Vicios de Voluntad
Vicios de Voluntad
Vicios de Voluntad
1
INTRODUCCIÓN
El presupuesto del negocio jurídico es la declaración de voluntad del agente, en
conformidad con la norma legal, y la búsqueda de la producción de efectos
jurídicos. Elemento específico es, entonces, la declaración de voluntad. Si falta
esta, el negocio no se constituye. Al revés, si existe, origina el negocio jurídico.
Pero el derecho no toma en cuenta una declaración de voluntad cualquiera.
Cuida de su realidad, de su consonancia con el verdadero e íntimo querer del
agente y de su sometimiento al ordenamiento jurídico. En la verificación del
negocio jurídico, se debe primero conocer si existe declaración de voluntad y
después indagar si ella fue correcta o no. (Da Silva Pereira, 2011, p. 429)
La voluntad generadora del acto jurídico, que es la voluntad jurídica que definió
Aguiar, es la voluntad sana y manifestada que genera, modifica, transforma y
extingue derechos y que es el resultado de la conjugación de los elementos
que dan lugar a la formación de la voluntad interna (como son el
discernimiento, la intención y libertad) y de su elemento externo, que viene a
ser la manifestación en cualquiera de sus modalidades. Cuando esta
conjunción de elementos se rompe por la presencia de factores perturbadores
o distorsionadores surge una voluntad viciada, porque no existe ya la necesaria
correlación entre lo que quiere el sujeto y la voluntad que exterioriza. Se
presentan, así, los llamados vicios de la voluntad clasificados tradicionalmente
como error, dolo, violencia e intimidación. (Vidal Ramírez, 2011, p. 151)
2
VICIOS DE VOLUNTAD
GENERALIDADES
Dentro de los supuestos de discrepancia entre voluntad y declaración, cabe
destacar:
Por otro lado, la reserva mental supone que el declarante emite una
declaración de voluntad que en su interior no quiere o con unos efectos
restringidos a los que le son propios. En base a los principios de protección de
la confianza, seguridad del tráfico y de la buena fe, el declarante -salvo que la
contraparte conozca la reserva- queda vinculado por su voluntad exteriorizada
frente a terceros y por tanto, la reserva mental, no tiene relevancia alguna. La
cuestión, que es clara en sede de negocios patrimoniales, es discutida en
relación con el matrimonio, defendiéndose que la reserva mental en uno de los
contrayentes acarrea su nulidad por ausencia de prestación recíproca del
consentimiento matrimonial.
3
En la simulación, por su parte, la voluntad real o subyacente puede consistir
tanto en no celebrar negocio alguno, como en celebrar un negocio distinto al
aparentemente realizado. Conforme a ello se distinguen dos supuestos de
simulación: absoluta y relativa. Se habla de simulación absoluta para señalar
que la apariencia de un negocio es sencillamente una ficción, y no responde a
ningún designio negocial verdadero de las partes en los negocios bilaterales.
Por el contrario, se califican como simulación relativa, aquellos supuestos en
que la ficción negocial trata de encubrir otro negocio verdaderamente celebrado
y que, por distintas razones, se pretende mantener oculto. En este caso es
necesario distinguir entre el negocio aparente o ficticio (negocio simulado) y el
negocio jurídico verdaderamente celebrado, al que se designa con el nombre
de negocio disimulado. Cabe mantener que frente a terceros debe considerarse
válido el negocio simulado (propio de la simulación absoluta) y el disimulado en
el caso de la simulación relativa. Entre las partes, en el caso de simulación
absoluta, el negocio simulado debe considerarse inexistente. En el supuesto de
simulación relativa sería nulo el negocio simulado y válido el disimulado u
oculto.
El ERROR
Parece conveniente empezar diciendo qué es error. Empero tampoco hay en
esto unanimidad o consenso entre los tratadistas, pues si bien pueden coincidir
en que es la falsa representación mental de un objeto de conocimiento por
ignorancia o por falta de conocimiento pleno sobre un objeto (en cuanto toda
realidad externa del sujeto), o por falta o defecto de raciocinio respecto de tal
objeto, difieren sobre la relevancia jurídica de tal estado mental que perturba la
correcta aprehensión o descripción de la realidad. (Lohmann Luca de Tena,
1994, p. 448)
4
error, vicio de la voluntad, debe distinguirse del error obstativo (obstáculo a la
concordancia de las voluntades). (Goux, 1999, p. 15)
La categoría del error comprende dos tipos de errores. El error vicio y el error
obstativo. El error vicio es una condición de ignorancia o de falsa
representación de la realidad en la cual incurre espontáneamente una parte,
que se representa mentalmente el contrato de manera diversa de cómo es en
la realidad. Mientras que el error obstativo es un error en la declaración, o
cuando la declaración ha sido inexactamente transmitida. Este error ocasiona
una divergencia entre la manifestación del acuerdo y la voluntad real de la
parte, debido a una externalización o transmisión del acuerdo mismo. El CC
equipara el tratamiento jurídico del error obstativo con el error vicio (artículo
208). (Morales Hervias, 2011, p. 235)
En el caso del error vicio, la declaración es querida, aunque sea en base a una
voluntad distinta a la hipotética, mientras en el caso del error obstativo esta es
del todo divergente de la voluntad. El legislador ha conminado a la misma
sanción, que es la anulabilidad del negocio. En palabras más simples: en el
error obstativo “se declara mal lo bien querido; en el error vicio, en cambio; se
declara bien lo mal querido”. (Espinoza Espinoza, 2008, p. 391)
Por tanto, el error vicio es aquel en el que se ha emitido una declaración pero
algo ha ocurrido durante su proceso formativo, o sea se presentaron
determinadas circunstancias que hicieron al agente declarar en cierto sentido
pero que de no presentarse el agente hubiera declarado en sentido diverso (o
no declarado). En el error obstativo, en cambio, no ha existido problema alguno
en el proceso formativo de la voluntad sin embargo la declaración es emitida
inconscientemente de forma errónea resultando divergente de la voluntad
interna.
Por eso, aunque el error tiene su origen en una de las partes, se tutela a la otra
porque requiere una protección ante la falta en la voluntad o en la declaración
que recibe y sobre la cual debe normar su conducta. Se parte del supuesto que
un instrumento de autonomía privada como es el negocio descansa en
voluntades libres y sanamente fundadas y declaradas. De eso se deriva la
inconveniencia de enfocar la tutela jurídica solamente en favor de uno solo de
6
los polos de la relación. Aunque el error provenga de una de las partes, afecta
en un amplio sentido a todo el entramado negocial y, por ende, a la otra parte.
(Lohmann Luca de Tena, 1994, p. 473)
Por tanto, cuando hablamos de error esencial nos referimos a aquel que de no
presentarse no hubiera provocado que el agente manifestara su voluntad en
cierto sentido. Además, siguiendo a Juan Espinoza la esencialidad contaría con
la siguiente clasificación.
EL DOLO
7
otra parte del contrato. Conviene igualmente preguntarse si la ausencia de la
culpa de la víctima hizo parte de las condiciones necesarias para obtener la
anulación del contrato. (Goux, 1999, p. 31)
Por tanto, el dolo está compuesto por aquellas malas prácticas realizadas por
una de las partes del negocio para convencer a la otra parte de celebrar el
negocio jurídico en un cierto sentido que beneficiará a la parte que actuó de
mala fe o a un tercero. El silencio podría también, en ciertos casos, derivar en
dolo. Se diferencia del error porque es provocado y no espontáneo.
El dolo por omisión, omisión dolosa o dolo negativo, viene a ser la reticencia de
quien actuando de mala fe se guarda para inducir al sujeto a error, o no sacarlo
del error si ya incurrió en él, pues quien actúa con dolo no dice sino en parte lo
que debe decir, o no se da a entender con claridad, o con malicia oculta o calla
algo. (Vidal Ramírez, 2011, p. 204)
8
a) Paul Curtis le compró un terreno de diez acres en Lake Country, Orlando, a
Robert Chapman en 1966, por el precio de US $ 47,500.00, el cual era una vez
y media el valor del terreno. Ambos eran corredores de inmuebles. Sin
embargo, Curtis sabía un dato que desconocía Chapman: Walt Disney iba a
construir Disneyworld en esa zona y, evidentemente, el valor del inmueble
ascendió a un precio exorbitante (L & N Grove v. Chapman 291 So. 2d. 217,
Corte Distrital de Apelaciones de Florida, 1974)
LA VIOLENCIA
En el mismo sentido, doctrina francesa señala que puede haber dos tipos de
violencia. En primer lugar, puede ser física (golpes, secuestros, etc.), la cual es
relativamente rara pero que podría ocurrir en los conflictos sociales, por
ejemplo. En segundo lugar, puede ser igualmente moral (amenazas, chantajes,
presiones psicológicas diversas), por ejemplo, de personas que tengan una
cierta influencia o medios de presión. (Fabre-Magnan, 2012, pp. 355-356)
9
A diferencia del modelo jurídico nacional, tanto el Código Civil italiano como la
doctrina que lo desarrolla entienden a la intimidación dentro de la violencia. Así
se afirma que “en el lenguaje jurídico se da el término violencia un significado
bastante lato, en cuanto se comprende también la simple amenaza”. (Espinoza
Espinoza, 2008, pp. 438-439)
10
Para Lizardo Taboada, en estos casos, no estamos frente a un supuesto de
vicio de la voluntad, sino ante un supuesto de ausencia de voluntad, por cuanto
en los casos de violencia física el sujeto no tiene la voluntad de celebrar ningún
acto jurídico, sino que se ha obligado a ello por una fuerza física irresistible.
(Taboada Córdova, 2012, p. 344)
LA INTIMIDACION
La intimidación consiste en infundir temor en un sujeto para obtener por ese
medio una manifestación de voluntad forzada, en cuanto es consecuencia de
haber cedido ante la amenaza que le infunde el temor y, por eso, constituye un
genuino vicio de la voluntad. Al contrario de lo que ocurre con la violencia
física, que desplaza la voluntad por lo que el acto “no es” del sujeto, la violencia
moral o intimidación infunde un temor sobre el sujeto quien, cediendo a ese
temor, se aviene declarar una voluntad que no responde a una decisión libre y
espontánea. (Vidal Ramírez, 2011, pp. 221)
Esta amenaza debe ser creíble, o sea debe ser idónea para impresionar al
contratante amenazado. Para ello se debe valorar si la amenaza impresiona a
una persona sensata, pero al mismo tiempo induce a construir el modelo de
una persona medianamente sensata teniendo en cuenta una serie de variables
11
que se asemejen al modelo de la situación de la situación en que
concretamente se halla la misma víctima. (Morales Hervias, 2011, p. 237)
Por tanto, entendemos por intimidación a aquella amenaza ilícita dirigida a una
de las partes del negocio de sufrir un daño en su patrimonio o entre los
miembros de su familia con el objetivo de celebrar un negocio jurídico. Se
diferenciaría de la violencia en que aquí la voluntad no es anulada, pero si
corrompida por influencia externa.
COMENTARIOS:
12
En el common law, concretamente en el derecho inglés, existen una suerte de
vicios de la voluntad, pero son conocidos como obstáculos al
consentimiento. Nos referimos a la mistake, la misrepresentation, la duress y a
la undue influence.
El dolo está compuesto por aquellas malas prácticas realizadas por una de las
partes del negocio para convencer a la otra parte de celebrar el negocio jurídico
en un cierto sentido que beneficiará a la parte que actúa de mala fe o a un
tercero. El silencio podría también, en ciertos casos, derivar en dolo. Se
diferencia del error porque es provocado y no espontáneo.
13
La reticencia es aquel ocultamiento, de mala fe, de información esencial que
luego de celebrado el contrato origina una pérdida o menor provecho
económico en cabeza de la parte que, ignorando tal información, celebró el
contrato.
14
BIBLIOGRAFÍA
BIANCA, Massimo (1987). Diritto Civile III, Il contratto. Milano: Giuffrè Editore.
COHEN, Miriam (2007). “L’affaire DELL: qu’en est-il de l’erreur sur le prix”. En:
Lex Electronica, vol. 12, n. 2 (automme/fall), pp. 1-13.
15
GOUX, Catherine (1999). “L’erreur, le dol et la lésion qualifiée: analyse et
comparaisons”. En: Cahiers de la Faculté de Droit de Namur, vol. 11, Namur:
FUNDP. Faculté de Droit, pp. 7-58
16