Densificación en Altura y Mercado Inmobiliario en La Ciudad de Lima (Perú) 2007-2017
Densificación en Altura y Mercado Inmobiliario en La Ciudad de Lima (Perú) 2007-2017
Densificación en Altura y Mercado Inmobiliario en La Ciudad de Lima (Perú) 2007-2017
DOI: https://doi.org/10.15381/rsoc.n35.24371
ISSN impreso: 1605-8933 / ISSN en línea: 1609-7580
Densification in height and real estate market in the city of Lima (Peru) 2007-2017
ABSTRACT
The article reviews the process of residential densification in the city of Lima between 2007 and 2017.
It proceeds to classify the city of Lima in 6 areas: Lima Top, Lima central middle class, Lima Popular
Worker, Lima North, Lima South and Lima East. The methodology defines the typology and reviews
some population and housing indicators provided by the 2007 and 2017 population and housing
censuses. Among his conclusions he confirms that the densification of housing is proven in the city
of Lima, especially in its central area, reversing the trend towards depopulation observed towards
the end of the 20th century. Densification in height is higher in Lima Top and Lima central middle
class, and much lower in the rest of the city. This situation is due to the profitability of private real
estate investment and the role of the State supporting it through flexibility in rules and subsidies.
Keywords: densification in height, Lima, real estate market, population and housing censuses.
© Los autores. Este artículo es publicado por la Revista de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. Este es un artículo de acceso abierto, distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons
Atribución 4.0 Internacional (CC BY 4.0) [https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/deed.es] que permite el uso, dis-
tribución y reproducción en cualquier medio, siempre que la obra original sea debidamente citada de su fuente original.
25
Julio Calderón Cockburn
Introducción
E
ste artículo continúa las reflexiones iniciadas cuando la ciudad de Lima ob-
servó un crecimiento en altura inusual, y sus consecuencias demográficas,
sociales, espaciales, entre otras, podían advertirse. La densificación en altura,
en la magnitud que se observa actualmente, se inicia con el Programa Mi Vivienda,
un “subsidio a la demanda” que, aunque creado legalmente entre 1997 y 1998,
empezó a operar desde el año 2002 debido a una serie de arreglos institucionales
entre el Estado y los capitales constructor y financiero. Este proceso generó un efecto
rebote cuando el sector privado empezó a construir edificios de departamentos en
el área central (Calderón, 2009, p. 113).
El habitante de Lima, a simple vista constata un proceso de densificación en
altura cuando circula por avenidas metropolitanas como la Javier Prado, Brasil,
San Felipe, entre otras. Diversos puntos de reunión, como la Feria Internacional
del Pacífico, ubicada en el distrito de San Miguel, han desaparecido para dar paso
a conjuntos habitacionales de vivienda social con altos edificios, al igual que el
aeródromo de Collique (Comas) o el cuartel militar “La Pólvora” en distrito de El
Agustino. Esta situación implica una modificación de la forma urbana de Lima, la
cual, hasta el siglo XX, era considerada plana, horizontal, sin muchos edificios y
con la presencia preponderante del “chalet”, tanto en las zonas de clases medias
como en los sectores populares. Esta forma urbana materializaba las estrategias
de rentabilidad de los “grupos urbanizadores”, al menos desde la década de 1930,
quienes obtenían grandes ganancias a cambio de transformar el suelo de agrícola
a urbano. Esta nueva forma de la ciudad expresa cambios en la producción del
espacio, en los mecanismos de rentabilidad que la generan.
Cuando Lima crecía como una mancha de aceite sobre terrenos agrícolas y
no productivos, existía un modo de producción del espacio que materializaba las
estrategias de rentabilidad de los “grupos urbanizadores”, una suerte de combina-
ción de grandes propietarios de tierras con urbanizadores, al servicio de una clase
media en formación y en ascenso, la cual recibía el apoyo estatal en financiamiento a
través del sistema mutual instaurado hacia 1957 y mediante “capital fijo” (carreteras,
redes de servicios). Se instauró un régimen en el que los urbanizadores obtenían
grandes ganancias a cambio de transformar el suelo de agrícola a urbano bajo el
simple expediente de dotarlo de vías y servicios. Esto promovió la sub urbanización
sobre área agrícola, a la par que la tierra pública no productiva era apropiada y “auto
urbanizada” por los sectores populares bajo la lógica de la necesidad.
la renta potencial del suelo que los inversores encuentran entre el pago por el suelo
y la ganancia que posteriormente obtendrán (Smith, 2015). O también, “el proceso
por el que los barrios pobres y proletarios, ubicados en el centro de la ciudad, son
reformados a partir de la entrada de capital privado y de compradores de viviendas
e inquilinos de clase media, barrios que previamente habían sufrido una falta de
inversión y el éxodo de la propia clase media” (Smith, 2012, p. 74).
Estos conceptos podrían aplicarse a los cambios que muestra la ciudad de
Lima. La invasión-sucesión podría servir para entender la transformación del
centro histórico de Lima en la década de 1960, aunque habría que incorporar la
voluntad de las clases altas y medias altas de trasladarse en dirección al océano
Pacífico y subdividir para renta las casonas republicanas o coloniales. También la
transformación de uso residencial a comercial de Barrios Altos (Cercado de lima) y
la zona de Gamarra (distrito La Victoria) podría interpretarse como un proceso de
“invasión-sucesión”. La gentrificación, sobre la cual existen escasos estudios en el
medio, podría permitir entender algunos procesos como la transformación de la
zona de Miramar (avenida Costanera) en el distrito de San Miguel, que ha pasado
de ser una zona de tugurios (“corralones”) a torres, o en el distrito de Barranco en
que las viviendas en quinta de las Avenidas Mariano de los Santos, Lima o Catalina
Miranda se transforman.
En términos generales, las interpretaciones desde la década de 1980 sostienen
que con el neoliberalismo la gestión de las ciudades en América Latina se ha libe-
ralizado o desregulado, y que los Estados están muy interesados en la inversión del
capital privado en la ciudad por medio de la modificación de los instrumentos de
regulación urbana y la creación de alianzas público-privadas. La búsqueda de la maxi-
mización de las ganancias por parte de los desarrolladores privados ha encontrado
apoyo en gestiones públicas que consideran que el mercado representa la verdadera
solución a los problemas urbanos y de vivienda e, incluso, las municipalidades están
dispuestas a competir entre ellas para asegurar la inversión. Los gobiernos nacionales
y locales han flexibilizado su normativa urbana, otorgan incentivos y subsidios para
que la inversión privada prospere, estimulan la privatización, negocian con los em-
presarios, etcétera. El mercado inmobiliario privado obtiene ganancias en un modo
de urbanización por densificación en altura o expansión (condominios cerrados,
clubes privados) y, al dejar una amplia demanda residencial sin otro camino que los
mercados ilegales de suelo y procesos des mercantilizados, contribuye, junto con el
Estado, a la generación de “ciudades duales” y fragmentadas.
En algunos países de América Latina (México, Chile, Colombia) existe una lite-
ratura relativamente amplia que estudia los procesos de densificación en altura,
Metodología
2 Conviene indicar que, según la ASEI (2020, p. 19), al año 2020 los mayores precios del suelo se ubican en
Lima Top, seguido de Lima Moderna, aunque el distrito de La Victoria (Lima Centro) observa precios mayores
a los de San miguel, Jesús María y Pueblo Libre de Lima Moderna. Siguen luego las áreas de Lima Centro,
Lima Sur y Callao.
3 Por acceso ilegal al suelo me refiero a aquella ocupación que se dio en contra de las normas vigentes (códigos
urbano y penal). Por oposición, ciudad legal es la ocupada de acuerdo a las normas vigentes (Calderón, 2016).
4 En estos distritos predominó el acceso ilegal al suelo, aunque resulta errado hacer una generalización amplia,
además de discriminatoria, considerarlos como producto exclusivo de la “ciudad ilegal”, tal como insisten
diversas perspectivas, especialmente aquellas que ponderan la fuerza empresarial de sus habitantes.
tanto tiene continuidad con la expansión ilegal de los distritos de Ancón, Puente
Piedra y Santa Rosa.
Las variables e indicadores considerados son el incremento de población en
el nivel de distritos y áreas entre 2007 y 2017, así como los tipos de vivienda de
casa independiente y departamentos, aunque en algunas zonas antiguas se ha
considerado viviendas en quinta y casas de vecindad, cuyo stock también está
siendo sustituido por la vivienda en altura. Los departamentos en edificios pueden
adoptar la forma de Conjunto habitacional, torres insertas en la malla urbana o la
vivienda multifamiliar ampliada por sus propietarios.
Resultados
Población 2007-2017
Entre los años 2007 y 2017 la población de los distritos considerados ha aumenta-
do de 7,715,274 habitantes a 8,904,712, registrando 1,189,438 habitantes más. Al
año 2017 el área más poblada, en términos totales, era Lima Norte con 2,780,888
habitantes, el 31% del total, seguido por Lima Este con 2,350,973 habitantes y
Lima Sur con 1,660,413 habitantes. Luego “Lima top”, con 858,187 habitantes, de
los cuales Surco aporta 378,978 habitantes (el 44%), Lima obrero-popular unos
845,184 habitantes y Lima central clase media unos 409,067 habitantes.
Vivienda
El censo de 2017 distingue diversas modalidades de vivienda, entre las que interesa
destacar la casa independiente y el edificio de departamentos. En Lima, los departa-
mentos cubren el 23% del stock. En algunos distritos existe la unidad habitacional
en quinta y la casa de vecindad, denominación ésta que refiere a tugurios como
callejones, corralones, entre otros. Su presencia corresponde a la antigüedad de
algunos distritos (El Cercado, Breña, Rímac, Barranco, entre otros). A partir de la
década de 1950 estas tipologías disminuyen y emerge en la periferia el tipo de
vivienda improvisada, expresión de un crecimiento no planificado e ilegal.
como de los “bajos fondos” y que incluso en la década de 1980 vio desprenderse
parte de lo que hoy es San Borja, precisamente para elevarle la jerarquía a éste. La
ventaja para el nuevo habitante de Surquillo es su localización ya que está en el
límite de dos distritos con grandes centralidades (Miraflores y San Isidro) y buena
conectividad, lo cual lo convierte en atractivo para una población laboral y profe-
sional que no puede pagar el precio del suelo de aquellos. Constituye, además, un
probable caso de gentrificación. La composición social se encuentra en movilidad
ascendente y, probablemente, esto impacte en el precio y valor del suelo.
En un segundo grupo se ubican los distritos que cuentan con un stock en vivienda
en departamentos entre 34% a 48%, muy por encima del promedio de la ciudad
que es de 23%. Se encuentran en un proceso de densificación en altura, es decir,
en el que progresivamente, de acuerdo a las tendencias del mercado inmobiliario,
los departamentos superarán a otras modalidades de vivienda.
Encabeza este grupo Barranco (Lima top) con 48% de viviendas en departa-
mentos, el cual bien podría ser incorporado al primer grupo. En el 2007 los depar-
tamentos constituían el 24% del stock, lo cual quiere decir que esta modalidad
se ha duplicado en 10 años (a razón de 400 departamentos/ año), en desmedro
de una reducción importante de la casa independiente (menos 22 puntos) y de
la vivienda en quinta (menos 4 puntos). Aunque no contiene una centralidad de
la ciudad, Barranco posee amenidades culturales y gastronómicas y turísticas. Se
observa un proceso de gentrificación en su zona popular, en las avenidas Mariano
de los Santos, Lima o Catalina Miranda. Más atrás se ubica La Molina, con un 43%
de viviendas en departamentos, con lo cual termina el grupo de “Lima top”.
En este grupo se encuentran los restantes distritos de “Lima obrera popular”,
con excepción del Rímac. San Luis, Breña, La Victoria y El Cercado de Lima cuentan
con un 47%, 46%, 44% y 39%, respectivamente, de departamentos en edificios.
San Luis tiene un 47% de las viviendas de departamentos, aún superado por la
vivienda independiente con 49%. Le sigue Breña con 46% de viviendas en de-
partamentos, la modalidad principal, un 31% de viviendas independientes, un
19% de vivienda en quinta y un 3% de vivienda en casa de vecindad, tipologías
estas dos últimas que dan cuenta de la antigüedad de la zona. Breña es un distrito
singular y los departamentos han pasado del 29% al 46% entre 2007 y 2017, y por
cada casa hay un 1.4 de departamentos, lo cual denota una importante inversión
inmobiliaria. Aunque esto podría representar un proceso de filtrado y gentrificación,
Los Olivos, en Lima Norte, cuenta al 2017 con un 28% de viviendas en departamen-
tos, algo superior al promedio de la ciudad de 23%. En el 2007 los departamentos
eran un 13% y ha habido un incremento de 15 puntos. La futura densificación en
altura adoptará la forma de transformación de casas unifamiliares en edificios
multifamiliares. San Martín de Porres (Lima Norte), el primer distrito barrial de Lima
hacia la década de 1950, tiene al 2017 un 24% de departamentos en edificio del
stock de habitacional. Entre 2007 y 2017 se observa una disminución de 10 puntos
de casa independiente y un crecimiento igual de los departamentos. También se
observa en El Agustino (Lima Este), un distrito barrial poblado entre las décadas
de 1950 y de 1960, una tendencia similar respecto al crecimiento de departamen-
tos. En este grupo se ubica, además de Chorrillos (23%), el Rímac, el único distrito
“obrero popular” sin densificación en altura significativa, con 21% de viviendas en
departamentos. Este peso por debajo del promedio de la ciudad podría explicarse
porque el capital inmobiliario no ha decidido ingresar esta zona, aunque se locali-
zan allí conjuntos habitacionales sobre una ex fábrica y un club deportivo (Nuevo
Alcázar, Alameda Alcázar). El Rímac aún tiene un área de expansión barrial, sobre
lo que era la pampa de Amancaes (y una loma) y ese crecimiento podría explicar el
poco descenso de la casa independiente (ha bajado 3 puntos entre 2007 y 2017).
Sigue luego la mitad de los distritos restantes (unos 22, incluyendo Ventanilla)
en que, por un lado, los departamentos en edificios tienen un porcentaje muy por
debajo del promedio. En algunos no llega al 10% como en Villa El Salvador, Villa
María del Triunfo y Lurín en Lima Sur; Ancón, Puente Piedra, Carabayllo, Santa Rosa,
Independencia y Ventanilla en Lima norte y Cieneguilla y Lurigancho en Lima Este.
Por otro lado, se encuentran distritos que tienen entre 10% a 20% de edificios en
departamentos, la mayoría ubicados en Lima Este: Ate (19%), San Juan de Lurigan-
cho (11%) y Chaclacayo (10%). En Lima Norte solo se tiene a Comas (13%) y en Lima
Sur a Pachacámac y San Juan de Miraflores con 12% en ambos casos. En conjunto
se ubican en la periferia de la ciudad y fueron formados por procesos ilegales de
expansión urbana a través de invasiones y mercados ilegales de tierras. Por otro
lado, convendría examinar hasta qué punto la calidad del suelo, la tenencia y las
estructuras pre existentes permitirían un crecimiento en altura.
Población y vivienda
La información censal de los distritos de Lima requiere un cruce entre los tipos de
vivienda y el número de población que habita en cada uno de ellos. En el 2017, si
se considera el número de habitantes por departamentos en edificios, encabeza
el distrito de Surco (171,572 habitantes), seguido por Lima Cercado (87,645 habi-
tantes), San Miguel (71,892 habitantes), Miraflores (69,373 habitantes), La Victoria
(68,826 habitantes), Santa Anita (55,892 habitantes), Jesús María (44,751habitantes)
y Surquillo (43,870 habitantes). A excepción de Santa Anita (Lima Este), los demás
pertenecen al área central de Lima: dos a Lima Top (Surco y Miraflores), 3 a Lima
obrero popular (El Cercado, La Victoria y Surquillo) y 3 a Lima central clase media
(San Miguel y Jesús María).
La relación de población por edificio de departamentos muestra que en Santa
Anita hay 2.9 habitantes por departamentos, es decir, viven casi 3 miembros. Existen
otros como Barranco o Miraflores (Lima Top) en que la relación es 1.2 y 1.8, es decir,
no alcanza a dos personas por departamentos, por lo cual se presume que habitan
personas solteras o de “tercera edad” sin carga familiar. En medio de estos extremos
Breña y La Victoria tienen una relación de 2.5 y Magdalena del Mar, Pueblo Libre,
San Miguel, Surco y Cercado de Lima de 2.4. Jesús María, Surquillo, y San Isidro
tienen una relación de 2.3 miembros. Por su parte, Lince tiene una relación de 2.2.
Discusión y conclusiones
los distritos fuera del área central (Bensús y Vilela, 2019, p. 397). Una excepción es
el conjunto habitacional “Parques de la Huaca” en San Miguel.
En el conjunto de la metrópoli la mayor oferta de viviendas, entre 2000 y 2014,
se concentró geográficamente en el área central con un 71,2% de la producción,
seguida por Lima Este con 12,7%. La oferta de departamentos en el área central,
la cual incluye lo que en este artículo se ha denominado Lima Top y Lima central
clase media, se dirigió en un 31,6% a clase alta, un 36,14% al sector medio alto y un
28,53% para el sector medio, sumando un 96% de la oferta (Bensús, 2018, p. 41).
Se trata de las zonas de mayor precio por metro cuadrado del suelo y la oferta se
dirige hacia la clase media. El aumento de la oferta no estaría reduciendo el valor
de las viviendas en el mercado como afirma la teoría económica neoclásica y los
desarrolladores inmobiliarios no tienen reparos en reconocer que su negocio se
dirige hacia esa demanda (Bensús, 2018).
La contribución del subsidio público, a través del Fondo Mivivienda, ha opera-
do en el área central, a través de edificios insertos en la malla urbana o Conjuntos
Habitacionales (por ejemplo, La Huaca en San Miguel), aunque mayormente en
la periferia de la ciudad (Lima Este, Sur y Norte), donde los valores del suelo son
menores. En conclusión, el proceso de densificación en altura no es homogéneo.
Dado que la inversión privada “pura” se desarrolla en el área central de la ciudad,
la vivienda social se desarrolla más en la periferia o en la zona de El Cercado 5. De
acuerdo a las inmobiliarias, existe solo una oferta “social” de 10% en Lima Top, 25%
en “Lima central clase media” y 48% en lo que se ha denominado en este trabajo
“obrero popular”. Un 78% en Lima Este, 81% en Lima Sur o 87% en Lima Norte
(Vega, 2021). No obstante, en la información censal la presencia vivienda social
en la periferia se reduce por el peso que tiene la casa independiente, secuela de
invasiones y mercados ilegales de suelo (Calderón, 2016).6
El Estado, tal como estaba previsto en su rol subsidiario establecido desde el
modelo neoliberal, ha contribuido significativamente a la densificación en altura
a través de las modificaciones normativas (reglamento de edificaciones) y un sub-
sidio (bono) a la demanda. También a través de la oferta de suelo público a menor
5 Bensús (2018) desarrolla la hipótesis que, una vez saturado el mercado de las zonas centrales de mayores
ingresos, las empresas en busca de rentabilidad igual o más alta, trasladarán la oferta a zonas de ingresos
medios y finalmente, a la periferia donde pueden conseguir amplios terrenos a precios bajos. En Lima Este
se habrían producido departamentos en un 23,54% destinados a los sectores bajos y un 26,4% a sectores
medios bajos.
6 Debe indicarse que en los distritos de la periferia adquiere mayor presencia la edificación en altura impulsada
por la inversión familiar a través de la canalización del ahorro, transformando la vivienda unifamiliar en
multifamiliar, combinando la producción de valores de uso y valores de cambio (expresados en los alquileres
de departamentos y cuartos).
precio del mercado (lo cual revela un subsidio de otra naturaleza). Como insiste
la totalidad de los estudios latinoamericanos el incremento de la inversión inmo-
biliaria privada no se habría producido si, a la vez, el Estado no hubiera asumido
una postura empresarial frente al desarrollo económico. Es difícil separar Estado y
mercado, política y economía.
Uno de los principales instrumentos ha sido el subsidio del Fondo Mivivienda,
el cual ha generado un nicho de rentabilidad establecido por el capital inmobiliario
que se obtiene por el ajuste del promotor entre el valor máximo fijado por el Estado
de la unidad de vivienda, el “proceso de producción” (materiales, mano de obra),
la renta urbana y la ganancia. Durante 20 años el Estado ha invertido aproximada-
mente 300 millones de dólares americanos por año en este subsidio.
Una de las acciones principales del Estado ha sido el relegamiento de la pla-
nificación en favor de la negociación con los inversores proyecto por proyecto,
una especie de deal-making (“hacer tratos”). Esto implica la negociación entre las
municipalidades con los capitales inmobiliarios y la carencia y poca importancia
de los planes urbanos, aunque esto también obedezca a razones de costos que las
municipalidades no pueden cubrir. En el 2012 de 50 distritos del Área Metropolitana
de Lima solo 7 tenían Plan de Desarrollo Urbano y 34 Plan de Desarrollo Municipal
Concertado (Bensús y Vilela, 2019, p. 388), y la Municipalidad Metropolitana de
Lima (MML) sólo lo ha aprobado a fines del 2022. Existe una suerte de competencia
entre gestiones distritales para atraer inversión inmobiliaria y residentes de estratos
medios y altos quienes, según los funcionarios municipales, “mejoran la zona” y
“pagan impuestos”.
El denominado deal-making no es la acción aislada de funcionarios de los
gobiernos locales negociando y atrayendo inversión. Ha habido una profunda
modificación del marco normativo destinado a favorecer la inversión privada: la
Constitución de 1993, la Ley Orgánica de Municipalidades (27972 del 2003), el Re-
glamento Nacional de Edificaciones (2006), el Reglamento de Acondicionamiento
del Territorio- REAT (2011) y la Ley de Habilitación Urbana (2015). Generadas en un
“campo” de política de vivienda en que la clase empresarial tuvo mucha influencia,
estas leyes eliminaron el derecho a la vivienda consagrado en la Constitución de
1979, establecieron que las normas municipales deberían estar en concordancia
con las normas técnicas de carácter nacional, afectaron la autonomía económica,
financiera y política de las municipalidades y la gestión de la tierra eriaza (no pro-
ductiva), la cual pasó a manos del gobierno central. En general, el Estado dio mayor
importancia a la legislación protectora de los derechos de propiedad privada en
7 En mayo de 2022 se produjo un aniego en el distrito de Pueblo Libre (calles Cayetano Heredia y Juan Manuel
Ugarteche) por la construcción de un edificio de 10 pisos, 2 sótanos y 1 azotea sobre un área techada de
10,475 m2. La MML, en el 2018, mediante la ordenanza 2125 modificó el plan de zonificación del distrito,
de “otros usos” a “residencial densidad media”, a solicitud de cuatro ciudadanos.
Bibliografía
8 En la universidad de San Marcos estamos desarrollando una investigación que intentará responder alguna
de esas interrogantes en el área central de Lima.