechos humanos?

En todo el mundo, existen cientos de documentos internacionales que protegen los derechos
humanos, y todos los Estados han ratificado, al menos, alguno de esos acuerdos vinculantes.
Su aplicación es objeto de escrutinio internacional, pues de lo contrario, ¿qué valor tendrían
los acuerdos internacionales si no se supervisa su cumplimiento por parte de los Estados y
no se sanciona su incumplimiento?
Aunque son los propios Estados los que tienen que proteger los derechos humanos de todas
las personas que se encuentren en su territorio y bajo su jurisdicción, con frecuencia los
mecanismos nacionales de protección no abordan ni reparan las violaciones de derechos
humanos. Por tanto, es esencial que existan mecanismos internacionales y regionales de
protección para pedir a los Estados responsabilidades en relación con el cumplimiento de
las obligaciones internacionales de derechos humanos que hayan asumido.

2.1 Identificación de titulares de derechos y de deberes


Donde hay derechos, hay OBLIGACIONES, y donde hay derechos hay también titulares de
derechos y de deberes.

Todos los seres humanos son “titulares de derechos”, es decir, poseedores de derechos
humanos. Nos referimos, principalmente, a personas individuales, pero también hay grupos
concretos de personas que son titulares de derechos humanos. Los derechos de todas las
personas entrañan obligaciones, pero ¿a quién atañen esas obligaciones?

Desde el punto de vista ético, todas las personas son al mismo tiempo titulares de derechos
y de deberes. Debemos respetar los derechos de las demás personas, ya que nuestra libertad
termina donde empieza el derecho del prójimo. Por tanto, tenemos la responsabilidad de
tratar a las demás personas con respeto y dignidad, y contribuir así a que toda la gente
disfrute de los derechos humanos.

A lo largo de los siguientes módulos, vamos a abordar esta cuestión, fundamentalmente,


desde el punto de vista jurídico, ya que es ese marco el que nos proporciona las
herramientas necesarias para abogar y luchar por la realización de los derechos humanos
para todas las personas.

En el derecho internacional, los derechos humanos entrañan obligaciones sobre todo para
los Estados, que son los “titulares de deberes”. Los Estados están obligados a respetar,
proteger y realizar los derechos humanos. Es importante señalar que cada Estado tiene
obligaciones de derechos humanos con respecto a las personas y grupos de su territorio (en
determinadas circunstancias, también puede estar obligado a garantizar los derechos
humanos fuera de su territorio, circunstancia que se denomina “jurisdicción
extraterritorial”). Esto quiere decir que todas las personas del territorio de un Estado tienen
derecho a reclamar sus derechos humanos a ese Estado. Esta regla general tiene
excepciones, sobre todo en lo que se refiere a los derechos políticos, como el derecho al
voto, que por lo general se limitan a las personas que son ciudadanas del Estado en
cuestión.

Recientemente se ha intentado pedir responsabilidades por violaciones de derechos


humanos no sólo a los Estados, sino también a otros actores, sobre todo las multinacionales
y otros actores empresariales. Internacionalmente, de conformidad con el concepto
tradicional de derechos humanos, las empresas no son consideradas titulares de deberes, ya
que el derecho internacional regula las relaciones entre los Estados, y entre los Estados y las
personas. Asimismo, al desarrollar el derecho internacional de los derechos humanos, se
consideró que la principal responsabilidad de las empresas era maximizar beneficios, y no
realizar los derechos humanos. Sin embargo, a lo largo de las últimas décadas, el poder
económico de las empresas ha crecido desmesuradamente —hasta el punto de que la
facturación de algunas multinacionales supera el PIB de ciertos Estados—, y con ello, su
influencia política real y su impacto sobre las sociedades. Por eso, a lo largo de las últimas
décadas ha habido cada vez más iniciativas para adoptar normas que establezcan
obligaciones de derechos humanos para las empresas como actores privados.

2.2 El papel de los estados en los derechos humanos


Tras la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos, los Estados han
adoptado otros tratados y acuerdos internacionales, para profundizar en distintos derechos
humanos que se deben proteger y definir su alcance. Por ejemplo:

 Derechos relacionados con cuestiones civiles y políticas.


 Derechos relacionados con cuestiones económicas, sociales y culturales.
 Derechos contra la discriminación racial.
 Derechos de los trabajadores y trabajadores migrantes
 Derechos de las personas con discapacidad
 Derechos de la infancia
 Derechos de las mujeres

Muchos de estos documentos crean obligaciones vinculantes para todos los Estados que los
aceptan. Existen mecanismos de protección internacional que supervisan el cumplimiento
de dichas obligaciones: son, por ejemplo, los órganos de vigilancia de los tratados de la
ONU y los tribunales regionales de derechos humanos de América, África y Europa. Estos
documentos representan un importante punto de referencia para pedir responsabilidades a
los Estados en relación con sus historiales de derechos humanos.
De conformidad con estos tratados, los Estados tienen la obligación de respetar, proteger y
realizar estos derechos para todas las personas de su territorio.

Respetar nuestros derechos: implica abstenerse de inferir indebidamente en ellos (por


ejemplo, mediante violencia policial, torturas y ejecuciones y detenciones arbitrarias).

Proteger nuestros derechos: implica tomar medidas para impedir que otros agentes cometan
abusos (por ejemplo, medidas contra la violencia en el ámbito familiar o contra la
contaminación medioambiental de las grandes empresas).

Realizar nuestros derechos: implica crear el marco jurídico e institucional necesario para
que nuestros derechos queden garantizados (construir escuelas y hospitales, aprobar leyes
que prohíban delitos contra la vida y la propiedad, etc.).

2.3 Diferencia entre violación de derechos humanos y delito


Técnica y jurídicamente, una persona particular que asesina a otra no viola los derechos
humanos, sino que comete un delito,
por el que debería rendir cuentas ante
los tribunales nacionales, y de
conformidad con la legislación
nacional. Puede que esto sea muy
contrario a lo que intuías, pero
recuerda: desde el punto de vista del
derecho internacional de los derechos
humanos, sólo el Estado está obligado
a actuar de determinada manera y, por
tanto, sólo el Estado puede violar los
derechos humanos. No obstante, en
determinadas circunstancias una situación como la que acabamos de describir PODRÍA
constituir una violación de derechos humanos:

SI el Estado no toma las medidas adecuadas para impedir el asesinato de una persona. Por
ejemplo, si la víctima ha acudido a la policía para denunciar amenazas de muerte dignas de
crédito y la policía no ha actuado, esa actitud pasiva del Estado podría constituir una
violación de la obligación del Estado de proteger y realizar el derecho a la vida; o

SI el Estado no ha adoptado las disposiciones jurídicas necesarias para impedir actos de esa
naturaleza. En este caso, por ejemplo, si el Estado no hubiera tipificado y sancionado el
delito de “asesinato” en el Código Penal, esa omisión podría constituir una violación de la
obligación del Estado de realizar.

SI el Estado ha adoptado las disposiciones jurídicas necesarias en el Código Penal, pero no
investiga ni juzga el asesinato ni castiga de manera adecuada al responsable, esa omisión
podría constituir una violación de la obligación del Estado de proteger.

o Por último, recuerda: también constituirá una violación de derechos humanos SI el


asesinato ha sido cometido por un órgano del Estado (por ejemplo, un agente de policía de
servicio, que mata de manera arbitraria a una persona civil).

2.4 Derechos humanos absolutos y relativos

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