Tinta Limón-El Umbral-Franco Berardi Bifo

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Franco Berardi Bifo

El umbral
Crónicas y meditaciones
Franco Berardi Bifo
El umbral
Crónicas y meditaciones

Traducción
Emilio Sadier
Berardi, Franco
El umbral / Franco Berardi Bifo - 1a ed . - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires : Tinta Limón, 2020.
208 p. ; 20 x 14 cm.

Traducción de: Emilio Sadier


ISBN 978-987-3687-69-3

1. Sociedad contemporánea. 2. Ensayo político. 3. Filosofía. I.


Sadier, Emilio, trad. II. Título.
CDD 301.01

Traducción y notas: Emilio Sadier

Diseño de cubierta: Juan Pablo Fernández


Imagen de tapa: Fragmento de apocalipsis I, ISTUBALZ (Instituto de
Estudios Balzanicos), 2020
Diseño de Colección Nociones Comunes: Juan Pablo Fernández

Creative Commons 2.0 (CC BY-NC-ND 2.0)


© de los textos, Franco Berardi Bifo
© 2020, de la edición Tinta Limón
www.tintalimon.com.ar
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Índice

introducción 11
siete crónicas de la psicodeflación
uno. psicodeflación 17
dos. RESET 33
tres. Valter 49
cuatro. torcidos 65
cinco. el horizonte 79
seis. ajedrez 95
siete. ¡Repartir! 111
post scriptum 131
seis meditaciones sobre el umbral
uno. umbral & cosmopoiesis 151
dos. más allá del colapso 163
tres. recodificador universal 169
cuatro. el tercer inconsciente 175
cinco. la profecía sensual 185
seis. besos 193
Nota

Entre marzo y mayo de este año, primeras versiones de las “Cróni-


cas de la psicodeflación” fueron publicadas digitalmente en el sitio
web de NOT (not.neroeditions.com). Con autorización del autor,
fueron traducidas y publicadas en español en el sitio SANGRRE
(sangrre.com.ar). En todos los casos, las notas al pie corresponden
al traductor e incluyen: enlaces web indicados originalmente por
el autor para la versión digital; referencias sobre bibliografía cita-
da; comentarios acerca de aspectos de la traducción; información
complementaria sobre lugares, personas o hechos mencionados,
orientada a lectores no italianos (y en algún caso no europeos). En
los casos en que el autor utilizó términos en inglés u otros idiomas,
se optó por mantenerlos e incluir, a continuación y entre corchetes,
la traducción correspondiente.

9
introducción

Escribí estas crónicas de la psicodef lación durante la primavera


de 2020, cuando la pandemia de coronavirus golpeaba a Italia de
modo muy violento e imponía la cuarentena a toda la población.
No exactamente a toda la población, ya que millones de traba-
jadores se veían de todos modos forzados a trabajar, corriendo
el riesgo de infectarse, porque tenían un rol esencial: médicos y
enfermeras, naturalmente, pero también riders, trabajadores pre-
carios obligados a correr en bicicleta para llevar y traer paquetes
al servicio de alguna plataforma como Amazon o Just Eat. Tam-
bién gran parte de los obreros de la industria fueron obligados a
ir a las fábricas.
Después de un par de meses, se empezó a creer que la pandemia
estaba terminando: el gobierno italiano anunció una reducción de
las medidas de confinamiento y, luego, el fin de la cuarentena. Pen-
samos entonces que el contagio estaba destinado a disolverse poco a
poco, y que pronto la vida volvería a la normalidad.
Poco a poco, entendimos que esto no es así en absoluto. En pri-
mer lugar, porque la pandemia siguió expandiéndose, provocando
nuevos cierres en mareas sucesivas, de este a oeste, desde China
hasta el viejo continente euroasiático, luego hacia el nuevo conti-
nente americano, primero al norte y luego al sur.
Luego comenzó a extenderse el miedo de que el contagio pudie-
ra regresar. Y entonces los gobiernos volvieron a imponer la cuaren-
tena aquí y allá, un poco como manchas de un leopardo.
En estos días, mientras escribo el prefacio de esta edición en
castellano, están cerrando nuevamente Cataluña.
Acepté una invitación a Cataluña para septiembre; tengo deseos
de volver a Barcelona, ​​donde hace ya un año que no aparezco, quiero

11
FRANCO BERARDI BIFO

volver a ver a mis amigos y amigas, pero estoy empezando a pensar


que no será posible. ¿O sí?
Ya no sabemos nada sobre nuestro futuro personal, mucho me-
nos sobre el futuro global.
Lo que me parece seguro es que ya nada volverá a ninguna nor-
malidad. El colapso de la economía está garantizado para el próxi-
mo año, desempleo masivo, interrupción de la producción, caída
dramática de la demanda.
Pero no está claro, sin embargo, si esta interrupción, este colap-
so, nos permitirá salir del cadáver del capitalismo, experimentar
formas de vida igualitarias y frugales, o si seremos empujados ha-
cia una guerra de todos contra todos, hacia una angustia ininte-
rrumpida y hacia la extinción de la civilización humana.
La pandemia explotó después de un año de violentísima convul-
sión global: las revueltas de Hong Kong y Barcelona, de ​​ Santiago y
Quito, de La Paz y Beirut, de Teherán y Bagdad habían anunciado
una crisis final del liberalismo que durante cuarenta años devastó
el planeta y la mente colectiva. Pero en esa convulsión de revueltas
no había surgido ninguna perspectiva alternativa, ningún proyecto
de reconstrucción de la sociedad sobre bases igualitarias.
Solo la ansiedad, la ira, la desesperación. Luego llegó el colapso, y
ahora se está preparando un período de catástrofe depresiva global.
Sin embargo, en el vacío producido por el colapso comenzamos a
ver una alternativa muy radical.
Si sabemos crear condiciones para el despliegue eficaz de la so-
lidaridad social, si sabemos dotarnos de instrumentos adecuados
para la defensa y para el ataque, si sabemos elaborar un modelo ade-
cuado de plena aplicación de las tecnologías productivas, entonces
será el fin de la propiedad privada, la salida del dominio abstracto
del capital, de la explotación y de la miseria.
Una alternativa esperada y prometida durante dos siglos, que
ninguna política ha sido capaz de lograr, y que un virus ha puesto
al alcance de una humanidad que, paradójicamente, se encuentra al
borde de un precipicio, pero también en el umbral de una emanci-
pación: la emancipación de la superstición del dinero y del trabajo
asalariado.

12
INTRODUCCIÓN

Si no sabemos crear estas condiciones, entonces tendremos que


enfrentar precisamente el fin de la humanidad. De la humanidad
como valor compartido, como sensibilidad, inteligencia y compren-
sión, pero también de la humanidad como especie: el fin del animal
humano sobre la Tierra.
Esta vez no estamos bromeando: los incendios forestales de me-
dio mundo, el derretimiento de los glaciares, la invasión catastró-
fica de langostas en el cuerno de África, la carrera armamentista,
el hambre que regresa a muchas partes del mundo, la pandemia
viral que inaugura una era de terror sanitario. Todo esto significa
una sola cosa: que la extinción está en la agenda, y que no hay otra
forma de salir de esta perspectiva que no sea la igualdad económi-
ca radical, la libertad cultural, la lentitud de los movimientos y la
velocidad de los pensamientos.
O el comunismo o la extinción.
Hace cincuenta años, en las librerías de París circulaba una re-
vista llamada Socialisme ou barbarie. Sabemos cómo terminó esa
cuestión. No supimos crear las condiciones culturales y técnicas
para el socialismo, y el resultado se vio en los primeros veinte años
del nuevo siglo: explotación brutal, precariedad y miseria creciente,
racismo, nacionalismo, sumisión de la inteligencia colectiva a la ig-
norancia de la minoría armada.
Barbarie.
Y por fin, naturalmente, colapso. Colapso sanitario, claro, pero
antes que nada colapso psíquico, depresión extendida, crisis de pá-
nico, epidemia suicida.
Esta primavera, el colapso abrió las puertas de nuestro mañana.
Puede ser (es muy probablemente que sea) un mañana de gue-
rra civil generalizada, opresión tecnototalitaria de marca china,
violencia fascista de marca turca o húngara, demencia armada de
marca estadounidense.
En este caso, pronto reconoceremos que hubiera sido mejor de-
jarse llevar por el coronavirus, en lugar de asistir impotentes a la vio-
lencia de los patrones y a la arrogancia de sus sirvientes ignorantes.
Con un petróleo que cuesta cero dólares, el mundo se verá asfi-
xiado por las brumas venenosas de Delhi, por los incendios devas-

13
FRANCO BERARDI BIFO

tadores de Australia, por las aguas de los océanos bajo la tormenta.


En un par de generaciones rezaremos al dios de lo inevitable para
que acelere los tiempos de la extinción inminente.
Pero otra perspectiva se ha abierto, y otro fin es posible, un fin
que sea un comienzo.
Las potencias de la inteligencia técnica gobernadas por cien mi-
llones de jóvenes trabajadores cognitivos, y el florecimiento de un
millón de comunas autónomas, de laboratorios y de escuelas que
produzcan lo que todos necesiten y sobre lo que nadie tenga que
volver a lucrar.
El dinero se ha vuelto inútil, la acumulación es una ilusión
peligrosa.
Necesitamos investigación científica, satisfacción ociosa de las
necesidades esenciales y placer de los sentidos y de las mentes.
Que lo erótico ahuyente el triste recuerdo de lo económico. Que
la poesía cosmopolita disuelva el mal olor de la pertenencia na-
cional. Que todas las banderas ardan, que se abran las puertas de
todas las cárceles.
Es posible, si sabemos resistirnos a lo probable y sabemos bur-
larnos de lo inevitable.

17 de julio de 2020

14
siete crónicas
de la psicodeflación
uno
psicodeflación

“You are the crown of creation


and you’ve got no place to go”.1
Jefferson Airplane, 1968

“La palabra es ahora un virus. Quizás alguna vez


el virus de la gripe fue una célula sana. Ahora
es un organismo parasitario que invade y daña
el sistema nervioso central. El hombre moderno
ha perdido la opción del silencio. Intenta detener
tu discurso subvocal. Intenta alcanzar al menos
diez segundos de silencio interior. Te encontrarás
con un organismo resistente que te fuerza a ha-
blar. Ese organismo es la palabra”.
William Burroughs, El ticket que explotó

21 de febrero
Al regresar de Lisboa, una escena inesperada en el aeropuerto de
Bolonia.
En la entrada hay dos humanos completamente cubiertos con
un traje blanco, con un casco luminiscente y un extraño aparato en
sus manos. El aparato es una pistola termómetro de altísima preci-
sión que emite luces violetas por todas partes.
Se acercan a cada pasajero, lo detienen, apuntan la luz violeta a
su frente, controlan la temperatura y luego lo dejan ir.
Un presentimiento: ¿estamos atravesando un nuevo umbral en
el proceso de mutación tecnopsicótica?

1 “Sos la corona de la creación / y no tenés adónde ir”.

17
FRANCO BERARDI BIFO

28 de febrero
Desde que volví de Lisboa, no puedo hacer otra cosa: compré unos
veinte lienzos de pequeñas proporciones, y los pinto con pintura de
colores, fragmentos fotográficos, lápices, carbonilla. No soy pintor,
pero cuando estoy nervioso, cuando siento que está sucediendo algo
que pone a mi cuerpo en vibración dolorosa, me pongo a garabatear
para relajarme.
La ciudad está silenciosa como si fuera Ferragosto.2 Las escuelas
cerradas, los cines cerrados. No hay estudiantes alrededor, no hay
turistas. Las agencias de viajes cancelan regiones enteras del mapa.
Las convulsiones recientes del cuerpo planetario quizás estén pro-
vocando un colapso que obligue al organismo a detenerse, a ralen-
tizar sus movimientos, a abandonar los lugares abarrotados y las
frenéticas negociaciones cotidianas. ¿Y si esta fuera la vía de salida
que no conseguíamos encontrar, y que ahora se nos presenta en
forma de una epidemia psíquica, de un virus lingüístico generado
por un biovirus?
La Tierra ha alcanzado un grado de irritación extremo, y el cuer-
po colectivo de la sociedad padece desde hace tiempo un estado
de estrés intolerable: la enfermedad se manifiesta en este punto,
modestamente letal, pero devastadora en el plano social y psíquico,
como una reacción de autodefensa de la Tierra y del cuerpo plane-
tario. Para las personas más jóvenes, es solo una gripe fastidiosa.
Lo que provoca pánico es que el virus escapa a nuestro saber:
no lo conoce la medicina, no lo conoce el sistema inmunitario. Y lo
ignoto de repente detiene la máquina. Un virus semiótico en la psi-
cósfera bloquea el funcionamiento abstracto de la economía, porque
sustrae de ella los cuerpos. ¿Quieren verlo?

2 Ferragosto, el 15 de agosto, es uno de los días de vacaciones más populares del verano
italiano. Su nombre deriva del latín ferie Augusti, “Descanso de Augusto”, en refe-
rencia al emperador romano que introdujo en el 18 a.C. una serie de festividades que
se unió a las antiguas celebraciones del fin del período de cosecha y trabajo agrícola.
En el siglo VII el día fue proclamado por el papa Niccolò I como celebración de la
Asunción de la Virgen María.

18
CRÓNICAS

2 de marzo
Un virus semiótico en la psicósfera bloquea el funcionamiento abs-
tracto de la máquina, porque los cuerpos ralentizan sus movimien-
tos, renuncian finalmente a la acción, interrumpen la pretensión de
gobierno sobre el mundo y dejan que el tiempo retome su flujo en
el que nadamos pasivamente, según la técnica de natación llamada
“hacerse el muerto”. La nada se traga una cosa tras otra, pero mien-
tras tanto se ha disuelto la ansiedad de mantener unido al mundo
que mantenía unido al mundo.
No hay pánico, no hay miedo, sino silencio. Rebelarse se ha mos-
trado inútil, así que detengámonos.
¿Cuánto está destinado a durar el efecto de esta fijación psicótica
que ha tomado el nombre de coronavirus? Dicen que la primavera
matará al virus, pero por el contrario podría exaltarlo. No sabemos
nada al respecto, ¿cómo podemos saber qué temperatura prefiere?
Poco importa cuán letal sea la enfermedad: parece serlo modesta-
mente, y esperamos que se disipe pronto.
Pero el efecto del virus no es tanto el número de personas que
debilita o el pequeñísimo número de personas que mata. El efecto
del virus radica en la parálisis relacional que propaga. Hace tiempo
que la economía mundial ha concluido su parábola expansiva, pero
no conseguíamos aceptar la idea del estancamiento como un nuevo
régimen de largo plazo. Ahora el virus semiótico nos está ayudan-
do a la transición hacia la inmovilidad.
¿Quieren verlo?

3 de marzo
¿Cómo reacciona el organismo colectivo, el cuerpo planetario, la
mente hiperconectada sometida durante tres décadas a la tensión
ininterrumpida de la competencia y de la hiperestimulación ner-
viosa, a la guerra por la supervivencia, a la soledad metropolitana
y a la tristeza, incapaz de liberarse de la resaca que roba la vida
y la transforma en estrés permanente, como un drogadicto que
nunca consigue alcanzar a la heroína que sin embargo baila ante

19
FRANCO BERARDI BIFO

sus ojos, sometido a la humillación de la desigualdad y de la im-


potencia?
En la segunda mitad de 2019, el cuerpo planetario entró en con-
vulsión. De Santiago a Barcelona, de ​​ París a Hong Kong, de Quito a
Beirut, multitudes de muy jóvenes salieron rabiosamente a la calle.
La revuelta no tenía objetivos específicos, o más bien tenía objetivos
contradictorios. El cuerpo planetario estaba preso de espasmos que
la mente no sabía guiar. La fiebre creció hasta el final del año.
Luego, Trump asesina a Soleimani, en la celebración de su pue-
blo. Millones de iraníes desesperados salen a las calles, lloran, pro-
meten una venganza estrepitosa. No pasa nada, bombardean un
patio. En medio del pánico, derriban un avión civil. Y así Trump
gana todo, su popularidad aumenta: los estadounidenses se excitan
cuando ven la sangre, los asesinos siempre han sido sus favoritos.
Mientras tanto, los demócratas comienzan las elecciones primarias
en un estado de división tal que solo un milagro podría conducir a
la nominación del buen anciano Sanders, única esperanza de una
victoria improbable.
Entonces, nazismo trumpista y miseria para todos y sobreesti-
mulación creciente del sistema nervioso planetario. ¿Es esta la mo-
raleja de la fábula?
Pero he aquí la sorpresa, el giro, lo imprevisto que frustra cual-
quier discurso sobre lo inevitable. Lo imprevisto que hemos estado
esperando: la implosión. El organismo sobreexcitado del género hu-
mano, después de décadas de aceleración y de frenesí, después de
algunos meses de convulsiones sin perspectivas, encerrado en un
túnel lleno de rabia, de gritos y de humo, finalmente se ve afectado
por el colapso: se propaga una gerontomaquia que mata principal-
mente a los octogenarios, pero bloquea, pieza por pieza, la máquina
global de la excitación, del frenesí, del crecimiento, de la economía…
El capitalismo es una axiomática, es decir, funciona sobre la
base de una premisa no comprobada (la necesidad del crecimiento
ilimitado que hace posible la acumulación de capital). Todas las con-
catenaciones lógicas y económicas son coherentes con ese axioma,
y ​​nada puede concebirse o intentarse por fuera de ese axioma. No
existe una salida política de la axiomática del Capital, no existe un

20
CRÓNICAS

lenguaje capaz de enunciar el exterior del lenguaje, no hay ninguna


posibilidad de destruir el sistema, porque todo proceso lingüístico
tiene lugar dentro de esa axiomática que no permite la posibilidad
de enunciados eficaces extrasistémicos. La única salida es la muer-
te, como aprendimos de Baudrillard.
Solo después de la muerte se podrá comenzar a vivir. Después
de la muerte del sistema, los organismos extrasistémicos podrán
comenzar a vivir. Siempre que sobrevivan, por supuesto, y no hay
certeza al respecto.
La recesión económica que se está preparando podrá matarnos,
podrá provocar conflictos violentos, podrá desencadenar epidemias
de racismo y de guerra. Es bueno saberlo. No estamos preparados
culturalmente para pensar el estancamiento como condición de lar-
go plazo, no estamos preparados para pensar la frugalidad, el com-
partir. No estamos preparados para disociar el placer del consumo.

4 de marzo
¿Esta es la vencida? No sabíamos cómo deshacernos del pulpo,
no sabíamos cómo salir del cadáver del Capital; vivir en ese ca-
dáver apestaba la existencia de todos, pero ahora el shock es el
preludio de la def lación psíquica definitiva. En el cadáver del Ca-
pital estábamos obligados a la sobreestimulación, a la aceleración
constante, a la competencia generalizada y a la sobreexplotación
con salarios decrecientes. Ahora el virus desinf la la burbuja de la
aceleración.
Hace tiempo que el capitalismo se encontraba en un estado
de estancamiento irremediable. Pero seguía fustigando a los ani-
males de carga que somos, para obligarnos a seguir corriendo,
aunque el crecimiento se había convertido en un espejismo triste
e imposible.
La revolución ya no era pensable, porque la subjetividad está
confusa, deprimida, convulsiva, y el cerebro político no tiene ya
ningún control sobre la realidad. Y he aquí entonces una revolu-
ción sin subjetividad, puramente implosiva, una revuelta de la
pasividad, de la resignación. Resignémonos. De repente, esta pa-

21
FRANCO BERARDI BIFO

rece una consigna ultrasubversiva. Basta con la agitación inútil


que debería mejorar y en cambio solo produce un empeoramiento
de la calidad de la vida. Literalmente: no hay nada más que hacer.
Entonces no lo hagamos.
Es difícil que el organismo colectivo se recupere de este shock
psicótico-viral y que la economía capitalista, ahora reducida a un
estancamiento irremediable, retome su glorioso camino. Podemos
hundirnos en el infierno de una detención tecnomilitar de la que
solo Amazon y el Pentágono tienen las llaves. O bien podemos olvi-
darnos de la deuda, el crédito, el dinero y la acumulación.
Lo que no ha podido hacer la voluntad política podría hacer-
lo la potencia mutágena del virus. Pero esta fuga debe prepararse
imaginando lo posible, ahora que lo imprevisible ha desgarrado el
lienzo de lo inevitable.

5 de marzo
Se manifiestan los primeros signos de hundimiento del sistema
bursátil y de la economía, los expertos en temas económicos ob-
servan que esta vez, a diferencia de 2008, las intervenciones de
los bancos centrales u otros organismos financieros no serán de
mucha utilidad.
Por primera vez, la crisis no proviene de factores financieros y ni
siquiera de factores estrictamente económicos, del juego de la oferta
y la demanda. La crisis proviene del cuerpo.
Es el cuerpo el que ha decidido bajar el ritmo. La desmoviliza-
ción general del coronavirus es un síntoma del estancamiento, in-
cluso antes de ser una causa del mismo.
Cuando hablo de cuerpo me refiero a la función biológica en su
conjunto, me refiero al cuerpo físico que se enferma, aunque de
una manera bastante leve, pero también y sobre todo me refiero a
la mente, que por razones que no tienen nada que ver con el razo-
namiento, con la crítica, con la voluntad, con la decisión política, ha
entrado en una fase de pasivización profunda.
Cansada de procesar señales demasiado complejas, deprimida
después de la excesiva sobreexcitación, humillada por la impo-

22
CRÓNICAS

tencia de sus decisiones frente a la omnipotencia del autómata


tecnofinanciero, la mente ha disminuido la tensión. No es que la
mente haya decidido algo: es la caída repentina de la tensión que
decide por todos. Psicodef lación.

6 de marzo
Naturalmente, se puede argumentar exactamente lo contrario de lo
que dije: el neoliberalismo, en su matrimonio con el etnonaciona-
lismo, debe dar un salto en el proceso de abstracción total de la vida.
He aquí, entonces, el virus que obliga a todos a quedarse en casa,
pero no bloquea la circulación de las mercancías. Aquí estamos en
el umbral de una forma tecnototalitaria en la que los cuerpos serán
para siempre repartidos, controlados, mandados a distancia.
En Internazionale se publica un artículo de Srecko Horvat (tra-
ducido de la New Statesman).3
Según Horvat, “el coronavirus no es una amenaza para la eco-
nomía neoliberal, sino que crea el ambiente perfecto para esa ideo-
logía. Pero desde un punto de vista político el virus es un peligro,
porque una crisis sanitaria podría favorecer el objetivo etnonacio-
nalista de reforzar las fronteras y esgrimir la exclusividad racial, e
interrumpir la libre circulación de personas (especialmente si pro-
vienen de países en vías de desarrollo) pero asegurando una circu-
lación incontrolada de bienes y capitales.
El temor a una pandemia es más peligroso que el propio virus.
Las imágenes apocalípticas de los medios de comunicación ocul-
tan un vínculo profundo entre la extrema derecha y la economía
capitalista. Como un virus que necesita una célula viva para repro-
ducirse, el capitalismo también se adaptará a la nueva biopolítica
del siglo XXI.
El nuevo coronavirus ya ha afectado a la economía global, pero
no detendrá la circulación y la acumulación de capital. En todo
caso, pronto nacerá una forma más peligrosa de capitalismo, que

3 “Il pericolo político del nuovo virus” [“El peligro político del nuevo virus”], en https://
www.internazionale.it/notizie/srecko-horvat/2020/03/06/virus-pericolo-politico.

23
FRANCO BERARDI BIFO

contará con un mayor control y una mayor purificación de las


poblaciones”.
Naturalmente, la hipótesis formulada por Horvat es realista.
Pero creo que esta hipótesis más realista no sería realista, por-
que subestima la dimensión subjetiva del colapso y los efectos a lar-
go plazo de la deflación psíquica sobre el estancamiento económico.
El capitalismo pudo sobrevivir al colapso financiero de 2008
porque las condiciones del colapso eran totalmente internas a la
dimensión abstracta de la relación entre lenguaje, finanzas y eco-
nomía. No podrá sobrevivir al colapso de la epidemia, porque aquí
entra en juego un factor extrasistémico.

7 de marzo
Me escribe Alex, mi amigo matemático: “Todos los recursos super-
informáticos están comprometidos para encontrar el antídoto al
corona. Esta noche soñé con la batalla final entre el biovirus y los
virus simulados. En cualquier caso, el humano ya está fuera, me
parece”.
La red informática mundial está dando caza a la fórmula capaz
de enfrentar el infovirus contra el biovirus. Es necesario decodifi-
car, simular matemáticamente, construir técnicamente el corona-ki-
ller, para luego difundirlo.
Mientras tanto, la energía se retira del cuerpo social, y la políti-
ca muestra su impotencia constitutiva. La política es cada vez más
el lugar del no-poder, porque la voluntad no tiene control sobre el
infovirus.
El biovirus prolifera en el cuerpo estresado de la humanidad global.
Los pulmones son el punto más débil, al parecer. Las enferme-
dades respiratorias se han expandido durante años en proporción
a la propagación en la atmósfera de sustancias irrespirables. Pero
el colapso ocurre cuando, al encontrarse con el sistema mediático,
entrelazándose con la red semiótica, el biovirus ha transferido su
potencia debilitante al sistema nervioso, al cerebro colectivo, obliga-
do a ralentizar sus ritmos.

24
CRÓNICAS

8 de marzo
Durante la noche, el primer ministro Conte ha comunicado la de-
cisión de poner en cuarentena a una cuarta parte de la población
italiana. Piacenza, Parma, Reggio y Modena están en cuarentena.
Bolonia no. Por el momento.
En los últimos días hablé con Fabio, hablé con Lucia, y habíamos
decidido reunirnos esta noche para cenar. Lo hacemos de vez en
cuando, nos vemos en algún restaurante o en casa de Fabio. Son
cenas un poco tristes incluso si no nos lo decimos, porque los tres
sabemos que se trata del residuo artificial de lo que antes sucedía
de manera completamente natural varias veces a la semana, cuando
nos reuníamos con mamá.
Ese hábito de encontrarnos a almorzar (o, más raramente, a
cenar) de mamá había permanecido, a pesar de todos los even-
tos, los desplazamientos, los cambios, después de la muerte de
papá: nos encontrábamos a almorzar con mamá cada vez que era
posible.
Cuando mi madre se encontró incapaz de preparar el almuerzo,
ese hábito terminó. Y poco a poco, la relación entre nosotros tres
cambió. Hasta entonces, a pesar de que teníamos sesenta años, ha-
bíamos seguido viéndonos casi todos los días de una manera na-
tural, habíamos seguido ocupando el mismo lugar en la mesa que
ocupábamos cuando teníamos diez años. Alrededor de la mesa se
daban los mismos rituales. Mamá estaba sentada junto a la estufa
porque esto le permitía seguir ocupándose de la cocina mientras
comía. Lucía y yo hablábamos de política, más o menos como hace
cincuenta años, cuando ella era maoísta y yo era obrerista.
Este hábito terminó cuando mi madre entró en su larga agonía.
Desde entonces tenemos que organizarnos para cenar. A veces
vamos a un restaurante asiático ubicado colinas abajo, cerca del
teleférico en el camino que lleva a Casalecchio, a veces vamos al
departamento de Fabio, en el séptimo piso de un edificio popular
pasando el puente largo, entre Casteldebole y Borgo Panigale. Des-
de la ventana se ven los prados que bordean el río, y a lo lejos se ve
el cerro de San Luca y a la izquierda se ve la ciudad.

25
FRANCO BERARDI BIFO

Entonces, en los últimos días habíamos decidido vernos esta no-


che para cenar. Yo tenía que llevar el queso y el helado; Cristina, la
esposa de Fabio, había preparado la lasaña.
Todo cambió esta mañana, y por primera vez –ahora me doy
cuenta– el coronavirus entró en nuestra vida, ya no como un objeto
de reflexión filosófica, política, médica o psicoanalítica, sino como
un peligro personal.
Primero fue una llamada de Tania, la hija de Lucia que desde
hace un tiempo vive en Sasso Marconi con Rita.
Tania me telefoneó para decirme: escuché que vos, mamá
y Fabio quieren cenar juntos, no lo hagas. Estoy en cuarentena
porque una de mis alumnas (Tania enseña yoga) es doctora en
Sant Orsola y hace unos días el hisopado le dio positivo. Tengo
un poco de bronquitis, por lo que decidieron hacerme el test
también, a la espera del resultado no puedo moverme de casa.
Yo le respondí haciéndome el escéptico, pero ella fue implaca-
ble y me dijo algo bastante impresionante, que todavía no había
pensado.
Me dijo que la tasa de transmisibilidad de una gripe común es
de cero punto veintiuno, mientras que la tasa de transmisibilidad
del coronavirus es de cero punto ochenta. Para ser claros: en el caso
de una gripe normal, hay que encontrarse con quinientas personas
para contraer el virus, en el caso del coronavirus basta con encon-
trarse con ciento veinte. Interesante.
Luego, ella, que parece estar informadísima porque fue a hacer-
se el hisopado y por lo tanto habló con los que están en la primera
línea del frente de contagio, me dice que la edad promedio de los
muertos es de ochenta y un años.
Bueno, ya lo sospechaba, pero ahora lo sé. El coronavirus mata
a los viejos, y en particular mata a los viejos asmáticos (como yo).
En su última comunicación, Giuseppe Conte, quien me pare-
ce una buena persona, un presidente un poco por casualidad que
nunca ha dejado de tener el aire de alguien que tiene poco que
ver con la política, dijo: “Pensemos en salud de nuestros abuelos”.
Conmovedor, dado que me encuentro en el papel incómodo del
abuelo a proteger.

26
CRÓNICAS

Habiendo abandonado el traje del escéptico, le dije a Tania que


le agradecía y que seguiría sus recomendaciones. Llamé a Lucia,
hablamos un poco y decidimos posponer la cena.
Me doy cuenta de que me metí en un clásico doble vínculo bate-
soniano. Si no llamo por teléfono para cancelar la cena, me pongo
en posición de ser un huésped físico, de poder ser portador de un vi-
rus que podría matar a mi hermano. Si, por otro lado, llamo, como
estoy haciendo, para cancelar la cena, me pongo en la posición de
ser un huésped psíquico, es decir, de propagar el virus del miedo, el
virus del aislamiento.
¿Y si esta historia tuviera que durar mucho tiempo?

9 de marzo
El problema más grave es el de la sobrecarga a la que está sometido
el sistema de salud: las unidades de terapia intensiva están al bor-
de del colapso. Existe el peligro de no poder curar a todos los que
necesitan una intervención urgente, se habla de la posibilidad de
elegir entre pacientes que pueden ser curados y pacientes que no
pueden ser curados.
En los últimos diez años, se recortaron 37 mil millones de
euros del sistema de salud pública, redujeron las unidades de cui-
dados intensivos y el número de médicos generales disminuyó
drásticamente.
Según el sitio quotidianosanità.it,4 “en 2007 el Servicio Sanitario
Nacional público podía contar con 334 Departamentos de emergen-
cia-urgencia (Dea) y 530 de primeros auxilios. Pues bien, diez años
después la dieta ha sido drástica: 49 Dea fueron cerrados (-14%) y 116
primeros auxilios ya no existen (-22%). Pero el recorte más evidente
está en las ambulancias, tanto las del Tipo A (emergencia) como las
del Tipo B (transporte sanitario). En 2017 tenemos que las Tipo A fue-
ron reducidas un 4% en comparación con diez años antes, mientras
que las de Tipo B fueron reducidas a la mitad (-52%). También es para

4 En http://www.quotidianosanita.it/studi-e-analisi/articolo.php?articolo_id=78127.

27
FRANCO BERARDI BIFO

tener en cuenta cómo han disminuido drásticamente las ambulancias


con médico a bordo: en 2007, un médico estaba presente en el 22% de
los vehículos, mientras que en 2017 solo ocurría en el 14,7%. Las uni-
dades móviles de reanimación también se redujeron en un 37% (eran
329 en 2007, son 205 en 2017). El ajuste también ha afectado a los
hogares de ancianos privados que, en cualquier caso, tienen muchas
menos estructuras y ambulancias que los hospitales públicos.
A partir de los datos se puede ver cómo ha habido una contrac-
ción progresiva de las camas a escala nacional, mucho más evidente
y relevante en el número de camas públicas en comparación con la
proporción de camas administradas de forma privada: el recorte de
32.717 camas totales en siete años remite principalmente al servicio
público, con 28.832 camas menos que en 2010 (-16,2%), en compara-
ción con 4.335 camas menos que el servicio privado (-6,3%)”.

10 de marzo
“Somos olas del mismo mar, hojas del mismo árbol, flores del mis-
mo jardín”.
Esto está escrito en las docenas de cajas que contienen barbijos
que llegan de China. Estos mismos barbijos que Europa ha recha-
zado otorgar a Italia.

11 de marzo
No fui a Via Mascarella, como generalmente hago el 11 de marzo de
cada año. Nos reencontramos frente a la lápida que conmemora la
muerte de Francesco Lorusso, alguien pronuncia un breve discur-
so, se deposita una corona de flores o bien una bandera de Lotta
Continua que alguien ha guardado en el sótano, y nos abrazamos,
nos besamos abrazándonos fuerte.5

5 Estudiante universitario y militante de la agrupación Lotta Continua, Francesco Lo-


russo fue asesinado el 11 de marzo de 1977 en Bolonia por carabineros que intervi-
nieron y reprimieron una asamblea estudiantil.

28
CRÓNICAS

Esta vez no tenía ganas de ir, porque no me gustaría decirle a


ninguno de mis viejos compañeros que no podemos abrazarnos.
Llegan de Wuhan fotos de personas celebrando, todas riguro-
samente con el barbijo verde. El último paciente con coronavirus
fue dado de alta de los hospitales construidos rápidamente para
contener la afluencia.
En el hospital de Huoshenshan, la primera parada de su visita,
Xi elogió a médicos y enfermeras llamándolos “los ángeles más
bellos” y “los mensajeros de la luz y la esperanza”. Los trabajadores
de salud de primera línea han asumido las misiones más arduas,
dijo Xi, llamándolos “las personas más admirables de la nueva era,
que merecen los mayores elogios”.
Hemos entrado oficialmente en la era biopolítica, en la que los
presidentes no pueden hacer nada, y solo los médicos pueden hacer
algo, aunque no todo.

12 de marzo
Italia. Todo el país entra en cuarentena. El virus corre más rápido
que las medidas de contención.
Billi y yo nos ponemos el barbijo, tomamos la bicicleta y vamos
de compras. Solo las farmacias y los mercados de alimentos pue-
den permanecer abiertos. Y también los quioscos, compramos los
diarios. Y las tabaquerías. Compro papel de seda, pero el hachís
escasea en su caja de madera. Pronto estaré sin droga, y en Piazza
Verdi ya no está ninguno de los muchachos africanos que venden
a los estudiantes.
Trump usó la expresión “foreign virus”, virus extranjero.
All viruses are foreign by definition, but the president has not read
William Burroughs. [Todos los virus son extranjeros por definición,
pero el presidente no ha leído a William Burroughs.]

13 de marzo
En Facebook hay un tipo ingenioso que posteó en mi perfil la
frase: “Hola Bifo, abolieron el trabajo”.

29
FRANCO BERARDI BIFO

En realidad, el trabajo es abolido solo para unos pocos. Los obre-


ros de las industrias están en pie de guerra porque tienen que ir a
la fábrica como siempre, sin máscaras u otras protecciones, a medio
metro de distancia uno del otro.
El colapso, luego las largas vacaciones. Nadie puede decir cómo
saldremos de esta.
Podríamos salir, como alguno predice, bajo las condiciones de
un estado tecnototalitario perfecto. En el libro Tierra Negra,6 Timo-
thy Snyder explica que no hay mejor condición para la formación
de regímenes totalitarios que las situaciones de emergencia extre-
ma, donde la supervivencia de todos está en juego.
El sida creó la condición para una reducción del contacto físico y
para el lanzamiento de plataformas de comunicación sin contacto:
Internet fue preparada por la mutación psíquica denominada sida.
Ahora podríamos muy bien pasar a una condición de aislamien-
to permanente de los individuos, y la nueva generación podría inter-
nalizar el terror al cuerpo de los otros.
Pero ¿qué es el terror?
El terror es una condición en la cual lo imaginario domina com-
pletamente la imaginación. Lo imaginario es la energía fósil de la
mente colectiva, las imágenes que en ella la experiencia ha deposi-
tado, la limitación de lo imaginable. La imaginación es la energía
renovable y desprejuiciada. No utopía, sino recombinación de los
posibles.
Existe una divergencia en el tiempo que viene: podríamos sa-
lir de esta situación imaginando una posibilidad que hasta ayer
parecía impensable: redistribución del ingreso, reducción del
tiempo de trabajo. Igualdad, frugalidad, abandono del paradigma
del crecimiento, inversión de energías sociales en investigación,
en educación, en salud.
No podemos saber cómo saldremos de la pandemia cuyas con-
diciones fueron creadas por el neoliberalismo, por los recortes a la

6 Timothy Snyder, Tierra negra. El holocausto como historia y como advertencia, Galaxia
Gutenberg, Barcelona, 2015 (ed. original: Black Earth. The Holocaust as History and
Warning, Nueva York, Tim Duggan Books, 2015).

30
CRÓNICAS

salud pública, por la hiperexplotación nerviosa. Podríamos salir de


ella definitivamente solos, agresivos, competitivos.
Pero, por el contrario, podríamos salir de ella con un gran deseo
de abrazar: solidaridad social, contacto, igualdad.
El virus es la condición de un salto mental que ninguna prédica
política habría podido producir. La igualdad ha vuelto al centro de
la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo
que vendrá.

31
dos
RESET

15 de marzo
En el silencio de la mañana, las palomas perplejas miran hacia aba-
jo desde los techos de la iglesia y parecen atónitas. No alcanzan a
explicarse el desierto urbano.
Yo tampoco.
Leo los borradores de Off line de Jess Henderson, un libro que
saldrá en algunos meses (en fin, debería salir, ya se verá). La pala-
bra off line adquiere un relieve filosófico: es un modo de definir la
dimensión física de lo real en oposición, es más, en sustracción, a
la dimensión virtual.
Reflexiono acerca del modo en que está mutando la relación en-
tre offline y online durante la propagación de la pandemia. E inten-
to imaginar el después.
En los últimos treinta años, la actividad humana ha cambiado
profundamente su naturaleza relacional, proxémica, cognitiva: un
número creciente de interacciones se ha desplazado de la dimensión
física, conjuntiva –en la que los intercambios lingüísticos son impre-
cisos y ambiguos (y por lo tanto infinitamente interpretables), en la
que la acción productiva involucra energías físicas, y los cuerpos se
rozan y se tocan en un flujo de conjunciones– a la dimensión conec-
tiva, en la que las operaciones lingüísticas son mediadas por máqui-
nas informáticas, y por lo tanto responden a formatos digitales, la
actividad productiva es parcialmente mediada por automatismos, y
las personas interactúan cada vez más densamente sin que sus cuer-
pos se encuentren. La existencia cotidiana de las poblaciones ha sido
cada vez más concatenada por dispositivos electrónicos relacionados
con enormes masas de datos. La persuasión ha sido reemplazada por

33
FRANCO BERARDI BIFO

la impregnación, la psicósfera ha sido inervada por los flujos de la


infósfera. La conexión presupone una exactitud lampiña, sin pelos
y sin polvo, una exactitud que los virus informáticos pueden inte-
rrumpir, desviar, pero que no conoce la ambigüedad de los cuerpos
físicos ni goza de la inexactitud como posibilidad.
Ahora, he aquí que un agente biológico se introduce en el conti-
nuum social haciéndolo implosionar y obligándolo a la inactividad.
La conjunción, cuya esfera se ha reducido en gran medida por las
tecnologías conectivas, es la causa del contagio. Juntarse en el espa-
cio físico se ha vuelto el peligro absoluto, que debe evitarse a toda
costa. La conjunción debe ser activamente impedida.
No salir de casa, no ir a encontrarse con los amigos, mantener
una distancia de dos metros, no tocar a nadie en la calle…
Se verifica aquí entonces (es nuestra experiencia de estas sema-
nas) una enorme expansión del tiempo vivido online; no podría ser
de otra manera, porque las relaciones afectivas, productivas, educa-
tivas deben ser transferidas a la esfera en la que no nos tocamos y
no nos juntamos. Ya no existe ninguna red social que no sea pura-
mente conectiva.
Pero entonces ¿qué? ¿Qué sucederá después?
¿Y si la sobrecarga de conexión termina por romper el hechizo?
Quiero decir: tarde o temprano la epidemia desaparecerá (siem-
pre que esto suceda; en Italia tal vez ocurra el 25 de abril): ¿no ten-
deremos quizás a identificar psicológicamente la vida online con la
enfermedad? ¿No estallará tal vez un movimiento espontáneo de
acariciamiento que induzca a una parte consistente de la población
joven a apagar las pantallas conectivas transformadas en recuerdo
de un período desgraciado y solitario?
No me tomo demasiado en serio, pero lo pienso.

16 de marzo
La Tierra se está rebelando contra el mundo. La contaminación
disminuye de manera evidente. Lo dicen los satélites que envían
fotos de China y de la Padania completamente diferentes a las que
enviaban hace dos meses, me lo dicen también mis pulmones

34
CRÓNICAS

que hace diez años que no respiraban tan bien, desde que me
diagnosticaron un asma severa causada en gran parte por el aire
de la ciudad.

17 de marzo
El colapso de las bolsas de valores es tan grave y persistente que ya
no es noticia.
El sistema bursátil se ha convertido en la representación de
una realidad desaparecida: la economía de la oferta y de la de-
manda está trastornada y permanecerá durante mucho tiempo
indiferente a la cantidad de dinero virtual que circula en el sis-
tema financiero. Pero esto significa que el sistema financiero
está perdiendo su control: en el pasado, las f luctuaciones mate-
máticas determinaban la cantidad de riqueza a la que cada uno
podía tener acceso. Ahora no determinan más nada.
Ahora la riqueza ya no depende del dinero que tenemos, sino de
lo que pertenece a nuestra vida mental.
Debemos reflexionar sobre esta suspensión del funcionamiento
del dinero, porque quizás aquí esté la piedra angular para salir de la
forma capitalista: romper definitivamente la relación entre trabajo,
dinero y acceso a los recursos.
Afirmar una concepción diferente de la riqueza: la riqueza no es
la cantidad de equivalente monetario que tengo, sino la calidad de
vida que puedo experimentar.
La economía está entrando en una fase recesiva, pero esta vez
no sirven de mucho las políticas de apoyo a la oferta, ni las polí-
ticas de apoyo a la demanda. Si las personas tienen miedo de ir a
trabajar, si la gente muere, no se puede reactivar ninguna oferta.
Y si estamos encerrados en casa, no se puede reactivar ninguna
demanda.
Un mes, dos meses, tres meses… Son suficientes para bloquear la
máquina, y este bloqueo tendrá efectos irreversibles. Aquellos que
hablan de vuelta a la normalidad, aquellos que piensan que se pue-
de reactivar la máquina como si nada hubiera sucedido, no enten-
dieron bien qué es lo que está sucediendo.

35
FRANCO BERARDI BIFO

Será cuestión de inventar todo de cero, para que la máquina


vuelva a funcionar. Y nosotros tenemos que estar allí, listos para
impedir que funcione como lo ha hecho durante los últimos trein-
ta años: la religión del mercado y el liberalismo privatista deben
ser considerados crímenes ideológicos. Los economistas que hace
treinta años nos prometen que la cura para toda enfermedad social
es el recorte del gasto público y la privatización deberán ser aislados
socialmente; si intentan abrir la boca de nuevo, deberán ser tratados
por lo que son: idiotas peligrosos.
En las últimas dos semanas leí Cara de pan de Sara Mesa, Lec-
tura fácil de Cristina Morales y la escalofriante Canción dulce de la
horrible Leila Slimani. Ahora estoy leyendo a una escritora azerí que
habla de Bakú a principios del siglo XX, de las riquezas repentina-
mente acumuladas con el petróleo, y de su familia muy rica a la cual
la revolución soviética le quitó todas las propiedades.
Este año, más por casualidad que por elección, leí solamente es-
critoras, comenzando con la maravillosa novela de Négar Djavadi
llamada Desoriental, una historia de exilio y de violencia islamista,
de soledad y de nostalgia.
Pero ahora basta con las mujeres y suficiente con los dramas de
la humanidad.
Y entonces fui a buscar un libro relajante, que es el Orlando Fu-
rioso leído por Italo Calvino. Cuando enseñaba, siempre lo recomen-
daba a los jóvenes, y les leía algunos capítulos. Lo habré leído diez
veces, pero lo releo siempre con mucho gusto.

18 de marzo
Hace unos años, con mi amigo Max (e inspirado por mi amigo
Mago), publiqué una novela que no sabíamos cómo llamar. Nos
gustaba el título KS, o bien el título Gerontomaquia. Pero el editor
que publicó el libro (después de que, comprensiblemente, muchos
lo habían rechazado) impuso un título bastante feo pero ciertamen-
te más popular: Muerte a los viejos. El libro se vendió muy poco pero
contaba una historia que ahora me parece interesante. Estalla una
especie de epidemia inexplicable: jóvenes de trece, catorce años ma-

36
CRÓNICAS

tan a los viejos, primero algunos casos aislados, luego cada vez más
frecuentes y luego en todas partes. Ahorro los detalles y los mis-
terios técnico-místicos de la historia. El hecho es que los jóvenes
mataban a los viejos porque envenenaban el aire con sus tristezas.
Esta noche me vino a la mente que toda esta historia del co-
ronavirus se podría leer metafóricamente así: el 15 de marzo del
año pasado, millones de muchachas y muchachos salieron a las
calles gritando: Nos hicieron nacer en un mundo donde no se pue-
de respirar, nos han apestado la atmósfera, deténganse ya, reduzcan
el consumo de petróleo y de carbón, reduzcan las partículas finas.
Quizás esperaban que los poderosos del mundo escucharan sus
súplicas. Pero como sabemos, terminaron decepcionados: la
cumbre de Madrid de diciembre, el último de los innumerables
eventos internacionales en los que se discute sobre la reducción
del cambio climático, fue tan solo el enésimo fracaso. La emisión
de sustancias tóxicas no ha disminuido en absoluto en la última
década, el calentamiento global ha seguido adelante alegremente.
Las grandes corporaciones del petróleo, del carbón y del plástico
no piensan parar. Y entonces los jóvenes en cierto punto se en-
furecen y hacen una alianza con Gea, la divinidad que protege el
planeta Tierra. Juntos lanzan una matanza de advertencia, y los
viejos comienzan a morir como moscas.
Finalmente todo se detiene. Y un mes más tarde, los satélites
fotografían una Tierra muy diferente de la que era antes de la ge-
rontomaquia.

19 de marzo
Al no tener televisión, sigo los acontecimientos en Internet: CNN,
The Guardian, Al Jazeera, El País… Luego, a la hora del almuerzo
escucho las noticias de Radio Popolare.
El mundo ha desaparecido de la información, solo existe el co-
ronavirus. Hoy en el informativo de la radio no había una noticia
que no se refiriera a la epidemia. Un amigo de Barcelona me cuenta
que habló con un redactor de la televisión nacional española: parece
que cuando mandan noticias sobre algo que no es el contagio, la

37
FRANCO BERARDI BIFO

gente llama por teléfono enfurecida, y alguien insinúa que están


ocultando algo.
Entiendo la necesidad de mantener la atención del público con-
centrada en las medidas de prevención, entiendo que es necesario
repetir cien veces al día que hay que quedarse en casa. Pero este
tratamiento mediático tiene un efecto ansiógeno absolutamente in-
necesario; además, se ha vuelto casi imposible saber lo que está su-
cediendo en Siria del norte. Hace unos días en Idlib ocho escuelas
fueron bombardeadas en un solo día.
¿Y qué está sucediendo en la frontera greco-turca? ¿Y no hay
más barcos llenos de africanos en el Mediterráneo que corran el
riesgo de hundirse o que sean detenidos y enviados de vuelta a los
campos de concentración libios? Hay, hay: de hecho, para ser pre-
cisos, justamente ayer logré encontrar la noticia de un barco con
ciento cuarenta personas a bordo que la guardia costera maltesa
envió de regreso.
Para conocimiento, aquí hay una lista parcial, desde el 1 de mar-
zo hasta hoy, de lo que está sucediendo en el mundo, además de
la epidemia. Desde el sitio de PeaceLink1 transcribo los conflictos
armados que no se han detenido en estas últimas tres semanas,
mientras nosotros creíamos que nadie podía salir de casa:
Libia: estallan violentos enfrentamientos en todo el norte a me-
dida que las fuerzas del Ejército Nacional de Libia (LNA) intentan
avanzar. Libia: las fuerzas de Haftar bombardean dos escuelas en
Trípoli. República Democrática del Congo: al menos 17 muertos en
enfrentamientos con las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) en
Beni. Somalia: cinco miembros de al-Shabaab asesinados en un ata-
que aéreo estadounidense. Nigeria: seis muertos en un ataque de
Boko Haram a la base militar en Damboa. Afganistán: las fuerzas
talibanes y afganas se enfrentan en la provincia de Balkh. Tailan-
dia: un soldado muerto y otros dos heridos en enfrentamientos con
militantes en el sur. Indonesia: cuatro rebeldes del Ejército de Libe-
ración de Papua Occidental (WPLA) murieron en enfrentamientos
con las fuerzas de seguridad en la región de Papua. Yemen: 11 muer-

1 Sitio web: https://www.peacelink.it.

38
CRÓNICAS

tos en enfrentamientos entre rebeldes hutíes y el ejército yemení en


Taiz. Yemen: 14 rebeldes hutíes asesinados en enfrentamientos con
las fuerzas del gobierno yemení en la provincia de Al-Hudaydah.
Turquía: un caza turco derriba un avión de guerra sirio sobre Idlib.
Siria: 19 soldados sirios muertos en ataques de drones turcos.
Un amigo me envió el video de una fila de camiones militares
en Bérgamo.
Es de noche, proceden lentamente. Llevan al crematorio unos
sesenta ataúdes.

20 de marzo
Me despierto, me afeito la barba, tomo las pastillas para la hiper-
tensión, enciendo la radio… Mierda… La musiquita del himno na-
cional. Explíquenme qué tienen que hacer los himnos nacionales
en esta ocasión.
¿Por qué resucitar el orgullo nacional? Ese himno llevó a los sol-
dados a Caporetto, donde murieron cien mil.2
Apagué la radio y me afeité en silencio. De tumba.
Jun Fujita Hirose es un amigo japonés que escribe libros sobre
cine. En las últimas semanas viajó para presentar la edición en es-
pañol de su libro Cine-Capital.3 Al regresar de Buenos Aires pensa-
ba detenerse en Madrid y en Bolonia, donde Billi y yo lo estábamos
esperando. Es una persona muy agradable e ingeniosa, y hospedar-
lo unos días es un placer, cada vez que pasa por Italia, aproximada-
mente una vez al año.
Cuando llegó a Madrid, la infección estaba estallando en la ciu-
dad, por lo que se vio obligado a detenerse allí, donde es huésped
de otro queridísimo amigo, Amador Fernández-Savater. Así que
ahora pasan el tiempo juntos, y envidio un poco a Amador por-
que Jun es también un excelente cocinero y me gusta la cocina

2 La referencia es a la Batalla de Caporetto o Kobarid, librada en 1917 durante la Primera


Guerra Mundial en la frontera austroitaliana entre Italia y los Imperios Centrales.
3 Jun Fujita Hirose, Cine-Capital. Cómo las imágenes devienen revolucionarias, Buenos
Aires, Tinta Limón, 2014.

39
FRANCO BERARDI BIFO

japonesa. Hacen un poco de cine-debate por la noche, y hace unas


noches vieron La Cosa de Carpenter, una película que viene como
anillo al dedo. Entonces Amador escribió un artículo que leí en el
sitio web argentino Lobo Suelto. 4 Amador escribe: “La Cosa es una
ocasión para el pensamiento. Debemos pensar la epidemia como
una interrupción. Una interrupción de los automatismos, de los
estereotipos, de lo que damos por descontado: la salud y la sanidad,
las ciudades y la alimentación, los vínculos y los cuidados, es preci-
so repensarlo todo de nuevo”.
Cuando termine la cuarentena –si termina, y no se ha dicho que
terminará–, estaremos en una especie de desierto de reglas, pero
también en una especie de desierto de automatismos.
La voluntad humana reconquistará entonces un papel cierta-
mente no dominante con respecto al azar (la voluntad humana nun-
ca ha sido determinante, como nos enseña el virus), pero sí signifi-
cativo. Podremos reescribir las reglas y romper los automatismos.
Pero esto no sucederá pacíficamente, es bueno saberlo.
No podemos prever qué formas asumirá el conflicto, pero debe-
mos comenzar a imaginarlo. Quien imagina primero gana: esta es
la ley universal de la historia.
Al menos eso creo.

21 de marzo
Cansancio, debilidad física, leve dificultad para respirar. No es una
novedad, me sucede a menudo. Es culpa de las pastillas para la hi-
pertensión y también culpa del asma, que ha sido amable conmigo
en el último mes, tal vez porque no quiere asustarme con síntomas
ambiguos.
Jornada de sol dulce y cielo límpido en este espléndido primer
día de primavera.
Me escribe una amiga de Buenos Aires:

4 “¿Quién es el enemigo? La Cosa”, en http://lobosuelto.com/quien-es-el-enemigo-la-


cosa-amador-fernandez-savater.

40
CRÓNICAS

“Llegó el terror,
se huele desde la ventana
contundente como una flor cualquiera”.

22 de marzo
El vicepresidente de la Cruz Roja china, Yang Huichuan, llegó a
Italia, acompañado por los doctores Liang Zongan y Xiao Ning,
profesor de medicina pulmonar en el Hospital de Sichuan y sub-
director del Centro Nacional para la Prevención, respectivamente.
Cincuenta y ocho médicos expertos en enfermedades infecciosas
llegaron de Cuba.
Hace pocos días, el ministro de Economía alemán, Peter Altmaier,
respondió a una solicitud de Trump excluyendo la posibilidad de la
cesión de los derechos exclusivos sobre el desarrollo de una vacuna
contra el coronavirus estudiado por una empresa privada en Tubin-
ga. Según los avances publicados ayer por Die Welt, Estados Unidos
había propuesto a la compañía farmacéutica alemana CureVac, que
está desarrollando la vacuna, la cifra de mil millones de dólares para
adquirir el derecho de industrializar y, por lo tanto, vender el produc-
to en exclusividad una vez disponibles y terminadas las pruebas.
En exclusiva. America First. En el país de Trump, se multipli-
can en los últimos días las filas frente a los negocios de venta de
armas. Además de whisky y papel higiénico, compran armas.5 Dis-
ciplinadamente, mantienen la distancia reglamentaria de un me-
tro, de modo que las filas se pierden en el horizonte.
Mientras tanto, el Partido Demócrata derrota a Sanders y mata
la esperanza de que se pueda cambiar el modelo que ha reducido la
vida de este modo.
Y el 81% de los republicanos continúa apoyando a la bestia rubia
Trump.

5 Dalvin Brown, “It’s not just toilet paper: People line up to buy guns, ammo over
coronavirus concerns” [“No es solo papel higiénico: la gente hace fila para com-
prar armas, las municiones preocupan más que el coronavirus”], en https://www.
usatoday.com/story/money/2020/03/16/coronavirus-people-line-up-gun-sto-
res-stock-up/5054436002.

41
FRANCO BERARDI BIFO

No sé qué sucederá después del fin del flagelo, sin embargo hay
algo que me parece ver claro: la humanidad entera desarrollará en
relación al pueblo estadounidense el mismo sentimiento que se ex-
tendió después de 1945 en relación al pueblo alemán: enemigos de
la humanidad.
Estaba mal entonces, porque muchos alemanes antinazis ha-
bían sido perseguidos, asesinados, exiliados; y está mal ahora,
porque millones de jóvenes estadounidenses apoyan al candidato
socialista a la presidencia hasta que, naturalmente, termine de
ser eliminado por la máquina del dinero y de los medios de co-
municación.
Pero poco importa si está bien o mal. No es una cuestión políti-
ca: el horror no se decide racionalmente, se siente involuntariamen-
te. Horror por esa nación nacida del genocidio, la deportación y la
esclavitud.

23 de marzo
El médico que ha tratado mis oídos durante quince años es un pro-
fesional de extraordinaria agudeza diagnóstica y es también un ci-
rujano excepcional: me ha operado seis veces en diez años, y cada
operación tuvo un resultado impecable, permitiéndome prolongar
durante quince años mi capacidad auditiva. Hace unos años deci-
dió abandonar el hospital público en el que operaba, y desde ese
momento tuve que ir a una clínica privada para poder aprovechar
su habilidad.
Como no entendía por qué había tomado esa decisión, me dijo
sin muchas vueltas: el sistema público está cerca del colapso a causa
de los recortes debidos a la situación financiera.
Es por eso que el sistema de salud italiano está por el piso, es por
eso que el diez por ciento de los médicos y paramédicos contrajeron
la infección, es por eso que las unidades de terapia intensiva no son
suficientes para tratar a todos los enfermos. Porque quienes gober-
naron en las últimas décadas siguieron los consejos de criminales

42
CRÓNICAS

ideológicos como Giavazzi, Alesina y compañía.6 ¿Estos sinvergüen-


zas continuarán escribiendo sus editoriales? Si el coronavirus nos
obligó a aceptar el arresto domiciliario para toda la población, ¿es
demasiado pedir que estos individuos tengan inhabilitado el acceso
a la palabra pública?
No sé si saldremos vivos de esta tempestad, pero en ese caso la
palabra “privatización” deberá ser catalogada en el mismo registro
en el que se encuentra la palabra “Endlösung” [solución final].
La devastación producida por esta crisis no puede ser calcu-
lada en los términos de la economía financiera. Tendremos que
evaluar los daños y las necesidades sobre la base de un criterio
de utilidad. No debemos plantearnos el problema de hacer que
cierren las cuentas del sistema financiero, sino que debemos
proponernos garantizar a cada persona las cosas útiles que todos
necesitamos.
¿A algunos no les gusta esta lógica porque les recuerda al co-
munismo? Bueno, si no existen palabras más modernas usaremos
todavía esa, quizás antigua pero siempre muy bella.
¿Dónde encontraremos los medios para afrontar la devastación?
En las arcas de la familia Benetton, por ejemplo, en las arcas de
aquellos que se aprovecharon de políticos serviles para apropiarse
de bienes públicos transformándolos en instrumentos de enrique-
cimiento privado, y dejándolos decaer hasta el punto de matar a
cuarenta personas que pasan por un puente genovés.7
En la revista Psychiatry On Line, Luigi D’Elia escribió un artículo
titulado “La pandemia es como un Tratamiento de Salud Obligato-
rio Colectivo”.8 Recomiendo calurosamente su lectura, y me limito
a una breve síntesis.

6 Francesco Giavazzi y Alberto Alesina, economistas italianos, activos y mediáticos


promotores del neoliberalismo y sus recetas de austeridad, privatizaciones y refor-
mas estructurales.
7 La referencia es al derrumbe del puente Morandi en Génova, ocurrido el 14 de agosto
de 2018, que tuvo como saldo a la fecha 43 muertes y el destape de una trama de
desidia estatal y negociados privados. El mantenimiento del puente era responsabi-
lidad del grupo Atlantia, manejado por la familia Benetton.
8 En http://www.psychiatryonline.it/node/8510.

43
FRANCO BERARDI BIFO

El TSO se practica cuando las condiciones psíquicas de una per-


sona la vuelven peligrosa para sí misma o para otros, pero todo psi-
quiatra inteligente sabe bien que no es una terapia aconsejable; de
hecho, no es realmente una terapia. D’Elia nos aconseja a todos los
que estamos en reclusión transformar la actual condición preven-
tiva obligatoria en una condición activamente terapéutica, pasando
de TSO a TSV (Tratamiento de Salud Voluntario); decimos por lo
tanto que debemos transformar nuestro estado de detención nece-
saria en un proceso de autoanálisis abierto al autoanálisis de otras
personas.
Creo que esta es la sugerencia no solo psicológicamente más agu-
da, sino también políticamente más sagaz que leí hasta ahora. Trans-
formemos la condición de reclusión en una asamblea de autoanálisis
de masas. D’Elia sugiere algo más preciso: el objeto de la atención
analítica debe ser esencialmente el miedo. “El miedo, si está bien en-
focado, es el principal impulsor del cambio. Jung lo dice claramente:
“donde hay miedo, ahí está la tarea”, escribe.
¿Qué objeto tiene el miedo?
Tiene más de uno: miedo a la enfermedad, miedo al aburri-
miento y miedo a lo que será el mundo cuando salgamos de casa.
Pero dado que el miedo es un motor de cambio, lo que debemos
hacer es crear las condiciones para que el cambio sea consciente.
El aburrimiento puede ser elaborado de una manera psicológica-
mente útil, porque, como dice también D’Elia, “el aburrimiento no
es la apatía. La apatía es resignación en la impotencia, es calma ab-
soluta, inercia. El aburrimiento es inquietud, es interiormente muy
vital, es insatisfacción, intranquilidad. El aburrimiento despotrica:
no es aquí donde debería estar, ¡esto no es para nada lo que tengo
que hacer! ¡Tengo que estar en otro lugar para hacer otra cosa!”.
Poco antes de medianoche
Catorce de veintiséis países europeos han decidido cerrar sus
fronteras. ¿Qué queda de la Unión? Lo que queda de la Unión es
el Eurogrupo que se reunió hoy para discutir las medidas a tomar
para hacer frente al previsible colapso de la economía europea.
Se enfrentan dos tesis: la de los países más afectados por el vi-
rus, que piden poder hacer operaciones de gasto público no vincu-

44
CRÓNICAS

ladas al criminal pacto fiscal basado en el equilibrio presupuestario


que la improvisada clase política italiana ha constitucionalizado.
Holandeses, alemanes y otros fanáticos responden que no, que
se puede gastar pero solo a condición de hacer las reformas. ¿A qué
se refieren? ¿Por ejemplo, a la reforma del sistema de salud, que
reduzca aún más las unidades de terapia intensiva y los salarios de
los trabajadores hospitalarios?
El fanático más fanático de todos me parece que es este lúgubre
Dombrovskis,9 que debería conseguirse un empleo en una funera-
ria, ya que tiene el physique du role y, gracias a aquellos como él, se
trata de un sector cada vez más requerido.

24 de marzo
Mientras que en Italia la Confindustria10 se opone al cierre de las
empresas no esenciales, es decir, apoyan la movilización diaria de
millones de personas obligadas a exponerse al peligro de infección,
la pregunta que está surgiendo es la de los efectos económicos de la
pandemia. En la portada del New York Times, un editorial de Thomas
Friedman lleva el muy elocuente título “Un plan para que Estados
Unidos vuelva a trabajar”.11 Todavía no se ha detenido nada, pero ya
los fanáticos están preocupados por volver pronto al trabajo, a toda
velocidad, y, sobre todo, por volver a trabajar igual que antes.
Friedman (y la Confindustria) tienen un excelente argumento
a su favor: un bloqueo prolongado de las actividades productivas
acarreará consecuencias inimaginables desde un punto de vista
económico, organizativo e incluso político. Todos los peores esce-
narios pueden ocurrir en una situación en la que las mercancías
comienzan a agotarse, en la que la desocupación se extiende, etc.

9 Valdis Dombrovskis, ex primer ministro de Letonia y actual vicepresidente de la


Comisión Europea.
10 La Confederación General de la Industria Italiana, principal agrupamiento empre-
saria del país.
11 “A plan to get America back to work”, en https://www.nytimes.com/2020/03/22/
opinion/coronavirus-economy.html.

45
FRANCO BERARDI BIFO

Por lo tanto, el argumento de Friedman debe ser considerado


con la debida prudencia, y luego desestimado con habilidad. ¿Por
qué? No solo por la obvia razón de que, si se detienen las actividades
durante dos semanas y luego se regresa a la fábrica como antes, la
epidemia se reanudará con una furia renovada que matará a millo-
nes de personas y devastará a la sociedad para siempre. Esta es solo
una consideración marginal, desde mi punto de vista.
La consideración que me parece más importante (de la que ten-
dremos que desarrollar sus implicaciones en las semanas y los me-
ses próximos) es precisamente esta: no debemos volver nunca más
a la normalidad.
La normalidad es lo que ha vuelto al organismo planetario tan
frágil como para abrir el camino a la pandemia, para empezar.
Aún antes de que estallara la pandemia, la palabra “extinción”
había comenzado a despuntar en el horizonte del siglo. Aún antes
de la pandemia, el año 2019 había mostrado un impresionante cre-
cimiento de colapsos ambientales y sociales que culminaron en no-
viembre en la pesadilla irrespirable de Nueva Delhi y en el terrible
incendio de Australia.
Los millones de jóvenes que marcharon por las calles de mu-
chas ciudades el 15 de marzo de 2019 para pedir la detención de la
máquina de muerte ahora han obtenido algo: por primera vez las
dinámicas del cambio climático se han interrumpido.
Tras un mes de lockdown,12 el aire de la región se ha vuelto res-
pirable. ¿A qué precio? A un precio altísimo que ahora se paga en
vidas perdidas y en miedo desenfrenado, y que mañana se pagará
con una depresión económica sin precedentes.
Pero este es el efecto de la normalidad capitalista. Volver a la
normalidad capitalista sería una idiotez tan colosal que la pagaría-
mos con una aceleración de la tendencia a la extinción. Si el aire
padano se ha vuelto respirable gracias al flagelo, sería una idiotez
colosal reactivar la máquina que hace que el aire padano sea irres-

12 Literalmente “cierre”, “bloqueo”, “clausura”, el término lockdown engloba las ac-


ciones y medidas de suspensión de actividades y de confinamiento preventivo de
la población.

46
CRÓNICAS

pirable, cancerígeno y, en última instancia, presa fácil de la próxi-


ma epidemia viral.
Este es el tema en el que debemos comenzar a pensar, rápida y
desprejuiciadamente.
La pandemia no provoca una crisis financiera. Por supuesto,
las bolsas de valores caen a pique y continuarán cayendo, y al-
guien propone cerrarlas (provisoriamente).
“Lo impensable” es el título de un artículo de Zachary Warm-
brodt publicado en POLITICO,13 en el que se examina con terror la
posibilidad de cerrar las bolsas.
Pero la realidad es mucho más radical que las hipótesis más ra-
dicales: las finanzas ya han cerrado, aun si las bolsas permanecen
abiertas, y los especuladores ganan su dinero sucio apostando a la
bancarrota y la catástrofe, como han hecho los senadores republica-
nos Barr y Lindsay.
La crisis que vendrá no tiene nada que ver con la de 2008, cuan-
do el problema era generado por los desequilibrios de las matemá-
ticas financieras. La depresión por venir depende de la intolerancia
del capitalismo para el cuerpo humano y para la mente humana.
La crisis en curso no es una crisis. Es un Reset. Se trata de apa-
gar la máquina y volver a encenderla después de un tiempo. Pero
cuando la reiniciemos, podemos decidir que funcione como antes,
con la consecuencia de encontrarnos de vuelta dentro de nuevas
pesadillas. O podemos decidir reprogramarla, de acuerdo con la
ciencia, la conciencia y la sensibilidad.
Cuando esta historia termine (y nunca terminará en cierto sen-
tido, porque el virus podrá retroceder pero no desaparecer, y podre-
mos inventar vacunas, pero los virus mutarán) entraremos de todos
modos en un período de depresión extraordinaria. Si pretendemos
volver a la normalidad, tendremos violencia, totalitarismo, masa-
cres y la extinción de la raza humana para finales del siglo.
Esa normalidad no debe volver.
No debemos preguntarnos qué es bueno para las bolsas de va-
lores, para la economía de la deuda y del lucro. Las finanzas se han

13 En https://www.politico.com/news/2020/03/24/time-shut-down-stock-market-145573.

47
FRANCO BERARDI BIFO

ido a la mierda, ya no queremos oír hablar de ellas. Debemos pre-


guntarnos qué es lo útil. La palabra “útil” debe ser el alfa y omega
de la producción, de la tecnología y de la actividad.
Me doy cuenta de que estoy diciendo cosas que me exceden, pero
debemos prepararnos para enfrentar decisiones fuera de serie. Y
para estar listos cuando esta historia termine, es preciso comenzar
a pensar en aquello que es útil, y en el modo en que es posible pro-
ducirlo sin destruir el ambiente y el cuerpo humano.
Y también tenemos que pensar en la cuestión más delicada de
todas: ¿quién decide?
Atención: cuando aparece la pregunta ¿quién decide?, aparece la
pregunta ¿cuál es la fuente de la legitimidad?
Esta es la pregunta a partir de la cual comienzan las revoluciones.
Lo queramos o no, es la pregunta que tenemos que hacernos.

48
tres
Valter

26 de marzo
Nieve.
A las diez de la mañana me despierto, miro afuera, el techo está
blanco y la nieve cae densa. Las sorpresas nunca terminan.
Un artículo de Farhad Manjoo1 habla de un asunto inquietante,
casi incomprensible: la falta de material sanitario, como los barbijos
y los respiradores, que está obsesionando a los trabajadores de la
salud tanto estadounidenses como italianos.
¿Cómo es posible?, se pregunta Manjoo, que generalmente escri-
be artículos sobre cuestiones tecnológicas. ¿Cómo es posible que en
un país ultramoderno, el país más poderoso del mundo, que produ-
ce aviones invisibles que pueden volar a velocidades supersónicas
y atacar sin ser vistos por las defensas antiaéreas enemigas, no se
pueda distribuir barbijos a todo el personal médico y paramédico
que está comprometido en acciones sanitarias masivas para salvar a
la mayor cantidad posible de personas de la muerte?
La respuesta de Manjoo es sencilla y escalofriante:
“La razón por la que estamos desprovistos de material de pro-
tección implica un conjunto de patologías del capitalismo, especí-
ficamente estadounidense: la atracción irresistible por el bajo costo
laboral de países extranjeros y el error estratégico provocado por la
incapacidad de considerar las vulnerabilidades que a partir de esto
se suceden en cascada”.

1 “How the World’s Richest Country Ran Out of a 75-Cent Face Mask” [“Cómo los
países más ricos del mundo corren por un barbijo de 75 centavos”], en https://www.
nytimes.com/2020/03/25/opinion/coronavirus-face-mask.html.

49
FRANCO BERARDI BIFO

En síntesis, el hecho es que el 80% de los barbijos es producido


en China. En los países que profesan la teología del mercado y de la
competencia no se producen barbijos. ¿Para qué hacerlo si podemos
invertir en productos que generan grandes ganancias? Los objetos
de bajo costo los hacemos producir en países donde el costo laboral
es muy bajo.
Manjoo escribe que en Estados Unidos hay disponibles solo 40
millones de barbijos, mientras que se prevé que, para enfrentar la
epidemia, en los próximos meses los médicos necesitarán 3.500 mi-
llones. Así que la mayor potencia militar del mundo tiene el 1% de los
barbijos que necesita. Las empresas que pueden comenzar a producir
este sencillísimo objeto indispensable dicen que para activar su pro-
ducción masiva precisarán algunos meses. Suficiente para que el vi-
rus transforme a las grandes ciudades norteamericanas en lazaretos.
Circula en la red una teoría de que el virus fue producido de-
liberadamente por militares estadounidense para atacar a China.
Si así fuera, deberíamos admitir que los militares estadounidenses
son tipos poco previsores. Día a día, de hecho, crece la sensación de
que Estados Unidos de América será el país en el que la epidemia
provocará mayores daños.

27 de marzo
A las once de la mañana salí para ir a la farmacia. Hacía dos sema-
nas que no salía de casa.
Lloviznaba un poco, pero llevaba una capucha negra que me pro-
tegía la cabeza. Caminé por via del Carro, luego atravesé la plaza
San Martino, había una fila en el supermercado de via Oberdan.
Caminé por via Goito, crucé via Indipendenza increíblemente de-
sierta. Fui por via Manzoni, luego remonté via Parigi y llegué a la
Farmacia Regina donde había encargado los remedios para el asma
y para la hipertensión que están comenzando a agotarse en mi boti-
quín. Pocas personas en las calles. Frente a la farmacia había cinco
personas haciendo fila. Todas tenían su barbijo, alguno verde, algu-
no negro, alguno blanco. Distancia de dos metros en una especie
de danza silenciosa.

50
CRÓNICAS

La Unión Europea huele a podrido. Huele a avaricia, mezquin-


dad, inhumanidad. Desde que, en el verano de 2015, todos asistimos
al espectáculo de arrogancia y cinismo con el que el Eurogrupo hu-
milló a Alexis Tsipras y al pueblo griego y a su voluntad expresada
democráticamente, imponiendo medidas devastadoras para la vida
de ese país, desde aquellos días pienso que la Unión está muerta, y
que los dirigentes de Europa del Norte son mezquinos ignorantes
incapaces tanto de pensar como de sentir.
La violencia que se ha descargado contra los migrantes a partir
de aquel año, el cierre de fronteras, la creación de campos de concen-
tración, la entrega de refugiados al Sultán turco y a los torturadores
libios me han convencido no solo de que la Unión Europa es un
proyecto fallido, sino de que la población europea, en su aplastante
mayoría, es incapaz de asumir la responsabilidad del colonialismo
y está dispuesta, por lo tanto, a apoyar políticas concentracionarias
con tal de proteger su miserable prosperidad.
Pero hoy, en esta reunión en la que los representantes de los paí-
ses europeos discutieron la propuesta italiana de compartir el peso
económico de la crisis sanitaria, me parece que se cruzó el límite.
Enfrentados a la propuesta de emitir los llamados “coronabo-
nos”, o en todo caso de recurrir a medidas de intervención ilimitada
que no se transformen en deudas para los países más débiles, los
representantes de Holanda, Finlandia, Austria y Alemania han res-
pondido de manera escalofriante. Más o menos dijeron: volvamos a
verlo todo en catorce días. Veamos si la epidemia afecta a los países
nórdicos con la misma violencia con la que ha afectado a Italia y
a España. En tal caso lo volvemos a hablar. Si no, no se habla en
absoluto.
No fueron exactamente estas las palabras pronunciadas por el
Sr. Rutte, holandés, y sus cómplices. Pero el sentido del aplazamien-
to es exactamente este.
El Sr. Boris Johnson dio positivo al examen: se contagió el virus.
También su ministro de Salud. Sería de mal gusto hacer bromas
sobre las desgracias de otros, por lo que nada comento. Me limito a
recordar que hace unos diez días Johnson había dicho: “lamentable-
mente muchos de nuestros seres queridos morirán”, promoviendo

51
FRANCO BERARDI BIFO

la teoría de que había que esperar la muerte de medio millón de


personas para desarrollar defensas inmunitarias necesarias para
resistir. Es la selección natural, la filosofía que el neoliberalismo
thatcheriano heredó del nazismo hitleriano, la filosofía que ha go-
bernado el mundo durante los últimos cuarenta años.
A veces no funciona.

28 de marzo
En la oscuridad azulada de la Plaza San Pedro inmensa y vacía, la
figura blanca de Francisco bajo una gran pérgola blanca iluminada.
Habla al pueblo que no está pero lo escucha desde lejos. Abre los
brazos y los extiende hacia la columnata que abraza a Roma y al
mundo. Y dice cosas impresionantes, desde el punto de vista teoló-
gico, filosófico y político.
Dice que este flagelo no es un castigo de Dios. Dios no castiga
a sus hijos. Francisco ha hecho de la misericordia el símbolo de su
papado, desde las primeras palabras que dijo, luego del ascenso al
trono de Pedro, en una entrevista publicada en La Civiltà Cattolica.
No es por lo tanto un castigo divino, entonces ¿qué es? Fran-
cisco responde: es un pecado social que hemos cometido. Hemos
pecado contra nuestros semejantes, hemos pecado contra nosotros
mismos, contra nuestros seres queridos, contra nuestras familias,
contra los migrantes, los refugiados, los pobres, los trabajadores
precarios.
Luego agrega que hemos sido estúpidos en creer que podemos
estar sanos en una sociedad enferma.
A las once de la mañana me llamó por teléfono Tonino, mi pri-
mo, también médico (¿acaso son todos médicos y no me había dado
cuenta?). Me preguntó cómo estás con su voz siempre afligida, y
me dijo una de las ocurrencias por las que siempre fue famoso en la
familia: “qui gatta ci covid”.2

2 Juego de palabras intraducible, a partir de la frase “qui gatta ci cova” –“aquí hay gato
encerrado”– y la alusión al Covid-19.

52
CRÓNICAS

29 de marzo
Peo es para mí un amigo, un compañero, pero también es un mé-
dico y ha sido mi médico por muchos años. Se ha ocupado en repe-
tidas ocasiones de mi salud muchas veces frágil. Cuando iba a su
consultorio, donde siempre había una fila kilométrica de pacientes
de todos los tamaños y colores, esperaba horas antes de ser recibido,
luego me revisaba, pronunciaba diagnósticos profundos como poe-
mas y precisos como bisturíes, y sugería tratamientos múltiples y
libertarios.
Luego, cuando se jubiló hará unos seis meses, se fue a Brasil,
donde viven su compañera y sus dos hijos mayores, y donde a co-
mienzos del siglo desarrolló su profesión.
Hace unas semanas, de improvisto, regresó a Italia donde vive
Jonas, su hijo menor que tenía que graduarse (se graduó, pero a
través de Skype).
Peo había previsto volverse poco después, pero se quedó atrapa-
do como todos. Vive solo en un departamentito en via del Broglio,
y esta mañana vino hasta mi ventana y me llamó desde abajo. Me
asomé al balcón y charlamos durante unos minutos.
Luego se alejó trotando.
Antonio Costa, primer ministro de Portugal, realizó una confe-
rencia de prensa para responder al ministro de Finanzas holandés,
Wopke Hoekstra, quien durante el nefasto Consejo Europeo del
jueves solicitó que una Comisión iniciara una investigación sobre
las (¿oscuras?) razones por las cuales algunos países dicen no tener
margen presupuestario para hacer frente a la emergencia del coro-
navirus a pesar de que la Eurozona está en crecimiento desde hace
siete años. Hoekstra no dio nombres, pero era evidente la referencia
a Italia y España, hasta ahora los países de la UE más golpeados, y
además los principales del “grupo de los nueve” que sostienen la ne-
cesidad de los eurobonos. Por lo tanto Hoekstra quiere un proceso
contra los países donde la pandemia ha golpeado más duro.
“Este discurso es repugnante en el contexto de la Unión Euro-
pea”, dijo el líder socialista en su conferencia de prensa. “Y digo
repugnante porque no estábamos preparados, ninguno estaba pre-

53
FRANCO BERARDI BIFO

parado para enfrentar un desafío económico como hemos visto en


2008, 2009, 2010 y en los años siguientes. Desafortunadamente,
el virus nos golpea a todos por igual. Y si no nos respetamos, y
no entendemos que ante un desafío común debemos ser capaces
de una respuesta común, no se ha entendido nada de la Unión
Europea [UE]. Este tipo de respuesta es de una irresponsabilidad
absoluta, es una mezquindad repugnante y socava por completo el
espíritu de la Unión Europea. Es una amenaza para el futuro de la
UE. Si la UE quiere sobrevivir”, concluyó Costa, “es inaceptable que
un responsable político, de cualquier país, pueda dar una respuesta
de ese tipo”.
Me llegó una carta por correo. Dentro había una tarjeta postal
y en la tarjeta postal, sin firmar, había una pequeña cantidad de
hachís. Quizás la envió alguien que leyó mi primera crónica donde
decía que estaba por quedarme sin. Le agradezco a él o a ella de todo
corazón.
En los periódicos se destaca la foto de Edi Rama, el primer mi-
nistro de Albania.
Con un gesto de gran nobleza ha enviado treinta médicos de su
pequeño país a Italia. Los acompañó al aeropuerto donde, rodeado
de estos muchachones vestidos con sus guardapolvos blancos, dio
un discurso en italiano.
Dijo que sus médicos, en lugar de quedarse en Albania como
reservas, vienen aquí, donde más se necesita ayuda. Y también en-
contró el modo de agregar que los albaneses están agradecidos con
los italianos (demasiado bueno) por haberlos hospedado y acogido
en los años más difíciles y, por lo tanto, están felices de venir a ayu-
darnos “a diferencia de otros que, a pesar de ser mucho más ricos
que nosotros, han dado la espalda”.
Bravo Edi, viejo amigo mío.
Lo conocí en París en 1994, vivía en la casa de una amiga mía.
Me dijo que había estudiado en la Academia de Bellas Artes de
Tirana, y me contó un episodio muy divertido. De estudiante, en
los tiempos de la autarquía absoluta de Enver Hoxha, quería ver las
obras de ese tal Picasso del que había oído hablar. El director de la
Academia lo llevó consigo hasta su oficina, cerró con llave, sacó un

54
CRÓNICAS

libro de un estante, lo abrió en las páginas dedicadas a Picasso y,


sosteniendo el libro en sus manos, le mostró al joven las secretísi-
mas obras que deseaba ver.
En París, Edi Rama era un artista, por las noches iba al metro,
rompía los carteles publicitarios y pintaba sobre ellos.
Tengo en casa una de sus obras que muestra un pie verdoso que
aplasta un micrófono multicolor. Surrealismo post-tecno.
Luego, en 1995, vino a Italia, cuando yo trabajaba en el Consor-
zio Università-Città. Entonces lo invité a dar una conferencia en el
aula magna de Santa Lucia.
Vinieron un montón de albaneses y era un gran caos, todos ha-
blaban al mismo tiempo, hasta que Edi tomó la palabra y todos hi-
cieron silencio.
Inmediatamente después, Edi regresó a Albania, luego se produ-
jo la insurrección de 1997 tras el colapso financiero provocado por
el esquema piramidal, y en ese momento el exiliado vuelto a casa se
convierte en ministro de Cultura.
Me invitó a visitarlo. Fui a Tirana con un avión ruso, el aero-
puerto parecía un mercado, ancianas vestidas de negro recibían con
grandes gestos a sus hijos y maridos, animales, gritos, un barullo
de locos. Pero afuera había un auto negro con vidrios polarizados
que me esperaba.
Atravesamos la ciudad que entonces era toda gris, casi espectral.
En los años siguientes, cuando Edi se convirtió en el alcalde, repin-
taron todos los muros de diferentes colores.
El auto negro con vidrios polarizados me llevó al Ministerio de
Cultura donde me esperaba Edi.
El Ministerio estaba totalmente vacío. Nada, ni siquiera sillas
para sentarse, solo polvo y pasillos pintados de amarillo descascara-
do. Edi me esperaba en una sala vacía vestido de explorador inglés
en África con los pantalones blancos de tela hasta la rodilla y una
chaqueta con grandes bolsillos verdes.
Nos abrazamos, luego se disculpó por el ambiente un tanto va-
cío. “¿Sabes cuánto presupuesto tengo? Cero coma cero cero”. Los
albaneses eran terriblemente pobres, pero estaba lleno de gente
creativa, culta y cosmopolita.

55
FRANCO BERARDI BIFO

“Pero”, me dijo Edi, “Veltroni me prometió enviarme dinero”.


Espero que se lo haya enviado realmente.3
Me alojó en una casa proletaria de un amigo suyo, donde se fu-
maba porro todo el día. Pasé una semana bellísima en Tirana, co-
nocí a un grupo de muchachos toscanos de una organización de
voluntariado. Luego tomé un autobús y salí de Tirana para visitar
Berat, la ciudad de las mil ventanas. Durante el viaje, un tipo me
invitó a visitar su casa y me mostró que debajo de la cama tenía dos
o tres Kalashnikov.
Me gustaría volver a Berat, pero a veces me pregunto si podré
volver a viajar en el futuro que nos espera.
Confieso que es la pregunta que más me atormenta en estos
días quietos.
Desde la India llegan imágenes preocupantes, tras el lockdown
decidido por el gobierno. Largas filas frente a los bancos, columnas
de personas que abandonan las ciudades para regresar a sus pobla-
dos. Sobre todo aquellos que tenían trabajos ocasionales ahora se
encuentran en condiciones de miseria total. La dictadura neoliberal
de treinta años ha creado en todas partes condiciones de precarie-
dad social y de fragilidad física y psíquica.
Tarde o temprano será preciso un Nuremberg para aquellos
como Tony Blair, como Matteo Renzi y como Narendra Modi. El
neoliberalismo que han inoculado en nuestras células ha destruido
en una esfera profunda, ha atacado la raíz misma de la sociedad, el
genoma lingüístico y psíquico de la vida colectiva.

30 de marzo
Micah Zenko escribe en The Guardian que la propagación del virus
es el mayor fracaso de inteligencia en la historia de Estados Uni-
dos. 4 Cada día las noticias de Nueva York son más dramáticas. El

3 Walter Veltroni, vicepresidente y ministro de Bienes Culturales del primer gobierno


de Romano Prodi, entre mayo de 1996 y octubre de 1998.
4 En https://www.theguardian.com/commentisfree/2020/mar/29/the-coronavirus-
is-the-worst-intelligence-failure-in-us-history.

56
CRÓNICAS

gobernador Cuomo toma decisiones que contradicen explícitamen-


te las indicaciones de Trump.
La fractura entre la Presidencia y los centros metropolitanos de
poder se hace más profunda.
Un editorial del New York Times de Roger Cohen5 me llamó la
atención. El artículo es una pieza de literatura civil con cierta tona-
lidad lírica. Pero, sobre todo, es una señal de alarma sobre el futuro
político (además de sanitario) de los Estados Unidos de América.
Traduzco algunos pasajes:
“Esta es la primavera silenciosa. El planeta se ha vuelto silencioso,
tan silencioso que casi puedes escucharlo girar alrededor del sol,
sentir su pequeñez, imaginar por una vez la soledad y la fugacidad
de estar vivo.
Esta es la primavera de los miedos. Un picor en la garganta, un es-
tornudo, y la mente se acelera. Veo al anochecer una rata solitaria
deambular por Front Street en Brooklyn, una bolsa de basura desga-
rrada por un perro, y experimento una visión apocalíptica de plagas
y suciedad.
Dispersos peatones enmascarados en calles vacías se parecen a los
sobrevivientes de una bomba neutrónica. Un agente patógeno de apro-
ximadamente una milésima parte del ancho de un cabello humano ha
suspendido la civilización y desatado la imaginación […] Es tiempo de
un reset total. En Francia, hay un sitio web que indica a las personas
el radio de un kilómetro desde sus hogares en el que se les permite
hacer ejercicio. Esa es una medida de cuánto el mundo se ha reducido
para todos”.

Luego, tras una cantinela lírica bien lograda, Cohen llega al punto.
Y el punto es bastante interesante, si pensamos que Cohen no es
un bolchevique, sino un iluminado pensador liberal bien lejano del
socialismo sandersiano:
“La tecnología perfeccionada para que los ricos globalicen sus ventajas
también ha creado el mecanismo perfecto para globalizar el pánico
que arroja en caída libre las billeteras de la gente.

5 “A silent spring is saying something” [“Una primavera silenciosa está diciendo algo”],
en https://www.nytimes.com/2020/03/27/opinion/coronavirus-pandemic.html.

57
FRANCO BERARDI BIFO

Algunas voces místicas susurran: hagan las cosas de manera diferente


al final de este flagelo, háganlas de manera más equitativa, más eco-
lógica, con mayor respeto por el medio ambiente, o serán golpeados
nuevamente […]. No es fácil resistirse a tales pensamientos, y tal vez no
deberíamos resistirnos, ya que eso sería no aprender nada”.

En este punto, Cohen clava a fondo su espada:


“En un año electoral, ha sido imposible presenciar la mezcla de total
incompetencia, egoísmo devorador e inquietante inhumanidad con la
que el presidente Trump ha respondido a la pandemia de Covid-19 y
no temer alguna forma de corona-coup –golpe de corona–. El pánico
y la desorientación son precisamente los elementos en los que pros-
peran los aspirantes a dictadores. El peligro de un derrape autocrático
estadounidense en 2020 es tan grande como el propio virus.
Este es Trump hoy: disperso, incoherente, anticientífico, nacionalista.
Sin una palabra de compasión por el aliado italiano golpeado (mien-
tras Estados Unidos le pide en secreto a Italia hisopos nasales […]) Ni
una palabra decente […] en su lugar, mezquindad, pequeñez y jactan-
cia […]. Él, un germofóbico, ha propagado el germen de la falsedad”.

En el mismo periódico, sin embargo, leo que los niveles de apro-


bación de Trump nunca han sido tan altos como ahora: la mayoría
de los estadounidenses, y especialmente el pueblo de la segunda
enmienda, aquellos que tienen armas en sus hogares, están de su
lado, se sienten tranquilizados por su arrogancia.
Presentimientos oscuros sobre el futuro estadounidense.

1 de abril
En el sitio web del Network Culture Institute, el centro de inves-
tigación de Amsterdam fundado por Geert Lovink, leo un artícu-
lo firmado por Tsukino T. Usagi, “El diario del marinero de las
nubes: la vida de Shanghai en tiempos de coronavirus”:6 el mes

6 “The Cloud Sailor Diary: Shanghai life in the time of coronavirus”, en https://ne-
tworkcultures.org/longform/2020/03/19/the-cloud-sailor-diary-shanghai-life-in-
the-time-of-coronavirus.

58
CRÓNICAS

pasado de Shanghai, relatado por un joven precario con un estilo


introspectivo y delirante. Traduzco un pasaje:
“Salí de paseo a las instalaciones frente al mar el día después de que
salieron las noticias oficiales y confirmaron el brote. La vista del
río Huangpu estaba nublada por un denso smog. Hermoso. Tóxico.
Una visión realmente apocalíptica. Por la tarde empecé a sentirme
mal. Podría ser un resfriado o una gripe, pensé. Al día siguiente
fui a trabajar como siempre. Mi enfermedad empeoró. Los sínto-
mas incluían fiebre, sequedad de garganta y dificultad para respirar.
Exactamente lo que se describía en las noticias como la infección
por Coronavirus.
“¿Es así como voy a morir?”, pensé. Tenía miedo. Pero no entré en
pánico. Comencé a reconstruir escenarios en mi mente, repasando lo
que podría haber causado los síntomas: estaba viajando en el metro en
un vagón lleno de pasajeros desconocidos. Algunos de ellos podrían
haber tenido el virus. Uno de mis colegas había estado tosiendo en la
oficina durante tres semanas […]. El aire estaba muy contaminado. Era
terrible […], un maldito día ventoso […]. Antes del coronavirus, el smog
y el viento también podrían tener la oportunidad de matarme. ¿Cómo
es que ahora, cuando estoy mirando el aire, veo solo la amenaza del
corona? ¿Han desaparecido todas las demás amenazas?
La civilización humana se ejecuta en una máquina de movimiento
continuo impulsada por canales de reproducción fortuitos. La fábrica
de reproducción global no tiene cuartel general. Es la infraestructura
más descentralizada, más insensata y al mismo tiempo más controla-
da. La India es mundialmente conocida por ser una fábrica de repro-
ducción de mano de obra barata de trabajo cognitivo cuya contribución
a Silicon Valley y otras regiones tecnológicas ha sido subestimada. En
estos días, los científicos están investigando nuevas formas de supe-
rar la ansiedad de muerte. Algún día, el mundo preferirá tener bebés
mecánicos a bebés humanos […]. Pero esto no evitará la extinción”.

2 de abril
San Francisco de Paola. Mi onomástico.
“La voz es la cuña que rompe el silencio que hay allá afuera y
también dentro del desierto digital”, me escribe mi amigo Alex, al
final de una enigmática y muy densa cavilación.

59
FRANCO BERARDI BIFO

En otro mensaje, Alex me habla sobre Radio Virus, que trans-


mite desde los laboratorios desterritorializados de Macao, Milán.7
“Es un pecado que transmita tan poco”, dice Alex.
Hagámosla transmitir más.
Pueden escucharla en http://www.radiovirus.org.
Estallan discusiones entre la Región de Lombardía y el gobier-
no central, se buscan responsabilidades de esto y de aquello. Que
lo hagan cínicos agitadores como Renzi y Salvini no sorprende, su
trabajo es especular sobre las desgracias de otros para hacerse notar.
Pero creo que se trata de una discusión inútil en este momento. No
solo porque en el apogeo de la epidemia obviamente es mejor con-
centrar la atención en lo que debe hacerse que agarrársela con quien
no lo ha hecho. Sino sobre todo porque las responsabilidades reales
no son de aquellos que en los últimos meses están intentando inter-
venir en una situación objetivamente difícil.
Las responsabilidades recaen en quienes, en los últimos diez
años, y en verdad en los últimos treinta años, desde Maastricht en
adelante, han impuesto la línea de la privatización y de la reducción
del costo del trabajo.
Es gracias a esta política que el sistema de salud pública se ha de-
bilitado, las unidades de terapia intensiva se han vuelto insuficientes,
los establecimientos sanitarios territoriales han sido desfinanciados
y reducidos en número, y los pequeños hospitales han cerrado.
Al final de esta historia se buscará culpar a algún funcionario
o dirigente. La izquierda culpará a la derecha y la derecha culpará
a la izquierda. No caigamos en la trampa. Será preciso ser mucho
más radicales. La derecha y la izquierda son igualmente responsa-
bles de la devastación producida por el dogma neoliberal que han
compartido.
Y, sobre todo, la cuestión será mover recursos hacia la salud pú-
blica, hacia la investigación, la cuestión será encontrar los recursos
donde actualmente se encuentran.

7 Macao, “Nuevo Centro para las Artes, la Cultura y la Investigación”, es un centro


cultural independiente nacido en 2012 a partir de la ocupación colectiva por parte
de trabajadores y artistas de un edificio de la ciudad de Milán. Su sitio web es http://
www.macaomilano.org.

60
CRÓNICAS

Reducir drásticamente los gastos militares, redireccionar ese di-


nero a la sociedad.
Expropiar sin indemnización a quienes se han apropiado de bie-
nes públicos como las rutas y autopistas, el transporte ferroviario,
el agua.
Redistribuir la renta a través de un impuesto a la propiedad.
Este programa debe consolidarse, extenderse, involucrar a aso-
ciaciones, personas, instituciones.

3 de abril
Me puse a leer la monumental historia del pueblo estadounidense
de Paul Johnson, un historiador de derecha, muy nacionalista, un
apologista de la misión estadounidense.
Busco reconstruir los hilos que han tejido la civilización esta-
dounidense, porque me parece que ese lienzo se está desmoronan-
do rápidamente.
Comenzó después del 11 de septiembre de 2001, cuando el genio
estratégico de Bin Laden y la idiotez táctica de Dick Cheney y Geor-
ge Bush empujaron al mayor gigante militar de todos los tiempos a
una guerra contra sí mismo, la única que podía perder. Y la perdió,
y continúa perdiéndola, hasta el punto en que esta guerra inter-
na (social, cultural, política, económica) terminará por destrozar al
monstruo desde adentro.
Desde 2016 Estados Unidos está al borde de una guerra civil.
Ahora parece que Trump se prepara para ganar las elecciones.
Le agrada a la mitad de los estadounidenses, más o menos. Le agra-
da a esa parte que en los últimos días ha corrido a comprar armas
como si no tuviera ya suficientes.
La otra mitad (esto es: el FBI, una parte del ejército, el Estado
de California, el Estado de Nueva York y varios otros Estados, y
especialmente las grandes metrópolis) están aterrorizados, ofen-
didos por la agresión del presidente, y hoy se sienten abandona-
dos a la furia del virus, que golpea más fuerte en las grandes
concentraciones cosmopolitas y tal vez menos en las poblaciones
del Medio Oeste.

61
FRANCO BERARDI BIFO

Trump ha dicho que no será amable con aquellos gobernadores


que no hayan sido amables con él. De hecho, California no recibe
ayuda sanitaria del Estado central.
Así que me pregunto por qué California no debería pronto ne-
garse a contribuir al presupuesto del Estado Federal.
En el país en que el mercado laboral es una jungla despiada-
da y sin reglas, en apenas tres semanas diez millones de trabaja-
dores han quedado desempleados. Diez millones, y estamos en el
comienzo.
Naturalmente, no sé cómo evolucionarán las cosas, pero creo
que después de la epidemia, que en Estados Unidos tendrá efectos
más devastadores que en otros lugares porque la cultura privatista
e individualista es una invitación irresistible al virus, sucederá algo
enorme.
El pueblo de la segunda enmienda contra las grandes metrópo-
lis, y viceversa.
¿Una guerra de secesión irregular y dispersa?
Estaba leyendo La Repubblica en el baño esta mañana, y vi su foto
en una columna de la página 3, donde está la lista de 68 médicos
que murieron mientras hacían su trabajo en el calor de la epidemia.
Valter Tarantini era el más guapo de la sección D del secundario
Minghetti. Definitivamente el más guapo, no había competencia:
rubio, alto, de ojos claros, sonriente, irónico, alegre, distraído, yo
le caía simpático incluso si me veía malhumorado y leía El Capital
de Marx, tal vez le caía simpático precisamente por eso. Fuimos
compañeros de banco en segundo y tercer año de secundaria. Yo,
él y Pesavento y Terlizzesi en los bancos del fondo: era un cuarteto
anarcoide, todos muy diferentes pero amigos de todas formas.
Valter vivía en una casa de la buena burguesía en el quinto piso
de via Rizzoli 1, justo enfrente de la torre Garisenda. Yo iba a su casa
por la tarde para explicarle un poco de filosofía porque él no tenía
ganas de leer el libro de Ludovico Geymonat, tenía otras cosas en la
cabeza en lugar de Hegel y Kant, le gustaban un montón las chicas,
de hecho quería ser ginecólogo, decía, y de verdad lo ha logrado. Era
médico en Forlì, y es uno de los sesenta y ocho médicos que murie-
ron haciendo su trabajo.

62
CRÓNICAS

Se me hizo un nudo en la garganta, maldita sea cuando vi su


pequeña foto. Tenía setenta y un años el doctor Tarantini, pero en
la foto puede verse que siempre fue guapísimo, con una sonrisa
amable y despectiva al mismo tiempo. Nunca lo volví a ver después
del examen del verano de 1967, y ahora lo lamento, tengo ganas de
llorar porque no fui a la cena de los viejos compañeros de escuela
hace unos diez años, y sé que él preguntó por mí. Nunca lo volví a
ver, pero lo recuerdo realmente como si fuera ayer –qué frase boba
que me salió. Como si fuera ayer… Pero pensando un poco mejor,
lo vi por última vez hace cincuenta y dos años, después nunca lo
volví a ver hasta esta mañana, en el baño, en La Reppublica, en una
pequeña foto en la tercera página.

63
cuatro
torcidos

4 de abril
Lucia encontró una foto en blanco y negro y me la manda por te-
léfono.
En la foto, una mujer joven, bellísima, vestida como en los años
treinta se vestían las muchachas en los días de descanso. Con ella
está una niña.
De fondo, un edificio que reconozco fácilmente. La mujer y la
niña caminan por via Ugo Bassi, atrás está el frontón triangular del
edificio que separa via del Pratello de via San Felice. La joven mira
hacia adelante, con la mirada algo ausente, y la niña casi se aferra a
su mano, parece reclamar atención, pero la mujer no la mira, no se
vuelve hacia ella, mira hacia adelante, fija su mirada en la lejanía.
Esa mujer es mi mamá, y la niña es su prima Maria.
Inmediatamente me pregunto quién tomó esa foto, quién sos-
tiene la cámara fotográfica. Es Marcello, estoy seguro, su prometido
Marcello. El abuelo Ernesto le permitía a Dora salir con él los días
de descanso, pero solo si iba acompañada por alguien, un hermano
o una niña. Dora parece molesta, un poco desdeñosa, quizás fasti-
diada por la presencia indeseada de su primita. No voltea para mi-
rarla, mira hacia él, hacia el fotógrafo que capturó ese instante. Fija
su mirada en la lejanía, hacia el futuro que imagina, en ese día de
descanso primaveral a fines de los años treinta, cuando mi mamá
tenía poco más de veinte años, y la tragedia parecía estar lejos. Lue-
go vino la tragedia de la guerra que devastó la vida y desquició el
futuro que ella esperaba.

65
FRANCO BERARDI BIFO

6 de abril
A grim calculus. El título del Economist1 de esta semana lo dice todo.
Grim significa tétrico, sombrío, y también feroz.
Un cálculo triste que nos vemos obligados a hacer.
Es fácil entender de qué cálculo habla la revista que desde hace
un siglo y medio representa el pensamiento económico liberal.
Cuánto nos costará en términos económicos la pandemia de co-
ronavirus, y qué tipo de razonamiento nos vemos obligados a hacer,
teniendo que elegir entre dos decisiones alternativas: cerrar todo y
bloquear casi por completo la producción, la distribución, en resu-
men, toda la máquina de la economía, o bien aceptar la posibilidad
de una hecatombe.
Leo en la revista londinense: “El gobernador de New York, An-
drew Cuomo, ha declarado que no debemos poner precio a la vida
humana. Esto significó un grito de guerra por parte de un hombre
valiente al frente de un Estado quebrado. Sin embargo, al dejar de
lado los sacrificios, Cuomo reivindica de hecho una decisión que
no tiene en cuenta la cantidad de consecuencias que traerá a toda
su comunidad en términos amplios. Puede sonar despiadado, pero
ponerle precio a la vida es precisamente lo que los líderes tendrán
que hacer si quieren encontrar una salida durante los tormentosos
meses por venir.
Como en una unidad de terapia intensiva, a veces los sacrificios
son inevitables […] Por el momento, el esfuerzo para combatir el
virus parece estar destinado a consumir todos nuestros recursos […]
Tanto en una guerra como en una pandemia, los líderes no pueden
escapar al hecho de que cada curso de acción impondrá grandes
costos económicos y sociales […]
Para el verano, las economías habrán sufrido caídas de dos dí-
gitos en términos del producto bruto interno. Las personas habrán
soportado meses de encierro, dañando tanto la cohesión social
como su salud mental. Confinamientos de un año costarían tanto

1 En https://www.economist.com/leaders/2020/04/02/covid-19-presents-stark-choi-
ces-between-life-death-and-the-economy.

66
CRÓNICAS

a Estados Unidos como a la Eurozona un tercio o más del producto


interno bruto, los mercados se derrumbarían y las inversiones se
postergarían. La economía podría marchitarse porque la innova-
ción se estancaría. Finalmente, el costo del distanciamiento social
podría superar los beneficios. Este es un aspecto de los sacrificios
que todavía nadie está dispuesto a admitir”.
Totalmente claro: The Economist nos pone frente a un razona-
miento que puede parecer brutal, pero que es simplemente realista.
Un titular en la revista dice “Hard-headed is not hard-hearted”. Ser
sensato no significa ser insensible.2
¿Cómo negarlo? Gracias a la decisión de interrumpir el flujo de
la actividad social y el ciclo de la economía, los dirigentes políticos
ciertamente han salvado millones de vidas en los próximos tres,
seis, doce meses. Pero, observa The Economist con una coherencia
intransigente, esto nos costará un número de vidas mucho mayor
en el tiempo que viene. Estamos evitando la hecatombe que el virus
podría costarnos, pero ¿qué escenarios preparamos para los próxi-
mos años, a escala global, en términos de desempleo, ruptura de las
cadenas de producción y distribución, en términos de deuda y de
quiebras, de empobrecimiento y desesperación?
Detengámonos un momento.
El editorial de The Economist es razonable, coherente, irrefuta-
ble. Pero lo es solo dentro de un contexto de criterios y de priori-
dades que corresponde a la forma económica que hemos llamado
capitalismo. Una forma económica que hace que la asignación
de recursos y la distribución de los bienes dependa de la partici-
pación en la acumulación de capital. En otras palabras, que hace
que la posibilidad concreta de acceder a bienes útiles dependa de
la posesión de títulos monetarios abstractos.
Pues bien, este modelo que hizo posible la movilización de enor-
mes recursos para la construcción de la sociedad moderna se ha
transformado hoy en una trampa lógica y práctica de la que no en-

2 Hard-headed significa “pragmático”, “racional”, “sensato”, por lo que es difícil man-


tener el juego de palabras del inglés. Algo aproximado podría ser “Tener cabeza
fría no es tener corazón frío”, pero parece preferible una traducción más ajustada al
sentido que a la estructura de la ocurrencia.

67
FRANCO BERARDI BIFO

contrábamos la salida. Pero ahora la salida se ha impuesto por sí


sola, automáticamente, lamentablemente con violencia. No la vio-
lencia de las revoluciones políticas, sino la violencia de un virus.
No la decisión consciente de fuerzas dotadas de voluntad humana,
sino la inserción de un corpúsculo heterogéneo como lo es la avispa
con respecto a la orquídea, un corpúsculo que comenzó a proliferar
hasta volver al organismo colectivo incapaz de entender y desear,
incapaz de producir, incapaz de continuar.
Esto ha detenido la reproducción, ha absorbido enormes sumas
de dinero que demostraron servir poco y nada. Hemos dejado de
consumir y de producir, y ahora estamos aquí, mirando el cielo azul
desde la ventana y nos preguntamos cómo terminará todo esto.
Mal, muy mal, dice The Economist, para quien la interrupción
del ciclo del crecimiento y de la acumulación parece ser un acon-
tecimiento catastrófico que pagaremos con hambre, miseria y
violencia.
Me permito disentir con el catastrofismo del Economist, porque
entiendo de manera diferente la palabra catástrofe, que en su etimo-
logía significa “giro más allá del cual se ve otro panorama”. Kata
se puede traducir como “más allá”, y strofein significa “moverse,
desplazarse”.
Así que hemos ido más allá, hemos llevado a cabo finalmente
ese movimiento que las luchas conscientes, determinadas y locua-
ces de cincuenta años no habían logrado realizar. Todo se ha dete-
nido o casi todo, ahora se trata de reiniciar el proceso, pero según
otro principio, el principio de lo útil y no el de la acumulación de
lo abstracto. El principio de la igualdad frugal de todos, no el de la
competencia y de la desigualdad.
¿Seremos capaces de desarrollar este principio para hacer que
la máquina vuelva a funcionar, no esa máquina que antes funcio-
naba imparablemente, sino una máquina elástica, una máquina
quizás un poco más tambaleante, y ciertamente más frugal, pero
amiga?
¿Seremos capaces? No lo sé y, sobre todo, no sé quién sería ese
“nosotros” al que estoy aludiendo con mi pregunta. ¿Seremos capa-
ces quiénes?

68
CRÓNICAS

Ya no la política, ya no el arte del gobierno. La política es inca-


paz de cualquier gobierno y, sobre todo, es incapaz de compren-
der. Los pobres políticos parecen estar aturdidos, a los tumbos,
ansiosos.
El nuevo juego, el de la proliferación rizomática de corpúsculos
ingobernables, pone en el campo al saber, no a la voluntad.
Por lo tanto, ya no la política, sino el saber.
¿Y cuál saber?
No el saber de los economistas, incapaces de salir de la casa de
espejos de la valorización, que traduce el producto en los términos
abstractos del cálculo monetario y aumenta el volumen de destruc-
ción a fin de aumentar el volumen de valor abstracto. Sino un saber
concreto, un saber que no traduce lo útil en valor, sino en placer,
en riqueza.
¿Necesitamos aviones de combate F35? No, no los necesitamos,
no sirven de nada, excepto para que le cierren los números a una
alianza militar inútil y para hacer trabajar a obreros que podrían
producir con más utilidad latas de atún.
Y además porque con un solo avión de combate F35, ¿saben
cuántas unidades de terapia intensiva se pueden crear? Doscientas.
Lo sé, estos son discursos de buenos para nada que no saben
cuán complejas son las interdependencias, etc. Está bien, me que-
daré mudo, y oigamos entonces el discurso de los realistas que re-
piten la cantinela habitual: si queremos mantener la ocupación en
los niveles actuales tenemos que producir armas, ¿verdad?, dicen
los realistas de The Economist y los de la derecha y de la izquierda.
Así que seguiremos fabricando armas para hacer trabajar a to-
das esas personas ocho, nueve horas por día. Y dentro de un mes o
dentro de un año de la epidemia seguirá la miseria masiva y luego
la guerra. Y la extinción, de la que esta vez solo hemos tenido un
bocado de muestra, nos encontrará en su hermoso caballo blanco
como en el triunfo de la muerte que se puede ver en Palermo dentro
del Palazzo Abatellis.
¿Y si en cambio decidimos hacer trabajar a las personas solo el
tiempo necesario para producir aquello que es útil? ¿Y si les damos
a todos un ingreso prescindiendo del tiempo de trabajo (inútil)?

69
FRANCO BERARDI BIFO

¿Y si dejamos de pagar por los aviones inútiles que ya hemos


comprado? ¿Y si nos cagamos en las obligaciones internacionales
que nos exigen pagar sumas enormes para la guerra?
Esta es la cosa: estos discursos ya no son delirios de un extremis-
ta, sino el único realismo posible. There is no alternative.
Me escribe desde Londres mi amiga Penny: “Solo me siento y
escribo, esta vida extraña se ha vuelto familiar y tranquila, pero
siempre hay calma antes de la tempestad”.
Hay siempre un extraño silencio antes de que se desate la tem-
pestad.
Es como decir: lo mejor vendrá cuando el cansado virus se retire.
En ese punto, los estúpidos pensarán que será hora de volver a la
normalidad.
Los sabios se preparan para la tempestad más grande.

7 de abril
Después de dos meses de casi total clandestinidad, hoy volvió el
asma, y me persiguió todo el día. Acostado en la cama, jadeé sin
oxígeno y sin fuerzas para hacer nada.
Al anochecer salgo a tirar la basura: orgánica, vidrio, no diferen-
ciada. Camino lentamente por la plaza de abajo de casa. El Hotel
San Donato Best Western está cerrado y con los postigos asegura-
dos. Camino un poco por via Zamboni para ver las torres. No hay
nadie en esta calle en la que desde el siglo XII en primavera se
amontonan y se cortejan los y las estudiantes.

8 de abril
Tomo el café y miro afuera, a la plaza llena de sol. También hoy
está esa muchacha que sale de debajo de la arcada, quizás vive sola
en un monoambiente en via del Carro. Tiene una camiseta negra
con bordes amarillos, el celular en la mano y hace movimientos de
gimnasta. Movimientos un poco torpes; levanta la pierna derecha
y permanece así durante unos segundos, pero el teléfono atrae su
atención y entonces levanta la pierna izquierda mirando el celular,

70
CRÓNICAS

luego gira hacia la pared, apoya los brazos y realiza algunos movi-
mientos adelante y atrás con la cabeza. Suena mi teléfono, me alejo.
Me llaman de Milán para pedirme si puedo enviar también hoy una
grabación para Radio Virus.
Vuelvo a la ventana, la muchacha no está más.
Si no fuera porque su representante terrenal ha prohibido con-
siderar la enfermedad como un castigo de Dios, asumiría que el
Señor es un viejo chistoso. Primero mandó a Johnson a terapia in-
tensiva, después hizo lo propio con el ministro homofóbico Litzman
del Estado de Israel.
Desafortunadamente, esta es la única noticia reconfortante que
proviene de ese país de racistas. Por lo demás, la crónica política
israelí habla de la disputa interminable entre el torturador Ganz,
el corrupto Netanyahu y el nazi de Lieberman. Tal vez vayan a la
cuarta elección en un año mientras el mundo se disuelve a su alre-
dedor, pero ellos están demasiado ocupados en sus riñas para darse
cuenta de eso.
Según el Instituto de investigación laboral de Ginebra (OIT), la
pandemia provocará el año que viene un aumento de la desocupa-
ción cuantificable en alrededor de 25 millones. En Estados Unidos
ha habido más de diez millones de despidos en dos semanas, y se
espera que el número aumente en los próximos días. Se trata de
números sin precedentes, para usar una de las expresiones más de
moda en estos días.
Para hacer frente a un fenómeno de este tipo no serán suficien-
tes las políticas económicas tradicionales. O se recurre a la margi-
nación violenta de una parte enorme de una población de misera-
bles que protestan en las periferias de las ciudades, o se abandona
por completo el discurso de la economía moderna, la vieja utopía
del pleno empleo, el prejuicio del trabajo asalariado, y se vuelve a co-
menzar literalmente de cero. Queda una sola certeza: el saber cien-
tífico acumulado, y sobre todo la potencia viva del trabajo cognitivo,
de la invención técnica y de la palabra poética.
Pero el criterio económico que hasta ahora ha regulado las rela-
ciones y las prioridades ha enloquecido definitivamente y quedado
fuera de servicio. Y para siempre.

71
FRANCO BERARDI BIFO

Porque si tratamos de restablecer la antigua relación entre quie-


nes tienen riqueza y quienes deben trabajar para ganarse la vida,
entonces la miseria está destinada a generar ríos de violencia, y
la desocupación a alimentar ejércitos desesperados y dispuestos a
cualquier cosa.
La cuestión sería proceder a la confiscación de espacios y de es-
tructuras productivas.
La cuestión sería regular el acceso a los recursos disponibles en
condiciones de igualdad.
No podemos perder el tiempo en la ilusión de volver a la norma-
lidad pasada, porque esta ilusión corre el riesgo de arrastrar lo que
queda hacia una espiral de devastación sin retorno. Lo que los con-
sumidores esperaban en los últimos cincuenta años no existe más,
y no debe volver, precisamente. Es el sistema de expectativas lo que
debe cambiar radicalmente.
Si me pidieran indicar un evento, una fecha y un lugar que está
en el origen del apocalipsis, diría que ese evento es la Cumbre de la
Tierra en Río de Janeiro en junio de 1992. Por primera vez, las gran-
des naciones se encontraron para evaluar la necesidad de enfrentar
los peligros que el crecimiento económico comenzaba a revelar. En
aquella ocasión el presidente de los Estados Unidos, George Bush
padre, declaró que “el nivel de vida de los estadounidenses no puede
ser objeto de negociación”.
Todos estamos pagando por su perversidad, que tal vez sea in-
herente a la existencia misma de esa nación nacida del genocidio,
y cuya riqueza depende de la deportación, de la esclavitud, de la
guerra y de la rapiña de los recursos y el trabajo de otros. Esa nación
enfrentará pronto una devastadora guerra interna, y merecidamen-
te no sobrevivirá.

9 de abril
Después de un mes de clausura, y sobre todo de incertidumbre por
los resultados próximos de la situación, se percibe cierto nerviosis-
mo en la voz de los amigos que llaman, y también en los testimo-
nios escritos o en los análisis que me llegan todos los días por doce-

72
CRÓNICAS

nas. Por supuesto no leo todo lo que me llega, pero leo muchísimo.
En una lista de correo llamada neurogreen, hoy recibí un artí-
culo de Laurie Penny, publicado en Italia por Internazionale, pero
salido en su idioma original en la revista californiana WIRED,3 que
durante muchos años ha sido la pionera de la imaginación digital
futurista y visionaria, y, en última instancia, ultraliberal.
Es extraño leer en esa revista generalmente ultraoptimista un
artículo de este tipo, que antes que nada es el relato de una expe-
riencia vivida bastante dramática. Laurie Penny está quién sabe
dónde, lejos de casa, y es sorprendida por la tempestad viral.
“El capitalismo no puede imaginar un futuro más allá de sí mis-
mo que no sea una carnicería total […]. La socialdemocracia ha sido
reinstalada de apuro porque, parafraseando a Margaret Thatcher,
realmente no hay alternativa”.
150 miembros de la familia real saudita afectados por el virus.
Bernie Sanders se retira, Biden perderá las elecciones (¿o qui-
zás las gane?), asumiendo que las elecciones estadounidenses se
realicen.
Ocho médicos murieron en Gran Bretaña tratando a personas
afectadas por el virus. Todos eran extranjeros, procedentes de Egip-
to, India, Nigeria, Pakistán, Sri Lanka y Sudán.
El cielo de Delhi es el más límpido que se haya visto en años. De
noche se ven las estrellas.
Pero la Confindustria tiene prisa por reanudar la actividad,
aun si las noticias procedentes de China no son tranquilizado-
ras: Wuhan reabre, pero cierra Heilongjiang. La batalla contra el
coronavirus es como tratar de vaciar el mar con un balde: abrir
aquí, cerrar allá.
Quizás ni siquiera deberíamos combatir, porque la guerra se
perdió al principio: deberíamos reducir al mínimo nuestros movi-
mientos, deberíamos reconocer que se ha agotado la potencia con la
que nos embriagamos en la era moderna. Los que la pagarán más
caro son quienes creyeron y siguen creyendo en la ilimitada potencia

3 “This is not the apocalypse you were looking for” [“Este no es el apocalipsis que es-
tabas esperando”], en https://www.wired.com/story/coronavirus-apocalypse-myths.

73
FRANCO BERARDI BIFO

de la voluntad humana. Comprensiblemente, los hombres patalean,


quieran volver a tomar el cetro en sus manos, quieren gobernar su
futuro tal como, engañándose a sí mismos, creyeron que lo hacían
en un pasado glorioso. Pero el virus nos enseña que la potencia ili-
mitada era un cuento de hadas y este cuento de hadas ha terminado.

10 de abril
La ANPI4 lanza la propuesta de hacer el 25 de abril un encuentro
por la democracia. Acepto la convocatoria y me pongo a disposición
para lo que se precise. ¿Cantaré también el himno de Mameli5 al
comienzo de las celebraciones?
Espero el 25 de abril con el mismo espíritu con el que espero la
Misa de Pascua del Papa Francisco.
A pesar de mi ateísmo, me hizo bien escuchar a Francisco la otra
noche en la plaza desierta. Con el mismo espíritu participaré de la
manifestación virtual del 25 de abril. La divinidad que adoran los
demócratas es tan ilusoria como el dios de Francisco, pero me hará
bien sentir la cercanía de un millón de personas.

11 de abril
En via Castiglione, en las colinas de Bolonia, a dos kilómetros del
centro de la ciudad, alguien filmó una jabalina seguida de seis pe-
queños jabalíes.

4 La Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI) fue fundada en 1944 por los
participantes de la resistencia italiana contra la ocupación nazifascista en la Segun-
da Guerra Mundial. Desde 2006, la organización de expartisanos está abierta a todo
quien comparta los valores de la Resistencia.
5 Il Canto degli Italiani (Canto de los italianos), compuesto en 1847, es conocido
también como Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia) por su primer verso e Inno di
Mameli (Himno de Mamelli) por el nombre del autor de su letra, Goffredo Ma-
melli. Durante el régimen de Mussolini, fue utilizado entre otros cantos por las
organizaciones antifascistas, en contraposición a los himnos oficiales, y en la Se-
gunda Guerra Mundial fue particularmente adoptado por los partisanos junto a
canciones como Fischia il vento y Bella ciao. Desde 1946 es el himno nacional de
la República de Italia.

74
CRÓNICAS

En Bruselas, los holandeses reiteran que quien necesite dinero


debe firmar una letra de cambio que diga: pagaré. Italia estuvo de
acuerdo con los holandeses cuando en 2015 se trataba de imponer
a Grecia el respeto por la ley del acreedor. Hoy es comprensible que
Italia quiera evitar el tratamiento que se le infligió a Grecia. Pero
las nociones de deuda y de crédito parecen hoy bastante incoheren-
tes. La insolvencia está destinada a destruir el sistema de comercio.
Aquí también: there is no alternative.
Hablando de Grecia, en julio Stella y Dimitri nos esperan en
la islita esporádica. Desde hace más de diez años alquilamos una
casita en medio de los olivos. ¿Qué será del verano, de los viajes, del
mar? Con Billi rondamos el tema con cautela. Tal vez no haya viajes
este verano.

12 de abril 
Después de las descortesías explícitas de Rutte y de Hoekstra,
la Sra. Ursula intenta endulzar la píldora para los italianos que
están muy irritados por la avaricia un tanto ofensiva de los holan-
deses.6 ¿Otorgarán un MES7 sin condiciones? ¿De “coronabonos”
no se habla?
En una cosa, sin embargo, están todos de acuerdo: no debe ha-
cerse borrón y cuenta nueva del pasado. Escuché decir esto varias
veces a los negociadores europeos. 
¿Por qué un borrón y cuenta nueva les parece a todos una cosa
mala? Quizás lo mejor sería resignarse al borrón y cuenta nueva.
“Quién ha tenido, ha tenido, ha tenido / quien ha dado, ha dado, ha
dado / olvidemos el pasado / somos de Nápoles, paisano”:8 la pro-

6 Las alusiones son a Mark Rutte, primer ministro holandés, Wopke Hoekstra, ministro
de finanzas holandés, y Ursula Von Der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
7 El Mecanismo Europeo de Estabilidad, también llamado Fondo salva-Stati (Fondo sal-
va-Estados), es un organismo mutigubernamental regional, fundado en 2011 para
asistir económicamente a los Estados de la Eurozona con dificultades financieras.
8 “Chi ha avuto ha avuto ha avuto / chi ha dato ha dato ha dato / scurdammoce ‘o
passato / simm’e Napule paisà”, en napolitano en el original. Sobre la base de un
viejo dicho popular, los versos son parte del estribillo de “Simmo ‘e Napule, paisà”,

75
FRANCO BERARDI BIFO

funda sabiduría de estos versos napolitanos resulta incomprensible


para los economistas.

14 de abril
El viejo socialista Rino Formica, en una entrevista publicada por
Il Manifesto,9 observa que no debemos creer que en este momento
sobrevivir sea más importante que pensar, como sugiere el lema
latino primum vivere deinde philosophari –primero vivir, después fi-
losofar–. Si no filosofamos, analiza el sabio Formica, corremos el
riesgo de no saber qué decisiones tomar para, luego, vivir.
Marco Bascetta, por su parte, siempre en el Manifesto, publica
una reflexión10 (confusa pero intrigante) sobre el mismo lema lati-
no, ligeramente modificado: “primum vivere deinde laborare” –pri-
mero vivir, después trabajar–. Y con justeza observa que sin vida no
hay mercado.
Agamben ha escrito varias veces que, en nombre de la nuda
vida, estamos dispuestos a renunciar a la vida, y me viene a la men-
te otra máxima latina, que siempre preferí a la mencionada por
Formica: navigare necesse est, vivere non est necesse11 –navegar es ne-
cesario, vivir no es necesario–. ¿Para qué vivimos si no somos ya
capaces de navegar?
Por segunda vez, el presidente de Estados Unidos ladra amena-
zando con suspender o cancelar el financiamiento para la Organi-

tarantela compuesta en 1944, con letra de Peppino Fiorelli y música de Nicola Valen-
te. La canción se convirtió en un clásico popular napolitano de posguerra y, a través
del tiempo, fue versionada por infinidad de intérpretes e incluida en numerosas
películas, obras de teatro y otros espectáculos.
9 “Rino Formica: ‘La globalizzazione era un’illusione. Serve un pensiero nuovo’” [“La
globalización era una ilusión. Hace falta un pensamiento nuevo”], en https://ilma-
nifesto.it/rino-formica-la-globalizzazione-era-unillusione-serve-un-pensiero-nuovo.
10 “Il motto sciagurato del tempo chiamato ‘fase due’” [“El desdichado lema del
tiempo llamado ‘fase dos’”], en https://ilmanifesto.it/il-motto-sciagurato-del-tem-
po-chiamato-fase-due.
11 Frase con la que, según Plutarco, Pompeyo arengó a sus pilotos que, al ver que se
había desatado un gran viento en el mar, dudaban en subir al barco.

76
CRÓNICAS

zación Mundial de la Salud porque dice que reaccionó lenta y equi-


vocadamente ante el advenimiento de la pandemia, o quizás porque
tomó una posición pro-china. También amenaza subrepticiamente
con echar al experto más respetado del sistema de salud estadouni-
dense, el virólogo Anthony Fauci.12
Desde su país en los últimos días han llegado fotos de sacos que
contienen cadáveres, que terminan arrojados a fosas comunes excava-
das para aquellos que no tienen siquiera los medios para permitirse
un funeral y una sepultura. Todo esto, cerca de la metrópoli cosmopo-
lita de Nueva York. Muchos se escandalizaron pensando que se trata
de una consecuencia del virus maldito, que obliga a los estadouniden-
ses a renunciar a los debidos funerales y al respeto por los fallecidos.
Error.
Esas fotos no son una noticia, no tienen mucho que ver con la
epidemia.
En ese país, de hecho, aquellos que no tienen nada y mueren
como perros generalmente son enterrados de esa manera, por se-
pultureros que están detenidos en alguna prisión, en una fosa co-
mún en la periferia fétida de una ciudad muy rica. Esa es la norma-
lidad a la que muchos desean rápidamente volver.

15 de abril
En California, grupos de personas sin casa ocupan departamentos
y casas en venta que, en este punto, nadie nunca comprará. Noti-
cia reconfortante. En Lagos, los ciudadanos de algunos barrios se
arman para defenderse de hordas de ladrones que por las noches
entran a robar en donde se pueda robar, aprovechando el toque de
queda. Noticia inquietante.
Pero quizás se trata de la misma cuestión; quizás se trata de
que, en tiempos como estos, en tiempos como los que se preparan,

12 Epidemiólogo, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infeccio-


sas desde 1984, asesor de todos los presidentes de Ronald Reagan en adelante, desde
enero de 2020 Anthony Fauci fue elegido por la Casa Blanca al frente de la acción
gubernamental estadounidense contra la epidemia de coronavirus.

77
FRANCO BERARDI BIFO

la propiedad privada se convierte en algo inestable, débil, frágil. En


algo retorcido.
Leído en Facebook:
“Qué feo clima se ha creado.
Salís con barbijo y guantes para comprar comida o periódicos, pres-
tá atención, todos se miran con sospecha entre sí y si alguien se
acerca demasiado hay una actitud de pánico casi de terror.
Si salimos de este virus, ¿saldremos también de este comporta-
miento?
No lo sé.
¿Nos miraremos torcido para siempre?”

78
cinco
el horizonte

18 de abril
“¿Hubieras dicho alguna vez que el apocalipsis sería tan aburrido?”,
me pregunta mi amigo Andrea, cuya vida es habitualmente muy
aventurera y ahora se ve obligado a pasar su tiempo en un sillón
desfondado y destartalado cerca del Aventino mientras la primavera
romana florece silenciosa a su alrededor y ni siquiera la puede ver.
Buena pregunta, buen punto de vista.
¡Aburrirse finamente!
Pero puede verse el asunto desde otro punto de vista para di-
sipar la niebla del aburrimiento. Puede verse el apocalipsis como
un acontecimiento que se desarrolla en cámara lenta, una precipi-
tación de la cual prevemos los próximos derrumbes, los próximos
desprendimientos pero de la que no podemos gobernar casi nada.
Esta revelación ostensible de la impotencia de la voluntad cons-
ciente frente al desarrollo de acontecimientos macro (como el cam-
bio climático) o micro (como la propagación de virus) es la lección
que deberíamos poder asimilar y elaborar.
Si la voluntad no puede gobernar los procesos, ¿hay quizás otra
facultad que pueda hacerlo?
Para no aburrirme, leí un artículo de Francesco Sisci, un sinó-
logo italiano muy inteligente que forma parte de la Academia de
Ciencias de Beijing (lo que significa que sabe lo que dice cuando
habla de cosas chinas).
Sisci parte de la noticia de que los estadounidenses quieren exi-
girle a China resarcimientos por millones de billones de billones.
Según ellos, China tiene la culpa de este desastre: un virus esca-
pó de su maldito laboratorio de Wuhan, lo ocultaron y continúan

79
FRANCO BERARDI BIFO

ocultando información… Luego nos atacaron a nosotros los esta-


dounidenses, con su chinese virus como dice Trump y repite Mike
Pompeo. Nuestra economía se está yendo a pique y ahora nos de-
ben pagar, dicen enfurecidos quienes habían prometido aquello de
make America great again.1
Es culpa de los chinos. Demandémoslos.
Cancelemos la deuda de Estados Unidos con la banca china.
Como de costumbre, los estadounidenses juegan con fuego.
Tal vez piensen que si China se enoja tendrán que enfrentarse a
unos cientos de boxeadores armados con espadas, escudos y lanzas
que salen de la esquina para golpear.
Nein. Sería bueno no olvidar el desfile del 1 de octubre pasado
con todas esas hermosas cabezas brillantes y esas ojivas redon-
deadas.2
Además del coronavirus, con esas ojivas el número de víctimas
puede multiplicarse más de cien veces.
Sisci, que sabe mucho, advierte contra la locura militarista que
la catástrofe social provocada por el virus podría suscitar.
La idiotez congénita del pueblo estadounidense, por otro lado,
se exhibe abiertamente en las ciudades de Michigan y de Virginia,
donde grupos de panzones armados exigen que los gobernadores
retiren sus medidas preventivas. Se preparan para disparar a los

1 Slogan de campaña de Trump en 2016, podría traducirse “Hagamos que Estados


Unidos vuelva a ser grande”. A propósito de la dificultad de traducir este enunciado
al español, es absolutamente recomendable el artículo de Pablo de Llano “¿Cómo tra-
ducir “Make America Great Again”?” publicado por El País en noviembre de 2016,
a poco del triunfo de Trump (disponible en https://elpais.com/cultura/2016/11/22/
actualidad/1479844381_053085.html). La nota no solo compila con gracia algunas
notables interpretaciones de prestigiosos traductores sobre la frase en cuestión,
sino que además supone un bello reconocimiento de la traducción como ejercicio
de sutileza y curiosidad poética y política –a contramano de lo que ocurre cuando
se combinan el exceso de fe en los automatismos algorítmicos y el imperativo de la
inmediatez mediática.
2 El 1 de octubre de 2019, en conmemoración de los 70 años de la fundación de la
República Popular China, se realizó en Beijing el desfile militar más grande de
la historia de ese país. Además de las columnas con 15.000 efectivos militares y
100.000 civiles que marcharon durante tres horas, el acto contó con la exhibición
de equipamiento militar de última generación, como vehículos aéreos no tripulados
y los misiles con capacidad nuclear DF41 y DF17.

80
CRÓNICAS

indios entre una cerveza y otra. Pero el problema es que ahora ya no


existen pieles rojas a caballo sino una potencia tecnomilitar totali-
taria disciplinada.

19 de abril
En las últimas semanas escribía con facilidad y una cierta (irres-
ponsable) alegría, las palabras me surgían con fluidez y se articula-
ban sin resistirse.
Ahora algo ha cambiado. Tal vez porque una amiga me acusó de
usar la palabra “irresponsable” con un signo positivo, mientras que
el momento requiere el máximo de responsabilidad.
A ver, nunca me gustó mucho la palabra “responsabilidad”. Pero
empiezo a sentirme un poco avergonzado de planear en el aire
mientras las cosas se ponen cada vez más dramáticas.

20 de abril
En los últimos días me puse a releer los escritos de William Burrou-
ghs y de Philip Dick.
Los leí en los años ochenta. En 1982 tuve la suerte de conocer
a Burroughs, fui a verlo en su búnker de la calle Bowery para en-
trevistarlo. Casi no entendí nada de su acento, y de eso resultó una
entrevista dispersa que luego salió en la revista Frigidaire.
Leí ¡Exterminador!, Ah Puch está aquí, La tarea, La revolución
electrónica y algunas de sus novelas vertiginosas, que hoy se pueden
releer como premoniciones.
Con gélida lucidez alucinada, Burroughs decía que el lenguaje hu-
mano no es más que un virus que se ha estabilizado en el organismo,
mutándolo, invadiéndolo, transformándolo: “La palabra misma puede
ser un virus que ha logrado una situación de residencia permanente
con el huésped”. Por lo tanto, “el hombre moderno ha perdido la op-
ción del silencio. Intenta detener tu discurso subvocal. Intenta alcan-
zar al menos diez segundos de silencio interior. Te encontrarás con un
organismo resistente que te fuerza a hablar […] El lenguaje es una tara
genética, es para la palabra en sí que no existe ninguna inmunología”.

81
FRANCO BERARDI BIFO

Pero si el lenguaje es un virus que se impone al organismo con-


duciéndolo al predominio de la abstracción sobre la concreción de lo
útil y, por lo tanto, a producir las condiciones históricas de su autodes-
trucción, ¿no podemos suponer que será precisamente un virus lo que
vuelva a juntar lenguaje y concreción, sensualidad, sufrimiento?
Pero, ¿en qué plano actúa el virus? Diría que actúa en el plano
estético: es la percepción, la sensibilidad lo que puede recompo-
ner la relación entre lenguaje y concreción.

21 de abril
No he dejado de pintar desde que comenzó la reclusión. En realidad,
no puedo decir que lo mío sea pintura: hago collages con fragmentos
de imágenes, fotocopias, fragmentos de periódicos a los que luego
superpongo colores acrílicos, esmaltes de uñas, etiquetas, mallas…
El departamento está lleno de estos cuadritos de treinta y cinco
por cincuenta o setenta por cincuenta, que están allí apilados en el
banco, apoyados en los estantes de la biblioteca, amontonados en
el suelo.
Algunos motivos son recurrentes, como obsesiones: una paloma
blanca vencida por un cuervo negro regresa como un leitmotiv. ¿Re-
cuerdan esa escena?3
Pinto palomas y cuervos que se persiguen bajo los ojos asombra-
dos de Bergoglio, quien seguramente habrá buscado interpretar la
señal que provenía de las alturas de los Cielos.
Es el 26 de enero de 2014, Francisco ha ascendido recientemen-
te al trono de Pedro, después de que otro Papa había agachado la
cabeza ante las ingobernables potencias del caos interior. El genio
de Nanni Moretti narró por adelantado el drama de la depresión
humana ante la primacía del caos en Habemus Papam.
El Papa y dos niños en el balcón de una ventana de San Pedro. El
Papa acaricia las cabezas de los niños, mientras estos lanzan al aire
dos palomas blancas. Un cuervo negro llega desde la izquierda, per-

3 En https://www.youtube.com/watch?v=w2GQ5YEHNeA.

82
CRÓNICAS

sigue por unos momentos a la pobre paloma que trata de escapar,


luego la agarra, la arrastra, la devora.
La simbología es escandalosamente clara: el mal proviene re-
pentino de las profundidades del caos y colorea el cielo de Roma con
sangre inocente.
¿Debo continuar? Mejor no. No quiero interpretar los signos
como si detrás de ellos existiera la voluntad de alguien que se mani-
fiesta. Mi ateísmo no me lo permite. Pero a veces me cuesta resistir
a la idea de una emanación omnipoética y maligna que ofrece sig-
nos enigmáticos pero sugerentes a la platea atónita de los especta-
dores humanos.
De Francisco proviene la lección política de un hombre que com-
bate la batalla de Cristo no en nombre de la verdad, sino en nombre
de la caridad, del compartir jubiloso y doloroso de la experiencia
humana. Pero de sus palabras y de sus actos se sigue también una
lección filosófica: las potencias del mal son emanaciones del caos,
cuando el caos supera nuestra potencia de sentido, de afecto y de ra-
zón. No es la voluntad de Dios lo que se manifiesta en el mal. En su
homilía nocturna de marzo, Francisco lo ha dicho sin vueltas (y de
qué otro modo habría podido decirlo)4: Dios no castiga a sus hijos,
el virus no es un castigo divino.
¿Y entonces? Y entonces el virus es la complejidad del caos que
supera nuestra capacidad de comprensión, gobierno y cuidado.
Pero la historia de la cultura es precisamente la historia de esta
caosmosis, de esta relación entre el caos de la experiencia y el orden
provisorio de la conciencia.
Fotos en el periódico: estamos en Estados Unidos, hay una hilera
de autos que tocan bocina y ondean banderas de estrellas y barras.
Ciudadanos armados se manifiestan contra el lockdown, exigen que
se le restituya la libertad.
Una señora saca un cartel del auto que lleva escrito FREE LAND.
La libertad.

4 “Francesco l’ha detto papale papale”, en el original. La frase “papale papale” significa
“sin vueltas” o “literalmente”. El juego de palabras es tan evidente en italiano como
intraducible al español.

83
FRANCO BERARDI BIFO

¿De qué están hablando? Son ciudadanos blancos de una nación


que escribió la palabra “libertad” en sus documentos fundacionales,
pero que desde el principio ha omitido mencionar la esclavitud de
millones de personas para exaltar su libertad.
Cuando Jefferson y sus socios escribieron su famosa Declara-
ción de Independencia, en la confederación de trece Estados había
600.000 africanos que trabajaban gratis bajo condiciones de total
falta de libertad. Alguien planteó el problema durante la redacción
del texto sagrado. En la primera versión, efectivamente, había una
frase que condenaba a Inglaterra por haber instituido el régimen
de la esclavitud en sus colonias. Luego se decidió eliminar esa frase
porque mencionar la esclavitud significaba revelar la hipocresía, la
falsedad absoluta de todo el texto sagrado de mierda sobre el que
descansa la civilización política estadounidense.
¿Libertad de quién y de hacer qué cosa?
La retórica de la libertad se desmorona bajo los golpes del inde-
terminismo viral. Esta es quizás la debilidad esencial de las posicio-
nes, por lo demás totalmente compartibles, de Giorgio Agamben,
que parece restaurar una metafísica de la libertad que tiene muy
poco de materialista.
Mientras tanto, la demanda de petróleo cae hasta el punto de
que su valor en los mercados mundiales se desplomó a cero, y luego
cayó por debajo de cero: si uno compra algunos barriles, le pagan
por la molestia. Buques cargados de petróleo están estacionados en
los océanos porque los depósitos árabes, texanos, iraníes, etc., es-
tán repletos. La industria estadounidense del esquisto, el gas que
se extrae destruyendo el subsuelo con martillos neumáticos sub-
terráneos, está en ruinas. Podríamos esperar que se arruine para
siempre. Pero hay un tubo que atraviesa el continente desde la fron-
tera canadiense hasta la mexicana. Es el oleoducto de la Keystone
Oil Pipeline. Lo han querido construir a toda costa, apaleando a las
comunidades pieles rojas que defendían sus territorios: también ese
tubo debe estar lleno a reventar de líquido negro.
¿Qué vamos a hacer con toda esta sustancia aceitosa?
Una pregunta inquietante: si volvemos a la normalidad, a la nor-
malidad que era normal antes del virus, ¿qué haremos con todo este

84
CRÓNICAS

petróleo barato? Si continúan rigiendo las leyes del mercado, que


son las de la máxima ganancia y de la competitividad, ¿qué quedará
de las esperanzas ecológicas? Con el petróleo a precios bajísimos,
¿qué tan improbable se volverá la reconversión a tecnologías menos
contaminantes? ¿Qué quedará de las buenas intenciones relaciona-
das con el cambio climático?

22 de abril
El Guardian dedica atención a un tema que en los últimos tiempos
ha sido descuidado por la prensa: ¿qué será del sexo? De hecho,
¿qué ha sido del sexo en estas semanas, y en qué sentido podrían
mutar los comportamientos sexuales, sobre todo los de la genera-
ción emergente, de la llamada generación Z (como Zoom)?
Entrevistada por el periódico, la Dra. Julia Marcus dice lo si-
guiente: “Ahora mi recomendación es que nos quedemos en casa e
interactuemos solo con otras personas en la medida de lo estricta-
mente necesario. E incluso cuando lo hacemos, debemos mantener
una distancia de por lo menos un metro. Esto me hace pensar que
el sexo es peligroso en este momento”.
Pero el Dr. Carlos Rodríguez-Díaz acude inmediatamente a
socorrer a los jóvenes que se preocupan: “Las relaciones sexuales
pueden disminuir en las próximas semanas, pero hay otras formas
de expresión del erotismo, como el sexting, las videoconferencias
porno, la lectura de material erótico y la masturbación”.
Wow. La que se presenta es una vida ascética con la opción de
hacerse una paja por videoconferencia. Me disculpo por la vulgari-
dad, no era mi intención.
Ciara Gaffney escribe un artículo interesante5sobre el tema de la
ciberrevolución sexual: “Con un poco de nostalgia, recuerdo cuan-
do hablábamos de “recesión sexual” de la generación Z: una preocu-

5 “Sex during lockdown: are we witnessing a cybersexual revolution?” [“Sexo durante


el lockdown: ¿estamos siendo testigos de una revolución cibersexual?”], en https://
www.theguardian.com/commentisfree/2020/apr/20/sex-covid-19-coroanvirus-ge-
neration-z.

85
FRANCO BERARDI BIFO

pación un tanto paternalista de que la nueva generación se volvería


sexualmente raquítica, incapaz o poco dispuesta de fornicar por ex-
ceso de teléfonos celulares, redes sociales y pornografía en línea. En
cierta medida, las estadísticas lo confirmaban: entre 1991 y 2017 el
número de estudiantes de secundaria que practicaban el sexo había
disminuido del 54% al 40%. Pero luego llegó una pandemia mun-
dial, y un nuevo renacimiento sexual pareciera estar germinando”.
La extraña tesis del artículo de Ciara Gaffney es que la pande-
mia está creando las condiciones para una nueva revolución sexual,
cuyo núcleo sería el desarrollo de una sensibilidad sin contacto:
“En la época color rosa antes del coronavirus, el envío de imágenes
de desnudos era objeto de cierta vergüenza. Esas imágenes eran
percibidas como burdas, incluso un poco patéticas. En la era del
confinamiento, sin embargo, el envío de imágenes de desnudos
tiene un regreso con gloria, sin arrepentimiento, como factor orgu-
lloso de liberación sexual. Estratificada por la distancia, la Genera-
ción Z parece tener que reinventar lo que significa el sexo, en un
mundo en el que el sexo físico es a menudo imposible. Así como el
movimiento del amor libre sacudió las convenciones de su tiempo,
el renacimiento sexual de la Generación Z sacude las convenciones
de la relación sexual orgánica”.
Me vienen a la mente los discursos sobre el cibersexo que cir-
culaban entre los años ochenta y noventa. No es improbable que
un campo de desarrollo de la tecnología electrónica en el futuro
cercano sea precisamente el injerto de realidad virtual y de sensores
teleestimulables. Ya lo hacían en Neuromante de William Gibson
de 1984.
“La cuarentena no solo alienta sino que fuerza a la exploración
sexual: experimentar con desnudos, thirst traps,6 generalmente sin
repercusiones en la vida real”.
Thirst traps significa “trampas que te provocan sed”; está bien,
pero ¿y si después falta el agua?

6 El término “thirst traps” hace referencia a mensajes provocativos o fotografías sexy


publicadas en las redes sociales con la intención de que otros profesen públicamente
su atracción.

86
CRÓNICAS

La teletransmisión de estímulos sensuales recibidos mediante


realidad virtual tendría una función útil desde el punto de vista
demográfico; se dejaría finalmente de procrear, al menos por los
próximos doscientos o trescientos años. Pero no creo que exista un
universo de placer sin el contacto de la epidermis con la epidermis,
sin el guiño irónico de la mirada a muy corta distancia, sin el senti-
do del olfato. Quizás yo sea anticuado.
Mientras tanto, en el New York Times, Julie Halpert escribe
sobre la propagación de ataques de pánico entre los jóvenes esta-
dounidenses que están encerrados en casa y expuestos a un flujo
ininterrumpido de información.

24 de abril
Leo un mensaje de Rolando en FB, y comprendo que un poco está
agarrándosela conmigo.
Además de la imaginación, dice Rolando, se necesitan progra-
mas concretos para afrontar los próximos años, que serán devasta-
dores y decisivos. Rolando aún no tiene treinta años, así que piensa
en el futuro cercano con la concreción que tal vez le falte al seten-
tón que soy.
Me inclino a darle la razón.
“Ruego con el corazón en la mano que todas las fuerzas progre-
sivas aprendan de una vez por todas la lección de Maquiavelo: “Pero
dado que mi intención es escribir algo útil para aquellos que lo en-
tienden, me pareció más conveniente ir detrás de la verdad efectual
de la cosa que de la imaginación de ella. Y muchos han imaginado
repúblicas y principados que jamás se han visto o conocido en ver-
dad”. Ya basta, por favor, con las repúblicas futuras de la imagina-
ción: quien quiera hacer caridad con los gestos y las promesas del
reino venidero, que ponga su alma en paz y siga a Francisco. Los
demás que vayan directamente a la realidad efectual y dejen de con-
tar cuentos de hadas para sí mismos y para los demás. Los próximos
años serán decisivos y devastadores”, escribe afligido Rolando. ¿Y
quién soy yo para poner en duda las palabras de Maquiavelo? Pero
si pienso en la propagación de crisis de pánico entre los jóvenes

87
FRANCO BERARDI BIFO

estadounidenses, me pregunto en qué consiste la “verdad efectual”


de la que hablan Maquiavelo y mi amigo Rolando.
Hoy en los Estados Unidos se ha cruzado el umbral de cincuen-
ta mil muertes. Estas son las cifras oficiales. Se ha superado por lo
tanto el número de muertos de la guerra de Vietnam. Los desem-
pleados han superado los veintiséis millones. El presidente aparece
todos los días en la televisión: hoy aconsejó inyectarse desinfectan-
te y tomar baños de sol porque con el calor el virus desaparece. To-
dos los días su show se vuelve más chistoso. Hace unos días tuiteó:
“LIBERATE MICHIGAN! LIBERATE MINNESOTA! and LIBERA-
TE VIRGINIA, and save your great 2nd Amendment” [LIBERATE
MICHIGAN! LIBERATE MINNESOTA! y LIBERATE VIRGINIA,
y salven su gran 2nda Enmienda].
Cada vez que Trump nombra la segunda enmienda, se trata de
una amenaza explícita de guerra civil.
El escándalo de los demócratas alcanza alturas casi cómicas.
Pero el escenario que está surgiendo no es tan cómico: por un
lado, el pueblo de la segunda enmienda, el pueblo trumpista que
reivindica el derecho a portar armas y las exhibe. Por otro lado,
el poder de los Estados de las costas, los más ricos, productivos,
globalizados: California y Oregón por una parte, Nueva York por la
otra. Áreas metropolitanas contra áreas rurales, el cosmopolitismo
contra el nacionalismo blanco. Los demócratas han decidido apos-
tar sus cartas a un señor llamado Biden que tiene cien veces menos
seguidores en Internet que el Trombón.7

25 de abril
Ayer supimos que Repubblica cambia de director porque la familia
Agnelli, propietaria del periódico, decidió poner en ese puesto a
un periodista más alineado. El director despedido se llama Carlo
Verdelli: no lo conozco, no tengo mucho que decir sobre él, pero
me da impresión que lo hayan despedido a pesar de que hace pocos

7 En https://www.nytimes.com/2020/04/16/technology/joe-biden-internet.html.

88
CRÓNICAS

días recibió amenazas de muerte de estilo mafioso o fascista. ¿Qué


habrá hecho mal el pobre Verdelli para ser echado por su patrón
John Elkann, mientras los lectores de Repubblica recogen firmas
en su defensa?
No lo sé con precisión, pero recuerdo que hace algunos días
apareció en ese periódico un artículo sobre el paraíso fiscal ho-
landés. Quizás Verdelli había olvidado que la empresa de los Ag-
nelli, a pesar de haber sido durante décadas financiada por los
contribuyentes italianos cuando se llamaba FIAT, ahora que se
llama FCA tiene su sede legal en los Países Bajos y paga los im-
puestos (es decir, no los paga) en aquel país. Es natural que los
Agnelli se hayan resentido.
En Milán, una docena de jóvenes que habían llevado flores a
la lápida de un partisano fueron agredidos por un escuadrón de
policías:8 los maltrataron, golpearon y arrastraron por el suelo. Las
imágenes muestran que los manifestantes eran completamente in-
ofensivos, llevaban barbijos, no tenían ninguna intención de provo-
car. ¿Por qué entonces írseles encima de esa manera rabiosa? ¿No
estaremos presenciando el nuevo estilo de un poder policial inte-
grado por tecnologías de control inexorable? Es un estilo legitima-
do por el terror al contagio, pero esa docena de chicos ciertamente
no puso en peligro la salud de nadie.
En cambio, todos los días, millones de trabajadores “indispensa-
bles” para la ganancia de los industriales se ven forzados a vivir en
condiciones de mucho mayor peligro que doce adolescentes en una
calle de la periferia de Milán.

26 de abril
Estoy lleno de dudas y no arriesgo pronósticos, pero hay algo que
me parece comprender: que la pandemia viral de 2020 señala un
pasaje, o más bien lo revela. Se trata del pasaje del horizonte de la
expansión, que delimitaba la mirada de la humanidad moderna,

8 En http://www.milanotoday.it/video/polizia-via-democrito-25-aprile.html.

89
FRANCO BERARDI BIFO

hacia el horizonte de la extinción que, de una manera o de otra,


está destinado a delimitar la mirada de la humanidad que viene.

27 de abril
Ahora el nuevo grito es: “¡Reabrir! Volver a la normalidad”.
¿Cómo no entenderlo? A nadie le gusta vivir encerrado en un
cubículo, y es legítimo que los seres humanos quieran retomar las
actividades que animan y alimentan la vida social. Pero el regreso
a la normalidad significa el regreso de aquellas expectativas y de
aquellos automatismos que han vuelto furibunda a la Tierra y han
expuesto al organismo viviente a las tempestades virales. 
Leo en el Monólogo del virus9 de Frederic Neyrat:
“Silencien, queridos humanos, todos sus ridículos llamamientos a
la guerra. Bajen esas miradas vengativas que posan sobre mí. Di-
suelvan el halo de terror con el que rodean mi nombre. Nosotros,
los virus, desde el fondo bacteriano del mundo, somos el verdadero
continuum de la vida sobre la Tierra. Sin nosotros, ustedes jamás
hubieran visto la luz […]
Somos sus ancestros, de la misma manera que las piedras y las algas,
y mucho más que los monos. Estamos donde sea que ustedes estén y
también donde no están. ¡Peor para ustedes si en el universo no ven
más que lo que se manifiesta a su imagen y semejanza! Pero, sobre
todo, dejen de decir que soy yo quien los mata. No están muriendo a
causa de mi acción sobre sus tejidos, sino por la falta de cuidado de
sus semejantes. Si no fueran tan rapaces entre ustedes como lo han
sido con todo lo que vive en este planeta, aún tendrían suficientes ca-
mas, enfermeras y respiradores para sobrevivir a los daños que inflijo
a sus pulmones […]
Agradézcanme, más bien. Sin mí, ¿por cuánto tiempo más habrían
hecho pasar por necesarias todas estas cosas de las que se decreta de
repente la suspensión? La globalización, los concursos, el tráfico aéreo,

9 En https://lundi.am/Monologo-del-Virus-2853. El enlace pertenece a la versión cas-


tellana, que se encuentra en la misma página web que la italiana. Aquí la traducción
es propia y sigue los extractos que transcribe Bifo, a partir del cotejo con las versio-
nes italiana, francesa y castellana.

90
CRÓNICAS

los límites presupuestarios, las elecciones […] Agradézcanme, los puse


frente a la encrucijada que estructura tácitamente sus existencias: la
economía o la vida […]
El desastre termina cuando termina la economía. La economía es el
desastre. Esta era una tesis hasta el mes pasado; ahora es un hecho.
Nadie puede ignorar cuánta policía, vigilancia, propaganda, logística y
teletrabajo se necesitará para reprimirlo […]
Cuiden de sus amigos y de sus amores. Vuelvan a pensar con ellos,
soberanamente, una forma de vida justa. Hagan clusters de vida
buena, amplíenlos y no podré hacer nada contra ustedes. Esto es un
llamamiento al regreso masivo no de la disciplina, sino de la aten-
ción. Al fin no de toda despreocupación, sino de toda negligencia.
¿Qué otra manera me quedaba para recordarles que la salud está en
cada gesto? Que todo está en lo ínfimo”.

Y leo también a Bruno Latour, en un artículo titulado “Imaginar los


gestos-barrera contra la vuelta a la producción anterior a la crisis”10:
“La primera lección del coronavirus es también la más impresionan-
te: la prueba está hecha; efectivamente, se puede, en pocas semanas,
suspender por todas partes y simultáneamente un sistema económico
que hasta ahora nos habían dicho que era imposible ralentizar o re-
dirigir. Contra todos los argumentos de los ecologistas sobre la nece-
sidad del cambio de nuestros modos de vida, siempre se oponían los
argumentos de la fuerza irreversible del “tren del progreso” que no
podía hacer nada para salir de sus raíles, “debido”, nos decían, “a la
globalización”. Sin embargo, es precisamente su condición de globa-
lizado lo que convierte en tan frágil este famoso desarrollo, capaz no
solo de frenar, sino de detenerse por completo”.

Pero sería ingenuo esperar que esta nueva, alucinada pero lúcida
conciencia pueda volverse sentido común mañana o el mes que vie-
ne. La ansiedad de volver a la normalidad es por el momento la
fuerza principal, casi mayor que el miedo –siempre presente– de
un regreso del contagio.

10 En https://ctxt.es/es/20200401/Politica/31797/economia-coronavirus-crisis-pro-
duccion-gestos-barrera-empresas-medioambiente-bruno-latour.htm.

91
FRANCO BERARDI BIFO

Así que volveremos a la normalidad, pero será aún peor que


aquella que hemos sufrido en el pasado. Porque a la explotación,
a la precariedad, a la humillación económica cotidiana se les agre-
garán el distanciamiento, la tensión permanente de la relación con
los demás.
Pero el problema es que este regreso a la normalidad pronto se
verá frustrado. No necesariamente por el regreso del virus, enten-
dámonos. Como todos, espero que se consiga poner bajo control
al coronavirus, o que se encuentre una vacuna, o no lo sé…
Este no es el punto. El punto es que la máquina de los automa-
tismos ha entrado en una condición caótica sin retorno. El colapso
del sistema económico mundial no se remedia: cientos de millones
de empleos perdidos, el precio del petróleo que cae por debajo de
cero, la quiebra de innumerables compañías comerciales y empre-
sas manufactureras…
Y la explosión de venganzas políticas de la derecha que ha sido
arrinconada pero no cede. Y la confiscación de los intereses nacio-
nales, y el peligro amarillo que obsesiona a Occidente. Y el perfec-
cionamiento de técnicas de control tecnototalitario que China ha
experimentado a niveles muy avanzados y que ahora se difundirá
como un ejemplo a seguir.
La concreción matérica del virus, de esta aglutinación prolife-
rante mutágena, ha modificado algo profundo en el organismo
humano, pero sobre todo ha detenido la máquina de la abstrac-
ción. Volver a ponerla en marcha será una tarea imposible. Y en
ese punto aprovecharemos la lección. Aprendimos que el sistema
militar no nos protege de la extinción, sino que la acelera. Por lo
tanto, el sistema militar tendrá que ser desmantelado, reconver-
tido. ¿Y cómo sobrevivirán los millones de personas que trabajan
en las fábricas que producen armamentos? La lección que apren-
dimos es que no hay necesidad de trabajar para tener derecho a
un ingreso. El ingreso de existencia ha sido una realidad y debe
seguir siéndolo. Pero los millones de personas que hoy se ven
forzados a producir armamentos y a extraer petróleo no se verán
necesariamente condenadas a la inacción. Habrá muchas cosas
que hacer para sustituir el sistema energético que ha destruido

92
CRÓNICAS

las condiciones de vida en el planeta, para moverse, calentarse e


iluminar la noche.
Aprendimos a distinguir la producción de lo útil de la produc-
ción de lo abstracto monetario. Aprendimos que la riqueza no con-
siste en la acumulación de valor, sino en el disfrute del tiempo que
fluye y de las cosas que podemos producir sin ser explotados.
Es en el transcurso de la tempestad que viene que esa lección
volverá, ineludible.

93
seis
ajedrez

“Cuando el Cordero abrió el séptimo sello,


hubo silencio en el cielo como por media hora.
Y vi a los siete ángeles de pie ante Dios, y se les
dieron siete trompetas”.
Apocalipsis 8, 1-2

29 de abril
Hay un tipo cuyo nombre no diré (llamémoslo EffeZeta) que es
mi amigo en Facebook, pero, ya se sabe, amigo es un decir. Nunca
pierde la ocasión de decirme que soy un idiota, a veces le respondo
amigablemente y otras veces no.
Pero siempre me ha caído simpático con sus comentarios des-
pectivos de anarco-marxista radicalísimo que detesta a los intelec-
tuales como yo. ¿Cómo no comprenderlo?
Hoy, por primera vez, se digna a enviarme un mensaje bas-
tante largo, articulado y no polémico. Tal vez me perdonó, quién
sabe, y lo leo.
A continuación cito una parte, no todo pero casi, tomándome
la libertad de hacer algunas correcciones o aclaraciones, porque
entiendo que EffeZeta lo escribió de apuro, no tiene tiempo que
perder por mí.
“Si desde el punto de vista de la organización del poder, la historia
de los últimos 14.000 años aparentemente ha sido fragmentada y
no lineal, hay en cambio una tendencia absolutamente coherente.
O sea, la eliminación de los espacios físicos (nota mía: yo diría más
bien la privatización de los espacios físicos, que conduce a su elimi-
nación para la mayoría). Nos cuentan los arqueólogos que una de las

95
FRANCO BERARDI BIFO

primeras cosas que sucedió en las ciudades-Estado como Uruk fue


justamente nombrar la tierra. Ese suelo era propiedad de un rey, de
una ciudad, pertenecía a una entidad “jurídica”. En los años de las
guerras entre hititas y sumerios, hubo acuerdos de extradición. Es
decir, ya no tenías acceso libremente a la tierra. Estabas atado a un
suelo, un lugar. Este proceso ha continuado siempre. Los enclosures
[cercamientos] ingleses en el siglo XVII transformaron tierras co-
munes, tierras de nadie, en tierras estatales. A hoy, no hay un solo
centímetro cuadrado de la tierra que no sea de alguien. Que no ten-
ga un propietario. Y algo que tiene un propietario se puede vender.
Un ejemplo espantoso de este proceso fueron las compras de tierras
en Palestina por parte de los sionistas. Otro: los ingleses obligaban
a las poblaciones indígenas en África a poner en práctica formas de
control catastral del territorio, sabiendo que en ello residía el control
colonial y la victoria. Hoy estamos en un punto de inf lexión históri-
co. Los libros de ciencia ficción hace tiempo relatan que las máqui-
nas tomarán el control. Pasamos a reconocer como único espacio ha-
bitable a nuestra propiedad. Por consiguiente, todo debe pasar a ser
propiedad. Cada calle, cada jardín. Podrá haber permisos para reco-
rrer ese territorio, pero en un contexto de espacio privado rentable.
En un mundo así, como es lógico, el Estado debe terminar, la propie-
dad estatal ya no existe, el monopolio de la fuerza ya no pertenece a
los Estados nacionales, los impuestos de Glovo, Google, Amazon no
entran en las arcas nacionales, la jurisdicción ya no apela a la Cons-
titución, el Estado ya no emite dinero porque la moneda nacional ya
no existe, lo público desaparece. En este punto, para el control total
es preciso que el consumidor esté conectado las 24 horas del día y
que esté aterrorizado de la corporeidad. En esto estamos en un buen
punto, la mayoría de las personas ya están de buena gana en casa.
El 5G, en tal sentido, es indispensable. Una tecnología que permita
administrar 2 mil millones de dispositivos subcutáneos, además de
toda la domótica. Por lo tanto, lo que estamos viviendo con el 5G es
esto: las grandes empresas privadas se están comprando nuestros
lugares de vida: land grabbing [acaparamiento de tierras].
PD: Obviamente, el virus en sí no tiene ningún papel en esta historia.
El virus como un problema en sí mismo no existe. Existe el miedo,
que, de hecho, ataca nuestra debilidad, el terror de morir, teniendo a
nosotros mismos y a nuestro cuerpo como único horizonte”.

96
CRÓNICAS

Finalmente, EffeZeta concluye con un llamamiento:


“Nos dijeron desde pequeños que el pueblo no puede vencer, y cla-
ramente lo dicen para incitarnos a la inacción. Si tienen hijos, o una
pizca de dignidad, este es el momento de volverse nómadas. Es el mo-
mento de tirar la PC por la ventana. Todo el mismo día. En un acto
épico de rebelión”.

30 de abril
La administración Trump corta los fondos a los Estados precisa-
mente cuando están bajo el ataque del virus. Deben arreglársela
solos, le dice a los gobernadores de Nueva York y de California. Es
un modo de presionarlos para que renuncien al lockdown y reanu-
den la actividad económica cueste lo que cueste, mientras grupos
de trumpistas armados ingresan al edificio del gobierno de Michi-
gan. Uno de los manifestantes anti-lockdown lleva un cartel en el
que se reivindica el trabajo que da libertad. El cartel está escrito en
alemán, y dice exactamente: “Arbeit macht frei”.

1 de mayo
El Economist se preocupa con el realismo brutal que caracteriza des-
de siempre a este antiguo periódico: el libre mercado está en peligro.
“Las adquisiciones de bonos del Tesoro por parte de la Reserva Federal
se parecen mucho a imprimir dinero para financiar el déficit. El Banco
Central ha anunciado programas para sostener el flujo de crédito a las
empresas y a los consumidores. La FED actúa como prestamista de úl-
tima instancia para la economía real, no solo para el sistema financiero
[…] Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional de Estados
Unidos, denomina al estímulo fiscal decidido por la administración
Trump “el mayor programa de asistencia para Main Street en la his-
toria de los Estados Unidos”, comparándolo con los salvatajes de Wall
Street de hace solo una década. En Estados Unidos, los ciudadanos
recibirán cheques de mil doscientos dólares”.

(Con la firma de Trump. Arrogancia suprema.)

97
FRANCO BERARDI BIFO

Además, el Economist escribe:


“El modelo de Estado que se estableció en Europa entre los años cin-
cuenta y setenta, en el que los burócratas controlaban los servicios,
desde la electricidad hasta el transporte, sería inimaginable sin la ex-
periencia de la guerra, en la cual el Estado controlaba prácticamente
todo, y la gente común hacía enormes sacrificios tanto en el campo de
batalla como en casa”.

Las catástrofes (guerras, pandemias) promueven el fortalecimiento


de los aparatos estatales, dice The Economist, que teme sobre todo
que el Estado aplique impuestos a sus ricos lectores.
“La nueva idea de que el gobierno debe salvar a toda costa las empre-
sas, el empleo y los ingresos de quienes trabajan podría consolidarse.
Un número cada vez mayor de países tratará de ser autosuficiente en
la producción de bienes estratégicos como los medicamentos, el mate-
rial sanitario e incluso el papel higiénico, lo que provocará una mayor
retracción de la globalización. El rol del Estado podría cambiar defini-
tivamente. Las reglas del juego han sido modificadas durante siglos
en una dirección, pero ahora un giro radical se alza amenazador en el
horizonte”.

El socialismo de Estado que, según el Economist, está surgiendo


de las medidas de apoyo a la demanda y del fortalecimiento de la
intervención pública en áreas como la salud asusta al periódico fiel
del neoliberalismo global. Comprensible. Pero ¿puede el interven-
cionismo de Estado salvar por sí mismo la situación, puede resti-
tuir energía a un cuerpo colectivo debilitado, distanciado, temeroso
de moverse? No lo creo.
El poder del dinero parece haberse debilitado.
Por mucho tiempo la aceleración tecnofinanciera, por mucho
tiempo la precariedad han llevado al agotamiento de las energías
mentales del género humano: ahora el mundo parece haber entra-
do en un estado de debilitación permanente.
En 1976 Baudrillard había intuido que solo la muerte escapa al
código del Capital. Largamente desplazada de la escena de la expan-
sión ilimitada, la muerte ahora reaparece en el horizonte. En la época
digital y neoliberal la abstracción financiera ha puesto en jaque a la

98
CRÓNICAS

sociedad. Y luego llegó el bio-info-psico-virus, una concreción maté-


rica proliferante que ha puesto en jaque a la abstracción del Capital.
Ahora comienza una nueva partida. 
Como en la película de Bergman, donde el noble caballero An-
tonius Block, de regreso de la cruzada, encuentra que la Muerte lo
espera en la playa de un mar tempestuoso. Alrededor, en las tierras
del Norte, azotan la peste y la desesperación, y Antonius desafía a
la Muerte a una partida de ajedrez, y la Muerte acepta el aplaza-
miento. Así ahora en el horizonte de nuestro siglo se dibujan los
colores de la extinción, y la partida de ajedrez puede comenzar. Le
daremos el nombre de una obra de Samuel Beckett en la que Nagg
y Neil viven en tachos de basura, mientras que Hamm es ciego y no
puede caminar.
Para ganar esta nueva partida, me parece, sería necesario ha-
cer dos simples movimientos, o tal vez tres: redistribuir la rique-
za producida por la comunidad, garantizar a cada uno un ingreso
suficiente para llevar una existencia muy frugal, abolir la pro-
piedad privada, invertir todo en investigación, en educación, en
salud, en transportes públicos. Simple, ¿no? Lamentablemente
no creo que estemos a la altura, me refiero a nosotros, al género
humano. Simplemente el género humano no está a la altura de la
situación, hay poco que hacer. Y como dice Pris, la replicante de
Blade Runner: somos estúpidos, moriremos. No hay necesidad de
hacer un drama de esto.
El biovirus es la irrupción de la materia subvisible en el ciclo
abstracto del tecnocapital.
Los gritos de protesta, las bombas molotov arrojadas contra las
ventanas de los bancos, el voto de la mayoría de los ciudadanos grie-
gos no supieron detener la agresión financiera contra la vida social,
ni de nada sirvieron las consideraciones razonables de economistas
y periodistas que se habían dado cuenta del peligro extremo de esa
concentración loca de riqueza en manos de una ínfima minoría.
Ahora el biovirus se venga, pero no hay modo de gobernarlo, de
doblegarlo a favor del bien común. Por lo tanto, deviene infovirus, se
transfiere a la infósfera y satura la mente colectiva con el miedo, la
sospecha, la distancia. El riesgo es que se estabilice como psicovirus,

99
FRANCO BERARDI BIFO

como patología tendencialmente fóbica de la epidermis, como pará-


lisis del deseo erótico y, por lo tanto, como depresión generalizada y,
finalmente, como psicosis agresiva latente, lista para manifestarse
en la vida cotidiana o en la dinámica geopolítica desquiciada.
El circuito bio-info-psicótico del contagio ha vuelto inservibles
a los instrumentos tradicionales de la intervención financiera, y ha
paralizado la voluntad política, reduciéndola a ser ejecución militar
de un programa sanitario.

3 de mayo
Recibí un mensaje de Angelo que termina así: “Creíamos que la
Tierra, ahora totalmente antropizada, no nos reservaría más sor-
presas y, por el contrario, estamos entrando en una terra incognita
donde los virus son los “leones” del pasado. En fin, sigo tu diario
con cierta angustia, habiendo casi agotado las esperanzas de que
los vaticinios que destilas, escudriñando día a día el horizonte, pue-
dan volverse menos sombríos y desesperados de lo que parecen”.
Nathalie Kitroeff cuenta en el New York Times que el embajador
estadounidense en México está presionando para que las fábricas
del norte mexicano, que abastecen el ciclo del automóvil yanqui,
comiencen a funcionar nuevamente a pesar del contagio, a pesar
de las medidas de cuarentena decididas por las autoridades del país
que está bajo la amenaza constante del muro de Trump.
Christopher Landau, así se llama el embajador, dijo que si Méxi-
co no responde a las exigencias estadounidenses perderá los encar-
gos que mantienen en funcionamiento esas fábricas. Es el embaja-
dor del país al que hemos considerado líder de Occidente, del país
que ha inspirado las reformas impuestas por la fuerza de las armas
y de las finanzas en los últimos cuarenta años. Pero es legítimo
alimentar la esperanza de que este país no sobreviva a la catástrofe
que lo está envolviendo. La miseria, la desocupación, la depresión,
la violencia psicótica, la guerra civil pronto lo harán pedazos, ya lo
están haciendo pedazos. Desafortunadamente, antes de desapare-
cer, el imperio psicótico estadounidense usará, o intentará usar, la
fuerza devastadora depositada en su ejército.

100
CRÓNICAS

Es por esto, no por los efectos del coronavirus, que la extinción


de la civilización humana en la Tierra es actualmente la perspectiva
más probable. Después de cinco siglos es difícil no verlo: Estados
Unidos ha sido el futuro del mundo, y ahora Estados Unidos es el
abismo en el que el mundo parece destinado a desaparecer.
Desde su clausura parisina, Alex me escribe este mensaje: “El
coronavirus es la forma de imaginación material con la que la Tie-
rra nos reexamina sobre el devenir posible de nuestra especie y del
planeta entero. Aquellos que pensaban que la imaginación perte-
necía solo al hombre en las formas abstractas de la recombinación
simbólica se equivocaban gravemente. Una pequeña mutación
material (¿orgánica?, ¿inorgánica?, no es importante) destruye las
grandes construcciones simbólicas que estaban aniquilando toda
forma de vida en el planeta. Destruye y reimagina, dado que cada
recombinación de lo virtual no puede dejar de demoler y de crear
nuevos espacios de posibilidad. Caosmosis…”.
En el sitio Psychiatry Online, Luigi D’Elia1 sostiene la tesis de que el
principio de reciprocidad está destinado a tomar el lugar del principio
de la deuda, siempre que –esto no lo dice pero me parece implíci-
to– la sociedad no haya decidido desintegrarse: todas las deudas son
impagables, ahora es el momento de aceptarlo, de eliminar de la eco-
nomía el concepto de deuda, y de sustituirlo por el de reciprocidad.
El primer ministro de Etiopía lo explica con absoluta claridad en
un artículo publicado en el New York Times titulado “Por qué debe
suprimirse la deuda global de las naciones pobres”.2
Reciprocidad significa interdependencia e interconexión. Solo
algo como una pandemia vuelve observable el hilo que une a todos.
El plano evolutivo de la nueva racionalidad (antimercadista) es que
ahora se vuelve “conveniente” (precisamente en el sentido utilitario
clásico) colaborar y revisar las reglas del juego. Entre ellas, la tiranía
de la deuda es la primera que debe caer.

1 “Covid-19: Reciprocità di specie all’epoca della pandemia. Superamento del debito e


evoluzione” [“Covid-19: Reciprocidad de especie en la era de la pandemia. Supera-
ción de la deuda y evolución”], en http://www.psychiatryonline.it/node/8656.
2 Abiy Ahmed, “Why the Global Debt of Poor Nations Must Be Canceled”, en https://
www.nytimes.com/2020/04/30/opinion/coronavirus-debt-africa.html.

101
FRANCO BERARDI BIFO

Cuando ya no te puedo pagar la deuda, mi caída es tu caída. El


contagio lo ha demostrado.
Los alemanes tienen algunas dificultades para aceptar el con-
cepto, pero pronto tendrán que asumirlo.
Si no somos capaces de modificar radicalmente la forma general
en que se desenvuelve la actividad humana, si no somos capaces de
salir del modelo de la deuda, del salario y del consumo, diría que la
extinción está garantizada al cabo de dos generaciones. ¿Les parece
una afirmación un poco arriesgada? A mí también; sin embargo,
empiezo a no ver una tercera vía entre comunismo y extinción.
Luego hay que decir que la extinción en sí misma no es final-
mente tan fea de imaginar. La Tierra se libera de su huésped arro-
gante y codicioso, y buenas noches.
Pero lamentablemente no sucederá todo en un santiamén –nos
dormimos a medianoche y a la mañana no estamos más–. La extin-
ción es un proceso que ha comenzado hace algunos años y se desa-
rrollará a lo largo del siglo: masas de población hambrienta que se
desplazan desesperadamente en desiertos en expansión, guerras de
exterminio por el control de las fuentes de agua, incendios que de-
vastan territorios enteros, y, naturalmente, epidemias virales cada
vez más frecuentes.
Deberíamos haberlo entendido: de ahora en adelante el capitalis-
mo será solo un océano de horror.

4 de mayo
A media tarde inflamos las ruedas de la bicicleta y salimos a dar
una vuelta por el centro de la ciudad. 
Los autos comenzaron a circular de nuevo, pero pocos. Mucha-
chas en pantalones cortos y chicos sobre sus monopatines eléctri-
cos. Todos tienen su barbijo. Casi todos.
Es el día de volver a salir. Wow. Pero ¿para ir adónde? La Con-
findustria está inquieta, para los patrones es normal que millones
de personas se hundan en la enfermedad y en la muerte, siempre y
cuando la competitividad no decaiga.
“Me da miedo la idea de que se normalice la distancia social, de

102
CRÓNICAS

no poder abrazarnos, tocarnos: esta perspectiva profiláctica me da


pánico”, me escribe Alejandra, que terminó su tesis doctoral dedica-
da a la identidad digital y debería defenderla. ¿Pero cuándo y cómo?
Probablemente en septiembre, a distancia.

5 de mayo
Trump estaba convencido de que su nombre, ese monosílabo ridí-
culo y vulgar, había ganado el record absoluto en el mediascape [pai-
saje mediático] de todos los tiempos. Incluso ha dicho en alguna
parte, si no recuerdo mal, que su nombre era lo más citado desde
que existe una esfera pública global. Creo que ahora está enfure-
cido por el hecho de que la palabra “coronavirus” le ha arrebatado
ese récord.
El Corriere della Sera, con su provincialismo que atrasa cincuen-
ta años, deposita la confianza en los intelectuales franceses como
si todavía existieran. Hoy, un breve texto de Houellebecq, que dice:
“no creo medio segundo en las declaraciones del tipo “nada será
como antes”. Por el contrario, todo permanecerá exactamente igual.
El desarrollo de esta epidemia es de hecho notablemente normal”.
Todo permanecerá exactamente igual, dice Houellebecq.
Bendito sea.
Veo una suerte de desquiciamiento. La vida social ha hecho sal-
tar las articulaciones formales y las articulaciones psíquicas. La ar-
ticulación del trabajo, la articulación de la deuda, la articulación del
salario ya no funcionan. La articulación de la oferta y la demanda
ya no mantiene juntos a los flujos de mercancías, como el petróleo,
que navega en los océanos porque todos los depósitos están llenos.
El dinero, articulación que concatenaba antes todas las articu-
laciones, termina arrojado por montones aquí y allá desesperada-
mente en un esfuerzo por cerrar el gran agujero, pero ha perdido su
encanto y la capacidad de movilizar energías.
De la maligna tierra de las pesadillas purpúreas emerge impen-
sada una tempestad.
Una concreción matérica, invisible, proliferante corroe las arti-
culaciones; sin embargo, sería superficial pensar que el virus, este

103
FRANCO BERARDI BIFO

agente biológico que se ha transferido a la información y desde allí


ha transmigrado a la psique humana, fuera la causa que explica el
desquiciamiento.
Desde hace mucho tiempo las articulaciones estaban cediendo.
Chirriaban.
Pero parecía que no teníamos alternativa. De hecho, por el mo-
mento se confirma que una alternativa tarda en manifestarse, y no
podemos descartar que nunca tome una forma coherente. Sin em-
bargo, mientras tanto el edificio ya no está en pie.
En neurogreen, la lista más exclusiva y encantadora de la infósfe-
ra, Rattus comunica que salió Rizomatica. Corro a verla, está llena
de ideas. Vayan también a verla.3

6 de mayo
Mi viejo amigo Leonardo me invitó a participar de un seminario
sobre perspectivas psicopatológicas y psicoterapéuticas abiertas (o
cerradas) por el distanciamiento.
Realizo los procedimientos habituales que me llevan a la reu-
nión de Zoom, y encuentro un cenáculo de psicólogos que se en-
cuentran en una decena de ciudades diferentes de América Latina
y de Europa. La discusión es apasionante, estimulante, por mo-
mentos inquietante. No son intervenciones teóricas sino piezas de
autoanálisis, fenomenología de lo experimentado por quienes coti-
dianamente se encuentran con pacientes, principalmente en forma
virtual.
La pregunta central que veo surgir de estos relatos es: ¿cuáles
son los tiempos, cuáles serán las modalidades de elaboración del
trauma producido por el contagio y por el encierro?
En primer lugar, debemos prever una especie de sensibilización
fóbica al contacto con el otro. El distanciamiento, la angustia del
acercamiento a la piel del otro: todo esto actúa en un plano que no
es el de la voluntad consciente, sino el del inconsciente.

3 Enlace directo al número 1 de la revista en: https://rizomatica.org/rizomati-


ca05052020.pdf.

104
CRÓNICAS

De repente me doy cuenta de que estamos entrando en la tercera


era del inconsciente y, por lo tanto, en la tercera era del psicoanálisis.
Antes, en el paisaje ferroso de la industria y de la familia mono-
gámica, dominaba la neurosis, patología vinculada a la represión
de las pulsiones, a la eliminación del deseo. La era del psicoanálisis
freudiano.
Luego el esquizoanálisis anticipó la ruptura del límite, el sur-
gimiento del esquizo como figura predominante del panorama co-
lectivo.
En la esfera del semiocapital el inconsciente se propaga, el im-
perativo general ya no es la represión, sino la hiperexpresión. Just
do it.  La explosión reticular del inconsciente produjo la propaga-
ción de patologías psicóticas de tipo narcisista, pánico y, finalmen-
te, depresivo.
Luego, por efecto del biovirus que ataca la psicósfera, pasamos
de la conexión voluntaria de las décadas de Internet a la conexión
obligatoria en el distanciamiento. Zoom, Instagram, Google nos
permiten continuar el flujo social e informativo, pero solo a condi-
ción de renunciar al contacto de la epidermis, a la respiración com-
partida. La tecnología G5 hará posible una penetración integral de
la vida por parte de la conexión.
En la esfera pasada de la conexión voluntaria se desarrolló un pro-
ceso de hiperexcitación y de desensibilización; aplazamiento del placer
en nombre de una excitación constante y de un deseo sin cuerpo. En la
psicosis de la hiperexpresión, el deseo se movilizaba contra sí mismo,
la imaginación delirante no encontraba el plano de la realidad.
Pero ahora que entramos en la esfera de la conexión obligatoria
y del distanciamiento de los cuerpos, lo que se va delineando es
quizás una sensibilización fóbica al cuerpo del otro. Miedo al acer-
camiento, terror al contacto. ¿O bien, en un giro ahora imprevisible,
la sobrecarga conectiva llevará a un rechazo, el hechizo virtual po-
dría romperse?
El trabajo del trauma no es inmediato, se desarrolla en el tiempo:
al principio se manifestará la sensibilización fóbica, junto con la an-
gustia del acercamiento de los labios a los labios. ¿Podemos prever
que, luego del dominio de la neurosis freudiana, luego del dominio

105
FRANCO BERARDI BIFO

de la psicosis semiocapitalista, entraremos en una esfera dominada


por el autismo como parálisis de la imaginación del otro?
Preguntas bastante inquietantes pero urgentes, a las que ahora
no sé dar una respuesta.
¿Estoy confundido? Es cierto, estoy un poco confundido, sepan
disculpar.

7 de mayo
Trump dice: hemos hecho todo lo que se podía, ahora basta, volva-
mos al trabajo.
En verdad, el país se encuentra en una fase de expansión impa-
rable del contagio. La Universidad de Washington espera 134 mil
muertes de aquí a agosto. Oficialmente mueren ahora entre dos y
tres mil personas por día, el ritmo debería acelerarse hasta princi-
pios de junio. Pero Trump dice: dejémonos de historias, necesita-
mos ponernos en forma y make America great again. Treinta mil ca-
sos de infección por día en el país, y en muchos estados el número
está creciendo. Pero Trump tiene prisa.
Uno de cada cinco niños pasa hambre en el país faro de Occi-
dente. Tres veces más que en 2008, al comienzo de la que parecía
una recesión tremenda. En aquel entonces había que salvar a los
bancos; los salvaron y destruyeron las condiciones de supervivencia
de la sociedad.

8 de mayo 
Sesenta mil inmigrantes, en su mayoría africanos, después de ha-
ber atravesado el desierto, después de haber sido detenidos y viola-
dos en los campos de concentración libios construidos por voluntad
y designio de Marco Minniti, 4 después de haberse arriesgado a aho-

4 Exdirigente del Partido Comunista (PCI) y desde 1992 dirigente del Partido Democrá-
tico (PD), Marco Minniti ocupó importantes cargos en los gobiernos italianos de las
últimas dos décadas. El último de ellos fue el de ministro de Interior, desde diciembre
de 2016 a junio de 2018, durante el gobierno de Paolo Gentiloni. En 2017 llevó adelan-

106
CRÓNICAS

garse en el canal de Sicilia, llegaron al sur de Italia y encontraron


trabajo en los campos. Diez, doce horas por día bajo el sol por tres o
cuatro euros la hora. El verano pasado alguien murió bajo el sol de
Apulia para recoger los tomates de mierda que los italianos ponen
en los espaguetis con los que bien podrían atragantarse.
Ahora surge un problema: ya nadie está yendo a recoger los du-
raznos y los tomates.
Entonces, las empresas agrícolas pidieron movilizar lo más rá-
pido posible a esos sesenta mil, y la buena de la Ministra de Agri-
cultura propuso regularizarlos o al menos darles un permiso de re-
sidencia de seis meses, se entiende: es para hacerlos trabajar como
esclavos, no para que vayan a bailar la tarantela.
Ayer fue el debate en el parlamento y en el parlamento hay un
partido de ignorantes nazistoides a los que voté hace siete años (que
dios me perdone) que se llama cinco estrellas de mierda. Las cinco
estrellas de mierda se asustaron mucho ante la idea de que los ne-
gros pudieran ser regularizados, le tienen terror a la amnistía. Que
los esclavos trabajen y se queden mudos es su moral de moralistas
de mierda.
Ahora pueden quedarse tranquilos: el parlamento decidió que
tendrán un permiso pero solo por tres meses. El tiempo suficiente
para trabajar diez horas por día, alguno de ellos morirá infartado
por el calor, recibirán dos euros la hora o tal vez tres. Y las cinco
estrellas de mierda estarán contentas: a la espera de que este país
de infames se hunda definitivamente en la miseria. Cuestión de
esperar algunos meses.
Una página muy interesante en el Financial Times. Bajo el título
“¿Podemos combatir el cambio climático y al mismo tiempo cons-
truir una recuperación del Covid-19?”,5 plantea la cuestión: ¿será

te la estrategia italiana de freno y bloqueo del flujo migratorio a través del Mediterrá-
neo, coronada por la firma de un controvertido acuerdo con el primer ministro libio
Fayez al-Sarraj. El acuerdo fue denunciado como “inhumano” por el Alto comisariado
de las Naciones Unidas por los derechos humanos, en vista de las torturas y otras
atrocidades cometidas en los centros de detención de migrantes libios.
5 “Can we both tackle climate change and build a Covid-19 recovery?”, en https://www.
ft.com/content/9e832c8a-8961-11ea-a109-483c62d17528.

107
FRANCO BERARDI BIFO

posible lidiar con los efectos económicos del lockdown y al mismo


tiempo reducir el consumo de energías de origen fósil para mitigar
el calentamiento global?
Un voluntarioso artículo de Christina Figueres del secretariado
de las Naciones Unidas comienza diciendo: “la pregunta no es si
podemos enfrentar simultáneamente la pandemia y el cambio cli-
mático, la verdadera pregunta es si podemos darnos el lujo de no
hacerlo”. Muy débilmente la bien intencionada Figueres habla de
crecimiento sostenible: “No podemos pasar de la sartén de la pan-
demia al fuego de un cambio climático acentuado […] los programas
de recuperación deben empujar a la economía global hacia un creci-
miento sostenible y una mayor resiliencia”.
El uso repetido de la palabra “sostenible” delata un poco la fragi-
lidad del razonamiento. Recuperación sostenible, crecimiento sos-
tenible, pero ¿cómo se hace?
La respuesta del malvado Benjamin Zycher, que trabaja para el
ultraconservador American Enterprise Institute, suena dolorosa-
mente más creíble, más concreta, no obstante el desinterés evidente
por el destino al que están condenados los seres humanos.
“La energía no convencional no es competitiva en términos de
costos, de otra manera, ¿por qué se necesitarían impuestos subsi-
diados y mercados garantizados para hacerla posible? La falta de
confiabilidad del viento y del sol, el contenido de energía no concen-
trada en los flujos de aire y en la luz solar, los límites teóricos de la
conversión del viento y del sol en energía eléctrica son las razones
por las que mayores cuotas de mercado para las energías renovables
han provocado un aumento en los precios tanto en Europa como en
los Estados Unidos […] Priorizar la política climática impedirá que
muchas personas mejoren sus condiciones, especialmente después
del terrible shock económico causado por el lockdown. Además, si
los países experimentan una reducción de la riqueza tendrán me-
nos recursos para la protección del medio ambiente. No es cierto
que los defensores del crecimiento odien el planeta. Es cierto, sin
embargo, que los ambientalistas odian a la humanidad”.
Por supuesto, sé bien que el American Enterprise Institute es una
asociación de criminales que en el pasado apoyó, por decir lo menos,

108
CRÓNICAS

las guerras de George Bush, y que vive de los financiamientos de


organizaciones caritativas como la Exxon Corporation y etcétera.
Sin embargo, las consideraciones de este sinvergüenza son más
convincentes que las consideraciones de la angelical Figueres. El
problema es que el enunciado “crecimiento sostenible” es un oxí-
moron, con todas las nociones llenas de humo de quienes predican
la economía verde para una recuperación dulce del capitalismo.
No hay ya ninguna posibilidad de crecimiento económico, no
hay ya ninguna posibilidad de un aumento del producto global sin
extracción, destrucción, devastación ambiental. Punto. Si creci-
miento quiere decir acumulación de capital, competencia, expan-
sión del consumo, el crecimiento es incompatible con la superviven-
cia a largo plazo de la humanidad.
Por otra parte, el club en Roma lo dijo con claridad hace ya cin-
cuenta años, en el famoso Informe sobre los límites del crecimiento.
“Un planeta finito no puede sostener un crecimiento económico
infinito”.
Simple, ¿no?
Para la supervivencia de los humanos no es necesario el creci-
miento infinito, es necesaria una distribución igualitaria de lo que
la inteligencia técnica y la actividad libre pueden producir. Es ne-
cesaria además una cultura de la frugalidad, que no significa ni
pobreza ni renuncia, sino un desplazamiento de la atención de la
esfera de la acumulación a la esfera del disfrute.
El capitalismo cambia siempre, pero en esencia no puede cam-
biar. Se basa en la explotación ilimitada del trabajo humano, del
saber colectivo y de los recursos físicos del planeta. Ha desempeña-
do su función en los últimos quinientos años, ha hecho posible el
enorme progreso de la modernidad, y el horror del colonialismo y
de la desigualdad.
Ahora se terminó. Solo puede continuar su existencia aceleran-
do la extinción del género humano, o al menos (en la mejor de las
hipótesis) la extinción de aquello que hemos conocido como civili-
zación humana.
Un estudio titulado Genitorialidad en tiempos del Covid-19 nos
informa que no se espera un baby boom como efecto del lockdown.

109
FRANCO BERARDI BIFO

Bocanada de alivio.
Las preocupaciones económicas sobre el futuro, y quizás tam-
bién un cierto desgano por la proximidad, llevan a las parejas a
aplazarlo. “El 37% de quienes planeaban tener un hijo antes de la
pandemia ha cambiado de opinión”.
Como suele decirse: no hay mal que por bien no venga.
Según los demógrafos, para finales del siglo los seres humanos
en la Tierra deberían ser entre nueve y once mil millones. Con una
cifra así, no hay duda de que la partida de ajedrez la gana el jugador
que porta la guadaña.
Pero la investigación da esperanza de que el virus nos haya he-
cho recobrar la razón al menos un poco.

9 de mayo
El sol se filtra alegre por la ventana entreabierta, y me vino a la men-
te la playa inmensa de San Augustinillo. En realidad no se podía
nadar en ese mar, era tan peligroso que allí cerca había una playa
que se llamaba “la playa del muerto”, porque quienes se zambullían
allí a menudo no volvían a la orilla. No es conveniente tomarse en
broma al Océano Pacífico.
Alquilamos una cabaña de madera en Punta Placer y al anoche-
cer íbamos a comer a Nerón, y a la vuelta en la oscuridad caminá-
bamos por la playa y yo decía: “Lupita Lupita amor della mia vita”.
Quizás este sea el final. O quizás no.

110
siete
¡Repartir!1

1
¡Bien venga mayo
y el gonfalón salvaje!
Bien venga primavera,
que a todos enamora:
doncellas, en hilera
con vuestros amadores,
que de rosas y f lores,
os hace bellas mayo…
Angelo Poliziano, Balada XIII2

11 de mayo
Desde que, tras un año de sufrimiento y de agonía, mi madre se
fue en mayo de 2015, la muerte ha sido el tema dominante de mi
reflexión.
La cortejaba, en cierto sentido, la desafiaba a que viniera a en-
contrarme posiblemente de noche, sin hacer ruido. La idea de una
larga vejez doliente y obtusa, la idea del colapso repentino que quita
la conciencia me aterrorizaba. Y además, francamente, jamás creí
que la longevidad fuera una estrategia inteligente desde el punto de

1 “Ripartire” en italiano significa por un lado “volver a partir” o “volver a salir” –y, en
sentido figurado, “arrancar de nuevo”, “volver a poner en marcha” o “reabrir”– y
por otro “repartir”, “distribuir”. Esta multiplicidad del término está puesta en juego
tanto en el título como más adelante en el capítulo.
2 “Ben venga maggio / e ‘l gonfalon selvaggio! // Ben venga primavera, / che vuol
l’uom s’innamori: / e voi, donzelle, a schiera / con li vostri amadori, / che di rose e di
fiori, /vi fate belle il maggio”. Son los versos iniciales de la balada en la que el poeta
humanista describe el festejo de Calendimaggio (1 de mayo) y los rituales con los
que los y las jóvenes de Florencia y otras ciudades toscanas celebraban la primavera.

111
FRANCO BERARDI BIFO

vista de la vida feliz, y tampoco me convencieron nunca todos los


dimes y diretes acerca de los viejos que envejecen bien, que hacen
gimnasia, etc. Digamos que la longevidad no va conmigo; los de-
más que hagan lo que quieran.
A mediados de 2019 había comenzado a escribir un libro del
cual me gustaba sobre todo el título. Devenir nada.
Buen título, ¿no?
Escribí unas cien páginas, pero muchos asuntos permanecían
en estado de bosquejo, y, sobre todo, no estaba apurado. También
había llegado a pensar que quizás un libro llamado Devenir nada
debería desvanecerse suavemente con su temerario autor, y quedar
incompleto al borde de la eternidad.
En los últimos dos años, después del maldito viaje a Houston,
después de aquellos tres días en el lugar más horrendo en el que
jamás había pensado encontrarme, también las ganas de viajar se
estaban apagando un poco. Cada vez que iba a algún lado (seguí
haciéndolo hasta febrero) me daba la sensación de someterme a un
estrés inútil, hablar en público se había vuelto cansador. La última
conferencia pública que di, en Lisboa, el 20 de febrero, la recuerdo
como una pesadilla. Hablaba en un centro social dentro de una es-
pecie de garaje grande y largo lleno de una multitud ruidosa y colo-
rida. El tema, vagamente yeta, si no recuerdo mal, era el apocalipsis
irónico, o quizás la ironía apocalíptica. Poco importa, la cuestión es
que estaba jugando con fuego.
Ese día no me sentía bien: me dolía el oído, me latía la cabeza,
respiraba con dificultad y, en cierto momento, mientras le hablaba
a esa multitud absorta, desde afuera vino el aullido ensordecedor
de una sirena. Tal vez una ambulancia, tal vez un coche de policía,
no lo sé. Ese ruido infernal zumbó en la gran sala, me hizo perder
el equilibrio, la calma y, sobre todo, el hilo del discurso. La ola de
pánico duró por unos diez segundos en un silencio inquieto, luego
me recuperé normalmente, bromeando sobre mi estado de confu-
sión mental. Dije que me estaba sintonizando con la psicósfera pá-
nica, y que la sirena ululante era parte de la performance, y terminé
prometiendo como de costumbre insurrecciones felices. Dos días
después, regresaba a Italia y al llegar al aeropuerto de Bolonia me

112
CRÓNICAS

apuntaron con una pistola termómetro a la cabeza y tuve la prueba


de que el mundo estaba entrando en una nueva era.
En los siguientes meses todo cambió, es decir, no realmente
todo, sino muchísimo. En primer lugar, el viaje a Lisboa fue el úl-
timo, al menos por ahora, y no puedo descartar que sea el último
forever. Veremos.
Desde aquel momento, la curiosidad por el futuro capturó mi
vida mental con una fascinación tan fuerte que le propuse a la ne-
gra hermana que cortejaba insolentemente que esperara un rato;
primero quisiera ver cómo va a terminar. Ya lo sé, sé que no va a
terminar en ninguna parte, porque nunca nada termina y siempre
todo continúa. Pero por lo menos ver qué giro toma la historia del
mundo, si se me permite. 
Detesto a los que se avergüenzan o incluso se escandalizan
cuando se habla de la muerte, como si fuera algo poco delicado.
Hace unos años, un filósofo muy respetado me dijo: escuchame,
ya que hablás tan a menudo de la muerte, ¿por qué no te suicidás?
Y agregó que para Spinoza solo la vida es un asunto del cual los
filósofos se pueden ocupar. En ese momento me convencí de que el
filósofo muy respetado no era más que un presuntuoso. Un filósofo
que no se ocupa de la muerte, que me perdone Spinoza, no es un
filósofo, sino un chocolatero.
En los Estados Unidos hay oficialmente ochenta mil muertos,
lo que quiere decir que son al menos el doble. Esto no preocupa
demasiado al presidente, quien hasta hace unos días enviaba men-
sajes burlescos y beligerantes; pero en los últimos días suspendió
las conferencias de prensa en las que daba consejos médicos y lo ve-
mos con el ceño un poco fruncido. El semestre que lo separa de las
elecciones corre el riesgo de no ser fácil para él; ahora, para colmo
de males, tres personas que trabajan diariamente en la Casa Blanca
dieron positivo en el test de coronavirus: la portavoz de Pence, un
mayordomo y un consultor que frecuenta la protegidísima Ala Oes-
te del edificio presidencial. No podría ser peor para el capomafia3: si

3 “Il mammasantissima” en el original, una de las formas de nombrar al jefe de la


mafia siciliana.

113
FRANCO BERARDI BIFO

incluso allí dentro, en el lugar más protegido que hay, tres personas
fueron alcanzadas por el virus, es difícil seguir incitando a las per-
sonas a que vuelvan al trabajo.
Los desocupados son ahora alrededor de veinticinco millones y
se espera que se conviertan en treinta y cinco millones el mes próxi-
mo. Y como en ese país los que no tienen dinero no pueden curarse,
los pobres, los afroamericanos y los latinos mueren por miles cada
día, cada día, cada día.
Una iluminación y una esperanza: ¿qué pasaría si Trump uno
de estos días estirara la pata como un perro entre un tweet y otro?
Tal vez no le disgustaría irse en este momento. Podría presentarse
con San Pedro diciéndole soy el presidente de los Estados Unidos,
dejame pasar, aunque creo que San Pedro le diría andate a la mier-
da. Pero así al menos el charlatán podría evitar el papelón de ser
derrotado por un caballo rengo como Joe Biden, mientras afuera
protestan cuarenta millones de desocupados.
Cómo luego, pensando en el presidente de Estados Unidos,
me vino a la cabeza la novela de Manzoni, 4 no lo sé, pero se los
dejo a su imaginación. Anoche me acordé de la escena en la que
don Rodrigo se despierta por la noche y descubre que tiene en el
cuerpo “un repugnante bubón de un violáceo amoratado”. Segu-
ramente lo recuerden: “el hombre se vio perdido. Lo invadió el
terror de la muerte y, con un sentido quizá más fuerte, el terror
de convertirse en presa de los monatos, de ser llevado, arrojado
al lazareto”.5
¿Qué hace entonces, aterrorizado, el jefe de los malvados, el rap-
tor de Lucia? ¿Llama al vicepresidente? Más o menos:

4 La referencia y las citas en este y los párrafos siguientes corresponden a Los novios,
de Alessandro Manzoni. Ambientada en el norte de Italia entre 1628 y 1630, la no-
vela cuenta las peripecias de dos jóvenes prometidos, Renzo y Lucia, separados por
decisión del señor del lugar, don Rodrigo, y está atravesada por la epidemia de peste
bubónica que azotó Milán y otras ciudades de Lombardía y el Véneto.
5 Los monatos eran los encargados de manejar los carros mortuorios y entrar a las
casas marcadas por la peste a retirar a los muertos o llevar a los enfermos a los
lazaretos –establecimientos sanitarios en los que se aislaba a los infectados–. Con
frecuencia, aprovechaban a despojar y saquear los hogares de enfermos y muertos.

114
CRÓNICAS

Agarró la campanilla y la sacudió con violencia. Apareció al instante


el Griso, que estaba alerta. Se paró a cierta distancia del lecho, miró
atentamente al amo y comprobó lo que por la noche había conjeturado.
“Mike”, exclama el desgraciado, “es decir, Griso, siempre me has sido fiel…”
“Sí, señor.”
“Siempre te he hecho bien.”
“Por su bondad.”
“De ti puedo fiarme…”
“¡Diablos…!”
“Estoy mal, Griso.”
“Me había percatado de ello…”
“¿Sabes dónde vive Chiodo el cirujano?” (Así en aquel entonces se llama-
ba Anthony Fauci…)

Don Rodrigo implora al Griso que vaya a buscar al cirujano y vuelva


con él, pero previsiblemente el Griso lo traiciona, como ciertamente
recuerdan mis veinticinco lectores.
En lugar de ir a lo de Fauci, va a lo de los monatos, les avisa que
su amo tiene el coronavirus, los lleva a la casa del pobre don Rodri-
go, quien, naturalmente, al verse traicionado, se pone muy, muy
mal: “Los monatos lo tomaron, uno por los pies y el otro por los
hombros, y fueron a colocarlo sobre una camilla que habían dejado
en la habitación de al lado; luego, habiendo levantado el miserable
peso, se lo llevaron”.

12 de mayo
A principios de mayo estaba prevista la salida de mi libro que más
quiero, aunque solo sea por el hecho de que he trabajado en él du-
rante más de veinte años y nunca termina, tanto es así que se llama
E –como erotismo, estética, epidermis, extinción, etcétera.
Se llama E porque comienza citando a Rizoma, donde los dos
viejos amigos dicen (¿recuerdan?) que la historia de la filosofía oc-
cidental está compuesta de disyunciones o… o… o… y en su lugar
ahora debemos hacer una filosofía de conjunciones y… y… y…6

6 En italiano “e” es la conjunción copulativa “y”.

115
FRANCO BERARDI BIFO

Precisamente.
Hablé con mi editor italiano y decidimos posponerlo, porque es
un libro atemporal, y reemplazarlo con otro librito que se llamará:
Fenomenología del fin. Comunismo o extinción. O bien: Fenomenolo-
gía del fin. ¿Pero de qué fin estamos hablando? O quién sabe…7

13 de mayo
No me hago ilusiones de que el colapso pandémico tenga efectos
socialmente positivos en lo inmediato. Por el contrario, como escri-
be Arundhati Roy, “el coronavirus entró en los cuerpos humanos y
amplificó patologías existentes, entró en los países y sociedades y
amplificó sus enfermedades y patologías estructurales. Amplificó
la injusticia, el sectarismo, el racismo, las castas y, sobre todo, la
desigualdad”.8
Según Arundhati, el virus detuvo la máquina; ahora se trata de
detener el motor, para volver definitivamente inoperante a la econo-
mía orientada al lucro. Cueste lo que cueste.
El ciclo de acumulación no se reanudará, porque las articula-
ciones están desquiciadas: la sanitaria, la psíquica, la productiva, la
distributiva… todo se ha ido a la mierda.
En las últimas décadas, la precarización del trabajo fragilizó
a la sociedad y debilitó su resistencia. El Covid-19 fue el golpe
final: la sociedad fue disgregada por el encierro obligatorio y el
miedo, y hasta el momento no es posible resistir con la acción.
Por más paradójico que parezca, es precisamente la pasividad la
que vencerá al capitalismo conduciéndolo a la muerte por asfi-
xia. La forma más subversiva de pasividad es la insolvencia, que
consiste en hacer saltar todo no haciendo nada, y, más precisa-

7 E, aún inédito en italiano, fue publicado en español bajo el título de Fenomenología


del fin (Buenos Aires, Caja Negra, 2017). El “otro librito” aludido es, por supuesto,
este que está siendo leído, y que en su edición italiana se llama Fenomenologia della
fine (Roma, Nero, 2020).
8 “Our task is to disable the engine” [“Nuestra tarea es inutilizar el motor”], en https://
zcomm.org/znetarticle/our-task-is-to-disable-the-engine.

116
CRÓNICAS

mente, limitándose a no pagar por la sencilla razón de que no


podemos pagar.
La insolvencia no tiene necesidad de ser propagandizada, pre-
dicada, gritada: vendrá por sí sola como consecuencia natural del
colapso de la economía. La insolvencia no es una culpa sino una
necesidad universal. Y la sociedad tendrá que comenzar a experi-
mentar formas locales y autónomas de producción y distribución
destinadas a la supervivencia y al placer.
En agosto del año pasado me llamó por teléfono Marco Bertoni,
un músico a quien conocí quizás en los años ochenta, cuando for-
maba parte del Confusional Quartet, grupo que tenía una posición
particular, no marginal sino extrema, en la escena musical boloñe-
sa de aquellos años. El viento punk-no wave había llegado a Bolonia
y se había mezclado con las últimas ráfagas de la tempestad insu-
rreccional del ’77. Por lo que la escena musical estaba abarrotada y
apasionada: los espectaculares Skiantos, el radical-punk Gazneva-
da, los experimentales Stupid Set y otros que no recuerdo.
Los Confusional eran más cultos, refinados, más música contem-
poránea que pop, más jazz frío que punk-rock caliente. Cuarenta años
más tarde, en agosto de 2019, Marco me llamó para decirme que tenía
ganas de realizar una obra de la que solo tenía en la cabeza el título.
Y que la quería hacer conmigo, no sé por qué. El título me fulminó,
porque sintetizaba eléctricamente muchas de las líneas que atraviesan
este tiempo: la gran migración, la gran expulsión, la violencia abstrac-
ta tecnofinanciera y la violencia concreta del nazismo reaparecido.
Cuando me dijo el título que tenía en mente, estuvimos ensegui-
da de acuerdo: Wrong Ninna Nanna.
Me imaginé a una joven madre hondureña que llegó al límite
entre Tijuana y San Diego, pero en la frontera hay guardias arma-
dos y ahora ya no sabe a dónde ir y qué hacer y está allí, sentada en
el suelo acunando a su bebé. Pero también podría ser una joven
nigeriana o tunecina en un bote de goma rumbo a la costa siciliana.
Marco y yo hemos tratado de imaginar lo que siente una madre
que ha traído al mundo a un ser sensible y vulnerable, sin pensar
quizás lo suficiente sobre el mundo en el que el recién llegado debe
crecer. 

117
FRANCO BERARDI BIFO

¿Hay alguna razón para reproducirse?


En la película Cafarnaúm, la directora libanesa Nadine Labaki
cuenta la historia de un niño sirio de doce años en un campo de
refugiados infernal de Beirut, que denuncia judicialmente a sus pa-
dres por haberlo traído al mundo. La película de Labaki fue para mí
la principal inspiración de los textos que escribí para Wrong Ninna
Nanna: son poemas estrujados en la angustia de una época sin más
esperanza. Comenzamos a trabajar en septiembre, luego llegó el
otoño de la convulsión, las revueltas gigantes y rabiosas de Hong
Kong, Santiago, Beirut, París, Barcelona.
Marco empezó a componer con todos los instrumentos musica-
les que le ha provisto la madre naturaleza: las hojas, el viento, los
cuervos, los gorriones, el agua que fluye, y también su piano furio-
samente tímbrico y coros de voces angelicales y misteriosas.
Luego le preguntamos a una amiga performer a quien recuer-
do haber conocido en Nueva York cuando cantaba en locales punk
del Lower East Side y yo hacía de periodista musical, y que Marco
siguió en su carrera artística. Se llama Lydia Lunch, y es una de las
más grandes performers musicales de nuestro tiempo. Dijo que sí,
y grabó algunas pistas en su estudio, nos envió las grabaciones y así
comenzó un largo trabajo de edición. Luego le escribí a Bobby Gi-
llespie, el magnífico y muy delgado cantante de los Primal Scream
que seguramente todos conocen. ¿Tenés ganas de poner tu voz re-
citando, cantando, haciendo lo que te parezca con estas palabras y
estos sonidos? Dijo que sí.
Luego llegó el coronavirus, la pandemia, el lockdown, y a esa al-
tura la maldición parecía cumplirse perfectamente, y creamos una
canción introductoria llamada “Earth and World” [Tierra y Mundo],
una melodía para voz abstracta, para voz no humana.
Una compañía discográfica nos propuso hacer una edición de
vinilo. Sí, ¿pero cuándo? ¿Cuándo se podrá reanudar la producción
de discos, de libros, de películas?
Antes o después.
Mientras tanto, sin embargo, mientras esperamos que salga
el vinilo, queremos dar a conocer online esta obra que parece ser
la banda sonora del apocalipsis. Hablamos con nuestros amigos

118
CRÓNICAS

Cuoghi & Corsello, artistas que conozco desde cuando en los años
ochenta algunas de sus etiquetas llenaban las paredes de los su-
burbios de Bolonia, y les propusimos colaborar en la realización en
video de Wrong Ninna Nanna.
Nos encontramos justo el día anterior al inicio del lockdown, y en
la soledad creativa de estos dos meses C&C realizaron el video de
algunas canciones. Los otros los hizo Marco Bertoni con la ayuda
de su hijo. Stay tuned.

14 de mayo
Manifestantes milicianos armados ayudan a reabrir locales comer-
ciales en Texas.
Según el periódico Folha de São Paulo, las milicias bolsonaristas
no aceptarán la derrota y se están armando.
Guerra civil global en el horizonte.
Según Lorenzo Marsili, no debemos esperar demasiado del fin
del mundo:9
“Olvídense de los sueños silvestres de desaceleración. Basta
pensar en esta paradoja: la aceleración vertiginosa del mundo y del
tiempo que nos rodea se produce a través de una crisis que nos obli-
ga a reducir la velocidad. Parece instaurarse un extraño mecanismo
por el que, cuanto más nos detenemos, más la realidad es transfor-
mada por nuestro estar en casa. Lejos de desacelerar el mundo, el
Covid-19 ha acelerado fuertemente los procesos de transformación
personal, política y económica ya en marcha.
Un deshilachamiento más que un colapso.
Tampoco el Covid-19 hará saltar al mundo por los aires. Pero
seguramente podrá llevar a su mayor deterioro: los negocios arte-
sanales podrán cerrar cada vez más rápidamente en beneficio de
la distribución organizada a gran escala; podrá haber un endureci-
miento de las medidas de austeridad para expiar la culpa del endeu-
damiento necesario; podrá fortalecerse la tendencia de los más ricos

9 En https://www.che-fare.com/marsili-possibilita-pandemia-fine-mondo.

119
FRANCO BERARDI BIFO

a prepararse rutas de fuga, acelerando el proceso de separación de


las élites de sus comunidades nacionales. El punto es que la crisis
ya no es una interrupción de la normalidad. La normalidad es cri-
sis. La crisis ya no es un momento decisivo, un divisor de aguas,
un momento heroico. Y, por lo tanto, ya no es un concepto útil. Si
tuviéramos que hacer una lista de las cosas que más extrañamos en
esta cuarentena –ejercicio útil, aunque solo sea para darnos cuen-
ta de la poca importancia que desempeña cierto consumismo en
nuestras vidas–, las relaciones humanas sin duda estarían en los
primeros puestos. Nos faltan los amigos. ¿Pero todos ellos? He aquí
un ejemplo simple de lo que significa superar la elección binaria
entre crecimiento y decrecimiento. Menos amigos y más amistad”.

15 de Mayo
Sentados a la orilla del río, los Wu Ming10 escriben en su blog Giap11
citando un comentario: “Se trata de una especie de principio de in-
certidumbre en el sentido heisenberguiano, entre el virus y la emer-
gencia. No se puede mirar y mantener la mirada fija en ambos, ya
que se subestima uno o el otro. Subestimados en los ojos del otro.
Es decir: para aquellos que ven bien el virus (o creen verlo bien), la
emergencia es solo una contingencia que pasará si el virus pasa;
para aquellos que ven bien la emergencia (o creen verla bien), el vi-
rus, por serio y peligroso que sea, será cada vez menos letal que las
consecuencias que las políticas de emergencia están provocando.
Cada discusión tiene esta inestabilidad a su interior y sacarla a la luz
no puede más que ser un bien”.

10 Wu Ming (“sin nombre” en mandarín) es un colectivo de escritores italianos funda-


do en enero del año 2000, parte de un “colectivo de colectivos”, la Wu Ming Foun-
dation, que incluye otros proyectos, como la banda Wu Ming Contingent y el blog
Giap. Entre sus obras, se destacan las novelas colectivas Q (firmada bajo el seudó-
nimo Luther Blissett, 1999), 54 (2002), Manituana (2007) y El ejército de los sonám-
bulos (2014). Cada uno de los miembros del colectivo tiene además una producción
“solista” (firmada bajo el nombre Wu Ming seguido del número 1, 2, 3, etc.) y un
nombre artístico individual.
11 En https://www.wumingfoundation.com/giap/2020/05/mao-dun.

120
CRÓNICAS

Como suele sucederme después de leer a Wu Ming, me doy


cuenta de que aprendí algo. Ahora me detengo por un momento y
medito sobre ello.
Esta noche, aquí en la terraza, hay una luz celestial que no quie-
re terminar y se desvanece lentamente melancólica. Hacemos me-
dia hora de yoga y un larguísimo mantra antes de que la luz del sol
se vaya por completo.
En Bolonia, siete compañeros y compañeras del círculo anar-
quista Il Tribolo fueron arrestados con la acusación anómala de
asociación con el propósito de terrorismo o de subversión del orden
democrático. Se trata de compañeros y compañeras que se han dis-
tinguido en la solidaridad y el apoyo a los detenidos, plenamente
comprometidxs con el movimiento anticarcelario transversal que
ha vuelto a expresarse en los últimos meses en las prisiones de la
cárcel de la Dozza12 y en iniciativas en la ciudad.
Toda la operación contra ellxs tiene características anómalas:
desde el seguimiento con drones (porque, con la caza de los run-
ners en vía de extinción, al parecer precisaban utilizarlos de alguna
manera) hasta la irrupción en sus casas de carabineros con equipa-
miento antidisturbios, cascos y escudos. Transferidxs a las seccio-
nes de alta seguridad de Piacenza, Alessandria, Ferrara, Vigevano.
¿Por qué?
Único presunto delito específico: el daño a un puente repetidor,
cuya atribución obviamente debe demostrarse, pero que tristemen-
te hace recordar a montajes judiciales de otros tiempos en el Valle
de Susa.13

12 La cárcel Rocco D’Amato de Bolonia, también conocida como cárcel de la Dozza, es


el instituto penitenciario más grande la región, con distintos circuitos de personas
detenidas. Con el estallido de la epidemia de Covid-19, se convirtió en un epicentro
de contagios tanto de personas detenidas como de agentes penitenciarios, y en es-
cenario de varias revueltas en reclamo de condiciones de salubridad y de protección
de la población carcelaria, en sintonía con lo que ocurre en muchas otras prisiones
de Italia
13 La referencia es al movimiento de protesta No TAV, nacido en el Valle de Susa en la
década de 1990 en oposición al proyecto de Tren de Alta Velocidad Lyon-Turín, con
una actividad sostenida a lo largo de los años y numerosas y resonantes acciones. En
2011 el movimiento realizó varias masivas manifestaciones de protesta, duramente

121
FRANCO BERARDI BIFO

El comunicado de prensa de la Fiscalía tiene las características


de un documento político: afirma la naturaleza preventiva de la
intervención “dirigida a evitar que en eventuales momentos futu-
ros de tensión social, emanables de la particular descrita situación
de emergencia, puedan asentarse otros momentos de más general
“campaña de lucha antiestado””, en línea con la directiva emitida
por la ministra Lamorgese14 a los prefectos para prevenir la “mani-
festación de semilleros de expresión extremista”.
Se está preparando una ola de represión preventiva, en el clima
de miedo y aislamiento favorecido por el lockdown.

16 de mayo
Guido Viale me cae personalmente antipático desde que en julio
de 1970 publicó en el periódico Lotta Continua una extensa vitu-
peración de mi primer libro llamado Contra el trabajo. Nunca se lo
perdoné, pero admito que en los últimos tiempos escribe siempre
cosas inteligentes. Hoy publica en Comune-info un artículo15 en el
que habla sobre la normalidad “potenciada”:
“Potenciada para recuperar el tiempo perdido: no el de Proust, sino
el del PIB: más producción, más explotación, más precariedad –es
decir, falta de perspectivas y de futuro– para todos, más deuda, más
desigualdad entre ricos y pobres, más marginación de quienes se que-
dan atrás, más retrocesos para quienes no deben verse entre nosotros
(para poder explotarlos mejor), más indiferencia en relación con las
“vidas descartables”. Durante mucho tiempo, para los trabajos de re-
producción o de cuidado –cuyo papel esencial en el funcionamiento
de la sociedad, pero por mucho tiempo ocultado, fue sacado a la luz
por los movimientos feministas– se ha reclamado “igual dignidad”
y una remuneración proporcional a la de quienes eran reconocidos

reprimidas por la policía y luego continuada por las autoridades judiciales de Turín,
con arrestos y acusaciones de diversos crímenes a manifestantes y activistas.
14 Abogada y funcionaria, Luciana Lamorgese es desde septiembre de 2019 ministra
de Interior de Italia.
15 “Ribaltare il concetto del lavoro” [“Invertir el concepto de trabajo”], en https://comu-
ne-info.net/ribaltare-il-concetto-di-lavoro.

122
CRÓNICAS

en el trabajo llamado “productivo”. En otras palabras, se trataba de


empujar con la lucha el trabajo de cuidado dentro de la esfera del tra-
bajo productivo. Hoy, sin embargo, aparece claro que el movimiento a
promover es exactamente el opuesto: es necesario luchar para trans-
formar todo el trabajo productivo en trabajo de cuidado de la Tierra,
de lo viviente, de la convivencia humana, de la reproducción de la vida.
Es el cuidado el que debe atraer, hospedar y transferir dentro de su
esfera de sentido y revalorización al trabajo llamado “productivo”, rea-
lizando, dentro de esta transformación, ese equilibrio entre géneros y
roles que el “desarrollo de las fuerzas productivas” no ha jamás sabido
ni podía realizar: una inversión de campo para nada menor. Es desde
esta perspectiva que la reivindicación de un ingreso incondicionado
puede perder su carácter retributivo –“páguenme a cambio de algo”–
para asumir las connotaciones de una reivindicación consustancial a
la de una pertenencia común a un único género humano”.

17 de mayo
Después de haber meditado en las palabras de Wu Ming mencio-
nadas hace poco, ahora toco una tecla sensible, y no quisiera que
alguien me malinterprete.
Ciertamente no soy un fanático de la productividad, ni idolatro
la libertad como un valor abstracto. Soy anarquista, pero no por esto
creo que sea justo joder a los otros en nombre de la propia libertad.
De hecho, realmente creo que el mito de la libertad (de algunos) a
menudo se ha utilizado para imponer la esclavitud de la mayoría.
Pero cuando en marzo me enteré de la obligación de quedarse
en casa, cuando vi los spots de celebridades publicitarias que nos in-
vitaban a imitarlos quedándonos en casa, como si todos tuviéramos
la piscina, la terraza y el mayordomo, inmediatamente pensé que
había algo incorrecto allí. Pero aún más incorrecta era la invitación
opuesta a reanudar a toda costa el trabajo en la línea de montaje. La
Confindustria es peor que Fiorello.16

16 Mientras que el famoso showman, cantante, conductor y actor Fiorello opinaba por
Twitter en marzo cosas como “Nos merecemos el toque de queda” contra quienes
persistían en salir a correr y practicar deportes al aire libre, la Cofindustria fue des-

123
FRANCO BERARDI BIFO

Dejémonos de historias: para evitar que el virus se propague,


matando a millones de personas, era correcto detener todo. Pero
ahora, dos meses después, tenemos que ir a ver los datos relaciona-
dos con la letalidad del virus y descubrir que son bastante bajos.17
Además, es interesante el dato relativo a la edad promedio de los
muertos. 80 años en Austria, 80 en Gran Bretaña, 84 en Francia, 81
en Italia, 84 en Suiza, 80 en los Estados Unidos. En la medida que
tengo setenta años, no pienso que sea correcto dejar que los viejos
mueran sin recibir los cuidados necesarios. Pero en fin…
¿Debemos quizás reconocer que la peligrosidad del virus ha sido
de alguna manera sobrestimada? En estos casos es mejor sobresti-
mar que subestimar, no cabe la menor duda. Pero lo que es preciso
explicar es por qué se ha desencadenado la más angustiosa tempes-
tad informativa de todos los tiempos.
Repito que soy un encendido partidario del lockdown y detesto a
los “libertarios” que quieren hacer trabajar a las personas con total
desprecio por el peligro. Sin embargo, sin absolutamente ninguna
intención polémica respecto de las medidas de prevención, me pre-
gunto: ¿por qué?
Mi respuesta es compleja pero simple.
En la primavera de 2020 asistimos a una crisis de pánico global
cuya causa estaba solo ocasionalmente vinculada a la pandemia, y
en un modo más profundo dependía del estrés psíquico de una so-
ciedad obligada a trabajar en condiciones precarias competitivas y
miserables, así como del estrés físico de un organismo debilitado
por la contaminación del aire y de los lenguajes.
Si no se hubieran impuesto las medidas de confinamiento, el vi-
rus habría matado muchas veces más –por lo que viva el lockdown.
Pero lo que es preciso contener y erradicar no es solo el virus
que desencadena reacciones en algunos casos extremadamente do-
lorosas y a veces letales. Lo que es necesario erradicar es también

de el comienzo de la emergencia sanitaria en Italia uno de los actores económicos


más activos a favor del fin de las medidas de cuarentena y distanciamiento social.
17 “Studies on Covid-19 Lethality” [“Estudios sobre la mortalidad del Covid-19”], en
https://swprs.org/studies-on-covid-19-lethality.

124
CRÓNICAS

la contaminación sistemática del medio ambiente, el estrés de la


competencia económica y la hiperestimulación electrónica. Y esto
no lo harán los médicos y no lo hará una vacuna. Tenemos que
hacerlo nosotros, con la lucha de clases. Warren Buffett tenía razón
cuando decía que la lucha de clases no había terminado en absoluto,
que simplemente la habían ganado ellos, los chacales. Esto era ayer,
pero ahora es mañana. La lucha de clases sigue, y esta vez los cha-
cales están desorientados, al menos tanto como nosotros.

18 de mayo
El New York Times publica un artículo de Roger Cohen, un periodis-
ta liberal, moderadamente progresista, muy culto. Tal vez mi perio-
dista estadounidense favorito. Bajo el título “Lo enmascarado contra
lo desenmascarado”,18 se anuncia bastante misterioso, pero el texto
es clarísimo, desde las primeras líneas.
“[…] un vecino en Colorado me dijo: los otros (los trumpistas) están ar-
mados y no se detendrán ante nada. ¿Qué le diremos a nuestros nietos
cuando Ivanka Trump asuma el poder como 46o presidente de Estados
Unidos en 2025 y sean abolidos los plazos de duración de la presiden-
cia? ¿Les diremos que hicimos todo lo que pudimos con nuestras pala-
bras, pero que ellos tenían el fusil?”.

Por supuesto, inmediatamente después Cohen agrega que no está


de acuerdo con su vecino y que la democracia estadounidense no es
como la húngara.
Pero me interesa la sustancia, no las buenas intenciones del
ilustrado liberal Cohen. Me interesa saber que en Estados Unidos
se está preparando una guerra civil, o bien una psicopática victoria
de los supremacistas. Y lo que se está preparando en Estados Uni-
dos también se está preparando en Brasil y en muchos otros países
del mundo: la guerra civil es la perspectiva más realista. ¿Tenemos
que armarnos también? No creo, si se termina a los tiros no hay

18 “The masked versus the unmasked”, en https://www.nytimes.com/2020/05/15/opi-


nion/coronavirus-democracy.html.

125
FRANCO BERARDI BIFO

duda de que perderemos. Pero debemos saber lo que nos espera,


y dejar de decir frases retóricas sobre la democracia que ya está
muerta y enterrada, para inventar una resistencia a la altura de la
tempestad que llega.
Tengo que hacerles una confesión embarazosa: en los últimos
tiempos he cambiado, mi personalidad está alterada, en síntesis, ya
no me reconozco. No como resultado de la pandemia o del lockdown,
aclaremos, eso sería perdonable. No: sucedió por culpa de Netflix.
Me explico: desde hace unos quince años, Billi y yo nos hemos
puesto de acuerdo en una cosa: basta de televisión. Durante años,
cada noche nos habíamos arruinado la cena con esas caras de culo y
con las avalanchas de mierda que salían de ella. Basta.
La pantalla de televisión quedó tapada por plantas trepadoras,
cactus y rododendros, y después terminó en el basurero. Durante
quince años nunca volví a ver la televisión, excepto por pocos segun-
dos en algún bar infame.
Así fue que me convertí en un desadaptado social. En las dis-
cusiones con los conocidos la mitad de las referencias se me es-
capaban, personajes muy nombrados eran para mí completamente
desconocidos. Tanto mejor para mí si no sabía quién era Giletti.19
Luego llegó el lockdown y ¿saben lo que hice? No fui a comprar otra
tele, no exageremos, sin embargo me suscribí a Netflix. Pagué nueve
euros y tuve a disposición una lista de cosas de las que ignoraba su
existencia. Más o menos por casualidad elegimos ver algo llamado La
casa de papel (creíamos, imagínense, que era la traducción de House
of Cards). Es una producción española que cuenta sobre un asalto gi-
gantesco a la casa de la moneda nacional. No es un asalto en realidad,
sino la ocupación de la casa donde se imprime el dinero: el objetivo
es imprimir unos 2.400 millones de euros con la colaboración de los
rehenes. Entre los rehenes está la hija del embajador británico en Es-
paña, y los héroes del asalto se atribuyen cada uno el nombre de una
ciudad: Tokio, Moscú, Berlín, Nairobi, Río, Denver, Helsinki y Oslo.

19 Massimo Giletti, periodista y conductor televisivo italiano con una carrera ininte-
rrumpida desde mediados de la década de 1990 en la RAI, y desde 2017 en el canal
privado LA7.

126
CRÓNICAS

Bueno, no voy a ponerme ahora a contarlo todo, pero tengo que


decir una cosa. La casa de papel es hermosa, abrumadora, mejor que
Dostoievski, mejor que Stendhal, mejor que toda la historia de la
literatura universal. Por supuesto, algunas cosas pueden parecer in-
verosímiles (por ejemplo, la liberación de Tokio por parte de cuatro
serbios barbudos). Pero cuando leemos la Odisea, ¿cómo podemos
creer que Ulises atravesó a nado medio Mediterráneo? Lo creemos
y basta, porque Homero lo dijo.
Confieso que siempre tuve una inclinación por los asaltos, des-
de que en la prisión de San Giovani en Monte, donde estuve deteni-
do por delitos políticos poco interesantes, conocí a Horst Fantazzi-
ni, que había robado una docena de bancos emilianos20 sin jamás
usar un arma de fuego: se acercaba a los mostradores simplemente
diciendo (con el ejercicio de lo que los lingüistas llaman “acto lin-
güístico performativo”): esto es un asalto. Los cajeros le daban todo
lo que tenían en la caja y él se iba alegre y sonriente. Una vez en
Piacenza, una cajera le dijo váyase o llamo a la policía, y Horst (que
era un caballero refinado, hablaba un excelente francés, y en pri-
sión llevaba un saco sport de terciopelo de amaranto) le respondió:
lo siento, pasaré en otro momento.
Lamentablemente soy muy miedoso y nunca me atreví a robar
un banco. Me limité a concebir insurrecciones improbables contra
el Estado, y vivo con una modesta jubilación docente que probable-
mente en los próximos años desaparecerá junto con el Estado italia-
no y todos los demás.
Pero, en síntesis, hasta hace diez días estaba bien informado,
leía todos los días el Financial Times, el New York Times, Le Mon-
de, Il Manifesto, L’Avvenire, El País, más tres o cuatro semanarios
y grandes libros de historia y de filosofía. Ahora no sé casi más
nada, no pienso en otra cosa que en La casa de papel, en el sim-
pático profesor, en la bellísima Tokio y en el enigmático e inquie-
tante Berlín.
Mi odio por los bancos, por el dinero y por quienes lo acumulan
en este momento se expresa así, pero espero que en los próximos

20 De la región de Emilia-Romaña, cuya capital es Bolonia.

127
FRANCO BERARDI BIFO

meses, mientras el capitalismo continúa derrumbándose como un


castillo podrido, la expropiación se popularice.
Quizás el cambio en mi personalidad también se deba al fin de
la droga. He leído que las rutas de suministro se han agotado, más
o menos, y en cualquier caso a los muchachos que me abastecían no
los veo desde que el virus maldito los separó de mí. La abstinencia
no me hace mal, que quede claro. De hecho, sin mis tres porros
diarios el cerebro se excita exageradamente, y concibo pensamien-
tos de los que no debería hablar tan alegremente. Solo con ustedes
hablo de ellos, queridos amigos, pero manténganlo en secreto. Que
no se sepa por ahí.
De cualquier modo, este séptimo sello es el último de mi larga
crónica de la psicodeflación.
Los dejo, no sé bien qué voy a hacer ahora, pero como es sabido,
un buen juego dura poco y este ha durado ya tres meses.
Ayer por decreto volvimos a la vida normal. O algo así.
Como sugiere Andrea Grop en un mensaje que compartí de
inmediato, la consigna es: volver a salir [ripartire]. También noso-
tros queremos repartir [ripartire], cómo no. Queremos repartir las
riquezas que han sido privatizadas, queremos repartir los edificios
vacíos que son propiedad de instituciones financieras, queremos
repartir el dinero acumulado a través de la explotación del trabajo.
La consigna es: reparto, distribución, expropiación, socialización
de los medios de producción, ingreso garantizado para todos sin
distinción de sexo, credo religioso ni procedencia geográfica.
Verán que en un año casi todos entenderán que si los expropia-
dores no son expropiados la mayoría de las personas como ustedes
y como yo terminarán en una miseria negra y morirán mal. Y es
mejor morir bien, antes que morir mal.
Algunos se preguntaban si del confinamiento saldremos me-
jores o peores. Depende de qué quiere decir: el miedo, el distan-
ciamiento, el chantaje económico ciertamente no nos volverán más
solidarios, al menos por un tiempo. Los patrones usarán el desem-
pleo como un chantaje; Los propietarios de la FIAT ya están chan-
tajeando al Estado, pidiendo miles de millones de euros para su
empresa apestosa que, después de haber explotado a los obreros y

128
CRÓNICAS

haberse aprovechado por décadas de los aportes del Estado italiano,


(no) paga los impuestos en los Países Bajos y despide en Turín y
Pomigliano.
Sucederá, y sufriremos. Sufriremos muchas cosas en los próxi-
mos meses, sufriremos la violencia de los racistas contra los mi-
grantes, sufriremos la arrogancia de los patrones y la de los fas-
cistas. Pero no sufriremos para siempre, porque el poder no se
consolidará, la máquina económica no se volverá a poner en mar-
cha, está irreversiblemente desquiciada.
Todo será inestable, como una tripulación de borrachos en un
barco en medio del mar en la tempestad. Es necesario preparar-
nos para un largo período de inestabilidad y de resistencia y es ne-
cesario hacerlo de inmediato. Resistencia querrá decir creación de
espacios de autodefensa para la supervivencia, de producción de lo
indispensable, de afecto y de solidaridad.
Existe al menos un ochenta y cinco, quizás un noventa y creo
incluso creo que un noventa y uno por ciento de probabilidad de
que la vida social empeore, de que las defensas sociales se desmo-
ronen, de que las formas de control tecnototalitario se encastren en
el cuerpo enfermo de la sociedad, de que el nacionalismo belicista
prevalezca. Es probable probable probable. Quizás inevitable.
Pero si en la víspera de Año Nuevo nos hubiéramos encontrado
en la calle y les hubiera dicho que en tres meses habría treinta mi-
llones de desocupados en Estados Unidos, que el precio del petróleo
caería a cero dólares por barril, que el transporte aéreo se detendría
en todo el mundo y que, en comparación, el 11 de septiembre era
una broma, me habrían hecho internar en el manicomio.
En cambio, aquí estamos.
¿Saben por qué? Bueno, ya se los dije no sé cuántas veces: por-
que lo inevitable generalmente no sucede, y lo imprevisible siempre
prevalece.

129
post scriptum

¿Dónde habíamos llegado?


Recapitulemos. ¿Dónde habíamos llegado antes de que el virus pa-
ralizara la vida de cuatro mil millones de personas? Habíamos lle-
gado a la convulsión global: de Hong Kong a Santiago, de Beirut a
Barcelona, de
​​ Quito a París, de Teherán a Bagdad, millones de jóve-
nes precarios habían salido a las calles, habían atacado los palacios
del poder, habían comenzado una insurrección múltiple, acéfala,
desprovista de dirección estratégica.
El del otoño de 2019 no era un movimiento unificable, era una
convulsión del cuerpo global cuyo cerebro, por demasiado tiempo
privado de oxígeno, ya no estaba en condiciones de coordinar los
movimientos de las extremidades superiores e inferiores, del estó-
mago, del corazón y de la boca.
Luego llegó el infovirus desencadenado por el biovirus y durante
un tiempo descansamos, las ciudades se relajaron, pudimos respirar
un aire un poco más limpio que el habitual. Pero la mayoría de los
confinados, especialmente los jóvenes, estaban encerrados en cubícu-
los semi-oscuros, con una ola de ataques de pánico.
Ahora la revuelta global explota justo en el corazón del imperio
psicótico, los Estados Unidos de América. El poder ha comenzado
de nuevo a quitar el oxígeno, a poner la rodilla en el cuello, a estran-
gular. Pero esta vez el movimiento espontáneo de negros, precarios
y migrantes reaccionó con la intuición que surge de la percepción
de tener que defender la propia vida y el propio equilibrio psíquico.
Tras la ejecución pública de George Floyd, el cerebro colectivo
del movimiento estadounidense negro-precario-migrante debe
haber formulado rápidamente la siguiente consideración racional:

131
FRANCO BERARDI BIFO

antes de que la depresión se apodere de la mente colectiva, es ne-


cesario reaccionar. No toleremos más lo intolerable. Respondamos
golpe por golpe, más allá de los costos. Destruyamos todo lo que sea
preciso destruir, si esta es la única forma de salvar nuestras vidas.
Así lo están haciendo cientos de miles de jóvenes negros precarios
migrantes de Minneapolis a Los Ángeles, de Detroit a Oakland, a
Seattle, a Brooklyn, a Washington, a pesar del toque de queda, de la
Guardia Nacional, de las balas.
Demasiadas veces lo repetimos con James Baldwin: La próxima
vez el fuego.
Esta es la próxima vez.
Pero así alguno morirá, alguien debe haber dicho. Sí, alguno
morirá, es verdad. Pero tenemos que elegir si tener cien mil muer-
tes por suicidio en los próximos seis meses o unos cientos de muer-
tes en la batalla que probablemente dure hasta noviembre.
La revuelta (convulsiva) de un cuerpo privado de oxígeno es in-
dispensable para reactivar el cerebro, pero es necesario que el cere-
bro se ponga a planificar un nuevo futuro.
Para disipar el terror, es preciso reanudar la respiración colecti-
va, salir de la posición fetal que nos hemos visto obligados a adoptar
desde hace tres meses, estirar los músculos, sacudir los brazos, mo-
ver las piernas, gritar a todo volumen.
En estos meses, la generación conectiva pudo experimentar dos
cosas que no había elaborado previamente: el cuerpo y la muerte.
El virus ha roto la burbuja aséptica de la vida digital, y ha des-
garrado la negación de la muerte. La muerte reapareció y se volvió
tanto más escandalosamente evidente cuanto más se escondían los
funerales y se aislaban los enfermos.
La generación conectiva (o protodigital, para diferenciarla de la
generación omnidigital que probablemente crecerá mañana) ha re-
cuperado repentinamente la percepción de su corporalidad, y lo ve-
mos muy bien en las calles de Minneapolis, Washington y Detroit.
La guerra civil estadounidense ha comenzado.
Reemplaza la campaña electoral. Los demócratas han desapare-
cido, cancelados.
Según el corresponsal de CNN Van Jones, los enemigos de los

132
POST SCRIPTUM

negros no son solo los racistas, sino aquellos que apoyaron a Hillary
Clinton, los liberales que llevan al perro al Central Park.1
Y dado que los demócratas se sacaron de encima a Bernie San-
ders (que tal vez podía recuperar parte del voto de Trump y de la ira
negra y precaria), ahora se las tienen que ver con el abuelito balbu-
ceante de Biden, y Trump desata la guerra racial. El juego se juega
entre el suprematismo armado y el movimiento negro-precario-mi-
grante no del todo desarmado.
Aquí2 y allá,3 en la prensa estadounidense, se dice que el acelera-
cionismo estaría detrás de los disturbios.
Nadie entendió nunca qué es el aceleracionismo, y mucho me-
nos los aceleracionistas (entre los cuales algunos me incluyen, y
no puedo desmentirlos dado que no sé qué es). Sin embargo, hay
un aceleracionismo de derecha supremacista que puede ver en la
revuelta negra una oportunidad para lanzar una ofensiva racista
violenta, que por otro lado Trump ha evocado varias veces en los
últimos tiempos. De hecho, la guerra racial quizás sea su última
carta para las elecciones.
Pero las cosas se complican para la bestia rubia de la Casa Blan-
ca. Los policías salen a las calles para solidarizarse con los revolto-
sos. 4
Trato de respirar hondo, arrastrado por los acontecimientos que
sigo en estado de electrocución permanente, a veces apago la cone-
xión para poder pensar. Hago yoga, pero por pocos minutos, porque
luego me atrapa el demonio.
El mundo que sale del lockdown transita por tres dinámicas.
La competencia (y a veces alianza) entre liberales-demócratas

1 En https://edition.cnn.com/videos/us/2020/05/29/van-jones-george-f loyd-white-li-
beral-hillary-clinton-supporter-sot-newday.cnn.
2 En https://bringmethenews.com/minnesota-news/frey-the-people-doing-the-bur-
ning-are-not-minneapolis-residents.
3 En https://www.vox.com/the-highlight/2019/11/11/20882005/accelerationism-whi-
te-supremacy-christchurch.
4 En https://eu.courierpostonline.com/story/news/2020/05/30/camden-police-admi-
nistration-building-protest-george-f loyd/5293075002 y https://www.businessinsi-
der.com/video-dallas-atlanta-police-chiefs-talk-directly-with-protesters-2020-5.

133
FRANCO BERARDI BIFO

que intentan reparar la red del capitalismo global con el poder de-
creciente del dinero y trumpistas nacional-supremacistas que se
están armando, tanto en Estados Unidos como en Brasil y toda Eu-
ropa, de Este a Oeste, para defender a la raza blanca de la gran mi-
gración y, tendencialmente, de la extinción.
La guerra geopolítica, que está llevando a Estados Unidos en
curso de colisión a una descomposición psicoinstitucional, y que
tiene a China compactada por la agresividad totalitaria de la máqui-
na tecnoideológica.
Y el conf licto social: la generación nacida en el cambio de mi-
lenio es la que está pagando el precio más alto por la pandemia.
No en términos de salud –ya que el virus mata casi exclusiva-
mente a personas mayores de cincuenta años–, sino en términos
psíquicos y económicos. Lo que sucede en Estados Unidos, donde
un número por el momento incontable de jóvenes blancos han
salido a las calles con sus coetáneos negros a enfrentar a la poli-
cía racista con determinación suicida, tal vez signifique esto: que
después de tres meses de lockdown, la energía acumulada está
destinada a estallar.
Y esto tendrá sus lados dolorosos, pero la alternativa es entrar en
un túnel oscuro de miedo, de angustia, de depresión, de suicidio.

25 de mayo. Basta de bromas


Me hice un poco el gracioso en los diarios del trimestre negro que
tenemos detrás de nosotros.
Me parecía que era útil para aliviar la tensión, para mí y para
ustedes. Entonces me venía bien porque estaba bastante alegre, en
mi desesperación.
Ahora, mientras se anuncia un semestre mucho más negro que
el que acaba de pasar, se me fueron las ganas de hacer bromas.
Estoy furioso.
Durante muchos años pensé que, de no haber una revuelta ge-
neralizada y radical de las nuevas generaciones de explotados y pre-
carios, el mundo se precipitaría hacia un infierno ansiógeno.
Aquí estamos.

134
POST SCRIPTUM

Durante mucho tiempo pensé que, de no haber un cambio ra-


dical de las formas de vida, el aire se volvería irrespirable, y que
comenzaría la espiral de extinción de la especie humana.
Aquí estamos.
Pero también pensaba otra cosa: pensaba que yo no llegaría a ver
la horrible escena final de la historia del capitalismo. La estampida
final, si se puede decir así. La apresurada huida final.
Pensaba que si el movimiento no conseguía revitalizar la auto-
nomía subjetiva, la solidaridad social y la amistad erótica, la estam-
pida final ocurriría entre la cuarta o quinta década del siglo. En
cambio, ocurre al comienzo de la tercera.
Me parecía previsible el colapso de la crisis ambiental, de la cri-
sis psíquica, de la crisis geopolítica-militar y de la crisis socioeconó-
mica. Colapsos separados, destinados a sumarse en un cierto punto
final.
Me equivocaba: no había evaluado la interdependencia entre
procesos catastróficos, y en la lista de las catástrofes previsibles no
había considerado las pandemias.
Así que quedé atrapado en esta espiral de la que esperaba ser
solo el profeta, no la víctima.
Como profeta soy un fracaso: había previsto todo pero no lo
esencial. Al menos no lo esencial para mí.
También cometí otro error: al comienzo de la pandemia, cuando
los cerdos practicaban discursos moralistas, grandes elogios para
los médicos y las enfermeras, un cariñoso agradecimiento para el
ejército de jóvenes que corrían como blade runners para traernos
a casa la pizza, y mientras se hacía evidente que la hecatombe de
viejos y de enfermos debía sumarse a la cuenta de los crímenes
antisociales que terminan teniendo el rótulo de “reformas”, creía
que al final de la fase violenta de la pandemia, la agresión neolibe-
ral-financiera se detendría o al menos se mitigaría, y que los patro-
nes concederían algo a los millones de trabajadores precarios de la
entrega a domicilio, de la escuela, del cuidado.
Me equivocaba, porque había subestimado una cuestión decisi-
va: los lobos financieros no disponen más que de colmillos, y quien
solo tiene colmillos está compelido a morder.

135
FRANCO BERARDI BIFO

Sé bien que esa es una metáfora algo barata, porque en reali-


dad los muy ricos a menudo son gente educada, en algunos casos
han leído buenos libros e incluso admiten que el sistema gra-
cias al que lucran es inhumano. Pero no se puede hacer de otra
manera. Ellos son y saben que solo son ejecutores de una orden
inexorable.
Los economistas explican que únicamente el aumento de la
competitividad y, por lo tanto, de la productividad, junto con la re-
ducción de impuestos a los ricos, permitirán que la máquina social
siga adelante.
Pero los economistas ya no entienden nada. Hay un par de ex-
ternalidades negativas que ellos no consideran: una es la psicosis de
masas y la otra es el cambio climático y ambiental.
Hoy ya no es posible aumentar la productividad porque no hay
más márgenes de capacidad de incremento: las energías nerviosas
están quemadas, los recursos físicos están agotados, el planeta está
al límite.

Ferocidad
Apenas las autoridades políticas italianas decretaron el fin de
las medidas de confinamiento, los lobos comenzaron a aullar
nuevamente, a mostrar sus dientes y, lo que es peor, volvieron
a morder.
En la mañana del 18 de mayo, un enjambre de policías (sin
guantes y sin barbijo, ellos pueden) acudió a la casa de siete jó-
venes precarios que trabajan como riders, mensajeros en moto, y
que en los últimos meses crearon un grupo llamado “Patrón de
mierda”, y les informaron de su expulsión de la ciudad de Bolo-
nia. ¿Por qué?
Paso la palabra a los muchachos que sufrieron esta violencia:
“Por habernos cagado siempre los Patrones de Mierda nos llamaron
stalkers, por haber estado del lado de cada trabajador y por haber exi-
gido el dinero que nos corresponde nos convertimos en extorsionado-
res, por haber ido toda la semana frente a los locales de los empleado-
res que explotan, por todo esto nos expulsan de Bolonia.

136
POST SCRIPTUM

Con una medida cautelar de “prohibición de residencia”, sin ningún


juicio, nos echan de la ciudad, dicen que no podemos estar aquí, don-
de tenemos afectos, familia, trabajo, casa, nos obligan a vivir en algún
albergue o en el sofá de algún amigo”.

En los últimos meses, miles de jóvenes se han visto forzados a de-


safiar el peligro del contagio para llevar la pizza a domicilio a mí
y a ustedes y a todo el mundo, y sus patrones de mierda a menudo
no les pagan.
Por todo reconocimiento, los patrones de mierda y Lamorgese,
que hace el trabajo de ministra de la Policía, persiguen a quienes
defienden el derecho a una retribución justa, y las autoridades in-
vitan a vigilar juntos “tipologías de delictuosidad común y la mani-
festación de brotes de expresión extremista” (frase de la Circular del
Ministerio de Interior emitida el 11 de abril).
El EMS (Estado de Militarización de la Salud) toma forma rápi-
damente.
Y los signos de un enfurecimiento del espíritu patronal se mul-
tiplican.
Una empresa de mierda que durante cien años le chupó la
sangre a los trabajadores italianos, y desde 1979 en adelante des-
pidió alrededor de cien mil para transferir sus inversiones a paí-
ses donde los salarios cuestan la mitad (se llamaba FIAT, hoy
cambió su nombre de mierda), para evitar pagar impuestos en los
últimos años se mudó a otros países (Holanda, Inglaterra) donde
la evasión fiscal está prevista y recompensada por la ley. No obs-
tante todo ello, en los últimos días esta empresa ha distribuido
entre sus accionistas dividendos por 4.500 millones de euros, y
ha pedido al Estado italiano obtener la garantía de un préstamo
de 6.000 millones en el marco del apoyo a las empresas. ¿A títu-
lo de qué una empresa inglesa-holandesa debería recibir finan-
ciamiento que termina siendo pagado, naturalmente, quitando
dinero de mi pensión y del salario de millones de trabajadores
italianos (y no ingleses-holandeses)?
Y otra muy benemérita compañía llamada Atlantia, a la que de-
bemos agradecer por haber matado a unas cuarenta personas que
transitaban por una carretera quién sabe por qué privatizada, le exi-

137
FRANCO BERARDI BIFO

ge al Estado italiano un par de miles de millones, supongo que para


seguir matando camioneros y otros transeúntes. Si no se los damos,
los señores Benetton se enojan, y sabemos que tienen amigos de
alto rango, especialmente del PD (Partido Democrático).
Mientras tanto, la República Popular de China endurece las me-
didas de represión contra los estudiantes y los trabajadores preca-
rios de Hong Kong.
Jared Kushner, el yerno de Trump, declara que por el momento
las elecciones presidenciales están programadas para el mes de no-
viembre, pero eso no significa nada, se verá…
Donald Trump elogia a las milicias armadas y llama a liberar a
los estados oprimidos por el lockdown. Luego lanza una campaña
de intimidación contra las redes sociales, para aclarar de inmediato
que el sistema Facebook-Twitter-Google no debe interferir con su
campaña electoral.
Jair Bolsonaro llama a las milicias a sublevarse contra el parla-
mento, e invita a acelerar la devastación de los territorios indígenas
en la Amazonia.
¿Qué está sucediendo?
La humanidad en su conjunto se ha vuelto ejército industrial de
reserva, el chantaje patronal se desata ferozmente, porque los már-
genes de ganancia se han reducido al mínimo por el desplome de
la demanda y por la desarticulación del ciclo de producción global.
Deuda, lucro, competencia.
Estas tres palabras son una sentencia de muerte para el género
humano. No son leyes naturales, son el efecto de estrategias po-
líticas, semióticas, tecnológicas. Si no conseguimos deshacernos
de estas tres palabras, y sobre todo de las dinámicas sociales que
ellas representan, en el mediano plazo no hay esperanza de salir
con vida de esto.
Mientras tanto Amphan, un ciclón de violencia sin precedentes
con vientos a 220 millas por hora, golpea Calcuta y todo el Golfo de
Bengala, causando un número todavía impreciso de muertes, y los
periódicos occidentales ni siquiera lo mencionan.
En el Cuerno de África está comenzando de nuevo la invasión
gigantesca de langostas que comen todo, dejando regiones enteras

138
POST SCRIPTUM

en la miseria más absoluta. Una manga de miles de millones de


langostas en expansión, como ya sucedió hace unos meses. Tampo-
co de esto casi hace mención la prensa occidental.5

26 de mayo. Exageraciones
A veces me pasó decir que Thatcher es peor que Hitler, y que a
menudo mis interlocutores me dijeran que no exagerara. Desde el
punto de vista histórico y moral, en efecto, mi declaración no tenía
sentido: Thatcher no ordenó la solución final en los campos de con-
centración, ni invadió Polonia y la Unión Soviética, ni provocó una
guerra mundial.
Pero desde un punto de vista diferente del histórico, lo sien-
to mucho, me veo obligado a confirmar que sí, que en el pla-
no evolutivo el efecto del neoliberalismo es enormemente más
destructivo que el del nazismo. El nazismo hitleriano produjo,
además del número aterrador de víctimas, de destrucciones y
de sufrimiento, una serie de cicatrices que nunca han sanado
y que continúan sangrando (el colonialismo racista del Estado
de Israel es el ejemplo más claro). Pero el neoliberalismo ha
puesto en marcha un proceso de tipo realmente viral, un pro-
ceso de tipo molecular que ha trabajado durante mucho tiempo
en desmoronar las condiciones psicoculturales de la solidaridad
interhumana, y ha desatado los espíritus animales más feroces
en detrimento de la sociedad.
Margaret Thatcher era consciente de que la revolución neolibe-
ral tenía el carácter de una mutación “espiritual” (lo dijo en una en-
trevista de 1981), y esta mutación se caracteriza por la famosa frase
de la premier británica a comienzos de los años ochenta:
“No existe nada que pueda llamarse sociedad. Existen los individuos,
las familias, las empresas, en competencia por el éxito económico”.

5 Al respecto puede verse el informe “A looming plague”, por Tara John y Bethlehem
Feleke, en https://edition.cnn.com/interactive/2020/05/africa/locusts.

139
FRANCO BERARDI BIFO

Esta mutación ha desmoronado lenta pero inexorablemente toda


motivación solidaria, toda estructura de reequilibrio entre indivi-
duos y entre fuerzas sociales, ha recompensado solo los instintos
más violentos, ha hecho de la guerra el único principio de las rela-
ciones humanas.
El principio de la competencia absoluta y de la explotación ilimi-
tada de las energías nerviosas y de los recursos físicos de la Tierra
también ha puesto en marcha una serie de procesos degenerativos
que hoy se manifiestan todos juntos: una sinergia devastadora a la
que ninguna institución puede oponerse y que ninguna voluntad
política puede invertir.
Estos procesos degenerativos, particularmente el ambiental, el
psíquico y el geopolítico-militar, estallaron simultáneamente cuando
un cuarto proceso degenerativo, el debilitamiento del sistema inmu-
nitario psicofísico del organismo biológico, los puso en cortocircuito.
El colapso psico-info-bio de la pandemia puso en marcha, por lo
tanto, el colapso económico y arriesga a provocar en el futuro cerca-
no el colapso geopolítico.
Por primera vez en la historia de los últimos diez mil años, la
extinción de la humanidad aparece como la hipótesis más probable
en el horizonte del siglo.
Nuestra tarea (¿nuestra de quién? También esta pregunta está a la
espera de una respuesta) en este momento no es clara (al menos para
mí): ¿debemos elaborar estrategias (no una estrategia, sino muchas)
que permitan ante todo contrarrestar las tendencias degenerativas en
marcha, y disipar el peligro de extinción? ¿O bien debemos elaborar
estrategias que nos permitan vivir de manera consciente y feliz la
extinción misma de la civilización y quizás del género humano?

27 de mayo.
El sistema psicoinmunitario de la generación protodigital
Ya está ampliamente demostrado que el coronavirus afecta (a veces
de forma letal) de manera casi exclusiva a personas de edad ancia-
na. Personas menores de cuarenta años no aparecen casi en las lis-
tas de decesos y son muy raras en la lista de contagiados.

140
POST SCRIPTUM

Sin embargo, en casi todo el mundo, los muchachos y las mu-


chachas abandonaron la escuela y aceptaron las reglas de la deten-
ción sanitaria.
Es decir, renunciaron a las cosas más importantes para una per-
sona en la juventud, renunciaron al placer de encontrarse, de estu-
diar juntos, de cortejarse, de hacer el amor, etc.
¿Por qué lo hicieron? Lo hicieron para no matar al abuelito asmá-
tico o al padre cardíaco. Muy pero muy bien, como abuelito asmático
no sé cómo agradecerles.
No me gusta hablar de generación: la generación no existe
como realidad homogénea ni a nivel cultural ni a nivel político.
De hecho, yo soy coetáneo de Tony Blair y de George W. Bush,
de Rodrigo Duterte y de Jaroszlaw  Kozinski, pero no me parece
tener algo de común con estos personajes. Entonces, voy usar esta
palabra solo para definir una manera (solo relativamente homogé-
nea) de reaccionar a la pandemia, y sobre todo a la obligación del
confinamiento.
Mi generación, que tenía veinte años hace cincuenta, nunca ha-
bría aceptado estas condiciones de detención sanitaria. Dado que no
éramos canallas como se dice por ahí, nos habríamos preocupado
por la salud de mamá y papá, pero para no infectarlos seguramente
habríamos hecho otra cosa: nos habríamos ido todos de casa, ha-
bríamos multiplicado las comunas de convivencia, habríamos ocu-
pado facultades, escuelas, fábricas e iglesias, las habríamos defendi-
do con fuego si era necesario, y nos habríamos divertido como locos
mientras algún abuelito se iba a ver al creador.
¿Qué quiere decir esto?
En primer lugar, quiere decir que nosotros setentones debería-
mos agradecer a la generación joven por habernos perdonado la
vida, en lugar de gritar como hacen muchos de mis coetáneos avi-
nagrados que creen que tienen el derecho de medir los centímetros
de distanciamiento de quienes tendrían todas las razones para ma-
tarnos, dado que somos nosotros los que permitimos que Thatcher
y Blair y sus imitadores destruyeran las defensas inmunitarias, am-
bientales y sociales que allanaron el camino al virus gerontocida.
Gracias muchachos y muchachas por haberme perdonado.

141
FRANCO BERARDI BIFO

Pero, en segundo lugar, quiere decir que la nueva generación, en


su gran mayoría, no tiene muchas esperanzas de tomar las riendas
de su propio futuro, no tiene muchas esperanzas de autonomía po-
lítica y quizás ni siquiera de autonomía existencial.
Si han aceptado la detención sanitaria, si no han sido capaces
de irse, de construir una forma de vida autónoma durante este
período, aceptarán cualquier otro atropello que el mundo les pre-
pare. Y si la generación que creció en la era protodigital ha sido
psicoculturalmente envuelta en una dimensión de psicosis páni-
co-depresiva, la generación que crece en la era pandémica omni-
digital probablemente se verá afectada por una forma masiva de
autismo, de autorreclusión psíquica, de sensibilización fóbica a la
presencia del otro.
Temo que el sistema psicoinmunitario de la era protodigital
haya sido hace años, décadas, totalmente penetrado y neutralizado
por el infovirus, mucho antes de que el biovirus se infiltrara para
destruir toda autonomía social. Irremediablemente.
Un amigo psiquiatra me dice que en estos días están llaman-
do muchísimas personas que necesitan ayuda. La gran mayoría de
ellas son jóvenes o muy jóvenes. En la zona en la que trabaja mi
amigo el número de suicidios (todos o casi todos juveniles) se ha tri-
plicado en comparación con el promedio del pasado. Los ataques de
pánico arrecian. La claustrofobia se alterna con la agorafobia, con el
terror de tener que salir de casa para volver afuera al mundo donde
se difunde un enemigo invisible.
Si uno fuera psiquiatra (y gracias a dios que no lo soy, de lo con-
trario causaría algún desastre), inmediatamente arriesgaría un
diagnóstico: el Edipo se ha agigantado, y asume formas psicopáti-
cas. El Superyó se ha convertido en un vejestorio sádico ante el cual
el muchacho se inclina trémulo.
Alexitimia: incapacidad de elaborar y verbalizar las emociones.
Autismo: incapacidad de imaginar al otro como posible objeto de
comunicación y de deseo.
Sensibilización fóbica al cuerpo del otro, a los labios, que a par-
tir de ahora estarán ocultos para siempre como partes pudendas
peligrosas.

142
POST SCRIPTUM

¿Cómo pudo desarrollarse un cuadro psicopatológico de este


tipo?
Si uno fuera psiquiatra, diría que las condiciones para una evo-
lución tan monstruosa estaban todas presentes en la psicogénesis
de la generación que aprendió más palabras de una máquina que
de la madre.
Cuando estalló la pandemia, he aquí que el poder (totalmente
impotente contra el virus, totalmente impotente contra los auto-
matismos tecnofinancieros que en este lapso han naufragado) ha
llevado a cabo una operación genial (e involuntaria, naturalmente,
porque el poder no es una voluntad sino una concatenación de auto-
matismos y de intenciones).
El poder ha llevado a cabo una operación que consiste en echar-
le la culpa a la sociedad utilizando el arma sanitaria y dando vuelta
la reciprocidad afectuosa en una especie de laberinto de culpabili-
zaciones.
La llaman responsabilidad, pero yo la llamo de otra manera: pa-
sada de pelota psicopatógena. Nos dijeron: quédense todos en casa,
no se muevan, de lo contrario matan a la abuelita. Trabajen muchí-
simo frente a una pantalla, no pidan aumentos salariales, contén-
tense con lo que hay, de lo contrario la economía se derrumba.
El jovencito que aprendió más palabras de una máquina que su
madre se ha caído como una pera podrida, y ahora se retuerce en el
diván lleno de sentimientos de culpa, y teclea como un idiota que
todos deben ser responsables y quedarse en casa apretados apreta-
dos como sardinas.
No saldrán de ahí nunca más, lamento tener que decirlo.
Si salen será para ir a tomar una cerveza, fastidiando al setentón
antifascista.

28 de mayo
Entonces, ¿qué sucederá ahora? ¿Y cómo puedo saberlo? Por su-
puesto, no espero que lo sepan los economistas que hablan sobre
la posibilidad de una recuperación de la economía si el lockdown
termina pronto. Los economistas… ¿es posible que todavía existan,

143
FRANCO BERARDI BIFO

que no se hayan arrojado por la ventana del último piso? Pregun-


tarle a un economista sobre el futuro del mundo el día después del
colapso viral es como preguntarle a Tomás de Torquemada sobre el
espinoso tema de la libertad de opinión.
¿Qué pueden saber de eso los pobrecitos?
Hablando de economistas, me vino a la cabeza otra cosa: el más
infame periódico italiano, un horrible pliego llamado La Repubbli-
ca, lanzó en los últimos días una campaña en contra de los que se
aprovechan del Estado.
Uno piensa que se trataría de la familia Agnelli, que cobra miles
de millones de los contribuyentes italianos mientras (no) paga im-
puestos en Holanda o en Inglaterra.
Pero no. No bromeemos, los Agnelli son desde hace poco los
dueños del periódico. Aprovechados son, para estos infames, aque-
llos que piden un ingreso de emergencia sin (en la opinión incues-
tionable de los alguaciles de la Reppublica) tener el derecho. O aque-
llos que se permiten caminar por la playa cuando la Reppublica los
querría a todos encerrados.

29 de mayo
Me parece intuir que en los próximos años, y ya en los próximos
meses, se intensificará la guerra civil en gran parte del mundo.
Como quiera que salgan las elecciones de noviembre, es difícil
imaginar una solución en la que los liberales-demócratas y los su-
premacistas nazistoides trumpistas no se vayan a las manos.
En Brasil se están formando las milicias bolsonaristas armadas,
y más sectores del ejército no apoyan al dictador loco Bolsonaro.
La derecha nacional-fascistoide contra la derecha neoliberal;
no tenemos nada que ver con esta guerra. Demasiadas veces
nos hemos dejado utilizar por los alguaciles liberal-demócratas
que nos mandan al frente a cantar Bella ciao contra los nacio-
nalistas y luego mandan a la Policía a matarnos especialmente
a nosotros.
De esta guerra aconsejo que nos retiremos de inmediato, sin
condiciones.

144
POST SCRIPTUM

Quedémonos en la ventana, muchachos y muchachas, no tene-


mos nada que ganar y todo que perder. Que se maten ellos unos a
los otros, nosotros limitémonos a mirar.
Preparémonos para la verdadera batalla.

30 de mayo
Después del asesinato feroz de George Floyd, Minneapolis luchó
durante tres días y tres noches: la estación de Policía incendiada, los
grandes almacenes devastados y quemados, fuego por todas partes.
Trump tuiteó: “when looting starts shooting starts”: cuando co-
mienzan los saqueos comienzan los tiroteos.
Ataque de dignidad de la empresa Twitter: el mensaje del pre-
sidente fue no censurado, pero sí sujeto a una medida de adver-
tencia. Es un mensaje que instiga a la violencia e invita a cometer
crímenes. En este punto, entre la big tech y la cumbre del nazismo
mundial se abre un enfrentamiento cuyo desarrollo es difícil de
prever.
Inmediatamente después, sin embargo, la insurrección se ex-
tendió por todas partes: siete heridos en Louisville, un joven de
diecinueve años en Detroit asesinado por un disparo realizado
desde una camioneta en movimiento. La Casa Blanca rodeada.
Dentro de la Casa Blanca, la bestia rubia se enfurece. Obama
emite débiles comunicados de prensa, mientras Joe Biden pía
cada vez más suave.
La campaña electoral se prepara para usar los medios de comu-
nicación, las bazucas, los aviones y tal vez hasta la bomba nuclear.
Llega la noticia de que, acosados por el lanzamiento de objetos
y petardos, dentro de la Casa Blanca tuvieron que apagar las luces.
Algo que se hace solo cuando muere el presidente.

La estampida final
Exaltación por el lanzamiento de SpaceX Falcon9, el vehículo
producido por la empresa Tesla de Elon Musk, el hombre que
se está ocupando de preparar una f lota espacial para aquellos

145
FRANCO BERARDI BIFO

que pronto invertirán su dinero para pagarse la fuga del planeta


Tierra.
¿Serán miles? ¿Cientos de miles? No sé cuáles serán los pronós-
ticos de la oficina comercial de la empresa de Musk, pero supongo
que estarán haciendo cálculos sobre este punto.
Está claro que una parte de la clase financiera high tech tarde o
temprano decidirá abandonar el planeta en llamas.
Trump y Pence fueron a Florida para asistir al lanzamiento de
la cápsula.

1 de junio
A partir del despido de James Comey, el director de la FBI que
entró en guerra con Donald Trump al comienzo de esta admi-
nistración, la distancia y el conf licto entre fuerzas neoliberales
y fascismo trumpista (hiperliberal) se van acentuando, pero en
los últimos  meses se encuentran cada vez más en rumbo de
colisión.
La guerra civil en el Tercer Reich estadounidense es inevitable;
de hecho ya ha comenzado y en los próximos seis meses no hará
otra cosa que intensificarse, involucrando y dividiendo en dos todas
las estructuras militares y políticas de esa nación racista, imperia-
lista y moribunda.

Despedida
También nosotros debemos prepararnos para la estampida final.
Tenemos que aprender a hacer dos cosas a la vez: huir y prepa-
rarnos. Como dice Deleuze, cuando se huye, no todo se limita a
huir, sino que se buscan nuevas armas, se prepara la emboscada,
y se hacen un montón de otras cosas menos beligerantes.
Entonces: retirémonos. Huyamos.
¿Dónde? Bueno, no lo sé: quién la tenga, que se retire a su
casa de campo en los Montes Sibilinos; quien no la tenga, que
se retire dentro de sí mismo, que se vuelva afásico, que sonría
enigmáticamente a quienes le hablan y responda con oraciones

146
POST SCRIPTUM

incomprensibles, quizás en sánscrito. O bien, ocupemos todo lo


ocupable, decenas de ocupaciones deben f lorecer en cada ciudad,
y debemos prepararnos para defenderlas, por cualquier medio
necesario.
Pero, sobre todo, no olvidemos una cosa: no somos más la plebe
con la cabeza gacha sin ideal en el que tener esperanza.
Somos químicos, físicos nucleares, médicos, agrónomos, neu-
roingenieros, virólogos, biólogos, informáticos. Es absurdo que si-
gamos defendiéndonos con pedazos de madera y que ataquemos
con las manos y a los gritos.
Somos la internacional cognitaria, la división organizada del ce-
rebro global, la de la producción global de tecnología, de imaginario
y de cuidado.
Para ganar la guerra que nos ha sido impuesta por los nazi-li-
berales debemos volvernos conscientes de nuestra potencia. Que
no es potencia de fuego, sino potencia de creación, que cuando es
preciso también puede ser potencia de fuego.
No serviría para nada obtener armas para la autodefensa, y mu-
cho menos para el ataque. Ni siquiera sabemos cómo usarlas; se
atascarían, no estarían nunca bien engrasadas, en fin, nos mata-
rían antes de que dijéramos alto.
Pero tenemos armas que pueden detener a cualquier enemi-
go, sabotearlo, destruirlo, aniquilarlo. Solo tenemos que perfec-
cionarlas, coordinarlas, reunirlas y alinearlas, y esto lleva tiempo,
no debemos tener prisa. Podemos hacerlo en nuestras casas de
campo si las tenemos, o en nuestra intimidad si no tenemos otra
cosa que ella.
Salvar la piel, salvar el saber-hacer, salvar el buen humor y la
amistad.
Mientras nosotros nos retiramos y nos preparamos, liberales y
fascistas lo destruirán todo. Cuando salgamos de nuestra intimidad
y de nuestras casas de campo habrá escombros y gases venenosos
en cada recoveco.
Es una pena, lo admito, pero ahora no podemos hacer otra cosa.
Así que no nos desanimemos por tan poco: podemos comenzar
de nuevo de cero, y el mundo que construiremos será magnífico.

147
seis meditaciones sobre el umbral
uno
umbral & cosmopoiesis

No existe
No existe una novela a cuatro manos de William Burroughs y Philip
Dick.
El director inglés Ridley Scott mezcló sus destinos cuando tomó
el título de una novelita escrita por Burroughs en 1977 (Blade Runner)
para hacer una película que cuenta la historia de un cuento de Dick:
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? El resultado fue la obra que
marcó quizás el mayor grado de conciencia estética de la mutación
tecnocultural que se estaba preparando en los años ochenta.
En el esbozo narrativo del librito burroughsiano Blade Runner
se narra una epidemia cancerosa. La acción tiene lugar en 2014:
luego de las devastadores revueltas de 1984, se difunde un virus
que provoca el cáncer-relámpago, pero al mismo tiempo tiene el po-
der de multiplicar por diez las potencias sexuales de los individuos.
El cuerpo médico prohíbe la difusión del cáncer-relámpago que es
transmitido por blade runners, mensajeros que transportan drogas y
antídotos. Un delirio, un delirio total (la historia siguió siendo casi
desconocida para el público, a pesar de una edición de Blue Wind
Press de Berkeley de 1979), un delirio del que emerge, sin embargo,
una intuición que Burroughs retoma en Ah Puch está aquí:1 la in-

1 Nacido en 1970 a partir de una colaboración entre Burroughs y el ilustrador Malcolm


Mc Neill, Ah Pook is here fue durante años un proyecto de novela gráfica inspirada
en los códices mayas, finalmente no editado. En 1979, el texto sin las ilustraciones
fue publicado bajo el título Ah Pook is here and other texts (Londres, John Calder).
Traducido como È arrivato Ah Pook, en Italia fue editado por SugarCo en 1980. En
español recién se publicó hace algunos años, con el título Ah Puch está aquí y otros
textos (Captain Swing, Salamanca, 2012).

151
FRANCO BERARDI BIFO

tuición del virus como metáfora de la mutación cultural. Ah Puch…


termina con una visión apocalíptica: “el huevo maya mortal libera
en su caída al Virus-23, que emerge de los remotos mares del tiem-
po muerto y se propaga en las ciudades del mundo como un incen-
dio desatado en los bosques”.
Pero para comprender el núcleo filosófico del delirio burroughsia-
no, sin embargo, es necesario leer las páginas de Playback. Del Edén
a Watergate, y de La revolución electrónica,2 en las que Burroughs ex-
plica, con su gélida lucidez alucinada que el lenguaje humano no es
más que un virus que se ha estabilizado en el organismo del animal
humano mutándolo, invadiéndolo y transformándolo en lo que es.
“La palabra misma puede ser un virus que ha logrado una si-
tuación de residencia permanente con el huésped” (La revolución
electrónica).
Por consiguiente:
“El hombre moderno ha perdido la opción del silencio. Intenta dete-
ner tu discurso subvocal. Intenta alcanzar al menos diez segundos de
silencio interior. Te encontrarás con un organismo resistente que te
fuerza a hablar… El lenguaje es una tara genética, es para la palabra en
sí que no existe ninguna inmunología”.

Si profundizamos en este delirio, vemos surgir una visión del ori-


gen mismo de la cultura. El abandono de la condición “natural” es
impuesto por un virus que produce un efecto esquizoide, un efecto
que se manifiesta como una habilidad para construir universos que
no corresponden a la experiencia perceptiva inmediata, pero con-
cretan lingüísticamente una arquitectura de sentido que encuentra
su fundamento solo en la proyección del lenguaje hacia el mundo.
En su Saggio sulla negazione [Ensayo sobre la negación],3 Paolo Vir-

2 Originalmente publicados en 1970 en el volumen The electronic revolution, ambos


textos fueron a partir de 1974 incluidos en The Job: Interviews with William S. Bu-
rroughs, libro realizado por Daniel Odier con el propio Burroughs. Hay una edición
reciente en español: La tarea. Conversaciones con Daniel Odier (Buenos Aires, El
Cuenco de Plata, 2014).
3 Paolo Virno, Saggio sulla negazione. Per una antropologia linguistica, Turín, Bollati
Boringhieri, 2013.

152
MEDITACIONES

no explica que, lejos de resolver conflictos y pacificar la existencia


de los animales humanos, el lenguaje es precisamente ese salto
evolutivo que instituye la búsqueda de sentido y, por lo tanto, la in-
comprensión, y, por lo tanto, la contradicción, la diferenciación, el
conflicto, la guerra.
“Este virus, este antiguo parásito es lo que Freud llama inconsciente
y se multiplicó en la carne ya enferma por la radiación. Todo descen-
diente de este linaje es fundamentalmente diferente de quienes no han
tenido la experiencia de las cavernas y nunca han contraído esta en-
fermedad mortal que vive en nuestra sangre y en tus huesos y en tus
nervios… Ya no se pertenecían a sí mismos. Pertenecían al virus. De-
bían asesinar torturar conquistar esclavizar degradar como los perros
rabiosos deben morder”.

¿No es tal vez el lenguaje el agente que provoca la separación esqui-


zofrénica de la experiencia consciente de la naturaleza biológica?
¿No es quizás la alucinación que fluye del lenguaje lo que hace des-
viar al animal humano de la inmediatez del existir en la esfera de
la cultura?
El virus lingüístico tiene un efecto esquizógeno, porque pro-
yecta un segundo mundo, divergente del inmediato, y el universo
cultural es un cisma de la naturaleza, una creación íntimamente
autocontradictoria.
Si de este modo podemos describir la arquitectura esquizofré-
nica de Burroughs, descubrimos luego que esta es perfectamente
complementaria a la arquitectura paranoica de Philip Dick.
La de Burroughs es la imaginación de una metrópolis distópica
enferma y tóxica en la que circulan mensajeros que permiten que
la droga circule sin cesar a lo largo de los canales de los medios
de comunicación, del sistema nervioso, una inyección constante de
dosis de excitación y de miedo, descargas de adrenalina electrónica
inyectadas en los neurocircuitos de la atención y en las profundida-
des de ese océano amortiguado de silencio que es el entorno urbano
paralizado por la infección.
La medicalización de cada aspecto del sistema económico, la
bancarrota de las instituciones que administran el dinero: ¿es esta
imaginación burroughsiana el diseño de lo que le espera al planeta

153
FRANCO BERARDI BIFO

después del fin del lockdown del coronavirus: en absoluto un retorno


al mundo normal, sino el salto a una dimensión en la que el peligro
pandémico –y, más en general, el peligro de la extinción– se vuelve
la motivación fundamental, el alfa y el omega de cada intercambio,
de cada producción? Es la extinción la que redefine el horizonte
evolutivo en este punto. Nada podría ser más burroughsiano.
“Avanzo la teoría de que en la revolución electrónica un virus es una
muy pequeña unidad de palabra e imagen. Sugerí cómo estas unida-
des pueden ser biológicamente activadas para actuar como cepas vi-
rales comunicables […] el virus de la mutación biológica, que se puede
llamar Virus-23, está contenido en la palabra. Desatar el potencial de
este virus de la palabra podría ser más mortífero que desatar el poder
del átomo” (La tarea).

¿Qué vendrá después de la propagación del virus, y después de la


medicalización invasiva de la existencia? ¿Una guerra planetaria en-
tre las grandes corporaciones de la investigación biológica y los apa-
ratos políticos de gestión de la economía o, por el contrario, una san-
ta alianza entre los ingenieros biogenéticos y las grandes finanzas?
He aquí que poco a poco nos deslizamos del universo estalla-
do de Burroughs al universo concentracionario de Dick: el de un
sistema publicitario en ruinas porque vende un mundo que ya no
es accesible y, por lo tanto, en el que se verifica una rápida transfe-
rencia de la producción de medios tecnológicos hacia la creación de
Simulated Stimulation Machines (SSM) [máquinas de estimulación
simulada]: Tecnomaya sintética de la que fluye la vida social.
La vieja y algo olvidada tecnología de virtual reality [realidad vir-
tual], actualmente reverdecida por el visor Oculus Rift, expande
entonces sus tentáculos alucinógenos sobre la mente planetaria in-
yectando dosis crecientes de Synaesthetic Simulated Life (SSL) [vida
simulada sinestética].
Un tema crucial de la obra desbordante y caótica de Philip Dick
es el de la invasión a la que el hombre está sometido. La invasión
puede ser exógena, originada por agentes externos como la droga
M de A scanner darkly [Una mirada a la oscuridad], o como el kipple
del que se habla en muchos puntos de la obra dickiana. O puede ser
endógena, como la psicosis de la que Dick habla continuamente.

154
MEDITACIONES

“El kipple está hecho de objetos inútiles, como el correo basura o las
cajas de fósforos después de que usaste el último o los envoltorios de
chicle o el homeodiario del día anterior. Cuando no hay nadie alrede-
dor, el kipple se reproduce a sí mismo. Por ejemplo, si te vas a dormir y
dejás algo de kipple tirado en tu departamento, al levantarte a la maña-
na siguiente hay el doble… el kipple expulsa a lo no-kipple”.

Como señala Antonio Caronia en el libro Philip K. Dick. La macchi-


na della paranoia, 4 el origen del kipple es la entropía. De hecho, el
kipple “es un principio universal válido para todo el universo: todo
el universo está dirigido hacia un estado final de kippleización total
y absoluta”.
Y esta invasión del kipple adquiere un carácter teológico, una
especie de teología invertida:
“En una sorprendente respuesta a la crisis, el verdadero Dios se mime-
tiza con el universo, con la misma región que ha invadido: adopta la
apariencia de ramas y árboles y latas de cerveza al costado del camino,
finge ser basura tirada, chatarra en la que nadie repara. Al acecho, el
verdadero Dios literalmente le tiende una emboscada la realidad y a
nosotros mismos. Dios, en verdad, nos ataca y nos hiere, en su rol de
antídoto” (Philip K. Dick, Valis, capítulo 5).

Por otra parte, la psicosis, en su forma esquizofrénica (Dick tuvo


un diagnóstico de esquizofrenia a la edad de diecinueve años) o en
su forma paranoica (el mundo de Dick es una construcción para-
noica excepcional), es como una especie de invasión de la mente
por parte de la mente misma. En el esquizofrénico, el idios kosmos
(mundo privado) se expande de manera anormal, absorbiendo el
sistema de relaciones y significados del koinos kosmos (mundo co-
mún), forzándolo y recomponiéndolo sin responder a ningún prin-
cipio organizativo.
El koinos kosmos, el mundo compartido, aquel en el que cotidia-
namente nos movemos (o creemos movernos), aquel que constituye
el objeto de los intercambios lingüísticos y económicos y que esta-

4 Antonio Caronia, Domenico Gallo, Philip K. Dick. La macchina della paranoia. Enci-
clopedia dickiana, Milán, Agencia X, 2006.

155
FRANCO BERARDI BIFO

mos acostumbrados a llamar “la realidad”, es distinto, en Dick, del


idios kosmos, aquel que proyectamos en nuestra mente, y que desde
nuestra mente proyectamos hacia el exterior.
“Empecé a desarrollar la idea de que cada criatura vive en un
mundo distinto al mundo de las demás criaturas” (Cuentos comple-
tos, vol. 1).
La psiquiatría define a veces la esquizofrenia como una forma
de sobreinclusividad del proceso de significación. Cuando atribui-
mos demasiados significados, cuando abrimos demasiadas líneas
de fuga semántica, cuando el ambiente circundante nos aparece
demasiado cargado de mensajes que deberíamos poder decodificar,
intentar interpretar… entonces la existencia puede volverse difícil,
dolorosa, estallada.
Pero de alguna manera el conocimiento mismo, la actividad
mental misma termina siendo considerada como un agente inva-
sor, como un alienígena que nos habita. Y también la ignorancia, el
no saber algo que nos afecta de un modo extremadamente íntimo.
En una entrevista en 1982, hablando de la replicante Rachel, co-
protagonista de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la novela
dickiana que toma el título (burroughsiano) Blade Runner en la ver-
sión de Ridley Scott, Dick declara:
“Rachel… es una androide, solo que no sabe que lo es. Esta es una
idea que di a luz hace varios años. Es un poco una fijación para mí,
la considero mi idea”.
En efecto, la idea de que cada uno de nosotros podría ser un
androide sin saberlo es una idea que abre perspectivas filosóficas y
psicológicas inimaginablemente vastas.
¿No podríamos quizás decir que, de hecho, el ser humano es un
producto (cultural, técnico, histórico) de infinitas influencias, es-
tímulos, impulsos, implementaciones, y, por lo tanto, un androide
que sin embargo cree ser sí mismo? ¿Y qué sería esto: “sí mismo”?
¿Y en qué consiste esta “sí-mismidad”, si no en la mirada del exte-
rior sobre un organismo biológico técnica y culturalmente modi-
ficado que cree no ser un objeto sino precisamente un sí mismo?
Aquí también me viene a la mente la historia de Impostor: un
hombre que está yendo a su trabajo en un gran centro de investiga-

156
MEDITACIONES

ción científica y, en cambio, termina arrestado por el FBI. Y el FBI


le dice que él no es Spence Oldham, sino un androide que ha sido
enviado a la Tierra para reemplazar a Spence Oldham y poner una
bomba en el centro de investigación donde este trabaja. Él piensa
que es realmente Spence Oldham y se rebela. En cambio, resulta
que está equivocado: es precisamente un androide, la bomba está
dentro de él, y el detonador que la activa es una frase que dice él
mismo: “Dios mío, soy un androide”. Tan pronto como pronuncia
esta frase, salta por los aires.
La sublime ironía de Dick aparece aquí, para cubrir con una son-
risa la conciencia lacerante de la casualidad de los acontecimientos
más necesarios:
“Barefoot celebra sus seminarios en su casa flotante en Sausa-
lito. Descubrir por qué estamos en esta Tierra cuesta 100 dólares.
Incluido en el precio también está un sándwich, pero ese día no
tenía hambre. John Lennon acababa de ser asesinado. Y creo saber
por qué estamos en esta Tierra. Es para descubrir que lo que más
amamos nos será quitado más por un error en las altas esferas que
por un plan preciso”.

Si la hubieran escrito
Si William Burroughs y Philip Dick hubieran escrito juntos esta
novela que no escribieron, habrían imaginado lo que estamos expe-
rimentando existencialmente en la primavera de 2020, la prolifera-
ción de coronavirus en una sociedad al borde del colapso ambiental,
psíquico y financiero.
No olvidemos que no es que la sociedad planetaria haya entrado
en una condición difícil recién con el estallido de la epidemia de
coronavirus. No. Ya estaba antes al borde del colapso. En términos
ambientales, esto es completamente evidente: la serie de catástro-
fes ambientales corroboradas en el año 2019 es impresionante, y la
economía mundial estaba sostenida por una intervención constan-
te de reflote financiero pagado por trabajadores y contribuyentes,
ya que de otro modo se hubiera detenido hace tiempo, adecuándose
a la condición de estancamiento secular a la que está destinada.

157
FRANCO BERARDI BIFO

Además, el colapso psíquico era inminente, y podría entreverse


en muchas señales diseminadas en el comportamiento pero so-
bre todo señaladas por el arte, por el cine. Unos meses antes del
estallido del coronavirus, algunos acontecimientos cinematográfi-
cos importantísimos indican que se ha alcanzado el punto límite:
las antenas sensibles de algunos grandes directores perciben una
especie de vibración patológica. La película de Ken Loach Sorry we
missed you mapea las condiciones laborales en las que el colapso
psíquico se vuelve inevitable. El film de Todd Phillips Joker narra
la enorme propagación del sufrimiento psíquico extremo en una
sociedad al borde de la explosión de revueltas psicóticas. Parasite
de Bong Joon-ho escenifica la búsqueda frenética de supervivencia
en un mundo en el que cada capa superior aplasta y entierra las ca-
pas inferiores hasta que una epidemia de violencia desquicia toda
jerarquía.
Se trataba ya de una sociedad que desde muchos puntos de vis-
ta estaba al borde del colapso: en ese momento llega un agente
biosemiótico que provoca, finalmente, el bloqueo, la parálisis, el
silencio. ¿No es quizás así como comienzan los procesos de mu-
tación? ¿No es quizás a partir de acontecimientos que no tienen
una coherencia con el marco existente, que no son interpretables
en términos sociales, en resumen, no es quizás a partir de acon-
tecimientos asignificantes que comienzan las transformaciones
profundas e irreversibles de la sociedad, a las cuales la voluntad no
puede oponerse, a las cuales la política no puede oponerse, y frente
a las cuales el poder no tiene armas?
Esta mutación contiene todos los elementos de una historia de
Philip Dick, pero también muchos de los elementos conceptuales
que surgen de las obras de Burroughs.
El virus actúa como un recodificador. El virus biológico recodi-
fica primero el sistema inmune de los individuos, luego el de las
poblaciones.
Lo que más me interesa son los desplazamientos de campo que
opera el virus, en primer lugar el salto de la esfera biológica a la
psíquica, el efecto del miedo, de distanciamiento. El virus modifica
la reactividad al cuerpo del otro, actúa sobre el inconsciente sexual.

158
MEDITACIONES

Hemos visto bien en los años del SIDA cómo un virus puede mo-
dificar profundamente la disponibilidad erótica y, por lo tanto, la
solidaridad afectiva entre las personas.
En segundo lugar, se verifica una propagación mediática del
virus: la información está saturada por la epidemia, la atención
pública está polarizada y paralizada. Pero al mismo tiempo se
pone en marcha una sensibilidad de nuevo tipo: el pasado termi-
na siendo percibido de manera diferente y, sobre todo, el futuro
está trastornado.

Un inmenso poema cismogenético


Este circuito bio-info-psico-mutágeno debe ser elaborado, se deben
establecer las modalidades cognitivas que permitan superar el um-
bral, porque nos encontramos en un umbral.
El umbral es el pasaje de la luz a la oscuridad.
Pero también es el pasaje de la oscuridad a la luz.
El umbral es el punto en el que se verifica aquello que Gregory
Bateson llama proceso cismogenético. No una revolución, no un nue-
vo orden político, sino la emergencia de un nuevo organismo que se
escinde del organismo viejo.
Para que este proceso cismogenético se pueda desarrollar de ma-
nera no demasiado dolorosa, y sobre todo de manera consciente,
se necesita un trabajo de elaboración colectiva que se despliegue
a través de signos y gestos lingüísticos. Es precisamente el campo
para la poesía, para esa actividad que modela nuevos dispositivos de
sensibilidad.
Me parece haber notado que en los últimos tiempos ha habido
una explosión literaria. No estoy hablando de las banalidades escri-
tas por Alessandro Baricco en La Repubblica, sino de la inmensa
mole de elaboración escrita, fotográfica, musical que se está llevan-
do a cabo, en forma fragmentaria, esporádica, diseminante, en fin,
rizomática, a lo largo de los circuitos de la red.
Internet, de la que hemos hablado tan mal en estos últimos tiem-
pos, revela en esta ocasión también su potencia solidaria, agrupado-
ra y liberadora. Comenzando por los posteos que leo en Facebook,

159
FRANCO BERARDI BIFO

o por los mensajes que leo en alguna lista de correos. Es obvio: la


gente tiene mucho más tiempo disponible y, no pudiendo siquiera
ir al bar para charlar con los amigos, naturalmente está delante de
su computadora y tipea.
Es decir, no tipea. Escribe. Porque esto es lo interesante. Qui-
zás teniendo más tiempo, está allí pensando el modo de contar un
episodio minúsculo ocurrido debajo de casa o un acontecimiento
colosal visto en la televisión.
Millones de personas están registrando fragmentos de su
tiempo en el umbral, haciendo pequeñas películas, historias con
palabras y con imágenes. Están tejiendo la urdimbre del cosmos
que puede volverse reconocible más allá del umbral, del cosmos
que se separa, cismogenéticamente, de la forma moribunda, de
la trampa caótica de las reglas que mantenían unido al mundo
destruyéndolo.
Está en marcha una investigación colectiva a enorme escala, de
carácter psicoanalítico, político, estético, poético.
Lo que ha ocurrido en los últimos meses es una profundí-
sima laceración del sentido del hacer, del producir y del vivir.
No es solo una cuestión médica, por supuesto: los fundamen-
tos mismos de la civilización que hemos heredado (que hemos
sufrido, pero que también hemos disfrutado) están puestos en
cuestión. ¿Seguiremos aceptando recortes al gasto público? ¿Se-
guiremos aceptando que el tránsito automovilístico haga irres-
pirables a las ciudades? ¿Seguiremos aceptando que enormes
energías terminen siendo gastadas en el sistema militar? Y así
sucesivamente.
Pero también: ¿seguiremos mirándonos torcido como estamos
forzados a hacer por los barbijos y por los guantes y por el miedo?
¿Volveremos a besar en la boca a una persona que conocimos hace
una hora, después de un delicioso cortejo mutuo?
En la laceración extrema verificada en el tejido del sentido se
puso en marcha la máquina de escritura de un inmenso poe-
ma cismogenético: su intención implícita es producir la forma
armónica de la mutación, asimilar el ritornelo viral que induce
la mutación y concatenarlo con ritornelos individuales, ritornelos

160
MEDITACIONES

de pequeño grupo, ritornelos de vastas multitudes, ritornelos de


cuerpos sociales capaces de superar el umbral de la oscuridad,
capaces de reescribir el programa informático y el programa poé-
tico de la actividad social.
Porque la escritura puede ser, finalmente, una actividad cosmo-
poiética: la energía que hace posible atravesar el umbral.

161
dos
más allá del colapso

Todo lo que hemos pensado en los últimos cincuenta años debe ser
repensado de cero.
Gracias a Dios (¿es que Dios será un virus?) ahora tenemos
una cantidad de tiempo libre porque el viejo negocio está fuera
del negocio.
Quiero decir algunas cosas sobre tres cuestiones diferentes. La
primera es el fin de la historia humana que está evidentemente
desplegándose frente a nuestros ojos. La segunda es la emancipa-
ción respecto del capitalismo inscrita como posibilidad en las con-
secuencias del bloqueo de la economía, y el peligro inminente del
tecnototalitarismo. La tercera es el regreso de la muerte a la escena
del discurso filosófico, tras la larga represión moderna ahora que el
cuerpo vuelve a emerger como disipación, como disolución.

Criaturitas
El filósofo que mejor ha anticipado el apocalipsis viral en marcha es
la filósofa Donna Haraway.
En Staying With trouble,1 Haraway sugiere que el agente de la
evolución ya no es el hombre sujeto de la historia.
El ser humano pierde su centralidad en este caótico proceso, y
no nos debemos desesperar por esto como hacen ciertos nostálgi-
cos del humanismo moderno. Al mismo tiempo, sin embargo, no

1 Editado por Duke University Press en 2016, Staying With trouble fue publicado en
italiano con el título de Chthulucene [Chthuluceno] (Nero, Roma, 2019), y en español
como Seguir con el problema (consonni, Bilbao, 2019).

163
FRANCO BERARDI BIFO

debemos buscar consuelo en las ilusiones de un ajuste técnico de


la situación como hacen ciertos transhumanistas tecnomaníacos.
La historia humana está en un proceso de fundido a negro y
los agentes de la evolución son ahora los “critters”, para decirlo con
Haraway. La palabra critter significa animalitos, pequeñas criaturas
juguetonas que hacen cosas extrañas, como provocar mutaciones.
Por ejemplo: virus.
Burroughs hablaba de los virus como agentes de la mutación
biológica, cultural, lingüística…
Los critters no existen como individuos. Se propagan de modo
colectivo, a través de un proceso de proliferación.
El año 2020 será visto como el año en que la historia humana
se desvanece, no porque los seres humanos desaparezcan del pla-
neta Tierra, sino porque el planeta Tierra, cansado de la arrogancia
humana, lanza una microcampaña para destruir su Voluntad de
Potencia.
La Tierra se rebela contra el mundo, y los agentes del planeta
Tierra son: huracanes, inundaciones, incendios y, sobre todo, cri-
tters.
El consciente, agresivo y volitivo ser humano ya no es un agente
de la evolución; lo son en cambio la materia molecular, los micro-
flujos de critters incontrolables que invaden el espacio de la pro-
ducción y del discurso, sustituyendo la His-tory con la Her-story, el
tiempo en que la Razón teleológica es sustituida por la sensibilidad
y por el sensual devenir caótico.
El humanismo se funda sobre la libertad ontológica que los filóso-
fos italianos del primer Renacimiento identifican con la ausencia de
un determinismo teológico. No es la voluntad de Dios la que gobierna
la historia del mundo, sino la voluntad humana. Este es el pensamien-
to de la modernidad. Un determinismo teleológico (el determinismo
de las finalidades voluntarias) sustituyó al determinismo teológico de
la civilización teocrática. Y ahora también el determinismo teleológico
(el predominio de la voluntad humana) parece terminar, y el virus
toma el lugar de la teleológica voluntad consciente del humanismo.
El fin de la subjetividad como motor del proceso evolutivo impli-
ca el fin de lo que hemos llamado Historia, con la H mayúscula, e

164
MEDITACIONES

implica el inicio de un proceso en el que la teleología consciente es


sustituida por múltiples estrategias de proliferación.
La proliferación, la difusión y la propagación de procesos mole-
culares sustituyen la historia como macroproyecto.
El pensamiento, el arte y la política ya no pueden ser vistos como
proyectos de totalización (en el sentido hegeliano de Totalizierung),
sino como procesos de proliferación sin totalidad.

Útil
Después de cuarenta años de aceleración neoliberal, la carrera del
capitalismo financiero de repente se ha detenido. Uno, dos, tres me-
ses de lockdown global, una larga interrupción del proceso de pro-
ducción y circulación de personas y de mercancías, un largo período
de autoencierro, la tragedia de la pandemia… todo esto está destinado
a romper la dinámica capitalista de modo irremediable, irreversi-
ble. Los poderes que gestionan el capital global política y financie-
ramente están tratando desesperadamente de “salvar la economía”
inyectando enormes sumas de dinero. Miles de billones de billones…
números, cifras que tienden a significar: cero.
De repente, el dinero no cuenta nada, o muy poco.
¿Para qué dar dinero a un cadáver? ¿Se le puede devolver la vida
al cuerpo de la economía global inyectando dinero? No se puede. El
punto es que tanto el lado de la oferta como el de la demanda son
ahora inmunes a los estímulos monetarios, porque el colapso no
ocurre por razones financieras (como en 2008), sino por el colapso
de los cuerpos, y los cuerpos no tienen nada que hacer con el estí-
mulo financiero.
Estamos cruzando el umbral más allá del ciclo trabajo-dine-
ro-consumo.
Cuando un día –esperemos que cercano– el cuerpo salga del
encierro de la cuarentena, el problema no será el reequilibrio de la
relación entre el tiempo de trabajo y el dinero, de la relación entre
la deuda y el pago de la deuda. La Unión Europea ha sido fractura-
da por su obsesión con el equilibro fiscal, pero la gente muere, los
hospitales se quedan sin suministros médicos y sin respiradores, y

165
FRANCO BERARDI BIFO

los médicos están abrumados por la fatiga, la ansiedad, el miedo,


las infecciones. Y esto no se puede cambiar con dinero, porque el
dinero no es el problema. El problema es: ¿cuáles son nuestras ne-
cesidades concretas? ¿Qué es lo útil para la vida humana, para la
comunidad, para la terapia?
El valor de uso, expulsado desde hace mucho tiempo del campo
de la economía, está de nuevo en el centro de la escena: lo útil es
el Rey.
El dinero no puede comprar la vacuna que no hemos descu-
bierto, no puede comprar los barbijos que no se han producido,
no puede comprar las unidades de terapia intensiva que han
sido destruidas por la reforma neoliberal del sistema de salud
en Europa.
Entonces el dinero es impotente. Solo la solidaridad social y la
inteligencia científica están vivas y pueden volverse políticamente
potentes. Por eso creo que no volveremos a la normalidad al final de
la cuarentena global. La normalidad ya no volverá, no debe volver.
La vuelta a la normalidad sería la peor de las desgracias, ya que pre-
pararía nuevos colapsos cada vez más graves.
Lo que sucederá en el después no está predeterminado, y no es
predecible.
Tenemos frente a nosotros innumerables posibilidades, y, hasta
donde yo veo, dos grandes alternativas: o un retorno a la normalidad
capitalista impuesta por la fuerza de un sistema tecnototalitario, o
el escape de la continuidad de la norma, la liberación de la actividad
humana de la abstracción capitalista, y la formación de una socie-
dad molecular fundada en la utilidad.
El gobierno chino está experimentando una forma de capitalis-
mo tecnototalitario a gran escala. Esta solución, anticipada por la
abolición temporaria de la libertad individual, puede convertirse en
el sistema dominante del futuro cercano, como Agamben ha argu-
mentado en algunos de sus textos controvertidos. Pero lo que dice
Agamben es solo una descripción obvia de lo que emerge del pre-
sente, y del futuro probable.
Me gustaría ir más allá de lo probable, porque lo posible me in-
teresa más.

166
MEDITACIONES

Lo posible está contenido en el colapso de la potencia de la abs-


tracción y en el dramático retorno del cuerpo concreto como porta-
dor de necesidades concretas.
Lo útil, durante mucho tiempo olvidado, desplazado y reprimido
del proceso capitalista de valorización abstracta, ahora ha vuelto al
centro del campo social.
El cielo está despejado, en estos días de cuarentena, la atmósfera
está libre de partículas venenosas, porque las fábricas están cerradas
y los automóviles no pueden circular. ¿Volveremos a la economía
extractiva contaminante? ¿Volveremos al frenesí de la destrucción
para la acumulación de abstracciones, a la aceleración inútil orien-
tada a acumular dinero? No, debemos ir adelante, hacia la creación
de una sociedad fundada en la producción de lo útil.
Lo que queda del poder capitalista intentará sobrevivir impo-
niendo un sistema tecnototalitario; esto es predecible.
Pero la alternativa es ahora visible: una sociedad libre de la com-
pulsión de la acumulación y del crecimiento económico.

Placer
El tercer punto sobre el que quiero reflexionar es el retorno de la
mortalidad como característica que define a lo humano. El capita-
lismo fue un intento fantástico de superar la muerte, de deshacerse
de ella.
La acumulación es el sucedáneo que sustituye a la muerte con la
abstracción del valor, la continuidad artificial de la vida en el mer-
cado.
El pasaje de la producción industrial al infotrabajo, el pasaje de la
conjunción a la conexión en la esfera comunicativa: este es el punto
de llegada de la carrera hacia la abstracción como tendencia princi-
pal de la evolución capitalista.
En la pandemia la conjunción está prohibida: quedarse en casa,
no visitar amigos, mantener la distancia, no tocar a nadie. Está en
marcha una enorme expansión del tiempo que pasamos online,
inevitablemente, y todas las relaciones, de trabajo, de producción, de
educación, han sido transferidas a esta esfera que impide la conjun-

167
FRANCO BERARDI BIFO

ción. El intercambio social offline ya no es posible. ¿Qué ocurrirá


después de unos meses así?
Quizás, como predice Agamben, entraremos en un infierno to-
talitario de vida integralmente conectiva. Es probable. Pero es posi-
ble otro escenario.
Supongamos que la sobrecarga de la conexión rompa en cierto
sentido el hechizo. Cuando la pandemia se disipe (si se disipa) es
posible que ocurra una identificación psicológica: que online signi-
fique enfermedad. Se creará entonces un movimiento de acaricia-
miento que empujará a los jóvenes a apagar las pantallas conectivas
convertidas en recuerdo de un tiempo solitario y angustioso. Esto
no quiere decir que deberemos volver a la fatiga física del tiempo
industrial, sino que deberemos aprender a cosechar el fruto de la
riqueza que el autómata libera para nosotros: el tiempo, el placer,
el disfrute.
La propagación de la muerte que hemos conocido en estos días
puede devolvernos la sensación del tiempo como disfrute antes que
como aplazamiento de la alegría. Lo útil y el disfrute pueden vivir
juntos; la acumulación y el disfrute son incompatibles.
Después de meses de conectividad, quizá la gente saldrá de sus
casuchas en busca de conjunción. Podría desarrollarse un movi-
miento de solidaridad y de ternura, que condujera a los seres huma-
nos a emanciparse de la dictadura conectiva.
La muerte ha vuelto al centro del panorama: la conciencia de la
mortalidad por mucho tiempo reprimida que hace vivos a los seres
humanos.

168
tres
recodificador universal

En la tempestad viral, el poder aparece trastornado y la potencia


aniquilada, mientras que un flujo caótico de posibilidades invade el
panorama de la evolución humana.
Aquellos que piensan que son líderes poderosos y que tienen la
responsabilidad de decidir aparecen como niños perdidos en la os-
curidad. Algunos no han perdido su arrogancia, aunque es evidente
que no entienden lo que sucede a su alrededor; pero los más sensa-
tos admiten cierto sentido de inadecuación de la política y confiesan
su desorientación. Los criterios sociales de valoración establecidos
en el pasado se han vuelto incapaces de medir, evaluar y comparar
las cosas, porque las prioridades establecidas por la ciencia econó-
mica están fuera de servicio, y no consiguen comprender la prolife-
ración caótica del virus.
Los puntos cardinales de la geografía política han perdido su ca-
pacidad de definición, y estamos presenciando la impotencia de la
política no apta para gobernar un fenómeno que proviene de la es-
fera de lo subvisible. La voluntad del que fuera el actor principal de
la escena política es confusa, incapaz de distinguir y de reaccionar.
Durante algunos siglos, los seres humanos han optado por ig-
norar sus limitaciones y han quedado atrapados en la ilusión de la
omnipotencia política o de la omnisciencia científica.
Gracias a esa ilusión y a ese gesto de arrogancia construyeron
el edificio del capitalismo moderno, pero ahora está claro que la
complejidad de la naturaleza está mucho más allá de la capacidad
de reducción de la comprensión científica, y el carácter caótico del
mundo humano es irreductible a la voluntad de gobierno.
Aquellos que pretenden tener la situación bajo control son ridí-
culos o tristemente patéticos, y los lobos agresivos que aullaban el

169
FRANCO BERARDI BIFO

orgullo nacional y la superioridad étnica ahora merodean sin saber


qué hacer, y su voz se ha vuelto un graznido chillón.
Los economistas y los institutos financieros disparan cifras mo-
netarias como en la antigüedad los magos emitían fórmulas mági-
cas. Piensan que pueden domar la creciente ola del pánico y de la
depresión arrojando enormes cantidades de dinero a la esfera caba-
lística de la abstracción financiera.
Pero los números astronómicos no impiden la diseminación de
la pandemia y están destinados a fracasar en el objetivo de una rá-
pida recuperación de la economía. La metodología tradicional de las
intervenciones económico-financieras no funciona porque lo que
falta no es el dinero. Lo que falta es menos cabalístico que las alqui-
mias financieras: faltan hospitales, barbijos, respiradores, e incluso
en las prósperas metrópolis de Occidente faltan para muchos la co-
mida y las cosas más básicas.
Como resultado del lockdown cuya extensión permanece indefi-
nida, millones de trabajadores están perdiendo sus empleos. ¿Cuán-
to tiempo puede este colapso del viejo equilibrio de trabajo y mer-
cado ser gestionado por el gasto de los Estados? La desocupación se
convertirá en una condición predominante, y entonces tendremos
que comenzar a organizar las actividades de producción de lo útil
de manera autónoma.
Es la primera vez que la asimetría entre economía y vida se vuel-
ve tan plenamente evidente, y la abstracción monetaria parece girar
en el vacío. Esto es lo que debe ser explicado e interpretado para
poder elaborar una comprensión del mundo que emerge de la mu-
tación desencadenada por el virus.
La historia moderna se ha desplegado en el contexto semiótico
del código económico.
Acontecimientos, hechos y relaciones fueron semiotizados por
el registro del código económico: el tiempo podía ser medido en
términos matemáticos como fuente del valor. Las matemáticas pe-
netraron en los circuitos intensivos de la existencia de acuerdo con
un criterio de funcionalidad. La acumulación de capital financiero
se fundaba sobre la reducción de cada una de las cosas a operacio-
nes matemáticas.

170
MEDITACIONES

Naturalmente, existían otros registros, otros códigos de interpre-


tación de la experiencia: el registro mitológico, del que la política, la
ideología y la religión son expresión. Y el registro psicoafectivo (el
erotismo, la amistad, el deseo, el inconsciente), que actuaba en la
psicósfera social. Pero el hilo dominante del capitalismo era la sub-
sunción creciente de cada fragmento de realidad y de experiencia en
el proceso de abstracción y, por lo tanto, el dominio invencible del có-
digo económico sobre la máquina general de la existencia humana.
A veces, el código mitológico se infiltró en el espacio económico
e intentó imponer prioridades diferentes: igualdad, felicidad, paz.
Hubo revoluciones que sacudieron el orden de la reproducción so-
cial, y que a veces intentaron con cierto éxito insertar principios
ideológicos o religiosos en el sistema de la vida cotidiana; pero luego
el código económico generalmente recuperaba la ventaja. “No hay
alternativa” es la frase que resume el sentimiento de impotencia de
los registros políticos, éticos o emocionales, desde que la economía
fue la dueña del juego.
Efectivamente, dentro de la dimensión expansiva, mientras que
la expansión podía ser el horizonte de la acción humana, el princi-
pio económico era perfectamente funcional como codificación uni-
versal de las empresas humanas. Expansión significa crecimiento,
y significa acumulación.
En el contexto económico, el concepto de crecimiento no se re-
fiere a la cantidad de bienestar, de cosas útiles y de placer que pue-
den experimentarse, sino a la codificación abstracta en términos
monetarios de la masa de productos y de servicios. Así, la acumula-
ción de valor abstracto es el efecto de la explotación de la actividad
social, transformada en trabajo abstracto.
Pero en cierto punto el horizonte de la expansión comenzó a
esfumarse, y ahora desaparece, ya que la posibilidad de expansión
es finita, como extracción de materiales físicos y como explotación
de los recursos nerviosos de los seres humanos.
Se perfila una perspectiva de estancamiento, y la búsqueda ob-
sesiva de expansión del capital terminó dependiendo de la destruc-
ción, de la producción de lo inútil y de la producción activa de enfer-
medad y de muerte.

171
FRANCO BERARDI BIFO

Fuimos advertidos del inminente agotamiento de la expan-


sión desde el año 1971, cuando se publicó el Informe sobre los lími-
tes del crecimiento. Desde entonces sabemos que la expansión del
capital depende de la destrucción de los recursos de la Tierra y de
las energías nerviosas de los trabajadores, de la calidad de la vida,
del aire y del agua.
Desde el momento en que el horizonte de expansión se ha di-
suelto y la aceleración de la abstracción financiera ha terminado por
tragarse el mundo real, hemos comenzado a descubrir el horizonte
de la extinción.
Desde este punto de vista, el año 2020 es un punto de inflexión.
Luego de las nubes tóxicas de Delhi en noviembre, luego de los
incendios de los bosques australianos en diciembre, entramos en la
mutación que lo envuelve todo, desencadenada por la proliferación
de un virus: esta concreción de materia subvisible ha bloqueado la
máquina abstracta de valorización y acumulación.
El código económico, que en algún momento establecía priori-
dades y medidas del valor, termina siendo reemplazado por el bios
que funciona inexorable como nuevo código de semiotización.
La biósfera es atravesada por un agente que no puede ser redu-
cido al código abstracto de la economía, y el virus actúa como un
recodificador universal.
El sistema de prioridades económicas ha implosionado, se ha
vuelto incapaz de interpretar y de codificar la realidad de la vida
planetaria. Ahora la vida real es esta: bosques que arden, hielos que
se derriten, contaminación tóxica del aire, pandemia.
La historia del capitalismo ha sido la historia del dominio en ex-
pansión de lo abstracto sobre lo útil, pero la carrera hacia la abstrac-
ción fue interrumpida por la repentina inserción de una concreción
material proliferante: el virus.
El bios (horizonte de la extinción) recodifica todos los aconteci-
mientos, los actos y los signos.
La tarea de la filosofía ahora es imaginar una manera de coevo-
lucionar con el bio-semio-virus, de coevolucionar con el efecto psi-
cosemiótico que vuelve necesaria y quizás posible la recodificación
biológica del mundo.

172
MEDITACIONES

¿Cómo podemos vivir felizmente la recodificación universal


que se ha puesto en marcha de manera irreversible? Esta es la cues-
tión ética que se nos presenta.

173
cuatro
el tercer inconsciente

Inconsciente e infinito
El inconsciente es un concepto esencial de la ref lexión psicoana-
lítica.
Al mismo tiempo íntimo y extranjero, es fuente magmática de la
imaginación de posibles configuraciones del mundo.
Ignacio Matte Blanco desarrolla el concepto del inconsciente
como dimensión no numerable, en la que son contenidos conjuntos
infinitos, y de la que pueden por lo tanto surgir innumerables re-
composiciones de lo imaginario. “La noción de que el inconsciente
tendría que ver con conjuntos infinitos que no tienen solamente la
cualidad de la no numerabilidad, sino también la del continuum”.1
La noción de continuum surge aquí en oposición a la noción de
lo discreto; la tecnología digital está basada en la combinación de
unidades discretas, mientras que el inconsciente es un continuum
magmático.
Esto es de extrema importancia en el contexto de la tesis que
intento afirmar, a saber, que el lenguaje digital no tiene nada que
ver con el inconsciente.
En El antiedipo, Deleuze y Guattari afirman que, lejos de ser un
depósito de los contenidos rechazados de la experiencia, el incons-
ciente “no es un teatro sino un laboratorio”. Es una fuerza produc-
tiva que emana activamente flujos de deseo dinámico y creativo.

1 Ignacio Matte Blanco, The Unconscious as infinite sets. An essay in Bi-logic [El In-
consciente como Conjuntos Infinitos. Un ensayo sobre bi-lógica], Duckworth, Londres,
1975, p. 17.

175
FRANCO BERARDI BIFO

“El deseo es este conjunto de síntesis pasivas que maquinan los objetos
parciales, los flujos y los cuerpos, y que funcionan como unidades de
producción. De ahí se desprende lo real, es el resultado de las síntesis
pasivas del deseo como autoproducción del inconsciente. El deseo no
carece de nada, no carece de objeto. Es más bien el sujeto quien carece
de deseo, o el deseo quien carece de sujeto fijo; no hay más sujeto fijo
que por la represión. El deseo y su objeto forman una unidad: la má-
quina, en tanto que máquina de máquina”.2

La conceptualización esquizoanalítica del inconsciente rompe con


el estructuralismo en el que estaba atrapada anteriormente, en co-
herencia con la idea afirmada por Matte Blanco de que el incons-
ciente sería una actividad que se desarrolla como un conjunto infi-
nito de posibilidades.
Existen estructuras del lenguaje, cómo no. Pero estas están con-
tinuamente rotas, desestructuradas y recompuestas por máquinas
deseantes alimentadas por el inconsciente, dice Guattari en el artí-
culo “Machine et structure” [“Máquina y estructura”] de 1972, en el
que define su alejamiento de Lacan.

Sobre la noción de inconsciente colectivo


La idea de que el inconsciente puede ser considerado una dimen-
sión colectiva se remonta, como es sabido, a Carl Gustav Jung. En
Uber die Psychologie des Unbewussten [Sobre la psicología del incons-
ciente] (1943) escribe: “En cuanto compartimos la psique colectiva
vinculada a la historia, gracias a nuestro inconsciente, vivimos es-
pontáneamente en un mundo mitológico de hombres lobo, demo-
nios, magos y demás… ya que estas cosas funcionaron como afectos
muy intensos en épocas pasadas”.
En la mente pre-simbólica, los contenidos del inconsciente colec-
tivo no estaban separados de la conciencia individual; después de la
iluminación moderna, el pensamiento científico tomó el lugar del

2 Gilles Deleuze y Félix Guattari, El antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia (traducción


de Francisco Monge), Barcelona, Barral, 1973, p. 33.

176
MEDITACIONES

pensamiento mitológico. Pero la herencia del pasado no ha desapa-


recido: permanece como un fundamento común del inconsciente.
En Jung, el inconsciente colectivo es un “sedimento de la expe-
riencia y, al mismo tiempo, un a priori de la experiencia, una imago
mundi, que se ha moldeado durante muchísimo tiempo”.
Jung habla del inconsciente colectivo como un patrimonio de
influencias de la tradición pasada que sedimentó arquetipos com-
partidos por la imaginación colectiva, pero yo prefiero enfatizar la
dinámica de transformación de la mente en relación con el ambien-
te tecnológico antes que con la herencia de la historia pasada del
simbolismo mitológico.
Por lo tanto, propongo el concepto de psicósfera con la intención
de definir las interferencias producidas por la estimulación electró-
nica sobre la actividad psicocognitiva; y propongo una distinción en-
tre el espacio común en el que circula la información, la dimensión
mediático-tecnológica de la comunicación social (a la que defino
infósfera) y la influencia que la infósfera ejerce sobre el inconsciente
expuesto a la estimulación infosférica y sobre la actividad cognitiva
en general.
No tengo la intención aquí de profundizar en detalle sobre esta
influencia y la transformación cognitiva y psíquica provocada por la
digitalización: este ha sido el tema principal de mi trabajo durante
los últimos veinte años. Es suficiente mencionar las líneas gene-
rales de la psicomutación, con una referencia particular al aspecto
psicopatológico de esta mutación.

El giro psicótico del inconsciente estallado


Mutación y sufrimiento no están necesariamente vinculados. Son
posibles mutaciones felices cuando la mutación puede ser domina-
da conscientemente; pero la mutación en curso está influenciada
profundamente por el contexto social y económico de precariedad,
competencia y ansiedad correspondiente. Por lo tanto, la transfor-
mación del ambiente tecnolingüístico ha producido principalmente
efectos patológicos que se manifiestan esencialmente como estalli-
do del inconsciente y como proliferación de la psicosis.

177
FRANCO BERARDI BIFO

En la época de Freud, el principal objeto de la teoría y la práctica


psicoanalítica era la neurosis, que aparece como “el resultado de
una lucha entre la autoconservación y las demandas de la libido,
una lucha en la que el Yo gana al precio de dolor y de renuncias”
(Freud, El malestar en la cultura).
Según Freud, el capitalismo moderno, como cualquier otro
sistema de civilización, aunque de manera mucho más aguda e
invasiva, se basa en la represión necesaria de la libido individual y
en la sublimación organizada de la libido colectiva. El malestar del
que habla Freud es insuperable en el contexto de la civilización, y
la tarea de la terapia psicoanalítica es curar, a través del lenguaje
anamnésico, a los nerviosos que produce en nosotros.
La represión juega un papel fundamental en la generación de la
neurosis: reprimir el deseo sexual y el deseo de libertad en muchas
áreas de la vida era una condición indispensable para la conviven-
cia y la colaboración productiva. Mientras el proceso de producción
estaba basado en la movilización de energías físicas, la expresión
del deseo corporal debía ser contenida y reprimida para poder des-
tinar las energías a la producción de valor de cambio.
Pero en el contexto del semiocapitalismo modelado en la era
neoliberal, la represión termina siendo sustituida por formas de hi-
perexpresión.
El exceso de expresividad es el núcleo del capitalismo contem-
poráneo, según Baudrillard. En su visión, “lo Real crece como el
desierto. La ilusión, el sueño, la pasión, la locura, la droga, pero
también el artificio, el simulacro; tales eran los predadores natu-
rales de la realidad. Todo esto ha perdido su energía, como si lo
hubiese atacado una enfermedad traicionera e incurable”.3
Cuando tratamos con el sufrimiento contemporáneo y con el ma-
lestar de la primera generación conectiva, ya no nos encontramos en
el contexto conceptual que Freud describe en El malestar en la cultura.
La patología neurótica de la que se ocupa el psicoanálisis estaba
basada en el ocultamiento: algo se oculta de la mirada, reprimido,

3 Jean Baudrillard, El pacto de lucidez o la inteligencia del mal (traducción de Irene


Agroff), Buenos Aires, Amorrortu, 2008, p. 21.

178
MEDITACIONES

hasta que desaparece sumergido en el fondo magmático del incons-


ciente; hay algo que no podemos ver, y de lo que no podemos gozar.
Por el contrario, en la economía semiótica del nuevo siglo, la
patología no nace del ocultamiento, sino que se desencadena por la
hipervisibilidad. Un exceso de visión, el estallido de la infósfera y
una sobrecarga de estímulos infoneuronales: estas son las raíces de
la psicosis que estalla en el nuevo siglo.
El trasfondo del mapa psicopatológico contemporáneo no es la
represión, sino la hiperexpresividad: trastornos de la atención, dis-
lexia, pánico. El neurótico freudiano es aquel que más o menos ha
tenido que reprimir los contenidos inconscientes de su actividad
deseante, pero sufre por esta represión. En la era semiocapitalista,
el inconsciente está por el contrario en exposición.
El imperativo del Superyó social ha cambiado de dirección.
Mientras que el imperativo freudiano requería una renuncia a los
instintos, el nuevo imperativo social nos estimula a gozar. De he-
cho, los síntomas del malestar en la civilización contemporánea
están estrechamente relacionados con el goce, o más bien con la
búsqueda incansable de un goce que nunca deja de escapar.
El universo semiótico se mueve demasiado rápido, demasiados
signos piden ser interpretados simultáneamente, demasiados estí-
mulos semióticos excitan nuestro cerebro.
Así intentamos aferrar significados a través de un proceso de sobre-
inclusión y una extensión de los límites de la significación. En la conclu-
sión de su último libro, Qué es la filosofía, escriben Deleuze y Guattari:
“Solo pedimos un poco de orden para protegernos del caos. No hay cosa
que resulte más dolorosa, más angustiante, que un pensamiento que
se escapa de sí mismo, que las ideas que huyen, que desaparecen ape-
nas esbozadas, roídas ya por el olvido o precipitadas en otras ideas que
tampoco dominamos. Son variabilidades infinitas cuya desaparición y
aparición coinciden. Son velocidades infinitas que se confunden con la
inmovilidad de la nada incolora y silenciosa que recorren, sin naturale-
za ni pensamiento”. 4

4 Gilles Deleuze y Félix Guattari, ¿Qué es la filosofía? (traducción de Thomas Kauf),


Barcelona, 1993, p. 202.

179
FRANCO BERARDI BIFO

En la era de la conexión global, la “íntima tierra extranjera” (In-


nere Ausland) ha estallado. En la era del inconsciente digital, las
peores pesadillas se han convertido en realidad. Lo digital ha pro-
vocado un cortocircuito en el inconsciente y los contenidos del in-
consciente son revelados abiertamente por la máquina mediática
infinita.
La infósfera ha invadido la psicósfera hasta el punto de paralizar-
la en la abstracción tecnofinanciera.

La tercera psicósfera
Ahora, durante la propagación del contagio y del encierro, gradual-
mente me di cuenta de que la psicósfera es arrollada por una onda
mutágena: se desarticula lentamente la propia actividad de cons-
truir articulaciones, la actividad de la mente. La sensibilidad está en
juego, el deseo está en juego.
Reconstruyendo la evolución tardomoderna del concepto de in-
consciente y sus evoluciones, decía que los límites entre lo conscien-
te y lo inconsciente se han desplazado, revelando nuevas dimensio-
nes del malestar, pasando de un régimen neurótico a un régimen
psicótico. Ahora estos límites de nuevo se están desplazando, se
rompen, se confunden, se superponen, mientras ceden las articu-
laciones que mantenían unido al universo de la sensibilidad, del
erotismo, de la afectividad.
Estamos en un umbral: ¿qué panorama psíquico surgirá en la
era que le siga a la gran psicodeflación de la primavera de 2020?
¿Qué efectos a largo plazo tendrá la invasión del ambiente sen-
sual y afectivo por parte del virus?
El trauma no es inmediatamente evidente. A pesar de las declara-
ciones rimbombantes de los líderes políticos, no estamos en guerra;
el enemigo no es visible, las heridas no se manifiestan de inmediato,
a veces no se manifiestan en absoluto, la muerte no se exhibe en las
calles, la muerte está oculta, los funerales clandestinos, ocultos a la
visión pública. Por lo tanto, el trauma actúa lentamente y se presenta
primero en forma de psicodeflación, de desaceleración, del bendito
retorno del aburrimiento hace mucho tiempo olvidado.

180
MEDITACIONES

Estamos en el umbral, en un estado de calma: una relación


distanciada con el mundo circundante y con la esfera pública.
Pero en este océano de calma y silencio los ataques de pánico se
multiplicaron por cuatro, según lo que informa el New York Times
de abril.
¿Qué encontraremos más allá de este umbral? ¿Qué sabremos
crear más allá del umbral?
Dado que el inconsciente no es un teatro sino un laboratorio,
¿qué configuraciones imaginarias sabrá elaborar el inconsciente?
Más allá del umbral comienza una deriva, no un camino prede-
terminado, sino una oscilación, una fluctuación prolongada entre
deseo y angustia.
Creo que más allá del umbral entraremos en la tercera fase del
inconsciente, o más bien en la tercera fase de la psicósfera transmo-
derna (con la expresión transmodernidad me refiero a la parábola
que conduce desde la modernidad industrial expansiva hasta la tar-
domodernidad semiocapitalista neoliberal, la era magmática actual
cuyo horizonte parece ser la extinción).
Tratemos de imaginar el pasaje actual desde el punto de vista del
régimen psicopatológico: después del régimen psicopatológico de
la neurosis freudiana, patología de la represión y del ocultamiento,
surgió el ambiguo régimen del esquizo, que fue al mismo tiempo
liberación y encapsulación en automatismos: hiperexpresividad y
psicosis pánica.
¿Estaremos quizás yendo hacia un régimen autista de la relación
afectiva y social?
Volvamos a pensar en los efectos que produjo el SIDA en la dé-
cada de 1980: una desinversión de las energías dedicadas al placer,
un desplazamiento de la energía sexual hacia el régimen porno del
erotismo conectivo: erotismo de la excitación sin placer. Desde un
punto de vista cultural y estético, el SIDA creó las premisas para la
transición hacia la conexión, hacia lo virtual.
Sin embargo, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida tenía
relación con una parte marginal del panorama social y erótico. Solo
el intercambio de sangre hacía posible la infección.
Ahora es diferente: el intercambio de saliva, la exposición mis-

181
FRANCO BERARDI BIFO

ma a la respiración del otro puede tener un efecto patógeno: una


sensibilización fóbica generalizada a la piel del otro puede infil-
trarse en el inconsciente colectivo, envenenar las fuentes de esa co/
nspiración que vuelve a la vida vivible.
Una reacción xenopática de la piel abriría la puerta a la depresión
y a la agresividad.
Nos veremos obligados a ser cautelosos. Nuestra propia sensibi-
lización fóbica nos llevará a la cautela. ¿Es posible para la sensuali-
dad convivir con este tipo de cautela fóbica?
No tengo respuestas para esta terrible pregunta, pero creo que es
muy urgente reflexionar sobre ella.
Se abren tierras fértiles para la imaginación psicoanalítica (es-
quizoanalítica), y en esas tierras encontraremos por supuesto a la
imaginación poética.

Critters simpoiéticos
Pero, ¿qué quiere decir la palabra poesía, la palabra arte, en la elabo-
ración psíquica del trauma?
Susi Chen me lo sugirió hace unos días, durante un semi-
nario por Zoom en Hunter College al me había invitado Daniel
Bozhkov.
La poesía, sugiere Susi, son los critters del lenguaje.
Iluminador: el edificio estructurado del lenguaje se desmoro-
na porque una materia psíquica indecible penetra en el espacio
de la comunicación. He aquí entonces que se ponen en movi-
miento (si somos capaces de hacerlo) las partículas lingüísticas
disolutivas y recompositivas: critters, como dice Donna Haraway,
en su enigmático Staying with the trouble.
“De alguna manera debemos hacer el relevo… y reinventar las
condiciones para la floración multiespecie, en un tiempo que no es
solo de incesantes guerras y genocidios humanos, sino también de
extinciones masivas y genocidios multiespecie propulsados por los
humanos que arrastran a personas y critters a la vorágine. Debe-
mos tener el coraje de hacer el relevo; esto quiere decir crear, fabu-

182
MEDITACIONES

lar, como manera de no desesperarnos”.5 Esta relación intraespecie,


ultrahumana, según Haraway, es lo que los critters transmigrado-
res hacen posible.
“Quizás como curiosidad molecular sensual y definitivamente
como hambre insaciable, la atracción irresistible de rodearse entre
sí sea el motor vital del vivir y el morir en la Tierra. Los critters se in-
terpenetran, dan vueltas alrededor y a través de los otros, se comen,
se indigestan, se digieren parcialmente y parcialmente se asimilan
unos a los otros, y de este modo establecen acuerdo simpoiéticos
que luego conocemos como células, organismos y ensamblajes eco-
lógicos”.6
El virus es la ejemplificación del critter en cuanto principio
de creación asignificante simbiótica y simpoiética.7 Aquí está la
relación entre biomutación, elaboración psíquica y remodelación
poética del magma lingüístico que el inconsciente produce ince-
santemente.
La poesía introduce en el lenguaje fragmentos asignificantes de
descomposición caótica y también de recomposición caosmótica del
significado.

5 Donna Haraway, Staying with the trouble, p. 130.


6 Ibíd., p. 58.
7 Una definición de simpoiesis puede encontrarse, precisamente, al comienzo del ca-
pítulo de Haraway del que proviene la última cita: “Simpoiesis es una palabra sim-
ple; significa ‘hacer-con’. Nada se hace a sí mismo; nada es realmente autopoiético
u autoorganizado… Simpoiesis es una palabra propia de sistemas complejos, diná-
micos, sensibles, situados, históricos. Es una palabra para hacer mundo-con, en
compañía. La simpoiesis envuelve la autopoiesis y generativamente la despliega y
la extiende” (ibíd., p. 58).

183
cinco
la profecía sensual

La profecía es un tema que hace tiempo me obsesiona, aunque


hasta ahora tuve cuidado de no hablar de ello. Ahora que Federi-
co Campagna coloca este tema en el centro de un libro deliciosa-
mente erudito y filosóficamente innovador (Prophecy, a editarse
por Bloomberg en 2021), pruebo acercarme, aunque con temor: el
temor a mostrar demasiado las cartas, a revelar los secretos más
ocultos de mi oficio.
Si bien comparto el concepto central que se expresa en este li-
bro, que el profeta no pre-vé el futuro sino que “ve” el presente y,
sobre todo, lo que está inscrito en el presente, mi aproximación a
la cuestión es diferente a la de Campagna. No se trata, vale aclarar,
de una divergencia, sino un punto de vista diferente, porque lo que
más me interesa no es la relación entre profecía, metafísica, misti-
cismo y chamanismo, sino la relación entre la “visión” profética y
el inconsciente.
Lo que me interesa de la actividad profética es esta capacidad de
la mente humana (de algunas mentes humanas) para sintonizar
con el inconsciente colectivo, o quizás mejor, la capacidad de leer los
flujos que circulan en la psicósfera.
Es difícil decir cómo sucede esta sintonía: se huele el aire, se
observan las caras de los que se sientan al lado en el vagón del tren
a las siete de la mañana, se oyen las frases de quienes perdieron un
poco la cabeza, se cuentan los labios que sonríen en una calle con-
currida, todo esto se multiplica por el número de trabajadores pre-
carios, y se divide por la cantidad del salario promedio. En resumen,
se interpretan señales captadas casualmente en el susurro social.
Lo que llamamos realidad no existe de forma independiente de
la mirada que la pone en perspectiva, como Campagna explica a

185
FRANCO BERARDI BIFO

lo largo y ancho de las páginas de este libro, especialmente en los


enigmáticos y fascinantes capítulos de la última parte. La realidad,
de hecho, no es más que el punto de convergencia de innumerables
derivas psicodinámicas que se entrelazan en el espacio de la vida
cotidiana.
Entonces, leer el presente de la psicósfera, interpretar los signos
que se entrelazan en el espacio psíquico colectivo es la mejor mane-
ra de intuir el futuro del mundo.
En este sentido, podemos hablar de intuición como lo hace Hen-
ry Bergson en El pensamiento y lo moviente, de 1934, y también en
Materia y memoria.
Gracias al análisis racional es posible llegar a generalizaciones,
pero el análisis no nos permite captar la singularidad del objeto o
del proceso. La intuición, en cambio, nace de la sim/patía, de la ex-
periencia sim/pática del objeto y del proceso. La palabra simpática
quiere decir: conjuntiva, capaz de sintonía sensible. La mente analíti-
ca sistematiza, distingue, conecta; pero es la mente simpática la que,
por sí sola, es capaz de percibir el devenir singular del acontecimien-
to. No hay generalidad, no hay categoría analítica que pueda sinto-
nizarnos con lo absolutamente nuevo que está emergiendo del caos.
La mente analítica conoce lo que sucedió, y, dado que a partir
de lo que sucedió extrae generalizaciones, no está preparada para
percibir lo que está inscrito en el ahora y, menos que menos, por lo
tanto, puede sintonizarse con el devenir.
Porque este es el trabajo (el esfuerzo, el sufrimiento, el goce) del
profeta.
Comentando las visiones de Ezequiel, de hecho, Carlo Ravasi
escribe:
“Al leer a Ezequiel, nos damos cuenta de que usa el cuerpo en su dupli-
cidad expresivo-simbólica, es decir, la corporeidad en sí misma… la co-
municación tiene la función de ser diáfana (del griego “pasar a través”,
ser transparente), la función de transmitir el mensaje, no de volverlo
opaco como una pantalla infranqueable”.

Esta transparencia de la que habla Ravasi para explicar la potencia


profética de Ezequiel (de los tormentos y de las excitaciones barro-

186
MEDITACIONES

cas de Ezequiel) es el signo de una encarnación del verbo, o tal vez


de una encarnación del significado.
Si Ezequiel es el profeta de la luz alucinatoria y barroca, Jere-
mías es el profeta de la oscuridad gótica y del sufrimiento. Sin em-
bargo, más allá de su divergencia, más allá de la diferencia de sus
visiones, tanto para Jeremías como para Ezequiel la fuente de la pa-
labra profética está allí, en el cuerpo, en la carne, en la sensibilidad,
porque estas son las potencias de la visión. La visión profética nace
de la interferencia sensible entre la antena que vibrando recibe y la
vibración cósmica, o mejor, entre la sensibilidad receptiva y la esfera
psíquica colectiva de la que el cosmos emerge, proyección provisoria
y mutante.
Pero no podríamos concluir estas consideraciones sobre el ori-
gen sensible de la visión profética sin mencionar a Tiresias, quien
más que ningún otro ha encarnado esa forma errática y sublime de
conocimiento, en el goce y el sufrimiento.
He aquí lo que dice Tiresias, si se me permite hablar de él en un
lenguaje que no es el del análisis teórico. Es Tiresias quien habla,
en estos versos de un poeta balzánico del que solo nos quedan unos
pocos fragmentos.
“Dado que se avecina la hora de mi muerte
hablaré de la suerte
que espera a los habitantes de las ciudades costeras.
Predecir catástrofes ha sido mi oficio
desde que la diosa celosa me privó de la vista
y a cambio me permitió
ver lo que es mejor no ver.
Por eso te ofrezco confusos
sueños de la agonía
extranjera íntima Tierra, desesperada euforia.

Muchas desventuras acompañaron


mi vida nada breve.
Un día desde la orilla en el río vi bañarse a Atenea
desnuda, cruel, bellísima
acariciándose la piel con perfume de flores silvestres.
Mis ojos por eso fueron cegados

187
FRANCO BERARDI BIFO

pero de esta desgracia no me apeno


porque toda mutilación es una extensión del universo.

Ciego en el bosque me pierdo


y encuentro dos lánguidas serpientes
copulando olvidadas de toda otra cosa
fuera de su placer.
Las maté con mi bastón pero Hera vengó mi sacrilegio
y mi cuerpo transformó en un cuerpo femenino
para que la metamorfosis
fuera para mí afrenta y cicatriz.
Despertándome del sueño
sensiblemente femenina
me arrodillé ante el altar y fui sacerdotisa
y vendí mi cuerpo
para que con él gozaran hombres
a cambio de dinero y de poder.
Traje al mundo a una hija, de nombre Neuromante,
y después de siete años volví a ser varón.

En la estación central de Milán


estaba esperando el tren
de las seis cincuenta
cuando mi nombre en el hall
fue pronunciado con tono perentorio
por una voz mecánica que me ordenó ir
en presencia de Zeus y de Hera
sobre los peldaños de mármol de la boletería
para rendirles cuenta de mi profecía.

Al muchachito que estudiaba ruso


acariciaba la pija con la mano
y al otro, al capitán
de un equipo de ágiles lanceros
ofrecía la lascivia de la boca
luego, con ellos haciéndose un poco la tonta
con esa adorable ironía suya
hablaba de mis
estúpidos celos
(yo la esperaba en el frío de la calle).

188
MEDITACIONES

Por eso te preguntamos, adivino Tiresias,


tú que has vivido uno y otro sexo
cuál de los dos más goza. En ese preciso
momento entendí que mi destino
estaba marchando a su fin.
Y comencé diciendo:
‘Estas enfermedades extrañas
que el doctor no sabe cómo curar
son visiones proféticas
premoniciones rápidas y amargas.
El único testigo del sueño es el soñador
pero del sueño proliferan
arroyos de terror
como si comprendiéramos
que no hay ninguna muerte
sino un fluir eterno
de figuras retorcidas
que somos nosotros mañana y en el futuro extremo
cuando hacia el inicio desnudos volveremos’.”

En Foundations of Tibetan Mysticism [Fundaciones del misticismo


tibetano], 1 Anagarika Govinda habla sobre la distinción entre
shabda y mantra:
“Shabda es la palabra ordinaria, usada para denotar objetos y
conceptos en el intercambio normal de significados operativos.
Mantra, por el contrario, es la palabra que pone en marcha la crea-
ción de imágenes mentales y significados sensibles… En la palabra
mantra, la raíz sánscrita man, que significa “pensar” (en griego me-
nos, en latín mens) se compone con el elemento tra, que forma pala-
bras instrumento. En este sentido, la palabra mantra es un instru-
mento para el pensamiento, algo que crea imágenes mentales. Con
su sonido evoca su contenido en un estado de realidad inmediata. El
mantra es poder, no solamente discurso que la mente puede contra-
decir o evadir. Lo que el mantra expresa con su sonido existe. Aquí,
más que en otras partes, las palabras son hechos que actúan de

1 Anagarika Govinda, Foundations of Tibetan Mysticism, Nueva York, Samuel Weisner,


1969.

189
FRANCO BERARDI BIFO

inmediato. La peculiaridad del verdadero poeta radica en el hecho


de que sus palabras crean realidad, evocan y revelan algo real. La
palabra del poeta no habla, sino que actúa”.2
Mantra es una emisión vocal que tiene el poder de predisponer a
estados mentales que, prescindiendo del significado convencional,
evocan un mundo.
¿No es esto en el fondo el acto profético, es decir, el acto de decir
lo que está inscrito en la apariencia de las cosas, pero solo gracias a
una sintonía transmental puede volverse visible?
La profecía es la vibración de la voz en sintonía con la vibración
del cosmos.
Y Yalal ad-Din Muhammad Rumi, el maestro de los derviches
danzantes, escribe:
“Nosotros los profetas, oh Señor, somos laúdes,
pero tú eres el concertista.
¿No eres acaso tú el que suspira
a través de nosotros?
Nosotros somos las flautas
pero el soplo es tuyo, oh Señor.
Nosotros somos como los montes,
pero el eco es solo tuyo, oh Señor”.

Pero no podríamos concluir esta reflexión sobre la palabra profética


sin recordar a William Blake, quien escribe en Jerusalén:
“... todas las cosas existen en la imaginación humana…
todo lo que ves, aunque parece Fuera está Dentro
En tu imaginación, de la cual este Mundo de Mortalidad no es más
que una Sombra”.3

Y en El matrimonio del cielo y el infierno:


“El hombre no tiene un Cuerpo distinto de su Alma: porque el llamado
Cuerpo es una porción del Alma que se percibe por los cinco sentidos,

2 Ibíd., p. 19.
3 “all things exist in human imagination… / all you behold, tho it appears Without it
is Within / In your Imagination of which this World of Mortality is but a Shadow”.

190
MEDITACIONES

las entradas principales del Alma en esta época.


La Energía es la única vida y procede del Cuerpo; y la Razón es el límite
o la circunferencia exterior de la Energía.
La Energía es deleite eterno”. 4

Este es el punto esencial: la energía es deleite eterno y la energía es


la fuente de las palabras poéticas que contienen en su ritmo, en su
sonido, en su vibración todos los significados posibles que corres-
ponden a las intenciones del Caos.
Y desde el momento que el Caos no tiene intención alguna, en-
tonces esas palabras se pueden leer así: la poesía es el camino que
conduce al único orden que cuenta: el orden del ritmo de la respi-
ración.
Inspiración como profecía.

4 “Man has no Body distinct from his Soul: for that call’d Body is a portion of Soul
discern’d by the five senses, the chief inlets of Soul in this age. / Energy is the only
life and is from the Body; and Reason is the bound or outward circumference of
Energy. / Energy is eternal delight”.

191
seis
besos

Besos y abrazos es la conclusión de cada mensaje que he enviado en


los últimos meses, y de muchos que he recibido.
Besos y abrazos es la conclusión de este pequeño libro que espe-
ro pueda hacerles un poco de compañía durante el infame retorno
a esta normalidad en la cual ya estamos experimentando (mientras
todavía la epidemia arrecia) la violencia de los explotadores y su des-
piadada inhumanidad.
Pero no quiero aquí hablar de besos virtuales, de besos enviados
desde un teclado a una pantalla distante.
Quiero hablar de ese acercamiento de los labios que es el más
humano de todos los actos humanos.
No es seguro que el ser humano sea el único animal capaz de
hablar; las hormigas ciertamente comunican cuestiones muy com-
plicadas a través de la emisión de estímulos químicos, y las abejas
tienen la capacidad de guiar el vuelo de sus hermanas con movi-
mientos vibratorios del abdomen; pero hasta donde sabemos, nin-
gún animal acerca sus labios a los labios del otro doblando la cabe-
za de manera delicada e insinuante, ningún animal acaricia con
la lengua y delicadamente las comisuras de los labios de los otros,
ningún animal introduce la lengua en la boca del otro animal para
rozar su superficie y sorber la dulzura de la boca. Ningún animal
conoce este lenguaje llamado beso, capaz de comunicar de modo
infalible e inequívoco la química inexplicable del placer y del deseo.
Quizás no todas las civilizaciones humanas hayan usado esta téc-
nica para conocer al otro; existen poblaciones que hacen nariz con
nariz y otras que hacen rarezas aún más exóticas. Quiero decir, no
me gustaría parecer demasiado etnocéntrico, pero el beso ¡caram-
ba! es hermoso.

193
FRANCO BERARDI BIFO

Ahora, en mayo de 2020, mientras todavía la pandemia arrecia


en el mundo, y el virus ha infectado oficialmente (la precisión es
importante porque se trata de cifras muy inferiores a la realidad)
a cinco millones y medio de personas, matando a 338.000, parece
haber cosas más urgentes que el beso de las que hablar. Pienso que
no existe nada más dramático, y no lo digo por frivolidad de latin
lover que no soy.
En un artículo publicado en el New York Times, 1 Nayeema Raza
escribe: “Besarse es el modo más eficaz de medir la química eróti-
ca, pero también es el modo más eficaz de contraer el coronavirus”.
En su artículo, Nayeema intenta desdramatizar un poco el asun-
to y atenuar el sentido del mensaje traduciéndolo en términos un
poco frívolos, y concluye con una frase bastante equívoca que abre
la puerta a una regresión cultural a la década de 1950 (o tal vez
peor): escribe que quizás nos habíamos acostumbrado a besarnos
con demasiada facilidad, y concluye diciendo: “ahora nos estamos
volviendo más atentos a leer los ojos, a soñar formas imaginativas
de conectarnos. Seamos honestos, hay también algo excitante en la
idea de que el primer beso pueda volverse nuevamente tabú. Tal vez
lo necesitábamos”.
¿Pero esto significa que deberemos volver a la monogamia obli-
gatoria, a la sospecha de quien no es parte de la familia, al lincha-
miento de la adúltera? ¿Bin Laden está en nuestro futuro? ¿Maria
Goretti será el modelo femenino? Estoy acostumbrado a besar a los
amigos que encuentro en la calle, ¿debo perder este hábito? Que
quede claro, no invito a nadie a ser superficial, pero temo que el
miedo a acercar la mejilla a la mejilla y los labios a los labios sea peor
que la bomba atómica.
Exagero, puede ser; a veces me ocurre. Pero realmente creo que
corremos el riesgo de un empobrecimiento doloroso de la experien-
cia erótica, y creo que el miedo a la proximidad de los cuerpos pone
en peligro extremo la posibilidad misma de la solidaridad social.

1 “What single people are starting to realice” [“Lo que las personas solteras están co-
menzando a entender”], en https://www.nytimes.com/2020/05/18/opinion/corona-
virus-dating.html.

194
MEDITACIONES

De esta consideración nacen, de un modo quizá un poco fanta-


sioso, varias digresiones, incoherentes como es correcto que sean
las digresiones.

“Il faut imaginer Sisyphe heureux”


La primera digresión se refiere al ensayo sobre el mito de Sísifo de
Albert Camus. Sísifo, como recordarán, está condenado a empujar
una roca a lo largo de una pendiente, y al final, cuando ha alcanzado
la cima de la montaña, la ve rodar nuevamente hacia abajo, y debe
bajar y comenzar su esfuerzo nuevamente.
“Es durante este regreso, esta pausa, que Sísifo me interesa”,
dice Camus. “Veo a este hombre volver a descender con paso lento
hacia el tormento del que nunca conocerá el final”.
Pero la conclusión de Camus es que debemos imaginar que Sísi-
fo es feliz, porque su acción desesperante le revela el absurdo de la
condición humana, pero también le revela que este absurdo se pue-
de vivir felizmente junto con otros que sufren la misma maldición.
Lo explica de manera excelente Ludovica Valentino2:
“Si la vida es absurda, privada de significado, dice Camus, ella asume
la semblanza del propio esfuerzo inútil de Sísifo. ¿Dónde se esconde
entonces el sentido de la existencia? En la aceptación de que no existe.
Camus dice que la vida será tanto mejor vivida en cuanto sepamos que
no tiene ningún sentido.
Esto para nada significa desesperación, sino libertad, rebelión sin fina-
lidad.
Es la negación de Dios, negación de la eternidad, es la negación de lo
Absoluto, el fin no existe en el destino o en la durabilidad de la vida, se
oculta en la intensidad de los días”.
Una pregunta surge en mi mente: ¿cómo podríamos vivir feliz-
mente una condición que no tiene ningún propósito, ninguna fi-
nalidad trascendente, ninguna certeza estable? La respuesta es una
sola: porque la compartimos con seres maravillosos, porque empu-

2 “Bisogna immaginare Sisifo felice” [“Es necesario imaginar a Sísifo feliz”], disponi-
ble en https://culturificio.org/sisifo-felice.

195
FRANCO BERARDI BIFO

jamos juntos la roca de la historia, y juntos bajamos nuevamente


para comenzar todo de cero. Pero durante el descenso, flojos y sin
ninguna prisa, decimos palabras embriagantes y nos besamos en
la boca.
Los rebeldes combatieron contra los monstruos, y los mons-
truos reaparecen, a veces desde las propias filas. Pero los rebeldes
no desesperan, de hecho son felices, porque se gustan y se aca-
rician, y su rebelión está escandida por los besos. ¿Podremos to-
lerar el carácter absurdo de la historia si no podemos acercarnos
carnalmente?

Sublimación
Freud habla de sublimación en diferentes puntos de su obra:
“La pulsión sexual coloca enormes cantidades de fuerzas a disposición
del trabajo de la civilización y esto debido a su particular calidad muy
marcada de desplazar su meta sin ninguna disminución esencial de
la intensidad. Llamamos facultad de sublimación a esta propiedad de
intercambiar la meta originaria sexual con otra, ya no sexual sino psí-
quicamente afín a la primera”.

Freud recurre al concepto de sublimación para explicar, en términos


de economía pulsional, las actividades que expresan un deseo que
no se dirige manifiestamente hacia una meta sexual, sino hacia
una meta cultural, espiritual o civil, como la creación artística, la
investigación científica y filosófica.
Para Freud, el impulso hacia estas actividades consiste en una
transformación de las pulsiones eróticas, en el desplazamiento del
deseo hacia finalidades que no son directamente sexuales.
Podemos decir que en Freud la sublimación es una dinámica
psíquica destinada a defenderse de la angustia. Dado que –como
explica en El malestar en la cultura, de 1927– la civilización se funda
sobre la represión de la pulsión sexual originaria, esta inhibición
implica una sublimación de la pulsión de su meta original: la des-
carga, la satisfacción. En comparación con otros mecanismos defen-
sivos, según Freud se trata de una defensa exitosa.

196
CRÓNICAS

Pero no es así, en mi opinión: si bien la civilización cubre una re-


presión sistemática del deseo con fenómenos de sublimación creati-
va, se manifiesta también un fenómeno de contracción rabiosa y de
destructividad explosiva.
La angustia producida por esta autorrepresión civilizadora pue-
de a veces inhibir tanto la sexualidad como el pensamiento, y pue-
de sofocar tanto la atracción apasionada hacia los sujetos de deseo
como la búsqueda de conocimiento.
De esta represión nace no solo la elevación espiritual y cognosci-
tiva, sino también la agresividad, la violencia, el fascismo.

La ilusión
Entonces, tal vez de manera incongruente, otra digresión me viene
a la mente con respecto al concepto de ilusión.
Ateo, rebelde, cosmopolita, exiliado pobre, endeudado, persegui-
do, Ugo Foscolo vivió una existencia feliz porque conoció la euforia
de la rebelión contra el poder, y la belleza de las formas sensuales y
de las formas artísticas.
“Celestial es esa
correspondencia de amorosos sentidos,
celestial don es en los humanos”.3

Los amorosos sentidos nos permiten (en los Sepulcros de los que se
extraen estos versos) entrar en comunicación con aquellos que ya
no están pero que nunca dejan de hablarnos con sus obras. Pero
son también los sentidos eróticos de los innumerables cuerpos que
amó el poeta.
Es una ilusión, es cierto, reconoce Foscolo. Pero esta ilusión es
todo lo que conocemos por fuera de la sordidez de los ambientes en
los que a menudo la vida nos encierra, del cinismo del poder, de la
enfermedad y de la muerte.

3 “Celeste è questa / corrispondenza d’amorosi sensi, / celeste dote è negli umani…“.


Traducción de Diego Bentivegna, en Ugo Foscolo, De los sepulcros, Córdoba, Alción
Editora, 2015.

197
FRANCO BERARDI BIFO

Nuestras mentes desvarían, la falta de sentido a veces nos quita


toda esperanza, pero la belleza y la pasión todo lo rescatan, como
escribe a la amiga curada.
“en ti beldad revive,
la aurea belleza donde tenían
las mentes mortales, al desvarío destinadas,
el único reposo ante los males”.4

La ilusión es el tema principal del pensamiento y de la poesía del


otro grandísimo, tan distante y tan opuesto a Foscolo, Giacomo Leo-
pardi.
Es cierto que en él la ilusión no es una amiga benigna que ate-
núa y disuelve el carácter absurdo de la existencia, sino que solo en
el anhelo y en la agitación de los corazones, solo en la vibración de
las palabras de la poesía, dice Leopardi, conocemos la alegría. En él,
la ilusión es la cruel promesa de la naturaleza que siempre termina
en decepción. Pensemos en la sublime delicadeza de la ilusión de
la joven Silvia, y en la ilusión del joven Giacomo, que se asoma al
balcón para escuchar el sonido de la voz de ella.
Pensemos en el sufrimiento abrasador con el que Leopardi ve a
Silvia marchitarse, por el oculto morbo combatida y vencida, y en la
conciencia de que en su desaparición está contenido el destino de
todos nosotros.
“¡Ay cómo,
cómo pasado has,
querida amiga de mi edad más nueva,
mi llorada esperanza!
¿Es éste el mundo? ¿Son
éstos los goces, el amor, las obras
de los que tanto razonamos juntos?

4 “in te beltà rivive, / l’aurea beltate ond’ebbero / ristoro unico a’ mali / le nate a vane-
ggiar menti mortali”. Los versos pertenecen a la oda “All’amica risanata”, dedicada a
la condesa milanesa Antonietta Fagnani y compuesta para celebrar su recuperación
de una larga enfermedad. Gran conocedora del francés, el inglés y el alemán, Fagna-
ni ayudó a Foscolo en la revisión de su novela epistolar Ultime lettere di Jacopo Ortis y
en la traducción al italiano de Las penas del joven Werther de Goethe.

198
CRÓNICAS

¿Tal es la suerte del género humano?


Disipado el engaño
tú, mísera, caíste; y lejanos
la fría muerte y un sepulcro nudo
mostrabas con la mano”.5

La lección de Leopardi parece, por lo tanto, opuesta a la de Foscolo,


también cuando, en su último canto, en La Ginestra, el poeta des-
truye los mitos políticos de la modernidad:
“Dipinte in queste rive
son dell’umana gente
le magnifiche sorti e progressive”.
“Pintadas en estas laderas
están de la gente humana
las magníficas y progresivas suertes”.6

Las magníficas y progresivas suertes prometidas por el iluminis-


mo, por la política progresista, no son más que una ilusión atroz,
como nos demuestra la desolación de las laderas del Vesubio, donde
la lava endurecida como piedra negra esconde la antigua gloria de
la ciudad de Pompeya.
Sin embargo, aunque la ilusión leopardiana revela un universo
de pensamiento que es extraño a la fe moderna en las realizaciones
humanas, no se puede ignorar que solo el deseo de las caricias de

5 “Ahi come, / come passata sei, / cara compagna dell’età mia nova, / mia lacrimata
speme! / Questo è quel mondo? Questi / I diletti, l’amor, l’opre, gli evento / onde
cotanto ragionammo insieme? / Questa la sorte dell’umane genti? / All’apparir del
vero / tu, misera, cadesti: e con la mano / la fredda morte ed una tomba ignuda/
mostravi di lontano”. Traducción de José Luis Bernal, en Giacomo Leopardi, Cantos,
México D.F., Universidad Autónoma de México, 2012. En http://www.materialde-
lectura.unam.mx/index.php/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/307-158-gia-
como-leopardi.
6 “Chi rimembrar vi può senza sospiri, / o primo entrar di giovinezza, o giorni /
vezzosi, inenarrabili, allor quando / al rapito mortal primieramente / sorridon le
donzelle; a gara intorno / ogni cosa sorride; invidia tace, / non desta ancora ov-
ver benigna; e quasi / (inusitata maraviglia!) il mondo / la destra soccorrevole gli
porge”. Traducción de Jorge Aulicino, en https://campodemaniobras.blogspot.
com/2019/04/giacomo-leopardi-la-retama-o-f lor-del.html.

199
FRANCO BERARDI BIFO

los otros es el origen de la energía inmensa que el poeta, por más


que frágil, por más que dolorido, emite a cada instante.
“¿Quién remembrar puede sin suspiros,
oh primer fragor de juventud, oh días
deliciosos, inefables, cuando
al afanado mortal primeramente
sonríen las doncellas y a su alrededor
cada cosa sonríe, la envidia calla,
no despierta y aún benigna; y casi
(¡inusitada maravilla!) el mundo
la diestra en su auxilio extiende”.7

Pero para no terminar con la referencia a los clásicos, como si fuera


aquel que soy, es decir, un mal pago profesor de literatura italiana,
recordaré que también Aurelio Ferro expresa con gracia estos con-
ceptos, en una canción que Myriam Ferretti cantaba en el año 1940
con una voz que parece venir de otro planeta.
“Ilusión, dulce quimera eres tú,
que haces soñar en un mundo de rosas toda la vida.
Ilusión es el perfume que invita
de una boca sedienta
y que crees besada
solo por ti.
Ilusión, dulce quimera eres tú
que haces soñar toda la vida”.8

Ahora bien, si los besos llegaran a convertirse en un espectro de


miedo para nuestro inconsciente, ¿no se cortaría quizás la única
fuente de energía que nos mueve a la acción, al descubrimiento y a
la aventura?

7 Traducción de Ángel Faretta, en https://campodemaniobras.blogspot.com/2013/01/


giacomo-leopardi-las-remembranzas-6.html.
8 “Illusione, dolce chimera sei tu, / che fai sognare in un mondo di rose tutta la vita. /
Illusione è il profumo che invita / d’una bocca assetata / e la credi baciata / soltanto
da te. / Illusione, dolce chimera sei tu / che fai sognare tutta la vita…“. La citada
versión de Myriam Ferreti puede escucharse en https://www.youtube.com/watch?-
v=wiFCiII2waY.

200
CRÓNICAS

Llegado a este punto


Llegado a este punto me detengo en el umbral e intento reflexionar
sin poder ocultar la sensación de haberme perdido, de ya no saber
bien qué camino nos puede conducir fuera de este horrendo bos-
que. Tal vez ese camino no exista, me digo.
Hemos perdido. No yo, no ustedes, no nosotros cuatro gatos
intelectuales extremistas autónomos posesos, sino la humanidad
entera.
Desde hace tiempo pienso que, a pesar de la enorme riqueza
cognitiva y productiva de la sociedad, la miseria psíquica y económi-
ca se debe esencialmente a la impotencia, es decir, a la incapacidad
de traducir la posibilidad en disfrute.
Por eso he considerado largo y tendido que la tarea de los movi-
mientos era precisamente la reactivación de la potencia colectiva,
lo que significa solidaridad, cercanía, unidad contra el enemigo
común, el capital que se apropia sistemáticamente de lo que pen-
samos, descubrimos, producimos. Solo la solidaridad afectiva hará
posible (me dije durante mucho tiempo) una ola imparable de expro-
piación y de vida autónoma. El movimiento que comenzó en Seattle
en noviembre de 1999 y el movimiento que se intensificó en 2011
bajo el nombre de Occupy! eran para mí procesos de reactivación
de la proximidad social, de la solidaridad entre los cognitarios que
preparaban la autonomía de la red respecto del dominio del capital.
Si este análisis tenía algún fundamento (y creo que lo tenía, aun-
que no pretendo que mi visión fuera la única forma de explicar esas
movilizaciones), bueno, entonces estamos jodidos.
Si tenemos miedo, mientras tengamos miedo de acercar la me-
jilla a la mejilla y los labios a los labios, temo que la barbarie pre-
valecerá sobre la civilización, y temo que la extinción será el único
horizonte de nuestro futuro.

201
Otros títulos de Tinta Limón

Colección Nociones Comunes


En letras de sangre y fuego. Trabajo, máquinas y crisis del capitalismo
George Caffentzis, agosto 2020

Cine capital. Cómo las imágenes devienen revolucionarias


Jun Fujita Hirose, 2a ed. ampliada y corregida marzo 2020
[1a ed., marzo 2014]
La potencia feminista. O el deseo de cambiarlo todo
Verónica Gago, agosto 2019
Esferas de la insurrección
Suely Rolnik, abril 2019
Acerca del fin. Conversaciones
Alain Badiou y Giovanbattista Tusa, abril 2019
Spinoza disidente
Diego Tatián, abril 2019
El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo
Silvia Federici, octubre 2018
Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas
Silvia Federici, setiembre 2018
Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis
Silvia Rivera Cusicanqui, junio 2018
Autonomía y diseño. La realización de lo comunal
Arturo Escobar, setiembre 2017
La frontera como método. O la multiplicación del trabajo
Sandro Mezzadra y Brett Neilson, diciembre 2017
Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria
Silvia Federici, 2a ed. corregida, abril 2015 [Primera edición, abril 2011]
Capitalismo, deseo y servidumbre. Marx y Spinoza
Frédéric Lordon, septiembre 2015
Hijos de la noche
Santiago López Petit, septiembre 2015
Sociología de la imagen. Miradas ch’ixi desde la historia andina
Silvia Rivera Cusicanqui, julio 2015
La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular
Verónica Gago, diciembre 2014
La cocina de Marx. El sujeto y su producción
Sandro Mezzadra, octubre 2014
Capital y lenguaje. Hacia el gobierno de las finanzas
Chistrian Marazzi, agosto 2014
Materialismo ensoñado. Ensayos
León Rozitchner, octubre 2011
Ambivalencia de la multitud. Entre la innovación y la negatividad
Paolo Virno, 2a ed. ampliada, abril 2011 [1a ed. septiembre 2006]
La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero
Jacques Rancière, abril 2010
Filosofía de la deserción. Nihilismo, locura y comunidad
Peter Pál Pelbart, septiembre 2009
Breve tratado para atacar la realidad
Santiago López Petit, junio 2009
Spinoza o la prudencia
Chantal Jaquet, septiembre 2008
Generación post-alfa. Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo
Franco Berardi Bifo, diciembre 2007
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Comité de Nueva York. Historia, teoría Nuevos barrios / Pibes silvestres
y documentos (1972-1977) Colectivo Juguetes Perdidos,
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septiembre 2019 Saraus. Movimiento / Literatura /
Salud feminista. Soberanía de los Periferia / São Paulo
cuerpos, poder y organización Varios Autores, Compilación e intro
VV.AA., septiembre 2019 Lucía Tennina, mayo 2014

La gorra coronada. Manual de mapeo colectivo. Recursos


Diario del macrismo cartográficos críticos para procesos
Colectivo Juguetes Perdidos, territoriales de creación colaborativa
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a la liberación negra política de Patricio Rey
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noviembre 2017 Por atrevidos. Politizaciones en la
Fight the power. Rap, raza y realidad precariedad
Chuck D, mayo 2017 Colectivo Juguetes Perdidos,
diciembre 2011
Nuevo activismo negro. Lectura y
estrategias contra el racismo Crónica de una libertad condicional
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Gloria Muñoz Ramírez, noviembre Traficantes de Sueños
2004
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Fernand Deligny. Coedición con
Editorial Cactus
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biocéntrica y políticas ambientales
Eduardo Gudynas, abril 2015

Buenos aires, Argentina Distribuye: La Periférica Distribuidora


www.tintalimon.com.ar www.la-periferica.com.ar
Estos 3000 ejemplares de El umbral. Crónicas
y meditaciones se terminaron de imprimir en
septiembre de 2020 en Nuevo Offset, Viel 1444,
Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

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