Derramamiento
Derramamiento
Derramamiento
herencia?
La esencia de un avivamiento
Unos pasajes en Apocalipsis, escritos a diversas iglesias, nos hacen ver lo que es
la esencia de un avivamiento:
"Recuerda, por tanto, de donde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras
obras..." (Apoc.2:5) "Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y
guárdalo, y arrepiéntete." (Apoc.3:3)
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El Señor dice a las iglesias "muertas y por morir", que volvieran a lo que recibieron
en el principio. Cada avivamiento en la historia comenzó con el clamor de unos
discípulos desesperados por la frialdad y apostasía de la iglesia: ¡Volvamos a lo
que era en el principio! ¡Volvamos a la comunión con Jesucristo que tenían los
primeros discípulos! ¡Volvamos a la sencillez y la pureza de corazón de la primera
iglesia! ¡Volvamos al temor a Dios que era tal que un Ananías y una Safira no
pudieron quedarse con vida en medio de una iglesia santa!
Así también al inicio del avivamiento de la Calle Azusa, hubo unos discípulos que
clamaron: ¿Dónde está hoy el poder y la autoridad que tenían los apóstoles?
¿Dónde está la obra del Espíritu Santo que conocía la primera iglesia? ¡Volvamos a
lo que era en el principio!
Una noche, una de las hermanas tuvo una visión. Ahora recuerden, en un
avivamiento, Dios obra en maneras maravillosas. En la visión, la mujer vio la iglesia
de sus padres llena de jóvenes. Y un ministro extraño estuvo parado en el púlpito.
Ella fue tan impresionada por la visión que hizo llamar al ministro de la iglesia.
Puesto que él conocía a las dos hermanas y sabía que eran mujeres que conocían
a Dios en una manera maravillosa, él respondió a la invitación y llegó a su
choza. Esa mañana, una de las hermanas dijo al ministro: "Ud. tiene que hacer algo
acerca de la situación. Yo sugiero que Ud. llame a los líderes de la iglesia y que
juntos pasen con nosotros por lo menos dos noches por semana en oración. Los
martes y viernes, si Ud. junta a los líderes, Uds. pueden reunirse en un granero (en
un pueblo de campesinos, uno puede reunirse en un granero), y mientras Uds. oran
allí, nosotras oraremos aquí." Bueno, así lo hicieron; siete de los líderes de la iglesia
oraban en un granero cada martes y viernes; y las dos mujeres ancianas oraban al
mismo tiempo.
Esto continuó por algunas semanas - creo que casi un mes y medio. Hasta que
una noche - ahora esto deseo que lo comprendan muy bien - una noche, ellos
estaban arrodillados allí en el granero, clamando a Dios por la promesa: "Yo
derramaré agua sobre aquel que tiene sed, y ríos sobre la tierra seca", cuando un
joven, un diácono, se puso de pie y leyó del Salmo 24: "¿Quién puede subir al
monte de Dios? ¿Quién puede estar en Su lugar santo? El que tiene manos
limpias y un corazón puro; que no elevó su corazón a vanidades, ni jurado
falsamente. Este recibirá la bendición (no "una bendición", sino LA bendición) del
Señor." - Y entonces este joven cerró su Biblia. Y mirando al ministro y a los otros
líderes, dijo: "Me parece nada más que engaño, estar orando como estamos
orando, esperando como estamos esperando, si nosotros mismos no estamos en
una relación correcta con Dios." Y entonces levantó sus dos manos y oró: "Dios,
¿son mis manos limpias? ¿Es mi corazón puro?" Pero no pudo decir más. Este
joven cayó sobre sus rodillas y después cayó en un trance. Ahora no me pidan
explicarlo, porque no puedo. El cayó en un trance y estuvo así postrado en el suelo
del granero. Y como me contó el ministro, en este momento, él y los otros líderes
fueron conmovidos con la convicción de que un avivamiento enviado por Dios tiene
que ser relacionado siempre con la santidad. ¿Son mis manos limpias? ¿Es mi
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corazón puro? A esta persona, Dios le encomendará un avivamiento - esta fue la
convicción. Cuando sucedió esto en el granero, el poder de Dios inundó la
comunidad. Y una consciencia de la presencia de Dios conmovió la comunidad, en
una manera que no había sucedido antes por más de cien años. Una consciencia
de la presencia de Dios - esto es avivamiento. El día siguiente, todo estaba
silencio, poco trabajo se hizo en las granjas, porque hombres y mujeres estaban
ocupados pensando en las cosas eternas, conmovidos por realidades eternas.
Nunca olvidaré la noche que llegué a la isla. Llegamos a la iglesia a las cuarto para
las nueve y encontramos a unas 300 personas reunidas. Y yo di un mensaje. Nada
sucedió realmente durante el culto. Fue una buena reunión. Hubo un sentir de
Dios, una consciencia de que Su Espíritu se movía, pero nada más allá de esto.
Entonces yo oré la bendición y salimos de la iglesia aproximadamente a las cuarto
para las once.
Justo cuando salí por el pasadizo, junto con el joven diácono que había leído el
Salmo en el granero, él de repente se paró en el pasadizo, y mirando hacia el cielo
dijo: "Dios, tú no puedes fallarnos. Dios, tú no puedes fallarnos. Tú has prometido
derramar agua sobre los sedientos, y ríos sobre la tierra seca - Dios, ¡tú no puedes
fallarnos!" Después él se arrodilló en el pasadizo y siguió orando, y después cayó
otra vez en trance. En este momento se abrió la puerta - fue ahora las once - y el
herrero del pueblo regresó a la iglesia y dijo: "Señor Campbell, algo maravilloso ha
sucedido. Oh, estábamos orando que Dios derrame agua sobre los sedientos, y ríos
sobre la tierra seca; y escuche, ¡El lo ha hecho! ¡El lo ha hecho!"
Cuando llegué a la puerta de la iglesia, vi una congregación de unas 600 persona s.
¿De dónde habían venido? ¿Qué había sucedido? Creo que en aquella misma
noche, Dios se había movido con el poder de Pentecostés - el poder del Espíritu
Santo. Y lo que había sucedido en los primeros días de los apóstoles, sucedió
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ahora en la comunidad de Barvas.
Esto continuó por casi tres años, hasta que la isla entera fue barrida por el gran
poder de Dios.
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Un relato fiel de la obra sorprendente de Dios (1736)
Por Jonatán Edwards (1703-1758)
I. Introducción general
Pero dos o tres años después, los jóvenes comenzaron a estar más dispuestos a
escuchar consejos, y poco a poco dejaron sus fiestas, y mostraron más
preocupación religiosa.
Al fin del año 1733 apareció una apertura aun más grande entre los jóvenes. Ellos
solían hacer sus fiestas especialmente los domingos por la noche. Pero decidí
mencionar en una prédica lo malo que era esta práctica, e insté a los padres que
gobernasen a sus familias y que mantuviesen a sus hijos en casa por las noches.
Pero los padres encontraron que ni siquiera era necesario tomar medidas en el
caso, porque los mismos jóvenes fueron convencidos por lo que habían escuchado
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desde el púlpito, y obedecieron por voluntad propia. De esta manera hubo una
reforma inmediata de su comportamiento.
En otoño de aquel año propuse a los jóvenes reunirse entre ellos los domingos por
la noche para conversar de asuntos religiosos, y para este fin formar varios grupos
que se iban a reunir en las diferentes partes del pueblo. Así lo hicieron y cont inuaron
con estas reuniones hasta hoy, y su ejemplo fue imitado por adultos mayores.
Alrededor de este tiempo comenzó en esta tierra la gran controversia acerca del
arminianismo. Los fieles piadosos se sentían amenazados; pero al contrario, la
controversia contribuyó al avivamiento. Muchos de los que sabían que no tenían a
Cristo parecían despertar, porque temían que Dios se iba a retirar de la tierra, que
íbamos a ser abandonados a enseñanzas falsas y principios corruptos, y que
entonces ya no tendrían oportunidad para salvarse. Otros comenzaron a dudar un
poco de las verdades que habían sido enseñadas, y entonces empezaron a inquirir
con mucha preocupación, cuál era el camino para ser aceptado por Dios.
Hasta ahora se veía como algo extraño que Dios haya obrado en alguien para
salvación, y cambiado de manera signifiactiva, en su niñez. Pero ahora hay cerca
de treinta personas que aparentemente fueron tocados para salvación, entre los
diez y catorce años de edad; dos entre nueve y diez años; y uno de cuatro años; y
puesto que supongo que pocos creerán este último caso, daré más abajo un relato
detallado de ello.
Procederé ahora a dar un recuento de la manera como esta obra (para conversión)
se manifiesta en las personas; y hay una gran variedad entre ellos, pero en
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muchos aspectos hay una analogía en todos.
Hay una gran variedad en cuanto al grado de temor y preocupación que la gente
siente antes de alcanzar el perdón de Dios. Algunos son llevados con más ánimo y
esperanza que otros. Algunos sintieron el desagrado de Dios tan fuertemente que
no podían dormir de noche; la idea de dormir en una tal condición perdida les
horrorizaba... La conciencia abominable de su miseria generalmente aumentaba,
cuánto más una persona se acercaba a su liberación.
Algunos están cerca de la desesperación y todo les parece tan oscuro como la
medianoche, poco antes de que el día amanece en sus almas. Algunos clamaron
bajo el terrible peso de su culpa, asombrados de que Dios todavía les permitía
seguir viviendo en la tierra, en vez de mandarlos inmediatamente al infierno. Otros
no sintieron tanta desesperación, pero tuvieron una consciencia muy profunda en
sus corazones, acerca de su propia depravación y muerte en pecado.
Muchos, en estas circunstancias, sintieron una gran envidia hacia sus amigos
piadosos, especialmente hacia los que fueron convertidos hace poco. Se sintieron
molestos con Dios porque El había obrado en otros para conve rsión y en ellos no.
Tuve que insistir mucho en que aborreciesen hasta lo extremo estos pensamientos
envidiosos, porque si les daban lugar, iban a apagar el Espíritu de Dios, o incluso
provocarle a abandonarlos completamente. - Pero en algunos casos, cuando la
gente se dio cuenta de esta terrible maldad en sus corazones, Dios obró algo
bueno de lo malo, y lo usó para despojarlos de toda confianza en sí mismos.
La tendencia del Espíritu de Dios parece ser, en su obra con el hombre, llevarlo
bajo una convicción de su dependencia absoluta de Su soberano poder y gracia, y
de la necesidad de un mediador. El tuvo que mostrarles que no podían ayudarse a
sí mismos de ninguna manera, y que Dios sería completamente justo al
rechazarlos y desecharlos para siempre.
(N.d.Tr.) Veo necesario insertar una nota aquí - cuán descarriados y confundidos
estamos hoy en día: Lo que menciona Jonatán Edwards aquí, el "confesar
pecados y cumplir deberes religiosos", ya lo tomamos por una conversión. Y
cuando estos supuestos convertidos vuelven a caer, les decimos: "No importa,
Jesús te perdona." - ¿o no? - Edwards lo vio más claramente: estos son los
intentos inútiles del inconverso para aplacar la ira de Dios. Después explicará cuál
es la conversión verdadera.
Ellos no saben que es algo muy diferente que tienen que hacer para obtener la
gracia de ser convertidos; algo que nunca hicieron. Si alguien les dice que confían
demasiado en su propia fuerza, no pueden desaprender esta actitud de una vez.
Todo les parece oscuro como la medianoche, y siguen caminando sin encontrar
descanso, hasta que están completamente debilitados, quebrantados, y
humillados. Entonces Dios les da la convicción de su propia incapacidad e
insuficiencia, y les hace descubrir el verdadero remedio en un conocimiento más
claro de Cristo y Su evangelio.
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Algunas personas caminan en este laberinto diez veces más tiempo que otros. En
muchos, Dios hizo la obra en mucho menos tiempo: El despertó sus consciencias y
los convenció tan profundamente de su gran maldad y de la ira de Dios contra el
pecado, que rápidamente dejaron de confiar en ellos mismos, y se postraron en el
polvo ante el Dios santo y justo. Y algunos no tenían una convicción tan profunda
antes de su conversión, pero la tuvieron después y mucho más profunda. Dios no se
ha limitado a un método específico en su trato con los pecadores. Algunos
estuvieron bajo esta convicción durante pocos días hasta alcanzar la conversión;
otros durante meses o hasta años. Algunos estaban por muchos años muy
preocupados por su salvación, pero no lo suficientemente despertados para
alcanzarla. Otros vivían una vida licenciosa hasta muy poco antes de convertirse;
pero pronto llegaron a un gozo santo en las grandes bendiciones que Dios les
otorgó.
Un ministro que trata con almas bajo tales circunstancias, tiene que insistir
fuertemente en que Dios no está bajo ninguna obligación de mostrar misericordia a
algún hombre natural; y que nadie puede exigir algo de Dios, ni por justicia ni por
promesa, a cambio de algo que hizo antes de creer en Jesucristo, o antes de
empezar a arrepentirse de verdad. Si yo les hubiera enseñado algo diferente, yo
los hubiera destruido. Hubiera deshecho directamente lo que el Espíritu de Dios
iba a hacer en ellos. Sin embargo, los que estaban bajo convicción, necesitaban
también ser animados por la misericordia suficiente de Dios en Cristo. De esta
manera, la convicción y el ánimo, el temor y la esperanza, deben mezclarse en la
proporción apropiada para mantener sus mentes en el medio entre los extremos de
adulación a sí mismos por un lado, y el desánimo completo por el otro lado. Los
discursos más bendecidos fueron aquellos donde insistí en la absoluta soberanía
de Dios respecto a la salvación de los pecadores, y en Su libertad justa en cuanto
al responder a las oraciones de hombres naturales. Nunca encontré tanto fruto
inmediato de salvación, que cuando predicaba acerca de estas palabras en
Romanos 3:19: "Que cada boca sea tapada"; demostrando que sería justo que
Dios desechara para siempre a todos los hombres naturales.
... A menudo, antes de descubrir esta justicia de Dios, sus mentes están inquietas,
en una lucha o angustia; pero tan pronto como les llega esta convicción, su mente
se calma de una manera inesperada; y a menudo la carga sobre sus espíritus se
alivia, y comienzan a tener una esperanza general que en algún momento Dios
tendrá misericordia de ellos. Algunos hacen entonces una decisión de permanecer
a los pies de Dios y esperar hasta que llegue su tiempo, y descansan en esto. No
se dan cuenta de que exactamente ahora el Espíritu de Dios los ha preparado para
recibir la misericordia de Dios.
Esta calma del espíritu continúa por algún tiempo, antes que reciban una
revelación clara de la gracia de Dios según el evangelio. Pero a menudo reciben
una vista consoladora y dulce del Dios misericordioso, del Redentor suficiente,
inmediatamente después de que hayan visto su infierno merecido y la soberanía
de Dios en cuanto a su salvación. A menudo ven su mente dirigida hacia Cristo en
Su suficiencia y Su voluntad de salvar a pecadores; otros reciben pensamient os
acerca de los atributos dulces y gloriosos de Dios que se manifiestan en el
evangelio y en el rostro de Cristo: Su misericordia y gracia; o Su poder infinito para
salvarles; o Su verdad y fidelidad. Algunos descubren primero la verdad y certeza
del evangelio; otros, la verdad de ciertas promesas específicas... A menudo tienen
un texto particular de las Escrituras en la mente; a veces una multitud de
invitaciones y promesas divinas, que llenan el alma más y más con consuelo y
satisfacción.
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A veces, la gracia aparece después de la humillación, en forma de un anhelo serio
de conocer a Dios y a Cristo; de amarle, de vivir humildemente ante Él, de tener
comunión con Cristo. Este anhelo va unido a una decisión firme de seguir por
siempre a este bien supremo, dispuesto a mantener la esperanza. Cuando una
persona comienza en esta actitud, normalmente siguen otras experiencias que
manifiestan aun más claramente un cambio del corazón.
...A menudo, cuando Dios les revela por primera vez el alivio en el fundamento del
evangelio, no piensan por nada en ser convertidos. Simplemente se sienten
refrescados por la suficiencia de Dios y la provisión abundante en Cristo, después
de haber sido tan abatidos en su culpa y temor a la ira. Esto engendra en ellos una
determinación firme de dedicar sus vidas enteras a Dios y a Su Hijo, y a esperar
pacientemente hasta que Dios efectúe todo; y a menudo están firmemente
convencidos de que Dios lo hará en Su tiempo. Así es obrado en ellos un reposo
santo del alma en Dios por medio de Cristo. Pero no se imaginan que ahora son
convertidos. La razón de esto es, a menudo, que ellos no ven que este disfrute que
tienen en el descubrimiento de la gracia, ya es la verdadera aceptación de ella. No
saben que esta dulce satisfacción en la misericordia y salvación completa de Dios,
es una verdadera recepción de Su misericordia, o la evidencia clara de su
recepción. Ellos esperaron no sé que clase de actuación del alma; o quizás ni
sabían qué esperar. De hecho, muchos de ellos, antes de su propia conversión,
tenían una idea muy imperfecta de lo que era la conversión. Las expresiones que
otros usaron para describir la conversión, no comunicaron a sus mentes las ideas
que significaban. No entendieron más de lo que un ciego de nacimiento entiende
cuando le describimos los colores. ...Se ha observado (en nuestra ciudad) que las
personas de mayor entendimiento, que habían estudiado más acerca de estas
cosas (de la conversión), eran más confundidos que los demás. Algunos de ellos
declararon que toda su sabiduría anterior fue deshecha. Pareció que ellos tenían
más necesidad de ser instruidos accerca de sus propias circunstancias, que aun los
cristianos sencillos. Fue maravilloso ver como a veces las emociones de las
personas fueron movidas cuando Dios repentinamente abrió sus ojos. Su sorpresa
gozosa hizo saltar sus corazones; algunos estallaron en risa, a menudo derramando
lágrimas como un río y llorando al mismo tiempo. Algunos no pudieron impedir gritar
a alta voz, expresando su gran admiración. Muchos continúan por mucho tiempo en
estas experiencias de la gracia sin pensar que fueron convertidos; y nadie sabe
cuanto tiempo continuarían sin saberlo, si no recibieran ayuda por medio de
instrucciones particulares. De otro modo algunos continúan en este estado por
años; algunos con gran ánimo y esperanza que algún día recibirán misericordia;
otros volviendo a una desesperación aun más grande. El satanás no desperdicia
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estas oportunidades de tentar a estas personas. Por esto, las personas necesitan
un guía que les haga entender la Palabra de Dios acerca de la gracia, y que les
ayude a aplicarla a ellos mismos
Cada vez que he sido satisfecho acerca las evidencias de salvación en una
persona, yo se lo señalaba. Muchos me han culpado y censurado por causa de
esta práctica. Pero yo nunca estaba juzgando a las personas, sino a las
experiencias tales como ellos mismos las declaraban y calificaban. Les ayudé e
instruí a aplicar las reglas de las Escrituras a su propio caso; y donde un caso me
parecía claro, yo expresaba libremente mi esperanza. Pero usé en esto mucho
más cuidado de lo que muchos suponían. Pero no deseo privarme del consuelo de
regocijarme junto con aquellos que estaban en gran desesperación, y cuyas
circunstancias me son conocidas, cuando hay buenas evidencias de que pasaron
de la muerte a vida. Por las razones que mencioné antes, muchas personas
necesitan a un guía en este asunto; y fue algo que Dios bendijo mucho entre
nosotros. Muchas personas habían alcanzado la gracia de Dios, pero eran como
árboles en invierno porque ignoraban su estado.
La conversión es una obra grande y gloriosa del poder de Dios; cambia de una vez
el corazón, e infunde vida en el alma muerta. Pero no todos pueden decir el
momento exacto cuando alcanzaron por primera vez la gracia. Algunos tuvieron
una experiencia bien clara. Pero hay otros que no saben lo que es la gracia de la
conversión, incluso cuando ya la tienen. Algunos no están seguros si su primera
experiencia era quizás nada más que una iluminación de Dios, y si quizás alguna
experiencia más clara después de la primera era cuando alcanzaron la salvación.
Esta obra de Dios en el alma es muy misteriosa, y es como lo dicho en Marcos
4:26-28: 'El reino de Dios es como cuando un hombre echa semilla en la tierra, y
duerme, y se levanta, noche y día, y la semilla germina y crece, él no sabe cómo;
porque la tierra produce fruto de sí misma, primero la hoja, después la espiga,
después el grano lleno en la espiga.'
Ellos son tan llenos de este nuevo descubrimiento, y las cosas les parecen tan
claras y racionales, que a menudo piensan que están listos para convencer a
otros; con este fin empiezan a hablar con cualquiera que encuentran; y cuando
están decepcionados, se maravillan de que sus razonamientos al parecer no
causan mayor impresión. Las cosas (del evangelio) les parecen ahora tan obvias y
sencillas que cualquiera podría verlo. Cuando uno les pregunta por qué no lo
vieron antes, dicen que nunca pensaron en ello. Pero a menudo experimentan otra
dificultad: cuando Dios se aleja, se encuentran nuevamente como ciegos, pierden
la convicción de las cosas que eran tan claras para ellos, y con todos sus
esfuerzos no pueden recobrar esta convicción, hasta que Dios renueva la
influencia de Su Espíritu.
Después de su conversión, la gente dice que las cosas religiosas les parecen
nuevas: la predicación es nueva, de manera que les parece que nunca antes
escucharon una prédica; la Biblia es un libro nuevo, donde encuentran nuevos
capítulos, nuevos salmos, nuevas historias; porque las ven en una luz nueva. Una
mujer anciana, de unos setenta años, había pasado casi toda su vida bajo el
ministerio poderoso de mi abuelo. Cuando leyó en el Nuevo Testamento acerc a del
sufrimiento de Cristo por los pecadores, estaba muy asombrada de lo que leyó,
que era real y maravilloso, pero nuevo para ella. Se maravilló de que nunca
hubiera escuchado de esto. Pero inmediatamente se acordó de que sí lo había
escuchado muchas veces, y leído, pero nunca antes de ese momento lo había
visto como algo real. Fue tan abrumada por este descubrimiento que las personas
alrededor de ella pensaban que iba a morir.
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Muchos hablaron de como sus corazones sentían amor por Dios y Cristo; y como
sus mentes estaban envueltas en contemplar la gloria y gracia maravillosa de Dios,
y la excelencia de Jesucristo y Su amor al morir por nosotros. Varios de nuestros
niños expresaron esto; y dijeron que estaban dispuestos a dejar a padre y madre y
todas las cosas en el mundo para ir a Cristo y estar con El. Varias personas fueron
tan impresionadas por la gloria de Dios que si El les hubiera mostrado un poco
más de El mismo, sus cuerpos se hubieron quebrantado. He conversado con
algunos en este estado, que ciertamente estaban perfectamente sobrios, y lejos de
cualquier entusiasmo salvaje. Y ellos hablaban - si es que estaban capaces de
hablar - de la gloria y perfección de Dios, de una manera tal que no se puede
expresar.
El gozo más grande lo encuentran cuando están más humillados en el polvo, más
vaciados de sí mismos; cuando ellos no son nada y Dios es todo. ... Muchos sienten
un gran deseo de su alma de alabar a Dios; pero al mismo tiempo se entristecen de
que no pueden alabarle de la manera como quisieran, y desean que otros les
ayuden. Desean que todo el mundo alabe a Dios. Tienen un gran deseo de vivir
para la gloria de Dios, y de hacer algo en Su honra; pero al mismo tiempo se
entristecen de su propia insuficiencia y esterilidad, y de que no pueden hacer nada
por sí mismos.
Mientras Dios estaba tan presente entre nosotros por Su Espíritu, ningún libro era
tan delicioso como la Biblia; especialmente los Salmos, el libro de Isaías, y el
Nuevo Testamento. Nuestros convertidos estaban unidos en afecto amable unos
hacia los otros. Creo que nunca se confesaron tantos daños hechos, y nunca se
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arreglaron tantas diferencias, como en el año pasado. Los convertidos expresaron
un gran deseo por la conversión de otros.
Ellos saben lo terrible que es una falsa esperanza, y son muy cautelosos al
testificar de sus experiencias. Muchos, después de relatarlas, sintieron temor de
haber hablado como hipócritas, y de haber usado términos demasiado fuertes;
pero no sabían como corregirse.
Entonces dicen que hay tanta corrupción en sus corazones, que no puede haber
ninguna bondad allí. Muchos están mucho más sensibles hacia la corrupción de
sus corazones, de lo que eran antes de su conversión; y les parece que están
empeorando en vez de mejorando. Pero la verdad es que ahora están vigilando
sus propios corazones; algo que no solían hacer antes. Están notando el pecado
mucho más, y tienen una lucha más fuerte contra él.
También están sorprendidos de que son tan diferentes de la idea que tenían de lo
que es una persona piadosa. De hecho, la gracia es mucho más excelente de lo que
imaginaban; pero los piadosos tienen mucho menos de ella de lo que pensaban, y
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queda en ellos mucho más corrupción de lo que pensaban. No sabían que los
convertidos se enfrentan con tales dificultades. Entonces, mientras duran estos
tiempos "apagados", no están satisfechos acerca de su estado. Cuando escuchan
acerca de las señales de la gracia para examinarse, no saben como aplicarlas.
Apenas saben si tienen tal cosa o no, si la experimentaron o no. No pueden
recobrar el recuerdo de lo mejor y de lo más dulce de sus experiencias. Pero
cuando regresa la influencia del Espíritu de Dios, la luz rompe a través de la nube, y
las dudas y la oscuridad desaparecen.
A menudo, los convertidos se avivan de nuevo por medio de una conve rsación
acerca de las cosas de Dios. Y a menudo, cuando cuentan a sus hermanos
cristianos sus experiencias pasadas, el recuerdo revive, y la experiencia misma es
avivada de nuevo. A veces, cuando están llenos de dudas, viene Escritura tras
Escritura a su mente para responder a sus dificultades. A menudo, antes de recibir
el nuevo consuelo, hay una nueva humillación.
Los reporteros que fueron enviados para ver las reuniones, notaron que fue
enteramente un movimiento de laicos sin predicación, y solo cinco minutos de
oración por persona. Se permitía una sola exhortación de cinco minutos por reunión,
y estas exhortaciones a veces produjeron escenas dramáticas. Una palabra dada
acerca de la necesidad de arrepentirse, hizo que un hombre exclamara: "¿Qué
tengo que hacer para ser salvo?" - este hombre había estado planeando un
asesinato y su suicidio.
Pronto, el número de conversiones reportadas alcanzó 7'000 por día, y por dos
años, las iglesias de América recibieron un promedio de 10'000 nuevos miembros
cada semana.
Pronto recibió claridad acerca de estos "servicios especiales": "Reservé este día
para ayunar y orar, para darme ayuda y dirección divina, y para enviarme en Su
tiempo a Su cosecha. Sentí un poder de intercesión por almas inmortales, e
incluso un gozo al pensar en sufrir dificultades y hasta la muerte, en la promoción
[del Evangelio], suplicando por los pobres paganos. Dios me hizo capaz de
agonizar tanto en oración, que me empapé de sudor. Clamé por multitudes de
almas."
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Los "pobres paganos" eran los indios; y Brainerd obtuvo un permiso para
predicarles. "Viajé afuera a Kaunaumeek y me alojé allí sobre un montón de paja."
Allí comenzó una terrible batalla con la soledad ("Estoy viviendo en el desierto más
melancólico"), el choque cultural ("hay una sola persona que sabe hablar inglés"),
la comida pobre ("pan cocido en las cenizas"), el alojamiento pobre ("una choza de
troncos con piso de tierra"), su cama pobre ("un poco de paja sobre unas tablas"),
y el trabajo físico duro ("duro y difícil. Siempre viajo a pie.") Pero sobre todo, no
tenía compañía cristiana ("ningún hermano cristiano a quien podría contar mis
preocupaciones espirituales.")
Mientras perseveraba, Dios cambió poco a poco sus actitudes. Nueve meses más
tarde escribió en su diario famoso: "Me gusta vivir solo en mi propia casita
pequeña, donde puedo pasar mucho tiempo en oración. Oh, ¡aun un granero, un
establo, o cualquier otro lugar es deseable si Dios está allí!"
Brainerd escribe ahora de su "oración sin cesar, cada momento, con un fervor
dulce", de sus salidas al bosque para orar, donde "estuve en tal angustia y clamé
con tanta seriedad que al levantarme de mis rodillas, casi no pude caminar
derecho." El sintió que "no me importaba donde o como yo vivía, o qué dificultades
tenía que pasar, para ganar almas para Cristo. Al dormir soñaba de estas cosas, y
al despertar, mi primer pensamiento era esta gran obra de clamar a Dios en contra
de satanás."
Cayó enfermo, y a menudo se sentía demasiado débil para ayunar y orar. Cuando
se sentía mejor, "reservé este día para ayunar y orar. Al interceder disfruté de la
libertad de no ser distraido por ningún pensamiento." - Pero tres días después, "no
podía centrar mis pensamientos en la oración ni por un minuto. Mi alma estaba en
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angustia. Estuve tan agotado por el desánimo que ya no esperaba hacer nada
bueno."
Aun así permaneció y siguió orando. Algún día debía llegar el éxito: "Fui
capacitado a hablar de manera directa y calurosa, y el poder de Dios acompañó la
Palabra, de manera que las personas sintieron gran preocupación por sus almas,
derramaron lágrimas, y desearon que Cristo les salvase."
Ahora, cuando él hablaba "unas pocas palabras acerca de la preocupación por sus
almas", su indiferencia se había vuelto "lágrimas, sollozos, y gruñidos".
Aquellos que ya habían alcanzado la seguridad de que Dios había perdonado sus
pecados, fueron entre los que todavía estaban bajo convicción, "hablándoles de la
bondad de Cristo, y el consuelo que hay en El, y entonces invitándoles a venir y
rendir sus corazones a El."
Día tras día continuaron las reuniones, con lágrimas y clamores de convicción, que
poco a poco dieron lugar a la paz de tener los pecados perdonados.
Brainerd siguió orando, predicando y trabajando. El miraba ahora más allá de los
indios: "Heme aquí, Señor, envíame. Envíame hasta lo último de la tierra, envíame
a los paganos rudos del desierto, envíame incluso hasta la muerte misma, si tan
solamente sea en Tu servicio y para promover Tu Reino."
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Pero sus años de intercesión habían cobrado un tributo terrible. Pronto él estaba
tosiendo sangre. Dos años después del avivamiento, Brainerd estuvo muerto; un
testimonio del precio que estaba dispuesto a pagar por el avivamiento que fue la
meta de su vida.
¿Puede la oración de una sola persona traer avivamiento? - Sí. Pero prepárate para
pagar el precio que Dios puede requerir para que otros sean bendecidos a
expensas tuyas. "Así obra la muerte en nosotros, pero la vida en ustedes" (2
Cor.4:12).
Casi al mismo tiempo, al otro lado del Océano Atlántico, Dios levantó a un
predicador que iba a iniciar un avivamiento igualmente grande: Jonatán Edwards.
Un amigo de Wesley, Jorge Whitefield, también iba a tener una gran influencia en
este avivamiento. Las fechas de estos dos avivamientos, el americano y el inglés,
coinciden de manera extraordinaria. Edwards experimentó los inicios del
avivamiento en 1735; entre 1740 y 1742 este avivamiento se extendió sobre todas
las colonias inglesas en Norteamérica, y en 1745 alcanzó a los indios nativos (por
medio del misionero David Brainerd). - Juan Wesley experimentó su nuevo
nacimiento en 1738, y entonces empezó en Inglaterra el avivamiento que duró
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varias décadas. - Pocos años antes (1727) había empezado un avivamiento en
Alemania, con los Hermanos Moravos de Herrnhut, y de allí surgió el primer
movimiento de misiones mundiales desde la Reforma. - Parece que Dios decidió
renovar su iglesia a gran escala, durante aquellos años entre 1730 y 1750
aproximadamente.
Desde niño, Juan Wesley se esforzaba por llevar una vida disciplinada y metódica.
Un biógrafo dice que aun cuando le preguntaban si quería un poco más pan, no
respondía con "sí" o "no", sino decía: "Gracias, voy a pensarlo." Su padre se
exasperaba por ello y dijo un día a su esposa: "Te as eguro que nuestro Juan no
haría caso ni a las necesidades más urgentes de la naturaleza, si no pudiera
nombrar una buena razón para ello."
La prueba de la tormenta
Wesley viajó a América junto con tres compañeros, entre ellos su hermano Carlos.
En el mismo barco se encontraba un grupo de hermanos moravos de Alemania, que
también iban a vivir en Georgia. Wesley se sentía muy atraído hacia ellos y asistía a
sus reuniones diarias. El escribió acerca de ellos:
"Nuestra manera normal de vivir era así: Desde las cuatro hasta las cinco de la
mañana, cada uno de nosotros se dedicaba a la oración personal. Desde las cinco
hasta las siete leíamos la Biblia juntos (..) A las siete desayunábamos. A las ocho
eran las oraciones públicas. De nueve a doce yo estudiaba el alemán y el
Sr.Delamotte el griego. Mi hermano escribía sermones, y el Sr.Ingham instruía a
los niños. A las doce nos reuníamos para rendirnos cuentas unos a otros acerca
de lo que habíamos hecho desde la última reunión, y de lo que planeábamos hacer
hasta la siguiente. Alrededor de la una almorzábamos. Después del almuerzo
hasta las cuatro leíamos para aquellos [pasajeros] de los que se había encargado
cada uno de nosotros, o les hablábamos aparte, según la necesidad. A las cuatro
eran las oraciones de la tarde (...) De cinco a seis orábamos en privado. De seis a
siete yo leía en nuestra cabina a dos o tres de los pasajeros (...) A las siete me
reunía con los alemanes en su servicio público (...) A las ocho nos volvíamos a
29
reunir para exhortar e instruirnos unos a otros. Entre las nueve y las diez nos
acostábamos..."
El viaje fue bastante intranquilo, con vientos fuertes y tormentas, de manera que
los pasajeros empezaron a temer por sus vidas. En esto, Wesley se dio cuenta de
que en el fondo de su corazón él no estaba preparado para morir:
"Alrededor de las nueve, una ola pasó sobre nosotros desde la proa hasta la popa,
rompió las ventanas de la cabina donde estaban tres o cuatro de nosotros, y nos
cubrió completamente, aunque un escritorio me protegió del impacto más fuerte.
Alrededor de las once me acosté en la cabina grande y me dormí pronto, pero sin
saber si iba a despertarme con vida, y muy avergonzado porque no estaba
dispuesto a morir. Oh, ¡cuán puro de corazón tiene que ser el que se alegraría de
comparecer ante Dios sin advertencia previa!"
Pero lo peor estaba todavía por venir. Wesley escribe en su diario acerca de esta
tempestad más fuerte:
"...A las cuatro, el viento era más violento que nunca... El barco se sacudía con
movimientos tan desiguales que solo con gran dificultad uno podía agar rarse de
algo para mantenerse en pie. Cada diez minutos hubo un golpe contra la popa o el
costado del barco, de manera que uno pensaba que los tablones iban a hacerse
pedazos. ... A las siete fui donde los alemanes. En medio del salmo que cantaban
para comenzar el servicio, una marea rompió sobre el barco, rasgó la vela principal
en pedazos, cubrió el barco y se derramó por entre las cubiertas, como si el gran
abismo ya nos hubiera tragado. Los ingleses empezaron a gritar horriblemente. Los
alemanes seguían cantando tranquilamente. Después pregunté a uno de ellos: '¿No
tuvieron miedo?' El respondió: 'Gracias a Dios, no.' Pregunté: '¿Pero no tuvieron
miedo vuestras mujeres y vuestros niños?' El dijo dulcemente: 'No, nuestras
mujeres y niños no tienen miedo de morir.' - De allí fui a sus vecinos que gritaban y
temblaban, y les señalé la diferencia en la hora de la prueba, entre el que teme a
Dios y el que no le teme."
Pero el mismo Wesley tampoco tenía la tranquilidad que tenían los hermanos
moravos. Dice J.E.Hutton (en "Historia de la iglesia morava"): "Juan Wesley estaba
profundamente perturbado. Con toda su piedad, todavía le faltaba algo que estos
hermanos tenían. Le faltaba su confianza triunfante en Dios. El tenía todavía miedo
a la muerte. - '¿Cómo es que no tienes fe?', dijo a sí mismo."
30
En Georgia, Wesley fue asignado un pastorado entre los ingleses. Sucedió allí lo
mismo como en Inglaterra: su predicación fuerte y estricta acerca de la santidad
llamó la atención de todos, pero solamente se volvieron en contra de él. Pocos se
dejaron convencer por él, y Wesley se vio constantemente envuelto en líos, intrigas
y amenazas. Un miembro de su congregación le reprochó un día: "No me gusta
nada de lo que Ud. hace. Todos sus sermones s on sátiras contra personas
particulares, por tanto ya no quiero escucharle, y toda la iglesia dice lo mismo,
porque no queremos ser ultrajados más. Además, dicen que son protestantes;
pero en cuanto a Ud, nadie puede decir de qué religión es Ud. Nunca nadie aquí
ha escuchado antes de una religión así. La gente no sabe qué pensar de ello. Y
además, su comportamiento personal - todas las disputas que ha habido desde
que Ud. vino, por culpa de Ud. De hecho, a ningún hombre o mujer en esta ciudad
le importa una sola palabra de lo que Ud. dice. Así que Ud. puede predicar tanto
como quiere; pero nadie vendrá a escucharle." Wesley añade en su diario: "El
estaba demasiado calentado para escuchar una respuesta. Así que no me quedó
hacer nada sino agradecerle por su franqueza e irme."
Además, Wesley se metió en un enredo amoroso donde actuó con muy poca
sabiduría. Una joven, que al parecer amaba a Dios, empezó a interesarse por él. A
Wesley también le gustaba la joven, pero él había dicho muchas veces que era
mejor quedarse soltero para poder servir mejor a Dios, y entonces él dudaba si
Dios le permitiría casarse. Por causa de su propia inseguridad, vacilaba todo el
tiempo entre hacerle esperanzas a la joven y alejarse nuevamente de ella. Este
comportamiento la confundía de tal manera que al fin, en su desesperación, ella se
casó precipitadamente con otro hombre.
Con todos estos problemas con su congregación y con su propia vida, Wesley
nunca pudo llevar a cabo su propósito principal, de evangelizar a los indios. Su
trabajo entre los nativos se limitó a unos pocos contactos.
Durante todo este tiempo, Wesley seguía reuniéndose con los moravos que vivían
en el mismo lugar, y de vez en cuando buscaba consejo de ellos. Parece que ellos
eran los únicos ante quienes él pudo abrir su corazón. En una conversación con uno
de sus líderes, Spangenberg, éste le preguntó:
"Mi hermano, tengo que hacerte primero una o dos preguntas. ¿Tienes el
testimonio dentro de ti? ¿T estifica el Espíritu de Dios junto con tu espíritu, de que
eres un hijo de Dios?" Juna Wesley estuvo tan atónito ante esta pregunta que no
pudo responder. - "¿Conoces a Jesucristo?", continuó Spangenberg. - "Yo sé que
él es el Salvador del mundo." - "Cierto; pero ¿sabes que él te ha salvado a ti?" -
"Lo espero", respondió Wesley, "él murió para salvarme." - "¿Te conoces a ti
mismo?" - "Sí", dijo Wesley , pero no lo dijo con convicción.
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La convicción por el Espíritu Santo
"Me fui a América para convertir a los indios; pero ¡oh! ¿quién me convertirá a mí?
¿quién me librará de este corazón malvado de malicia? Tengo una religión de
buen tiempo de verano. Puedo hablar bien, sí, y creer yo mismo, mientras no hay
ningún peligro; pero cuando la muerte me mira la cara, mi espiritu se turba.
Tampoco puedo decir: 'Morir es ganancia'. Tengo un pecado de miedo, de que al
haber hilado Mi último hilo, ¡pereceré en la orilla!"
Y más tarde:
"Son ahora dos años y casi cuatro meses desde que dejé mi país, para enseñar a
los indios de Georgia acerca del cristianismo. Pero ¿qué aprendí yo mismo en este
tiempo? Lo que menos sospeché: que yo, habiendo ido a América para convertir a
otros, nunca fui convertido a Dios yo mismo."
¡Si tan solamente pudiéramos comprender la enseñanza grande y terrible que hay
allí para nuestras iglesias hoy en día! Cuán rápidos somos en dar a alguien el
nombre de "cristiano" y "hermano". Nos contentamos con que alguien asista a la
iglesia, lea la Biblia, ore, dé sus ofrendas y diezmos, y sepa hablar en "cristianés"
("Alabado sea Dios", "Hermano, que Dios te bendiga", ...). Y si le hemos
escuchado decir su "oración de entrega", ya no dudamos de que se trata de un
verdadero cristiano convertido. En algunas iglesias hasta se considera un pecado
mortal, cuestionar la salvación de una persona así. Pero Wesley había hecho todo
lo que hacen estos "cristianos promedios", y aun mucho más. Había hecho sus
votos de ordenación. Había cruzado el océano para convertir a los indios. Había
llevado una vida más disciplinada y más piadosa que sus compañeros. Sin
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embargo, no había nacido de nuevo.
Entonces, ¿no sería lógico asumir que muchos de los supuestos "hermanos" en
las iglesias, tampoco han nacido de nuevo? ¿y que aun muchos de los pastores y
predicadores actuales no han nacido de nuevo?
Años más tarde, Wesley dijo en una prédica que durante todos aquellos años, él
había sido solamente un "casi-cristiano". Uno que se esfuerza por guardar los
mandamientos de Dios; que se esfuerza por hacer buenas obras; y que tiene un
deseo sincero de agradar a Dios. Uno que cumple de corazón todas sus
obligaciones religiosas. ¿No es esto lo que en muchas iglesias se entiende con un
cristiano? ¿Y no hay muchos "hermanos" en las iglesias, que según Wesley ni
siquiera serían "casi-cristianos", porque todavía viven conscientemente en pecado
y no son sinceros en sus corazones? ¿Cómo pueden entonces creer que son
salvos? Pero aun siendo un "casi-cristiano", a Wesley le faltaba lo más importante
(como dijo en aquella prédica): el auténtico amor de Dios y la auténtica fe. Su
piedad y sus buenas obras eran nada más que esfuerzos humanos. El había
imitado la vida de un verdadero cristiano; pero no había ninguna verdadera obra
de Dios en su vida.
La vida de Wesley debería servir como ejemplo, para abrir los ojos a cualquiera
que piensa ser un cristiano, mientras en realidad solamente tiene costumbres
religiosas. ¿Alguna vez Dios te ha convencido en lo más profundo acerca de tu
pecaminosidad y tu incredulidad? ¿Ha habido en tu vida una obra auténtica de
Dios, que cambió tu vida y convirtió al pecador que eras, en un santo hijo de
Dios? ¿O es toda tu religiosidad solamente tu propia obra humana?
El nuevo nacimiento
A su regreso a Londres, Wesley se encontró allí con otro hermano moravo que
había llegado hacía poco desde Alemania, Peter Bohler. Le habló acerca de su
desesperación, y durante los siguientes cuatro meses Bohler le aconsejaba en sus
tiempos de tormenta espritual. En una de estas conversaciones, Bohler le dijo: "Mi
hermano, mi hermano, tienes que ser purgado de esta filosofía tuya."
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golpeó mi mente: 'Deja de predicar. ¿Cómo puedes predicar a otros, sin tener fe tú
mismo?' - Pregunté a Bohler si debía dejar de predicar. El respondió: 'De ninguna
manera.' - Yo pregunté: '¿Pero qué puedo predicar?' - El dijo: 'Predica la fe hasta
que la tengas; y entonces, puesto que la tienes, predicarás la fe.'"
J.E.Hutton escribe acerca de este cambio: "A partir de este momento, a pesar de
unas dudas recurrentes, Juan Wesley era un hombre cambiado. Aunque no había
aprendido ninguna nueva doctrina, pero había ciertamente pasado por una nueva
experiencia. El tuvo paz en su corazón, estuvo seguro de su salvación, y a partir
de entonces, como saben todos los lectores, él fue capaz de olvidarse a sí mismo,
de dejar su alma en las manos de Dios, y de pasar su vida en la salvación de sus
prójimos."
Es muy interesante leer como Wesley describe el efecto de sus prédicas durante
aquel tiempo:
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acerca de estas palabras fuertes: 'Si alguno está en Cristo, es una nueva criatura'
(2 Cor.5:17). Después fui informado que muchos de los mejores en la
congregación se ofendieron tanto que yo no debía volver a predicar allí nunca
más. Domingo, 12. Prediqué en S.Andrés, acerca de: 'Aunque yo diera todos mis
bienes para alimentar a los pobres, y aunque yo diera mi cuerpo para ser
quemado, y no tengo amor, no soy nada" (1 Cor.13:3). Oh, ¡dichos duros! ¿Quién
los puede escuchar? Aquí también parece que no me dejarán predicar nunca
más. Domingo, 26. Prediqué a las seis en S.Lorenzo, a la s diez en Sta.Catalina, y
en la tarde en S.Juan. Creo que Dios bendijo el primer sermón más que los otros,
porque éste causó más ofensa. (...) Domingo, 7 de mayo. Prediqué en S.Lorenzo
en la mañana, y después en Sta.Catalina. Fui esforzado para hablar palabras
fuertes en ambas; y por tanto no fui sorprendido al ser informado que no debía
predicar nunca más en una de estas iglesias. Domingo, 14. Prediqué en la mañana
en Sta.Ana, y en la tarde en la capilla Savoy, acerca de la salvación libre por la fe
en la sangre de Cristo. Prontamente fui avisado que en Sta.Ana yo tampoco iba a
predicar otra vez. Domingo, 21. Prediqué en S.Juan a las tres y en S.Bennett en la
tarde. En estas iglesias también ya no debo predicar más."
¿Qué fue tan ofensivo en estas "nuevas" prédicas de Wesley? - Bueno, fue
exactamente lo que él mismo había experimentado: que era necesario nacer de
nuevo. Wesley entendió muy bien que los miembros (y pastores) de las iglesias
estaban en la misma situación como él antes de su nuevo nacimiento: pensaban
que eran cristianos, pero eran a lo máximo "casi-cristianos". Entonces Wesley les
demostraba desde las Escrituras que necesitaban nacer de nuevo. Esta es la
prédica más ofensiva, pero es también la prédica que la iglesia más necesita - no
solo en los tiempos de Wesley, también en los tiempos actuales. ¿Dónde están
hoy los predicadores que demuestran a los miembros y pastores de las iglesias
evangélicas, que todavía les hace falta nacer de nuevo?
Wesley tomó este asunto tan en serio que según una ané cdota, un oyente le
preguntó una vez: "¿Por qué predicas todas las veces sobre el nuevo nacimiento,
de que es necesario nacer de nuevo?" - Y Wesley respondió: "Porque tú necesitas
nacer de nuevo."
Por cualquiera razón, Finney no procuró hacerse de una educación teológic a formal.
Como resultado, su presbiterio lo puso bajo tutela de Gale y otro pastor. En 1823,
Finney recibió licencia para predicar, y fue ordenado en 1824.
Durante este tiempo la Sociedad Misionera Femenil lo comisionó para que trabajara
como evangelista en el laberinto de pueblos y aldeas en el noroeste de Nueva York.
Allí Dios le concedió cierta medida de buen éxito.
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En 1825, hubo un drástico cambio en su ministerio. Finney fue invitado a predicar en
Utica, Nueva York. Utica quedaba cerca del recién escavado Canal Erie. Era una
metrópolis del Oeste, en creciente desarrollo y de mucho movimiento. Durante dos
años Finney predicó, con creciente efectividad, en Utica y las ciudades adyacentes
de Rome y Syracuse.
Finney tuvo considerable éxito, pero debido a sus nuevas medidas, se levantó
mucha oposición. Sus principales oponentes fueron dos personajes de buena fama
nacional: Lyman Beecher y Asahel Nettleton.
ESCRITURA Y ENSEÑANZA
EL MINISTERIO DE FINNEY
El ministerio de Finney fue único. En un tiempo cuando casi todos los pastores leían
sus sermones, Finney predicaba sin notas, y generalmente sin prepararse. Se
levantaba a hablar según el Espíritu lo inspiraba. Más adelante, se valió de un
sencillo bosquejo para sus prédicas.
A su favor se dirá que Finney también motivó las aplicaciones sociales del
evangelio. Finney, Mahan, y sus seguidores fueron algunos de los primeros líderes
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en el movimiento que abogaba por la abolición de la esclavitud. También asumió
una firme postura contra la orden masónica.
LA TEOLOGÍA DE FINNEY
Finney fue un muy franco pelagiano. Sus otras creencias teológicas, que ya hemos
mencionado, revelan su repugnancia a la preparación teológica. Un historiador
resume así la teología de Finney: "El concepto de que un hombre no regenerado es
gobernado por una naturaleza caída no tenía sentido... Una decisión de la voluntad,
no un cambio de naturaleza, era todo lo que se requería para ser convertido... Si la
conversión era el resultado de la decisión del pecador, y si era responsabilidad del
predicador inducir esa decisión... entonces cualquier medida que llevara al
inconverso hacia el punto de una instantánea y absoluta conversión tenía que ser
buena".11
¿De dónde sacó Finney estas ideas? Casi todos los historiadores señalan la
influencia de Nathaniel William Taylor (1786-1858), profesor de teología en Yale.
Los puntos de vista de Finney eran casi idénticos a los que se hallan en la "Teología
New Haven" de Taylor, también denominadas la "Nueva Teología". 12 "La voz era de
Finney" —expresa Murray—, pero "el pensamiento era de Taylor".13 O, como lo
expone Nathan Hatch: "Las abstracciones de la teología New Haven de pronto
habían cobrado vida en el burdo y animado fanatismo de las Nuevas Medidas [de
Finney]".
FORTALEZAS DE FINNEY
Los muchos puntos fuertes de Finney explican la manera poderosa en que Dios lo
usaba. Una de sus fortalezas era su vida de oración. Era un hombre que oraba
intensamente y por largas horas, una disciplina que necesitan los pastores. Finney
pensaba que podía producir avivamiento mediante ciertos métodos, pero su vida de
oración fue el mayor factor contribuyente. A menudo pasaba horas en oración, tanto
antes como después de sus reuniones de avivamiento.
Su segunda fortaleza era la gran unción del poder del Espíritu Santo que
descansaba sobre él. Cuando predicaba, los oyentes solían quedar en completo
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silencio. Luego llegaban a un profundo, prolongado, y penetrante sentido de
pecado, lo cual resultaba en una gran conversión a Cristo, algo que por medios
humanos era imposible explicar.
La tercera fortaleza de Finney era su ética laboral. Cuando conducía una campaña
trabajaba dieciséis horas al día, siete días a la semana. Después de tan intenso
esfuerzo, cada verano pasaba varias semanas en Nueva York, en la granja de sus
suegros, para recuperar las fuerzas.
DEBILIDADES
Por ejemplo, Finney escribió: "Hay mucha ignorancia en las iglesias respecto al
tema de los avivamientos... Muy pocos tienen buen conocimiento del tema". 14 Pero,
desde 1790, se han suscitado grandes avivamientos en Norteamérica e Inglaterra.
Probablemente el mayor avivamiento en la historia, el Gran Despertamiento, tuvo
lugar bajo Whitefield, Edwards, y Wesley en los años 1740. Ignorando estos
recientes sucesos, Finney supuso que él era el primero en comprender de veras el
avivamiento.
Su segunda debilidad, que tiene mucho que ver con la primera, era la elevación de
la razón por encima de la revelación. Finney exigía que muchos misterios bíblicos
fueran traducidos a fórmulas racionales humanas. Finney luchaba por "ajustar las
verdades del cristianismo a un tan armonioso sistema de pensamiento que no se
violara los dictámenes de la razón — observa Murray — . Esto, como muchas veces
dijo, era (después de la conversión de almas) la gran meta de su vida". 16 Finney no
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podía aceptar misterios, como la congruencia de la soberanía de Dios y la
responsabilidad del hombre.
LECCIONES
Podemos aprender muchas lecciones de la vida de Finney. Primero, Dios se
complace en usar vasos imperfectos. Dios perfeccionó su poder mediante las
debilidades de Finney (2 Corintios 13:4). Esto debiera alentar a cada pastor. A pesar
de las imperfecciones de Finney, Dios se complació en hacerlo su instrumento. A
pesar de nuestras imperfecciones, Él se valdrá también de nosotros.
Pero también es cierto lo opuesto. Los fracasos de un hombre no impiden que Dios
obre por medio de él. Balaam era idólatra, pero Dios habló proféticamente por
medio de él. Aprendemos de Finney a no rechazar el poder de Dios manifestado
en un hombre sólo porque su vida o su doctrina sean imperfectas.
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