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Apuntes ecv isquemico

Medicina General (Universidad Nacional Experimental de los Llanos Centrales Rómulo


Gallegos)

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Apuntes ari ecv isquemico

La enfermedad cerebrovascular (ECV) es el resultado de la oclusión o ruptura de un vaso


suplementario del encéfalo. Es el más común de los problemas importantes del sistema
nervioso central. El EVC es el inicio súbito de una deficiencia neurológica por un mecanismo
vascular el 85% es de origen isquémico y el 15% de los casos se trata de hemorragias
primarias.

En el ECV isquémico el flujo sanguíneo se encuentra interrumpido o se hace insuficiente y


conduce a una isquemia o infarto cerebral focalizado sobre un área determinada. un
déficit isquémico que se resuelve en poco tiempo se denomina accidente isquémico
transitorio (transient ischemic attack, TIA); a menudo se establece 24 horas cómo el límite
entre el TIA y el evento cerebro vascular (ECV), ya sea que haya ocurrido o no un infarto,
aunque la mayor parte de los TIA dura entre 5 y 15 minutos. El ECV es la causa principal de
discapacidad neurológica en adultos; 200 000 muertes cada año en Estados Unidos. Es
mucho lo que puede hacerse para reducir la morbilidad y mortalidad mediante la prevención
y la intervención urgente.

El último Anuario Estadístico del Ministerio de la Salud de Venezuela realizado en el 2012,


reveló que el ECV es la tercera causa de muerte en nuestro país, con 11.308 fallecidos.
Estadísticas de la Organización Mundial de la Salud revelan que el ECV es la tercera causa
de muerte en el mundo, la segunda causa de demencia y la primera causa de discapacidad
crónica en adultos.

Uno de cada seis venezolanos mayores de 60 años sufrirá un ECV a lo largo de su vida,
una estadística que coincide con la media mundial, según el presidente de la Sociedad
Venezolana de Neurología, en Venezuela al menos 31 personas mueren a diario a causa de
un ECV, de acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Salud para 2012, pero a pesar de
la alta frecuencia de esta situación muchas personas aún no saben qué es y cuáles son sus
causas.

Etiología ECV isquémico


Factores de riesgo

No modificables: edad-raza La edad es el factor de riesgo no modificable más importante.


Como se ha mencionado, la incidencia de ACV se incrementa de manera exponencial con
el aumento de la edad. A partir de los 55 años, la incidencia de ACV se duplica con cada
década. Del mismo modo que la ECV es más prevalente en personas de raza negra, existe
un indicio serio de mayor incidencia de ACV en la población hispana en Norteamérica que
está actualmente en estudio.

Modificables La hipertensión arterial (HTA), el hábito de fumar, la diabetes mellitus y las


dislipidemias son los factores de riesgo mejor definidos en ECV. Hay además, claras
asociaciones con predisponentes como ataque isquémico transitorio (AIT), fibrilación
auricular (FA), enfermedad arterial coronaria y enfermedad estenótica de la válvula mitral.
Se estima que cerca de la mitad de los accidentes isquémicos están relacionados con los

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efectos vasculares de la hipertensión, el tabaquismo, y la diabetes. La HTA, después de la


edad, es el factor de riesgo de mayor importancia. La hipertensión sistólica aislada, cuya
prevalencia aumenta con la edad, incrementa el riesgo de ataque cerebrovascular (ACV) de
dos a cuatro veces. La relación de hipertensión arterial y ACV es de tal naturaleza, que
reducciones moderadas en las cifras de presión arterial se traducen en reducciones
significativas de incidencia de ACV. Un estudio chino reciente ha demostrado claramente
este fenómeno. La diabetes incrementa el riesgo de uno a tres dependiendo del tipo de
ACV. La asociación entre la enfermedad coronaria y las enfermedades vasculares
cerebrales se explica mejor por el hecho de compartir patogenia similar.

El ECV isquémico se clasifica en arteriosclerótico de gran vaso, cardioembólico,


arteriosclerótico de pequeño vaso, secundario a otras causas y de etiología incierta.

Signos y síntomas del ECV isquémico

● Problemas para hablar y comprender. Puede haber confusión. Puede arrastrar las
palabras o tener dificultad para comprender el habla.

● Parálisis o entumecimiento de la cara, los brazos o las piernas. Puede padecer


entumecimiento repentino, debilidad o parálisis en el rostro, los brazos o las piernas.
Por lo general, esto ocurre en un solo lado del cuerpo, dependiendo del área del
cerebro que fue afectada, por lo que también puede haber problemas para caminar.
Se puede tropezar o tener mareos repentinos, pérdida del equilibrio o pérdida de
coordinación. Trata de levantar los brazos por encima de la cabeza al mismo tiempo.
Si un brazo empieza a caer, es posible estar en presencia de un ictus.
Adicionalmente puede haber desviación de rasgos faciales y un lado de la boca
puede caerse cuando se trata de sonreír.

● Dificultades para ver con uno o ambos ojos. Es posible que de repente exista visión
borrosa o ennegrecida en uno o en ambos ojos, o que haya visión doble.

● Dolor de cabeza. Un dolor de cabeza intenso y repentino, que puede estar


acompañado de vómitos, mareos o estado alterado de conciencia, puede indicar que
que se está en un ECV en evolución.

● Pérdida de sensibilidad u hormigueos en la mitad del cuerpo

● Aproximadamente un 30% de los pacientes pueden tener síntomas previos, de


aviso, de escasa duración, llamados «ataques isquémicos transitorios». Es
importante su identificación, ya que puede evitar un infarto cerebral posterior.

Diagnóstico ECV Isquémico

Los objetivos generales del diagnóstico en el accidente cerebrovascular agudo (ACVA)


isquémico son dos: poder tratar al enfermo precozmente, para evitar o minimizar el daño

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cerebral irreversible, y lograr el conocimiento necesario para instaurar un plan de


prevención secundaria que resulte eficaz. El tiempo es esencial en la fase aguda del ictus
isquémico; las medidas terapéuticas orientadas a la repermeabilización del vaso ocluido
(trombólisis) y a incrementar la resistencia del cerebro frente a la isquemia
(neuroprotección) sólo serán eficaces si se aplican durante las primeras 3 (o a lo sumo 6)
horas desde el inicio de los síntomas. Por ello es necesario acortar lo más posible la
duración del proceso diagnóstico inicial, hasta reducirla a 1 hora como máximo. Por otro
lado, hay que lograr que los pacientes lleguen precozmente al hospital, educando a la
población y a los servicios médicos de emergencia para que sepan reconocer los síntomas
de un ictus. El proceso diagnóstico del ictus isquémico comprende los siguientes pasos:

1. Diferenciar entre ictus y otros procesos con clínica neurológica similar, descartando
hipoglucemia, síncope, vértigo periférico, intoxicación por drogas, crisis epiléptica, crisis
hipertensiva, encefalopatía hipertensiva, migraña con aura, brote de esclerosis múltiple,
hematoma subdural, parálisis de Bell, hiperventilación, encefalitis focal, tumor o traumatismo
craneal, especialmente en los enfermos en estado comatoso.

2. Diferenciar entre ictus hemorrágico e isquémico (para ello es necesario realizar


tomografía computarizada [TC] y/o Resonancia Magnetica Nuclear (RMN).

3. Averiguar el tipo etiopatogénico del ictus isquémico y la localización topográfica de la


lesión arterial, así como establecer su probable pronóstico.

4. Valorar la posible existencia de factores sistémicos asociados y de complicaciones


inmediatas. Valoración de las complicaciones y de la gravedad de la lesión cerebral. La
presencia en la TC precoz de signos de infarto (hipodensidad, datos de expansividad o
hidrocefalia) o del signo de la arteria hiperdensa, indica un mal pronóstico y una
transformación hemorrágica más frecuente.

Historia clínica y exploración física

Se hará un revisión de la clínica neurológica incluyendo la historia médica del paciente, lo


que hacía en el momento del inicio, el curso y desarrollo de los síntomas, el interrogatorio
sobre episodios previos y la presencia o no de déficits como paraplejía, disartria, cefalea,
vómitos, crisis, ataxia, déficit sensitivo, hemiparesia, afasia, desviación oculocefálica,
alteraciones visuales y oculares o pérdida de conciencia. Basándose exclusivamente en los
datos clínicos del paciente sólo puede diagnosticarse con seguridad el 43% de los infartos
no hemorrágicos, ya que no existen características clínicas específicas que permitan
diferenciar el ictus isquémico del hemorrágico.

Es necesario que en el mismo servicio de Urgencias se aplique a cada paciente una escala
de valoración clínica del ictus (como la Canadiense o la del NIH) y, si existe alteración de la
conciencia, también la Escala de coma de Glasgow. Clínicamente se ha observado un peor
pronóstico asociado a disminución del nivel de conciencia, parálisis de la mirada conjugada
(desviación oculocefálica), alteraciones pupilares y signos de importante disfunción de
tronco.

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Pruebas complementarias

La realización de determinadas pruebas complementarias permite conocer la localización, el


tipo y la gravedad de la lesión cerebral, así como saber si existe o no problema
cardiovascular asociado y su importancia:

Electrocardiograma
Detecta los trastornos del ritmo (que a veces son paroxísticos) y la existencia de isquemia o
infarto de miocardio.

Radiografía simple de tórax


Para valorar silueta cardíaca, aorta torácica y parénquima pulmonar.

Tomografía computarizada craneal sin contraste


Debe solicitarse al llegar el paciente al servicio de Urgencias, realizándose lo antes posible.
Permite descartar el tumor cerebral, el hematoma subdural, la hemorragia subaracnoidea y
el hematoma intracerebral, aunque generalmente no muestra la lesión parenquimatosa
isquémica durante las 4‐6 primeras horas.

Técnicas de ultrasonografía doppler

Eco‐doppler de troncos supraórticos (TSA) y doppler de TSA y transcraneal (TC). Ambas


técnicas son complementarias y en el caso que sea posible, deben realizarse de rutina en
todos los pacientes con ACVA isquémico, preferiblemente durante las primeras 24 horas de
evolución.
Resonancia magnética craneal

La resonancia magnética (RM) cerebral muestra el infarto primero, incluso al cabo de 1 o 2


horas, sobre todo si se emplean secuencias difusion y es superior a la TC en sensibilidad,
especialmente en los ictus vertebrobasilares y en los lacunares. Debe practicarse también
ante sospecha de trombosis venosa cerebral y de síndrome de moyamoya.

Angiografía por RM (angio‐RM) o angiografía por TC helicoidal (angio‐TC)

Ambas técnicas nos permiten el diagnóstico de aneurismas o malformaciones


arteriovenosas (MAV) intracraneales, disección carotídea o vertebral (para considerar
tratamiento anticoagulante), estenosis arterial cerebral, trombosis venosa cerebral y
estenosis carotídeas extracraneales. Para la enfermedad oclusiva carotídea, la angio‐TC
ofrece mayor sensibilidad que la angio‐RM.

Arteriografía

La arteriografía convencional mediante sustracción digital continúa estando indicada en


casos de estenosis carotídea extracraneal tratable mediante endarterectomía o angioplastia,
en algunos pacientes con sospecha de disección arterial no valorada adecuadamente con la

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angio‐RM o angio‐TC, ante la sospecha de vasculitis y cuando se plantee tratamiento


trombolítico intra‐arterial en embolias de ACM o casos de oclusión aguda de la arteria
basilar.

Ecografía

La valoración ecocardiográfica está indicada en todo paciente en el que se sospeche


embolismo de origen cardíaco, así como en los ictus en paciente joven y en los infartos sin
una clara etiología aterotrombótica o lacunar. Aunque debe realizarse lo antes posible, raras
veces es necesario practicarla de urgencia, salvo si se sospecha endocarditis. Se inicia con
un estudio transtorácico (TT), que nos informa sobre la presencia de acinesias ventriculares,
valvulopatías, crecimiento auricular izquierdo, tamaño y función del ventrículo izquierdo y
trombos o tumores intra cardíacos. El ecocardiograma transesofágico (TE) está indicado
cuando se sospeche ateroma del arco aórtico, aneurisma del tabique interauricular,
vegetaciones valvulares o sospecha de trombo intraauricular.

Electrocardiograma‐Holter

El registro electrocardiográfico continuo durante 24 horas está indicado en casos de


sospecha de arritmias paroxísticas embolígenas (fibrilación auricular, enfermedad del seno).

Electroencefalograma

Debe practicarse a los pacientes que presenten crisis epilépticas y cuando se plantee el
diagnóstico diferencial entre epilepsia (con parálisis postcrítica de Todd) y ACVA.

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