Segundo Parcial de Historia de La Lengua-2023-2
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2. Mencione y explique cuatro fuentes a través de las cuales los filólogos iniciaron
las investigaciones sobre la forma como el latín vulgar evolucionó en las lenguas
romances.
4. En ese proceso sociocultural que se dio con la llegada de los árabes, explique
quiénes eran los mozárabes, los muladíes y los mudéjares. Explique, además, por
qué el dialecto romance mozárabe se considera arcaico y qué importancia tienen
ellos en el aporte léxico del árabe al romance castellano.
Nota: Las explicaciones deben ser amplias, claras, precisas y veraces. Nada de
cháchara.
1) La romanización hispánica se produjo con una base social distinta de la que se había
partido para conquistar territorios más próximos a Roma. A la Península Ibérica llegan
colonos, soldados, comerciantes de todo tipo, funcionarios de la administración,
arrendatarios e incluso gentes de baja estima social, lo que evidentemente condicionó el
latín hablado en esta nueva provincia romana. Roma también llevó a cabo un reajuste de
tipo administrativo de las antiguas provincias Citerior y Ulterior (que habían sido creadas
en el año 197 a. C., cuando las autoridades romanas dividen el territorio hispano y lo
consideran, definitivamente, una parte más del imperio); así, una parte de
la Ulterior quedó anexionada por la Citerior, que ahora se
llamará Tarraconense (considerada provincia imperial). El resto de la Ulterior se subdividió
en dos nuevas provincias; por un lado, la Baetica y por otro la Lusitania. Además, la
organización social de Hispania refleja la misma estructura social que el resto del imperio
(al menos en un primer momento); de este modo, la población (cives) se dividía en
ciudadanía plena y libre (romani), ciudadanía con libertad limitada (latini), habitantes
libres (incolae) sin derecho a ciudadanía, los libertos (liberti) y los esclavos (servi). Con el
paso del tiempo y a medida que la romanización se fue asentando, los nativos fueron
obteniendo progresivamente el derecho de ciudadanía, hasta que en el S. III d. C. (época
de Caracalla) se generalizó este derecho para la totalidad de la población del Imperio.
Naturalmente, en el momento en que una nueva zona era anexionada, se implantaba
también en ella, además de la estructura social, la estructura militar, técnica, cultural,
urbanística, agrícola y religiosa que había en Roma, lo que garantizaba la cohesión del
imperio.
Por lo que respecta a la latinización (adopción del latín como lengua por parte de los
pueblos colonizados en detrimento de sus lenguas autóctonas) hay que decir que no fue
un proceso agresivo ni forzado: bastó el peso de las circunstancias. Los habitantes
colonizados vieron rápidamente las ventajas de hablar la misma lengua que los invasores
puesto que de ese modo podían tener un acceso más eficaz a las nuevas leyes y estructuras
culturales impuestas por la metrópoli. Además, los nuevos habitantes del Imperio sentían
de forma casi unánime que la lengua latina era más rica y elevada que sus lenguas
vernáculas, por lo que la situación de bilingüismo inicial acabó convirtiéndose en una
diglosia que terminó por eliminar las lenguas prerromanas. Por tanto, fueron los hablantes
mismos, sin recibir coacciones por parte de los colonos, quienes decidieron sustituir sus
lenguas maternas por el latín. No obstante, hubo en Hispania una excepción a este
respecto, ya que los hablantes de la lengua vasca nunca dejaron de utilizarla, lo que
permitió que sobreviviera, fenómeno de lealtad lingüística que se dio en varias partes del
Imperio, como en Grecia, que nunca perdió el griego pese a su fuerte romanización.
En definitiva, la romanización dotó de una identidad estable a Hispania y la introdujo de
lleno en un Imperio que había de ser decisivo en la evolución de la Historia de la
Humanidad. Con el paso del tiempo, Hispania también aportó grandes beneficios
culturales al mundo latino, sobre todo en el campo de las letras. Así, tenemos retóricos de
Hispania como Porcio Latrón, Marco Anneo Séneca y Quintiliano. También pertenecen a
esta parte del Imperio escritores latinos tan importantes como Lucio Anneo Séneca,
Lucano y Marcial, que escribieron obras muy relevantes en las que algunos críticos han
visto los rasgos fundacionales del espíritu de la cultura y la literatura españolas.
El latín, al igual que todas las demás lenguas, tenía variedades lingüísticas relacionadas
con factores dialectales (variedades diatópicas), con factores socioculturales (variedades
diastráticas), con factores históricos y evolutivos (variedades diacrónicas) y con factores
relacionados con los distintos registros expresivos (variedades diafásicas); pues bien, el latín
vulgar (también llamado latín popular, latín familiar, latín cotidiano o latín nuevo) era la
variante oral del latín, es decir, el latín que utilizaban los romanos (fueran cultos,
semicultos o analfabetos) en la calle, con la familia y, en general, en los contextos relajados.
Se trata, por tanto, de un latín que se aleja del latín clásico y normativo debido a la
espontaneidad y viveza que le otorga su naturaleza oral y cotidiana. Esta variante
diafásica de la lengua latina es de vital importancia puesto que es de ella (y no del latín
culto de la literatura y los registros formales) de donde van a proceder las lenguas
romances o románicas, y más en concreto del latín vulgar del período tardío (S. II-VI).
A principios del S. XX, el gran filólogo D. Ramón Menéndez Pidal empezó a estudiar el
latín vulgar guiado por la intuición de que debía ser en esa variante en la que se
encontrasen las pautas para poder reconstruir y entender el origen del español y del resto
de lenguas romances. Desde entonces, las investigaciones realizadas en el terreno de la
Filología Románica han permitido entender mucho mejor el origen de estas lenguas. No
obstante, un problema se plantea de inmediato: ¿cómo estudiar una variante lingüística
que es oral y que se distancia mucho de las variantes escritas? ¿De dónde se puede extraer
información? Los filólogos que se han ocupado de este asunto han sido capaces, con el
tiempo, de hallar algunos materiales muy valiosos.
Dado que el latín vulgar era oral y evanescente y que sólo se empleaba en contextos
relajados, ¿de dónde podemos obtener información acerca de sus características? Es
evidente que no existe ningún texto escrito en latín vulgar; a lo sumo, tenemos textos en
los que se encuentran algunos vulgarismos dispersos, perdidos entre el estilo lujoso y
cuidado que caracteriza a la literatura latina. No obstante, gracias a los vulgarismos que se
pueden rescatar de algunas obras cultas (incluidos en ellas por razones muy variadas) y a
algunos textos escritos por personas no demasiado cultivadas, la filología ha podido
reunir un conjunto de materiales relativamente amplio. Veamos a continuación cuáles son
las principales fuentes para conocer el latín vulgar.
a) Obras de gramáticos latinos. Son muchos los autores latinos que, en su afán de purismo,
reprenden y denuncian determinadas pronunciaciones incorrectas. El primero de los
autores que censuró estos errores fue Apio Claudio (hacia el 300 a. C.), seguido por
muchos otros, como Virgilio Marón de Tolosa (S. VII) o el historiador lombardo Pablo
Diácono (740-801). Con todo, las correcciones expresivas que señalan estos autores hay que
tomarlas con prudencia, ya que muchas de ellas son arbitrarias e incluso abiertamente
irreales. La obra más importante de este conjunto es, sin ninguna duda, el
llamado Appendix Probi (¿S. IV a. C.?), llamado así porque se conserva en el mismo
manuscrito que un tratado del gramático Probo. Es una especie de «gramática de errores»
que cataloga y corrige 227 palabras y fórmulas tenidas por incorrectas, como por ejemplo
las siguientes: vetulus non veclus, miles non milex, auris non oricla, mensa non mesa, etc. Lo
relevante es que gracias a este texto se ha podido constatar que muchas palabras de las
lenguas románicas han evolucionado a partir de la forma vulgar y no de la normativa.
2) los filólogos han utilizado diversas fuentes para investigar la evolución del latín vulgar
a las lenguas romances. Aquí te menciono cuatro de las fuentes principales:
1. Textos Literarios: Los filólogos han estudiado textos literarios escritos en latín
vulgar que datan de la antigüedad. Estos textos proporcionan ejemplos reales del
latín hablado por la gente común en diferentes regiones y períodos de tiempo.
2. Inscripciones: Las inscripciones en monumentos, lápidas y otros objetos han
proporcionado valiosa información sobre las formas escritas del latín vulgar. Estas
inscripciones a menudo muestran las variaciones regionales en la lengua y han
sido fundamentales para entender cómo evolucionaron las diferentes lenguas
romances.
3. Glosas y Comentarios: Los filólogos han estudiado glosas y comentarios escritos
por eruditos medievales que explicaban textos latinos utilizando palabras en la
lengua vernácula. Estos documentos han proporcionado pistas sobre cómo se
usaban ciertas palabras y expresiones en las lenguas romances emergentes.
4. Documentos Administrativos y Legales: Documentos como cartas, contratos y
registros legales escritos en latín vulgar han sido analizados para comprender el
uso cotidiano del latín en diferentes contextos. Estos documentos revelan cómo la
lengua evolucionó en la esfera administrativa y legal.
Al estudiar estas fuentes, los filólogos han podido trazar la transformación del latín vulgar
en las diversas lenguas romances que conocemos hoy en día.
4) En el contexto del proceso sociocultural que ocurrió con la llegada de los árabes a la
península ibérica, surgieron tres grupos distintos: los mozárabes, los muladíes y los
mudéjares.
1. Mozárabes: Los mozárabes eran cristianos que vivían en territorios controlados
por los musulmanes. Aunque seguían siendo cristianos, estaban bajo dominio
islámico y a menudo vivían en comunidades separadas. Conservaron su religión,
pero estuvieron influenciados por la cultura y la lengua árabes en diversos grados.
2. Muladíes: Los muladíes eran personas de origen ibérico que se convirtieron al
islam. Eran descendientes de los hispano-godos que se adaptaron a la cultura
islámica y adoptaron la religión musulmana.
3. Mudéjares: Los mudéjares eran musulmanes que vivían en territorios cristianos
después de la Reconquista. Estaban bajo el dominio cristiano pero mantenían su
religión y su cultura islámica.
En cuanto al dialecto romance mozárabe, se considera arcaico porque era hablado por los
mozárabes y se desarrolló en un contexto donde el árabe y las lenguas romances ibéricas
estaban en contacto. A medida que el latín vulgar evolucionó hacia el romance ibérico, el
mozárabe quedó estancado en ciertas características lingüísticas más antiguas, lo que lo
hace parecer arcaico en comparación con las formas posteriores del romance.
La importancia de los mozárabes en el aporte léxico del árabe al romance castellano radica
en el intercambio cultural y lingüístico que ocurrió durante este período de convivencia.
Los mozárabes adoptaron palabras árabes en su lenguaje debido a la influencia cultural, y
algunas de estas palabras se integraron en el romance castellano a medida que
evolucionaba, enriqueciendo así el vocabulario de la lengua castellana con términos de
origen árabe. Este fenómeno contribuyó significativamente a la diversidad léxica y cultural
del idioma castellano que conocemos hoy en día.