Sesion U1-09
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APRENDIZAJES ESPERADOS
COMPETENCIAS CAPACIDADES INDICADORES
Indaga, mediante métodos Genera y registra datos e Obtiene datos considerando la
científicos. información. manipulación de más de una variable.
SECUENCIA DIDÁCTICA
INICIO (10 minutos)
Los estudiantes y el docente acuerdan normas para la interacción del trabajo (por ejemplo, escuchar
con atención las indicaciones del docente, intervenir ordenadamente respetando la opinión de sus
compañeros).
Se forman equipos de trabajo de cinco integrantes.
El docente comunica a los estudiantes que utilizará una lista de cotejo para registrar la intervención
activa de los estudiantes. Evaluará los indicadores previstos.
El docente presentará la actividad relacionándola con el tema.
El docente pregunta a los estudiantes: ¿qué saben del ADN? ¿Es posible extraerlo para observarlo?
Los estudiantes responden ordenadamente. El docente usa su lista de cotejo.
El docente menciona el propósito de la sesión: obtener datos a partir de la extracción del ADN de una
planta.
Los estudiantes dialogan entre pares y enuncian sus respuestas, las cuales son registradas en la
pizarra.
EVALUACIÓN
El docente evaluará la participación y el adecuado proceder en el trabajo en laboratorio que realizan los
estudiantes.
Al finalizar la actividad, revisará los cuadernos con las anotaciones elaboradas (registro de datos,
planteamiento de preguntas y conclusiones) respecto al trabajo en laboratorio.
Susan Cosme Segura Ana Maria Toro Huaranca MIGUEL BALBÍN HUAMÁN
DOCENTE DEL AREA JEFE DE LABORATORIO DIRECTOR
“JOSÉ ABELARDO QUIÑONES GONZALES” SESIÓN DE APRENDIZAJE 2017
LISTA DE COTEJO
Sí No
Aliaga, Judith
Hace una década, dos grupos de científicos presentaron la secuencia del genoma humano, de
unos 3.200 millones de pares de base.
— Espera un momento, ¿no que eran más de 6.000 millones?
— Así es, pero debemos recordar que cada una de nuestras células tiene dos copias de ADN
—una del padre y otra de la madre—, por lo que somos seres diploides. La secuenciación de
ADN se hace sobre la base de una sola copia: el genoma haploide.
En estos 3.200 millones de pares de base están inmersos nuestros genes: porciones de ADN
—de diferentes tamaños (600 pb, 1.000 pb, 1.500 pb, 10.000 pb, etc.)— que codifican la
“JOSÉ ABELARDO QUIÑONES GONZALES” SESIÓN DE APRENDIZAJE 2017
información necesaria para construir proteínas, las cuales vendrían a ser los bloques de
construcción y las herramientas necesarias para el desarrollo y funcionamiento de un ser
vivo.
Cuando se descubrió la estructura del ADN y el código genético, allá por la década de 1950,
se calculaba que el ser humano tenía al menos dos millones de genes. Luego, cuando se inició el
Proyecto de Secuenciación del Genoma Humano, a inicios de la década de 1990, el número de
genes estimado bajó a 100.000. A medida que el proyecto avanzaba, este número disminuía.
En el 2004, cuando se presentó la versión final de nuestro genoma, el número de genes ya era
alrededor de 25.000. Y una estimación más reciente ya habla de menos de 20.000 genes.
Una proteína típica tiene unos 700 aminoácidos. Cada aminoácido es codificado por una
secuencia de tres letras de ADN (código genético), por lo que el tamaño promedio de un gen
—sin considerar los intrones— sería de unos 2.100 pares de base. Entonces, multiplicando
2.100 pb por 20.000 genes, nos da un total de 42.000.000 pb o 42 Mb, que corresponde a un
1,4% del total del genoma humano.
Es a partir de este cálculo que nace la famosa expresión “solo el 1,5% de nuestro genoma es
funcional” o que “el 98% de nuestro genoma es ‘ADN basura’”. En realidad, lo que indica este
cálculo es que ese porcentaje corresponde a la proporción de nuestro genoma que codifica
proteínas. Pero además hay muchas porciones de ADN que están relacionados con la
regulación de la expresión de esos genes, funcionando como interruptores genéticos
(“encienden” o “apagan” los genes), pero que nunca llegan a traducirse en proteínas. Estas
regiones no serán codificantes pero sí son funcionales.
Para algunos científicos, el término “ADN funcional” debe referirse a porciones de ADN que,
si son perturbados, interrumpidos o modificados, tendrían efectos negativos sobre el
individuo. Es decir, serían porciones de ADN fundamentales para el desarrollo de un
organismo. Usando esta definición, un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford
(Reino Unido) han determinado qué proporción de nuestro ADN sería funcional.
Los científicos se valieron de la capacidad que tiene la evolución para discernir qué
actividades biológicas importan y cuáles no. Compararon el genoma humano con el de otras
especies de mamíferos e identificaron las regiones que han cambiado muy poco en los últimos
100 millones de años de evolución.
La explicación de este enfoque es que la mayoría de mamíferos que viven hoy en día
descienden de un ancestro común que vivió hace más de 100 millones de años. Todos
compartimos un genoma original que fue adquiriendo mutaciones y cambiando a lo largo del
tiempo para formar organismos tan diferentes como un humano, un ratón y un rinoceronte.
Sin embargo, muchas regiones del ADN se resistieron al cambio, pues, si lo hacían, podían
afectar negativamente al desarrollo del organismo y la selección natural terminaría por
eliminarlos o contrarrestar este efecto. De esta manera, las regiones del genoma que de
alguna manera se han mantenido conservadas entre las diferentes especies de mamíferos han
cambiado muy poco en los últimos 100 años.
Adaptado de Castro, David (2014). Diario El Comercio. “¿Qué proporción de nuestro ADN es
funcional?” [web]. Consultado el 8 de diciembre de 2014.
http://elcomercio.pe/blog/expresiongenetica/2014/11/que-proporcion-de-nuestro-adn-es-funcional
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