Ahigalbien
Ahigalbien
Ahigalbien
FLORES DE MI TIERRA
HISTORIA, COSTUMBRES Y LEYENDAS
de
A H I G A í,
|*Of
S e g u n d o G a rcía y G a rcía
(Arcipreste de Lagunilla)
Mi l i ci a j uveni l c o n b a n d e r a y m ú s i c a
S u b i d a al C a l v a r i o
U n g r u p o de b o d a , c o m i e n d o el j a m ó n en una
de las p l a z u e l a s
E r m i t a del S a n i o
C r i st o
L os q u i nt o s E n la C r u z de la N a v a
FLORES DE MI TIERRA
S u p e r v i v i e n t e s de l a s c a m p a ñ a s de A f r i c a , en la fi esta m a n d a d a
o r g a ni z a r p o r el G e n e r a l P r i m o de R i v e r a , a su t e r m i n a c i ó n , y p r e
s i di dos p o r las A u t o r i d a d e s
a
ffi n I 8 e tg a «1 a
III
Las i»o 11 d a n
interrumpir su entretenida charla y escuchar lo que cantaban. taba el repertorio. Era ésta la de viejo abolengo en el lugar, que
Era una antigua canción que decían «La Ricardíta»: había ido pasando de generación en generación, y conocida con
el resonante nombre de El Lirón.
Las uvas de la tu parra Ya no tiene mi abuela
están diciendo: ¡comedme! más que un colmillo,
Y los pampanitos dicen: donde cuelga mi abuelo
¡Que viene el guarda, que viene! los campanillos.
Ya no tiene mi abuelo
A la que, como estribillo, repetían: más que una muela,
donde cuelga mi abuela
A la Ricardita la van a llevar.
las castañuelas.
Si la llevan, que la lleven,
Ha salido el lirón
a mí lo mismo me da,
con su pantalón.
porque yo no he sido
Su tía Susana,
ningún criminal.
su abuela, su hermana
Aún los últimos acordes de la canción se oían a lo lejos;, en busca el lirón.
cuando un extraño tun-tun comenzó a percibirse. Eran los quin A mí me gusta el lirón,
tos que iban ya de retirada a dejar el tamborilero en su casa y el lirón, el lirón.
antes habían de dar la última vuelta. A medida que los instantes
iban pasando, se percibían con mayor claridad las melodías ar Llegados a la puerta de la fonda, pararon en seco y una voz,
moniosas no enturbiadas por ninguna nota discordante, a pesar sobresaliendo entre las demás, cantó:
de ser numeroso el grupo. A tu puerta hemos llegado
cuatrocientos en cuadrilla.
Si quieres que yo te quiera,
Si quieres que nos sentemos,
ha de ser con condición,
saca cuatrocientas sillas.
que lo tuyo ha de ser mío
y lo mío tuyo no. Y sin esperar que les sacaran los cuatrocientos asientos,
cosa que hubiera sido harto difícil, siguieron calle arriba hasta
Y como estribillo: perderse en la lejanía con su tun-tun, turuntún, quedando el
pueblo envuelto en el más profundo silencio.
A la moralita «Era la noche y hora en que los astros están en la mitad
se matan los hombres de su carreracuando comprendiendo los contertulios que ya
con gracia y salero era más que pasada la hora en que solían dejar aquellas domin
y arrojo también. gueras tertulias, única excepción hecha aquella noche por acom
A poner banderillas de fuego, pañar a los forasteros, despidiéronse de ellos nuestros conveci
mi amante es torero, nos con las mayores protestas de amistad y el ofrecimiento de
yo me voy con él. acompañarles siempre que las atenciones de sus respectivas
profesiones se lo permitieran (1).
Habían estado, sin duda, tratando de la organización de las
próximas capeas y recordaban canciones algo toreras. (1) Eran estos viajeros a que nos venimos refiriendo don Avelino
Paráronse a hacer el último descanso de la jornada en la ta Rocaíría, Ingeniero de Montes, y su ayudante don Sebastián Montaña,
berna de la esquina y, al salir, no sabiendo ya de qué canción que venían a hacer algunos estudios topográficos de la región y fijaron su
echar mano, acudieron a la que reservaban para tu.ando se ago residencia en el pueblo,
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a voces, Reina escogida, bía encontrado algún tesoro junto a unas viejas oliveras, que la
dice que sois concebida tradición llama «del tesoro».
Sin pecado original. El tercero, sin embargo, nos da margen para fundar con
más probabilidades nuestras aseveraciones sobre la antigüedad
Estaba colocada sobre la puerta de la ermita, cosa que, con a que se remonta.
sultado el orden cronológico, resulta rio ser cierta, ya que en le Con alguna frecuencia venían los poseedores de los terre
cha de 20 de noviembre de 1735, existían la ermita en el pueblo nos colindantes al centro a que nos referimos, descubriendo se
y el altar en la iglesia parroquial. pulturas, trozos de baldosas que, examinadas en su forma y
En carta-orden, fechada en Lagunilla en 20 de octubre de constitución y aún en sus marcas de fabricación, dejaban ver
referido año 1735 y adjunto un decreto episcopal, ordenó el se claramente su procedencia romana, junto con otros restos ar
ñor Obispo a los párrocos diesen relación de «diferentes pre queológicos, al hacer hoyos para plantar olivos o al abrir cante
venciones tocante a la iglesia parroquial, sus nombres y funda ras o aún algunas veces al labrar simplemente la tierra con el
ciones, sus patronos y capellanías e inventario de todos.los arado o la azada.
bienes y.alhajas, estado y calidad, etc. etc.» A esta orden con Hace unos años, inesperado descubrimiento puso de mani
testó el señor cura párroco don Nicolás Mzn. con la siguiente fiesto dos lápidas sepulcrales y otros restos antiguos que vinie
que copiamos al pie de la letra, actualizada la ortografía: ron a disipar toda duda sobre el origen romano, al menos, de
este núcleo de población. He aquí el texto y forma de las lápi
Iglesia Parroquial. «En la iglesia parroquial de este lugar, das, ambas fragmentarias:
es su vocación Nuestra Señora de la Asunción. Ella se compone
de cinco altares con el principal. Dos, fuera de la capilla mayor, S P ATR1
del lado del evangelio. Y de éstos, el siguiente del mayor es de E T M A 'I' R
Nuestra Señora del Rosario; y el que sigue a éste, el de Santa 1B E S V E
Marina. En la correspondencia de estos dos, en el frente, están los FAC1END
dos siguientes. De éstos, el que acompaña a el mayor, es del San V M C U R
to Cristo; y el que le sigue, de las Benditas Animas». L E V 1S
L O V I I O
Al hablar después de las ermitas, dice: DVAL1F
D V A L 1V S
«Tiene esta iglesia tres ermitas fuera del lugar. Una, del San
P A T E R A
to Cristo de los Remedios, que está agregado a la Cofradía de la
Santa Vera Cruz y altar mencionado en la iglesia, del Santo Cristo V.
del Perdón. Otra, de Santa Marina, con el referido altar en la igle En la primera de ellas, consta sin duda la piedad filial de
sia, que asiste hoy Gabriel Paniagua, su mayordomo. La última es un hijo que «cuidó de hacer aquella sepultura a su padre y ma
de los Santos Mártires San Fabián y San Sebastián, etc.» dre». En la segunda, viceversa, es el recuerdo que dedica «el
amantísimo padre Dualio a su hijo Lovio Dualio>. El primer ren
Queda, pues, demostrado con lo dicho, que la existencia glón que en ella aparece, es sin duda la última palabra del «Sit
de la ermita de Santa Marina en las «Canchorras» es anterior tibi térra levis» con que los romanos acostumbraban encabezar
al 1735. las lápidas sepulcrales. «Séate la tierra leve», es decir, poco
También tenemos noticias de que en una de las peñas que pesada.
en aquel lugar existían había una antigua inscripción, que nos Más tarde, habitaron en este mismo lugar los árabes, que
hubiera dado alguna luz; pero que no pudimos llegar a ver, dejaron sus huellas en el pozo que se abre en el hoyo que sirve
porque un desaprensivo cantero destruyóla con cartuchos de de confluencia a las vertientes de estos cerros, llamado «pozo
dinamita para sacar piedra. Cinojal».
Del segundo de los núcleos, sólo se conserva la memoria La inscripción árabe, o mejor dicho, morisca, que hay en
de que allí, junto con los restos de antiguas edificaciones, se ha la cantería en que apoya el arco que parcialmente cubre el pozo,
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nos da la idea de que si no fueron ellos los que lo hicieron, que
jaban para recuperarlo a su vuelta, que no sabemos si llegó a
es lo más probable, dada la forma del arco evidentemente ro realizarse.
mana, acaso lo reedificaran o, al menos, les sirvió y lo dejaron
Los restos arqueológicos encontrados; los signos de escri
como punto de referencia. tura hallados en las piedras diseminadas por los alrededores,
De la inscripción medio borrada y cubierta por el moho, muchas de las cuales sirven de paredes en aquellos huertos;
sólo pueden apreciarse algunos signos de derecha a izquierda. trozos de columnas y lápidas, prueban con exceso nuestra afir
Examinada detenidamente la escritura a la luz de la más mación sobre la antigüedad de estos lugares.
severa crítica, resulta ser una lápida topográfica en la que los ¿Aquellos tres núcleos de población, o los restos de ellos,
signos señalan un lugar bien determinado, donde se halla es se unieron y formaron el pueblo actual? ¿Los actuales poblado
condida una cosa que los signos no dicen lo que es. res nada tienen que ver con los antiguos?. Hagamos algunas
El examen de la lápida nos da los datos siguientes. Los conjeturas.
signos son moriscos. Señalan la fecha—852— , del año de la Por la colocación de estos poblados, los tres en las vertien
Hégira o Era Musulmana. El objeto o lo que fuera, se escondió tes de las aguas, junto a vegas de abundantes pastos, dos junto
en el pozo. al Palomero y el otro cerca de Alagón. así como por las tradi
Pero por si se perdía la memoria del pozo, están localizados ciones religiosas que se conservan, podemos deducir que los ro
todos los lugares adyacentes. Los signos indican que sobre el manos que en estos sitios vivieron se dedicaron a la ganadería.
lugar del escondite había, como hay en la actualidad, un arco Acaso fuera una de las estaciones de aprovisionamiento para las
de piedra, a los pocos pasos del cual, corre un arroyuelo que, legiones romanas en su paso de la Bética a la región montañosa
después de pasar por entre unos huertos, entra en otro arroyo de León por la calzada romana que pasa a unos kilómetros de
mayor que está cerca. La boca del pozo mira un poco hacia la estos lugares.
izquierda; y el camino que hasta él llega, baja formando un pe Al habitarlos más tarde los árabes, que se mezclaron con
queño zigzag hasta cruzar el arroyuelo. Muy cerca del pozo, a los anteriores y dedicados especialmente a la agricultura, hu
la izquierda del observador mirando al pozo, se abren algunos bieron de buscar más arriba las tierras de labor; y de aquí que,
hoyos, y a la derecha, junto al pozo, una piedra de cantería se fundidos los moradores de los tres poblados, no de otra forma
ñala el límite del lugar del escondrijo. Los signos indican que que los antiguos etruscos, latinos y sabinos fundaron al unirse
sobre el lugar, o sea, sobre el mismo pozo, empieza un monte- la ciudad de Roma, así también éstos fundaran el pueblo actual,
cilio plantado de olivos, que continúa por la derecha dando un acerca del cual no hemos entrado en más averiguaciones.
poco de vuelta, y dejando entre el montecillo y el arroyo peque Nada sabemos de cómo se llamaron aquellos antiguos po
ño una cañada, que baja al arroyo grande. Otros signos, indican blados. La tradición oral nos dice que el actual pueblo se llamó
otros puntos topográficos de esa parte. antiguamente «La Higueral», debido a las muchas higueras que
Faltan los signos de la parte izquierda de la lápida, que no en sus alrededores crecían. Ya del siglo XV encontramos docu
me atreví a tomar por el peligro que suponía de caer de cabeza mentos que nos hablan del pueblo y aparece con el nombre de
al pozo, pero que dado el carácter de los copiados nos hacen «La Higal». Y en el siglo XVII, hallamos que, suprimida la L
suponer que sean los datos topográficos del terreno de esa y unida la A, resulta el nombre que en la actualidad ostenta:
parte. «Ahigal»
Los caracteres en que la lápida se halla escrita, ciertamente Si su origen se remonta aún antes de la dominación roma
moriscos. El año de la inscripción, 852 de la Hégira o Era Mu na, no podemos asegurarlo con certeza.
sulmana, correspondiente al año 1405 de nuestra Era, nos hace, Con el fin de que la interpretación que damos a la lápida
suponer que ya fuera que por entonces en las luchas de Enrique que arriba queda descrita, no pueda parecer arbitraria por com
IV, que a la sazón reinaba en Castilla y León, contra los ára pleto y a juicio del escritor, diremos brevemente cómo, del modo
bes, les obligaran a salir del poblado; ya que fueran a unirse a más impensado, pudo llegarse a su pleno conocimiento.
los moros de Granada, contra cuyo reino se hicieron entonces Por el mes de junio de 1936, estando en Cáceres, hube de
algunas campañas; la inscripción hace suponer que marcharon hacer un viaje al pueblo con el fin de descansar unos días y
por el año de la fecha, dejando enterrado en sitio seguro su te aprovecharlos para completar los datos que necesitaba para es
soro, indicando con toda suerte de detalles el lugar donde lo de cribir la obrita que me había propuesto sobre el pueblo. Y como
es natural, no podía faltar mi visita al Pozo Cinojal, donde sabía
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Sarna en un morral tanto por el dolor como por el temor de que se pasara la hora de
Salú en cá el tío Pascual la virtud.
Sarna en un zurrón. Apenas alboreaba el día, levantóse nuestro hombre y con
Salú en cá el tío León. avidez comenzó a dar mordiscos furiosos a la torvisca, como si
Sarna en una tina tuviera hambre atrasada. Los efectos no se hicieron esperar. Su
Salú en cá tía Juaquina.
estado nervioso, producido por el agundo dolor y el insomnio;
el estar en ayunas; el desagradable sabor de la torvisca, obran
No andaban esmerándose mucho en que la rima y el metro do como revulsivo y algo del jugo que sin querer tragara, le
fueran más o menos perfectos. causaron los mismos efectos que a Sancho le causó el famoso
Sentados en la amplia cocina de tío Basilio, labrador fuerte «Bálsamo de Fierabrás», preparado por Don Quijote para curar
del lugar, esperaban la hora de que pusieran la mesa para cenar las palizas, y también como a él se le pasó el dolor
los criados y los segadores en animada conversación con los Como aquella noche no tenían prisa en acostarse, ya que,
dueños, después de haberse «zajumado» convenientemente. por ser fiesta al día siguiente, no pensaban ir al trabajo, prolon
¡Felices tiempos aquellos en que amos y criados, después de garon la sobremesa por largo tiempo, refiriendo algunos otros
haber permanecido durante el día en el campo, en sus faenas curiosos episodios.
agrícolas, regresaban juntos cantando la hermosa oración del Era costumbre al día siguiente hacer el lavatorio, que for
trabajo, señal de la íntima compenetración entre unos y otros, maba parte integrante del rito de la fiesta de San Juan. La vís
como hermanos e hijos del mismo Padre, Dios! Hasta allí aún pera por la noche, el zajumerio; y el día de la fiesta por la ma
no había llegado la funesta lucha de clases que envenena los ñana, a lavarse a la laguna. Era esta una gran charca que ha
corazones y tanto daño causa así en el orden moral como en el bía en el Ejido. Antes de salir el sol, acudían a ella grandes y
económico. Llegados a casa, juntos se sentaban a la mesa; jun chicos a lavarse la cara y manos para inmunizarse de las enfer
tos intervenían en aquellas animadas tertulias; juntos rezaban el medades de los ojos, así como el zajumerio de la noche anterior
Santo Rosario antes de retirarse a descansar. Todos se consi servía para inmunizarse de la sarna y demás enfermedades con
deraban como miembros de la misma familia, unidos por los es tagiosas. Los que no podían asistir a la laguna, enviaban a reco
trechos vínculos del amor a la tierra. Cuadros magistralmente ger agua para lavarse en casa.
cantados por el poeta Gabriel y Galán. Esta charca ha sido cegada hace unos años y en su centro
Comentaban los misterios de la noche de San Juan y las ha quedado un amplio y hermoso pozo.
propiedades que tenían algunas plantas para curar enfermeda
des y dolencias, siempre que ellas se aplicaran en la madrugada
de San Juan antes de salir el sol, hora en que perdían tales pro
piedades. De las propiedades pasaron a los episodios sucedidos
a algunos crédulos.
Uno de los circunstantes narró lo ocurrido a Fabián, que el
pobre hombre padecía de continuo dolor de muelas, y ya había
agotado cuantos remedios le sugirieron las comadres con aires
de curanderas, y muchos potingues de la botica.
Algún guasón le dijo que masticando torvisca verde, sin
cortar ni arrancar del suelo, sino en la misma planta, la mañana
de San Juan, antes de salir el sol, le desaparecería para siempre
tal dolor.
Pacientemente esperó la llegada de tal día y después del
«zajumerio» marchó a acostarse a un huerto junto al «Charco
Menchol», estoes, un remanso del Palomero, donde recordaba
haber visto alguna de aquellas plantas. Excusado es decir que
aquella noche, como tantas otras, la pasó en vela, acuciado no
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Y si me enfado,
de estocadas le lleno a este menguado.
¿Cómo se llama usted, compañero de mi alma?
—Yo me llamo Zampatortas.
— ¡¡Ese nombre. 110 me agrada!!.
Desde hoy se lia de llamar
como requiere su gracia
Don Alinquín Alinquiniano, X
que es el nombre de este camarada
¿Y usted, cómo se llama, compañero de mi alma?
—Me llamo Apura-cuartillos I j &s B ® d a s
—¡¡Ese nombre tampoco me agrada!!
Desde hoy se ha de llamar
que asi requiere su gracia,
Llegó el mes de septiembre y con él el jaleo de las bodas
Don Aliquín Alinquiniano que, según costumbre inmemorial, solían celebrarse todas en re
que es el nombre de este camarada. ferido mes.
Y yo, por no quedarme sin nombre, Era tal la solemnidad que estos festejos revestían; tanta la
me llamo Refincancaya, escrupulosidad que se ponía en observar hasta sus menores de
Cancayo, Restajólica, Alibuz, talles, en lo que podíamos llamar sus ritos y ceremonias, que
nombre de todos los diablos. desde la más remota antigüedad estaban en la mente de todos
Encanto soy del infierno y con la mayor puntualidad venían repitiéndose que, ¡ay de
donde yo aprendí con maña aquel que intentara romper la más mínima de las tradiciones y
las ciencias de adivinar costumbres!; porque el vulgo le motejaba enseguida y la musa
y jugar con estas tablas. popular le castigaba con cantares alusivos a tamaña osadía.
Siendo mis artes tales y tan buenos, Era tan complicado el mecanismo de invitaciones, convites
que aquél que más me mira, me ve menos. o banquetes prenupciales, preparativos próximos y remotos, que
¡Prontamente, chiquita!. ¡Arroja imán!. las familias de los novios tenían que hacer, cuidándose mucho
de estar en todos los pormenores, para que 110 pudiera formu
Chivirrivirrí, chivirrivirrrá.
larse la menor queja; tantas eran las idas y venidas, que fati
Suerte hecha, señores. Y soplando sobre las tablillas, las se gaban grandemente, dejando rendidos a cuantos intervenían en
paraba, apareciendo el cordel partido, cortado por medio. Du ía preparación.
rante toda la invocación no dejaba parar el cordel tirando de una Como nuestros visitantes, ya conocidos en el pueblo, se
a otra parte, cambiando de mano a cada movimiento. Volvía a viesen precisados a aceptar la invitación que les hizo uno de los
unir las tablillas, soplaba sobre ellas y el cordel aparecía entero vecinos, que casaba una hija y a toda costa quería ser honrado
haciendo su anterior recorrido. con la presencia de los forasteros, allá los en_ontramos mezcla
Las circunstancias; la entonación de la voz con que pronun dos con la gente de la boda desde la víspera.
ciaba lo que dejamos escrito; la cortadura y pegadura del cordel Terminada la cena, retiráronse a su posada y, no habían
con sólo soplar, cosa que repetía cuantas veces se le pidiera, y pasado muchas horas desde que al descanso se entregaran,
todo lo demás, daban a la sesión un aspecto fantástico que asus cuando el sonido del tamboril y murmullo de gente que se acer
taba a los chicos y hacía poner de punta los pelos a los mayores. caba, les hicieron despertar.
¿Había trampa? ¡Indudablemente!.
Iban a cantar la alborada de que tanto les hablaran.
¿Como lo hacía? Era el secreto.
Hecho el preludio por el tamboril, se destacó una sola voz,
que con gran afinación comenzó el canto:
49 —
— 48 —
a celebrar; la semirreligiosa formalidad con que tal alborada se
¡Oh, qué calle tan oscura, celebraba por el elemento masculino de la boda, único que en
llena de temor y miedo! ella podía tomar parte; el cuadro de alegría que en esta nota
Quiero entrar y no me dejan, sentimental estaba enmarcada; todo contribuía a dar la sensa
quiero salir y no puedo. ción de hallarse ante una gran solemnidad.
Abriéronse las puertas de la casa y en ella penetraron los
Una segunda voz, también sola, repetía: matutinos cantores para restaurar sus fuerzas con los enmiela
—Quiero entrar y no me dejan. dos buñuelos y remojar sus gargantas con buenos tragos de
aguardiente para mejor hacerlos pasar. Poco después, volvían a
Y el coro en pleno, con acompañamiento a toda orquesta salir para continuar el recorrido, cantando también a los padri
del tamboril, coreaba: nos su alborada y, luego, reintegrarse a la Casa Concejo, cuartel
—Quiero salir y no puedo. general de todas las andanzas, para meterse entre pecho y es
Y por este estilo, fueron cantando las siguientes estrofas: palda las asaduras de las reses sacrificadas que, unidas a otras
cosillas, el cocinero les tenía bien aderezadas y constituían su
Ya traemos la licencia temprano yantar, bien merecido,
de tu lindo enamorado, Como creemos será curiosidad del agrado del lector ente
para venirte a cantar, rarse de las costumbres que en las bodas se verificaban, nos
hermoso clavel dorado. detendremos a examinarlas, tomando la cosa desde el principio,
o sea, desde la primera declaración amorosa hasta el acto a que
Cógete la mantillina asistimos.
y métete en esa sala
y ponte a considerar
lo que vas a hacer mañana.
Noviazgos
Mañana, a misa mayor,
te despides de tus padres ¿Cuál era el modo ordinario de hacerse novios una pareja
y te vas a otros dominios, sin previa declaración? Del modo más curioso. Cuando a un in
manojito de corales. dividuo le gustaba una joven, ya por sus condiciones persona
Esta es la primera rosa les, ya por conveniencias de clase, ya por indicación de la fa
milia, que en estas ocasiones tomaba parte activa, ya por cual
que se corta en el rosal. quier otra circunstancia, el domingo en la tarde la llamaba a bai
Esta es la primera hija lar dos, tres o más veces. Si la moza no rehusaba, señal era de
que su padre va a casar. que no le era indiferente. Comentaban las comadres, que desde
Las tejas de tu tejado sus observatorios no dejaban pasar lo que en la plaza ocurría;
ya comienzan a temblar, cuchicheaban mozos y mozas, etc.
al ver que a tus padres dejas — ¡Oye tú, ésta, dicen que somos novios!—decía el mozo a
la moza en la primera ocasión que podía.
y tú te vas a casar. —Bueno, si lo dicen está bien—respondía ella— . Y noviería
Estas puertas son de pino arreglada.
y el cerrojo de nogal, Luego, comenzaban las visitas, vergonzantes primero y co
ábrenos las puertas, novia, mo de precario, por la puerta; más tarde, ya con la tácita apro
si nos quieres convidar. bación de los padres, entraba en casa y se le permitía tomar
parte en las tertulias familiares; pero tales visitas sólo se permi
Era la alborada que cantaban a la novia que frente a la fon tían dos o tres veces por semana y en días señalados por la cos
da vivía. tumbre. Pasaba el tiempo del noviazgo, más o menos largo, se
El silencio de la noche; las armonías con dejos sentimenta gún la prisa ¿|ue tuvieran, y cuando ya faltaba poco para el tiem
les de la música; la letra tan apropiada a la meditación del acto
— 50 — _ 5| —
po fijado, acudían los padres del novio a pedir la moza y fijar misma operación manducatoria, salían a dar una vueltecilla has
fecha de la boda, pagando la visita algún inocente corderillo o ta que la dominguera función estuviera en marcha.
cabrito. Por la noche, acudían a banquetear los casados. Pero éstos,
Al acercarse la fecha fijada, comenzaba el movimiento. ya como personas formales, cada cual a la casa por la que iban
Rogamos al lector tenga un poco de paciencia y con su claro invitados.
entendimiento nos ayude a caminar por el intrincado laberinto. Este refrigerio, poco más o menos, se repetía, con los mis
Porque aquí sí que se queda en mantillas aquel trabalenguas mos platos, para las mozas, la antevíspera, del día fijado para la
que de pequeños nos hacían repetir a gran velocidad. «E! que boda.
poca capa parda compra, poca capa parda paga. Yo que poca Y llegaba el primero de los tres días de la boda.
capa parda compré, poca capa parda pagué» o aquel otro de
«El cielo está enladrillado...» Así, también podemos decir aquí
que el entendedor de la serie de invitaciones, convites, etcétera, La víspera
buen entendedor de bodas será.
Desde temprano acudían a la Casa de Concejo, lugar don
de se celebraban todas las que hubiera, unos, acarreando car
Preliminar©* gas de leña para las buenas lumbres que había que, preparar;
otros, bancos y banquetas y mesas; las mozas, acompañando a
la novia, llevando los cacharros, platos, o mejor dicho, barreñas
El día antes de la primera amonestación, en la noche, albedriadas de barro colorado, jicaras, ollas, etc., que recogían
reunidos los padres de los novios o quien hiciera sus veces y por las casas más conocidas; otros, descuartizando las reses que
el padrino, y envueltos en sus amplias capas de fuerte paño, habían de ser consumidas. En fin, que aquello parecía un hor
salían por el pueblo a invitar a los parientes, compadres, ami miguero.
gos, etc., de una y otra parte; llegados a las casas, pronuncia A eso de las tres de la tarde, era la primera comida de la
ban las frases de ritual que poco más o menos eran éstas: «Ve boda. A toque de tamboril se congregaban los invitados, que to
nimos a deciros que mañana se amonestan los muchachos y a maban por asalto los poyos, bancos y mesas colocados en de
ver cuántos van a ir a la boda». Los visitados, que ya de ante rredor. Guardando siempre la debida separación, se colocaban
mano tenían pensado quiénes de la familia habían de asistir, los mozos a una parte; las mozas, en el centro; y en derredor,
señalaban por categorías, por ejemplo: un matrimonio, un mozo, junto a las paredes, los matrimonios. Las hogueras ocupaban
una moza. Terminado el recorrido, se hacía la conveniente cla la parte libre.
sificación por estados y sexos. Como en los convites de antes Pasadas algunas horas después de comer, el novio, por una
de la boda no se admitía mezcla de sexos, los mozos invitados parte, y la novia, por otra, reunían de nuevo a la gente joven
de ambos contrayentes lo tenían en casa del novio y las mozas para darles otro convite, como el día de las amonestaciones,
en casa de la novia. que ya se dejó descrito. Después de esto, se reunían en la pla
Al día siguiente, es decir, el primer día de amonestaciones, za y ya quedaba aquello convertido en fiesta permanente. Desde
en la tarde, salía el novio, y lo mismo hacía la novia por su par ese momento, y durante los dos días restantes, no se pensaba
te, a recoger a los invitados, conduciéndolos a sus respectivas ni se hacía otra cosa que comer, cantar y danzar por el pueblo.
casas, donde unas mesas bien provistas los esperaban. Eran los En la noche se cenaba bastante tarde, retirándose a descansar
platos acostumbrados en tales refrigerios conforme a la siguien todo el mundo, excepto los mozos que se quedaban en la Casa
te minuta: carne de primal o macho, frita; escabeche de peces; Concejo, entretenidos en jugar a los naipes para no dormirse,
entremeses de aceitunas; ensalada de pimientos asados, que lla mientras llegaba la hora de salir a cantar la Alborada.
maban «cerongollo»; variados postres de fruta del tiempo; san Tenía éstá lugar hacia las tres de la mañana, hora en que,
días y melones; y fruta de sartén: buñuelos, floretas, huesillos, recogidos los bártulos y en silencio, marchaban a casa del no
etcétera. vio, parándose a la puerta y comenzando el canto.
Acabado este frugal «tentempié», el novio daba a cada uno
de los invitados un puro y, echando humo, los llevaba al café, ¡Oh que calle tan oscura,
mientras llegaba la hora del baile; y las mozas, después de la llena de temor y miedo:
— 52 - — 53 —
quiero entrar y no me dejan; La madrina se las coje
quiero salir y no puedo. y al novio se las regala.
Después de cantar algunas otras estrofas, durante las cuales La despedida os damos
las puertas permanecían cerradas, le cantaban el «Séxamo, de los dos amantes finos,
ábrete»: pa que duerman y descansen
Estas puertas son de pino esto» señores padrinos.
y el cerrojo de nogal,
ábrenos las puertas, novio, Hecho este matutino recorrido m usical, se replegaban a la
si nos quieres convidar. C asa Concejo, donde, después de abundante desayuno, ya se
recostaban en los bancos, ya regresaban a sus casas a descan
Con lo que las puertas se abrían, entraban los cantores, re sar un rato hasta la hora de la misa, en que se celebraban siem
mojaban las gargantas y se marchaban con la música a otra parte. pre todas las bodas, aunque fueran varias.
En casa de la novia hacían segunda parada con los cantares
que ya hemos visto le dedicaban y, de allí, a casa de los padri
nos para terminar el recorrido mañanero: Día de la boda
Ya traemos la licencia Daban las ocho en el reloj de la torre de la plaza, sonaban
de los dos amantes finos, las campanas en la de la iglesia y el tamborilero, tomando su ar
para venir a cantar tefacto y dejando oír clásica marcha, iba a recoger a los padri
a los señores padrinos. nos a su casa. De allí pasaban por la del novio, donde ya se ha
llaban reunidos todos sus allegados e invitados, que se unían a
El padrino es un piñón. la comitiva; haciendo lo mismo en casa de la novia. Un niño,
La madrina es una almendra. llevando «la lonja», esto es, un largo asador, en que entre dos
El novio, cadena de oro, panecillos llevaban clavado un más que regular trozo de carne,
que a la novia lleva presa. adornado todo ello con cintas y flores, y que dejaban cómo
ofrenda al sacerdote, abría la marcha al frente del acompaña
El padrino lleva flores miento.
en la copa del sombrero. A los acordes de la marcha nupcial, llegaban a la puerta de
la iglesia. Los más acomodados llevaban acompañamiento de
La madrina lleva rosas
guitarras y acordeones, además del tamboril.
en el vuelo del manteo. Estacionados a la puerta de la iglesia, esperaban a que el
sacerdote, revestido, saliera y, terminada la ceremonia, entra
Estas puertas son de pino,
ban en la iglesia los que eran de boda. De los demás, que sólo
de hierro las cerraduras; habían ido a acompañar, especialmente mujeres, se volvían a
y los amos que están dentro, sus casas. El novio, padres, padrino, tíos carnales y demás pa
son como el sol y la luna. rientes, se colocaban en los bancos de preferencia, que para el
Ayuntamiento estaban colocados en el presbiterio. Los varones
El padrino es un manzano restantes se distribuían, ya en el coro o en las arcas que para
cargadito de manzanas. guardar las ropas de las imágenes se hallaban colocadas en de
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rredor. Las mujeres, sentadas en el suelo, sobre unos esterillos pueblo y, como suele decirse que «de la panza sale la danza»,
felpudos de esparto, teniendo delante los candeleros o hacheros salián cantando de la plaza, en ordenada ronda, para tornar, al
de madera para colocar los cirios encendidos. El puesto de éstas gunas horas más tarde, del mismo modo, ya que, como todos los
en la iglesia era conservado cuidadosamente por tradición de oficios los tenían hechos, iban parándose a bailar en todos los
familia, que en aquel lugar tenían enterrado alguno de sus ante llanos y plazuelas.
pasados, ya que, como en casi todas partes, las iglesias sirvie Terminada la ronda y llegados a la plaza, preparaban «la
ron de enterramiento hasta mediados del pasado siglo. paloma», una especie de ponche, formado por la mezcla de
Dió principio la santa misa, cantada por el sacristán con la agua, azucarillos, aguardiente y huevos. Terminado el cual, se
misma música, especial para esta solemnidad, que de generación solía retirar la gente un rato a descansar, hasta una hora más
en generación conservaba la tradición sacristianesca del lugar. tarde, en que de nuevo el tamboril había de reunimos para la
Llegada la hora del ofertorio, bajaba el celebrante las gra comida. El plan, como ve el lector, no estaba del todo mal; y es
das del altar e iba dando a besar la estola, primero a los novios; to, durante tres días.
luego a los padrinos, que llevaban velas encendidas, que deja
ban como ofrenda; tras ellos pasaban los demás, depositando su
óbolo en la bandeja, que el monago sostenía. A continuación,
las madres de los recién casados, con un panecillo envuelto en Canto de la manzana
limpia servilleta y un cirio, se acercaban también, volviendo a
su sitio, después que el sacerdote había encomendado sus di Con buen apetito despacharon los manjares que, si bien no
funtos. estaban escogidos como los de la mañana, no eran menos sus
Evidentemente, en estas ofrendas se conservaba la antigua tanciosos y bien aderezados. Los nuevos esposos, durante la co
tradición de la iglesia, en que, llegada la hora del ofertorio, los mida, recorrían las mesas, invitando o animando a todos a que
fieles presentaban sus ofrendas del pan, vino y cera para el San comieran bieri y «sin vergüenza» y repartiendo tabaco a los fu
to Sacrificio. madores, que estos días eran todos.
Terminaba la misa, y el novio, padres y padrino, entraban a
Servidos y consumidor los postres, fruta de sartén y san
la sacristía a invitar al celebrante les acompañaia a la mesa. días, de ordinario, comenzó el canto de «la manzana». Levantá
De la iglesia marchaban a la Casa Concejo, donde ya esta
ronse las mozas, abandonando la mesa; armóse una de ellas de
ban preparadas las mesas bien provistas y, después de un rato
un largo asador, clavando en él la manzana más gorda que pu
de tamborileo, acomodábase cada uno en el lugar señalado, se
do encontrarse, y enarbolándolo y seguida de las demás, se
gún su sexo y condición. acercaron a la mesa de los mozos, acompañadas del tamboril.
Las mesas de la derecha, entrando, las ocupaban los mo
Plantáronse ante el mozo que estaba a la cabecera de la mesa,
zos; las que empezaban a la izquierda y corrían todo en redon y, preludiando el canto, comenzó:
do, los matrimonios; ocupada la cabecera por la mesa presiden
cial, en la que tomaban asiento los tíos carnales con los padres,
padrinos y novios. He andado mucha tierra,
El centro de esta circunferencia lo ocupaban las mesas de toda tierra de tomillo.
las mozas; y la parte derecha, al fondo, las hogueras, junto a las No he visto más linda cara
cuales se removía un enjambre de rancheros, cocineros, reparti que la de Julián Mahillo.
dores, chiquillos, etc.
Constaba este ligero desayuno inicial de los siguientes pla Que me han dicho allá en Segovia,
tos: chocolate con buñuelos; una lonja de jamón frito por cabe que Jacinta es la tu novia,
za; plato de pollo; plato de carne frita; y postres. Todo ello rega Caballero.
do por el ininterrumpido circular de las jarras de vino.
Levantados los mantele», hombres, mozos y chiquillos
Que me han dicho allá en Jerez
acompañaban al señor cura a su casa, dándoles éste, como des
que la va usted mucho a ver,
pedida, un cigarro a cada uno, volviéndose a la plaza para,
acompañados del elemento femenino, comenzar la vuelta por el Caballero.
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El de la corona blanca,
Y por este estilo fueron largándole las demás coplas de la
ponga el cerco en la manzana. retahila, hasta hacerle soltar la mosca. Y así con todos los
Caballero. demás.
Para Sebastián, la tierra que habían andado era toda de cas
Estas dos últimas estrofas eran la invitación a que el aludi tañas, y de ahí venían a sacar en limpio que la cara más linda
do pinchara algo en la manzana, pues la plata era pinchada en que habían visto era la de Sebastián Montaña.
la manzana, mientras la calderilla era echada en la bandeja. Terminaron las mozas de cantar «la caña» a los mozos y,
■Como se hacía algo de rogar y tardara en depositar en la mientras éstas lo habían hecho, según dejamos referido, las
bandeja la cantidad acostumbrada, le cantaron los siguientes: mujeres, por otra parte, iban recogiendo «la maná» de los casa
dos y, terminadas, se reunían las cantaoras en mitad del salón
Que me han dicho en Berrocoso, y, pasito a paso, se iban acercando a la mesa de los novios, lle
que no seas empachoso, vando las man?anas llenas de monedas de plata y las bandejas
Caballero. de calderilla.
A medida que con toda solemnidad iban avanzando, canta
Echa la mano al bolsillo, ban las siguientes estrofas, siempre con música variada, para
Cara e pillo. , cada asunto:
Echa la mano a la bolsa,
Cara e rosa. De la parra buen sarmiento,
del sarmiento buen racimo,
Y si no tienes dinero, ¡qué buena gente han buscado
te lo empreste el compañero. los novios para padrinos!
Y acercándose a la mesa y entregando a la novia las ban Llegados a ella y tomados por asalto los poyos que en la
dejas y manzanas, terminaban con esta estrofa: fachada del Ayuntamiento y Casa Concejo había por la gente
pacífica, mientras la gente joven continuaba sus danzas, sacaban
Toma, novia, esta manzana, a relucir las banastas de altramuces o chochos dulces que no
cargadita de oro y plata, habían de faltar en ninguna; y dando fin a ésto, se dispersaba la
toma, novia, este presente, gente que tenía que «jatear» sus ganados, que sin protestar su
que ha dado la buena gente. frían el abandono a que los tenían entregados aquellos días.
Lector amigo, que has tenido paciencia para llegar leyendo
Hecha la entrega del dinero, pudieron observar nuestros hasta aquí Ya habrás visto que el mecanismo era complicado y
amigos, siempre al acecho de cuanto pasara, que cargando al que tenía razón al afirmar que era difícil de entender, como de
gunos mozos con bancos y agrupándose la gente junto al tam pronunciar el trabalenguas. Aún no hemos terminado porque,
boril, se disponían a salir. Adelantáronse, tiraron algunas pla como ves, nos hallamos en el anochecer del segundo día.
cas fotográficas y se dispusieron a seguir y ver en qué paraba
todo aquello.
Con alegres canciones llegaron a la casa donde los nuevos
esposos habían de irse a vivir, y poniendo una mesa, y junto a EL Águilo
ella los bancos, el tamboril preludió antigua jota, que sólo se to
caba en estas ocasiones. Como un par de horas más tarde, de nuevo el tamboril con
gregaba en la plaza a la gente. Era la hora de llevar a los no
vios a su casa y cantar el Aguilo. Aunque mas bién era como
cosa de las mozas, así como la «alborada» de los mozos, sin
El tálamo embargo, menos escrupulosas que ellos, admitían a todos, gran
des y pequeños, en su campo. Reunidos todos, llevando en su
Muy pronto, una joven, llevando en sus manos alguna pie centro a los novios, comenzaban a moverse en dirección a la
za de ropa, la colocó sobre la mesa, sacando a bailar a la no casa, entonando los siguientes cantares.
via, que con el novio y los padrinos había tomado asiento en el
banco. Tras ésta desfilaron, sucesivamente y llamando a bailar Águilo que vas volando
ya a uno u otro de los que sentados estaban, todas las jóvenes y en el pico llevas hilo,
que asistían y que en una bandeja iban depositando su óbolo o ya te vas de nuestro bando
algún regalo. No faltaba algún gracioso que, enarbolando algu a vivir con tu marido.
na ristra de ajos, algún biberón o cosa por el estilo, y con ello
en alto, sacara a bailar a los novios, pues había de ser bailado Cuando del altar bajastes
todo lo que se les entregara. Las mujeres casadas venían tam
con tu lindo enamorado,
bién haciendo equilibrios con las cuartillas de trigo a la cabeza.
Llegaban, las vaciaban y se sentaban sobre ellas, esperando a blanca flor me parecistes
que aquello terminara. Esto era lo que llamaban «el tálamo». cortada en el mes de mayo.
Terminado éste, volvían a dar otra vuelta por el pueblo. Un
par de mozos iban delante, llevando al hombro sus costales para E l novio le dio a la novia
recoger las ofrendas de los conocidos no asistentes, o que ha un anillo de oro fino
bían sido favorecidos con algún plato de buñuelos. Otro enar- y ella le dió su palabra,
bolaba la bota llena de morapio, elemento indispensable, que que vale mas que el anillo.
circulaba de mano en mano, especialmente en los llanos donde
había que parar a dar unas vueltas, y haciendo beber a cuantos Con éstos y otros muchos cantares, iban caminando hacia
a su paso se encontraban. Y hecho este recorrido, volvíase a la la casa y, llegados a ella, entraban los novios, cerrando la puer
plaza. ta tras sí, mientras los cantantes continuaban a la puerta cantan
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No venimos por comer, Algunos, más pesados, se quedaban algún rato dándole la
ni tampoco por beber, lata a los novios, pero lo que podríamos llamar parte oficial, ter
que venimos por el novio,
minaba aquel día con el Aguilo.
que es un ramito e aurel.
cían esta proeza. De entre los pocos que tal triunfo lograban,
destacaba el tío Senén que, al terminar su turno, la entregaba
triunfante, como diciendo: «¡Así se hace!».
A porfía iban renovándose en este ejercicio de habilidad y
por ello, a pesar de ser pequeño el recorrido, se tardaba bastan
te tiempo.
Colocada la Imagen en el portalillo que sirve de atrio, tenía
lugar lo que llamaban «el Ofertorio». Sacaban una mesa a la
XII plazuela y en un banco tomaban asiento el sacerdote y mayor
domos y algún que otro familiar. Sobre la mesa iban los fieles
colocando las ofrendas de la mejor fruta, uvas, sandías, melo
nes, algún plato de buñuelos o floretas, sin que a veces faltara
E l C risto «le O etu b re algún buen ejemplar de calabazas.
Al lado de la mesa o en el mismo portal, una manta en el
suelo y un montón de costales que iban llenándose con lás cuar
Libres ya de los compromisos que durante las ferias les tillas y medios celemines de trigo que los devotos .aportaban.
ataban, dedicaban el día 4 de octubre a honrar por entero al Mientras tanto, la gente joven bailaba, solamente jotas, en el
Santo Cristo de los Remedios, fiesta a la que posteriormen llano, haciendo tragar polvo en abundancia a los que a la mesa
te añadieron un día más. Diferenciábase del primer día, o sea estaban sentados. En torno de la plazuela, eran colocadas las
de la feria, en que todos los actos de culto se celebraban en la mesas de las confituras, las ruedas de cigarrillos, donde siem
ermita que a la entrada del pueblo se encuentra. La velada, con pre tocaba, los de las cartas de la suerte y el helado. Aquella
su Rosario, su capazo y tamboril y hasta algunas veces una tarde era también allí la fiesta profana.
rueda de fuegos artificiales, como en la noche anterior. Salían los chiquillos por las calles a subastar las ofrendas
A la hora competente, en la mañana, se celebraba la misa y, terminada ésta, el mayordomo se llevaba los invitados a su
cantada a toda orquesta por un buen grupo de viejos y nuevos casa donde les tenía preparado un refresco, mientras que en el
cantores, que si bien es verdad que algunas veces dejaban es llano continuaba la danza hasta el anochecer.
capar alguna nota discordante, debido a la carencia de algún
diente, es no menos cierto que el entusiasmo con que lo hacían,
la buena voluntad, el fervor con que cantaban hasta hacer de Ermita del Santo Cristo
rramar lágrimas de emoción en aquel solemnísimo «Incarnatus»
tan maravillosamente interpretado, hacía que todas las demás Aunque sea separarnos un poco de la narración, como su
faltas, si alguna rara había, pasara inadvertida. Cantaban a la ponemos del agrado del lector conocer algo sobre la ermita, va
perfección la hermosa «Misa Muzárabe», tan generalizada en la a permitirnos esta digresión histórica que, aunque no completa
región, sin la corruptela de otros lugares y que se reservaba en gracia de la brevedad, sea lo suficiente para tener algunos
para las grandes solemnidades. datos.
En la tarde, después del santo Rosario, se tenía la proce Fundóse en el pueblo la Cofradía de la Vera Cruz el año
sión, que saliendo de la ermita por la puerta lateral recorría todo 1542. Ni en su fundación ni constituciones se habla nada de la
el llano. Delante de la imagen iba el abanderado que «iba ermita ni de la Imagen que en ella se venera, prueba de que en
echando la bandera». Llamaban «echar la bandera» al hábil tonces no existía. Es tan hermoso el documento de la fundación;
manejo de una bandera hecha de trozos de raso de ¡os más respira tal virtualidad y nos da úna tan perfecta idea de la acen
vivos colores, artísticamente combinados, con la que los aficio drada piedad de los mayores y antepasados, que no resistimos a
nados seguían el ritmo que Ies marcaba el tamboril. Puesta la la tentación de transcribir alguna cosa de él. Dice el encabe
rodilla derecha en tierra y manejándola con una sola mano, zamiento:
había de hacer varias maniobras hacia una y otra parte y todo
en redondo, sin que la bandera tocara el suelo ni quedará liada «En el lugar de la Higal, jurisdicción de la villa de Granada, en
al asta. El que esto hacía era un héroe y eran raros los que ba- seis días del mes de marzo, año de mil y quinientos y cuarenta y
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dos anos. A honra de Dios Nuestro Señor y de su Bendita Madre, existir, hublérase agregado a la Cofradía, que allí hubiera hecho
se constituyó la cofradía de la Cruz de Cristo Redentor Nuestro, su fiesta principal como ocurre desde hace varios siglos.
Sin embargo, pocos años después, después del 1570, hicie
en la iglesia parroquial de Nuestra Señora y se ordenaron los
ron una pequeña capilla y compraron la Imagen, sin que poda
estatutos presentes por el mayordomo y cofrades della, en la forma mos precisar fecha y lugar donde se adquirió. La pequeña capi
siguiente: Per signum Crucis de inimicis nostris libera nos Domine lla primitiva ocupaba lo que hoy es la capilla mayor, poco más
Deus noster. In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen o menos.
Jesús. Queriéndonos gloriar en el árbol de la Cruz de Cristo Re En dos de mayo de 1626, el doctor don Francisco González,
dentor Nuestro, por el Cual somos hechos salvos y libres; conside provisor y vicario general del obispado por don Pedro Carvajal,
rando cómo el manso y humilde Cordero, hijo de Dios verdadero, obispo de Coria, aprobaba la solicitud siguiente:
Señor Nuestro, quiso ser crucificado en aqueste bendito árbol y de
«Hernando bm. licenciado, clérigo beneficiado de la parroquia
rramar su precisa sangre por nosotros y por todo el humanal linaje;
del Ahigal, lugar deste obispado, y Juan Bueno, mayordomo de la
nos, el mayordomo y cofrades desta dicha Cofradía, vulgarmente
Cofjadía de la Santa Vera Cruz, y los diputados della, besamos a
llamada de la Vera Cruz, aunque indignos, teniendo deseo, en me
vuestra merced las manos y le suplicamos nos dé su licencia para
moria de la pasión de Cristo Redentor Nuestro y en remisión de
que se pueda decir misa en el humilladero deste dicho lugar, aten
nuestras culpas, de derramar nuestra humana sangre por tan buen
ta la decencia que tiene y la mucha devoción que la gente tiene
Señor, desde agora y para siempre, con entera fe, verdadera espe
con un Cristo que allí está; que en hacerlo ansí hará vuestra mer
ranza y entrañable amor, nos arrimamos a este bendito árbol de la
ced servicio a Nuestro Señor, y a nosotros muchísima merced.
Cruz y con ella nos abrazamos y, juntos a ella, queremos morir y
Dios, etc.».
la tomamos por escudo y defendimiento todos los días de nuestra
vida y a la hora de la muerte contra las tentaciones del demonio y En contestación a esta solicitud concedió el referido señor
peligros del mundo. Para lo cual ordenamos y establecemos desde obispo que se pueda celebrar misa en el humilladero de dicho
agora para siempre jamás, para nosotros y para los que después de lugar el día de la fiesta de la Santa Cruz de Mayo de cada un
nosotros vinieren, aquesta Cofradía y hermandad, para gloria de año, estando el dicho humilladero decente y conveniente para
Dios Nuestro Señor y bien de nuestras ánimas y honra de nuestras
celebrar en él misa.
Debemos poner la construcción de la pequeña ermita de los
personas. Amén.»
años 1570 al 1580, en que quedó terminada. Al tomar las cuen
«Sea Nuestro Señor principio, medio y fin de nuestras obras. tas al mayordomo Lorenzo Pérez por su libro de gastos, en 24
Sea bendita y loada la gloriosa siempre Virgen María Señora Nues de julio de 1580, los señores Bernabé Fernández, clérigo tenien
tra, abogada de los pecadores, agora y para siempre jamás. Amén*. te de cura en el dicho lugar, y Juan Cabezalid y Andrés Núñez,
Francisco Domínguez y Juan Pérez y Alonso Ximón y Francisco
Siguen luego los capítulos de los Estatutos, siendo el pri González, mayordomo entonces, y Francisco Esteban (que fué
mero el siguiente: *De! lugar y dia desta devoción: Primera el que hizo a su costa la Cruz de la Nava, como reza la inscrip
mente, ordenamos que el lugar desta devoción sea siempre la ción), entre otros gastos, están los siguientes:
iglesia de Nuestra Señora, parroquial deste dicho lugar, y día
de la Invención de la Cruz, que en tres de mayo, desta manera». «Vióse el libro de gastos que había gastado en servicio de la
Explica cómo se ha de hacer la fiesta. Cofradía en gastos lícitos, con tres mil quinientos y dos maravedi
En el capítulo de lo que los cofrades han de hacer el Jueves ses que había pagado a Alvaro de Vega, para en parte de pago de
Santo, dice cómo se han de reunir en la Casa Hospital para, la obra de la ermita, de su cargo mil y trescientos y quince ma
desde allí, precedidos por el Crucifijo, (sin duda el que está en ravedises».
la iglesia y sale en los entierros) hagan la procesión «por el si
tio que designe el cabildo anterior». Mas para nada se habla de Sin embargo, posteriormente de los años 1720 al 1740, se
la ermita del Santo Cristo. hizo la ampliación de la ermita en la forma en que hoy se halla
Tenemos, por consiguiente, un argumento negativo para y, más tarde aún, el portal que sirve de atrio.
asegurar que en esa fecha aún no existía la ermita, ya que de Para realizar estas obras, como no disponían de capital pa
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corazón, el cual aún en medio de los goces de aquí abajo, aún allí algún indicio de su personalidad; alguna diferencia que me
en medio de la felicidad pasajera que a veces experimenta, aún Hiciera conocer la categoría del que allí yacía; buscaba algo, no
en medio de las mayores alegrías, halla siempre la espina del sé qué, que me revelara el misterio del sepucho. ¡Todo en vano!
dolor que cruelmente le hiere. En todos hallé lo mismo. Un montón de trapos que se rompían
Ciertamente que al morir todos bajamos al sepulcro y una con la facilidad del papel mojado al tocarlos y de entre los cua
estrecha habitación es nuestra morada; una capa de tierra serán les el sepulturero, con mano indiferente, iba sacando los huesos
las galas y atavíos, adornos y riquezas, que los hombres, por que sin dificultad alguna se desarticulaban. Un pañuelo liado a
muy ricos y poderosos que sean y por mpcho que nos quieran, una negra calavera. Las falanges de los dedos que se desparra
podrán darnos. Pero, ¿acaba ahí todo? maban entre los pedazos de trapo descolorido. La disolución.
Tal vez, mezclados en la misma fosa, yacen los restos del ¡El polvo!
hombre virtuoso y bueno que supo vencer sus pasiones y los del Largo rato permanecieron en el cemeterio los dos amigos,
vicioso que gastó su vida encenagado en el vicio; los del hom acompañados de algún otro, entregados a profundas reflexiones,
bre honrado que pasó su vida haciendo el bien y los de aquél hasta que frescas risas, que a sarcasmo sonaban eri la proximi
que sólo pensó en aprovecharse de los demás sin reparar en me dad de aquel lugar de descanso, les hicieron volver a la realidad
dios, fueran lícitos o ilícitos; los del hombre todo caridad y amor y, después de musitar sus últimas plegarias sobre aquellas tum
para con el pobre, el desvalido y el menesteroso, y los de aquel bas para ellos desconocidas, salieron para darse un paseo.
otro, egoísta, que sólo pensó en atesorar riquezas, que' acaso A sus ojos apareció el contraste mayor que en aquella tarde
no había de disfrutar, amasadas con lágrimas ajenas. Juntos es podían esperar, dado su estado de ánimo. De entre los olivares
tán los cuerpos, pero ¿y las almas? t Será igual el fin de todos? de los alrededores se elevaban columnas de humo. Risas y alga
¡No!, clama la conciencia y la razón, que no pueden comprender zara se oían por doquier. ¿Qué era aquello? ¿Acaso una burla?
que sea igual el fin del hombre virtuoso y del vicioso; del hon Muy pronto pudieron darse cuenta de lo que se trataba. Era que
rado y del criminal. Por el contrario ¡cuán bién entiende y sien niños y jóvenes, mozas y muchachas, se dedicaban a asar «la
te aquellas palabras de la Sagrada Escritura que señala a cada cal votada».
uno su fin!. Aquel día, en vez del baile, salía la gente joven después
Acaso yacen uno junto al otro aquellos seres que en vida del Rosario llevando sus cestas de castañas y frutas. Después
fueron enemigos irreconciliables, que por viles intereses mate de una breve visita al cementerio, se dispersaban por los oliva
riales rompieron la armonía que los unía, ya de familia, ya de res buscando un lugar resguardado. Recogían ramas secas
amistad que prometía ser eterna, tal vez por una ambición, aca de olivo y en una gran hoguera asaban las castañas, que habían
so por un puñado de tierra, pudiéndoseles aplicar aquellos ver de defender a veces porque los mozos merodeaban y hasta se
sos de un poeta: atrevían a sacarlas del fuego.
Sin rumbo fijo a donde dirigirse, subieron hasta el cemen
Levántanse las naciones:
terio viejo. Atravesaron «el toconal de Los Mahillos». Subieron
Unos a otros arman guerras a Santa Marina aún perseguidos por la algazara de los olivares
y así se matan los hombres mezclada con el lúgubre tañido de las campanas. Y cual meros
por un puñado de tierra autómatas, sin decirse palabra, continuaron caminando. Hubie
ran caminado no sabemos hasta cuando, si, al darse cuenta, no
Por un puñado de tierra notaran que estaban entrando en el puente que da paso a la de
y luego después de muertos hesa y oyeran las voces que daba el vaquero reuniendo su
les sobra tierra, si logran ganado.
un rincón del cementerio. Sentados en el pretil del puente se hallaban, fumando su
cigarrillo, el único que las reflexiones de la tarde les había per
¡Cuantas enseñanzas se desprenden de una visita reflexiva mitido, cuando vieron acercarse al vaquero que, sombrero en
al cementerio, siempre, pero especialmente el Día de Difuntos! mano y después de saludarles con el «Dios guarde a ustés», les
Deseoso de conocer la transformación operada en el sepulcro, pedía tuvieran la bondad de darle lumbre para encender su ci
he visto abrir muchas cajas donde estaban encerrados los restos garro. Habíase dejado olvidada, no sabía donde, la larga me
de algunos que hacía años habían muerto. Esperaba encontrar cha con su canutillo de caña, liada al deslabón y pernala que
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usaba para tales menesteres y llevaba varias horas sin poder sima Virgen a aparecerse al vaquerito al día siguiente, comuni
echar humo. cándole lo que había acurrido durante la noche y la familia que
Y como suele acontecer a los de este oficio, que, obligados había sido, diciéndole además que a nadie más volvería apare
al mutismo por no encontrar muchas veces con quién pasar al cerse en aquel lugar hasta que hubieran muerto todos los des
gún tiempo de charla, aprovechan las pocas oportunidades que cendientes de aquella familia, de los cuales sólo quedaba ya una
se presentan, así nuestro vaquero sentóse /junto a los que des mujer anciana llamada «tía María la santera» que vivía en la
cansando estaban para echar unas parrafadas con ellos. Después Granja. No sabemos, si habrán de pasar muchos años hasta que
de distintos giros de la conversación, vino a recaer sobre lo so el prodigio vuelva a relizarse.
litario del lugar; sobre su religioso silencio, no turbado por nin Corí la entretenida y curiosa charla del vaquero, apenas se
gún otro ruido que el manso correr del arroyo, deslizándose dieron cuenta de que el sol se había ocultado tras las sierras,
bajo el puente, y el que más abajo producía al despeñarse en la hasta que el crepúsculo vespertino comenzó a perder su luz y
pequeña cascada de la pesquera o presa del molino o lagar <de las sombras de la noche comenzaban a invadir el lugar. Como
Traza». Influenciado tal vez el vaquero por la solemnidad del la distancia hasta el pueblo era larga, despidiéndose y agrade
paisaje en aquella hora propicia a la meditación, por el miste ciendo al vaquero la hermosa narración que acababa de contar
rioso silencio del lugar o por el deseo de explanar ante aquellos les, apretaron el paso, a pesar de lo cual, cuando llegaron al
desconocidos los recuerdos o tradiciones de familia, aprove pueblo, la noche estaba bien cerrada.
chando un intervalo en el diálogo, habló de esta manera: Desiertas estaban yíf las calles, sin rondadores que esa no
—¿Ven ustedes aquella peña de allí abajo? Pués bien, junto che las cruzasen cantando. Sólo de cuando en cuando, al cruzar
aquella peña hay escondido un tesoro y una imagen de la ante alguna puerta entornada, por las rendijas salían, juntamente
Virgen. con la luz, alegres voces juveniles, sin duda de algunas amigas
Ante la curiosa sorpresa de los oyentes el vaquero continuó: que tranquilamente asaban su calvotada, si acaso no habían po
—Bajo este puente acuden a sestear los ganados durante las dido hacerlo en la tarde pacíficamente.
horas de calor del verano. Uno de mis antepasados, siendo pe Todo lo demás parecía dormido. Sólo en lo alto de la torre
queño, venía a este sitio a sestear con sus vacas. Tan bueno y las campanas continuaban sus tristes lamentos. Al pasar junto á
sencillo era que la Santísima Virgen con el Niño se le aparecía ella, vieron salir un grupo de hombres de edad madura que, se
y hablaba con él. El Niño, dejando ios brazos de su madre, en gún costumbre, acudían todos los años a doblar un rato por sus
treteníase en jugar con el pequeño vaquero muchas veces. difuntos, acompañados los dobles con las plegarias.
Cuando contaba esto a otros compañeros de oficio, se reían de Cuando llegaron a su posada, nadie hablaba. Sentados to
él llamándole tonto y visionario. Algunos, sin embargo, comen dos alrededor de la camilla, rezaban el Rosario por los Difuntos.
zaron a sospechar de que pudiera haber alguna realidad en lo Lo que arriba queda dicho que el vaquero contó a los foras
que el niño decía, al notar con cuánta exactitud se sucedían las teros sobre la aparición de la Virgen, es una tradición antigua
cosas que él anunciaba, propias de su ocupación. Por ejemplo, que, a través de las generaciones de abuelos a nietos, ha ido
cuánta y de qué color iba a ser la cría de su vaca; si uno, si transmitiéndose y que recogí de labios de los más ancianos del
dos, si blanco, si negro o colorado; dónde habían de buscar el lugar. Como en el prólogo queda dicho, estos apuntes termina
ganado perdido y otras cosas por el estilo. Manifestóle, según ron de escribirse en julio de 1936 y, por consiguiente, el capítu
dijo, también la Virgen que en aquel lugar quería ser honrada lo que precede estaba ya escrito cuando ocurrieron los sucesos
con un santuario y, para levantarlo, había allí junto a la peña que ligeramente he de referir, relacionados con la tradición.
un tesoro lo suficientemente grande; pero sólo lo encontraría Me hallaba sentado a la puerta de la tahona, departiendo
aquél que al buscarlo llevara como mira especial, no la ambi amigablemente con el dueño, una tarde del mes de junio de
ción del tesoro, sino el deseo de hallar la imagen y levantar el 1942, cuando vi venir apresuradamente y con señales de venir
santuario. Prueba de que ya sus prediciones eran creídas, fué emocionadas a un grupo de jóvenes que, apenas sin mas tiempo
que apenas aquella nueva se corrió por el pueblo, hubo una fa que el de saludar, me preguntaron:
milia ambiciosa que deseosa de apoderarse del tesoro y apro —¿No sabe usted lo que pasa en su pueblo? Han venido
vechando las sombras de la noche para no ser descubiertos, unos cabreros y vienen contando muchas cosas que allí pasan,
provistos de azadones y palas y picos, vinieron a este lugar, de que se aparece la V'rgen a una niña, cerca del puente de la
trabajando toda la noche sin ningún resultado. Volvió la Santí dehesa donde, ellos están con las cabras.
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Inmediatamente vino a mi mente el recuerdo de ja antigua a rezar el Rosario una tormenta y todas se mojaron menos la
tradición e invité a las jóvenes que pasaran por casa, donde les niña que, según decían, afirmaba que ella no se había mojado
leí lo que sobre el particular tenía escrito. Terminada la lectura, porque la Santísima Virgen la había cubierto con el manto, por
me afirmaron que eso era lo que se decía. que en este caso teníamos ya un signo externo de verdadera
Los rumores se hicieron cada vez más insistentes. Hasta se Revelación, y si a este venía a unirse el cumplimiento de lo pre-
contaban casos extraordinarios que pusieron en conmoción al dicho sobre la muerte de la «Santera» teníamos ya los dos: el
vecindario. Constantemente acudían a mí en demanda de noti milagro y la profecía.
cias que confirmaran o rechazaran tales aseveraciones, cosa que El señor Párroco me contestó que realmente ninguno de los
yo no podía hacer por carecer de noticias concretas. No podía hechos estaba probado pero que, sin embargo, alguna cosa rara
afirmarlo, por carecer de elementos suficientes de juicio; ni po se notaba en la niña, ya en sus contestaciones a veces impropias
día negarlo, porque el Señor manifiesta su gloria cuando quiere, de su edad, ya también sobre todo en la distribución de las flo
como quiere y con los instrumentos que mejor le parece por pe res, dando a cada uno aquella flor que más simbólicamente po
queños e insignificantes que a los ojos de los hombres aparez día representarle y en negarla a los que consideraba indignos.
can. Y, además, porque al coincidir los hechos que se narraban Al mismo tiempo, escribí también al señor Párroco de Aba
con la antigua tradición, si la niña no la conocía ya, al menos día y Encargado de La Granja, para que me dijera si existía la
era un motivo suficiente para ponerse en guardia y esperar los referida mujer y si antes del día 7 ocurría su muerte, no dejara
acontecimientos. de comunicármelo inmediatamente aún con un propio. Este me
La niña, acompañada de otras muchas niñas y aún personas contestó antes del citado día manifestándome que ciertamente
mayores, acudía todas las tardes a la peña a rezar el Rosario y existía en la Granja la mujer por quién preguntaba y que, por
apenas cruzaban el Arroyo del Cardador, decía la niña que veía cierto, la pobre no dejaba de llorar ya que toda la gente le decía
una carretera de flores de las cuales ella iba recogiendo y entre que tenía que morirse antes de aquel día.
gando a unos y otros. Nadie, sino sólo ella, las veía. Al entre Tal revuelo levantaron las últimas manifestaciones de la ni
garlas, les decía que las verían y tendrían en las manos el día que ña, que hasta de las regiones más apartadas se preparaban gru
la Santísima Virgen se apareciera a toda la gente. pos de peregrinos para acudir el día señalado, y hasta de Mála
Otros muchos casos extraordinarios se contaban. Pero lo ga hubo algunos que llegaron las vísperas. Por aquí pasaron al
que más vino a aumentar la expectación general, y en mí la du gunos que allá se dirigían y hasta de este pueblo no faltó alguna
da y la esperanza, fueron las últimas manifestaciones que, según persona que sin esperar mi aviso se pusieron en camino.
me dijeron, había hecho la niña. Uno de los días de la segunda Las autoridades civiles y eclesiásticas, ante la amplitud del
quincena de junio, la niña manifestó que le había dicho la Vir movimiento, tomaron cartas en el asunto y, pocos días antes del
gen que se aparecería en el lugar señalado, cerca del puente, el señalado, el señor Gobernador Civil envió con su coche a reco
día 7 del próximo julio; que todos los enfermos serían curados; ger la niña y llevarla a Cáceres, no en plan de detenida o presa,
que la verían todos y, ese día, se verían las flores que abundan como falsamente se dijo por algunos, sino en plan de observa
temente había distribuido. Pero que antes de ese día, habría de ción. La hizo examinar y observar por los médicos especialistas,
morir «tía María la Santera que estaba en la Granja». por si había algo anormal en sus facultades, lo que dió resulta
Ante tan categóricas afirmaciones y el nerviosismo de los do negativo, El señor Obispo nombro un teólogo para que exa
feligreses que se disponían en gran número a emprender el via minará sus manifestaciones y las notas que parece se habían ido
je, hube de manifestar públicamente, desde el púlpito, que tuvie tomando por algunos del pueblo, cuyas pruebas no parecieron
ran un poco de paciencia y si de las gestiones que iba a realizar lo suficientemente convincentes para dar por ciertos y probados
resultaba algo cierto, sonaría la campana y yo el primero, a pie los hechos. Y, así, quedó la cosa en suspenso, en espera de nue
y tras mí todo el que quisiera, emprenderíamos el viaje. vas aportaciones, permaneciendo la niña con su madre en Cá
Escribí al Párroco para preguntarle si estaba realmente pro ceres durante algún tiempo, siendo costeados por el señor Go
bado alguno de los hechos que se contaban, entre otros, el que bernador los gastos que su estancia ocasionara y haciendo a la
una de las tardes y a presencia de mucha gente había sido cor niña algunos obsequios.
tado un galapero que se hallaba en el camino y que al día si Circunstancialmente, hube de ir a Cáceres por aquellos
guiente había aparecido tan frondoso como estaba antes de cor días, mediados de julio, y allí me encontré a la niña que casi
tarlo, y que otra de las tardes sorprendió a las niñas cuando iban todos los días iba por mi casa a ver a mi madre que se hallaba
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¿Puede darse más exacta comparación de lo que es nuestra chamuscados y descuartizados, se sentaron los fautores a la me
vida? Como el río, se desliza, unas veces, plácida y tranquila sa, mientras el Veterinario reconocía las carnes y dictaminaba si
formando remansos de paz y bonanza. Discurre, otras veces, estaban útiles para el consumo.
por el camino del deber, contenida por la presa de la razón, A partir de ese momento, se ponía en movimiento toda la
convirtiéndose en fuerza, energía, luz y calor. Turbada por las colmena «matancera». Los hombres, manejando hábilmente los
pasiones que la empujan, precipítase, otras veces, formando cuchillos, picaban la carne en pequeños pedazos, haciendo de
acaso ruidosos torrentes desbordados. Y después de mucho co cuando en cuando sus paradas para echar una ronda de la jarra
rrer, precipitarse, fecundar la tierra o arrasar lo que a su paso del vino, para ayudar a pasar algún trocillo que se había saltado
encuentra, viene por fin a parar a «la mar que es el morir», don a la lumbre y no había que desperdiciarlo. Las mujeres, unas
de todo lo de acá abajo termina. preparaban los adobos para las morcillas que habían de hacerse
Estas y otras muchas consideraciones se hacían mientras, en la tarde, mientras otras marchaban al Arroyo Palomero a la
sentados al amor del brasero, veían discurrir bs tardes tristonas var las tripas. La chiquillería, después de recibir su correspon
del invierno y sentían los rugidos del fuerte viento azotando con diente ración de rabo, cargando con sogas, marchaba a los oli
furia los cristales de la ventana. Una tarde, en que por entrete vares más cercanos o al álamo de la iglesia, buscando un buen
ner el aburrimiento se habían puesto a echar unas manos de tre árbol a propósito para colgarlas y pasarse la mañana colum
sillo, advirtieron que desde el corral contiguo comenzaron a su piándose.
bir hasta ellos alegres conversaciones, chillidos de chiquillos, Hacían las mujeres, en la tarde, los embutidos de calabaza
constante deambular de acá para allá, ruidos de trebejos, cace y gorduras. Llegada la noche, dando de mano a las faenas del
rolas y calderos. Se les explicó que se estaban haciendo los pre día, «se armaba la gorda».
parativos para la matanza que al día siguiente iba a tener lugar. Los chiquillos y hasta los adultos, mozuelos y mozuelas,
asaltaban la cocina, que quedaba despojada de cuanto instru
Desde muy temprano, era un entrar y salir constante en la
amplia cocina, en la cual ardía un fuego confortable rodeado de mento pudiera hacer ruido. Tapaderas de lata, almireces, sarte
grandes pucheros conteniendo agua hirviendo los unos, abun nes y demás chirimbolos, pasaban a las alevosas manos de los
dante comida los otros. Un caldero, donde se preparaban las matanceros y con tan primitivos instrumentos musicales forma
clásicas migas colgado de las llares, en medio. Algunas cabezas ban charangas, que en enorme algarabía recorría las calles del
de ajo, tostándose junto al fuego, sobre la lancha de la lumbre. pueblo. Ni había perro al que no persiguieran, ni gato que espe
La botella del aguardiente en el vasar contiguo, al alcance de to rara la llegada de los bulliciosos. Piedras arrojadas a las casas;
do el que llegaba. Solía reunirse para esto toda la familia y, si asfixiantes zahumerios de todo lo mal oliente que pudieran ha
ésta era numerosa, escusado es decir que aquello se convertía llar, que dejaban colocado entre los cántaros de la cantarera, et
en una boda. cétera, etc. Tales y otras muchas «perrerías» eran la estela que
Reunidos cuantos habían de tomar parte en la fiesta, descol aquella desordenada ronda iba dejando atrás. A mayor abunda
gábase el caldero; se colocaba en el suelo y, todos en pie ro miento, en sus faenas juntábanse a veces con los festejantes de
deándole, iban sacando de él con el gran cucharón de hierro lla otras matanzas que, armados de los mismos instrumentos y dis
mado la cuchara jerreña>. Con ésta echaban las migas en el puestos a hacer las mismas travesuras, hacían que las gentes
hueco de la mano, volviéndola a dejar en el caldero. Ordinaria pacíficas tomaran sus precauciones, para evitar desagradables
mente, no se usaban para las migas más platos, cucharas ni man sorpresas.
teles. Los ajos asados y los higos pasos servían de postre en es Cuando, cansados de sus correrías, de sus cantos, saltos y
te almuerzo, en que la botella del aguardiente no dejaba de cir carreras, regresaban a casa, sentados en torno a la mesa, espe
cular de mano en mano. Esto era solamente un tentepié para re rando la hora de la cena, se entretenían en jugar al «cuco» o a
parar fuerzas mientras se mataban y descuartizaban los animales. «las pinzorras¡>, si no había algún buen narrador que les hiciera
Terminado el contenido del caldero y demás adminículos, se pasar el rato, entretenidos con cuentos, narraciones, chistes o
procedió a la captura de los animales en medio de la algazara de coplas, aunque fueran las divertidas historias «del. que metió la
la Chiquillería, que desde muy temprano se había hecho presen cabeza», de «Bertoldo, Bertoldino, su hijo, y Cacaseno, su nie
te. Recostados los animales sobre las toscas mesas de encina, to», de «los doce pares de Francia», «Lisardo, el estudiante» o
uno de los presentes empuñó el cuchillo de ancha hoja y, sucesi algún que otro cuento de las «Mil y una Noches».
vamente, fueron cometiéndose hasta tres «guarricidios». Una vez Retirábanse bastante tarde, para volver al día siguiente con
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buenos ánimos a darle la batida a las migas, los ajos, los higos Poco después de la salida de la iglesia, y cuando ya las
y el aguardiente, pues dos eran los días señalados para la pre gentes, retiradas a casa, se disponían a entregarse al reposo,
paración de las matanzas. dejóse uir la campana mayor de la torre, tocando a rebato. El
Como el segundo día era poco lo que los hombres tenían rápido «don-don de la campana y la voz de ¡fuego!, alarmó por
que hacer, se entretenían en jugar a la gallina ciega. En un hoyo completo al vecindario. Rojizas llamas iluminaron el firmamento,
enterraban un gallo vivo, dejándole fuera sólo la cabeza, para que tétrico aparecía en aquella hora solemne de la noche. A la
que no se asfixiara. Desde alguna distancia, con los ojos venda voz y preguntas de ¿dónde?, aunque, innecesarias, se sucedían
dos y una estaca en la mano, después de darles unas vueltas las carreras mezcladas con las voces y ruidos de cubos, cánta
para desorientarlos, iban probando su habilidad en no despistar ros, calderos y cuantos enseres habían de servir para transpor
se, a pesar de las vueltas; y no dejaba de ser divertido, a veces, tar agua con que apagar el incendio. Los más arriesgados, ar
cómo después de contar los pasos, cosa que se les permitía an mados de hachas, trepaban por escaleras de mano y cortaban
tes de ser vendados, daban buenos estacazos en el suelo y tan las maderas para localizar el fuego e impedir se transmitiera a
tos pasos en dirección contraria. Era raro el que acertaba con la los edificios contiguos. Era ya de bastante consideración y 110
cabeza del gallo, en cuyo caso el juego terminaba, si no había podía localizarse de otro modo. Por las distintas escaleras ado
otro que le sustituyera. sadas al edificio un cordón de cubos y cántaros, como los can-
Otras veces, mientras colgaban de las cañas los embutidos jilones de una noria, subían y bajaban, llenos y vacíos. Desde
que las mujeres iban preparando, acechaban la entrada en casa los vecinos pozos un hormiguero humano se movía, transpor
de algún distraído, que pasara del umbral sin pronunciar la frase tando el ansiado líquido.
de ritual. Los esfuerzos de los caritativos vecinos, que se unían como
Esta era la de «echad un trago» y «asad un cacho». Si era un solo hombre en semejantes casos, hoy por tí, mañana por mí,
pronunciada a tiempo, le alargaban la jarra del vino, que sobre viéronse coronados por el éxito. El incendio, de fantásticas pro
una de las mesas estaba siempre dispuesta, pero si no la pro porciones, que amenazaba correrse a los demás edificios, cedió
nunciaba, le cogían en volandas los que más cerca estuvieran y ante el impulso arrollador de aquellas improvisadas bombas,
levantándole hasta el techo le hacían dar en él con la cabeza y hábilmente dirigidas desde los puntos más estratégicos.
así lo sostenían, hasta que pronunciara la consigna.
Por la noche, se repetía la zambra de la anterior. Las vuel
tas por el pueblo con la charanga, las piedras y zahumerios; los
juegos del cuco y los cuentos de Calamos.
Sin embargo, esa noche a que nos referimos, otros instru
mentos vinieron a unirse a los predichos; otros cantares eran los
de las rondas; otro orden las presidía. Desde el anochecer, gru
pos de mozos con panderetas, zambombas y castañuelas, can
tando alegres villancicos, recorrían las calles, destacándose en
tre todos los grupos, por su acompañamiento de tamboril, los
«quintos». Era la noche de Navidad.
Solía, a veces, representarse por los aficionados déla loca
lidad alguna obra teatral, mitad comedia, mitad auto sacramen
tal, sobre el nacimiento del Salvador. Terminado éste, marchaba
la gente a la iglesia para la «Misa del Gallo».
También en la iglesia tenían esa noche preferencia los «quin
tos». Colocábanse en los bancos que en la capilla mayor esta
ban reservados para las autoridades y era de rigor que fueran
los primeros a adorar al Niño al terminar la misa. También eran
de rigor los vivas al Niño Dios, a su Madre y a su Abuela, que
tío Antonio el zapatero había de dar apenas el celebrante ento
nara el «Gloria in Excelsis Deo».
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Tiene tío Segundo hizo aquel año la Hoja de los Corazos y, para evitar doble aca
un vino muy bueno rreo de las mieses, se trillaban en los vallejos junto al camino.
que en llegando a casa Allí se hallaban trillando los dos hermanos... F y M... y una
se lo probaremos tarde, ya la caída del sol, se vino encima una tormenta que ame
nazaba gran aguacero. Los dos hermanos, ayudados por algún
Aprobó el aludido y todos corearon otro, cogiendo los liendros, palas y demás aperos, comenzaron
a juntar la parva que tenían tendida para evitar se les mojara y
La tarara sí. entorpeciera la trilla. A pesar de la prisa que se dieron, como
La tara no. después tuvieron que ayudar a otros que se hallaban en los mis
mos menesteres, cuando terminaron era ya bien cerrada la no
Por este estilo y sacándole a relucir lo que cada uno tenía che. Plomizos nubarrones cerraban por completo el horizonte.
de particular, atravesaron «Los Corazos» y llegaron al Palo Los relámpagos se cruzaban sin interrupción, seguidos de ho
mero. rrísonos truenos que ponían pavor en el ánimo más sereno. T o
Como el astro de la noche se hallaba en su plenilunio y por do el conjunto hacía que la noche se presentara con un aspecto
acortar algo más el camino, engolosinados sin duda por el ge imponente.
neroso vino de tío Segundo, al que suponían con razón había de El hermano menor, echándose al hombro una manta y to
acompañarle alguna «telaraña» de las que en la bodega estaban mando un palo del carricoche, dijo al mayor:
colgadas, en vez de cruzar el Palomero por el puente de made — ¡Me voy a ver la novia!
ra (en la época a que nos referimos aún no estaba terminada la —¿Pero estás loco? ¿Según está la noche vas a ponerte a ir
carretera ni su puente de piedra) y subir por el Cementerio nue al pueblo?
vo, se separaron por la Vega Larga en que, si bien no había — ¡Déjate de tonterías y vamos a cenar algo, que ya es
puente, había sin embargo, junto a la pesquera, unas pasaderas tarde!
amplias por las que sin ningún peligro podía atravesarse y, mu No valieron razones ni consejos del prudente hermano, con
cho menos, dada la claridad de la noche. testándole por toda respuesta:
No faltó, sin embargo, alguno que, ya fuera por la poca se — ¡Iré esta noche a ver la novia, aunque el diablo se me pon
guridad de su cabeza o porque no sabía el refrán de que «lan ga por delante!
chas con estrellas no te fíes de ellas>, es lo cierto que metió sus Y sin atender más reflexiones, emprendió el camino.
extremidades inferiores, vulgo «patas», en el agua, con el con Ayudado por el ininterrumpido zigzagueo de las descargas
siguiente jolgorio de los más seguros. eléctricas que iluminaban el estrecho sendero y atormentados
Pasado el Palomero, se adentraron en la calleja que sube a sus oídos por las horribles detonaciones, avanzaba por la calle
juntarse con la que también sube del «Molino Soso», sitio don ja que acabamos de dejar, con el ánimo cada vez más encogido
de comienza el terreno llamado «Mingolobito», poblado de es ante el terrible espectáculo que la naturaleza ofrecía. Todo era
pesos olivares. tétrico en su derredor y, si de un salto hubiera podido, se hu
— ¿Sería por aquí el episodio de tío?—preguntó uno de los biera colocado entre el montón de paja al lado de su hermano.
del grupo. ¡Pero ya era tarde!
— ¡No! fué allí un poco más arriba—respondió otro. Llevaba andado más de la mitad del camino y aguijoneaba
—¿Qué era ello?—preguntaron a su vez los demás. su amor propio.el temor de que, si alguien se enterara de su co
—Un caso que por aquí ocurrió hace años a tío... (y nombró bardía, le haría perder la fama de valiente de que justamente
a una persona de todos conocida y que había muerto poco tiem gozaba entre sus paisanos y hasta su misma novia acaso llega
po antes). ra a burlarse de él. Cada vez más receloso, continuaba avan
— ¡Que lo cuente! ¡Que lo cuente!—repitieron todos. zando. En su mente confusa bailaban en danza macabra mil fi
Aunque con algún miedo, por complacer a los que con insis guras diversas, que aparecían y desaparecían al fulgor de los
tencia lo pedían, comenzó su narración nuestro hombre del si relámpagos, a las que venía a unirse la invocación o el reto, en
guiente modo: mala hora hecho «de que iría a ver la novia aunque el diablo se
— Hará de esto que voy a referir sus sesenta años. Acaso lo le pusiera por delante».
hayáis oido contar todos, excepto estos señores forasteros. Se Un descomunal relámpago iluminó por completo este lugar
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y, ante sus espantados ojos, se apareció una visión que le dejó ante sus ojos se desarrollaba, que ciertamente les hubiera hecho
helado. A pocos pasos de él, se erguía... ¡su misma novia, a reir.
quien él iba a ver, arrogante, hermosa, ataviada con sus mejo Caminaba hacia el pueblo, a regular distancia de ellos, un
res galas; aquella amplia saya amarilla, de finísimo paño; aquel hombre montado en su burro. Al pasar junto al cementerio ten
bordado delantal; aquel lujoso pañuelo de manila, que causaba dió hacia él una mirada recelosa. En aquel mismo momento apa
la envidia de sus compañeras; aquellos afiligranados pendientes reció sobre la tapia un bulto informe. Una sombra indefinible se
y collar de oro, que adornaban sus orejas y cuello. Con lo me proyectó en la calleja,espantando el burro, que emprendió preci
jor, en fin, que acostumbraba ponerse en las mayores fiestas. pitada carrera, haciendo que con su brusca arremetida se le
Aquella visión tan ricamente ataviada, el lugar, la hora, las cir marchara el sombrero al que cabalgaba, quien ni siquiera se pre
cunstancias tremendas de la tormenta, acabaron de turbarle por ocupó de volver atrás la cabeza, sorprendido por la sombra al
completo, Quiso gritar y no pudo. Quiso huir y se vió detenido igual de su asno. Saltó el de dentro, que no era otro ánima en
por aquella aparición que le interceptaba el paso, al mismo tiem pena que un individuo desaprensivo que allí había entrado a
po que con voz cavernosa, en todo diferente a la persona ama coger un saco de hierba y, al ver un grupo de personas que se
da, le decía: acercaba, cargó precipitadamente con su saco y se escabulló
—De aquí no pasarás. por la calleja del toconal de tío Lobo, no sin antes coger el som
Entablóse reñida lucha entre el que quería pasar y la que no brero del fugitivo.
le dejaba. Largo rato, como un autómata, estuvo luchando hasta Quitándose sus sombreros rezaron un Padrenuestro por los
que, al resplandor de uno de los relámpagos, pudo observar la difuntos allí enterrados y siguieron hasta la plaza donde vivía,
transformación operada en la que con él luchaba. Su rostro ha frente al Corral Concejo, tío Segundo, cuyo vino fueron a pro
bía perdido la semejanza con la fisonomía de aquella cara bien bar aunque ya no con aquella alegría con que la idea había sido
conocida. Sus facciones habíanse trocado en una mueca horri aceptada.
ble. De entre sus labios abiertos asomaban terribles dientes
amenazadores. Muy pronto conoció la calidad del enemigo que
ante sí tenía y del fondo de su corazón subió a sus labios una
plegaria.
— ¡Ave María Purísima!— pronunciaron sus labios y la visión
desapareció y él cayó al suelo exhausto y sin sentido.
Cuando algún tiempo después volvió en sí, apenas si tuvo
fuerzas para llegar a casa. Alarmados sus padres al verle llegar
a aquella hora y de aquella manera, le preguntaron, intentaron
por todos los medios sacarle qué era lo que había pasado, pero
todo fué en vano. Por toda repuesta mandó le prepararan la
cama. Avisaron al Médico quien, después de minucioso registro,
declaró que no encontraba otra cosa que alguna relajación de
miembros, como si hubiera sostenido dura lucha y una fuerte,
excitación nerviosa. Pasado algún tiempo, él mismo me lo con
tó. ¿Fué una realidad lo que le ocurrió aquella funesta noche?
¿Fué una ilusión formada por todas aquellas ideas que bailaban
en su mente? El afirmaba que había sido una realidad. Los mé
dicos que le visitaron no pudieron apreciar daño ni lesión algu
na sino lo antes dicho y, sin embargo, durante varios meses
estuvo luchando entre la vida y la muerte.
Entretenidos con la interesante narración, se les había pasa
do la segunda parte del camino y, cuando se dieron cuenta, pa
saban junto a las tapias del Cementerio viejo. Si no hubieran
ido tan abstraídos, se hubieran dado cuenta del episodio que
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En el lugar de La higal Juricición de la Villa de granada A cin se había de meditar, se cantaban por el sacristán las siguientes
co días del mes de Hebrero de mil y quinientos y ochenta y cinco estrofas, coreadas por el pueblo.
años. Ante mi el presente notario A Postólico y testigos. E l Muy
¡Oh celestial aurora,
Rd° padre Fray P ° de astedillo de la orden de los predicadores,
oh dulce Madre mía,
Morador en el convento de Sant, Vicente de Plasencia, Presentó
santísima María!.
dos licencias la una del Rdm° general de la orden sobredicha y
Escucha desde ahora;
y la otra cel L i° Pedro López Sierra Provisor de este obispado
la voz de gran señora
de coria Para que pudiese poner y pusiese la Santa Cofradía del
te damos con fervor.
Rosario El qual Por virtud de las dichas licencias Predicó dos
De mártires la Reina
Sermones Uno A la mañana A la missa mayor En el cual decla
eres y confesores.
ró El origen y antigüedad de la Cofradía de nuestra Señora del
De virginales flores
Rosario y otro en la tarde En el cual declaró los misterios del Ro
la guirnalda te llevas.
sario como la manda la Bulla y A cabado El sermón El dicho Pa
Digan las almas bellas
dre Preguntando En común Al Pueblo; siquería Recebir esta
encendidas de amor.
sancta cofradía Res Pondió En nombre: del Pueblo: Sebastián
Nuñez Cura y Joan Perez Alcalde del decho Lugar que la Pe (Repetido)
dían y Recibían Porcosa tan buena y sancta: y el dicho Padre
Atenta Sudevoción sela con cedió y otorgo Por la Autoridad que
Contestaba el pueblo:
tenía del Rdm° general y del Señor Provisor y así mesmo Seña Todos te mantenemos
ló laiglesia A do la fundava Laiglesia Parroquial deldicho lugar un entrañable amor.
que se llama El asumpción de nuestra señora y Enella El altar Reina eres y sagrario,
questa A mano yzquierda Entrando Por la puerta Principal Dicha por excelencia,
y la ymagen Pequeña de nuestra señora para las procesiones y Por eso tu Rosario
para que allí se ganen los perdones E yndulgencias y se digan con toda preminencia
las misSas de cada mes y anniuersarios Y la Salue y también de todo el santuario
Señalo por capellán de la dicha Confradía Al dicho Sebastián nú- rezamos con fervor
ñez Clérigo. Para que pueda Recebir Confrades y bendezir los
rosarios y Predicar y explicar los misterios: Enel contenidos
Contestaba el pueblo:
quando la iglesia los celebrare y el S°Frai Pedro deastudillo lo Todos te mantenemos
Firmo: E yo el dicho Notario doy fee que todo lo susodicho Pa un entrañable amor.
só Antemí y Vi hazer su Firma Siendo presentes Por testigos
Joan déla Puerta y Franc0 steban Viejo y Franc°Paniagua y bar- Así se cantaban hasta cinco estrofas.
tolome demesa Voz del dicho lugar y lo firmaron.»
Como resto de tan santa Cofradía, sólo quedaba ya en nues
tros días el rezo del Rosario cantado por las calles los viernes de
Referida Cofradía ha continuado hasta hace pocos años cum Cuaresma, como arriba queda descrito, y el Rosario de la
pliendo el Reglamento que se halla escrito a continuación de lo Aurora cantado en la misma forma en la madrugada del Domin
que arriba queda reseñado. Hasta hace pocos años, se rezaba el go de Resurrección, de que más tarde se hablará en el siguien
Rosario y se cantaba la Salve en el altar de Nuestra Señora en te capítulo.
jos domingos y días festivos. Cuando eran las fiestas de la San
tísima Virgen, se rezaba ante las andas donde estaba colocada
la imagen para la procesión y esos días, al referir el misterio que
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Va haciendo la reverencia
hasta tres veces seguidas.
La tristeza que ella lleva,
se convierte en alegría.
por primera vez en castellano, con las notas que puso a la obra el carácter general que existen sobre Extremadura. El autor no se limita
regidor de Mérida Bernabé Moreno de Vargas, en el siglo XVII, según a Plasencia y su obispado; abarea temas históricos y personajes que
un rarísimo ejemplar existente en la Biblioteca Provincial de Cáceres. actuaron en toda la región y aun fuera de ella, especialmente los ca
El texto va precedido de un estudio preliminar sobre el autor y la balleros de la Orden de Alcántara; dedica varios capítulos a la gesta
obra, y una semblanba sobre la sede metropolitana emeriíense; como de los extremeños en el nuevo mundo. Por la seriedad con que está
apéndice, ¡leva documentos de interés para Mérida, entre los que escrita, por la personalidad del autor y su galano estilo, por la discre
destaca la traducción castellana de las actas del martirio de San G er ta y sabia exposición d4e los sucesos, merece esta obra ser conocida;
mán, San Servando y Santa Eulalia, que decoran la historia de Emé por atribuirse a fray Alonso la paternidad del «Quijote», que vió la
rita Augusta. La traducción, estudio preliminar, apéndices y notas, se luz bajo el seudónimo del licenciado Alonso Fernández de Avellane
deben a Domingo Sánchez Loro. da, adquiere dimensión universal el autor y su obra. El prólogo de es
ta edición contiene una biografía del celebrado fray Alonso, escrita
3.—Amenidades, florestas y recreos de la provincia de la Vera Alta por Domingo Sánchez Loro. Un mapa del obispado de Plasencia, has
y Baja, en la Extremadura, por Gabriel Azedo de la Berrueza y ta ahora inédito, hecho en 1797 por Tomás López, ilustra el texto.
Porras. Cáceres, 1951. Precio: 12 pesetas.
6 .—Historia de Cáceres y su patrona, por Simón Benito Boxoyo. Cá
Es una joya literaria esta obra, que compite en las antologías con
ceres, 1952. Precio: 30 pesetas.
los más celebrados estilistas de la lengua castellana. Sus descripcio
nes de la Vera son de lo mejor que existe en el idioma de Cervan Las noticias históricas que contiene esta volumen'se hallaban hasta
tes. Aparte de esto, contiena varias y curiosas noticias de la región, ahora inéditas. Al publicarlas, se presta a Cáceres un gran servicio,
que hacen muy sabrosa la lectura. Trata de la retirada que muchos pues carecía de una historia general. La historia de Nuestra Señora
santos pontífices, prelados y diáconos de Andalucía y otras partes, hi de la Montaña ocupa la segunda parte del volumen. Avalora esta
cieron a las sierras de la Vera, huyendo de la persecución de los mo edición un estudio preliminar sobre el autor y la obra, con anotacio
ros; de cómo los griegos vinieron a Espgña y asentaron en la región nes y comentarios al texto de Boxoyo, de Miguel Muñoz de San Pedro.
de Plasencia; de algunos hijos de esta tierra, preclaros en armas, letras Va dedicada al Caudillo esta impresión de la Historia de Cáceres, en
y virtud, que sirvieron mucho a los reyes de España y a Dios Nuestro cuyo recinto evocador y pleno de añeja historia, en el palacio de los
Señor; de Viriato; de la Serrana de la Vera; de romances; de historia; Golfines de Arriba, fué proclamado Jefe del Estado Español y Gene
de tradiciones; de leyendas; de paisajes y de otras mil curiosidades. ralísimo de los Ejércitos. La transcripción del texto primitivo ci la orto
Fue escrita en el siglo XVII. La precede en esta edición un prólogo, grafía actual, ordenación e impresión de las dos obras que integran
sobre el autor y la obra, de Domingo Sánchez Loro. este volumen, han sido hechas por Domingo Sánchez Loro.
4.—Posibilidades industriales de la Alta Extremadura.—(Segundo 7.—Descripción y noticias del Casar de Cáceres, por Gregorio Sán
ciclo de conferencias organizado por el Departamento de Semi chez de Dios. Cáceres, 1952. Precio: 25 pesetas.
narios de la Jefatura Provincial del Movimiento, de Cáceres).
Cáceres, 1951. Precio: 30 pesetas. Integra este volumen todo cuanto constituye la médula histórica de
la villa del Casar: el dato geográfico, las condiciones sanitarias del
Las más prestigiosas figuras, por sus conocimientos y por las altas lugar, la anécdota histórica, las piedras ilustres, el nivel agrícola, el
jerarquías que ostentan en los organismos del Estado, exponen en es censo de hijos preclaros, la referencia industrial, la flora y la fauna,
te volumen los problemas da mayor transcendencia y urgente solu etc. El original, conservado en el monasterio ds Guadalupe, se da a
ción en la Alta Extremadura, sobre los más variados temas industria la imprenta por primera vez. La descripción y noticias del Casar van
les y económicos: regadíos, turismo, transportes, culti vos diversos, aho seguidas de las biografías de tres hijos ilustres: Vida prodigiosa del
rro, repoblación, industrias varias, etc., todo elio del más subido inte venerable y extático varón fray Juan de San Diego, por fray Fran
rés para la economía extremeña. Su lectura abre nuevos e insospecha cisco de Soto y Marne; Vida del santo padre y mártir de Cristo frai/
dos horizontes a los técnicos, empresarios y a todo el que sienta algu Agustín del Casar, extremeño de nación e hijo del real convento de
na inquietud sobre tales problemas y desee conocer su verdadero Valladolid, por fray Francisco de Vega y Toraya; Noticias de fray
planteamiento y posibles soluciones. Prestigia a este volumen un pró Diego de Vivas, natural de el Casar de Cáceres y provincial de la
logo del que fué jefe provincial del Movimiento y gobernador civil en de San Miguel de nuestro padre San Francisco , por fray José de
Cáceres, don Antonio Rueda y Sánchez Malo. Santa Cruz. También es dechado esto historia del Casar, del trasiego
5.—Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia, por de hombres, instituciones e ideas, entre los humildes lugares de Extre
fray Alonso Fernández. Cáceres, 1952. Precio.- 80 pesetas. madura con el nuevo mundo. La pluma de Domingo Sánchez Loro ha
ce prólogo y pregón de este volumen y allega notas y comentarios
Fué escrita esta obra a principios del siglo XVII, de cuya edición ya sobre el texto. En este prólogo de Domingo Sánchez Loro se estudia,
quedaban rarísimos ejemplares. Es de las obras más importantes de a la luz de la filosofía y de la teología, la naturaleza humana, pera
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situar a los hombres ente la vida y ante la historia, en el crisol de los ducción sobre la obra y el autor. Este volumen va dedicado a con
hondos problemas de ayer y de hoy, meollo y sustancia de nuestro memorar el veinticinco aniversario de la coronación canónica de
Movimiento. Vicente Barrantes aporta noticias del manuscrito. Felipe Nuestra Señora de Guadalupe, Reina de las Españas, bajo cuyos aus
León Guerra hace la presentación. picios realizó nuestra Patria los hechos más culminantes de su historia.
8.—Relación del nuevo descubrimiento del famoso rio grande, que 10.—Realidades y esperanzas de la Alta Extremadura. (Cuarto ci
por el nombre del capitán que lo descubrió , se llamó el rio de clo de conferencias organizado por el Departamento de Semina
Orellana, por fray Gaspar de Carvajal, capellán de tan famosa rios de la Jefatura Provincial del Movimiento, de Cáceres). C á
empresa. Cáceres, 1953. Precio: 60 pesetas. ceres, 1953. Precio: 43 pesetas.
Se hace la impresión de este volumen en memoria de Francisco de Desfila por este volumen la flor y nata de Extremadura, evocando
Orellana, descubridor del Amazonas, en el cuarto centenario de su glorias de ayer, bellezas de hoy, esperanzas del mañana. Un equipo
muerte, y en homenaje de su biógrafo eximio e ¡lustre chileno don Jo de mentes privilegiadas, plenas de sabiduría y en vórtice de prestigio
sé Tcribio Medina, en el primer centenario de su nacimiento. Francís' nacional, convierten este libro en cátedra de prestigioso y amplio ma
co de Orellana, capitán de la hazaña, y fray Gaspar de Carvajal, ca gisterio sobre las más hondas y variadas facetas de la Alta Extrema
pellán y cronista de la misma, eran trujillanos. Sirve de proemio a este dura: Bútler descubre el tesoro forestal de las Hurdes legendarias y
volumen un estudio, hecho por Domingo Sánchez Loro, sobre la pro escondidas,- González Valcárcel narra el encanto de la celda resur
fundidad histórica de la gesta trujillana, con una semblanza del viejo gida del monarca que llevó en sus hombros el peso del mundo y ce
Trujillo, noticias del linaje de Orellana y apuntes biográficos sobre To- rró sus ojos en las delicias de Yuste; Carbonero Bravo nos ilustra so
ribio Medina. Sigue una espléndida introducción escrita por este chile bre la inmensa riqueza del ganado trashumante en nuestra región,
no, pasmo de erudición, que es lo mejor que hasta ahora se ha pro orgullo y sustento de la Patria; Floriano Cumbreño ofrece el mosáico
ducido sobre ei héroe, sobre su cronista y sobre la hazaña del río de castillos y piedras togadas que vuelan heráldicamente; Pérez Co-
Amazonas. Este volumen viene a llenar una honda laguna en el mun mennador deleita nuestra fantasía con sus ‘impresiones de artista por
do erudito, pues era muy difícil poder consultar los rarísimos ejempla las huellas de la civilización; García-Pablos nos conduce con la linter
res de esta obra. A continuación se inserta la crónica del padre Car na urbanística por los barrios añosos de Cáceres, Trujillo y Plasencia;
vajal, de extraordinaria importancia histórica. En la parte documental Hernández Pacheco nos pasma con su ciencia sobre los secretos cós
se incluyen valiosos alegatos en pro del buen nombre de Orellana, en micos escondidos en lo gleba milenaria; Hermoso despierta en las
cuya reputación se había cebado el sectarismo y saña de la leyenda almas sutiles florilegios de galanura pictórica,- Roso de Luna nos so
negra antiespañola. brecoge con sus aventuras solitarias por continentes misteriosos, lu
péñola del señor Rueda y Sánchez-Malo sirve de pórtico a este volu
9.—Libro de la invención de esta Santa Imagen de Guadalupe; y de men, haciendo gala con su habitual donaire de espíritu cultivado y
la erección y fundación de este Monasterio; y de algunas cosas selecto como artífice del buen decir. El conjunto del volumen es una
particulares y vidas de algunos religiosos de él, por el padre semblanza honda, sugerente, fecunda—esto es, despertadora de ¡ni
fray Diego de Ecija, vicario de esta santa casa. Cáceres, 1953. dativas —¡ es una semblanza transcendente de la Alta Extremadura.
Precio: 65 pesetas.
11 —Diccionario histórico-geográfico de Extremadura, por Pascual
Se publica en este volumen el manuscrito de la primera historia Madoz. Cuatro volúmenes. Cáceres, 1953-55. Precio: 300 pesetas.
que se escribió sobre el real monasterio de Guadalupe, a principios
del siglo XVI. La obra consta de cuatro libros: el primero, trata del Abarca este diccionario, con método riguroso en sus artículos, da
origen e invención de la Santa Imagen de Nuestra Señora de Guada los y noticias sobre el nombre de cada pueblo, sus dependencias y
lupe; el segundo, de la erección y fundación de su iglesia y monaste distancias, situación y clima, interior de la población y sus afueras,
rio; el tercero, narra la fundación de la Orden de jerónimos en Espa término, calidad del terreno, caminos, correos y diligencias, produc
ña por fray Fernando Yóñez de Figueroa, natural de Cáceres, y de su ciones, industria, comercio, población, riqueza, tributos e historia. Este
llegada con otros religiosos a Guadalupe; el cuarto, contiene la vida noticioso conjunto, prestigiado por la seriedad y pulcritud con que su
de algunos siervos de Dios que brillaron en Guadalupe por sus letras autor lo compuso, ha sido durante un siglo lo más perfecto que en su
y virtud. La importancia del manuscrito por su antigüedad, por ser el género tenía España; y, para nosotros, aún es hoy el libro general
autor testigo de vista de la mayoría de los sucesos que cuenta, por que mejor nos habla de Extremadura. Su valor es permanente. Va
ser la fuente principal de donde sacaron sus noticias los demás histo dedicado a los Cabildos de Hermandad, en la Alta y Baja Extrema
riadores de Guadalupe— muchas veces sin decirlo—y por la vigorosa dura. Sale a luz esta edición tal y como su autor dejó compuesto el
personalidad de fray Diego de Ecija, le hacen ocupar un puesto des diccionario. El Departamento de Seminarios de la Jefatura Provincial
tacado en la historia extremeña. La prestigiosa pluma del doctor fray del Movimiento, de Cáceres, prepara un apéndice, actualizando las
Arcángel Barrado Manzano aValcra el texto con una erudita intro estadísticas y datos históricos de este diccionario. Para ofrecer mayor
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claridad tipográfica, mejor acomodo y utilidad en su lectura, se han 14'— Trasuntos extremeños, por Domingo Sánchez Loro. Cáceres,
deshecho abreviaturas, actualizado su ortografía y puesto acápites 1955. Precio.- 60 pesetas.
discrecionales en cada artículo, añadiendo un amplio índice general Encierra este libro un conjunto de matices del alma extremeña. En
en cada tomo. La razón de más peso que determinó el no actualizar sus páginas se aprecia el propósito de rehuir los ditirambos, alharacas
en un todo el contenido de esta obra, fué el propósito que abriga la y fruslerías. Se busca, íntimamente, pudorosamente, con amor, los ma
«Biblioteca Extremeña» de publicar sucesivamente otros volúmenes tices característicos de los hombres y las cosas: las razones telúricas,
sobre el mismo tema: el manuscrito del P. Coria titulado «Descripción últimas, recónditas, que mueven a los hombres; la belleza, la intimi
de Extremadura»; las «Releciones topográficas» que mandó hacer Fe dad, el meollo, la sustancia de las cosas, que circuyen a los hombres;
lipe II, aún inéditas, conservadas en el Escorial; relaciones de visitas la misteriosa compenetración de las almas y el paisaje, de la tierra y
a los castillos de Extremadura por las Ordenes Militares, que se de la vida. Desfilan semblanzas de sabios y poetas, de guerreros y
guardan manuscritas; crónicas de viajes, etc. Así conoceremos lo que mártires; de la ejecutoria de ayer, de los trabajos e inquietudes de
ha sido nuestra tierra, lo que es y lo que puede ser. Un estudio preli hoy, de las esperanzas del mañana. La pasión-serena pasión—, el
minar sobre la obra y el autor, debido a la pluma de Domingo Sán fervor, la sencillez del estilo, son vértice que trueca en unidad trans
chez Loro, que ha preparado la edición, abre las páginas de este cendente, histórica, sentimental, la temática variada de sus capítulos.
diccionario. El autor, amorosamente, sencillamente, como otro San Francisco, nos
12.—¡Sangre de Mártires!: vida y martirio de un extremeño en la regala con trasuntos de antaño, nos describe los empinamientos de
ciudad de los concilios (don Fausto Cantero Roncero), por don hogaño. La lectura de este libro engendra en el alma una visión plá
Diego Marcelo Merino. Cáceres, 1954. Precio: 43 pesetas. cida, intensa y recatada de Extremadura.
Viene este libro a mostrarnos un moderno hito de ejemplaridad: la 15.—Coria (Reconquista de la Alta Extremadura) , por Gervasio Ve
vida, el martirio de un extremeño; vida fervorosa, transceden.te, huma lo y Nieto. Cáceres, 1956. Precio: 75 pesetas.
na, fecunda; martirio cristiano, gozoso, sin odio, sin rencor hacia los
verdugos. En este libro aparecen hechos carne, hueso, espíritu, las raí La pluma galana, amorosa, erudita, asentada, de Gervasio Velo y
ces profundas, los módulos permanentes de la forma de ser hispana; Nieto, traza en este libro la semblanza de una época histórica desco
en sus hechos culminantes, se otean los matices de la reciedumbre ex llante en la Alta Extremadura: su reconquista por las armas cristianas
tremeña. La fe, el patriotismo de don Fausto Cantero, hondos, abnega del poderío ogareno. Lugar decisivo en esta reconquista fué la ciudad
dos hasta la muerte, son exponente de la argamasa con que se fra de Coria. En este volumen se perfilan los hechos de la guerra y las in
guaron los ideales que sustentan al Monvirnienío. La pluma de don quietudes de la paz; las hazañas legendarias y las curiosas menud.m
Diego Marcelo Mermo, donosa, aguda, llena da armonía, va desflci cías del cotidiano vivir; las letras y las artes; la historia y la leyenda.
rancio ante el lector la roso fragante de una vida, el calvario doloro Con su lectura, poco a poco, gozosamente, se nos va entrando en <~l
so de un martirio. Domingo Sánchez Loro presenta al autor y evoca alma la forma de sentir, de pensar, de comportarse; la forma de s^r
con hondura, con arte, bellamente, la gesta que dió vida a los idea que tenían nuestros progenitores. Vemos cómo proyectan su pujanza
les que exhala este libro; ideales sustentadores de nuestro Movimiento. en la historia de la Patria; cómo es natural que aquellos hombres gi
gantes, los hijos de aquellos hombres, agotaran en el nuevo mundo la
13.—Flores de mi tierra: historia, costumbres y leyendas de Ahigal, capacidad de asombro. La época estudiada en este volumen, con su
por don Segundo García y García, arcipreste de Lagunilla. Cáce rudeza, con sus heroísmos, con sus pasiones y santidades, preludia
res, 1955. Precio,- 30 pesetas. esa ejecutoria extremeña que no tiene igual en el mundo. El estilo es
La cosas pequeñas del cotidiano vivir son el exponente más fiel del llano; la narración, insinuante. Los fundamentos históricos se basan en
alma de un pueblo,- en la llaneza y simplicidad de los usos, costum maciza erudición. Lleva este volumen, como apéndice, el «Fuero de
bres y afanes diarios, se encierran los matices de Ip forma de ser ca Coria», de tan luminosa y decisiva importancia en la integración so
racterística de una región, de una comarca, de una aldea. Se necesi cial, política y económica de Extremadura y de la Patria. Bellas ilus
ta aguda intuición, exquisita sensibilidad, espíritu observador, sutil, traciones engalanan el texto.
delicado, para ahondar en la ruda corteza de los pueblos extremeños
y percibir la savia de su alma recatada y profunda, llena de poesía, EN PRENSA
de exaltación, de rectitud, de espiritualidad y ensueño. Este libro del
arcipreste de Lagunilla, con sabroso donaire y armonioso equilibrio 16.—El convento placentino de San Ildefonso , por Domingo Sánchez
jn la narración, nos muestra el carácter recio y dulce, laborioso y Loro.
alegre, rústico en apariencia y sensible en el corazón, de un pueblo
le la Alta Extremadura: Ahigal; sus costumbres, sus leyendas, sus tro- El resorte decisivo que mueve a los hombres y a los pueblos, es el
liciones, su historia, sus esperanzas. Varias ilustraciones decoran y espíritu; las obras, las inquietudes del espíritu. Este volumen, que en
imenizan las páginas del libro. cierra la historia y la vida de un convento placentino, sirve de alda-
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bonazo a las almas de nuestro mudo materializado; es tábano súge-
rente y normativo pera los hombres de fineza espiritual, de afanes motivos de meditación, de ejemplaridad. Se manda hacer las exe
transcendentes. La visión que nos da el autor de este convento pla quias antes de morir y que su cuerpo agonizante sea puesto en el
centino, al seguir las hebras de su historio, trasluce, insensiblemente, suelo sobre ceniza o polvo, o a lo más sobre unas pajas. Estas exe
las creencias normativas de nuestro pueblo; muestra la raigambre de quias de don Diego fueron antecedente de los funerales que en vida
nuestros místicos, de nuestros ascetas que—en frase de Santa Teresa se mandó hacer Carlos V en Yuste. Como servidor de los Zúñigas,
— parecían «hechos de raíces de árboles». La historia de este conven don Diego intervino en grandes rebeliones y levantamientos durante
to explica, en anchura y profundidad, la inmensa, la inexplicable—a el reinado de Enrique IV. Como ayo del maestre don Juan de Zúñiga,
los ojos frívolos—ejecutoria extremeña. Con su lectura, apreciamos la proyectó su influencia, su discreción y sabiduría sobre la orden de
reciedumbre de nuestro espíritu, del espíritu de nuestros hombres, de Alcántara y sobre la vida y aficiones artísticas y literarias del maes
nuestras instituciones, de nuestro pueblo. Los matices de unas almas tre. Contribuyó de manera decisiva en la pacificación de Extremadu-
enclaustradas influyen más en la historia del mundo que todos los ro a favor ae los Reyes Católicos. Como deán de Plasencia, hizo
adelantos de la materia, cuando la materia no sirve al espíritu. El es grandes cosas; entre otras, comenzó a construir su hermosa catedral.
tilo del libro es discreto, bello, de factura clásica. La erudición—aun La pluma de Domingo Sánchez Loro, con materiales inéditos, con
que el libro no tiene apariencia erudita—es en un todo de primera abundosa erudición, con estilo que puede servir de ejemplar y decha
mano. •
do, va trazando en este volumen la vida y la obra de don Diego de
Jerez: sus grandes hechos, su parecer brillante, s j s miserias humanas.
17.—Memorial Je la calidad y servicios de la casa de don Alvaro Junto con la biografía de don Diego, nos muestra el autor una discre
Francisco de Ulloa Golfín y Chaves, caballero del orden de Al ta semblanza de aquella época histórica en la alta Extremadura.
cántara, señor del mayorazgo de Castillejo, en la villa de Cáce
res, atribuido a José Pellicer de Tovar. 19.—Noticias particulares de lo que va sucediendo en Plasencia
(1738-1800), por Francisco y Pedro María Ramos de Collazos.
El hombre es el sistema. Los hechos de los [hombres forman la his
toria. Para conocer la historia, necesitamos conocer los hombres, el Se trata de un curioso manuscrito sobre Plasencia. Es una miscelá
pensar, el sentir, el obrar de los hombres que han hecho la historia. La nea de sucesos: historia, religión, costumbres, economía, anécdotas,
historia, conocida de esta manera, es maestra de la vida. Cáceres tie hechos de importancia, menudencias; nada escapa a la curiosidad de
ne su historia; historia ejemplar, colorida, fecunda. Este volumen nos los autores. Francisco Ramos de Collazos y su hijo Pedro María sólo
muestra a los hombrss que han hecho la historia de Cáceres: su ge narran lo que han visto con sus ojos u oysron a personas de crédito.
nealogía, sus entronques, sus hazañas, sus empiriamientos y decaden Pacientemente, día a día, van escribiendo las páginas coloridas de
cias, sus venturas y desventuras. Abraza este libro apellidos cacere- su diario. Estas páginas emanan pura vida; la vida del pueblo pía
ños; los entronques de estos apellidos nos muestran la proyección de centino en el siglo XVIII. Con la lectura da este volumen, nos psreata-
Cáceres sobre Extremadura y sobre la patria de aquende y allende el nios de que, menudeando en el estudio de los matices íntimos, sensi
Océano. Al seguir la ejecutoria de estos apellidos, nos adentramos en bles, de las cosas vulgares, cotidianas, se aprehende mejor el alma
la historia del mundo; vemos la influencia de nuestros hombres en la de un pueblo, el recóndito impulso de ¿u vivir, la intrínsc a razón de
universul historia. Además, este libro es el único, puntual y serio, que su obrar. La sencillez, la propiedad, la naturalidad — no vu^andad—
trata las cosas de Cáceres; es la base de todos los demás. En fin, es del estilo, es puro encanto. La transcripción del manuscrito, ordena
el mejor libro que existe sobre Cáceres. Se escribió en 1675. Su reim ción del texto, actualización de su ortografía, notas, prólogo y co
presión era de urgente necesidad. Domingo Sánchez Loro ha transcri mentarios sobre el libro y los autores, han sido hechos por Domingo
to el texto a la ortografía actual, le ha comentado y le ha puesto un Sánchez Loro. Es esta la primera de las misceláneas placentinas que,
prólogo sobre la obra y el autor. Dios mediante, se publicarán en la «Biblioteca Extremeña»; todas ma
nuscritas, aún inéditas. Ninguna otra población de Extremadura es
18.—Don Diego de Jerez ( Consejero de los Reyes Católicos, servi más rica que Plasencia en misceláneas, prueba fehaciente de la fe-
dor de los duques de Plasencia, deán y protonatario de su igle cundidad de su historia, de la ejemplaridad de su vida.
sia catedral), por Domingo Sánchez Loro.
Tiene Extremadura muchas figuras de universales dimensiones; aún 20.—Emérita Augusta (Historia y monumentos de Mérida), por Do
permanecen ignoradas otras muchas de primera magnitud. Hombres mingo Sánchez Loro.
de ejecutoria descollante en cualquier otra región, apenas alcanzan
que en Extremadura se repare en ellos. Una de estas gigantes figuras Este libro, en apariencia, no es erudito. Empero, es obra del enten
olvidadas es don Diego de Jerez. Contiene este volumen la biografía dimiento, del estudio, de una sutil, aunque disimulada, erudición. Tam
de don Diego de Jerez. Don Diego presenta en su vida dos grandes bién es un libro emotivo, fruto del corazón. El autor, con sosiega de
erudito, con impaciencia de enamorado, en ingenioso casamiento de
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serenidad y fervores, nos muestra las galas, los siglos de ventura, los
años de apocamiento, en Emérita Augusta. La historia de esta colonia PROXIMOS VOLUM ENES
romana ocupa la primera parte del volumen; sus monumentos ocupan
la parte segunda. En todo el libro esplenden dos proyecciones emeri-
tenses.- una es la vida íntima, esplendorosa, llena de pujanza, que tu Las Hurdes: Lo que han sido, lo que son, lo que pueden ser, por
vo la ciudad; otra es su influencia decisiva en la integración del mun
do hispano-romano, en la cristianización de los módulos que mere varios autores.
cían salvarse cuando se arruinó el Imperio, en la unificación religiosa
de España, a través de sus arzobispos, en la buena cuenta que dieron
Historia de Zorita y su Patrona, por Domingo Sánchez Loro,
sus hijos en los tiempos de la Reconquista, en la hazañosa participa Historia de Nuestra Señora de Guadalupe y fundación de su santa
ción que tuvo en las gestas del nuevo mundo. Itera y reitera el autor
la importancia He Mérida, que es índice, vértice, punto geométrico, hi casa, por fray Gabriel de Talaverci.
to culminador de la ejecutoria hispana; porque Emérita Augusta se
llamaba también «la otra Roma»; en todo el mundo, ninguna colonia Acotaciones de un lector sobre Extremadura, por Domingo Sánchez
ganaba en prestancia a Emérita Augusta, si no es la ciudad de Rómu Loro.
lo. Fruto de esta prestancia son los monumentos que el autor nos des Bibliografía geográfica de Extremadura, por Jo ié V. Corraliza.
cribe por menudo. En cuanto a ia parte literaria, sigue este volumen
la placidez, la facundia, la llaneza en el estilo peculiar de Domingo Mujeres extremeñas, por Domingo Sánchez Loro.
Sánchez Loro.
Partidos triunfantes de la Beturia turdula, con todas las poblacio
nes libres comprendidas bajo el cerco de quince leguas de la
villa de Hornachos, por fray Juan Matheo Reyes Ortíz de Tovar.
El empinamiento humano (Visiones de un caminante por la Alta
Extremadura), por Domingo Sánchez Loro.
Los Jerónimos en Extremadura: Cáceres, Guadalupe y Yusie, por
fray José de Sigüenza.
Efemérides extremeñas (Una lectura para cada día), por Domingo
Sánchez Loro.
Historia de Plasencia, por José María Barrios y Rufo.
La Música en Guadalupe (Los órganos y los organisias, la capilla
y sus maestros, la orquesta y los ministriles, los compositores
y la enseñanza de la música) , por Domingo Sánchez Loro.
La Serrana de la Vera y otras narraciones de Extremadura, por
Vicente Barrantes.
Genealogía de indianos extremeños, por Domingo Sánchez Loro.
Viajes por Extremadura, de varios autores.
Crónica de la orden de Alcántara, por Alonso Torres y Tapia,
Prelados placentinos: notas para sus biografías y para la historia
documental de la santa iglesia catedral y ciudad de Plasencia,
por José Benavides Checa.
Sancta JIDaría de Guadalupe,
Ifeíspaníarum TRegína,
ora pro nobís.
P recios 3 o pes