En Vuestra Iniciacion

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A L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.

En vuestra Iniciación

Habéis tocado la puerta del recinto augusto donde los masones


solemos, en apacible reunión, entregarnos a quehaceres de la
mente y del espíritu. Vuestro deseo, hoy colmado, no ha sido un
reclamo de la casualidad, porque para nosotros, absolutamente
nada es coincidente. Vuestro anhelo de haceros masón, obedece
indudablemente a esa viva corriente subterránea que a los nobles
espíritus impulsa hacia la conquista de las causas nobles y que
emerge por primera vez como una necesidad de comunicación
con los iguales.

Esa íntima impulsión de tendencias primordiales hacia el logro,


no siempre encuentra el adecuado cauce y generalmente se
pierde en las inconmensurables vertientes y tendencias que la
vida moderna nos depara. Otras veces, retenida por los diques de
la educación y del ancestro familiar, dolorosamente se convierte
en frustración espiritual.

Quienes hemos tenido, como vos en esta noche, el privilegio de


ser recibido en la Orden, hemos encontrado generalmente en ella
un acervo de conocimientos que constituyen de por sí amplios
estadios de experimentación en los diferentes estratos de la vida.

Esta profusión de símbolos que indudablemente han golpeado


vuestra mente desprevenida, este largo ceremonial cargado de
sorpresas y de impactos psicológicos, estan cargados de
conocimientos, y mantienen oculta la experiencia de los sabios
de remota antigüedad, depositada para sernos entregada
paulatinamente y en la medida en que nuestro trabajo meditativo
los vaya desvelando.
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Habéis llegado hasta nosotros proveniente de un mundo profano


cargado de contradicciones, de dolor, miseria y muerte. Habéis
venido de un mundo donde los valores del hombre, ya perdidos,
se confunden con la insensatez y la locura; donde el poder que es
en realidad una fuerza inmanente y poderosa en el espíritu del
hombre, es confundido por el ambiciosos de dominio con la
irrupción en la administración pública o privada, como un medio
de alcanzar privilegios no ganados.

Habéis venido desde un mundo donde la palabra y el honor del


caballero se trocaron en el silencio cómplice que encubre al
delincuente; donde el acero que otrora sirvió para desfacer
entuertos y defender a la mujer y al débil, se convirtió en la
herramienta del canalla que despoja. De un mundo donde el ideal
caballeresco ya no existe.

Desde ese siniestro mundo de perfidia, habéis llegado hasta


nosotros en busca de refugio y seguramente de unos valores
concretos que os sirvan para templar vuestro corazón como
guerrero de la idea en pro de la justicia. Y se os han abierto las
puertas del Templo Augusto y los brazos fraternales de todos los
hermanos.

Pero para alcanzar al magno privilegio, habéis tenido que morir


primero, porque quien quiere nacer para emprender la nueva vida,
tiene inexorablemente que destruir su propio mundo.

En la Cámara de la Muerte, encontrasteis además los signos de la


vida, porque los masones reconocemos la dualidad natural de
todo lo existente. La semilla de trigo sintetiza el proceso fugaz de
una forma que desaparece en el seno de la tierra, para germinar
en profusión y mantener la perennidad de la existencia. Lo que ha
muerto esta noche en vos, lo que en vuestro grado se estará
pudriendo diariamente, es el cúmulo de ideas y conceptos fruto
del error y la mentira, del egoísmo, la insensatez y la locura, pero
que servirá de abono al germen de la nueva vida que decidisteis
emprender.
3

Habéis afrontado con valor las pruebas y saboreado el acíbar de


la muerte, que para los masones son sinónimo también de
nacimiento. La prueba que os falta ahora, más angustiosa quizás
y tormentosa, es la prueba de la vida, porque el nuevo nacimiento
implica el enfrentamiento con una terrible renovación, la tentativa
de un camino hacia vos mismo, la huella de un sendero que no
tendrá retorno a menos que periclitéis los principios que la Orden
os entrega y despreciéis el afecto de quienes os han recibido
como hermano, en cuyo caso el experimento de la nueva muerte
será definitivamente traumático puesto que os lacerará por
siempre la conciencia.

Si os dijera que esta noche habéis nacido para la Orden, la


afirmación sería inexacta. Pero si os digo que habéis nacido para
vos mismo, estoy afirmando una realidad. Sois dueño total de
vuestros actos y nosotros como hermanos solo seremos
vuestros guías. En cada símbolo encontraréis una enseñanza,
una tesis, un sendero hacia el bien o hacia el mal, que debéis
escoger de acuerdo a vuestro criterio, utilizando definitivamente
la razón.

Cuando os hablamos del Mal, no os estamos señalando el pecado


tal como lo hacen algunas religiones. Para los masones el Mal es
sinónimo de Desorden. El Desorden en presencia del Orden
Eterno, es especialmente transitorio. Ese mismo Desorden en
presencia del Orden Absoluto, es la voluntad del principio que
inició la Creación. Siendo el Desorden apenas relativo, la
afirmación absoluta del Desorden y del Mal, es esencialmente la
Mentira. El Mal en el Orden Filosófico, es la negación de la razón,
que algunos confunden con la Fe.

El Desorden referido al Orden Social, es la negación del DEBER,


mientras que en el Orden Físico es la resistencia a las inviolables
leyes naturales. Generalmente el Desorden se confunde con el
Mal y se habla de un mal que tiene que sufrirse y he aquí una
nueva confusión:
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En el mundo profano, el sufrimiento es considerado como un mal.


Pero para los masones el sufrimiento no es un mal, sino la
consecuencia del mal. El sufrimiento, puede incluso ser
considerado como el remedio del mal, puesto que nosotros nos
acostumbramos a observar más allá de la apariencia para poder
determinar cuándo una situación es causa o es efecto. Ese
extraordinario pensador que se llamó Eliphas Levi se pregunta:
"La Guerra es una mal?" y se responde: "Sí, pues hace estragos".
Pero la guerra para él, "es el trabajo generador de las
nacionalidades y de las civilizaciones".

Eliphas Levi no considera a los hombres como responsables de


la guerra, sino como sus víctimas, y nosotros que en nuestro
siglo hemos tenido que asistir a tantos conflictos en el mundo,
preguntamos: Quién se beneficia de la Guerra? Quién se
beneficia del conflicto armado interno en países como el nuestro?
Y escrutando en el subfondo del asunto descubrimos que es el
sistema el beneficiario y el gestor de los conflictos, porque la
guerra hace parte de la sociedad de consumo, el consumo de las
armas; es la razón de ser de la industria de la guerra que es la
misma industria de la muerte. Jesús, el filósofo de Galilea, el
Señor de Las Tristezas afirmaba: "Es preciso que haya
escándalos", porque comprendía que el mal, es la resistencia que
edifica la existencia del bien.

Comprenderéis ahora por qué os hemos recibido alborozados sin


exigiros perfecciones de ninguna índole y por qué se os ha dicho
que no ingresáis a una sociedad perfecta. Comprenderéis ahora
que son vuestros defectos y debilidades la materia prima que
como hombre nuevo, como masón, tenéis que trabajar para
cumplir la labor de perfeccionaros a vos mismo sin tener en
cuenta los defectos de los otros, ya que los masones miramos
más hacia el fondo de nosotros mismos y observamos más
nuestras propias reacciones, antes que las motivaciones de los
otros.
5

Cuando resalté el cuadro doloroso y terrible del mundo de donde


habéis venido, de donde hemos provenido todos los hombres que
fortalecemos las columnas de este Templo, de ese mundo de
injusticia, de dolor y de muerte, sólo quise reafirmar para todos
nosotros, la existencia de un campo experimental hacia el cual
debemos dirigir nuestro esfuerzo transformatorio de la conciencia
nacional.

Los masones tenemos el bagaje sublime de unos principios


milenarios cuya aplicación ha sido comprobada como la única
fórmula eficaz para la liberación de los pueblos. La masonería
tiene en sus principios, el fanal que puede iluminar las
conciencias en el mundo profano; y si queremos transformar
radicalmente esta situación angustiosa en que se encuentra
envuelta nuestra sociedad, tenemos que irradiar hacia ella en una
constelación de buenas voluntades.

No nos opongamos al cambio posiblemente más violento que de


pronto se avecina, porque la permanencia en el dolor se convierte
en agonía. Preguntémonos qué es lo más beneficioso para el gran
conglomerado, cuál es la situación capaz de afirmar o mejor de
crear una ética nacional y aprestémonos a comandar con nuestra
inteligencia y con nuestro esfuerzo denodado una lucha tenaz en
pro del bien. Rompamos las cadenas que nos atan a las viejas
estructuras, a los sistemas que demuestran ser ineficaces y como
entes creativos, aprestémonos a ser los comandantes del cambio,
recordando que la Ley de Creación actúa matemáticamente para
conducir la verdadera Intención a realidad tangible.

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