Herencia de Los Pioneros

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ASOCIACION NOR OCCIDENTAL DE HONDURAS,

ESPECIALIDAD: HERENCIA DE LOS PIONEROS ADVENTISTAS

Pr. Cesar Chub.

1. Descubrir qué fue el Movimiento Milerita y cuál fue su papel fundamental para
el inicio de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

El movimiento Millerista fue un movimiento religioso que se originó en Estados Unidos en los años de 1840
basado en las ideas de William (Guillermo en español) Miller, quien predijo que la segunda venida de Cristo
ocurriría en 1844.

Ese grupo basaba sus ideas en diferentes interpretaciones proféticas que resultó en el surgimiento de
diversos grupos de seguidores llamados adventistas. El mayor de los grupos se volvió conocido como
Adventistas del Séptimo Día.

De hecho, los milleritas se consideran una continuación del despertar internacional con énfasis en la
segunda venida de Cristo y en la proclamación de la proximidad del advenimiento que se desarrolló
casi simultáneamente en muchos países a principios del siglo 19.

Los milleritas, que eran conocidos como adventistas, fueron todos seguidores de William Miller,
granjero del estado de New York, en los estados Unidos, y ministro licenciado de la Iglesia Bautista
que se destacó por su énfasis en la predicación del retorno de Jesucristo. Miller estudió
detenidamente la Biblia por más de quince años y a lo largo de ese período utilizó las Escrituras
como su propio intérprete.

Un pequeño grupo decepcionado por el incumplimiento de la interpretación de Miller, se dedicó a


estudiar con más intensidad el evento profético, no tardó en darse cuenta que el error no fue la fecha
sino el evento. A partir de la comprensión de esta verdad se identifica el nacimiento de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día.

2. Explicar el Gran Chasco con base en la profecía de Daniel 8.

En los Estados Unidos, la predicación y los escritos de William Miller despertaron la pasión de miles
de personas. El mensaje de Miller y sus asociados defendía la siguiente idea: “Así como el primer
advenimiento de Jesucristo fue predicho en Daniel 9, su segundo advenimiento es identificado en
Daniel 8:14 que afirma: ‘Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será
purificado’ (Daniel 8:14). Ya que la tierra debe ser el ‘santuario’ a ser ‘purificado’, eso va a
acontecer por medio del fuego cuando Jesús vuelva. Comenzando en 457 a.C., la profecía de los
2300 días/años de Daniel 8:14 culminará alrededor de 1843-1844. Jesús vendrá otra vez cerca de ese
tiempo. Por lo tanto, ¡prepárese para encontrarlo! Su venida será un evento literal y visible que
precederá al milenio”. Esa era la esencia del mensaje millerita.

Después de años de estudios y expectativas cronológicas, uno de sus ayudantes, Samuel Snow,
escribió un librito donde identificaba la fecha del 22 de octubre de 1844 como el día establecido para
el cumplimiento de la profecía. De acuerdo con la conclusión de los milleritas, aquel era el día en que
la tierra sería purificada por el retorno de Jesús. Así, decenas de millares aguardaron con paciencia y
fervor hasta la llegada del día identificado en la profecía. Entonces ellos esperaron el día entero hasta
la medianoche, pero Jesús no vino, dejándolos profundamente decepcionados. De esa manera fueron
forzados a admitir la existencia de algún error en la interpretación de la profecía del profeta Daniel.
3. Estudiar sobre Elena G. de White y cuál fue el papel de sus enseñanzas a la Iglesia Adventista del Séptimo
Día.

Ellen Gould Harmon y su hermana gemela Elisabeth nacieron el 26 de noviembre de 1827 en una
granja cerca de Gorham Main. Robert Harmon y Eunice Gould tenían unafamilia de ocho hijos.
Pertenecian a la iglesia metodista. La salud de Elena (en español) cuando era niña, fue muy precaria,
tras sufrir un accidente a la edad de 9 años tuvo que abandonar sus estudios.
Elena fue bautizada a la edad de 13 años en la iglesia metodista. Su familia creyó fielmente en las
teorías de Miller y esto provocó que fueran expulsados de la iglesia.

En un viaje a Orrington, Maine, conoció a un joven ministro adventista, llamado James Springer
White con quien se casó el 30 de agosto de 1846. El hogar de los Harmon en Gorham, fue su primer
lugar de residencia.

Un año después de su matrimonio, nace Henry Nichols White, su primer hijo. Para 1849 nace James
Edson White, y en 1854 nace su tercer hijo William Clarence White. En 1860 nace el cuarto hijo de
la familia John Herbert White, quien fallece a los tres meses de edad.

La señora White enviuda en 1881. Su esposo James White muere a la edad de 60 años.

El ministerio religioso de la señora White fue muy activo. Ella escribía libros, con ayuda de
secretarias, predicaba y visitaba a los creyentes adventistas en los Estados Unidos, Europa y
Australia.

En diciembre de 1844 Ellen Harmon tuvo su primera visión, la cual contribuyó a fortalecer la
confianza de los otros creyentes en el advenimiento. Debido al estado precario de salud de Ellen,
estaba alojada en la casa de los Haines en South Portland, Maine (EE. UU.), para aportar un poco de
descanso a su madre. Su médico y sus amigos habían aceptado ya la idea de que moriría de
tuberculosis. Era la hora de la meditación matinal, ella junto a un grupo de mujeres estaban orando en
busca de respuestas sobre el gran chasco. Fue en este momento que esta adolescente entró en trance,
y en este vio un viaje simbólico del grupo de creyentes al que pertenecía hacía una ciudad celestial,
con Cristo a la cabeza.

La noticia de las visiones de Ellen se difundieron localmente, pero muchos las relacionaron con el
mesmerismo, pero otros reforzaron su fe en el segundo advenimiento.

Ellen relató su primera visión a un grupo de sesenta creyentes adventistas de Portland. Este pequeño
grupo creyó que era Dios quien dirigía a ellos a través de esa joven. Luego viajó con varios miembros
de su familia o mujeres que ella conocía, para contar su experiencia en Maine y los estados vecinos.

Esta primera visión fue escrita por Ellen Harmon un año después el 20 de diciembre de 1845 y
publicada en el Day-Star de Cincinnati, Ohio (EE. UU.) El 24 de enero de 1846. La impresión de esta
historia, que fue enviado como correspondencia personal al redactor E. Jacobs, proporcionó consuelo
y fortaleció a muchos creyentes adventistas que habían visto el no cumplimiento del regreso de Cristo
el 22 de octubre de 1844 por la interpretación de la profecía de Daniel 8:14.

A través de los años fue reimpresa en artículos y folletos, para finalmente formar parte del primer
libro de Ellen G. White, A Sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White, que
apareció en 1851, posteriormente es libro llegó a ser la primera parte del libro Early Writings
La idea de adoptar el sábado como día de reposo no fue de la señora White. Los esposos White lo
aceptaron tras leer un folleto acerca del tema, publicado por el Capitán José Bates, ellos aceptaron el
carácter sagrado del sábado como día de descanso y se unieron en la defensa de la misma. Seis meses
más tarde, el sábado 7 de abril de 1847, Elena tuvo una visión en la que veía los diez mandamientos
en el santuario celestial con un halo de luz que rodeaba el cuarto. Esto la convenció aún más de la
importancia de realizar los servicios religiosos de la naciente iglesia y confirmó su papel como
moldeadora de las doctrinas de la nueva religión. La doctrina de la adoración en sábado fue tomada
del estudio de la biblia en Éxodo 20:8. En donde están grabados los diez mandamientos de Dios.
4. Conocer la estructura organizacional de la Iglesia Adventista. Preparar un organigrama eclesiástico.
As
oci
aci
ón
Ge
ner
División
al

Unión
Asciación
Distrito
Iglesia Local

5. Investigar los nombres de los presidentes de los campos de la Unión de Honduras incluyendo al
presidente de la Unión.

Presidente de la Unión Pr. Adán Ramos


Asociación Islas de La Bahía: Pr. Perry Elwin
Asociación Atlántica: Pr. Pedro Simpson
Asociación Nor-Occidental: Pr. José Reid
Asociación Central: Pr. Ismael Hernández
Asociacón Comayagüela: Pr. Olger Villalobos

6. Conocer y explicar las 28 creencias de los adventistas del séptimo día.


Destacar las doctrinas y sus creencias. Mínimo 5 renglones por cada creencia.
01 La Palabra de Dios
Las Sagradas Escrituras, que abarcan el Antiguo y el Nuevo Testamento, constituyen la Palabra de
Dios escrita, transmitida por inspiración divina mediante santos hombres de Dios que hablaron y
escribieron impulsados por el Espíritu Santo. Por medio de esta Palabra, Dios comunica a los seres
humanos el conocimiento necesario para alcanzar la salvación. Las Sagradas Escrituras son la
infalible revelación de la voluntad divina. Son la norma del carácter, el criterio para evaluar la
experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas, y un registro fidedigno de los actos de Dios
realizados en el curso de la historia.
02 La Deidad
Hay un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres personas coeternas. Dios es
inmortal, todopoderoso, omnisapiente, superior a todos y omnipresente. Es infinito y escapa a la
comprensión humana, aunque se lo puede conocer por medio de su autorrevelación. Es digno para
siempre de reverencia, adoración y servicio por parte de toda la creación.

03 Dios el Padre
Dios, el Padre Eterno es el Creador, Originador, Sustentador y Soberano de toda la creación. Es justo
y santo, misericordioso y clemente, tardo en airarse y abundante en amor y fidelidad. Las cualidades
y las facultades del Padre se manifiestan también en el Hijo y en el Espíritu Santo.

04 Dios el Hijo
Dios el Hijo Eterno se encamó en Jesucristo. Por medio de él se crearon todas las cosas, se reveló el
carácter de Dios, se llevó a cabo la salvación de la humanidad y se juzga al mundo. Aunque es
verdadero y eternamente Dios, llegó a ser también verdaderamente hombre, Jesús el Cristo. Fue
concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Vivió y experimentó la tentación como
ser humano, pero ejemplificó perfectamente la justicia y el amor de Dios. Mediante sus milagros
manifestó el poder de Dios y éstos dieron testimonio de que era el prometido Mesías de Dios. Sufrió
y murió voluntariamente en la cruz por nuestros pecados y en nuestro lugar, resucitó de entre los
muertos y ascendió para ministrar en el Santuario celestial en favor de nosotros. Volverá otra vez en
gloria para librar definitivamente a su pueblo y restaurar todas las cosas .

05 Dios el Espíritu Santo


Dios el Espíritu Eterno desempeñó una parte activa con el Padre y el Hijo en la creación, la
encarnación y la redención. Inspiró a los autores de las Escrituras. Infundió poder a la vida de Cristo.
Atrae y convence a los seres humanos, y renueva a los que responden y los transforma a la imagen de
Dios. Enviado por el Padre y el Hijo para estar siempre con sus hijos, concede dones espirituales a la
iglesia, la capacita para dar testimonio en favor de Cristo y, en armonía con las Escrituras, la guía a
toda la verdad.

06 La creación
Dios es el Creador de todas las cosas, y reveló en las Escrituras el relato auténtico de su actividad
creadora. El Señor hizo en seis días “los cielos y la tierra” y todo ser viviente que la habita, y reposó
en el séptimo día de esa primera semana. De ese modo estableció el sábado como un monumento
perpetuo conmemorativo de la terminación de su obra creadora. Hizo al primer hombre y la primera
mujer a su imagen como corona de la creación, y les dio dominio sobre el mundo y la responsabilidad
de cuidar de él. Cuando el mundo quedó terminado era “bueno en gran manera”, proclamando la
gloria de Dios.

07 La naturaleza humana
Dios hizo al hombre y la mujer a su imagen, con individualidad propia, y con la facultad y la libertad
de pensar y obrar. Aunque los creó como seres libres, cada uno es una unidad indivisible de cuerpo,
mente y espíritu, que depende de Dios para la vida, el aliento y todo lo demás. Cuando nuestros
primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de él y cayeron de la elevada
posición que ocupaban bajo el gobierno de Dios. La imagen de Dios en ellos se desfiguró y quedaron
sujetos a la muerte. Sus descendientes participan de esta naturaleza caída y de sus consecuencias.
Nacen con debilidades y tendencias hacia el mal. Pero Dios, en Cristo, reconcilió al mundo consigo
mismo y, por medio de su Espíritu Santo, restaura en los mortales penitentes la imagen de su
Hacedor. Creados para la gloria de Dios, se los llama a amarlo a él y a amarse mutuamente, y a
cuidar del ambiente que los rodea.
08 El Gran Conflicto
Toda la humanidad está ahora envuelta en un gran conflicto entre Cristo y Satanás en cuanto al
carácter de Dios, su ley y su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el cielo cuando
un ser creado, dotado de libre albedrío, se exaltó a sí mismo y se convirtió en Satanás, el adversario
de Dios, y condujo a la rebelión a una parte de los ángeles. Satanás introdujo el espíritu de rebelión
en este mundo cuando indujo a Adán y a Eva a pecar. El pecado humano produjo como resultado la
distorsión de la imagen de Dios en la humanidad, el trastorno del mundo creado y, posteriormente, su
completa devastación en ocasión del diluvio universal. Observado por toda la creación, este mundo
se convirtió en el campo de batalla del conflicto universal, a cuyo término el Dios de amor quedará
finalmente vindicado. Para ayudar a su pueblo en este conflicto, Cristo envía al Espíritu Santo y los
ángeles leales para guiarlo, protegerlo y sostenerlo en el camino de la salvación.

09 La vida, muerte y resurrección de Cristo


Mediante la vida de Cristo, de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, y en sus sufrimientos, su
muerte y su resurrección, Dios proveyó el único medio para expiar el pecado humano, de manera que
los que por fe aceptan esta expiación puedan tener vida eterna, y toda la creación pueda comprender
mejor el infinito y santo amor del Creador. Esta expiación perfecta vindica la justicia de la ley de
Dios y la benignidad de su carácter; porque no solo condena nuestro pecado sino también nos
garantiza nuestro perdón. La muerte de Cristo es vicaria y expiatoria, reconciliadora y
transformadora. La resurrección de Cristo proclama el triunfo de Dios sobre las fuerzas del mal, y
asegura la victoria final sobre el pecado y la muerte a los que aceptan la expiación. Ella declara el
señorío de Jesucristo, ante quien se doblará toda rodilla en el Cielo y en la Tierra

10 La experiencia de la salvación
Con amor y misericordia infinitos Dios hizo que Cristo, que no conoció pecado, fuera hecho pecado
por nosotros, para que nosotros pudiésemos ser hechos justicia de Dios en él. Guiados por el Espíritu
Santo sentimos nuestra necesidad, reconocemos nuestra pecaminosidad, nos arrepentimos de nuestras
transgresiones, y ejercemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como sustituto y ejemplo. Esta fe que
acepta la salvación nos llega por medio del poder divino de la Palabra y es un don de la gracia de
Dios. Mediante Cristo somos justificados, adoptados como hijos e hijas de Dios y librados del
dominio del pecado. Por medio del Espíritu nacemos de nuevo y somos santificados; el Espíritu
renueva nuestras mentes, graba la ley de amor de Dios en nuestros corazones y nos da poder para
vivir una vida santa. Al permanecer en él somos participantes de la naturaleza divina y tenemos la
seguridad de la salvación ahora y en ocasión del juicio.

11 Crecer en Cristo
Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal por su muerte en la cruz. Quien subyugó los espíritus
demoníacos durante su ministerio terrenal, quebrantó su poder y aseguró su destrucción definitiva. La
victoria de Jesús nos da la victoria sobre las fuerzas malignas que todavía buscan controlarnos y nos
permite andar con él en paz, gozo y la certeza de su amor. El Espíritu Santo ahora mora dentro de
nosotros y nos da poder. Al estar continuamente comprometidos con Jesús como nuestro Salvador y
Señor, somos librados de la carga de nuestros actos pasados. Ya no vivimos en la oscuridad, el temor
a los poderes malignos, la ignorancia ni la falta de sentido de nuestra antigua manera de vivir. En esta
nueva libertad en Jesús, somos invitados a desarrollarnos en semejanza a su carácter, en comunión
diaria con él por medio de la oración, alimentándonos con su Palabra, meditando en ella y en su
providencia, cantando alabanzas a él, reuniéndonos para adorar y participando en la misión de la
iglesia. Al darnos en servicio amante a quienes nos rodean y al testificar de la salvación, la presencia
constante de Jesús por medio del Espíritu transforma cada momento y cada tarea en una experiencia
espiritual.

12 La Iglesia
La iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan que Jesucristo es Señor y Salvador. Como
continuadores del pueblo de Dios del Antiguo Testamento, se nos invita a salir del mundo; y nos
reunimos para adorar, para estar en comunión unos con otros, para recibir instrucción en la Palabra,
para la celebración de la Cena del Señor, para servir a toda la humanidad y para proclamar el
evangelio en todo el mundo. La iglesia recibe su autoridad de Cristo, que es la Palabra encarnada, y
de las Escrituras, que son la Palabra escrita. La iglesia es la familia de Dios; somos adoptados por él
como hijos, vivimos sobre la base del nuevo pacto. La iglesia es el cuerpo de Cristo, es una
comunidad de fe, de la cual Cristo mismo es la cabeza. La iglesia es la esposa por la cual Cristo
murió para poder santificarla y purificarla. Cuando regrese en triunfo, él presentará a sí mismo una
iglesia gloriosa, los fieles de todas las edades, adquiridos por su sangre, una iglesia sin mancha, ni
arruga, sino santa y sin defecto.

13 El remanente y su misión
La iglesia universal está compuesta de todos los que creen verdaderamente en Cristo; pero en los
últimos días, una época de apostasía generalizada, se llamó a un remanente para que guarde los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Este remanente anuncia la llegada de la hora del juicio,
proclama la salvación por medio de Cristo y pregona la proximidad de su segunda venida. Esta
proclamación está simbolizada por los tres ángeles de Apocalipsis 14; coincide con la hora del juicio
en los cielos y, como resultado, se produce una obra de arrepentimiento y reforma en la Tierra. Se
invita a todos los creyentes a participar personalmente en este testimonio mundial.

14 La unidad en el cuerpo de Cristo


La iglesia es un cuerpo constituido por muchos miembros, llamados de entre todas las naciones,
razas, lenguas y pueblos. En Cristo somos una nueva creación; las diferencias de raza, cultura,
educación y nacionalidad, y las diferencias entre encumbrados y humildes, ricos y pobres, hombres y
mujeres, no deben causar divisiones entre nosotros. Todos somos iguales en Cristo, quien por un
mismo Espíritu nos unió en comunión con él y los unos con los otros; debemos servir y ser servidos
sin parcialidad ni reservas. Por medio de la revelación de Jesucristo en las Escrituras, participamos de
la misma fe y la misma esperanza, y damos a todos un mismo testimonio. Esta unidad tiene sus
orígenes en la unicidad del Dios triuno, que nos adoptó como hijos suyos.

15 El bautismo
Por medio del bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y resurrección de Jesucristo, y damos
testimonio de nuestra muerte al pecado y de nuestro propósito de andar en novedad de vida. De este
modo reconocemos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, llegamos a ser su pueblo y somos
recibidos como miembros de su iglesia. El bautismo es un símbolo de nuestra unión con Cristo, del
perdón de nuestros pecados y de nuestro recibimiento del Espíritu Santo. Se realiza por inmersión en
agua, y depende de una afirmación de fe en Jesús y de la evidencia de arrepentimiento del pecado.
Sigue a la instrucción en las Sagradas Escrituras y a la aceptación de sus enseñanzas.

16 La Cena del Señor


La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y la sangre de Jesús como
expresión de fe en él, nuestro Señor y Salvador. Cristo está presente en esta experiencia de comunión
para encontrarse con su pueblo y fortalecerlo. Al participar de la Cena, proclamamos gozosamente la
muerte del Señor hasta que venga. La preparación para la Cena incluye un examen de conciencia, el
arrepentimiento y la confesión. El Maestro ordenó el servicio del lavamiento de los pies para denotar
una renovada purificación, para expresar la disposición a servirnos mutuamente en humildad
cristiana, y para unir nuestros corazones en amor. El servicio de comunión está abierto a todos los
creyentes cristianos.

17 Los dones y ministerios espirituales


Dios concede a todos los miembros de Su Iglesia, en todas las épocas, dones espirituales. Siendo
otorgados por la actuación del Espíritu Santo, el cual distribuye a cada miembro como le place, los
dones proveen todas las aptitudes y ministerios que la Iglesia necesita para cumplir sus funciones
divinamente ordenadas. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu para
funciones reconocidas por la Iglesia en ministerios pastorales, evangélicos, apostólicos y de
enseñanza.

18 El don de profecía
Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una señal identificadora de la
iglesia remanente y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White. Como mensajera del Señor,
sus escritos son una permanente y autorizada fuente de verdad que proporciona consuelo, dirección,
instrucción y corrección a la iglesia. Ellos también establecen con claridad que la Biblia es la norma
por la cual debe ser probada toda enseñanza y toda experiencia

19 La ley de Dios
Los grandes principios de la ley de Dios están incorporados en los Diez Mandamientos y
ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y el propósito de Dios con respecto
a la conducta y a las relaciones humanas, y son obligatorios para todas las personas en todas las
épocas. Estos preceptos constituyen la base del pacto de Dios con su pueblo y son la norma del juicio
divino. Por medio de la obra del Espíritu Santo, señalan el pecado y despiertan el sentido de la
necesidad de un Salvador. La salvación es totalmente por la gracia y no por las obras, pero su fruto es
la obediencia a los mandamientos. Esta obediencia desarrolla el carácter cristiano y da como
resultado una sensación de bienestar. Es una evidencia de nuestro amor al Señor y de nuestra
preocupación por nuestros semejantes. La obediencia por fe demuestra el poder de Cristo para
transformar vidas y, por lo tanto, fortalece el testimonio cristiano.

20 El sábado
El bondadoso Creador, después de los seis días de la creación, descansó el séptimo día, e instituyó el
sábado para todos los hombres como un monumento conmemorativo de la Creación. El cuarto
mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día, sábado, como día
de reposo, adoración y ministerio en armonía con las enseñanzas y la práctica de Jesús, el Señor del
sábado. El sábado es un día de agradable comunión con Dios y con nuestros hermanos. Es un
símbolo de nuestra redención en Cristo, una señal de nuestra santificación, una demostración de
nuestra lealtad y una anticipación de nuestro futuro eterno en el reino de Dios. El sábado es la señal
perpetua del pacto eterno entre él y su pueblo. La gozosa observancia de este tiempo sagrado de una
tarde a la otra tarde, de la puesta de sol a la puesta de sol, es una celebración de la obra creadora y
redentora de Dios.

21 La mayordomía
Somos mayordomos de Dios, a quienes se nos ha confiado tiempo y oportunidades, capacidades y
posesiones, y las bendiciones de la tierra y sus recursos. Y somos responsables ante él por el empleo
adecuado de todas esas dádivas. Reconocemos el derecho de propiedad por parte de Dios mediante
nuestro servicio fiel a él y a nuestros semejantes, y mediante la devolución de los diezmos y las
ofrendas que damos para la proclamación de su evangelio y para el sostén y desarrollo de su iglesia.
La mayordomía es un privilegio que Dios nos ha concedido para que crezcamos en amor y para que
logremos la victoria sobre el egoísmo y la codicia. El mayordomo fiel se regocija por las bendiciones
que reciben los demás como fruto de su fidelidad.

22 La conducta cristiana
Somos llamados a ser un pueblo piadoso que piense, sienta y actúe en armonía con los principios del
cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, nos involucramos sólo en
aquellas cosas que producirán en nuestra vida pureza, salud y gozo cristiano. Esto significa que
nuestras recreaciones y nuestros entretenimientos estarán en armonía con las más elevadas normas de
gusto y belleza cristianos. Si bien reconocemos las diferencias culturales, nuestra vestimenta debiera
ser sencilla, modesta y de buen gusto, como corresponde a aquellos cuya verdadera belleza no
consiste en el adorno exterior, sino en el inmarcesible ornamento de un espíritu apacible y tranquilo.
Significa también que, puesto que nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo, debemos
cuidarlos inteligentemente. Junto con la práctica adecuada del ejercicio y el descanso, debemos
adoptar un régimen alimentario lo más saludable posible, y abstenernos de los alimentos inmundos,
identificados como tales en las Escrituras. Como las bebidas alcohólicas, el tabaco y el uso
irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos también
abstenernos de ellos. En cambio, debemos empeñarnos en todo lo que ponga nuestros pensamientos y
nuestros cuerpos en armonía con la disciplina de Cristo, quien quiere que gocemos de salud, de
alegría y de todo lo bueno.

23 El matrimonio y la familia
El matrimonio fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por Jesús para que fuera una unión
para toda la vida entre un hombre y una mujer, en amante compañerismo. Para el cristiano, el
matrimonio es un compromiso con Dios y con el cónyuge, y debiera celebrarse sólo entre personas
que participan de la misma fe. El amor mutuo, el honor, el respeto y la responsabilidad constituyen la
estructura de esa relación, que debe reflejar el amor, la santidad, la intimidad y la perdurabilidad de la
relación que existe entre Cristo y su iglesia. Con respecto al divorcio, Jesús enseñó que la persona
que se divorcia, a menos que sea por causa de relaciones sexuales ilícitas, y se casa con otra persona,
comete adulterio. Aunque algunas relaciones familiares estén lejos de ser ideales, los consortes que
se dedican plenamente el uno al otro pueden, en Cristo, lograr una amorosa unidad gracias a la
dirección del Espíritu y a la instrucción de la iglesia. Dios bendice a la familia y quiere que sus
miembros se ayuden mutuamente hasta alcanzar la plena madurez. Los padres deben criar a sus hijos
para que amen y obedezcan al Señor. Deben enseñarles, mediante el precepto y el ejemplo, que
Cristo disciplina amorosamente, que siempre es tierno, que se preocupa por sus criaturas, y que
quiere que lleguen a ser miembros de su cuerpo, la familia de Dios. Una creciente intimidad familiar
es uno de los rasgos característicos del último mensaje evangélico.

24 El ministerio de Cristo en el Santuario celestial


Hay un santuario en el cielo, el verdadero tabernáculo que el Señor erigió y no el hombre. En él
ministra Cristo en favor de nosotros, para poner a disposición de los creyentes los beneficios de su
sacrificio expiatorio ofrecido una vez y para siempre en la cruz. Cristo llegó a ser nuestro gran Sumo
Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor en ocasión de su ascensión. En 1844, al concluir el
período profético de los 2.300 días, inició la segunda y última fase de su ministerio expiatorio. Esta
obra es un juicio investigador, que forma parte de la eliminación definitiva del pecado, prefigurada
por la purificación del antiguo santuario hebreo en el Día de la Expiación. En el servicio simbólico, el
santuario se purificaba mediante la sangre de los sacrificios de animales, pero las cosas celestiales se
purifican mediante el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús. El juicio investigador revela a las
inteligencias celestiales quiénes de entre los muertos duermen en Cristo, siendo, por lo tanto,
considerados dignos, en él, de participar en la primera resurrección. También toma de manifiesto
quién, de entre los vivos, permanece en Cristo, guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús,
estando, por lo tanto, en él, preparado para ser trasladado a su reino eterno. Este juicio vindica la
justicia de Dios al salvar a los que creen en Jesús. Declara que los que permanecieron leales a Dios
recibirán el reino. La conclusión de este ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo de prueba
otorgado a los seres humanos antes de su segunda venida.

25 La segunda venida de Cristo


La segunda venida de Cristo es la bienaventurada esperanza de la iglesia, la gran culminación del
evangelio. La venida del Salvador será literal, personal, visible y de alcance mundial. Cuando el
Señor regrese, los justos muertos resucitarán y, junto con los justos que estén vivos, serán glorifica-
dos y llevados al cielo, pero los impíos morirán. El hecho de que la mayor parte de las profecías esté
alcanzando su pleno cumplimiento, unido a las actuales condiciones del mundo, nos indica que la
venida de Cristo es inminente. El momento cuando ocurrirá este acontecimiento no ha sido revelado,
y por lo tanto se nos exhorta a estar preparados en todo tiempo.

26 La muerte y la resurrección
La paga del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es inmortal, otorgará vida eterna a sus
redimidos. Hasta ese día, la muerte constituye un estado de inconsciencia para todos los que han
fallecido. Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca, los justos resucitados y los justos vivos serán
glorificados, todos juntos serán arrebatados para salir al encuentro de su Señor. La segunda
resurrección, la resurrección de los impíos, ocurrirá mil años después.

27 El milenio y el fin del pecado


El milenio es el reino de mil años de Cristo con sus santos en el cielo, que se extiende entre la
primera y la segunda resurrección. Durante ese tiempo serán juzgados los impíos; la tierra estará
completamente desolada, sin habitantes humanos con vida, pero sí ocupada por Satanás y sus
ángeles. Al terminar ese período, Cristo y sus santos y la Santa Ciudad, descenderán del Cielo a la
Tierra. Los impíos muertos resucitarán entonces y, junto con Satanás y sus ángeles, rodearán la
ciudad; pero el fuego de Dios los consumirá y purificará la Tierra. De ese modo el universo será
librado del pecado y de los pecadores para siempre.

28 La Tierra Nueva
En la Tierra Nueva, en que habita la justicia, Dios proporcionará un hogar eterno para los redimidos y
un ambiente perfecto para la vida, el amor, el gozo y el aprendizaje eternos en su presencia. Porque
allí Dios mismo morará con su pueblo, y el sufrimiento y la muerte terminarán para siempre. El gran
conflicto habrá terminado y el pecado no existirá más. Todas las cosas, animadas e inanimadas,
declararán que Dios es amor; y él reinará para siempre jamás.

7. Presentar un resumen biográfico de por lo menos 15 Pioneros Adventistas:

a. Marta D. Byington de Amadon


Marta de Amadon (1843-1937) fue la hija mayor de Juan Byington. Ella fue la primera maestra para
la primera escuela organizada para los hijos de los adventistas. Se casó con Jorge Amadon en 1860.
Fue la primera presidenta de la Sociedad de Dorcas (hoy conocido como Servicios Comunitarios
Adventistas) en octubre de 1874.

b. Guillermo H. Anderson
Guillermo Anderson (1870-1950) fue un misionero pionero hacia el continente de África desde 1895
hasta 1944. «Enrique», como era conocido cariñosamente por sus amigos, se graduó en 1895 del
Colegio de Battle Creek (hoy conocido como la Universidad de Andrews), donde fue convertido. El
libro de Anderson, En el camino de Livingston(1919), hizo mucho para estimular el interés en la
misiones africanas donde él sirvió por 50 años.

c. Juan N. Andrews
Juan Nevins Andrews (1829-1883) fue el primer misionero oficial de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día que salió de Norteamérica. Él y sus hijos, Carlos y María, navegaron en el 15 de
septiembre de 1874 a Suiza. Su esposa murió el 18 de marzo de 1872. Como teólogo, Andrews
contribuyó significativamente al desarrollo de varios doctrinas de la denominación de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día. Escribió extensamente sobre el séptimo día sábado.
La Universidad de Andrews, llamado así por Juan N. Andrews, es una institución operada
conjuntamente por la Asociación General y la Unión del Lago. Fue la primera universidad que fue
organizada por la iglesia adventista del séptimo día. Se encuentra ubicada en Berrien Springs del
estado de Michigan. Su predecesor, conocido como el Colegio de Battle Creek, fue fundado en 1874
y vino de una escuela privada «exclusiva» establecida en 1868 por G. H. Bell.

d. José Bates
José Bates (1792-1872), un capitán de barco y reformista, fue uno de los fundadores de la Iglesia
ASD. Bates experimentó el Gran Chasco de 1844 sin perder la fe. Escribió sobre el séptimo día
sábado y el mensaje del tercer ángel. Tuvo un papel importante en las «conferencias sabatistas». Él
era evangelista, líder y un ejemplo de una vida saludable.

e. Juan Byington
Juan Byington (1798-1887) fue un ministro pionero y el primer presidente de la Asociación General
de la denominación de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Él fue activo en el movimiento
antiesclavista y mantuvo una estación en el Ferrocarril Subterráneo en Buck’s Bridge, Nueva York,
donde él vivía en un rancho.

f. Miguel Belina Czechowski


Miguel Belina Czechowski (1818-1876) era un ex-sacerdote católico. Él se juntó con la iglesia
adventista en 1857 y en 1864 se hizo en un misionero autónomo en Italia y Suiza, y estableció la
primera iglesia adventista en Europa.

g. Arturo G. Daniells
Arturo G. Daniells (1858-1935) era un ministro, administrador y autor. A la edad de 10 se convirtió a
la fe adventista del séptimo día y en 1875 entró al Colegio de Battle Creek. Comenzó su ministerio en
1878 en el estado de Texas. En 1886 fue llamado como misionero pionero a Nueva Zelanda. Fue
presidente de la Asociación de Nueva Zelanda (1889-1891) y de la Asociación de Australia (1892-
1895). Trabajó en colaboración con Elena de White en Australia y se desempeñó como presidente de
la Asociación Central de Australia y más tarde como presidente de la Unión de Australia. Él asumió
la presidencia de la Asociación General en 1901 en un período difícil en la historia de la iglesia, y
ayudó a mover la sede de la denominación a Washington, D. C. Durante su tiempo en la oficina, la
iglesia creció mucho por todo el mundo. Él renunció a la presidencia de la Asociación General en
1922. Fue el autor de cuatro libros, dos de los cuales destacadan como clásicos: «Cristo justicia
nuestra» y «El premanente don de profecía».

h. Hiram Edson
Hiram Edson (1806-1882) era un laico, más tarde ordenado, de Port Gibson, Nueva York. Él fue el
pionero responsable por presentar, entre los que se convirtieron en Adventistas del Séptimo Día, un
entendimiento más profundo del santuario y su limpieza. Edson no solamente era un estudiante
bíblico pensativo y un ayudante evangelístico sincero, sino también un contribuyente abnegado,
poniendo sus posesiones en el edificio de la iglesia que él amaba. Hay una granja de Edson en la
parte norte de Nueva York.

i. Jorge King
Jorge Alberto King (1847-1906) era un pionero que desarrolló la idea de ventas por subscripción a
libros adventistas. Un nativo de Canadá, vino a los Estados Unidos cuando era un hombre joven y
aceptó las creencias adventistas y deseaba ser un predicador. Como él tenía un trastornos del habla,
fue animado a tratar de vender tratados, revistas y libros adventistas. Por toda su vida era un
reclutador entusiasta e instructor para otros colportores.

j. Ana Knight
Ana Knight (1874-1972) era autodidacta hasta la edad de 20 años cuando asistió a la academia de
Mount Vernon en 1894 en el estado de Ohio. En 1898, se graduó del Colegio de Battle Creek como
enfermera misionera. Ella dirigía una escuela autónoma en el condado Jasper del estado de
Mississippi para niños afroamericanos. En 1901, ella fue nombrada como misionera hacia India,
donde sirvió 6 años. Ella sirvió en el Departamento Educacional de la Asociación del Sudeste y la
Asociación del Sur cuando se combinaron, y sirvió allí hasta que las asociaciones regionales se
formaron.

k. Abram LaRue
Abram LaRue (1822-1903) fue un pionero, misionero laico en Asia oriental. Mientras trabajaba como
un pastor en California aceptó la fe adventista del séptimo día. Inmediatamente pidió un puesto
misionero a China. Debido a su avanzada edad la, Asociación General lo negó, pero después de
asistir a la universidad de Healdsburg por un término, llegó a Honolulu y vendió libros en la ciudad y
en los barcos en el puerto. En 1888 a la edad de 66, La Rue fue a Hong Kong, donde trabajó durante
14 años con los europeos y los chinos. Murió en Hong Kong en 1903, donde él había sido un
trabajador incansable con un raro don de conocer gente y transmitir sus propias convicciones
religiosas a ellos.

l. Caterina Lindsay
Caterina Lindsay (1842-1923) era un médico y fundadora de la primera escuela adventista de
entrenamiento en enfermería. En 1875, ella se graduó como mejor estudiante de su clase del Colegio
Médico de la Universidad de Michigan. Ella se unió al personal del Sanatorio en Battle Creek.
Doctora Kate, como era conocida, presentó un currículo bastante profundo y llegó a ser conocida
como la maestra más importante de los estudiantes de enfermería.

m. Guillermo Miller
Guillermo Miller (1782-1849) era un granjero estadounidense y un predicador bautista quien anunció
el regreso inminente de Cristo y fundó el movimiento que se conoce popularmente como el
Milerismo o el movimiento milerita. Él fue un predicador convincente de una manera lógica que
atraía en sinceridad. Después del «Gran Chasco», construyó una capilla en su propiedad para que
muchos creyentes del advenimiento pudieran tener un lugar donde adorar.

n. Guillermo W. Prescott
Guillermo W. Prescott (1855-1944) fue un educador y administrador. Sus padres eran mileristas en
Nueva Inglaterra. Mientras que en su último año en la academia de Berwick del sur, fue profesor de
latín y griego. Él era director de las escuelas secundarias en Northfield y Montpelier, Vermont (1877-
1880). Con su aceptación de la presidencia del Colegio de Battle Creek (1885-1894), entró en una
carrera única en muchos aspectos en la historia adventista del séptimo día. Mientras todavía era
presidente del Colegio de Battle Creek, ayudó a fundar el Colegio de la Unión y se convirtió en su
primer presidente en 1891. Él designó directores para las dos instituciones que dirigen mientras él se
encontraba ausente de uno u otro. Luego, a fines de 1892 asumió la presidencia de la recién fundada
Universidad de Walla Walla. Por lo tanto, era a la vez presidente de tres universidad en el año.
Durante una gira mundial (1894-1895), ayudó a fundar la Escuela Avondale en Australia. En 1901,
se convirtió en el vicepresidente de la Asociación General, presidente de la junta directiva de la
Asociación Publicadora para la Review and Herald, y editor de la Review and Herald. Más adelante
en su carrera, se desempeñó como jefe del departamento bíblico del Colegio Misionero de Emanuel,
un puesto que ocupó hasta 1934. Ya sea profesor, editor, administrador o secretario del Departamento
de Educación para la Asociación General, Prescott dejó una fuerte impresión en la totalidad de labor
educativa de la denominación.

o. Raquel Oakes-Preston
Rachel Oakes (casada, Preston; 1809-1868) fue un bautista del séptimo día que convenció a un grupo
de adventistas a aceptar el sábado en Washington, Nuevo Hampshire, y de este modo llegar a ser, en
ese sentido, la primera adventista del séptimo día. Debido a la influencia de Raquel, Federico
Wheeler (1811-1910), un ministro ordenado de la Iglesia Metodista Episcopal y promotor de las
enseñanzas proféticas de Guillermo Miller, predicó su primer sermón sobre el séptimo día sábado a
su congregación «Hermanos Cristianos» en el 16 de marzo de 1844.
Debido a la influencia de Raquel, Guillermo Farnsworth (1807-1888), después del Gran Chasco del
22 de octubre de 1844, declaró públicamente a la congregación «Hermanos Cristianos» su convicción
de que el sábado, siendo el séptimo día de la semana, era el sábado verdadero. Su hermano Ciro (que
se convirtió en el marido de la hija de Raquel, Delight), y varios otros, también hicieron que sus
convicciones fueran conocidas.

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