Lecturas Ipo Tema 5

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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial

7. Anuncio de los servicios


8. Relaciones intra e interprofesionales
9. Remuneración
10. Responsabilidad con la organización
11. Promoción y publicidad
Por otro lado, la referencia a las implicaciones éticas, significa asumir que la
priorización de objetivos, la elección de procedimientos, los estilos de intervención,
etc. implican la afirmación de unos valores frente a otros y que asimilar esta idea
aunque no garantiza un mejor desarrollo de la intervención sí parece una exigencia
profesional (Sánchez Vidal, 1996). Este aspecto, adquiere un especial significado al
elegir los criterios de evaluación de los programas. La idea de progreso que
acompaña a toda Intervención Psicosocial (Suárez, 1994; Suárez y Jorge, 1994), ya
sea como pauta para el propio desarrollo de la intervención, ya sea como objetivo al
que se dirige presupone en todo los campos y ámbitos aceptar algún tipo de juicio de
valor.

3.3. Ámbitos de Intervención Psicosocial


A lo largo de lo expuesto en este capítulo ha quedado definida la importancia que
para la Intervención Psicosocial tiene el contexto en el que se sitúa, del tal forma que
un elemento definitorio es el hecho de realizarla en niveles en los que está presente
la interacción social. Por ello, resulta pertinente clarificar los contextos como
dimensión de análisis e intervención.
Tradicionalmente se ha definido la Intervención Psicosocial en términos de
dominios o campos de aplicación de la Psicología Social, dando este acercamiento
como resultado una amplia gama de psicologías sociales aplicadas (educación,
salud, deporte, etc.). También es posible definirlo atendiendo a roles y lugares en los
que pueda desempeñarse la actividad profesional, como sucede en los Servicios
Sociales o en la Psicología de las Organizaciones.
Sin embargo, para avanzar en la caracterización de la Intervención Psicosocial
parece más conveniente definir los ámbitos de intervención atendiendo a los
sistemas en los que tiene lugar la interacción social. En este sentido los contextos de
Intervención Psicosocial tradicionalmente relevantes han sido el grupo y la
comunidad, mientras en los últimos años ha habido un notable desarrollo de
intervenciones psicosociales fundamentadas en la interacción de las personas con el
medio ambiente físico.

3.3.1. El grupo como escenario de Intervención Psicosocial


Los grupos sociales pueden ser definidos a partir de la idea de intercambio, a
partir de procesos de identificación, en función de procesos afectivos, pero en
cualquier caso es obvio que en ellos se produce un gran número de interacciones
sociales y que cumplen muchas funciones relevantes. Entre estas funciones destaca
la de constituir una fuente de apoyo necesario para afrontar las demandas
personales y sociales con posibilidades de éxito. Por ese motivo los grupos sociales
son a la vez el contexto en el que se producen las intervenciones psicosociales y un
instrumento para la intervención en ámbitos más extensos.

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Intervención Psicosocial

El concepto de red social constituye la base del apoyo social, con el que a veces
se identifica, ya que en el primero se enfatiza la estructura organizativa y en el
segundo se resalta la perspectiva instrumental. Una red social se define como un
conjunto de personas, o grupos, entrelazadas por uno o varios tipos de relaciones
específicas que conforman una determinada estructura organizativa y
comunicacional que proporciona a los individuos ayuda, consejo y retroinformación.
El énfasis se sitúa en las relaciones entre miembros de la estructura y en la posición
que ocupan, quedando las características personales en un segundo plano
(Rodríguez Marín, 1995).
El concepto de apoyo social (Barrón, 1996; Rodríguez Marín, 1995) se centra en
la influencia de las relaciones sociales (familia, amigos, compañeros, …) sobre la
conducta humana, incorporando características personales (habilidades sociales,
competencias psicosociales), elementos estructurales (cantidad, densidad y
reciprocidad de las redes sociales), funcionales (naturaleza y dominio de los recursos
movilizados), contextuales (fuentes, finalidad, duración) y evaluativos (satisfacción,
disponibilidad percibida). La evaluación del apoyo social se realiza habitualmente
mediante registros objetivos y pruebas de papel y lápiz (cuestionarios
preferentemente), de forma que se incluyen indicadores de integración social
definida en términos de oportunidad de interacciones (estado civil, personas en el
hogar y en la vecindad, relaciones íntimas, ayudas recibidas en situaciones de crisis,
…) e indicadores de satisfacción y apoyo social percibido.
Las funciones que se asocian al apoyo social se pueden dividir en dos categorías,
que corresponden a dos modelos teóricos conceptualmente diferentes, aunque
complementarios, que suponen que el apoyo social se activa en contextos
psicosociales diferentes. En los modelos de efectos directos se entiende que el
apoyo social es un recurso disponible que actúa de forma prácticamente
permanente. Por lo tanto está básicamente orientado a garantizar el bienestar;
proporcionar información, modelos de identidad, influencia y autoestima, así como
recursos tangibles. En los modelos de efectos amortiguadores o protectores se
considera que el apoyo social se activa, o al menos es eficaz, cuando las demandas
de la situación realmente lo requieren. Por lo tanto el apoyo social está orientado a
servir de barrera frente al estrés, las amenazas a la salud, etc., constituyendo una
estrategia de afrontamiento ante problemas (Orford, 1992; Gracia, Herrero y
Musitu, 1995). Desde un punto de vista práctico, la movilización de recursos de
apoyo social se ha realizado a partir de los denominados grupos de apoyo y de los
grupos de autoayuda (Barrón, 1996).
Los grupos de apoyo se basan en la idea de que compartir experiencias
similares contribuyen a incrementar o mejorar la capacidad de afrontamiento. Se
forman con miembros que tienen experiencias comunes, bajo la dirección o
coordinación de un profesional. Entre los efectos beneficiosos de los grupos de
apoyo destaca el incremento de la autoestima, el sentimiento de control personal y
del sentido de comunidad.
Los grupos de autoayuda son similares a los grupos de apoyo, pero carecen de
un coordinador profesional, aunque puede haber profesionales vinculados al proceso
de gestación del grupo, que normalmente comienza ante una demanda social o
comunitaria. Persiguen satisfacer una necesidad común y para ello se centran en el

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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial

apoyo de los iguales y en la intercambiabilidad de los roles de receptor y proveedor


de la ayuda.

3.3.2. Psicología e intervención comunitaria


Un ámbito que con frecuencia se interpreta como el elemento fundamental de la
Intervención Psicosocial es el comunitario. Sin embargo, es preciso distinguir entre
las intervenciones que se realizan en una comunidad, muchas de las cuales son de
naturaleza psicosocial; de las intervenciones que se realizan desde una perspectiva
que responde a un modelo de Psicología y de sociedad como el que caracteriza a la
Psicología Comunitaria. En primer lugar, nos referiremos a la comunidad como
contexto psicosocial en el que se realizan las intervenciones y definiremos que se
entiende por comunidad. En segundo lugar, nos referiremos a las intervenciones
comunitarias.
Las definiciones del término comunidad que podemos encontrar en los
diccionarios recogen varias acepciones como “lo que no siendo privativo, pertenece
a todos”, “conjunto de reglas u ordenamiento que rige la vida de una orden, secta,
etc. “, “aquel conjunto de personas que comparten sentimientos de unicidad”. Esta
última definición tiene mucho que ver con el concepto de nosotros, y vendría definido
por un sentimiento de pertenencia, de identificación. Comunidad también es un
conjunto de grupos de una población que viven juntos en un lugar en condiciones
específicas de organización y cohesión social y cultural.
Por comunidad se entiende un grupo poblacional organizado e interrelacionado
en el que existe cierto grado de integración generado por las experiencias
compartidas (estructura social compartida y modelo de relaciones sociales continuas
y permanentes). Se da un proceso activo de participación y comunicación libre, y se
caracteriza por un sentimiento de pertenencia y voluntad para mantenerla. Las
personas que integran una comunidad comparten necesidades, problemas y
objetivos, todos ellos generados colectivamente. Existencia de lazos afectivos entre
sus miembros, con predominio de grupos primarios y relaciones directas y
duraderas, con un número reducido y en general poco especializado de roles.
La comunidad está generalmente dotada de una organización institucional
relativamente autónoma que concretiza la mediación institucional entre sociedad-
individuo prestando las funciones sociales (socialización y comunicación), y
satisfaciendo necesidades mutuas. Sus miembros desarrollan relaciones y lazos
horizontales (vínculos interpersonales y cohesión social) y verticales (sentido de
pertenencia al grupo e identificación con él –psicológica y socialmente relevantes-),
con pautas organizativas microsociales de estratificación simple.
La idea de comunidad, además de su caracterización conceptual, puede ser
definida a partir de las funciones que desempeña. Desde una perspectiva
psicosocial, los seres humanos obtenemos de la pertenencia comunitaria
básicamente identidad social (el autoconcepto, el sí mismo social...), y apoyo social y
no social. Además, contribuye la comunidad al desarrollo de valores sociales, de
conocimiento social y, sobre todo, de control social (proceso de influencia del grupo o
agencias sociales para que los miembros individuales se conduzcan conforme a las
pautas y valores que aquellos establecen normativamente). También contribuye a la

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Intervención Psicosocial

participación social, a través de la familia, el trabajo, organizaciones voluntarias, etc.,


y a la organización social interna y externa.
La comunidad designa un nivel de agregación intermedio. La comunidad se
asume como algo relativamente natural, espontáneo y no organizado o formalizado
institucionalmente, de forma que es posible que se organice de cara a conseguir
determinados fines o intereses comunes (lucha contra la miseria, contra la escasez
de servicios…). La sociedad, sin embargo, funciona como un contexto social más
global. La localidad es más central y básica a la comunidad que la mera territorialidad
de la sociedad. La comunidad es la expresión visible, física y concreta para el sujeto
de las instituciones sociales abstractas y genéricas. La existencia, estructura y
organización social es escasamente dependiente de las características de las
personas que la forman, mientras que las personas contribuyen de forma
significativa a definir el carácter, estilo, etc. de una comunidad, esta dependencia
aumenta considerablemente en los grupos.
Las comunidades son independientes de la existencia individual de las personas
que las componen y sus metas no dependen de la situación y momento presentes,
aspecto éste que no es compartido por los grupos, en los que sí hay una
dependencia real de las personas o individuos que los componen. Las comunidades,
además, y por lo general, se vinculan de forma real o simbólica a un espacio y
territorio.
Las comunidades constituyen un ámbito de Intervención Psicosocial en el que se
ha configurado una manera de entender la intervención, que ha supuesto un cambio
radical en los planteamientos de la Psicología contemporánea generado por dos
factores. Por un lado, desde dentro de la Psicología: la llamada crisis de la Psicología
Social, que cuestiona las insuficiencias de los modelos psicologicistas para explicar
todos los problemas sociales, y, entre otras cosas, las insuficiencias que presentan
las investigaciones de laboratorio. Esto da lugar a un mayor compromiso comunitario
por parte de la Psicología. Por otro lado, desde fuera de la Psicología se produce el
llamado movimiento comunitario, concebido como una forma de contra-cultura. Se
rechazan los valores individuales frente a los valores comunitarios, y se resalta la
importancia del contexto social de la colectividad. El movimiento comunitario se
define como el movimiento sociopolítico y conjunto de valores y creencias
subyacentes como democratización, igualitarismo, solidaridad, humanidad,
comunidad, que busca producir determinadas transformaciones sociales,
especialmente en el campo de prestación de servicios sociales y de salud.
La intervención comunitaria surge vinculada al desarrollo comunitario, al
surgimiento de la Psicología Comunitaria, y se origina buscando una manera
alternativa de solucionar los problemas psicosociales. Dependiendo del contexto
geográfico y social en el que se inserte, la intervención comunitaria se entiende
desde distintos puntos de vista (Musitu y Cava, 2000). Así, en EEUU, la Psicología
Comunitaria es entendida como un modelo de salud alternativo, practicándose desde
una perspectiva clínica. Desde esta orientación, los problemas nuevos se solucionan
modificando el concepto de salud mental. En este caso se hace referencia,
fundamentalmente, a factores individuales. En Latinoamérica (Brasil, México,
Venezuela, Colombia), el modelo de Psicología Comunitaria hace referencia a la idea
de desarrollo comunitario producto del conflicto social (p. ej.: guerras civiles) y de la

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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial

masificación urbana. La Psicología Comunitaria se ha enraizado en la transformación


social de estructuras sociales, al servicio de la comunidad. En Europa, la Psicología
Comunitaria aparece vinculada a un mundo en crisis (crisis entendida como un
conflicto de valores, de procesos de socialización...), donde la sociedad confronta
modelos de organización distintos. En los tres casos se está hablando de
actuaciones que se orientan hacia el cambio; de hecho, la intervención comunitaria
se vincula a un deseo de cambio (no hay que olvidar que toda intervención lo
pretende).
La intervención comunitaria se puede definir como: movilización de variables
psicológicas o dinamización de procesos psicológicos en una comunidad para
prevenir y afrontar las necesidades y problemas de esa comunidad. En primer lugar,
habría que distinguir entre objeto y objetivo. En cuanto al objeto, se interesa por la
influencia entre el sistema social y los procesos cognitivos y conductuales de la
adaptación humana, es decir, aquellos procesos de adaptación humana al contexto
social. Por ello, pretende desarrollar procedimientos que posibiliten la Intervención
Social, así como la evaluación empírica del impacto de dichas intervenciones, de
forma que se pueda atacar las causas de los problemas abordados a nivel social y
no las manifestaciones individuales de los mismos. Pero al ser ésta que nos ocupa
una disciplina cuyo énfasis está en el aspecto interventivo o de actuación, se definiría
principalmente por los objetivos que persigue, y que son:
a. Prevención de trastornos emocionales-conductuales y promoción de la
salud y el bienestar.
b. Dotar a los sujetos, ya sea individualmente o como colectivo, de
aquellos instrumentos psicológicos (p. ej.: apoyo social, participación,
...) que les permitan desarrollar su capacidad de control y dominio del
medio y gestión de los cambios sociales. Se enfatiza, pues, el papel
activo de las personas en su entorno.
c. Optimizar las capacidades terapéuticas de las personas para que
solucionen ellas mismas sus problemas; en el sentido de que toda
persona tiene capacidad de restauración personal, que dependiendo
de los grupos esos mecanismos serán de una naturaleza determinada
(p. ej.: mejora de la autoestima en el grupo). Se trata de considerar que
las soluciones a los problemas no están siempre en manos ajenas.
d. Disminuir el desfase entre el desarrollo potencial y el desarrollo real.
Conociendo los recursos disponibles de un grupo, que le permiten
alcanzar ciertos niveles considerados como positivos o deseables, hay
que intentar disminuir el desfase entre lo que se puede lograr y lo que
realmente se logra. La intervención comunitaria está pensada
precisamente para intentar solucionar o corregir dichos desfases
posibles.
e. La opción por la participación. Es necesario que las personas
implicadas participen activamente en el control de los elementos que
existen en su medio. La Psicología Comunitaria opta por la promoción
de la participación como forma de control y gestión del propio medio
por parte de los afectados o personas implicadas.

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C A P Í T U LO
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El apoyo social a domicilio:
la prevención del riesgo social en familias
mediante visitas al hogar
Enrique Gracia

Fotografía Rubén Barakat,


incluida en el libro: Barakat, R.
El ejercicio físico durante el embarazo,
Pearson Alhambra, Madrid, 2006.
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Capítulo 11 ■ El apoyo social a domicilio: la prevención del riesgo social en familias… 303

COMPENDIO DEL CAPÍTULO

En este capítulo se presenta un programa de intervención en el que se utiliza como he-


rramienta central el apoyo social. Se trata de un programa dirigido a madres jóvenes
embarazadas de su primer hijo que sigue, paso a paso, las directrices de los programas
de visitas al hogar diseñados por David Olds y que tiene tres grandes metas: a) mejo-
rar los resultados del embarazo; b) mejorar la salud y el desarrollo de los hijos, y c) me-
jorar el desarrollo personal de las madres. La ejecución de este programa tiene como
objetivo prevenir un amplio rango de problemas que incluyen el bajo peso al nacer, los
malos tratos físicos y la negligencia,lesiones de los menores,etc.El capítulo se desarrolla
de acuerdo a los siguientes puntos:
1. ¿Porqué el apoyo social en la intervención psicosocial?
2. ¿Porqué el apoyo social en la intervención con familias?
3. Programas de apoyo a la familia
4. La aplicación del programa de visitas al hogar para el periodo prenatal y de la pri-
mera infancia de David Olds (The nurse-family partnership)
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304 I NTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

En este capítulo presentamos un programa de intervención en el que se utiliza como herramienta central el apo-
yo social. Se trata de un programa de prevención del riesgo social en familias, que utiliza figuras de apoyo for-
madas a tal efecto para realizar visitas al hogar donde se desarrolla un programa educativo y de apoyo a las
familias. El programa, dirigido a madres jóvenes embarazadas de su primer hijo y en situación de riesgo social,
moviliza además las redes sociales informales de las familias, así como los recursos formales de apoyo dispo-
nibles en la comunidad. Se trata de un programa de visitas al hogar diseñado por David Olds que persigue tres
grandes metas: a) mejorar los resultados del embarazo; b) mejorar la salud y el desarrollo de los hijos y, c) me-
jorar el desarrollo personal de las madres. Este programa trata de prevenir un amplio rango de problemas que
incluyen el bajo peso al nacer, los nacimientos prematuros y problemas en el desarrollo infantil, los malos tra-
tos físicos y la negligencia, lesiones de los menores, la dependencia de los servicios sociales, y las dificultades
en el desarrollo personal de las madres en los ámbitos educativo y laboral. Se trata de un programa paradigmá-
tico, tanto desde el punto de vista de la prevención secundaria (puesto que comienza durante el embarazo),
como desde el rigor científico en su aplicación y evaluación.

1. ¿POR QUÉ EL APOYO SOCIAL EN LA INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL?

La respuesta es sencilla: porque el apoyo social (véase su definición en el Cuadro 11.1) tiene contrastados efec-
tos sobre el bienestar y sobre el ajuste psicosocial de las personas, y porque ha demostrado su efectividad en la
solución de numerosos problemas de los que tradicionalmente se ha ocupado la intervención psicosocial. Esta
no es una observación novedosa. Existen dos grandes tradiciones de reflexión e investigación en las ciencias
sociales que confluyen en un punto: en los efectos positivos del apoyo social y su consiguiente pertinencia co-
mo instrumento para promocionar y mejorar el bienestar de las personas, un objetivo que desde el primer capí-
tulo hemos querido convertir en santo y seña de este texto. La primera de estas tradiciones hace referencia a la
importancia de las relaciones sociales para el bienestar; la segunda tiene como marco la importancia de las
redes informales de apoyo social (véase Figura 11.1).

CUADRO 11.1. LA DEFINICIÓN DE APOYO SOCIAL


El apoyo social puede definirse como el conjunto de provisiones expresivas o instrumentales —percibidas o recibidas— proporcio-
nadas por la comunidad, las redes sociales y las personas de confianza, provisiones que se pueden producir tanto en situaciones
cotidianas como de crisis (Lin, 1986; Lin y Ensel, 1989).
(Para un análisis en profundidad de la definición, perspectivas de estudio y medida del apoyo social véase Gracia, Herrero y
Musitu, 1995, 2000.)

Una larga tradición científica ha señalado reiteradamente la importancia de las relaciones sociales en el bie-
nestar físico y psicosocial. Lo ha hecho, entre otras razones, gracias a la decisiva y contrastada importancia que
el apoyo social tiene en las relaciones sociales. Su influencia sobre el bienestar fue observada ya en los estu-
dios epidemiológicos de finales del siglo XIX y principios del XX sobre los determinantes sociales de la salud
mental. Son clásicos los trabajos de sociólogos como Durkheim, Tönnies o Weber, o los desarrollados desde la
Escuela de Chicago sobre los efectos negativos del aislamiento y la desintegración social en la salud (véase Ca-
pítulo 1). Por su parte, los estudios sobre la afiliación pondrían de manifiesto no sólo que las situaciones de es-
trés promovían la conducta afiliativa, sino que dicha conducta tenía como objetivo buscar en los demás algo
(información, comparación social, compartir experiencias, validación emocional, etc.) que permitiera reducir
el efecto negativo provocado por esas situaciones (ansiedad, temor, etc.). Posteriormente, serían los estudios so-
bre el estrés los que volverían a enfatizar la importancia de vínculos sociales compensatorios (el apoyo social)
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Capítulo 11 ■ El apoyo social a domicilio: la prevención del riesgo social en familias… 305

como elementos protectores de los efectos negativos de los estresores psicosociales. Esta tradición culminaría
con la configuración de un ámbito de investigación con etiqueta propia, el apoyo social, y con una explosión de
trabajos empíricos documentando precisamente sus efectos positivos en el bienestar (físico y mental) y en el
ajuste psicosocial (para un análisis más detallado del desarrollo histórico de este área de investigación, véase
Gracia, Herrero y Musitu, 1995, 2000; Gracia, 1997).

FIGURA 11.1. EL APOYO SOCIAL EN LA INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Importancia de las relaciones Importancia de las relaciones


sociales en el bienestar sociales en el bienestar

Estudios epidemiológicos Estudios epidemiológicos

Estudios sobre la afiliación Estudios sobre la afiliación

Estudios del estrés El apoyo social Estudios del estrés


en la intervención
Efectos positivos del apoyo Efectos positivos del apoyo
psicosocial
social en el bienestar social en el bienestar

Efectos positivos
+
Efectividad

La segunda tradición podría resumirse como un proceso de «redescubrimiento» de la importancia de las re-
des sociales informales de apoyo. Se podría situar su arranque en el movimiento de la salud mental comunita-
ria y su énfasis en la importancia de los vínculos con el grupo primario y de los recursos sociales disponibles
en la comunidad, en particular las fuentes informales de apoyo. Este énfasis llevaría a un creciente reconoci-
miento de la importancia de los recursos sociales de apoyo disponibles en la comunidad en el diseño de pro-
gramas de intervención comunitaria. Al «redescubrimiento» de la importancia de las redes informales de apoyo
social contribuirían también los desarrollos desde la psicología comunitaria y, en su seno, la asunción de mo-
delos ecológicos que señalaban la importancia del contexto social en el desarrollo humano y de determinadas
cualidades del entorno social (el apoyo social y las redes informales de ayuda) para el desarrollo de recursos y
estrategias de afrontamiento efectivas. Finalmente, la culminación de esta tradición, al igual que la anterior, se
encontraría en un conjunto de investigaciones que examinarían los intercambios informales de ayuda y docu-
mentarían empíricamente la efectividad de los sistemas informales de apoyo social en la solución de problemas
en el ámbito de la salud mental y comunitaria (véase Gracia, 1997, para un análisis más detallado).
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306 I NTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

CUADRO 11.2. EL APOYO SOCIAL COMO ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN

Las diferentes estrategias de intervención basadas en el apoyo social, independientemente de su naturaleza, comparten un con-
junto de características distintivas respecto a otro tipo de estrategias de intervención. Una característica central de las interven-
ciones que incorporan el apoyo social reside en que el objetivo principal de la intervención es la creación de un proceso de
interacción con el entorno social capaz de satisfacer las necesidades psicosociales de las personas optimizando el ajuste entre
las necesidades y las provisiones sociales y emocionales que se reciben. Puesto que las intervenciones basadas en el apoyo so-
cial implican la interacción directa con el entorno social de la persona, sus efectos positivos son resultado de los recursos que
se producen como resultado de esa interacción. El rol del profesional, por lo tanto, es indirecto y tiene como objetivo primor-
dial lograr el ajuste entre los recursos del entorno social de la persona y sus necesidades psicosociales (Gottlieb, 1992).

El apoyo social es, pues, un constructo que refleja la necesidad humana de pertenecer, la necesidad de afilia-
ción, la necesidad de establecer vínculos sociales de ayuda mutua y la tendencia a compartir los esfuerzos, los
recursos y la información para superar problemas y dificultades (Baumeister y Leary, 1995). No resulta extra-
ño que el apoyo social se haya configurado como un elemento de gran importancia para la intervención psico-
social, puesto que se trata de uno de los principales recursos con que cuentan las personas para adaptarse a su
medio, para resolver problemas y superar dificultades (Gracia, 1998). El apoyo social es, pues, un aliado fun-
damental para lograr el éxito en la intervención psicosocial. Una intervención que, en el caso que nos ocupa,
trata de prevenir el riesgo social en familias.

2. ¿POR QUÉ EL APOYO SOCIAL EN LA INTERVENCIÓN CON FAMILIAS?

Sencillamente porque un amplio volumen de literatura científica ha señalado al apoyo social, o su carencia, como
una importante variable en la vida familiar y en el ajuste psicosocial de padres e hijos. Esta relación es, en cierta
medida, obvia. Si, como es bien sabido, el apoyo social es un recurso psicosocial que puede proteger de los efec-
tos potencialmente negativos de eventos vitales, experiencias o entornos, la disponibilidad de apoyo social deter-
minará en qué medida el impacto de los estresores afectará al funcionamiento familiar (Gracia y Herrero, 2004a).
Además del efecto «buffer» o protector del apoyo social, los sistemas de apoyo social pueden también mejorar la
salud, el bienestar y el ajuste psicosocial de padres e hijos (efectos directos del apoyo social) e influir en la com-
petencia parental (Ceballo y McLoyd, 2002). La presencia de esta relación es, por otra parte, consistente con una
perspectiva ecológica, según la cual el contexto social afecta de forma importante a diferentes áreas del desarro-
llo humano y, en particular, a las relaciones entre padres e hijos (Bronfenbrenner, 1979; Gracia y Musitu, 2000).
Un entorno social positivo estará íntimamente relacionado con la calidad de la vida familiar.
Los efectos positivos de los vínculos sociales de apoyo y los efectos negativos de su ausencia se han obser-
vado en numerosas áreas del funcionamiento familiar. Por ejemplo, se han documentado efectos beneficiosos
del apoyo social en la salud durante el embarazo y parto, poniéndose de manifiesto menores complicaciones y
un mayor peso de los niños al nacer, un uso más frecuente de la lactancia materna, o menores tasas de depre-
sión postnatal (Elbourne et al., 1989; Killingsworth-Rini et al., 1999). El apoyo social durante el periodo peri-
natal se ha asociado con una mayor satisfacción marital, interacciones materno-filiales positivas, menor uso
maternal de alcohol y otras sustancias, mejores cuidados médicos de los hijos y un número menor de lesio-
nes no intencionadas de los hijos (Barnett et al., 1995; Harris y Kotch, 1994). Se ha observado también que
los padres con niveles elevados de apoyo social se muestran habitualmente más afectuosos y consistentes en
su conducta parental, son más responsables con sus hijos y tienden a utilizar menos estrategias punitivas
(Cochran, 1993; Lila y Gracia, 2005).
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Capítulo 11 ■ El apoyo social a domicilio: la prevención del riesgo social en familias… 307

Por otra parte, uno de los aspectos que más han llamado la atención, y que cuenta con un amplio respal-
do teórico y empírico, es la relación observada entre el aislamiento social de las familias y el riesgo de ma-
los tratos en la infancia (Gracia y Musitu, 2003). En efecto, se ha observado que los padres que maltratan a
sus hijos disponen de redes sociales más pequeñas, tienen menos contactos con su familia de origen, reciben
menos ayuda de sus familiares y tienen en general un número limitado de vínculos sociales y se encuentran
más aislados socialmente (Gracia, 1995; Korbin, 2003). Además, los padres que maltratan a sus hijos no só-
lo tienden a estar más aislados de las redes informales de apoyo (familiares, amigos o vecinos), sino también
de sistemas formales de apoyo social. Estos padres suelen tener un menor número de contactos sociales, no
suelen pertenecer o participar en grupos u organizaciones comunitarias, y no utilizan los recursos comunita-
rios disponibles (Gracia y Musitu, 1997). De nuevo, la perspectiva ecológica nos ayuda a explicar esta rela-
ción. El contexto social que rodea a la familia (familiares, amigos, vecinos, la comunidad, etc.) ejerce una
gran influencia en la vida familiar en general y en las relaciones paterno-filiales en particular. Cuando el ajus-
te entre la familia y su entorno social fracasa, se incrementa el riesgo de que los patrones de interacción fa-
miliar se deterioren, incrementándose el riesgo del maltrato infantil (Garbarino, Guttmann y Seeley 1986).
Las redes sociales de apoyo desempeñan un importante papel protector para los niños. No sólo son una im-
portante fuente de apoyo que facilita compartir el cuidado de los hijos, sino que constituyen también una red
que establece el consenso y los estándares de lo que constituye el cuidado apropiado de los niños (Gracia y
Herrero, 2006). Por el contrario, el aislamiento social implica el aislamiento de redes y estructuras sociales
que proporcionan a la familia modelos conductuales, feedback y apoyo material y emocional, así como re-
cursos para manejar los efectos negativos del estrés. A todo esto se añade el hecho de que el aislamiento so-
cial lleva asociado la frustración de necesidades básicas como la afiliación, el sentido de pertenencia, el afecto
y el reconocimiento social. Como han señalado numerosos autores, este empobrecimiento social incremen-
ta el riesgo de deterioro del ambiente familiar, así como el riesgo de maltrato infantil (Garbarino y Stocking,
1980; Gracia y Musitu, 1993).
Estos resultados constituyen, sin duda, materia de reflexión para las personas interesadas e implicadas en
la intervención con familias. También tienen importantes implicaciones para el diseño de programas de in-
tervención en el ámbito familiar, puesto que sugieren que diversos aspectos de la conducta y del funciona-
miento familiar (bienestar, actitudes, estilos de interacción, manejo del estrés, etc.) pueden quedar afectados
o alterados de forma positiva mediante la provisión de apoyo social. En este sentido, el apoyo social se con-
vierte en un elemento de gran importancia en el contexto de los programas de intervención psicosocial
dirigidos a la familia.

3. PROGRAMAS DE APOYO A LA FAMILIA

¿Cómo se articula la intervención con familias alrededor del concepto de apoyo social? Mediante programas de
intervención que incorporan el apoyo social como su principal ingrediente; se trata de programas que reciben
precisamente el nombre genérico de «Programas de apoyo a la familia», ya que reconocen los efectos positivos
del apoyo social en el funcionamiento del grupo familiar, siendo éste, por tanto, el elemento central alrededor
del cual se construyen (Gracia, 1997). Por lo general, los programas de apoyo a la familia son servicios basa-
dos en la comunidad que tienen el propósito de promover el bienestar de los menores y de sus familias, y están
diseñados para incrementar los recursos y estabilidad de estas últimas, incrementar la confianza y competencia
parental, y proporcionar a los hijos apoyo y un entorno familiar estable que promueva y mejore su desarrollo
(Layzer et al., 2001).
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308 I NTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

CUADRO 11.3. PROGRAMAS DE APOYO A LA FAMILIA: CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS

Los programas de apoyo a la familia comparten un conjunto de características distintivas que los diferencian de otros acercamientos
en la intervención social con familias (véase Gracia, 1997, para un análisis más detallado):

– Asumen un acercamiento ecológico en la promoción del desarrollo humano.


– Son programas basados en la comunidad y sensibles a las necesidades y recursos locales.
– Enfatizan y se orientan principalmente hacia la prevención primaria y secundaria de los problemas familiares.
– Reconocen el impacto negativo que los estresores psicosociales y el aislamiento social tienen en la vida familiar.
– Reconocen la relación entre la ruptura y disfunción familiar, un entorno social pobre y desestructurado y diversos problemas
sociales (fracaso escolar, violencia familiar, delincuencia, marginación...).
– Reconocen la importancia que la interrelación entre la familia y su sistema de apoyo tiene en el desarrollo humano.
– Asumen que los problemas se encuentran no sólo en las familias, sino también en el deterioro de las relaciones entre las fami-
lias y las fuentes formales e informales de apoyo social dentro de la comunidad.
– Proporcionan servicios en cada uno de los ámbitos que habitualmente incluye el concepto de apoyo social.
– Parten del supuesto de que la provisión de apoyo emocional, ayuda instrumental e información a las familias ayudará a los
padres a reducir el estrés, a incrementar su capacidad para enfrentarse a situaciones estresantes y a mejorar las prácticas
educativas, afectando, por lo tanto, al desarrollo infantil de forma positiva.

Los programas de apoyo a la familia incluyen un amplio conjunto de servicios e intervenciones que tienen
como objetivo central mejorar la capacidad que tienen los padres para promocionar el desarrollo adecuado de
sus hijos, proporcionándoles y potenciando diversas habilidades y competencias (véase Cuadro 11.3). Las for-
mas de intervención utilizadas en estos programas comprenden desde visitas al hogar, talleres, clases y grupos
de apoyo para padres, o grupos para padres e hijos, hasta la conexión con otros programas comunitarios, así co-
mo la formación profesional o los programas de inserción laboral. Además de promover la competencia paren-
tal y la inserción laboral, estos programas pretenden mejorar las condiciones familiares generales, la salud infantil
y maternal, así como el desarrollo personal de los padres (Gracia, Lila y Musitu, 2005). Estos programas, diri-
gidos preferentemente a familias económicamente desaventajadas, parten del supuesto de que la provisión de-
liberada del apoyo social durante el período formativo del menor y del desarrollo de la unidad familiar puede
proteger al menor y a la familia de algunos de los efectos psicológicos y sociales negativos de la pobreza y la
marginación, puede promover el desarrollo y el bienestar psicológico personal y estimular patrones adecuados
de interacción, tanto dentro de la familia como entre la familia y el entorno social más amplio. Otra meta de es-
tos programas es la identificación de fuentes potenciales de ayuda y apoyo en la comunidad con el objetivo de
establecer relaciones de apoyo duraderas entre sus miembros. En este sentido, al fortalecer las fuentes de apo-
yo de la familia en el contexto más amplio de la comunidad (Gracia y Herrero, 2004b; Herrero y Gracia, 2004),
estos programas pueden ser considerados como una estrategia de desarrollo comunitario diseñada para promo-
ver las habilidades parentales y el desarrollo infantil adecuado.
De acuerdo con el meta-análisis de 260 programas realizado por Layzer et al. (2001) (véase Cuadro 11.4),
los programas de apoyo a la familia que se dirigen a familias con características específicas (en lugar de acer-
camientos más universales), son los que muestran una mayor efectividad. Así, por ejemplo, los programas di-
rigidos a grupos especialmente vulnerables (madres adolescentes con hijos pequeños), o dirigidos a familias
con niños con necesidades especiales, demostraban mayores efectos tanto en los padres como en los hijos. Ade-
más, como demuestra el análisis de estos autores, gran parte de los programas de apoyo a la familia compartí-
an elementos comunes: trataban de mejorar la competencia parental y el desarrollo infantil, se desarrollaban en
el hogar de las familias, siendo uno de los principales vehículos las visitas de profesionales al hogar, y en la ma-
yoría de ellos el tipo de servicio siempre incluía la educación parental y el apoyo social a las familias. Estas
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Capítulo 11 ■ El apoyo social a domicilio: la prevención del riesgo social en familias… 309

CUADRO 11.4. METAS, FORMAS DE INTERVENCIÓN, LOCALIZACIÓN Y TIPOS DE SERVICIOS


DE LOS PROGRAMAS DE APOYO A LA FAMILIA

En un análisis de 260 programas de apoyo a la familia, Layzer et al. (2001) identificaron las metas explícitas de los programas,
el vehículo o forma de intervención, la localización de los programas y el tipo de servicio (en paréntesis, el porcentaje de pro-
gramas):
Metas
Mejora de la competencia familiar (98 %)
Desarrollo infantil (91 %)
Apoyo social para padres (22 %)
Salud infantil/maternal (17 %)
Prevención del maltrato infantil (14 %)
Autoayuda/empowerment para padres (12 %)
Educación de adultos/inserción laboral (8 %)
Participación comunitaria (2 %)

Forma de intervención
Visitas al hogar (61 %)
Grupos/clases/reuniones de padres (59 %)
Grupos/clases para padres e hijos (28 %)
Grupos de educación para niños (18 %)

Localización
El hogar familiar (62 %)
Hospital o clínica (29 %)
Escuela (25 %)
Centros comunitarios (16 %)
Centros universitarios (9 %)

Tipo de servicio
Educación parental (9 8%)
Apoyo social (51 %)
Asesoramiento/derivación a otros servicios (44 %)
Otros servicios de apoyo (transporte, unidades de respiro, grupos de juego) (36 %)
Servicios de salud para padres e hijos (28 %)
Educación básica para adultos/formación profesional (10 %)

características, y una población especialmente vulnerable, como son las madres jóvenes con hijos en situación
de riesgo social son, precisamente, los elementos que definen el programa de apoyo a la familia basado en vi-
sitas al hogar desarrollado por David Olds, que analizaremos en este capítulo.

3.1. El apoyo social a domicilio: las visitas al hogar


Como se ha constatado en el apartado anterior, la mayoría de programas de apoyo a la familia utilizan como
principal vehículo las visitas de profesionales al hogar. En este apartado analizaremos las premisas en las que
11 INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL 12/11/08 12:11 Página 310

310 I NTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

se basan estas visitas, sus características distintivas y, en particular, el intercambio de apoyo que se realiza en-
tre el profesional que realiza las visitas y las familias que las reciben.
En general, las visitas al hogar en el contexto de un programa de apoyo a la familia las realiza una persona
asignada al programa que visita un hogar donde hay familias con hijos pequeños, generalmente en situación de
riesgo social, con el propósito de mejorar la vida y el desarrollo de los niños a través de la promoción de cam-
bios en las actitudes, conocimientos y/o conductas de los padres. Aunque las visitas al hogar pueden tener me-
tas diversas, en general todas comparten un conjunto de ideas o premisas básicas (Gracia, 1997; Sweet y
Appelbaum, 2004; Weiss, 1993):

1. Los primeros años de vida de los niños son fundamentales para su adecuado desarrollo y, por tanto, es
importante la intervención durante ese periodo.
2. Los padres desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de los niños y son, por tanto, los princi-
pales mediadores en los cambios que se desean promover en los hijos.
3. Las visitas al hogar no tienen el objetivo de interactuar directamente con los niños, sino de estimular y
formar a los padres para ayudar a sus hijos.
4. Las visitas se centran en la prevención (bajo peso al nacer, maltrato infantil, retrasos en el desarrollo,
deficiencias en el aprendizaje, etc.).
5. Una de las mejores formas de acceder a las familias con niños pequeños es acercarles los servicios en
lugar de esperar a que sean las familias las que busquen asistencia en sus comunidades.

El hecho de que las visitas se realicen en el domicilio familiar es, según Weiss (1993), un elemento esencial,
porque permite entrar en contacto con los beneficiarios en su propio terreno, incrementando su sentimiento de
control sobre la interacción y produciéndose un equilibrio de poder entre el visitante y el visitado (cuando las
visitas son de carácter voluntario). Las visitas al hogar permiten conocer directamente el entorno en el que las
familias viven, comprender mejor sus necesidades y, por tanto, permiten ajustar o adecuar mejor los servicios
para satisfacer esas necesidades. Ello permite también que se pueda evaluar el entorno social del vecindario y
analizar en qué medida éste puede constituir una fuente de estrés o de apoyo para los padres y sus hijos. De es-
ta forma se pueden modificar las metas y el acercamiento de las visitas de acuerdo con esa evaluación. Además,
las visitas al hogar facilitan una interacción sustancialmente distinta a los encuentros formales con profesiona-
les en contextos como los servicios sociales o entornos clínicos. Las visitas son menos formales y estructura-
das y, por lo tanto, promueven una atmósfera amigable.
Las visitas al hogar son un vehículo para la provisión de apoyo social en sus diversas manifestaciones: apo-
yo educativo, apoyo práctico o instrumental, y apoyo emocional. El apoyo educativo consiste fundamentalmente
en la mejora de las habilidades y competencia parental para un mejor desarrollo de los hijos, la educación diri-
gida a la promoción de conductas y hábitos saludables, tanto para padres como para hijos, así como la educa-
ción dirigida a la promoción de otro tipo de habilidades como, por ejemplo, aquellas que faciliten el acceso al
mundo laboral. El apoyo práctico, por su parte, permite vincular a las familias con otros servicios comunitarios.
Por medio del apoyo emocional las relaciones que se forjan durante las visitas pueden romper el aislamiento
social y la soledad. Al prolongarse durante un amplio periodo de tiempo, las visitas al hogar promueven el de-
sarrollo de una relación duradera y de confianza entre el proveedor (el profesional que conduce las visitas) y el
receptor del apoyo (el beneficiario de las visitas). Además, la relación de confianza que se establece es funda-
mental para el logro de las metas del programa, facilitando el cambio conductual, el aprendizaje de nuevas ha-
bilidades, y el desarrollo de vínculos con el sistema de servicios y recursos de la comunidad más amplia. Una
relación de confianza puede constituir un primer paso para desarrollar la capacidad de los padres para formar y
mantener relaciones seguras y de confianza con otros, incluyendo los vínculos con sus propios hijos, además
de servir como primer paso para vincular a las familias con su comunidad (Eckenrode y Hamilton, 2000).
11 INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL 12/11/08 12:11 Página 311

Capítulo 11 ■ El apoyo social a domicilio: la prevención del riesgo social en familias… 311

CUADRO 11.5. LA INSERCIÓN DE UNA NUEVA RELACIÓN EN LA RED SOCIAL DE LAS FAMILIAS

La provisión de apoyo social a las familias mediante visitas al hogar utiliza como estrategia de intervención la inserción temporal
de una nueva relación en la red social de una persona. Las relaciones sociales que se forman en este tipo de intervenciones com-
parten la mayoría de las siguientes características (Eckenrode y Hamilton, 2000):
– No hay pago de servicios.
– La relación no es la de cliente o paciente.
– La relación se introduce desde fuera: es un nuevo vínculo social.
– La nueva figura de apoyo que se introduce en la red social de las familias tiene generalmente (aunque no siempre) experiencia
con el aspecto o problema que se está tratando de resolver o prevenir.
– En lugar de interacciones ocasionales, los encuentros se extienden durante un periodo amplio de tiempo.
– Las interacciones tienen lugar fuera de los entornos formales de los servicios sociales.
– El proceso de formar una relación entre la figura de apoyo y las familias es parte de la intervención.
– La relación finaliza habitualmente al final de un periodo de tiempo determinado, independientemente de que se estimulen los
vínculos con la red social informal de la familia o con otros recursos comunitarios.

4. LA APLICACIÓN DEL PROGRAMA DE VISITAS AL HOGAR


PARA EL PERIODO PRENATAL Y DE LA PRIMERA INFANCIA
DE DAVID OLDS (THE NURSE-FAMILY PARTNERSHIP)

4.1. Breve historia del programa


Para entender cabalmente las características distintivas de este programa, características que hacen del mismo
una excepción y un paradigma del rigor en las condiciones en las que se aplica, es necesario realizar un peque-
ño recorrido desde sus inicios hasta su configuración actual. La andadura de este programa comienza en los
años 70, cuando el profesor de Psicología, David Olds, y sus colegas desarrollaron un programa de visitas al
hogar para mujeres jóvenes en su primer embarazo. Se trataba de jóvenes que vivían en medio de condiciones
de pobreza y de riesgo social, y la intervención se desarrollaba desde el embarazo hasta el segundo año de vi-
da del menor. Este programa, que inicialmente se denominó «Proyecto de visitas al hogar para el período pre-
natal y primera infancia», tenía como objetivo ayudar a las futuras madres a mejorar su salud durante el embarazo,
así como la de los menores después del parto, promover el cuidado adecuado de los menores y promover el de-
sarrollo personal de estas madres. Además, este programa tenía un claro énfasis en la prevención del riesgo
social en ámbitos tales como el maltrato infantil, la delincuencia o el consumo de sustancias.
Durante las siguientes décadas David Olds y su equipo realizarían diversos ensayos clínicos con grupos con-
trol y asignación aleatoria a los diversos tratamientos (véase Cuadro 11.6), así como estudios longitudinales, en
los que se demostraba que el programa era efectivo en mejorar los resultados del embarazo, en la mejora de la
salud y desarrollo de los hijos y en el desarrollo personal de las madres. El programa probó también su capaci-
dad para prevenir el riesgo de malos tratos a la infancia, la conducta antisocial en edades tempranas y en la
adolescencia y en la prevención del consumo de sustancias y la delincuencia en las madres (véase Cuadro 11.7).
Como resultado de estos estudios previos, en el año 2000 el Centro Nacional para los Menores, las Fami-
lias y Comunidades de Estados Unidos asumió este programa para diseminarlo nacionalmente y llegar a un ma-
yor número de primeras madres viviendo en condiciones económicas desaventajadas, dando lugar a un programa
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312 I NTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

CUADRO 11.6. BASES CIENTÍFICAS DEL PROGRAMA

David Olds y sus colaboradores llevan más de 25 años desarrollando un riguroso programa de investigación con el objetivo de
analizar los componentes del programa y su contribución a la efectividad del mismo. Estos estudios son verdaderos ensayos clíni-
cos en los que se utilizan grupos de control con asignación aleatoria, y constituyen los cimientos sobre los que se basa la configu-
ración y aplicación actual del programa.

Hasta la fecha se han realizado tres grandes ensayos cuyo seguimiento continúa con el fin de evaluar sus efectos a largo plazo.
– Ensayo de Elmira (N = 400). Desde 1977 hasta el presente (Olds et al., 1986a,b, 1988, 1994, 1997, 1998a)
– Ensayo de Memphis (N = 1.139). Desde 1987 hasta el presente (Kitzman et al., 1997, 2000; Olds et al., 1998b, 2004a)
– Ensayo de Denver (N = 735). Desde 1994 hasta el presente (Olds et al., 2002, 2004 a,b)

de visitas al hogar, «The Nurse-Family Partnership», basado en la evidencia científica más rigurosa. En el
año 2003, este programa se convertiría en una organización sin ánimo de lucro en la que actualmente alrededor
de 700 profesionales participan en su aplicación y del que se han beneficiado unas 13.000 madres en 20 Esta-
dos. El objetivo es continuar extendiendo sus servicios a más familias en el futuro.

CUADRO 11.7. RESULTADOS A LARGO PLAZO DEL PROGRAMA DE DAVID OLDS

David Olds y sus colaboradores analizaron los efectos a largo plazo de su programa de visitas al hogar realizando un seguimiento
de los participantes en el primer ensayo 15 años después (Olds et al., 1997, 1998a,b). Este estudio longitudinal demostró que los
participantes en el programa (madres e hijos con 15 años de edad), en comparación con los participantes en el grupo de control,
habían experimentado:

– Una reducción del 79 por ciento de la incidencia del maltrato infantil.


– Una reducción del 44 por ciento en problemas maternales resultado del consumo de sustancias.
– Una reducción del 69 por ciento en el número de arrestos de madres.
– Una reducción del 54 por ciento en el número de arrestos y del 69 por ciento en condenas entre los hijos.
– Un número 58 por ciento menor de compañeros sexuales entre los hijos.
– Una reducción del 28 por ciento en el consumo de cigarrillos y del 51 por ciento en el número de días de consumo de alcohol
entre los hijos.
– Un intervalo mayor de 2 años entre el nacimiento del primer y segundo hijo.
– Una menor utilización (30 meses) de los servicios sociales después del nacimiento del primer hijo.

4.2. Metas del programa y características principales


El programa de visitas al hogar diseñado por David Olds se ha diseñado y se ha organizado alrededor de tres
grandes metas (véase Cuadro 11.8). El programa de visitas al hogar diseñado por David Olds se dirige a una
población muy concreta y se desarrolla siguiendo unas condiciones muy específicas que permiten alcanzar sus
objetivos.
En primer término, el programa es de carácter voluntario y se dirige a madres jóvenes en su primer emba-
razo con escasos recursos económicos. El objetivo es trabajar con futuras madres en situación de riesgo social
intentando maximizar el beneficio que se pueda obtener de la participación en el programa. Al ser su primer
embarazo, las madres todavía no han desarrollado las competencias para su propio cuidado y el de su futuro
hijo. Además, el programa maximiza su capacidad preventiva, puesto que las habilidades adquiridas en su
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Capítulo 11 ■ El apoyo social a domicilio: la prevención del riesgo social en familias… 313

CUADRO 11.8. METAS DEL PROGRAMA

1. Mejorar los resultados del embarazo:


– Ayudar al cuidado prenatal y asegurar su supervisión médica.
– Ayudar a reducir el tabaquismo y el consumo de alcohol y otras sustancias.
– Educar sobre la nutrición saludable durante el embarazo.

2. Mejorar la salud y el desarrollo de los hijos:


– Ayudar a los padres a que proporcionen un cuidado más competente de sus hijos durante los dos primeros años de vida.
– Enseñar a los padres cómo cuidar de sus hijos proporcionándoles un entorno familiar positivo.
– Enseñar a los padres a crear un entorno seguro donde se puedan desarrollar adecuadamente los hijos tanto dentro como
fuera del hogar.
– Enseñar a los padres prácticas de disciplina positivas y consistentes.
– Ayudar a los padres a que provean un cuidado adecuado de la salud de sus hijos.

3. Mejorar el desarrollo personal de las madres:


– Ayudar a las madres jóvenes a tener control sobre sus vidas y a desarrollar una visión de su propio futuro.
– Ayudar a las madres a tomar decisiones razonadas sobre la pareja, la familia y las amistades que van a involucrarse con el
hijo.
– Ayudar a las madres a planificar futuros embarazos.
– Ayudar a las madres a que continúen y finalicen su educación.
– Ayudar a las madres a encontrar un empleo adecuado.

transcurso sirven para futuros embarazos. Otro motivo para establecer el comienzo del programa de interven-
ción durante el embarazo es evitar el mensaje implícito de que una madre es incompetente o incapaz de cuidar
a sus hijos, algo que podría presumirse si el programa comenzara después de haberse producido el nacimiento.
Una segunda condición reside en el hecho de que las visitas al hogar las desarrollan profesionales con una
formación específica para el programa, como no podía ser de otra manera. En el caso del programa de Olds, las
visitas al hogar las realizan mujeres con especialización en Enfermería. Se considera que estas profesionales re-
únen una combinación de habilidades, conocimientos y legitimidad cultural que favorece el éxito de su trabajo
con madres en situación de riesgo social. Su familiaridad con el proceso del embarazo y parto, y con la salud
maternal e infantil durante ese periodo, junto con el reconocimiento público de esta profesión, son aspectos que
juegan a favor del programa y de su aceptación por las futuras madres. Dados sus conocimientos y su legitimi-
dad percibida para identificar problemas relacionados con la salud, el cuidado apropiado de los niños y el uso
de los servicios de salud, estas profesionales se encuentran en una posición ideal para incrementar la influen-
cia clínica del programa a través de la detección y tratamiento temprano de los problemas. Cada una de estas
profesionales tiene a su cargo un máximo de 25 familias para asegurar una carga de trabajo manejable y una re-
lación continua con las familias. Los programas se localizan y desarrollan desde organizaciones comunitarias
con experiencia en el trabajo con familias en situación de riesgo (la experiencia y reputación de estas organi-
zaciones es necesaria para establecer la credibilidad del programa, así como su adecuado desarrollo y mante-
nimiento en el tiempo). Además, se establece la figura del supervisor del programa, con una supervisora por
cada cuatro profesionales que realizan las visitas al hogar. La persona que realiza la supervisión actúa de guía
y orientadora en el desarrollo del programa, media en las relaciones entre el personal y la organización y
establece vínculos con otros servicios y organizaciones de la comunidad.
11 INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL 12/11/08 12:11 Página 314

314 I NTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Las visitas se realizan siguiendo unos protocolos preestablecidos que proporcionan una estructura consis-
tente a cada visita. En estas visitas se trabajan seis ámbitos que se consideran críticos para el funcionamiento
individual y familiar en las diversas etapas del embarazo y primeros años de vida de los hijos: a) salud perso-
nal; b) salud ambiental; c) desarrollo personal de la madre; d) el rol maternal; e) vínculos con servicios de sa-
lud y sociales, y f) apoyo de familiares y amigos. En cada uno de estos ámbitos se realizan evaluaciones sobre
la presencia de factores de riesgo asociados a diversas áreas problema de forma que el programa pueda ajus-
tarse mejor a las necesidades de cada familia (véase Cuadro 11.9). El programa utiliza además un sistema de
recogida de información común que permite hacer el seguimiento de las características de las familias, sus ne-
cesidades, los servicios ofrecidos y el progreso en el logro de los objetivos. Este sistema común es una
herramienta fundamental para el desarrollo, seguimiento y evaluación del programa.
La cuarta y última de las condiciones consiste en comenzar las visitas durante el embarazo (antes de la se-
mana 28 e idealmente entre las semanas 12 y 20), y continúan durante los dos primeros años de vida del me-
nor. Se considera que éste es un período crítico en el desarrollo del rol maternal y su relación con el hijo. Esta
es una estrategia fundamental del programa, puesto que las visitas al hogar de la profesional se realizan duran-
te una fase importante del ciclo vital de familias en situación de riesgo social (el embarazo y los dos primeros
años de vida). Ello permite al programa dirigirse simultáneamente a diversos ámbitos que deterioran los hábi-
tos de salud y el cuidado de los hijos, tratando de satisfacer la necesidad que los padres (en particular nuevos
padres en situación de riesgo) tienen de información, apoyo emocional y manejo del estrés. Al mejorar las con-
diciones para el embarazo y el cuidado del menor durante la primera infancia, se espera reducir los problemas
en el ámbito de la salud y del cuidado infantil.

CUADRO 11.9. LA PREVENCIÓN DEL RIESGO SOCIAL: ÁREAS PROBLEMA Y FACTORES DE RIESGO
MODIFICABLES POR EL PROGRAMA

1. Bajo peso al nacer, nacimientos prematuros y problemas en el desarrollo infantil:


– Tabaquismo.
– Consumo de alcohol y otras sustancias.
– Ganancia de peso inadecuada, dieta inapropiada, cuidado prenatal inadecuado, supervisión médica inadecuada.
2. Malos tratos físicos, negligencia y lesiones de los menores:
– Inmadurez psicológica y problemas de salud mental de la madre.
– Factores ambientales que generan situaciones estresantes en el hogar.
– Una historia personal de rechazo, maltrato físico o negligencia en la infancia.
– Manejo de menores con problemas en el desarrollo.

3. Dependencia de los servicios sociales y dificultades en el desarrollo personal de las madres:


– Madres adolescentes, sin pareja y viviendo en la pobreza.
– Mujeres con embarazos múltiples y sucesivos.
– Mujeres con escaso control sobre sus circunstancias vitales y sus prácticas contraceptivas, así como una visión limitada de su
propio desarrollo personal en las áreas de la educación y el trabajo.

4. Manifestación temprana de la conducta antisocial:


– Déficits neuropsicológicos relacionados en parte con los cuidados inadecuados de la salud durante el embarazo.
– Cuidados parentales disfuncionales.
– Circunstancias vitales negativas de la madre: hacinamiento familiar, embarazos continuos, conducta delictiva, dependencia
de los servicios sociales.
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Capítulo 11 ■ El apoyo social a domicilio: la prevención del riesgo social en familias… 315

4.3. Estructura y desarrollo del programa


El programa, de acuerdo con un planteamiento ecológico, asume tres fuentes principales de influencia en el
bienestar de los hijos: los padres, otros miembros de la familia y amigos, y los servicios que proporciona la
comunidad donde vive esa familia. En primer lugar se enfatiza el desarrollo de los padres, puesto que su con-
ducta constituye la influencia más poderosa en el desarrollo de sus hijos debido al control parental sobre
el entorno prenatal del menor, las interacciones con los hijos después del nacimiento y su influencia en el
entorno del hogar familiar. En segundo lugar, desde un planteamiento ecológico, se considera que las
relaciones de los padres con su contexto social informal son una fuente importante de influencia en la con-
ducta parental y el desarrollo de unas relaciones paterno-filiales adecuadas para el desarrollo óptimo del me-
nor. En tercer lugar, se considera que la comunidad también ofrece importantes recursos a través de los
sistemas formales de apoyo, como los servicios sociales y de la salud, para reducir situaciones de estrés
que la familia por sí sola no puede manejar (Korfmacher, Kirtzman y Olds, 1998; Olds, 1981; Olds et al.,
1988, 1999).
En sintonía con ese planteamiento, durante las visitas al hogar se llevan a cabo tres actividades princi-
pales: a) un programa de educación dirigido a promover cambios adaptativos en las conductas que puedan
afectar a los resultados del embarazo, la salud y el desarrollo del hijo y que pueden incidir en el desarrollo
personal de la madre; b) promocionar y vincular al programa las relaciones informales de apoyo de otros
miembros de la familia y amistades y, c) vinculación de la familia con otros servicios sociales y de la salud
de la comunidad.

4.3.1. Programa educativo para el cambio conductual


Cada visita dura aproximadamente 90 minutos y está diseñada para alentar el cambio de aquellas conductas ma-
ternales que puedan conducir a problemas en el resultado del embarazo, problemas en la salud o en el desarro-
llo del niño, o conductas que comprometan el curso vital parental. El protocolo de visitas se organiza alrededor
de los retos que para madres e hijos se presentan habitualmente durante el embarazo y primera infancia, y pue-
de variar en función del momento en que las madres se integran en el programa, de las necesidades de apren-
dizaje, o de la capacidad de asimilación de contenidos educativos. Se evalúa el funcionamiento familiar y se
realizan intervenciones específicas dependiendo del resultado de esas evaluaciones. El programa de educación

CUADRO 11.10. CALENDARIO DE VISITAS AL HOGAR

Las visitas al hogar duran alrededor de 90 minutos y varían en su frecuencia dependiendo de la fase del embarazo y de las etapas
evolutivas una vez que nace el menor, lo que facilita establecer objetivos relevantes y alcanzables. La frecuencia de las visitas tam-
bién puede adaptarse a las necesidades de la madre, así como en función de los resultados de la evaluación familiar.

La frecuencia de visitas sigue el siguiente esquema general


– Primer mes (a partir del comienzo del programa): Visitas semanales
– Entre el primer mes y el parto: Visitas cada dos semanas
– Seis primeras semanas después del parto: Visitas semanales
– Hasta que el menor cumple 21 meses: Visitas cada dos semanas
– Hasta que el menor cumple dos años de edad: Visitas mensuales
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316 I NTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

parental, que se desarrolla en el hogar, se estructura en dos fases: la primera se corresponde con el período
prenatal y la segunda tiene lugar después del parto.
Objetivos conductuales durante el período prenatal. Las actividades del programa educativo durante el em-
barazo, aunque pueden variar con el momento de la gestación en el que la joven madre se incorpora al progra-
ma, se organizan en dos trimestres. Durante el primero, el objetivo fundamental se centra en el apoyo emocional
a la madre: se trata de establecer una relación de confianza con ella, facilitar que verbalice sus sentimientos y
reacciones acerca del embarazo y explorar los sentimientos y el apoyo disponible de los otros significativos. En
el segundo trimestre, coincidiendo frecuentemente con el reconocimiento de los movimientos fetales, se incre-
menta la disposición para aprender acerca del crecimiento y del desarrollo fetal, y la preocupación acerca del
parto es mayor. Se inicia entonces la exploración de los efectos que la salud y conductas maternales pueden te-
ner en el desarrollo del bebé, así como de los aspectos relacionados con el parto y cuidado del recién nacido.
Durante el período del embarazo, la profesional que realiza las visitas al hogar se concentra en el logro de los
ocho objetivos conductuales (véase Cuadro 11.11).
Objetivos conductuales para el periodo postnatal. Después del parto, las visitas al hogar continúan hasta el
segundo año de vida del recién nacido. Al igual que durante el periodo anterior, el contenido de las visitas se
organiza de forma que se cubran todos aquellos aspectos que son comunes a las madres primerizas y se res-
ponda además a las necesidades y diferencias individuales. Durante este período, la profesional que realiza las
visitas al hogar se concentra en el logro de diez objetivos conductuales (véase Cuadro 11.11).

CUADRO 11.11. OBJETIVOS CONDUCTUALES PARA EL PERIODO PRENATAL Y POSTNATAL


Objetivos conductuales durante el período prenatal:
1. Ayudar a mejorar la dieta y a realizar el seguimiento de las ganancias de peso.
2. Ayudar a eliminar o reducir el consumo de tabaco, alcohol y drogas.
3. Enseñar a los padres a identificar las señales que indican complicaciones en el embarazo.
4. Alentar el descanso regular, la realización de ejercicios apropiados y una higiene personal adecuada en el ámbito obstétrico.
5. Preparar a los padres para el parto.
6. Preparar a los padres para el cuidado adecuado del recién nacido.
7. Alentar el uso apropiado de los servicios de salud.
8. Alentar a las madres a planificar futuros embarazos, la posible vuelta al sistema educativo y la búsqueda de empleo.

Objetivos conductuales durante el período postnatal:


1. Mejorar la comprensión de los padres del temperamento infantil.
2. Promover el cuidado físico del menor.
3. Favorecer la regulación conductual y emocional del menor.
4. Mejorar la seguridad del hogar familiar.
5. Ayudar a las madres a adaptarse a su cambio de rol.
6. Continuar ayudando a las madres a planificar su futuro (en los ámbitos educativo, laboral y familiar).
7. Establecer planes concretos para finalizar la educación.
8. Ayudar a las madres a buscar y mantener un trabajo.
9. Utilización de métodos anticonceptivos seguros.
10. Identificar formas de cuidado del menor que garanticen su seguridad.
11 INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL 12/11/08 12:11 Página 317

Capítulo 11 ■ El apoyo social a domicilio: la prevención del riesgo social en familias… 317

4.3.2. Promoción e inclusión en el programa de fuentes de apoyo social informal


Otra actividad fundamental de este programa de intervención es la mejora del apoyo informal que las madres
disponen durante el embarazo, parto y primera infancia. Durante las visitas al hogar, la profesional trata de iden-
tificar miembros de la familia y amistades próximas en quienes la madre pueda confiar y a quien poder recurrir
en caso de necesidad. Una vez identificadas las figuras primaria y secundaria de apoyo, la profesional alienta a
la madre a que invite a esas personas a participar en las sesiones que tienen lugar en el hogar, organizándose
con frecuencia las visitas de acuerdo con la disponibilidad de esa figura de apoyo. El objetivo es que estas per-
sonas apoyen y ayuden a la madre en las responsabilidades del hogar, la acompañen durante las visitas al hos-
pital, estén presentes durante el parto, colaboren en el cuidado del recién nacido y refuercen los consejos del
profesional durante su ausencia (siempre que es posible se alienta la participación del esposo o pareja, sea o no
el padre, así como de la madre). Estas personas pueden desempeñar un rol fundamental en el logro de los ob-
jetivos del programa (aunque también se asume que no todas las redes informales ejercen una influencia cons-
tructiva en la familia). Su inclusión en el programa obedece al planteamiento de que pueden constituir figuras
importantes con gran influencia en la vida del menor. Sus habilidades parentales, su contribución a la vida fa-
miliar y su apoyo a la joven madre se consideran recursos importantes para el programa. Aunque el programa
asume que la madre es la principal responsable de la salud y bienestar de los hijos, en algunas familias es la
abuela la que se encuentra más dispuesta a colaborar y responsabilizarse del cuidado de los hijos. En estos ca-
sos, las profesionales también dirigen su programa educativo a esta figura familiar tratando de mejorar su co-
laboración con la madre. En caso de conflicto entre madre y abuela, bien como resultado de una actitud de
competencia entre las dos, o por la falta de responsabilidad de ambas en el cuidado del menor, el papel de la
profesional es intentar ayudar a resolver estos conflictos, mediando e intentando mejorar la comunicación.
Durante las visitas al hogar se evalúa mediante entrevistas y observación la calidad de las relaciones de la
beneficiaria del programa con su red social informal (pareja, marido, madre, amistades y otros miembros de la
familia extensa). Se trata de determinar la medida en que la posible carencia de un apoyo social informal ade-
cuado es el resultado del aislamiento social de la madre (no tener nadie a quien recurrir), o de su incapacidad
para establecer relaciones de confianza mutua duraderas. Se valora asimismo la posibilidad de que las nuevas
ideas que introduce el programa generen o intensifiquen hostilidades entre los miembros de la red de apoyo de
la madre o entre la madre y su figura primaria de apoyo. Obviamente, la formación y las habilidades adquiri-
das por las profesionales que desarrollan el programa (véase epígrafe siguiente), desempeñarán un papel muy
importante en la valoración y manejo de estas situaciones. En ocasiones, las madres pueden mantener una re-
lación de pareja con personas violentas, negligentes o involucradas en actividades delictivas. En estos casos, la
profesional trata de apoyar a la madre en su decisión de abandonar estas relaciones destructivas. Sin embargo,
puesto que es posible que la madre quiera mantener estas relaciones a toda costa, puede no ser prudente para la
profesional intervenir activamente para desincentivar esta relación. Las habilidades y sensibilidad de las profe-
sionales son fundamentales de nuevo para que, sin dejar de respetar las decisiones de la joven madre, sean ca-
paces de transmitir la idea de que no tiene por qué aceptar un tratamiento abusivo, ofreciendo consejo y ayuda
para que la madre tome decisiones que redunden en su propio beneficio.

4.3.3. Vinculación con los sistemas formales de apoyo en la comunidad


Durante el desarrollo del programa, las profesionales se encuentran con problemas y estresores familiares que
no pueden afrontar con garantía con los recursos de que disponen. Para ello una actividad prevista del progra-
ma es la conexión de las familias con los servicios sociales y de salud. Desde las primeras visitas al hogar se
realiza una evaluación sistemática de la medida en que las necesidades básicas de la familia están satisfechas.
Entre las áreas consideradas se encuentran los ingresos, vivienda, alimentación, cuidados médicos y problemas
físicos, mentales o de consumo de sustancias. El contacto con las familias permite identificar si algunas de
11 INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL 12/11/08 12:11 Página 318

318 I NTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

estas áreas están desatendidas; ello proporciona la información adecuada a los servicios comunitarios y permi-
te establecer los vínculos apropiados entre estos sistemas formales de apoyo y las familias. Las profesionales
supervisan que las familias mantengan las visitas concertadas con los servicios de obstetricia y pediatría o acu-
dan al médico cuando surgen problemas de salud. Las profesionales mantienen también informados a estos ser-
vicios sobre las condiciones médicas, sociales y emocionales de las madres, de forma que se proporcione el
cuidado más adecuado, tanto desde los servicios médicos como desde el programa. Al mantener una comuni-
cación regular con los servicios de salud, las profesionales pueden ayudar a clarificar y reforzar las recomen-
daciones médicas en el hogar familiar. Asimismo, para satisfacer otras necesidades identificadas durante las
visitas al hogar, la profesional conecta a la familia con otros servicios comunitarios: ayudas de servicios socia-
les, ayudas económicas, planificación familiar, transporte, educación de adultos, formación laboral o servicios
de salud mental, etc. Esta conexión con los servicios formales de apoyo de la comunidad es particularmente re-
levante a medida que el programa se acerca a su final y el vínculo entre la madre y la profesional que ha visi-
tado el hogar durante más de dos años tiene que romperse. El programa finaliza asegurando la conexión de la
familia con cualquier servicio de apoyo que la madre pueda continuar necesitando.

4.4. Formación del personal del programa


Un elemento fundamental del programa es la utilización de profesionales con titulación en Enfermería como
personal para la realización de las visitas al hogar. Para su integración en el programa se requiere que posean
conocimientos básicos en las áreas de salud pública, salud mental y salud maternal e infantil. Junto con los su-
pervisores, estas profesionales identifican posibles carencias en habilidades y conocimientos relevantes para
poder concentrarse en esas necesidades durante el periodo de formación que es, en ese sentido, adaptable.
La formación comprende aproximadamente unas 60 horas de instrucción dirigida a que el personal no sólo
comprenda los fundamentos teóricos y los principios que subyacen al programa, sino que desarrollen también
las habilidades y competencias para implementarlo. La formación incluye sesiones presenciales, materiales au-
diovisuales, cursos on-line y otros recursos formativos. La formación tiene además un carácter continuo que in-
cluye también las necesidades que van surgiendo durante el periodo de cerca de dos años y medio que duran las
visitas. La organización gestora del programa («The Nurse-Family Partnership») proporciona información, apo-
yo y supervisión a medida que se presentan nuevos retos en el trabajo con las familias. El personal del progra-
ma dispone de materiales curriculares elaborados especialmente para su desarrollo y evaluación, para cuyo
adecuado uso reciben también una formación específica. Estos protocolos y materiales educativos son funda-
mentales para proporcionar a las profesionales que desarrollan el programa una estructura consistente en el tra-
bajo con las familias. Por ejemplo, las profesionales disponen de tres volúmenes con instrucciones y pautas
escritas, dedicado cada uno de ellos a los tres periodos por los que atraviesa el programa: embarazo, niños re-
cién nacidos y primera infancia. Cada uno de ellos se organiza alrededor de los seis ámbitos que el programa
considera como críticos para el adecuado funcionamiento individual y familiar: a) salud personal; b) salud am-
biental; c) desarrollo personal de la madre; d) el rol maternal; e) vínculos con servicios de salud y sociales, y f)
apoyo de familiares y amigos. Se espera además que las profesionales alcancen un elevado grado de compe-
tencia en la evaluación de la interacción paterno-filial, para lo cual cuentan también con un sistema estandari-
zado. Finalmente, todo el personal que participa en el programa maneja un sistema común de recogida de
información. Este sistema permite la evaluación y supervisión continua del programa, la comparación de sus
logros en las distintas comunidades donde se aplica, así como el feedback corrector para la mejora del mismo.

4.5. Control de calidad en la aplicación del programa


El profesor David Olds, creador del programa, ha insistido repetidamente en la necesidad de que se respeten
ciertos estándares y condiciones para que el programa logre sus objetivos. Las razones son sencillas: la
11 INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL 12/11/08 12:11 Página 319

Capítulo 11 ■ El apoyo social a domicilio: la prevención del riesgo social en familias… 319

evidencia empírica disponible aconseja que para que funcione este programa debe aplicarse de acuerdo con el
modelo testado en los diversos ensayos clínicos realizados. Es decir, para lograr los objetivos establecidos, el
programa debe dirigirse a madres en su primer embarazo que se encuentren en situación de riesgo social; debe
comenzar durante el embarazo y continuar hasta el segundo año de vida siguiendo la estructura establecida y
testada. Además, los resultados empíricos apoyan la utilización para las visitas al hogar de profesionales con ti-
tulación en Enfermería (Olds et al., 1999, 2002, 2004b). Estudios independientes confirman la importancia de
adherirse a la estructura, contenido y método de este programa para asegurar su efectividad (Layzer et al., 2001;
MacMillan y Wathen, 2005). La conclusión es que si el programa mantiene un control de calidad estricto y se
aplica y evalúa en condiciones rigurosas y con fidelidad al modelo original, se pueden lograr cambios signifi-
cativos en las vidas de las madres y niños a los que se dirige.
Desde esta premisa, David Olds no sólo ha insistido en que el programa se aplique correctamente; también
se ha preocupado de que la extensión del programa a otras comunidades se realice de forma espaciada y sin pri-
sas, para no comprometer su efectividad. Hay que recordar que el primer ensayo del programa se realizó en
1977 y que hasta el año 2000 no se inició una aplicación a escala nacional. Olds y sus colaboradores tratan de
evitar el error común de recomendar la aplicación de un programa con resultados prometedores sin datos sufi-
cientes para conocer su generalizabilidad y efectividad en otros contextos, poblaciones o condiciones. El com-
promiso de los creadores de este programa para asegurar el máximo rigor científico en el diseño y en la evaluación,
así como en el conocimiento de sus límites, es la mejor garantía de calidad. Esta preocupación por mantener el
rigor ha llevado a establecer por parte de la organización que gestiona el programa un conjunto de condiciones
y requisitos para su diseminación de suerte que aseguren la fidelidad al modelo original evaluado científica-
mente.
Journal of Behavior, Health & Social Issues Journal of Behavior,
Vol. 12, Num. 1 (2020) pp. 59-65
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/fesi.20070780.2020.12.1.70338
Health & Social Issues

Propiedades psicométricas de la versión corta de la escala de


Empoderamiento y Agencia Personal en estudiantes universitarios

Psychometric properties of the brief version of the Empowerment


and Personal Agency scale in university students

Nélida Padilla Gámez1*, Yuma Yoaly Pérez Bautista1 y Cinthia Cruz del Castillo2
1
Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM
2
Universidad Iberoamericana

Recibido: 10 de octubre de 2019; aceptado: 23 de abril de 2020

Resumen

El presente estudio tuvo por objetivo evaluar las características psicométricas del empoderamiento en estudiantes universitarios así como
validar la versión corta de la escala de Empoderamiento y Agencia personal (EMPAP; Padilla Gámez & Cruz del Castillo, 2018). Dicho
instrumento tiene por objetivo evaluar la autopercepción del empoderamiento a través de cuatro factores que miden: agencia personal,
autoconciencia, empoderamiento en la salud y empoderamiento social. El instrumento consta de 47 reactivos en escala de respuesta tipo
Likert de 5 puntos que evalúan en un continuo de 0 a 5, situaciones en las que los individuos perciben menor o mayor empoderamiento. La
versión corta de la escala se desarrolló a través de un análisis factorial confirmatorio. Para este estudio participaron 255 estudiantes de los
cuales el 38% son hombres y 62% mujeres, con edades entre 17 y 29 años, pertenecientes a las carreras: de psicología, medicina, biología,
optometría, enfermería y odontología. Los resultados arrojaron un modelo que conserva las cuatro dimensiones originales con 12 reactivos
y un buen ajuste en GFI, AGFI, CFI, y RMSEA. El coeficiente Alpha de Cronbach total fue de .81, por tanto se puede concluir que se obtuvo
una versión corta, válida y confiable y sensible a la población universitaria.

Palabras clave: empoderamiento, estudiantes universitarios, salud.

Abstract

The purpose of this study was to evaluate the psychometric characteristics of empowerment in college students as well as validate the short
version of the Empowerment and Personal Agency scale (Padilla Gámez & Cruz del Castillo, 2018). This instrument aims to evaluate the
self-perception of empowerment through four factors that measure: personal agency, self-awareness, health empowerment and social em-
powerment. The instrument consists of 47 items in a 5-point Likert response scale that evaluate in a continuum of 0 to 5, situations in which
individuals perceive less or greater empowerment. The short version of the scale was developed through a confirmatory factor analysis. 255
students participated in this study, of which 38% were men and 62% women, aged between 17 and 29, belonging to the careers: psychology,
medicine, biology, optometry, nursing and dentistry. The results yielded a model that retains the original four dimensions with 12 items and a
good fit in GFI, AGFI, CFI, and RMSEA. The total Cronbach Alpha coefficient was .81, so it can be concluded that a short, valid and reliable
version sensitive to the university population was obtained.

Key words: empowerment, college, health.

Introducción
* Autor para correspondencia. Correo electrónico: nelidapadillag@
gmail.com N. Padilla Gámez* Facultad de Estudios Superiores
La globalización alcanza muchos rincones del mundo,
Iztacala, UNAM; Y. Y. Pérez Bautista** Facultad de Estudios Su-
periores Iztacala, UNAM; C. Cruz del Castillo *** Universidad Ibe- México no es la excepción. Los jóvenes se enfrentan no sólo
roamericana. Investigación realizada gracias al financiamiento del a retos de índole personal sino a diversas situaciones com-
Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación Tecnológica (PA- plejas que tienen que ver con su entorno y a las que tendrán
PIIT) IA303218. que responder en la vida adulta (Zúñiga, 2012).

2007-0780/© 2020 Universidad Nacional Autónoma de México, Asociación Mexicana de Comportamiento y Salud. Este es un artículo Open Access bajo la
licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).
60 N. Padilla Gámez et al. / Journal of Behavior, Health & Social Issues, 12, 1 (2020) pp. 59-65

Hoy en día, son pocos los jóvenes que pueden acce- tión de grados (aprendizajes que se van adquiriendo) en
der a la educación superior que sea gratuita y de calidad. lugar de un todo o nada.
Las universidades públicas se caracterizan por hacer un Varios autores (Foster-Fishman, Salem, Chibnall, Le-
ejercicio de heterogeneidad en sus procesos de selección, glet & Yapchai, 1998; Maton & Salem, 1995; McMillan, Flo-
no obstante durante la formación profesional pueden in- rin, Stevenson, Kerman & Mitchell, 1995; Mechanic, 1991;
terponerse diversas problemáticas que impactan en la efi- Montero, 1998, 2003; Rappaport, 1981, 1984; Serrrano
ciencia terminal de los estudiantes (Zúñiga, 2012). García, 1984; Speer & Hughey, 1995; Trickett, 1994; Zim-
Los jóvenes inician su formación profesional partiendo merman, 1995, 2000; Zimmerman & Rappaport, 1988; cit.
de diversos escenarios, cada uno cuenta con un bagaje en Silva y Loreto, 2004) han desarrollado y enriquecido el
personal, familiar y contextual que promueve u obstaculiza significado y las implicaciones del constructo.
su tránsito en la carrera universitaria. Algunos problemas Es un concepto fundamental en los estudios femi-
que se presentan frecuentemente en los alumnos, inclu- nistas (por ejemplo, Worell y Remer 1992; Yoder y Kahn
yen dificultades de diversa índole entre las que se pueden 1992); también ha sido un concepto influyente en campos
citar: depresión, problemas con el consumo de alcohol y/o como la psicología comunitaria (por ejemplo, Rappaport
drogas, ideación suicida, conducta sexual de riesgo, por 1984; Riger 1993; Zimmerman 1990, 1995) y la salud pú-
mencionar algunos. En este sentido, existe una estrecha blica (por ejemplo, Kar et al. 1999; Rissel 1994; cit. en Pe-
relación entre desempeño, salud física y salud mental que terson, 2010). Más recientemente, el empoderamiento ha
juegan un papel determinante tanto en su formación profe- sido adoptado por una serie de disciplinas y prácticas tan
sional como personal. De esta manera, se hace cada vez diversas como la promoción de la salud, el feminismo, la
más importante contemplar el bienestar de los jóvenes en enfermería, el trabajo social, la educación y la gestión or-
todas sus aristas para un adecuado recorrido profesional, ganizativa (Organización Mundial de la Salud 1986; Skel-
puesto que existe una vasta literatura que muestra cómo ton 1994; Karl 1995; Kendall 1998; Kuokkanen y Katajisto
las problemáticas pueden afectar el desarrollo y conclu- 2003; Laverack 2005).
sión de la vida universitaria (Riveros, 2018). A su vez el empoderamiento se ha evaluado en rela-
Desde esta perspectiva, se hace importante dotar a ción con otras variables como por ejemplo con el género y
los universitarios de habilidades psicosociales que les pro- la salud sexual (Peterson, 2010); en mujeres (Padilla Gá-
vean de las herramientas necesarias para afrontar las si- mez & Cruz del Castillo, 2018); autoeficacia en el climate-
tuaciones que se les presenten. Es justo esta etapa, en la rio; (Doubova, Espinosa, Infante, Aguirre, Rodríguez, Oli-
que se pueden poner a prueba los recursos con los que vares & Pérez, 2013); pero poco con estudiantes univer-
ingresan los estudiantes o en su defecto fortalecerlas o sitarios (Soler, Trilla, Jiménez & Úcar, 2017). En este sen-
incluso, iniciar un proceso de formación (Riveros, 2018). tido, algunos instrumentos desarrollados para evaluar el
Por otra parte, cada vez se observa más literatura so- empoderamiento se encuentra la “Escala de percepción de
bre el empoderamiento, no obstante la que se dirige espe- empoderamiento comunitario” de Carnaval (1999), cons-
cíficamente al empoderamiento de los jóvenes, no se en- ta de 27 reactivos distribuidos en 4 factores que evalúan:
cuentra con facilidad (Soler, Trilla, Jiménez & Úcar, 2017). participación e influencia, liderazgo, interés comunitario y
El concepto de empoderamiento refiere a una orien- control personal; diseñado principalmente para mujeres en
tación valórica pero también a un proceso con componen- Colombia.
tes cognitivos, afectivos y conductuales (Rappaport, 1981; Por otra parte, en México se desarrolló la Escala de
Zimmermarn, 2000; Zimmerman & Rappaport, 1988). Se Agencia Personal y Empoderamiento (ESAGE, 2007), que
ha determinado como una de las vías de transformación se conforma de dos subescalas: agencia personal con
individual y contextual (comunitaria). 35 reactivos y empoderamiento con 7. Dicha escala de-
Bauman (2010, pag. 70; cit. En Soler, Trilla, Jiménez & sarrollada por Pick, Sirkin, Ortega, Osorio, Xocolotzin &
Úcar, 2017) describe que la persona empoderada es “ca- Givaudan, (2007) puntualiza la división teórica de los dos
paz de elegir y de actuar conforme a lo elegido y eso, a constructos (agencia personal y empoderamiento) que se
su vez, implica la capacidad de influir en el conjunto de observan relacionados entre sí, pero separados, este ins-
acciones alternativas disponibles y en los escenarios so- trumento se aplicó a población rural y urbana.
ciales en los que se eligen y materializan esas opciones”. A su vez, Casique (2016) plantea la “Encuesta sobre
Esta definición se dirige a la capacidad de decisión y por noviazgo, empoderamiento y salud sexual y reproductiva
tanto a la capacidad de actuar de forma consecuente con en adolescentes estudiantes de preparatoria en México
lo decidido. (ENESSAEP), cuenta con 6 factores: empoderamiento so-
Zimmerman (1995) argumentó que el empoderamien- cial, actitudes frente a roles de género, autoestima, poder
to psicológico no es estático; más bien, un solo individuo en la relación de pareja, agencia personal y poder en la
puede sentirse empoderado en algunos momentos y en relación sexual. Como se puede observar es una encuesta
algunos contextos y desempoderado en otros momentos y que posee una serie de elementos que se relacionan con
contextos. El empoderamiento se concibe como una cues- la salud sexual, los roles de género y el poder en las rela-
ciones, sin embargo se diluye el constructo del empodera-
N. Padilla Gámez et al. / Journal of Behavior, Health & Social Issues, 12, 1 (2020) pp. 59-65 61

miento además que está diseñada para población adoles- Método


centes, no para universitarios.
Con base en lo anterior, la pregunta es, ¿en términos Participantes
conductuales, cómo se evalúa el empoderamiento? par-
ticularmente en los jóvenes; en este sentido Soler, Trilla, El presente estudio que parte de una investigación
Jiménez & Úcar (2017) proponen que esto se puede ob- más amplia, participaron 614 estudiantes universitarios del
servar en: a) la toma de decisiones y el actuar de forma primer año de licenciatura de la Facultad de Estudios Su-
consecuente sobre aquello que afecta la propia vida, b) periores Iztacala (FESI) – UNAM de las carreras: psicolo-
el poder participar en la toma de decisiones e intervenir gía, medicina, biología, enfermería, odontología y optome-
de forma compartida y responsable en lo que afecta a la tría de la modalidad presencial. Por medio de un muestreo
colectividad de la que se forma parte y al medio en el que probabilístico por conglomerados (Kerlinger & Lee, 2003),
se vive. Este planteamiento se hace cada vez más urgente se seleccionaron dos grupos del turno matutino y dos gru-
en un mundo en el que es cada vez más evidente que las po vespertino de las seis carreras que se imparten en una
acciones o decisiones tomadas en lo individual formarán facultad localizada en el municipio de Tlalnepantla, Estado
parte, tarde o temprano, del cambio en lo colectivo. De de México.
esta manera, se hace necesaria una mirada multidimen- La muestra para el AFC quedó conformada por 255
sional tanto en lo individual como en lo relacional y colecti- participantes de los cuales el 38% (97) son hombres y 62%
vo –por lo tanto, se vuelve conveniente hacer la distinción mujeres (158), con edades entre 17 y 29 años (M=18 D.E=
entre lo que sirve para poder controlar autónomamente la 1.8), el 80.7% heterosexuales (205), 9.8% bisexuales (25)
propia vida, y lo que sirve para poder participar en asuntos y 8.7% homosexuales (22) el resto no respondió; en su
sociales-, de tal forma que el empoderamiento debe aco- mayoría solteros (92.8%); la religión versa entre: católicos
ger conjuntamente ambas dimensiones, sobre todo en las el 56.7% y ateos 35.2%. Pertenecientes a las carreras:
nuevas generaciones, ya que el impacto que tendrán en de psicología 19.6% (50), medicina 20.8% (53), biología
lo individual también tendrá un efecto en el contexto de su 18.4% (47), optometría 11.4% (29), enfermería 18.4% (47)
vida profesional. y odontología 11.4% (29). El 44.3% reportaron sí tener pa-
Desde esta mirada, se vuelve importante destacar reja actualmente mientras el 55.7% dijeron que no.
cuáles pueden ser los espacios de empoderamiento más
significativos para los jóvenes (Soler, Trilla, Jiménez & Procedimiento
Úcar, 2017), y uno de los de mayor importancia son las
instituciones educativas formales: institutos de enseñanza Con el consentimiento de las autoridades, en conjunto
secundaria, universidades, centros de formación profesio- con la administración escolar de la Facultad de Estudios
nal (Peterson, 2010), así también: instituciones educativas Superiores Iztacala de la UNAM, se solicitó a los jefes de
no formales y de educación social (centros juveniles, ins- cada carrera el acceso a los grupos seleccionados, acor-
tituciones, grupos de educación en el tiempo libre, etc.); dando con los profesores nos facilitaran el acceso a los
asociaciones políticas; instituciones culturales, artísticas, grupos para la aplicación.
deportivas y sanitarias (museos, bibliotecas, clubes depor- Previamente se llevó a cabo una capacitación a cuatro
tivos, hospitales y centros de salud); espacios ciudadanos becarios que colaboraron en la aplicación del inventario:
públicos (plazas, parques, la calle, centros comerciales y para la impartición de las instrucciones, la resolución de
recreativos, etc.); el ámbito familiar; el ámbito laboral y los dudas en los participantes así como en la entrega y reco-
espacios virtuales, las TIC, medios de comunicación y re- lección de instrumentos.
des sociales (Soler, Trilla, Jiménez & Úcar, 2017). De esta Para cumplir con los lineamientos éticos: en cada gru-
manera, se observa cómo los espacios educativos forma- po se explicó el propósito e importancia de la investiga-
les, en este caso los universitarios juegan un papel crucial ción, asegurando la confidencialidad y anonimato de sus
en el empoderamiento de los jóvenes, pues se torna un es- datos, así como la libertad de abandonar el estudio en el
pacio en el que no sólo se forman cualidades académicas, momento que lo desearan, aunado a lo anterior se incluyó
sino recursos personales y relacionales, es el ámbito en el un consentimiento informado, el cual fue firmado por los
que pasarán de lleno a la vida adulta, por tanto se hace ne- participantes libre y voluntariamente.
cesario tener herramientas válidas y confiables que pue- Finalmente, los datos se capturaron y analizaron con
dan medir el empoderamiento en esta etapa de vida. ayuda del Software Estadístico SPSS versión 20 y del pa-
Con base en lo anterior, el objetivo del presente estu- quete estadístico AMOS 24 para Windows.
dio fue evaluar las propiedades psicométricas del instru-
mento de empoderamiento y agencia personal así como Instrumentos
validar la versión corta (EMPAP diseñado y validado origi-
nalmente para mujeres) adaptado a una muestra de jóve-
Datos sociodemográficos: en este apartado se solicitó
nes universitarios.
a los participantes además de su consentimiento informa-
62 N. Padilla Gámez et al. / Journal of Behavior, Health & Social Issues, 12, 1 (2020) pp. 59-65

do, datos sobre su sexo, orientación sexual, estado civil, Tabla 1


carrera de ingreso, religión, y si tenían pareja en la actua- Validez conceptual y consistencia interna de
lidad. la Escala de Empoderamiento para Universitarios
Escala de agencia personal y empoderamiento en mu-
jeres construida y validada por Padilla Gámez y Cruz del Número de reactivo y factor Carga
Castillo (2018), que consta de cuatro factores que evalúan factorial
habilidades y estrategias de: agencia personal, autocono- Agencia Personal
cimiento, empoderamiento en la salud y empoderamiento 34. Puedo hacer algo para evitar el abuso .840
social. A su vez, esta escala se conforma de 47 reactivos físico .780
con escala de respuesta tipo Likert que refieren algunas 37. Puedo hacer algo para evitar el acoso .702
situaciones o condiciones que reflejan habilidades y es- escolar/laboral
trategias de agencia personal y empoderamiento, en un 33. Puedo hacer algo cuando me siento poco
continuo que va de 0 (dicha condición no aplica para la aceptado/a
persona); al 5 (se perciben más posibilidades de hacer
Empoderamiento en la Salud
frente a las situaciones). En la validación realizada por las
autoras, el instrumento muestra un Alfa de Cronbach de 27. Puedo hacer algo con mis problemas de .876
.92, que explica el 43.36% de la varianza total. Para esta consumo de drogas .844
investigación se concibe al empoderamiento como: “una 15. Puedo hacer algo con mis problemas de .759
herramienta de desarrollo humano que contempla entre consumo de alcoholismo
sus componentes el que los individuos sean autónomos, 26. puedo hacer algo respecto de mi enfer-
adquieran agencia personal para poderla reflejar en auto- medad (la que sea)
eficacia de poder lograr los objetivos planteados, pag. 33” Autoconciencia
(Padilla Gámez y Cruz del Castillo, 2018). Cabe mencionar 12. Puedo hacer algo cuando me siento mal .779
que se adaptaron y rediseñaron algunos reactivos para la conmigo misma/o .724
población objetivo. 20. Puedo hacer algo cuando me siento .621
estresado/a
Análisis de Datos 10. Si tengo un problema puedo solucionarlo
Empoderamiento Social
La muestra inicial (614 participantes) fue dividida de 14. Puedo expresar abiertamente mis des- .720
forma aleatoria en dos partes con ayuda del programa es- acuerdos a quien sea .710
tadístico SPSS versión 20 para Windows. Con este mismo 13. Puedo tomar decisiones sobre mi orienta- .669
programa se analizó a la primera submuestra siguiendo el ción sexual
procedimiento estadístico para realizar el AFE partiendo 35. Puedo expresar mis necesidades abierta-
del análisis del instrumento original, es decir se seleccio- mente a quien sea
naron los reactivos correspondientes a cada factor del ins- Varianza explicada 63.26%
trumento original (Agencia personal, Autoconciencia, Em- Alpha de Cronbach .818
poderamiento en la Salud y Empoderamiento Social). Para
el AFC se utilizó el paquete estadístico AMOS 24 para Análisis factorial confirmatorio
Windows con la finalidad de encontrar un modelo psicomé-
trico válido y confiable sensible a la población universitaria. Por otra parte, el valor obtenido del coeficiente de nor-
malidad multivariada fue significativa (asimetría= 47.974,
Resultados c.r.=20.897) lo que reflejó ausencia de normalidad en las
variables a utilizar. Por tal motivo, se decidió llevar a cabo
Con base en el análisis factorial confirmatorio realiza- el método de máxima verosimilitud con corrección robus-
do, los reactivos y pesos factoriales finales se muestran en ta de Browne, obteniendo los siguientes resultados sobre
la siguiente tabla: el modelo: la prueba de bondad de ajuste absoluto arrojó
resultados que indican que el modelo se ajustó adecuada-
mente (X2=78.334, gl=48, p=.004), sin embargo, al usar el
criterio de cociente resultante de X2/gl= 1.63, se refleja un
valor cercano a 2 que muestra un ajuste aceptable. Otros
indicadores que respaldan este resultado fueron: el error
cuadrático medio de aproximación (RMSEA), con un valor
de .050 que representa una valoración aceptable del mo-
delo; el residuo cuadrático medio (RMR) obtuvo un valor
de .029 encontrándose por dentro del mínimo recomenda-
N. Padilla Gámez et al. / Journal of Behavior, Health & Social Issues, 12, 1 (2020) pp. 59-65 63

do .05; además el indicador de bondad de ajuste general Figura 1


(GFI=.974) y el índice de ajuste normado (NFI=.935) arro- Modelo del IEMPeU (Inventario de Empoderamiento
jaron valores entre .9 y .97, que denotan que el modelo en Estudiantes Universitarios).
tiene un ajuste satisfactorio (Tabla 2).

Tabla 2
Saturaciones factoriales estandarizadas e indicadores
de ajuste del modelo, obtenidos a través del AFC.

Criterios de Ajuste Valores obtenidos


en el AFC
X2 No significancia X2 = 78.334, gl= 48,
p=.004
Cociente X2 Valor cercano a 2 de X2/gl = 1.63
Perfecto Aceptable
RMSEA ≥.05 entre .05 y .050
.08
RMR 0 ≥.05 .029
GFI 1 .9 .974

AGFI .911

TLI .964
NFI .935

Los resultados obtenidos del modelo de medida


AFC, revelan que tanto la consistencia interna, calculada
con base al coeficiente de confiabilidad compuesta (CR
Discusión
=0.54956225), como la validez convergente (varianza
entre indicadores y constructo), evaluada a través de la
Con base en lo anterior, se puede observar que el ins-
media extraída (AVE =.9345), tuvieron puntuaciones por
trumento de empoderamiento y agencia personal muestra
arriba de .5, lo que demostró que hay una adecuación con-
las características psicométricas adecuadas para medir
vergente, ya que más del 50% de la varianza del construc-
dicho constructo en estudiantes universitarios. La escala
to es atribuida a sus indicadores.
quedó conformada por doce reactivos, distribuidos en cua-
Los resultados obtenidos del AFC, revelan la solución
tro factores como en el inventario original. Lo cual ofrece
final del instrumento de empoderamiento en estudiantes
un instrumento válido y confiable, sensible a dicha pobla-
universitarios, conformándose así por cuatro factores de
ción y de fácil y rápida aplicación. El IEMPeU (Inventario
tres reactivos cada uno, dando un total de 12 que evalúan
de Empoderamiento en Estudiantes Universitarios) explo-
agencia personal, empoderamiento en la salud, autocon-
ra en cuatro factores: agencia personal que refiere a la ca-
ciencia y empoderamiento social, tal como el instrumento
pacidad de los individuos de tomar sus propias decisiones
original (Figura 1).
en torno a situaciones de la vida, a la vez que se considera
como la libertad de actuar en función de lo que se necesita
y se desea en diversos contextos, ya sea en lo individual
(metas personales, salud, sexualidad, etc.) como en lo in-
terpersonal (pareja, familia, hijos, amistades, etc.); el se-
gundo factor que evalúa autoconciencia, hace referencia
a la capacidad de los individuos de actuar en situaciones
de incomodidad o inestabilidad consigo mismo o con el
contexto, no obstante se requiere de autoconocimiento
para lograr identificar las necesidades, deseos, metas,
etc., que se pretenden alcanzar en función del desarrollo
personal. Para el empoderamiento en la salud, se torna
de vital importancia las situaciones y condiciones en que
64 N. Padilla Gámez et al. / Journal of Behavior, Health & Social Issues, 12, 1 (2020) pp. 59-65

los individuos pueden hacer respecto a su salud, ámbito Es en este tenor, que se vuelve una necesidad sustan-
que determinará la condición y calidad de vida en el futuro. cial el dotar a los jóvenes universitarios de herramientas
Finalmente, en el empoderamiento social se evalúan las de afrontamiento del estrés, actividades que proporcionen
decisiones que puedan tomarse en lo personal e interac- espacios de entretenimiento, ejercicio, relajación, etc. Así
cional, por tanto se tornan importantes las redes de apoyo, como estrategias de autorregulación pues dentro de esta
la claridad en la toma de decisiones para poder expresar población también existe un riesgo importante derivado del
necesidades o desacuerdos a quien sea. estrés que es la ideación e intento suicida (Padilla Gámez,
Dentro de los reactivos que conforman la versión cor- Sebastián & Eguiluz, 2017).
ta, se tiene para el factor de agencia personal se presentó Finalmente, los reactivos del factor del empodera-
un énfasis importante en la toma de acciones en torno al miento social en la versión corta refieren a la importancia
abuso físico, al acoso escolar y respecto a la aceptación, de la expresión de los desacuerdos así como de las ne-
aspectos que son de vital importancia dada la situación ac- cesidades a quien sea. Estos ítems se vuelven decisivos
tual en el país. Es evidente que para las y los estudiantes en el camino del empoderamiento, pues de esta manera
universitarios, un área en la cual deben percibir herramien- se puede evaluar que los jóvenes se perciban con la ca-
tas de acción es en torno a los límites y la escuela no es la pacidad asertiva de identificar lo que les causa malestar
excepción: pues cada vez es más visible el acoso escolar y poderlo plasmar en el contexto necesario. Así también
en las instancias escolares. respecto a la orientación sexual, pues es una etapa en la
En cuanto al factor de empoderamiento en la salud, que se tiende a asumir la salida del clóset y afrontar la
los reactivos que conforman la versión corta responden vida sexual ante la sociedad (Lozano Verduzco & Salinas
principalmente a la importancia de atender problemáticas Quiroz, 2016).
relacionadas con el consumo de alcohol y drogas, así tam- De esta manera, esta escala ofrece la posibilidad de
bién como el hacer algo respecto al proceso de salud-en- identificar variables relacionadas como: la conducta sexual
fermedad. de riesgo, percepción de vulnerabilidad, ideación e inten-
Cabe resaltar cómo para esta población, el tema del to suicida, uso de sustancias adictivas, etc. Que como lo
alcohol y las drogas se torna para muchos en un problema, menciona la literatura se relacionan estrechamente con el
existen cifras que confirman que los jóvenes tienen un con- empoderamiento (Campero, Atienzo, Suárez, Hernández
sumo importante que tarde o temprano puede derivar en &Villalobos, 2013; INSP Instituto Nacional de Salud Públi-
un problema de salud individual y de salud pública (INSP, ca, 2014; 2017; Sánchez Vidal, 2013). Asimismo presenta
2017); en este sentido, se vuelve importante detectar si las características psicométricas necesarias para ser un
existe una problemática de esta índole al inicio de la for- instrumento válido, confiable y sensible para la población
mación universitaria, con la finalidad de hacer un abordaje universitaria.
multidisciplinario y dotar a los estudiantes de herramientas
que les permitan afrontar esta situación que desafortuna- Conclusiones
damente es muy frecuente en nuestro país.
Por otra parte, los reactivos del factor de autoconcien- Como lo plantea Riveros (2018), es cada vez más ur-
cia evalúan principalmente si los individuos cuentan con gente dotar a los universitarios de habilidades psicosocia-
las herramientas para solucionar problemas de índole per- les que les provean de las herramientas necesarias para
sonal, este factor alude principalmente al autoconocimien- afrontar las situaciones que se les presenten. Es en este
to, pues sin éste es difícil que una persona pueda detectar sentido, que se hace cada vez más importante hacer un
sus necesidades y por tanto, hacer algo al respecto para tamizaje de línea base a los estudiantes universitarios de
cubrirlas. En este orden de ideas, Soler, Trilla, Jiménez primer ingreso, pues es con base en este que se puede
& Úcar, (2017) hablan de lo sustancial que se vuelve la evaluar continuamente cuáles son sus fortalezas y tam-
congruencia entre las decisiones y las acciones, aquí se bién sus áreas de oportunidad para que en función de
plantea lo importante que es para los jóvenes el autoco- éstas se puedan desarrollar programas de prevención y
nocimiento, el que tengan los escenarios necesarios para atención de situaciones que ponen a los estudiantes en
explorarse y ejercitar en situaciones cuidadas (p. ej. En los riesgo personal, relacional, académico y social.
programas institucionales, talleres, charlas, cursos, etc.) lo
que les genera bienestar o malestar. Referencias

Por otra parte, también se agrupó un reactivo que Canaval, G. (1999). Propiedades psicométricas de una es-
puede ser un indicador importante para el bienestar de los cala para medir percepción del empoderamiento comu-
individuos y particularmente de los universitarios, este es nitario en mujeres . Colombia Médica, 30(2),69-73.
la percepción de poder hacer algo frente al estrés. Par- Carrera, P., Caballero, A., Sánchez, F. & Blanco, A. (2005).
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DOSSIER

Motivaciones y burnout en el voluntariado1


Motivation and burnout in volunteerism
Fernando CHACÓN FUERTES
M.ª Luisa VECINA JIMÉNEZ
Dpto. de Psicología Social. Universidad Complutense de Madrid*

RESUMEN
En el siguiente trabajo se exponen algunos resultados de carácter empírico que se han
obtenido en el estudio de las motivaciones de los voluntarios españoles que trabajan en el
campo del sida y del cáncer. Estos resultados, parecen mostrar la gran importancia que
para la permanencia de los voluntarios en las organizaciones tienen, tanto de las motivacio -
nes heterocentradas como las autocentradas. También se presentan los primeros resultados
obtenidos en el estudio del llamado «síndrome del quemado» o burnout en el voluntariado.
Los datos muestran que el grado de burnout de los voluntarios en activo es bajo.

PALABRAS CLAVE
Voluntariado, Motivaciones, Burnout, Permanencia.

ABSTRACT
This paper describes different empirical results obtained from the study of motivation in
spanish volunteers who are working in the AIDS and cancer field. These results seem to
show the great importance of the other-oriented motivations for the permanence of volunte -
ers in organisations. First results from the study of the «Burnout syndrome» or burnout of
volunteers are also presented. The data demostrate that the degree of burnout in volunteers
who are actives is low.

KEY WORDS
Volunteerism, Motivations, Burnout, Permanence.

* Dirección Postal: Dpto de Psicología Social, Facultad de Psicología, Campus de Somosaguas. UCM. 28223.
email: pssoc16@sis.ucm.es. Tel.: 91 394 30 97.
1 La parte del artículo referida al burnout de los voluntarios ha sido realizada gracias a la financiación de un Pro-

yecto de Investigación Multidisciplinar de la Universidad Complutense de Madrid. (1996).

INTER VENCION PSICOSOCIAL 31


Motivaciones y burnout en el voluntariado

INTRODUCCIÓN rición del síndrome del quemado. Entre


ellos, cabe citar los siguientes (Pines y
Las motivaciones de los voluntarios, es Aronson, 1989):
decir, las razones por las deciden dedicar
parte de su tiempo y de sus esfuerzos a 1. Tratar con mucha gente. Un aspecto
ayudar a otras personas que no conocen clave para el desarrollo del burnout es la
y por un tiempo relativamente prolonga- cantidad y grado de contacto que mantie-
do, aparecen en la literatura psicosocial nen con los receptores de los servicios.
como el factor más importante para expli- Este contacto puede ser muy gratificante,
car diferencias entre voluntarios y no pero también supone grandes demandas
voluntarios, y entre voluntarios que conti- emocionales por motivos diversos.
núan y voluntarios que abandonan sus 2. Expectativas de éxito y fracaso. La
actividades (Penner y Finkelstein, 1998; anticipación de expectativas demasiado
Omoto y Snyder, 1995; Black y Di Nitto, positivas, y a veces poco realistas, sobre
1994; Clary y Snyder, 1991). las posibilidades de aliviar el dolor, o el
Por el contrario, el burnout o «síndrome sufrimiento de otros, puede producir sen-
del quemado» ha empezado a ser estudiado timientos de indefensión, al no verse
en voluntarios muy recientemente. López- cumplidos en la realidad.
Cabanas y Chacón (1997) comprueban 3. Control. Existen muchos aspectos
que desde 1989 a 1996 tan solo aparecie- que están fuera de control en los escena-
ron en las principales bases documentales rios de salud, y esto provoca sentimientos
psicológicas y médicas cinco trabajos que de impredictibilidad, que repercuten en
estudiasen directamente el burnout de los las personas tanto física como emocional-
voluntarios. En tres de ellos, se compara- mente.
ban las variables que facilitan el burnout
en profesionales y voluntarios (Capner y 4. Ambigüedad. La incertidumbre sobre
Caltabiano, 1993; Glass et al., 1992; Para- el rol que se debe desempeñar también
dis y Usui, 1989). Por su parte, Lafer tiene importantes repercusiones negativas
(1991) investigó el burnout en voluntarios sobre el estado emocional de los profesio-
que trabajaban en el ámbito hospitalario, nales.
mientras que Cyr y Dowrick (1991) investi-
garon este mismo síndrome en voluntarios Los voluntarios que realizan activida-
que desarrollaban intervenciones en crisis. des de atención directa a enfermos de
SIDA y de cáncer, al igual que los profesio-
El burnout ha sido estudiado tradicio- nales que trabajan con este mismo
nalmente en relación con el abandono del campo, están sometidos a una gran
trabajo por parte de los profesionales de demanda emocional, ya que tratan cara a
la salud y puede definirse como «una res- cara con una población gravemente enfer-
puesta a un estrés emocional crónico ma que, en el caso del SIDA, además, es
cuyos rasgos principales son el agota- rechazada socialmente. Esta considera-
miento físico y psicológico (emocional), ción justifica el estudio de la variable bur-
una actitud fría y despersonalizada en la nout en relación a la permanencia o aban-
relación con los demás (pacientes) y un dono de los voluntarios.
sentimiento de inadecuación a las tareas
que se han de desarrollar (reducción del En España el tema de la permanencia
sentido de realización personal)» (Maslach del voluntariado ha empezado a ser trata-
y Jackson, 1982). do de una manera empírica recientemen-
te. El Departamento de Psicología Social
Algunos aspectos del trabajo de los de la UCM abrió, hace aproximadamente
profesionales de la salud facilitan la apa- dos años, una línea de investigación para

32 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Fernando Chacón Fuertes y M.ª Luisa Vecina Jiménez

tratar de determinar qué factores psicoso- conducta cumple una función de expre-
ciales se relacionan con la mayor o menor sión de valores para el individuo.
permanencia de los voluntarios en las
organizaciones. Una persona, también puede decidir
implicarse en una actividad de volunta-
Nuestro primer objetivo era validar el riado para adaptarse a la influencia nor-
Modelo de Proceso de Voluntariado de mativa que pueden tener los amigos, la
Omoto y Snyder (1993; 1995). Este mode- familia, etc.. En estos casos, las conduc-
lo identifica tres etapas en el proceso de tas de ayuda están controladas por las
voluntariado: antecedentes, experiencia de recompensas y los costos, y el voluntaria-
voluntariado y consecuencias del volunta- do se convierte en un medio para adap-
riado. tarse al grupo de referencia. Además,
En la primera etapa se sitúan las algunas personas pueden ver en el volun-
variables que pueden ser consideradas tariado una manera de ampliar su círculo
como antecedentes de la conducta volun- de relaciones sociales. En todos estos
taria y entre ellas se encuentran las moti- casos el voluntariado cumple una función
vaciones que llevan a las personas a bus- adaptativa de ajuste social, o utilitarista.
car e implicarse en tareas voluntarias, y El voluntariado puede servir también a
que les mantienen en ellas a lo largo del algunas personas, o a todas en alguna
tiempo. medida, como una forma de autoproteger-
Omoto y Snyder, siguiendo la Teoría se de sus propios miedos y ansiedades.
Funcional, inicialmente postulada para Por último, Clary y Snyder (1991)
las actitudes (Smith, Bruner y White, señalan que para algunas personas y en
1956; Katz, 1960) y posteriormente apli- algunas ocasiones, ser voluntario puede
cada a las motivaciones de los voluntarios cumplir una función de conocimiento. A
(Clary y Snyder, 1991), incluyen cinco través del voluntariado se aprende de las
motivos distintos que pueden explicar personas con las que se establece rela-
una misma conducta de voluntariado: ción y esto aporta nuevas perspectivas
expresión de valores, conocimiento, desa- que surgen al abordar determinados pro-
rrollo personal, incremento de la autoesti- blemas y situaciones humanas, con lo
ma e interés por la comunidad. que se satisface la curiosidad intelectual
Según esta teoría, en el voluntariado de conocer mejor la realidad que nos
coexisten una gran variedad de motiva- rodea. Pero además, mediante la realiza-
ciones que cumplen funciones diferentes ción de actividades voluntarias se puede
para los individuos. Distintas personas adquirir mayor nivel de conocimiento,
pueden involucrarse en una misma acti- habilidades y experiencias concretas (téc-
vidad voluntaria por motivos distintos, nicas de primeros auxilios, habilidades
que puede cumplir funciones psicológi- para tratar con niños, discapacitados,
cas, personales y sociales muy diversas, y etc.), que en ocasiones pueden ser útiles
estos motivos en una misma persona en el futuro. Realizar tareas de volunta-
pueden cambiar a lo largo del desarrollo riado da la oportunidad de poner en prác-
de esa actividad. tica competencias que de otra forma sería
muy difícil poder practicar.
Cuando el voluntariado se basa en un
interés altruista de ayudar a otros, en Los datos empíricos parecen apoyar la
valores humanitarios, en deseos de con- Teoría Funcional de la Motivación, ya que
tribuir a la sociedad, o incluso cuando en la inmensa mayoría de los estudios,
está inspirado por motivos religiosos, la los voluntarios encuestados manifiestan
perspectiva funcional indicaría que esa una gran diversidad de motivos.

INTER VENCION PSICOSOCIAL 33


Motivaciones y burnout en el voluntariado

Los distintos motivos para ser y per- vas entre el Tiempo de permanencia y
manecer como voluntario pueden ser cla- tres de las subescalas del cuestionario de
sificados en dos categorías teóricas: moti- Motivaciones, concretamente, con las tres
vos centrados en los demás (heterocentra- que podemos denominar autocentradas
dos) y motivos centrados en uno mismo (Conocimiento, Desarrollo Personal y
(autocentrados) (López-Cabanas y Cha- Estima).
cón, 1997) o altruistas y egoístas según la
terminología de Gidron (1978). Algunos autores han planteado que las
motivaciones que inicialmente influyen en
Las otras variables que Omoto y Sny- la decisión de ser voluntario son distintas
der (1995) incluyen en esta primera etapa de las que influyen en la decisión de con-
del proceso de voluntariado son: la «dis- tinuar (Gidron, 1984; Oda, 1991; Winni-
posición a la ayuda», es decir, las disposi- ford, Carpenter y Stanley, 1995). Gillespie
ciones personales de los voluntarios que y Kind, (1985) comprobaron que los moti-
favorecen la realización de actos de vos del voluntariado cambiaban con la
ayuda, y el «apoyo social» que los volunta- edad, el género o el estado civil. En este
rios tienen en su vida cotidiana y específi- sentido, sería relevante conocer si los
camente para realizar acciones de volun- voluntarios que más tiempo llevan en una
tariado. organización presentan motivaciones dife-
rentes respecto a los voluntarios que
En la segunda etapa se sitúan las menos tiempo llevan, y si la edad y otras
variables que promueven o detienen el variables sociodemográficas son también
proceso de voluntariado, como «satisfac- fuentes diferenciadoras de las motivacio-
ción» con las actividades realizadas e nes de los voluntarios españoles.
«integración en la organización». En este
momento del proceso pueden incluirse Siguiendo el Modelo del Proceso del
otras variables no estudiadas por Omoto Voluntariado, iniciamos una serie de tra-
y Snyder (1995), pero que también pue- bajos empíricos relacionados con las
den estar relacionadas con la permanen- motivaciones de los voluntarios españo-
cia, como es el caso del burnout. De les, ya que consideramos que el reconoci-
acuerdo con este esquema, el burnout miento de la existencia de una gran varie-
sería un resultado no previsto de la expe- dad de motivaciones para realizar una
riencia del voluntariado que afectaría determinada conducta, no conlleva una
negativamente a la permanencia, bien falta de interés por conocer los patrones
directamente, o a través de una relación comunes de variación que puedan darse
negativa con la satisfacción. en las motivaciones de los voluntarios.

Por último, en la tercera etapa, se En el primer estudio realizado, se pilo-


incluye la variable «tiempo de permanen- taron los instrumentos de medida adap-
cia» como principal consecuencia del pro- tados, en el segundo, se calculó la fiabili-
ceso de voluntariado. dad y la estructura factorial del Cuestio-
nario de Motivaciones del Voluntariado
Aplicando una metodología de ecuacio- (Omoto y Snyder, 1995), en el tercero, se
nes estructurales, Omoto y Snyder (1995) estudió la relación entre las motivaciones
comprueban la existencia de una relación y el diferente tiempo de permanencia de
directa y positiva entre la motivación ini- los voluntarios en las organizaciones, y
cial para ser voluntario y el tiempo total por último, en el cuarto estudio que aquí
de permanencia. presentamos, se estudió el grado de bur-
nout de los voluntarios y una primera
Además, mediante metodología corre- aproximación a su relación con el aban-
lacional, se detectan relaciones significati- dono.

34 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Fernando Chacón Fuertes y M.ª Luisa Vecina Jiménez

ESTUDIO PILOTO rios para comprobar el tiempo real de per-


manencia, por lo que es de esperar que
En un primer estudio (Chacón, Vecina, siendo voluntarios que ya llevaban mucho
et.al., 1997), se realizó un estudio piloto tiempo en la organización su motivación
con 34 voluntarios en temas de sida para fuera muy alta (este dato se confirma al
fiabilizar y adaptar los instrumentos que observar las puntuaciones) y su expectati-
medían los conceptos del Modelo del Pro- va de continuar también. Esto podría estar
ceso del Voluntariado, y especialmente, el reflejando un efecto techo en la variable
Cuestionario de Motivaciones del Volunta- Motivaciones: al ser tan homogéneamente
riado en el campo del sida (CMVS). alta la puntuación de los voluntarios en
esta variable, la variabilidad disminuye y
Las diferencias entre la muestra ameri- con ello las correlaciones.
cana, compuesta mayoritariamente por
homosexuales, y la española, compuesta
mayoritariamente por heterosexuales, nos ANÁLISIS DE LA FIABILIDAD Y DE LA
obligó a introducir diversas modificacio- ESTRUCTURA FACTORIAL DEL
nes en el proceso de adaptación del CUESTIONARIO DE MOTIV ACIONES
CMVS, como, por ejemplo, traducir de DEL VOLUNTARIADO EN SIDA
una forma más genérica la subescala de
Interés por la Comunidad, pues en el En el siguiente estudio nos centramos
cuestionario original, «comunidad» se de lleno en el CMVS. El objetivo fue anali-
refería específicamente a comunidad de zar la estructura factorial del Cuestiona-
homosexuales, refiriéndose en el cuestio- rio de Motivaciones del Voluntariado en el
nario adaptado a seropositivos en general. campo del SIDA, diseñado por Omoto y
Snyder (1995) y estudiar su fiabilidad en
El cuestionario adaptado presentaba una muestra lo suficientemente grande
una elevada fiabilidad α=0.9). Este buen (Chacón y Vecina, 1999).
dato, aun teniendo en cuenta la inestabi-
lidad de las covarianzas, debido al tama- Una muestra de 130 voluntarios de
ño de la muestra nos permitió utilizar el ocho organizaciones diferentes, cumpli-
Cuestionario de Motivaciones en las mentó el CMVS. Con los datos, realiza-
siguientes fases de la investigación. mos un análisis factorial exploratorio y
encontramos que la estructura factorial
Respecto a la relación entre las Motiva- del CMVS, obtenida en población españo-
ciones y la Expectativa de continuar en la la aportaba cinco factores. Los resulta-
organización, que fue tomada como pre- dos, en líneas generales, confirman la
dictor de la Permanencia, no se encontró estructura factorial del cuestionario origi-
correlación significativa. Por el contrario, nal y refuerza la Teoría Funcional de la
sí se encontró una relación positiva entre Motivación de la que parten Omoto y Sny-
las variables de proceso, Integración en la der (1995): existen distintas y variadas
Organización y Satisfacción, y la Expecta- motivaciones para realizar una misma
tiva de continuar en la organización. conducta, en este caso, de voluntariado.
En la tabla 1 pueden observarse los ítems
Consideramos que el hecho de no que componen cada uno de los cinco fac-
encontrar relación entre las motivaciones y tores, así como la fiabilidad de las subes-
la Expectativa de Permanencia, puede ser calas, y el porcentaje de varianza explica-
debido a las importantes diferencias que do.
separaban el estudio de Omoto y Snyder
(1995) y el nuestro. Una, especialmente Las subescalas de Valores, Interés por
importante, es que en nuestro estudio no la Comunidad y Conocimiento aparecie-
se realizó un seguimiento de los volunta- ron claramente en la muestra española

INTER VENCION PSICOSOCIAL 35


Motivaciones y burnout en el voluntariado

TABLA 1
Items que componen cada factor, fiabilidad y porcentaje de varianza explicada por
los cinco factor es
Número de Fiabilidad
Items que en muestra
satura en española
cada factor (N=130)
VALORES 4 ,75
– Por mis valores personales, mis convicciones y mis creencias. 77
– Porque me gusta ayudar a otros. 71
– Porque la gente debería hacer algo sobre los temas que son
importantes para ellos. 76
– Porque me considero una persona preocupada por los demás. 67

CONOCIMIENTO 6 ,82
– Para comprender el sida y cómo éste afecta a las personas. 88
– Para aprender cómo las personas afrontan el sida. 85
– Para aprender cómo ayudar a personas con sida. 82
– Para aprender más sobre cómo prevenir el sida. 78
– Para conseguir experiencia en tratar temas emocionalmente difíciles. 68
– Para conocer a personas seropositivas. 89

DESARROLLO PERSONAL 8 ,86


– Para hacer mi vida más estable. 79
– Para tratar con mis miedos personales y mi ansiedad hacia el sida. 84
– Para ponerme a prueba y evaluar mis habilidades. 87
– Para sentirme menos solo/a. 86
– Para escapar de las preocupaciones de mi vida. 73
– Para aprender sobre mi, sobre mis fuerzas y debilidades. 72
– Para sentirme necesario/a. 83
– Para sentirme mejor conmigo mismo/a. 74

INTERÉS POR LA COMUNIDAD 5 ,85


– Por mi sentido de obligación hacia las personas seropositivas. 75
– Por mi interés y mi preocupación por los seropositivos. 81
– Por mi obligación humanitaria para ayudar a otros. 65
– Para ayudar a personas seropositivas. 69
– Porque me considero un defensor de los temas relacionados con
los seropositivos. 70

RELACIONES SOCIALES 2 ,79


– Para encontrar nueva gente y hacer nuevos amigos. 66
– Para conocer personas similares a mi. 80

Fiabilidad Total 25 ,90

Total de varianza explicada (%) – 64,4

36 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Fernando Chacón Fuertes y M.ª Luisa Vecina Jiménez

como reflejo de tres tipos distintos de Conocimiento, Valores y Relaciones Socia-


motivaciones, tal y como la Teoría Fun- les de los voluntarios que trabajan en el
cional de la Motivación (Clary y Snyder, campo del SIDA, aunque este último fac-
1995) propone, y tal y como Omoto y Sny- tor necesitaría ser confirmado en poste-
der (1995) confirmaron en una muestra riores investigaciones, incluyendo un
de voluntarios estadounidenses. número mayor de ítems.
Las principales diferencias, encontradas
entre ambas estructuras factoriales, consi- ESTUDIO SOBRE LAS MOTIV ACIONES
deramos que son debidas a la distinta DE UNA MUESTRA DE VOLUNT ARIOS
orientación sexual predominante en cada ESPAÑOLES EN EL CAMPO DEL SIDA
una de las muestras. Estas diferencias
afectan especialmente a la subescala de En un trabajo más reciente (Vecina y
Desarrollo Personal original, ya que su Chacón, 1999) hemos tratado de avanzar
sentido de autodefensa ante la ansiedad algo más en el estudio de las motivacio-
que el SIDA provoca en el grupo de homo- nes de los voluntarios españoles, tratando
sexuales se ha perdido en la muestra hete- de comprobar la influencia de variables
rosexual española. Los cinco ítems de esta sociodemográficas (edad, sexo, nivel de
subescala se han dispersado por el resto estudios, situación laboral, tipo de orga-
de las subescalas. Los dos ítems referidos a nización en la que se trabaja como volun-
la necesidad de ponerse a prueba y eva- tario, tiempo de permanencia en una
luarse (87 y 72) han pasado a saturar en la organización y conocimiento previo a la
escala de Incremento de la Estima y todos decisión de ser voluntario de alguna per-
estos ítems componen un factor que noso- sona con sida), en las motivaciones de los
tros hemos denominado también de Desa- voluntarios, medidas con el CMVS. Un
rrollo Personal, pero dándole un significado segundo objetivo de este trabajo era com-
más unitario y genérico referido a todos los probar si existía un perfil motivacional
aspectos relacionados con uno mismo. específico que pudiera ser asociado al
Este nuevo factor representaría la función tiempo de permanencia en una organiza-
de defensa del yo o de autoprotección res- ción, ya que podríamos, de esta manera,
pecto a los propios miedos e inseguridades conocer el perfil motivacional que caracte-
generales y también específicos (como por riza a los voluntarios que mayor tiempo
ejemplo ante el SIDA). Los dos ítems referi- llevan en una organización.
dos a la necesidad de relacionarse con
otros (66 y 80) han quedado aislados,
constituyendo el último factor, denominado Este estudio fue realizado con una
Relaciones Sociales y el ítem referido a la muestra de 112 voluntarios, pertenecien-
necesidad de adquirir experiencia en temas tes a nueve organizaciones diferentes. Con
emocionalmente difíciles (68) ha pasado a los datos obtenidos se realizaron, por una
saturar en el factor de Conocimiento, pues parte, análisis de varianza para compro-
la experiencia sería una de las posibles bar posibles diferencias motivacionales
consecuencias del aprendizaje y el conoci- entre los diferentes grupos formados en
miento sobre un tema. función de las variables sociodemográfi-
cas. Se calculó, además, la potencia de las
Por otra parte, la elevada fiabilidad del diferencias encontradas. Por otra parte, se
Cuestionario total y de sus subescalas realizó un análisis de conglomerados con
nos permite afirmar que el CMVS, adap- las puntuaciones de los voluntarios en las
tado a la población española cuenta con escalas de CMVS y con el tiempo previo
el suficiente nivel de consistencia interna que llevaban en la organización (el grupo 1
para medir las motivaciones de: Desarro- estaba formado por voluntarios que lleva-
llo Personal, Interés por la Comunidad, ban menos de 3 meses en la organización,

INTER VENCION PSICOSOCIAL 37


Motivaciones y burnout en el voluntariado

los voluntarios del grupo 2 llevaban entre rio realizar estudios longitudinales que
4 y 7 meses, los del grupo 3 llevaban entre den cuenta de la evolución real de las
8 y 18 meses y los del grupo 4 llevaban motivaciones a lo largo del tiempo.
más de 19 meses en la organización).
En el estudio que describimos, las
De los resultados obtenidos, se puede medidas de las variables se tomaron en
concluir que, en general, los voluntarios un único momento temporal, por lo que
se ven a sí mismos motivados especial- sólo podemos aproximarnos a la respues-
mente por la motivación de Valores, es ta y aventurar una posible hipótesis
decir, por un interés humanitario por sobre la evolución temporal de las moti-
ayudar a otros. Además, para los volun- vaciones. En este sentido, podríamos
tarios que más tiempo han permanecido suponer que las personas que deciden
en una organización, las motivaciones ser voluntarias estarían motivadas tanto
heterocentradas son significativamente por motivos heterocentrados como auto-
más importantes que para los volunta- centrados. En este primer momento tem-
rios que menos tiempo han permanecido, poral, podemos suponer que el nivel de
lo que nos indicaría que, en principio, expectativas es muy alto y el nivel de
estas motivaciones son las más relacio- conocimiento de la realidad muy bajo,
nadas con la mayor duración del volun- por lo que, transcurridos unos primeros
tariado. meses de toma de contacto con la reali-
dad, los voluntarios experimentarían una
Ahora bien, el análisis más profundo de importante bajada en sus motivaciones.
los datos aportados por el análisis de con- Se produciría, por tanto, un alto porcen-
glomerados revela que los voluntarios que taje de abandonos, que sería debido, fun-
más tiempo han permanecido en una damentalmente, a la no satisfacción de
organización presentan un perfil motiva- las motivaciones iniciales. Pasados estos
cional caracterizado por conceder una primeros meses, y siguiendo las hipótesis
importancia mayor a las motivaciones del modelo de Piliavin y Callero (1991),
autocentradas que los voluntarios que lle- los voluntarios que continuasen, empeza-
vaban menos tiempo, y por conceder, tanto rían a incorporar a su identidad personal
a las motivaciones heterocentradas como a el rol de voluntario, por lo que experi-
las autocentradas mucha más importancia mentarían un incremento de las motiva-
que el resto de los voluntarios que llevaban ciones centradas en los demás y no de
menos tiempo en las organizaciones. Por las motivaciones centradas en ellos mis-
tanto, debemos suponer que las motivacio- mos. Este perfil, que hemos denominado
nes autocentradas también juegan un autosacrificado, no podría ser mantenido
importante papel en la permanencia de los a largo plazo, por lo que en un cuarto
voluntarios. (Ver gráfico 1) momento temporal, transcurrido el año y
En cualquier caso, ignoramos si la medio, los voluntarios incorporarían a las
mayor importancia de la motivación de motivaciones heterocentradas las auto-
Valores en el grupo que más tiempo lleva centradas.
en una organización y la mayor importan- No obstante, como hemos comentado
cia concedida a todas las motivaciones y anteriormente, la evolución de las motiva-
especialmente a las autocentradas por ciones de los voluntarios descrita, es sólo
ese mismo grupo, son igualmente altas una hipótesis de trabajo que debe ser
desde el momento de la toma de decisión confirmada en futuras investigaciones.
o si se han ido incrementando con el paso
del tiempo y otras características organi- Finalmente, podemos concluir que,
zacionales y personales. Para poder dar según los datos aportados por este estu-
una respuesta a esta cuestión es necesa- dio, aquellos voluntarios que se preocu-

38 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Fernando Chacón Fuertes y M.ª Luisa Vecina Jiménez

paban en gran medida por los demás, sin nes de una alta demanda emocional al
por ello olvidarse de sí mismos eran los igual que los profesionales de la salud, en
que más tiempo había permanecido en los que típicamente se ha estudiado este
una organización. síndrome.

GRÁFICO 1
Per files motivacionales del voluntariado asociados con el tiempo de per manencia

ESTUDIO PILOTO SOBRE EL BURNOUT Para satisfacer este objetivo se aplicó


EN VOLUNTARIOS QUE TRABAJAN EN una adaptación del «Cuestionario de Bur-
PROGRAMAS DE ATENCIÓN A nout de Maslach» (Maslach y Jackson,
PACIENTES CON SIDA O CÁNCER 1982), compuesto por 22 ítems que miden
la frecuencia con la que se experimentan
El objetivo fundamental de este estudio determinados sentimientos (1 significa que
fue conprobar si los voluntarios que desa- nunca se experimenta un sentimiento
rrollaban tareas socioasistenciales con determinado y 5 que se experimenta dia-
personas afectadas por sida o cáncer riamente). Los ítems se agrupan en tres
estaban o no afectados por el síndrome subescalas: Cansancio Emocional (9
del burnout. Consideramos, que este tipo ítems), Despersonalización (5 ítems) y Eva-
de voluntariado está expuesto a situacio- luación negativa de uno mismo (8 ítems).

INTER VENCION PSICOSOCIAL 39


Motivaciones y burnout en el voluntariado

El índice de fiabilidad α de la escala total ninguna de las subescalas, debidas al


es de 0.64, y el de las subescalas es de sexo, a la edad, al conocimiento previo de
0.8, 0.5 y 0.7 respectivamente. alguien con sida o cáncer y al conoci-
miento previo de voluntarios. Así mismo,
Los cuestionarios se aplicaron en 8 tampoco resultaron significativas las dife-
organizaciones diferentes a los volunta- rencias en función del nivel de estudios,
rios que estaban desarrollando activida- la situación laboral y el tiempo de perma-
des voluntarias desde hacía más de 6 nencia previo en la organización
meses. La continuación de este estudio
supone realizar seguimientos, en los que 2. Aparecieron diferencias significati-
se tomarán medidas repetidas de burnout vas en burnout y, específicamente, en
a aquellos voluntarios que abandonen su gratificación personal, en función de que
actividad. los voluntarios trabajaran en una o más
de una organización, (t=-2,70; p=0,009 y
Un total de 69 voluntarios cumplimen- t=4,25; p=0.000, respectivamente). De
taron el cuestionario. El tiempo medio de igual forma, aparecieron diferencias signi-
permanencia era de 35 meses (dos años y ficativas en función del tipo de organiza-
nueve meses); predominaban las mujeres ción (F=2,23; p=0,043), constatando que
(54%) frente a los hombres y la edad su adscripción laica o religiosa podría
media era de 34 años, con un rango que estar explicando este hecho (t=2,01;
oscilaba entre los 19 y los 71. Además, el p=0,048).
54% de los voluntarios conocía a ninguna
persona con sida o cáncer antes de decidir El sentido de estas diferencias indica
ser voluntaria, y el 60% no conocía a nin- que los voluntarios que trabajaban en
guna persona voluntaria antes de tomar más de una organización experimentaron
dicha decisión. Un 19% trabajaba en más con una mayor frecuencia los síntomas
de una organización como voluntario. del burnout, que los que trabajan sólo en
una, y, específicamente, una menor grati-
El resultado fundamental, obtenido tras ficación personal.
el análisis de los datos, indicó que los
voluntarios de la muestra analizada expe- También es posible señalar que los
rimentaron los síntomas típicos del bur- voluntarios que realizaban sus actividades
nout «algunas veces al año». Analizando en organizaciones de carácter religioso
cada una de las subescalas, los volunta- presentaban un menor grado de burnout
rios mostraron signos de cansancio emo- y una mayor gratificación personal que los
cional y de baja gratificación personal con que lo hacían en organizaciones laicas.
una frecuencia de «algunas veces al año»,
mientras que en casi ningún caso habían El hecho de que los síntomas del bur-
sufrido síntomas de «despersonalización». nout se experimenten con una baja fre-
cuencia podría llevarnos a pensar que los
Para comprobar si existían diferencias voluntarios no se ven afectados por este
significativas en la frecuencia con la que problema. No obstante, es necesario reali-
se experimentaban síntomas de bur- zar una serie de precisiones que pondrían
nout, dependiendo de las variables en cuestión esta primera conclusión.
sociodemográficas medidas, se realiza-
ron análisis de la varianza de un factor y En primer lugar, existe una importante
la prueba de r t de Student. Entre los diferencia entre ser voluntario y trabajar
resultados más destacables pueden en una organización como profesional.
apuntarse los siguientes: Mientras que los primeros pueden abando-
nar libremente su vinculación con la orga-
1. No se encontraron diferencias signi- nización en cuanto que experimentan
ficativas en burnout en general, ni en algún signo de malestar, los profesionales

40 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Fernando Chacón Fuertes y M.ª Luisa Vecina Jiménez

se ven obligados a permanecer en sus de ser fiable, reproduce la estructura de


puestos por un período de tiempo mucho cinco factores de cuestionario original.
más prologado, en el que los síntomas de Esto permite medir las motivaciones de:
burnout se intensificarían. Esto nos hace «valores», «interés por la comunidad»,
suponer que será difícil encontrar volunta- «conocimiento», «desarrollo personal» y
rios que estén en activo y muy quemados, «relaciones sociales».
porque, como es lógico, abandonarán su
actividad antes de llegar límites extremos. En segundo lugar, parece que, con
independencia del tiempo de permanencia,
Además, hay que tener en cuenta que los voluntarios señalan que la motivación
todos los voluntarios de nuestra muestra más importante para ellos es la de «valo-
estaban en activo en el momento de res» (motivación heterocentrada). Además,
tomar las medidas, y que aún no se han si relacionamos el tiempo de permanencia
realizado los seguimientos que nos permi- con las motivaciones, observamos que las
tirán comparar quienes abandonan y heterocentradas son significativamente
quienes permanecen. Por lo que la proba- más importantes para los voluntarios que
bilidad de que los voluntarios de la mues- más tiempo han permanecido en una
tra utilizada estuviesen quemados es muy organización. No obstante, el análisis de
pequeña. los perfiles motivacionales asociados al
tiempo de permanencia, nos permite com-
Habría que pensar que el cuestionario probar que los voluntarios que más tiempo
utilizado para medir burnout, que es llevan en una organización (más de un año
una adaptación del diseñado original- y medio) conceden más importancia a las
mente para profesionales, no es lo sufi- motivaciones autocentradas (conocimien-
cientemente sensible para dar cuenta de to, desarrollo personal y relaciones socia-
índices significativos de burnout en les) que los que llevan menos tiempo, por
voluntarios, por lo que sería necesario lo que podemos concluir que, tanto las
modificarlo. motivaciones heterocentradas como las
La investigación longitudinal que esta- autocentradas, en sus niveles altos, se
mos realizando y cuya primera fase es la relacionan con la permanencia de los
que aquí hemos presentado nos permitirá voluntarios.
verificar si los voluntarios abandonan En tercer lugar, parece que la muestra
porque se queman y en este caso, el nivel de voluntarios estudiada presenta niveles
máximo de burnout que alcanzan antes bajos de burnout. Sin embargo, este dato
del abandono, o inmediatamente poste- no permite concluir que los voluntarios
rior al abandono. En este momento hipo- no se ven afectados por el burnout por-
tetizamos que el burnout será máximo, que, en primer lugar, los voluntarios de la
aunque prevemos que raramente alcanza- muestra estaban en activo en el momento
rá las altas cotas obtenidas en los estu- de tomar la medida, con lo que es poco
dios que se han realizado con muestras probable que estuviesen quemados, y en
de profesionales. segundo lugar, porque aún no se han rea-
lizado los seguimientos de los sujetos que
nos permita conocer quienes siguen y
CONCLUSIONES quienes no y el nivel de burnout previo al
abandono. Es preciso realizar estudios
Los resultados de estos primeros estu- longitudinales más amplios, tanto para
dios permiten concluir, en primer lugar, comprobar la evolución de las motivacio-
que el instrumento de medida de las nes a lo largo del tiempo, como para con-
motivaciones de los voluntarios en el firmar si el burnout repercute o no en el
campo del sida es bueno, ya que, además abandono de los voluntarios.

INTER VENCION PSICOSOCIAL 41


Motivaciones y burnout en el voluntariado

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Queremos agradecer a la Plataforma para la Promoción de Voluntariado en España el interés mostrado por esta
investigación y su inestimable colaboración para ponernos en contacto con las organizaciones que trabaja en el
campo del SIDA.

42 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Psychosocial Intervention
ISSN: 1132-0559
pi@cop.es
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
España

SUÁREZ, Ernesto; HERNÁNDEZ, Bernardo; HESS, Stephany


Relación entre activismo proambiental y otras formas de participación social
Psychosocial Intervention, vol. 11, núm. 3, 2002, pp. 359-369
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=179818139008

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Intervención Psicosocial, 2002, Vol. 11 N.° 3 - Págs. 359-369

INVESTIGACIONES APLICADAS

Relación entre activismo proambiental y otras


formas de participación social
Relationship between environmental activism and
other forms of social participation

Ernesto SUÁREZ*
Bernardo HERNÁNDEZ*
Stephany HESS**

RESUMEN
La literatura política al uso ha pretendido establecer una línea divisoria entre el activis -
mo político y el compromiso ecológico. Desde esta perspectiva se ha intentado separar la
participación política convencional, adscrita a opciones de partido de la participación en
movimientos no convencionales o alternativos, como las organizaciones de conservación de
la naturaleza. De acuerdo con esta misma línea, la investigación psicosocial ha intentado
desarrollar modelos explicativos diferentes para ambas formas de participación, consoli -
dando la distinción entre formas convencionales de participación y la acción vinculada a
los denominados nuevos movimientos sociales, entre los que se identifica el movimiento
ambientalista. El objetivo de este trabajo es analizar el perfil sociopolítico del activismo
ambiental en relación con otras formas de acción social y política. A partir de un cuestiona -
rio aplicado a 257 personas, residentes en las Islas Canarias, se contrasta la militancia en
organizaciones ambientalistas con la participación en organizaciones políticas, comunita -
rias y de ocio, así como con los sujetos no activos. Los resultados ponen de manifiesto la
vinculación de los activistas ambientales con otras formas de participación sociopolítica y
la existencia de un perfil diferencial en cuanto a la orientación ideológica y a la percepción
de su capacidad política.

* Area de Psicología Social.


Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional. Facultad de Psicología. Campus de Guajara, Uni-
versidad de La Laguna. e-mail: esuarez@ull.es
** Area de Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Universidad de La Laguna

INTER VENCION PSICOSOCIAL 359


Relación entre activismo proambiental y otras formas de participación social

PALABRAS CLAVE
Participación ambiental, Nuevos Movimientos Sociales, Orientación política, Capacidad
política percibida

ABSTRACT
Current political literature has pretended to establish a boundary between political acti -
vism and ecological commitment. From this perspective conventional political participation,
appointed to party options has been separated, from participation in alternative or non-
conventional movements, as organizations of nature preservation. According to this point of
view, psychosocial research has tried to develop different explanctory models for both
forms of participation, strengthening the distinction between conventional forms of partici -
pation and the action linked to the so called new social movements, as the environmental
movement. The aim of this article is to analyze the sociopolitical profile of environmental
activism in relation to other forms of political and social action. 257 people, residents in
Canary Island, answered a questionnaire about their environmental militancy in environ -
mental organizations and about their participation in political, community and leisure orga -
nizations. Results show the relationship between environmental activism and other forms
of sociopolitical participation and the existence of a differential profile associated to ideolo -
gical orientation and powerlessness.

KEY WORDS
Environmental participation, New social movements, Political orientation, Powerless -
ness.

La participación, entendida en sentido frecuentemente más allá del voto como


general como la forma y el nivel de movi- conducta fundamental. Sabucedo (1996)
lización de los ciudadanos en la vida identifica la mayor familiaridad y contac-
comunitaria y política, representa uno de to de los ciudadanos con el funciona-
los principales factores de estudio de la miento del sistema político como elemen-
Psicología Social a la hora de intervenir tos claves para entender la aparición de
en los problemas relacionados con el fórmulas participativas alternativas. Un
cambio social. mayor nivel de conocimiento, informa-
ción y educación política ciudadana
Los modos de intervención política de implica, en tal sentido, la posibilidad del
la ciudadanía han sufrido una evidente desarrollo de nuevas destrezas y vías de
diversificación dentro de los sistemas de acción a la hora de enfrentarse a la toma
democracia representativa, situándose de decisiones, cuyo objetivo último no es

360 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Ernesto Suárez, Bernardo Hernández y Stephany Hess

otro que el sostenimiento de un mayor vo que determinadas actividades produc-


nivel de control directo e indirecto de los tivas provocaban sobre los ecosistemas
procesos políticos. en general y, en última instancia, sobre
el ser humano.
Por lógica, esta ampliación de las for-
mas de acción política ha supuesto la Sin embargo, el movimiento de conser-
modificación del propio término de parti- vación de la naturaleza supone no sólo la
cipación. Bajo este concepto se agrupan asimilación y utilización de conceptos y
desde acciones recogidas en el marco vocabulario proveniente de la Ecología
legal de la práctica política, hasta el como disciplina científica, sino, también,
recurso a actividades violentas. Por otro la actualización de determinados antece-
lado, engloba actividades a diferente dentes ideológicos preexistentes en las
escala, entre el "microescenario" propio sociedades occidentales. Así por ejemplo,
de las acciones vecinales y el nivel macro Lemkow y Buttel (1982) destacan el
de las intervenciones que afectan, por papel de las reivindicaciones obreras en
ejemplo, a la totalidad de un país o, relación a las condiciones de salubridad
incluso, al planeta en su conjunto. En pública en las ciudades industriales bri-
este contexto, ha adquirido una particu- tánicas a lo largo de la segunda mitad del
lar relevancia el análisis de los procesos siglo XIX; las propuestas para la protec-
participativos a partir del desarrollo, en ción de enclaves naturales "salvajes"
los estados occidentales postindustriales, frente a la explotación de recursos y des-
de formas de intervención sociopolítica trucción del entorno desarrolladas en los
entre los que se encuentra la moviliza- Estados Unidos durante las últimas
ción proambiental. El ambientalismo décadas del siglo XIX y las primeras del
como movimiento en torno a las condi- XX; o la idea de retorno a la naturaleza y
ciones, cambios, defensa y protección del a la vida rural subyacente en los proce-
medio ambiente y la naturaleza destaca sos de colectivización anarquista durante
esencialmente como uno de los ejemplos el período previo a la guerra civil en
más característicos de lo que se entiende España.
por nuevos movimientos sociales. El obje-
tivo principal del trabajo que aquí se pre- Se tiende a identificar dos corrientes
senta es identificar el perfil psicosocial ideológicas que conviven en el seno del
del ambientalismo a partir de las relacio- movimiento de conservación de la natu-
nes existentes entre la participación raleza, producto de su evolución históri-
ambiental y otros tipos de comporta- ca y social más inmediata: la corriente
miento participativo, analizando en parti- conservacionista y la corriente ecologista
cular la influencia de la percepción de la (Martín Crespo, 2002). El conservacionis-
acción política y de orientación ideológi- mo se centra en la alta valoración y pro-
ca. tección de los enclaves naturales y de
ciertas especies, sus actuaciones estarí-
El concepto de crisis ecológica genera- an orientadas por el pragmatismo y la
da por la expansión del sistema producti- colaboración institucional, alejadas apa-
vo tendrá su origen en la segunda mitad rentemente de consideraciones de carác-
de la década de los sesenta, y se consoli- ter político. Por el contrario, el ecologis-
dará a lo largo de los setenta. El auge del mo estaría centrado en la consecución
movimiento ecologista y de protección del del control comunitario de la gestión del
medio ambiente coincide, en este sentido, espacio, asumiendo que las condiciones
con la surgencia de trabajos que, princi- ambientales son ilegítimas en términos
palmente desde la Ecología, aportan evi- sociales y económicos. Así, incorpora “un
dencia empírica sobre el impacto negati- componente básico de denuncia que

INTER VENCION PSICOSOCIAL 361


Relación entre activismo proambiental y otras formas de participación social

implicaba interpretar el deterioro del mujeres quienes tienden a expresar una


medio como un agravio injusto y reivindi- mayor preocupación por los problemas
car derechos considerados como propios” ambientales, a la par que mantienen un
(Martín Crespo, 2002, pág. 349). comportamiento proambiental más activo
en el ámbito privado aunque no así en lo
Desde los trabajos que analizan los referido ala dimensión pública (p.e.,
procesos de movilización (p.e. Castells, Stern, Dietz y Kalof, 1993; ; Hernández y
1986; Klandersman, 1996) se apunta la Suárez, 1997; Corral Verdugo 2001).
distinción en la organización social entre
movimientos sociales y el sistema y las Desde un punto de vista transformati-
acciones políticas. La acción de los movi- vo y de cambio social, el ambientalismo
mientos sociales, en términos de partici- es asociado al feminismo. En su perspec-
pación, poseería un carácter explícita- tiva ecofeminista, la vínculación positiva
mente no institucional y de innovación, entre las mujeres y el medio se explicaría
frente a las formas de la participación por la existencia de experiencias sociales
política institucional y legal, que instru- e individuales que conectan a la mujer
mentalizarían los procesos de negocia- con la naturaleza de manera diferencial y
ción social. Tal diferenciación conceptual mucho más profunda que la sostenida
no implica, sin embargo, la total desvin- por el hombre. Por tanto, promover el
culación de los movimientos sociales y el cambio en las condiciones ambientales
sistema político. Así, aun cuando la auto- pasa necesariamente por la modificación
nomía de los movimientos sociales -res- en las relaciones de género.
pecto a las organizaciones políticas- se
plantea en lo que se refiere a aspectos Con todo, desde el ambientalismo, en
ideológicos y de organización, la consecu- cualquiera de sus dos vertientes, conser-
ción de los objetivos de los movimientos vacionista o ecologista, la gestión
sociales pasaría por su conexión con el ambiental va más allá de una mera apli-
sistema formalizado de la actuación polí- cación de soluciones técnicas a los pro-
tica. Los movimientos sociales quedan blemas ecológicos, en la medida que pro-
definidos, de esta manera, por su natura- mueve la consideración del compromiso
leza transformadora y de oposición a los social y comunitario. En tal sentido, se
intereses, los valores y las instituciones concibe la participación ambiental como
políticas socialmente dominantes. un elemento clave a la hora de diseñar
acciones proambientales eficaces (Castro,
En tal sentido, mientras que el ecolo- 2000).
gismo responde a pautas transformado-
ras y de cambio, el conservacionismo no La participación ambiental se caracte-
aparece asociado a este tipo de conside- riza, por tanto, como un conjunto de
raciones, al menos explícitamente. Desde acciones o conductas intencionales, pro-
este punto de vista, cabe asociar el ecolo- ducto de la existencia de pautas organi-
gismo con orientaciones políticas de zadas de actividad colectiva, funcional-
izquierda (Fernández, 1999). mente instrumentales, cuyos objetivos
persiguen algún tipo de cambio y contri-
Igualmente, pueden ser interpretadas buyen al logro del beneficio colectivo aso-
también dentro del marco de los nuevos ciado con las condiciones y la calidad
movimientos sociales algunas de las ambientales.
características que permiten describir el
perfil de la acción proambiental, como es Los factores que determinan la partici-
el caso de la influencia del género. La evi- pación ambiental se pueden agrupar en
dencia empírica refleja que, si bien no tres categorías fundamentales. En primer
existen grandes diferencias, son las lugar, por la interpretación que se efec-

362 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Ernesto Suárez, Bernardo Hernández y Stephany Hess

túa de las condiciones del medio ambien- resultados políticos que desea (Sabuce-
te. En segundo lugar, por la valoración do,1988). En contraposición al senti-
de las condiciones sociocomunitarias miento de impotencia, se encontraría el
asociadas al mismo, y, en tercer lugar, concepto de competencia, en sentido de
por variables relacionadas con la cons- eficacia personal percibida, relacionada
trucción psicosocial de la acción política con la posibilidad de influir en la toma de
(Hernández y Suárez, 1997; Hernández, decisiones políticas.
Suárez y Martínez Torvisco, 1997).
Ya sea en sentido positivo como en
El activismo o militancia constituye sentido negativo, sin embargo, la eviden-
una noción relacionada con la participa- cia empírica confirma la relación del sen-
ción. La consideración del activismo timiento de capacidad política que man-
supone el reconocimiento de los diferen- tengan las personas con el nivel de parti-
tes niveles de compromiso e implicación cipación política de las mismas, tanto en
asumidos de participación (Saegert, el ámbito de la participación institucional
1987). Por ejemplo, se distingue entre como no institucional (p.e., Sobral, Sabu-
activistas militantes y miembros contri- cedo y Vargas,1986; Watanabe y Milburn,
buidores -aquellos que limitan su partici- 1988). Según Yeich y Levine (1994), la
pación al apoyo económico-. De igual eficacia política se asocia a tres factores
forma, se diferencia entre organizadores diferentes: la percepción de competencia
de las acciones y participantes, o entre personal (eficacia interna), la percepción
líderes y seguidores. Así, bajo el término de respuesta del sistema (eficacia exter-
de activismo ambiental quedan agrupa- na) y la percepción de la eficacia política
das distintas conductas que responden, colectiva. Atendiendo a esta distinción, la
a su vez, a diferente grado de implicación participación es mayor cuando la percep-
en las acciones colectivas. La participa- ción de la eficacia personal y colectiva es
ción en el movimiento ecologista podría alta, y la percepción de eficacia externa
definirse, por tanto, como la conducta es baja. En este sentido y en relación con
individual asociada a un conjunto de las condiciones ambientales, el senti-
acciones no convencionales, producto del miento de impotencia o de baja compe-
conflicto y la protesta social, intenciona- tencia política supone tanto una valora-
les y organizadas hacia el cambio de las ción negativa la capacidad de respuesta
condiciones ambientales. personal, como de la capacidad de res-
puesta del sistema político convencional
Desde el punto de vista individual, los ante los problemas que se denuncian,
factores que permiten explicar el nivel de todo lo cual explicaría un bajo nivel de
implicación personal se desarrollan alre- participación y militancia.
dedor de los conceptos de sentido de con-
trol, poder y eficacia asociada a la capa- El objetivo de este trabajo es analizar
cidad de intervención política de los indi- el perfil sociopolítico del activismo
viduos. En este conjunto de conceptos ambiental en relación a dos aspectos de
destaca especialmente el sentimiento de los comentados en los párrafos preceden-
impotencia política -powerlessness-, tes. Por un lado, se trata de evaluar la
como factor directamente relacionado consistencia de las acciones participati-
con el comportamiento y la participación vas; esto es, analizar en qué medida la
política. Este constructo hace referencia participación y el activismo ambiental
a la falta de control percibida, es decir, a suponen, también, la implicación de los
las existencia de expectativas por las militantes proambientales en otros ámbi-
cuales las personas asumen que su pro- tos de la acción social, haciendo especial
pia conducta ha dejado de influir en los hincapié en los vínculos con los restantes

INTER VENCION PSICOSOCIAL 363


Relación entre activismo proambiental y otras formas de participación social

nuevos movimientos sociales. Por otro de los cuestionarios utilizados en una


lado, se pretende analizar la relación investigación anterior sobre participación
entre la conducta participativa y factores política y ambiental (Suárez e Hidalgo,
de percepción de la actividad política, 1997). El cálculo del índice de conducta
específicamente, la relación con orienta- final se realiza mediante la media de las
ción política y con la capacidad política puntuaciones obtenidas en cada una de
autopercibida. las once cuestiones.
El cuestionario recogía, a su vez, infor-
MÉTODO mación -a través de seis items- sobre la
pertenencia o no de los sujetos a distin-
Sujetos tos tipos de organización o grupos, espe-
cíficamente: pertenencia a organizaciones
Participaron en esta investigación 257 políticas/sindicales, a organizaciones re-
sujetos, 103 hombres y 154 mujeres, con creativo-deportivas, a organizaciones co-
una edad media de 26 años y una des- munitarias (vecinales, culturales o hu-
viación típica de 7,6 años. Del total de manitarias), a organizaciones políticas
sujetos, un 24,9 % (n= 64) eran miem- alternativas (pacifistas, feministas) y, por
bros de alguna organización o grupo eco- último, pertenencia a organizaciones
logista, frente a las restantes 193 perso- para la protección del medio ambiente.
nas no activistas. Asimismo, se les pedía a los sujetos indi-
casen su orientación política personal, a
partir de un único ítem que presentaba
Instrumento y procedimiento siete puntos de anclaje, desde extrema
izquierda a extrema derecha.
Para la recogida de datos sobre se ela- Respecto a la medida de capacidad
boró al efecto un cuestionario de res- política percibida, el cuestionario incor-
puestas cerradas. El cuestionario incluye pora una versión reducida (catorce
treinta y dos items que recogen, junto los items) de la Escala de impotencia políti-
aspectos de identificación sociodemográ- ca elaborada y perfeccionada por Vargas
fica, una medida de la conducta partici- (1984) y Sobral, Sabucedo y Vargas
pativa proambiental (11 items), una (1986). La escala evalúa en qué medida
medida de tipo de militancia social (6 las personas se sienten capaces de
items), una medida de orientación políti- influir en las decisiones políticas y
ca (1 item) y una medida de capacidad hasta qué punto mantienen una ade-
política percibida (14 items). cuada comprensión de la acción políti-
ca. Los sujetos responden a las diferen-
En la escala de participación ambien- tes preguntas afirmando o rechazando
tal los sujetos debían indicar la frecuen- la idea de manera dicotómica. A las res-
cia de ejecución de once conductas espe- puestas afirmativas se les asigna un
cíficas relacionadas con la participación valor de 1 y a las negativas el valor 0. El
en actividades organizadas para la pro- cálculo del índice de impotencia política
tección del medio ambiente (p.e.: “Partici- se halló mediante la suma del total de
par en manifestaciones”; “Participar en respuestas a los items.
boicots”, Apoyar económicamente”). Se
utilizan cinco puntos de anclaje: 1 La cumplimentación del cuestionario
("Nunca"), 2 ("Casi nunca"), 3 ("De vez en se realizó en sesiones colectivas, utili-
cuando"), 4 ("Muchas veces") y 5 ("Casi zando fundamentalmente grupos de
siempre"). Las conductas de participa- estudiantes universitarios en horario lec-
ción ambiental se seleccionaron a partir tivo de clases. Al margen de los grupos

364 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Ernesto Suárez, Bernardo Hernández y Stephany Hess

de estudiantes universitarios, con el el conjunto de conductas participativas,


objeto de asegurar la presencia en la para posteriormente comparar la con-
muestra de personas que formaran parte ducta de los militantes ambientalistas
de organizaciones ambientalistas, se con la conducta del grupo de personas
entró en contacto con los responsables no militantes, teniendo en cuenta el
de cuatro grupos de defensa del medio género. En segundo lugar, se analiza la
ambiente. A los responsables de los gru- relación entre participación y la edad.
pos se les solicitaba que facilitaran la Por último, se analiza el vínculo entre la
presencia del investigador a alguna reu- participación ambiental y los factores de
nión ordinaria de su organización, de tal representación política: orientación ideo-
manera que, en esa misma reunión o en lógica y percepción de ineficacia política.
alguna sucesiva, los activistas pudiesen
cumplimentar el cuestionario. En todas La frecuencia en la ejecución de la
las ocasiones, uno de los investigadores conducta general de participación -media
se personaba en la sede de las organiza- de las puntuaciones obtenidas en cada
ciones. una de las conductas particulares-
alcanzó, en una escala de 1 a 5, una
La sesiones colectivas, tanto en las media de 2.14, con una desviación típica
aulas universitarias como en las reunio- de 0.77. El nivel de participación para el
nes de las organizaciones ambientalistas, conjunto de sujetos resulta, por tanto,
tuvieron una duración aproximada de bajo; las personas tienden a participar,
treinta minutos. en este sentido, "casi nunca" o sólo "de
vez en cuando". La fiabilidad de este con-
junto de items expresada mediante el
alpha de Cronbach es de 0.87.
RESULTADOS
A continuación se realiza un contraste
Nuestros resultados describen, en pri- a priori del efecto de la pertenencia o no
mer lugar, el nivel de participación a una organización ambientalista y del
ambiental desarrollado por los sujetos género, obtiendo las medias recogidas en
atendiendo a las puntuaciones medias en la Tabla 1.

Tabla 1: Estadísticos descriptivos para Activismo y Género

Género Activismo Media N Desv. típ.

hombres No 1.8480 64 .56647


Sí 3.0000 39 .75888
Total 2.2842 103 .85325

mujeres No 1.8452 128 .52495


Sí 2.9600 25 .67679
Total 2.0273 153 .68817

Total No 1.8461 192 .53766


Sí 2.9844 64 .72267

Total 2.1307 256 .76775

INTER VENCION PSICOSOCIAL 365


Relación entre activismo proambiental y otras formas de participación social

Con respecto a las pruebas a priori, se sión izquierda/derecha- de las personas


obtuvieron diferencias significativas entre que se autoadscriben políticamente a
las personas no activistas y las activistas alguna de las opciones (n= 164), un 51.2
tanto en el grupo de hombres, como en el % se identifican como de izquierda, un
de mujeres (F1,253=94,15, p=0.00; 20.1 % de centro-izquierda y un 11.6 %
F1,253=101,3 p=0.00, respectivamente). de centro. Las orientaciones de derechas
Además, aparece una diferencia significa- (derecha y centro-derecha) reúnen sólo
tiva entre hombres y mujeres en el grupo un 11.6 % de la muestra. Por último, a
activista (F1,253=4,50; p=0.035), pero no las opciones extremas, extrema-izquierda
en el no activista (F1,253=3,10; p=0.079). y extrema-derecha respectivamente, se
autoadscriben un 4.9 % y un 0.6 % de
Respecto al efecto de la edad, existe los sujetos. En relación con la conducta
una correlación significativa positiva, de participación ambiental, la orientación
aunque baja, (r= 0.18, p< 0.01, n= 239) política solo resulta significativa, tal y
entre edad e índice general de participa- como se refleja en la matriz de correlacio-
ción. Son los sujetos de más edad los que nes que recoge la Tabla número 2 dentro

Tabla 2: Correlaciones entre variable en función del activismo

INEFICACIA OR. POLÍTICA CONDUCTAS

INEFICACIA . .027(a) -.078(a)


OR. POLÍTICA .320* (b) -.067(a)
CONDUCTAS -.457 ** (b) -.455** (b)

(a) rxy no activistas (b) rxy activistas * p<.05. ** p< .01

tienden a desarrollar un mayor nivel de del grupo de ambientalistas, pero no en


participación, frente a aquellos más jóve- el grupo de personas no activas..
nes, teniendo en cuenta la media de 25,9
años y una desviación típica de sólo 7,6. En el grupo de personas no activas
ambientalmente podemos observar que
En cuanto a la relación entre activis-
mo ambiental y otras formas de partici- no aparecen correlaciones significativas
entre comportamiento, sentimiento de
pación comunitaria, observamos que el
activismo ambiental se relaciona signifi- ineficacia política y orientación política,
mientras que las correlaciones entre
cativamente con otros tipos de activismo
estas tres variables son significativas
social. Los ecologistas tienden a formar
parte, también, de organizaciones políti- para el grupo de activistas ambientales.
En este sentido dentro del grupo de per-
cas convencionales partidos y sindicatos-
(Chi2 = 9.10, p< 0.01), organizaciones sonas activas ambientalmente observa-
ciudadanas -humanitarias, vecinales, mos que las personas con menor senti-
miento de impotencia política, esto es,
etc...- (Chi 2 = 23.27, p< 0.001) y alterna- que se perciben con capacidad para
tivas -pacifistas y feministas- (Chi2 = influir en la toma de decisiones políticas,
63.70, P< 0.001). son aquellas que mantienen un mayor
Respecto a la orientación política - nivel de participación ambiental, al igual
entendida como orientación en la dimen- que sucede con las personas que se ads-

366 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Ernesto Suárez, Bernardo Hernández y Stephany Hess

criben en posiciones ideológicas de en la propia definición de la conducta


izquierda o centro izquierda. individual como producto de la acción
colectiva organizada. De tal manera, lógi-
camente, los activistas se encuentran
DISCUSIÓN más "cerca" del origen de las acciones -
las organizaciones-, con lo que la proba-
La participación ambiental supone la bilidad de participación en las mismas es
realización de un conjunto de conductas más alta. Coherentemente, la pertenen-
particulares, asociadas a acciones colec- cia, pues, a una organización supone el
tivas organizadas, cuyo objetivo es influir mayor conocimiento de las posibilidades
en la toma de decisiones sobre las condi- y estrategias de actuación, factores que
ciones del medio ambiente. La conducta determinan, en alguna medida, la parti-
participativa proambiental, de acuerdo cipación ambiental (Hines, Hungerford y
con los resultados obtenidos en nuestra Tomera, 1987).
investigación, implica en este sentido dis-
tintos niveles y frecuencias de ejecución. Por otro lado, el activismo ambiental
Asimismo, la participación ambiental se relaciona con otras formas de activis-
aparece relacionada con factores de mo, como sucede con aquellas de natura-
naturaleza diversa, ya sean representa- leza política convencional (militancia en
cionales o sociodemográficos. partidos o sindicatos), y aún, más clara-
mente, con el activismo en organizacio-
Atendiendo al perfil sociodemográfico nes ciudadanas (humanitarias, vecina-
en nuestra investigación, la participación les...) y alternativas (feministas, pacifis-
es mayor entre los hombres que en las tas...). Los activistas ambientales son
mujeres que son miembros de organiza- sujetos, así, con una alta presencia en la
ciones ambientalistas, y entre aquellos vida pública. Consistentes con este razo-
sujetos de más edad. Sin embargo, esta namiento se muestran los resultados
diferencia no resulta significativa entre asociados a la medida de la percepción
aquellos hombres y mujeres que no for- de impotencia política. La capacidad polí-
man parte de este tipo de organizaciones. tica percibida está asociada los niveles de
Los resultados obtenidos son coherentes participación en acciones proambienta-
con las conclusiones de los estudios clá- les, si bien esta relación sólo se encuen-
sicos sobre participación política, en los tra en el grupo de activistas. Aunque la
que se señala el efecto constante del significación hallada no es alta, parece
genero en favor de los hombres. Las indicar la existencia de una forma diife-
explicaciones a este fenómeno han sido rente de intrepretar las posibilidades de
planteadas, de manera habitual, en tér- influir en las decisiones ambientales
minos de socialización o de característi- entre activistas y no activistas Los acti-
cas estructurales del sistema social, vistas consideran que el comportamiento
como la diferencia de roles asociados al político personal es eficaz en la consecu-
género. En este sentido, por tanto, la ción de las metas que se persigue, de
participación ambiental, de acuerdo a forma que resulta consistente con el nivel
nuestros resultados, no se diferenciaría de participación desarrollado. Sin embar-
de la participación política en general. go, no resulta significativa la relación
entre capacidad percibida (en sentido
Existen diferencias significativas entre negativo) y comportamiento participativo,
activistas de organizaciones ambientalis- entre aquellas personas no integradas en
tas y la población general no activista en organizaciones ambientalistas. Es decir,
relación a las conductas realizadas. La las personas que participan son aquellos
razón de este hecho habría que buscarla que esperan que sus acciones sean útiles

INTER VENCION PSICOSOCIAL 367


Relación entre activismo proambiental y otras formas de participación social

para alcanzar los resultados previstos. política, se halló relación con la partici-
Por contra, el sentimiento de incapacidad pación ambiental de nuevo en el seno del
política no parece estar relacionado con grupo de activistas, si bien las caracterís-
el nivel de participación que mantienen ticas de la muestra analizada pueden
aquellas personas no integradas en orga- haber tenido alguna influencia en ello,
nizaciones proambientales. debido a la mayoritaria polarización de
los sujetos hacia una orientación de
Se confirma por tanto en el contexto izquierda. En cualquier caso, el índice de
de la participación ambiental, la imagen correlación, aunque significativo, es bajo.
recurrente del participante en acciones No obstante, tampoco es un factor sobre
colectivas como un sujeto racional, moti- el cual otras investigaciones hayan com-
vado hacia conductas explícitamente ins- probado una significación orientada de
trumentales y optimista respecto a su manera consistente (Milbrath, 1986).
capacidad de influencia y control perso-
nal, frente a la idea clásica del individuo En resumen, la militancia ambiental
irracional y reactivo, en la línea abierta aparece vinculada a otras formas de
en los trabajos de Psicología política acción comunitaria y política, especial-
desde la formulación de la Teoría de la mente en lo que respecta a movimiento
Movilización de Recursos en la década de alternativos o nuevos movimientos socia-
los setenta (p.e., Long, 1981). les como el feminismo o el pacifismo. Ello
no quiere decir, sin embargo, que los eco-
En relación con el efecto de la edad, la logistas "desechen" su participación en las
correlación positiva hallada parece contra- organizaciones clásicas -como son los par-
decir los resultados obtenidos en otras tidos políticos y los sindicatos-, al igual
investigaciones, en las que se identifica un que, tampoco, evitan las acciones políticas
mayor nivel de participación proambiental de carácter institucional -p.e., votar-.
entre los jóvenes (v.g., Arcury y Christian- Estamos, así, ante personas que se carac-
son, 1990; Scott y Willis, 1994). En nues- terizan por su nivel de implicación en la
tro caso, el hecho se explicaría teniendo vida política de su comunidad de manera
en cuenta la alta homogeneidad en la general. De ahí que, más que su orienta-
edad de la muestra y su media, 26 años. ción ideológica atendiendo a la tópica
Nuestra muestra pertenece al segmento dimensión izquierda/derecha, el nivel de
joven de la población canaria, por lo que participación se relaciona con la forma en
la interpretación de esta correlación posi- que se percibe las posibilidades -capaci-
tiva no debe interpretarse de forma distin- dad- de intervención en la práctica políti-
ta a lo señalado por la bibliografía antece- ca. La percepción de eficacia aporta, en
dente. No obstante, el resultado, aunque este sentido, cierta potencia explicativa a
significativo, ha de tomarse también con la hora de analizar las "razones" de la par-
cautela, debido a que la correlación entre ticipación social en cualquiera de los con-
edad y conducta es baja. textos participativos, incluido el del acti-
En cuanto al papel de la orientación vismo proambiental.

368 INTER VENCION PSICOSOCIAL


Ernesto Suárez, Bernardo Hernández y Stephany Hess

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INTER VENCION PSICOSOCIAL 369


Psychosocial Intervention 25 (2016) 39–44

Psychosocial Intervention
www.elsevier.es/psi

Spanish adaptation of the Participatory Behaviors Scale (PBS)


Alejandro Magallares a,∗ , Cosimo Talò b
a
School of Psychology, Social Psychology Department, Spanish Open University (UNED), Madrid, Spain
b
Department of History, Society and Human Studies, University of Salento, Lecce, Italy

a r t i c l e i n f o a b s t r a c t

Article history: The aim of this study was to adapt the Participatory Behaviors Scale (PBS) and validate the results for
Received 28 May 2015 use among the Spanish population. Using snowball sampling methodology, 501 individuals from all
Accepted 19 September 2015 areas of Spain were selected to participate in the study. The Participatory Behaviors Scale (PBS) and
Available online 31 October 2015
questionnaires that measure a sense of community, belief in a just world and Machiavellianism were
used to analyze the criterion validity of the adapted scale. A confirmatory factor analysis indicated that
Keywords: the items on the questionnaire fit a second-order model with four factors, which corresponded to the
Participatory Behaviors Scale
four dimensions proposed by the original authors, namely, disengagement, civil participation, formal
Sense of community
Belief in a just world
political participation and activism. Additionally, it has been found that the scale is related to a sense
Machiavellianism of community, belief in a just world and Machiavellianism. In light of these results, we concluded that
Confirmatory factor analysis the questionnaire is methodologically valid and can be used by the scientific community to measure
participatory behavior.
© 2015 Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Published by Elsevier España, S.L.U. This is an open
access article under the CC BY-NC-ND license (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).

Adaptación al castellano de la Escala de Comportamiento Participativo (PBS)

r e s u m e n

Palabras clave: El objetivo del estudio es adaptar y de obtener evidencias de validación al castellano de la Escala de Com-
Escala de Comportamiento Participativo portamiento Participativo (PBS). Los participantes fueron 501 individuos de todo el territorio español
Sentido dela comunidad obtenidos mediante un muestreo de bola de nieve. La Escala de Comportamiento Participativo (PBS)
Creencia en un mundo justo
y los cuestionarios de sentido de la comunidad, creencia en un mundo justo y maquiavelismo fueron
Maquiavelismo
utilizados para analizar la validez de criterio. El análisis factorial confirmatorio puso de manifiesto la
Análisis factorial confirmatorio
existencia de un modelo de segundo orden con 4 factores, correspondientes a las 4 dimensiones prop-
uestas por los autores originales del estudio (desvinculación, participación civil, participación política
formal y activismo). Además, se halló que la escala se relacionaba con las medidas de sentido de la
comunidad, creencia en el mundo justo y maquiavelismo. A la luz de los resultados, se concluye que el
cuestionario es metodológicamente valido y que puede ser usado en la comunidad científica para medir
comportamiento participativo.
© 2015 Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Este es un
artículo Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND
(http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).

Introduction Piccoli, & Ceccarini, 2009). In addition to voting, political participa-


tion includes, for example, actions such as joining a political party
Participation can be defined as taking part in an event of public or a non-governmental advocacy group, campaigning, and running
interest (Talò & Mannarini, 2014). Political participation is gener- as an electoral candidate.
ally referred to as an interest in political life (Rollero, Tartaglia, De In many cases, political participation has been measured by ask-
ing participants whether they voted in the last local and/or national
elections (see, for example, Rollero et al., 2009) or by asking them
∗ Corresponding author. to evaluate, through a single item, their level of involvement in
E-mail address: amagallares@psi.uned.es (A. Magallares). community activities (see, for example, Liu & Besser, 2003). Other

http://dx.doi.org/10.1016/j.psi.2015.09.003
1132-0559/© 2015 Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Published by Elsevier España, S.L.U. This is an open access article under the CC BY-NC-ND license
(http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).
40 A. Magallares, C. Talò / Psychosocial Intervention 25 (2016) 39–44

common measures include the political participation index (PPAR) that Machiavellianism is a significant predictor of political par-
of Davidson and Cotter (1989) and the scale developed by Peterson, ticipation (O’Connor & Morrison, 2001), and it has been shown
Speer and Hughey (2006) that was used to assess civic involve- that people who preferred a society with more possibilities of par-
ment and participatory behaviors in community action activities. ticipation had lower scores on a Machiavellianism scale (Franco,
However, these scales do not include different aspects of political 1980).
participation, according to the taxonomy suggested by Ekman and In Spain, there has been, to date, no Spanish-language adap-
Amnå (2012). tation of the scale. For this reason, the goal of this research is to
These authors have developed a typology that intersects two obtain evidence of construct validity of a Spanish-language version
forms of participation, manifest and latent, with two levels of of the PBS (Talò & Mannarini, 2014). To do so, we first conducted a
political behavior, individual and collective. In their taxonomy, confirmatory factor analysis (CFA) to verify the factorial structure
manifest political behaviors include all actions, either individ- proposed by Talò and Mannarini (2014) and then established the
ual or collective, aimed at influencing government decisions and psychometric criteria of the PBS to validate the use of this instru-
political outcomes, including aim-oriented, rational, observable ment in the Spanish-speaking scholarly community. It is important
and measurable actions. Even contact activities, such as writing to note that when there are plausible hypotheses regarding the
politicians or officials to report or obtain intervention, are con- structure of a model, as in our case, experts recommend the use
sidered forms of formal political participation. At the collective of confirmatory factor analysis rather than exploratory analysis
level, a typical example of this category is membership in a polit- (Bollen, 1989). We then determined whether any relationships
ical party, trade union or non-governmental organization (NGO). exist between PBS and sense of community, belief in a just world
In addition to formal political participation, as they call it, the and Machiavellianism.
authors also included extra-parliamentary actions. In the litera- Snowball sampling was used to complete the sample. Snowball
ture, these behaviors are often identified as non-conventional, but sampling uses a small pool of initial informants, in our case, stu-
Ekman and Amnå (2012) consider the term ‘formal political par- dents from the Spanish Open University (UNED), to nominate, from
ticipation’ obsolete and have replaced it with the term ‘activism’ their social networks, other participants (Atkinson & Flint, 2004).
instead. In fact, some of the actions that were previously considered The reason behind this decision is that with snowball sampling, we
non-conventional, such as strikes and petitions, have become very can reach not only students but also participants from other social
common among citizens. Hence, the authors prefer the term ‘extra- strata and with lower educational levels. Snowball sampling allows
parliamentary’ and distinguish between legal and illegal forms. The us to obtain a sample that is as heterogeneous as possible.
former include participation in demonstrations and strikes or mil-
itancy in feminist organizations and environmental groups, etc. Method
all as examples of collective participation. At the individual level,
actions of this type include signing petitions, distributing flyers Participants
and boycotting or buying certain products for ideological, ethi-
cal or environmental reasons. Other forms of extra-parliamentary The participants consisted of 501 individuals (56.5% female)
actions, however, are illegal, such as violent manifestations, unau- aged between 18 and 80 years (mean = 38.62, SD = 12.54). All partic-
thorized demonstrations or riots triggered by ideological reasons, ipants voluntarily agreed to participate in the study. With respect
such as racism or extremism. Other examples include irruptions to education, 54.1% of the sample had a university degree and
caused by environmentalists in fur stores or in laboratories that 25.3% were high school graduates. Regarding employment status,
test on animals, attacks by Greenpeace on whaling ships, the 51.5% were employed, 18.2% were students and 14.6% were unem-
Pussy Riot protest in Russia and even the hacker attacks by orga- ployed.
nized groups such as anonymous. An example of individual illegal
forms of extra-parliamentary political participation is not paying Procedure
for a subway ticket to protest against public transportation pol-
icy. Ekman and Amnå (2012) also include in their classification Information about the study was posted on the virtual courses
latent forms of political participation, labeled by them as ‘civil taught by the researchers of this study wherein they requested par-
participation’, in which the psychological aspect represented by ticipation of interested students from the Spanish Open University
attention and interest in political and societal issues, what they (UNED). The students in the final sample completed the question-
call social involvement, corresponds to, and somehow precedes, naires online. The students were then asked to recruit participants
the behavioral aspect, which may be referred to as ‘disengage- from among their acquaintances.
ment’.
Based on this proposal, Talò and Mannarini (2014) recently Instruments
developed the Participatory Behaviors Scale (PBS) to measure polit-
ical participation. This scale includes all the aspects mentioned by The PBS (Talò & Mannarini, 2014) was adapted to Spanish
Ekman and Amnå (2012): disengagement, civil participation, for- using the translation/back-translation methodology, as stipulated
mal political participation and activism. The authors began with by many authors (Gudmundsson, 2009), and the norms of the Inter-
a 28-item baseline model from which they obtained a 16-item national Test Commission (Hambleton, 2005).
scale that maintained a 4:1 ratio between the observed and latent The first Spanish translation of the original scale was performed
variables. Items were excluded either because of a non-significant by one of the authors. This Spanish translation was independently
factor loading, a low factor loading or low communalities or reviewed by an additional evaluator who worked with the main
because they were transversal to other factors or redundant. Only translator to reach an agreed-upon translation of the items, espe-
the 16-item version showed good indices of fit. cially those that posed the most difficulty from a semantic and/or
Political participation is related to other social variables, as the grammatical standpoint. Subsequently, a bilingual Italian transla-
reviewed literature suggests. For example, a sense of community tor back-translated the agreed-upon Spanish-to-Italian translation
and political participation are positively related, as found by a with no knowledge of the original Italian scales to preserve the reli-
recent meta-analysis (Talò, Mannarini & Rochira, 2014). Addition- ability of the back-translation. The scale translated into Italian and
ally, belief in a just world is related to disaffection and abstention the original scale reached 100% grammatical agreement. Items are
from voting (Echebarria, 2014). Finally, it has been determined presented in Table 1.
A. Magallares, C. Talò / Psychosocial Intervention 25 (2016) 39–44 41

Table 1
Items of the Participatory Behaviors Scale: English and Spanish version.

Item

Disengagement Desvinculación

1 Does not vote in local or national elections No votar en las elecciones (administrativas y/o políticas)
6 Does not read newspapers or watch TV programs that address political issuesa Evitar leer periódicos o ver la televisión sobre asuntos politicosa
7 Feels that politics is uninteresting and uselessa Considerar la política poco interesante y útil
11 Refrains from talking about politicsa Evitar hablar de politicaa
12 Is unconcerned with politicsa Ser indiferente a la politicaa
16 Is disgusted by politics Estar disgustado con la política
19 Is disillusioned with politics Estar desilusionado sobre los asuntos políticos

Civil participation Participación civil

2 Is interested in political issues and events Interesarse en hechos y temas políticos


3 Writes to the newspaper editora Escribir a la redacción de periódicosa
8 Donates money to charity Donar dinero a la beneficiencia
13 Discusses politics with friends and/or on the Interneta Discutir de política con amigos y/o en interneta
17 Buys newspapers or watch TV programs that address political themesa Comprar periódicos o encender la televisión cuando se habla sobre asuntos
politicosa
20 Recycles or separately collects rubbish Hacer la recogida de basura diferenciada y reciclar
23 Volunteers in a social/civic/religious organizationa Hacer voluntariado en una organización social/cívica/religiosaa
28 Adopts a lifestyle with a clear social orientation (e.g., vegetarianism, Adoptar un estilo de vida con una clara orientación social (ej., vegetariano,
anti-consumerism, punk subculture, etc.) anticonsumismo, movimientos punk, etc.)

Formal political participation Participación política formal

4 Votes in elections or referenda Votar en elecciones o en referedums


9 Does not vote for protest or abstains from voting No votar por protesta o votar en blanco
14 Contacts political representatives Contactar con representantes politicos
18 Runs for public officea Presentar una candidatura para un cargo politicoa
21 Donates money to a party or a political organizationa Donar dinero a un partido o a una organización políticaa
24 Is a member of a party, syndicate or political organizationa Formar parte de un partido/sindicato o de una organización políticaa
26 Undertakes activities in a party/syndicate/political groupa Desarrollar una actividad en un partido/sindicato/organización políticaa

Activism Activismo

5 Boycotts products (for ethical or ideological reasons)a Boicotear productos (por razones éticas, ideologicas)a
10 Signs petitionsa Firmar peticionesa
15 Distributes political materials Distribuir material de propaganda politica
22 Writes political slogans or draws graffiti on the walls of buildings Escribir slogans políticos o hacer graffitis en las paredes
25 Is active in a movement/foruma Ser activo en algún movimiento/foruma
27 Participates in strikes, protests, demonstrationsa Participar en huelgas, protestas o manifestacionesa
a
Items of the short version (PBS-16).

The Participatory Behaviors Scale (PBS) developed by Talò and “strongly agree” (5). Higher scores on this scale reflect greater
Mannarini (2014) was used to measure political participation. This Machiavellianism.
scale is based on the work of Ekman and Amnå (2012) and measures Finally, participants were asked to indicate their gender, age,
four types of political behavior (first-order factors): disengage- level of studies and political orientation
ment, civil participation, formal political participation and activism.
In this research, we used the full version that includes 28 items. Data analysis
The items were preceded by the following introductory state-
ment: “The following list includes a list of behaviors characterizing First, we conducted a confirmatory factor analysis (CFA) of the
civic and political engagement. Please indicate to what extent you Spanish version of the PBS to assess the fit of the factor structure
recognize these behaviors as representative of your behaviors?” proposed by the authors of the original scale, Talò and Mannarini
The responses were “not at all”, “not much”, “quite”, “strongly”, (2014). The following fit indices were used. (a) The chi-square test
“totally”. of model fit, which measures the difference between the covari-
To measure sense of community, we used the questionnaire ance matrix for the observed data and the covariance matrix from a
developed by Sanchez-Vidal (2009). This scale (˛ = .72) consists of theoretically specified structure/model. Non-significant chi-square
four items scored on a 5-point Likert scale ranging from “strongly values suggest a good fit of the model. However because the chi-
disagree” (1) to “strongly agree” (5). Higher scores on this scale square index is affected by the size of the correlations in the model
reflect a greater sense of community. (i.e., the more correlations, the poorer the fit), alternative and addi-
To measure a belief in a just world, we used the questionnaire tive measures of fit were developed and used. (b) The comparative
developed by Lipkus (1991) (Spanish version: Barreiro, Etchezahar fit index (CFI) (Bentler, 1990) is based on the comparison of the 2
& Prado-Gasco, 2014). This scale (˛ = .84) consists of seven items for the implied matrix with the 2 for the matrix of a null-model
scored on a 5-point Likert scale ranging from “strongly disagree” (1) (all variables are uncorrelated). Values greater than .90 indicate an
to “strongly agree” (5). Higher scores on this scale reflect a greater acceptable fit, and those greater than .95 indicate an excellent fit.
belief in a just world. (c) The Tucker Lewis index (TLI), also known as the non-normed fit
To measure Machiavellianism, we used the questionnaire devel- index (NNFI), is based on the comparison of the chi-square for the
oped by Christie and Geis (1970) (Spanish version: Corral & implied matrix with the chi-square for the matrix of the null-model.
Calvete, 2000). This scale (˛ = .71) consists of six items scored Values greater than .90 indicate an acceptable fit, and those greater
on a 5-point Likert scale ranging from “strongly disagree” (1) to than .95 indicate an excellent fit (Marsh, Hau & Wen, 2004). The
42 A. Magallares, C. Talò / Psychosocial Intervention 25 (2016) 39–44

.06* Item 6 .72*


.53*

Item 7 .63*
.61*
Disengagement
-.46* Item 11 .49*
.71*
Item 12 .99*
.76*
.01*
Item 3 .84*
.39*
Item 13 .80*
Civil .44*
.99* participation
Item 17 .80*
.45*
Item 23 .89*
.32*
PBS
.39*
Item 18 .54*
.68*

Item 21 .59*
Formal .64*
.78* politic. part.
Item 24 .31*
.83*
Item 26 .13*
.93*
.04*
Item 5 .85*
.38*
Item 10 .85*
Activism .39*
.98* Item 25 .35*
.80*
Item 27 .59*
* p<.01 .64*

Fig. 1. Model of the Participatory Behaviors Scale.

most important difference between the CFI and the TLI is that the The Mplus© program (v. 6.11, Muthén & Muthén, 1998–2010)
TLI expresses fit per degree of freedom, thus imposing a penalty was used for the CFAs, and the SPSS© (v. 22.0, SPSS Inc., Chicago, IL,
for estimating less parsimonious models. This may be important USA) was used for the remaining analyses.
when comparing models of different complexity (Baumgartner &
Homburg, 1996). (d) The most important index after the chi-square Results
is the root mean square error of approximation (RMSEA), which
represents the average of the residual correlation. MacCallum, Confirmatory factor analyses
Browne and Sugawara (1996) have used .01, .05 and .08 as thresh-
olds to indicate excellent, good, and mediocre fit, respectively. In Of the 28 items on the PBS, 10 items indicate a skewness just out-
addition, the RMSEA can be evaluated in terms of probability (test side the thresholds (between |1.0| and |1.3|), and 11 items exhibited
of close fit) because it is accompanied by limits for the confidence a kurtosis slightly beyond the thresholds (between |1.0| and |1.8|).
interval where p = .10 (Hu & Bentler, 1999). (e) Finally, the stan- We tested a model with four first-order factors, namely, dis-
dardized root mean square residual (SRMSR, Jöreskog & Sörbom, engagement, civil participation, formal political participation and
1988) is an absolute measure of fit that is defined as the standard- activism, and one second-order factor for the 28-item version
ized difference between the observed correlation and the predicted and the 16-item version. The WLSMV estimator (weighted least
correlation. A value of 0 indicates perfect fit. Hu and Bentler (1999) squares mean and variance adjusted) was used. With respect to
indicate a cut-off value of ≤.08 for good fit. the 28-item version, the data do not reflect an acceptable fit
The convergent and discriminant validity and the reliability of (2 [501, 346] = 1935.94; sig. = .00; CFI = .67; TLI = .64; RMSEA = .10
PBS were tested using Cronbach’s alpha, composite reliability (CR), [.09; .10], sig. = .00; SRMR = .10). On the other hand, and consistent
average variance extracted (AVE), maximum shared squared vari- with the original research of Talò and Mannarini (2014), the 28-
ance (MSV) and average shared squared variance (ASV) (Fornell & item version exhibits inadequate indices while the 16-item version
Larcker, 1981; Hair, Black, Babin, & Anderson, 2010). Based on Hair exhibits acceptable fit indices (2 [501, 100] = 517.25; sig. = .00;
et al. (2010), the CR value must be above .70 for acceptable reliabil- CFI = .94; TLI = .91; RMSEA = .06 [.05; .09], sig. = .00; SRMR = .05).
ity. For convergent validity, the AVE value must be above .50 and Fig. 1 presents the model parameters. The structure of the 16-item
be less than the value of the CR. For discriminant validity, both the scale mirrors the version proposed by Talò and Mannarini (2014).
MSV and the ASV values must be less than the value of the AVE. The alternative models do not show acceptable fit. In fact,
In addition, the risk of multicollinearity among the PBS factors was the model with one first-order factor reveals the following
controlled. indexes: 2 [501, 104] = 1035.02; sig. = .00; CFI = .65; TLI = .60;
Finally, correlations between the variables of the study were RMSEA = .13 [.12; .14], sig. = .00; SRMR = .11. The model with
estimated. four first-older correlated factors shows the following indexes:
A. Magallares, C. Talò / Psychosocial Intervention 25 (2016) 39–44 43

Table 2 Table 4
Convergent, discriminant and validity tests. Correlation, mean and standard deviation of the four PBS-16 dimensions.

Thresholds CR AVE MSV ASV Disengagement Civ. Part. For. Pol. Part. Activism
>0.7 >0.5 MSV < AVE ASV < AVE
Disengagement –
Factor Civ. Part. −.42** –
Disengagement .82 .50 .36 .26 For. Pol. Part. −.24** .47** –
Civ. Part. .83 .53 .37 .36 Activism −.28** .54** .52** –
For. Pol. Part. .81 .51 .39 .33 Mean 7.73 11.20 7.19 12.07
Activism .78 .54 .31 .30 Std. dev. 3.50 3.12 4.15 3.85
PBS-16 .82 .56 .38 .32
Civ. Part., civil participation; For. Pol. Part., formal political participation.
CR, composite reliability; AVE, average variance extracted; MSV, maximum shared **
p < .01.
squared variance; ASV, average shared squared variance; Civ. Part., civil participa-
tion; For. Pol. Part., formal political participation.

a belief in a just world (r = .20) and Machiavellianism (r = .19).


Table 3
Collinearity statistics of the four PBS-16 dimensions. However, it is negatively correlated with gender (more female)
(r = −.10) and sense of community (r = −.13). Civic participation
Tolerance VIF
is positively correlated with gender (r = .10), age (r = .17) and
Disengagement .82 1.22 sense of community, and it is negatively correlated with political
Civ. Part. .59 1.69
orientation (r = −.10), belief in a just world (r = −.10) and Machi-
For. Pol. Part. .67 1.49
Activism .61 1.63
avellianism (r = −.12). Formal political participation is positively
correlated with gender (r = .20), age (r = .28) and sense of commu-
VIF, variance inflation factor; Civ. Part., civil participation; For. Pol. Part., formal
nity (r = .13) and negatively correlated with political orientation
political participation.
(r = −.18). Activism is positively correlated with gender (r = .09), age
(r = .18) and sense of community (r = .20) and negatively correlated
2 [501, 98] = 446.23; sig. = .00; CFI = .77; TLI = .74; RMSEA = .10 with political orientation (r = −.40), belief in a just world (r = −.24)
[.08; .11], sig. = .00; SRMR = .07. and Machiavellianism (r = −.15). Finally, the overall score (items of
disengagement were reversed) is positively correlated with gen-
Reliability and validity analyses der (r = .17), age (r = .22) and sense of community (r = .23), while it
is negatively correlated with political orientation (r = −.30), belief in
According to the estimates provided in Table 2, each factor suf- a just world (r = −.20) and Machiavellianism (r = −.16). Thus, it can
ficiently differs from the others. Table 3 displays the values of be concluded that the participant appears to be a male adult who
the tolerance index and of the variance inflation factor (VIF) used is progressive and noncompetitive and seeks social acceptance and
to analyze the presence of multicollinearity. Both the tolerance belonging.
index and the VIF exclude the presence of relevant multicollinearity
among the four first-order factors analyzed, that is, disengage-
ment, civil participation, formal political participation and activism Discussion
(Pedhazur, 1997).
This article reveals that the Participatory Behaviors Scale (PBS) is
Correlation analyses a questionnaire that can be used in the Spanish-speaking commu-
nity to measure political participation. Judging from the results, this
Table 4 shows the correlations between the four first-order scale has a factorial structure of four subscales, as indicated by the
factors. Disengagement exhibits negative correlations with civic confirmatory factor analysis. Our results suggest that the PBS with
participation (r = −.42), formal participation (r = −.24) and activism 16 items was best characterized by the second-order factor model,
(r = −.28). Civic participation, formal participation and activism in which participation was saturated by four first-order latent
reveal correlations between .47 and .54. variables, specifically, disengagement, civil participation, formal
Table 5 displays the correlations between the factors and the political participation and activism.
overall score as well as the socio-demographic factors, namely, gen- Given these results, the goals of this study, to obtain evidence of
der, age, education and political orientation, and the psychosocial construct and criterion validity, were fulfilled. As was noted herein,
variables, namely, sense of community, belief in a just world and the factorial structure of Talò and Mannarini (2014) was confirmed.
Machiavellianism. Additionally, it was determined that PBS is related to a sense of
Disengagement is positively correlated with political orienta- community, a belief in a just world and Machiavellianism. For these
tion (as determined by increases with shifts to the right) (r = .20), reasons, we propose, based on the information and data presented

Table 5
Correlations among the four dimensions and the total score of PBS, gender (1 = female; 2 = male), age, education, political orientation (1 = left; 10 = right), sense of community,
belief in a just word and Machiavellianism.

Disen. Civ. Part. For. Part. Activ. PBS-16 Mean Std. dev.

Gender −.10 *
.10*
.20 **
.09 *
.17 **
1.43 .50
Age (18–80 years) −.00 .17** .28** .18** .22** 38.62 12.54
Education −.07 .03 −.00 .04 −.04 2.96 .82
Political orientation .20** −.10* −.18** −.40** −.30** 3.66 1.65
Sense of community −.13** .25** .13** .20** .23** 17.90 2.14
Belief in a just word .20** −.10* −.06 −.24** −.20** 13.34 4.66
Machiavellianism .19** −.12** −.04 −.15** −.16** 12.25 4.34

Disen., disengagement; Civ. Part., civil participation; For. Part., formal political participation; Activ., activism.
*
p < .05.
**
p < .01.
44 A. Magallares, C. Talò / Psychosocial Intervention 25 (2016) 39–44

herein, that the PBS questionnaire can be safely used to measure Baumgartner, H., & Homburg, C. (1996). Applications of structural equation mod-
political participation. eling in marketing and consumer research: A review. International Journal of
Research in Marketing, 13(1), 139–161.
One of the most controversial aspects of the Ekman and Amnå Bentler, P. M. (1990). Comparative fit indexes in structural models. Psychological
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tion. According to the theory of these authors, disengagement is a Bollen, K. (1989). Structural equations with latent variables. Nueva York: Wiley.
Christie, R., & Geis, F. L. (1970). Studies in Machiavellianism. New York: Academic.
form of active protest that is intended to send a message of change Corral, S., & Calvete, E. (2000). Machiavellianism: Dimensionality of the Mach IV and
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tion Day, citizens with this orientation make a demonstrative show 3, 3–13. http://dx.doi.org/10.1017/S1138741600005497
Davidson, W. B., & Cotter, P. R. (1989). Sense of community and political
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second cultural context reinforces this perspective of disengage- 6629(198904)17:2<119: AID-JCOP2290170203>3.0.CO;2-C.
ment. Echebarria, A. (2014). System-justifying beliefs and political disaffection. Journal of
Applied Social Psychology, 44, 234–240. http://dx.doi.org/10.1111/jasp.12218
It has been showed that participation allows individuals to
Ekman, J., & Amnå, E. (2012). Political participation and civic engagement:
access to a greater number of sources of social support, which in Towards a new typology. Human Affairs, 22, 283–300. http://dx.doi.org/10.2478/
turn increases their well-being (Gil, Pons, Grande, & Marín, 1996). s13374-012-0024-1
For this reason, being able to assess political participation is an Fornell, C., & Larcker, D. (1981). Evaluating structural equation models with unob-
servable variables and measurement error. Journal of Marketing Research, 18,
important necessity of psychosocial interventions which aims to 39–50. http://dx.doi.org/10.2307/3151312
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was used to recruit participants. According to experts, this method los conceptos de participación y sentimiento de pertenencia: Estrategias en
may be biased (Atkinson & Flint, 2004). In fact, it is possible that the la comunidad [Operational approach to the concepts of participation and
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Yi, 1991). Accordingly, we suspect that socially desirable responses
assessment. New Jersey: Lawrence Erlbaum.
may influence the real answers. However, the fact that the Spanish Hu, L. T., & Bentler, P. M. (1999). Cutoff criteria for fit indexes in covariance struc-
model shows parameters similar to those of the Italian model is ture analysis: Conventional criteria versus new alternatives. Structural Equation
reassuring with respect to this problem. Second, only the PBS with Modeling, 6, 1–55. http://dx.doi.org/10.1080/10705519909540118
Jöreskog, K. G., & Sörbom, D. (1988). PRELIS a program for multivariate data screening
16 items was significant. Furthermore, the 16-item model of Talò and data summarization. A preprocessor for LISREL. Mooresville: Scientific Soft-
and Mannarini (2014) showed a better fit than the 28-item model, ware, Inc.
so much so that the authors proposed using the scale with 16 items Lipkus, I. (1991). The construction and preliminary validation of a global belief
in a just worlds scale and the exploratory analysis of the multi-dimensional
in their analyses. However, future research should explore why the belief in a just world scale. Personality and Individual Differences, 12, 1171–1178.
model with 28 items did not fit as expected. Third, social scientists http://dx.doi.org/10.1016/0191-8869(91)90081-L
usually rely on self-reports when investigating political participa- Liu, A. Q., & Besser, T. (2003). Social capital and participation in community improve-
ment activities by elderly residents in small towns and rural communities. Rural
tion. However, some authors claim that there are great differences Sociology, 68, 343–365. http://dx.doi.org/10.1111/j.1549-0831.2003.tb00141.x
between measuring real political participation and political partic- MacCallum, R. C., Browne, M. W., & Sugawara, H. M. (1996). Power analysis and
ipation self-reports (Vavreck, 2008). Despite the existence of this determination of sample size for covariance structure modeling. Psychological
Methods, 1, 130–149. http://dx.doi.org/10.1037/1082-989X.1.2.130
potential bias, it is important to note that self-reports are frequently
Marsh, H. W., Hau, K. T., & Wen, Z. (2004). In search of golden rules: Comment on
used when researching political behaviors. hypothesis testing approaches to setting cutoff values for fit indexes and dangers
We are aware that civic involvement is a culturally specific in overgeneralising Hu & Bentler’s (1999) findings. Structural Equation Modelling,
11, 320–341.
behavior and that data are highly situational in that they are linked
Muthén, L. K., & Muthén, B. O. (1998–2010). Mplus user’s guide (6th ed.). Los Angeles,
to the condition of the country at that particular historical, eco- CA: Muthén & Muthén.
nomic and social moment. Consequently, a measurement model O’Connor, W., & Morrison, T. (2001). A comparison of situational and dispositional
of participation must be modified as times change. Despite these predictors of perceptions of organizational politics. The Journal of Psychol-
ogy: Interdisciplinary and Applied, 135, 301–312. http://dx.doi.org/10.1080/
limitations, we contend that the PBS is an appropriate tool for mea- 00223980109603700
suring political participation. We further posit that this instrument Pedhazur, E. J. (1997). Multiple regression in behavioral research (3rd ed.). Orlando:
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