Enf Cerebrovascular 2014
Enf Cerebrovascular 2014
Enf Cerebrovascular 2014
Ciencias Biológicas
ISSN: 0253-5688
editorial.cenic@cnic.edu.cu
Centro Nacional de Investigaciones Científicas
Cuba
RESEÑA
Palabras clave: ictus, factores de riesgo, prevención, manejo, terapia antiagregante plaquetaria.
Key words: stroke, risk factors, prevention, management, antiplatelet therapy.
ABSTRACT. Cerebrovascular disease or stroke represents the first cause of mortality in adult population
and the first of the resulting discapacity. It constitutes an important health problem all over the world. The
management of stroke acute phase depends on the application of an adecuate therapy and moreover of an
emergency chain able to permit a suitable and rapid diagnostic and management. Nevertheless it is possible
to obtain the survival of the patientes, many of them survives with important limitations. After a transient
ischemic attack or stroke increases the risk of recurrent attack, therefore the secundary prevention is
determinant, its based on the control of modifiable risk factors by means of suitable life style and
medicaments. The expert guidelines considered the antiplatelet agents as first line drugs to prevent recurret
stroke, mantaining aspirin as first option. In those of intolerancy, allergic or resistant cases, clopidogrel is
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indicated. In the last years it is recomended long lasting action dypiridamol + aspirin as an advantageous
therapy. On the other hand, the use of statins and/or policosanol can also be added as options in the stroke
prevention because its lipid lowering action and beneficial pleiotropic effects. The objectives of the
present review summarizes the cerebrovascular disease or stroke, incidence, classification and ethiology.
The discusion of risk factor enphatizing its control as a clue measurement in the primary and secundary
prevention strategy. It is also discused the adequated pharmacological treatment for its management
according to the main clinical trials developed related to stroke. It is concluded that the best way to reduce
the cerebrovascular disease or stroke mortality and morbidity is based on the prevention, control of risk
factors, healthy life style and an suitable therapeutic managementtoxin in acellular vaccines. There is no
standardized protocol in vitro assays that allow use in the vaccine validation tests, so it is necessary to still
looking for an alternative histamine sensitization method to evaluate the toxicity of the pertussis toxin in
acellular vaccines, to avoid the use of animals for testing.
INTRODUCCIÓN
La aterosclerosis es una enfermedad inflamatoria sistémica que afecta a las arterias de diferentes
lechos vasculares y se caracteriza por cambios de la íntima y la media arterial que llevan a su
engrosamiento, irregularidad y pérdida de elasticidad. La placa de ateroma está compuesta
fundamentalmente de lípidos, células inflamatorias y tejido fibroso, y atraviesa diferentes etapas
desde la disfunción inicial del endotelio vascular hasta la formación de células espumosas, con
posterior proliferación de células musculares lisas y formación de la placa estable o de la placa
vulnerable o ambas.1
La aterosclerosis generalmente se complica con la erosión o ruptura de la placa y la formación de
un trombo en su superficie que facilita su crecimiento y la aparición de isquemia o necrosis,
refiriéndose como enfermedad aterotrombótica para incluir ambos procesos. La enfermedad
cerebrovascular, la enfermedad coronaria (EC) y la enfermedad arterial periférica (EAP) son el
resultado del desarrollo de la enfermedad aterotrombótica.1,2
La enfermedad aterotrombótica puede afectar a la vez, pero con diferente grado de progresión,
arterias de diferentes localizaciones como las que irrigan el corazón (coronarias), el cerebro
(carótidas, vertebrales y cerebrales) y las extremidades inferiores (iliacas y femorales) y las
manifestaciones clínicas dependen del lecho afectado. En las coronarias se manifiestan por los
síndromes coronarios agudos: infarto agudo del miocardio (IAM), muerte súbita o angina
inestable, en el cerebro como un ictus o un ataque transitorio de isquemia (ATI) y en las arterias
periféricas como claudicación intermitente o isquemia aguda de miembros inferiores.2,3
Los objetivos de la presente revisión se enmarcan en abordar brevemente la enfermedad
cerebrovascular o ictus, su incidencia, clasificación y etiología. Además, se discuten sus factores
de riesgo y se, enfatiza en su control como medida clave en las estrategias de prevención, así
como se aborda el adecuado tratamiento farmacológico para su manejo, de acuerdo con los
resultados de los principales estudios clínicos desarrollados en el marco de la prevención primaria
y secundaria del ictus.
Cerca de quince millones de personas anualmente sufren un ictus, de las cuales 5,5 mueren y
cinco millones presentan discapacidad permanente. Por tanto, el ictus es uno de los mayores
problemas de salud a nivel mundial, y los pronósticos indican que hasta el 2020 se mantendrá
entre las tres primeras causas de muerte en países desarrollados y en vías de desarrollo, con
tendencia similar en nuestro país.4-7
La enfermedad cerebrovascular ictus consiste en un déficit neurológico súbito debido a isquemia
o hemorragia del sistema nervioso central que comprende un grupo de trastornos de la circulación
cerebral. La forma predominante (75 a 85 %) de la enfermedad cerebrovascular la constituye el
ictus isquémico, el ictus hemorrágico representa un 20 % y la hemorragia subaracnoidea entre un
5 y 8 %.8,9
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La probabilidad de recurrencia del ictus es del 12 % en el primer año y del 30 % a los cinco años,
con mayor riesgo en los aterotrombóticos. Además, el ictus supone un riesgo aumentado de IAM
y muerte que duplica la mortalidad por recurrencia del ictus, especialmente a partir del tercer año
por lo que se, señala que entre un 10 - 20 % de pacientes con EAP mueren por ictus y entre un 40-
60 % por EC.10-12
El ictus se clasifica en hemorrágico cuando se localiza tejido hemático en el área de lesión,
mientras el ictus isquémico se origina por trastornos en la circulación cerebral causados por una
oclusión vascular focal que da lugar a una reducción transitoria o definitiva del aporte de oxígeno
y glucosa que afecta el funcionamiento de una o varias partes del encéfalo, con la consecuente
interrupción de la actividad metabólica del territorio afectado. La isquemia cerebral focal afecta
una zona específica y la global abarca al encéfalo en su conjunto y se subdivide en ATI e infarto
cerebral.9
Los ATI son episodios transitorios de disfunción encefálica focal de origen vascular cuyos signos
y síntomas se instauran en 4 a 5 min y suelen regresar en 3 h, con recuperación total en < 24 h.
Según el territorio afectado se dividen en carotídeo, vertebrobasilar e indeterminado y según
manifestaciones clínicas en retinianos, hemisférico-cerebrales, lacunares y atípicos. El ATI es un
factor de riesgo crucial en la aparición de un ictus, por lo que su adecuado diagnóstico y manejo
representa un desafío de la práctica médica. Por su parte, el infarto cerebral es un déficit
neurológico que persiste por más de 24 h, el cual resulta de una necrosis tisular por afectación del
aporte circulatorio a un territorio encefálico.13
Entre las causas de ictus se incluyen: a) las lesiones aterotrombóticas de las arterias cervicales
extracraneales y de las grandes arterias intracraneales que provocan hipoperfusión crítica distal en
el lugar de estenosis de alto grado, b) embolias arterio arteriales por lesiones aterotrombóticas que
provocan oclusiones de los vasos intracraneales, c) embolismos sistémicos de origen cardíaco
como prótesis valvulares, fibrilación auricular, trombos intracavitarios, miocardiopatía dilatada,
infarto de miocardio reciente, conexiones intracardiacas, d) lipohialinosis de arterias perforantes
que conduce a lesiones microangiopáticas lacunares. Entre las causas menos frecuentes se
encuentran: disección de las arterias cervicales, vasculitis y trombosis secundarias a
coagulopatías.8
Independientemente de su etiología, el ictus es una urgencia neurológica que requiere
hospitalización para confirmar el diagnóstico, establecer su etiología e implementar la terapia más
adecuada ya que por su perfil evolutivo puede empeorar por aumento de la intensidad en el
trastorno neurológico focal o por la adición de nuevos síntomas (ictus progresivos), tener un curso
regresivo (con tendencia a la mejoría) o no mostrar cambios en el déficit neurológico inicial
(tiempo mínimo de 24 h en infartos del territorio carotídeo y 72 h en los del territorio
vertebrobasilar) (ictus estables).8,14
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Factores genéticos La historia materna y paterna de ictus se ha asociado a un aumento del riesgo
de ictus que pudiera estar mediado por herencia genética de FR de ictus hereditarios, aumento
inherente de susceptibilidad a los FR, concurrencia familiar de estilos de vida o interacción de
factores genéticos y ambientales.3,4
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comparado con los no fumadores, respectivamente, si bien los fumadores pasivos también tienen
un riesgo aumentado de ictus.22,23
El tabaquismo contribuye al riesgo aumentado de ictus mediante un aumento agudo del riesgo de
generar un trombo en arterias de estrecho lumen y mediante sus efectos crónicos sobre el
desarrollo de la aterosclerosis. El hábito de fumar aumenta la agregación plaquetaria, la
concentración plasmática de fibrinógeno y otros factores de la coagulación, la presión arterial y
disminuye la del colesterol transportado por lipoproteínas de alta densidad (HDL-C), lesiona el
endotelio, contribuyendo a la progresión de la aterotrombosis.23
Fumar un cigarrillo aumenta la frecuencia cardiaca, la presión arterial media y reduce la
distensión arterial. Además de aumentar el riesgo de ictus trombótico y embólico, fumar triplica
aproximadamente el riesgo del ictus criptogénico en individuos de bajo potencial aterosclerótico y
cardioembólico.24
La eliminación del tabaquismo reduce el riesgo de ictus y otros eventos vasculares a un nivel que
se aproxima, sin llegar a alcanzar, al de los que nunca han sido fumadores. El riesgo atribuible al
tabaquismo se reduce en sujetos de edad avanzada por la mayor contribución de otros factores.23
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Dieta y nutrición Estudios epidemiológicos han mostrado que un elevado consumo de proteína
animal y grasas saturadas se asocia a un aumento del riesgo de ictus, mientras dietas ricas en
frutas y vegetales lo reducen.36-39
Por otra parte, mientras un elevado consumo de sodio se asocia a un riesgo aumentado de ictus, un
consumo elevado de potasio produce el efecto contrario, lo que parece estar mediado por los
efectos de este sobre la presión arterial. Los estudios clínicos han demostrado que la relación entre
el consumo de sodio y esta es directa y progresiva, y que un aumento en el consumo de potasio
reduce la presión arterial y que incluso cancela los efectos hipertensores del sodio.36,40
Sedentarismo Las evidencias del papel del sedentarismo en la aparición del ictus y otros eventos
severos vasculares se desprenden del efecto preventivo de la actividad física sistemática, la cual
reduce el riesgo de muerte prematura, enfermedad cardiovascular e ictus (isquémico y
hemorrágico) en ambos sexos.41
El efecto protector de la actividad física parece estar mediado, parcialmente, por su efecto sobre la
reducción de la presión arterial, la diabetes y el sobrepeso. La actividad física también reduce los
niveles plasmáticos de fibrinógeno, la actividad plaquetaria y eleva las cifras de HDL-C y la
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sensibilidad a la insulina. Por ello, se deben realizar ejercicios moderados por unos 30 min o más
la mayoría de los días.41,42
Obesidad La obesidad se define en función del índice masa talla (BMI) (kg/m2), de modo que
cifras entre 25 y 29,9 kg/m2 se definen como sobrepeso y valores ≥ 30 kg/m2 como obesidad. La
obesidad abdominal, a su vez, se define por la medición de la cintura, de acuerdo a la cual existe
obesidad abdominal si la cintura mide más de 102 cm en el hombre o más de 88 cm en la mujer,
o por la razón cintura/cadera.43
Lamentablemente, la prevalencia mundial de obesidad ha adquirido proporciones epidémicas y
estudios prospectivos sustentan que un aumento de peso se asocia a un aumento de riesgo de ictus.
En particular, estudios que investigaron el efecto de la obesidad definida según BMI y la obesidad
abdominal encontraron que esta última tiene mayor valor predictivo del riesgo de ictus.43,44
Fibrilación auricular (FA) Del 15-20 % de los ictus isquémicos son de origen cardioembólico,
fundamentalmente por la FA presente en casi el 50 % de estos casos. En un 70 % de los pacientes
la FA es no valvular, en el 20 % es valvular y en un 10 % no tiene causa cardiaca aparente. El
riesgo de ictus en pacientes con FA no valvular es de un 5 % anual y aumenta con la edad asi
como con otros FR como HTA, diabetes o insuficiencia cardiaca. En cambio, la FA valvular se
asocia con un riesgo 18 veces mayor. Cada año entre un 2 y un 4 % de casos con FA sin ATI o
ictus previos sufre un ictus isquémico.45,46
La presentación de FA aumenta con la edad y afecta a más del 5 % de los sujetos con ≥ 70 años,
por lo que se estima que uno de cada cuatro ictus en pacientes con ≥ 80 años, se deben a la FA.164
Los ictus asociados a la FA son en general de gran extensión y causan gran discapacidad, y la FA
también se asocia a un aumento de la mortalidad total.47
Estudios aleatorizados y controlados han establecido de modo convincente el valor de la terapia
antitrombótica en la reducción del riesgo de ictus en pacientes con FA. Se ha comprobado que la
warfarina produce una reducción de un 60 % y la aspirina de un 20 %. El umbral de riesgo
absoluto para indicar anticoagulantes depende del riesgo de hemorragia, de las preferencias del
paciente y del acceso a un monitoreo preciso y confiable del nivel de anticoagulación.48
La estratificación del riesgo es lo primero a definir, ya que la mayoría de los pacientes < 75 años
con FA y sin ATI o ictus previos tienen un riesgo relativamente bajo (1 a 2 % por año) si
consumen aspirina, por lo cual no se beneficiarían con la terapia anticoagulante, si bien pacientes
con FA cuyo riesgo de ictus sea > 4 % deben recibir anticoagulantes, de no existir
contraindicaciones.49
Varios estudios muestran que solo la mitad de los pacientes con FA reciben warfarina,
utilizándose menos aún en ancianos con FA, pues aunque el riesgo de ictus por FA aumenta con la
edad, los sujetos de 75 años o más presentan un riesgo duplicado de complicaciones
hemorrágicas. Aun así, si el riesgo de ictus isquémico sin warfarina es mayor que el riesgo de
sangrado debe utilizarse terapia anticoagulante.48
Alcohol El abuso del alcohol aumenta el riesgo de todos los tipos de ictus, con efecto marcado y
dosis dependiente sobre el riesgo de ictus hemorrágico.57
En el caso del ictus isquémico ha sido sugerido que bajas dosis de alcohol podrían tener un efecto
protector por el aumento de las concentraciones de HDL-C y la reducción de la agregación
plaquetaria. Sin embargo, a dosis elevadas el alcohol aumenta el riesgo de ictus al provocar HTA,
hipercoagulación, arritmias cardiacas, disminución del flujo sanguíneo cerebral y mayor
predisposición a la FA.58
La cantidad y el tipo de alcohol consumido tienen influencia en el riesgo de ictus, ya que el
consumo de 3 a 5 vasos diarios de vino, no de cerveza, redujo la mortalidad por ictus, y el
consumo leve o moderado de vino redujo el riesgo del primer ictus, apreciaciones confirmadas
por un meta-análisis.59
Anticonceptivos orales Las evidencias del aumento de riesgo de ictus por el uso de
anticonceptivos orales se asocian a elevadas dosis (≥ 50 µg de estradiol), mientras que con bajas
dosis no se ha encontrado un aumento del riesgo.62
Los datos de los meta-análisis son contradictorios y los efectos sobre el ictus hemorrágico menos
documentados, aunque parecen menores que sobre el ictus isquémico, excepto en ancianas en las
cuales el riesgo de ictus hemorrágico fue mayor. Algunos grupos de mujeres que consumen
anticonceptivos orales parecen estar en mayor riesgo que otros, tales como las mayores de 35
años, fumadoras, hipertensas, diabéticas o aquellas con eventos tromboembólicos previos. No
obstante, el riesgo absoluto de ictus por el consumo de bajas dosis de anticonceptivos orales es
muy bajo.63
La interrupción del flujo cerebral al cerebro durante los eventos isquémicos da lugar a una pérdida
de energía y muerte necrótica celular, lo que inicia una respuesta inmune, con activación de las
células inflamatorias y generación de especies reactivas de oxigeno que tienden a estimular la
liberación de citoquinas, producción de las moléculas de adhesión, movilización y activación de
leucocitos, plaquetas y endotelio.69
Otras evidencias sobre el papel del estrés oxidativo en el ictus asocian bajas concentraciones de
paraoxonasa, una esterasa/lactonasa asociada a las HDL implicada en su función antioxidante y
anti-inflamatoria con el ictus, ya que pacientes con ictus presentan concentraciones reducidas de
actividad paraoxonasa y HDL-C en comparasión con los controles, sugiere que una disminución
en la actividad de esta enzima podría ser considerada un FR de ictus isquémico. Otro estudio
mostró resultados consistentes, ya que la actividad paraoxonasa plasmática en pacientes con ictus
fue menor y las concentraciones de hidroperóxidos lipídicos mayores que en voluntarios sanos y
un análisis de regresión mostró una correlación significativa entre la actividad paraoxonasa,
hidroperóxidos lipídicos y severidad del déficit neurológico, por lo que tales datos sustentan el
papel del estrés oxidativo y de deficiencias en los mecanismos antioxidantes en el ictus.70,71
La prevención secundaria del ictus se basa en adoptar hábitos de vida saludables, controlar los FR
modificables e indicar el adecuado tratamiento farmacológico. El objetivo principal se centra en
prevenir el ictus recurrente, reducir su mortalidad y sus secuelas neurológicas. No obstante, la
prevención primaria del ictus es también importante, ya que > 70 % de los ictus ocurren en sujetos
sin eventos previos. El control de la HTA, la diabetes, la HC y la obesidad, el cese del tabaquismo,
la reducción del consumo de alcohol y la práctica de actividad física sistemática son aspectos
clave de esta estrategia.73
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dosis a largo plazo. Se ha sugerido, no obstante, que la aspirina es menos efectiva en inhibir la
agregación plaquetaria post- ictus o ATI en mujeres que en hombres y en diabéticos.85,86
Las plaquetas de los diabéticos, además de producir TXA2 en exceso, aumentan su adhesión por
vías no PG-dependientes mediadas por el receptor adenosindifosfato (ADP) y el enlace del
fibrinógeno al complejo glicoproteína (GP)IIb/IIIa. Por tanto, no todas las funciones plaquetarias
involucradas en la trombosis son sensibles a la inhibición de la COX-1 por aspirina, como ocurre
con la agregación al ADP. Además, los diabéticos presentan altas concentraciones de fibrinógeno
que aumentan su unión a las plaquetas vía receptor GPIIa/IIIb y desencadena aglutinación
plaquetaria independiente de la vía del TxA2. Por tanto, es más difícil lograr un efecto
antitrombótico en diabéticos, lo cual aplica también a la aspirina.87
Es posible, sin embargo, que los diabéticos, al igual que los no diabéticos, presenten "resistencia a
la aspirina," concepto definido para cada individuo bajo terapia con aspirina que sufra un evento
vascular, y que implica que uno de cada ocho pacientes de alto riesgo bajo terapia con aspirina
pueda desarrollar un evento aterotrombótico en dos años. En realidad, similar concepto podría
aplicarse al consumo de ß-bloqueadores, diuréticos, inhibidores de la enzima convertidora de
angiotensina –IACE- o estatinas, e incluso al consumo concomitante de estos tratamientos. Sin
embargo, como la recurrencia de ictus resulta muy elevadas, es de interés delimitar los no
respondedores al tratamiento estándar (aspirina) para abordar otras opciones. En tal sentido, cerca
de un 11% de pacientes con ictus no responden a la acción antiagregante de la aspirina y
presentan un deterioro neurológico temprano asociado a un mal pronóstico post-ictus.88,89
Los principales EA de la aspirina son gastrointestinales (náuseas, ardor, dolor estomacal) y
episodios de sangrado (60 a 70 %), cuyo riesgo absoluto es de 1 a 2 personas/1000 tratadas por
año.80,82,84,87
En resumen, la aspirina se mantiene como estándar de oro de la terapia antiagregante, por su
eficacia, costo y por evidencias de más de cien estudios aleatorizados que establecen su eficacia y
seguridad en la prevención de eventos aterotrombóticos, aunque existan aspectos en debate como
su dosis óptima en la profilaxis cerebrovascular; el umbral de su uso en la prevención primaria; la
aparente resistencia sexo-dependiente y la denominada "resistencia" a la aspirina. Sin embargo,
sus beneficios mencionados, su nuevo uso en la prevención del cáncer colorectal y el renovado
interés de su uso como analgésico/anti-inflamatorio en pacientes con osteoartritis y alto riesgo
cardiovascular, dado el aumento de riesgo cardiovascular por los inhibidores de la COX-2 y el
aumento de eventos gastrointestinales serios con otros inhibidores de la COX-1 sin los beneficios
de la aspirina, auguran un futuro aún joven para este medicamento con más de cien años en el
mercado.88,89,90-92
intolerantes o que bajo tratamiento sistemático con aspirina hayan sufrido eventos
aterotrombóticos.97
Pese a sus supuestas ventajas con respecto a la resistencia a la aspirina, hoy se reporta
considerable falta de respuesta al clopidrogel, por lo cual se han desarrollado nuevos antagonistas
al receptor del ADP (prasugrel, ticagrelor, cangrelor, elinogrel), de acción más rápida y estable, de
los cuales el más estudiado es el prasugrel.98 Sin embargo, su ventaja en reducir los eventos
isquémicos se acompaña de un aumento de los eventos de sangrado en casos con historia de ictus
y ATI, peso < 60 kg y edad mayor que 74 años, por lo cual su beneficio clínico neto no se
encuentra establecido.99
Las tienopiridinas muestran menor riesgo de hemorragia gastrointestinal que la aspirina, pero
mayor de diarrea, erupción y alteraciones hematológicas. Al igual que la ticlopidina, el
clopidogrel (50 a 100 mg/d) prolonga el tiempo de sangrado.93-95
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intracraneales y en la práctica los avances son limitados, pese al número de ensayos clínicos que
han evaluado el papel de los agentes trombolíticos en el tratamiento de la fase aguda del ictus.120
Los fibrinolíticos son el pilar principal de la terapia farmacológica para el ictus agudo. La primera
generación de trombolíticos comprende a la estreptoquinasa y la uroquinasa, ambos son efectivos
en la lisis del coágulo, pero no son específicos para la fibrina y no se usan en el tratamiento del
ictus isquémico agudo.121
Por otra parte y teniendo en cuenta los resultados de los estudios realizados y las recientes
recomendaciones de la AHA/ASA4 la administración del alteplase (activador tisular del
plasminógeno recombinante –rtPA-) constituye el estándar terapéutico actual para el tratamiento
de la fase aguda del ictus isquémico, el cual debe administrarse dentro de las 4,5 h post-inicio de
síntomas y en servicios especializados (más allá de la ventana terapéutica original de 3 h), por lo
cual solo se utiliza en un bajo porcentaje de casos (10 %), sin que existan otros trombolíticos de
uso sustentado.121,122
Por ello, pese a todas las investigaciones, tiempo y dinero invertido, el tratamiento del ictus agudo
require del desarrollo de nuevas generaciones de agentes trombolíticos seguros y más eficaces.120-
122
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En cuanto a sus efectos en pacientes con ictus isquémico, en dos estudios abiertos el policosanol
(20 mg/d durante cinco años), además de reducir el CT, mejoró la recuperación post-ictus
evaluada mediante la Escala Canadiense, de los cuales ninguno falleció y solo uno presentó ictus
recurrente.158,159
Por otra parte, dos estudios aleatorizados, a doble ciegas, demostraron que la administración de
policosanol (20 mg/d) + aspirina (125 mg/d) durante seis meses produjo mejorías en pacientes que
habían sufrido un ictus o ATI en la recuperación del déficit neurológico residual evaluado a través
de la escala Rankin modificada, así como un efecto beneficioso sobre la agregación plaquetaria,
las LDL-C y las variables oxidativas investigadas, ya que redujo significativamente las
concentraciones plasmáticos de MDA, y además incrementó significativamente la capacidad
antioxidante total del plasma,160,161 mientras que un estudio piloto mostró mejoría en la
recuperación neurológica tras el tratamiento con policosanol por largo plazo (un año).162
Los estudios clínicos han revelado un excelente perfil de seguridad a corto y largo plazo del
policosanol, incluso en poblaciones vulnerables a los EA de los medicamentos como ancianos,
pacientes con disfunción hepática y diabéticos. Un estudio de vigilancia farmacológica de cuatro
años en 27 874 pacientes corroboró la seguridad del policosanol, en el que se apreció una
frecuencia acumulativa de EA de solo un 0,3 %,163 mientras que un estudio post-mercadeo en
ancianos seguidos por tres años confirmó la excelente tolerabilidad del tratamiento.164
CONCLUSIONES
El estudio permite concluir que la mejor manera de reducir la morbilidad y mortalidad por
enfermedad cerebrovascular o ictus radica en su prevención, en el control de los factores de
riesgo, en la adopción de un estilo de vida saludable, así como en su adecuado manejo
terapéutico.
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