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Rosario Eucarístico
Este documento describe una Hora Santa celebrada en honor a Jesucristo y la Virgen María. Contiene oraciones, lecturas y la recitación del Santo Rosario Eucarístico, en el que se contemplan cinco misterios relacionados con la presencia de Jesús en la Eucaristía. El objetivo es adorar a Jesús Sacramentado, pedir perdón por los pecados y las ofensas contra el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, y suplicar la conversión de los pecadores.
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Rosario Eucarístico
Este documento describe una Hora Santa celebrada en honor a Jesucristo y la Virgen María. Contiene oraciones, lecturas y la recitación del Santo Rosario Eucarístico, en el que se contemplan cinco misterios relacionados con la presencia de Jesús en la Eucaristía. El objetivo es adorar a Jesús Sacramentado, pedir perdón por los pecados y las ofensas contra el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, y suplicar la conversión de los pecadores.
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Monitor: Bienvenidos todos a esta Hora
Santa en la que tendremos unos momentos
de Adoración al Santísimo Sacramento y el rezo del Santo Rosario Eucarístico en honor de nuestro señor Jesucristo, por su amor y en reparación de las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María pidiendo por la conversión de los pecadores. Permita Dios, en Su Infinita Misericordia, que este momento sea vivido como nos lo pide la Santísima Virgen María en Fátima cuando dice: «Oren, oren mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Son muchas almas que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y ruegue por ellas» (19 de agosto de 1917). Sabemos que la Virgen María protegerá a todos los que nos unimos con ella en esta Hora Santa, pidiendo a su Hijo Jesús por la redención del mundo y, particularmente para que nuestra Iglesia sea verdaderamente una comunión de fe y fraternidad. Nos ponemos de rodillas.
Canto de Entrada:
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO COMO DE
ORDINARIO.
Guía: Señor Jesús te adoramos aquí
presente en esta Hostia Santa. Te bendecimos y te damos gracias por tu presencia hoy aquí entre nosotros. Tú has dicho: «Este es mi cuerpo que se ofrece por ustedes». ¡Oh Jesús!, llena nuestros corazones con tu Espíritu Divino para que podamos adorarte, junto a tu Madre Santísima, con fe y esperanza en esta hora de reparación por las ofensas que se hacen a tu Sagrado Corazón y al corazón inmaculado de tu Madre Santísima Lector 1: Señor, hemos venido a adorarte y agradecerte por tu constante oración al Padre. Te damos gracias por la decisión que tomaste la noche de tu entrega mientras sudabas sangre, tú le dijiste al Padre: ……..«No se haga mi voluntad, sino la tuya».
Lector 2: Tu santísima Madre, en el
momento de la anunciación, sin llegar a comprender plenamente tus planes, dijo: «Hágase en mí, según tu palabra», que es lo mismo que decir «Hágase en mí según tu voluntad».
Lector 1: Señor Jesús, te pedimos que nos
enseñes a decir siempre : «Padre que se haga tu voluntad». Queremos decirlo en todas las circunstancias de nuestras vidas, sobre todo cuando nos resistimos a aceptar lo que nos pasa y también en todas las situaciones futuras donde seremos tentados a no aceptar la voluntad del Padre, permítenos mantenernos fieles a Su voluntad.s
Lector 2: Señor, Danos un corazón
semejante al tuyo, dile a tu Madre Santísima que nos preste su corazón para amarte como Ella, que fue siempre fiel al cumplimiento de tu voluntad. Monitor: Iniciamos ahora el rezo de nuestro Rosario Eucarístico recitando el acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre
verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
PRIMER MISTERIO EUCARÍSTICO
En este primer misterio Eucarístico,
contemplamos cómo Nuestro Señor Jesucristo, reunido con sus Apóstoles, en la última cena, bendijo el pan y lo repartió diciendo: «Tomen y coman, este es mi cuerpo», dejando así instituida la Eucaristía, como manifestación de su amor por los Hombres para quedarse con nosotros hasta que se clausuren los siglos y comience la eternidad. Jesús Sacramentado, te pedimos por todos aquellos que no creen en tu presencia real en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía y te suplicamos que tu Madre Santísima los atraiga a Ti.
Padre Nuestro, Ave Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona
nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Canto:
SEGUNDO MISTERIO EUCARÍSTICO
En el segundo misterio Eucarístico,
contemplamos cómo Jesús, en su infinito amor, queriendo hacer partícipe a toda la humanidad de las excelencias de la Eucaristía, dio a sus sacerdotes el poder de transformar el pan en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre.
Señor Jesús, te pedimos por todos los
sacerdotes del mundo entero para que, alimentados de tu Cuerpo y Sangre, y bajo el cuidado amoroso de tu Madre María, se sepan siempre fortalecidos y animados para vivir el ministerio con alegría.
Padre Nuestro, diez Ave Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona
nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Canto:
TERCER MISTERIO EUCARÍSTICO
En este tercer misterio Eucarístico,
contemplamos cómo Nuestro Señor Jesucristo está vivo y verdadero, en cada hostia y aún en cada partícula, repartiéndose en cada una de las misas celebradas hasta en la más lejana de las iglesias de la tierra.
Te pedimos, Señor Jesús, por todos los
enfermos que, con un corazón sincero y mucho amor, comulgan de tu cuerpo y sangre y te encomendamos a todos los que les llevan la comunión, para que se sepan siempre acompañados de tu Santísima Madre.
Padre Nuestro, Ave Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona
nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Canto:
CUARTO MISTERIO EUCARÍSTICO
En este cuarto misterio Eucarístico,
contemplamos cómo Jesús, después de redimirnos con su muerte y resurrección, quiso también quedarse entre nosotros en el Santísimo Sacramento del Altar, hasta el fin de los siglos, para ser adorado y glorificado en su Cuerpo y Sangre, bajo las especies de pan y de vino.
Santísimo Sacramento, ponemos en tu
presencia todos aquellos que no tienen libertad, los que viven en las cárceles y los que están atados al pecado, al miedo y a la angustia. Te rogamos que tu Madre Santísima les acompañe y no se sientan abandonados.
Padre Nuestro, Ave Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona
nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Canto:
QUINTO MISTERIO EUCARÍSTICO
En este quinto misterio Eucarístico,
contemplamos cómo Jesús, no sólo quiso ser adorado en la Eucaristía, sino que también quiso darse a los hombres en la Santa Comunión, a fin de ser alimento para el alma y prenda de Vida Eterna.
Jesús, Pan de Vida, te pedimos por todas la
comunidades cristianas, para que alrededor de tu mesa santa, comulgando de tu Cuerpo y Sangre, vivan como los Apóstoles y María Santísima, en los primeros tiempos de la Iglesia, siempre como signo de amor y unidad.
Padre Nuestro, Ave Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona
nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Guía: «Dios mío, yo creo, espero, te adoro
y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman» (tres veces).
Canto:
Guía: Dios te salve, Reina y Madre, Madre
de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Momento de silencio para meditar.
Monitor: Escuchemos ahora la Palabra de
Dios:
Lector: Lectura del libro del profeta Isaías.
(61,10—11)
Desbordo de gozo en el Señor y me alegro
con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas. Porque como una tierra hace germinar plantas y como un huerto produce su simiente, así el Señor Yahvé hace germinar la justicia y la alabanza en presencia de todas las naciones. Palabra de Dios.
Guía: Alabemos a nuestro Dios con las
mismas palabras que María pronunció en su Magnificat:
Canto:
Guía: Santísima Trinidad: Padre, Hijo y
Espíritu Santo, te adoramos profundamente y te ofrecemos el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en el Santísimo Sacramento del Altar en reparación por las ofensas, sacrilegios e indiferencias con los que Él es ofendido Canto
Lector 1: La Virgen María es Madre de
Misericordia, y lo es por muchos motivos: ante todo, es Madre de Jesús Eucaristía a quien contemplamos en esta custodia. Ella es Madre de Cristo, que es la Misericordia Divina encarnada, y lo es desde su encarnación hasta el pie de la cruz ante la muerte agónica de su Hijo en la Cruz, porque desde su encarnación, lo alimentó, lo cuidó, lo protegió, y no solo durante la gestación, sino durante toda su niñez, adolescencia y juventud, y aun cuando Jesús era adulto, porque fue la única que estuvo al pie de la Cruz, cuidando de su Hijo, mientras Él agonizaba por nuestra salvación.
Lector 2: La Virgen Santísima, mujer
eucarística, es Madre de Misericordia, porque así como gestó, cuidó, alimentó y protegió, desde su nacimiento hasta su muerte al Hijo de Dios, así lo hace con cada uno de sus hijos adoptivos, desde que nacen, hasta su paso de esta vida a la otra, acompañándolos en el Via Crucis y ayudándolos a llevar la Cruz hasta el Calvario, Puerta abierta al cielo.
Lector 1: La Virgen Fiel obró con su Hijo
Jesús la Misericordia, y también hace lo mismo con cada uno de nosotros, que somos sus hijos, practicando las obras de misericordia corporales y espirituales. De esta manera, al ser Madre de Misericordia y al obrar Ella misma la Misericordia con su Hijo y con nosotros, nos enseña cómo debemos obrar la Misericordia si queremos entrar en el Reino de los cielos.
Lector 2: Si en el día de nuestro juicio
particular queremos escuchar la dulce voz de Jesús que nos diga: «Vengan, benditos de mi Padre, al Reino de los cielos», entonces debemos obrar la Misericordia para con nuestros hermanos, imitando a la Virgen, Madre de Misericordia. Guía: Virgen Santísima, infunde en nuestros corazones el amor misericordioso a los que nos rodean, para que obrando con todos la caridad y la compasión, pasemos a la vida eterna a través de la Divina Misericordia. Amén.
Padre Nuestro, Ave Marías y Gloria.
Canto
Ministro: Nos diste, Señor, el Pan del Cielo
Todos: Que en sí contiene todas las
delicias.
Ministro: Oh Dios que bajo este admirable
sacramento del Altar, nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal manera los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.