Por Qué Amamos A Pablo Escobar
Por Qué Amamos A Pablo Escobar
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Índice
Índice
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Introducción. Colombia: 1989-1993.
¿Cómo sobrevivimos?.................................................................. 15
U
Santiago Giraldo Luque
L
IA
Capítulo I. La construcción de una cultura política
mafiosa en Colombia.............................................................. 27
R
Óscar Mejía Quintana
O
1. Cultura mafiosa en Colombia............................................. 29
IT
2. La pirámide mafiosa............................................................. 32
ED
7. De la realidad a la ficción.................................................... 46
D
Bibliografía................................................................................... 48
A
Omar Rincón
TE
1. Somos «Narcolombia».......................................................... 53
2. El fenómeno de la narcoserie made in Colombia............. 56
R
3. Narcos no es Colombia......................................................... 60
4. Pablo Escobar es Colombia................................................ 64
O
Bibliografía................................................................................... 68
11
© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
C
1. Las fronteras borrosas.......................................................... 74
O
2. SET.......................................................................................... 85
3. Pasaportes rotos.................................................................... 92
U
Bibliografía................................................................................... 96
L
IA
Capítulo IV. Poder y hegemonía: Netflix
y Pablo Escobar........................................................................ 97
R
Isabel Villegas Simón
O
1. ¿Qué moviliza a Pablo Escobar?........................................ 97
IT
2. Pablo Escobar es Frank Underwood................................. 107
ED
normalizador.......................................................................... 129
TE
Bibliografía................................................................................... 142
O
12
© Editorial UOC Índice
C
Capítulo VII. Narcos o la caricatura narcótica
O
de una realidad de terror....................................................... 161
Cristina Fernández Rovira y Santiago Giraldo Luque
U
1. ¿Exagerar? De cerca o de lejos........................................... 161
L
2. Deconstruir al Pablo Escobar de Netflix............................. 167
IA
3. El efecto narcótico................................................................ 170
4. Escobar popularizado........................................................... 177
R
Bibliografía................................................................................... 182
O
IT
Capítulo VIII. Judy Moncada: la representación
ED
Bibliografía................................................................................... 198
SI
TE
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© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
C
Capítulo X. El enaltecimiento de la violencia.
O
De Narcos al Estado Islámico: dos juicios diferentes
sobre el terrorismo.................................................................. 219
U
Martí Francàs Batlle, Maria Bros Carreras, Laia Estragué Carreras
L
y Laura Arias Tugores
IA
1. Un enfoque de mercado para una marca de éxito........... 220
2. Al público le molan los malos............................................. 222
R
3. La banalización del mal, el narcotráfico
O
y Pablo Escobar..................................................................... 223
IT
4. De Escobar al Estado Islámico.......................................... 224
ED
14
© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
Capítulo I
La construcción de una cultura política
mafiosa en Colombia
Óscar Mejía Quintana
C
O
U
La cultura mafiosa en Colombia es un fenómeno inocultable
L
cuyo punto de inflexión se produjo hace 30 años con el asesina-
IA
to de Luis Carlos Galán a manos del cártel de Medellín y, si nos
atenemos a las investigaciones recientes, con la complicidad de
R
sectores políticos comprometidos ya con el narcotráfico. Lo cier-
O
to es que a partir de ese asesinato el fenómeno del narcotráfico,
IT
cuyos tentáculos ya habían penetrado en amplios sectores de la
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© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
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propio. La narrativa y el cine empezaron a dar cuenta de ello de
O
manera sistemática: los tiempos en que Macondo y el realismo
mágico pretendían caracterizar la identidad colombiana comen-
U
zaron a ser reemplazados por una narcocultura que inicialmente
L
llegaba de la mano de clases y sectores emergentes, pero que bien
IA
pronto se filtró al conjunto de la sociedad.
El politólogo, analista y autor colombiano, León Valencia, lo
R
describía, entre jocosa y dramáticamente, así:
O
IT
«En estas tierras ubérrimas, en este desbordado río de la imaginación,
ED
y descansa, por fin, en las salas de cine. Pero los franceses van a pa-
D
lidecer cuando se den cuenta de que sus «años locos», su Belle Époque
fue un juego de niños comparado con nuestro estridente cambio de
A
milenio, con nuestra era de cárteles, «paras» y águilas. Van a ver que
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© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
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cuales se puede interpretar y explorar el problema en términos
O
de cultura política (Jaramillo, 1997, págs. 131-153; Martz, 1969,
págs. 13-24).
U
L
IA
1. Cultura mafiosa en Colombia
R
O
La cultura mafiosa en Colombia se venía perfilando desde la
IT
década de 1970 a nivel nacional, si bien ya tenía antecedentes
ED
«En nuestro medio hay una herencia política que va de los chulavos
R
y pájaros de los años 50, pasa por las bandas de esmeralderos y con-
trabandistas de los 60 y 70, y entrega su legado a los narcos, llamados
O
mágicos —juego burlón con la palabra mafia—, que reinan hasta hoy
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© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
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mejor asociarse a la mafia que luchar contra ella. Y así lo hizo» (Molano,
O
2008).
U
Ya entonces se apreciaban como expresiones exóticas en este
L
provinciano país esas primeras manifestaciones de la cultura
IA
mafiosa que se distinguían por una ostentación de mal gusto
rechazada por una sociedad todavía apegada a sus tradiciones y
R
formalismos. Pero lo exótico fue dando paso a lo cuasievidente
O
que, sin embargo, por esa misma pacatería de sus élites, se inten-
IT
taba mimetizar con el remoquete casi divertido de los «mágicos»,
ED
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© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
C
sus tentáculos al interior del Estado y concebir una estrategia,
O
podríamos decir simple, de penetración del Congreso. En ese
momento ya era claro que en el principal órgano de represen-
U
tación legislativa existían sectores de parlamentarios con nexos
L
con el narcotráfico, pero lo que se empezaba a bosquejar era la
IA
intención de los propios «capos» por acceder al Congreso mismo,
sin duda para ampararse por la inmunidad parlamentaria que en
R
ese entonces todavía imperaba en Colombia. Estrategia que es
O
detenida parcialmente, en especial por la resistencia que repre-
IT
sentó entonces Luis Carlos Galán y el Nuevo Liberalismo y que
ED
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© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
C
de Samper Pizano en las elecciones de 1994 consagró definitiva-
O
mente la estrategia de colonización concebida por el narcotrá-
fico que ya entonces, gracias a las Convivir (cooperativas para
U
la administración de justicia privada con uso legítimo de armas
L
largas) y al apoyo e impulso institucional que recibieron en la
IA
gobernación de Álvaro Uribe Vélez en Antioquia, estrechó lazos
con el paramilitarismo en su lucha contra la guerrilla, creando así
R
un poderoso dispositivo militar para oponérseles (Medina, 2008).
O
La fallida estrategia del gobierno de Andrés Pastrana (1998-
IT
2002) por concretar un proceso de paz con las Farc y la doble
ED
del Estado que garantizara dos propósitos: por una parte, derro-
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2. La pirámide mafiosa
R
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© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
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minante en nuestro medio, la famosa «pirámide», como símbolo
O
de la economía cuasimafiosa que se consolidó en toda la geografía
nacional, tratando de sugerir con la metáfora la base sociológica
U
y político-cultural que esta posee, para denotar que no es solo
L
una expresión estructural o superestructural, sino que envuelve la
IA
realidad entera del país. Es incluso una dimensión simbólica que
gravita pesadamente en nuestro imaginario y que puede represen-
R
tar uno de los factores sustanciales de la cultura mafiosa que se ha
apoderado de la sociedad colombiana. O
IT
ED
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© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
C
Colombia es un híbrido entre lo tradicional y lo carismático.
O
Colombia es un país en el que se ha intentado introducir, sin
éxito, un proceso de modernización forzada, impulsada por las
U
élites. Ya en la década de 1930, con la República Liberal, se rea-
L
lizó un intento modernizador que se frustró con el asesinato de
IA
Gaitán, en 1948. El magnicidio del líder liberal y candidato presi-
dencial marca el inicio del periodo de la Violencia que trunca de
R
forma violenta el proyecto de desarrollo sin que Colombia alcan-
O
ce los mínimos de la una modernización plena (Jaramillo, 1994).
IT
Pese a los procesos de urbanización, producto más de las
ED
de la Roche, 1994).
Así que nuestra condición sociológica puede caracterizarse
como una modernización sin modernidad, a lo que se suma que los
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© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
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el siglo XXI. Colombia es así un país de «mucha ubre y poca urbe»
O
y nuestras ciudades son más conglomerados urbanos, caóticos y
desorganizados, que poblaciones concebidas a partir de planes de
U
desarrollo urbano, una noción relativamente reciente en nuestro
L
ordenamiento (Palacios, 1999).
IA
De ahí que esa primacía de la tradición y el carisma sobre
una legitimidad legal-racional, que nunca logró consolidarse
R
plenamente, no haga extraño, en consecuencia, que prime tam-
O
bién un tipo de cultura política súbdita y parroquial sobre una
IT
participativa en Colombia. A un tipo sociológico dominante
ED
lucrarse en favor propio por debajo del orden legal y que para
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© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
C
pero sí está generalizada en el fundamento social y es punto de
O
partida de culturas mafiosas que, al no tener por encima de ellas
constricciones institucionales fuertes que impongan un marco
U
legal claro y contundente, incluso a través de la violencia legítima
L
del Estado, terminan por adoptar una vía parainstitucional como
IA
alternativa a la carencia misma de un aparato estatal (Gayraud,
2007).
R
O
IT
4. Mafia y prácticas mafiosas en Colombia
ED
(Mosca, 2003).
La mafia italiana comenzó siendo una mafia rural que
R
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© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
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patriarcal, tienen, adicionalmente, una ambientación muy espe-
O
cial en la eticidad hispana, precisamente por rasgos propios de la
misma (Gambetta, 2007, págs. 397-413). En efecto, varios com-
U
ponentes axiológicos de nuestro ethos favorecen una conversión
L
a los talantes mafiosos, como ya ha sido evidenciado en varios
IA
estudios: el personalismo hispano que configura una peculiar
modalidad de individualismo exacerbado, no sujeta a reglas ni a la
R
normatividad, a diferencia del anglosajón, y que, por el contrario,
O
solo busca la satisfacción de sus expectativas sin tener en cuenta
IT
la colectividad ni el interés general (Yunis, 2003).
ED
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© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
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partida», es decir, que todo incauto que dé la oportunidad de
O
aprovecharse de él, o de toda situación que potencialmente
pueda ser aprovechada, incluso contra la ley, debe ser explotada a
U
favor del agente. Estas dos «máximas» que rigen la vida diaria de
L
cualquier colombiano y frente a las cuales, como sujetos activos o
IA
pasivos, tenemos que ser conscientes, constituyen máximas de un
código caníbal con las que los colombianos —y los extranjeros
R
que vienen a Colombia— deben convivir a diario ante la ausencia
O
de instituciones fuertes que obliguen al cumplimiento de la ley
IT
(Kalmanovitz, 2001, págs. 64-66).
ED
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© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
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una disposición económico-política excluyente y discriminatoria
O
y la existencia de unas élites lumpezcas, particularmente a nivel
regional (Jaramillo, 2004). Estos factores ayudaron a configurar
U
y consolidar una cultura mafiosa en Colombia y, posteriormente,
L
ambientaron la colonización mafiosa del Estado. Los fenómenos
IA
políticos conocidos como la parapolítica, la farcpolítica o la yidispolí-
tica —asociados a la penetración de las instituciones representati-
R
vas colombianas— han constituido episodios que dan cuenta de
O
esa terrible captura del Estado en Colombia por parte de mafias
IT
organizadas y consolidadas.
ED
135-161).
TE
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© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
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concertada, la intolerancia a la diferencia y el rechazo al pluralis-
O
mo (Palacios, 2001).
Tal fue la comunidad imaginada que se impuso en Colombia
U
desde el siglo XIX y que la República Liberal de 1930 a 1945, pese
L
a su intención, apenas alteró, al desatarse esa reacción tradicional
IA
—alentada por la Iglesia y el partido Conservador— que, a través
de la violencia institucional, mantuvo la inercia autoritaria. Más
R
tarde, esta situación, fue convalidada por la dictadura de Rojas
O
Pinilla, y, posteriormente, el bipartidismo la consagró a favor de
IT
una alianza de partidos que conciliaba su lucha al precio de cerrar
ED
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© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
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amarre para lograr la lealtad de determinados sectores que le dan
O
su base de legitimidad política (Palacios, 2003).
El fenómeno de la corrupción en Colombia es inconcebible
U
y se ha acentuado en el último gobierno. Según la revista Cambio
L
el país perdía cerca de cuatro billones de pesos anuales —casi
IA
1.200 millones de euros— por estas conductas que no son, de
nuevo, más que prácticas mafiosas al interior y en relación con
R
el Estado. Las poleas de transmisión sobre las que se vehiculiza
O
la corrupción son, en esencia, formas consolidadas de cultura
IT
mafiosa a nivel político que por supuesto ambientaban la captu-
ED
cultura mafiosa.
C
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y un sistema político que garantizara un mínimo de desarrollo
O
equitativo y un régimen, por lo menos liberal, que cumpliera con
el precepto formal de la igualdad de oportunidades. Por el con-
U
trario, toda la estructura económico-política se concibió para ser
L
usufructuada casi exclusivamente por ellas, sin permitir la más
IA
mínima movilidad social entre las clases, lo que posibilitó que
el narcotráfico se convirtiera para muchas capas de la población
R
en un medio de ascenso social que les permitió acceder a donde
jamás les habían permitido llegar (Estrada, 2004).O
IT
Esa evidencia, aunque se quiera ocultar y no sea de buen
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© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
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de modales y comportamientos sociales más refinados y decentes y
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se convertirían, en un par de décadas, en empresarios discretos. Pero
ocurrió lo inesperado: muchos ricos cuyos bienes eran incuestionables
U
asumieron los comportamientos y gustos de los narcos (…). Muchas
L
adolescentes aspiran a su primera lipoescultura o a sus implantes de
IA
silicona, porque sus madres ya lo han hecho emulando la belleza que
fabricaron las fortunas rápidas en las muchachitas que, siendo las
R
queridas de los narcos, aspiraban también a ser modelos o reinas. En
algunos de estos colegios se hizo necesario organizar parkings para
O
los coches de los guardaespaldas de los alumnos que, al igual que sus
IT
padres, sienten que circular rodeados de personal armado es gran sím-
bolo de poder. Lo malo es que estos niños son las víctimas de unos
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mafiosa y el culto a lo mafioso que las grandes mayorías ya reivin-
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dican sin remordimientos. No es sino oír a las audiencias, en su
lenguaje de intolerancia y discriminación, defender la exclusión
U
de las minorías que no se atienen a sus parámetros de vida, alen-
L
tando una violencia ciega contra aquellas mientras a sí mismas se
IA
autoproclaman, a la luz de los ejemplos carismáticos, portadoras
de la verdad de la «patria». Verdad, por supuesto, mafiosa.
R
Con justificado pesimismo, las palabras de la periodista María
O
Elvira Bonilla dan sentido a la apropiación cultural de ese imagi-
IT
nario social de «lo narco»:
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© Editorial UOC Capítulo I. La construcción de una cultura política…
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también por la opinión pública, ha puesto en evidencia que no
O
era la excepción, sino parte de la regla, y que la cultura mafiosa
dominante en Colombia se había extendido hasta el imperio de la
U
justicia. El estado de derecho que se creía defendido pulcramente
L
por la administración de justicia quedó sometido a una coloniza-
IA
ción mafiosa del aparato de justicia en sus más altas cortes.
Las decisiones en derecho, que, gracias a las teorías críticas,
R
hacía mucho habíamos aprendido a sospechar como políticas e
O
ideológicas, se podían temer también por corruptas. El impacto
IT
no solo del conflicto sino de las tensiones de una sociedad en
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(in)justicia abstracta, etnocéntrica y excesivamente universal, fun-
O
cional a la globalización neoliberal. El derecho se la juega entre
esos dos extremos.
U
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7. De la realidad a la ficción
R
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La muerte de Galán significó el triunfo de la mafia en
IT
Colombia, un punto de inflexión histórica. «Lo narco» tomó la
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de respeto al estado de derecho.
O
Es importante recabar en la razón de que «lo narco» se venda
en los medios. Desde el punto de vista social colombiano son
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varias razones: primero, porque «lo narco» es el espejo de la
L
sociedad en Colombia y tenemos la necesidad de mirarnos al
IA
espejo para reconocernos y para retocarnos. Segundo, porque es
uno de los referentes más emblemáticos de nuestra nacionalidad:
R
al colombiano promedio le gusta autopercibirse como el «duro»,
O
el que «todo lo puede», para el que «todo vale», es decir, como
IT
un mafioso. Tercero, porque ¿a quién no le gusta verse retratado
ED
en los medios?
La cultura del espectáculo, sin embargo, no mide responsa-
blemente el rol social y simbólico que juega, no como denun-
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© Editorial UOC ¿Por qué amamos a Pablo Escobar?
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