Aristóteles y La Poesía - Berti

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230 En el principio era la maravilla

Pues bien, Glaucón, cuando te encuentres con gente que alaba a Homero y
sostiene que este poeta educó Grecia y merece ser estudiado con vistas a admi­
nistrar y educar el mundo humano, así como para organizar y vivir la vida se­
gún sus reglas, besa y abraza a esta gente como a las mejores personas, y reco­
noce que Homero es el mejor poeta y el primero entre los autores trágicos. No
obstante, debes saber que, en el estado, la única poesía admisible son los him­
nos a los dioses y los elogios a los honestos. Si admites también a la dulce musa
lírica o épica, en tu estado reinarán el placer y el dolor en vez de la ley y aque­
llo que todos hayan convenido en señalar como la óptima razón.27

Aquí, Platón reconoce la grandeza de Homero, lo cual no le impide cen­


surarlo en nombre de la ley y la razón. Más adelante, el filósofo habla del
«encanto» de Homero, y se compara a sí mismo con quien está enamora­
do de una persona y se separa de ella con mucho esfuerzo, si bien conside­
ra que tal amor es «pueril y vulgar». Además, Platón afirma que «entre la
filosofía y el arte de la poesía existe una desavenencia antigua» (aunque
habría que ver a qué ciase de filosofía se refiere).28 La disertación platóni­
ca acerca de la poesía concluye de este modo:

No merece la pena descuidar la justicia ni las demás virtudes en aras de la


exaltación del honor, las riquezas, el servicio público o la poesía. 29

El conflicto entre filosofía y poesía no podría ser mayor.

ARISTÓTELES: LA POESÍA DELEITA Y ENSEÑA

Aristóteles, el otro gran maestro de la filosofía griega, dedicó un tratado a


la poesía que tuvo gran fortuna: la Poética. Para el Estagirita, lo mismo que
para Platón, la poesía, cualquier forma de poesía, es imitación (mimesis).

I.a épica, la poesía trágica, la comedia, la composición de ditirambos y, en su


mayor parte, el arte de tocar la flauta y la cítara, son, en términos generales,
imitaciones. Sin embargo, se diferencian unas de otras por tres factores: o bien
porque imitan con medios distintos, o con objetos distintos, o por la manera en
que imitan.’0
¿Qué efectos tiene la poesía? 231

Como ya hemos dicho, «mimesis» no es sinónimo de adaptación pasiva a


la realidad, sino de representación, puesta en escena, reconstrucción ima­
ginativa. Esto es así en todas las artes, pero afecta de un modo especial a la
poesía y, sobre todo, a la poesía dramática, esto es, a la tragedia y la come­
dia, que constituyen el objeto principal de la Poética.
Según Aristóteles, los medios que utiliza la poesía para imitar la reali­
dad son el ritmo, la palabra y la melodía, conjuntamente o por separado.
Los objetos que la poesía imita son «hombres en acción», los cuales pue­
den ser hombres sobresalientes (5poudaioi) o insignificantes (phauloi), es
decir, los mejores y los peores hombres que se encuentran en la realidad.
La diferencia entre tragedia y comedia es que la primera elige como pro­
tagonistas a hombres sobresalientes y la segunda, a hombres insignifican­
tes. Las formas en que la poesía imita la realidad son las mismas que des­
cribe Platón: en la poesía épica, la imita a través de la narración; en la
tragedia y la comedia, mediante la representación directa de diálogos y ac­
ciones. Como modelos de estos tres géneros, Aristóteles cita, respectiva­
mente, a Homero, Sófocles y Aristófanes.
No obstante, el Estagirita valora la poesía de un modo opuesto al de
Platón.

La imitación es algo congénito en el hombre desde la infancia. Éste se diferen­


cia de los otros animales por ser el más dotado para imitar, y adquiere sus pri­
meros conocimientos a través de la imitación. Además, la experiencia de­
muestra que todos disfrutamos con la imitación, pues incluso nos gusta ver la
perfecta reproducción de aquello que nos molesta cuando lo vemos en la rea­
lidad, como sucede con las imágenes de las bestias más odiosas o con los cadá­
veres. La causa de ello es que aprender es un gran placer no sólo para los filó­
sofos, sino para todos los otros, aunque estos últimos lo hacen en menor
medida. Por tanto, uno se deleita con las imágenes porque, al contemplarlas,
aprende y razona sobre todas las cosas, como, por ejemplo, sobre por qué cier­
ta figura es de una manera determinada.3'

Imitar proporciona conocimientos y nos enseña; además, no nos aleja de la


verdad, como sostenía Platón, sino que nos aproxima mucho a la misma. En
este sentido, la experiencia de los niños es fundamental: aprenden a hablar a
través de la imitación, y gracias a la misma aprenden todo lo que hacen los
En el principio era la maravilla

adultos. En el célebre inicio de la Metafísica, Aristóteles afirma que todos los


hombres, por naturaleza, desean conocer; del mismo modo, puede decirse
que todos los hombres, por naturaleza, desean imitar, puesto que imitar ayu­
da a conocer. Ιλ tendencia a imitar forma parte de la naturaleza humana, y,
junto con la posesión del logos y la necesidad de vivir en la polis, es lo que dis­
tingue al hombre del resto de animales. Aristóteles rechaza la tesis platónica
de las ideas, ya que, en su opinión, la realidad sensible es la única realidad ver­
dadera (la verdadera cama es aquella en la cual dormimos) y, además, afirma
que la imitación es la mejor forma de aprender una acción.
La segunda característica que posee la imitación consiste en proporcio­
nar deleite, el placer que nace de aprender. Si los hombres, por naturale­
za, desean conocer, cuando aprenden, es decir, cuando satisfacen su deseo,
deben sentirse complacidos. Platón, como hemos visto, también había
constatado que la poesía proporcionaba deleite, pero lo había interpretado
como algo negativo, como si se tratara de un placer perverso que era me­
jor evitar. Ello se debía a que, en su opinión, la poesía no ayuda a conocer,
sino que engaña, nos aleja de la verdad y sólo comunica apariencias o
falsedades. En definitiva, los dos grandes filósofos de la Antigüedad reco­
nocen el poder de atracción de la poesía, sin duda porque lo han expe­
rimentado, pero uno lo rechaza y condena por motivos epistemológicos y
éticos, mientras que el otro lo acepta y justifica basándose, en parte, en las
mismas motivaciones y, en parte, en motivaciones contrarias.
Aristóteles aplica su valoración general de la mimesis a los principales
géneros, empezando por la comedia:

La comedia es la imitación de personas que no valen mucho, pero no por un


vicio cualquiera, sino por lo ridículo, que es una parte de lo feo. Lo ridículo es
un error, una monstruosidad que no daña ni provoca sufrimiento, lo mismo
que la máscara [prosopon | cómica, que es algo feo y deforme pero no provoca
sufrimiento.3’

Así pues, el efecto de la comedia es lo ridículo; la comedia hace reír, pero


la risa no es un mal, porque no provoca sufrimiento, nos hace disfrutar y
no nos daña desde un punto de vista moral. Aristóteles no añade mucho
más acerca de la comedia, pues afirma que no se sabe casi nada sobre sus
¿Qué efectos tiene la poesía?_______________________________________ 233

orígenes y evolución, ya que, en un principio, nadie la tomó en serio en la


ciudad. Observa que «comedia» deriva de ¡{orne, «aldea», lo cual se refie­
re al hecho de que las gentes expulsadas de las ciudades vagabundeaban
por aldeas.33Umberto Eco, en E l nombre de la rosa, imagina que la Poética
de Aristóteles comprendía un segundo libro dedicado a la comedia, libro
perdido del cual se conservaba un único manuscrito en el monasterio don­
de se sitúa la acción de la novela. Alguien envenenó las páginas de dicho
manuscrito para impedir su lectura, considerada fuente de risa y, como tal,
inmoral, lo cual explica la muerte de varios monjes que, mientras lo leían,
se lamieron el dedo para girar las hojas.
Tragedia y poesía épica coinciden en el hecho de imitar a hombres so­
bresalientes y en el de ser composiciones en verso, pero se diferencian en
las siguientes características: en la tragedia se utilizan varios metros y en la
épica sólo se emplea el hexámetro; la primera es un discurso directo y la se­
gunda, una narración; la acción de la tragedia sucede en un día o poco más,
mientras que, en la épica, dura un tiempo indeterminado. Aristóteles de­
fine la tragedia con estas palabras:

La tragedia es la imitación de una acción seria y completa, de cierta magni­


tud, expresada en lenguaje ornamentado, separada en cada una de sus partes;
no consiste en un relato, sino en personajes que actúan, y, mediante la com­
pasión y el temor, lleva a cabo \perainousa\ una purificación de este tipo de
sentimientos.34

Aristóteles aclara más adelante algunos aspectos de esta compleja defini­


ción. Consideremos el objeto de la mimesis que constituye la tragedia: una
acción «seria» (spoudaia), esto es, realizada por personas excepcionales, hé­
roes y heroínas como Agamenón, Áyax o Antigona, y «completa» (teleta),
es decir, perfecta, sin carencias, puesto que tiene un inicio, un desarrollo y
una conclusión. Además, se trata de una acción «de cierta magnitud», lo
cual significa que su duración es la adecuada, ni muy larga ni muy breve y,
por tanto, bella. El «lenguaje ornamentado», según explica Aristóteles, es
aquel que posee ritmo y melodía, conjuntamente o por separado. Y, pues­
to que las personas representadas actúan, la tragedia, además de la dicción
y la música, debe incluir una puesta en escena.
Ξϋ En el principio era la maravilla

Lo que Aristóteles no explica es el significado de la famosa «purifica­


ción» o «catarsis» (Catharsis) de los sentimientos, concretamente de los dos
sentimientos que Gorgias ya había identificado como efectos de la poesía: la
compasión y el miedo. En la Poética no hay más alusiones a dicha purifica­
ción, que también se menciona en la Política, donde Aristóteles remite al
lector a la Poética para mayores informaciones sobre el tema, si bien, como
decimos, en esta última no se aclara su significado (por lo menos, en la par­
te de la obra que se ha conservado). Pese a todo, el pasaje de la Política don­
de se aborda la cuestión de la catarsis ayuda a entender el de la Poética; en él
se habla de educar a los jóvenes en la mejor de las ciudades posibles.

[...] decimos que no debe utilizarse la música para un único beneficio, sino
para muchos, pues conviene cultivarla para la educación, la catarsis |...| y, en
tercer lugar, para distraerse, relajarse y descansar tras la tensión. Por tanto, es
evidente que debemos emplearla en todas sus formas, aunque no debemos
emplearlas todas de la misma manera. Así, para la educación utilizaremos las
formas más éticas, y las demás, aquellas que impulsan a actuar y avivan el en­
tusiasmo, las utilizaremos para escucharlas mientras las ejecutan otros. 35

Para Aristóteles, la catarsis es uno de los tres objetivos de la música, junto


con la educación y la distracción, un objetivo vinculado a los otros dos,
pero distinto a ambos. Desde un punto de vista ético, las formas musicales
más dignas son las melodías y los cantos edificantes (por ejemplo, los can­
tos patrióticos), y su finalidad es la educación. En cambio, las formas mu­
sicales cuya finalidad es la catarsis son aquellas que incitan a actuar y ali­
mentan el entusiasmo. Aristóteles añade:

Emociones como la compasión, el temor o el entusiasmo, que a veces invaden


ciertas almas, existen en todas, aunque en mayor o menor intensidad. Y algu­
nos, víctimas de tales perturbaciones, cuando recurren a las melodías sagra­
das, que arrastran el alma fuera de sí, se restablecen como si hubieran recibi­
do un tratamiento |iatreia] o una purificación [Catharsis]. El mismo efecto
obtendrán quienes sientan compasión, temor o cualquier otra emoción, den­
tro de los límites en que cada uno la sienta, pues para todos debe existir algún
tipo de purificación y alivio acompañado de placer. Del mismo modo, las me­
lodías purifícadoras provocan un deleite inocente en los hombres.3*
¿Quéefectos tiene la poesía?

Todos los hombres, en mayor o menor medida, albergan sentimientos o


emociones como la compasión, el temor o el entusiasmo. Algunas formas
musicales, como las melodías sagradas, «que arrastran el alma fuera de sí»,
actúan sobre dichas emociones como un bálsamo y una purificación, esto
es, un «alivio acompañado de placer» o «un deleite inocente».
Pero ¿la catarsis producida por la tragedia de la que se habla en la Poé­
tica conlleva los mismos efectos que tiene la música según la Política? En
realidad, el texto no dice que la tragedia produzca una purificación de las
pasiones, sino que «lleva a cabo» dicha purificación (peraino deriva de pe­
ras, «límite», «realización», y significa «llevar a cabo»). Según un especia­
lista italiano en la Poética, Pierluigi Donini, la tragedia lleva a cabo una
purificación que se ha iniciado antes con la música de la que se habla en la
Política. La música se dirige principalmente a los jóvenes, y produce una
primera purificación de las pasiones, pues los educa en las virtudes éticas
(valor, templanza, justicia); en cambio, la tragedia va dirigida a los adultos
y lleva a cabo una purificación de las pasiones, pues los educa en la pruden­
cia (phronesis), virtud dianoética propia de la madurez.17Así, por ejemplo,
los espectadores que asisten a las vivencias de Edipo sienten compasión
por él y temen por sí mismos, pero la mimesis en la cual consiste la trage­
dia purifica de dolor estos sentimientos, y muestra por qué motivo una
persona puede alcanzar o no alcanzar la felicidad, lo cual hace a los espec­
tadores más sabios.
A mi entender, esta opinión queda confirmada con lo que Aristóteles
afirma después acerca de la compasión y el temor. El Estagirita declara
que la tragedia no sólo debe imitar una acción completa, sino «hechos te­
rribles y penosos» que provoquen sentimientos de temor y compasión, y
que los hechos son tales cuando ocurren en contra de lo previsto, y no por
azar, sino uno a causa de otro.38 Ésos son los golpes de escena (peripeteiai,
literalmente «peripecias»), los giros imprevistos de los acontecimientos,
los destinos o las adversidades.119La evolución de tales sucesos viene deter­
minada por la trama (mythos), que constituye el aspecto más importante de
la tragedia.

('m u lto inspira com pasión y tem or puede p roducirse com o efecto del espec­
táculo, pero tam bién puede producirse gracias a la concatenación de sucesos,
236 En el principio era la maravilla

lo cual es preferible y digno del mejor poeta. La trama, pues, debe componer·
se de tal manera que, incluso sin verlos, quien escucha los hechos se estre­
mezca y sienta compasión, como ocurre al escuchar la trama de Edipo [...). Y,
puesto que el poeta, a través de la imitación, debe proporcionar un placer de­
rivado del temor y la compasión, está claro que ello debe realizarse median­
te los hechos.4"

Así, la tragedia provoca compasión y temor al escenificar acontecimientos


que suscitan dichas pasiones; al mismo tiempo, gracias al efecto de la mi­
mesis, «purifica» dichas pasiones de su parte dolorosa y las transforma en
algo placentero. ¿A qué tipo de placer se refiere Aristóteles? Pues, como
ya había dicho anteriormente, al placer que caracteriza la mimesis, es de­
cir, al placer de aprender.
El Estagirita alude en varias ocasiones a otro efecto de la poesía trágica,
al cual denomina lo «asombroso» o «maravilloso» (thaumaston): «Tanto
en los golpes de escena como en las acciones simples se persigue el efecto
de lo asombroso, por tratarse de algo trágico y acorde al sentido moral».4'
El autor, aludiendo a la concatenación de sucesos, añade:

De este modo resultarán más maravillosos que si acontecieran por sí mismos


o por azar, pues los hechos casuales parecen más asombrosos cuando han sido
provocados por un designio. Asi ocurrió, por ejemplo, cuando la estatua de
Mitis en Argos mató al culpable de la muerte de Mitis al cá?r sobre él duran­
te una ceremonia.41

Dejando a un lado la analogía con el mito moderno de don Juan, en el cual


la estatua de la víctima también mata al culpable, el tema de lo «maravillo­
so» recuerda el famoso pasaje de la Metafísica acerca del asombro como
fuente de aprendizaje y, además, confirma el hecho de que la poesía trági­
ca sirve para aprender.
Según Aristóteles, el mismo efecto posee la poesía épica, dentro de la
cual la mimesis se lleva a cabo a través la narración.

En cuanto a la imitación narrativa, sus tramas deben construirse de manera


dramática, en torno a una acción única, entera y completa, con un principio,
un medio y un fin, para que proporcione su propio placer, al igual que un úni·
¿Quéefectos tiene la poesía? 237

co organismo viviente. (...] En esto Homero también demuestra ser un prodi­


gio frente a los demás.43

En las tragedias debe existir lo maravilloso, mientras que en la épica hallamos


a menudo lo irracional [alogon], que es la base fundamental de lo maravilloso.44

Lo «irracional» es aquello que, inicialmente, sucede sin razón, y por eso


suscita asombro, y el asombro produce placer, el placer de aprender, gra­
cias al cual se llega a la razón de la que se carecía.
Aristóteles se pregunta si es mejor la imitación épica o la imitación trá­
gica, es decir, si es preferible el poema épico o la tragedia, y, en su respues­
ta, aparece de nuevo el tema del placer y el aprendizaje.

La tragedia posee todas las características de la épica, ya que puede admitir el


mismo metro, y posee una más, que no es poca cosa: la música, a través de la
cual los placeres son más evidentes [...]. Además, el fin de la imitación se alcan­
za en un espacio menor, y lo que está más concentrado resulta más agradable
que aquello que se prolonga en el tiempo. Pensemos loque ocurriría si se alar­
gara el Edipo de Sófocles en tantos versos como la IltadaS*

Por consiguiente, si difieren en estos factores y, además de éstos, por efecto del
arte {tes technes ergon\, y puesto que épica y tragedia no deben producir un pla­
cer cualquiera, sino el placer que hemos especificado, está claro que la trage­
dia, al alcanzar mejor el efecto del arte, es superior a la épica.46

El criterio con el que se juzga el valor de la poesía sigue siendo el placer;


éste es el «efecto del arte», el fin de la mimesis, lo cual, para Aristóteles, es
positivo, y constituye una cualidad, la cualidad específica de la poesía.
Aristóteles también remarca el valor cognoscitivo o epistemológico de la
tragedia, pues exalta su grandeza al afirmar que «al desencadenarse una se­
rie continua de sucesos verosímiles o necesarios \kata to eikps e to anankaionJ,
se pasa de la desdicha a la felicidad o de la felicidad a la desdicha».47 Más
adelante, el filósofo añade: «el cometido del poeta no es decir lo que ha suce­
dido, sino lo que podría haber ocurrido de un modo verosímil o necesario».48
La serie de hechos objeto de la mimesis debe poseer un carácter verosí­
mil o necesario. En los Analíticos, el autor explica que lo «verosímil» (eif(ps)
En el principio era la maravilla

es aquello que sucede «en la mayoría de los casos», mientras que lo «nece­
sario» es aquello que ocurre siempre, en todos los casos.49Así, por ejemplo,
«en la mayoría de los casos», las madres quieren a sus hijos (a excepción de
Medea, que los mató), y la suma de los ángulos de un triángulo «siempre»
es igual a dos ángulos rectos. Pues bien, según Aristóteles, saber cómo son
las cosas siempre o en la mayoría de los casos es una labor que correspon­
de a la ciencia (episteme)\ por ejemplo, las matemáticas deben averiguar
cómo son siempre y la física, cómo son en la mayoría de los casos.5® De este
modo, la tragedia adquiere el mismo valor de verdad que tenía la ciencia
(obviamente, dentro del ámbito de las experiencias humanas, no en el
campo de los fenómenos naturales).
Gracias a esta consideración, Aristóteles tiene ocasión de realizar su cé­
lebre comparación entre historia, poesía y ciencia (o filosofía).

La diferencia entre el historiador y el poeta no reside en el hecho de expresar­


se en verso o en prosa, puesto que la historia de Heródoto podría trasladarse
en verso y, tanto en verso como en prosa, seguiría siendo historia. La diferen­
cia consiste en que uno cuenta lo que ha sucedido y el otro, lo que podría ha­
ber sucedido. Por este motivo, la poesía es más filosófica \philosophoteron] y
más seria (spoudaioteron] que la historia, puesto que la poesía trata de lo uni­
versal, mientras que la historia se refiere a lo particular. El hecho de que al­
guien haga o diga ciertas cosas verosímiles o necesarias pertenece al ámbito de
lo universal, y eso es a lo que aspira la poesía, la cual luego le añade nombres.
En cambio, decir qué hizo o qué le sucedió a Alcibiades pertenece al ámbito
de lo particular.5'

Aristóteles identifica lo que ocurre siempre (lo necesario) o en la mayoría


de los casos (lo verosímil) con lo universal, y aquello que no ocurre siem­
pre ni en la mayoría de los casos, con lo particular. La poesía es «más filo­
sófica» que la historia porque, al igual que la ciencia, tiene por objeto lo
universal, mientras que el objeto de la historia es lo particular. En este
caso, «más filosófico» significa «más científico» en general, puesto que per­
mite saber más; no se trata, pues, de una alusión específica a la filosofía
(para Aristóteles, philosophia es sinónimo de episteme, «ciencia», y lo que
nosotros llamamos filosofía, él lo denomina «filosofía primera»). Lo parti­
cular es, por ejemplo, aquello que hizo Alcibiades, mientras que lo univcr-
¿Quéefectos tiene la poesía? 239

sal es aquello que podría haber hecho un héroe como, pongamos por caso,
Aquiles (y ya le hemos añadido un nombre), al hallarse en una situación
determinada. Por tanto, con la poesía adquirimos más conocimientos que
con la historia y, en el campo de las experiencias humanas, la primera al­
canza un grado de conocimiento equiparable al de la ciencia, pues lleva al
conocimiento de lo universal, ya sea necesario o verosímil.
Al proclamar el valor cognoscitivo de la poesía, Aristóteles se sitúa en
las antípodas de Platón. La postura platónica y la postura aristotélica deli­
mitan toda la gama de valoraciones que pueden hacerse acerca de la poe­
sía, y se convierten en tesis emblemáticas, puesto que cualquier otra valo­
ración realizada por los filósofos de la Antigüedad podrá incluirse en una
u otra corriente.

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