Mi Querido Tomás
Mi Querido Tomás
Mi Querido Tomás
PABLO SALINAS
PERSONAJES:
TOMAS.- 18 años.
VOZ DEL PADRE.- de 72 años.
La acción en México, D. F.
Epoca actual.
ESCENOGRAFIA:
MOBILIARIO:
Le pedí ala portera que pusiera en ese sitio la cubeta. ¡Sabrá Dios qué horas serán!... Y
tú no me vas a decir la verdad... seguramente ya va a amanecer...! (Carraspea.) No
comprendo cómo andas en las calles a estas horas, con` lo peligroso que es caminar
por la ciudad: una ciudad que se ha convertido en refugio de pandilleros, asaltantes-
asesinos y drogadictos.
...Y más ahora con esta crisis que se ha metido hasta el último rincón de los hogares y
araña el lugar más recóndito para exprimirnos hasta el último centavo...
Tomás. vuelve la cara hacia la habitación del padre con marcado fastidio. Se mira el
raspón y se pone saliva en la espinilla.
Sí, oí algunas campanadas, pero ya ni en eso creo. ¡Todo anda mal en este país! Y
luego nos dicen que quienes no tenemos confianza en que todo se va a arreglar somos
aves de mal-agüe
ro, pesimistas, enemigos de la patria...
Ya quisiera ver qué haría alguno de nuestros políticos con una pinche pensión como la
que yo recibo después de haber trabajado cincuenta años como profesor...
(Sarcástico.) ¡Qué palabras para un maestro!
Tomás sopla sobre la mesa donde está la lámpara y se levanta una nube de polvo. Se
limpia la mano y con un trapo sacude la superficie de la mesa.
¿Dónde has estado Tomás? ¿Con quién? ¿Qué haces durante las noches? Todos los
días se repite la misma escena y a ti parece no importarte. ¿No tienes vergüenza? ¿Qué
piensas hacer de ti? ¿Un perdido?
¡Vicios por todos lados! Hay calles que llevan el nombre de políticos que nos han
llevado a la ruina por su incompetencia, que han cometido crímenes... y mañana la
historia habrá de justificarlos y los convertirá en héroes. (Pausa) Y tú, echando
humito, ayudando a enrarecer el ambiente... ¡Responde! Cuando menos dime que soy
un viejo jodón...
Tomás apaga el cigarrillo. Se pasa los dedos: por los labios como quien cierra un
ziper.
¿Qué piensas hacer de ti? ¿Un jugador? ¿Un parásito? (Breve silencio) No tienes
palabras para contestar... y es fácil de comprender... puesto que: la vida que llevas no
te permite, cuando menos, justificar tu actitud; de lo contrario tendrías para con tu
padre una palabra y no tu silencio (transición). Hasta los relojes se han puesto de
acuerdo para que yo ignore la hora en que llegas.
Breve silencio. Tomas se quita los pantalones y se dirige al sofá cama. Lo extiende.
De encima dé la cómoda toma sábanas, cobija y almohada y las lleva hasta uno de los
sillones. Tiende su cama.
La portera me hizo reír esta mañana. Me trajo una naranja y me contó, la ingenua
mujer, que anoche soñó que le escribía una carta al Presidente, aconsejándole que con
un corto porcentaje del capital que los gobernantes han sacado del país, la deuda
quedaría saldada, Que todos ellos aceptaban, que el pueblo se sentía feliz y que un
ejército de angelitos rodeaba-a nuestros políticos. ¡Pobre mujer tan inocente! ¡La
comprendo, la deuda nos ha vuelto pendejos! (Tomás sonríe.) Pero no creas que ello
me hace olvidar que deben ser las quinientas y que has perdido el sentido de
obediencia que se les debe a los padres... aunque yo sea un anciano molón. ¿Qué
puedes hacer a estas horas en la calle? Algo malo, porque sólo eso se puede hacer por
las noches... Pero, ¿todas las noches?
Tomás, al ver que la luz del exterior se apaga, va hacia la ventana. Por un momento
la voz del padre se convierte en un sonsonete insoportable. (Puede hacerse poniendo
una grabación de la voz del padre en una revolución más rápida). Tomás ya no lo
escucha. (Pausa) Reacciona asustado al oír nuevamente al padre.
¡Tomás! ¡Te exijo que contestes a mi pregunta! (Tomás se acerca hasta la recámara
del padre y, observa) ¿Es que te has vuelto sordo?
Sí, sí, me dijo la portera, quien por cierto me pidió que la llamara por su nombre de
pila completo: Ana Ofelia Patricia: ¡las telenovelas las embrutecen!, que una mujer
vino a preguntar por ti:.. y no se decidió a llegar porque sabía que tú no estabas... Una
mujer no del todo fea, según comentó Ana Ofelia Patricia:.. Me habría gustado hablar
con ella:
Tomás se sienta en uno de los sillones y mecánicamente se lleva las manos al sexo y sé
lo acaricia por encima del calzón.
La habría hecho consciente del daño que te acarrea al desvelarte todas las noches...
Abusando de un jovencito de apenas diecisiete años.:: ¡Eso es intolerable! (Tomás va a
hablar) Bueno, casi dieciocho. ¡Una mujer que podría ser tu madre!
Tomás va furioso hasta donde rodó la cubeta y le da un fuerte puntapié; como no trae
zapatos, se lastima y lanza un gemido de dolor. Baila sobre un pie, mientras el otro se
lo agarra con la mano tratando de mitigar el dolor.
(Afectuoso) ¡Tomy, Tomy... vamos muchacho! No debes tomar todo tan en serio, no
vale la pena... Creéme... ¿Sabes? Sé que exagero...
Tomás, petaca en. mano, se encamina a la puerta, pero lo detiene la voz del viejo:
¡Te quiero, hijo mío!... Y no porque seas mi hijo... Tú y yo estamos solos y tenemos
que refugiarnos el uno en' el otro y darnos comprensión.:. y a veces:.. ¿Por qué no?...
Soportarnos. Si no te tuviera a mi lado hace mucho que me hubiera largado a un
asilo... y así lo haré cuando considere que ha llegado el momento de no ser una carga
para ti... por ahora eres el incentivo para seguir viviendo:
Me gustan los fines de semana porque no vas a clases y me comunicas tus cosas.
¿Sabes...? Me apena comprender que te quedarás solo, siendo tan joven... en un mundo
tan difícil...
...A pesar de mis años y de mi inutilidad, sería capaz de vivir más tiempo para no
dejarte solo en el mundo... ¡Cuánta ilusión cuando te concebimos tu madre y yo, a
pesar de que ya éramos maduros!... (Habla con dificultad, evitando el llanto) Tal vez
hayas deseado mi muerte porque soy un lastre... Y ahora todo se vuelve más difícil:
crisis, inflación, guerras, hambre, desesperación, demagogia. ¡Pinche pacto! ¡Qué
triste se vuelve todo!
Aún me quedan dos cosas por decirte. La primera: Mira lo que hay encima de mi
librero, que por cierto siempre está en orden.
Tomás lo hace y de una cajita, saca una llave y, extrañado, la mueve como un
péndulo.
Sí, es una llave. A esta hora, a las diez, hace dieciocho años llegaste al mundo. A las
diez nos diste una gran alegría con tu primer llanto. Y a partir de este momento tú
mismo vas a manejar tu vida. Serás libre como las aves cuando han aprendido a volar
y nunca más volveré a fastidiarte con mis sermones. La segunda: quiero que estemos
unidos, mi querido Tomás, mientras la mierda de los poderosos no nos ahogue.
TELÓN