Ginestet Formación Estado Centralizado Modos de Ed
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Introducción
La emergencia de modos de educación y de propuestas y prácticas educativas por
parte de humanistas y reformadores a partir del siglo XV, estuvo estrechamente
relacionada con otros procesos de orden sociopolítico y cultural. Fueron decisivas la
renovación laica y religiosa a partir del siglo XV y la centralización del Estado en la
temprana modernidad. Además de este nuevo ordenamiento administrativo y social
jerarquizado, la Reforma y la Contrarreforma aceleraron y acompañaron estas
transformaciones y otorgaron las condiciones para el surgimiento de nuevas
instituciones escolares. (Recomendamos ver capítulo 1)2
Desde el Renacimiento surgen los colegios, como espacio de encierro de la infancia
y juventud en un tiempo controlado, disciplinado y jerarquizado. Un espacio en el que
los sujetos “aprendieron a asumir en sus cuerpos y en sus conciencias el valor del
orden”, la educación de la voluntad, el acatamiento, la puntualidad, la exactitud, el
1
. La mayor parte de este texto se corresponde con el capítulo 2 del mismo nombre (y autor) del
Libro de cátedra Ginestet, M. (coord), Meschiany, T. (comp) (2016) Historia de la Educación.
Culturas escolares, saberes, disciplinamento de los cuerpos. La Plata, Edulp. Link de acceso:
http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/52231
2
. De aquí en más, cuando se hace referencia a diferentes capítulos, todos forman parte del
Libro de Cátedra citado.
1
gusto y los gestos. (Ver capítulo 3) La configuración de un nuevo orden político y
social, las “modernas” administraciones centralizadas, y la necesidad de una gestión
“racional”, demandó una educación para la obediencia y la sumisión a la razón de
Estado (Varela, 1983).
Diversas fuerzas contribuyeron en este período a la formación de un nuevo orden
político, caracterizado por la centralización del poder y el dominio territorial y una
nueva jerarquización estamental. Además de los intereses dinásticos y la acción
política de una élite administrativa, la expansión de los mercados en una “economía
mundo” otorgaron las condiciones para la configuración del Estado moderno primitivo.
En este capítulo desarrollaremos el proceso de gestación del Estado centralizado,
sus características y cómo se articularon en la estructura del poder político los
humanistas. ¿Qué importancia tuvieron los nuevos saberes y cómo contribuyeron a la
consolidación del Estado? ¿Qué nuevas instituciones regularon y disciplinaron los
comportamientos sociales?
3
. España y Portugal son los dos primeros estados europeos que construyen grandes imperios
coloniales de ultramar. En el caso de España, hasta principios del siglo XIX, sus territorios
coloniales sólo en América se extendían desde California hasta el Cabo de Hornos. El poder
del Estado centralizado en formación será decisivo en la conformación de las estructuras
socieconómicas, institucionales, políticas y culturales de la llamada América hispana y de su
permanencia (Kaplan, 1983).
2
El descubrimiento de América y la exploración de la vía marítima a la India crearon
las condiciones para la salida de Europa hacia ultramar y para el surgimiento de
un sistema capitalista mundial (...) A pesar de esta evolución (...) dominaba aún el
modo de producción feudal. El capital comercial, si bien no recibía su dinámica
sólo de este ámbito, se mantenía dentro de marcos determinados feudalmente;
actuaba en los “poros” de la sociedad feudal sin poder ponerla en cuestión.
Kriedte, Peter (1994) Feudalismo tardío y capital mercantil. Barcelona, Crítica.
4
. En el siglo XV España comienza una transición de un feudalismo basado en el avance y
conquista sobre el Al-Andalus hacia un capitalismo mercantil-financiero. En este sentido la
expansión colonial es parte de la expansión capitalista mundial y la necesidad de adquirir y
acumular metales preciosos, territorios, materias primas, mano de obra (Kaplan, 1983).
5.
En el caso de España la guerra, la conquista permanente sobre el Al-Andalus (la lamada
Reconquista), es uno de los factores más importantes en la formación del Estado centralizado.
3
influencias en los llamados Parlamento (Inglaterra), Cortes (España) o Estados
Generales (Francia), sobre los que el rey figurativamente se coloca por encima como
árbitro.
La reestructuración del orden estamental en estas nuevas administraciones
centralizadas, delimitó el lugar que se ocupaba en la sociedad y los privilegios
(exención de pago de impuestos, etc.) y beneficios de acuerdo al origen. Si bien la
crisis del orden feudal en el siglo XIV acentuó el proceso de fortalecimiento del poder
real y desplazó a la nobleza de las funciones administrativas y de jurisprudencia, este
estamento logró reubicarse en el nuevo orden político y social. Conservó su
supremacía y privilegios. Su reconfiguración en la sociedad cortesana implicó una
forma de sometimiento político a la Corona, al mismo tiempo que se perpetuaba como
clase.
La génesis del Estado moderno adoptó diversas formas y, en general, la
organización del poder se sostuvo, a diferencia del Estado feudal, en un entramado de
relaciones de poder.
4
España, Austria, Rusia, reafirmaron la legitimación religiosa/divina del poder real
fortaleciendo la concentración del mismo en monarquías absolutas. Los escritos
políticos del siglo de oro español justificaron el poder real como una proyección del
orden celestial. Basados en la teología medieval de Aldaberon de Laon o Juan de
Salisbury retoman el modelo social de los tres órdenes y promueven al rey como
corazón y cabeza del “cuerpo místico civil” (Bennassar, 1983). A pesar de esto, el
Imperio español no logró un poder ni una administración centralizada como tampoco
una unidad cultural. El sueño de una monarquía universal, sólo en parte se cumplió
con la cruzada contrarreformadora imperial y la acción de la Inquisición.
Derribando mitos
¿Cuál era el alcance de
ese “absolutismo”? Se
suele pensar desde
ciertas perspectivas que
el absolutismo se
traduce como un poder
sin límites. Debemos
tener en cuenta que
para los teóricos de la
época, absoluto se
relacionaba con la
imposibilidad de un
poder por encima del
Rey o del príncipe. A
pesar de su habilidad y
Leviathan es un monstruo marino cubierto de escamas del
acumulación de poder,
Antiguo Testamento. El filósofo político inglés Hobbes escribió la obra
reyes y príncipes
con dicho nombre en el proceso de la Revolución Civil inglesa y los
tuvieron límites.
desórdenes debido al conflicto. Estudió la condición natural del
hombre en sociedad y desarrolló sus concepciones acerca del
pacto o contrato social y la necesidad de un Estado con un
poder fuerte que vele por los intereses individuales.
5
Notarios, jueces, letrados y diplomáticos: saberes humanistas al servicio
del nuevo estado
“Suelen, las más de las veces, quienes desean conseguir el favor de un príncipe,
presentársele con lo que tienen de más querido o lo que ven que le agrada más.
Por eso vemos que frecuentemente les ofrecen caballos, armas, paños bordados
en oro, piedras preciosas y similares adornos dignos de su grandeza. Así pues,
deseando yo ofrecerme a Vuestra Magnificencia con algún testimonio de mi
devoción, no he encontrado entre mis pertenencias nada más querido o que
estime tanto como el conocimiento de las acciones de los grandes hombres,
aprendido por mí gracias a una larga experiencia de los sucesos modernos y una
continua lectura de los antiguos. Y tras haberlos examinado y considerado con
atención, los envío a Vuestra Magnificencia compendiados en este pequeño
volumen”.
Nicolas Maquiavelo, El príncipe.
6
. Italia se encontraba fragmentada en ciudades-estado en constante disputa y competencia
entre sí y con el Papado. Estas ciudades-estado fueron la cuna del Renacimiento y del
Humanismo.
6
Michel Foucault (2006) muestra, valiéndose de otros escritos políticos de la época y
también de tratados como los de Erasmo, cómo a partir del siglo XVI comienza la
emergencia de un conjunto de prácticas, racionalidades y tecnologías de gobierno, un
“arte de gobernar”, orientadas a la conducción y autoconducción de la población, a su
autorregulación. Se inicia el despliegue de una nueva racionalidad específica, una
forma de actuar y calcular, dirigida al control y administración de la producción de
bienes y circulación de productos, cargas impositivas, previsión de hambrunas, pestes,
etc. y de la población en función de una racionalidad de Estado. Comienza un nuevo
“arte de gobernar”, tendiente a lograr que esas prácticas y tecnologías sean acogidas
por los gobernados como racional, que sea internalizado que no hay nada fuera del
Estado. A esta racionalidad Foucault la llamó gubernamentalidad. El desarrollo del
aparato administrativo de los Estados centralizados está en íntima conexión con este
nuevo arte de gobernar.
Y es aquí, como bien señala Julia Varela, donde tendrán su protagonismo los
humanistas, cumpliendo funciones específicas en las instituciones del Estado o
elaborando diferentes programas de gobierno en los que definían el papel del Rey en
el nuevo orden político social. Erasmo y Vives, entre otros, rediseñaron la imagen
“perfecta” del Rey para este nuevo contexto. Escribieron gran cantidad de trabajos
referidos al control y regulación del cuerpo social a partir del comportamiento deseable
del príncipe, de los caballeros, del “estado intermedio”, de la mujer y el diseño de la
nueva familia cristiana (Varela, 1984; 1997). Al mismo tiempo, comenzaron a esbozar
la educación de los pobres, una educación para la obediencia y la sumisión y la
inculcación de una moral que contrarrestara la “ociosidad” y la “vagancia”, definido
ahora como “males inseparables de la pobreza”. (Ver capítulo 3) Estos tratados
definían el modelo de enseñanza con un carácter disciplinador y moralizador para la
población. Claro está que estuvieron orientados a la interiorización del poder y
soberanía del príncipe y la educación de la voluntad.
Un instrumento fundamental para la concentración de poder fue la articulación de
un “sistema administrativo racional” que comenzó a
La expansión y consolidación de
estos Estados modernos en “someter la vida social a normas unificadas” (Van
formación no solo se llevó a
cabo por medio de guerras y Dülmen, 1984). Una estructura burocrática creciente
violencia física, las alianzas que abarcaba la administración pública del Estado, el
matrimoniales completaron el
despojo y anexiones de sistema fiscal (cobro de impuestos), ejército, justicia,
territorios que entre sí tenían
grandes diferencias comercio y diplomacia, se fue consolidando en torno al
estructurales, culturales y Rey con funcionarios que respondían a la voluntad real.
religiosas, como lo hizo el
Imperio español.
7
Todavía no se ha desarrollado un sistema de gobierno diferenciado, con instituciones
claramente definidas. Por el contrario, los cargos y funciones se superponían y
acumulaban. Además, estos funcionarios formaban parte del mundo cortesano (como
veremos más adelante), participando de intrigas palaciegas y de las tensiones que
generaba la competencia entre redes clientelares.
En realidad, buena parte de las burocracias de estas monarquías se fueron
conformando sobre la base de la compra de los cargos, la corrupción y los favores del
Rey. Las funciones eran consideradas como una propiedad que se compraba o
vendía, cuya “inversión” se amortizaba en algunos casos en la siguiente generación.
Según Perry Anderson (1994), este sistema, de carácter totalmente parasitario, se
convirtió en un soporte financiero fundamental de los Estados absolutistas durante el
siglo XVII, al mismo tiempo que contribuyó al ascenso
Los avances técnicos del
de la burguesía mercantil y manufacturera. La venta de Renacimiento fueron
cargos fue entonces el modo de integración de la decisivos en el “arte” de la
guerra. El desarrollo de los
nobleza en el Estado y su supervivencia económica y el cañones de bronce
convirtió a la pólvora en el
ascenso de la burguesía (aunque siempre en una arma de guerra
posición subordinada). Muchos de los cargos, fundamental en la lucha
contra otros estados. Un
fundamentalmente los relacionados con la justicia y los ejército profesional fue
desplazando a la nobleza
cercanos al Rey como el favorito,7 iban acompañados quien tradicionalmente
del otorgamiento de un título de nobleza y la había dominado el arte de
la guerra. Ahora se
consiguiente exención de impuestos de por vida, pero requería un saber técnico
específico, aritmética y
con el tiempo se hicieron hereditarios. Con ello se fue balística, además de leer y
conformando una nobleza de origen burgués, la nobleza escribir. (Cipolla, 1983)
7
En España desde fines del siglo XVI los favoritos y sus camarillas (cuyo entramado de poder
llegaba a todos los rincones del reino y a las tierras de ultramar) ocuparán cada vez más un
lugar central en las decisiones políticas.
8
constantes guerras en las que se involucraban los Estados hacía cada vez más
importante en número y costo (por la utilización de las armas de fuego y las flotas).
El resultado fue una mayor profesionalización de los funcionarios del Estado; la
figura de los llamados funcionarios letrados como el secretario, el cortesano, el
canciller, quienes logran ocupar altos cargos gracias a los estudios realizados en
universidades prestigiosas más allá de las compras de éstos y las relaciones
clientelares que los sostenían. La incorporación de estos eruditos en el servicio del
Estado, introdujo el Derecho romano en la jurisprudencia y conformó los primeros
funcionarios especializados, a la par que los estudios especializados en las
universidades abrió las puertas para la incorporación de la burguesía junto con la
nobleza en la burocracia estatal.
“Que ningún letrado pueda haber ni haya oficio ni cargo de justicia, ni pesquisidor ni
relato en nuestro Consejo, ni en las nuestras Audiencias ni Chancillería, ni en ninguna
otra ciudad, villa o lugar de nuestros reinos si no constare, por fe de los notarios de los
estudios, haber estudiado en los estudios de cualquier universidad de estos nuestros
reinos o de fuera de ellos y residido en ellos estudiando derecho canónico o civil a lo
menos por espacio de diez años”.8
Se fue conformando así una verdadera elite hereditaria de altos cargos en el gobierno,
donde los hijos seguían los pasos de sus padres ingresando en los Colegios Mayores de las
universidades y ocupando más tarde posiciones en el entramado burocrático. Buena parte de
estos letrados eran también clérigos debido a la formación similar que recibían éstos y los
hombres de leyes en las universidades, quienes ocuparon altos cargos en los tribunales de la
Inquisición. El clero no sólo ejercía una gran influencia religiosa, sino también como consejeros
en las cortes. En España, los doctores en derecho egresados de las tres grandes universidades -
Salamanca, Valladolid y Alcalá de Henares-, obtuvieron el privilegio de la exención impositiva y
esta particularidad no fue exclusiva de este reino. Contar con un título entonces, se convirtió
en un signo de poder, por lo costoso y difícil tanto desde el punto de vista intelectual (los
8
. Nueva Recopilación de las Leyes de España, libro III, título IX, Ley 2, citado por Julia Varela
(1983.
9
largos años de estudio que implicaba obtener el título) como y especialmente económico. Sin
embargo, la promoción lograda por la graduación académica y, a partir de ella, funciones
privilegiadas en el estado, provocó resistencias tanto en la nobleza tradicional como en el
“común” (el estamento no noble) sobre quien recaía el peso de los impuestos.
Para Bartolomé Bennassar, la “explosión” de los estudios superiores alcanzó tal relieve
en la España del “Siglo de Oro” (Siglo XVI), que se podría hablar de una “revolución de la
educación”: entre 1580 y 1620 había solamente en el reino de Castilla unos 15.000 estudiantes
y todavía a principios del siglo XVII la universidad de Salamanca otorgaba alrededor de 300
títulos de bachiller en derecho al año (Bennassar, 1983). Esta promoción de los estudios –casi
una verdadera “carrera de obstáculos”- estuvo acompañada de una salida profesional
asegurada tanto en España como en los territorios de ultramar a modo de recompensa.
10
educativas orientadas a la reafirmación doctrinaria. En este sentido consideramos el
apoyo que tuvieron los colegios jesuitas y los protestantes.
Tal como retrató el arte, los monarcas conformaron en torno suyo la corte,
constituida por los principales nobles y altos funcionarios, como ya señalamos. En
principio, donde quiera que estuviese el príncipe o rey estaba la corte. Los reyes
medievales no tenían un lugar fijo de residencia, a fin de afirmar su poder eran reyes
itinerantes que se instalaban por períodos con toda la corte en castillos o en las
principales ciudades del reino.
11
Esta práctica se extendió durante el siglo XV y hasta más tarde también. Si bien
formar parte de la corte
otorgaba enormes privilegios
(entre ellos derecho a
alojamiento y comida para
ellos y todo su séquito
personal) y una relación de
pertenencia, como veremos
más adelante, supuso una
forma de sujeción y
disciplinamiento de la
nobleza alejándola de sus
bases de poder locales.
Podríamos identificar tres
funciones diferentes de la
Detalle de Baile en la corte del rey por Marten Pepijn. Siglo corte, relacionadas entre sí a
XVI.
través de la interacción del
poder político y que forman parte de la “autoconstrucción” de los cortesanos. Una
función estatal, una función de legitimación y validación artística y científica y una
función de regulación y autocontrol -autogobernación- de los individuos.
La corte era el centro del gobierno. No sólo vivían el Rey, la familia real y los
grandes nobles, sino que en este espacio se centralizaban las funciones
correspondientes a hacienda, diplomacia y justicia. Los altos funcionarios, entre ellos
principalmente el favorito, formaban parte de ese mundo cortesano de intrigas y
competencia por el poder.
La corte también se constituyó en el espacio donde se generaron y promocionaron
artistas (pintores, músicos) y científicos. Biagioli (2008), en su trabajo acerca de
Galileo en la corte de Italia, aporta otra mirada respecto del científico, la ciencia y el
poder, destacando el rol preponderante del mecenazgo en la validación del científico y
la construcción de la legitimidad del conocimiento.
Todo un ceremonial complejo, con normas y regulaciones estrictas, como bien lo
analizó Norbert Elias, al mismo tiempo que imponía una forma de autocontrol del
individuo, un proceso mediante el cual era “civilizado”, significó una parte esencial en
la autoconstrucción y representación de la identidad cortesana. Participar de este ritual
performativo, individualizó, diferenció y jerarquizó a la aristocracia. El cortesano era o
12
debía serlo por una constante representación de sí mismo, expresada en el lenguaje
corporal como elemento de distinción: las buenas maneras, su forma de andar, hablar,
los gestos, montar a caballo, comer, reírse, permanecer callados, bailar. Es en la corte
donde se adquieren estas maneras cortesanas.
Formar parte del mundo cortesano obligaba además a dominar un arte particular, el
de la “conversación”, con reglas precisas éste respondía a las necesidades y
exigencias específicas de esta sociabilidad. Así, la literatura, el saber, los libros, en
principio tienen una funcionalidad directa con las habilidades necesarias para este
“juego” social; otorgan retazos de conversación, diálogos, nada más (Elias, 1982).
La corte fue el espacio por excelencia donde se configuró el “Estado teatral”. No
solo era el centro del Estado, al mismo tiempo, era el espacio en el que se
representaba el juego de interdependencias entre la nobleza y el rey como ejercicio
del poder. Juego al que la nobleza estaba obligada a jugar, pero el Rey también.
Como en el teatro, todo se juega en el registro de la visión; hay que ver y ser visto
(Revel, 2005), hay que ser reconocido, visualizado. Al mismo tiempo, el poder somete
a los individuos a una mutua y obligatoria visibilidad.
Es en este momento, según Foucault, que “coinciden de manera paradójica pero
significativa, la figura más brillante del poder soberano y la emergencia de los rituales
propios del poder disciplinario” (Foucault, 1987). Toda conducta, aún la más
insignificante, es observada por el despliegue del “aparato disciplinario” y sujeta a
humillaciones. Todo lo que no se ajusta a la regla, las desviaciones, es objeto de
sanción, de castigo.
A partir del siglo XVII, en particular con Luis XIV en la corte francesa, ese poder
disciplinario extiende todo su ceremonial político y se manifiesta tan solo con la mirada
que despliega sus efectos sobre los cuerpos “dóciles”.
La valoración social de las diversas formas de presentar y representar el cuerpo del
“Estado teatral” forma parte de estrategias de distinción social que logran que ciertas
expresiones y zonas corporales se vean especialmente valoradas convirtiéndose en
objeto de múltiples atenciones y cuidados mientras que, por el contrario, otras se ven
desvalorizadas y descalificadas. Se produce así en cada época histórica una lucha por
la apropiación de los usos sociales legítimos del cuerpo que constituye uno de los
bastiones desde el cual se puede contribuir a definir identidades y a consolidar o
adquirir hegemonías sociales.
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La institucionalización de las buenas maneras en íntima relación con la formación
de una pedagogía cristiana, a partir del siglo XVI, coincide con cambios fundamentales
en la estructura política, económica y cultural de las sociedades occidentales.
9
. Padre Nadal, citado por Varela, Julia, Álvarez-Uría, Fernando, 1991.
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Para el príncipe, la mayoría de los tratados políticos filosóficos de la época le
reserva una formación en el arte de gobierno: además de la preparación guerrera y la
gracia cortesana, ahora se requiere que sea sabio, culto y virtuoso. La frase festina
lente, “apresúrate lentamente”, que Erasmo tomó de la Ilíada, condensó una
enseñanza moral para los príncipes: la prisa y la obstinación en general eran nocivas.
(Grafton, 2001) Será necesario, además de las lecciones de ética humanista, que el
futuro rey conozca varias lenguas, las bellas letras, domine el arte de la elocuencia y la
dialéctica y conozca la historia a fin de entender las consecuencias de las acciones de
gobierno (Chartier, 2008), también deberá ser instruido en aritmética, geometría,
cosmografía, geografía. Los tratados y prácticas pedagógicas dirigidos a la educación
del príncipe niño, se enmarcan en las propuestas para la infancia en general, aunque
con características propias, dado que de la regulación y disciplinamiento del cuerpo
principesco y la inculcación de conductas y virtudes, dependía la futura felicidad y
bienestar de la República.
Bibliografía
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Kriedte, Peter (1994) Feudalismo tardío y capital mercantil. Barcelona, Crítica.
Mann, Michael (1986) Las fuentes del poder social. I. Madrid, Alianza.
Revel, Jacques (2005) “la corte, lugar de la memoria”, en Un momento historiográfico.
Trece ensayos de historia social. Buenos Aires, Manantial.
Van Dülmen, Richard (1984) Los inicios de la Europa moderna. 1550-1648. México,
Siglo XXI.
Varela, Julia (1983) Modos de educación en la España de la Contrarreforma. Madrid,
La Piqueta.
Varela, Julia (1997) Nacimiento de la mujer burguesa. Madrid, La Piqueta.
Varela, Julia, Álvarez-Uría, Fernando (1991) Arqueología de la escuela. Madrid, La
Piqueta.
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