Parashat Noaj - Deja de Engañarte - 231020 - 100727

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DEJA DE ENGAÑARTE - PARASHAT NOAJ

Imaginen la siguiente escena: “Un pequeño chico decidió cruelmente asesinar a sus
padres. Sin embargo, en el día del juicio se levantó y exclamó públicamente: “¡Por
favor, tengan clemencia! ¡Soy un niño huérfano!”. Díganme: ¿Qué pensarían?

Estoy seguro de que todos pensarían que un nivel tan extremo y terrible de descaro
es prácticamente irreal, ilógico e imposible de asimilar. Y a pesar de que todos
creemos que es prácticamente imposible imaginar que alguien pueda llegar a ese
nivel tan absurdo e irrealista de engaño; de todas maneras, debemos saber que la
capacidad que tiene el ser humano de desconectarse de sus actos y
engañarse es realmente impresionante y sorprendente.

Aún recuerdo que hace varios años me contaron la siguiente historia verídica:

Una humilde señora mayor que estaba pasando por terribles dificultades
económicas y estaba asumida en numerosas desgracias, decidió viajar a otra
ciudad para pedir la compasión y la ayuda de sus hermanos judíos. Necesitaba una
alta suma de dinero para afrontar las deudas en las que se había visto involucrada
debido a diferentes tratamientos médicos. Tras mucho esfuerzo, finalmente logró
recaudar una gran suma que la ayudaría a afrontar las deudas y a salir adelante.
Sin embargo, en su último día en la ciudad entraron ladrones malvados a su
habitación y le robaron todo el dinero, hasta el último céntimo.

La mujer triste y desesperada no supo qué hacer ni a quién acudir, de modo que se
dirigió a los Rabanim de la ciudad. Estos, al ver el caso, decidieron involucrarse
profundamente y movieron todos sus contactos para lograr encontrar a los ladrones
y recuperar el dinero perdido. Tras mucho esfuerzo y dedicación lograron
finalmente encontrar a los responsables del robo y estos fueron directamente
enfrentados por el mismísimo gran rabino de la ciudad. Les explicó la situación
y les ofreció llegar a un acuerdo. Finalmente, y por increíble que parezca, los
ladrones aceptaron devolver un 40% del dinero robado. Y es que con mucho
descaro y osadía los ladrones se escudaban en el siguiente argumento: “¡Hemos
trabajado muy duro para conseguir este dinero!, ¡Es el fruto de todo nuestro
esfuerzo, esmero y dedicación!”

Es impresionante ver la capacidad de engaño que posee el Ser Humano. Somos


verdaderamente capaces de tergiversar la realidad a nuestro gusto, llegando a
convertir en ocasiones lo blanco en negro y lo azul en rojo.
En la Parashá de esta semana, quizás una de las más tristes de toda la Torá, vemos
que Dio-s decidió finalmente acabar con el mundo. Ya no había ninguna razón de
continuar manteniendo un mundo que se había llenado de maldad, odio y
robo. Ya no tenía sentido. Se había perdido todo el objetivo por el cual el mundo fue
creado. La Torá nos relata que incluso los animales se habían corrompido. Sin
embargo, debemos preguntarnos el por qué. ¿Qué fue lo que sucedió en esa
generación que acabó desembocando en el trágico final de destruir el
mundo? ¿Qué fue lo que ocurrió ahí para generarse una consecuencia tan tan
grave? ¿Por qué ocurrió algo tan terrible?

La Torá nos enseña que el mundo había perdido toda esencia de bien. Se había
convertido en un lugar que rebosaba de los tres pecados capitales: adulterio,
asesinato y robo. Pero no fue solo eso, sino que hubo una corrupción ética
tremenda. Abundaba la zoofilia y el abuso, el derramamiento de sangre era algo
normal y por no hablar del adulterio. Definitivamente se había perdido todo el
sentido, se había perdido toda razón de ser.

Sin embargo, y a pesar de eso, yo me pregunto: ¿Acaso eso fue algo que sucedió
de la noche a la mañana? ¿Es posible dar un cambio tan drástico en tan poco
tiempo? Estoy seguro rotundamente de que no. Con total seguridad eso ya había
sido así durante muchos años atrás. Y si es así, entonces: ¿Cuál fue la gota que
derramó el vaso? ¿Qué fue lo que generó la drástica decisión de Dio-s de
destruir al mundo?

La respuesta es que realmente no fueron precisamente los actos perversos,


depravados y corruptos que estaban realizándose en ese entonces. Ya que estos
mismos actos habían sido realizados también antes del diluvio. Lo que desencadenó
esta terrible consecuencia fue precisamente la forma en la que se realizaron esos
actos. Y es que la Torá nos enseña que llegó un momento en el que se comenzó a
dar legitimidad a todas las terribles acciones que se estaban cometiendo. Se
convirtió en algo normal y habitual del día a día. Desapareció el cargo de
consciencia. Se llegó a considerar que ese mal que se estaba ejecutando cada
día era igual que el mismísimo bien. Eso fue lo que Dio-s ya no aguantó, que se
engañaran a sí mismos de tal forma que veían el mal como si fuera el bien y aun
peor, que sentían en lo más profundo que estaban haciendo lo correcto.

Dio-s no quiere que seamos perfectos, pero no le gusta que no asumamos


nuestros errores y equivocaciones ya que solo a través de reconocer nuestras
faltas podremos corregirlas, mejorar y crecer. Equivocarse es de humanos, pero
debemos de saber que Dio-s quiere que seamos sinceros con nosotros mismos, que
seamos capaces de ver nuestros actos desde un punto de vista objetivo que nos
permita crecer y mejorar constantemente. Y es que realmente en eso consiste la
vida, en poder desarrollarnos como personas y mejorar nuestras cualidades. Pero si
nos engañamos constantemente y creemos que somos verdaderamente perfectos,
estamos anulado todo el sentido. Desaparece la razón de ser y a su vez, el objetivo
por el que fuimos creados. Por eso, debemos de ser valientes y sinceros,
reconocer nuestros fallos y, sobre todo, enmendarlos para seguir adelante.
De esa manera lograremos cumplir con la voluntad de Dio-s Todopoderoso, ya que
a ÉL no le gusta la mentira y el engaño, siendo esta la base para todos nosotros.

Que podamos todos aplicar este mensaje para crecer, convertirnos en mejores
personas, mejores padres, esposos, amigos, hijos y sobre todo en mejores seres
humanos.

Les deseo que tengan todos un Sabbat Shalom Umeboraj llenos de bendición,
alegría, amor y salud.

R Jaim Benman

¿Sabías que...?

“Noaj tenía 600 años cuando terminó de construir el Arca”

Halajá de la Semana:

“No se puede consumir alimentos de carne o pollo junto a alimentos lácteos o sus
derivados. La persona que comió carne o pollo deberá esperar seis horas para
poder consumir productos lácteos. Así también no se puede cocinar carne con leche
juntos incluso que no lo vaya a comer y a su vez, tampoco se puede tener provecho
de esta mezcla.”

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