Las Cámaras de Comercio ? & en El Franquismo 42 42: Salamanca

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SANTIAGO DIEZ CANO «ti

LAS CÁMARAS DE COMERCIO


?» & EN EL FRANQUISMO 42 42

Ediciones Universidad
Salamanca
LASCAMARASDECOMEROO
DURANTE EL FRANQUISMO
EL CASO SALMANTINO
L. SANTIAGO DÍEZ CANO

LAS CAMARAS DE COMERCIO


DURANTE EL FRANQUISMO
EL CASO SALMANTINO

EDICIONES UNIVERSIDAD DE SALAMANCA CA,\I!ARA OFICIAL DE COMERCIO


DE SAL\.'viA~CA

1992
ACTA SALMANTICENSIA
ESTUDIOS HI STÓRICOS Y GEOGR ÁFICOS
83

©
Ediciones Universidad de Salamanca
1• edición: noviembre 1992
1 S B N: 84-7481 -727-7
Depósito Legal: S. 897-1992

Ediciones Universidad de Salamanca


Apartado 325
E-37080 Salamanca (España)

Impreso en España-Printed in Spain


Gráficas Cervantes, S.A.
Ronda de Sancti-Spíritus, 9-1 1
E-37008 SALAMANCA (España)

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Ni la totalidad ni parte de este libro
puede re producirse ni transmitirse
sin permiso escrito de
Ediciones Universidad de Sa lamanca

ISBN: 978-84-9012-280-8 (PDF)

CEP. Servicio de Bibliotecas

DIEZ CANO, L. Santiago


Las Cámaras de Comercio durante el franquismo :
e l caso salmantino. - Salamanca : Universidad. 1992

l. Cámara Oficial de Comerc io e Industria


de Salamanca- 1940- 1975
l. Título

06 1.23(462. 13S.)" 1940/ 1975"


INDICE
Presentación .............................. ...... ... ...................... .... ... ...................... .................... ....... 11

INTROD UCCIÓN
Concepto .............. .......................................................... .. ............................ ........ ........... 15
~ El concepto de grupo de interés como base para el estudio de la trayectoria
histórica de las Cámaras. Formulación de un modelo............ ............................ 21
Método y fue ntes ...... ... ........ ........ ....... . ... ... ........... ..... ............................ .... .. .... ... .. ... ........ 29

PRIMERA PARTE
CONDIC IONANTES DE LA TRAYECTORIA CAMERAL

LOS CONDICIONANTES EXTERIORES DE LA TRAYECTORI A HISTÓRICA


DE LAS CÁMARAS DE COMERCIO ...... ...... ........ .... ................................................. 35
El referente exterior como condic ionante de la trayectoria camera! española ............. 35
Los di stintos modelos de Cámaras de Comercio y su evolución ........ .......................... 38
~ Las Cámaras de modelo privado .. .... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ... .. .. .. .. .. ... .. ... .. .. .. .. 41
~ Las Cámaras de modelo público........................................................ .................. 44
~ Las Cámaras de Comercio francesas................ .. ................................................. 45
~ La posición secundaria de las Cámaras en la CEE...................... ............. ........ . 47
Las Cámaras españolas en el contexto mundial: similitudes y dife rencias .................. 49

LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN ESPAÑA.. ............ .......... ...... .... .... .... ............... 51
Los condicionantes endógenos de la trayectoria camera!: la conf1ictividad social, el
asociacionismo patronal y la acción de la Administración .............................. .............. 64

S EGUNDA PARTE
LAS CÁMARAS EN EL FRANQUISMO

LAS CÁMARAS Y LOS GRUPOS DE REPRESENTACIÓN DE INTERESES EN


EL FRANQUISMO. ESTADO DE LA CUESTIÓN ............................ ......................... 71

LOS AÑOS OSCUROS: 1940- 1961........................ ..................................................... .. 79


Situación normativa de las Cámaras e n el período 1940-1 946 ........ ......... ....... ............. 80
La actividad camera!......................... .................... ..... .................................. .................... 81
~ El repliegue defensivo ............ .................................................... .... ...... ................ 81
~ Los recursos de las Cámaras.. .................. ....... .................................. ................... 86

EL CAMBIO DE RUMBO: DE LA ASAMBLEA DE 196 1 AL REGLAMENTO


DE 1974........... ......... ..................................................... ................................................. 93
La Asamblea de 196 1 .............. .... .. ............................ ............ ........... ............................... 93
Acti vidad camera! en el período 1959- 1974 ............ .................. .......... ...... .................... 98
~ La R.O. de 8-VII-1966. El cénit de la medi atización administrati va sobre las
Cámaras .................. ........ .... .. ................................................................................. 98
~ La reno vación de los Presidentes de las Cámaras y miembros de los Plenos .. 1O1
8

- La actividad de las Cámaras en la etapa 1961-1974 .......................................... 103


- Análisis de Jos recursos camerales en la etapa 1961 -74 .................................... 106

EL ENFRENTAMIENTO CÁMARAS-ORGANIZACIÓN SINDICAL: SU TRAS-


FONDO Y SIGNIFICACIÓN............. .......................................... .................. ................ 11 1
Planteamiento del problema............................................................................................ 11 1
La pugna abierta: la Ley Sindical y la discusión del Reglamento de 1974; posición
de las Cámaras ............................ .... .. .................... ........ ...... ........................ .... ................. 11 2

LA ASAMBLEA DE CÁMARAS DE 1977: RECAPITULACIÓN SOBRE LA TR A-


YECTORIA CAMERAL EN EL FRANQUlSMO. ...................................... ................. 129

T ERCERA PARTE
INVESTIGACIÓN SOBRE LA C.O.C.I. DE SALAMANCA

SITUAC IÓN ECONÓMICA DE LA PROVINCIA DE SALAMANCA DURA NTE


EL FRANQUISMO .......................... ... .......................... .............................. .................... 141
Factores determinantes de la evolución económica....................................................... 143
La emigración como eje definit01io de la estructura económica salmantina................ 146
Las transformaciones en el sector agrario como base del cambio económico............. 148
La industrialización pendiente................................ ......................... ........... ..................... 157
Los servicios..... .. ............................................................ .................................................. 166
El subsector comercial .......................... ..................................................... ...................... 167

LA CÁMARA DE COMERCIO E IND USTRIA DE SALAMANCA:


DEL NAC IMIENTO A LA GUERRA CIVIL (18861936).......................... ................. 173

LOS ELECTORES DE LA CÁMARA .................................................... ...................... 179


La evolución del número de electores ............................................................................ 180
La distribución del censo electoral .. .. .. .......... .............. .... .............. ................................. 180
- El predominio de la capital salmantina............................................ ................... 180
- La distribuc ión de los electores según su actividad económica.. ....................... 182

LOS MIEMBROS DEL PLENO ...... ............................................ .............. .................... 189


La Presidencia de José María Viñuela ........................ ...... .......................... ............ .... .... 192
La Presidencia de Julio lbáñez.. ......... .. .. ..................................................... .... ............ .... 192
Presidencias de Angel Nuño y Zenón Jiménez-Ridruejo.............................. ................. 194

LOS RECURSOS DE LA CÁMARA .................... .................. ............................ ...... .... 201


Los recursos entre la guerra y la reorganización de la Cámara (1936-1945) ........ ....... 201
Los recursos de la Cámara en el período 1946- 1975 .............. ................ ...................... 202

LAS REALIZACIONES DE LA CÁMARA ............ .................................................... 2 17


La acción de la Cámara en la Guerra Civil........ .. ........ .............................. .................... 217
9

La Presidencia de José María Viñuela ( ... 1946-1954) .......... ..................... ................... 220
- 1940-1946: Una actividad bajo mínimos ........ ...... ............................ .................. 220
- 1946-1954: La fallida «normalización» de la actividad...... ............................ .. . 223
El cambio de rumbo: La presidencia de Julio Ibáñez ( 1954-1959) .............. ................ 229
Las presidencias de Angel Nuño y Zenón Jiménez-Ridruejo (1959- 1975): Hacia la
normalización definitiva................. ..... .......................... .......................... ........................ 236
- Funciones de delegación o información .............................................................. 237
- Las propuestas acerca del turismo provincial .................. ................................... 239
Acciones de la Cámara en el sector industrial.. ...... .......................... .. ............ .... 242
La labor informadora de la Cámara.............................. .............................. ........ . 243
Servicios prestados a los electores.................. .. ............................ ...... .... .. ........... 246
La actividad de promoción comercial. Las Fe1ias ........................... ................... 248
La situación al final del pe1íodo ................. .... .. .... .................. ............................. 250
El papel de la Cámara. Relaciones con otros organismos y actitud ante los problemas
orgánicos............... ............................. ...................... .... ............................. .... .................. 25 1
La indefinición institucional de la Cámara sal mantina...... ..................... ....................... 255

CONCLUSIONES... ...................................... ........ ...... ............................... ...................... 26 1

APÉNDICES...................................... ......................................................... ..................... 269

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA..... ... .............................. ..................... .... ............... ......... 277


PRESENT ACION
Es/e libro que ahora presentamos ofrece los resultados de una intensa investigación so-
bre unas inslituciones de dilatada a la vez que poco estudiada trayectoria, las Cámaras de
Comercio. Pese a su presencia en la mayoría de los países del mundo, pese a su actividad
desplegada en elnuest1v desde hace ya más de 100 arios. realmente muy pocas veces se ha
abordado su labor desde perspectivas que fueran más allá de la mera descripción o la fá cil
apología. En estos momentos, en los que sus funciones y carácler vuelven a esrar - de nue-
vo- sometidos a discusión. puede ser de inlerés reflexionar sobre su compleja e inleresante
hiswria.
A la par que instituciones de carácter oficial, las Cámaras son organismos de represen -
tación de los intereses empresariales. La explicación de este doble (y como veremos proble-
mático) carác1e1: sirvió de inicial estímulo pam nuestro trabajo. dado que deseábomos
dedicar nuestra atención al muy poco cultivado campo de las investigaciones sobre las or-
ganizaciones empresariales. Asimismo. de5pertó nuestro interés su proyección tanto nacio-
nal como local. La inserción de las invesligaciones locales en ámbitos y problemáticas
globales es una propuesw leórica común en las discusiones acerca de la validez de la l/o-
mada Historia Local. Quienes participamos de la creencia en las virtudes de esta forma de
hacer Historia no tenemos mejor camino - más allá de las disquisiciones teóricas- que con-
crerar dichos plameamiemos en la práctica in vestigadora concreta.
La elecci6n del periodo estudiado ha venido motivada por una doble inlención: por un
lado, mostrar - de una forma más clara que la que se observa en otros periodos- la proble-
mática que afecta desde los inicios de su andadura a las Cámaras, derivada de su ambiva-
len!e carácter; por otro, reflexionar sobre el coste que supuso dicho periodo para una
adecuada re01gani<.ación de la actividad camera! en el periodo democrático. coste que aún
hov deja sentir sus efectos.
A la hora de ver publicado este /rabajo, desearía expresar mi agradecimiento a todos
aquellos que lo han hecho posible.
En primer lugar; la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Salamanca, que no sólo
ha contribuido a la edición de la obra. sino que ha puesto toda la documentación conser-
vada en su archivo a disposición del investigado!; en una actitud que por lo generosa e in-
.fi'ecuente, es digna de elogio.
He de agradecer tarnbién a los Profe sores Anwnio Rodrígue-:. de las Hera5·, Angel Sán-
chez. Blanco, Josefina Cuesta, Manuel Redero y Joaquín M. Molins López-Rodó, miembros
del tribunal que juz.gó la tesis doctoral en que se basa este libro, sus apreciaciones y suge-
rencias, que han sido de indudable utilidad. Con la dirección del trabajo, M" Esther Martí-
nez. Quinteiro, hace tiempo que con/raí una deuda de gratitud, tanto en el plano científico
como en el personal.
12

Hay, finalmente, otras personas sin cuyo concurso este trabajo no hubiera llegado a
rea lizarse: algunos compaíieros, mis amigos, mi familia y mi mujer. Ellos ya lo saben y tam-
bién cuánto se lo agradezco.

Salamanca, 1992.
INTRODUCCION
CONCePTO

El investigador de las Cámaras de Come rcio ha de enfrentarse con las dificultades in-
herentes a su naturaleza ambivalente e incluso ambigua . Nacidas al tiempo como asociacio-
nes de empresarios, comerciantes y navieros y como organismos de la Admi nistración
creados por el Estado. que determina sus características y funciones , mantienen una tensió n
toda vía hoy no resuelta entre sus objetivos públicos y privados. En bue na manera debido a
ello. el sentido y la operatividad de las Cámaras han sido a menudo puestos en tela de juicio.
El debate generado así trasciende a la investigac ión sobre dichas insti tuciones, que además
de ser insuficiente 1• suele adolecer ya de un marcado tono apo logético. fruto de una voluntad
justificativa, ya de una toma de posición sobre su inutilidad, que condiciona el análisi s y
limita sus resultados, al centrarlo excesivamente en la demostración de su inoperancia.
E l cuestionamiento de que han sido objeto las Cámaras. ha reperc utido 2 e fecti vamente
e n los estudios sobre e ll a realizados, tanto en los momentos prev ios o inmediatamente pos-

1 La proble mática de estos organismos no ha tenido excesivo tratamien to monográfico. Como seña la

A lberto Martín Daza, e n su obra Las Cámaras de Co111ercio en la Economía espaiiola. T esis doctoral iné-
dita, Madrid. Facultad de Derec ho. Uni versidad Complutense. 19X5. pocos han sido los autores que se han
ocupado de su estudio. Hasta la con me moración de l cente nari o de su nac imie nto, e n 1986, podíamos rcsc-
li:tr la antigua obra de Ba rto lomé Amc ngual: Orgunizaci!Ín cor1)()mtil'(l oficial de lo.> comerciumes e in-
dust riales. Estudio de las Cánwras Oficialn de Comercio extranjeras. como hase ¡Ja ra la reorgani:ación
de las espmlolas. Barcelona. Imprenta Mode rna. 191 O. reeditada por e l Consejo Supe ri or con el títul o de
Estudio sobre la organi:ación Corpomtil•a Ofic ial de los comerciantes e industriales en el extronjero. co-
1110 hase para la reorgani: acirín de las Cámaras oficiales de Comercio. Industria v Navegacirín espwlolas,
Madrid. Consejo Superior de Cámaras. 1954 , reedició n del original de 191 O. Las de Ramón Abella: Las
Cámaras de Comercio. Madrid. 19 13, y Ag u,tín Ung ría: Organi:aci!Ín ." ji111cionamiento de los CáJntJms
de Comercio. lndusrria ." Nuregacirín. Madrid. Tip. y lit. Ung ría. 19 12.
La evo luci<Ín sufrida por estos organ ismos a partir de su c reación puso pronto de man ifiesto su
fa lta de fun ciona lidad y desde dentro se alzaron algunas voces pi d iendo su trans formación. Hasta ese mo-
me nto. como luego ,·amos a comprobar, no bahía habido apenas posicionamie ntos d octrinales: éstos son
previos o inmed iatamente poste riores a la promulgación de la Ley de Bases y se centraron e n e l debate
acerca de la conveniencia de elegir un mode lo de Cá ma ra ofic ial o un modelo de Cámara de tipo pri vado,
es dec ir. optar e ntre e l modelo francés o e l anglosa jó n. Este de ba te se inscribe e n una coy untura precisa.
do minada por lo que vamos a deno mi nar la organi 7ac ión de los inte reses patronales y que te ndre mos oca-
s ió n con postenoridad de a naliLa r en detalle.
" La a tención prestada a estos o rganismos va a ser muy escasa hasta esos mome ntos. Para e l periodo
objeto de nuestro estud io. contábamos co n las aportaciones de Antonio Valcá rce l: Las Cámaras de Come r-
cio. Industria .1· Nu 1'egacilin de Es1>111la. Madrid , Consejo S upe rior. 1962 y Ma nue l Fue ntes lruzozqu i: l.l/.1
Cúnwms de Comercio. Madrid, Héroes, 1963.
Con un tratam ie mo más riguroso y sistemáti co, están las aportaciones del lll Cong re;,o ltaloEspa-
ñol de Profesores de Derecho Admini strat ivo, celebrado e n Sa ntiago de Composte la e n 1970 y re.:ogidas
en la publicac ió n sobre Régimen Jurídico del Comercio Interior. Especilll re(erencia u las Cá111aras de
Comercio, Industria Y Nm·egacitin. Madrid, lEA L 1973. Destaca. sobre todo. la pone ncia de los profesores
A lejand ro Nie to y J . A . Manzanedo, que recoge la prob le mática de l comercio inte rior y especia lme nte la
rekrida a las Cáma ras e n las pp. 1 17-605 : la te rcera parte de esta Pone ncia, rea li zada por e l profesor Ale-
j a ndro Nieto. es la dedicada a las Cámaras de Comercio, Industria y Navegac ió n. Ade más. hay que reseñar
las comun icaci ones de los profesores Gas par Ariño: << Naturaleza de las cámaras de Come rc io: notas a una
polé mi ca», pp. 653-675; Fernando Garrido Falla: «Las Cámaras de Comerci o e n el ordenamie nto funda-
16 L. SA:-.ITIAGO DÍEZ CANO

teriores a la promulgación de las Leyes que las rigen , como en el contexto de su enfrenta-
miento con la Organ ización Sindical e n la etapa franqui sta, o actualmente con moti vo de la
cel ebrac ión de su Primer Centenario' . Esta efemérides ha propiciado la aparición de un im-
portante número de obras sobre las Cám<u·as, pero, sin embargo, su particular orientación no
pare'ce la má s adec uada, salvo en el caso de alg una puntual exce pc ión, para un adecuado
conocimiento de estas Entidades. Dado que buena parte de la producción investigadora sobre
las mismas ha sido encauzada y financiada por las propias Cámaras, no es de ex traña r la
escasa acti tu d crítica de la mayoría de las ohras reciente mente aparecidas, destinadas a neu-
trali zar la opinión negativa sobre las mi smas , ex istente en tre los teóricos desti natarios de sus
servicios, es decir, los comerc iantes e industriales 4 •

me ntal espa r'íol», pp. 6 19-62 3): tam bi é n las precisiones rea lizad as por lo s profesores ita lianos ace rca de las
Cám aras en sus país. En 1975 a parece la tes is doctora l (desgraci ada mente aún inédi ta) del profesor Ange l
Sánchez Bl a nco: Las Cámaras de Comercio. lnduslria y Navegación de Espaiia. Tes is D oc tora l, Sa laman-
ca. Facu ltad de Derecho. 1975 . Su estudio sistemát ico de la estructu ra cam era! desde su nac imiento hasta
197.:1 es la apo rtación más importante al conoc im ie nto de lo que han s ido las Cáma ras de Comercio e n
nuestro pa ís . posib lemente por procede r de a lgui e n a lejado del mundo cam e ra !. c ircunstancia que no co n-
cu rría e n la mayoría de los anteriores. T odas estas a portaciones proceden del campo del De recho, especial-
men te de los administrativistas. Res ulta interesante cote jar tambié n la s aportacion es rea li zadas en ob ras
general es y referidas a la probl emáti ca jurídica de estos organismos: por ejemplo, las inte resante s a precia-
c iones de l profesor An tonio García Trevipno Fos. en su Tratado de Derecho Adminismuivo. vol. 11. Tomo
11. Madrid, 197 1, pp. 1225 - 1230: las de los profesores Eduardo Garc ía de Enterría y T o más Ramó n Fer-
ná ndez. e n Curso de Derecho Adminismuivo /, Madrid. 198 1, pp. 328 a 333 : o las de este ú ltim o autor e n
su o bra Derecho Adminislralivo. Sindicmos r Auloadlllinislración . Madrid , lEAL , 1973 .
.1 La lite ratura surgida al ca lor de la celeb ració n del centenari o de 1886 forma un conjunto pecu li ar.
En prime r luga r. supone la primera aportación masiva al conocim ie nto ele las distintas Cámaras de Comer-
cio, su histo ri a y funcione s. Hab ía ha bi do e n a lgun as Cáma ras obras a nteriores , pero este momento es es-
pecialm e nte propi c io para e l s urgim iento de estudios centrados en cada una de las Cámaras. La orientación
y calidad de cada una de e ll as es, lóg icamente, diferente. En ocasiones, se trata de si mpl es reseñas de ac -
ti vi dad mu y bien ilus tradas. En otras. te nemos co laborac iones di spares sobre temas monog rá ficos que afec-
tan no só lo a la Cámara s ino a la vi d a de la loca lid ad e n que se asienta. A me nudo. el pretexto del
centenari o se ut ili za como ocas ión para ofrecer un es tu dio (en algún caso de exce le nte ca li d ad) sobre la
economía de la localidad o la prov incia en que radi ca la Cámara . A veces se ofrece en pa ra lelo el estud io
de la economía local o provi nc ia l y la actividad camera !. ..
En ge ne ra l. y con las diferencias pertin e ntes, o frecen datos que pueden ser úti les para conocer
as pectos de las hi stori as locales pe ro qu e. en la mayoría de los c asos. adol ece n de un pl a nteam ie nto c ríti co
y retlexivo so bre e l carác ter de la in stitución c amera! y su evolución en lo s últimos cien años . Pri ma en
ta les obras un to no autocomplac iente y ac usadamc nte lau datorio: se detecta un inte nto, segu ra mente exce-
s ivo, por g losa r cua lqui er acti vi dad que e una mane ra u otra haya co ntribuido positivamente al desarro llo
de la localid ad . a la defe nsa de los intereses de come rc iante s. industrial es o nautas. Las referencias proble -
máti cas sue len b rill ar por su ause nc ia, y c uando a pa rece n lo hacen en form a de <<e nemi go ex te rno>>. ge ne-
ral me nte re fe ri das a la competencia hecha a las Cámaras por la Orga ni zación Sindica l.
4 La exce pción más notab le es la pub licación de dicada a la Hi storia ele la Cáma ra de Madrid , rea-

lizada por los profesores An ge l Bahamonde Magro. Fernando de l Rey Reguillo y Jes ús A. A nto ni o Martín :
La Cámara de Co111ercio e lnduslria de Madrid. I R87- 1897. Hi.l"/oria de una ins1i1ución ce/1/enariu . Ma-
drid. C á ma ra ele Come rci o e Industria , 1989. E sta obra, una de las últimas en a pa recer, se preoc upa de
insertar cada etapa de la vida camera! madril eña y de las Cá maras e n gene ra l. en un contex to histórico qu e
es tambi é n lúc ida mente a na li zado. En es te senti do, la conexión ent re los aspectos instituc ion ales y los eco-
nómicos. soc ia les y po líticos, se co nvie rte e n ej e funda me ntal de la obra, ofreciendo intere-;antes res ultad os.
A l mismo tiempo. se detienen los au to res en algunas reflexiones sobre el carácter de la instituc ión camera!.
S in embargo. como refle jaremos c on posterioridad, est ima mos que esas reflexiones no se ajustan claramen -
L AS CÁMARAS DE COM ERC IO EN EL f'R ANQUISMO 17

Conviene señalar, además, que muy a menudo los que han abordado el estudio de las
Cámaras lo han hecho desde pe rspecti vas jurídicas, a partir, exclusiva o fund a mental me nte,
de l anál isis de los textos normati vos que las regulan'. Pero comparti r esta óptica y procedi -
mie ntos no implica unanimidad interpretati va. A las di vergencias detec tables e ntre los ana-
listas han contribu ido las variaciones de la legislación came ra!, que, a lo largo del tiempo,
han impedido el hallazgo por las Cámaras de una orie ntación y func ionalidad constantes o
definitivas.
Nac idas e n principio como asoc i ac ione~ voluntarias. fueron posteriormente. en 19 11,
convet1iclas e n Insti tuciones que agrupaban forzosame nte a todos los comerciantes e indus-
u·ialcs. Se las ha cali ficado de muy diversos modos: establecimie ntos públicos, organismos
ofic ia les, corporaciones públicas. c uerpos consulti vos, .. . térmi nos todos que no acaban de
ofrecer una completa definición de esto s organismos. orie ntados ya a servir a la Administra-
c ión, ya a representar los intereses de los comerciantes, industria les y navieros, o a los de l
comercio, la industria y la navegació n.
Si entendiéramos esta vatiedad de criteri os como un simple formalismo jurídico, quizás
podríamos o bvia r el problema que pbntea por e l sencillo método de limita rnos a reseñar las
sucesivas inte rpretaciones y, a conti nuación , ori ll arlas. arg umentando que no es nuestro de-
seo terciar e n una polémica propia de expertos e n Derecho Administrati vo y no de hi sto ria-
dores. S in embargo, a la importancia que por sí mi smas ya tienen , se une el hecho de que
las divergencias inte rpretativas están también poniendo de relieve un problema fundamen-
talme nte histó rico : e l de cómo han sido e nte ndidas las Cáma ras e n fun ción de las di stintas
coyunturas e n las que se aborda su estudio y según de quié n partan las mi smas. En realidad .
los puntos de uni ó n entre las perspecti vas j uríd icas y las hi stóricas son indi scutible me nte
rele va ntes. Las interpre taciones legis lativas y de otra índo le dadas a los probl emas 4ue plan-
tea n dichas Instituciones responden frecue ntemente al deseo de salvaguardar a las Cámaras
de la competencia no deseada con otros organismos. En estos casos la estrategia «defensiva>>

te a la propia trayectori a hi stórica de las C ímaras en gene ral. sino que - má.., bie n- pa rece n orie nta rse dc'<k
la problemática ac tu ~il q ue las aquej;¡, ca racte rizada por un e nfre ntamie nto más o menos sote rrado y a mc·-
nudo tenso. con las organizaciones patrona les.
Este «precondiciona miento» tiene. a nuestro e nte nder una grave consecue ncia: la de que. al obviar
c ualquier retlexión sobre los aspectos o rgán icos internos de la vida camera!. se p ierde la nportunidaJ de
reali;ar. desde la perspecti va de una Cá mara ev idente mente de g ran pote ncial. un a ná li s is de gra n inte rés
:.obre la trayecto ria de la funcio nalidad de la institución camera! en e l contexto hi stó rico es p~Jfío l de l<h
últ imos c ien aiios. Como se afin11a en una bre ve recens ión sobre esta o bra. reali zada por el prol"csor Jo,<'
Luis García Del gado(Y . El País. 17-septic mhre- 19X9, Supleme nto Libros. p. 7 ).\a misma toma «como eje
las accio nes dt' la e ntidad que ha sido plataforma institucional de desarrollo y panicipación de las cla>-es
me rcanti les de la capital y su e ntorno ». para reali zar Allla excele nte contribución al estudio de la econo mía
y de la sociedad de Madri d duran te los siglos XIX y XX ». Es deci r. priman otras preocupaciones que las
relati vas al funciona miento de la prop ia instituc ión o a ese prete ndido carácter de «pla taforma inslituc ional
de desarro llo y part ic ipac ió n de las clases mercantiles de la ca pital y de su e ntorno» t n0tese que en la rc-
censióa no se al ude a las c la ...es industriales).
' Pese a ello. convie ne recordar otras aportaciones. como las re lacionadas con la funci ón económica
de estos o rganis mm . que ha sido tambié n abordada por personas vinc uladas a l m undo came ra!. sea e n torno
a los afíos de l ce ntena rio o con anteri o ridad . Tal es e l caso de Alberto Martín Daw en su obra citada. de
Rafael Ossa Echaburu en la dedicada a la Cámara de Bilbao o Fe rna ndo Sintes Labrador en breves obri tas
ded icadas al mi smo objetivo: inte ntar de mostra r la ekcti;i dad de las acciones procedentes de las Cá maras
de Comercio e n los procesos de desarrollo prov inciaL reg iona l o nacional.
ll:\ 1.. SANTIAGO DÍEZ CAl\' O

tiende a ocultar c ualquier situación espinosa que afecte a las Entidades carneraJes. De esta
forma. nos e nco ntramos con variadas mi xtificaciones en torno al carácter, objetivos. funciones
de estos organi smos, lo que es especialme nte visible en los estudios produc idos a panir de los
años 60. Amplias disquisiciones sobre la naturaleza y carácter de las Cámaras Oficiales de Co-
mercio, Industria y Navegación se van a producir precisamente en la etapa objeto de nuestro
estudio, el periodo franquista, durame el cual se produce una abierta confrontación e ntre estos
organismos y la Organización Sindical, que lleva a interpretar estas institucio nes a la luz de for-
zados planteamientos, a veces muy lejanos de la realidad. Las monográficas o bras de Antonio
Valcárccl o ele Alejandro Nietd' serían un buen ejernplo de ello. Esencialmente, lo que se intenta
en el las es desvincular a las Cámaras de molestas vinculaciones con organismos «ele c lase» pa-
tronal, para evitar, así, su absorción por la Organización Sindical. Para ello, subraya Valcárccl
su~ servicios a la Administración y su carácter otlcial, primando su conside ració n como orga-
nismos auxiliares del Estado sobre su compone nte asociativo 7 •
El planteamiento del profesor Nieto es mucho mús rico, e laborado y sugerente, y opta
por un procedimiento más suti l para e ludir la interferencia sindical. No~ interesa, e n princi-
pio, la perspectiva desde la que se abo rda e l estudio. Significativamente. hay que hacer notar
que su encuadre específico viene explicitado por un título suf icie nte me nte expresivo : «Re-
presentación ele intereses económ icos: Cámaras Oficiales de Comercio, Industria y Navega-
ción >>x. El punto de partida ele esta obra se enc ue ntra en un recorrido histó rico cuyo objeti vo
es demostrar la existe ncia en todas las sociedades ele distintos intereses económicos que ne-
cesitan formas variadas de representación. En opinión del profesor Nieto, las Cámaras res-
ponderían a un ti po de organismos corporativos que re presentarían los intereses generales
del come rcio, la industri a y la navegación, y ve ndrían a cubrir una laguna e n la represen-
tación ele intereses. Esta hipótesis tie ne unos condic ionantes y obj etivos fáci lmente identi-
ficables, y constitu ye uno de los apoyos fundame ntal es y de mayor e njundia para la
caracterización q ue e n esos inst<1ntcs se estaba haciendo ele las Cámaras Ofi c iales ele Co-
mercio, Industria y Navegación po r quienes se preocupaban ele defender una supervivencia
amenantcla por los Sindicatos. Ahora nos interesa subrayar espec ia lme nte que el profesor
1ieto d istingue e ntre intereses particulares ele grupos mercantiles e ind ustriales y los «i n-

te reses generales del comercio, la industria y la navegación>>. legítimamente representados


por las Cúmaras. Además, el profesor Nieto, tras realizar un prolijo recorrido por las dis-
tintas manifestac iones jurídicas que han rodeado a las Cámaras (señalando en algún caso
sus evidentes imprecisiones), afirma la utilidad que tiene el tratam iento de las mi smas corno
g ru po ele presión".
Las posiciones doctrinales que acaba mos de resumir, brillantemente condensadas y ex-
puestas e n la obra an tes citada, o frecen no obstante fl ancos a la crít ica, que no ha dejado de
producirse, también e ntre los espec ialistas del De recho. Bcísicamente se pone en c uestión esa
inconcreta ape lació n al carácter de representación de unos llamados intereses generales del
comercio. la industria y la navegación y la que podríamos lla mar excesiva ide ntificación ele
las Cámaras con la propia Administración . Por lo tanto, no parece adecuado uti lizar su pla n-
team iento como medio de inte rpretar la realidad histó rica camera!.

6 Véase nota 2.
7 Valcárcc L A. : Op. cit.
~ Nieto. A. : Op. cit .. p. 327.
9 lhideiil. pp. 363-402; especialmente. pp. 397 y ss.
LAS CAMAR,\S DE C0\11-.RCIO E\ EL FRA)IQl.'ISMO 19

Con la desaparición de l reg unen franqu ista, el peligro de la absorción de las Cámaras
por los Sindicatos Verticales desapareció. Entra ron e ntonces en otra diná mica, c uyo obje ti vo
princ ipal iba a se r el logro de un reconocimie nto en mu y buena medida perdido hasta ese
momento. Las Cámaras retoman sus señas de ide ntidad y buscan un lugar de acomodo den-
tro de la organizació n social. Autocaracterizadas aho ra como organismos empresariales, cla-
sistas por lo tanto, vue lven sin e mbargo a re fu g iarse en su naturaleza ambigua como medio
de evi tar la compete ncia de las renacientes ag rupacio nes patronales. En la búsqueda del re-
conocimiento a su labor, no siempre o torgado, las Cámaras, al tiempo que inc re me ntan su
presencia y actividad, desarrollan una política destinada a darse a co nocer. teñ ida de tintes
apologé ticos y propagandísticos.
Ya he mos visto cómo, en muchos casos, la aparició n de estudios « históricos>> e ncarga-
dos por una buena parte de las Cámaras existe ntes no ayuda, sino más bien entorpece, un
adecuado conocimiento histórico de las mi smas. La cele bración del ce nte nario de su naci-
miento fue sustancialmente una opo rtunidad desaprovec hada para haber log rado un mejor
conoc imient o de estos organismos. Por lo general, e n la bibliografía de última hora. o se ha n
repeti do los aná lisis exc lusivamente jurídicos, o se ha e rrado en la metodo logía aplicada a l
a nál isis histórico, q ue ofrece así, poca s aportaciones de inte rés 111 • Entre las escasas excepcio-
nes. destacaremos la obra dedicada a la Cámara de Madrid 11 , que contie ne no vedades e n e l
enfoque que pueden scrnos de utilidad.
Dicho trabajo contempla a las Cámaras como «grupos de intereses», abo rdá ndolas e n
su re lación con el armazón institucional del Estado. Para sus autores, e l estudio de las Cá-
maras ve ndría a c ubrir una impo rta nte laguna de la hi sto ria social, co mo es la re ferida al

«estudi o de las élites eco nó m ic;ls en sus respuestas ind ividuales y e n sus componamientos
co lect ivos. s in o lvidar nunca la interdependencia dialéctica de los dife re ntes grupos soc iales
y sus organi zacio nes. La h istori a socia l ""desde arriba" completaría aque lla otra que desvela
el e ntramado social desde un sólo á ngul o [se ref ie ren. en conc reto. a l esrud io de las organi-
zac iones obrcrasj. lncludable memc. las Cámaras d e Comerc io y e n este caso la de Mad rid
resum en un episodio de primer o rden de u na dete rminada fó rmula de asnciacioni s mo de co-
mercia ntes y fabricantes. Fruto en p ri mer té rmino de l proceso de asociación del s ig lo XIX
y sanc iu nadu con natmalcza ofic ial después. la Cám ara mad rileña se ha erigi do en un ins -
tru mento ins titucional de desarrol lo y partic ipació n de las clases melnlllfiles de la capit al y
su entorno » (subrayado o rig inai ) 12 .

Así pues. en princ ipio parece que los supuestos que in spiran la realizaci ó n de esta obra
conduce n a tratar la fi g ura camera! co mo un tipo asoc iativo de las lla madas «cl ases mercan -
tiles>> , de los comerciantes y fabricantes en su vertie nte instituciona l. Las Cámaras se rían
«una determinada fórmula de asociacio ni smo de come rciantes y htbticantes>>; puesto que,
ade más. con a nterioridad ha sido señalado el compo ne nte de é lites econú m icas que tiene n
estas ag rupaciones, lo que se está e n e l fondo afirmando es q ue se va a hacer el estudio de

10 En la re lación bi bli ográfica final. mencionamos todas las obras publicadas hasta e l momento sobre
la historia de determinadas Cámaras.
11 Bahanwndc Magro. A. : De l R~ y Reguillo. F~ rn ando : Martínez . .J uan A.: La Cúnwm Oficiul de

Cm11crcio e Industria de Madrid. op. cit.


1' lhidclll. p. 11 . Puede deberse a un simple lapsus la om isi<Ín de las chtse.l i11dustria/es en esa de-
finicilín.
20 L . SANTIAGO DÍEZ CANO

una de las fo m1as posi bl es de asociacion ismo patro nal. cuestió n neces itada aún de in vesti-
gaciones por contrapos ición a las abundantes que ya existe n sobre el asociac io ni smo obrero.
Cabría esperar que una formu lació n de este tipo aboca ra a co nsidera r a las Cúmaras co-
mo «grupos patrona leS>> y a insertarlas, por ta nto, den tro de la categoría mús amplia de gru-
pos de intereses o g rupos de presió n. S in e mbargo. los autores ele la Hi storia ele la Cámara
ele Comercio e Industri a de Mad rid desecha n esta posibilidad al a firmar q ue

,<J;¡s Cá ma ras ( ... ) nace n co mo instrumentos de pa rti cipac ión institucio na l y con un ;¡ c lara
voc aci ón de ;¡seso r de l Estado pa ra aseg ura r la bu e na ma rc ha de lo s asu ntos eco nó mi cos en
ge neral. De a h í qu e las Cá m aras . desde su fundaci ó n, po r su est ruct ura y fu ncio na mi e nto
res ponda n a un g rupo de gesti ó n, donde los in te reses ge nera les de la co m u ni dad me rca ntil
e in du str ial so brepasa n a los de clase» u

Se introduce as í un concepto que va a pres id ir todo e l estudi o mencionado y de l que no


se ofrece prev ia de fin ición: el de «grupo de gestión» , que aparenteme nte opera como alte r-
nativa a la consi derac ió n de las Cúmaras como grupo de interés.
Este mismo concepto de «grupo de gestió n>> hace acto de presencia en determinadas
in te rve nciones del Presidente del Co nsej o Superior ele Cámaras con moti vo ele la ce lebració n
de l ce nte nario ele las mismas 14 y se utiliza f unda menta lme nte para de limitar un campo de
acció n dist into al que tie ne n las organizacio nes patronales ele carác ter no ofic ia l, es dec ir.
las organi zac io nes e mpresarial es << libres>>. A parece, además, asociado a otra afirm ac ió n equí-
voca: la ele q ue las Cámaras represe ntan los ll amados «inte reses gene rales» del comerc io. la
industri a y la na vegac ión. Se logra as í aco tar un campo específico -especialmente ne utro-
para la acción camera!. Tales planteamientos aparecen condicionados por el co ntex to en q ue
se produce n, y do minados por la voluntad defensiva o justifi cati va .
El debate sobre las Cámaras te ndría, a nuestro modo de ve r, varias etapas: un a in icia l.
conclic ionacla por sus relacio nes con e l mov imi ento patronal e n su conjunto; otra, situada e n
e l contexto franq uista y en e l de l e nfre ntamie nto entre Cámaras y la Organi zació n S ind ica l.
que mueve a ado ptar pec uliares posicionamien tos doctri nales. Es posib le qu e pudi éram os
añad ir una tercera fase. la ac tua L e n la que las Cámaras a ún pugnan por hal lar una defini ció n
adec uada y viable ele sus obje ti vos y ele su naturaleza. Pe ro, a pesar de que la pe rspectiva
histórica cambiante ele las Cúmaras ele Co merc io, determinada en cada mome nto por las cir-
c unstancias, da co mo res ultado interpretaciones parc ia les o sesgadas ele las mi smas, e n todas
el las cabe ano ta r, como algo a retener, la consideración ele las Cámaras como instituciones
ele re presentac ión ele intereses . Esta últim a perspectiva cen tra la sugesti va y críti ca tesis doc-
toral del aclministrativista Ángel Sánc hez Blanco. desgraciadame nte inéd ita 1' .

1' lhide111. p. 12.


14 En su inte rve nción en el acto o rganizado po r la propia Cá ma ra sa lmantina. esa fue una de sus
manifes taciones. prec isamen te la que ce rraba la m isma. El Adelanro, :lü-ju lio- 1986. p. 4. Véase tambié n d
ep ílogo de la propi a obra de la Cá mara de Madrid o de la de Te rrassa: Cien mios de presewia. 1886-1986.
Tarrasa. Cámara Ofic ial de Comercio e Industri a. s/p.: << Las Cámaras. a fi rma ba Ad ri;í n Pi e ra. ni so n opo-
sición por sistema. ni co nstituye n ta mpoco grupos de pres ión. ta l a l uso en nues tros tiempos. Si acaso. se-
rían "'grupos de gesti ón". integradoras de siste mas e intereses. cre mallera e ntre loca li smo y mercados
internacionales. e ngran aje entre el asociac ion ismo emp resa ri al de primera línea y la oferta ele se rvicios de
intendencia pe rmane nte al e mpresariaclo».
15 Sá nchez Bla nco. A.: Op. cir .. pp. 2-20. Los a poym teóricos y metodológi cos de est a obra se asien -

tan en buena parte e n Jo rdana de Pozas, L. : E11som sobre las Enridades Púhlicas Repr e.H' I/l(lrii'(IS r Pro -
LAS CÁMA KAS DE COMERC IO E.~ EL 1-'RANQU ISMO 21

La naturaleza jurídica de estos organismos, objeto de tan tas y tantas d iscusiones, es sol -
ve ntada por el profesor Sánchez Blanco en los sigu ientes términos:

<< Las descalificac iones de q ue hem os hecho objeto las di stintas a lt e rnati vas calificadoras de
las Cámaras pe rm ite n apreciar una p roblemática situac ió n en estas organi7.ac iones. que s i
no hubiéramos res petado e l formal ismo académ ico ele la consicle rac i6n de las posibles cate-
gorías jurídi cas que pretenden cuali fica r a las Cámaras , nos habría conducido . di recta me nte ,
a caliii car a las C ámaras como unas organ izacio nes an6 malas. q ue ex tnu1am ente perv iven,
a pesa r de los g raves defec tos orgánicos q ue inc ide n sobre e ll as, y que se traducen en la au-
sencia d e ident ificaci ó n de co merc iantes e industrial e s con estas o rgani zac iones, e l v:1cío
funcionaL y una inj ustificada y contrad ictoria pos ic ió n de la Adm in istrución, que contri bu -
ye a un prog resivo deterioro d e las Cámaras como s i pretendiera an ula rlas e in va lidarlas.
pero q ue, por extraña paradoja. cuando surge la oportunidad de q ue desa parezcan por su co-
lisi ón instituc iona l con la O rganizació n Si ndi cal. son mJntenidas po r la A dmini stración e n
extraña~ c ircunsta nc ias» 16

Esta demoledora opinión sobre las Cámaras se asienta en un riguroso estudio de toda la
legislación y j urisprudencia que afecta a las mismas, a través de l cual se comprue ba su de-
ficiente estructuración orgánica. su Mbil posición en la organización consulti va del Estado.
su falta de funcio nali dad, su ínfimo carácter re presentativo, etc., etc. La conclusió n que se
desprende del estudio es la de la inoperancia de las Cámaras como instituciones rep rese nta-
ti vas de intereses.
Como vemos, desde la perspecti va jurídica, Nieto y Sánchez Blanco tratan a las Cáma-
ras como grupos represe ntativos de intereses, pero mientras el primero alude a su carácter
sociológico de grupos de presión , éste es negado - basándose en su anómala configurac ión
orgáni ca y deficie nte fun cionalidad- por el profesor Sánchez Blanco.

El conce¡J!o de grupo de interés como base para el estudio


de> la trorectorin histórica de las Cámaras. Formulación de un modelo
El concepto de grupo de interés hJ conoc ido un desarroll o bastante tardío en el conjunto
de la teoría sociolúgica y tambi én ele la ciencia po lítica. Su formulació n sólo ha sido impu l-
sada a parti r de la segunda mitad del presente siglo, aun cuando alguna de las obras inspi -
radoras procede n de los inicios del mi smo, espec ialmente la de Bentleyl 7 ; en cualquier caso,
existe una amplia bibliografía centrada en el tema de los grupos de intereses o grupos de
prcsiún 1' . Util izados estos té rminos normalmente de una forma sinónima, algunos a utores,

fe siunales en el Derecho Español. Homenaje a Jordam de Pozas. Madrid. lEAL 1954, tomo 1, y Esteban,
Jorge de: «Los requisitos sociopoliticos de la representac ió n. Intento de construcc ión conceptual de la re-
presentación política>> . Rel'isw Espmlolu de /u Opinián Púhlicu. n" 9, _junio 1967. pp. 79- 105 : «La repre-
'entación de in te rese~ y su instituciona liLación: los d ifere ntes modelos existentes>>, e n Rt'l'ista de L'studios
Políticos, 11° 155. septiembre-octubre 1967, pp. 43-74.
16 Sánche1 Hlanco. A.: Op. cit., pp. 1757- 1758.
17 Bentley. A rthur: Tll" l'rocess (i(govemlllent, llJOB. El desarrollo de sus tesis puede seg ui rse en la

obra de Trum an. David : The govenuuentul process. Politicol lnterest ond Public· Opinion. ll)5 l .
I X No podemos aq uí si no ofrecer a lgunas breves referencias. Véanse, entre otros: Meynaud . Jean:
Les grou¡>es de pression. Parí s, PUF. 1965 (2' edición): Les groupes de pression e11 Fmnce, Parí s, Colí n,
1958: Nou¡·c/les iludes sur les gmupes de pression en Frunce. París, Colín. con b bibliografía e n e llo-.
c itada: Ehdi ch. Sta ni~ l aw : Le JWli \'Oir et les groupes de pression. Etude de la s/ructure politi<¡ue du copi-
L. SAi'TIAGO DÍEZ CANO

si n embargo, d ife re ncian lo que es la agrupación de personas e n de fe nsa de sus intereses del
ejerc icio de la pres ió n para conseguir unos fi nes establecidos por un g ru po dado. Esta prc-
\ión se ejerce sobre los núc leos dec isorios en lo político. Según esto, e l gru po de presió n
sería una mera va riante de los grupos de intereses. El probl ema es que establecer una fron -
tera e ntre uno y otro es difíciL ya que no está nada claro cuál es el cri terio a seguir para
otorgar a una agrupació n de indi viduos e l título de g rupo de presión e n vez de grupo de
interés. Parecería que la diferencia estriba en que un g rupo de interés se trans formaría en
gru po de presión e n e l momento en que ejercitara delante del pode r público una acción con-
c re ta encam inada a que sus rei vindicac iones grupales fu e ran ate ndidas. ¿,Pero c uál debería
ser e l carácter de esa acción para que la co nsideremos como pres ión') ¿Só lo cuando sea lo
suficie ntemente contundente como para no dejar lugar a dudas? ¿Se podría, e ntonces, con -
siderar como presión, sólo aq ue lla ej ercida de la nte del Poder Público mediante amenazas o
promesas de compe nsac io nes? ¿No lo sería, en ese mismo sentido. la fo rm ulació n de opi-
niones ante ese mismo Poder acerca de problemas conc retos q ue afectaran al grupo? La fro n-
tera se nos muestra como de masiado difusa. Po r lo tanto, nos parece legítimo utili zar de
forma equi vale nte los conceptos de gru pos de inte rés o de prcsión 19.
Aunque grupos de inte reses han ex istido a lo largo de la Hi storia. no cabe duda de que
e l progreso de la soc iedad industrial ha inc reme ntado de una forma sustanc ial su núme ro y
sus campos de actuación. Incluso. como a firm a e l profesor Esteban, e l pro pio Estado capi-
tali sta ha sentido la necesidad de co ntar con representantes de d iversos sectores sociales para
mej or articular l a~ sucesivas políticas económicas e n cada país. Ello lleva a la cuestión bá-
s ica de la instituc io nalizac ión de estos intereses"11 • Según la c lasificación propuesta po r el
pro resor Esteba n, ex istiría n al me nos 6 formas de llevar a cabo esta insti tucionalizaci6n de
los g rupos ele intereses. de las cua les las Cámaras encajarían fundamentalme nte e n dos: la
«representación de intereses consultiva: Los Consejos Económicos y otros ó rganos consul -
ti vos>> y la referida a la «representació n de intereses parlamentaria: las Asambleas económi-
cas»21. En la prime ra. se observaría e l engarce de estos grupos con las o rgani zaciones
co n~ult i vas, especial me nte con los llamados Consej os Económicos, de los que también te-

tali -,mo, Pari s. Mouton. 1971. Tam bién, la introducción de Juan Ferrando Badía al li bro de S.E. Fincr: El
l111perio anáni11111. Madrid. Tecnm,, 1966. A' imi smo. resu ltan útiles las condensadas ex plicac iones de Henry
W . Ehrmann y Davi d B. Truman al glosarios conccptm <<Grupo político» y << Grupo de presión» e n la En-
ciclopedia ln temacimwl de los Ciencias Sociales. Dirigida por Om ·id L. Sills. t;dicián espt11iola por \fi-
cenle Cerl'em To111tís. Madrid. AguiJar. 197S, vol. S, pp. 20X-2 11 y 240-246.
Desde la perspectiva españo la no pueden dej ar de ano ta rse las refe renc ias contenidas en la obra
de Francisco Muri llo Ferro!: Esrudios de sociología polítiCII. Madrid. Tec nos. 1963. pp. 343-36S. en espe-
c ial por sus sugere nte' re fl exiones acerca de la re lación, e n España. entre esa c ue-,tió n y la ex istencia de
lo que é l denomi na «estructu ra de la ami stad>> o importanc ia ele las << intlue ncias».
1" E;,ta uti lización de similar manera de ambos conceptos también se realiza por otros autores. como

J. Linz y A. De Mi guel en su estudio. que utili zaremos más ampli amente con poste rioridad: Los elllpresa-
rios ame el poder 1niblico, Madrid, Instituto ele Est ud ios Políticos, 1966. aunque all í se hace menci ón de
las diferencias e ntre uno y ot ro, al considerar a los grupos de presión como << Un subtipo de los grupos de
intereses» (p. 7). Por su parte, Stani slaw Erlich afi rma también la tendenc ia cada vc7 más gcnc¡·aiizada de
no opera¡· di stinción entre uno y otro: Ehrlich. S: op. cit .. pp. 23 y ss.
20 Esteban. Jorge de: Op. cit. El esquema lo recoge el profesor Sánchez Bl;mco, aunque reduciéndo lo

a un estudi o monográ fico ded icado a una de esas Instituc iones creadas para cana lizar intereses: las Cámara;,
de Come rcio. Industria y Navegación.
" 1 1hide11t. p. S l.
L AS CÁMARAS DE Cü\•l ERC IO EN EL 1- RANQ LJ IS\10 23

ncmos prue bas en Es paña. La otra rem ite el te ma a la consi deració n de la ex istenci a de las
Cá mara s corporati vas, cuya prác ti ca no ha dejado de plantear e no rmes problemas, ya sea en
regíme nes autoritari os inspirados por pla nteam ientos corporati vos, ya en regímenes demoli -
bera les, e n los que no ha n llegado a cuaja r propuestas de este estilo.
A mi e ntender, ut il iza r estos conceptos para tra tar orga ni smos del tipo de las Cámaras.
c uya vocac ió n ele grupo de inte rés (y aun de pres ió n, si se qui ere atender a un a interpre taci ó n
estricta) es más que evidente. puede dar inte resantes frut os. Sin e mba rgo, e l tratamiento tra-
dici ona l ha te nido una perspec ti va mu y ce ntrada e n los propios grupos, conside rando al Po-
der político y a la Ad mini stración co mo algo sobre lo que se ejerce inllu encia o al menos
se inten ta, aparec iendo ésta como mero sujeto pas ivo. Dic ha pasiv idad me recería. en mi opi-
nión, ser cuesti o nada.
Normalme nte, e l in terés de los estudiosos se ha d irigido a considerar la prob lemática
de ri vada ele la intl uenc ia de los gru pos de interés sobre el Poder políti co . las mane ras en que
se produce y las formas en que se conc reta su insti tuc io nalización . Sin e mbargo, es mucho
menos !"recuente encontrar un planteamiento q ue inco rpore su re lació n dialéctica con e l sis-
tema y coyunt ura po líticas conc retas, lo que nos parece fund amenta l. El auge de las teorías
neocorpora tivas ha ve ni do a hace r hincapié e n e l pa pe l que el propio Estado j uega en la
o rga ni zac ión y evol ució n ele los gru pos de intereses, no só lo como lo q ue pod ría mos deno-
minar <<e l refere nte >> que han de te ne r en cuenta los grupos para consolidar sus particulares
estrategias. si no ta mbi én como sujeto ac tivo capaz de ejercer. en pa lab ras de Su zan ne Ber-
ge r. «Un pa pel de notable re levanc ia en la determinac ión de l c onten ido y de la defi nición de
los intereses. y no sólo e n la de las tác ticas y estrategias organi zatorias >>cc .
A pi icando estas re tlex ioncs al caso que nos oc upa , podremos compre nder mucho mejor
la di sta ncia e ntre lo q ue teóricamente debían ser y hacer las Cámaras como grupo ele inte-
reses y lo que rea lm ente hac ían e n e l mome nto hi stórico que consideremos. te niendo e n
c uenta como parte fundamen tal sus re laciones con el poder estatal. que fu e, a l fin y al cabo.
quie n las c rcó 2 ' . En este sen tido, va mos a comprobar que no es lo mismo la re laci ó n Cáma-
rns-Admin istración en las primeras e tapas de la vida camera! que en la e tapa objeto de nues-
tro est udi o. Podría aquí te ner tambié n aplic ac ión la a firmac ió n de Ehrl ich referida a que la
estructura po lít ica condiciona a los g rupos de presió n 2\ inclu so has ta e l ex tremo de impe-
d irl es juga r d ic ho pape l. En el caso conc reto de las Cámaras duran te el fra nqui smo será ne-
cesario ex pli c itar has ta qué punto su posici ó n ele sometimiento a la Administrac ió n desvirtúa
su papel como grupo rep rese nta ti vo de int ereses.
Por otra parte. co mo hi storiadores, e ntendemos que debe mos optar por una vía inte rpre-
tativa difere nte de la jurídica. S i el jurista se centra en los aspectos que rodean al «deber
ser>> de las Cámaras. nuestra investigación primará e l estudio de lo que realmen te han sido
y el po rqué de todo ello. Es indudable que este planteam ie nto se lucra de las aportac iones

22 Bcrgcr. Suzannc : <<Int roducc ión >> a la o bra co mpilada por e lla mi sma. L a orga11i~acirí11 de l o s gru-
f)(Js de i11terés e11 Europa occidemal. Mad ri d. Min is1e ri o de T rabajo y Seg uri dad Social, l9RR (vers ión e'-
pañola de la ob ra ing lesa publicada e n 198 1).
c 1 El estudi o del profesor SCt nc hez Blanco sobre las Cámaras 'e mueve en esa línea. que nosotro s e n
buena pa n ..: compa n imos . La d ife rencia prin ci pa l cmre su investi gación y la nues1ra se va a ce ntrar en e l
p lant ea mi e nto me todo lógico: é l pa rte ele la norm ati va y del a nálisis de la estruc lura orgánica: no,otros de
las rea li ~:ac i on cs práclicas: es ev iden le q ue como t' l mismo afirma , la ut iliz:.K ión de fu e ntes de o1ro lipo
co ndici o na el 1n.?1odo empleado.
2 ~ Ehrli c h. S. : Ofi. c i t .. p. 27.
24 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

realizadas por los especialistas e n e l Derecho Administrati vo. Sin e mbargo, puesto que más
que ate nder a estimaciones valorati vas, nuestro obj eti vo tiende a comprender las razones de
una peculiar evolució n hi stóri ca, e l plantea miento resu lta inevitable me nte d istinto. ¿Cuá l de-
be ser. e nto nces, nuestra perspecti va de anál isis?
Como ap untamos antes la mejor y más sugere nte aportación al estudio de las Cámaras
desde el campo hi stórico se contiene en la reciente Historia ele la Cámara ele Madri(F'- No
nos referimos a su concepción ele las Cámaras como «grupos ele gestión». concepto que tie ne
e l pe ligro, a nuestro entender, ele contribuir a crear confusión respecto a l carácter q ue tie ne
la institución came ra!. Nos referimos a su clclinició n ini cial de las Cámaras como una fo rma
ele asociacioni smo de los grupos mercanti les (e industriales), después oril lada por los autores
del trabajo. En definiti va, nos parece correcta la consideración de las Cámaras como pecu-
liares agrupac iones patronales por diversos mo ti vos:
En primer lugar. en c ualquiera de los modelos existentes de Cámaras ele Comercio, se
aprecia que la base que las compone está compuesta ele empresas (o si se qu iere, de empre-
sarios). En segundo lugar, la creació n, normas y evolución de las Cámaras e n los países ele
nuestro entorno y en e l nuestro tambié n, evidencian a las claras e l deseo ele las mi smas de
ser agrupaciones que << represente n» y <<de fiendan» los intereses de sus asociados (vo lunta-
rios o fo rzosos, según los disti ntos modelos de Cámaras) ante el Poder consti tuido e n cada
sitio conc reto: todo lo cual sitúa a estas organi zaciones e n el ámbito teórico-metodológ ico
de los grupos ele interés o grupos de presión.
En tercer lugar. la intervención tutelar del Estado respecto a las Cámaras (casi inex is-
ten te e n el caso de las Cámaras de mode lo anglosajón e importante en las llamadas oficiales,
c readas bajo e l modelo fran cés) pla ntea, espec ialme nte e n e l caso galo, el problema ele la
re lación estatal con estos entes, es decir, ele la institucionalizació n ele la representac ión ele
intcreses 26 .
Po r ello ente ndemos las Cámaras de Comercio e Industria como grupos de inte reses ele
carácter empresarial instituciona lizados. En este pla nteamiento, la reflexió n sobre su opera-
ti vidad como grupo patronal es fundamental. e introduce conve rge nc ias noto rias con las
obras más críticas con la trayec to ria ca me ra!. G racias a los juristas conocemos ya la inade-
c uación de la no rmat iva a los objeti vos teóricos ele las Cámaras. Pre te nde mos añadir a ho ra
a estos aná lisis el del conjunto ele circunstanc ias hi stóricas que contri buyeron a imped ir a
los e mpresarios presentes en las Cámaras e l instrumenta rlas, pero les pe rmi tieron defende r
su supervivencia.
La relación ele la tra yecto ria came ra! con la del mundo patronal español y sus organi-
zaciones resulta un factor explicativo fun damenta l; ele ahí nuestra prete ns ió n de contribuir a
la cobertura parcial de esta laguna, subsana ndo su inj ustifi cado o lv ido. Como te ndre mos
ocasión de comprobar posteriormente. no ha sido el campo de las o rgani zacio nes empresa-
riales excesiva me nte transitado por los investigadores y c uando se ha hecho, se tiende a ex -
c luir (o mejor, a no incluir, u obviar) la problemática espec ífica de las Cá maras ele Comercio.
Un acercamie nto más minucioso a éstas revela lo improcede nte ele tratar ele expl icarlas pres-
c ind ie ndo de sus conexiones con las patronales clásicas. La vocació n de agrupación patronal

25 Bahamonde Magro. A .: De l Re y Regu ill o, F. : Ma rtínez. J . A.: /..<1 Cú111ara Oficial de Cn111ercio e
lndu.l"lria de M adrid. ... o¡¡. cit.
26 Tomamos e l térmi no de l tra bajo de l profesor Jorge de E,te ban: <<La re presentación de inte reses y

..,u in..,tituc iona liLación ...", art. ci t.


LAS CÁMARAS DE COM ERCIO EN EL FRANQUISMO 25

de las Cámaras nos parece demostrable . pese a opinio nes en contra manifestadas desde e l
propio mundo camera!.
En esta línea se sitúa un adelanto de lo que parece será un trabajo sobre las Cámaras de
Comercio en Cataluña, reali zado por el profesor Joaquim Molins. quien sitúa la problemá-
tica camera! den tro de la específica órbita de los grupos de intcreses27 , reseñando la penuria
de trabajos sobre esta cuestión y el impulso que ha significado para paliarla la recepción e n
España del debate sobre las teorías neocorporativascK_ Sus hipótesis de trabajo hacen refe-
rencia a la problemática actual de las Cámarasc9 , pero e l tratamiento dado a las mismas -
considerarlas como grupos de intereses y anali zarlas en función de sus re laciones con el
mundo empresarial- puede constituir un apoyo más en el planteamiento que nosotros hemos
reali zado.
En nuestra opinión, la historia de las Cámaras puede entenderse mejor a partir de un
modelo teórico que, partiendo de ~u consideración como grupos de intereses institucionali-
zados. trata de explicar su naturaleza y desarrollo, en función de las inteiTelacioncs y cam-
hios de un conjunto de variables o factore s determinantes de la vida camera!. Esta, en e fecto,
no puede ser compre ndida sin tener en cuenta:
l. El referente exterim: Desde e l prec iso instante de la creació n de las Cámaras en Es-
pall a hasta el momento presente, no cabe duda de que la trayectoria de estas instituciones
e n otros muchos países ha ejercido una influencia destacada sobre las del nuestro. Hay que
tener en cuenta que esta figura asociativa tiene una amplia presencia temporal y espac ial , y
que las diversas situaciones de las Cámaras en los distintos Estados, no impide que se pue-
dan detectar determinados e lementos comunes en su evolución, fruto de préstamos o ej em-
plos cuya intluencia sobre e l concreto caso español vamos a poner de relieve.
2. Las distintas coyu111uras socio-políticas y económicas en que se desenvuelve su ac-
tividad. Resulta lógico pensar que los avatares hi stóricos de la sociedad español a de la últi-
ma centuria habrían de tener su rellejo en las actitudes adoptadas por los sectores sociales
agrupados en las Cámaras de Comercio, espec ia lmente si se producen situaciones contlicti-
vas. las cuales inducen trasce ndentes respuestas de las Cámaras.
3. La génesis y consolidación del asociacionis111o pa!ronal y su re percusión sobre las
Cámaras. Estas constituían, como hemos dicho, una particular fo rma asociati va, pero otras
fu eron dcsmTollándose a lo largo especialmente del primer tercio del presente siglo, lo cual in-
c idió lógicamente en las actitudes de las Cámaras y en la posición que adoptaron los grupos
empresariales ante ellas. Cienas transformaciones de l mundo camera! han de entenderse. como
ya apuntamos, en función de la intluencia ejercida por el resto del movimiento patronal.
4. La aeli!ud de la Adminis1ración respecto a las Cámaras. Al ser éstas un grupo ins-
titucionali zado, es decir, incorporado a la estructura oficial del Estado, este factor va a re-
sultar uno de los más determinantes. Las Cámaras nacen como una insti tución creada y

n Molins Lópe,(-Rodó. Joaquim M.: <<Cham bcrs of Commercc as lnterest Group' ''· Barcelona. lns-
titul de Ciencie-; Polit iques i Socials. 1989, Working Papers, no 8.
2g lbide111. p. 2- 1O.
29 En concre to. ' e pla ntea como hi pótesis o preg untas que habrán de 'er co ntrastadas y co ntestadas

las siguie ntes: si las Cámaras son o no organi Laciones superpueslas a las asoc iac iones empresa riales; si los
dos tipos de orga ni zació n represe ntan los mi smos intereses. existie ndo, por tanto. posi bilidad ele con tlicto
e n1re e ll as: q ué e mpuja a cie rtas co mpañías a participar en las Cámaras y qué c lase ele incentivos rec ibe n;
qué re lac iones ex isten entre la é lite política y las Cámaras. e n orden a dete rm ina r el grado ele influe nc ia
q ue éstas puedan tener sobre aqué lla . lbic!Pm. pp. 10- 1 l .
:26 L. SANT IAGO DiEZ CANO

desarrollada por los Poderes públicos. teóricamente para incorporar al proceso de toma de
decisiones a los grupos mercantiles e industriales y lograr, en una labor conjunta. potenciar
las estructuras mercantiles y fabriles del país. El cu mplimiento o incumplimiento de estas
funciones, y su orie ntac ión en de fe nsa ele los intereses de dichos grupos sociales de penden.
tanto o más que de la capacidad de iniciativa camera] , ele la ate nció n y el apoyo que los
poderes públicos presten a las Cámaras.
S. El otro punto ele referencia estaba en la propia configuración i11terna ele la institu-
c ión. en su capacidad para ofrecer a los sectores sociales que quería representar propuestas
atractivas, capaces de ligarlos a ellas. La vida camera! dependía en buena parte de que sus
diri gentes o «miembros» 'iupicran organ izar adecuadamente sus recursos a tal fin, al tiempo
que lograran cada vez mayo res cotas ele influencia ante la Adm inistración .
La relació n dialéctica entre todo~ estos facto res ex plica la peculiar trayectoria hi stórica
ele estos organismos. abocada a una progresiva desnaturalizac ión ele su carácte r primigenio
como grupo representativo ele los intereses empresaria les de comerciantes e industriales.
Esta desnaturalización alcanza su punto culminante durante e l franqui smo. que es pre -
cisamente la etapa que nosotros vamos a estudiar. En nuestra opinió n, para entende r lo que
ocurre con las Cúmaras en este periodo es impresc indible patt ir de la posic ión adoptada por
el nuevo Estado frellle a la organ izac ión de los intereses empresariales. Más allú ele los con-
dicionantes ideológicos, e ludidos por la práctica concreta, se puede fúcilme nte observar en
e l Estado franquista el recelo hac ia las manifestac iones organizati vas no controladas. en este
caso, ele los patronos. La canalizac ión instituci onal ele sus intereses va a sufrir indudables
distorsiones, como producto lógico de la nueva situación. En este contex to, la posic ión ele
las Cú m ara~ va a ser ele ex tre ma clcbi liclad y su respuesta consiste en basc ular hac ia la pro pia
Administración, hasta llegar, en a lgunos casos, a la e ntrega más absoluta. El debilitamiento
de su carác ter representativo adq uiere. entonces, sus cotas más altas.
Parece obligado re fl exionar brevemente acerca de una c uestión que subyace en toda la
problemútica camera! del periodo que estudiamos y aun de los años a nteriores: la referida a
los cauces asociati vos que utiliza e l conjunto del empresariado frente a los Pode res Públicos
y la de qué medios le parecían más idóneos para hacer llegar al Gobierno patte o todas sus
re iv indicac iones. fundam entalmente las de carác ter econó mico. Estimamos de imerés esta
rc ncxión porque ella cont tibuiría a hacer más comprensible la naturaleza ele las Cámaras de
Comerc io. a l tiempo que serviría para introduc irnos en el debate sobre su sentido ú ltimo y
~u operati viciad.
En la historiografía española rec iente, el te rna de la acción de los gru pos de interés y
más en concreto. ele los grupos patronales ele intereses, apenas ha sido esbozado hasta etapas
recientes. No conocíamos casi nada ele sus procesos ele formación, su estructura. sus re lacio-
nes con otros grupos y con las estruc turas pol íticas. etc. Afortunadamente. esta care ncia em-
pieza a ser subsanada, aunque sea mín imamente.
En un pequeño pero sugere nte trabajo, el profesor Linz ha sintetizado a grandes rasgos
las re lacio nes entre la política y los gru pos de inte reses e n la última centuria, contribuyendo
a desb rozar globalmente este te ma de in vestigación-'0 . Resulta atractiva la hipótesis all í plan-

30 Linz, Juan Jo,é: «Po lítica e Intereses a lo largo de un si glo en España. I SX0-1 9X(h>. en Gi ner.

Salvador y Péret Yrucla. Manue l (cds.): El mrporatismo en EspaFiu. Barcelona, Ariel, 1988, pp. 67-1 2.' -
Dicho trabajo es una traducción de l o rigi na l aparecido en e l trabajo compi lado por Suzanne Berger: O rga-
ni:ing flltcresrs in We.\'h'rll Europe: P/uralism, Cm¡)()rarisiJI, und the Tmnsfúmwrions of' Po/itics, Cambrid-
LAS CÁMA RAS DE COMERC IO EC\ EL FRANQ UIS MO 27

tead a acerca de la re lación entre la fa lta de articulac ión de los grupos de intereses en España
y la discontinuidad del sistema político español , que ha conocido e n estos cien años c inc o
expe rie nc ias d ifere ntes-' 1: el sistema canovista , la e xpe rie ncia corporati va de Primo ele Ri ve-
ra, la e tapa repub licana, el régimen franqui sta y la actua l situació n de mocrática. Las pec u-
liares circunstancias ele cada uno ele ellos ex plicarían la debi lidad ge néri ca de los grupos ele
inte reses: la primacía ele las cuesti ones pol íticas y ele las redes c lie ntelare s e n la Restaura -
ción: la anacrónica experiencia corporativa ele la Dictadura ; la po larización del conflicto so -
cial, exacerbado hasta posiciones revo lucionarias y contrarrevolucio narias en la República; e l
siste ma corporativo de l franquismo. exc luyente ele cualqu ie r organización autónoma ele los inte-
reses: o, finalmente, los límites que el predominio ele las cuestiones políticas ha im puesto e n la
etapa de la transició n. En opinión de Linz, puede que fuera necesario para lograr una conso lida-
ción real de estos grupos. un periodo prolongado ele estabilidad política-'~ y una cierta ausenc ia
de contlictos intensos, circunstancias ambas que no aparecen en el caso españo l.
Esta hipótesis o ri g inal contiene. empero, c ie11as premisas que conve ndría matizar. El pa-
pel predomi nante oto rgado po r Linz a la s cuestiones políticas y a la influencia de las rcd c~
c lie nte lares en la Restauración (muy e n línea con las propuestas esbozad::t s por autores como
Vare la o Tuse ll " ) tiende a minusvalorar la acción de los inte rese s eco nómicos, org a ni zados
o no . Recie ntes trabajos han contribuido a poner de manifi esto la importancia de la acció n
g rupal o corporati v::t en e l seno de l sistem a, espec ialme nte en la etapa más crítica del mi s-
mo '-~ . Por otra parte, el fracaso de la experiencia corporativa de la Dictadura no debe ocul tar.
como el mismo Linz recuerda, e l desarrollo de múltiples grupos de inte rés en esta etapa.
Tampoco parece convincente la cxplic aci()n de l conflicto político co mo ún ica ra íz ele la c ri:,is
ele la Espaí1a ele los años 30 , pues ya a lg una obra, como la de Me rcedes Cabrcra1\ ha mos-
trado la intensa y trascendente ac ti vidad ele cie rtas asoc iaciones, e n e ste caso patronales, du-
ra nte la Seg unda Rep ública.
Si nos limitamos a la etapa franqui sta. la e scasez de trabajos sobre las relaciones em-
presarios/poder es aún mayor. Posihl cmentc el pecu liar tratamie nto dad o por el fra nqui smo

ge. Mass. Camhridgc Univc rsity Prcss, 198 1; rccicniCmcntc, ha aparecido en edic ió n cspaiiola. cdilado por
e l Mi nisteri o de Trabaj o. aunque e n la mis ma no se contiene e l artículo de l profesor Li nz.
11 Linz, J. J.: Op. cil. v .:an se tambié n las ref lex io nes de Molins, J., Ol'· cir.. pp. 4-6 que sigue n la

ohra anleriormente citada.


'' Linz. J. J.: Op. cir.. pp. 1 t 1- 11 2 y 71.
-" Vare la Ortega. J.: Los amigos políricos. Partidos. elecciones v caciquismo en la Resrauracián
( 18 75- 1900). Madrid, Ali anza Ed itori al, 1975 . T usell. Javier: Oligarquía v caciquismo 1?11 Andalucía ( ISY0-
1923 ). Barce lona. Planeta. 1976.
q No es nuestra intenc ión entrar e n un amílisis en profundi dad de esta cuestión. Como resume n. véa-
se e l artículo colecti vo de Antonio Elorza, Luis ArratJZ y Fernando del Rey, <<Libera lismo y corporativis mo
e n la crisis de la Restauración», en Lo crisis de la Restau rucirí11. España entre la primera guerra 1!/llllllial
-'' lu 11 Re1níblim (11 Coloquio de Scgovia sohrc Historia Conte mporánea). Madrid. S. XX I, 1 9~ 6. Para la
etapa anterior. algunos autores. de'>de el campo de la hi sto ri a económica. han reaccionado frente a la visión
e xcesivamente po lítica del profesor Vare la Ortega en 'u e xplicación del siste ma restaurador: e n esa línea
.:s1án las aportac iones de José María Sc·rrano Sanz, Jes ús San;., Ricardo Robledo, e tc. Algú n trabaj o rec it' n
apa rec ido ha puesto de manifiesto la importancia de la acc ión corporativa colegial. cuhrie ndo una lag una
importante. cual era la de l tratamiento de los cuerpos burocníticos: Vill acorta Baiios. F.: Profesionales r
l¡¡m ieraras: Eswdo \'poder corporatii'O en la España del siglo XX. 1890- 1923, M adrid . Siglo XXJ. 191N .
'' Cahrcra. Mercedes: La patronal en la 11 Re1níhlico. Organizacirín v eslmtegia. 193 1- 193ó, Ma-
d rid. Siglo XX I. t 983.
28 L. SA'ITIAGO DÍEZ CANO

a l asociacion ismo tan to patrona l como obrero pueda influ ir en esta escasez de investi gacio-
nes. Teóricame nte e nc uadrado todo el entra mado asociati vo patro nal bajo la órbita de la Or-
ga nización S indical, parece necesario para acceder a aq ué l un estudio de esta última . Dicha
investi gación no ha sido realizado de ma ne ra exha usti va. au nque hay estimables trabajos.
como el del prol"csor Mig uel Angel Aparicio 16, que abo rdan el conocimien to del papel de-
sempeñado po r los S indicatos e n la config uració n inicial de l Régime n; no deja re mos de
referirnos a las princ ipales a po rtacio ne s q ue nos ofrece tan interesante u·abajo. Pe ro. por
e l mo me nto. no dis ponemos de estudios monográ ficos que cubra n toda la etapa y a na li-
cen no ya la inserc ió n real de l empresariaclo e n la es truc tura s ind ical, s ino ta n s iq uie ra
la con fi g urac ió n específica de ésta y e l pape l de sem peñado por e ll a a lo largo ele toda la
e ra franqu ista 37 . No es fác il hoy co noce r bien la orga ni zac ió n ele los g rupos de inte rés y
má s concreta me nte ele los g rupos ele interés e mpresariales. A lg unos trabajos refe ridos al
asociac ion ismo e mpresari al e n la transición ha n puesto ele ma nif iesto la s líneas de con-
tinuid ad que ex iste n e ntre las act ua les a soc iac iones de e mpresarios y los g rupos s urgidos
e n e l peri odo de l sindicalismo ve rti cal, ya fuera bajo la ó rb ita de éste o al marge n, e n
forma de soc iedades a nó nimas, conso rcios o a través de Entidades como las Cáma ras de
Come rc io. S in e mbargo. éstas no dej an de ser opiniones fa ltas e n su mayoría ele un de -
fin itivo contras te empírico. q ue nos aclare cómo establecían los empresarios sus re lacio-
nes con el poder po lítico e n el régime n fra nqu ista. A este respecto, no hay que olvidar
la impo rtancia q ue du rante m uc hos años tu vie ron las re lacio nes estri ctame nte personales,
no vchic ul adas a través ele gru po al guno. es dec ir. la validez ele las «influenc ias>> como me-
dio ele acceso a los favores del pod er' ~ .

11' Aparicio. Mi guel Angel: El Sindicalismo l'ertiml v la.fámuu.:ilíll del Es{{u/ofi·m ¡,¡uista. Barcelona.

EUN IBAR , 1980. Del mismo autor, << Lo' comienLO;, del sindicalismo franq uis ta». en Fo ntana, Josep: r.\-
f"llltl bajo el.frunqui.mw. Barcelona. Crítica. 1986.
37 Especialm<?ntc los producidos por el equipo di rigido por Víctor Pércz Díaz, qu ien partiendo de

esquemas conceptua les corporatista;,. intenta analizar las relaciones entre el empresariado y la clase política.
La mayoría fueron recogido;, en el número 22 de Pu¡Je/es de Econo111ía Espmiola. Pérez Día1., Víctor: << Lo;,
em presarios y la clao;e política». y <<Las organizaciones empresariales sectoriales>>. pp. 2-37 y 139- 143 : Ló-
pet, Novo. J. Pedro: «La nrgan i7.aeió n ele los intereses empresariales en la industria farmacéutica españPia».
pp. 144- 160: Rij nen. Harry: <<El asociac ionis mo empresari al en la industria química española>>, pp. 16 1-
177: Gonzákz Rodríguez. Juan Jesús y Ri villa. Pilar: <<LJs organizaci ones empresariales en el sector cons-
trucc ión»: Solé. C:~r l ota: <<El -.i-.tema asociativo empresarial en el sector tex ti 1español>>. pp. 187- 196. Puede
vcr;,e, as imismo. el trahajo de Gincr. Salvador y Pérez Yruela. M.: «El desarrollo del corporatisrno en E:--
pai'ía>>. en Giner y Pérc;. Yrue la. op. ci1.. pp. 127- 150. Otros trabajos no situados en el e;,pccífi co marco
conceptual corporatista son los ele Martínez. Roben y Pardo Ave llaneda. Rafael: «l~l asoc iacionis mo em-
presarial e;, pañol en la tran., ici6n>>. y el de Luclevicl. Manuel y Scrla vós, Rieard: «El Fomento de l Trabajo
Nacional». :~m bos en el nümeru ci tado de Papeles de Ecollofi/Íu Esprulo/a, pp. 8-+- 11 -+ y 122- 1.18, respec-
ti vamen te. Los ll·aoajos ele Pérez Díaz. Giner e Yruela, Solé y Rij nen hacen referencia explícita a las Cá-
maras como ag lutinaclores de intereses empresaria les en el fran qui;, mo. sea a nivel general. sea en un plano
concreto de sector. como puede ser el químico o el rextil. En el ll·aoajo citado de Joaqu ím Moli n:-.. este
re:-ei'ía también có mo algunos investigadores han destacado el papel j ugado por las Cámaras en este sent ido.
Mol ins, J., o¡J. cit .. p. 10. nota 3 1, hac iendo referencia a un estudio de S. Agu il ar sobre «L" empresari at i
ks seves organ itzacio n-.». en Visirí de Catulwzva. Diputació de Barcelo na, 1987, y a otro de Carlota Solé
y F. Miguélez sobre C/asses socials i poder politic u C111alunm. Barcelona, PPU. 1987.
_;x Como :~p rox i mación a esta cuestión pueden verse el ya clásico trabajo de Francisco Murill o f-'e rrol:
Eslltdios de Socio/ogfu Polílim, op. ci t. ; o, clcscle otra perspectiva, el ele Carlos Moya: El Poder ecmuinlico
en Espml a. Mad ri d. Túcar, 1975.
LAS CÁMA RAS DE COMERC IO El\ EL FRANQ UISMO 29

Valorando de forma adecuada esta situación. a través del recurso a las obras que en al-
guna forma u otra han abordado las relaciones e ntre los grupos de intereses empresarial es y
e l franqu ismo, podre rnos situar en el lugar adec uado el papel desempeñado en el las por las
Cámaras. Dada la estructura que tie ne la Administración del nuevo Estado salido de la gue-
rra civil, deberemos considerar su actitud como el factor más intluyente de la trayectoria
camera! en estos años ; pero ello no significará ni mucho menos, la desconsideración de las
otras variables que componen el modelo con el que operamos, pues incluso ahora sigue actuando
como condicionante el referente del exterior. Asimismo, la organización de los intereses empre-
~mia l cs en su conjunto revestirá, como hemos advertido. especiales características. Las dis-
tintas coyunturas socio-políticas y económicas no dejarán tampoco de infl ui r en la vida
camera!, singularme nte en dos precisos momentos a los que prestare mos particular atención:
e l cambio de rumbo en la economía, producido a finales de los años 50 y principios de la
década siguiente y la pugna política abien a a finales de esta época. Por último, es ineludible
una reflexión sob re la proble mática interna q ue afecta a las Cámaras, y sobre la capac idad
y e ficacia de sus dirigentes.

M ÉTODO Y FUENTES

Nuestro trabajo constará de tres partes: una reflex ión h istórica general y global sobre la
naturaleza y trayectoria de las Cámaras de Comercio; un análisis de su carácter y compor-
tamiento en e l franqui smo, y, por último, un estudio sobre una institución local: la Cámara
de Comercio e Industria de Salama nca. Con él no pretendemos un mero ejercic io erud ito
destinado a un mej or conoci mi ento de la provincia o la región, sino articul ar un banco de
pruebas de peq ueñas dimensiones. en el que comprobar las hipótes is previas sobre la d iná-
mica camera! o desde el que elaborar un modelo inte rpretativo cuya funcionalidad quedaría
confirmada o desmentida por futuros estudios del mismo género, y su comparación.
La primera parte de nuestro trabajo se iniciará con una síntesis de la problemática ca-
mera! en nuestro entomo, para tene r un punto de referencia que permita entender en toda su
amplitud la evol ución concreta de las Cámaras españo las, identificando las similitudes y di-
ferenc ias existe ntes e ntre éstas y sus homónimas. especialmente las europeas. Posteriormen-
te. describiremos la trayectoria de las Cámaras. inte rpretando su evolución entre el momento
de su nacimiento en 1886 y el in icio de la guen·a c ivil, es decir, nos referiremos a los ante -
cedentes de la institución.
La posición de las Cámaras en e l franquismo será analizada en tres grandes bloques: en
pri mer lugar. el dd periodo comprendido ent re el fina l de la guerra civil y el tinal de la
década de los cincuenta; en ese mo me nto, se prod uce un cambio de la política (marcado por
e l hito que supo ne el Plan de Estabilizac ión), que tiene incidencia cierta sobre las Cámaras
ele Comerc io: la nueva orientación será analizada en func ión de l sig nificado que tiene la
Asamblea de 196 1. ún ica reun ión camera! de todo el periodo: la sig uiente etapa, que iría
desde ese momento hasta 1975 , se estudiará atendiendo especialmente a la confro ntaci ón de
las Cámaras con la Organ izac ió n Sindical. Finalmente, recapitularemos sobre la posición de
las Cámaras en e l franqui smo y las perspectivas que abre e l fin al del Régimen, a través de
una disección de la Asamblea celebrada en 1977.
Trataremos a continuación de comprobar la validez de las hi póte sis interpretativas glo-
ba les util izadas, aplicándolas al caso ele la Cámara de Comercio e Industria de Sala manca.
En primer lugar, resumire mos la histori a de la misma desde el momento de su creación hasta
30 L. SANTI AGO DiEZ CA:" O

el comienzo de la etapa objeto de nuestro estudio: en esa exposición de los antecedentes


de la Cámara salmantina. nos inte resa especialmente su funcionamiemo como grupo de in-
tereses re presentativo del e mpresariado salmantino y sus re laciones con organ izac iones si -
mi lares.
Previomente al amílisis específico de la institución. hemos real izado una interpretació n
de la evolución ge neral de la economía salmantina durante el franquismo para así poder con-
textual izar de mejor manera la concreta actividad desplegada por la Cámara.
Después. anali zaremos la institución desde una triple perspectiva: De una parte la de sus
componentes. es decir, los e lectores, para saber quiénes componían los censos electorales y
a quién, en teoría, se pretendía representar; ofreceremos datos contrastados de la evolució n
del censo e lectoral y los cambios sufridos en el transcurso del periodo; de otra la de sus
dirigen tes, los componentes del Pleno de la Cámara, que son los que realmente la gestionan
y finalmente la de su actividad, analizada a través de la propia organización interna de la
e ntidad y de su proyección exterior.
Esta óptica interpretativa que hemos adoptado nos aleja de la mayoría de las Historias
hasta ahora publicadas, en las cuales no existe apenas intento de desentrañar la natural eza
ele la Cámara estudiada o de analizar su pro blemática interna, a causa ele la excluyente preo-
cupación por de mostrar actividades y logros. Nosotros hemos estimado más interesante acer-
carnos al funcionamiento interno de la Cámara, para comprobar su adecuación o
inadecuación a los teóricos objetivos y funciones ele la institución. Dividiremos la exposi-
ción e n tres etapas, que coinciden, en líneas generales, con los mandatos ele los Presidentes
ele la entidad: 1940- 1955; 1955- 1959 y 1959- 1975 39, pues cada una ele e llas muestra cienas
características homogéneas.
Como es natura l, para cada parte hemos utilizado fuen tes y bibliografía diferentes:
Los capítul os dedicados a glosar la dinámica camera] global se basan en fuentes impre-
sas (publicaciones del Consejo Superior de Cámaras ya desde la Guena Civil , reseñas ele las
dos ún icas Asambleas de Cámaras celebradas,...) e inéditas. Estas últimas proceden, e n pri -
mer lugar. de los informes que e l Consejo de Estado emitió sobre aspectos conexos con la
problemática camera] , como son los problemas ocasionados por la R.O. ele 1966 y especial-
mente la gestación del Reglamento de 1974. En segundo lugar, te nemos la documentación
conservada e n el Ministerio ele Comercio relativa a las Cámaras; esta última es especialmen-
te interesante para poder comprender la polémica desatada entre las Cámaras y la Organiza-
c ión Sindical. sobre todo para ex plicitar su real trasfondo; pero también hemos hallado en
el Archivo del Ministerio ele Comercio resúmenes de la situac ión económ ica de las Cámaras
para d ive rsos años, que van de 1946 a 1969, lo c ual nos ha permitido realizar un estud io de
las fi nanzas camerales e n esta etapa. El tratamiento dado a estas fuentes en las Historias
~obre Cámaras publi cadas es casi inexistente 40 , ü pesar de su notoria importanc ia, pero pre-

' 9 La primera e tapa corresponde a la preo,idencia de José María Viiiuela. que e ra Preside nte desde
1910; la segunda corresponde al breve pe riodo del mandato ele Ju lio lbáñez; la última es la desarrollada
bajo las presi dencias de A ngel Nuño Sánchez y Zenó n J iménez-R icl ruejo.
1" Se suelen encontrar algunas afirmaciones acerca ck lo fa vorable que resultó. para las pos ic io nes

de fendidas por las Cámaras, el Informe e miti do por e l Consej o ele Estado r·elarivo a la polémi ca q ue sos-
tenían con la Organi zación Si nd ical, pero dic ho Informe no es a nal izado siste máticamente ni tampoco se
pone en relació n con otro tipo ele documentación. La obra que más se detiene en esta c uestión, aporta ndo,
además. algunas no tas ele interés, es de nuevo la dedi cada a la Hi ,JOria ele la Cámara ele Mad rid. que sin
e mbargo. tampoco analiza los informes del Com,ejo de Estado ni la docume ntac ión del Ministerio. Vlllve-
L AS CAMA RAS DE COM ERC IO EN EL FRANQUISMO 31

sumiblemente las consecuencias que se deri van de su anál isis. no se adec úen a la estrategia que
preside y orienta l o~ estudios más recientes sobre Cámaras, al menos los e ncargados por ellas.
Las fu e ntes conservadas en la propia Cámara de Come rcio e 1ndustria de Salamanca
constituyen el básico sustrato doc umen tal de toda la segunda parte. Los censos clcc toralc~
realizados por la entidad permiten seguir la evolución de l número de electores o compo nen-
tes de la Cámara: e l trabajo realizado sobre ellos nos ha pe1mitido averig ua r cómo estaba
estructurado el teórico destinatatio de la acti vidad camcral. Las Memorias, Actas del Pleno,
Actas de la Mesa o de diversas Comisio nes permiten seguir las transformacio nes tanto en
los eq uipos dirigentes como e n las fun ciones desplegadas por la e ntidad y - lo que es tan
impo11antc o más en ocasiones- . asimi smo, la problemática inte rna que tu vo que abordar.
Los Presupuestos y Liquidaciones de los mi smos refe ridos a todo el periodo estudiado cons-
tituyen el complemento ideal para conocer la funcio nalidad de la Cámara, al proporcionar-
nos datos de sus tuentes de ingresos y e l destino de los mismos.
A toda esta documentación he mos añadido la refere nte a la Cámara que hallamos en e l
Arc hivo del Consejo Superior de Cámaras, en Madrid, docume ntación que ha resul tado. pese
a su relativa parquedad. de extrao rdina ria importancia para compre nde r el fun cionamiento
inte rno de la e ntidad e n alguna etapa especialme nte conrli c tiva~ 1 • l-Ie mos utilizado asimismo
documentación proporcionada por la Cámara barcelonesa, cuyo ri co arc hivo alberga no sól o
datos de la entidad catalana, sino abundante material re lati vo a la mayoría de las Cámaras
españolas. Asimi smo, ha resultado fructífero e l recurso a la pre nsa, pues el vaciado de los
pe ri ódicos locales proporciona datos de indudable interés para scgu1r las vicisitudes de la
Cámara salmantina.

remos luego sobre esta c uestión. Por otra pa rte. c reemos que la predomi nante visión loca lista que impregna
todas estas Hi storias ha impedido de te nerse con m ucha m5s ate nción e n la releva ncia de las dos A-.;ambleas
ce lebradas. o e n las publicaciones. pe riódicas o no. hechas por e l Consejo.
~ 1 Las hasta ahora inexp loradas fu e mes de l Consejo resultan esenciales. pero. a pesar de que muc has
C;imaras han conservado e n sw, a rchi vos documentación procedente del m ismo, su ut iliLac ión ha sido mí-
nima y. desde luego . inex istente c ua ndo e n ellas se hacía refe re ncia a ..: uesti o nes q ue pud ie ran resulta r es-
pinosas. En ése senti do. resulta a nóma lo que no aparezcan reflejados informes re mitidos al Consejo sobre
la si tuación e n c iertas Cámaras, que sabe mos que se produjero n. T a n sólo la H istoria de la Cámara tarra-
cone nse contie ne a lgun a refere ncia tangenc ial a este :h ulllo. El inte nto de evitar c ualquie r reflexión c rítica
sobre el fu ncionamie nto camera! está e n e l fondo de este «o lvido». Como. además, no ha se ha realizado
ning una Hi storia de l Co nsejo, las lag unas q ue quedan por c ubrir e n la rec iente hi'itoria de las Cümara-; son
aú n muc has.
Primera Parte
Condicionantes de la trayectoria camera}
LOS CONDICIONANTES EXTERIOR ES DE LA TRAYECTORIA
DE LAS CÁMARAS DE COMERCIO

El. REFERENTE EXTERIOR COMO CONDICIONANTE EN LA TRAYECTORI A CAMERAL ESPAÑOL A


En el capítulo anterior, hemos intentado definir la naturaleza y objet ivos de las Cámaras
de Comercio. Tropezamos entonces con los problemas deri vados de su esencial ambigüedad
y expusimos las di ficultades con que los investigadores han de contar para acercarse a e ll as.
Como tuvimos ocasión ele comprobar. los distintos avatares hi stó ricos por los que ha pasado
la institución camera! no han dejado de intluir e n esa diticultad interpretati va. Hablábamos
e ntonces de su perspectiva cambiante. desde el inicio de su act ividad hasta la actualidad.
En esa perspectiva cambiante no cabe duda de que las circunstanc ias deri vadas de su
propia dinámica interna han jugado un papel decisi vo. Sin embargo, tanto en la creació n
como en la posterior trayectoria de las Cámaras de Comerc io españolas no se pueden oril lar
las intluenc ias ve nidas de fuera. En efecto. hay que recordar que este tipo de instituc ión no
ha sido una invenció n española, sino que el modelo fue copiado del existente allende nues-
tras fronte ras: ello es así. tanto en e l momento de la creación de las Cámaras como en el de
otorgarles el estatuto legal que aún hoy las vertebra, la Ley de Bases. Si en el primer mo-
mento se optó por configurarlas como asociaciones voluntarias de comerciantes, industriales
y/o nautas, aunque con un carácter de oficialidad, posteriorme nte se las estructuró como en-
tidades basadas en la agremiación forzosa de todos los comerc iantes, industriales y nautas
de la mna en que se asentaban. Así, en un principio. se asemejaban más a uno de los dos
grandes modelos de Cámara ele Comercio ex istentes en el mundo, el anglosajón, mientras
que en e l otro, el molde elegido para ve lter en é l la nueva estructu ra came ra! fue el propor-
c ionado por el modelo francés de Cámara de Comerc io.
El hablar de estos dos modelos nos remite no sólo a la consideración de los mismos,
para conocer sus peculiaridades específi cas, sino a una valoración de su trayectoria histórica
a lo largo de la última centuria, pues esta insti tución, presente hoy e n la mayoría de los paí-
ses, ha tenido que abordar una serie de probl emas que afectaban a su propia naturaleza como
g ru po de re presentac ión de intereses. Aproximarnos a esta problematica nos serv irá para me-
jor encuadrar la marcha de las espaf\olas: el refe rente exterior pe rmitirá conocer en qué me-
dida sus particulares problemas son similares a los vividos por sus homónimas o, por e l
contrario. producto de las particulares circunstancias e n que se ha desarrollado su actividad.
A nuestro modo de ver, el proceso ele organización y consolidació n de los intereses em-
presariales (del que las Cámaras forman parte) ha abocado a estas instituciones a una perió-
dica redcfinició n de sus objetivos y fun ciones, en aras de lograr el reconocimi ento efec ti vo
de sus teóricos destinatarios y un mejor acomodo dentro de las sociedades industriales de-
sarrolladas. Al ti n y al cabo, se ría excesivo pretender que organismos que proceden de ex-
peri encias nacidas hace varios siglos conservaran intactos sus iniciales caracteres en las
sociedades actuales 1•

1 S u larga trayectori a histó rica res u lta en ocasiones u n a rg ume nto uti li zado por los de fe nsores de la
inst ituc i<Ín para ej e mplarizar cómo ha pervivido a través de l tie m po, situación ésta que parece avalar si n
m{ls s us virtudes y s u capac idad pa ra servir a s us destinatarios. Comoquiera 4ue. ademüs , es una instituc ió n
presente e n la mayoría de los países. a l argume nto te mpora l se une el espacial, e n un intento de legi t ima r
aün m(ls el sentido ele la organi zaci ó n camera!. Esta insistencia es fác ilme nte comproba ble e n toda la lite-
36 L . SANT! AGO DÍE7. CA NO

Las primeras Cámaras surgidas en Francia o en Inglaterra a final es del siglo XVI y del
XV II respectivamente, eran agrupaciones esencialmente de comerc iantes, cleclicaclas a pro-
mover e l come rcio de sus loca lidades con el ex te rior, a aunar los es fue rzos y recursos e n
orden a mejorar la competitividad de sus productos, a resolve r los problemas derivados de
esta acti vidad y a actuar como organismos ele presión frente a los poderes públicos. Serían
organismos coordinadores de la acti vidad económica, propiciados por un mercado e n expan-
sión que tendía a mejorar la asignac ión de recursos y el potenc ial de cada centro comerc ia l.
Es significa ti vo e l hecho ele que fue ran. con frecuencia, ciudades con un pujante comercio
exte rior, general mente con pue rto, las primeras en contar con orga nismos de este tipo (Mar-
sella, Londres o poste riormente Rotterdam, ... ). En ese contexto, se e ntiende bien su pugna
con las corporaciones gremiales, determinada por la visión liberalizadora o restrictiva que
de la economía tenían unas y otras.
La progresiva consolidación del capitalismo, su expansión y transformaciones han provoca-
do el surgimiento de organizaciones socio-económicas claramente diferenciadas de las corpora-
ciones gremiales, al tiempo que han influido en una paulati na tnmsfonnación de los organismos
camerales, que sin romper sus vinculaciones históricas. han tenido que adoptar pautas de actua-
ción cada vez más complejas y al tiempo diferenciadas de las que tenían organizaciones que
también agrupaban y representaban los intereses económico-sociales del mundo empresariaL
Desde una perspecti va favorable a las Cámaras de Comercio, numerosos trabajos re -
cientes han procurado defender la compatibilidad de los intereses particulares de los empre-
sarios y de los intereses generales del comercio, esto es, del colectivo en el que operan ~.

ratu ra que emana ue los organismos camerales. tanto nacio nales como internac ion ales. Las pub licaciones
que aluue n a la historia de las Cámaras suelen contener este tipo de aprec iaciones actuales. pasando a con-
tinuació n por lo ge nera L a se ñala r las dife re nci as entre los mode los francés y a nglosajón. considerados pro-
totipos de organización camera!, o aludiendo, en otros casos, a los organismos camerales de los pa íses
socia listas. que tienen pec uliariclacles deri vadas de la organi¿ac ión po lítica ele estos estados.
Resulta sig nificativo sin embargo, que su dilatada existenc ia no haya imped ido el que sean insti -
tuc iones c ucstionadao- y hao-ta igno rauas: en fecha tan rec ie nte como 1977, el secretario de la Cümara de
París. aludie ndo a la hi o-toria ele estas Instituc iones e n e l país e n que prec isa men te nac ieron, constataba e l
hecho de que eran instituciones e n buena med ida desconoc idas: <<Exen;ant cle puis de nombreuses années
mon acti vité professionnelle clans les services ele la Ch::unbre de Commerce et el' Industrie de Paris. j' ai é té
amené. dans les cl iffére ntes fonc tion s que j'ai success ivement exercées, a constater combien l'in;;t ituti o n
consulaire était 111écmm uc, non seuleme nt clans le granel public. mais a w.. si clans les milieux économiques
et profess ionncls. (. .. ) Qu'est-ce qu'une C.CL'J Com me nt foncti onne une CC L'J Que fait-on dan s les
C.C.L'J Ces quest ions mónt é té constamment posées>> (subrayado nuestro).
A pesar de los esfuerzos rea lizados por las Cámaras, persistía e n líneas generales <<Une ig norance
réc ll c du rólc et de la mission des compagn ies consulaires ou. ce qui est plus reg re n able encore . des idées
fau sscs i:J lc ur sujc t». Los estudios dedicados al te ma e ran o demasiado jurídicos, o de masiado espedficos,
o simp le mente te ndenciosos. Por ello, e l propósito del a utor e ra <<d' assure r une information géné rale e t o b-
jecti' e sur les Cham bres ct de uonne r au lecteur une e<mna issance précise e t concrete de 1' in-..titution». Le-
fév rc . C la udc: Les Clwmhres de Comm~rce et d' fndusrrie m France. Paris. Edi tio ns S irey. 1977. p. XV .
Este desconoc imie mo es prueba de que su salud no es tan boyante como se pre te nd ía a parentar. Pod rían
susci tarsc muchas refl ex iones en torno a esta paradój ica situación en e l país con más tradic ión came ra! y
e n e l que las Cámaras tie nen importantes at ribucio nes desde hace mucho tiempo. Por e l momento. pode mos
tuma rl a como im portante punto ele refere ncia comparati vo pa ra el poste rior a ná li s is que haremos ele las
Cámaras españolas.
~ Este pu nto de vista puede comprobarse re pasando las a portacio nes müs recie ntes aparecidas sobre
e l te ma. En la pe rspectiva naciona l, encontraríamos toda la li te ratura surgida al ca lor de la ce le bracilÍn del
centenario de las Cámaras de Comercio. co nc idente por otra parte con la e ntrada de l país en la Com uni dad
LAS CÁMARAS DE COMERCIO E~ EL FR ANQU ISMO 37

Desde tal supuesto. las Cámaras. en cuanto orientadas prioritariame nte al segundo objeti vo.
merecerían el reconocimiento oficial y la protección del Gobierno. Grac ias a esto último,
podrían desarrollar unos modos o peracionales y una personalidad específica, diferen te ele la
de las demás organizac iones desti nadas exclusivamente a la defensa ele los intereses empre-
sariales particulares. La defensa de esta opción no ha impedido sin embargo que organismos
e mpresariales sin clepcnclencia respecto ele la Administración , hayan cuestionado su utilidad
o hayan competido por arrebatarles su espacio representati vo. llegando inclu so a propugnar
e n ocasiones su desaparición.

e uropea. La reivi ndi cac ión de l papel jugado por las Cámaras e n e sa integrac ión, de s u vocac ión internacio-
na li sta. de su func ió n ele laborar pa ra el bie n com ún (e nte ndido como bien de los empre'>arios ). son cons-
tantes arg tnnento'> e sgri m ido s en o bras y d iscursos. Q uizú;; e l mejor re sumen de todo e llo sea e l conccpw
acuñado po r Adrián Piera. pres idente de l Consej o Superior de Cúma ras y de la C ámara de M adrid. a l hablar
de las Cá ma ras como <<grupos de ge stión». por contraposició n a l c o ncep to de <<grupo s de presión>>. V. e ntre
otros. sus colaboracio nes en las histori as de la s C úmaras de Tan·asa o de Madrid, o por ej e mplo. la reseñada
e n e l Anuario de El País, 1987. p. 389 .
En el plano internacional, puede con;,u ltarsc con provecho un resu men sobre las C ám a ras de l<b
Doce puhlicaclo por I'Asse mblée Permane nte de s C bambres ele Commcrce ct D'lnclw,trie de France (APC-
CI ): /,es Clwmhres de Commerce dans 1'Europe des Dou~e. e n d o nde se e sbozan las carac,terísti cas prin-
c ipal <.'s de e stos o rganismos. con e l objetivo Lk ana li t.ar sus estructuras y funciones en onkn a mejorar las
mismas antes de la plena integraci ó n e umpea. Es fúc il obse rvar e n esta obra e l é nfasis puesto en los se r-
vic ios prestados po r las Cá maras y e n sus relac iones co n los Pndcrcs públicos: << il s' agi l lil d ' un se rvice
noble. re ndu da ns l'inté rc t généra l». op. cir.. p . 17. Esta inte nción cslú presente e n otros organismos coor-
dinadores de las ins tituciones came ralcs, a un nive l más amp li o que la propia Comunidad. Po r ejem plo,
C hambre de Commerce lntcrnational: Assismnce rechnique mn Chm n!Jres de Commercc el d' lnduslrie des
pm·s en \'()ie de d,;t•elopp emenr, Ré.w luriun du Conseil de fu CC I (mu i 196/) el Ropporl du Comilé de Di-
reuion du l?ureuu illlemalional d' i11fó rmmion des Clwmhres de Cm111uerce (81/CC) (mTill 'J61). e n cuyas
Cons ide rac iones gene ra le s se hacía el sig u iente resume n sobre la s características comunes de ambos tipos
de o rgani ;.ac iün de Cá m aras de Comerc io:
«~ En prcmier li eu . elles ont une compétence tcrritorialc et ccllc compétc ncc s ' é te nd a !'ense m-
ble des probiCmc s économiques de le ur circonscription. ce qui le ur pe rmel d 'étre dégagées des inté n,ts par-
ticul iers d'une profess ion.
En second líe. elles sont en contact d ircct avec les syndicats profess ionnc ls el les co mmer~ants
ou industrie ls isolé s.
En fin . e t se lon des moda li té.s p lus ou mLJins poussées. les C hambres de Comme rce a ssu rcnt la
double mi ss ion , d ' une pa rt ele re nsei gner les pouvoirs pub li cs s ur la silllation écLJnom ique de leur ci rcons -
c ription ct les problé me s gé néra ux ou partic ulicrs q ui s' y poscnt, d' a utre pa rt de re nseig ner. et a u besoi n
d · ass ister. 1'ense mble de lcurs ressortissants pour leur faci lite r l' exerc icc de leur profession e l leurs rapports
Jvec les pouvoi rs publics» (p. 6). Resultan más q ue evide ntes las re fe re nc ias al ümhito teórico de actuación
de las Cúmaras. los in te re ses genera les. po r contraposic i<Ín a otros organismo s.
Puede c ons ulta rse tambié n la o bra de A lberto Martín Da n , El pupel de las Cáma ras de Comercio
en lo Econoi!IÍ(I espmlola, Tesis Docto ra l inédita . Madrid. Fac ultad ele Derecho . 191:{5. espec ialmente el ca-
pítu lo 11. de dicado a reseñar los d ist intos mode los de C i maras y las funciones y atribuc iones de las m is mas
e n di stin tos paíse s.
Para e tapas ante riores, lu mejor es ver e l resume n e fectu ado por Barto lo mé Ame ngual en 191 O y
también los artícu los a parec ido s e n la revis ta Comercio. lndusrria _,. Nm·egación. publicada por e l Co nsejo
Superior. Ta mbi én la rccopi !ación de textos legales publicada por la Unicme Italiana de lle C amere di Com-
me rcio. Industrie e Ag ricoltura: Le Camere de Commerce ne/ Mondo. Roma. 1950 .
38 L. SANTIAGO DÍFZ CANO

L OS DISTI NTOS MODELOS DE C ÁMARAS DE COMERC IO Y SU EVOLUCIÓN

A pesar de que en todas las formulaciones camera les, g lobalmente consiclcraclas, hay
una cierta coi ncide ncia de obj eti vos y de funciones, no existe un modelo unívoco. La~ difere n-
c ias son todavía importantes entre la<; distintas Cámaras ele los di !Crentes países: di ferencias en
cuanto a la estructura orgánica. entre asociaciones vol untarias y asociaciones creadas por el Es-
tado, diferencias en el status jurídico. diferencias en las atribuciones y funciones otorgadas. di -
fe re nc ias en cuanto a la trayectoria histórica' . Sin embm·go, como vimos, norma lmente se suelen
agrupar todas las Cámaras en dos g ra neles bloques. atendiendo a su similitud con cada uno de
los considerados prototipos de organización camera]: e l modelo anglos.úón, basado en la asocia-
ción volu ntaria ele comerc iantes e industriales o si se quiere, asociación de tipo privado: y el
modelo francés, que presupone la existencia de una institución de tipo público, dependiente de l
Estado y que agrupa de manera forzosa al conjunto de come rciantes e industria les, q ue han de
subvenir obl igatoria mente al sostenimiento ele la instituc ió n. Las ventajas o inconvenientes de
uno u otro tipo de organización han sido siempre objeto de interes<mtes controversias, c uyos ar-
gumentos más destacados podían ser los siguientes: para quienes propugnan la asociación priva-
da y volumaria. el hecho de que ag rupaciones de comcrc ianies o indu st riales puedan estar
tute ladas y constreñidas por e l Estado, supone la pérdida ele la autonomía y libertad necesarias
para e l desaiTollo de sus funciones; qu ie nes se sienten más seguros bajo el paraguas estata l lo
hace n en buena medida por su convencimiento de que la agrem iación forzosa y e l apoyo
g ubernamental dotan ele más recursos operativos a las Cámaras4 . Para los de tractores de este
sistema, esa tute la resta autonom ía a la s Cámaras y constriñe sus ac tuac iones. que han de
ajustarse a la vo luntad del Gobie rno ' . Qu izás e l punto de e nc ue ntro se sitúe e n la esfera de

' No es nuestro propósito entrar e n de ta lle e n e l anális is de las distintas Cáma ras existe ntes e n Eu -
ropa o e n el mundo. El tema es lo su ficientemente complejo y ampl io como para te ne r que dedicarle un
estudio concreto. Conta mos po r e l mome nto con ciertas obra, propici adas por Cáma ras ex tranje ras u o rga-
nismo s internacionales. as í como con estudios refe ridos e n general a l análi sis de los grupos de presi,'m e n
los países europeos. Pueden ve rse a parte de las c itadas, LcfCvre. C.: Les Chamhre.1 de Commeru· el d'ln -
duslrie en Fmnce. Paris. Ed itions Si rey, 1977. Arrighi de Casanova, E.: Le rNe éconumiquc des C/l(unhres
de comn1erce. Pa ri s. 1967. lppolito. B.: Les Chmuhres de Cmumerce dans /' économie fmll('llise. Bordeaux.
1945. En realidad. reque riría un estud io propio, que inc luso podría ser múltiple si prete nde ríamos integ rar
e n é l todos los prob le mas que afectan a las d istintas orga ni zaciones camera les. Las referenc ias a las d istin-
tas es tructuras org:ínicas ya ocuparían un bue n monto de tra bajo. aun si sólo atendié ra mos a los carac teres
normativos principa les en cada país. En esa di recc ión parece ir la publicación edi tada por la A PCC I de
Fra nci a. que hemos ci tado anteriormen te y que se refiere a las Cá ma ras de la Comunidad . Las publicac iones
de l organismo de Eurocámaras serían asim ismo mu y Cniles, o también las publicac ione-, de la Cá ma ra d.:
Comerc io Inte rnac ional. La d istinta funciona li dad y la prob le m:itica espec ífica requerirían de la cxi!>le ncia
de trabajos munog ráricos que abordaran estudios de Cámaras u organ izaciones came rales concretas, e n lí-
nea con lo que he rno:. pla nteado en n ues tro trabajo. Como se ve. la la bor sería ingen te y no descartarnos
::n anzar en esa línea in v~st i gadora en otra ocasión.
4 En e <;te se ntido. puede verse la citada pub licación ele la A PCCL que no se o lvide es un organ is mo

francés. En el res ume n inic ial, a l aludi r a las func iones de las Cámaras de Comerc io se d ice que éstas •<sont
importantes el cl ivcro;es lo rsque celles-c i o nt un slalut de d roit publi c. car e lles d isposent de ressou rcc' fi -
nancieres de nalure para hscale. Au f'ils de' a nnées. e lles ont une tc nduncc it s'accrofl1·e . En reva nche, lors-
que les C hambres ele Com mcrcc ont un sw tut de druit privé. e lles ne d is pose nt que de.;; cotisatio ns de lc urs
mc mbres, qu i o nt un caracte re facultatif et dnnl le mo nta n! g lobal esl asse1. modique. C'cst pnurquoi lcur
rl\le esl plus lim ité .» Les clwmhres .. . , op. cil.. p. 11 .
5 Estas o pini ones se hacen no sólo desde la perspecli va ele los pa íses que c uentan con Cámams de

este tipo (esenc ia lmente los ang losajo nes ) sino que tambié n resultan ser arg umento s esgrimi dos pm co mer-
LAS CÁ MARAS DE COMERC IO E:\ EL 1-R A:-.JQGISMO 39

las ac ti vidades. de las funciones que c umplen. Como af irma una reciente publicación, refe-
rida a las Cámaras de la Comunidad E uro pea,

<<tclutes les Chamhres de Comme rce pou rsuivent un but de promotio n économ ique. de re -
prese ntati on des e ntre prises au prc> d u Po u vo ir P u blic e t de défense de le urs intén'! ts>>6.

La config uració n camera! resultante es, pues, siempre la de un grupo ele inte rés e mpre-
sarial destinado a representar a este sector social ame los Pode res Públicos y a propiciar toda
una serie ele servicios que mejore el re ndi m iento de las empresas.
A mbas fo rmas de organizació n camera! mantie ne n una doble o rie ntació n: una d irig ida
hacia sus compo nentes, ya sean vol untarios o fo rzosos y otra hacia las Administrac io nes res-
pecti vas, que tute la n a estas instituciones tanto en su fo rma o fic ia lizada, lógicame nte. como
tambié n e n la pri vada. Esta doble orientació n está e n e l origen de su pattic ular problemL1tica.
En primer lugar, ambos modelos conc urren con otras formas de organi zación de los in-
te reses de comercian tes e industria les, o si se qui ere. con otras organi zaciones patro nales.
En los países e n los q ue las Cáma ras ele Come rcio responde n a un modelo asociativo de ti po
privado y volu ntario. esta conc urrencia se sitúa en un mismo ni vel, pues e l carácte r de aso-
c iación pri vada voluntaria es común en las Cámaras y en otras o rga nizac io nes patronales.
La diferencia e nt re unas y otras estri ba e n el carácter y fun ciones de las pri me ras, ce ntradas
en una serie de c uestio nes que luego analizare mos.
Más problem ática es la situación que se ha presentado e n los países cuyas Cámaras de
Comerc io se han estructurado sig uie ndo un modelo ele Cámara pública. All í, los pro ble mas
ha n sido. fun da mentalmente. de dos tipos: por una parte, las críticas recurrentes al modelo
de fin a nciac ió n, considerado e n múltiples ocasiones como una espec ie ele impuesto no de-
seado; y, por otro lado , la <<Competencia» que, en c uanto a la representación de los interesa-
dos. les hacían organi smos empresa riales estructurados de una mane ra más ági1 y opera ti va.
Como ta mbién vamos a comprobar. los problemas relacionados con la representatividad más
a parente que real ele las insti tuciones came rales, con la fa lta ele pattic ipación ele sus teóricos
destinatarios. con su pérd ida ele posiciones frente a esos otros organismos empresariales, van
a estar una y otra vez presen tes.
En sus relaciones con la Adm inistración, se gene ra una tendenc ia dife re nte: las Cámaras
de tipo público han logrado, en alg unos países. una mayo r presencia en o rganismos re lacio-
nados con el poder estatal y, al mismo tiempo, sus recursos se han visto, gracias al desarrollo
económico, fuen emente incrementados, lo que les ha permi tido abarcar un importante número
de actividades. Las Cámaras ele tipo pri vado siguen depe ndiendo en buena medida ele las c uotas
de sus abo nados, y su cercanía al Poder de pe nde de su particular grado ele influencia.
Parece, por o tra parte, que se puede adve rtir e n todas e llas, especialmente e n las encua -
dradas hajo moldes ele ag remiació n forzosa, un inc remento paulatino e n las actividades, pa-

ciantes e industriales ele países con Cámaras de ti po públ ico. El eje mplo españo l podía se rvi rnos. con ma-
ni festac iones tanto antigua' como ac w ales . La po lé mica vie ne ele lej os. pues ya fue d isc ut ida en el Con-
g reso de Licja de 190) y tiene también eco e n tiempos y lugares muy a lejados. como puede ser el caso de
a lg unos países latinoamericanos. Véase. por ejemplo. la o bru de Man tilla Suárez. Sergio : Las Cánwms de
Comercio en Co/om/Jiu (Tes is de g rado) Bogotá. Edic io ne' de la Cámara de Come rc io de Bucaramanga.
1<J7?.. e n la que se hace una valo ració n de los dos mode los y se to mu purtido clarame nte por el a nglosajón.
especialmente por e l americano. de fendiendo e l carácter no público de las Cámaras de Comercio .
r, i\PCC I: /.es Clwmhres .... op. l'it .. p. 11.
40 L. SA NTIAGO DÍEZ CANO

ralelo al incremento de los recursos. El propio desarrollo europeo, sobre todo tras el final de
la 11 Gue rra Mundial, ayudaría a este progreso indudable. Tambié n la creación de la Comu-
nidad Europea sería un acicate y un estímul o para ellas. La labor de la Cámara de Comerc io
Internacional y en el ámbito europeo, la del órgano coordinador de las Cámaras europeas (la
Cunference Pcrrnanente de Chamhres de Commerce et d ' Industrie de la Conununautée Eu-
m péenne) contribuirían a esa mejora en la actividad camera!.
Las diferencias que hasta aquí hemos reseñado entre las Cámaras, han ido propici ando
procesos de redifinición que, en los últimos tiempos, muestran ciertas notas de conve rgencia.
En este sentido, en nuestro entorno más cercano las actuales circunstancias de la poi ítica
eu ropea cstün posi bilitando que en e l marco contine ntal se inicie un proceso de revisión de
las estructuras carneraJes de los países que componen la Comunidad. con el fin úl timo de
adecuar y unificar criterios antes de la entrada en vigor del Acta Unica7• Ello va a permitir
conocer müs fáci lmente la situación actual de las instituciones camerales y tambié n sus vi-
c isi tudes hi stóricas. Los datos que por e l momento te nemos, permiten trazar a grandes rasgos
esa trayectoria. carac terizada por un proceso de redefinic ión y de adaptación a las circuns-
tancias.
Dicho proceso parece haber afectado en mayor medida a las Cümaras de modelo públi-
co. Mediado e l presente siglo, la situación de las Cümaras francesas sería muy poco brillan-
te. según la describe Ehnnann: la participac ión en ell as del emprcsariado era muy reducida
y sufrían, además, la competenc ia de organismos específicos de presión, mucho müs ág iles
e n sus planteamientos' . De ahí que acentuaran su carácter de entidades prestadoras de ser-
vicios e insistieran cada vez mús e n su condición de ó rganos que representaban no intereses
parc iales o particulares, sino «generales». Así, se inte ntaba acotar un esp::tcio d ife re nte para
unos y otros grupos empresariales, propugnando, eso sí. su compatibilidad.
La compete ncia de otros grupos patronales afectaba también a las Cümaras de modelo
no público, en su afün por captar asociados. Pero es muy posible, ademüs, que los temp ranos
e ncuentros entre estas instituciones (procedentes de principios de sig lo) hayan contri buido
asimismo a esa rcclefinición ele su actividad. unifica ndo ele alguna manera la misma. El papel
exte rior j ugado por estas instituc iones en sus organizac iones de e ncuentro ha tenido que con-
tribuir, forzosamente, a establecer campos comunes de actuac ión. La creación de la Címara
de Comercio Internacional, en 1920, como centro aglutinador de la actividad camera] e im-
pulsor de las relacio nes comercia les entre Estados, ha debido ejercer una notable inlluencia :
pl ausiblemente, la creciente insistenc ia en la prestac ión de servicios como una de las activ i-
dades fundamentales de las Cümaras tie ne aquí un punto de referenc ia obligado. Ello incidía
en la línea q ue las Cümaras de modelo público estaban adoptando, pero también a fectaba a
las otras, q ue van a necesitar un paul atino incremento de la colaboración con los Poderes

7 <<Les structures, de quelque nature q u'elles soient, se reme tte nt souvent e n questinn puur s"adapter

de mie ux en mie ux ~~ le ur e nvironnement. Les Chambres de Commerce n"écha ppe nt pasa cette regle. En
lc ur permettant de se compa rer e ntre elles. e n ce qui concerne leur statut e t leurs act ivités. cet o uvrage
ro urnir un<! base á la réflex ion de leurs Préside ntss. de le urs me mbres et de lc ur pe rsonne l. qui pourront
ains i s· insp ircr de' réalisations les plus per formantcs de lcurs homologues au-délit des frontieres int~rncs
de I"Euro pe des Do ut.e. ces c icatrices de ¡· Hi stoi re si d illi cil es a gomme r. Ai nsi, le bu t de toutes les Cham-
bres. la reche rche de r e xcell ence, sera plus fac ile i.t atte indre». APCCI: Les Chamhre.1· de Cmnmerce... , op.
ciT .. p. 16.
x Ehrmann , He nry W .: La politique du Pmronal f iwu;ais ( 1936- 1955) (traduit de l'anglais par An-
dré Mic hc l). Pari s, Armand Colin, 1959, pp. 149- 15-1-.
LAS CÁ MA RAS DE COMERCIO EN EL f-R ANQ U!S MO 41

Públicos para poder acrecentar sus servic ios9 . De esa forma, se acercan más a ésto, lle gán -
dose incluso , en los últimos tiempos. a pensarse por parte de a lgunas Cáma ras (la s británi -
cas), e n solicitar e l reconocimie nto ofici a l de su actividad y cambiar, así. su status 10 •
En de finitiva, estamos comprobando que, aunque se puede subrayar, como se hace e n
múl ti ple s ocasiones. la dimensión internacional del mov imiento camera!, su presencia en to-
dos los países y e n foros importantes de deci sió n, no de be escapársenos que no por e llo d e-
jan de ser detectables en e l seno de la s Cámaras extranjeras importantes fallas ta nto en su
e structura orgánica como en su capacidad de gestión o de presión.
Nuestra intenc ión inmediata, conocido el marco g lo bal, será ahora la de rese ñar las
transformaciones sufridas en e l mundo camera! de cada uno de los dos mode lo s: las C ámaras
d e tipo privado y las públicas. Prestare mos una mayor ate nción a éstas últimas y especial-
mente a las francesas, por su influencia sobre las españolas. Por último, conside rare mos la
posición que ocupan en un organismo como la Comunidad Econó mica Europea, ante la que
actúan ele forma conjunta, para valorar. en los últimos ai'íos su capacidad como grupos ele
intereses.

Las Cúm(lrus de modelo privodo


Como ya he mos d icho, estas Cámaras sig ue n el mode lo anglosaj ón, y su origen está e n
las Cámaras inglesas, organizacio nes ele comerciantes que desde fines d e l siglo XV II se
preocupaban de mejorar la polític a comercial de su país. Este tipo de Cámaras son «ag rupa-
ciones de e mpresarios ele carác te r voluntario o rganizadas, de acuerdo con la legislación na-
cional, en fo rma de sociedades o a soc iacio nes sin fines luc rativo s. Se financ ian po r med io
ele las c uotas de los asoci ados» 11 •
Según alg ún tratadi sta, el objetivo de estas asociac iones se ha ido desarro lla ndo y mo-
dificando con el tiempo: desde una primitiva concepción de mera defensa de lo s intereses
comerc iale s. d e los comerciantes, se ha pasado a una visión más amplia , aunque centrada e n
la comun idad e n la que se asienta la C<1mara de que se trate, comun idad de la que se quiere
hacer un buen lugar para vivi r y trabajar 12 • Por ej emplo, los o bjet ivos ele la Corporac ión ca-

9 Pa ra e l te ma de la Cámara de Come rcio Internacio na l. puede verse alg una de sus publ icaciones.
norm almente reseñas de los Cong resos celebrados. por eje mplo. XX Congres de la CCI. /Jéclamtions el
résolutions. 1965: A l m ismo tie mpo. son Cttiles las pág inas que A. Nieto dedica a l te ma: op. cit .. pp. 601 -
604. o e l resume n e fectuado por Alberto Martín Daza : op. cit.. pp. 200 y ss. Resulta n reve ladoras las ca-
li ficac io nes de «grupo de presión ime rnacionai>> o <<típica o rgani 7ación patronal » que Nieto o torga a este
organismo. sigu ie ndo aJean Meyna ud e n Les gro upes de pression en Frunce. pp. 327 y 341 -342.
10 V. in fra.

11 Martín Daza, A.: t } papel de las Cá11wra.1 de Co111ercio en lo econo111ia espm1ola, op. cit., p. 82.

12 Así nos lo manifiesta Ctaude Lefévre e n su partic ipación e n las Jo rnadas dedicadas a estudiar los

problemas de las Cámaras de Comercio: Prob/enws juridiques des Chumhres de Co111111ercc el d"Jndu strie.
Ve ndo me, Presses Uni versitai res ele France. 1972. Al di fere nciar unas Cámaras de otras, e l autor in siste e n
la posic ión ind ividua lista de las Cáma ras ele modelo ang losajón, pese a lo cual, ;,u e vo lución ta m bién las
acerca e n al g ún se ntido a las Cámaras de modelo público.
En e l mi >mo se nt ido se mani fiestan otros auto res, como puede verse e n e l resumen e fectuado por
Mart ín DaLa e n las pág inas 82 a 92 ele su o bra. n ta mbién e n la del autor co lo mbi a no Sergio Ma ntil la.
part ida rio de este tipo de Cámaras como más adecuadas a la fu nción que han de cumplir: Las Cú111ams de
Co111ercio colmnhi{//ws: o¡>. cit.. e n la q ue hace alus ió n al <<marcado énfasis ele su actividad volcada hac ia
el bene fi cio de la comun idad de ntro ele la c ual o pera. que a ba rca a su vei, a la lla mada «comun idad de
42 L. SANTIAGO DÍ F.!: CANO

me ra] londinense serían «promover el comercio. la navegaci ón y la industria de Lo ndres, así


como el come rcio inte rior y l'Xterior e n el Reino Unido; recopilar estadístic as y todo gé ne ro
ele info rmacio nes relativas al comerc io y a la industria. difundiendo estos elatos e ntre las e m-
p resa ~ : fomenta r aque llas medidas legislati vas favorables a sus inte reses y aceptar el arbitra-
je como medio de resolver las controve rsias de natura leza econó mic a» 1'. Lo más re levante
de esta afirmac ió n es el hecho de e sa paulatina transform ac ión hac ia un ámbito más genérico
desde una posición previa parc ial o , podríamos dec ir, estric tamente corporati va.
La depende nc ia respecto de los ejec utivos respectivos es ló gicamente nula, a l tratarse
de corpo rac iones de tipo voluntario, s imilares a otros organismos patronales 14 • De hec ho.
actúa n como tales, aunque con esta o rientación que he mos apuntado de e ntidades prestado-
ras de servic ios y organ ismos encaminados a presiona r e n fa vor de sus imcreses. Es más, e n
los Estados Unidos funcionan como un lobby. con ese carácte r reconocido ofic ialmente . Y
e l organismo que agrupa a las Cámaras de Co mercio británicas e xpresa e n sus estatutos po-
~ic i o nes simi lares 15 . Sin embargo. com o he mos afi m1ado con anterioridad, esta situació n de
a utonom ía fre nte a los poderes públicos no impide e l que e xista un reconocim ie nto o fic ia L
una va lorac ió n positiva po r parte de los pode res públicos. que en a lg unas ocasio nes de legan
o encomiendan funciones de tipo público a estas e ntidades pri vadas.
Esta auto no mía o independe ncia hace depender sus func iones esenc ia lme nte de los re -
c ursos que aporte n sus socios, pero les ha evitado los problemas que conte mplan las Cáma-
ras con estatuto legal público, e nfre ntadas a la indifere nc ia c uando no a la hostilidad de sus
destinatarios. Pe ro. e n c ua lquie r c aso , sus ac ti vidades, c on las difere nc ias que hemos apun-
tado, contluye n e n objetivos de pro moc ió n econó m ic a, de de sarro llo come rc ia l (espec ia l-
mente ) e ind ustria L de fo nnac ión de c uadros. de info rmaci ón y presió n sobre organ i ~m os
nac ionales o internac ionales. ta reas todas que son simi lares a las realizadas por las Cámaras
asentadas bajo o tros mode los.
En los mome ntos actuales. e llo es perfec tamente visibl e en la organizació n camera! de
lo s pa íses con este mode lo de Cá maras, q ue son ~dcmro de l ámbito euro peo~ las del Rei no
Un ido. Ponuga l, Bé lg ica y los países nó rd icos (Suecia. Dinamarca, Noruega y Finlandia).
AsL e n Bé lg ica. las 32 Cámaras e xiste ntes se agrupa n e n dos graneles Federac io nes, valona
y llamenca, q ue o frecen a las e m presas be lgas servic ios re lacio nados con leg islac ió n, come r-
cio e xterio r. f isca lidad. leg islación soc ial , formac ión. re laciones con otros organismos, ... 1r'.
Pe ro, si te ne mos e n cuenta que, por eje mplo, la Cá ma ra de Bruse las existe desde 1703. ha-
biendo sido c reada para de fender los intereses ele co merc iantes e industriales brusele nses,

negoc irh>> (... ). C ita e n este sent ido a lg unas referencias cstatutarins de Cú maras de C o111e rc io estadouniden-
ses. como las de Nuna O rléans o Ta mpa. Op. cil .. pp. 57-70 .
11 Recog ido por A. Martín Daza, op. cit.. p. 84.
14 Meynaud y Siclj anski apunta n asi mi s mo ese carácter no di stinto del de lo s organ is mos patrona les

para e l caso de las Cá ma ras de tipo privado: << Dans le seco nd cas [se refiere a las Cámaras de tipo pri vado].
il a rrive que les c ha mhre s fassent pa rtie des struc tures de l'organisat ion patrona le clont e lles cons titue nt.
a lors, sc uk s O LI a coté cl' autres g ro upes. l'élé mcnt ho ri m nta l.>> M cynaud . .lea n y Sidjansk i, Dusan : /.es
grolfJ)(' s de ¡m' ssion dm1s lo coii1111111111UI<'e europ,ienne ( !95N- ! 968 }. 13 ruxellcs. lnstitut d' Études Euro péc n-
nes. 197 1. p. 105 .
15 lhiden1, pp. 83-84. El ca lificat ivo de lobby, gru po de presión o partido económi co es ta mbién uti-

lizado por e l profesor Nie to e n la ponenc ia recogida e n Régi111en j urídico del Co111ercio interior. Espet'i(l/
ref<-renciu u las Crí111ora.\· de Comercio. ind ustrio y nm·egación. Madrid. lEA L, 197">. p. 362.
16 APCCI: Les cluun!Jres de conw1erce er d '/ndusrrie dans I 'Europe des Dou ~e. op. cir. pp. 177- 179.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL rR AI'\QU IS MO 43

po demos preguntarnos si esa noción actua l fu e la preponderante en los ptimeros momentos,


o más bi en, surg ió la Cámara como organismo defe nsor de intereses e mpresa tialcs. que pro-
g resivame nte fue rcconv inié ndose hasta su actual estruc tura.
Algo similar puede observarse en la creac iú n de la Cámara de Comerc io danesa. mo n-
tada sobre la fusión de «dos principales organi zacio nes precedentes ele negocios y de come r-
cio: la Cámara de Comercio ele Copcnhaguc y la Cámara provincial ele Comercio». La
primera de e llas elata ele 1742 y agrupaba a los graneles comerciantes ele la ciudad. La se-
g unda hacía lo propio con las e m presas g raneles y peque ñas ele provinc ias. Acerca ele su ac-
tividad actuaL conocemos con bastante detalle 17 e l cúmulo de servic ios que la rec ié n creada
C ámara danesa (l a fusió n se ha prod ucido en e ne ro de 1987) proporc io na a las e mpresas de l
pa ís. e n toda una serie ele ámbitos económicos y soc ia les. al igual q ue hacen sus homónimas
e uropeas (con las lóg icas diferencias entre cada país) : Pero también sabemos que una de sus
acti v idades e stá re lac ionada específica me nte con objeti vos ele presión patronal: el departa-
mento de informac ió n de la Cámara se ocupaba de la políti ca y economía comerc iales. Para
e ll o.

«Ce dé partement e ntretient des liens é troits ct irnpo rta nts a vec les parl amenta ires et avec le
1g
go u verne me nl>> .

Es decir, e n la Cámara danesa se da una fusión de o bjeti vos nuevos y antig uos, con c laro
p redominio de los relacionados con la prestac ión ele servic ios, pe ro sin o lvidar funciones de
c anali zación de los intereses econú micos empresariales hacia Jos Poderes Pú blicos, es decir,
d e presión patronal cerca de los centros decisori os.
Más revelado r resulta aún un acercamiento a las C ámaras prototipo de este modelo de
derecho privado. no público: las Cámaras del Re ino Unido. Desde sus inic ios, éstas se ba-
saron e n el princ ipio ele la ad hesió n voluntaria. Las a proxi madame nte 500 Cámaras e xiste n-
tes en Gran Bretaña están divididas e n dos grandes g rupos: e l que representa la Asoc iació n
de Cámaras de Comercio Británicas (ACCB), donde se agrupan las Cámaras más importan-
tes (que re prese ntan a unas 60.000 e mpresas); y las Cámaras que representan a las pequeñas
c iudades de l Re ino Unido, a filiadas a la Natio nal C hambc r o f Tracle .
Para nuestros propósitos, nos interesa e l pape l desempeñado po r la Asociaciú n, e l cual
ha sido glosado recientemente en té rminos que sugieren un acercamiento a la s posic iones
c aracterísticas ele las Cámaras ele mode lo público 1" . E n efecto. al parecer uno ele los obje ti vos
ele la Asociación para el porvenir es conseguir un estatuto ele derecho públi co, aunque no a
corto plazo. Se inte nta avanzar e n re laciones más estrechas con los poderes públicos, tal y
como se ha hecho en e l campo de la fo rm ación. Junto a e llo. se de fin e el papel de la Aso-
c iación coordinadora de l movimie nto ca mera! británico en té rm inos que indican una labor
de pres ió n ce rca ele los Pode re s p úblicos y ele prestación de ser vicios comunes a las C ámaras
y e mpresas asociadas 20 . El acento, obviamente, se pone en este último apartado y se insiste

17 1/Jidl!lll, pp. 183- 184.


IK //Jidf'/11.
1'1 1/Jidelll. pp. 18 7- 196.
20 APCC l: op. cir .. pp. 189- 190 . e n donde se indica el pape l q ue debe jugar la Asociación, pape l que

sería. e n prime ra luga r. e l de «représe nte r les poi nts de vue des Chambres me mbres et de leur entreprises
me mbrcs sur le s problé mes qui concernen t le monde des affaires»: e n seg undo lugar. e l de <<fourni r un
a ppui :lllx activités de' Chambrcs me mbres , e n offrant e n partic ulier un service a ux e ntreprises membres»:
44 L. SAr\TIAGO DÍEZ CANO

e n ava nza r en la línea de reforzar el mov imiento camera!. A un nivel más reducido. el mismo
esquema se reproduce e n la cons ide ració n de una Cámara de Come rcio concreta, como es
la de Londres, de larga trayec to ria histó1ica.
C reada e n 188 1, pw·a representar los intereses de la industria y e l comercio lo ndine nse,
sus objetivos estatutarios tendían a la promoción del come rci o, la na vegac ió n y la industri a
de Londres y del comercio interior y exterior de l Reino Un ido; pero tambié n se dirige su
actuación a promover. apoyar o mostrar oposición a las medidas legislativas o de cualqu ier
tipo que afe ctaran los inte reses mercanti les e industriales. E ste objeti vo, que parecía ser el
objetivo fun dame ntal que dio origen a la propia Cám ara, no se ha abandonado con el tra ns-
c urso del tiempo, pero junto a é l se han ido consolida ndo y to ma ndo primacía otra serie de
objetivos más gené ricos q ue define n actua lmente la fun ció n de la Cámara. Esta especiali za-
ción funciona l ha podido estar moti vada por los moti vos que ya hemos apuntado: la com-
plejidaJ del mov imi e nto empresarial y el desarrollo de organ ismos patrona les más
específicos. a sí como la influencia inte rnacional.

Las Cúmaras de modelo púhlico


Este tipo de Cámaras, como ha sido reiteradamente p uesto de ma nifiesto, se construye n
sobre e l modelo fran cés, que es. además. el antecedente m ás remoto de la versión moderna
de las Cámaras de Comercio. La mayor ía de los tratadi stas recuerdan la c reación de la C á-
mara marsellesa a fines de l siglo XVI como punto inic ia l de todo un proceso posterior que
tie ne su prime r mome nto c ulmina nte en la etapa napoleónica. cuando se restablece n las Cá-
maras. supri midas por la Revolució n. que las as imi laba a corporacio nes gremiales. La e tapa
napoleónica tiene tambi én otro sentido: el de la ex pansión del modelo francés por E uropa.
El lo determ ina e l predominio de este mode lo e n el contine nte, mientras que se advierte que
la expansión inglesa contribuye a difundir el modelo de Cámara de tipo pri vado por zonas
de Amé rica y As ia. En concreto , en la Europa comunitaria, las Cámaras organ izadas según
e l mode lo franc és. existen en A le mani a Fede ral, Es pa~'ia. Francia, Grec ia , Ita li a, Luxemburgo
y los Países Bajos; a e llas podemos un ir las Cámaras de A ustria.
En todos estos países, la antigüedad ele la instituci ón se re moma al sig lo pasado o. in-
c luso, antcsc1 • Co mo he mo s dicho , la influenc ia napoleónica se dejó senti r e n su organi za-
c ión según el molde francés, a unque e n cada lugar la evol uc ión fu e dife rente. E n este
sentido, cabe destacar la trascende nc ia q ue tuvieron lo s reg ímenes nazi y fascista sobre la
o rgani zación came ra] e n A le mania e Jtalia en nuestro siglo. mod ificando en un sentido cor-

asimi smo. el de <<explore r avec le gouverne ment e t d'autres organ ismes les pe rs pectives d "expansinn pour
le mouvement des Chambres; fournir un fo rurn pour l' échange d"idées entre C ha mbres. pour le déve lo p-
pement de o,erv ices com mun s et la d iffw,ion des bons el des me illeurs usages; rendre public le mou\ 'CIIIC/11
des Clwmhrcs er érai>lir sa credihilitJ avec les leader.1· de /"opiniom> (subrayado n uestro). Resulta sinto má-
tico este último pape l otorgado a la Asociación. ya que ev ide ncia. a mi manera de ver. que indu so e n los
países e n que fu nc iona e l nw de lo de Cámara de derecho privado. resulta impresc ind ib le para el movimien to
L·ameral e l es tablecer un g rado de credibilidad ante la opiniún pública; el sentimie nto defensivo vue l n~ a
a pa rece r aquí con notoria c laridad .
21 APCC I: op. cit., pp. 25- 17 1. En Aleman ia. ex iste n desde la primera mitad del si g lo XIX; e n [J;d ia,

la prime ra Cámara. IJ fl orentina. data de 1770, y la pri mera norma reguladora es de 1S ll: e n Luxemburgo,
la Cámara de l Gran Ducado c uenta con casi 150 años: la prime ra Cámara ho la ndesa, la de Rotterdam . e'
de 1803.
LAS CÁMARAS Dfó COMERC IO EN EL FRA:-.JQUISMO 45

porativo la misma; e l final de la Segunda Guerra Mundial provocó en estos países una reor-
ganización de la estructura de sus Cámaras, para acomodarlas a su primigenia configuración .
Lo que conocemos ele su trayectoria permite apreciar, desde esa óptica que hemos co-
mentado, el énfasis puesto en la función de entidades prestadoras de servicios que estos o r-
gani smos tienen. El recuento de las competencias que ejercían en dife rentes ámb itos las
Cámaras de estos países es extenso y, por lo que hemos podido comprobar, ha tenido e n
múltiples ocasiones consecuencias de tipo práctico que no vamos a observar para el caso
español. Ya Bartol omé Amengual se hacía eco de las importantes funciones desempeñadas
por las Cámaras extranjeras e n su Estudio destinado a serv ir de base a la reorganización ele
las hi spanas: la gestión de pue rtos, de bolsas de Comercio, la presencia efectiva e n los de-
bates legislativos, las funciones estadísticas, etc., estaban, a lo que parece, bastante consoli -
dadas en las Cámaras de estos países incluso en fechas cercanas a los inicios del siglo. E n
algunas, incluso, funcionaban organismos coordinadores desde la pasada centuria, como es
el caso del DIHT ale mán. que agrupaba a las Cámaras gennanas incluso antes de la unidad
del país 22 • Las funciones que en origen tenían estos organismos de de fensa ele comerciantes
e industriales y ele ser interlocutores ante el Gobierno (visibl es en la impo1tancia otorgada a
las funciones consulti vas que tenía n). van a permanecer, aunque cada vez cobrarán más im-
portancia las destinadas a esa prestación de servicios a las empresas. Por ello, no es de ex-
trañar que en la actualidad, se reseñen sobre todo estas últimas, insertándolas en e l ampli o
campo que constituye la promoción y defensa ele los intereses generales del comercio, la
industria y la navegación. Sería muy interesante poder contar con elatos que permitieran es-
tablecer con alguna exactitud las etapas de este proceso y qué es en definitiva lo que lo de-
termina. Eso es lo que vamos a inte ntar eshozar a partir del caso francés.

Las Cámaras ele Comercio francesas

La organización legal contemporánea de estas instituciones tiene su arranque en la ley


ele 9 de abtil ele 1898, siendo desarroll ada por leyes posteriores hasta llegar a su configura-
ción actual.
Las líneas generales ele la estructura orgánica de las Cámaras francesas hacen referencia
a la agremiación lorzosa, la existencia de una cuota de ti po parafiscal y el desempeño ele
toda una serie ele actividades"'·
Uno ele los ejes definidores de su trayectoria es la concun·encia con el movi miento pa-
tronal en su conjunto. A pesar del aumento de sus recursos y ele la creciente asunción ele
acti vidades destinadas a la promoción económica, las Cámaras se van a e ncontrar con una
cada vez mayor competencia por parte de las organizac iones patronales ele carácter volun-

22 En concreto, esta Cámara de Comercio ' panalemana· se reunió por primera vez en He ide lber g el

13 de mayo ele 1861. S u fun ción primera va a consistir en re presenta r los in tereses del mundo de los ne-
gocios .: n e l nuevo es pacio económico que s ignificará la creación del Primer Reich. APCCl: op. cit. , pp.
47 y SS.
2 -\ Puede verse, como ampliación ele lo que han sido las Cimaras fran cesas. a pa rte de las referencias

conte nidas e n la obra de la Asamblea Perma nente de Cámaras de Comerc io de Francia , ya citada. los es-
tudios ele qu ien fue ra sec retario ele la Cáma ra d.: París. Claude Le fev re: Le régime /éga/ des Chamhres de
Commerce el d 'fn dustrie y Les Clwmhres de Cmnmerce et d 'IIIl fusrrie en France, op. cit. Tambié n son
inte resantes sus interve nc iones y las de o tros autores en la obra co lee ti va citada Prob/emes j uridiques des
Clwm/Jrcs de Cmn111erce et d 'lndustrie en France.
46 L. SA NTIAGO DÍEZ CANO

tario. que e n muchos casos adqui eren un protagonismo - fre nte al Estado y ante los comer-
ciantes e industriales- mu y supe rior al de las Cámaras. Incluso. se cuestiona e l carác te r e m-
presari a l, patro na l de aq uéllas"·!, a pesar de su composición. El proble ma parece radi car,
co mo a firm aba Ehrmann , en que las Cámaras no esta ba n estructuradas adecuadame nte para
eje rcer el papel de lobby e n un estado mode rno, dada la creciente complejidad que iban ad-
quirie ndo los as untos económicos. Su fal ta de adecuació n. básicamente propiciada por e l
manten imie nto ele una estructura o rgánica arcaica. e n la que e l control del Estado es bastante
intenso, obra así como una espec ie ele arma arrojadi za, que parece querer apartar a las Cá-
maras de toda re lación con e l mundo patronal ; se olvida. por lo tanto, quié nes compone n las
Cámaras, quié nes so n sus dirigentes y sobre todo. qué intereses cleliencle.
Además, para e l caso francés, como bien recoge la obra c itada de Lefranc y es vi -
s ib le as imi smo e n la ele Ehrmann, se puede constatar que el desarrollo ele las organiza-
cio nes pat ronal es «sensu su·icto» se produce bás icamente en este siglo , aunque los
a ntecede ntes esté n e n el pasado: la ag rupación bajo inte reses proteccioni stas (especial-
mente en los sectores textil y me talúrgico) y mu y pro nto el temor ante la cada vez más
puj a nte organ ización obrera son s us principales rac to re s ele impul so"'- En esa c rec ie nte
o rgani zac ió n pa tronal, tam bié n inte rv ie ne n ele a lg un a manera las Cámara s ele Comer-
cio. c uyos diri ge ntes aparece n a menudo e n re lac ió n con estas orga ni zac io nes 26 . Por
otro lado. hemos ele ten e r e n c ue nta que e ntre e l resta blecimiento po r N apoleó n de
las Cáma ras y e l nac imi e nto y conso lidac ión ele las nuevas organ izac iones patrona-
les. transcurre un p e riodo suficie ntem e nte ampli o como para preg un ta rse si las Cá-
maras no fu nc ionaro n durante el mi smo co mo cas i únicos representantes ele los
intereses econó mi cos e m presaria les. E l auge patronal tie ne su mayo r y mejor e xpresión
e n la c reació n en 1919 de la Conféde ratio n Génera le de la Procluction Fra nr;;aise (CGPF) ,
transformada e n 1936 e n la Conféclé ration Gé né rale clu Patronal Fra nr;;ais (igualme nte
CG PF) , inmersa e n dura pugna con las organizaciones obreras en tiempos del Frente Po-
pular francés. La gue rra mundial trastocó todas las relac io nes. pero a su término, vamos
a asistir a una reorga ni zación patronal , diri gida por el Conse il National clu Patro nal Fran -

24 Res ulta mu y '>ig nifica tivo e l hec ho de q ue e n a lguna obra sobre las o rgani zaciones patronales e n

Francia. se exc luya a las Cáma ras de esa o rgani zación patrona l. por eje m plo en la obra de Georges Lc franc:
Les urganisatious pmrmwles en Fmnce. du ¡mssé a u présenr. Pa ris, Payo t, 1976 . En su introducc ión. se ñala
que la obra no se ocupa de las Cámaras. a pesar de que <<e lles o nt parfois un ro le parallele it cel ui des
organi-,at ions patnma les». pero dado que viven e n g ra n parte de rec ursos ofic iales. que se e ncargan de fun -
ciones técn icas y priict icas y q ue prese nta n un carácte r <<de fa it sern i-ofric iel», se presci nd ía de su estud io:
a pe,ar del in te rés de sus trabajos. las C:íma ras, en opi nió n de Le franc. estaba n al ma rgen «de ce qu· o n
appelle · ¡e patronal organ isé· par a na logie avec les organisations de salariés». Op. cit .. p. 8. Sin e mbargo.
y como no podía ser de otra mane ra. las Cámaras aparecen a me nudo e n esta obra sobre las orga ni zaci o nes
patronales. como vamos a tene r ocas ión de comproba r.
15 Lefra nc, G. : Op. cir., pp. 3 1 y ss.
26 l hiil<'lll. p. 38. Le l"ra nc señala cómo e n una de las te ntativas o rgani zati vas de principi os de sig lo.

la Fédé rati on des lndustriels el Commerc,:ants fran<;:ais. se re unían tant o individuos como agrupac iones. e ntre
la' q ue c ita: <<Chambrc' sy nd ica les. association s. unions. fédératio ns el me me Cltambres de Co mme rcc ».
Co n posteriori dad, y a través tambi é n de la obra de Lefranc, se consta ta la presenc ia ca me ra! en
organi smos como J" Association Nationalc d ' Expa nsio n Econom ique (pp. 7 1-72), o e n reivindicac io nes pa-
trona les: por ejemplo. su oposición a los Seguros Sociales (pp. 78 y ss.) al aumento de vacaciones pagadas
a princ ipi os de los 30 (p. 83), etc . En estas ocasiones, e l autor pasa por alto su inic ia l a rirmación y c ita las
inic iati vas came ra les como asimi ladas a l resto de l mov im ien to patrona l.
Lr\S CÁVIA RAS DE COMERCIO E ~ EL FRi\NQUISMO 47

¡;ai s ( 1946). La n ueva o rgani zac ió n. según Le franc 27 , e nglobó, e liminó o relegó a un lugar
secundario a las organizacio nes interprofes ionales que hubieran podido e ntrar en concurren-
cia con e lla, como las Cámaras de Comercio, q ue se mantuv ieron e n bue nos térm inos con
la o rganización patronal hasta la irrupc ión del mov imiento pouj ad i st a~~. Las Cámaras esta-
ban. pues, e n una si tuación de j ugar un papel secundario, pero un pape l al fin y a l cabo. Ante
e ll o, su opc ión ha consistido en asumir esa difere nc ia e intentar, por así decirlo, especiali-
zarse. acentua ndo sobre todo su fu nc ió n de ser e ntidades prestadoras de servicios, y subor-
d inando s u posible papel de representació n de intereses económicos frente a la mayor
pujanza y agil idad en este sentido de las o rganizaciones patro nales.
Esa posic ión subordinada ha servido para marcar la diferencia y propiciar lo que pode-
mos denom inar una dobl e estrategia e mpresariaL c uya caracterizac ión tendrá disti ntas for-
mulac iones pero un obje ti vo más o me nos similar: hacer coexisti r dos fórm ulas o rganizati vas
clifcrcntcs pero q ue sirve n a los intereses e mpresariales desde d isti ntas ópticas.
La trayectoria de las Cá maras francesas resul ta, así, paradigmática. A pesar de ser e l
modelo sobre el que se montan las Cámaras de tipo público. a pesar ele haber desarrollado
extensamente sus atribuc iones y status legal, e n un deseo ele mejorar su fu ncionalidad, su
ex istenc ia más rec iente aparece marcada por con n ietos con o rganizac io nes patronales y. acle-
más. por algo más im portante : la indiferencia de buena parte del empresariado. Esta indife-
re nc ia se e xpresaba a través de baj os porcentajes ele participación e lectoral en los procesos
e lectivos came ra les y e n una profunda ignoranci a o rece lo a nte la instituc ió n por parte ele
sus teóricos desti natarios 29 . La reacción ante ello de los dir igentes camerales consistió en
re forzar su espec ifi cidad y promover un mayor g rado de de dicación a sus electores para in-
crementar así. tanto su representati vidad como su fue rza'''.

L A POSIC IÓN SECUNDARIA DE LAS CÁMARAS EN LA COMUN IDAD ECONÓ MICA EUROPEA

E n el plano comunitmio, podemos comprobar cómo la tendencia a reducir la intluc ncia


de las Cámaras e n beneficio de grupos más específicos o qu izás mejor organi zados se con-
firma en la historia más rec ie nte de la Comun idad Europea . Ello es tam bién síntoma de la
evolución que ha sufrido el mundo camera! y que ex plic a su ac tual situación.
En su trabajo sobre los g rupos de presió n en la CEE e n el periodo 1958- J 968, Mey naud
y S idjanski constatan la situación secundaria ele los o rga nismos camera les en la Comunidad
frente a otras organizaciones. El organismo coordinador de las Cámaras de los países perte-
necie ntes a la Co munidad e n esos momentos e ra la «Conférence Pe rmane nte eles Chamb rcs
de Commcrce et el " Industrie ele la CEE», antecedente de la actual «Eurocha mbres>>. La Con-
fércncc se fo rmó en fe brero de 1958 y empezó a toma¡· un pape l protagoni sta. que antes
correspondía a la Cámara ele Come rc io Internacional. Resu lta sumame nte significativo e l

27 l /Jidenl. p. J:N.
~K <d i allait cependant ven ir une époq ue ou des mouveme nts d" o pposition a u C.N.P.F.. parvcnant á
mohiliscr la pli:be des peti ts élec te urs, alla ie nt essayer de se faire un instrume nl des Cham brcs de Com-
mcrcc comrnc des C ha mhrcs d~ Méticrs» l l>ideln. pp. y 228 y lb. Ehnnann. He nry, La ¡¡olili!Jue du ¡l(l[ro-
nar.... o¡J. cir.. pp.
~ 9 Recué rdese la refe rencia al desconoc imiento ex iste nte respecto de las Cámaras q ue hacía Claud~
Le fevre e n su obra sobre las Cáma ras francesas; v. supra.
30 Eslos obje tivos aparece n expl íc itos en las obras c itadas. como las de Lefe vre. la relativa a los Pro-

f¡f<\ lllcsjuridiques ... o la m'ís recie nte (y con á mbito más intern ac ional ) de la APCCI.
48 L . SANTI AGO DÍEZ CANO

análisis que Meynaud y Sidjanski realizan sobre la posición de las Cámaras fre nte a la po-
lít ica comunitaria en relación a otras organizaciones. El calificati vo que les merece esta po-
sición es el de «ambiguo», ya que por un lado no era consultada con tanta frecuencia po r
los organismos centrales comu nitarios corno otras organizac iones y. por otra parte, «parece
disponer de una cierta capacidad de intluencia» 31• Los autores se hacen eco de la organiza-
c ió n de la Conferencia, de sus actividades, de cuándo son requeridas. de la opinión de sus
di rigentes (conscientes, al parecer, de su posición subordinada frente a otras organizaciones
de mayor peso dentro de la Comunidad, como la UNlCE, que agrupaba a los industriales,
la CO PA, que reunía los intereses agrarios, o las Confederaciones Sindicales). Al mismo
tiempo. hacen una sugerente reflexión sobre el futuro de los organismos camcrales en e l seno
de la Comunidad, reflexión que recoge acertadamente el punto en el que se encontraban y
la posible acomodación a una nueva situación comunitaria:

«Vu q ue pour le momcn t ce sont les intéréts par secteur qui sont les plus directeme nt con-
cernés par les po litiques com m unes, on est fo ndé a se demander s i u ne organisatio n comme
la Conférencc pcut excrcer davantage qu 'u ne fo ncti on re lati veme nt red ui te aupres des auto-
rités co mmunautaires. 11 ne semb le pas que la Confé ren ce pu isse apportcr aux autorités
com m unautaires beacoup d' é lé ment s originaux par rapport a ceux q ui Jui so nt déja fourni s
par des groupes comm e l' UN ICE et les grandes fédération s plus spécial isées (ains i celle d es
banques): c ' est du mo ins ce que suggerent le co mportement de la Com mi ssion e nvers la
Conférence et la place moindre accordée par la premiere a la seconde dans le processus of-
ficiel de cons ultatio n.
Toutefois. si au niveau co mmun auta ire la Conférence Pe rmane nte ne sernble pas occupe r
une pos ition compa rable a cc lle de I'UNlCE ou du COPA, il n'e n reste pas moins que ses
membres, e 'est-a-dire les o rgan isntions nationa les des Chambres de Comme rce et el ' Indus-
trie ai nsi q ue Je urs diffé rentes orga ni sations adhé re ntes ont joué e t continue nt de jouer une
fo nction tres appréciable dans J' ad aptati on des économ ies régionales de di vers pays a J'i n-
tégration européenne. 11 es t probable q ue dans une struc turc com munau tairc plus achevéc.
prévoyant des politiques globa les et des dispos iti fs régionau x. la Conférencc pe rm ane nte
a a
serait appel ée joue r u n ról e s imi la ire ce lui q ue ses mcm bres accomplisc nt actucllcmcnt
. . 12
au pla n nat1o nai>>

En esa línea se insertan los esfuerzos actuales de las organizaciones camerales en e l


se no de la Comunidad Europea, cuando aún tie nen un reto mucho mayor a superar: la e n-
trada en vigor del Acta Unica. en 1987 y todo el desarrollo del mercado interior que vamos
a presenciar en años sucesivos.

-' 1 Meynaud, J . y Sidjanski, D. : Op. cit.. pp. 105- 11 4. La importancia de los análisis de Meynaud y
sus co laboradores sobre Jos grupos de presió n en la etapa que estamos considerando ha sido y es sufic ien-
te me nte conocida y apreciada. Nos parece que su uti lización es indi spe nsable e n e l contexto temporal que
esta mos manejando, ya que const ituye la mejor re ferencia externa y cercana a la vez al problema que e'-
wmos tratando. La situación de las Cámaras e n el conjunto de la Comunidad, po r re ferencia a otros grupos
de interés. puede ser un buen indic io de la posición en la que se movía n estos organ is mos, y nos dará un
pumo de apoyo muy válido para considerar c ríticamente la evoluc ión de las Cámaras españolas en e l mismo
pe riodo.
32 Meynaud. J. y Sid janski, D.: Op. cit., p. 11 4.
LAS CÁMARAS DE COM ERC IO E ~ EL rRANQUISMO 49

LAS CÁMARAS ESPA ÑOLAS EN EL CONTEXTO MUND IAL: S IMI LITUDES Y DIFERENC IAS

A modo de resume n de lo exp uesto, podemos decir que, a pesar de sus diferentes status
legales. se puede hablar ele una co inc idencia básica en lo que es el modelo actual de C ámara
de Comerc io, e ntendida como agrupación de comerciantes (o mejor comerciantes e indus-
triales) dedicados a promover un mayor y mejor desarrollo ele su entomo y de las relaciones
de éste con otras áreas. El desarrollo económico y la competencia de o rganismos más espe-
cíficos ha hecho que (sobre todo en los países con Cámaras de mode lo público ) sus funcio-
nes se hayan reclcfiniclo, derivando hacia la prestación de servicios a las empresas como
objeti vo fundamentaL prestación de servic ios entendida e n un sentido lato, como medio de
a llanar dificultades para el mejor desarrollo de aquéllas. Esto se hace desde una perspecti va
e mine ntemente económica, que se j ustifica a veces bajo el ambiguo concepto de defensa de l
«interés general>>, la cual supera la mera suma de intereses individuales de los componentes
de la Cámara de que se trate. Este intento «legitimador» aparece con más fuerza en las Cá-
maras de modelo público. impulsadas a diferenciarse co n claridad de los organismos estric-
tamente patronales y justificarse así con la oferta de apare nte segunda vía de actuación. que
a menudo es muy mal entendida por el conjunto del empresariado; el caso francés sería,
como hemos v isto, un buen ejemplo ele ello. Este problema no aparece con tanta fuerza, co-
mo es obv io, en las Cámaras de tipo privado, compuestas sólo por soc ios voluntarios. aun-
que sí hemos podido detectar que también estas Cámaras debían hacer esfuerzos por reforzar
su papel y obtener un mayor grado de credibilidad ante la opinión pública, al tiempo que
aproximaban sus posic iones a las ele otras Cámaras.
Para los objeti vos de l prese nte estudio, resulta clarificador este proceso ele reclcfinic ión
ele fun ciones que ha afectado al conjunto del nl(fvimiento camera !. Bien es cierto que e l aná-
lisis de la situación en que se han visto inmersas las Cámaras estructuradas baj o e l model o
francés y especialmente de su trayectoria las convierten en el punto de referencia m ús ce r-
cano para las Cámaras españolas, dada su estructura similar. Problemas que vamos a obser-
var en España se han dado también (aun con las diferencias pertinentes) en la vecina
Repúbli ca: e l proble ma de la representativiclacl ele los organismos camerales, del clesconoci -
m iento por pat1e de sus electores. de la fa!ta ele adecuación a las estructuras modernas, ... " ,
pese a la d ife rente situac ión en cuanto a recursos, posibiliclacles, acti vidad, etc.
Está por ve r si e l camino e mprendido por las Cámaras del mundo occ ide ntal (incluidas
las españolas) rinde los frutos apetecidos, pero por lo que a nosotros nos interesa, se puede
concluir que el problema principal de una acertada adecuación a las estr ucturas socioeconó-
micas ele la Europa de los últimos 50 años no había sido ni mucho menos solucionado e n
su totalidad e n el periodo que estamos estudiando. Pese a todo, se puede ad vertir tambié n

'·' Resulta s uma me nte instructiva la lectura del co loq ui o a ntes c itado. e n e l que se abordaron al g unos
problemas re lativos a las Cá maras de Comercio e Industria francesas a la a ltura de 19 72. Aun dentro de
un rono gene ral bastanre positivo. no de jaron de aparecer zonas de som bra de ntro de la estructura came ra!.
especialmente en c uesti o nes como la de la representatividad de las Cámaras fre nte a su c ue rpo e lectora l y
e l desconocimie nto de é•ae respecto de aquéll as. así como de los d ife re nres proble mas de las Cámaras g ra n-
des (como la pa ri sina ) fr.:nte a las de ot ros lugares me nos desarroll ados. En e l fo ndo. ' e ad ve rtía ( y as í se
~x pn:só en alg ún mo me nto, como e n la inte rve nción de A ndré Conque!. secretario general de la Asamblea
Pe rmane nte de Cámaras francesa, p. 218) la necesidad de <<repense r pé riodiq ue me nt les pro blémes de notre
institution ». En este proceso se está aún ho y. como ya hemos ad verti do al hablar de la publ icació n más
rec ie nte de este o rganis mo. ce ntrado no ya sólo e n Franc ia, sino e n los organ ismos came rales de la Europa
de los Doce.
50 L. SANT! AGO DÍEZ CANO

que se había emprendido un camino, en Europa occidental esencialmente. que aún no ha


concluido y que será el que finalmente parece abocado a tomar la estructura camera] espa-
J'íola al final de este periodo que estamos estudiando. El que ello signi fiq ue un inte nto de
recuperar un espacio perdido y posibilitar la convive ncia con unos organi smos e mpresariales
de marcado carácter beligerante, no obsta para que sea poco coherente y nada rigurosa la
extrapolación gralllita de este planteamiento a toda la historia de las C<imaras en general y
de las españolas en particular desde sus orígenes. Desde nuestro punto de vista, la opción
actual de las Cámaras es el resultado de todo un proceso, mucho mús lento y dilatado en e l
caso español que en el e uropeo, ya que sobre él actúan otros condic ionantes que dificultan
e l desarrollo de la organización camera!.
Así, si existen una serie de conco mi tancias de la trayec toria histórica camera] española
con la general , hay también ciertas especifi cidades que han de tenerse en cuenta al analizar
e l caso hispano. Aq uéll as se refieren sobre todo a la inserción de las Cámaras en el conj unto
de instrumentos del asociacionismo empresarial. Éstas podrían concretarse, básicamente. en
e l papel j ugado por la Administración frente a las Cúmaras desde el inicio de su andadura
y, fundamentalmente. en la situación vivida por e llas duran te los años objeto de nuestro es-
tudio, los correspondientes al Régimen franquista. La Admini stración española j uega fre nte
a las Cámaras un pape l indudabl emente utilitarista y mediati zador, q ue una y otra vez coad-
yuva a su desvi11uación como grupo de intereses: la tensión entre Cámaras y Administrac ión
podrá aún mantenerse, como veremos, hasta el inicio de la Guerra Civ il. con un saldo casi
siempre favorabl e a aquélla. Pero la orientación que toma el Régimen franquista hace bas-
c ular de forma de finitiva hacia e l servic io al Poder Públ ico la actividad cameral. que se e n-
contrará fortísimame nte mediatizada.
El objetivo de los capítul os siguientes va a ser, en consecuencia, el de ilustrar toda esa
~ituación , comenzando por los antecedentes de la vida camera! hasta el periodo que estudia-
mos y analizando, a continuación , las distintas fases del mismo.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN ESPAÑA

Las Cá maras de Comercio, Industria y Navegación son creadas en España por un R.D.
de 9 de abril de 1886. Su nacim iento y e volución poste rior hasta e l inic io de l pe riodo que
vamos a estudiar, ha estado marcado por una serie de factores que han hec ho que su estruc-
tura presente importantes contradicciones, condicionando s us funciones y su carácter. Como
ha sido puesto de relieve e n otro lugar, la c reación de las Cá maras se inscribe dentro de un
contexto espec ial y responde funda me ntalmente a un inte nto del gobierno sagastíno de en-
cauzar por cauces controlables el movimiento asoc iati vo de las mal llamadas «clases pro-
d uctoras>> 1• Este objeti vo desmovilizador conllevó un importante grado de mediati zació n de
las Cámaras por pa11e de la Admini stración (q ue, sin embargo, practicará una política de
deliberado orillamiento de unas entidades creadas por ella) y marcará profundamente su es-
tructura y evolución. Dotadas de unas func iones que no van a poder cumplir, y olvidadas
por quien las creó, el inicial empuje que las ale ntó se va a d iluir como un azucarillo en agua.
Sólo la conflictiva coyuntura del f inal del siglo servirá pa ra revitalizarlas, al tiempo que para
poner alerta a la Administrac ió n, teme rosa de que se le escaparan de las manos aquellas e n-
tidades que e ll a misma había generado. La «pel ig rosa>> orientació n política que volvió a
apun tar en estos años en el interior de las Cá maras f ue reconducida rápidamente mediante
una hábil estrategia de la Administración, que combinó la represión con la ofe rta de nuevos
cauces legales (los Decretos de 1901 ), que una vez más ella mismo se encargó de menos-
preciar; a ello ayudó la vacilante acti tud de quienes promovieron el movimiento de 1898,
incapaces de articular en sólidos té rm inos políticos sus propias reivindicaciones.
Hasta el mo me nto de la trasce ndental reorganizac ió n que e n 19 11 s upo ne la promulga-
c ión de la Ley de Bases, la evoluc ió n de las Cámaras se inse rta dentro de unos parámetros
de limitados por las especiales carac terísticas del régime n político restaurador. Ante la pro-
gresiva descomposición del sistema político diseñado por Cánovas, los diversos grupos so-
ciales y económicos buscan fónnulas de acción al marge n de los partidos del tumo. Los ca-
na les asoc iati vos, fu ndamen talmente o breros y patronales se multiplican y expanden. La
respuesta del Poder, se o rienta nuevamente a la reconducc ión, dentro de lo posible, de esas
nuevas e ntidades para insertarlas en marcos de acción contro lables . Por ello, fueron ate ndi-
dos los deseos de muchos mie mbros de las Cáma ras que preferían confom1arse al modelo
came ra[ público, cuya mejor expresión se enc uentra e n la obra de Bartolomé Ameng uaF: sus
co ncl usiones, significativamente. se plasmaron casi de forma literal e n el nue vo ordenamien-
1(~ legal de 19 11.
Las vicisitudes ele estos prime ros años se pueden segui r con bastante aproximación a
través de una publicación que recogió los avata res de las distintas Cámaras prác ticame nte
desde el inicio de su andadura: nos referimos al Boletín de las Cama ras de Comercio. In-
dustria y Nu vegación, patrocinado y dirigido por Ricardo Beltrán y Rázpide. En él se da
c uenta de la ac ti vidad de splegada por los distintos o rganismos camerales surgidos desde
1886, de sus problemas y se nos ofrecen datos de la e volución poste ri or de las Cámaras, los
c uales confirman e l difícil cam ino recorrido hasta 1898. e l movimiento desatado tras la
Asamblea ele Cá maras de Comercio celebrada e n Zaragoza en dicie mbre de ese mismo año,

1 Véase e l capítulo ¡o de la Historio d e lo Cá111ora d e Co111ercio d e So!olllancu ( !R8ó- I <J29). (e n


pre nsa) .
2 A me ng ua l, Bartolnmé: Organi~ación corporativo .... op. cit.
52 l. SANTI AGO DÍEZ CANO

las opiniones conducentes a la reorgan ización de 19 11 y las dificultades posteriores. En otro


lugar ha sido analizado con mayor detenimiento todo este periodo. que tiene como hito di -
visorio el proceso renovador que aparece en 1898, cuya importancia no podemos en este
momento sino mencionar1 . Vale la pena ahora que recordemos las opini ones manifestadas
por parte de representantes de las Cámaras acerca de la reorganización de las mi smas. ya
que no sólo nos mostrarán una imagen de su situación real, sino que tambié n pueden setvir
(con Jos datos que ya poseemos relati vos, sobre todo, a las Asambleas posteriores a 1898)
para valorar su estrategia en todo este periodo, con sus aciertos y contradicciones.
Dado el fracaso relativo que supuso el ensayo iniciado en 1886, manifestado en el es-
caso dinam ismo de que hicieron gala las Cámaras desde su fundación hasta el estallido de
fin de siglo. eran mayoría las o pinio nes que, de ntro de las Cámaras, propugnaban una
transformación de las mismas. Los Decretos que se promulgaron e n 190 l no lograron
satisfacer este anhelo transformador, ya que no eran sino un sim ple remedio coy untural
y. además, sus prev isiones relati vas a la posibilidad de lograr mayores rec ursos y rcpre-
sen tati vi dad para las Cámaras fueron defraudadas por la Administración. Estimuladas
por el movimiento del 98 (que, aun cuando fracasado en sus grandes objetivos, tuvo el
efec to positivo para las orga ni zaciones ca me rales de lograr despertarlas del sopor estéril
e n que dormi taban ), mejor organi zadas en Jos aspectos internos y e n las relac iones que
mante nían e ntre sí, las Cámaras empezaron a cuestionarse cómo deb ía ser la reorgani za-
c ión que necesitaban. Atendiendo a lo que sucedía fuera de nuestras fron teras, la cues-
ti ón princ ipal radica ba, en primer lu gar, en determinar qué modelo se debería seguir. Así,
se prestó cierta atenc ión al Congreso Internacional de las Cámaras de Comercio y de
las Asociacion es Cmnerciales e lndust riales, celebrado e n Li eja e n 1905. En éL se trató
entre otras c uestiones de las ven tajas y desventajas de la organ ización oficial (es dec ir,
amparada por la Adm inistración) de las Cámaras frente a la no oficial (que pretendía, según
el modelo desatToll ado en los países anglosajones, mantener a las Cámaras como asoc iacio-
nes de tipo pri vado). Entre las opiniones, destacaba la de la Cámara de Barcelona (represen-
tada por su secretari o, Bartolomé Amengual):

«En los países en que las iniciativas privadas son poderosas y la Sociedad se organiza libre y
espontáneamente, se debe presci ndir de la organización oficial: pero allí donde el Estado. ya por
tendencia a la absorción. ya por negligencias ele la iniciativa indi viduaL tiene que cumplir
las funciones que los particulares no realizan. preciso es aconsejar la organización ofi cia1»4 .

Esta opinión era contestada e n el Boletín ele las Cámaras por el propio Director, que
tenía criterios bastante diferentes:

<< En nuestra opinión. decía, donde por no haber iniciati va individual permanente capaz de
imponerse a los hombres que gobiernan -cuando gobiernan mal y admini stran peor- el Es-

-' Esta omisión no viene motivada, ni mucho menos. por una minusvaloración del mismo. Al con-
tJ·ario. pensamos que en la crítica coyuntura del 98. el papel jugado por las Cámaras d~ Comercio ofrece
má;, matices y complejidad que el que se retleja de los estudios que se le han dedicado. Para un tratamiento
lll<ÍS amplio de este problema. véase la publicación sobre la Cámara de Salamanca citada cun anterioridad.
4 Véase un resumen más amplio en la publicación editada por el propio Bartolomé A mengua! sobre

las sesiones del Congreso: El Congreso de Cámaras de Comercio v la Exposición Ulli\'ersal de Licjo. Me-
moria sobre el congreso e i11fár111e acerca de los temas /" v 2" del cuestionario. Barcelona, Cámara Oficial
de Comercio e Industria, 1906.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL FRANQ UISMO 53

tado tie ne que hacerlo todo o casi tod o. sobran las Cám aras de Com erc io . S i éstas no ha n
de ser más q ue un organi s mo que fu nc io ne, d irecta o indirectamen te . bajo la depe ndencia
del Gobie rno, ningú n provec ho puede n rendir. Son una rueda más e n el eng ra naj e ad m ini s-
trati vo. Q ue e l Estado haga por sí. por med io de s us funcionarios, y bajo su excl usiva res-
po nsabil idad. lo que deba hacer.
La ex istencia de las Cá maras de Comerc io se justifica c uand o d isponen de in ici ativas. me-
dios y e le me ntos propios para realizar. por sí, cuanto convie ne a los inte reses especiales de
la c lase industria l y mercanti l de la local idad e n q ue residen. A ll í donde comerciantes e in-
dus tria les te ng an verdadero espíritu de so lida ridad y compre ndan bien las ventajas d e la
asoc iación. las Cá maras de Comercio pueden disfrutar vida próspera y e jercer eficaz acc ió n
e n el de sarrollo y progreso indus lria l y mercanti l.
En ta les condic iones. las Cámaras ganan prest ig io e importancia. y pueden y deben ser. ade-
m ás y secundari a mente. organ ismos ofi c ia les para ilustrar a l Gob ierno. con derecho y con
obl igac ió n. según los casos. de info rmarle. y con autorid ad suficiente par imponer. c uando
sea preciso, aquellas reso luc iones o medidas admi nistrativas que reclame la tota lidad o la
gran mayoría del poderm.o e lemento soc ia l que representan>> 5

Como ve mos, había opiniones discrepantes respec to de las ventajas de otorgar carácte r
oficial a unas Asociaciones de comerciantes e industriales. Este ti po de opiniones serán más
matizadas cuando se refieran a la posibilidad de atribui r recursos permane ntes a las Cámaras,
a ej emplo de lo que sucedía en otros países e uropeos. El tema de los recursos, como sabe-
mos. se plantea mu y pronto en relación con la actividad de las Cámaras. apuntándose sol u-
c iones varias que convergen también con relati va rapidez en la petición de un recargo con-
tri butivo que ayude a su sostenimie nto. En tal sentido se pronuncian las disti ntas Asambleas
ele Cámaras que conocemos y especialmente las previas a la reorganización de 19 11 . Aunque
no se trate estrictamente de una Asamblea de Cámaras, sino de estas y otras e ntidades aná-
logas. el te ma de l auxilio pecun iario a las Cámaras es tratado en una reunión cele brada e n
Madrid en Febrero de 1909 y recogida en e l Bole1ín de Marzo 6 : lo que nos inte resa de este

5 Rolrrín de las Cámaras de Comercio. 1905. pp. 1 10- 11 1.


6 Hole!Ín de las Cámaras de Comercio. marzo de 1909. pp. 33-34. El directo r de la publicac ión se
hacía eco de la desconfianza que hacia los e lementos mercantiles e industria le' proyectaba esa peti c ión. ya
que una ve¿ constatada la fa lta de rec ursos para atender a sus fines. dada la <<inercia de los productores. de
los comerciantes y de los industria les españoles, que niegan su concurso pec uniario, en forma de c uota o
donativo. para hacer posible la vida económ ica de estm. organis mos>>. no se acudía, como parecía razonable.
a l expedi ente usado en otros países ele la agre mi ac ión forzosa y la imposición de un recargo al contribu-
ye nte por industria o comercio para soste ner a las Cámaras ele comercio. En Espafía. <<SC temen las recla-
mac iones de la gran mayoría. y se prefie re mermar los ingresos del Estado en un 2%-. para que los mi smos
industriales y comerc iantes no se alcen en formidabl e protesta contra las Cámaras de Comercio y de In-
dustria. y hagan vale r. en apoyo de su protesta, la inuti lidad. la ineficacia de las tareas de esas Cámaras e n
los vei ntitrés aiios q ue de vida llevan, inutilidad e inefi cacia que, en último término. sólo se deben a la
indiferenc ia. a la apatía, a la falta de espíritu de asociación de los más interesados e n mantener y desa rrollar
es tos organismos.>> Ricardo Be ltrán se interrogaba también acerca de las posib les con'>ecuencias: si se ac-
cedía a la pet ic ión, ésta podría exte nde rse también a organi smos aná logos. como. por ejemplo. las Cá ma ras
Agrícolas; si no se accedía, ¿pod ría qu izüs proceder la diso lución de las Cámaras. que no podían cumpl ir
sus fines'1: o si e l Estado quería que continuaran, ¿podría imponer, como soluc ión más acertada, la ag re-
mi ac ión forzosa cuando el acuerdo votado en la Asamb lea se inclinaba por opciones contrarias'1 Sabe mos
cuá l fue e l desenlace, pe ro estas opiniones permiten observar la preocupación ex istente en las Cá maras por
intentar lograr medios de subsistencia sin que al mismo tiempo. pudieran enajenarse el aprecio de los de,-
tinatarins de sus actuac iunes.
54 L . SANTI AGO DÍEZ CANO

artículo, titulado significativamente «Las Cámaras de Comerc io españolas en crisis», son las
refe rencias a la situación camera] en esos instantes. Tras constatar que en aquell os momentos
las Cámaras no podrían cumpl ir los fines que ele ellas debe espe rar el Estado, se hace un
breve repaso histórico de su trayectoria desde su creación y se recuerda cómo estas entidades
deberían haber podido obtener, mediante e l auxilio de todos, «prontos y eficaces beneficio~
para el desarrollo y engrandecimiento de los intereses generales del trabajo de la industria y
del comercio». Sin e mbargo, las dific ultades derivadas de la indiferencia y la falta de espíritu
asociativo de los teó ricos beneficiarios, las había ll evado a esa situación de penuria. Para
paliarla, los asistentes a la A samblea solicitaban del Gob ierno que consignara en los pri -
me ros presupuestos una cantidad «equiva lente al 2% de lo que por los conceptos de in -
d ust ria y comercio recaude e l Estado» y procediera a su reorgani zac ión . La petición s u-
ge ría algu nas re fl ex iones de interés. centradas e n las consecue ncias que de ello se
inferían y que justificaban ese calificati vo de «crítico» referido a la si tuación de las Cá-
maras de Comercio .
Parece imercsantc también subrayar la opinión que manifestaba la Cámara barcelonesa
acerca de la reorganización, opinión de notable trasce nde ncia, pues, como sabemos, e l estu-
dio de su secretario, sirve como base para acometer esa reorganización. En el Boletín de
Fe brero de 1909, fi guran las mani festacioncs de la instituc ión catalana sobre d icho extremo .
En prime r lugar, para e sta corporación, debía prev a.J ecer e l c rite ri o de que s us ho-
mó logas

<<de be n ser en ti dades destinadas especialmente a presta r servicios de carácter general al co-
mercio, a la industri a y a la navegac ión y de q ue. si para prestar e-aos se rvic ios se les co n-
cedieran al gunos céntimos adic io nales sobre la contribuc ión. habría de o torgarse ipso facto
intervenc ió n en ell as a c uantos sati sficiesen esos cé ntimos, co mo ocu rre en Franc ia. A lema-
nia, Italia. Austria, Hungría y otros países» 7.

Eso presuponía el carácter de e lector de todos los contribuyentes y el que los ingresos
y gastos no estu vieran sujetos al libre arbitrio de nad ie. La Cámara abundaba en otras con-
sideraciones, como la queja hacia quienes reprochaban a las Cámaras «el no haber prestado
g randes servic ios al país>> y al mismo tiempo exc itaban <<a Jos contribuye ntes a que se opon-
gan a que se reorganicen en la única forma que permite a las de otros pueblos prestar esos
servicios». La reorgan ización cleb[a efectuarse, pues <<las Cámaras de Comercio espaiiol as
están muy lejos de ser un calco, ni siquiera imitación, de las de otros países donde tienen
organización oficial, y por eso no han dado los resultados que de ellas se esperaban». Tras
e l Congreso de Licj a de 1905. había ya datos suficientes para saber cómo era en otros pafscs
<<la estructura orgánica de las fue rzas económicas>> . La exhortac ió n barcelonesa terminaba
con un cierto tono despecti vo:

<<Üpínese lo q ue se q ui e ra acerca de esa reorganizació n. sólo por ignora ncia o por malic ia
puede sostenerse que los que la desean y la precon izan obren por propio interés o por miras es-
trechas. pues nada hay que menos pueda favorecer intereses paniculares o tendencias o ligárq ui -
cas q ue los organismos eco nó micos o fi ciales basados sobre e l de rec ho electoral de todos los
q ue pagan los cénti mos adicionales para obtene r servicios y provechos correl;.tti vos»'.

7 Boletín. .. , febrero ele llJ09.


x lhidem. pp. ll)-20.
LAS CAM1\RAS DE COMERC IO EN EL FRANQU ISMO 55

Como es sabido. estos fueron los principios sobre los que se asentó la remodelación
efectuada por la Ley de Bases. Pero lo que nos interesa ahora es subrayar la importancia
dada al criterio de que en las Cámaras debía prevalecer el carácter ele ser entidades pre~ ta­
doras de <<servicios de interés general». Para los que propugnaron la reforma, este punto era
central. La pretensión parecía ser la siguiente: lograr capacidad financiera y organizativa su-
ficiente capaz de atraer. vía servicios, a un buen número de comerciantes o industriales a la
organ ización. no sólo fo rmalmente, sino también de forma real ; ello posibi li taría la consti -
lución de importantes grupos de opinión. que, por su carócter «público», podían constituir
grupos de presión cerca del Poder. La influencia de l modelo francés en este sent ido es cla-
rísima. tanto que su prestigio impidió ver las dificultades implícitas e n tal planteamiento. A
e llas nos re feriremos en seguida. pero detengámonos antes en la reflex ión que suscita. desde
la perspectiva de nuestro estudio. el planteamiento que hemos descrito.
En él aparece un concepto cuya util ización vamos a ver repetida hasta la saciedad en e l
periodo 1940- 1975, especialmente en el momento de enfrentamiento e ntre las Cámaras y la
Organi zación Sindical. Nos referimos a las connotaciones que acompañan al término «inte -
rés general». El mismo viene asociado nítidamente al concepto de prestación de servicios.
Más concretamente, en esta línea argumental no se afi rma que las Cámaras representan <dos
intereses generales del Comercio, Industria y Navegación>>, sino que prestan «Servicios de
interés general>>. al tiempo que son entidades representativas de sus asociados, los cuales
tenían e l derecho de poder participar - con las defic ie ncias orgánicas que comentaremos a
continuació n- en la marcha de la entidad. e imponer. teóricamente, sus propios puntos de
vista. La representac ió n de intereses económicos, la defensa de esos mi smos intereses. el
carácter, en su ma, de organismos patronales de presión seguía estando presente. como no
podía ser menos.
La permanencia de la aspiración de quienes estaban en las Cámaras a constituir agru-
paciones capaces de ej ercer una int1 uencia notable cerca de los Poderes públicos en defensa
de sus asociados, se hace palpable cuando observamos la trayectoria histórica concreta de
estos organismos. No hay más que seguir la evolución de sus reivindicac iones conjuntas e n
el periodo que estudiamos para compre nde r que latía e n e llas un deseo unánime de lograr
cada vez mayores cotas de influenc ia: recordemos sus continuos inte ntos de lograr j uri sd ic-
ciones espec iales, presencia en los órganos legislativos (la petición de un Parlamento eco-
nómico). e n todo tipo de Consejos consulti vos 9 . Estamos, en definitiva, ante una estrategia
empresarial bastante definida, en los términos que hemos expresado, aunque, como vamos
a te ner ocasión de comprobar, no resultara a la postre mu y eficaz y fuera -ya desde los ini-
cios- fuerteme nte contestada. Pero e llo no obsta para que se pueda constatar la ex istencia
de una modificación posterior de la est rategia en función de circunstancias externas a la o r-
gani zación carneral. Desde nuestro punto de vista, los posicionamientos doctrinales acerca
de la función de las Cámaras realizados tanto en la etapa objeto de nuestro estudio como en
la etapa actua l obvian la orientac ión ini cial de las Cámaras, para hacer hincapié en objetivos
parciales de las mismas elevados a la categoría de lo general. La desv irtuación que con ello
se hace de las esenc ias originarias de la institución es evidente, a la par que condiciona ne-
gati vamente1 0 - a nuestro entender- su trayectoria actua l y futura.

9 Para un tratamiento más extenso de esta cuestión. véase e l capítulo correspond iente a esta cuestión

en Hisroria de la Cúmara de Co111crcio d e Sa/ama11ca ( 1886- 1929), op. cil.


111 En torno a la desfig urac ión operada en la etapa fra nqui sta sobre las funciones y carácter de las

Cámaras vamos a tene r ocasión de pode r ex playarnos con ampli tud e n páginas posteriores. No va a ser así.
56 L SANTI AGO DÍEZ CANO

La estructura de las Cámaras fue reorganizada completamente en 19 11 . con la promul -


gación de la Ley de Bases, siguiendo, como hemos dicho. modelos importados de Francia,
ele donde se trae el modelo ele Cámara ele Comercio pública. basada en la agremiación for-
zosa y sostenida a base ele una c uota parafiscal. Esa Ley conti ene fallas importantes que van
a marcar negati vamente e l desarrollo posterior ele las Cámaras: la distinción entre miembros
y e lectores, la falta de control - por la inexistencia ele Asamblea General- del conjunto ele
comerciantes, industriales y nautas ele las actividades camerales, y un grado muy alto de con-
trol y mediatización administrati va, que no hará sino incrementarse con el paso del tiempo 11•
No se aprovechó la oportunidad para reorientar adecuadamente las func iones y actividad ele
estos organismos. Para a lgún autor 12 los defectos de la estructura ele las Cámaras explican
suricicntcmcntc su difíci l situació n, potenciada por e l abandono ele la propia Administración.
Como también los propios comerciantes e industriales van a dej ar ostentosamente de lado a
las Cámaras, estos organismos van a encontrarse en una posición muy di fíci 1, fru to de su
de fi ciente estructura orgánica, del bajo índice de adhesión ele comerciantes, industriales y
nautas. del vacío funcional y el olvido de la Adm inistrac ión, que prefiere como interlocutor
a orgamsmos con intereses más específicos y más re presentativos.

si n e mbargo. para la otra cuestió n, referida a los plallleamicntos actuales que se están haciendo sobre la
sig nificación ele la;, Cámaras en la vida socioeconómica espaiiola. Dic hos planteamientos se apoyan sobre
la cons ideración exc lusiva ele las Cámaras como e ntidades prestadorass de servicios. imcrpretanclo toda su
trayectori a anterior desde esta pe rspectiva excluyente, y retrotrayéndol a al mismo mome nto fundaciona l.
Esta i nte rprctac ión sesgada obedece a planteamie ntos estratégico> actua les. si n fidelidad alg una. a
nuestro e nte nde r, con la trayectoria hi stórica de las Cámaras. Para ev itar conc urrenc ias y confl ictos con
o rgani smos patronales de carácte r privado, cada vez con mayor peso e n la vi cia econó mica. social y po lítica
de l país, se defi ni ó - ya desde los inicios ele la transición- un conc retn á mbito de actuación para las Cáma-
ras. de te rminado por la prestación de servicios a las e mpresas y la orientación econó mi ca general. para
dej ar ciertos as pectos específicos ele presión sobre asuntos socioeconómicos a las organizaciones patrona-
le-;. A nte e l acoso de estas últimas, e n desacuerdo con el carácter o fi cial de las Cámaras y sus fuente s for-
7o;,as de financiació n, se ha optado por una inte nsificación de ese planteamie nto. e n un claro intento
defe nsivo . De a hí e l é nfas is puesto e n ese aspecto primord ial. pe ro no único, que tiene n las Cümaras de
Comerc io desde sus inicios. Intentar hacer de él la exc lusiva razón de se r ele estas entidades nos parece
ex trapolar prob lemas actuales. aunque no nuevos, y un o lvido interesado de c uestiones presentes e n su his-
toria. Se trata. ade más. de una inte rpretac ió n no compartida fue ra de l mundo came ra !. Véase. si no. la in-
te rvenc ión dd ministro Solchaga e n la Asamblea de Cáma ras de Come rc io, Industria y Navegación
celebrada con motivo del Centena rio, e n la que se cong ra tulaba de que las Cá maras hubie ran sabido «adap-
tarse a las circ unstancias ca mbia ntes de su e ntorno económico o soc ial, abandonando su ori gen predo111i·
nanten1e11Ie corporati•·o para convertirse e n orga nizaciones ele prestación de servicios colectivos a sus
mie mbros y e n centros de e nc uentro, foros de d iscus ió n y de interca mbi o ele opiniones e informac i(ín eco-
nó mica . Esta capac idad de transfo rmac ión. adaptac ión y llex ibiliclad pe rmite compre nde r las ci rc unstanc ias
de su supervivenc ia >> (subrayado nuestro); to rnado de Las Cú111aras de Comercio, Industria v Navegacián
Fisras por los Jefes de Estado, Presidentes del Gobierno r M inistros Ecoruímicos de Espml a. 11\87. / 987.
Pu blicac ión ed itada con motivo de l Centena rio de la Cámara de Come rcio e Ind ustri a ele M adri d. Madrid.
1987. p. 63. Obsérvese la reflex ión sobre lo q ue deben ser las Cámaras por parte de l respo nsable máx imo
de la gestión económica del país. retlex ión a po yada e n los serv icios a uxili ares que pueden prestar las Cá-
ma ras.
No es esta la ocasión pa ra un a ná lisis más profundo de esta y otras inte rvenc iones de altos ma n-
datarios del país sobre las Cámaras. pero no está de más o bservar cómo se ve a las Cámaras por parte ele
los Poderes Públicos.
11 Véase un excele nte anál isis de las deficienc ias o rgánicas provocadas por la Ley de Bases y su desa-

rro llo reglamentario posterior en la o bra citada de Angel Sánchez Blanco: Las Cámaras .. ., pp. 130 y ss.
l 2 fhide111. pp. 13() y SS.
LAS CÁMARAS DE CO MERC IO EN EL PRANQUISMO 57

El abandono de la Administración tiene una ex plicación clara: respo ndía a su propio


planteamiento respecto a las Cámaras, manifestado ya e n el mome nto de su fundación y rei-
terado con asiduidad , y consiste nte e n utili zar a las Cámaras básicamente como organismos
desmovilizadores o al menos controladores del asociani smo patronal.
Para la indifere ncia de los comerciantes e industriales, se pueden buscar varias ex pli ca-
ciones: desde dentro de las Cámaras, se ha hecho referencia a menudo a la falta de recursos
económicos primero y, tras la Ley de Bases, a la dificultad en su percepción, junto a la in-
d ife rencia de la Administración, como causas más que suficientes para comprender por qué
los comerciantes e industriales no creían que éstas fueran organi smos adecuados para repre-
sentar sus intereses: otro ti po de explicac io nes alude a la preferencia de estos grupos profe -
s ionales por organ ismos patronales de asociac ió n voluntaria, no sometidos a la tutela
administrativa y mejor conformados orgánicamcnte 11 ; pero nos parece que esta afirmación ,
aun teniendo una cierta virtualidad, debe ser matizada.
El asociacio nismo patronal en la historia de España no ha sido todavía investigado de
manera suficiente, sobre todo desde una perspectiva local o regiona l. Grac ias al estudio ele
Mercedes Cabrcra 14 sabemos cuáles son los pri nc ipales planteamientos ele las grandes orga-
nizaciones patronales en los años tensos y contl icti vos ele la 11 República, pero la autora
reconoce que su estudio parte de una óptica un tanto centrali sta que debe ser complementada
con investigaciones regionalizadas. Para los periodos anteriores habría que mencionar el es-
fuerzo investigador realizado fundamentalmente por Fernando de l Reyl ", ya plasmado en al-
gunas breves publicaciones y que culminará, según é l mismo advierte , con su tesis doctoral.
En ambos trabajos las Cáma ras de Comerc io aparecen de una manera un tanto marg inal a
lo que son e l resto de organizaciones patronales, au nque se detecta su presenc ia al lado de
las mismas en c iertas reivindicaciones y sus informes o publicaciones son utilizados por el
conj unto de l movimiento patronal. En cualquier caso, no han constituido un moti vo especial
de ate nción para los estudiosos del asociacionismo patronal, más preocupados por otras or-
gam zactones. Su ac ti vidad no manifiesta, segú n se deduce ele estos estudi os, el mi smo em-

1 ·1 Esta opinión tiene una existencia al me nos tan amp li a como la de las propias Cá maras y aún hoy
puede verse ex plicitada en el confli cto que !odavía se produce entre las organi..:aciones patrona les y las
Cámaras de Come rcio. Ya en los mome ntos de promulgación de la Ley de Bases, dete rminadas voces se
alzaron contra e l mode lo elegido para estructurarlas, de acuerdo a l ejem plo francés. Véase, por ejemplo. la
ohra ele Agu,tín Ungría. Organizacián y .fi.tncionamiento de las Cú111ams de Comercio, Industria y Nave-
gacián. 191 2. Madrid. T ip. y lit. Ungría. 191 2 Asim is mo, aparte de opiniones a nteriores a la Ley de Bases
ya c itadas, !Jole!ÍII Oficial di! las Cámaras de Comercio. l llliustria y Nal'egacióll r Ciímara.1· Agdcolas.
agosto 19 14. pp. 65-66; enero 1917, pp. 6-7. La polé mica se reproduce rccurrenteme nte y los estudiosos
se hacen eco de e lla. sea en un sentido pro-Cámaras o contra e llos. La formu lac ión más expl ícita de esta
s ituac ión la hace A ngel Sánchct. Blanco, para quien antes de 1940 las Cámaras se vieron sust itu idas en sus
fu nciones por asoc iaciones patronales. que eran preferidas por co merciantes e i nclustriales, y después de
194(). es la Organizac ión Sindical la que oc upa ese lugar antes cubierto por las patronales. Volvere mos
luego -;obre estas re fl exione>.
I .J Ca brera, Mercedes: Lo patronal 1:"11 la JI l<r:púhlica. Or¡;ani:ocio11es y esma egiu: JC)3J-J<)36. Ma-
dri d. Siglo XXI. 19~ ~ .
15 Pur ejemplo , su colaboración e n el artíc ulo co lecli vo << Liberalismo y corporativismo en la cris is

de la Restauración>>. e n La crisis de la Rl'staurucióll. Espoíia entre la Primera Guerra M und ial y la //"
República, Madrid, S iglo XXI, 1986, pp. 22-50 y también su artículo <<Actitudes políticas y económicas ele
la patronal catalana ( 19 17- 1923)», e n Estudios de Historia Social, nú ms. 24-25, Madrid, enero-j uni o de
19~ -'· pp. 23-148.
58 L. SANTI AGO DÍEZ CANO

puje que otros organi smos. Sin embargo, no ha sido puesto suficientemente de relieve cómo
las Cámaras en su conjunto han expresado opiniones bastante similares a las ele otras aso-
c iacio nes patronales; ade más, e n algunos casos, la iclenticlacl ele componen tes o ele objeti vos 16
entre qui <.: nes integran los grupos dirigentes de las organ izac iones patronales y quienes com-
ponen los Plenos de la Cámara los convierten en dos caras de la mis ma moneda, aunque
unas tengan más fuerza que las otras. Tanto en el periodo del fin al de la Restaurac ión como
en el contexto di ctatorial, se observan posicionamientos de similar corte en las Cámaras res-
pecto a los manifestados por las organizaciones patro nales e n torno a las grandes cuestiones
económicas de l pe riodo.
En la etapa dictatorial, las Cámaras se siguen moviendo e n la dirección que comenta-
mos. El problema es ahora el de que a su lado coexiste n organ izaciones empresaria les de
carácter voluntario que no sólo han consolidado en la última etapa de la Restauración su
organi zación sino que la están desarrollando más. Las Cámaras. sin embargo, mantienen su
e nde ble estructura orgánica. Así, parece lógico que se acentúe su situación secundari a en e l
conju nto del movimiento empresaria l, a pesar de que las posiciones ideológico-políti cas de l
régimen inaugurado e n 1923 pudieran hacer pensar otra cosa. La Dictadu ra pri morri veri sta
no contr ibuye a la mejora de las estructuras camerales: no hay correspondencia entre «fór-
mulas con intención de organizac ión corporativa de la sociedad, y la potenc iación de la or-
gani zación corporativa camera!» 17 . A nuestro entender, esto es bastante lógico: el Régimen
no podía subsumir toda la estructura patronal en las C ámaras sin potenciarl as, lo que iría e n
detrimento de sus propios intereses; tampoco podía desconocer la existencia de toda una se-
ri e de organizaciones empresariales ahora ya muy consolidadas y a las que tendrá, necesa-
ri amente, que te ner en cuenta. Por e l lado e mpresarial , no parece que haya habido ento nces
un abandono total de los organi smos camerales en favor de las nuevas organi zaciones. Más
bien me inc lino a pensar en una convergencia: habría que conocer con mayor exacti tud e l

16 El caso sal ma ntino. como tend re mos ocasión de comprobar sería e n esto pa rad igmático: e n la e ta-

pa de la Restauración. d iri gentes de la Soc iedad General ele Patro nos o de la Fede ración Gremial tam bién
estün en la Cámara y desde la renovación ele 1930, la Cáma ra est::í integrada po r las pat ro nales, situación
que ,e prolongará durante toda la e tapa re publ icana. Sería inte resante saber e n qué grado esto sucede e n
otras Cámaras. te ma éste no abordado de forma genérica e n las obras co nsultadas . En la His10ria de la
Cúnwru de Madrid, se insiste <<demasiado>> en las diferencias entre la Cámara y las Organizaciones Patro-
na les. sobre todo po r lo que se refie re al d istinto grado de apoliti cismo e n unos y otros. Sin embargo. no
hay un cotejo de compone ntes ni una refe re nc ia a tajantes diferencias e ntre un os y otros a la hora ele to mar
postura frente a cues ti one> que atañían al empresariado en general. Tengo la impresió n ele que la orie nta-
ción un tanto <<actual>> ele la obra que citamos, extrapolando hac ia atrás proble mas que afectan ahora mismo
a las Cúrnaras. está dando un sesgo dete rmi nado a la relación histórica e ntre Cá maras y Pa tronales. Posi -
blemente si part iéramos de la idea de que el mov imie nto asociati vo patron:.d no es algo un ívoco y mono-
lítico desde sus comienzos y que e l desarro ll o y evolución ele las Cáma ras ele Come rc io forma también
parte ele él. no establecería mos esas d ife renc ias tan <<taj an teS>> .
17 Sánchez Bla nco, A .: Op. cil .. p. 520. E n las pági nas 792-799 hace una est imac ión de la posición

etc las Cámaras en el peri odo 1923- 1930. llegando a conc lusiones pesimistas acerca ele su val ide? como
o rganiLaciones representativas de inte reses así como a constatar la falta de inte rés de la Adm inist rac ión.
fal ta de interés conc retada incl uso e n la elaboración del Regla mento ele 1929, que en su opi nión <<parece
responder mús a coyunturales ex igenc ias políticas de la Admini stración Primo de Ri vera, que a [un deseo
de] rac ionali zar e l fun cionam iento ele una organizac ió n económica-profesional ofic ial>> (795). La novedad
más importante p;_¡rece ser e l a premio adm inistrativo. c uestió n paradój ica con la poca ate nción prestada a
las Cámaras: se fuerza a los comerciantes e industri ales a perte necer a unas o rga ni 7.aciones a las q ue se
con,iclcran poco e ficaces y e n las que son reacios a a partic ipar.
L AS CÁMARAS DE COMERC IO EN EL FI~ANQU I SMO 59

tipo de re laciones establecidas en estos mome ntos entre las Cámaras en gene ral y las di stin-
tas organi zaciones patronales, ya que seguramente las coinc ide ncias entre componentes, di-
rigentes o propuestas serían bastante g randes. Así a l menos lo hemos podido probar e n e l
c aso salmantino 1H
Esta situación no va a ser a lterada en la etapa republ icana. En el contexto de confl ic ti-
v idad registrado e n los afios 30 en España, podemos habl ar de que las actitudes manifestadas
por los d irigentes de las Cámaras de Comercio no van a ser d iferentes de aque llas otras ex-
p resadas por los mandatarios de las distintas patronales, sino, al contrario, muy coi ncidentes.
E l gu bernamc ntal ismo de que hic ieron gala es compa rable a l de o tras organizaciones que
también respetaron la form a de gobierno re publicana y expusieron de manera «respetuosa>>
sus reivindicaciones. Es más que probable, en mí opinión, que esta unifi cación de esfuerzos
por mor de las especiales c ircunstancias no ay udara, sino más bie n pe1judicara, al esfuerzo
de clarificació n que de bería haberse dado respecto a las funcio nes de las Cámaras, envueltas
e n la vorágine de e nfrentamientos que acabará desembocando e n la guerra civil. El esta ll ido
de la guerra determinó c laramente la adscripción de las organizaciones carneraJes a l que lue-
go sería bando vencedor. En la zona leal a la República, como podemos observar a través
de l caso de Madrid, las Cámaras fue ro n intervenidas.
Debemos hacer me nción ele la situac ión legal e n que quedaron las Cámaras e n la zona
dom inada por el bando franquista, puesto que el la será determ inante para e l posterior desa-
rrol lo ele los acontecimientos. Una Real orden de 17 febrero de 1937 dispo nía que las Ca-
maras situadas e n el bando llamado <<llacional» quedaran sujetas a la correspondie nte
Comi sión dentro ele la Junta Técnica de l Estado y se suspe nd ía en e ll as e l proceso e lectoral ,
según se decía , hasta que estuvie ra totalme nte «li berado>> e l te iTitorio nacional: obviamente,
esta di spos ic ió n afectó tambié n paulatinamente al resto de las Cá maras del país. Esta d ispo -
sici ón, di ctada en c irc unstancias e xtraord inarias, sin e mba rgo, va a extender su ámbito ele
actuación muc ho más allá ele los límites temporales que e n e lla se conte nían, pues estas ci r-
cu nstanc ias se a largaron no sólo hasta e l final de la g uerra sino du rante todo el periodo con-
side rado, de tal forma que iró nicamente podía deci r un personaje cercano a las Cáma ras e n
1969, que España debía esta r aú n e n gue rra 1 ~ .
Muy pronto, desde Valladolid. se empezó a ed itar un Boletín Semana{ de lnfórrnación
de{ Cons(~jo Superior de Cámaras 20 , en el que se c ontienen, sobre todo, inte resantes datos
acerca ele la evo luc ión ele la economía e n la zona nacional. Estas inf01maciones eran remi-
tidas al Consejo S upe rior por las Cámaras situadas e n zona nacional. Posibl eme nte, los elatos
recopilados pudieron ser utilizados por los responsables econó micos de l nue vo Rég ime n. En
ese sentido, e l Consejo adqu iere. po r su labor coord inadora un mayo r protagoni smo, como

tx Evidente mente. esa situació n no puede ser extrapolada . En las Historias de Cámaras consultadas.
no hay referencias a ello pa ra este periodo, a unq ue de manifestac iones posteriores que citaremos, re feridas
a la Cámara madrileña. parece deduc irse una separación bastame notoria entre C<ímaras y Patrona les . Como
rei teraremos posteriorme nte, tene mos seri as d udas de que estas opi ni ones no sean e l resultado de extrapolar
los proble mas actuales al pasado.
19 Citado en C id Luna. Guillermo: << Ley Sind ica l. ¡_ Hac ia e l fin de las Cámaras·),, _en Actualidad Eco-

lltÍIIIim. 11° 65lJ de 3 1 de octubre de 1969.


211 /Jole!ÍII (Semanal) de Información (de/) Consejo Sllpl'rior de las Cámaras (Oficiales ) de Comer-

cio. lndllstria v Nm ·egación de Espwla. Ese es su título completo hasta e l 5 de Septiembre de 1938. El
primer número t:s del 26 de j ulio de l lJ3 7. Sus informaciones, como en é l se ind icaba. era n << no pub lica-
bies>> . Como se advie n e e n e l no 13. de 18 de octubre de 1937. «todas las publicaciones de l Co nsejo han
si do refundidas e n este Bole tín. que para mayor claridad e n su ma nej o. va di vid ido e n secc iones>>.
60 L SANTIAGO DÍEZ CANO

ó rgano no sólo de relación, sino también ej ecutivo. Entre tanto, el tenor general de los es-
casos pronunc iamientos doctrinales que se ofrecen en estas páginas, muestran su acomodo
a la ce ntralizac ión y su sumisión a las d irectrices emanadas de los rectores del país. Se va a
re sal tar el carácter ofi cial de las Cámaras, su labor de apoyo·al poder constituido y de inte r-
med iario frente a los organi smos extranjeros, como la Cámara de Comercio Internacional y
otras organizacio nes carneraJes.
En este sentido, no es extraño que además de la función estadística y de suministro de
información. se resalten las labores oficiales encomendadas por el poder, como la relaciona-
da con el Subsidio al Combatiente. Así, se va a inten sificar el proceso de dependencia del
poder central. agravado además por la suspensió n del proce so electo ral desde 1937. Ilustra
sobrada aunque sintéticamente esta situación, la descripción que de las funci ones camerales
se hace en el número 38 del BoleTín, correspondiente al 18 de julio de 1938 y ti tulado «Ante
una política económica necesaria»: en él , según las direcuices emanadas del Consejo Supe-
rior. se manifestaba el apoyo de las Cámaras a la política contra el encarecimi ento del coste
de la vida que había establecido el Gobierno nac ional. Una circular remitida a las Cámaras
a firmaba lo sigu iente :
«Las Cámaras , a hora más que nunca. han de te ner p resen te que no son e nt idades c uya razó n
de ex istir esté en las aspirac iones de un sector de te rminado, sino Cmvoracio nes econó mica ~
oficiales, que representa n a todos los sectores que las integran. pero para co laborar e n la de-
finic ió n y defe nsa del interés genera l, a l Se rvicio de l Estado» 21 .

El carácter ele oficialidad , la ausenc ia de iniciati vas autónomas, los objeti vos camcralcs
ente nd idos no como de fensa ele las aspirac iones ele sus miembros, sino como colaboración
a l «interés general» , defi nen la caracterización hecha de las Cámaras por sus d iri gente s en
estos mome ntos . Es preciso retener estos conceptos aquí esbozados porque van a nutrir toda
una línea argumental presente a lo largo de l periodo que vamos a estudiar. Para ev itar la
desaparición ele las entidades cameralcs y lograr su inserción dentro de un nuevo esque ma
organizativo que ti ene como refere ntes ideológ icos los conce ptos de totalidad, organicismo
y subordinación de los inte reses panicu lares o ele grupo a un supuesto interés general, desde
dentro de las Cámaras y especialmente a través del Consejo, se desarrolla unilateralme nte
con pretensi ones ele globalidad una de las funciones de estos organismos, la referida a la
prestación de servicios «de interés general» a las emp resas que son el origen de las Cámaras.
Adornando estas reflexiones con un lenguaje altisonante, se insiste en esta idea, resaltando,
a l tiempo. su dilatada trayectoria y su carácter de «Corporaciones econó micas», como ej em-
plo ele su cercanía al Poder estatal, a las entidades «o fi ciales»:
<<M ás de una vez se ha hab lado e n estas páginas - se di ce e n e l Bole tín- de la tradici ó n que
ti ene n las Cá maras com o Corporac iones ec onó micas. es deci r, como o rganismos que han

21 Boletin Semwwl de !nfrmnación de lus Cá111ams de Comercio, Industria y na vegación v de su

Cons.:jo Superior. no 3g. 18-ju!io-1938. pp. 12- 13. E,ta afirmación se acompañaba de exhLlrtacione' <<tllO-
ra k s», muy del g usto de la ¿ poca, ide mificando los <<fuertes y lcgíJimos» «inte reses económicos>> con aque-
llos <<que tienen alma•> y que w n capaces de obedecer «al resorte supremo de no medi rse a sí propios más
q ue por su capac idad de cli ~cipl ina y de unidad moral ante el bien sagrado de la Patria>>. A l fi n y a l cabo.
las Cá maras constituían «substanti \'idades morales, valores co lecti vos en que se suman esfuerzos y ansias
de trabajo. y que. como instrumentos de l progreso, entrañan anhe los de enal tecimiento. deben sentir con-
tinuo afán de depuración y perfecc io na miento y están al servicio de la Patria para contribuir al bie nestar
genera l con arrt!g lo a las normas que e l inter¿s de la Patria requi era».
LAS CÁMARAS DE CO M ERC IO EN EL FRA~QUISMO 61

procu ra do siem pre estudi ar en su totalidad orgán icas las modalidad es di versas y los intere-
ses va ri os q ue integ ra n la vi da eco nó mi ca de l pa ís.
( ... ) Las int uic iones de las Cáma ras e n sus primeros tie mpo s. ya re motos. ha n id o co nvir-
ti é nd ose e n d oc tri na med itada y téc nica me nt e fund ame ntada c uando e l as unto lo requi e re.
( ... ) Pero ah o ra al ig ua l qu e e n los pri me ros tie mpos. co mo e l se ntir fundame ntal de las Cá-
m aras es el a mo r a la Patri a . y co m o e l patri ot ismo do nd e es ley de l es píritu no ad m ite in-
const an cias, es tas Corporac io nes. para o pin a r sobre los innumerab les te m as de la vida
econó mi ca. finan cie ra y soc ia l, ha n te nido sie m pre por fondo de sus j uic ios dos prin c ip ios
indec lin ab les: e l a mo r a España, s in tasa ni co ndi c io nes. y la neces id ad d e l bi e nes ta r gene-
ral co mo efec to sal udab le d e la d ifu s ió n ele la j usti c ia y e l progreso eco nó m ico has ta los
más osc uros rin co nes ele la Soc iedad españo la, no ya porque te nga n de rec ho a e llo los hom-
bres. s in o, y sobre todo, po rqu e lo ex ige una suprem a co nvenienc ia bio lóg ica de l p a ís >>~~ .

Junto a estos pronunc iamie ntos dirigidos a transformar e l carácte r ca me ra! para mejo r
adecuarlo a los nue vos tie mpos que se avec in aban , e ncontramos ta mbié n a lgún apunte pro-
pagandístico diri gido al exte rior. En e fect o, colaborando co n todos los inte ntos relati vos a
mejora r la situac ión política inte rnacio nal de la España suble vada, el Co nsejo aporta su gra-
nito de arena utili zando la conexió n internacional que supon e la existenc ia de Cámaras de
Comercio en muchos países y de organismos coordinadores de esta acti vidad, com o la Cá-
mara de Come rcio In te rnacional. De esta forma, al comenzar 1939, el Consejo dirige a las
Cámaras de otros países una Carta con mo tivo de l Año Nuevo, para fe licitarles a l inicio del
mismo y apro vechar la ocasión para exponerl es, <<Con toda aquell a o bj etividad que es pro pia
de un o rganismo como el Consej o Supetior de Cá maras>> la situac ión en la vi vía el país. El
tono del texto no dejaba lugar a dudas: << La ve rdad justamente exacta es, Sr. Pres idente, que
España ha ve ncido a sus e ne mi gos y se ha salvado de una inmine nte re voluci ón de mol edora,
g racias a l Movim iento naciona l, e n e l cua l el Ejército ha sido e l núcl eo fuerte de la voluntad
de l País porque ha interpretado, leal y abnegadamente, al g ran pue blo español ( ...)>> 23 •

11 << La trad ic ión de las Cá maras ele Comercio. 1nclustria y Navegación>>. en Bo/erín Semanal de ln-

.fárn wci!Ín .... no 40. 12-agosto-1 938. pp. 3 y 4. Como se o bserva. se trata ele retocar e l carác ter de las Cá-
maras ente nd idas como ag rupac iones gre mi a les, defe nsoras de intereses privados o part ic ulares.
in cre me ntand o su ca rác te r. más asépt ico. de Co rporac io nes ofi c ia les. al servicio de l << bi enestar ge neral>>. El
tex to conti ene también elog ios al abnegado esfuerzo de las Cá maras: << La tradic ión de las Cáma ras no ha
sid o ele formac ió n espo ntánea. Es e l ace rvo creado por varias ge neraciones de hombres de trabajo y ele
estudio q ue no supi ero n de amb ic io nes innob les y vu lgares. qu e sin tieron día a día las glorias y las tri stezas
de la Pat ri a. que coope raron co n todos sus med ios a la labor ele enseñ ar a tener fe en España y qu e soña ron
co n e l im pe ri o de la j ust icia, con una economía alentada por la fraterni dad y, en fi n. co n qu e el esp íritu se
ence nd iese en un fu erte se ntim ie nto de la respo nsab ilidad. para qu e e l gobern ar. e l pe nsa r. el hace r riqueLa
y el dar pa n fu ese n actos rea lizados e n cum plimi ento del supremo deber de serv ir a la Patri a en la rea li za-
c ió n de sus dest in os gloriosos .. . En ese acervo está la raíz ele la doctri na de las Cáma ras y su Consejo»
( Ibíde m). Este texto será transc rito con posterioridad en la revis ta de l Consejo, dentro ele toda esa línea
arg umenta l q ue he mos desc rito . Véa nse también los artícul os conte nidos bajo e l e pígra fe << La un idad y la
so lid aridad e n la econo mía nac ional» en los núm eros 17 y 37 ( 15-nov ie mbre- 1937 y 6-juni o- 1938), e n pp.
4-6 y :l-4 respect iva mente. para un desarro ll o más amplio de estas re tlexiones .
23 Boletín Se111ana/ de lnjimnación .... n° 47. 6- marzo- 1939, pp. IIX : <<Carta dirigi da, co n mot ivo de l

Año Nuevo. a las Cámaras ele Comerc io ele otros países (Es te doc ume nto ha sido traduci do a vari os id io-
mas)». Co n anterioridad. en el nú mero 26, ele 17 ele enero ele 1938 , pp. 3-5 se inform aba de la reconstituc ió n
de l Co mité Nac ion al Españo l de la Cámara ele Come rcio Intern acio nal y de su reconoci mi e nto por parte
de ésta << como represe ntac ió n auté nt ica y úni ca de Es pañ a ante e l más important e orga ni smo econó mi co
in te rnac ion al ».
62 L. SANTIACO DÍEZ CANO

A esa afirmac ió n genérica seguía un relato de la idílica situación en que vivía la España
nacional"4 , para terminar recordando cómo el ejemplo de lo sucedido en España podía serv ir
de aviso a otros países y sin gularmente a los «ele me ntos económi cos de l mundo >>, lo s
cuales podían sentir a través de esa carta la «so lid aridad que hay e n e l fo ndo de la c ivi-
lizac ión que ellos contribu yen a d ifundir y que, para ellos, constituye una condición tan
vita l que, si se suprimiere como el marxismo pretende, sobrará todo lo que esos elementos
son y significan>>"'·
Este apoyo proporcionado al que luego sería bando vencedor no impidió que las Cáma-
ras, una vez acabada la contienda. se encontraran no ya en la posición anterior a la guerra
civi l, sino en una ~ ituac ió n aún más precaria y difícil. El nuevo régime n salido de la con-
tienda contenía presupuestos programáticos muy diferentes a Jos existentes hasta entonces.
La organización de los intereses económicos y profesionales bajo moldes de corte fascista y
corporativo vi no a trastocar todo el andamiaje asoc iati vo no sólo obrero sino también patro-
nal. Las Cámaras se vieron afectadas por el surg imi ento de una entidad con pretensiones
totalizadoras y globalizantes: la Organización Sindical. La posición de l empresariado ante la
nueva situación no ha sido objeto de estudi o sistemático hasta e l presente, pero por el mo -
mento podemos apuntar a lgunas líneas de reflexión: si bien es cierto que está fuera de toda
eluda e l apoyo del empresari aclo en su conjunto al bando vencedor en la guerra civil (como
reiteraban las Cámaras), no creo que esté tan claro que ese apoyo incluyera ele forma a uto-
mática la organización impuesta por e l E stado franquista al asociacionismo empresarial. En
concreto, sería ele mucho interés conocer mejor cuál era e l grado ele adhesión real de los
e mpresarios a la estructura sindical por lo que hace no a los aspectos laborales o profes io-
nales de la misma, sino como ve hículo transmi sor ele los intereses empresaria les. Por otro
lado, au nq ue ya sabemos que los planteamientos ideológicos sustentadores del nuevo régi-
men fueron muy pronto retocados, conocemos tambié n que esos m ismos planteamie ntos
ejercieron negativos influjos en la política económica desplegada desde el Poder, especial -
mente en las décadas dominadas por las ideas ele autarquía. Como quiera que estas ideas
tenían destacados voceros en e l seno de la Organi zación Sindical, de beremos c uestionam os
e l grado ele adhesión real de los empresarios a la misma 26.

" 4 Tal e ra el empeño puesto e n de mostrar esa < <situación óptima>> que algún ¡xírrafo puede causar
sonrojo: tras relatar los logros de l go bierno nacional e n todos los terrenos económicos y sociales, se a fir-
maba que esa situación de la España nacional << no se desmiente, en verdad, por las acti vidades que por
doq ui e ra se obse rvan , an imadas las ciudades por los quehaceres norma les; resonan do e n plazas y jardines
la alegría de los niñ os: rebosantes de público los luga res de esparcimie nto, como teatros. ci nem atóg rafos.
cafés, plazas de toros y campos de deporte ; repletos de clien tela los restaurantes y ate nd idas las c lases so-
ci ales a las que la g uerra puede haber per judicado más , con subsid ios prev istos por el Estado y por o bras
gene rosas como la del Auxilio Soc ia l, sin dife re ncia alguna por razón de ideas políticas o re ligiosas. ( ... )
Los Mutilados de g ue rra 1ienen aseg urado su bienestar por el Estado. ( ... ) Los Hospitales está n ate ndidos
con el máx imo esme ro. ( ...) Hasta los prisione ros de gue rra viven gratamente. sin te mo res ni escaseces
( 11 1 )» . lbidem. pp. V I. Vil.
25 lbidem.. p. IX.
26 Pa ra las cuesti ones relacionadas con la economía po lítica de l franquismo co ntamos ya con mu y

inte resantes e:-.tudios. que reflejan la diná mica económ ica del país y la influenca de las decisio nes guber-
na mentales :,obre esa di ná mica general o sobre sectores conc retos. Véanse las o bras de García De lgado, M.
Jesú:, González, Ros Hombravella. Pe rpiñá, Barcie la, etc.
Para e l estudio de cuestiones ideológicas relacionadas con e l tema que aquí nos ocupa, es impres-
ci ndible contar con los a náli si s re fe ridos a la época del «primer franqu ismo>> realizados por Chueca para
conocer la estructura de FET y de las JONS o M ig uel Angel Aparicio para los Si nd icatos verticales.
LAS CÁ Mi\R AS DE COMERC10 EN EL FRANQ U!SMO 63

Ello no quiere decir, como tendremos ocasión de comprobar, que fue ran las Cámaras de
Comercio, 1ndustria y Navegación, el idóneo vehículo transmisor de las inquietudes de un
empresmiaclo descontento con determinadas posic iones de pol ítica económi ca adoptada por
el Régimen. No podían serlo en primer lugar porque debían contar con la presencia de un
competidor organizado y dispuesto, como también veremos, a absorberlas a la menor oca-
sión. Pero, sobre todo, se oponía a esa idoneidad el que no sólo se mantuvieran las impor-
tantes distonías que caracterizaban su estructura orgánica, sino que, además, se incrementa-
ran como consecuencia ele la política seguida con ellas por parte de la Administración. En
e fecto, vamos a poder comprobar que para entender la situación e n que van a estar colocadas
las Cámaras, es imprescindible expli car el papel jugado por los órganos ministeriales ele los
que dependían orgánicamente. En nuestra opin ión , la orie ntación dada a las Cámmas por la
Admin istración y especialmente por e l Ministerio de Comercio es clave para comprender los
problemas que subyacen en la vida de las Cámaras. Si la tradición mediatizadora siempre
presidió las relaciones de la Admini stración con ellas, esa mediatización va a ser potenciada
en esta etapa: las Cámaras son, sobre todo, instrumentos a utilizar por su superior jerárquico.
De ahí toda la trayectoria inte rvencioni sta, potenc iaclora del Consejo Superior y además,
desvirtuadora de la proyecc ión de las Cámaras hacia sus electores.
Pese a todo, las Cámaras intentan jugar un papel , por pequeño que sea, como vehículo
transmisor de inquietudes. En un estado tan fuertemente centralizado. la Administración do-
mina el panorama no sólo político, sino también socioeconómico y es la influencia que sobre
sus cuadros pueda ejercerse la que determina los cambios de orientación en sus decisiones.
Las Cümaras, con todas sus limitaciones, te nían una c ierta cercanía al Pode r, que podía ser
utilizada.
Esta particular situación de las Cámaras que acabamos de describir moti vó la aparición
ele un acusado sentimento defensivo y autojustificador por pat1e de las mismas. Ello no hizo
sino agudi zar las contradicciones existentes en su estructura orgánica y aumentar la debili-
dad de los th1giles lazos que las unían a sus teóricos componentes.
Ya hemos dicho que estos habían manifestado un grado de adhesión bastante bajo hacia
las Cámaras desde sus inicios, que no puede explicarse únicamente por sus limitaciones es-
tructurales sino también seguramente por la propia estructura productiva española, tan limi -
tada en sus aspectos comerciales e industriales no sólo porque la debilidad del capitalismo
industrial o comercial se proyecta ba e n la debilidad de los organismos asoc iati vos de comer-
c iantes e industriales, sino también porque es una estructura muy distorsionada, dependiente
de l exterior en una buena parte, dominada por e l capital financiero y compuesta en una no-
table proporción por pequeñas unidades productivas con intereses e normemente diferencia-
dos. Por otra parte, los modelos asociativos empresari ales parecen haber respondido más a
una reacción a la progresión de las o rgan izac iones obreras que a una dinámica propia, lo
c ual ha condic ionado evidentemente sus actuaciones. La estructura sindical vct1icalista
adoptada por e l régimen franquista contribuyó no sólo a ahogar cualquier tipo de organiza-
c ió n re ivindicativa de tipo obrero, sino también a debilitar las bases asociativas empresaria-
les, con consecuencias que son observables en toda la etapa reciente ele transición a una si-
tuación pulítica cle mocr<1tica.

Para lo re lati vo a la partic ipación de los e mpresarios e n determinados <<grupos de intereses», sigue
s iendo de imprescindib le consulta el trab<0o de Juan José Lin z y A mando de Mi g ue l sobre Los empresarios
mue el poder ptÍblico. Madrid. Instituto de Estudios Po líticos, 1966.
64 L. SANTI AGO DÍEZ CANO

L OS CONDICIONANTES ENDÓGENOS DE LA TRAYECTORIA CAMERAL:


LA CONFLICTIV IDAD SOCIAL, EL ASOCIACION ISMO PATRONAL
Y LA ACCIÓN DE LA ADMINISTRAC IÓ N

Como he mos visto hasta aquí, las Cámaras evolucionaron hasta llegar a convertirse e n
e l franquismo en un simple brazo de la Admini stración. Y sin embargo, los niveles de acep-
tación de las Cámaras por los empresarios dependían en buena medida de su capac idad para
presentar a éstos iniciativas y logros en e l campo específico de sus intereses. Si hubieran
conseguido responder a los problemas socio-económicos con una acción reivindicativa vi-
gorosa y la Administración se hubiera mostrado proclive a atenderla, sin eluda la trayectoria
camera] y sus relaciones con la patronal hubieran sido otras. Pero esto era sumamente d ifícil
porque los Poderes públicos las habían concebido como instrumento ele apaciguamiento de l
empresariado y lo más que iban a tolerar era e l ejercicio de funciones armonizadoras y me-
diadoras. y aún esto, en tanto en cuanto sirviera para impedir la emergencia de un asocia-
cionismo patronal reivindicativo y agresivo.
Las Cámaras, durante años, quedaron atrapadas por esta contradicción. En un prime r
momento de su ex istencia, tendieron a responder con moví li zaciones a las crisis socioeco-
nómicas, que no podían dejar de tener repercusiones sobre el comercio y la industria. Pero
este tipo de acció n ni fue audaz y creativa, ni obtuvo de la Administración respuestas sati s-
factorias para el e mpresariado.
En esta etapa se celebró alguna Asamblea de Cámaras (en 1891 , por ejemplo), que in-
tentó. sin éxito, coordinar esfuerzos e n orden a alentar programas específicos de orden eco-
nómico fundamentalmente 27 Otro inte nto frustrado parece ser el de intentar traducir en té r-
minos políticos el asociacioni smo camera!, mediante la posibilidad de constitución de
Colegios espec iales, abierta por la Ley electoral de 1890. Las escasas inic iativas que se lle-
va ron a la prác tica, como la elección de un diputado por un Colegio especial constituido e n
Valencia a iniciativa de la Cámara no constituyen sino una anécdota dentro del complej o
entramado político restaurador. Al fin y al cabo, con sultando las pocas noticias que tenemos
ace rca de quiénes componían realmente las Cámaras, podemos comprobar cómo el número
de socios no sólo era escaso en re lació n al total de contribuyentes de cada provinc ia , sino
que iba en franco descenso. Por lo tanto, no ha de extrañar que no se observe en la traycc-
tOJia de las Cámaras signos visibles de acti vidad, ni, por lo tanto, algún tipo de respuesta
por parte de la Admini stración. No olvidemos, además, que - bien que mal- el sistema polí-
tico restaurador p udo sentirse hasta la ll egada de la crisis fini secular relativamente cómodo,
a l no articulmsc frente a él ninguna alternativa v iable. Sin embargo, e l aldabonazo que su-
puso e l 98 provocm·á una relati va crisis de legitimidad que . en princ ipio, podía haber supues-
to la aparición en la escena socio-política de movimientos asociativos capaces de transfo r-
mar la misma, oc upando el lugar de los denostados pa1t idos políticos.
Es por ello por lo que no es sino en la coyuntura del 98, cuando aparece un pote nc ial
de acción en las Cámaras que la Administración no podrá ignorar. Es muy posible que este
fuera el momento de mayor poder de estos organismos y de más clara identificación de los
mismos como grupos representativos de intereses. A pesar de su «anémico» estado vital fue-
ron capaces de articular e n torno a ellas a un importante sector de la sociedad española y,

: 7 Así ocurrió con los movim ie ntos asamb learios que propugnaron, de lante del Gobie rno, una se rie
ele reformas re lativas a l tráfico ferrovia rio, cuya trascendencia fue nula.
L AS CÁ M A RAS DE COMERCIO EN EL FR ANQUIS MO 65

muy especialmente, de los grupos burgueses y pequeño-burgueses. Sin embargo, si bien es


cierto que e l índice de actividad de estos años cotTe parejo a la conflictiva coyun tura en que
se desenvolvió, no lo es menos que la respuesta de la Administrac ión fue tan vigorosa, si no
m:ís, que la de las Cámaras. Combinó la represión (rápida y eficazmente dirig ida c uando e l
conflicto tomó límites no cons.i derados tolerables por los Poderes públicos, como por ej em-
plo, con el cierre de tiendas), con ofertas conciliadoras articuladas en términos normativos:
los Decretos de 190 1, que teóricamente ampliaban el aba nico funcional y representativo de
las Cámaras. Así, e l Gobierno logró de nuevo reorientar un movimiento potencialme nte per-
turbardor hacia límites que él pudie ra controlar. Más tarde habrán de reconocer las Cámaras
e l decepcio nante desarrollo práctico de lo contenido e n los Decretos citados. Pe ro quedé mo-
nos con e l dato de que aparece, y qui zá de una fonna más diáfana de lo que antes y después
aparecerá, esa contluencia entre conflictividad, reactivació n camera! y atención de la Admi-
ni stración a las exigencias empresariales. El 98 sitúa a las Cámaras, por primera y única vez,
como vanguardia de un complejo movimiento asociativo en el que se entremezcla n los in-
tereses puramente patronales con o tros de diversa índole. Nunca más gozarán las Cámaras
de tan altos grados de adhesió n y de un ca rácter ta n marcadamente re presentati vo, y posi-
blemente no sea ajeno a su imposibil idad de recuperar protagonismo el fracaso que en estos
insta ntes crít icos cosecharon.
A pesar ele ese fracaso, a medio plazo los coletazos del 98 actuaron de manera favorable
para los intereses camerales, clinamizándolas y reforzándolas coyunturalmente. Los indica-
do res de núme ro de socios de que disponemos, así como la celebración de las Asambleas ele
1901, 1904 ó 1909 y lo que sabemos ele la trayectoria de algunas Cámaras, pueden ava lar
este aserto. Sin embcu·go, esta rev italización no conserva el signo inicial del 98, derivando a
una acti tud de re plig ue de las Cámaras sobre sí mismas, que la Administrac ión no dej ará de
aprovechar para vaciar de conte nido sus concesiones ele primera hora. Ahora toman priori-
dad sobre los graneles planteamientos políticos, la defensa de puntuales objeti vos y de reor-
ganización inte rna. Algo parecido estaba ocurriendo en otros países europeos 2x.
El sig uie nte re brote de la confli cti vidad socio-política reproduce la dialéctica ele la mo-
vil ización ele Cámaras y ele respuesta ele los Poderes públicos en términos de no rmati va. Será
el mo mento ele la Ley de Bases, precedida, no se o lvide, de la propuesta de reorientació n
legislativa a la francesa de Bartolomé A mengua!. El contexto conflictivo es claro: secuelas
de la crisis ele 1909, agudi zación del proble ma colo nial , y auge econó mico con un impo r-
tante aumento e n la conciencia ele la organizac ió n de los diversos sectores produc tivos. La
Administración vuelve a tratar de reconducir la organizaci ón de los intereses en liza con un
talante interve ncionista y mediati zador, alterando de forma bastante sustancial la orientació n
came ra! soste nida hasta el momento con respecto a las Cámaras.
A partir de e ntonces apreciamos una redefinición de la estrategia came ra!, que es discu-
tible si se debe únicamente a la propiciada por la Admini stración o a otros fac tores. No cabe
duela de que los poderes públicos se apoyaron e n un sector que vio el cambio con bue nos
ojos, pero este fue tambié n potenciado por la favorable coyuntura económica que se estaba
viviendo, caracte rizada, como sabemos, por un desorde nado pero ev ide nte ritmo ascende nte,
müs visible e n c ie rtas regiones que. como la catalana, estarán e ntre los promotores de la

2s Recorde mos q ue en 1898, la estructura de las Cá maras francesas ha sufrido importantes retoques
y que en 1905 se ce lebra un Cong reso en Lieja en el que uno de los temas princ ipa les es el de la organi-
zac ión camera! y sus fo rmas.
66 L. SANTIAGO D ÍEZ CANO

nueva orientac ión. También debió influir e n su adopción el reforzamie nto que se estaba pro-
duci endo e n la organi zaci ón de esos intereses económicos. que se traducían en la aparición
cada vez mayor de o rga nizacio nes patro nales «stric to scnsu>>. con obj etivos económicos o
sociales muy conc retos. que muy pronto empiezan a superar Jos nive les organ izativos pro-
v inciales para llega r a amplias conflue nc ias nacionales: la Confederación Patronal Espai'íola,
la Confederación Gremia l, etc.
E l notorio increme nto y reestructuración masiva que en los ai'íos de la Prime ra Gue rra
Mundia l se produce en e l seno del mov imiento patronal van a ser condicionantes ele la vid a
camera] y ele la ac titud de la Administrac ión hacia e lla. El índice ele activ idad de todos estos
ai'íos, tan densos en acontecimie ntos, es ciertamente no table. no sólo por lo que hace a l au-
mento en sus capacidades y funcion es, hasta tal punto que en algú n caso, como es e l madri -
le ño, se habla de una etapa de «esplendor>>, sino tambié n en lo que se refiere a sus iniciativas
en e l o rden político-social. No se trata sólo de los movimie ntos asamblearios, celebrados,
como los de 19 13, 1920, 1923, o fracasados como el de 19 17, sino de su alineamiento, q ue
hemos tenido ocasión ele constatar, con las propuestas patronales te nde ntes a configurar una
opció n soc io-po lít ica diferente, de c laro sesgo corporativo. Los datos de que d ispone mos ha-
blan de peticiones ori entadas a configurar representac iones profesionales que tuv ieran su in-
fluencia en las decisiones políticas. El contexto vue lve a ser notOJiamente conflictivo. mar-
cado por la trayectmia económica deri vada de la Prime ra Guerra Mundial y su influencia e n
España, tan decisiva para e l desatTollo de l país y tan decisiva también en e l orden social ,
con un fortísimo incremento de las te nsiones, tanto rurales como urbanas: el corolario de
de scomposició n política, conocido como «crisis de la Restauració n>> es tambié n sufic ie nte-
mente conoc ido como para no insistir más e n él. S in embm·go, e ncontramos ahora una dife -
renc ia fundamental con respecto a lo acontecido anteriom1ente: la res puesta de la Adminis-
trac ió n a los co ntlictos no parece tan diligente como e n otras ocasiones. La explicación es
se ncilla: las Cámaras. como copartícipe del mov imiento patronal ocupan ahora una posición
cada vez más secundaria dentro de ese conjunto y, además, cuentan ya con de li mitación nor-
mativa sufic ie nte (acorde con los intereses de la Admini stració n), que sólo necesita algún
que otro retoque. A ese sentir corresponde la promulgació n de l Reglamento de 19 18, que no
a ltera básicamente ninguno ele los presupuestos organi zati vos de la Ley de Bases. Es decir,
la Adm ini stración ha c ulminado en e l plano normativo lo que pretendía. y sus preocupac io-
ne s se dirigen a ho ra hac ia un proble ma más trascende nte: el conjunto del mov imie nto pa-
tronal. En efecto, e l crecimiento de éste había sido inte nso y los Poderes públic os no tendrá n
más remedio que contar con él , ya que, obviamente , no podían controlarlo totalme nte. Las
propuestas o rganizati vas planteadas por estos g rupos, e inc luimos e n e llos las de las Cáma-
ras. no tie ne n una c lara traducción política, dado lo d isperso y a veces contrad ic torio de las
mismas, así como la propia resiste nc ia manifestada por las carcomidas estru cturas po lític as
de l siste ma restaurado r, pero en c ualquier caso, van a te ner su infl ue ncia en el proceso que
conduce al defi niti vo co lapso del sistema prod uc ido en 1923, c uya salida sati sfizo, a l me nos
en principio. b uena parte de sus inmediatos intereses. Las propuestas patronales de orden .
defensa ante los ataque s izquie rdistas, reorgani zac ió n económica y polít ica encontrarán un
ejecutor material e n Primo de Ri ve ra y e l Ejérc ito, al que prestarán inmediatamente su apoyo
y adhesión. Las Cámaras, e n general por lo que sabemos. van a e star e n esta línea. La Asamblea
celebrada en 1923 e n Valladolid puede constituir un bue n ejemplo de su actitud.
La etapa dictatori al es bastante m al conoc ida e n lo que se refiere a la trayec toria de las
Cámaras en la misma. Pero no parece que, como ya hemos a firm ado, fuera la misma esen-
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL FR AN QU ISMO 67

c ialmente distint a de la del resto del movimiento patronal. Al igual que buena parte de éste,
su apoyo inicial al Dictador fue menguando a medida que la Dictadura aparecía cada vez
más como incapaz de lograr una institucionalización efecti va y resolver los proble mas po lí-
ticos, sociales y económicos planteados. Sin embargo, las Cámaras rec ibieron atenció n es-
pecial de la Administración, expresada en los Decretos y Nuevo Reg lamento de 1929, dados
nuevamente en un contexto de conflictividad. Empero. el Reglamento de 1929 no se enfrenta
a la problemática situación en que se encuentran las Cámaras, si no que «parece responder
más a coyunturales exigencias políticas de la Administración Primo de Ri vera, que a racio-
nali zar el funci onamiento de una organización económica-profesional oficiai » 2'J .
La etapa republi cana most raría importantes índices de conflicti vidad y también de acti-
vidad socio-política camera], cuyo mejor resume n podría ser e l de la Asam blea de 1936. Sin
embargo, como hemos ad vertido para las etapas anteriores, no hay una respuesta específica
a las reivindicaciones emanadas de las Cámaras, sino que la reacción de los gobemantes
republicanos se diri ge a interlocutores sociales más ampli os. Debemos tener en cuenta que
el desarrollo normati vo de las Cámaras aparecía ya muy completo desde la óptica de los
intereses de la Administración, dado que los Decretos y e l Reglamento de 1929 no alteraban
básicamente la estructura de la Ley de Bases y sí, sin embargo, potenc iaban la tigura coor-
dinadora del Consejo (como c laro instrumento del Poder para mediatizar y controlar la labor
camera]); además, el auge de las Organizaciones patronales había sido notorio y no podía
esperarse que las satisfacciones ofrecidas a las Cámaras fueran agradec idas de forma con-
junta por el mo vimiento patronal. De bían las Cámaras de ser bien consciente s de que una
acc ión aislada o una orientación en exceso independiente no tenía fut uro, pues tenemos
constancia, a través del estudio de Mercedes Cabrera, que, a pesar de c iertas reticencias a
e ntrar al lado de las patronales en su acción específicame nte social y política, hu bo Cámaras
como la de Madrid que se sumaron a ella.
En definitiva, lo que hemos pretendido demostrar es que la trayectoria del mundo ca-
mera] no fue ajena a las sucesivas coyunturas políticas, sociales y económicas, sino que su
actividad reivindicativa se vio dinami zada en los momentos de crisis, en los que la Admi-
nistrac ión mostró tambié n, hasta un cierto mome nto, un talante más negociador, au nque a la
postre sus resoluciones se orientaran sie mpre a introduc ir cambios que incrementaban la de-
pendenc ia de las Cámaras con respecto a ella.
A partir de la Dictadura, la c ulminación de la normati va que aseguraba la definiti va do-
mesticación de las Cámaras y les restaba capac idad de presión, por un lado, y por otro la
competencia ele consolidadas patronales privadas, que hace n inútil esperar de aqué llas e l
cumplimie nto ele su inicial función dcsmovilizadora, explica que aunque las situaciones ele
crisis sigan incenti vando las re ivindicaciones camerales, sus posi bil idades ele ser atendidas
se vean notoriamente mermadas. En esta situación, las Cámaras se ven forzadas a buscar
una nueva estrategia: las vicisitudes de la etapa re publicana las situarán en la órbita de las
asoc iaciones patronales, lo que supondrá mej orar sus re laciones con la clase empresaria l,
pe ro pondrá en peligro el necesario apoyo de los Poderes Públicos; en el franqu ismo, el cam-
bio de circunstancias las empuj ará a buscar el re spaldo de la Adm inistración, lo que significa
ace ntuar hasta un grado máxi mo la situac ión de dependencia y de limitación, al tiem po que
un nítido d istanc iamiento respecto de sus bases.

29 Sánchez Blanco, A. : Op. cit .. p. 795.


Segunda Parte
Las Cámaras en el franquismo
LAS CÁMA RAS Y LOS G RUPOS DE RE PR ESENTAC IÓ N DE INTE RESES
EN EL FRANQUISMO : ESTADO DE LA CUESTIÓ N

Sobre el pape l del em presariado en nuestra histo ri a más reciente, la investi gación más
conoc ida es la rea li zada por Juan José Linz y Amando de Mi gue l dura nte los años 60 1• De
d ic ha in vestigación. nos inte resan pri mordialmen te los datos refere ntes a las re lac iones del
mundo e mpresarial con el Poder públi co, y más e n concreto, la acc ió n ante aquél de los
g rupos represe nta ti vos de inte reses empresariales". La o bra aborda el estud io de las formas
de ac tuación de los llamados «gru pos de intereses>> y la participación rea l de l em presariado
en los mismos. Sus datos proceden de una ampli a e nc uesta reali zada sobre un grupo de 460
d ueños o d irectores de e mpresas de más de 50 trabajado res, de 13 provinc ias es pañolas. A
través de ell a, se estudia la pertenencia y el grado de identificación de los empresarios con
de te rminadas fó rmu las asociati vas representativas de sus inte reses . Estas entidades so n agru-
padas por los autores e n se is apartados: S ind icato, S ubgrupo Sindical, Cámara, Co nso rc io,
Liga. Sociedad' , c lasificación que inte ntaba eng lo bar una multipli cidad bastante notoria de
organi smos de este ti po. Esta variedad ini cial ya reve la q ue los cauces de re prese ntac ión no
eran únicos y que la apa ren te capac idad de o mnicomprensión que debe ría se r in separable
del Sindicali smo vert ical era más teórica que prác ti ca 4 • S in e mba rgo, a pesar de esa va ri edad

1 Linz . .luan Jo>é ; De Mi g ue l. Aman do: Los t' lllf>resurios unre el ¡wder p!Íb/ico. Madrid. Inst it uto
de Es tu dios Polític os. 1966. monog ra fía. que. como adv ierte n los autores en la Introducc ión (p. -1. nota 1).
forma parte de un est udio m(ts ampl io titulado << El emp resario es paii o l como factor hu mano e n e l de sa rrollo
econó mico». del que apareciero n, apa rte de l libro ya ci tado. una serie de artículos recog idos en un Apéndice
de l mismo libro (pp. 277-279).
2 No entra mos a considerar una disección siste mática de c uá les son \m postu lados teó ri cos implí-
c itos en es ta ill\es tig ació n. ya qu e la misma nos inte resa en tanto e n cuanto puede ofrece rnos datos con>-
u·asta dos sobre de terminadas actitudes empresaria les. Baste con apun tar las críti cas que a esa conce pci ón
tct\rica de l trabajo de Lin1. y De Mi g ue l op uso C a rlos Moy a e n su obra citada. El poder ecmuímico en
ÜJHIIiO. pp. \.f--13.
' Lint.: De Miguel. op. cir .. pp. 27 y ss. Sind icato y Cá ma ra no neces itan mayo res precisio nes. Pa ra
e l resto. vea mos las definiciones dadas por los autores: << Una propo rc ió n apreciab le me nci o nó enti dades del
carác te r más dive rso, que clas ifi camos como subgrupos si ndica les (por ej emp lo. e l de Emp resas de Obras
Púb licas de Ambi to Naciona l), y otras más o menos oficia les , gene ra lme nt e es peci alizadas, que hemos dado
en ll a mar Consorc ios (desde grupos internaciona les , como la Fede rac ión Internac ional A lgodonera. a otras
locales. como e l Inst ituto Indust ria l de Ta n·asa). Por , u importanci a reg ional he mos separado de otros gru-
pos las asoc iacio nes reg ion ales: el Ce ntro Indu stri a l de Vizcaya. la Li ga Gu ip uzcoana o el Fom e nto del
Trabajo N:JCiona l. Una categoría a pa rte so n las agrupaciones de fabri ca ntes que ha n tomado la form a jurí-
di ca de Soci edad Anónima, como, po r ej emp lo, UNESA (U nidad E léc trica. S .A.). o la Cen tral Siderúrgica.
S .A. A e ll as se su man las de carácte r más profesion a l. como la Asoc iació n pa ra e l Progre so de la Di rección
(A PD ). o las de car<Íc ter re li g ioso. como Acción socia l Patronal o Asoc iac ió n Ca tóli ca de Diri ge nte s .... »
(o¡¡. cir .. pp. 28-29).
4 Los autores se hacen eco de esa situación. l hidelll, p. 29 o ta mbi én p. 18. e n donde recuerdan cúmo

de las 71 e nt idades que forma ron la g ran Patrona l Unit\n Nacional Económ ica. e ll os habían e ncon trado in -
di cios de la superl'il'enci a de al menos 26. El profeso r Aparic io ha mos trado cómo las pre te nsiones tota li -
zadoras y abso rbe ntes de la Organ ización Sin di cal se vie ron bastante redu c id as e n la práctica. M . A.
Apa 1·icio. o¡>. cir .. pp. 137 y ss .. donde señala las dificu ltades pa ra incorporar a la Organ izaci ón Sindical
recién creada a determ inados o rganism os patrona les: << ... las asoc iaciones de naturaleza industrial o com e r-
cial que sobrcrreg u laban los inte reses patronales en s u conjun to y ten ían inc id e ncia de :imbito naciona l que -
daro n al marge n de la ci tada in tegración bi en porque pu diero n manten e r su func ionamiento y personalidad
72 L. SANTI AGO DÍEZ CANO

en las organizaciones representativas de los intereses de los empresarios, los autores consta-
tan como una característica importante de la actitud de éstos ante los grupos de intereses, la
de una «conside rable apatía y falta de opini ón, así como una frag mentac ión en el c lima de
opinión empresariah>5 . Por otro lado, apuntan el - para nosotros- importante dato de que «es-
tas entidades, aunque con personalidad jurídica separada (en la opinión de los empresarios
y probablemente también en la realidad), muchas veces coinciden por la identidad de las
personas que ocupan los cargos o ejercen más influencia en e ll as>> 6 .
A través ele la encuesta que sirvió ele base a esta investigación, podemos entrar en la
va loración específica que el empresario hacía ele cada uno de esos grupos considerados,
constatando la indiferencia empresarial frente a las asoc iaciones que pretenden representarlo.
No obstante. los encuestados manifestaban pertenecer a di stintas organi zaciones, sobre todo
- como no podía ser menos- a las corporaciones públicas, pero, al valorar la trascendenc ia
de tal pertenencia para la defensa de sus propios intereses, se mostraban bastante escépticos:
e n e fecto, si cerca de las dos terceras partes ele los entrevistados afirmaban pertenecer a Sin-
dicatos o Cámaras, e l porcentaje de quienes los consideraban más relacionados con sus in-
tereses era del 26% en los Sindi catos y el 17% en las Cámaras; el resto ele entidades 7 obtenía
también pocas me nciones. Más revelador es aún el dato de cuántos afirmaban tomar parte
acti va en alguna de las entidades mencionadas: el porcentaje mayor era un exi guo 8% que
decía tomar patte acti va en los Sindicatos; tan sólo un 3o/c lo hacía en las Cámarasx.
Los j uicios acerca ele la eficacia o ineficac ia ele cada de estos grupos revelan asimismo
una inicial apatía ante la acción organizada. Tomando como muesWl no el total de los em-
presarios entrevi stados, sino e l más reducido porce ntaje que consideraba a alguna e nt idad
como rnás relac ionada con sus propios intereses, encont ramos en primer lugar un ampli o
po rcentaje de resp uestas evasivas acerca de la elicacia de las mismas, es decir, respuestas
que eluden determinar si son eficaces o ineficaces; en segundo lugar, se observa una opini ón
más favorable a la eficacia de la acción organizada de las Sociedades, Ligas, Consorcios y
subgrupos que de los Sindicatos y Cámaras. En lo que se refiere a los Sindicatos. «el número
de los que les ni egan eficacia ( ...) es mayor que ningún otro grupo>> . La actitud de los em-

independ iente (Cámaras de Comerc io, Industri a. navegación. Mi ne ras y de Prop iedad Urban a ) o bien por-
que . a l modificar de la noche a la mañana su nat ura leLa juríd ica y trasnformase e n sociedades a nó nimas.
queda ron fue ra de las previsiones con te nidas en la Ley de Unidad Sindical (Centra l Siderúrgica de Ventas.
Asoc iación de Fabrican tes de Cemento, Gremio Textil A lgodonero y Cemro de Estud ios y Asesoramiento
Me talúrg ico, e ntre otras.) •> Reseüa también e l con fli cto con la CONCA o las incorporaciones como me ros
asesores de e midades como el Fomento del T rabajo Nac io nal o el ln st ituJO Agríco la ele San Isid ro.
·1 Linz; De Mig uel, o¡>. cit., p. 34.
6 lhidc111. p. 35. El eje mplo ci tado. muy relevaclor, se re fi e re a un fabri cante mctal úrgic') guipuzcoa-

no que afirmaba e n una de las contestaciones: «E l secre tario de la Liga es secret ario de la Cümara de In-
du stria. Convergen todos los proble mas y se tie ne un mejor conocim ie nto». O, inmed iata me nte. e l de otro
que afirmaba que <<la Liga y la Cámara viene n a ser lo mismo,>. Se ría deseab le contar con elatos para otras
provi nc ias o zonas que pudie ra n expresar con mu.::ha mayor nitidez esta contlue ncia de dete rminadas pe r-
sonas e n vari adas e ntidades re presenta ti vas.
7 lhidcnt. p. :n. tabl a l . Los enc uestados man ifesta ban su pe rtenencia a los subgrupos sind icales e n

un po rcentaj e de l nck . pe ro tan só lo un 7% los conside ra ba como más relac ionados con s us inte reses: pa ra
los Co nsorcios, los porcentajes era n, respectivamente, e l 36 % y 18 'k: para las Li gas. 2 1'k y 7'/c . y para las
Sociedades. 2 19i y S'le .
x lhidem. Para las otras organizacio nes, los elatos osc ilaba n e ntre el 6 9i, refe rido a los Consorcios y
e l 2'7r a las Ligas.
LAS Ckvl ARAS DE COM ERCIO EN EL 1-'RANQ UIS:VlO

presarios ante las Cúmaras, según los autores, revela una ciena falta de criterio, pues si bien
no son muchos quienes les atribuye n eficacia en su actuac ió n, tampoco son demasiados quie-
nes la niegan; la causa de esta indefinición puede estar, probableme nte, en que «algunos de
los críticos pre fieren abstenerse de expresar una op ini ó n » ~ . A través de las respuestas de
aque lla minoría que dice tomar parte activa en cada uno de los di stintos grupos, se observa
que las opi niones de los que participan en grupos especializados (con la excepc ión de los
S ubgrupos) es mucho más optimista sobre su eficacia que la de los pa11 icipantes en Sindi-
catos y las Cúmmas>>; resulta interesante constatar que en el caso de los Sindicatos hay una
proporción idéntica entre quienes, tomando parte activa en ellos, los consideran por ig ual
e ficaces e ine fi caces; en re lación a las Cámaras, quienes d icen tomar parte ac ti va e n e ll as
hacen valoraciones positivas o se se refug ian en <<Un prudente silencio>>.
Por último, hare mos refere ncia a aquel grupo de personas que manifestaron haber ocu-
pado cargos e n cada tipo de organización considerada, de las cuales una no desprec iable
proporción en cada caso no manifestó ninguna opinión acerca de la eficac ia o no e fi cacia
(con porcentajes que van del 33 al 60% ) de las entidades consideradas; qu ienes sí lo hicieron
se mostraron claramente favorables en el caso de las Soc iedades, Consorc ios y Cúmaras y
a lgo menos e n el de los Subgrupos Sindicales; por lo que se refiere a los Sindicatos, resu lta
revelador e l dato de que sólo el 31% de quienes habían ocupado cargos en e ll os los consi -
deraban eficaces, mientras que el 23% estimaba que no lo eran.
Estos datos (unidos a otros que analizan la relación e ntre la eficac ia de los grupos de
intereses y determ inadas variables. como la localización de la empresa, el tipo de e mpresa-
rio. su educación, situació n social, ... ) pctmitcn a los autores una concl usión inicial manifes-
tada en los siguientes términos:

<<En ge nera l, e l c l ima de op in ió n hac ia los g ru pos de intereses es de indife re ncia. C ua ndo se
expresa un j uicio sobre su ac tuac ió n. és1e tiende a ser fa vorable tanto m ás c ua nto más espe-
c íficos y conc retos son lo s intereses q ue defiende n o repre se nta n e l g rupo » 10 .

Por ello, organismos como las Cúmaras merecían un menor grado de confianza. como
los autores serialan varias veces a lo largo de la obra, pero también, y de forma espec ial,

9 lhidem. p. 38. Los a utores se hacen eco de lo que ellos llaman <<relaii va debilidad» de las Cá maras ,

il u"rándolo medi a nte manifestaciones del e nto nces Presidente de l Consejo Supe rior de Cámaras, don Al-
fn:d o Mahou, qui e n. e n la ce lebración de l cinc uentenario de la Ley de Bases (y que los autores citan corno
«ci ncuemcna ri o >> de las C3maras ) había a ludi do a las d ifíc iles c ircunstancias e n q ue se desenvolvió la ac-
tividad de estos organi smos e n la eta pa inte rvencio ni sta; lbídN11. nola 23 .
10 lhidenl. p. 7 1. El resto de conc lusiones son las sigu ie ntes:

« Las empresas de las provincias más industriales son más favorab les a todos los grupos. sobre
todo los privados. Los ramos que los econom istas reconocen como los que gozan de un mayor g rado de
mo nopolio son tambié n los que parecen m;ís satisfechos de su actividad de presió n.
El c reer que los g rupos de in tereses son efi caces va asociado tambié n a un determinado tipo hu-
mano de e mpresario: los ele más edad. ni ve l más al to ele educación, ori gen social m:.ís a lto y el ha be r he-
redado la e mpresa.
Por owt parte, los que creen que la d irecc ió n de la e mpresa debe ser más ··buroc rá tica" y los que
c reen que las re lac io nes laborales deben reg ularse por procedim ie ntos más " mode rnos.. , est;ín tambié n mús
conve nci dos de que la gestilÍn de los g rupos de intereses es müs eficaz.
Por último, los que desconfían de la capac idad de represe n1ac ión de los orga nismos dedicados a
e ii,J. tambié n mantienen una actitud crítica fre nte a la Banca y son más reacios a te ner contactos con los
organ ismos ofic iales o e mpresariales rad icados e n Madrid».
74 L SANTIAGO DÍI:7. CANO

registraban esa baja aceptación los Sindicatos: las opiniones respec to a la acción de unas y
otros son frecuen temente c ríticas. a veces con diferenc ias a favor de los Sindicatos y en
otras al contrario. Nunca se entiende, sin embargo, que los organismos sindicales puedan
convertirse en al ternati va excluyente de las Cámaras e n la acc ión empresaria l, a l menos en
términos gcnéricos 11 ; ambos tipos ele instituciones suscitan más bien indiferencia, bien por-
que sean otra serie ele grupos - ele tipo privado- los que cuenten. bien porque, a pesar ele
que parece bastante extendida una valoración negativa de las Cámaras como ó rganos re-
presentativos de intereses, la propia Organización Sindical no merece mucha mayor con-
fianza. Parece pues obligado preguntarnos si en e l franqui s mo las posibilidades del
emprcsariado para utilizar cauces asociativos e n defensa de sus intereses se vieron deter-
minadas. o coartadas, en mayor medida por la prevalenci a de la Administración o por las
pre tensiones monopolizadoras de la Organización Sindical.
Es fundamentalmente en el juego político, en el que cabe inse11ar la específica proble-
mática que desde el inicio del rég imen franquista afecta a la Organ ización Sindical. Mi -
guel An gel Aparicio ha estudiado el proceso de creación de la mi sma en el co ncreto
desarrollo de la consolidació n del Estado. Su obra permite apreciar la posi c ión subordi -
nada que va a j ugar e l proyecto s indi cal de la Fa lange, bastante depurado ele sus inic iales
a ristas ideológ icas y sometido paulatinamente a la di recc ión de las instancias guberna-
mentales, sometim iento que se mantiene durante toda la andadura del rég imen. Como
dice el profesor Aparicio.

<<Lo que ocurre es que e n cada fase [de l Régimen J Ia Organi zación Sindi cal ha te nido que
cu mplir obj etivos dife re ntes. pero sie mpre. en ca mbi o . bajo la direclriL d e la abso luta cohe-
rencia con las necesid ades de l si,tc ma por el q ue y para e l q ue fu e c reada» le _

Y desde el principio. la función primordial del Sindicalismo era la de ejercer e l control


de la clase obrera, para someterla a los dictados del Nuevo Estado. En éste, no se tolerarán
proyectos autónomos que escaparan a las directrices emanadas de los rectores del mismo,
singulanncntc representados por quien te nía en sus manos todos los resortes de l poder. es
decir, e l propio General Franco. Oc a hí que en la estruc turación ele la Organización Sindical.
sea punto nocla! la subordinación de la mi sma <<respecto de los organismos del Estado», co-
mo se d ice en la Exposición ele motivos ele la Ley ele Constitución de los Sindicatos ele 6 de
Diciembre de 1940 13 .
Si aludimos, en otro orden ele cosas. a las funciones económicas o a las ele representa-
ción de intereses patronales que debía cubrir la Organi zación Sindical, podemos comprobar
que el mismo principio de subordinación orie nta todo el entramado sindical. En sus comen-
tarios al conjunto ele normas que, dentro de la Ley ele Bases Sindical, se refe rían a las fun -
ciones sindicales ele ordenación económica y. de ntro ele e lla, a la canalización ele propuestas,
el profesor Aparicio ha mostrado que tal conjunto te nía como misión más importante el ser-

11 Rccorde mns que esta es una de expl icac iones aportadas por el profesor Sünchez Blanco. quien

también utiliw los datos de la obra de Lint y De Mi guel. para entender la prefere ncia empresarial por los
organ ismos que cleficnclc n intereses concre tos y específicos. desdei'íando, así, la acti vidad representati va ca-
mera!. Op. cit., pp. 1756-57. 1795. 1797 y 1X35. Volvere mos luego sobre su interpretación. que a nues tro
modo de ver. hi pen·alora la funciona lidad del sindicato.
12 Aparicio, M . A.: <<Los comien1.os ... » . urt. cit .. p. 92.

1.' Aparicio. M. A.: El sindicalismo 1·enical, o p. cit., p. 109 y ss.


LAS CAM A RAS DE COMERC IO EN EL FR ANQU !SMO 75

vir ele instrumento para la ejecució n ele la política económica del Gobierno. Ante sus d i-
rectrices. la situación sindical era ele estricta depende ncia. De ahí que la multiplicidad de
órganos co legiados de carácter consulti vo que dentro ele su estructura o rgani zati va intent a-
ban vehicular, según un principio ascendente, las di stintas propuestas que llegaban ele la
hase, se mostraran totalmente inoperantes' ~ . Las pretensiones de poder regular desde la O r-
ganización Sindical todo el proceso económico. de ac uerdo al totalizador d iscurso falan-
g ista, quedaban en la realidad desprovistas de conte nido.
En lo que se refiere a las intenc iones de encuad rar bajo la órbita sindical a todas las
organi zaciones patronales, según los principios de unidad, totalidad y jerarquía recogidos e n
sus puntos programáticos, se ha mati zado la consec ución de esos objeti vos, ya que «el grado
de resistenc ia a ser absorbidas impidió, en los casos más importantes, la consecuc ió n de ese
propósito>>". Aunque la Falange logró la integració n de organizaciones o asociaciones de
escasa proyección o incluso la de las organizaciones agrarias, a pesar de la fortísima resis-
tencia mostrada por la Confederación Nacional Cató lico-Agraria, e l resultado final no fue
tan satisfüctorio a los intereses sindicales fal angistas, debido a los fracasos que cosechó en
otros ámbitos, do nde muchas asociaciones de carác ter ind ustrial o comerc ia l, como es el ca-
so de las Cámaras. escaparon a esa integrac ión 16 •
Sabemos que para el caso de las Cámaras esa no integración se produjo a costa de si -
tuarlas en una posic ión ele extrema debilidad, pero ell o no obsta para que se compruebe có-
mo el afán tota lizador de la Organización Sindical no encuentra un correlato práctico a sus
pretensiones programáticas.
Comprobado ele esta forma el funcionamiento rea l de la Organ izac ión Si ndical. hemos
de replantearnos su t.eórico predominio en la dirección económica o su competencia como
cauce representati vo de intereses empresariales, así como su capac idad para excluir otras
vías. como la que representan las Cámaras. Esto es algo que no quedaría suficienteme nte
c laro si partiéramos única o fundame ntalmente de los textos jurídicos.
Desde el an áli sis de los mi smos. alg ún autor ha subrayado acertadamente e l pape l
n::1cla bril lante otorgado a las Cáma ra s de Come rc io, indu stria y Navegac ión, en cuanto
a su pa rtic ipac ión e n los organismos consulti vos de carácter económico y en cuanto a sus fu n-
c iones y competencias en di versos sectores, como consecuencia lógica de su deficiente estluctura-
ción orgánica. Por el contrario, considera que la Organización Sindical puede convertirse en
organismo canalizaclor ele los intereses empresariales en razón de su eficacia organizati va. Así. al
estimar la posic ión de las Cámaras en los órganos económico-consulti vos del periodo 1940-59 17 ,

1~ I/Jide111. p. 104.
15 1/Jidel!l. p. 137.
16 Según Aparic io, < d Gs asoc iac io nes de naturaleza industrial o come rcial que sobre rreg uiGba n los
inte reses patrona les en su co njunto y te nían inc ide nc ia de á mbito nacional q uedaro n al margen de la ci tad a
integración bien porq ue pud ieron ma nte ne r su funciona miento y pe rsonalidad i nclcpend ic ntc ( Cúmums de
Conlt' I"Cio. lnduslria, Nm·eguciún. M i n ~ras y de Propiedad Urbana) o bie n. po rque, al mod ific a r de la no-
c he a la mm1a na su naturaleza jurídica y tran sforma rse en soc iedades a nó nimas , quedaron fu era de las
prev isiones conte nidas e n la Ley de Unidad Sind ical (Central S iderúrgica de Ve ntas, Asoci ac ió n de fa-
bricantes de Ce ment o, G rem io Text il A lgodone ro y Centro de Estudios y Asesoram iento Me talúrg ico,
e ntre otras )». lbidem. p. 138. (S ubrayado mío ).
17 Sánche1 Bla nco. A.: Op. ci! ., pp. 1126- 11:m Seg ún é l. su posición quedaría afectada por la inc i-

de ncia de tres factores:


76 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

ésta ha sido califi cada como de «notable pobreza>>, e idénticas opiniones merecen la consi-
deración de las e ntidades carneraJes entre 1959 y 1974 1x.
E n su opinión, <<Las Cámaras quedan marginadas ele los órganos consulti vos económi-
cos del periodo y la Organización Sindiral, desdl? sus Sindicatos, Grupos y Subgrupos Sindicales...
se configura conw la 0/:f?anizrtción representativa de intereses económico-profe sionales que opera
en la organización colegial consulfi\'(/, al poder combinar la especialización y especifidad de los
intereses económico-profesionales desde sus entidades sindicales con una estructura buro-
cr;ltica capaz de abstraer, globalizar y generalizar estos intereses>> 19 (subrayado nuestro).
De todo ello parece deduc irse una clara ventaja de la Organización Sindical en la re pre-
sentación de i ntc rc~es económicos. Sin embargo, como se nos indica e n el mismo estudio
las características de la mayoría ele estos órganos colegiados responden a crite rios represe n-
tativos muy escasos20 y el evide nte predominio de la Administración a fecta también a las

« l. La continuidad del preexiste nte fe nómeno de la con.:esión de prioridad e n la rep rese ntació n
de intereses econó mi co-profesionales, a representaciones de intereses económ ico-profesionales de c<>mpo-
sic ión y o rientación muy sectorial y espec ífica( ... ).
2. No pLtede pasar de~aperc i bido q ue la Organizac ión Si ndical [OS] ve reconoci da su prese ncia
e n to dos Jos ó rganos colegiados considerados. En contra posición se registra e l hecho de que las COC IN
[Cámaras] no ve n recono cida su presencia e n im portantes órganos consulti vos (Consejo de Economía Na-
c ional , e n el Consejo Ordenador de la Marina Me rcante, en el Consejo Supe ri o r ele Aeron áutica, en el Co n-
sejo Supe rior de Estadí'>tica. en las Comisiones Consultivas ele Contingentes y Com isiones Consulti vas de
C upos de Impo rtac ión). La representac ión econó mico-profes ional e n estos o rganismos pa rece priv ile!,! io e x-
c lus ivo de la OS . En el resto( ... ) coexisten con rc presentallles de la OS , pero ( ... ) se dej a sentir una c lara
pos ic ión pre va lente de la OS ( ... ).
3. El tercer factor se conc re ta e n el ya reseñado hecho ele que la presu nta re presentac ión de las
Cámaras tiene lugar e n hase a la anómala presenc ia e n órganos administrativos centrales del Consej o Su-
perior de Cúmaras, ig norando los textos reglamentarios camerales ( ... )».
IX 1/Jidl'ln, pp. 1464- 1466. La afirmació n all í contenida se realiza e n estos términos: < <En lógica cohe-
renc ia con la invalidac ión institucional de las Cámaras como o rganizaciones representati vas las Címant> no
podían ser obj eto de excesivas atenciones como en tidades consult ivas, y están a use ntes del sector industrial,
e n el que los responsables de la Organización de la Comisión Asesora de Equipo Industr ial y del Consejo Ase-
sor de lndusllias Aeronáuticas. optan por estructurar estos órganos colegiados basándose e n representantes di rectos
de la e mpresa privada. L<l'> CCunaras están también ausentes del sector comercial, en el Comité Consulti vo, y la
Comisión asesora de Conservación de alime ntos por ÜTadiación, integra como representantes económico-protesio-
nales, a representantes de la Organización Sindical. En la Junta Consulti va ele Crédito Oficial y en el Conse jo Su-
pe rior ele Estadística es posible constatar la presencia ele representantes de la Organización Sindical. pero no (. .. )
de las Cámaras ( ... ). La misma imagen ofrecen los órganos consultivo,; implicados en la polít ica ele medio am-
bie nte y los órganos consultivos del Mi niste rio de Trabajo. Unicamente es posib le apreciar represe nta ntes de
las Cámaras e n e l Consej o de Comercio Inte rior y de los Consumido res y en e l Consejo Superior ele Tra ns-
portes Terrestres. e n ambos casos con base e n un representa nte de l Consejo Supe rio r de Cá maras c uya pre-
se nc ia pasa inadvertida, al lado ele la represen tación ele las e ntidades conectadas con la Organizac ió n
S indical y al lado de los representa ntes ele la Admini strac ión.
Las Cámaras( ... ) son también anuladas e n la Junta Superior Arancelari a, al carecer ele la necesa ria
flex ibi lidad o rgani zativa pa ra adec uarse a la tipología de las veintiuna Com isiones de T rabaj o organi 1.adas
e n la Junta».
19 fbidem.
20 l hidem, pp. 1129- 1130: << ... de bemos hacer mención - afirma- de un dato que afecta a la organi-
; ació n consulti va . e n su conjun to. y q ue afecta, no sólo a la precari a posició n de las Cámaras en los rganos
Colegiados Consulti vos ele Carácte r económico, sino a la virtualidad de la representación de cualqui er ti po
de e ntidad reprcs<:nta tiva en este tipo de ,ó rganos adminislra tivm.. Con re iteració n hem os hecho objeto de
crítica la compos ic ió n y organizació n de los diversos ó rganos consultivos analizados. crítica que podrían
LAS C.ÁMAKAS Dl: CU.VIEKCtO Ee< EL FR ANQU tSMO 77

entidades sindicalcs 21 , hasta el punto ele que en un momento dado se llega a hablar de una
posible asimi lación entre Organización Sindical y Cámaras en cuanto a su irrelevancia ins-
titucionaF2 o se formula una interrogante acerca ele la propia representatividad de la Orga-
nizaci ón Sindical ; tal sucede al comentar la primacía de ésta en la estructuración de los ó r-
ganos de planificación territorial conexos con los Plane~ de Desarrollo:

<<L a Organ ización Sindical se configura, con relat iva nitidez . dentro de lo s órganos de pla-
nificac ió n territorial, como la única organización económi co-profesiona l prese nte en las
Comisiones y Organos Gestores . bien a través de los Delegados Provinciales de Sindicatos,
bien a través ele re present antes di rectos de Secc iones o las Uniones Económ icas o E mpre-
saria le s, o a través ele los Consejos Económico Sociales Sindicales. y esta posició n no e n-
cuent ra e l demé rito ele organi zac iones para le las. Cuestión a di luc idar sería e l carácter
re presentativo ele las secciones o uniones económicas de la Organización Sindical, así como
el carácte r re presentativo de sus Organos Co leg iados, y el significado real de su presencia
en los órganos colegiados adm in istrativos cons iderados»"-'-

ser compend iablcs en la carencia de valores instituciona les en la organizac ión cons ulti va ( .. . ). Este conjunto
de circunstancias hace problemática la operatividad de los Organos Colegiados Consul tivos. identificables.
más con pantallas de proyección de la Administraci ó n, ¡¡ue con insti tuciones asesoras de la Administración
Pública, en las que se puedan mani fes tar, con espontane idad y li bertad de cri terio, las organizac iones re-
presentat ivas de intereses económicos».
21 Al resumir la posición de las Cámaras en e l peri odo 1940- 1959, afirma: < <Finalmente debemos
hacer mención de un dato. ¡¡ue afecta a todas las organizaciones representativas, inclu ye ndo a las entidades
sindicales. La Administración ocupa una posición pre po nderante en los ürganos colegi ados admi nistrati vos.
La integración de los órganos colegiados por representantes e xc lusivos de la Admi nistración presenta una
generalización incompatible con la neces idad de que la Admin istración c uente con el c ri terio y posic iones
de las organ iLacioncs extraad mini strativas. En otros casos. la fórmu la ofrec ida presenta la mixtificac ión de
una may(uitaria presencia de representantes de la Administración. o de unas facu ltades exorbitantes concedidas
a los representantes de la Administración para conformar los ó rganos colegiados . La ausencia de autoges-
ti ón ele intereses por los administrados e-; notori a, y denota una a larmante ausenc ia ele inst itucionalizaci.ín
de las re laciones Adm inistrac ión-Adm ini strados. lbidem. p. 13 17.
La c uestión se re pite para e l periodo 1959- 1974. en el que se constata <da presencia numé ricame n-
te muy importante de la Admini stración e n los diversos órganos co nsultivos considerados, aparte de la exis-
tenc ia de órganos integrados, en exclusiva por re presentantes de la Administración, y que son calificados
bajo la denominación de «Consejo». induc iendo a pensar que registran una partici pación instituc ional ele la
que carecen>>.
22 Comentando la posición de Cámaras y Sindicatos en las Comisiones Provinc iales De legadas ele

Precios, tras constatar, una vez más. la primacía ele la Organización Sindical, comenta lo siguiente: «No
o bstante. la presencia de la Organi zació n Sindical presen ta la parti cu laridad de ser muy genérica y abst rae ·
ta. La atribució n de representan tes ge néricos a la Organ izac ión Sindica L sin mayores precisiones, y consi -
dera ndo la heterogeneidad de supuestos que la Organi zación Sindical comprende, tiene el peli gro de ¡¡ue
la presunta representación de intereses económico-profesionales se identifique, más con la línea burocrátic a
y de mando de la Organización, ¡¡ue con e l juego instituc ional de los intereses económi co-profesiona les.
Desde este punto de vista la prese ncia de la Organi zac ió n Sindi cal tiene e l pe ligro de identificarse, en su
irre levanc ia representativa , con la presencia de las Cámaras Oficiales de Comerc io. Industria y Navegació n,
y. de modo es peciaL e n unos órganos ¡¡ue acusan de modo determinante, una notable presencia de vocales
d irectamente vir1<: ulados a la Administracil>n ». lbidem. pp. 14981 499.
23 1/Jidem. pp. 1524- 1525. En el trabajo se señala asi mismo la necesidad de c ubri r esa laguna con
a lg ün estudio monográfico que en ese mome nto no había s ido reali zado. ni tampoco. como ya hemos se-
ña bdo. en la actualidad. Por lo demás , al no ser ese su objeti vo , advierte que desde la perspecti va de su
investi gación, sim pleme nte se limita a ,,constatar la ignoranc ia de las Cámaras como institución represe n-
tativa económico- prnfcs iona l. y la bc li gcranci:J concedida e n este campo a la Organización Sindical>>.
78 L. SANTIAGO DÍ EZ CAN O

C reemos que a partir de estas últi mas reflexiones pueden extraerse conc lusiones que po-
nen en duda e l que fuera la superio r estructurac ión orgánica de los Sindicatos e l obstáculo
por excelenc ia para una asunc ión por las Cámmas de su fu nción de representación de inte-
reses. Sus princ ipa les limitaciones en este campo, en nuestra opinión. son e l resul tado de la
omnipresencia y prevalenc ia del Poder Público24 . A este factor, por tanto, será al q ue habrá
de prestarse una particular atenció n. Por otra parte, ello contextualiza mucho mejor la par-
tiCLilar posición de las Cámaras como grupo de intereses y de los propios grupos de intereses
e mpresariales en el franquismo.
La d iversidad de canales utilizados por los e mpresarios para acceder a los procesos de
toma de dec isiones, parecen sugerir que l o~ sectores patro nales, conscientes de que ninguno
de e ll os puede resultar instrumento suficiente, no desdeñan medio alguno que pudiera ser-
vi rles para hacer llegar al Poder sus propuestas. Por el lo participarán tanto en organismos
asociativos específicos, como en otros institucionalizados, aunque sean conscientes de sus
limitaciones. Junto a ello, no desdeñarán nunca las relaciones purame nte personales. posi -
blemente muy efectiva en ámbitos locales para obtener concesiones .
La labor desplegada por las Cámaras y las transformaciones sufridas por las mismas a
part ir del final de la guerra civil, han de ser anali zadas, por tanto, partiendo de estas previas
consideraciones.

24 Pese a Jo anteriormente expuesto, e l e'tud io citado coi nci de, paradójicamcme, con esa línea. Ello
parece deducirse de la lúcida inte rpretación que a lo largo del capítu lo IX se hace del proble ma de la pe r-
vi vcnc ia de unos organ ismos c reados por la Administración. pero ignorados por el la y q ue están en n a-
g rante contradicción con los presupuestos ideológicos que sustentaba n el Régi me n. Según sus conc lusiones,
.::1 pactismo que sustentaba en la base el Régi men nacido de l IX de Julio, pactismo q ue armonizaba en su
seno los contrapuestos intereses que se al1.aron e n contra del Gobierno republicano , explica bastante bien
la pe rmanencia de la institución carnera! fre nte al ánimo absorbente de la Organizaciún S indical. A l1ni,mn
tie m po, e l pape l prevalente ele la Administrac ió n en o rden a la di recc ió n c.:ntralizada ele la econom ía del
país. servi ría de argumento para comprender el notab le grado de intervencionismo y med iatizac ión y la
falla de respeto hacia sus no rmas estatutarias, que define n la actitud de la Adm inistraci ó n frente a las Cá-
maras. Como veremos posteriormente, nuestra investi gac ión. basada e n fuentes diferentes a las uti lizadas
e n el antedic ho trabajo, llega a similares conclusiones. Ell o no ocu rre e n cambio e n lo que se refiere a la
relación conc re ta e ntre las Cámaras y los Sindicatos (o antes e ntre las Cámaras y las organizaciones patro-
na les).
LOS AÑOS OSCU ROS : 1940- 196 1

Al fi na lizar la contienda civil , la posición en que se encuentran las Cámaras es mu y


de licada. Pasadas las circunstancias excepcionales que había vivido e l país du ran te la g uerra,
podía suponerse que - al igual que sucedía en otros ám bitos- se volvería a la normalidad.
S in e mbargo, e l mundo camera] se va a encontrar en una ambigua si tuación, que parece pro-
longar la provisio nalidad de l periodo inmediatamente anterior. Durante lo s años 1936 a
1939, las Cámaras conservaron su teórica estructura, pero vieron ace ntuado hasta el extremo
su carácter oficial, siendo intervenidas en la zona republicana y subordinadas al nuevo pode r
en la zona rebe lde, en la que colaboraron desempeñando tareas auxiliares, esencialmente rela-
cionadas con el Subsidio al Combatiente y la regulación de los petm isos de impottación y ex-
portación. Sus órganos directi vos se vieron sujetos al estricto control oficial y se suspendi ó e l
proceso de renovación previsto en sus normas estatutarias, en principio sólo <<hasta la total
liberación del tetTitorio nacional>>. aunque esta situación se prolongó de forma indefinida.
Pero el princ ipal problema venía, corno ya hemos adve rtido, del lugar que ocuparían las
Cámaras en la estructurac ión del nuevo Estado surgido de la victoria del bando franquista
sobre la España republicana. El carácter de organizaciones patronales que tenían indudable-
mente las Cámaras, pese a todos los equilibrios dialécticos que ya a esas alturas se habían
hecho y los que se harán poste tiom1ente , jugaba en su contra. En efecto, uno ele los princi-
pios programáticos de la nueva organización estatal consistía en eliminar el confl icto clasista
a tra vés de la supresión (formal o «real>>) ele sus teóricos protagonistas, las organizaciones
obreras y patronales, y su integración en una nueva organización de tipo «vertical>>que armoni-
zara en su seno los intereses contrapuestos de empresarios y obreros. Las centrales sindicales
obreras fueron proscritas y muc hos ele sus componentes encarcelados, asesinados o ex ilia-
dos. En este aspecto, por tanto, el principio programático se cubrió con creces.
Con respecto a las organizaciones patronales, se pretendió regularizar la situación ha-
c iendo que las existentes hasta ese momento se disolvieran y pasaran a formar parte del nue-
vo entramado, ci mentado j uríd icamente desde la Ley de Bases de la O rganización Sindical
y la de constitución de Sindicatos, las dos ele 1940, ele acuerdo con los pri nc ipios for mulados
en el Fuero del Trabaj o ele 1938. De los mismos se desprendía que la Organizac ión Sindical
ahora constituida, lo hacía desde los principios de unidad, totalidad y jerarquía, es decir, con la
pretensión de al bergar en ella la representación de los intereses de todos los grupos económicos
y sociales del país. Sabemos que ello generó fuertes resistencias en múltiples grupos empresa-
riales 1, resistenc ias que enfre ntaron a la Organización Sindical con algunos ele ellos y q ue
tuvieron reflejo final en la propia con fi guración del nuevo organis mo 2. Lo que nos inte resa
a nosotros. por el momento, es la resistencia de las Cámaras a su integración en los S indi-
catos Verticales y, por tan to, a su desaparición.

1 Hemos hecho mención a este te ma al ocuparnos de las relaciones entre las C:.ímaras y el munJo
patrona l en el periodo considerado. pero consideramos necesa rio recordar como o bra básica para e ntender
todo este conflicto. la y~ citada ele M. A. Aparicio. t.'! sindi('(l/ism o vertical r /ofá rnwcitin del Estadofiwt-
quista.
2 La obra c itada ele M . A. Aparicio sirve para comprende r el proceso de configuración de la Orga-
nización Sindical. proceso en el que se liman co n amp litud las a ri stas radicales que se podían derivar de
tus principios ideológicos q ue inspiraron s u creac ión: finalmente la Organ ización S indical será un órgano
e n manos de la Administraci ón del nuevo Estado, utilizado básica mente para e l control obrero, pape l que
fue e l adjud icado desde los inicios por los gestores estatales.
80 L. SANTIAGO DÍE/. CANO

El otorgar a este enfrentamiento una importancia de cierto relieve en la comprensión de


la problemática camera! no obedece en nuestro caso a una considerac ión excesivamente uni -
lateral de la mi sma. No creemos. e n efecto, que el único problema importante de las Cáma-
ra~ durante estos años haya sido e l de su enfrentamiento con la Organi zación Sindical, sino
que estimamos que el mismo no es sino un jalón más en la peculiar trayectotia de las Cá-
maras, que las lleva por sus problemas tanto internos como externos a situarse en una sem-
piterna actitud defensiva (frente a), antes q ue a la autocrítica, evitando ac udir a
consideraciones más de fondo sobre lo que deberían ser y no son. En cualquier caso, la es-
tructuración del Estado franquista no hizo sino agudi zar su viejo problema de ambig üedad
e inde finic ió n.
Dado que las Cámaras eran consideradas (muy j ustamente, por otro lado) , como orga-
nizaciones patronales que no tenían sentido en la futura organización vertical de las relacio-
nes sociales y profesionales, su desaparic ión parecía cantada. Sin embargo, eso no f ue así.
Pervivieron, pero pagaron por ello el alto precio de su vaciamiento y neutralización.

S ITUACIÓN NOR MATlVA DE LAS CÁ MARAS EN EL PERIODO 1940- 1960


La parálisis funcional de las Cámaras de Comercio bajo el primer franqui smo se produ-
ce, paradój icamente. sin ruptura abierta con la legislación q ue las regía. La Ley de Bases de
191 1 y el Reglamento de Cámaras de 1929, siguieron efectivamente en vigor. No obstante,
su futuro no era solamente incie t1o por la colisión que su subsistenci a entrañaba con las le-
yes sindicales de los años 40, a las que acabamos de referirnos, sino ta mbié n porque e l sis-
temático incumplimiento de su propia normativa, y algunas disposiciones legales añadidas,
las convertían en una institución sin aparente util idad ni sentido, y por ta nto más vulnerables.
Tal fue el efecto de la anómala vigencia de la R.O. de 17 de febrero de 193 7, que siguió
impidiendo, si n justificación alguna, la renovación de las Cámaras terminada la guerra, pri -
vándolas de toda representatividad.
El 17 de mayo de 1952, e l otorgamiento a los delegados regiona les de Comercio. de-
pe ndientes del Mini sterio de Comercio, de funciones de inspección y vigilancia de las Cá-
maras, entrañó un fortalecimien to ele la mediatización administrari va absolutamente
irregular, como ha sido señalado\ y por tanto un nuevo recorte de su mínima autonomía, lo
c ual no podía sino redundar e n su desprestigio.
Por otra parte, las derrotas del Eje y el triunfo de los aliados al tém1ino de la Segunda
Guerra Mundial, aunque provocaran, como es bien sabido, un retroceso formal de los rasgos
fascistas del Régimen, de la primacía del Partido Unico y ele las pretensiones si nd icales de
los falangi stas, tardaro n en aliviar a las Cámaras de la amenaza de sus antagonistas. Mientras
la constitución de la llamada «democracia orgánica» significaba algún respiro para ciertos
colectivos ame nazados por la Declaración XIII del Fuero del Trabajo, al reconocerles repre -
sentación en las nuevas Cortes recién creadas por la ley de 1942, no se dará similar trato a
las Cámaras hasta 1946, aüo en que fina lmente se les concederá la posibilidad de e nviar al
peculiar y muy «suigéneris>> «parla mento» franquista, tres procuradores designados por
e ll as. Obviamente, esto no aumentaba su capacidad de representació n, ni COITegía el inc um-
plimiento de las leyes vigentes, pero al menos, al re forzarlas institucionalmente. les propor-

3 Sánchez Blanco, A .. op. cir.. p. 1058.


LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL FRANQU ISMO 81

cionaba cierta seguridad frente a sus competidores sind icales4 . Puede parecer que se satisfa-
cía la vieja de manda camera! de representación corporativa o la exigenc ia de instrumentos
de fensivos, exhi bida estos años por e l Consejo Superior de Cámaras, pe ro de fac to, no sa-
bemos si alguna de éstas o el propio Consejo reali zaron presiones o desempeñaron a lgú n
papel en la consecución de representantes 5 o, como se ha dicho~, su otorgamiento es produc-
to simplemente del re troceso de los princi pios nacionalsindicali stas debido a la coyuntura
internacional.

L A ACTIYIIJAD CAMER A !.

El lugar que se adjudica a las Cámaras en la nueva configuración estatal , minado por la
inseguridad jurídica. el desprecio a las normas estatutarias camerales y la fuerte mediatiza-
ción administrati va tiene su re flejo en la vida camera!. Por una parte, se hace visi ble un re -
pl iegue defensivo de sus manifestaciones y actitudes. Por otra, la acti vidad y el
funcionamie nto interno ele las Cámaras se ve rán negativamente afectados. Veamos, en pri -
mer lugar. cómo se ve la nueva situación dentro del mundo camera!.

El repliegue dcfcnsil'O
Un a nálisis ele las publicaciones del Consejo Superior de Cámaras en estos años. espe-
c ialmente de la revista Comercio, lHdusLria y Navegación de EspaFía, su órgano de expre-
sión, nos llevaría a consideraciones muy interesantes acerca ele cómo se conciben las
Cámaras en este difíc il periodo y cómo éstas pretenden j ustificar y aú n vanagloriarse de una
acti vidad poco me nos que inexistente. Los artículos acerca de actuaciones pretéri tas, los eles-
tinados a subrayar la <<meritoria>> austeridad del régimen económico ele las Cámaras, así co-
mo los que pretendían poner de manifiesto las bondades y la necesidad ele la institución para
el progreso del país, configuran en conj unto una línea ele pe nsamiento que se mueve dent ro
de esos parámetros ele defensa que estamos comentando. Ofreceremos una síntesis de todo
e llo. extraída básicamente de la publicación eitacla 7•
La precaria situación legal en que se colocó a las Cámaras con la Ley de Unidad Sin-
d ical , precariedad mantenida hasta la promulgación ele la Ley ele 9 de marzo ele 1946 y aún
más allá, explica el insistente tono auto-justificador empleado por las publicaciones del Con-
sejo. En este sentido , se re iteran las argumentac iones ya desatTolladas e n los tiempos ele la
g uerra (cuyo resumen v imos con anterioridad), pero utili zando una mayor variedad de raw-
namientos. Diversos artículos se dedicaban a come ntar las funciones y estatuto legal de Cí-
maras de otros países, insistiendo en la idea de «servic iO>> que prestaban las Corporacio nes
camerales. Además, se recordaba la existencia de la institución camera! bajo regímenes po-

.¡ lhide111. Para esta cuestión, resultan básicas las opinio nes conte nidas e n las pp. 1040-1070.
5 No es f:k:il conocer estos extremos desde la bibli ografía camera( hasta ahora pu bli cada. Posible -
mente ac la raría estas c uestiones una investigac ión exhaust iva sobre la relación del Consejo Superior con
los di stintos Ministe rios .
6 Sánchez Blanco. A .. op. cit .. , p. 1055.

7 Co111crcio. Industria Y Navegación de Espmla. Puhlicaciones del Consejo Superior de Cámaras

de Co111crcio. Madrid . 1<)43- 1960.


82 L. SAN TIAGO DÍEZ CANO

1íticos de signo muy distinto, para poner de re lieve su gran vigencia espac ial y temporal. Se
hacía hincapié en su carácter oficial, dependiente de la Administrac ió n. en su orientación
hacia el bien común y hacia la resolución de los problemas generales ele la economía. Al
mismo tiempo, se destacaba el b~~o costo las Cámaras, analizando, e n los artíc ulos que co-
mentaban su «régimen económicO>>, el porcentaje ele dinero destinado a gastos generales o
servicios a la comunidad mercantil e industrial.
Un repaso de los artículos de la Revista editada por e l Consejo Superior, referidos a la
propia vida intema de estos organismos. permite detectar tras esta reiterativa actitud auto-
justificati va la conciencia ele su mala salud. El é nfasis que a menudo se pone en los méritos
pasados y presentes de las Cámaras, revela que e l órgano coordinador de su acti vidad. con-
vertido por mor de los deseos ministeriales en organismo superpuesto a las mismas, e ra
consciente de la situación anómala en la que aquéllas se movían, aun cuando intentara disi-
mularlo frente al exterior. Por otra parte, la machacona y «didáctica>> explicación de lo que
son o deben ser las Cámaras, pretende salir al paso de su general desconocimiento, que afec-
ta ba no sólo al conjunto social , sino a sus teó ricos desti natarios y, lo que es más grave, a los
organismos de los que clependían 9 .
Por descontado que en los artículos que estamos estudi ando no encontramos referencias
a la problemática que en estos momentos acuciaba a las Cámaras y que el Consejo no podía
ignorar. Pero, a pesar de ello, una lectura atenta puede descubrirnos alusiones a algu na difi-
c ultad concreta o referencias a su falta de operatividad. Así, en 1945, el Secretario del Con-
sejo (Antonio Valcárcel) hacía recuento de la actividad de las Cámaras y del Consejo en e l
año anterio r, para lo cual afirmaba no necesitar << muchas c uartillas, si no palabras sinceras» 10 •
Comenzaba Valcárcel recordando la existencia ele Cámaras e n todos los países del mundo,
y las posibilidades que ofrecían, para afirmar a continuación que

<<Ahora bien ; an te la fuerza admin istrati va de las Cámaras alemanas, por ejemplo. las espa-
ñolas no puede n invocar ' ll historia, en la cual siempre ha fa ltado. como en tantas otras es-
feras ocurría antaño, una impu lsora energía pública: pero, en cambio. puede n explicar cómo
han creado su propia disciplina espiritual practica ndo la lealtad al dictado de su fe en el por-
venir de la Patri a» 11 .

K Co111ercio. Industria y Nm•egación de Espaiia. rev. cir.


9 El problema del désconnc imicnto de lo que es o debe ser una Cámara de Comercio ncupa r<í pos-
tcrionncnte nuestra atención, ya que entendemos que se trata ele un punto nodal para in tentar expl icar la
difícil evolución de estos organi smos. Pero ese desconocimiento o. al menos, conoci miento escaso, parece
afectar incluso a los rectores ministeriales encargados de la supervisión de la ac tividad camera! en el Mi-
nisteri o de Co mercio. Sólo así puede entenderse que en 1955 se le dirija desde el Consejo una carta al Jefe
de la Sección de Organismos e Instituciones Comerciales del Ministerio de Comercio, en la que se le re-
seña n los artícu los aparecidos desde 194 7 en la Revista y que hacían referencia a las Oírnaras. La relac ión
de trabajos no es muy larga y se incluye en ellos el que en esos momentos se considera el artícu lo << más
1·cciente>>, debido a la pluma del Presidente del Consejo (Alfredo Mahou ). Carta a D. Tomás Jaso. 10 de
octubre de 1955. Archi vo del Conse jo Superior.
111 «Las Cámaras Oficiales de Comercio. Industria y Navegaci6n y su Consejo Superi or en 1944>>.
en Comercio. lndmtria y Nm ·egacián de EspaFíu. Publicaciones del Consejo Superior de Cámaras de Co·
mercio. enero-feb rero 1945, pp. 28-29. Se trataba de un artículo pu blicado en la revista lnfimnacián Co·
merciol Es¡){liio/u.
11 lbidern.
L AS CÁM A RAS DE COM ERC IO EN EL FR A NQUISMO 83

La referencia a esa ausencia de una <<impulsora energía pública>> lleva implícita una de-
nuncia de la fa lta de interés de la Ad ministración hacia unos organismos c uya creación ella
misma rrori ció, pe ro de los que pensó sie mpre más en servirse que e n ate nde rl os. Sin em-
bargo, la queja solapada po r e l a bandono o ficial debería habe r ido acompañada de una si-
milar hacia las propi as contradicciones y anomalías internas en el seno de las Cámaras de
Comercio. crít ica que no aparece por ningún lado. En cualquier ca so, en este artíc ul o se da
una gran importanci a a su tarea asesora como fu nción primordial, recordando su pertenencia
a diversos organismos así como e l interés de los estud ios e info rmes que realiza n para la
Administració n.
Una y otra vez, la voluntad de defensa de las Cámaras hace afl o rar en la revista de l
Consej o una es pecie de continuwn arg umental que re laciona a las Cámaras con la Adminis-
u·ación estatal y que c ifra su labor e n el trabajo por el <<interés ge ne ral>>, e l << bie nestar co-
mún >>, «sin prejuicios ni miras de clase>>. Estas arg umentaciones, cuyo objetivo residía en
ev itar la interferenc ia sindical, contie ne n impo rt:mtes contradicciones (en re lación tan to con
la normativa jurídica de las Cámaras. como con su realidad efect iva d e g rupo e mpresaria l),
lo que no ev ita su reiterada utilización, no sólo e n estos momento s, sino con ocasión de con-
llictos posteriores, derivados de ataques sindica les en los años 60, d e la e laboració n d e la
Nueva Ley Sindical de 1971 o del Reglamento de Cámaras de 1974 12• Junto a ello , hay a l-
g unos artíc ulos destinados a g losar la organizació n de las Cámaras extranjeras, destacando
sobre todo el importante campo de sus atribuciones 13 • Una especie de resumen, centrado e n
lo que significó el Congreso Mund ial de Cámaras de Comerc io celebrado en Roma e n 1950
aparece en e l nú mero 66, de novie mbre-diciembre ele 1952 1.¡ . El artíc ulo se limita a hacerse
eco de << unas brevís imas conclusiones» que se podía n deducir de l Congreso: e n primer lugar,
la existencia e n <<to dos los Estados. nuevos y viejos, con tradic ión o sin ella>> de Cámaras
de Comercio, ya fueran debidas a la iniciativa oficial o al derecho de asociació n. Sign ifica-
ti vamente, <<como demostración de la exactitud de esta conclusión, y aparte de lo que se
ex puso en el Congreso de Roma>> , e l artic ulista recuerda los ejemplos re fe ridos a la existen-
c ia de Cámaras bajo los regíme nes nac io na lsocialista y fascista italiano respecti vamente , lo
que serviría para probar su compatibilidad con e l Estado tota litario.
A este mismo fin se destinan las a firm aciones de que las Cámaras eran, <<ante todo y
sobre todo, Corporac io nes econó micas que no han intervenido nunca en la lucha de c lases
ni se han dejado dominar por prejuicios partid istas». Afirmación a la que seguía una enume-

12 En este sentido. nos interesa sobre todo el segundo aspecto. es deci r, e l ded icado a del imitar él

:ímbito de actuación de las Cámaras de Comercio den!ro de un amb iguo e indefinido marco que son <dos
interc.s.:s gc ncralc~ >>, d bien común o más ade lante. los intereses del Comercio. la Industria y la Na vega-
c ión . El hecho de que e stos argume ntos apa rezca n co n ante rioridad a los hitos lega les que hemos se ñalado
no es balad í. pues expresa que se e nmarca n de ntro de toda una estrategia defe nsiva a la que ha n sido co n-
duc idas las Cámaras desde el orde na mie nto legal del nue vo Estado. Además, de bere mos plantearnos si este
marco operati vo - con todas las contradiccio nes que cont ie ne- no tiene también referentes externos , mati-
/.ados e n ese caso po r el d iscurrir mucho más efecti vo y me nos problemático q ue parecen haber te ni do las
o rganizaciones camcrales extranje ras.
t.' Y. Comercio ... . op. cit. : <<Las Cá maras de Comercio en Estados Unido!>». en el n úmero de febre-
romarzo de 19-16, pp. 17- 19 : << Las Cáma ras de Comercio e n A le ma nia», en e l número de abril de 1946, pp.
1-1- 16: «Las Cámaras de Comercio e n !-"ra ncia>> , en el correspondiente a junio de 1946. pp. 27 -29; « Las
Cámaras de Comercio e n Portugal>>, e n e l número ele mayo-junio de 1947, pp. 15- 16 .
<Las Cámaras ele Come rcio y su sig nificació n>>. en Comercio.... no vie mbre-dic iembre de 195 2,
l -l <
pp. 9- 10.
84 L. SANT IAGO DÍF:7. CANO

ración sintéti ca de lo que las Cámaras hacían en otros países, como muestra de que <<a estas
Corporaciones corresponde todo aquello que pueda exponerse atribu yendo al Comercio y a
la Industria la categoría de intereses nacional es, ahora definidos con un criterio profunda-
mente social». En definitiva, Cámaras como las de << Londres, Washington. París, Mi lán , Vie-
na, Lcipz ig. Roma, Li sboa, Bruselas, ... » no tenían «semejanza alguna con las asociaciones
de clase o de sector». Para el caso español, se ponía e l ejemplo de los años prev ios a 1923 ,
como aclaratorio de las diferencias con las Patronales 15 • Más que atender a la propia com-
posición de las Cámaras o a ludir a diferentes estrategias y orientac iones de la acció n patro-
nal. la estrateg ia de supervivencia adoptada por los redactores de la revista del Consejo
(expresió n a su vez de la de l mundo camera !) conduce a fo rzadas interpretaciones, alejadas
de la rea lidad de la vida ca mera!.
No menos distorsionante resulta la in sistencia en e l carácter de establecimi entos públi -
cos o Corporaciones de derec ho púb lico de las Cámaras, conceptos que con ll evan, espec ial-
mente el primero , importantes prob lemas de definición jurídica, pero que persigue n
am pararlas bajo el todopoderoso paraguas protector de la Administración.
Un último argumento que se esgrimió en favor de aque llas Corporaciones es el de la
austeridad en la gestión, forma de hacer que se suponía grata a los empresarios y que pre-
tendía aleja r c ua lquier acusación de despilfarrar los recursos que llegaban a las Cámaras.
Los varios artículos dedicados a describir el << régimen económico de las Cámaras» intentan
poner de maniti esto la supuesta eficacia de la adm inistración camera!, ocultando problemas

15 << Qu ie n conozca la histo ri a de España e n los últimos seis u ocho lustro s sabrá que, c uando allá e n

]o, año' de 19 17 a 1923, las luchas soci al es llegaro n a agudizarse do lorosa mente, cobraro n su máx im a i m-
porta nc ia las Patro na les, que tanta in tl ue nci a alcanzaron e n su é poca porqu e hacían frente a los s indi catos
obreros. y q ue te nía n como justifi cación entre otros hechos. la rea li dad de que las Cámaras no se rvía n ni
qu erían servi r de trinchera e n las luchas soci al es. Precisamente fu e aquell a una é poca difícil para las Cá-
maras. sie mpre mo tejadas de inút iles por su aparta m ie nto doctr inal y práctico de la lucha de c la ses »
lbiJc m. p. 9. Tan taj a nte afirmac ió n re la ti va a las profundas difere ncias e ntre patrona les y Cámaras ha
si do recogi da e n ot ras ocas io nes. ll ega ndo inc lu so a impreg nar a náli sis hi stór icos de l peri odo rea lizados.
en e l ca'o de a lguna Cámara co ncre ta , rec iente me nte. Qu izás la única obra qu e se plantea aunqu e sea
mínimamen te, e l te ma de la re lación e ntre las Cámaras y las patrona les (asumie ndo qu e son dos cosas
di fe re ntes) sea la o bra sobre la Cáma ra de Mad ri d. Sus autores se para n am bo, conceptos, pues -e n su
o pini ón- las Cá ma ras no son g rupos de presión. sin o g rup os de ges tión , manifi esta n un apo lit ic ismo im -
portalllc frente a los deseos i nte rve ncioni stas de las o rgan izacio nes patron ales y so n más co nci li adoras
en lo soc ial. Pensamos que e l sesgo dado por los a uto res de esta o bra parece más condi c io nado por
p lan team ie ntos ac tu ales que por un a re fl exió n sob re el mo vimiento camera] e n s u conjun to: las tens io-
nes que pu do habe r e ntre las Cámaras y a lg un as o rga ni zac iones patrona les re fe ridas a las pos turas a adop-
tar a nte te mas concretos. normalme nte refe ri dos a cuest iones la borales, no puede n hace r o lvida r la
compos ición de las Cámaras y los deseos manifes tados por e ll as fre nte a temas concretos. Los a utores re-
co noce n la di visión de la Cáma ra a nte cuestiones como la ca mpañ a de la Defensa Me rcant il e n 1922 pi -
di e ndo represe ntac ió n corporati va o e l e nga rce que fin a lm ente se produce con las patronales e n tiempos de
la República . seña lado de form a breve pa ra el caso madril e ño tambi é n po r Mercedes Ca brera. Pe nsa mos
qu e se enfatiza e n de mas ía el diferente carácter de Patro nales y Cámaras, sobre todo cua ndo se ha afirmado
e n la lntruduec ió n que <<la Cá mara mad ril eña se ha e ri gido e n un instrumento instituciona l de desarrollo y
partic ipac ión de las c lases merca nti les de la capital y su e ntornO>> (p. 11 ). Po r o tra parte si las d ife re ncias
<;e red ucen al mayor apo liti cis mo que al pa rece r mu est ra la Cámara madril e ña . buen o se ría recorda r que
ni ese apo liti c ismo es unánime en todas las Cámaras, incluida la de Mad rid, ni se puede identificar con
au,e nci a de opi ni o nes po líticas. ni por últim o pueda servir como difere nci ador fre nt e a organizac io nes pa-
trona les (o li bres. como se deno minan e n la obra) alg unas de las c ua les tambi én mostraron signos de ese
a pol iticismo.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO EN EL FRANQUISMO 85

importantes de organización y fal seando en ocasiones la realidad, como cuando se alude a


la práctica desaparición de la morosidad, como indicativo de adhesió n hacia las Cámaras,
cuando sabemos, por un lado, que ésta nunca desapareció y que. además. la mejora e n los
aspectos recaudatorios no es síntoma, ni mucho me nos, de un grado de adhesión significa-
tivo, pues no impiden la indiferencia o el desconocimiento predominantes en el conjunto del
e mpresariado hacia las Cámaras. Pero tal propaganda parece dirig irse a l país en su conjunto.
No podían sin embargo autojusticarse las Cámaras e n función de una propaganda dirigida
únicamente al conjunto nacional y aún al exterior. Su acti vidad debía proyectarse hacia den-
tro. hacia sus propias c ircunscripciones, para obtener reconoc imiento.
Real mente, no parece que haya existido demasiado interés en el seno del Ministerio de
Comercio por controlar la actuación de las Cámaras en sus específicos ámbitos de actuación.
Como mucho, nos encontramos con situaciones en las que se defiende su proceder y su re-
prcsentativiclad frente a los inte ntos absorcionistas por parte de la organi zación Sindical, pe-
ro nada hace suponer que e l interés de mostrado por el papel exterior que podían jugar las
Cámaras se traslade al desempeiiado en el marco local.
Aquí entramos de lleno en e l problema ele su vacío operativo, de su incapac idad fun -
c io nal para cumplir siquiera con lo que su Reglamento especifica. La historia ele las Cámaras
e n este periodo aparece dominada por el hándicap que supone su falta de re prcsentatividad,
las dificultades presupuestarias, la ausencia ele iniciativas o el solapa miento ele funciones con
la O rganización Sindical, etc. El repaso a lo que determinadas historias ele Cámaras ofrece n
no parece que sea muy honroso para estas instituciones.
Podemos c itar, como ejemplo introductorio pero altamente significati vo, lo que opinaba
la Címara de Come rc io madri leña e n un informe al Consejo Superior sobre sus ac ti vidades,
las cuales << habían quedado reducidas a contadas ac ti vidades que podían considerarse corno
deberes» 16 • Y si eso sucedía en una de las Cámaras más importantes, cabe imaginarse qué
pasaba en las peque ñas, como luego tendremos ocasión de comprobar.
Las Cámaras pasaron a ser meros órganos consultivos tan sólo para aquello que los po-
deres públicos estimaban como necesario. Así, sus informes económicos, que podemos ca-
lificar como muy interesantes, constituyen un buen barómetro de la activ idad clíficil y
complicada de estos años. Pero, por lo que sabemos, estos infonnes fueron más bien cosa
de las Cámaras grandes o del propio Consejo, que reali zaba valoraciones muy estima bles y
la mayoría ele las veces confidenciales sobre la situac ión económica. Es decir, esos trab<~os
a menudo ni siquiera llegaban a ser conocidos del público, ya que con de masiada frecue ncia,
sus opiniones acerca de la coyuntura económica, eran poco «políticos>> y poco favo rables a
la orientación que en este terre no había adoptado inicialmente el Régimen 17 • Es muy comCm
e ncontrar en la actuación camera! ele estos años c ríti cas al modelo eco nó mico intervencio-
ni sta y autárquico, críticas que no surtieron demasiado efecto 1x.

16 V. Bahatno nde ... , op. ci1., pp. 29 1.


17 V. refere ncias en Jbidem , p. 266. nota 13, y 274- 289 pa ra el caso madrile ño: para Vi t.caya. es muy
in teresante la C<)nsulta de informes de este tipo e n la etapa de la postgue rra e n la o bra de Gonziíle;: Portilla,
Manue l y Gan ne ndía . José María: La ¡nmguerro en el País Vosw. Político. Actt/1/ttlación. Miseria, Do-
nostia. Krise lu. 198li.
I K Aparte de lo ci tado, pueden verse tambié n ej emplos de esta actitud crítica e n la activi dad de las
Cá maras de Burgos, Guipüzcoa, Tarragona, etc.
L. SANTIAGO DÍEZ CANO

La operati vidad de las Cámaras e n e l periodo de la postguerra y la a utarquía, contando


siempre con las diferencias entre e llas, no estudiadas aún, pueden enmarcarse dentro ele estos
parámetros ele escasez, dificultades y mala gestión, que podríamos añadi r a los ya enumera-
dos o reseñados por otros autores. Ante esa situación. el Consejo Superior ace ntuó su voca-
ción centralizadora e intervencionista, que podría haber llegado incluso a la absorción ele la
casi totalidad ele las funciones came ra! es por parte del órgano superior ele las mismas. a tenor
de algunas manifestaciones que hemos podido recoger para estos años por parte ele determi-
nadas Cámaras 19 •

Los recursos de las Cámaras


Una buena forma de acercarse ele fo rma g lobal a la actividad camera! e n estos años la
constituye el análisis ele sus recursos, es decir, ele las partidas de Ingresos y Gastos consig-
nadas en sus Presupuestos y Liquidaciones. Las Cámaras tenían la obl igación ele remitir al
Ministerio. a través del Consejo, dichas cifras, para su aprobación. En el Archivo del Minis-
terio de Comerc io. hemos hallado unos resúmenes de las Liquidaciones de estos Presupues-
tos para determinados años. Esta documentaci ón sintetiza apre tadamente el ori gen de los
ingresos de cada Cámara y el destino de sus gastos. Trabajando sobre estas cifras, se pueden
reconstruir algunos aspectos interesantes de la actividad de las Cámaras en estos años.
Superados los problemas que trajo consigo la inmediata postguerra y tambié n pasada la
tormenta desatada por la ofensiva sindical , las Cámaras e n su conjun to pudieron empezar a
desarrollar su actividad con una mayor normalidad. Dado que permanecían teó ricame nte vi-
gentes las d isposiciones estatutarias que las regían. seguía en vigo r todo lo que arectaba a
s us recursos, a la recaudación del porcentaje establecido en la ley sobre la Contribución In-
dustrial y el llamado Impuesto de Utiliclades"0 • Un aná lisis de las grandes c ifras relativas a

19 Así consta, por ejem plo, en las Actas de la Cámara Ofi c i ~l de: Comercio e Industria de Tarragona.

que recogen afirmaciones del Consejo Superior. quien había valorado el funcionamiento de las Cá ma ras y.
tras hacerlo. <<se consideraban graves problemas la imperfec ta con tabili dad. la escasa labor efica.-:. no me nos
escasos in formes y [por ,upuestoj ( ... )e l permanente olv ido, desamparo y menosprecio al que nos somete
e l poder público, desconoc ie ndo nuestras verdaderas func iones». La solución a esta penosa si tuac ión pasa-
ba. en o pi nión de l Con,ejo. por central izar las funciones e n el ó rgano supremo camera !.. actitud a la que la
Cá mara tarraconense se oponía. Tomado de Heras Caballero, Pedro A. y Mas Arrondu. Carlos: Los prime-
ros Cien wlos de la Cámara. Tarragona, Cámara Oficial ele Comercio e Industria. 1987. p. :?.26. Los datos
puede n provenir de una encuesta encargada por el Consejo a las Cámaras sobre su fun cionamienlo y acti-
vidades en 1955, encuesta que - por lo que hace a las respuestas- podremos anali zar para e l caso salman-
tino . Sería interesante poder recopi lar los dato' refe re ntes a todas las Cámaras y hacer un a valorac ión
g lobal, -. i es q ue todas con testaron . En c ualquier caso, esto no sería si no una parte ma> de lo q ue de be ría
o.,er una historia g lobal de l Consej o Superior, aún pendiente. y que debería abordar todos estos aspectos que
estamos comentando y reseñando, u también los re lativos a las inspecciones efectuadas por e l propio Con-
o.,ej u en determ inadas Cámaras. como sucedi ó también con la sa lmantina. A la espera de que eso pueda
realiLar;,e. por nuestra parle. estamos inte ntando local izar un posible dossie r que. e n teoría. se deb ió elabo-
rar e n e l mome nto de abordar la problemática derivada de la confecc ión de un nuevo Reglamen to de C í-
nwra>. tra.<, la promu lgación de la Nueva Ley Sindical ck 197 1. A ludiremos a c,tc dossie r y a su
importancia e n pág inas inmedi atas .
° 2 Como ad\ierte e l profesor Sánchu Blanco. op. cit., pp. 1064- 1065, la recaudación no se vio afec-
tad a negativa mente por la Ley de Bases de Régi men Local. que establecía <da posibilidad de que los Ayun-
tamientos pudieran e levar hasta un 25% de las cuotas de l Tesoro. el recargo ordinario de la Contribució n
Ind ustrial». Para compensar esta subida. se reducían tamb ié n e n un 25% las cuotas del Tesoro de dicho
LAS CÁMARAS D~: COM ERC IO El\ EL FRANQU ISMO 87

los Presupuestos de las Cámaras en estos años p uede ayudarnos a conocer ele mejor manera
en qué forma se desarrollaba su actividad.
Según los rcspon ~ abl cs del Consejo, siempre hipócritamentc o plimistas 2 1, el régimen
econ<Ímico de las Cámaras estaba e mpezando. a la al tura ele 1946 aproximadamente, a co-
nocer tiempos venturosos, tras una etapa muy difícil, la posterior a 1936, y superados ya los
obstáculos que antes ele esa fec ha existían en orden a poder contar con todo~ los recursos
que legalmente pertenecían a las Cámaras, esencialmente los q ue faltaban debido a la mo-
rosidad que siempre lastr<Í la capacidad recaudatoria ele las mismas. A ello se unía, según el
Consejo, una intensificación ele la acti vidad económica 22 . Se puede confirmar, a fa lta ele in-
vestigaciones más concretas con los elatos ele cada Cámara. que la etapa de la postguerra fue
c iertamente de escasez - como era. por lo demás, previsibl e- , no sólo por las especiales cir-
cunstancias económicas del conjunto ele la nación. si no también, según nuestra opinión, por
e l importante índice ele falta ele pago ele las cuotas, que seguramente a fectó a las economías
camerales 23

impuesto. Comoquiera que esta era la ba'e para la aplicación de la cuota obligatoria de los e \ectore' de las
Címaras. podían haberse visto éstas afectadas por dicha rebaja. Sin e mbargo, no fue así. ya que por una Orden
de 12 de marzo de 1946. se permitía a las Cámaras. <<para calcu lar sus recursos con relación a la Contribución
Industrial y de Comercio. incrementar en un :l3'1<: el tanto por ciento a a plicar sobre la cuota del Tesoro». A
m i entender. esta disposic ión no deja de tener su importancia. pues dacia la estructura de los recursos cameralcs,
q ue \·a mos a analizar seguidamente, una d ismin ución de esa importancia hubiera sig nificado, en algunos casm.,
c asi la práctica desaparic ión de muchas Cirnaras. por im pos ibilidad mate rial de cumplir siqu iera con alguna
de sus obli gaciones. No es aventurado su p0ner. dada la fecha ele pu bl icac ión de la Real Orde n, (cercana
como se ve a la Ley mtxlifi catoria de la de Cortes que supuso pa ra las Cá marns una mayor garantía ele
supervive ncia) que se inscrtn en un contex to mucho más favora ble que el ante rior para la actividad camera\ ;
al fin y al cabo. una politica más hostil hacia las Cá maras podía haber aprovechado esa coyu ntura pa ra.
indirectamente. debili tarlas por la vía financiera. sin necesidad de j ustificaciones ideológ icas.
2 1 Pueden verse algunos artículos de la revi-;ta ecli tacla por el Consejo, Come rcio, Industria-'' Na ve-

gacilín de Espmla. Puhlicaciones del Consejo Superior de Cámaras de Cmnen·io. ya citada. Los artículo'
suelen aparecer bajo e l títu lo de « Las Cámaras Oficia les de Comercio, Industria y aveg ac ió n. Su rég ime n
económi co» y se repiten entre 1946 y 1952 .
22 V. Co/Jl ercio .... e nero de 1946. pp. 7-8: «Antes de \Y36 nunca habían logrado las Cámaras poseer

medios suficientes para realizar sus fines. entre o tras razones. porque no les e ra fác il llevar a cabo la rc-
c·audación de sus recursos legales. ( ... ) Pe ro a partir de 193fl. y hasta hace poco, las Cá maras. en general
hubieron de sufrir una gran escasez y. en muchos casos. verclaclera penuria de medio,. por consecuenc ia ele
di ve rsas c ircuns tanc ias, lo que no fue obst<kulo -Dicho sea de paso- para que estos organismos a tendie,c n
al cu mplimiento ele sus deberes. ( ... ) Actualme nte las Cámaras ven incrementados sus ingresos. pero no
solamente porque se ha yan aumentado la s cont ri buc iones que sirven ele base de cálculo al arb itrio que la
Ley de 29 de junio de l lJ 11 les concedió para su sostenimiento. sino también porque la morosidad de los
contribuye ntes ha ido disminuyendo hasta ca'i desaparecer. y . sobre todo, porq ue e n estos últimos años se
ha inte nsificado la actividad económica. como lo demuestra n el número ele contribuyentes matriculados y
los beneficios de las Sociedades que se rigen por el Código de Comercio. A estas clos últimas causas se
debe más de l 50 por 100 ele! aumento ele los ingresos ele las Cámaras>>.
2 ·' No parece habe r ll amado la ate nc ión ele los estudiosos que han historiado la actividad camera \ con

mot ivo del centenari o o incluso a ntes. la cuestión ele los recursos en el periodo que estud iamos. Ha biendo
' ido cuestión poco menos que este lar en la e tapa anterior a 1929, sobre todo, da la sensación de qul.' todo
lo relac ionado con la reca udación. e l gasto y su distribución. la gestión econó mica e n su ma. se re legaran
a un plano inferior. Como mucho. podemos e ncontrar a lgún breve comentario ace rca de la distribución de
las partidas presupuestarias. como ocurre e n el estudio dedicado a la Cámara burgalesa (La Cámara de
Co111ercio e Industria de Burgos. op. cit.. pp. 302-303. 344. 368). con gráficas que retl ejan el aume nto de
los ingresos y e l predominio de los gastos genera les y ele ate nción al personal.
S8 L. SANTI AGO DÍE?: CANO

A guisa de muestra, daremos cuenta posteriormente de los datos que hemos obtenido
referidos a la Cámara de Comercio salmantina, los c ual es no parecen avalar esa imagen dada
por los res po nsables del Consejo acerca ele la «práctica desa parición» de los morosos. Com-
probaremos cómo reviste cierta importancia la partida e n la que se consignaban los recibos
impagados, y no sólo para esta etapa, sino a lo largo de todo el periodo que ocupa nuestro
estudio. Sería deseable contar con análi sis efectuados en la misma línea y referidos a otras
Cámaras españolas para poder comprobar mejor la permanente resistenc ia al pago de cuotas
camerales por parte de los electores. Pero por ejemplo, tenemos constancia de q ue según las
liqu idaciones de los Presupuestos de todas las Oímaras en 1946, aproximadamente un 8%
ele los ingresos ele las mismas, procedían ele pagos de c uotas atrasadas de años anteriores".¡·
Por lo q ue hace a los Ingresos, aunque en los Presupuestos se consignaban di versas par-
tidas2', la pa11e fundamentalísima de los mismos era la constituida por los recursos permanentes,
es decir los ingresados por la aplicación de la cuota parafiscal que estipulaba el ordenamiento
normativo por el que se regían las Cámaras de Comercio. Así, según las liquidaciones de los
Presupuestos de 1946, más del 95% de los Ingresos procedía de esta partida 26
Posiblemente sea en la distribución del gasto donde se aprecia ele mejor manera en qué
invertían sus ingresos las Cámaras y qué actividades (en general) cubrían con sus rec ursos.
Si hicié ramos caso a lo que apuntaba e l secretario del Consejo en 1946, la aplicación de los
ingresos de los Presupuestos ofrecía muy buenas perspectivas. Veamos en la tabla adjunta
cómo la dis tribución del gasto (en porcent<~jes) en diversas pa11idas ofrecía una image n real-
mente llena de eficac ia y actividad:

GASTOS o/c ele los ingresos

Gastos generales 3S
Servicios ele interés general 42
Seguros, pluses y pe nsiones en favor del personal 14
Orrosg~ t os 6
Total 10027

No se anal izan, en ninguno de los estudios que hemos consultado, otros aspectos como la mom-
~ i dad.o.iempre presente, la correción en la gestión económ ica, el análisis detallado del gasto, cte.
c.J V . Consejo Superior de Cúmaras de Comercio. Industri a y Navegación de España: Liquidación
Re.-.umen de los Pn;supuestos de Ingresos y Gastos de lao. Cámaras . A iio 1946. Archivo de l Ministerio de
Comercio. Informes sobre la recaudación e n el pe riodo 1946-69, legajo 5009.
25 Rec ursos permanentes, e ntre los que se contaban el porcentaje ap licado (genera lme nte el 2o/r. aun-

que a veces se aplicaba el 2.6 o 2.66) sobre la cuota de l Tesoro por la Contribuc ión Industrial o e l Impuesto
de Utilidades, además de los atrasasos por ambos conceptos correspondientes a años anleriores; recursos
por servicios espec iales, como certificaciones; recursos vo luntarios, como cuotas de cooperadores o sub-
venciones rec ibidas; recu rsos eventuales, como intereses de cue ntas corri entes; re ntas produc idas por va lo-
res mobili arios o inmobiliarios: y finalmente. un capítulo dedicado a olros ingresos, fuera del carácte r que
fu eran. lbidcm .
26 Ibidern. LJ c uantía de otros recu rsos rozaba a men udo el ridículo. Así, por ejem pl o, en la CCtmara

de Cáce res, de un total de 82.954 pta ingresadas, 81.044 lo fueron en conceplo de recursos permanen tes.
9 14 por los vo lu ntarios, 980 por recursos eventuales y i 15 1 pesetas por certifi cac iones; Gijón. por ejem plo.
L'On 89. 171 pesetas, ingresó por Jos mi smos conceptos, 88 .9 18, 80, 163 y 10 pesetas. respecti vamente .
n V. Comercio..., Enero 1946, pp. 8-9.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL FRANQU ISMO 89

En teoría, los gastos generales eran los dedicados a l sostenimiento de la infraestructura


de cada Cámara (básicamente, personaL local, gastos de oficina, etc .), mientras que los se-
gundos comp renderían, «además de algunas otras atenciones, los estudios económicos, la
estadística. las publicaciones. las Ferias y Exposiciones y e l fomento de la cultura en el co-
mercio. la industria y la navegación, con subvenciones a escuelas especiales y soste nimiento
de enseñanzas y becas para jóvenes que carezcan de recursos económicos y reúnan detenni -
nadas condiciones>>"x. Aquí, por tanto. residía el núcleo principal de los recursos destinados
a fomentar iniciativas en favor del comercio, la industria y la navegación. Descontando los
haberes del personal que trabajaba en estos servi cios, lo consignado por todas las Cámaras
para estudios económicos, estadísticas. publi caciones, Ferias y Exposiciones, y fines cul tu-
ra le s. asce ndía a más de S millones de pesetas para 1946.
El juicio que merecían estas y o tras cifras a los rectores de la vida camera! , según ex-
presión del Secretario del Consejo , era - pese a todo- la de que no constituían «en verdad,
un plan económico espléndido y, si son hasta cie1to punto sufic ientes, es porque en ellos hay
implícita una p<Ht icla que no puede c ifrarse y que consiste en la lealtad a una misión patrió-
tica y por tanto noble como la que más lo sea» 29 . Es decir, a falta ele rec ursos se suplían las
care ncias con e levadas dosi s ele patriotismo.
El tenor de estos comentarios, los primeros en la etapa que considera mos, se va a repetir
en ocasiones sucesivas, cuando se anal icen los Presupuestos y las Liquidaciones de los si-
guientes años 30. Se prestaba atenc ión primordi al a la di stribución del gasto, que se resumía
en las cifras y epígrafes que ofrecemos a continuación:

GASTOS % sobre los ingresos en los Presupuestos


··--·· ·· - - --

1946 1947 1948 1949 1950


Gastos Generales 38 36 33 34 33
Servicios de inte rés general 42 40 42 43 43
Seguros. pluses, jubilac iones, etc . 14 17 19 19 21
Otros gastos y superávit 6 7 6 4 3
Total 100

Según las liquidaciones, las cifras serían las sigui entes:

GASTOS % sobre los Ingresos en Liquidaciones


---------------------
1946 1947 1948 1949 1950
Gastos generales 32 30 31 32 30
Servicios de interés gene ral 39 40 41 42 45
Seguros, pluses. jubilaciones, etc . 12 16 18 19 19
Otros gastos y superávit 17 14 lO 7 6
Total 100
--- --· · ·- · - · - - -- · · - - - - - - - -···· ·--····

2x lbiden1. p. 8.
:.!lJIbidcn1. p. 9.
30 V. Comercio .... rev. cit.. números 22, enero-febrero de 1948, p. 3 ; 28. ene ro-febre ro 1949, p. 3:

-W. abril 1950. p. 3; 5 1. niayn 1951, pp. 5 y fiO, abri l 1952, p. 2 1.


90 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

Estas cifras eran vistas con ex plícita sati sfacción por los responsables del Consejo. Se
mencio naba la subida pe rceptibl e en los servicios de inte rés gene ral, e l dinero dedicado a
fe ri as, publi caciones. ex posic io nes. etc. (4 mi llones e n 1947, 5 e n 1950,7 en 195 2). el po r-
centaje q ue re presentaban los gastos de personal , etc. A falta de estud ios más conc retos y
po rmenorizados, estimamos, sin e mbargo, que estos núme ros esconden una realidad muc ho
me nos brillante. En primer lugar. y según datos que he mos recogido relativos al periodo
19461965, los porcentajes no sería n exactos: de ac uerdo a las liquidacio nes efectuadas e n
1946, 1950 , 1955, 1960 y 1965, los porcentajes dedicados a los gastos gene rales. serían. res-
pect ivame nte, del 65,67%, 56,77%, 5 1,5 1%, 39.52% y 3S,36%. Es deci r. sólo en 1965 hay
una a prox imación a la estimación de l Consejo para casi veinte años a ntes ' 1 • Por otra parte,
la util ización de medias para el conjunto de todas las Cámaras, oculta las muy diversas ci r-
cunstanc ias de la mayor parte de e llas. Hay que te ne r e n cue nta que del total de C ámaras
consideradas po r el Consej o al hablar de los Presupuestos, 88, alguna pe rmaneció inacti va
o no constan sus ingresos y gastos. Además, para valorar c ualquie ra de estas ci fras , ha de
menc io narse q ue una mi no ría de Cámaras copaba cerca de la mitad de los Ingresos totales:
debido a e llo, estas Cámaras «grandes». con un importa nte volume n de recursos. podían de-
dicar d iversas partidas a gastos q ue no fu eran los generales, los de infraestruc tura. S in e m -
bargo, para la mayoría, los recursos d isponi bles no permitían, sobre todo en estos mome ntos,
grandes alegrías. Más adelante, comprobaremos todas estas afirmacio nes para el caso sal-
manti no. ilustrati vo de la gestió n de los recursos por parte de una C ámara c uya situación era
asi m ilable a la de la mayoría del país. Po r otra pa rte. tampoco han de creerse las triunfales
afirmaciones sobre la práctica desaparició n de la morosidad y po r tanto de la resiste ncia al
pago de las c uotas came rales. Hasta tal punto eso no e ra así, que los Presupuestos ele las
Cámaras cons igna ban una partida, de ntro ele los Gastos. dedicada a los gastos de recauda-
ción y la previsión en la minoración de ingresos. Y e n las liq uidaciones se hacía constar el
número de recibos puestos al cobro y los que resultaba n fallidos. así como -en ocasiones-
los recibos pendie ntes de cobro de ejercicios anterio res" .
El recurso a las << medias» ocul taba lo que sig nificaban los gastos gene rales sobre e l total
de los ingresos y no permite o bservar que hay alg unns Cámaras q ue incumplen c lara me nte
la disposic ión estatutaria que les impedía dedicar, e n e l peor de los caso~ . más del 90% ele
sus ingresos permane ntes a esta secc ión de gastos gene rales. Muc has de ellas superaban con
c reces ese porcentaje. dedicándose a aqué ll os no sólo la totalidad de los recursos permane n-
tes. sino del total de recursos, lo que no ocurría, si n e mbargo, en las Cámaras grandes, que
podían dedicar mayor volumen de dinero a actividades que no fueran el simple soste nimie n-
to de la infraestruc tura camera!.
Po r últi mo, no se puede olvidar ta mpoco q ue la uti lización de po rcentajes, sobre todo
si se hace a través de med ias ponderadas. da una idea distorsionada ele la aplicac ió n real de l

3 1 Véase más adela nte, el breve a n:ílisis dedicado a este aspecto. Los dalos proceden de los Resúme-

nes reali,ados por el mi smo Consejo sobre las Liq uidacio nes de los Presupuestos de los años citados. Se
e ncue ntran en e l Arch ivo del Ministerio de Comercio, legajo 5 .009. Es pos ible que los responsables del
Consejo obv iaran las cifras relativas a cien as Cámaras que superaban con creces los Jopes establecidos por
la ley relativos al porcentaje que se podía dedicar a los gastos genera les. En cua lquier caso, los aparecido;,
e n la revista Comercio. lndusrria y Nu vegacirín no de jan de ser datos maq uillados.
32 Estos datos, que analizare mos con más detalle a l hab la r dé los Pres upuestos de la Cámara salman-

tina, no aparecen comentados en ning una de las obras sobre Cámaras q ue hemos co nsultado, lo cual impide.
por lo tanto. ofrecer una visión más global.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL FRANQU ISMO 91

gasto efectuado. Hay que conocer cifras reales de gasto para saber, por ej emplo. a qué co-
rrespondería un hipotético 40% dedicado a servic ios de interés general, en Cámaras cuyo
volumen total ele ingresos era ilTisorio; o incluso en algunas - la mayoría- que a duras penas
llegaban o pasaban del 0,5% de l total ele ingresos. A través ele un análi sis mucho más por-
me norizado. podríamos comprobar, seguramente, que porcentajes de gasto aparenteme nte
significativos ded icados, por ejemplo, a fi nes de interés cultural, encubrían poco más que el
pago de subvenc ión al Ayuntamiento local para invc11ir e n las fiestas del lugar.
En definitiva. el tratamiento dado a los resul tados de la gestión económ ica camera! en
este periodo por parte del Consejo, forma parte - como ya hemos te nido ocasión ele apuntar-
ele una estrategia de superv ivencia, que venía a complementar e l e ntramado ideológico mon-
tado ya desde la etapa ele la guena civil y q ue tenía como fundamen to úl timo la considera-
ción ele las Cámaras como instituciones cleclicaclas a velar por los intereses generales del
comercio, la industria y la navegación. Aparte el~ los argumentos ya vistos, que se esgrimían
para comprobar su utilidad y sentido en el nuevo Estado, también se hacía propaganda de
su eficacia. a través ele los comentarios relativos a la gestión ele los recursos que. según las
leyes. les correspondían. Maquillando de forma adecuada los datos globales y re uniendo en
un bloque indiferenc iado elatos muy diversos que correspondían a realidades, a veces, abis-
malmcntc diferentes, se podía ofrece r una imagen ele las Cámaras como entidades prestado-
ras de importantes servicios al comerc io y la industria, austeras y eficaces en la gesti ón de
sus ingresos y dotadas, como colofó n -o guinda- de un más que notable grado de vi1tud
patriótica capaz ele superar cualquier contratiempo material. '
EL CAMB IO DE RUMBO : DE LA ASAMBLEA DE 1961 AL REGLAMENTO DE 1974

L A ASAMBLEA DE 1961

Co incidiendo prec isamente con un momento sumamente especial, los años 1959-60, se
produce un a innexión trasce nde nte en la vida de las Cámaras. El indicativo de la nueva di-
recc ión aparece en un escenario definido: la IX Asamblea de Cámaras, celebrada casi un
cuarto de siglo después de la última. El protagonismo, sin embargo, no perte nece a las Cá-
maras, que más bien parecen desempeñar un papel secundario. Será el Ministerio de Comer-
c io, a cuyo frente se encontraba Alberto Ull astres, quien tome la iniciativa, lo cual no hace
sino mostrar a las claras dónde puede encontrar apoyo y ganar fu erza el mundo camera!: en
su superior jerárquico.
En cua lquier caso, el momento parecía propicio para lograr un relanzamiento de la in s-
titución, por cuanto se había salido de la etapa intervencionista en lo económico y nuevos
visos de libera li zación apuntaban en el h01izonte social. El mini stro Ullastres, en un impor-
tante discurso. descubría la razón de ser de las Cámaras, cuya supervivencia era convert ida
en prueba de los servicios prestados al <<bien común». Argumentaba Ull astres con rotundidad
que

«Las Cámaras ni se han podido justificar. ni se han intentado justificar, ni se deben justi fi-
car más que a través de sus servicios al bien común, en cada momento. Si innecesarias fue-
se n a ese bien co mún , si contrarias fuese n a ese bien común, nacional e internaci ona l,
hubi esen debido desaparecer» 1•

Curiosa afirmación esta que se basaba en el mero hecho de ser. el deber ser, e ignoraba
toda la probl emática que el propio Ministro no podía desconocer, esgrimiendo una argumen-
taci ón pronto asumida por las Cámaras y que ha llegado inclu so hasta la actua lid ad ~ . Pero
si el Mini stro parece sentirse obligado, como anteriormente el Consejo, a justificar la exis-
tencia de estos organ ismos, puede suponerse - a sensu contrario- que es porque parecían ne-
cesitar defensa. Para tal defensa se utiliza una espada de dobl e filo: La identificación de las
Cámaras con los << intereses general es>> de la economía, del comercio, la industria y la nave-
gación, que desarma a sus oponentes, al ti empo que las debilita a ellas. No dudará, empero,
e l Mini stro en señalar tan etéreo marco operativo a las Cámaras, cuyo

<<obj eto( .. .) - dice- (... ) es el de fome ntar los intereses generales del comercio, la indu stri a
y la navegac ión( ... ) Yo enti endo y quiero interpreta r esta frase '·in tereses generales·· como
algo más que como la expresión de la sum a o de la resu ltante de los intereses panicul ares
de todas y cada una de las em presas que componen esas Cámaras y todos y cada uno de los
miembros asociados a esas Cámaras. Para mí, y creo que también para ustedes los intereses

1 Asum/Jiea general de Cú111ams Oficiales de Comercio, Indu sTria y Navegación de España. 1961.
Anales. No tiene paginación.
~ Muestra de ello son, por ejemplo. los discursos o intervenciones del Preside nte del Consejo Su-
perior y de la Cámara de Madrid, Adrián Piera. publ icados tanto en prensa como en Hi storias de algunas
Cámaras que él prologa. O incluso del propio presidente de l Gobierno muy rec ientemente, en un discurso
que repi te este tipo de tópicos. en Las Cámaras de Comercio. Indu sTria-" Navegación visTas por los Jefes
d e Eswdo. Presiden/es del Gobierno y MinisTros Económicos de España. 1887- 1987. Publicación ed itada
con motivo del Centenario ele la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, Madrid, 1987 . p. 58.
94 L. SANTI AGO DÍEZ CANO

( ... ) son aque llos que representan y se subordina n al bien com ún, a algo q ue es más ge neral
q ue los intereses del propio grupo o corporació n, en este caso de la propia Cámara, de los
pro pios asoc iados a la Cámara. o de l conju nto de todas las Cámaras. Intereses ge nerales q ue
tras<.: ie ndcn a los secto res agrupados en ellas, intereses generales de l país y la expresión pa-
ra definirlos es esta. q ue acabo ele citar, de l bien comú n>>\.

No obstante, otra utilidad encuentra Ullastrcs a las Cámaras, la de asesorar al Pode r.


Para él, en mome ntos en que la acti vidad económica se hace enormemente compleja po r
todos los cambios acaec idos hasta entonces, las Cámaras enco ntrarán nuevas tareas, pues
hasta ese mo mento, lo sencillo de los asuntos económicos no hacía suponer que fue ran ne-
cesan as.
Por úl timo, Ullastres con firma algo importante: la mediatización de las Cámaras por la
Administración. Esta mediatización aparece expresada sin ambages por el representante del
Ministerio de Comerc io:

«Las Cá maras so n Cámaras Ofi c iales dependi entes de un M ini steri o y, en tanto en c uanto
O fi cia les son e l brazo largo, e l instrume nto de ese M in isterio . Para cumplir las tareas q ue
les cstCtn encomendadas en mo me ntos en los cuales, otra vez, porq ue en definiti va así est<1
el mundo, nos lo tenemos que estar j ugando todo, han de estar en tensió n, e n lo q ue de be
ser nuestra tensión espiritual>>4 .

Visto e l discurso ministerial, puede parecer de menor interés considerar qué acordaron
e n de finitiva las Cámaras en momento tan señalado. Al fin y al cabo, poco importaban sus
acuerdos si e n realidad sus acti vidades, sus competencias dependían ele la S uperioridad. S in
e mbargo, hemos de reseñar que lo que allí se trató\ resulta un tanto revelador del cl ima
pol ítico, y de los pactos que se perfilaban ahora e ntre e l Régimen y las di ferentes fracciones
burguesas.
Las conclusiones generales recogía n la tradicional y formal «adhesión incondicional e
inquebrantable» de las Cámaras a l Jete del Estado, pues gracias a é l, se decía, «exi ste e n
Espaíia un cl ima de orden y de paz que ha permitido a la industria, el comercio y en general
a las empresas españo las, desarrollar sus acti vidades e n progreso crec iente y continuado»t>.
La segunda conclusión es un tanto peculi ar, pues a través de ella se ex presa un agradeci-
mie nto

<<a las de más Corporaciones, Organizaciones, e n especial la Organización Sindical. y demás


A-;oc iacio nes nacio nales, la cooperació n cordial que prestan a las C1maras en el desenvol-
vimie nto de sus obligaciones y cometidos: y a las 3.500 Cámaras del Mundo Libre la iden-
ti ficación qu e paten ti zan con nues tra O rgani zac ión a través de la Cám ara de Co me rcio
Internacio nal y otros Organismos In ternacio na les, con los que nuestras Corporaciones se
hal lan e!<lrecha mente vi ncu lados,/ .

3 Asamhlea.... An(l/es, op. ci!.


~ Asamblea.... Anales. op. cil.
5 Asamhlea ¡:eneral de las Cámaras Oficia les de Comercio. Industria y navegacián de Espwl a.

Conclusiones (Madrid. 7- 10 noviembre 196/), p. 3.


6 lbidem.

7 !bidem.
LAS CÁMARAS DE COM ERC IO E:-.1 EL FRANQU ISMO 95

Resul ta, más que conciliadora. hipócrita esta concl usión, que pre te ndía confi nar el pe-
ligro por e l procedimiento de negarlo , ya que subraya las buenas relaciones con la Organi-
zación SindicaL en un momento e n el que las tensiones vol vían claramente a aflorar e ntre
a mbas Instituc iones. Más clara es la re ivi ndicación ele proyecc ión exterior ele las Cámaras.
que ahora permitía buscar para e llas un campo de acció n de c ierto re lieve, tolerado por e l
rranquismo y capaz, al menos teóricamente, de revaiOii zarlas.
Para conciliarse las simpatías del Régimen , la p1imera Ponencia de la Asamblea, dedi -
cada a las cuestiones tributarias y fiscales, principiaba con una propuesta de mutua alianza
entre éste y la burguesía comerc ial e industriaL preterida en los años c uarenta, en que e l
franquismo había preferido mimar a la burguesía agraria. Part ían los po nentes de l «debe r
patriótico» que suponía contri buir a que el Estado tuviera los medios suficientes para «e l
cumplimiento de sus altos fines».
Sentada esta premi sa, afirmaban a continuaci ón «que si el comercio y la industria (a
quie nes los Asamblcbtas como miem bros de las Cámaras O ficiales de Comercio, Industria
y Navegación, re presentan), son, sin duda alguna, los p1incipales contribuyentes, tal condi -
ción permi te poder indicar al Gobierno de la Nación. con toda lealtad, la convenienc ia de
que, por e l mismo. sea procurada la mayor austeridad en sus presupuestos dentro de la for-
mal preocupac ión de que sus inversiones sean, en todo lo posible, rentables>>x_
La segunda ponencia tenía el signifi cativo títu lo de «In vertir para exportar>>. Recorde-
mos la imponancia que a esta cuestión otorgó e l ministro Ull astres en su discurso, parte de l
cual se centró en analizar la problemática referida al comercio exterior y a la participac ió n
española en de te rminados organismos económicos internacionales. Las conclusiones supo-
nían. sobre todo, un apoyo a la política de los << Mi nisterios econó micos», en espec ial el mi-
ni sterio de Comerc io 9 • centrado e n toda una serie de peticiones que ahondaran en el proceso
de liberalizac ió n económica rec ién iniciado ; marg inalmente, se intenta que las Cámaras de
Comercio jueguen algún papel en todo este proceso.
El resume n de la ponencia puede concretarse en la última Conclusión. «de carácter ge-
ne ral>>, que consideraba

«fu nd a me nta l para la rea lizac ió n de l progra ma q ue le ha sido e ncomendado y. e n gene ral,
pa ra e l desaJToll o de una po lítica e n la que im pe ren los princ ipios soc ia les q ue c aracte ri1an
la concepc ió n po lítica de nue stro Estado, e l ma nifestarse en abien a o posic ió n co n toda s i-
tuaci ó n de monopo lio y. por ta nto , p ropug na el mantenimie nto y pe rfeccionamie nto de un
siste ma de economía libre. en su m:ís auténtic o o-e nt ido social» 10 .

Estimamos que existe una relación estrecha e ntre la explicitación de estas conc lusiones
y la coyuntu ra económ ica y política, dentro de la cual alcanzan mayor sentido; por ende,
d io no hace sino reafirmar el sentido «utilitariO>> que tuvo esta Asamblea, pensada funda-
menta lmente - en nuestra opi nión- para recabar a poyos a la política de los Min isterios eco-

S /!Jide111, pp. ) y SS.


9 Este apoyo aparece explíci tame nte en la primera conc lusión, que propugnaba «Elevar a los Min is-
terios de carácte r económ ico, y espec ialmente al excelent ísi mo señor Ministro de Comercio su testimo nio
unánime de adhes ión y reconoci miento por las d irectrices de la política de normali zación y saneamiento
del comercio exterior, mediante la liberalización de las importaciones y la supresión de med idas te nde ntes
a impu lsar el desarro llo económico de nuestra Patria>>. lhidem, p. 12.
10 l!Jidem. p. IJ.
96 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

nó mi cos y seguramente también como un refrendo a los cambios impulsados por el Mini s-
teri o de Comercio. La relación de todo ello con las pugnas mantenidas entre sectores 1ibe-
ralizadores y autárquicos en todos estos años parece obvia 11 • Recordemos que las Cámaras,
aunque débiles portavoces del e mpres<ui ado. se habían ide ntificado con él apoyando el cam-
bio ele rumbo a través de alg unas quejas abiertamente formuladas y del Informe elaborado
por el propio Consejo, con ocasión de la encuesta sobre los cambios económicos, mandada
a determinados organismos por el Ministro Navarro Rubio 12 •
La ponencia 111 abordaba al fin la cuestión ele la expansión comercial, que habría de
perm itir a las Cámaras recuperar alguna forma de representación de intereses:

<< En la re lación con l o~ co merciantes. las Cámaras d e be n es forzarse po r seg uir sie ndo el
medi o más efi caz para que aquéllos hagan vale r sus intereses colecti vos» 1 ' .

¿. Pero cómo hacerlo? Era poco creíble la afim1ación de la ponenc ia acerca de que las
C;Jmaras eran el medio «más eficaz, para representar los intereses colectivos de los comer-
ciantes, aseveración que confundía la real idad con viejas y persistentes aspiraciones carne-
raJes.
Para ser o perati vas, debían las Cámaras mostrar iniciativa. El grueso de esta ponencia
se centraba en el estudio de las medidas pertinentes para lograr mayores y mejores cotas
comerciales tanto en el interior como en el exterior. Obviamente, se ofrecía y se pedía una
participación camera] en todo este proceso. De aquí que la cuarta ponencia se preocupara ele
poner a disposición del Ministerio un estudio sobre costes de comercialización y a pedir a
continuación e l nombramiento de una comi sión técnica encargada de preparm, dirig ir y e la-
borar un estudio nacional sobre costos parciales y coste general de comercialización 14 •

11 Para una mejor contextualizac ión de l proceso que conduce al Plan de Estabili zació n y de sus con-

secuenc ias inmediatas, puede ve rse el tra bajo de Manuel Jesús González: La economía política del }i-an-
quismo, Madrid , Tecnos, 1979, así corn o las páginas dedicadas a ello e n la obra ele Viñas. Viñuela.
Eg uidazu, Pulgar. Fl ore nsa: Política comercial exterior en Espaíia .... op. ciT.. vol. 3.
12 t-ól Informe apart!ció en la revista del Consejo, Comercio, Industria v Navegación. en e l número

104. correspondie nte a e nero-febrero de 1959, pp. 3-8. Fue asi mi smo recogido e n Documenración Econó-
mica. número 15. Nosotros lo he mos recogido íntegrame nte e n e l Apénd ice 111. La obra de M.J . Gonní la.
La economía política .... op. cit., pp. 17 1- 180, sólo analiza las respuestas si ndicales. del INI, del Ba nw de
Espaiía y de la Facu ltad de C iencias Económicas. Véase tambié n Viñas, Viñuela, Eguidazu. Pulgar. F lo-
rcm.a. Política comercial exterior en Espaiia .... op. cit.. vol. 3. La contestac ión comenzaba con una queja
deslizada e n el texto, reve ladora de la precaria situació n e n que se encontraban las Cámaras como órganos
consultivos de la Administración: << Al verse lla mado a contestar este C uestionario sobre graves prob le mas
nacionales - se decía- e l Consejo ha se ntido, como desde hace bastante tiempo no ha bía podiclo hacerlo. la
categoría oficial que corresponde a las Corporaciones econó micas que representa». El tono ge nera l de la
respuesta abogaba por la liberali zac ión ly la integración e uropea. Finalizaba con una ún ica concl usi ó n: «Es
necesario evitar el aislamiento econó mico internac ional de Espal'ía. Para ello, y sin esperar nada de c ual-
quier ultradirigismo. ;.e ha de ir hacia la integración económica e n la forma que mejor proceda y con las
ayudas q ue puedan obte nerse; pero se ha de cam inar con paso seguro, mediante los sacri ficios y med idas
que sean impr.;scindib les, para adquirir oportun amente lo que se considera esencialme nte f unda me nta l y
que. e n resume n, es lo sig uiente:
Alta productiv idad, liberalización ele las actividades econó micas; equ ili brio financiero; estabilidad
de los precios inte rio res y, por tanto, ele los salarios; próspero comercio exterior y, e n fin. sano poder ad-
quisitivo para una moneda que necesita ser converti ble>>.
13 AsanJ!Jl<'a .. Conclusiones. op . cit., p. 15.

14 /hide/11, p. 25.
L AS CÁ M A RAS DE CO M ERC IO EN EL FRANQU ISMO 97

Finalmente, la quinta ponenc ia tenía por objeto estudiar el Reg lame nto de las Cámaras
de Comerc io. Industria y Navegación, y proponer las reformas que se est imaban pertinentes.
Aunque finalme nte se concluía que, «en líneas generales, no es urgente la modificac ió n del
Reglamento», se subrayaba la conveniencia de que que las Cámaras estudiaran «aque llos
preceptos que puedan o deban modernizarse, habida cuenta de la evolución económica y
soc ial producida durante su vigencia» 15 • Resulta sorprendente esta remisión de la reforma
normativa al futuro, por cuanto los representantes de las Cámaras debían ser conscientes no
sólo de las fallas existentes en e l desarrollo reglamentario de la Ley de Bases, y de su falta
de adecuación a las circunstancias de lo s años 60 de nuestro siglo, sino también del continuo
y reiterado incumplimiento de bue na parte de los preceptos reglamentarios. No hay, como
se ve, ni una sola alusión a estos problemas. Por otra parte, la alterac ión que poco después
se va a hacer del Reglamento de 1929 en algunos de sus artíc ulos, a través de la Orden Mi-
nisterial de 1966 no parece que hubiera respondido a esa petición hecha por la Asamblea a
las Cámaras sino más bien a los deseos del propio Ministerio de Comercio, verdadero direc -
tor de la política camera! en todo este periodo y escasamente preocupado de fomentar su
incidencia y auto nomía, como lo prueba el incumplimi ento ele la conc lusión fi nal de la
Asamblea, que a tinnaba expresamente

<<A doptar ~ 1 acuerdo de interesar de l Mini ste ri o de Come rcio autorizac ió n para celebrar otra
Asamb lea organizada con mayor detenimie nto. convocándola para fec ha no demasiado dis-
tante de la actual>>16

Esa fec ha, que se había prete ndido «no demasiado distante>>, fue finalmente la ele 1977 ,
en pleno inic io de la transición democrática y con todo un nuevo panorama econó mico, so-
cial y político e n el país. Es eviden te que las Cámaras no lograron «interesar» suficiente-
mente al Minister io para tener otra reunión plenari a en la que hubieran podido abordarse los
múltiples problemas a los que se van a enfrentar e n los años sucesivos.
Estas desatencio nes vuelven a ratificamos en la impresión expresada con anterioridad
de que la Asamblea ele 1961 fue absolutamente manipulada y controlada por el Ministerio
ele Comerc io , con su titular a la cabeza, el ministro Ul lastres, necesitado ele apoyos para e l
desarrollo de su política liberalizadora. Es é l quien tiene la iniciativa, es él quien señala dón-
de hay que poner e l é nfasis y es él, en defi nitiva, e l principal benefi ciario de la celebración
de la Asamblea, por lo que supone de apoyo implícito y explícito a sus directrices.
No debía de haber elección, ni vía alternativa de afirmación para las Cámaras, por c uan-
to su enemigo más enconado, la Organi zación SindicaL no perdía el tiempo e iniciaba otra
vez sus ataques. Para responder a e llos, las Cámaras, o más bien sus órganos rectores, Mi-
niste rio y Consejo Superior, en un acto ele afirmación, convocan e lecciones para re novar los
Plenos, inte ntando demostrar autonomía. Parece ser que este alarde no fue segui do de nin-
guna iniciativa prác tica y se quedó en agua de borraj as. Poco después vino la Orden Minis-
te rial de 1966 y el inicio de un complicado proceso que tendrá su culminac ión e n la
e laboración del Reglamento de 1974.
Pero antes de anali zar este complej o lapso temporal, dominado por un tira y afloja cons-
tante, quizás debamos detenernos en la valoración del que hemos dejado atrás. La pregunta
a contestarse se ría la siguiente: ¿por qué e sos intentos ministeriales por controlar y, aú n más,

15 l l>idem.
1" /l>idl'l/1, p. 27.
98 L SANTIAGO DiEZ CANO

utilizar a unos organismos que venían languideciendo en medio de la indiferencia ofic ial. y
por qué hacerlo precisamente ahora''
La respuesta parece venir de la política económica del momento, de la preocupación de
apertura al ex terior y la ruptura del aislamiento que había caracteri zado la etapa precedente.
En las palabras de Ullastres el des tino final de las Cámaras ha de ser prioritariamente el de
servir de age ntes de la política exterior del propio Ministerio. Lo que parece estarse valo-
rando prácticamente con exclusión de todo lo demás, es el papel que pueden jugar estas ins-
tituciones en orden a las relaciones con el exterior, en un momento e n que se considera
importante e l mejorarlas y en que, desde la ruptura de l aislamiento que se está producie ndo,
se necesitan organismos homologables con los del mundo occidental. Parece avalar esta hi -
pótesis la pertenencia a la Cámara de Comercio Inte rnacional, el interés por celebrar el Con-
greso Mundial de Cámaras prec isamente en España, lo que era viable por tratarse de
organismos a los que existía fácil acceso por no tener una naturaleza política.

ACTIVIDADCAMERAL EN EL PERÍODO 196 1- 1974

En contraste con la etapa anterior, en la que la ac titud de la Admini stración, las interfe-
rencias sindicales y la si tuación de abandono y penuria en que se desenvolvían muchas Cá-
maras, ofrecen una raquítica panorámica de la vida camera], la década de los 60 va a
posibilitar un cie1to cambio de rumbo en el devenir de la institución en su conjunto. El em-
puje desan·ollista y, de manera limitada. la apertura exterior, ejerce n una benéfica intluencia
sobre las instituciones que estudiamos. A pesar de ello, la trascendencia de esta inflexión en
la trayectoria ele las Cámaras va a ser mín ima, como consecuencia de la deticiente estructu-
ración que siguieron teniendo y de la pennanencia de los facto res que la ocasionaban. Entre
e llos, hay que comenzar mencionando los relati vos a su situación jUJiclica. Dos disposic iones
legales, las Reales Ordenes de 1966 y 1968, manti enen y agravan las fa llas estructurales que
articu laban jurídicamente a las Cámaras.

La real arden de 8 de julio de 1966: el cénit de la mediatizarión ad111inistrativa


sohre las cá111aras
La primera norma a considerar es la R.O. de 8 julio de 1966 con base en la cual se
moditica el reglamento orgánico ele las Cámaras, afectando esta reforma a di versos artículos.
En primer lugar, la orden introduj o criterios económicos en la organizac ión de las Cámaras
locales y comarcales, al estimar que sólo se crearían o mantendría n éstas cuando los ingresos
de las mismas superasen el 2 por mi l de los ingresos totales ele las Cámaras. Además, se
variaba el número de miembros de sus Plenos, en fu nción del porcentaj e de participació n de
cada Cámara en el total de recursos permanentes del conjunto de Cámaras nacionales 17• La
norma incrementaba también la influe ncia de las Cámaras provinciales sobre las locales, a
través de una nueva redacción de l art. 6 del Reglamento de 1929.
Parece más importante la evolución sufJida por el Consejo Superior. La nueva redacción
del art. 11O hacía que los acuerdos tomados en é l con mayoría de dos tercios o más, tu vieran

17 Se trataba J e un a nueva red acción del an. 16, med iante la cual se est ipu la ba que el núme ro de

mie mbros Je caJ a Cámara estaría e n relación con e l porcentaje que sus recursos permanentes supusie ran
sobre e l total : hasta 0 ,5 %. 10- 15 miembros ; entre 0.5 y 1'7<: , 16 -20 miembros ; en tre 1 y 5%, 26-40 mie m-
bros; más de l 5 % , 4 1-50 miemb ros.
LAS CÁMARAS DE CO MERCIO EN EL FRANQU ISMO 99

que ser cumplidos necesariamente por todas las Cámaras (una disposición claramente irre-
gular que contradecía la Propia Ley de Bases y el reglamento de 1929) e incrementaba, po r
t<Jnto, l<Js competenci<Js del Consejo Superior.
Además. se facilitab<J 1<1 medi<Jtización admi nistrativa pretendida por e l Ministeri o. Era
tan evidente la ilegalidad de la Real Orden de 1966, que no dejó de ponerla de relieve e l
propio Consejo de Estado. Tuvo éste ocasión para explicitar sus críticas c uando, en c ump li-
miento de dicha Orden, se elaboró un Proyecto de Texto Refundido del Reglamento ele las
Cámaras ele Comercio, Industria y Na vegación. El proyecto partía de la Dirección Genera l
ele Comercio. y tras recab<Jr el oportuno infonne de l Consej o Superior de Cámaras y ele los
organismos ministeriales correspondie ntes. pasó, como era obligado 1 s, al Consej o de Estado
para su consulta e información .
Hemos podido acceder a la docume ntación que en torno a tal consulta se generó e n e l
Consejo, conservada hoy en su Archi vo 19 • Ante él, solicitó con este motivo. vista y audiencia
don Julio Padrón Atienza, <<mediante dos escritos de fec ha 11 de marzo de 1968, uno fo r-
mulado en nombre y representación de quince Cámaras Oficiales ele Comercio, Industria y
Navegac ió n, y otro en nombre y representació n de Don José Orovito Gil y otros 19 Secre-
tarios de Cámaras de Comercio e Tnclustria» 20 ; la vista y aud ie ncia fueron concedidas po r e l
Consejo de Estado. Nos inte resa especialmente destacar los argumentos esgrimidos por e l
Sr. Padrón en su escrito de alegaciones:
En primer lugar, se señalaba la interposición de dos recursos contenciosoadministrati vos
contra la R.O. ele 8 de Juli o de 1966, hecha «en representación de diversas Cámaras y Se-
cretarios» y que estaban pe ndientes d e resolución por el Tribunal Supremo. Dic hos recursos
se habían e ntablado porque «a juicio de los recurrentes, la referida di sposic ió n carecía de
rango sufi ciente para modificar e l Decreto de 26 d e Juli o de 1929, y porque e n su tramita-
ción no se habían cumplido de te rminados requisitos legales>>21.
Por otra parte. se fonnulaban de te rminadas alegaciones al a11iculado concreto del Pro-
yccto22, alegaciones que recogían críticas agudas a las negativas implicaciones de la Real
O rden. Se conc luía en el escrito

IX R.O . de 8 de enero de 1968.


1~ Archivo del Consejo de Estado (A .C.E.). Refe rencia 35 .850. Según disponía la O rden de 8 de ju lio
de 1966. por la Dirección General de Comercio Interior y «a la mayor brevedad», se debía elaborar un
Tex to refundido del Reg la mento General de Cámara>. de Comercio, Industria y Na vegación de 1929 y la
Orden de julio de 1966. Según expre<;a e l profesor Sánchez B lanco, op. cil .. p. l.l42. dic ho Texto no se
publicó nunca. pues quedó desplazado por «la problemática que introdujo la Ley Sindical>>. c uya e labora-
ción empezaba a gestar>.e ya en esos momentos y, porque, además, sus irregularidades jurídico-forma les
e ran demasiado ev identes como para que de terminados órganos o funciona rios comprome tiera n su «firma
e inte rvencióm>. Veremos cómo este tipo de alegaciones no pesaron demasiado en e l In forme e mitido por
el Consej o de Estado.
20 A.C.E .. 35.850, pp. 1-2.
2 1 A.C.E .. .15.850, p. 2.

22 A.C. E .. J5.S50. p. 2. Dichas alegaciones e ran: <<que el a rt. 1" desvirtúa por completo la na tura leza
j uríd ica de dichas Corporaciones. conv irtiéndolas en << Admin istración>> y meros instrumentos de l Mini sterio
de Comercio. descendiéndo las de rango y con virtiéndolas e n meros organismos u oficinas min isteria les
(art s. 2° al 4°); que e l a n . 5°, e n c uanto establece un supuesto de supresión automática de las Cámaras, es
tota lme nte ilegal. pues este hecho no está pre visto en la Ley ele Bases de 19 11 ; que la fórmu la de que sea
e l Consejo Superio r de Cámaras meramente <<Oído>> cuando se trate de la supresión de una Cámara (art.
5°), es una fórmula francamente inaceptable. Así ta mbién los a rtícu los 8°, 12°, 15°; que e l art . 17 infringe
100 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

<<que e l Proyecto Ministerial d e Reg lamento es muy autoritario. que cercena la autonom ía
de las Cámaras, que o to rg a poderes exces ivos a s us Preside ntes (tendenc ia de a uto ritaris-
m o). que rompe e l eq uilibrio con los Secretarios, q ue e ra n un contrapeso a dich a te nde nc ia ,
y q ue conced e a l p ropio M inisterio unas fac ultades exorb itantes en mate ria de supresión de
Entidades. a1Taigadas muchas de e ll as en e l suelo patrio d urante c ien años aprox imad ame n-
te. A s u j uic io, desnaturali za la f unción del Consejo Superi o r de estas C orporac iones. res-
tándo les la in depe ndencia y sobe ranía necesaria y suficie nte para la me jor defensa y
rep resentación de los intereses ge nerales del Comercio, la indu stria y la Navegació n. cuya
alta func ión les está atribuida por b Ley de bases de 19 11 y reconocid a e n los Principios
F u ndame nta les del Mov im iento Nacional y otras Leyes Fund:unenta les de l R eino>> 2·'.

Estas alegaciones son expresión del sentir de buena parte del mundo cameral. En con-
trapartida, según el Consejo de Estado, el texto de refundición que le había sido remitido
para su consulta, contenía una serie de modificaciones que, «en su mayoría vienen a corres-
ponder, al menos en alguna medida, a los deseos formulados por las Cámaras y los Secre-
tarios en oposic ión a aquella Orden» 2~. Tras reconocer que, en efecto, la orden de 8 de j uli o
de 1966, << robusteció ( ... ) la figura de de los Presidentes y del Consejo Superior, con la co-
rrespondiente merma de las atribuciones de los Secretarios y las Cámaras», se hacía notar
que e l nuevo Texto desanda ba un tanto el camino y venía a correg ir el tono autoritario y
centrali zador de dicha Orden 2' .

la Ley de Bases de 191 1. cuya precepti va se reserva la Ley: que el art. 57 consagra la reelección indefinida
de los rep resentativos, fó rmula que la experienc ia ha j ustificado sobradame nte como perniciosa y grave:
que el art. 61 rompe por com pleto el equi librio de funcio nes, facu ltades y poderes de los cargos de Presi-
dente y Secretario, rev istiendo a aque l primero de atri butos q ue . como el de <defe Supremo>> y otros aná-
logos, implantan un autoritarismo que cercena la autonomía de las Cámaras y rompe aquel equi librio que
era el contrapeso idea l puesto por los legisladores de 1911 y 1929 para la marcha más objetiva. apolítica
y ponderada de estas Instituciones: que e l art. X2 confiere una potestad al Ministerio de Comercio total-
mente improcedente e ilegal, toda vez que la supresión de una Cámara loca l o comarcal no puede ser, bajo
ningLín concepto, moti vo de la potestad discrec ional del Mini ste rio de Come rcio. y debe volverse a la fór-
mu la tradicional de Decreto aprobado en Consejo de Mini stros; que e l an. 11 O pec:J exces ivame nte de au-
toritario y viene a considerar al Consejo Superior de Cámaras como una «S upe r-Cámara>> , quebrantando la
independencia y soberanía de que tradicionalmente han gozado todas estas Corporaciones.
23 A.C.E. 35.X50, pp. 2-3.
2 ~ A.C.E., 35.850, p. 4. E l texto remitido a l Consejo. con los trámites q ue hemos señalado no se
ajustaba. por lo que parece. a una mera refundición de l Reglamento de 1929 y la Orde n de julio de 1966.
En este sentido. la opinión de Consejo es la de que no se trataba ele un <<texto re fund ido». ya que en é l se
contenían «numerosas modi ficaciones, no sólo de muchos artíc ulos del Reg lamento de 1929 q ue la Orden
ele 1966 había respetado en todas sus partes. sino tambié n de algu nos rectificados por esta últi ma Orden >>.
Por e llo, no se le daba el tratami e nto de texto refund ido. si no de nueva normativa y. e n consecuencia, sos-
tenía el Consejo que «el rango de la norma y la competencia para aprobarla deben ser necesari amente los
que ex igen la materia ele cuya reg ulación se trata, por un lado, y la jerarquía de las normas modifcaclas por
otro. sin que quepa ente nder de legada esa competencia en órgano inferior a lguno»: aclem:ís. conc luía el
In forme que <<só lo e l Consejo de Mini stros tiene competencia para aprobar este Proyecto, y que e l acto de
aprobación debe revestir la forma de Decreto. S upuesto que no se trata de una refundi ción. sino de la pro-
mulgación de una nueva disposición, no es necesario pronunc iarse wbre la va lidez. como tal , de la O rden
de 8 de j ul io de 1966. cuestión ésta que está, además. sub judice, aunque resulte inel udible estud iar alguno
de los moti vos de impugnación de aquélla en la medida en que deben ser tenidos e n c uenta al exam inar la
lega lidad de l Proyecto que ahora se cons ulta>>.
25 Desgraciadamente, no te ne mos el texto completo y debemos guiarnos solamente por las acotacio-
nes qu e el propio Informe realiza. De l mi smo se desprende q ue, en efecto. el nuevo texto, que modi ficaba
LAS CÁMARAS DE CO MERCIO EN EL FR ANQU ISMO 101

Sabemos que este Texto no llegó a ver la luz legal. posi blemente, como advierte el pro-
fesor Sánchez Bl anco, por la inc idencia sobre toda la problemática ca mera! de la nueva Ley
Sindical, que ya empezaba a debatirse 26 . No conocernos tampoco la ex istencia de ninguna
sentencia de l Tribunal Supremo acerca de la validez legal de la Propia Orden de 8 de Julio,
que a pesar de los pesares, permaneció en vigor hasta la llegada del Reglamento de 2 de
Mayo de 1974. No obstante, los avatares experimentados por la nueva normati va, y el apoyo
encontrado en el Consejo para ciertas rei vindicaciones de las Cámaras, revelan un despertar
de éstas y una mayor atención del Ministerio de Comercio a sus puntos de vista, que le ha-
bían ll amado a considerar incluso una reducción de los irregulares poderes de fiscalización
concedidos por la Real Orden de 1966 al Consejo Superior de Cámaras. Pero, finalmente,
esta mayor capac idad para hacer oír su voz, no resulta demasiado eficaz de momento. La
Adm inistración opta finalmente por apretar el torn illo de la mediatización al conceder, en el
mismo año 1966. nuevas atribuciones sobre las Cámaras a los Delegados Regionales de Comer-
cio. En efecto, un decreto de 29 de Diciembre del citado año regula los servicios periféricos del
Ministerio de Comercio, integrándolos en Delegaciones Regionales. Ya vi mos que, desde
1952, los Delegados Regionales tenían competencias muy específicas en re lación con las
Cámaras (funciones de vigilancia, inspección e informaci ón al Ministerio). Ahora además
formarán parte de las Mesas de las Cámaras con voz pero sin voto.

La renovación de los presidentes de las cámaras y rniembros de las mesas


Como sabernos, desde la Orden de 27 de febrero de 1937, el procedimiento electoral de
las Cámaras estaba irregularmente suspendido. Aunque en 1962 se produjo una convocatoria
de elecciones para re novar a los miembros de las Cámaras, el procedimiento electoral se
suspendió casi ele manera inmediata sin ningún tipo de cxplicación27 • Quizás como medio

tanto e l Reg lamento de 1929 como la O rden de 1966. había dado marcha atrüs e n ese proceso. Así. 'e
comentaba cúmo <das mod ificac io nes que ahora se in troducen en los preceptos. ya entonces rectifi cados.
en su mayoría vienen a corresponde r, al me nos en alg una medida. a los deseos formu lados por las Cá maras
y los Secretarios e n o posiciún a aque ll a O rden y tie nden en general a limitar nueva mente las atribuciones
de los Pres identes y del Consejo Superior; a robustecer fre nte a ell as las ele los Secreta rios y las de las
propias Cámaras y a restablecer la garantía que supone la necesi dad de un acue rdo del Consejo de M ini stros
p~1ra la supresión ele las Cá maras provinciales». En conc reto, aparte de otras modificac io nes. tienen interés
las referentes al Consejo. a l que se caracteriza como ó rgano de coordinación de las Cümaras (art. l 07):
además. «C n e l an . 108 se suprime la posibilidad de ree lecc ió n indefinida como Vocales del Consejo Su-
perior de los Pr<:'i identes o ex Pres ide ntes de Cámaras designados por los Vocales titul ares elegidos por las
Cámaras»: y con respecto al polémico art. JI O. la nueva redacción que al parecer tenía el Proyecto atribuía
a los «dictáme nes de l Consejo. cuando a la sesión no hayan as istido. al menos. ocho miembros, la consi-
deración de mera expresión del criterio personal o particular de los q ue lo emitan». Ello parecía dirigido a
atenuar ese di rigismo del que hab lábamos, aunq ue éste persistía en huena medida. E n c ualquier caso, la no
promulgac ión de este Texto que comentamos hizo que estas modi ficaciones no fueran llevadas a la práctica
y q ue la Orden de 1966 permaneciera. aun de forma irregular. e n vigor. Quede esta postura transaccional
como reflejo ele una cierta opos ició n ca me ra! a dicha Orden.
" 6 Tras e l <:xamen de l Informe del Consejo ele Estado, habría que matizar más la segunda a firmac ión
contenida en la o bra de l profesor Sánchez Blanco, pues cabe clecluc ir del mi smo que la normativa sometida
a la informac ión del Consejo contenía me nos irregularidades que la Orden de g de julio.
27 Parece ser que el intento de renovación había partido, de un a manera unilateral, de l propio M inis-

rerio . en un int<:nto de dar respuesta a los ataques que ya ento nces se estaban rec ibiendo acerca de la re-
presentati vidad de las Cámaras. Véase Cámara Oficial de Comercio. Industri a y Navegación de GuipCrzcoa:
102 L. SANTI AGO DÍEZ CANO

de paliar esta medida, se dicta la Orden de 18 de Enero de 1968, que planteaba una alterna-
tiva a la renovac ión electoral sumamente peculiar.
En ell a se establecía el cese de los Pres identes y miembros de la Mesa"Kque llev aran
(el 1 de enero de 1968) más de doce años en sus cargos, «sin perj uicio de que sigan forman-
do parte de los Plenos en calidad de vocales>>. Para cub1ir las vacantes, los Ple nos, << tras
llevar a cabo una consulta previa entre las diferentes secciones, propondrán a la Dirección
General de Comercio Interior, los nombres de las pe rsonas que [las] hayan de cubrir>> . A
pmi ir de ese momento, los plazos de mandato se establecían en seis años, al término de los
cuales, los Ple nos dec idirían e ntre una <<nueva designación o prolongación de mandato por
otros seis>> . Para quienes no llevaran aún los doce años. pero sí más de seis. la Orden esti-
pulaba que los Plenos deberían decidir entre prolongarles el mandato hasta los doce a ños o
designar a otras personas.
No hay en esta Orden ninguna referencia a elecciones ni nada que se le parezca; se trata
de una simple medida de tipo <<cosmético>>, que ignora por completo la normativa teórica-
mente en vigor en ese momento y la sustituye por lo que el profesor Sánchez Blanco deno-
mina una << injustilieada y vergonzan te endogamia>> 2''. Esta opinión choca con las manifesta-
das por personas más cercanas al mundo camera!, según las cuales dicha Orden había ve nido
a resolver tan «anómala situación» 10 • lo que era negarse a tener en cuenta la alteración fun -

Centmario 1886- 1986. Di rec tor: Josetxo Urrutikoetxea Lizárraga, San Sebastián, 1986, pp. 11 9 y 120. Se-
gún esta intcrpr.::tación. la convocatoria fue un aclO de fuerza, que tu vo rápida contestac ión por p::lrle de 1:1
Organización Si ndical. como muestra e l edilo rial del periódico Arriba ele 1-+ ele abril, recogido en lbident.
p. 120. Las elecciones fu eron fina lmente s uspemlidas, como decíamos, si n apare nte explicación. El sec re -
tario del Consejo. Antonio Valcárcel, e n su obra ya citada, se hacía eco de los perj uic ios q ue e llo ocas io-
naba a la institución, aunque la suspe nsión de las elecciones hubiera estado moti vada «por e l mejor de los
deseos>> . (Tomado de Nieto. op. cit., p. 4 18; el profesor Nieto iba m ucho más a llá en sus críticas que el
propio Valcárcel. aunqu e también hacía mención de las <<graves razones de prudenc ia pol ítica q ue han mo-
vido a los Gobe madore s a adopta r esta conducta>>. p. 4 19, nora 565).
lX El Presidente, el Vicepres ide nte (o vicepreside ntes), el Tesorero, e l Conl ador y el Secretario fo r-
maban la rnisrna . Obviamente. la medida afectaba a todos me nos al Secre tario, que era un cargo no elec tivo,
sino func ionarial.
e'> Sánchez Blanco. A.: Op. cil., p. 1349. E l autor op ina. ade más, que a causa de esta O rden se pro-
duce una <<degradac ión instituciona l de la organi zac ión camera! y supone 1dicha Orde n 1 la admis ión por la
Admini strac ión de principios que só lo puede n desembocar en la corrupc ión de un organi smo. c ualificado.
no hay que olv idar, desde las connotaciones de ofic ial. corporativo y re prese ntati vo, y supone para los elec-
tores la fina nci ación de las corrupte las mediante ex acc iones o bligatori as( ... ) haciendo pasar a comercia ntes
e ind ustriales po r la vergonza nte si!Uac ió n de no poder fiscali zar un os fondos econó micos, que son adm i-
nistrados sin control de Jos supedi tados a la exacción, por g rupúsc ul os que se reproduce n, mediante~ e l re -
c hazable método e ndogámico>> (p. U50). E n nota al pie, se pregunta si no sería me nos costoso y
complicado e l organi zar simplemente servicios depe ndientes del propio M iniste rio: la situación explica
tambi én la resiste ncia al pago de c uotas camerales.
' 0 Así opi na e l profesor Nieto, op. cit., pp. 420-42 1, para quien la Orde n hacía una <<previsión me-
tic ulosa de las renovac io nes corpora tivas>> y. au nq ue las disposiciones conte nidas e n la Orden no esta ble-
c ían << ni mucho menos, la no rmal idad ( ...) te rm inan con un inmovi lismo que venía arrastrándose más de
tre inta años, a l a mparo de una dispos ic ió n dictada en atenc ión a las necesidades de la g uerra civil>>. En esa
linea parecen move rse también las inte rpre taciones dadas por A. Baha mo nde: J . Martínez Marín y F. Del
Rey Regui ll o e n la La Cámara ... de Madrid. op. cit. , cuando afirman que la continuidad de presidentes y
miembros dotó de << indiscmible cohe re ncia a sus actuaciones>> (p. 320), afi rmac ión ésta de imp licaciones
gra ves pues parece ignorar el desprecio de la normati va y, al tiempo. defender la no renovación de los
mie mbros de la C:.imara.
LAS CÁMARAS D E COMERC IO EN EL FRANQU ISMO 103

damental así introducida en la representatividad -ya bastante mermada- que tenían las Cá-
maras11 .

La actividad de las dimams en la ewpa 1961- 1974


El resumen que hemos efectuado de las normas legales que en esta etapa afectan a las
Cámaras nos ha pennitido comprobar el alto grado de mediatización que sufrían, así como
las soluciones «cosméticas>> que pretendían ocultar su carenc ia de representatividad. La eta-
pa, además, aparece marcada por el incremento paulatino del contlicto con la Organi zación
Sindical, q ue analizaremos más tarde. Detengámonos ahora en la consideración de sus ac-
ciones y su organi zación interna.
Esta cuestión merece valoraciones di spares. Por un lado, no falta la autorizada impre-
sión de quien constata la irrelevancia de su presencia en los organismos consulti vos ele ca-
rácter económico'!, así como su bajo índice opera ti vo' 1 . Muy diferente parece ser la opinión
de quienes han hi storiado desde una perspectiva fundamentalmente local la di versa actividad

11 A este respecto, resulta curioso observar la contraposición entre la afirmac ión reseñada contenida

en la obra de l profesor N ieto y la mani festada por el mi smo autor en la misma o bra püginas atrás, cuando
atacaba duramente el q ue no se hubieran celebrado elecc iones en todo el periodo considerado: segú n éL <da
suspensión indefinida de la convocatoria de elecciones no sólo ha q uitado su sustancia a las Corporaciones,
convirti éndolas en cierto sentido en o rganismo artificia les, e impidiendo de hec ho que c um plan sus funcio-
nes con e l deb ido éx ito. si no que. además . la medida es ilegal y constituye un clarísimo ejemplo [de) abuso
y desviación de poder ( ... ) con e l agravante( ... ) de que quienes más han colaborado a l bloqueo de las e lec-
cion c~. son luego los que incongruen temente reprochan a las Cámaras su falta de representatividad. y hasta
la no celebración de e lecc iones [citaba aquí e l artícu lo de Fuentes lruzozqui . << Si ndicatos y Cámaras de
Comercio>>. publicado en Actualidad Econúmica, número 406. 1967]>>.
32 Sánche L Blanco, A., op. cit., pp. 1464-1466 ( l'id. supra). La in validación de las Cámaras como

órganos consult ivos se traduce. según el autor. en su sustitución por la Organización Sindical: «Las Cáma-
ras quedan marginadas de los organos consultivos econó micos del periodo y la O rganización Sindical, des-
de sus Sindicatos, G rupos y Subgrupos Sindicales ... se configura como la o rgani Lac ión represen tativa de
inte reses económ icoprofcsionales q ue opera e n la organización colegial consu ltiva, al poder combinar la
especia lización y cspecifidad de los intereses económico-profes ionales desde sus entidades sindicales con
una estructura burocrática capaz de abstraer, globaliza r y generalizar estos intereses» .
33 1/Jidl'ill. pp. 1693- 1700. No parece. en su opinión, que su <<peculiar estructura organizativa» sea

ajena a su ausenc ia de los más signi ficativos sectores econó micos y a la in validación que la propia Admi -
ni stración hace de e llas. E llo da pie al profesor Sánchez Blanco a hacer notar <da irresponsabil idad de una
ge,rió n pübl ica. no sólo incapaz de solvemar la contrad icción institucional C:ímanJ>-Organi.wción sindical.
sino autora del incremento de las contrad icciones internas de la organ ización carne ra!, y a la que es posible
imputar el costo social del mantenimiemo de una Institución desprovista de conten ido funciona l, en corre-
lación con los comerciantes e industriales q ue ( ... ) subvienen a su financiac ión. Esta si tuación invita a pen-
sa r en la care ncia de e fectividad de la ·'liberalización económica" de 1959 como depuradora y
racionalizadora de las institución representativa de intereses económ ico-profesionales».
Como últ imo complemento, aparece la estimació n que reali za en su estudio acerca de la jurispru-
de ncia contenciosoadmini strativa sobre las COC IN (p. 1734): «Las sentencias consideradas muestran la es-
casa vi talidad de las Cámaras, las anoma lías internas q ue sufre n y. como complemento, una pos ic ión de
los T ribunales que ( ...) actúa como neutralizante de los escasos momentos en q ue pueda mani festarse al-
g un a inquietud corporativa ( ... ).
De cua lquier modo el problema más grave creemos verlo centrado en la ausencia de correlación
e ntre la abundante normativa sobre el Comerc io y la Industria, q ue se ha dictado desde 1940. y especial-
mente desde 1959, y la fa lta de beligerancia de las Cámaras, como e ntidades representativas de intereses.
e n Jo, nu mcrosos problema;, que la aplicación de las disposic iones económicas ha provocado>>.
104 L. SANTIAGO DÍEZ CAN O

camera! en todos estos años. Atentos los historiadores del centenario a reseñar cualquier ac-
tividad que pudiera destacarse, hay una coincidencia generalizada en considerar ciertamente
beneficiosa para los intereses camerales la etapa que se abre en la década de los 60. Se in-
tenta establecer un paralelismo e ntre la etapa dorada del desarrollo y la acti vidad de las Cá-
maras en esos mismos años. Términos como «coprotagonismo», «contribuci ón>>, «colabora-
c ión» al desarrollo o a la industrialización son de uso frecuente en estos estudios, perfilando
de esta forma una más que discutible relación causal entre la década del desmTollo y la ac-
c ión cameraP4 .
Lo discu tible de la relación causa/efecto más arriba establecida estriba no sólo en lo que
lúc idamente apun ta. como ya vimos, e l profesor Sánchez Blanco. sino en un análisis de en
qué campos concretos se despliega la renacida actividad camera!. Para Cámaras que pode-
mos calificar como de «medias» por el volumen de electores, recursos y por su fuerza, ese
despliegue de actividad se concreta, sobre todo. en reorganización de servicios. tan deterio-
rados en la etapa ante rior, partici pació n en Ferias, regularización de sus deberes normativos
(como por ej emplo. la edición de Memorias), actividades estadísticas (participación en la
confección de l Atlas Comercial o Industrial, por ejemplo; envío de resúmenes estadísticos
a l Consejo), etc. Es decir, da la impresión de que lo que re almente sucede es que la mayoría
de las Cámaras pueden empezar a cumplir con parte de sus obligac iones y pueden ta mbié n
mejorar ciertas infraestructuras, al tiempo que prestar alguna colaboración e n determ inadas
actividades locales o provinciales. Quizás la manifestación más peculiar sea la relativa a su
colaboración en la formación empresarial, medi ante dotación a cursillos especiales o cola-
boraciones a la enseñanza mercantil ele algunas localidades.
No obstante, excepcionalme nte. puede apreciarse una revitalización relativamente más
impon ante en alguna de las Cámaras más grandes. Segú n los autores de la Historia de la
Cámara madri leña, durante este periodo de la década desarrollista, las dos Cámaras de la
capita l, que precisamente en 1970 procedenín a unificarse, «multiplicaron extraordinaria-
mente todas sus actividades, perfeccionaron y ampliaron sus servicios y conservaron definí-
ti va mente su naturaleza»35 .
Pero, ¡.en qué se conc retó efecti vamente esa multiplicación extraordinaria de activida-
des·) En el resumen que los autores efectúan del mismo36, destacan, e n primer lugar, el apoyo
dado a la política económica global, aunque no se renunciara a criticar aspectos parciales de
la misma. como sucedía con detetm inadas cuestiones fi scales (especialmente la presión so-
bre pequeños y medianos comerciantes e industriales), las medidas de política social o «los
restos del intervencion ismo autárquico.
En segundo lugar. en la obra mencionada, se afirma que, gracias al nuevo contexto eco-
nómico, se << propició el alejamiento de dudas sobre la utilidad de las Cámaras, buena mu e~-

34 No procede aquí ofrecer una exhaustiva relación de las acti vidades desplegadas por distintas C~í­

maras durante estos m!os. Para muchas de ellas. las referenc ias pub licadas di spon ibles parecen pura g losa
de las Memorias o los Libros de Acws, a veces. cas i de fo rrn::1 lite ral. Se o bserva mejor la relación de esle
apa n ado en las Historias de Cáma ras que, como las de T arragona, Gu ipúlcoa, Btu·gos, Mad rid destinan un
apartado a estas cuest iones. De e llas se desprende el aumento e n la actividad, calificado de «extraordinariO>>
po r la C(imara madrileña, por eje mplo. o achacado al tambié n «ex traordinario>> au mento de los e lec lores.
como fi gura en la de Tarragona. lo que nos pone en la pista ele a qué se debió esa intlexión q ue hemos
apuntado.
'' Bahamonde, De l Rey, Martínez: La Cámara... de Madrid, op. cit.. p. 3 19
' 6 lbidem, pp. 334-355.
LAS CÁ MARAS DE CO MERCIO EN EL FRANQ U!Sl'v!O 105

tra de e llo es que el Gobierno contó cada vez más con e l asesoramiento de las Corporacio-
nes», a pesar de que fuera otra «Cosa distinta ( ... ) su situación en el engranaje legislati vo y
la confl ictividad de los sindicatos e n el ejercicio ele sus funciones>> 37 •
Pero, ¿es esto cierto? Un poco más adelante, se comprueba que esa buena situac ión se
concretaba prác ticamente en el formar parte de las Comisiones de Trab<1io de la Comisaría
del Plan de Desanollo y elaborar toda una serie de infom1es sobre dichos Planes, sobre la
economía madrilciia y sobre las posibilidades de desarroll o industrial y comercial de la pro-
vincia.
Puede, así, cuestionarse hasta qué punto es e llo índice ele una influencia de entidad e n
la evolución ele la economía madri leña. Aparte ele la e misión ele opi niones sobre las líneas
ele actuació n o sobre la evolución coyuntural , no es posible reseñar func ión o proyecci ón
trascendente ele las Cámaras, cuyo papel siguió siendo secundario.
Las acti viclades que generan la «reactivación>> de la vida camera! van a ser las relacio-
nadas con la formación industri al y mercantil y, en otro orden ele cosas, con la proyección
ex te rio r'x. La creac ión o apoyo a centros dedicados a la formación e mpresari al y a enseñan-
zas específicas (Centro de Instrucc ión Comercial e Industrial , Centro de Estudios Tributa-
rios, Asociación Uni versidad-Empresa, etc.), así corno un importante número de cursos, se-
minarios y conferencias (que lamentable mente no están cuantificados). suponen un campo
de acción desarro llado incluso más allá del ámbito esuictamente maclrilciio.
La contribuc ión ele la Cámara de Madrid a la pote nciac ión de l comercio exterior ha sido
destacada tam bién por los autores de su Hi storia. Sin embargo, la relación de acti vidades
que aportan, tiene, a nuestro e ntender, relativo valor, ya que aparece sim plemente concretada
en los servicios decl icaclos a tramitar las solicitudes de inscripción e n el Registro de Expor-
tadores, peticiones en este sentido, los Cuadernos «ATA>> (que facilitaban e l envío ele mues-
tras y material al extranjero), la colaboración con algunos organismos gubernamentales, di -
fusión de acti vidades de empresas extranjeras o Ferias, etc.
No juega la Cámara, a la luz ele estos datos, ningún rol de vanguardia, ya que en reali-
dad los progresos en la liberalización ex tetior y en el establecimie nto de relaciones comer-
c iales e industri ales más inte nsos se producían sobre todo a través ele la iniciati va gube rna-
mental. La labor de las Cámaras (pues el ejemplo madrileño puede extrapolarse) parece así
complementaria.
Una excepción en este sentido podía ser la presenc ia ele las instituciones camerales e n
organi smos conectados con la acti vidad comunitaria europea, como la Conferencia Perma-
ne nte de las Cámaras ele Comercio en la CEE, que aceptó la presencia ele las Cámaras e s-
pañolas (aunque só lo fuera corno miembro «Correspondant>>) desde 1967, es dec ir, an tes in-
e lu so de la fi tma del Acuerdo Prefe renc ial entre Espaiía y la CEE ele 1970. Sería muy
interesante poder contar con algún estudio acerca del nivel práctico de las relaciones esta-
blec idas por las Cámaras en este úmbito.

37 lhidem. pp . .336-337.
-'~ Sá nchez Blanco. A.: Op. cir .. pp. 342-355. Resul!a sig nificat ivo el hecho de q ue una obra ta n c rí-
tica con la situac ió n came ra!. haga una re lati va excepc ió n a t ha blar de las fun ciones e n e l cam po de la
form ación industrial y merca ntil des plegadas por las Cáma ras ba rcelonesa y mad rile ña. destacando. espe-
cial mente, la constituc ión en esta última de la Asociació n Universidad-Empresa. !b idem, pp. 1693- 1700.
No sucede lo mi smo e n e l segundo aspecto , e n el que vuelve a predominar la valo ració n negati va por parte
de este último estudio .
106 L SANTIAGO DÍEZ CANO

Pero, incluso teniendo esto en cuenta, el balance global de toda esta actividad tan gran-
dilocuentemente subrayada en algunos casos, no parece excesivamente importante. Las ac-
tuaciones de mayor trascendencia se deben, a nuestro entender, al volumen de recursos que
determinadas Cámaras habían llegado a tene r y a su posición de cercanía a determinados
centros decisorios (caso de las Cámaras de Madrid, sobre todo, o la de Barcelona). El au-
mento de los recursos pudo ejercer, no obstante, influencia positiva en la regularización de
la actividad y mejora en los servicios de las Cámaras en general, como vamos a comprobar
enseguida.

A11úlisis de los recursos camera/es en la etapa 1961 -74


Un breve repaso a las graneles cifras que van a llegar a manejar las Cámaras en estos
<:u1os, pone de manifiesto un notorio incremento de las mismas. Especialmente en la década
de los 60, los ingresos camerales se di sparan, respondiendo al al to grado de desarrollo que
vive el país. (v. gráfica I).
Ese incremento. sin embargo, no altera el hecho, muy signiticativo, de que considerado
e l monto total de recursos que recaudan y gestionan las Cámaras. se comprueba que son
apenas 9 las que concentran más del 60% de Jos mismos; sólo las cifras de ingresos y gastos
de las Cámaras de Comercio e Industria de Barcelona y Madrid entre 1946 y 1969 (años
para los que poseemos datos globales) representan porcentajes que se acercan en alguna oca-
sión a la mitad del total. Si añadimos otras Cámaras que podemos denominar como «Gran-
des>> (Bilbao, Sevil la, Zaragoza, Valencia y Santander) el porcentaje se eleva hasta constituir
cerca de los dos te rcios de l total. La mayoría de las Cámaras apenas logra llegar al

GRAFI CA l. Evolución de ingresos y Gastos el! todas las Cámaras

500000000

..JIXKIOOOOO

E 301.1000000

llJ45 1955 19()5

Fuente: Resúmenes Presupuestos (Liquidación). Consejo Superior.


Archivo Ministerio Comercio
LAS CÁ MAR AS DE COMERC IO EN EL FRANQUISMO 107

GRAFICAS 11 y III. Ingresos y Gastos de las Cámaras «grandes» y del resto


sobre el total. En %

100

75
• 1 C. Grandes
50 la l. Resto

25

o
1946 1950 1955 1960 1965 1969

100

75

50
• G. C. Grandes
B G. Resto
25

o -1"----,-J
1946 1950 1955 1960 1965 1969

Fuente: Resúmenes Presu puestos Cáma ras (Liquidación) Consejo S uperior.


A rchivo Mini steri o Comerc io
108 L. SANTIAGO DiEZ CANO

0,5% ,sic ndo un número muy reducido el que sobrepasa el 1% del total de Ingresos en cada
año consiclcraclo (Aparte ele las mencionadas, Manresa, Sabaclcll, Tarragona, Coruña, Córdo-
ba. Gerona, las dos ele Gu ipúzcoa, Las Palm as. León, Málaga, Navarra, G ijó n. Palma ele Ma-
llorca, Vigo y Yallaclolicl). Como se ve, hay una coincidencia bastante notable entre la po-
tenciación de las Cámaras y los lugares e n que el desarrollo comercial e industrial, sobre
todo este último, es más intenso. ( v. g ráficas II y lll)
En resumen, cualquier valoración sobre el papel desempeñado por el conjunto de las
Cámaras en este periodo, deberá tener muy en cuenta las diferenc ias entre ellas, ya que no
pueden generalizarse conclusiones . Habrá que proceder igualmente con c uidado a la hora de
valorar el reflejo local o prov incial de la actividad camera! en e l caso ele las pequeñas Cá-
maras. Intentaremos una aproximación a través ele algunos datos que poseemos de a lgunas
de ellas, como apunte que podrá contrastarse luego con e l análisis detallado que haremos ele
la actí viciad de la ell!iclad salmantina.
El análisis de la di stribución del gasto en las di versas Cámaras puede ilustrarnos acerca
de su operatividad real. Teniendo en c uenta lo que hemos di cho acerca de la posició n pre-
e minente de algunas de ellas en cuanto a los recursos que gestionan, y sobre la necesidad
de diferenciarlas de las más modestas, vamos a anal izar seguidamente los porcentajes que
e n cada una se destinaban a la partida denominada «Gastos generales», que. como sabemos.
estaba regulada en las disposiciones orgánicas. Esta pm1ida englobaba básicamente los gas-
tos de infraestructura: en teoría, a menos porcentaje dedicado a los gastos generales, müs
recursos quedaban d isponibles para ded icar a servic ios de interés general , deno minación que
tenía la Sección Segunda de los Gastos en los Presupuestos y que se dedicaba fundamental-
mente a todo lo que tuviera relación con actividades de promoc ión económica39
Según se desprende de los datos de que disponemos, la evolución de la pmtida ded icada
a los Gastos generales ha sufrido una disminución de c ierta imponancia ent re los altos por-
centaj es de los presupuestos de finales de los años 40 y los de la etapa del desarrollo40 . Co-

Y! Los gastos d~ las Cámaras se dividían en 7 Secciones. de las cuales la úl tima. hasta los años 70,
e nglobaba las part idos que se conside raban am inoración de Ingresos. es decir. gastos de recaudación. rec i-
bos anulados y fa llidos. etc. La 6' se refería a las deudas y atrasos. La quinta, a los impuestos que pesaban
sobre los bienes de la Cámara (ge neralmente los inmueb les). La cuarta resumía los gastos de previs ión
soci al y otras atenciones en beneficio del personal (Seguros. impuestos, gastos por jubilaciones). La tercera
recogía los impuestos que gravaban la actividad camera!. Eran la segunda y la primera sección las que se
llevaban la parte del león del presupuesto de Gastos. Frente a las anteriores. que solían constituir capítulos
únicos. ambas secc iones se dividían en varios capítu los, cuyo enunciado es un buen resumen de la act ividad
camera!. La secc ión primera, como hemos dicho. comprendía los gastos generales, básicamente los etc in-
rraeqructura: personal. gastos del local. mate rial. gastos o ficina y vestuario, gastos de correspondencia y
teléfonl>. viajes y delegaciones, imprevistos. La sección segunda tenía algunos capítulos coincidentes con
la anterior, referidos a gastos de personal. local y material, aunq ue la diferencia est ribaba en que se trataba
ele conceptos ap li cados a se rvicios para tos come rc iantes e industria les; el resto de los capítulos incluían
los conceptos de publicaciones. fines culturales, ferias y exposiciones y gastos de sosten imiento de d iversos
o rgani smos (fundame ntal me nte e l Consejo y dura nte mucho tiempo la Junta de De tasas). Dado que del
re;.to ele partidas. sólo la sección cuarta (gastos para bene fi cio del personal) te nía una relativa importanc ia,
s~ puede deducir que a menor porcentaje cledicaclo a los gastos generales. más recursos quedan pa ra la Sec-
ción segunda, como hemos advertido. De ahí que un análisis. por somero que sea, de la evo lución de esos
porcentajes pueda sernos de utilidad, siempre de ntro ele las limitaciones que hemos puesto de manifiesto .
40 La media de todas las Cámaras pasó de un porcentaje de l 65,57% e n 1946. a l 38.36% en e l de

1965. Obviame nte. e n esas cifras globales se esconden grandes diferencias entre unas Cámaras y otras. Ar-
c hivo Ministerio de Comerc io. Resúmenes Presupuestos (L iquidación). Consejo Superio r.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO EN EL FR ANQU ISMO 109

rnoquicra que en todas las Cámaras la evoluc ión de los ingresos ha sido positi va, se puede
afirmar que el incremento del gasto en servicios que pudieran resultar de interés para comer-
ciantes e industriales ha ido en aumento, justificando las afirmaciones antes expresadas re-
lati vas a distintas Cámaras y que. en algún caso, se constatan documentalmente4 1•
Sin embargo. ell o no quiere decir, en nuestra opinión, que se haya producido un cambio
sustancial en el grado de operati vidad de las Cámaras. Todas estas grandes cifras han de
to rnarse con c ie tto cuidado. La disminución de los porcentajes dedicados al gasto general
muestran. en mi opin ión, la regularización de la oferta de servicios a la que hemos hecho
mención y los crecientes recursos dedicados a servicios de interés general deberían estudiar-
se a escala local: e n efecto, no es lo mismo un porcentaje de gasto dedicado a esta partida
e n la Cámara de Madrid o en la de B1i viesca, pongamos por caso. Además, habría que con-
siderar en qué apartados concretos de la Sección segunda de los Presupuestos se centraba e l
gasto, pues no es lo mismo dedicar recursos a promoción de ferias o ex posiciones que pagar
a un auxiliar taq ui-mecanógrafo, cuyo sueldo fig uraba en esta sección como lo podía haber
hecho en la primera. El análisis que haremos de los Presupuestos salmantinos ayudará a en-
tender mej or este aspecto y servirá para compender de manera adecuada estas cifras genéri -
cas, que cobran sentido sólo en su particular contexto.
Nuestra opinión es que no parece un procedi mi ento correcto extraer conclusiones sobre
e l crec imiento de la actividad y funcionamiento globales de las Cámaras. a partir del creci-
miento total de la masa de recursos, ciertamente importantes (549 millones en 1969). de que
di sponían, porque estos recursos estaban, como hemos visto, desigualmente di stri buidos. Su
volumen. e mpero, sí nos sirve pma explicar el recelo y determinadas apetencias que suscitan
e n instituciones u organismos competidores, a pesar de su escaso poder e influe ncia e n la
marcha de la economía nacional.

4 1 La Cámara de Comercio e Industria de Burgos.... op. cit.. pp. 302-303 . 344 y 368. E n ellos se

comprueba que, en el peri odo 1937-63, quedaban para los gastos dedicados a se rvicios de inte rés general
un 329r. pero al no ofrecérsenos cifras de ingresos y gastos tota k s. pierden mucho de su sentido los por-
centa jes expresados re lativos a lo gastado e n ferias, publicac iones o enseñanza. Creemos que resu lta m;is
sign if icativo comprobar que en e l periodo 1963- 1985, que es e l de mayores y c rec ientes ingresos. la va lo-
ració n global del gasto recogía que entre personal. local. materia l, representaciones. cuotas y otros. se con-
su mía el n'k del total. quedando para ensei'íanzas, publicaciones y ferias e l resto. Ello puede dar una idea
de lo burocr:.ítico de la actividad.
EL ENFRENTAM IENTO CÁMA RAS-ORGAN IZACIÓN SINDICAL:
SU TRASFO NDO Y S IGN IFI CAC IÓN

PLANTEA MI ENTO DEL PROBLEM A

Co mo apu ntamos a nte riormente, el probl ema de las re laciones e ntre las Cámaras y la
Organi zación Sindical, surgido en los inicios del Régimen f ra nquista ti ene su origen e n la
promu lgación de l Fuero del Trabajo en 1938 y en el desa rro llo posterior de sus princip ios a
través de la Ley de Un idad Sindical de 1940. A las ex igencias total izadoras de estos textos
legales, se contrapuso la excepción conte nid a e n la Ley de Cortes de 17 de julio de 1942,
que conso li dó la existencia de de te rminados Co legios Pmfes iona les y, po r lo que a fec ta a
las Cámaras, la modificac ió n de la Ley de 9 de marzo de 1946, que incluyó e ntre los pro-
curadores e lecti vos a tres representantes de las Cámaras Oficiales de Comercio, Industria y
Navegación.
El marco lega l fij ado e ntonces no se verá alterado hasta la e laboración de la Nueva Ley
Sindical e n 197 1. Au nque los antecedentes remotos de la confrontación Cámaras-Sind icatos
se enc ue ntran. co mo hemos visto, e n los inicios del régimen franquista, es e n los años 60 y
especi almente e n los primeros años de la pasada década. c uando mayo r intensidad alcanza
esta pugna.
Las primeras escara muzas con la Organización Sindical, concluyeron con una pírrica
victoria de las Cámaras , que lograron que se convocaran elecciones para re novar sus plenos
e n 1962, luego suspendidas. Los debates de la Ley Sind ical fueron el marco del segundo
asalto, saldado con lo que parece ser una transacc ió n hasta hoy insuficientemente exp licada,
mediante la c ual se desechó la posib ilidad de incorporación de las Cá maras a la Organi za -
c ió n Sind ical, pero se estableció la elecció n de s u ~ miembros en el marco sindical, a tra vés
de las Uniones de Empresari os. Ade más, se ordenaba ex presamen te la elaborac ió n de un
nuevo Reglamento para las Cámaras, que sust ituyera al de 1929 y en el que estuvieran de
acuerdo las dos partes: Cámaras, o mejor dicho, e l Min isterio de Comercio, y los Sindicatos.
Es e nto nces cuando, según nuestros datos, no mu y concordantes con los que hasta hoy pu-
blicados , se produce un informe del Consejo de Estado, previo a la promulgación de l Re-
glamento. e n el qus e l alto organismo consu ltivo se pronunciaba favorablemen te respecto a
la no absorc ió n de las Cámaras po r la Organizació n Sindical. A través de los doc umentos
conservados. que hacen referencia a la elaborac ión de ese Reg lamento , se pueden establece r
con nitidez los té rminos de la polémica descrita y explicar los resul tados de la misma. En
e ll os se contie ne n interesantes referencias a la postura de las Cámaras e n el periodo consi-
de rado y se puede perc ibir la manipulación ad min istra ti va de que fuero n objeto.
A menudo se ha presentado el e nfren tamien to e ntre las Cámaras y la Orga ni zac ión S in-
d ica l como e l fac tor exp li cativo por excelenci a ele la debi lidad camera! e n e l fra nqui smo. Es
mérito del profesor Sánc hez Blanco e l habe r su brayado que las importan tes fallas internas
e n la estruc tura o rgánica de las Cámaras bastarían pa ra llevarlas al punto de deterioro e n que
se encontraban, al margen incl uso de cualquie r interferencia sindical. Por ello, rel ativi za la
trascendencia ele la polémica. que lo que estaría fundame ntalme nte haciendo sería desv iar la
ate nción de los estud iosos ele la proble máti ca esencial de las Cámaras.
Creemos que, cierta me nte, se ha hipcrvalorado el obstác ulo si nd ical. Sin embargo, como
puede verse a co ntinuac ió n, vamos a dedi car un ampli o espac io al estudi o de la confro nta-
c ió n Cámaras-S indi catos, fundamentalmente en sus tra mos fina les. los que va n a cond uci r a
11 2 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

la pro mulgación del Reglamento de 1974, porque creemos que un análisis de los arg umentos
esgri midos por las dos par1es en favor de sus respectivas pretensiones permite comprender mejor
la problemática camera! en este momento. Ello es posible gracias a la documentación depositada
en el Ministerio de Comercio relativa a las negociaciones para la elaboración del Reglamento
de 1974, y al dictamen emitido por el Consejo de Estado sobre el Proyecto del m ismo.

L A PUGNA AB IERTA: L A L EY SINDICAL Y LA DISCUS IÓN DEL R EGLA MENTO DE 1974.


P OS IC IÓN DE LAS CÁMARAS

A rc4 uc rimiento del Gobierno, el Consejo de Estado emitió el 1 de marzo de 1973 un


Informe, elaborado por su Comisión Permanente. sobre e l Proyec to de Nuevo Reg la mento
de las Cámaras de Comercio, que de bía sustituir a los textos anteriores. Se expresa en é l e n
virtud de qué se emite e l dictamen (por Orden de 7 de diciembre de 1972), una relació n de
antecedentes, una valoración de los mismos y una serie de apreciaciones sobre el Proyecto
de Reglamento sometido a su consulta. El resumen de los antecedentes es tremendamente
interesante y e ntra de lle no en un tema crucial:

<< De los referidos docume ntos merecen des tacarse los argumentos ex puestos por las dos
partes inte resadas. Cámaras de Comercio y Organi zación Sindical sobre el tema del carácter
represelllativo de aquéllas. cuestión ésta sobre la que ineludiblemente será preciso entrar al e mi -
tir la presente consulta>>1 •

A continuación, sintetiza las opiniones vertidas sobre e l asunto por parle de la Organi-
zac ió n Sind ical, de la Dirección Ge neral de Comercio Interior, por la Cámara de Comercio
de Madrid y también por la Secretaría General Técnica (entendemos que del Min isterio de
Comercio). El Informe se plantea si las Cámaras tienen o no fu nciones re presentati vas y si
é sto supone una contradicción con la «re presentati vidad» única atribuida a la Organizació n
Sindical y reiterada en la promulgación de la nueva Ley Sindical de febrero de 197 1, en
o rden a la defensa y promoc ión de los intereses profes ionales de empresarios, trabajadores
y profesionales.
El Consejo de Estado formulaba una serie de a preciaciones genera les sobre este proble-
ma para pasar luego a dictaminar acerca de los d istintos artículos del Proyecto. Por lo que
hace al primer punto, el Consejo era tajante desde el princip io:

<<A juicio del Consejo de Estado la n ueva Ley Si nd ica l no ha introduc ido in novac ión alguna
en punto al carácter representativo de las Cá maras de C o me rcio e n los té rminos e n que ese
carácter resulta de la leg islac ió n básica de d ichas Corporac iones» 2 •

La letra y el espíri tu de la ley avalaban esta afirmaci ón. La «compatibi lidad» (por uti-
lizar el térm ino del texto) entre los intereses re presentativos de una y otra institución parecía
según el texto perfectamente posible, por cuanto en un caso

<<se trata de los intereses gene rales del Comerc io, la Industria y la Navegación; e n e l otro de
los inte reses profesionales de los e mpresari os, técni cos y trabaj adores>>'.

1 Arch ivo Consejo de Estado (A.C.E.): Cámaras de Cmnerciu. Sobre Provecto Reg/umenlo Cene-
m/. 197:1. Rc t~ 38.434. p. 2.
A C.E., 38.434. p. 4.
3 A.C.E .. 38.434. p. 4 .
Li\S CAMA RAS DE COMERC IO EN EL FR ANQ UISMO 113

El dictamen del Consejo de Estado recogía de lle no las alegaciones efec tuadas por las
Cámaras y el Ministerio y afirmaba que se debía reconocer «inequ ívocamente >> el carácter
«represe ntativo» ele las Cámaras. Se trataba de una toma ele postura c laramente a favo r de
estas últimas y de sus intentos de evitar e l acoso si d ical. Cu lminaba así la maniobra táctic a
hacía tiempo iniciada, consistente e n deslindar la «representatividacl» de las Cámaras respec-
to de la que te nían organizaciones ele inte reses sectoriales o profesionales: fre nte a éstas, se
argumentaba, como vimos, que las Cámaras representaban los intereses Renerales del co-
mercio, la industria v la navegación. Un planteamiento que, como antes dijimos. no es nue-
vo, sino que simplemente se retoma ahora. En concreto, la tesis se mante nía en e l Informe
que sobre esta cuestión había re alizado la Cámara ele Comercio de Madrid en 19724 • y que
utilizó después el Consejo de Estado.
El Informe de la Cámara de Madrid sobre la representatividad camera! constaba de cuatro
panes: una introducción, un apm1ado sobre e l carácter «representati vo>> de las Cámaras desde
una perspectiva histórica y jurídica, una larga referencia sobre la inalterabilidad de esa <<repre-
sentati vidad>> tras la promulgación de la Ley Sindical y una concl usión.
La Introducción señala e l alcance del Informe, que se limita a considerar la cuestión de
la <<representati viclad» de las Cámaras de Comercio, c uesti ón que había constituido
«d iscre panci a fundam enta l durante e l proceso e la bo rador de di c ho texto (se re fi e re al Ante -
proyecto de Reglamento de 1974 ) e ntre aque llos do s Departame ntos M inisteriales (el d e
Comercio y e l de Relaciones Si ndi cales) »'.

Se pretendía
«e scl arece r y afirmar dicho carácter represe nt ati vo de las Cáma ras de C o merc io . que se
compag ina y no inte rfie re para nada aque l otro de la representac ió n e n exclusi va de los in -
tereses profesional es y econ ó mi cos d e los e mpresarios. técni co s y traba jadores que la vi-
gente Le y S indi cal ha ve nido a ratifificar. s in afectar. por com.ig ui e nle , a la leg islaciú n
básica reguladora de las Cámaras de Comercim>6

Pasa luego a analizar los «Condicionamientos forma les>> del carácter representativo de
las Cámaras. afirmando de e ntrada que

<<Las Cámaras. por su natu ralez a jurídica y razón de ser, tie ne n como característica e se nc ial,
la re prese ntatividad de lo s inte re se s generale s, no indi viduali zados ni pe rson ifi cados profe -
sionalme nte . de la industria. de l c ome rci o y de la navegaciún de l país».

4 Este informe fue manejado por e l Co nsejo de Estado. según él mismo afirmaba. En la actua lidad

se e ncue ntra en e l Archi vo de l Ministe rio de Comercio. legajo 1056. junto a otros documentos citados tam-
bié n entre los antecede ntes que utilizó e l C onsejo.
C uriosame nte, no aparecen referenc ias a él en la obra pub licada sobre la Cámara de Madrid. donde
ta n súlo encontramos noticia de dos notas, una de e llas con fidenc ial , que abordaban el problema: las re fe-
re nci as que o frece n de esas notas los autores permiten afi;·nmr su indudab le interés para el tema que no>
oc upa y compleme nta mu y bien lo que aquí concluiremos. En e llas se hacía referencia a la postura intran-
s igente que deberían adoptar las Cámaras para e liminar un problema largo e irresue lto , y que podría ser
aprovechado por los enemigos de la propi a Ley Sindical: la intransigencia en esas c uestiones debe rí:~ ser
fi rme y sería pre ferible <<antes de ceder, ( ... )caer de pie ) que sobrevenga un escándalo de proporciones
inte rnacionales ». Ve r Bahamonde ..., op. cir. p. 333, nota 118.
' lnfim ne sobre el corúuer rep resemmil'O de las Cúnwras Oficiales de Comercio. 111(/usrrio _,. Nm ·egociú11
de E 1pwl o. Madrid. Maro de 1972. Archivo del Ministerio de Comercio (A.M.C.). legajo t056. p. l.
6 A. M.C.. 1056. p. l .
114 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

Para tal aserto se busca una lejana fundamentación legal: según el Informe , los R. D.
de 9 de abril de 1886 y de 21 de junio de 1901 , afirmaban este carácter re presentativo ele
las Cámaras cerca ele los poderes públicos, así como su condic ión ele establecimientos pú-
blicos. Dicha interpretación se refuerza recurrie ndo a los an tecedentes ele las Cámaras. que
eran las Jun tas Pm1ic ulares y Locales de Comercio y los Consulados, y no. en opinión del
Informe, los Gremios, que

<<como hoy la Organización S ind ical Española tute la y representa, puramente, intereses co·
lecti vos de clase (sic) y me ramente profesionales o de grupos. Así tambi én se configuran las
C'ímaras establecidas e n e l resto del mundo. como Corporaciones represent at ivas. y en nin·
gú n país do nde existen, se ha puesto jamás en duda este carácter suyo».

La <<representati viclad» y el carácter consultivo ele las Cámaras venían a estar indisolu-
blemente unidos y no podían separarse, so pena de dejar reducidas a las Cámaras a ser sim-
ple Administración.
Según e l Info rme, los " "miembros" (sic) de las Cámaras representan a los electores que
los votan y eligen». pero, sin embargo, «no están >ujetos a instrucciones de quienes los han
e legido y ni siquiera deben atender exclusivamente sus intereses. En cuanto a miembros de
una Cámara Oficial, su conduc ta debe basarse únicamente en la legalidad en propia concien-
c ia y en los intereses generales que justifican la existencia de una Cámara .»
Dejando aparte el hecho de que el Informe no tiene en cuenta la falta de renovació n
legal y adecuada de los organismos camerales, al estar suspendido e l proceso electoral. es
inte resante la orig inal interpretac ión que de la re presentatividad hace e l párrafo que hemos
transcrito: como se ha señalado 7 la pecul iar organización de las Cámaras, con la inexistencia
de una Asamblea General y de un mecanismo fiscalizador de la actividad ele los mie mbros
de l Pleno, propicia la falta de relación entre la base e lectoral y los elegidos para ser compo-
nentes del Ple no; por ello, en el plano legal, se facilita esa separación aludida por la Cámara
de Madrid: en efecto , los miembros del Pleno no están sujetos a instrucciones de quienes los
han eleg ido. Pe ro lo que resulta más chocante es ese intento de conjugar, de una manera
forzadísirna. e l can1cter representali vo ele los miembros de las Cámaras, junto a la asevera-
ción de que esa representatividad no se refi ere a l cuerpo electoral sujeto de la misma. si no
a unos supuestos intereses generales que por un lado <<j ustifican la existenc ia de una Cáma-
n t>> (razón histórica) y que, por otro, quedan a la libre interpretación, no del cuerpo electoral.
sino de l propio sujeto elegido, ya que su conducta ha ele basarse <<en la legalidad en propia
conciencia».
Además. para re forzar estas afinn ac iones, se apela a otra serie de razones, de tipo his-
tóri co. Así, para la Cámara de Madrid. estas organizaciones

<<n unca han sido. ni histórica ni socialmen te. órganos c lasistas.


Como o rganismos ofic iales, creados por una Ley que nada tie ne que ve r con la de Asoc ia-
ciones. su finalid ad fue siempre la de informar a los poderes públ icos y fomen tar los inte-
reses ge n e rale~ de l comercio. la industri a y la naveg ació n, co mo fina lidad bás ica q ue e l
propio Estado las impuso. lo que implica, corno reza la Ley de Bases de 19 11, y antes >c-
iialábamos. el actuar como cuerpos consultivos de la Administració n Pública. limitándose a
representa r los intereses de la producción. la circulac ió n. la di stribuc ión y el consumo con·

7 Sánchez Blanco, A. : Op. cir.


LAS CÁ MARAS DE CO MERC IO l'N EL FR ANQUISMO 11 5

ceb ido en un sentido genera l abstracto y objet ivo. esto es. sin la limitación subjetiva que
significaría una representación ele trabajadores o empresarios. lo que exclus ivamente com-
pete a las Asociaciones Profe sionales. Gremi;dcs y Sindicales. Se trata de un a simple mol'i-
lización de los particu lares en el cuidado ele los intereses generales>>g

Estos argumentos se sostienen difíc ilmente en pie si a nalizamos con detalle las mismas
ruzones históricas y sociales aducidas por el infonnc. L a atribució n de oficialidad de las C á -
maras aparece e n el orige n de las mismas prec isamente mu y e n relación con la ley de Aso-
c iac iones. En otro lugar, hemos puesto de re lieve cómo es precisamen te el inte nto po r par1c
de los poderes públicos de contro lar y e ncauzar un asoc iacio ni smo que empezaba a desarro -
llarse, e l motivo que está en e l origen tanto de las posic iones re formi stas e n m ate ria de le-
g islac ión obrera como en el nacimie nto de las e ntidades cameral es.
E l Informe, además, o lvida conscientemente todo lo que supone, por un lado, la etapa
a nte ri o r a 1911 , cuando las Cám aras estaban integradas por socios voluntarios, que d ieron
repetidas muestras de sentirse pe t1enecicntes a << unas clases» muy concretas, con unas posi-
c iones definidas en distintas materi as y luchando, inc luso, por obtener representac ión d ife-
re nc iada y c lasista en los órganos de l Estado . Y, por otro, se ignora que aun después de la
Ley de Bases y la agre miación forzosa que ella supuso, esos deseos sig uie ron manifestán-
dose y la actuació n como órganos de representación de clase se siguió produc iendo, a pesar
del surgimiento de organismos patronale s.
Un poco más ade la nte, el Informe em pieza a sacar a la luz las razones de tan extraña y
forzada carac te rización de las Cámaras. Tras a firmar que éstas supone n la movilización de
los parti cula res e n e l c uidado de los intereses ge nerales. según «fórmul a q ue la Hi sto ria y e l
Derecho comparado han consagrado como insustituible»9 , subraya que

<< Esto es más cierto todavía modernamente cuando las Cámaras de Comercio van viendo
superada su actuación interior por aq uella otr;¡ exteri or e internacional en que. como instru-
mentos de la Ad ministración Pública. sirve n de víncul o en el comerc io exterior y se dedican
fund amentalísimamente a la exploración y ensanche de los mercados siguiendo las directri-
ces que el Departamento competente les indica.
Las Cámaras se constituyen así hoy día como auténticas oficinas ele re lac ión para la promo-
ción de una política comercial exterior. base necesaria para la mejora colecti va del País. Así
se alcanza su máx ima caracterización objetiva en cuanto que producción, producti vidad.
distribución y circulación se consideran como fines estatales de auténtico interés público, y
de los que las Cámaras se muestran como simples age ntes para su consecución colectiva» 10

En este apanado se afirma con ta nto vigor su carácte r ofic ia l que cualquie r lector podría
inte rpretar que las Cáma ras son lo que ante riormente se ha negado: pura y simple Admini s-
u·ación. organi smos bajo las <<directrices que el De parta me nto compete nte les indica>>, <<ins-
trume ntos de la Administración Pública>> , <<oficinas de relac ión para la promoció n de una
política comerc ia l exterior>>, <<simples agentes>> de l Gobierno. en definiti va. Aparece aquí e l
q ue podemos conside rar como punto nodal de la reorienLació n camera!: su actividad y pro-
yecc ión exterio r dentro de l conjunto de la polít ica come rc ia l exte rior del G obierno . aspecto

x lnfimne sohre el carácrer represenratil'O ... cit.. pp. 3-4.


9 lhidenr. p. 4.
10 lhidon. p. -1.
11 6 L. SANTIAGO D Í Eí~ CANO

que trataremos con posterioridad y c uya aparición caracteriza la puesta en m archa de la es-
trategia defe nsiva de las Cám aras .
El In forme entra también a conside rar las c uestio nes legales, jurídicas, que avalan la
re presentativ idad ge neral que las Leyes otorgan a las Cámaras. Estos presupuestos legales
se cifran en la Ley de Bases, el Decreto de 26 de j ulio de 1929 y, por supuesto, e l nuevo
o rdenam iento jlllídico franquista. Sin embargo, cabe hacer notar que los textos legales e n
que se apoyan directame nte los defe nsores de esta «representatividad» son, en primer y casi
único lugar. la ley de Cortes de 17 de julio de 1942, complementada con a lg unos aspectos
del Fuero de los Espai'íoles y de la Ley de Principios del Movimie nto Nacional, e n cuanto
que ambos amparaban un supuesto <<auténtico plura lismo económ ico», ya que o torgaban
protección, además de a las en tidades naturales de la vida social, Fami lia, M unic ipio y Si n-
d icato, a las instituc iones y Corporac io nes( ... ) [que] de berán ser amparadas para que puedan
pa11ic ipar eficazmente en el petfeccio namiento ele los fines de la comunidad nacional>>''.
Para el autor de l Informe, «Ta nto la afirmación que de la inic iati va privada hacen nues-
tras Leyes fundamentales, corno del princ ipio de subsidi aridad (sic), como de la atribución
a l Estado - o a las organizac iones públicas de é l dependientes- de la interpretac ión de l bien
común, <llTopan, por así dec ir, los cometidos que las Cámaras realizan y que responde n ple-
namente a la ordenación constitucio nal seiialada>>.
Y, por ello,

<•Todo inte nto que pretendiera llevarse a cabo en una dirección contraria supondría, sin du-
da alguna. no sólo una infracción directa de las normas constitucionales analizadas en el
apartado an terior. sino ta mbién de estos principios positi vos, igualmente obligatorios y vin-
cu lantes.
El Legislador podrá en su caso mantener o suprimir las Cámaras; es una opción que en este
sentido tiene límite. Pero lo cierto es que si opta por la primera alternativa, en modo algu no
podrú configurarlas en contra de su actual autonomía, pues es ésta, precisamente la que en
definitiva. garantiza y ampara el actual ordenamiento constitucional» 12 .

Y a continuac ión se vuelve a la carga acerca de que es esa situación autóno ma la que
explica la supervi ve nc ia de las Cámaras sea cual sea e l régimen político del país e n que se
asienten, lo c ual pem1 ite la re lació n e ntre ellas a pesar de que los regíme nes polít icos fueran
incompatibles.
Una vez acla rados los <<presupuestos constitucionales>> que avalan la representatividad
de las Cámaras, e l Informe e ntra a considerar si esa situación ha sufrido algún tipo de va-
riación una vez prom ulgada la nueva Ley Sindical. Ya desde e l e ncabezamiento del la rgo
capítu lo que analiza esta cuestión se atirma taxativa me nte que ésta <<no suprime ni a lte ra e l
carácter represe ntativo de las Cámaras>>. Se comienza afirmando q ue no se trata de resuci tar
<<v iejos prob le mas debatidos anterior o simultáneamente » a su elaboració n, «sino de a na lizar,
con el mejor espíri tu, las d irectrices de una solución normativa ya adoptada» 13 • En efecto, la
Ley Sindical no había venido a al te rar la situac ió n j urídi ca de las Cámaras, por cuanto las
exc luía expresame nte de la integrac ió n en la O.S. y re mitía a las Leyes de 191 1 y 1929 como
á mbito de l imitador de la actuació n j uríd ica de las Cámaras.

11 lhidem. p. 7.
12 lbidon. p. 7.
13 lhidcm. p. 9.
LAS CÁM A RAS DE COMERCIO EN EL FRANQU ISMO 11 7

Sentados estos principios, se entra por los redac tores del Informe en la cuestión de fo n-
do. según ellos, que no es otra sin o la diferencia que ex iste entre la representación de inte-
reses profesionales que la Organi zación Sindical tiene en excl usiva y la de los inte reses
generales que obra a favor de las Cámaras. Para e llo, se examinan los textos, las intenciones
legislativas y e l contenido de los debates que sobre ese problema se produjeron en el seno
de la Comisión de Leyes Fundamentales. La base sustentadora de la arg umentación exhibida
se retrotrae a l inicio mi smo de la acti vidad camera! para llegar hasta el momento presente.
A este discurso ya conocido, se va a añadir una nueva y c uriosa formu lación:
<< En este punt o, cabe fo rmul arse la pregunta, que acaso pueda argumentarse de contrario. de
s i las Cámaras, además de sus funciones ad ministrat ivas ofrecen, tambié n. la \'eSTe dt: ent i-
dades represe ntativas de int e rés profesionales o de clase >> 14 (subrayad o ori g inal ).

Aun aceptando esta hipótesis, se asegura que ello no es obstáculo jurídico en orden a
mantener

<<que los fines de carácter públ ico. asignados a las C<írnaras de defensa y represen tación d e
los intereses generales de l Comercio y ele la Industria son. en de finiti va, los ún icos q ue e n
térm inos estrictos de derecho dete rminan la na tura leza de sus fun c io nes y e l dato de su pe r-
sonali dad» 1' .

Pero es que. además, en opinión ele los informantes. ello no ha sucedido nunca, porque,
en primer lugar, se lo impide su ordenamiento estatutario (?) y, además. ex iste en e llas la
consc iencia de que actuaciones de ese tipo («en defensa ele los intereses pn!{esionales de los
comerciante.\·» ) (subrayado origi nal)
«iría e n contra de su p restig io. en detri mento de las func iones que vie nen c um pliendo. y les
impos ibili taría. e n última instancia. a desempe ñar los cometi dos que pri mariame nte deben
satisfacer» 16•

Como es fáci lmente comprobable, la pirueta alcanza trazos de salto mortal en el vacío.
al intentar situar la esfera de acción ele las Cámaras en un limbo a lejado de lo que son los
deseos, in te reses o actuac iones particulares ele sus teóricos destinatarios. El informante. al
no tener que dar cuentas a los electores de las Cámaras, podía ahorrarse el dificultoso trabajo
ele delimi tar en qué puntos concretos cabía distinguir entre intereses profesionales y genera-
les de los comerciantes, industriales o nautas. Se limitaba a apoyarse en el art. 66 del Re -
g lamento, las actuaciones ajenas a sus cometidos reprendidas por la superioridad, ciertas
sentencias y una intervención arbitral recientemente concedida a la Cámara barcelonesa ava-
laban esa interpretación.
En definitiva. se concluía:

«Las Cámaras son integrac ió n de acti v idades mercan ti les e indu strial es para ve lar y orde nar
una profesión o bjeti va y, por e nde. e levada a categoría: el co me rcio y la industria. Para e l
cu mpl imien to de aq ue lla ca usa te leológica (s ic ) está n atri buidas de poderes y facu ltades, re -
a lizando fu nciones q ue la doctrina. a l hablar de los entes públicos, deno min a de inte rcone-
xión con e l Estado. que son func iones de proyecc ió n e n de fin itiva. En tal se ntido y car<Ícter.

l-1 /hide/1/. p. 20.


1' 1/>ide/1/. p. 20.
16 lhidl'IJI. p. 20.
118 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

no puede habe r coli sión ni próx ima ni lej a na c·on las actividades si nd icales porque lo si nd i ~
cal es algo dife rente. Los Sindicatos actúan ''intuitu personae·· (s ic). obligando. a través de
sus Estatutos. a la actuac ió n personal e indi vidual de sus e ncuadrados sindicados. no ta qu e
no se da e n las Corporac io nes del ti po de las Cámaras. Consi g uie nte me nte . la rep rese nta ti ~
vidad de las Cá maras es diferente de la de los S indicatos. lo q ue. asimi smo. q uedó c l a ra ~
me nte establecido en e l debate de las Cortes. como examina mos seg ui damente>> 17

Efectivamente, e l examen de los Debates de las Cmtes en que se trató el tema con1ir~
maba las perspecti vas del Informe, cuya conclusión provisional acabamos de exponer. H e~
mos querido incluir esta larga ci ta como exponente del razonami ento forzado que subyace
e n todo este doc umento. tende nte a evitar un enfrentamiento Cámaras~ S ind icatos, no vaci-
lando en utilizar armas argume ntales que, en realidad, desvirtuaban la fun ción re presentativa
originaria de las Cámaras. Como muestra del precario equilibrio aportado por estos anúl isis
y también como ex ponente de que en él latían moti vaciones más políticas que j urídicas. es-
c uchemos los razo namientos que acerca de esta cuestión concreta (la si tuac ión de las Cáma-
ras tras la promulgac ió n de la Ley Sindical) expresó D. Eduardo Gmc ía de E nterría. a quie n
e l Con sejo Superior de Cá maras requirió un Dictame n 1x.
García de Enterría estimaba que en primer lugar, la Ley Sindical, con un criterio radical,
había dejado excluidas a las Cámaras del ámbito normati vo de la Ley en todos sus aspec tos,
sa lvo el relati vo a la la elección de sus miembros; así, éstas continua ban con «las funcion es,
recursos económicos y carácter que les atribuyen sus disposiciones pri vati vas (Ley de 29 de
junio de 191 1 y Real Decreto~ Ley de 26 de julio de 1929)» Este principio radicalmente
1 ') .

establecido en la Ley podía chocar con otro establecido con carác ter general e n la misma. y
e n la anterior Ley Sindical, acerca de que la Organización Sindical tenía la re presentac ión
exclusiva de los intereses profesiona les de los empresari os. técnicos y trabajadores <<en c u an ~
to partic ipan en e l trabajo y en la producción». Sin embargo, estaba por una parte la excep-
c ión establecida en la Ley «en lo que se re fi ere a las Corporaciones recogidas en el artículo
segundo, 1, i) de la Ley de Cortes>>, e ntre las que se encontraban las Cámaras de Come rc io.
Además. <<las Cámaras tienen un significado bien distinto de los Sindicatos». Esa diferencia
se concretaba e n que e l Sindicato («-que es. dentro de la vasta espec ie de entidades sindi-
cales, la que constituye la colu mna verte bral de la Organi zaci ón Sindical- ») tenía un carácter
vertical, sectoria l, e n el que se integraban, para cada rama de acti vidad todos los intereses
profesionales, económi cos y soc ia les; por su parte, había otras entidades de carácter <<hori-
zontal, integradoras de los intereses de alguno ele los factores de la producción , capital o
trabajo»20 , c iertas de las c uales (co mo las Uniones de Empresarios o de Trabajadores y Téc ~
nicos) se integraban en la organizac ión Sindi cal. De este carác ter estrictamente hori zontal ,
pero bien d ife renciado. participaban las Cámaras Oficiales de Comercio:
«Su á mbito no se lim ita a un sector o rama de acti vidad determ inada, sino q ue se ex tie nde
a la re presentación general de los intereses de los industriales y co mercia ntes y por otro l a ~

17 lbident. p. 22.
1~ Dicho Dicta me n tambi én se e nc ue ntra entre los Informes locali zados en el Archivo de l Mi niste ri o
de Comercio. A.M.C., 1056. Eduardo Garda de Enterría: Dicwmen emilido a requerimiell/o del Consejo
Superior de fas Cámaras Oficiales de Comercio, lnduslria r Navegació11 de Es¡miia so!Jre Sra rus jurídico
de las Cánwms después de pmmu/gada la Ler Sindico/. i\ bri/ de 197 f.
19 A. M.C. 1056. Dictamen ... , p. 3.

20 A. M.C. 1056, Diclwnf'n ... , p. 7.


L AS CA M A RAS DE COMERCIO f' N EL FRANQU ISMO 11 9

do, su carác ter - apl icando la dicotom ía ve rtical/horizonta l- es estri ctame nte horiLO nta l; só-
lo perte necen a di chas Corporac io nes quiene' están en un a mi sma posic ión j urídi ca y eco-
ll(Ímic a: los que os ten tan la c ual id ad lega l d e ind us tri a les o co me rc ia ntes, sea n perso nas
j uríd icas o natu rales. ( ... ) Esta d ifere nte natura leza y estru ct ura de las Cáma ras y Si nd ica tos
es. a parte del hec ho mi smo de su a rraigo e n la vid a soc ial (s ic), lo qu e s in d uda ha determi -
nad o la exclus ió n de las Cá maras de l seno de la O rga ni zació n Si n d i ca l »~ 1 .

Enterría uti li za también las expresiones ve rtidas e n los debates celebrados en las Cortes
ace rca de la Ley Sindical, para apoyar sus afirmac io nes , e n especial las del ponente He rre ro
Tejedo r, qu ien a firm aba que

«no vam os a regu lar nin g ún aspec to de las Cáma ras de Come rcio, s in o pura y si mp le me nte
ac larar q ue se reco noce la leg is lación y ca rác ter qu e hoy ti e n en »~~ .

Entra a continuac ió n el prestigioso adm ini strati vista a anal izar c uáles son los co mpo-
nentes de este carácter de las Cámaras, e n un intento de definirlas. Las Cámaras tenían in-
dudable y primariamente la condició n

<<de se r e ntidades c readas para la "represe ntación de los intereses de l Comercio. la Indust ria
y la Naveg ación d e su terri torio" (a rts. 1°, 4°, 8°. 9, :1, l O, 2. (s ic) Reg lame nto 26 jul io
1929). Son ent idades corporat ivas co nst ituidas fun dame nta lm e nt e. co mo toda entid ad co r-
porati va. para la represe ntac ión ele los intere ses de sus asoc iados . En es te 'e nti do debe q ue-
dar bien claro q ue no so n meros orga nis mos de la Admi nistrac ión de l Estado creados , en
rég imen el e de scentra lizaci ó n funcional , para el mejo r c umplimi e nto de los fines estatal es.
sin o en tidades que - sin perjuicio de su reco noci mi ento co mo entidades de Derec ho Púb li-
co- nacen de abaj o a a rriba para la actuac ió n de intereses que son distin tos de los gene ra les
d e l Estado: los inte reses que representan est;1s Corpo racio nes no tiene n ca rác ter abstracto
s in o co nc re to, a unq ue, co mo es obv io po r su c ondi ció n de perso nas j urídicas inte g radoras
de una plu ra lid ad de asoc iados. se trata de intereses qu e exceden de los de un o o varias per-
so nas co ncretas y determinadas. puesto qu e so n res ultan tes de un complej o proceso de fo r-
mac ión de la vo luntad co lecti va; por lo que en ese sentido, pero sólo en ese. puede hablarse
de representación de "i111ereses generales "» 21 (Subrayado nu estro).

He mos querido destacar este resumen inte rpretativo por su importanc ia y señ alar, asi -
mi smo, lo sig nificativo de la última parte, referi da al concepto de in te reses ge nerales , una
de c uyas con sec uenc ias es que

«En cuan to q ue siguen s ie ndo entidades representat ivas de los in te reses de sus asoc iados ,
los órga nos de gobierno ele las Cáma ras re presen ta n la volu ntad de sus co mponentes y no
la de otros orga nis mos o entidades profesiona les sin pe1juicio de que la elecc ión de di chos
órganos ele gob ierno se ll eve a ca bo por el cauce de la Organi zac ión Sindical, en los térmi-
nos qu e se es tab le zcan en e l Reg lame nto a d ictar por e l Gobierno>> ~-~.

Es decir, se está de fend iendo e l carác ter re presentati vo de las Cámaras incluso tras la
promul gac ión de la Ley S indical, pero se conc re ta mucho más dicho ca rác ter, ligándolo a 1::!

2 1 A. M. C 1056. Dicwmen .... p. 9.


"' A. M.C 1056, DicW111en ... , p. 13.
~-' A. M.C, 1056. Dictamen.. ., pp . 13- 14.
~.¡ A. M.C 1056, Oictwnen .. ., p. 23.
120 L. SANT IAGO DÍEZ CANO

voluntad efectiva de los asociados y a la voluntad de los componentes de los órganos de


gobiemo, y limitando a unos contenidos restrictivos el concepto de inte reses generales refe-
rido a las Cá maras 25 .
Hasta aquí la interpretación j urídica. Si en otras argume ntaciones, el concepto se uti liza
en o tro sentido, será por razones políticas o si se quiere estratégicas, como las que ya he mos
apuntado.
En cualquier caso, el enfrentamiento de las Cámaras y el Ministe1io de Comercio con
la Organización Sindical tu vo un decurso dilatado. Vamos a ver qué reacciones provocó esta
interminable confronración en una de las partes, la que a nosotros nos concierne más.
Una vez promu lgada la Nueva Ley Sindical de 197 1. se piensa rápidamente en el Mi-
ni steri o de Comercio en la elaboración del Reglamento de las Cámaras. Fijémonos en que
la disposición adicional 4" de la ley Sindical establecía la compete ncia de los Ministros de
Comercio y de Relaciones Sindicales para formular al Gobierno la propuesta de Reglamento
camera).
El Mini sterio de Comercio, por su parte, recabó «la colaboración de las Cámaras para
su estudio». Por e ll o, constituyó una Comi sión de Secretarios que, «en íntimo contacto con
la Dirección General de Comerc io Interior>> se iba a encargar de hacer un profundo análi sis
del problema. Tenem os conocimiento del esquema de trabaj o que se propuso reali zar26 y có-
mo el Ministerio preveía también la presencia de po rtavoces de las Cámaras en la negocia-
ción con la Organización Sindical. Se pensaba, como paso previo, en la elaboración de un
completísimo dossier, «que facilite la redacción del Reglamento, y que en su día sirva de
apoyatura a los argumentos que hayan de esgrimirse en la negoc iación con la Organización
Sindical ». Dicho doss ier a elaborar e ra, en sus previsiones, realmente exhaustivo y de su
lectura cabe deducir que en el Ministerio había una idea bastante de finida acerca de lo que
eran y deberían ser las Cámaras. Se quería estudiar su situación jurídica genérica, su situa-
ción global y la del Consejo Superior en cuanto a sus actividades, presupuestos, personal
(con atención especial a los Secretarios), órganos directi vos, contenciosos. relacion co n los
Organismos públicos, con el Ministerio y con la Organi zación sindical.
Hay dos cuestiones concretas que merecen sei'íalarse. Se quería conocer, entre otras co-
sas. un

«Resumen de acti vidades por Cámaras y Consejo Superi or, con especial referencia a las de
fomento.
(Aquí [se decía] no se trata de hacer un esquema de posibi lidades legales -como el apanado
B)- sino de especificar las realizaciones concretas. Lo que se pretende es percibir In que
realmente hacen las Cámaras al margen ele las acti vidades oficiales que se expresan en las
memorias anuales). Sería también de gran interés aludir a lo que las Cámaras ··podrían.. o

25 Compárese esta interpretación con la expresada ;mteriormenle acerca de la representatividad ge-

n..'rica y de que los elegidos no representaban la voluntad de los electores.


26 A.M.C, 1OSó. Este esquema de trabajo se conserv a en el Ministerio. Cünslituían la Comisión:

En representación de la Admin istraci.ón. Don David Pérez Puga, Director General de Comercio
Interior: Don Alejandro Nieto García. Profesor de Derecho Administrati vo: Fu ncionarios del Ministerio de
Comercio. En represenlación de las Cámaras de Comercio. Don Angel Verdusco García, Secretario General
ele la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid; D. José Ma Calpe lbarz, Secretario General Cá-
mara Oficial de Comercio e Industria de Barcelona; D. Miguel Angel Fernández Coronado. Secretario Ge-
neral de la Cámara de Comercio e Industria y Navegación ele Ovicdo; Don Miguel Arias GonLález,
Secretario General Adjunto del Consejo Superior de Cámaras Ofi ciales de Comercio.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO F t\ EL FR AN Q UISMO 12 1

incluso ..deberían·· hacer y obstác ul os, legales o materiales. que se oponen a la rea li zación
de di chos objetivos y fun ciones ideales»17 .

Subrayemos las ex presio nes: «lo que realme nte hacen las Cámaras», «lo que las Cáma-
ras podrían o incl uso debe rían hacer» . A nuestro e nte nder e n e l Mini sterio se e ra conscie nte
de la situación de falta de operatividad de los organismos camcralcs.
Otra cuestión q ue se quería estudiar e ra la re lati va a las

«Acti vidades en materia internacio nal


(Aquí sería importante especi fi car los organismos. camerales o no, con que se relacionan
las Cámaras españolas en el desarrollo de esl as acti vidades; así como un a refere ncia a las
act ividades de las Cámaras ex tranjeras en dk ho campo. y a las funciones que idealmente
debe rían corresponderle, con indicación de los obstáculos que se encuentran para cllo)»cH.

Como ve mos, la d ime nsión inte rnacional de las üímaras, tan cara a los propósitos mi-
ni s teriales, operaba aq uí como o bje t ivo principal.
No dejaro n de produc irse desacuerdos entre una y o tra parte a la hora ele e labo rar e l
nuevo Reg la ment o. E n una « Nota» sin fecha, e nviada al Sr. Subsecre tario ele Comerc io, se
da c ue nta d e lo que pa recen ser los trabajos ele la Com isión lnte rmini ste ri al constituida par
examinar el proyecto de nuevo R eglame nto . En ella se afirma que

<< El proyecto de Reglamento ha sido analizado cuidadosamente, habiendo surgido junto a


discrepancias importantes. que requ ieren una sol ución más política q ue téc nica, correccio-
nes y observaciones de tipo formal y escasa importa ncia, que han sido tenidas en c ue nta en
su mayoría».

Es dec ir. se explic ita el sent ido político que, e n bue na pat1e te nían las dife re nc ias s ur-
g idas, lo que implicaba, po r tanto, soluciones tambié n políticas. Nos parece un indicio sufi-
cientemente expresivo de cómo la voluntad de reorganizar adecuadamente e l mundo came ra!
parecía s uped itarse a conve nie nc ias de otro ti po, de ntro de un contexto de e nfrentamie nt os
intcrcle partamcn ta les e n e l seno ele la Admini stración .
¿En qué puntos concretos surgían estas impo rtantes d iscre pa nc ias? En primer lugar, e n
la c ue sti ón ele la denominació n de las Cámaras, algo que no podía parecer ba ladí si se tiene
e n cuenta que la uti lización ele una fórmul a restric tiva , del tipo que propug na ba la Org ani-
zació n Sind ical, podría dejar fu era a industriales y na utas, e n una inte rpre tación excesiva-
me nte literal.
E n segundo luga r, está la debatida c uestión ele la <<re presenta tividacl>>. La Nota recoge
la co nocida opi nió n de que

«Para la Organización Sindical , el carácter representat ivo de las Cámaras interfiere con la repre-
sentación exclusiva y la defensa de los intereses profesionales que la Ley Sindical en su art. 1°,
apanado 1, ha señalado ex presamente que corresponden a la Organi zación Sindi cal>>.

A lo que se contesta ele la mane ra habitual : <<las Cámaras no tratan ele representar dichos
intereses profesionales, c uya rep resentac ió n sie m pre estará reservada a la Orga ni zac ió n Sin-

27 A.M.C. 1056, Esquema de trabajo paro la Comisión que ha de estudiar r elaborar el prorecto
de Regla111ento de Cú11wms de Comercio, p. 3.
2X A.M .C.. 1056, F:squema .. .. p. 3.
122 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

dical, sino solamente los intereses generales del comercio, la industria y la navegación», se-
gún se desprende, afirmaba la Nota, de la Ley de Principios del Movimie nto Nacio nal, la
Ley de Cortes y la propi a Ley de Bases.
Otra c uestión polémica es la refe rida a los vocales cooperadores. acerca de los cuales
se informa que en la Comisión que debatió el tema, aparentemente la Comisión Intermini s-
terial, hubo dos tendencias: a) la que proponía su desaparición; b) la panidaria de su man-
ten imiento, aunque cambiando su composición: no serían ya miembros del Pleno, sino
simples asesores no mbrados libre me nte por él una vez constituido. Según la «Nota», pros-
pe ró esta última solución, << pero al discutirse con la Organización Sindical, ésta entendió que
debía darse una redacción similar a la de l arl. 22 del Reglamento de 1929. Así, tendrían
entrada en la Cámara por vía de designación di recta todos los representantes de los S indi-
catos, Agrupaciones Sindicales, ele. que no hubieran sido eleg idos para el cmgo ele miem-
bro>>. A ello se oponían los representantes de Ministe1io y Cámaras, ya que «por este
procedimiento se elude el sistema representativo que tanto preconiza la Organ ización Sindi -
cal, debiendo quedar al arbitrio ele cada Pleno la designación de aquellas personas que pue-
dan cooperar o asesorar mejor al Pleno ele la Corporación».
Está c laro que la Organización Si ndical, que no renunciaba a controlar las Cámaras que -
ría aprovechar la figura de los cooperadores natos o en virtud de su cargo como vía de ac-
ceso a sus Plenos.
Una úl tima cuestión, «objeto de especial preocupación y recelo por parte ele la organi -
/.ac ión Sindical>>, era la referida a las relaciones intercamerales, entrevistas como un com-
petidor de la organ ización territorial sindical. El te mor a otorgar posibles concesio nes a
e ntidades que se consideran rivales, late tam bién aquí.
Finalmente. e l control de las Cámaras acababa por generar otro ti po de enfrentamientos
ele carácte r interministerial, como muestra el añadido final ele esta Nota que estamos come n-
tando:

«El representante del M 0 de Industria, respecto ele la composición de l Consejo S upe ri o r de


Cámaras. man ifestó s u opini ó n d e que e n e l mismo debían estar represent ados tres repre -
senta ntes de dic ho Departamento ent re los miembro s nombrados por e l M inistro de Comer-
c io. Este Ce ntro mantuvo con 1i rmeza su opo:-- iciún a la mencionada propuesta» 29

El Mini sterio ele Comercio se cerraba en banda, así y contra toda lógica, a compartir
control es con qu ie n, como e l Ministerio de Industria, debía tener asimismo competencias
sobre las Cámaras. dada su composic ió n. Las conside raba, evidentemente, como un instru -
mento privati vo ele su propia po líti ca.
Aparte de las fuentes analizadas hasta aquí, en el Ministerio de Comercio se conservan
varios informes o comentarios relacionados con el Proyecto de Reglamento, las objec iones
ele la Organi zación Sindical y c uestiones que afectaban a las relac io nes Cámaras-Ministerio
de Comercio. Algunos recogen con ciena amplitud determinadas c uestiones; otros, por con-
tra, son breves apuntes. Pero, en cualquier caso, constituyen un conjunto documental de ex-
trao rd inaria importancia, hasta hoy no estudiado, para entende r como el Poder Público
conceb ía a las Cá m ara s~0 •

29 A.M.C. , 1056.
30 Esta documentación. al igual que toda la que le precede. rigurosamente inédi ta. no ha si do utili-
7.ada e n ninguna de las obras publicada> sobre C ámaras de Comercio.
LAS CÁMARAS DE COM ERCIO EN EL FR AN Q UISMO 123

Gracias a dichos documentos", conocemos las alegaciones del Ministe rio de Comercio
a las propuestas de la Organi zació n Sindical relativas a detem1inados artícul os, espec ialme n-
te conflictivos, del Reglamento de Cámaras, cuya elaboración había de ser, como antes ad-
verti mos, negociada entre ambas partes.
Difícilmente podía el Ministerio aceptar las alegaciones de la Organi zac ión Si ndical,
que pretendía que tan sólo se citara como referente legal del Reglame nto lo dispuesto e n la
Ley Sindica l de 17 de febrero de 197 1. Por supuesto, las Cámaras rechazaban tal pretensión,
abogando por que quedaran citados los tex tos legales que regían las Cámaras, pues de no
hacerlo, se incuní a en el riesgo de q ue después se intentara entender, aún contra toda ley,
que aquellos quedaban dcrogados12 y sobre todo, para conservar lo que se denomi naba << un
paraguas protector>>, que les dejara a salvo de interferencias sindicales. Se pretendía evi tar
«el dejar a las Cámaras un tanto al aire , con e l insuficiente y arriesgado anclaje de remisión
a la Ley Sindical »; no se quería dar esa ventaj a a la Organización Sindical, máxime si se
tenía en cuenta que «ya se admitió que al final de l primer párrafo de la Disposición Adic io-
na l C uarta, número dos, se añadiera por la Ponencia de las Cortes la coletilla de ·y todo ello.
de ac uerdo con lo establecido en esta Ley' cuando se publicó el texto definitivo de la Ley
Sindical de 17 de febrero de 1971 >> 0\ texto que parecía entrar den tro del espíritu transac-
c ional que d ictó aquella disposic ión. aunque ya hemos visto cómo para algunos j uristas no
parecía el lo entrañar trascendencia alguna. En cualquier caso, las Cámaras no querían dejar
resquicios a futuros de bates jurídicos. Así, se afirmaba que : «A las Cámaras les conviene
que se citen aque llas leyes expresamente en los Artículos primeros del Reglamento Gene ral
porque dichos Textos son inmutables práctica y absolutamente y recobrarían su fue rza en
todo momento, sin necesidad de instancia alguna. en todo aque ll o q ue un nuevo régi me n
sindical altere» 1.¡; por ello. se afirmaba que
« Nos pronu nciamos rotundame nte porq ue se c ite n d ic hos textos legales (se re fiere a la Ley
de B ases y al Decreto de 1929) q ue , hoy por hoy, constituyen la leg islación orgá nica básica
y fund a me nta l de las Cám ara~ Oficiales de Co mercio •>' 5 .

Como contrapm·tida. se ace ptaba una fúrmula propuesta por la Organi zación Sindical
para delimitar el ámbito de competencia de las Cámaras, que se remitía al ambiguo co ntexto
de los intereses generales del comerc io , la industri a y la navegación 36.

3 1 A.M.C. , 1056. Nora sobre Distintas fórmulas de redacción que se propugnan en el anteproyecto

de Reg /mnemo Cenerul de Cúowras para aceptar. con las rwruroles reservas y pre1·isiones, las observa -
ciones .fimmt!adas pur la Organi~ación Sindical.
.1c Ta l pretensió n se ca li ficaba negativamente en e l pla no jurídico, ya que «podría constitui r una fór-
mul a derogatoria, no ad miti da po r la Ley de P rocedim iento Adm inistrativo y la de Régimen Jurídico de la
Admin istrac ión del Estado, pues resul!a anómalo que en e l texto de c ualqu ier regla mentac ió n no se invoque
la legislación de más alto rango que la mo ti va y j ustifica».
-'·' A.M.C.. 1056. Now sobre distintas .fórmulas ... , cit., p. 6.
l .J A. M .C.. 1056, Nora sobre distillfas .fónnulas... , cit.. p. 1 (subrayado o rigina l).
~:; A.M .C., 1056, 1Yota sobre distintas fó rmulas ... , cit. , p. 6 .
.<ó A.M .C.. 1056. Nota sobre distintas Jiinnulus .... ci l .. p. 5. Las razones de esta aceptació n aparece n
L'iarame nte vi nc uladas a la formulac ión sobre la disti nta re presentatividad de Cá maras y Sindicatos, sie ndo
los " intereses ge nera les>> ya conocidos el marco de refe rencia e n e l que se sitúa este info rme : <<En rea lidad
nada se pie rde si queda intacto el texto del Reglamento Ge ne ral e n muc hos de sus a rtíc ulos que hace n ex -
presa re fe renc ia a la representación, fomento y defe nsa de los intereses genera les de l Comercio, la Industria
y la Navegación.
124 L SANTIAGO DÍE/ CANO

Por último, se refería el Informe del Ministeri o a la propuesta de deno minación que se
quería dar e n e l nuevo tex to a las Cámaras, y q ue era simplemente la de Cámaras Ofic ia les
de Comercio. Esa propuesta no se aceptaba más que como fórmu la abreviada y siempre q ue
«q uede a salvo q ue nuestras Corporacione s tie ne n c omo fin úl timo, aparte de su carác te r de
Corporaciones de de recho público y órganos co n ~ ulti vos , la representació n, fomento y de-
fe nsa de los inte reses generales de l Comercio, la Industria y la Navegación>>, adem ás de que
existiera una disposic ión fi nal (<<nunca de carác ter transitorio y temporal») que deja ra bien
claro que e llo no entrañaba un cam bio efecti vo de de no minac ión. Aceptar esa propuesta se
presentaba falsa me nte como una «valiosa concesión» hecha por el Ministerio y las Cámaras,
pues se argumentaba e l «riesgo» ex istente de que pud iera originar, la secesión de industriales
y nautas de los censos de las Cámaras. Ya hemos visto cómo para ev itar esa situación, se
to maban toda c lase de precaucio nes.
Hasta aquí he mos examinado la posición de las Cámaras en orde n a salvaguardar un
campo específico de acción bajo la protecc ión de l M inisterio de Come rcio y evitar las pre-
tensiones de control de la Organizació n Sindica l.
Veamos aho ra e l terna de la c o nfi g uración del Consejo S uperio r de Cáma ras e n el
n uevo texto, q ue había ido adquirie ndo crec ie nte trascende nc ia y q ue e xpresaba de for-
ma d iáfana c uá le s era n las in te nc iones mi nisteriales respecto a las func iones y futu ro de
las Cámaras.
La estructura y funciones del Consejo Superior se detal laban e n el capítul o de l An-r
teproyecto de Nuevo Reglamento de Cámaras, aunque había otros artíc ulo s que regulaban
a lgu na de sus func io nes. La importancia de este capítu lo era especial. <<pues es el único que
introduce verdaderas novedades e n relación a la O rden Min iste rial del año 1966 y tambié n
po rque depe ndie ndo de la reg ulación q ue se dé a l mismo depende el futuro de las Cámaras
españolas en general, con la responsabilidad política que ésto lleva consigo» 17 . Antes de e n-
tra r e n el a t1ic ulaclo. los responsables del Mi niste rio se hacen tres preguntas sumamente sig-
nifi cati vas para «te ne r un crite ri o con el que examina r los sucesivos at1ículos>> Eran las
sigui entes:

<<a) ¡,Q ué le inte resa a l M iniste rio ele Comerc io en re lac ió n a las Cáma ras·)
b) ¿Qué hay detrás de l R eg la me nto actual. Cuáles son sus implicac iones y consec ue nci a s"1
e) ¿Cómo se ha tomado partido, al redactar el proyecto de l R eglame nto. e n la actual polé-
m ica política sobre el tema?»'x.

El á mbito de su competencia no viene dado ni desvirtuado porque fi g ure tal inciso, sino por el
conjunto del contexto reglame ntario y su n aturale~:a jurídica. e nca minado básicame nte a di cha re presenta-
tividad de intereses gene rales que delimitan y d iferencian a las Cámaras de los Sindicatos creados para '" la
representación en excl usiva de los inte reses profesionales y económicos'">>.
' 7 A. M .C.. 1056. li¡forme sohre Proyecto de Reglamento v Consejo Superior d e Cú111uras. p. 2. Ya
he mos comentado cómo la Orden M iniste rial de 1966 e ra espec ial mente cernralizadora y mediatiütdora en
re lac ión con las ac tividades ca mera les.
Nótese a ho ra cómo el proble ma came ral y hasta ';u futuro aparece di rectamente vinc ul ado a c uál
;,ea la regulación que se dé a lo que no debía de ser más q ue su órgano coordinador, el Consejo. Esta vin-
c ulación. por sí misma, es suficie nte me nte expresiva de c uál era la mentali dad ministerial respecto a las
Cámaras y sus funcio nes.
'R A. M .C., 1056, l11[orme sobre f'royecto ... , cit. p. l.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO J:N EL FR ANQU ISMO 125

A la primera y fundamental pregunta, se daba una contestació n breve y concisa: «Al


Ministerio de Comercio le interesa que el mundo camera( en gene ral sea fuerte». Y ¿por
qué?:

«tanto por razones políticas (asociac iones leg alme nte establec idas y dependie ntes de él).
como por ramnes de apoyo a su propia política de departamento. como, por último, por ra-
zones prácticas (al te ner un personal especiali .-:ado repartido por todo el país que puede co-
laborar en el trabajo del departamemo)>> 19

Esta respuesta denota paladinamente el concepto instrumental que el Ministerio tenía de


las Cámaras. en cuanto asoc iaciones de pendientes destinadas a respaldar y legitimar sin di s-
cusión su po lítica. Resultaba para e ll o úti l atribuirles algún género de demagógica <<repre-
sentatividad» formal , que fuera lo más ambigua posible y estuviera coartada en la práctica
mediante toda una serie de mecani smos limitaclores que ya conocemos.
Cabe suponer que la aportación burocrática, en personal especial izado, de las Cámaras,
no sería sustanc ial más que e n e l caso minoritario de las grandes. La red de Cámaras forma-
da por pequeñas instituciones con c iertos medios y personal podía sin embargo prestar cie r-
tos servicio, como recogida de información econó mica, estimac iones de la coyuntura, etc.,
y c uyo mejor exponente serían las Memorias.
¿Era esto suficiente para que se intentase <<fortalecer>> tal y como aseguraba el Mini ste -
rio? No, desde luego, si por f011aleza entendemos autonomía, capacidad ele iniciati va o de
presión.
La forma en que se intenta articular e l Consejo Superior de Cámaras revelará que no
había cambiado la voluntad mini sterial de mediatizad as. La estructuración del Consejo no
obedecía, en efecto, al inte nto de proporcionar a las Cámaras un órgano coordinador que
facilitara su gestión e hic iera más ope rativas sus reivi ndi caciones. Se trata más bien, de nue-
vo, ele ne utralizarlas. sometié ndolas al control de un o rganismo ho mogeneizador y aun su-
plantador, aunque esa imposición se ofrezca de nuevo demagógicarnente como una
concesión. destinada a consolidarlas:

« En temas y asuntos de ámb ito nacional, es impresci ndible evi tar opi niones discorda111es
entre Cámaras di stintas y conseguir para las Cámaras la fuerza política y de persuasió n que
supone actu ar unidas. La unión entre estas corporaciones y la posibi lidad de actuar co n un
ú11ico inrer/ocw or es la úni ca manera viable de presentar una defe nsa eficaz a las interfe-
rencias del pode r sindical, al estar éste ce ntralizado»40 (Subrayado nuestro).

Pero, por si acaso quedaba alguna eluda ace rca ele la insinceridad ele todo este pl antea-
miento, se expresa a conti nuación:

<< Por su carácter colegiado. e l Consejo es especia lmente adecuado para ser brazo largo y
apoyo político del Ministerio de Comercio»41 .

Que ello era res ultado no de un capricho coy untural sino de una larga trayec toria
hi stórica. tambié n se ponía de re li eve . aderezándolo además con un recordatorio de cón10

39 A .M .C .. 1056. h~fonne sohre Proyecro ... , cit. p. 2.


40 A. M.C., 1056, lnjárme sobre Proyecto ... , cit. p. 2.
41 A.M.C., 105tl, Jnjórme sobre Provecto... , cit. p. 4.
126 L. SANTI AGO DÍE7 CANO

ello sirvió de freno indudable a las aspiraciones sindicales durante la discusión de la Ley
Sindical42 .
No ha de sorprendernos, pues, que se denuncie el texto reglamentario que estamos con-
siderando, pues éste «lleva consigo de una manera sutil pero e ficaz, la destrucción práctica
del Consejo Superior», tan evidente a juicio ele los autores del Informe que éstos no com-
prenden <<cuáles son las razones que han inducido a no hacerlo más abiet1amente>>. En e l
articulado del Reglamento. afirman, faltan los c uatro puntos que <<Se consideran impresc in-
dibles para que el Consejo no sea un organ ismo muerto»: adecuada definici ón y señalamien-
to de sus funciones. posibilidad de vinc ulación de sus acuerdos; un director ejecutivo como
motor y supresión de la laguna legal re lativa a cuál es el ám bito de competenc ia deliberante
para las Cámaras.
Si creemos a los informantes, no existía en el conjunto ele las Cámaras una posición
unánime respecto al di seño del Consejo Superior, sino que había dos bandos claramente de-
finidos:
<< Por un lado, algunas Cámaras fue rtes como la de M adrid y Barce lona. son pa t1idarias del
deb ilitamie nto del Co nsejo y po r lo tanto. estarían mu y co nfo rmes con e l proyecto de Re-
gla me nto actual. El otro bando, compuesto por e l Consejo mi smo, las Cám aras pequeñas y
alguna Cámara grande co mo Bilbao, Sevilla, Santande r, Zaragoza, e tc. son partidarias de un
re forzami e nto del Consejo o en todo caso del mante ni m ie nto del statu quo actua l>>43

Para el autor del Informe, la polémica no dejaba de ser «absurda>> y basada <<más e n
razones personales que en motivos objetivos». Al fin y al cabo «el Consejo lo fo rman las
mi smas Cámaras y ( ...) un ac uerdo del mismo no es más que la expresión de la opinión de
todas las Cámaras del PaíS>> .
E n definitiva, el informe que acabamos de analizar, abogaba por la radical transfo rma-
c ión de toda la normati va referida en el Proyecto de Reglamento al Consej o Superior de
Cámaras, destacando como imprescindibles e intransigibles los cuatro puntos que hemos re -
señado. El Informe terminaba con la siguiente reflexión de tipo general:
<<En general, y co mo punto final. dictar un nuevo Reglame nto puede se r u na mag níf ica
oportu nidad para corregir las deficienc ias de la re lación Mini ste rio-Cámaras qu ~ ex iste n e n

42 A.M.C., 1056. l nfárme sobre ProYec/0 ... , cit. p . .t. << Algunas opiniones han discutido estas ideas

sobre la fin alidad y razón de ser del Consej o. A este respecto, es convenieme recordar q ue la política del
M inisterio de Comercio desde el año 1929 ha sido de un prog resivo reforzamiento del Consejo Superior,
siendo bue n ejempl o de e llo la Orden Ministerial de 1966. Por lo tanto, deben aducirse razones pode rosas
para implantar un cambi o brusco en esta política. Al misn1o tiempo. también es alecc ionador recordar las
incidencias ocurridas con ocasión de la disc usión en las Cortes espa ñolas del proyecto de Ley Sindical. q ue
confirma la idea de que si no existe un Consejo vivo. las C{l maras habrían dejado de ex istir». lbidem. p.
4. La última opin ión es francamente capciosa, por cuanto no resulta imprescindible la acción del Consejo
si ex iste un mundo camera! fuerte ; Jo que e l tex to no aclara es e n virtud de qué puede optar el Mi nisterio
por esa pol ítica de reforzamiento del Co nsej o, atentando contra las propias disposiciones reguladoras de la
vida camera!.
43 A.M.C.. 1056, Informe sobre Proyecru... , cit. p. 6. Se ría de mucho interés conoce r cu<í l f ue la pos-
tura concreta de cada una de estas Cámaras. La ausencia de datos parece especialmente signifi cativa en el
caso de la Hiswria de la Cámara de Madrid, e n donde se den uncia, sin embargo, la interferencia sindical.
C reemos que, aparte de otras conside raciones, e l hecho de q ue e n la actuali dad. la preside ncia de ambos
o rganis mos. Cámara de Comercio e Jndustria de Madrid y Consejo Superior de Cá maras recaiga en la mi s-
ma persona. no favorece una indagación de tal materia . En e l caso de la Cámara salmantina, desgraciada-
mente no se conservan notic ias acerca de cuál fue la postura de la mi sma en ésta cuestión.
LAS CÁMARAS DE COMeRC IO I ' N EL FRANQU ISMO 127

la actua lidad. y no si mplemen te dest ru ir a lg unas de las pocas cosas buenas q ue se han he -
c ho. Piénsese que e l Consejo ha vivido bajo la daga y a menaza de la pro mulgació n de la
Ley S in dica l y no ha podi do desan·oll arse a u n rit mo no rm al. Ta mpoco los interloc uto res de
nuestro pro pi o Min iste ri o en relación a las Cáma ras han sa bido a lo largo de los úl tim os
ti empos sacar todo el pa rt id o q ue podían habe r hec ho. El mun do ca me ra! puede se r a lgo
mu y im po rta nte e n este país y q ue debe ser utilizado po r todo e l Mi ni ste ri o. En este se nt ido.
una adscripc ión de l tema a la S ubsecretaría de Comerc io nos parecería un import ante sig no
de eficacia >> 44 .

No cabe ning una duda acerca de c uá les eran las inte nciones mini sterial es respecto al
futuro de las Cámaras. La ad sc ripción a la Subsecretaría de Comerc io e n vez d e a la Di rec-
c ió n Gene ra l de Comerc io In terio r, que se post ul a ta mbié n e n otro brevís imo in fo rme refe-
rido a la problemática de las Cámaras en ge ne ra l 15, reve la la preocupac ió n mini ste ria l por
d ina mi za rlas. No se ig no raba que la opin ión les era ento nces mu y desfavo ra ble; q ue se las
ac haca ba e n ocasiones dejadez, y que se las ac usaba, con razó n, de ine fi caces e ino perantes.
Pe ro, ¿ po r qué? Las Cámaras, se reconocía, no era n las ún icas res ponsabl es ele aque l estado
d e cosas. C ie rtamente hubie ran pod ido hace r más, pero una parte de c ulpa e ra imputabl e a l
Min isteri o, que «hubiese de bido hace rlas juga r adecuadame nte>> 46 . En ningún mome nto, este
planteamie nto pasaba por imag in ar q ue la me di ati zac ió n y cont ro l admini strati vos hu bieran
sido nocivos. Por e l contrario, la terapé ut ica para la e nfer medad camera ] parecía ser aume n-
tar su intervenc ió n. De aquí que las recetas para ay udar a la rev ita li zac ió n de l mundo came-
ra! fueran : la ac tuación en los Reg la me ntos de Régi me n Interior de las Cámaras y e l
Consej o, para darles mayo r flex ib ilidad y ag ilidad: el establ ec im iento de la fig ura de un Di-
rector Ge rente, q ue suplie ra la ele los Secretari os; la ampliac ió n ele la vía im p ugnatoria has ta
el prop io M ini stro y no has ta la Dirección Gene ral de Come rcio Interi or; la depe ndenc ia de
la Subsecretaría. a l me nos e n cuanto a la dependenc ia fun c io nal y po lític a, ya que no parecía
muy lóg ica la adscripció n a la Dirección Ge neral de Comercio Inte ri o r, «Si tenemos e n c ue n-
ta que la mayo ría ele los te mas tra tados por estas Cámaras no corres po nde n a as untos de
co merc io interi o r y que por otra parte la actuac ión ele las Cúmaras interesa no solame nte a
un a Direcc ió n sino a todo el Mini steri o>> 47 . La pol ítica de mejoramiento p ropuesta no con -
te mpl aba en absolu to inc remen tar la autonomía fu ncio na l de las Cámaras.

E n res umen, podemos concl uir lo sig ui ente:


En primer lugar, uno de los sujetos de la polémica, las Cámaras, está suplantado e n la
ba ta lla por e l Min isterio de Comerc io , esto es, e n e l fo ndo, la confro ntac ió n no se pl antea
tant o e ntre la Organizac ió n Sindical y las organ izaciones camerales, c uanto entre e l Min is-
terio de Co merc io y los S indicatos, lo c ual tras lada este as unto a l cam po po lítico antes que
a l terreno de la pura o rgan izac ión ad mini strativa. A l m ismo ti e mpo, eso refu erza la tes is de
q ue la intervenció n min isterial e n la vi da de las Cámaras pe rsigue ese nc ialmente hacerlas
títeres de la Ad min istración .

.¡_¡ lbiu em. pp. 12- 13. Nótese. en un mero análi sis semán ti co. la util izac ión de térmi nos co mo << sacar
parti do>>, << uti lizar»: o las acotaciones ace rca de las <<deficie ncias que ex isten » o las << pocas cosas buen as
q ue se han hecho ».
~ 5 A.M.C.. 1OSó. El Info rme consta de sólo dos páginas y ll eva el sugerente en c:~bezamien t o de Te-
lila s que corresponden exclusiva111ente a las Cá111Clms r qu e con vendría pensar sobre ellos.
46 A .M.C .. 1056, Ten1as ... , cit. p. l.

47 A.M .C .. 1056. Temas ... , cit. p. 2.


128 L. SANTI AGO DÍEL' CANO

No inte resa propiamente al Ministerio en efecto potenciar a las Cámaras, sino ampliar
y acotar un campo ele acción específico y privativo, celosamente g uardado frente a cualquier
competidor, y no únicamente al antagoni sta sindical: recuérdese su oposic ión a la presenc ia
ele representantes de l Ministerio de industri a en cie1tas comisio nes. En definiti va, cuando
Comerc io hablaba ele <<portavoces», en realidad, se propon ía «reestructu rar para someter>> e
<<instrumentar>> mejor a unos organismos que demasiado ocupados en sobrevivir, mal podían
resistirse a su superior jerárquico protector y dominador.
A menudo se ha supuesto que las circunstancias de la política comercial exterior y el
pape l que e n e lla podían jugar las Cámaras, ejercieran a lguna influencia en las posturas to-
madas con e llas. Sin embargo, no creemos que puedan ni deban desde ñarse como factores
explicativos los ele la política intema y los enfrentamientos interclepartamentales. Sánchez
Blanco ha apuntado que en definitiva la polémica Sindicatos-Cámaras sería falsa. dadas las
vinculaciones ex istentes entre impo rtantes dirigentes sindicales y destacados elementos rec-
tores del Consejo Superior ele Cámaras, por ejemplo4 x. Sin embargo, puede parecer más real
si se ana liza desde la perspecti va ele los enfrentamientos políticos en e l seno de la Adminis-
u·ación.

4x Sánchc.-: Blanco. A .: Op. cit., pp. 1410- 14 12.


LA ASAMBLEA DE CÁ MARAS DE 1977: RECAPITU LACIÓN SOBRE LA TRAYEC -
TORIA CA MERA L EN EL FRAN Q UISMO

Mientras las Cámaras e uropeas, como hemos visto, habían sido capaces de irse aco mo -
dando al cambio de los tiempos, la trayectoria de las españo las las situaba en una posició n
muy di fícil. Desvirtuada su naturaleza original, no habían sido capaces entre 1939 y 1975
de encontrar una altemati va funcional viable, similar a la de sus homónimas europeas, q ue
pa liara o ev itara su progresivo vaciamiento de sentido.
Quizás el mej or resume n de la s ituac ión en que se encontraba n y de los meca ni s mos
defensivos que iba n a arbitra r, se e ncuent re e n los de bates y concl us iones de la X
Asamblea Naci o nal de las Cámaras Ofi ciales de Comercio, Industria y Navegac ió n
d e Españ a, celebrada e n Mad rid e l 17 y 18 de mayo de 1977 1 • En ese mome nto, j usto al
inic io de l proceso ele transición democrática española, cuando es claramente perceptible que
una nueva etapa hi stórica se está a briendo, el conj unto ele las Cámaras se va a interrogar
sobre su futuro y organización en e l contexto político democrático que lentamente se iba
constituyendo.
A nuestro entender, resul ta en principio muy significativo e l mismo hecho ele la convo-
catoria ele la Asamblea ele Cámaras. Según la Memoria ex plicativa ele la misma, fue en una
sesión plenaria del Consejo celebrada en Barcelona el 22 ele Febrero ele 1977, cuando se
acordó. «a iniciativa del Presidente ele la Cámara Oficial ele Comercio, Industria y Navega-
c ión de Cart age n a »~ . la convocatoria de una Asamblea Naciona l «que perm it iese una re fle-
xión y planteamiento fund amental acerca del fu turo de estas Corporaciones, como respuesta
firme y e fectiva ante la problemática derivada de una nueva etapa histórica>>' . Parece dedu-
c irse ele estas afirmaciones que, en esta ocasión, la iniciati va parte realmente ele las Cámaras
y no ele la Ad ministrac ión. Da la sensación ele que, como vamos a comprobar, las Cámaras
se sienten parcialmente <<liberadas>> del corsé oficial y se atreven a to mar una decisión con
re lati va autonomía. Al mi smo tiempo, late en todos sus de bates una conciencia ele que hay
q ue recuperar e l tie mpo perdido, como si se comprobara q ue e l periodo transcurrido entre
1940 y 1977 constituía una página a cetTar. Véase si no e n qué térmi nos se defi ne «la fina-
lidad fundame ntal de la Asamblea>>, que estribaba en

<<e l propósit o de las Cámaras de trazar, de ntro d el profund o y acele rado proceso de transfor-
mación de la rea lidad espai'ío la, nuevos y a m biciosos objetivos, con obj e to de de fe nder y
pro mover con la máxi ma e ficacia los intereses generales que represen tan.
Se ha tra tado. po r tanto de debatir en un foro nac ional, e l nuevo contorno de las Cámaras
Ofic ia les de Co me rcio, ind ustria y Navegació n d e España. :.Ko rda r pla nes de actuac ión
efec tiva para e l futuro y ofrecer, e n definitiva. la verdadera image n de unas Cámaras a l ser-
vic io de l desarrollo econó mico de nuestro país>> 4

1 Memoria. Asamhll:'a Na cional de las Cámarus Oficiales de Comercio. Industria v Navegación de


Espwia. Ma.m . 1977.
Ml:'moria .. .. op. cit., p. 6. Es curioso e l hecho de que sea Cartagcna la Cámara que toma la inic ia-
tiva. Parece ex istir una tradición en este sentido e n la Cámara cartagenera, pues ele e lla salieron iniciativas
de importantes asambleas, algunas no celebradas, como la de 19 17.
3 lhidem.
4 lhidem.
130 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

Con ese horizonte, se definían como objeti vos de la Asamblea,

<<Trazar un pa norama del futu ro de las Cámaras de Comercio, an te la nue va situación d e Es-
paña .
De fin ir el papel de las Cámaras de Co mercio e n la vida económico -social.
C la rificar posturas de las C áma ras de Co me rcio frente a las nuevas organ izac iones patrona-
les y e mpresaria les.
A firm ar la vocac ión de se rvicio de las Cá maras de Comercio a las Pequeñas y 1'vlediana s
em presas como legít imos representantes e intérpretes suyos .
Destac ar la presen c ia de las Cámaras de Co me rc io e n las re lac iones económ icas internacio-
nal es de España.
Ace rca mi en to de la s Cámaras de Comercio y las Cáma ras españolas e n e l e xtranj ero >> 5

La utili zación de términos como defin ir, clarificar, afirmar, destacar, referidos a institu-
ciones con trayectoria tan dilatada, son indic ios más que suficientes de que las Cámaras se
da ban cuenta de que debían intentar recomponer su imagen y funciones . Este debate e n-
lazaría con el proceso de redefinición que deberían haber iniciado las Cámaras tie mpo
atrás y que las vicisitudes sufridas, especialmente de la contlicti va coyuntura de los años
treinta y el surgimiento de l Rég imen franqui sta, impidieron . Ya vimos cómo el único intento
de realizar un reacomodo, determinado por circunstancias externas, se ori entó a la mera bús-
queda de superv ivenci a. Desaparecidos los obstác ulos más visibles. la s Cámaras se enfren-
tan, con un retraso de por lo menos medio sig lo, a la tarea de e ncontrar para e llas se ntido y
entidad.
El deba te que en torno a estas cuest iones tu vo Jugar entre los representantes de las Cá-
maras, se plasmó en cinco Ponenc ias, que eran las siguientes:

<< Po ne ncia l. Una nueva perspectiva para las Cámaras Oficial es de Comerc io. In dustri a y
Navegación de España.
Pon e nc ia ll. Las Cá maras Oficial es de Comerc io. Indu stri a y Navegac ión de Espa11a y s us
Relac io nes co n Orga nizac iones y Asoc iac io nes Empres ariales e Insti tuc ion es Econó micas.
Pon e nc ia 111. Las Cámaras O fic iales de Comerc io, Ind ustria y Navegac ió n de Es paña y su
Acción e n la Peq ue ña y M ediana Emp resa Española.
Po ne nc ia IV. Presenc ia de las Cámaras Oficiales de Comercio. Indu stri a y Navegaci ón de
España e n las Re lac io nes Económ icas Intern acio na les.
Pone ncia Y. La Eco no mía Espaiío la y su Futuro >> 6 "

lhidem . Los obje tivos podía n encerrarse e n tre s propuestas : «Im portanc ia e imagen de las Cámaras
de Comercio en e l contexto econó mico y soc ia l de Espa ña. Acto de so li daridad de los hombres de las Cá-
maras de toda E'paña. Profesión de fe de las Cáma ras de Co merc io en e l sistema de lihre empresa_,. eco-
110/IIÍa de mercadO>> (subrayado ori g inal). Véase cómo aparte del último objetivo, ex presado - rec uérdese-

e n un momento de si ngular importancia, uno de e ll os radicaba e n ana li zar la importanci a y la << imagen>> de
las Cámaras. e n un reconocimiento implícito de los destrozos que bajo el franqu is mo se hab ían produ c ido
en este terren o.
6 lhidern. El trabajo de las Po nencias fue abord ado po r diversas Mesas, compuestas por varias Cá-

maras y abiertas al resto, pero ex isti ó un trabajo prev io, bajo la d irecc ión de esas Mes as. pa ra cada Ponen -
c ia: dicho trabaj o pre vio fue reali zado por una serie de equ ipos técnicos. adsc ritos a las Cámaras de Madrid
( Ponencias l y V), Barcelona (Ponenci a 11 ), Gijón y Valenci a (Ponencia III ) y Co nsejo Superior (Ponencia
IV) . Esa adscripc ión revela, en nues tra op inión, una im portante dos is de di rigismo por parte de a lgun as de
las Cámaras más importante s y el propio Consejo.
LAS CAMARAS DE COMERCIO EN EL FR ANQ UISMO 131

Parece necesario que recorde mos el contenido de las ponencias. especia lmente de las
dos pri meras, relacionadas muy directamente con la nueva situación y la herencia de l pasa-
do. Pero antes conviene reseñar algunas de las ideas que en el discurso inaugural lan zó el
Presidente del Consejo Superior de Cámaras, José J. de Ysasi- Ysasrnendi. Este, tras recordar
la coi ncidencia de las Asambleas camerales con momentos relevantes de la vida del país y
afirmar que las Cámaras, «en todo el mundo, defienden los intereses generales del comercio,
la industria y la navegación a través de todas las épocas y de todos los reg[menes polltieos>>,
recordó que los objeti vos de la Asamblea eran <<adaptar la estructura camera! a las nuevas
circun stancias>> , «hacer patente la presencia de las Cámaras en la sociedad española, ofre-
ciendo la Ferdadera imagen de nuestras instituciones como servidores incondicionales del
progreso económico y social ele España». <<reafirmar el carácter de las Cámaras ele represe n-
tantes auténticos y ¡•á/idos de los intereses generales del comercio, la industria y la navega-
ción que tienen encomendados» y «reali zar una profesión de fe en la libre empresa y la
economía de mercado>/ (subrayado nuestro).
Pese al deseo de iniciar una nueva etapa, se insiste en no abandonar, como ámbito de-
limi tador de la acción camera!, el ambi guo y contradictorio de los <<intereses generales>> .
¿Significa el lo que se erraba en el horizonte elegido y que no había capacidad para corregir
los errores del pasado? Es posible que no se reflexionara a fondo sobre lo contradictorio de
mantener un campo de acción equívoco. Pero en real idad, había razones para recurrir de
nuevo a esta incómoda opción. Recuérdese que el concepto permanecía explícito en la nor-
mativa vigente y que aún estaba reciente el recuerdo sobre su utilidad relativa en tie mpos
difíci les y, como vamos a ve r a continuación. la Asamblea debía abordar una espinosa cues-
tión : las relac iones con las nuevas organi zaciones empresariales.
En efec to. una de las tareas asumidas por la Asamblea era la de analizar el proceso ele
asociación em presarial en Espaii.a. En el debate participaron directamente, según se afirma-
ba. <<personalidades promotoras del movimiento patronal españob>x y éstas pusieron de ma-
nifi esto su creencia en la necesidad ele que hubiera <<una sola cúspide patronal que agrupase
a nivel nacional los intereses profesionales de los empresarios>>. ¿Cómo se compatibilizaba
eso con la persistencia ele las Cámaras?:

<<Unánimemente fue reconocida la distinta entidad de las Cámaras de Comercio y de las Or-
gani 7.aciones Patronales. Las Cámaras. por tratarse de Corporac iones de derecho público. y
organismos consultivos de la Administración, ostentan la representación de los intereses ge-
nerales del comercio, la industria y la navegación. adscribiéndose a las mismas la totalidad de
las empresas de su demarcación. Ello es una diferenciación nítida con respecto al carácter y es-
tructura de las Organizaciones Patronales, que promueven los intereses de índole profesiona l
empresariales, si bien al proyectarse, tanto las Cámaras de Comercio como las Organizacio-
nes Patronales, sobre la acti viciad económica y empresarial del país. fue asimismo insisten-
temente señalado en el curso de la sesión la compatibilidad entre sus distintas funciones y
naturaleza. con una eficaz colaboración al servicio ele la economía nacionai>>9

Asl, paradójicamente, por motivos distintos, se volvía a argumentos esgrimidos e n la


polémica mante nida por las Cámaras (y el Ministerio de Comercio) con la Organ ización Sin-

7 lhidenz. pp. 16- 17.


x lhide111. p. 25. El presidente ele la mesa redonda que sobre el tema se organizó fue Carlos Ferrer
Salat, Vocal entonces del Pleno J e la Cámara barcelonesa.
" 1/Jidt /11.
132 L . SAN TI AGO DÍEZ CANO

dical. ¿Se repetía también la historia? Puede pensarse, en efecto, que simplemente asistimos
al cambio de uno de los protagoni stas: las recién aparecidas organizaciones empresariales
sustituyen como antagonista potenc ial a la Organizac ión Sindical. Curiosamente, otra vez la
coincidencia entre los compone ntes de Cámaras y los de los nuevos organismos podía tam-
bién inducir a pensar en una reedición de lo que se ha calificado como <<fal sa polémica>>
entre Cámaras y Sindicatos. Sin embargo, tales simil itudes son engaüosas. Creemos que la
situación es diferente, pues aparece invertida en un punto básico. En la polémica anterior,
los protagonistas del enfrentamiento eran los Ministerios de Comercio y ele Relaciones S in-
dicales y la cuestión a ventilar, básicamente, el reparto ele poder entre sectores ele la Admi-
ni stración y, secu ndariamente, el papel ele los grupos e mpresari ales e n la sociedad española.
Ahora, son Jos e mpresarios los actores principales. Aunque la Administración toma postu-
ra10, apoyando esta propuesta, lo cual no deja ele tener importancia, el debate, por primera
vez en mucho tiempo, se produce en el seno ele los grupos empresariales q ue toman una
decisión simi lar a la de otros países, como es la ele adoptar una doble estrategia empresarial:
separación ele ca mpos ele actuación y unificación ele ejecutores 11 .
Es evidente que esta propuesta parte ele las Cámaras y en e llas se gesta, y que las pa-
tronales van a c uesti onar después esa resolución. Pero e llo no impide dos valoraciones po-
s iti vas ele la ini ciativa camera!: en primer lugar, ésta revel a sentido ele la oportunidad, al
producirse en el momento en el que se inicia el proceso ele transición política hacia la de-
mocracia y tambié n en el preciso instante en el que las organizaciones patronales comienzan
su estructuración; en segundo lugar, se ha procedido con pragmatismo. teniendo en cuenta
las func iones que podían desempeñar las Cámaras, organi smos que, a pesar ele sus consta-
tados fallos estructurales, no dejaban ele tener una organización montada, unos recursos dis-
ponible s importantes y unas conex iones internas y, sobre todo, externas, de notorio relieve.
Si el proceso ele redefinición no logró mayores resultados, ha sido, a nuestro entender, por
dos razones que aú n hoy gravitan sobre las Cámaras.
Una ele ellas es intema: la carencia ele alternativas para los <<intereses generales>> como
á mbito ele referencia, con las contradicciones que ello implicaba, y, al mismo tiempo, el ele
la normativa general que regía las Cámaras, con todas sus anomal ías.

10 El Mini stro, José Lladó Fernández-Urrutia, en el discurso de clausura, afirmó lo siguiente: «Las

Cámaras. como habéis vosotros mismos señalado, defin iendo vue stra propia o pción, deberán estar alejadas
de esa pro blemática d iari a. cuya compe te ncia más concreta han ele asumir las organizaciones patronaJe;; y
sindica les. Es ev idente que su capaciclacl de aislamiento frente a est as organizaciones. y en particu lar las
patro nales, vendrán (s ic) dada en re lac ión directa con su capacidad ele asumi r la tit ularidad efectiva e n de-
fe nsa de intereses gene rales y en relació n in ve rsa con su aproximación a la defensa de intereses específicos
y situacio nes coyun turales». fhidem, p. 32.
11 Uno de los apartados de la cuarta conclusión de la Ponenci a L que recorde mos hac ía referencia a
·<U na nueva perspecti va para las Cám a m~ Oficiales de Comercio, Industria y Navegaci ón de Espaíia>>, afir-
maba. que <•en re lació n con el movimiento asociati vo empresaria l o patronal, las Cámaras ofrece n su cola-
boración para la constir.ución de Asoci ac ione~ ele carácter sectoria l, q ue se ocupe n, predominantemente , de
lo!> intereses profesio na les ele carácter sociolaboral tanto a ni ve l sectorial como te rritorial. perfilúnclose así
sus concretos cometidos, asumiendo las Cámaras. como sucede en los países europeos de inmediata equi -
paració n (franc ia. ltalia y Alemania. entre otros) la representación, defen sa y fo mento de los intereses ge-
ne rales del comercio, la industria y la navegac ió n. ofreciendo, ade más, su colaboració n técnica. asesora y
o pe raati va para e l tratami ento de los aspectos mercantiles e industria les que pudieran acometer las Asocia-
ciones sectoriales>'. lhide111, p. 34.
LAS CÁ MARAS DE COMERCIO EN EL F RANQU ISMO 133

La otra razón es externa y ha dependido de la evolución del movimiento patronal espa-


ñol. Este se ha potenciado de forma importante y para muchos de sus actuales rectores, la
posición que , frente a la Admin istración , ha tomado el conjunto del mo vimiento camera !,
re sta importancia a su función como asociación de empresarios. Un sec tor de la patronal
española no comparte la idea de que puede ex istir una doble estrategi a emp resarial o, si se
quiere, varios cauces de organización de los empresarios. De nuevo, como hace muchos
ai1os, se plantea la ac usac ión de que la <<oficialidad >> de las Cámaras de Comercio va en
detrimento de su autonomía.
Puede ser que en esta opinión haya intluido el negat ivo papel jugado por la Adm ini s-
tració n en la trayectoria de las Cámaras y que, para el periodo franq ui sta. hemos constatado
suficientemente. Sin embargo, es más probab le que sea el propio modelo camera] el que se
c uestiona. Al fin y al cabo, a partir de l in icio del proceso de transición democrática, la Ad-
ministración toma en relación a las Cámaras un papel mucho más coherente con la norma-
tiva vigente y despojado de los planteamientos más radicales de la etapa fran qui sta. El
ministro Lladó respondía de manera posi ti va a las pretensiones camerales, contenidas en las
conc lu siones ele la Asamblea, relativas a la asunc ión de

<da respo nsabi lidad que entral'ia el p leno ejercicio de todas las fac ultades y atri buc io nes q ue
su legi s lación orgánica les otorga con la oport una y necesaria acomodac ió n a las exi ge ncias
de la realidad económica y social de España en gene ral ( ... ). Así( ... ) En re lación con la Ad-
mini stración, las Cámaras en tiend e n que para as umir con p lena responsabilidad la repre sen -
tació n ele los inte reses ge nerale s del co m erc io, la indu s tri a y la navegación. es ne cesario que
te ngan libe1tad e independencia de actuación resp ecto a la Admini s tración Pública. si n p e r-
juic io de su debida ad scripción administrativa» 12.

El ca mbio producido, si no profundo, era significati vo. Su plasmación inmediata estuvo


en la reorganización que supuso la reforma de 1978 y la renovación que se produjo desde
entonces, al re in staurar el proceso electoral. Sin embargo, no tomó la Administración la ini-
ciativa de mejorar determinados problemas orgánicos que aún hoy subsiste n, lo cual no debe
ext rañar si se tiene en cuenta que, pese a este posit ivo cambio de ac ti tud , el Poder Público
se mant ie ne en tre la inercia util itarista y el des interés en su consideración ele los organ ismos
camerales 13•
Con el cambio políti co y social del país. las Cámaras aprovechan. no obstan te. todas las
opottunidacles: van a intentar ahora mejorar la relación con sus «electores>>. En una confe-
sión implícita del alejamiento sufrido por la institución respecto al conjunto de comerciantes

12 lbide111, p. 34. Es parte de la citada conclu sión c uarta de la Ponencia l. La contestación de l Mi -


nistro se hacía en los siguientes términos : << ... las Cámaras hahrán de rec lamar y habr:í n de gO?ar de un
mayor g rado de autonom ism o y de libertad en sus decisiones y en e l pl a nteamiento de sus objetivos, y es
ev id ente que la prese ncia de la Administración f rente a las Cámaras, aun s iendo muy reduc ida ya hoy . habrá
de ser tal que no coarte el pote ncial que resuma las iniciati vas que puedan y deban proponer>>. lb idem , p.
32 . Es ta aseverac ión era, por ot ro lado. un reconocim iento implíc ito de la a nómal a s itu ació n anterior. a
pesar de qu e el ministro no in ten tara denunc iar la s ituación del pasado.
13 No es este el lugar de histo riar la etapa más rec iente de las re laciones Cámaras-Admin is trac ión-

Orga nizacion es Patronales. pero sí nos g us taría apuntar que en la etapa m ás reciente conviene tomar no ta
Je que el sector gubern amenta l parece sent irse pres ionado con alguna fuerza por la mayor organ izaci ó n
patronal (la CEOE) en e l se ntido de << vaciar» de con ten ido a las Cámaras. Ello e s mues tra de q ue las rela-
ciones Je fuernts ha n cambi ado de a lg una forma, aunque la parte más déb il sig ue sie ndo. como en e l pa-
sauo. la de las Cámaras.
134 L . Si\NT IACO DÍEZ CANO

e ind ustrial es, se manifestaba como un o de los objeti vo s a c ump lir, com o a lgo «urge nte y
necesario >> el d e

«rep lantear todos los ins trume ntos y cauces de cornunicaci(\n y re lac ión con sus comerc ian-
tes, industria les y nautas para que aque llas funciones 1se refiere a las fu nciones camera les 1
las desem peñe n con efectividad y aciertO>>

También ex istía e l propósito de revitali zar los se rvicios.

<<proc urando que su imagen, su util idad y conven iencia llegue al conocimiento total de sus
electores y no co n medios me ramente publicitarios. si no con obras y servic ios >> 1 .¡ .

Otra vez pode mos advertir cómo se sabía que la actividad d e las Cámaras no contaba
con e l reconocimiento de determinados sectores, y que , e n una importame proporción, e ra
desconocida. El d esconocimiento de lo que era y significaba una C ámara de Com e rci o e ra
una especie de lugar co mún, lo que se veía agravado, ade m ás. por la ci rc un stancia de que
si mpleme nte se perc ibía d e la mi sm a, con muchís ima frecuenc ia, s u actividad recaudatoria,
as imilándose por lo tanto e n la me nte de muc hos comerciantes e industriales las Cám aras a
meros inst rume ntos imposi ti vos s in utilidad.
Esto se co nstataba especialmente e n e l ámbito que m ayorita riame nte constituía e l so-
porte d e las Cámaras: la s pequei1as y medianas empresas. Por e llo y en tre otras cosas, no e s
d e ex trañar que e n un m o mento de reestruc turación funcional, se propug ne el acercamiento
y la difusión de la ac tividad camera] a este sec tor, a cu ya proble m á tica se d edicó una de las
c inco Po nenc ias de la Asa mbl ea, como hemos v isto. En la séptima concl usió n de la misma,
se afirmaba que

<< An te la necesidad de dar una sol ución a los graves problemas que la pequeña y mediana
empresa tie ne planteados. las Cámaras de Co mercio. Ind ustria y Navegación, se comprome-
ten a poner a su disposic ión su organización y medios para con tribuir en la medida de lo
posible a sol ucio nar tales problemas» 15 .

Como med io de lograr un mayor acercamie nto, vía ofic ia l, e n la conclusió n octava, ade-
más. las Cámaras reclamaban su derec ho

<<a participar de forma mayori taria en los órganos rectores del Instituto de la Pequeña y Me-
diana Empresa Industrial. recabando asumir descentrali zadamen te las func iones permanen-
tes de sus di visiones te rritoriales. e n razón a qu e: a) Las Cámaras son los órg anos de
máx ima representación de las empresas. b) Las Cámaras son instituc iones con plena re pre -
SL'ntac ió n territorial. e) Las Cámaras tie ne n ya una estructura orga ni zada con un eq uipo téc-
ni co y hu man o e n activo o co n posibilidades rea les de completarl o en un plazo cono de
. l(l
tiempo>> .

Así, se pre te nde la reorie n tación , por ta nto, ele la vida c amera! e n s us bás icas re lac io nes
con sus ignorados electo res o con las a sociac io nes empresar ia les que e mpe zaban a recons-
tituirse , y con una Ad mini strac ió n m ás proc live a dotarlas de la necesaria auto nomía. Todo

¡.¡ 1/Jidcm. pp. 34-35. Eo. otro apartado de la conclusión cuarta de la Ponenci a l.
15 lbidem. p. 37.
16 l!Jidem.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO EN EL rRANQU ISMO 135

ello supo ne. co mo estamos advi1t ie ndo. e l tác ito reconocimiento de la desnat ura lizac ión su-
frida por las Cámaras e n la etapa anterior. que inc luso ll ega a explic itarse prude nte mente e n
una de las conclusiones de la Asambl ea, al manifestar que

« Desd e 1939 hasta hoy. las C ámaras es paño las ha n pasado por u na s itu ació n a nó ma la en la
q ue cond ic ionami en tos d e di ve rsa índol e han impedido e l p le no ej e rc ici o de sus activ idades
. 17
corporat1vas >> .

Las pretensiones de las Cámaras se orientaban a partir de este mo ment o e n un a nueva


d irecc ió n. muc ho más coherente (a un con c ie rtas fallas, que he mos hecho notar) y operativa.
Inc luso parecía apuntarse como princ ipio programático una a mpli ac ió n de hori zontes que
incre mentara su intluenc ia. No sabe mos si guiadas por un exceso de o ptimismo. las Cá maras
planteaban no sólo la reasunción de sus fun ciones, sino tambi é n. en re lació n co n sus fin es
y atrihuciones. un a ampliac ió n de las mi smas. que permitía su inclu sión e n e l concepto ele
grupo de presión, ac tual me nte negado po r al g unos rectores camerales prese ntes en aquella
Asa mblea; e llo se ve. por ejem plo, e n la propuesta ele que las Cámaras deberían as umir la
responsabi lidad ele

« Pro move r y proponer al Gob ie rn o los Proyecto s d e Ley que afecten a los intereses ge nera-
les del comerc io. la indu st ria y la navegac ión. y oponerse a to d as aque ll as decis iones que.
a l parecer de las Cá m a ras. pu ed a n resultar pe 1judi c ia les a ta les inte reses» rx.

17 1/JidenJ. p. 34 . Es la seg unda co nc lusió n de la Ponenc ia l. La prudenc ia vie ne dada porque no se

entra s uficientemente a an al izar las causas profundas de esa si tu ación y porque. ade más. la afi rmac ión se
acum paña de otra de corte muc ho más co ndesce ndie nte con la pro pi a ac titud y actividad camera! durante
eS(b aií os : << Pero si nuestras Corporacio nes fse decía! du rante es te periodo vie ro n mermad as sus fa culi ades
rcprescntati\'as y como ó rga nos consultivos de la Admini strac ió n. no lú e e llo o bstác ulo sino acicate y estímu lo
para qu e desarro ll aran un a intensa la bo r c readora e impul so ra de la ex pansión económ ica e n e l ex tranj ero
de sus c·o rne rcia nt es e indu st ria les. así como atendiendo a s u formaci ó n e mpres aria l y profes iona l y ve -
la ndo co n celo y as id uidad para la sol uc ión de sus pro bl e ma s m ed ia nte los est udios e ill\·es tigac iones
y las accio nes y ges ti o nes necesar ias de la Adm ini strac ión co mo de tod a c lase de o rgan is mos e inst it u-
L·io ncs >>.
1 ~ Era la undt:cir na proposic ión comeni da e n una parte de la conclus ión c uart a de la Po nenci a l. e n

la que se ex presaba q ue «En re lac ió n a s us fines y atribuc ion es. las Cá ma ras son co nsc ie ntes ele su pa pel
y mi sió n; y por e ll o reclama n. en su de seo de mejo r servicio y eficacia al comercio, la indu stria y la na-
vegaci ó n. la res po nsab ilidad de asum ir co n ple ni tud y potencia r las sig ui entes atribuciones. sin pe1j ui c io
de las que hoy tie ne n ya reconocidas:
l. E l desarroll o del s iste ma de d istribución co n va loración de la activ idad co merc ia l. defe nsa del
espírit u de compete ncia y es iud io ele inves ti gació n de la ac tividad co mercial.
2. Fome nto de la eco nomía indu strial co mpu lsando y equilibra nd o los intere;-es económic os de las
di ,t intas rama' industria les. Creación, man ten im ie nt o y apoyo de aque ll as empresas e insta lac ion es que sir-
\'an para e l fomento de la economía industria l o a lgu na rama e n parti cular.
:l . Partici pación en la plan ificación y ordenac ión de l terri torio y en la pro moción de cuanto tenga
in tcn5;- pa ra el desarro ll o ele las reg ione;,.
4 . Represe ntación de c uantas Comi siones y Jun tas existan a ni ve l ofic ial y cuyo comet id o pueda
afectar a los intereses que tie ne n encomendadas las Cámaras.
5. Prnrn oc i,m a r est ud ios de pro specti va y plani ficac ión e mpresarial a med io y largo pla;o.
6. Mayor ded icación a los le mas de form ació n em pres ari a l y asis te nc ia téc ni ca. tanto a l indu stria l
co mo a l comt: rc ian lc .
7. 1-'omentar tudas cuantas acti vid ades esté n e nca min adas a inc re me ntar las export aciones y reduc ir
a!--Í el dé ficit de la balan za co mercial.
136 L. Sr\NTI AGO DÍEZ CANO

Los planteamientos explicitados en esta Asamblea no se han visto refrendados por el


desarrollo de los acontecimientos. La propuesta lanzada por las Cámaras de Comercio a em-
presarios. organismos empresariales y Adm inistración no ha te nido el eco que ellas hubieran
deseado . Así, en el momento actual las Cámaras tienen ante sí e l reto - cruc ial para su su-
pervivencia- de explicar de mane ra convincente su func ión en el contexto del movimiento
empresarial. Han de convencer a éste de que resulta conveniente su actuaci ón en beneficio
de los intereses empresariales, especial mente como entidades auxiliares del mismo y como
interlocutores de los centros decisorios de poder. Y eso debe hacerse, en nuestra opinión ,
desde una perspectiva ni hipócrita ni amnésica. No es recluyéndose en conceptos equívocos
acerca de lo que son las Cámaras propiciados sobre todo por el intento de e vitar los ataques
patron ales. ni en propuestas que olv idan lo que han s ido , para bi e n y para mal. estos
organi smos, como mejor se puede de fe nder la pervive ncia de las Cámaras de Comercio.
Estas han de asumir su historia y su proyecto, el cual , como tod a propuesta, es suscep-
tibl e de transfom1aciones (y el ejemplo e uropeo se orienta ya, como hemos comprobado, en
esa línea).
El problema fundamental para estas Corporac iones e n España es el lastre que aún pesa
sobre e ll as, con origen e n lo viciado de su constitución y desarrollo. a ume ntado fundamen -
talme nte por la situac ión vi vida e n la etapa franquista. Si las Cámaras europeas están, seg ún
se deduce de las últimas publicaciones, inmersas en un proceso de reacomodac ión a la nueva
estructura comuni taria, las españolas, s i prentende n subs istir, han de incorporarse a ese
proceso quemando etapas, con los consiguien tes rie sgos que ello im plica. El proceso se
inició inmediatame nte después ele terminado el periodo dictatorial y ya e n la Asamblea de
1977 se pro pugnaba, como resultado de las conclusiones que he mos ex puesto, la «re vitali-
zac ió n y acomodación de su legislació n orgánica y por consig uiente de la Ley ele Base s de
19 11, Real Decreto-Ley de 26 de julio de 1929 y sobre todo la revisión del Reglamento
General de 2 de mayo ele 1974 para acomodarle a la realidad institucional , social y si ndical
del país>> 19 •

8. Velar para que los o rganismos del Estado y las e ntidades de c rédilo proporcionen una adecuada
fina nciación a las e mpresas para la necesaria mode rni zac ión y am pli ac ió n de sus estruc turas, o para la re-
:tl iLación de nuevas in versiones.
9. Promocionar las obras y servicios que en cada momento se considere oportuno, tales co mo :
e mpresas de as iste nc ia técnica a los come rciantes, creación de zonas y polígonos indust ria les, equ ipamienlo
come rci al . pue rtos y ae ropuertos así como su adm ini straci ó n. si fuere necesario.
1O. Pro poner a los Ministerios au to ri /.ados. por pro pia iniciati va o a petición o con el co ncurso de
otros órganos locales competentes. reg lame ntos espec iales diri gidos a fac ilitar la a plicació n e ficaz de leyes
q ue afecten a l comerc io . la industria y la navegación>> .
La undécima e ra la que ya he mos c itado. Alemoria .... op. cir.. p. 35.
1" Esa rcacomodación se propo nía conseg uir

«La def inición y delimitac ió n clara y reconoc imie nto ex pre so de la natura leza. funciones. fines y
medios de las Cámaras.
El rc f'o rzam iento ele sus funciones y alribuciones en lodos los aspec1os seña lados en estas conc lu -

La rev ig(H'ÍLac ió n de sus estructuras orgánicas a ni vel local, provincial y nacio nal par la mayor
eficacia de sus fines h:tsicos representativos, consul tivos y asistencia les. y
La pos ibilidad ele la creación y establecim iento de Cá maras a ni ve l regional si n merma ni pe rjuicio
de la independe nc ia y soberanía de Cá maras locales y provi nc ia les e n el ámbito de sus respectivas demar-
cac iones ». lhidem. p. 35.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO EN EL I'R ANQUISMO 137

Como sabemos. este úl timo fue modificado por Decreto de 1978. Queda para otro lugar
analizar si esta mínima reforma ha sido suficiente y si las Cámaras. e n el espacio de tiempo
transcurrido entre la redefinición de sus objet ivos en 1977 y la actualidad, han podido ver
c umplidas las expectativas man ifestadas en esa Asamblea, compendio de deseos y, al mi smo
tiempo. resumen y síntesis de la problemática a la que se enfre ntaban estos orga nismos 20

°
2 Como he mos comprobado. esta proble mática e ra ciertamente complej a y abarcaba varios frentes.
Sorprende así, que cuando esta Asamb lea es abordada por los estudiosos de la Histori a de la Cámara ma-
drilefía (excelentemente situada en todo este proceso. como hemos apuntado) sólo se preste atención a una
de las cuestiones allí tra tadas: la <<especial i/.ación de fu nc iones>> entre Cámaras y o rganizaciones patronales;
éstas. como <<g rupos de pres ión económ icos». aqu.S IIas. como <<g rupos de gestió n», concepto recien temente
acuñado como nueva defini ción de sus funcio nes. Echamos de menos un tratamie nto más amplio de tuda
esta problemática por parte de una de las Cámaras mejor si tuadas pa ra valorarla adec uadamente. sobre todo
si se tiene e n c uenta. como he mos dicho, la inex istencia de una obra que analice el papel j ugado por e l
Consejo Supe rior en toda esta historia. V . La Cámara de Comercio e Industria de Madrid,... op. cir. pp.
:<SX-362.
Tercera Parte
Investigación sobre la C.O.C.I. de Salamanca
SITUAC IÓN ECONÓMICA DE LA PROVINCI A DE SALAMANCA
DURANTE EL FRANQUISMO

Prete ndemos abordar en este apartado un acercamiento a la estructura económica pro-


vinc ial en el periodo considerado. No puede ni debe estar en nuestro ánimo un estudio ex -
haustivo de la economía salmantina desde el fina l de la guerra civil hasta el comienzo de la
crisis de los 70, trabajo que, obviamente, necesitaría otra tesis. Simplemente pretendemos
ofrecer una síntesis de las orientaciones principales del crecimiento provincial y, al mismo
tie mpo, una re fl ex ión sobre su carácter y - especialmente- sus limitaciones.
La provincia salmantina se encuentra encuadr<.1da dentro de una región cuya evolució n
económica más reciente ofrece una panorámica muy poco halagüeña. Es un lugar común
hablar de su falta de desarrollo, de su li mitado crec imiento; le han afectado negativamente
las <<disparidades regionales» características del mode lo de crecimiento económico español 1•
Además, en el propio contexto regionaL también son apreciables importantes «disparidades>>
en el grado de desarrollo pues las distin tas economías prov inciales han seguido, e n muc hos
aspectos, caminos bastante dife rentes.
Dado que carecemos de estudios en profundidad sobre el marco estrictamente provi n-
cial, hemos de apoyarnos para conocerlo en aquellas grandes obras de conjunto, sean regio-
nales o nacionales, que nos permitan conocer lo más sintética y claramente posible el
desarrollo de la evolución económica de nuestra provincia. Pero además y sobre todo, con-
tamos con diversas fuentes, la mayoría impresas. parte de las cuales fueron produc idas en e l
seno de la Cámara de Comercio, como sucede en especial con las Memorias y los Censos
de comerciantes e industriales. El resto de los datos analizados procede. sobre todo, de los
trabaj os realizados por organismos económicos de pendi entes de la Organización Sindical,
productores de toda una literatura acerca de l Desarrollo y las posibi lidades del mismo en la
provincia o la región, cuya vinculación con la pol ítica ordenancista y planificadora relacio-
nada con los Planes de Desarrollo franquistas es más que evidente .
En líneas gene rales. pienso que podríamos encontrarnos ante la hi storia, una vez más,
de una frustración. Cuando uno repasa la literatura eco nómica de é poca y las predicciones
que en ella se hacen en cuanto a las perspectivas y posibil idades de desarrollo de la provin-
cia, o en su caso de la región, para compararlas luego con las magras realidades efecti vas,
siente que estos análisis más que describirnos lo que Salamanca ha sido, nos conducen a lo
que no ha podido ser. No quisiéramos hacer de este capítu lo una especie de muro de lamen-
taciones, por el que desfilen en llorosa procesión todo el cúmulo de desgracias que en e l
plano económico han azotado a nuestra provincia en e l pe riodo que vamos a estudiar. Pre-
tendemos más bien una reflexión sobre lo que al Jinal del periodo ha quedado y el porqué
de esa situación. A pesar de la necesidad ineludible que tendremos de exponer datos, c ifras,
gráficos que avalen nuestras opiniones, el cuerpo de l capítulo se orientará hacia la clarifi ca-
ción de cuáles son las líneas reales de crecimiento de nuestra economía. especialmente por
lo que hace a los sectores que más nos preocupan en este estudio: e l comercial y e l indus-
tria l.

1 Tomamos e l término del trabajo de Manuel Martín Rodríguez: <<Evol uc ión de las disparidades re -
gio nales: una perspectiva histórica>>. e n García Delgado, José Luis (coord.): Espwla. 111. Economía, Madrid,
Espasa-Calpc. 1988, pp. 70:1-743.
142 L. SANTI AGO DÍEZ CANO

Los estudiosos de la historia económica más reciente han caracterizado la situación re-
gional de Castilla y León como de in ferior desarrollo al resto de España. Los indicadores
generales coinciden en aprec iar la regresión demográfica, el bajo ni ve] industria lizador, y
unos índices de producción y de nivel de renta situados por debajo de la media nacional. El
desarrollo desigual ha acentuado las disparidades regionales, colocándose Castil la y León en
un plano de evidente inferioridad respecto al de otras regiones del Estado. Esta situac ión se
podía comprobar de manera más nítida con los datos disponibles antes de la incidencia de
la crisis del petróleo y sus consecuencias poste1iores.
Pero aunque los grandes trazos permiten dar este diagnóstico para el conjunto de la re-
gión, ésta no se comporta como un todo unif01111e, y se detectan importantes disparidades
también en su interior. En este sentido, la posición que ocuparía la economía provincial se
alejaría del nivel más alto (que podría estar representado, <<grosso modo>>, por las economías
burgalesa y vallisoletana). pero también de los estratos más bajos. Esta posición aparece ex-
presada de fo rma casi textual en determinados trabajos del momento, como en un estudio
específico del Servicio de Estudios del Banco de Bilbao realizado en 197 1, dedicado a la
economía de nuestra región 2 Res ulta curioso e n cambio, observar e l optimismo retlejado e n
las cifras macroeconómicas referidas a Salamanca recogidas en los trabajos del Consejo
Económico Sindical lnterprovincial del Oeste, que agmpaba - como se ve en sus páginas- a
algunas de las zonas más deprimidas de l país'.
En otro lugar hemos apuntado las características más sobresalientes de la estructura y
evolución de la economía salmantina hasta los años 30 del presente siglo. Allí nos hacíamos
eco del carácter, unánimente señalado por los estudiosos, esencialmente agrícola y ganadero
de la mi sma, y de sus vicisitudes: en ese marco se inse1taba un débil y muy localizado an-
damiaje industrial y unas estructuras comerciales de lento, aunque constante, desarrollo''. En
nuestro trabajo, no dejábamos de notar la fuerte tendencia centrípeta del progreso industrial
y mercantil, que convergía en su más importante proporción hacia la capital de la provincia,
la cual resultaba ser el más importante foco de desarrollo.
Podría parecer interesante especular sobre lo que hubiera podido significar para d de-
sarrollo salmantino la consolidación de las tendencias apuntadas en los años ele la Segunda
República, con una agricultura cada vez más racionalizada (por mor sobre todo del inte nso
proceso emigratorio sufrido con anterioridad) y una industria y comerc io algo más activos
que en los decen ios precedentes. Pero el cúmulo de acontecimientos dramáticos que conclu-
yen en el conflicto civi l de 1936-39 hacen que ese ejercicio especulati vo se convierta en
irrelevante. La orientación económica que muy pronto va a seguir el Nuevo Estado no dejará
de repercutir e n lo que ocurre en nuestra provincia.
La política económica seguida durante el franquismo ya ha empezado a ser estudiada.
no sólo en sus propuestas globales, sino también en sus diferentes etapas y en la evolución
de los distintos sectores. Más conoc ida es la etapa inicial, caracterizada por una ne fasta po-
lítica nacionalista e intervencionista, cuyos efectos se dejaron sentir e n e l plano agrícola,

2 Banco de Bil bao: Panorwna económico castel!mw-leunés. II.J7 1.


3 Consejo Económico Sindical lnterprovincia l del Oeste: Lll ecmwmío de /u región Oeste en cifms.
Sala manca. 1975. Existen otras obras referidas a los distintos Plenos celebrados por el Consejo_ e l c ual
agrupaba a las provinci as de Salamanca. Avi la, Zamora. C áceres y la zona oeste de la provincia de To ledo.
4 Martínez Quinle iro, M. E. y Diez Cano, L. S.: Hisroria de lo Cámura de Comercio de Suluii/U/1-

cu .... op. cit.. c 1p.: <<El marco económ ico».


LAS CÁ M ARAS DE COMERCIO EN EL FRANQUISMO 143

inuustrial o co mercia l. El giro hacia posiciones coincidentes con la economía de libre mer-
cauo imperante e n nuestro entomo próximo es valo rado J e fo m1a positi va con casi total una-
nimidaJ, aunque para la etapa de l desarrollismo y la posterior cri si s, los análisis prefieren
centrarse e n los desequilibrios causados por un modelo ele desarro llo que contenía impo rtan-
tes fallas y que, sobre todo, no se vio acompml.aclo ele un correlato 1iberalizaclor en lo socia l
y político. eleme nto que parece clave para haber evitado las mú ltiples contradicciones ob-
servables en el desarrol lo económico de los años 60 y 70 5.
En lo que a nuestro estudio se refiere, deberemos prestar atención a las consec uencias
de ri vadas tanto de la po i ítica seguida en los primeros decenios como ele los efectos de un
desarrollo desigual y distorsionado.

f ACTORES DET ERM INA NTES DE LA EVOLUC IÓN ECO NÓMICA

Hemos elegido un primer i nclicador como medio de acercarnos de fotm a inicial a los
procesos ele transfo rmación vividos por la provincia en el periodo que estudiamos. Se trata
de las cifras de población , consideradas tanto de forma global como e n su distri bución es-
pacial y sectorial.
Las prime ras, referidas a la pob lación total de la provincia y de la capita l, muestran la
d iferente evolución seguida por ambas desde principios de siglo hasta los atl.os 70, y se
muestran en el cuadro no 1. En él, aparece palpablemente demostrada la disminución de ha-
bitantes en el conjunto provincial a partir ele los años 50 y el constante incremento registrado
en la ca pita l. S i tenemos en cuenta que e l movi miento natural ele la población ha mostrado
siempre signos positi vos. deducire mos que e l descenso poblacional registrado en el conjun to
provincial ha tenido como causa fundamental la e migración. No podía ser ele otra manera

Ya he mos c itado, al hab lar de l contexto econó m ico de l Pl an de Estabilizac ión, las aportacio nes de
Ma nue l Jesús Gonz;í lcz: La econom ia polÍiica delfiw/(¡uismo ( 1940-1970). Madrid. Tecnos. 1979, con -.u
a nüli sis específico de l cambio que s upuso e l Plan de Estabil izac ión, o de A. Viñas ; J . Yiñue la; S. Florensa;
F. Eg uidazu y C. F. Pul gar: Política come rcial exterior en Espw1a ( 1931 - 1975). Madrid . Ba nco Exte rior.
l l)7'l.
Podemos ai"íadi r ahora alg unas de las más cercanas aportac iones. La síntes i<; müs recie nte y útil se
e nc ue ntra e n J . L. G arc ía De lgado: «La industria lizac ió n y e l desa rrollo económ ico de España d urante e l
franqu ismn». e n J . Nada l: A. Carreras: C. Sudri a (comps .): La ecmwmía espmlola en el si¡?,lo XX. (h w
per.1pectim hisrárica, pp. 164- 189. do nde se desarro ll an y resume n trabajos anteriores de l mi s mo a utor.
e
como. por e jemplo. << Estanca miento ind ustria l intervenc io ni smo <:?conómico d urante e l primer franq uis·
mo ». e n J . Fontana (ed.): EspOlia lmjo el ji"anquismo. Barce lona . Crítica, 19X6. y se sintetizan brill a nte-
mente las apo rt aciones más relevantes.
En e l m ismo volumen. p uede n verse las aportac iones de Albert C arre ras relati vas a la industria li-
zac irín: «La indu stria, atraso y mode rnización». espec ialmente pp. 303 y ss.; o la de C arlos Barciela referida
al scctnr agríco la: <<C recimiento y ca mbio de la agric ultura espafiola desde la guerra civil>>. pp. 258-279.
De l mismo a utor véase s u «<ntroducció n» a la segunda parte de la o bra de la o bra colectiva de R. Garrabo u;
C. Barc ie la y J. l. J imé nez Blanco (eds.): Historia de lo ogriculrura conTemporánea espmlola. 111. El fin
d e la agriculwm Tradicional ( 1900-1960), Barce lona. C ríti ca. 1986. así como << La Espa!'1a del ··estra per-
lo"'». e n AA .V V .: El primerji"Clll(¡uismo. F:s¡nula durante la Segwula Guerra Mundial. V Coloquio de His-
wria Co/1/em¡>oránell de Espwla, dirig ido por M. Tufión de La ra. Madrid, Sig lo XXI, 1989, p p. 105- 122.
Pa ra pe riodos rn~ís cercanos. resulta tambié n últi l el libro de J. A. Martíne z Serra no; M. M as Jvars: J . Pa-
ric io Torrcgrosa: F. Pé rez G arcía; J . Quesada lbáfiez y E. Re ig Martíne,.:: Economía esp(///ola: 19n0- ! 9RO.
Crt'cillliento v cambio estruuurul, Madrid, H . B lume Ediciones. 19X2.
144 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

e n un espac io «cuyo signo, tajante y determinante, ha sido la despobl ación>>, como afirmaba
un informe oficial de fecha ya tardía, como era 1973 6 .
La sangría emigratoria producida no sólo en nue stra provincia sino en el conjunto de la
región a partir de mediados de siglo , ha sido la más intensa producida en una zona en que
esta «tradición>> tenía ya amplios a ntecedentes desde finales de la centuria pasada7
Interrogarse, por tanto, acerca de sus causas y consecuencias parece tarea fundamental
para nuestro trab<~o .

C UA DRO l . Evolución comparada de la población absoluta provincial


y la de Salamanca capitals

Aiios Provincia Capital % Capital en Provincia

1900 320.765 25.690 8,7


19 10 334.377 29.830 8,9
1920 32 1.615 32.414 10, 1
1930 339. 10 1 46.867 13,8
1940 390.468 71.872 18,4
1950 411.963 80.239 19,5
1960 405.279 90.498 22.3
1970 371.607 125 .220 33,7

Fuente : Ce nso~ IN E.

La población, además de descender, se distribuye en los sectores prod ucti vos de manera
harto diferente al inicio y al final del periodo que estudiamos. Las cifras que ap011amos
muestran con claridad e l descenso del número de personas ocupadas en tareas agrícolas, el
ligerísimo incremento de las dedicadas al secto r secundario y la creciente ocupación en los
servicios.

6 Es/Udio-lnfonne de la visita a los organismos administrativos de la provincia de Salamanca. 14-

24 de Mam de 1973; d icha visita fue real i ~:ada con objetivos de inspección por los fun cionarios Diego
Chacón, Manue l Jimé nez, Luis Jo rq ue ra y Diego Ma rtínez, quienes estaban e ncargados de comprobar los
servicios de distintos o rgan ismos admini strati vos: el gobie rno C ivil , la Diputac ió n y las Delegac iones de
Informac ión y Turi smo. Agric ultura, Hacienda, Vivi e nda, Educación y Cie ncia, Trabajo y Obras Públ icas.
A pesar del carácter e mine nte me nte administrativo del informe, e n é l se conti e ne n (a modo de ma rco re-
ferencia l) a lg unas indi cac iones que podían interesarnos, amé n de conta r con dos breves referencias de orden
econó mico, contenidJs e n un epígrafe que lleva po r títu lo «La acció n de planif icació n económica e n la pro-
vinc ia de Sala manca» .
7 Vid. los resúmenes e fectuados e n los vols. 9 y 1O de la Historia de Castilla v León, Vallado lid,

A mbito, 1986 capítu los de <<Economía y Sociedad>>; y e n e l voL 2 de la Ceogr(lfía de Castilla _,. Leán. La
pohlación. Valladolid , Ambi to, 1987. Tambié n E. García Zarza: La emigración en Castilla-" León. Va lla-
doli d. Consejo Gene ral de Castilla y León, 1983. Todos e llos tiene n como base princ ipal la obra de A.
García Barbancho: Las migraciones interiores. Madrid, 1967.
x E> suficienteme nte conoc ida la poca fiabi lidad de de te rminados censos, como, sobre todo, e l de
1940, pero aquí sólo pre te nde mos una visión g lobaL
LAS CÁMARAS DE COM ERCIO EN EL FRANQUISMO 145

C UA DRO 2. Distribución de la población activa por sectores. En %

Aiios Sector primario Sector secundario Sector terciario

1950 50.45 23,48 26.07


1960 52,00 22,00 26,00
1969 46, 10 22.90 31,00
1975 34.80 23,30 4 1,90
·····--. -·-·····---- · - - - - - · - ···- - - - - - -- -

Fuente: Pl'rjil económico de Caslilla y León. Vol. Il~.

Los mismos indicadores de cuáles son los derroteros por los que marcha la economía
provincial se repiten si consideramos la estructura productiva regional por sectores. Una
comparación de las cifras relativas a Salamanca con otras de la región castellano-leonesa y
de España para el momento final de este estudio (el año 1975), recogido en el cuadro 3, nos
indica que las diferencias más importantes residen en el fuerte peso del sector agrario, a pe-
sar de su drástica disminuc ión, la cual no ha sido sustituida por procesos industrializadores,
sino por una terc iarización de la ac ti vidad económica. A ese aspecto deberemos dedicar aho-
ra. por tanto. un esfuerzo de c larificación .

CUADRO 3. Comparación de la estructura pmduciiva provincial


con la regional y nacional
------·
P ro\'Ú1cias S. Agrario S. Indusirial S. servicios

Avila 29.8 19.8 50.4


Burgos 20.8 36.0 43,2
Palencia 25.1 30, 1 44,8
Segovia 31,9 24,0 44,1
So ría 32.2 25, 1 42,7
Vallado! id 14,5 39,4 46,1
Zamora 29.2 23,4 47,4
Salamanca 16.9 3 1,4 S 1,7
REG IÓN 21,9 3 1,8 46,3
ESPAÑA 9.7 39, 1 5 1,2

Fuente: Perfil cconómico... 10

Un último apunte: si a las cifras de población que hemos registrado para capital y pro-
vincia, unimos las referidas a la distribución de la renta producida en los municipios, obser-

" Para 1950 . c ifras tomadas de Per.1pcctil'l1S de desarrollo ecrmá111ico de la ¡;rovi11cia de Salaflf(/1/ca
,,, los 1míxi111os ci11co (11/ os, Salamanca. 1962 .
10 Op. c it. Vol. L pp. 526-527. Datos tomados de la serie homogénea de renta 1955- 1975. del Banco

de Bilbao.
146 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

varemos que hacia 1970, la capital salmantina participaba con cerca de la mitad de la renta
producida en e l conjunto provincial:

CUADRO 4. Resumen numérico de los municipios agrupados por niveles de renla


producida «per cápita»

Niveles Número Población % sobre Renta % sobre


en de en total producida total
pesetas muniCipiOS 1970 provincial en 1970 provincial

Hasta 17.000 38 8.432 2,27 137,4 0,8 1


17.001-20.000 44 19.424 5,23 365,0 2.1 5
20.001-25.000 10 1 50. 115 13,49 1. 120, 1 6,60
25.00 1-30.000 101 56.345 14,89 1.506,3 8,88
30.00 1-35.000 47 29. 174 7,85 949,0 5,59
35.00 1-45.000 31 25.698 6,92 1.004,5 5,92
45.001 -60.000 17 55.783 15,01 2.936,4 17.31
60.00 l -80.000 3 127.636 34,35 8.949,3 52,74
Totales 382 37 1.607 100,00 16.968,0 100,00

Las cifras de re nta , e n millones de pesetas 11 •

De l aná lisis de estas cifras, podemos concluir que hay otro factor a considerar: la con-
centración poblacional y producti va en torno a la capital de la provincia. Todo esto es lo que
analizamos a continuación.

L A EMIGRAC IÓN COMO EJE DEFINITORIO DE LA ESTR UCTURA ECONÓM ICA SAL¡viANTINA

Como en épocas anteriores, lo que mejor define a la provincia salmantina y a su evolu-


c ión en el periodo tratado, es la importancia que para la misma tuvo e l proceso emigratorio.
Al igual que en otras zonas de la región, la sangría producida por el abandono de sus hogares
de un volumen muy importante de población, ha tenido consecuencias en todos los órdenes.
Aunque la exactitud que podamos otorgar a las cifras de que disponemos no sea total. dada
la imperfección estadística con que fueron realizadas. lo importante es la confirmación que
tenemos de que a partir de los años 50, el fenómeno migratorio alcanza cotas espectaculares.
nunca conocidas en una provincia tradicionalmente expulsora de gente como era la salma n-
tina. Tal éxodo tenía un origen esencialmente rural y una amplitud prác ticamente total en e l
conjunto provincial.
En efecto, según cálcul os del profesor García Zarza, en el periodo 1950-198 1, sólo 9
municipios presentaban un saldo emigratorio positivo: Carbajosa de la Sagrada, Castellanos

11 Fuente: Memoria Crímam Oficial de Comercio e !nduslria de Salamanca. m'ío 1973 -74. p. 128.

Tomado de l A nuario del Mercado Espm'íol de Banesto. del afín 1972.


LAS CÁ M A RAS DE COMERCIO EN El. rR ANQUIS MO 147

de Moriscos, Galisancho. Guijuelo, Pel abravo, Salamanca (capital), Santa Mana de Tormes,
Villagonzalo de Tormcs y Villamayor. Aparte de la capital , c uyo estudio abordaremos des-
pués dete nidamente , e l resto ele los escasos municipios con saldo mig ratori o positi vo se
agrupan bajo tre s e píg rafes: uno, de munic ipios situados bajo la inlluencia de la propia ca-
pital , como es e l caso de Villamayor, Carbajosa de la Sagrada 12, Pe labravo y Santa Marta ele
Tormcs; otro se retiere a la influencia de los regadíos e n la zona del Tormes (Galisanc ho o
Vi llagonzalo); e l caso de Guijue lo se ex plic a por su atracc ión comarcal c on base en el auge
de la fabri cación chacinera. Para e l resto , e l estudio de l pro fesor García Zarza corrobora que
más de las 3/4 partes de los munici pios salmantinos, «nada menos que e l 78,6G!(, sufrieron
una pé rdida de mográfi ca superio r al 50% de la población que hubieran tenido de no habe r
ex istido la e mig ració n>> 13 •
¿Cuá l fue el d estino de estos emigrantes salmantinos? Hubo un porcentaje que optó por
la e mig ración exterior, diri gida a Europa, pero especialmente a partir de los añ os 60, Suiza
y Alemania se convirtieron en países de preferencia para la emigrac ión contine nta l. En el
conjunto nacional , Mad rid, el País Vasco, Cataluña, Asturias y Valladolid han sido los p ri n-
c ipales centros receptores ele la e mi gración sa lmantina , es decir, centros de amplio desarro -
llo. Las características de la población e migrada a lud en a su di stribució n paritari a por sexos,
su carácter a me nudo universal (de fami lias enteras), con predominio de los menores ele 40
años y abrumado ra presencia de poblac ión agrícola. rural. si n experiencia laboral e n otros
ramos: convendría ta mbié n notar la <<exportación>> de titulados universitario s, no tanto por
su número como por su repe rcusión.
Las consecue nc ias principales de este é xodo masivo se centran e n el e nvejec imiento ge-
neral de la pob lación, la despoblación masiva de los núcleos rurales, los camb ios en la po-
b lac ión activa y e n la di stribuc ió n por sectores. Es probable que esta sangría e migrato ri a
te nga una intlue ncia decisiva e n la transfo rmac ión sufrida por e l mundo agríco la , al fac ilitar
la transformación del mismo.
A nte estas c ifras, resulta grotesca la afinmtción re ali zada por los redactores de uno de
los proyectos de desarrollo provinc ia l elaborados po r el Consejo Econó m ico Sindical Pro -
v inciaL ti tulado sig nificati vame nte Perspectil'as de desarrollo econónúco de lo provincia de
Salanwnca en los ¡míxinws cinco mios y publicado en 1962. En é l, a l tratar el problema de
la poblac ión y constatar el éxodo produc ido en el decen io de 1950 a 1960, se expresaba la
e speranza de q ue «esta corriente cese e n inte nsidad. pues la experiencia muestra que estos
fe nó menos pre sentan una periodicid ad con c iclos de 20 a 25 años, periodo en que las nuevas
ge ne raciones llegan a la edad de trabajar. Puede esperarse, pues, que la població n activa den-
tro de ci nco ai1os supe re la cifra de un 33 % , siendo lo ideal se acerca se a l promedio nac iona l
que se ría un 39% [se re fiere a porcentajes sobre la población tota l] >>14 •
Obviame nt e eso es algo que no pasó, sino muy al contrario: el fe nó me no que se espe -
raba ver meng uar. co noció un incre mento jamás visto.

" En Carbajosa, adernús, hay que tener en cuenta la incidencia de la instalación en su término mu -
ni<: ipal del p<l lígono indu>triul.
13 García Zarza, E.: «L a em igración sa lmantina: 1()50- 1975 . Causas. características y consecuencias

(1 1) » . en Prm·incia de Saft1manca. Rn·ista d e Estudios. no 2.


14 Consejo Econó mico Sindical Provincial. Salamanca: Per.lpeclil'as de desarrollo econrím ico de la

prm·i11cia de Sa/amallcll (en los prrí.l imos c i11co mios). Salamanca. Consejo Económico Sindical Provincial,
1'l62. p. 3 1. Se trata de un <,ejemplar mimeografiado para examen y corrección>>.
148 L. SANTI AGO DÍEZ CA~O

En efecto, a las más de 50.000 personas salidas de la provincia en los años 50, se su-
maro n las 77.000 que lo hicieron en la década siguie nte. El éxodo siguió produciéndose e n
años poste rio res y sólo la crisis de mediados de los 70 lo frenó. Y como hemos visto , es
fundamentalmente un éxodo rural, que despuebla Jos ya poco poblados lugares de la provin-
c ia charra. La magnitud del problema puede comprenderse simplemente a través de las c ifras
que adjuntamos en el cuadro 5 re lati vas a número de emigrantes. destino de los mismos y
procedencia.

CUADRO 5. Saldos migratorios en Salaman ca y Castilla-León ( 195 1-1981)


______
, _____
Periodo Salamanca Castilla-León %

1951-60 -55,616 -349.39 1 15 ,91


1961 -70 -7 1.856 -457.236 15,71
197 1-75 -32.833 - 159.595 20,57

Fue nte: Ce nsos INE 15 •

L AS TRANSFORMACIONES EN EL SECTOR AGRARIO COMO BASE DEL CAMBIO ECONÓM ICO

Conocemos a muy grandes rasgos cuál era la situación económica en Salamanca en la


etapa inmediatamente posterior a la guerra civil, y cuáles sus expectat ivas de crecimiento.
Aunque no es fácil establece r conclusiones. parece que la tendenc ia económica se ma ntenía
en los paráme tros de siempre: la ac tividad agrícola y ganadera era e l eje económico provin-
cial. La industria era, seguía siendo, escasa y, además. en alguno de sus sectores tradiciona-
les. como era e l de curtidos, aparecía totalmente paralizada. El sector serv icios no había
alcanzado excesivo desarrollo. dado el bajo nivel ele vida ele la mayoría ele la población. E l
gran polo de acti vidad estaría en el campo. al que podría beneficia r segurame nte la come r-
cialización legal y, sobre todo, ilegal, de sus p roductos. Las obras que a ni vel nacional han
analizado el fen ómeno del estra perlo, necesitan verse confirmadas en los niveles locales, pa-
ra establecer sus efectos reales, y, sobre todo, sus be neficiarios; por el momento, sólo pode-
mos hallar datos de tipo indirecto 1" . De e llos, quizás los más interesantes sean los
proporcionados por las fuentes bancarias 17 , e specialmente los que se refieren a la situació n

15 Tomado de Cmgmf'ío de Caslilla y Lerín, wmo 2. op. c it., p . 39 y elaboración propia.


16 Para el caso salm antino, hasta q ue no se tenga tiempo y medios de abordar toda la documentación
que procedente ele los arch ivos del Gobie rno Civil se co nserva actualmente e n e l Archivo Histórico Pro-
vi ncial. no habrá manera de lograrlo. Hasta ese momento. debemos conte ntarnos, como he mos dicho, con
testimonios de carácte r indirecto: en prime r lugar, contamos con las informac iones, claramente propagan-
dísti cas. contenidas en la prensa periódica, relativas a las sa nc iones q ue dictaba la Superioridad. Una fue nte
ind irecta pe ro muy valiosa. a teno r ele lo apuntado por c iertos autores que se oc upan ele ot ras zonas , es la
proporcionada por los bancos. como he mos ten ido ocasió n de comprobar.
17 En el Archi vo de l Banco de Es paña, he te nido la oportunidad de hallar a lg ún ind icio. refe rido a
la provinci a salman ti na: en la Sección de Banca Privada se enc uentran algunus balances de entidades ban-
carias de la provinc ia, aunque desgrac iada mente en escaso número. Por ejemp lo, tenemos los balances de
pérdidas y ganancias de la banca de Matías Blanco Cobaleda, con daros de 1935. 1942-46 y 194S (último aiio
disponible). Los datos perm iten apreciar que >.i el resultado fina l en e l año 1935 se e levó a 385.872.04 pta.
L AS Cr\ M A RAS DE COM ERCIO EN EL FRAN QU!SMO 149

de sus depósitos en estos años. Por lo que sahe mo ~ . en la provincia de Salamanca, como en
otras del país, e l volumen de lo de posi tado en los establecimen tos bancmios tuvo un incre-
mento relativamente importante, tenie ndo e n c uenta las características eco nómi cas del mo-
me nto . Especialmente desde 1942 en adelante, parece bastante intenso y podríamos
interrogarnos acerca de su significación.
En su estudio sobre la evolución del sector agrmi o en Valladolid e ntre 1939 y 1982,
Francisco Javier Gutiérrez Hurtado re llexiona también sobre este problema, reflexión que
por referirse a una zona agraria de estructurac ión similar a la salmantina. puede ser extrapo-
lada a Salamanca por vía de hi pótesis. El autor se plantea cuál podía ser la función cumplida
por la ag ricu ltura valli soletana e n el contexto autárq uico, func ión asimilable a la del conj un-
to nac ional y que tiene como característica principa l ser una fuente de acu mulación de ca-
pi tal. que se desv iará hacia otros usos a través de l sistema financi ero. El siste ma de
propiedad. las cond iciones de la política agrícola del momento y las posibilidades que abre
e l importante mercado negro hacen de todo el periodo comprendido entre 1939 y 1952, un
«periodo de condic iones excepc io nales para el proceso ac umulador>>. Medi r las tasas de acu-
mulación es una tarea muy difíc il, pero utilizando como indicador la evolución de las ofi ci-
nas bancarias y los depósitos conte nidos en ell as, llega a la conclusión de que éstas fueran
muy notables x. El origen de ese excepcional proceso ac umulador parece radicm· en la co-
1

merciali tac ión ilegal -sobre todo- de los excedentes agrari os, es deci r, en el famoso <<estra-
pe rlo>>, cuya magnitud y la canali zación de sus beneficios hacia otros sectores productivos
ha sido puesta también de manifiesto por autores que han estudiado otras regiones. de ca-
racterísticas industriales, como oc urre con e l caso vasco 19 .
No contamos con ningún estudio para nuestra provinc ia que ana lice. al modo de lo rea-
lizado para e l caso vallisoletano, el papel clese mpei'íado por la agricultura. Pero ten ie ndo e n
c uenta c uáles eran las condiciones estructurales en que se movía, podemos pensar con c ierto
fundamento que no se alejarían en demasía de lo expuesto en la obra de Gutiérrez Hurtado .
Por una parte. la distribución de la propiedad de la tiemt se muestra claramente fa vorable a
los graneles propietarios. La tradicional impronta del latifundismo en nuestra provincia no
había desaparecido, ni mucho me nos, e n el primer tercio del siglo XX, a pesar de que iba
perdiendo terreno . merced a la parcelación de las graneles propiedades por herencia o al ac-
ceso de arre ndatarios y pequeños propietarios a propiedades más exte nsas que las que po-
seían. Sala manca fue una de las provincias afectadas por la Reforma Agraria no concluida
de l periodo republicano y, por tanto, una de las afectadas también por el proceso de contra-
reforma desatado espec ialmente con el in icio de la gue rra c iviP0 .

de ga na nc ias . des pués de la g uerra, las c ifras e ran las sig uie ntes: pa ra el a ño 1942, 212 .847.18 pta.; pa ra
19-B. 489.5 17,85 pta.; para 1944. 633.859.94 pta.: para 1945, 1.250.555,50 pta.; para 1946. 1.1 52.293.3 1
pta.; y pa ra 1948. las ga nanc ias re ll ejada-, e ran de 1.5 10. 148.77 pta.
1' Gutié rrcz Hu rtado. Francisco Javie r: Ag riculturu .r desarrollo capitulisw. Valladolid 1939- 1982.
Valladolid. Uni vers idad-Caja de Ahorros y Mo nte de Piedad de Salamanca, 1987, pp. 29-78 . Para la c ue'-
tió n de l estrape rlo véase e l artículo de Ba rciela. Carlos: «E l mercado negro de productos agrarios en la
posguerra. 1939- 1953» e n Fon tana, J. (ed .): Espaiia bajo el j iwu1uismo. Ba rce lo na. C ríiica. 19!16, pp. 192-
205. e n el que se recogen las apo rtacio nes bibliográficas más interesantes.
1" Gonó leL Portilla. Manue l y Garme nd ía. José Ma ría: La posguerm en el Pa ís Vasco. Política.

Acunwlaciún. Miseria. Donostia. Krise lu, 1988. espec ialmente las pp. 105 y ss.
2{) De lo pri n1cro tenemos bastante noticia g raci a ~ al trabajo de J. Ruiz Huena, E. Mclnnis y F. J.

Loscos: La refámw de la 11 República en Salamanm (i nédi to). El segundo aspecto necesita aún de in ves-
150 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

Por lo tanto, los grandes y medianos propietarios se encontraban e n disposición de apro-


vechar la favorable coyuntura para sus intereses que significó la política seguida en la etapa
de la postguerra. Sus propiedades estaban a salvo de tentativas transformadoras. La mano de
obra disponible e ra numerosa, ya que debido a las condic iones nacionales e internacionales.
un importan te contingente debi ó permanecer aún largos años en e l campo. como testimonian
- para fechas posteriores- la abrumadora mayoría de población activa empleada en el sector
agrario 21 • Su docilidad estaba también asegurada, no sólo por la intensa actividad represora
desatada en la guerra y la inmed iata postguerra, sino también por la labor de legitimación y
sometimiento llevada a cabo tanto por las instancias eclesiásticas como por la jerarquía. Po-
de mos suponer, ade más q ue los ni veles de precios y salarios se mov ieron en los límites se-
ñalados para otras zonas y que explican el proceso acumulador22 . Frente a las posibilidades
de que podían gozar los grandes propietarios, los que di sponían de poca tierra apenas sí po-
dían pensar en otra cosa que no fuera en la mera supervivencia 2 \
Abandonada cualquie r veleidad intervencionista radical en el sector agrario, eje y base
de toda la econom ía provincial. la pers pectiva de desarrollo pasaba por una mejora técnica
de la estructura agraria de Salamanca. para sobre ella asentar un hipotético crecimiento in -
dustrial.
Pero esas mejoras en el campo va n a tardar en producirse, por cuanto la política agraria
de la inmediata postguerra está dominada, como ya hemos advertido, por un intervencioni s-
mo agudo sobre la producción y la política de precios. que va a distorsionar gravísimamente

tigacioncs q ue confirme n esas a prec iaci ones generales y aclaren aspectos de la represión ejercida no -;óto
contra las personas sino contra los bie ne;, e n el ca mpo salmantino.
2 1 En un informe hallado en el Archivo de la Címara de Come rcio de Salamanca. titu lado Siruacián

General de la Provincia, se contienen afirmaciones parecidas. El informe no tiene paginación ni año de


edición, aunque por los datos que contiene. puede ser de 1949 aproximadame nte. En él se comentaba, ha-
blando de la propiedad rústica, que <<se halla repartida muy desigualme nte, viéndose numerosos casos de
exp lotac ión e n régimen Jc g ran prop iedad : por ello. aunque la provi nci a es rica. el ni vel de vida es bajo.
y ex iste un paro e;, tacional que afec ta al campo. montes y construccióm•. Cabe preguntarse, entonces. a
qui é n benefi ciaba la riqueza provincial.
22 Gutiérrez Hurtado. F. J .: Op. cit.. pp. 6'1 y ss. Sería interesante poder contar co n cifras de c ierta

fiabilidad para todo lo re lativo a los sa larios pagados y a a la evolución de los precios en este periodo.
23 El profesor Ca bo Alonso ha resum ido bri ll ante mente lo que debía ser la situación general itada en
e l campo caste llano- leonés y tambi é n e n el salma ntino:
«En los la bran tíos y ya efectuada la reserva de g rano para la semente ra sigu iente y 1 ~1 a li me ntación
fa mi liar. se acarreaba e l resto al Serv icio acional de l T ri go. La paj a se destinaba a las camas del gan<.~do
pa ra obtener estié rcol y, mezclada con cebada. a la alimentación de aqué l y se e mpleaba en la cocina de
campana y en la gloria con la que se ca ldeaba la vi vie nda durante e l invie rno. La venta de algún cab1·ito o
unos garrapos y aque l trigo entregado al Se rvic io. o poco más, eran las únicas fuen tes de numerario e n
met:í lico que reci bía c ualqui er peguj a lero o agric u ltor de cona hac ienda. Con é l te nía que re mozar la y unta.
satisfacer la renta correspond iente a la tierra arrendada, repara r los ape ros y cubrir las necesidades fa mi-
liares. la iguala del médico y de l veterinario y cualquie r evemo que pudiera acaecer. Al pan, he ñida la ma sa
por la esposa. se sumaban en la a li rne mac ión los productos que proporcionaba la matanza del cerdo que se
había cebado e n la coch iquera. los hue vos que ponían las gall inas c ri adas en el co1nl o e n los aleclaiios de
la casa, las hortalizas de la cortina para q uien d ispusie ra de ella y las legumbres que, e n rotació n con e l
ce rea l. se cultivaban e n alg una de las hazas mejores de l terrón cerealista>> . Cabo Alonso. A.: << Los procesos
d~ transformació n recieme», e n Geo[;rqjl'a de Casiilla r LeiÍn. 4. !"a actividad agraria, Vall adolid. Ambitn.
1987. p. -1-7. Esta imagen parecía re produci r. e n sus grandes trazos. la existe nte medio siglo atrás. y que
tan c rudame nte descri bie ra Julio Senador en sus obras.
LAS C ÁMARAS DE C OMERCIO E:-1 E L F RANQU ISMO 15 1

la situación de la agricultura hi spana. Frente al corsé de la política o ficial, se afirma con


fuerza un mercado negro de productos, c~pec ialmcnte trigo, del q ue se van a aprovechar
aq ue llas personas que por su capacidad financiera, técnica o sus re laciones políticas, te nían
los rnecan ismos necesarios para sustraer parte de la producción al me rcado oficial y obtene r
suculentos beneficios.
Obviame nte, ell o no podría darse más que en un a minoría de producto res de la pro-
vi ncia que cumplie ran estos requi sitos . Cabe suponer que la gran masa campesina no
estaba en condic io nes de poder luc rarse ele esta práctica y debió sujetarse a los condi-
cionantes de una po lítica restricti va en e l sector. El cultivo, además, se c ircunscribía a de-
terminadas producciones, predom inando el secano sobre el regadío y los cereales y
leguminosas sobre el conjunto (cuadro 6). Ni q ue decir tie ne que el principal cultivo dentro
de los cereales sería el tri go, confim1ándosc la tendencia al monocultivo que presidía la es-
tructura ag raria salmantina de~de hacía lustros y que, aun descendiendo, no dejaba de mos-
trarse puj ante.

CUADRO 6. Cultivos e11 secano y regadío. Aiio 1946

Cultivos de secano Hectáreas

Cereales y leguminosas ............................................. ... 320. 100


Viñedo ............................. ......... ...... ............................... . 13.100
Patatas ........ ............... ...... ...... ............. .. ...... ................ ... . 8.639
O li var .................... ..... .......... ......... ................................ . 4.900
Navo (sic) fom~ e ro ................................. ..................... . 420
Re mo lacha y alfal fa ........ ... ......... ...... ....... .................... . 1X
TOTAL ......... ............... .............. ... ........ .. . 347.177

Culzivos de regadío Hectáreas


-----------------------------------------

Plantas hortícolas ..... ............................ _. .. .................... . 9.1 18


Forrajes ................................... ... ........................ ............ 8.670
Plantas industriales ... ............................... ..................... . 48 1
TOTAL ........................... ..... ................... . 18.269

Fuente: Sinwci6n General de la Provincia. op. cit.

Po r su parte, la ganadería salmantina, a juzgar por las cifras totales que aportaba la Me-
moria de la Cámara en 1947 y que estaban referidas a 1942, no había sufri do especialme nte
los rigores ele la guerra. El número total de cabezas de ganado mostraba valores superiores
a los de antes de la misma, salvo e n el capítulo referido a aves, caballos y mulos, cuyo cóm-
puto re tlejaba alg unas pérdidas importantes. Las cifras eran las siguientes
152 L. SANTIAGO Di EZ CA NO

C UADRO 7. Datos de cahez.as de ganado


Cwzado Cabezas
Caballar. ................ ........................... ...... ............. ..... ...... 9 .090
Mular ............................................ ..... ....... .. .. ............... .. 15.440
Vacuno ................................................ ........ .................. . 159.500
Porcino ................................................................. ......... . 133.500
Ovino ..... ..................... ...... ................ ............................ . 823.450
Caprino ....................... .... ........................ .. .................... . 168.300
Aves ..... .. ..... ........... ... .... .......................... ... ................... . 41 7.500 24

La mis ma Memoria aportaba detallados datos del número de reses sacrificadas en el


matadero local, desde el final de la g uerra hasta el momento en que aqué ll a se redactaba2 '.
y de las posibilidades de exportación que, una vez cubiertas las necesidades locales y pro-
vi nciales, existían para determinados tipos de ganado: por ejemplo, se afirmaba que se po-
dían exportar de l orden de 6.000 terneras y cerca de 400.000 corderos.
En cualquier caso, si la guerra no parece que intluyera de masiado e n la cabaña ganade-
ra, sí lo hizo, en cambio, la posguerra. Alg unos años después, se observaba un descenso en
la cabaña ganadera, especialmente visible en el ganado ovino, bovino y porcino16 . Sabemos que
e l de este último se debía a los precios poco remuneraclores 27 y quizás es posible que ocu-
rriera lo mismo en cuanto a las otras dos especies. Pero también habría que tener en cue nta
la pos ibil idad ele que el descenso en las cifras fuera producto de la simple ocul tación.
Sería interesante poder contar con algún estudi o acerca ele las posibil idades ganaderas
de la provincia en estas fec has, pero estos indicios que poseemos a puntan a un cierto eles-
censo ele la producción como una consec uencia más ele la rígida y poco remuneradora po lí-
tica de prec ios seguida por los responsables ele la agricu ltura es paño l a2 ~ .
En conclusión. podemos decir que -como afirman los estudiosos del tema a ni vel na-
c io naJ19- la agricultura salmantina en el periodo autárquico seguramen te cum pli ó con su pa-

14 Memoria de la Camara Oficia l de Comercio e flldustria. Alio 1947. p. 39. Las cifras e xpuesta'
corresponden a los tota les. Seg ún la Memoria de 1935 (p. 12), las cifras para los mismos capítu los. sería n
respectiva mente:
Ganado caballar 12.29 7
Id. mu lar 1 R.4 19
Id. vacuno 145. 182
Id. porc ino 102.540
Id . ovi no 679.975
Id . capri no 11 6.558
Aves 448.877
2" L a relaci ón ocupaba vari as páginas, en concreto de la 18 a la 42 .
16 S ituación .... op . c it. En concreto, habría 110.000 cabezas de ganado bovino. 120.000 de porcino.
550.(XJO de ovi no. 129.000 de caprino y 9 .0(X) de equi no .
17 Memoria. año 1947, p. 41.
2' C uriosamente, en el Informe citado. sólo se apuntaban como mejoras para la producc ió n ganadera,

la referida al control las enfermedades y la construcción de apriscos. silos, heni les, pajares y un centro de
ganado vacuno en la Lona de Béjar.
19 Vid. la' obras de Barc iela o G utiérrez H urtado, ya citadas, y las interesantes aportaciones teóricas

contenidas en e l esllld io de J. L. Leal, J. Leg uina, J. M. Naredo. y L. Tarrafcta: La ag ri('lll/ura en el desa-


rro llo capitalista español, Mad ri d. S ig lo XX I, 1975.
LAS C ÁM .A RAS DE COMERCIO EN EL t'RAN Q LJ ISMO 153

pel de ser fuente de acumulación de capitales, pero en conjunto no constituía más que un
lastre para el desarrollo provinc ial. Y habiendo sido abandonada cualquier pretensió n de re-
forma radicaL la transformac ión del campo charro sólo podría ve nir por la vía de las refor-
mas técnicas. Entre ell as. ocupaba - en la me nte de los dili gentes provinciales- un papel
imp011ante el regadío. La construcción de l Pantano de Santa Teresa, iniciada antes de la gue-
rra, se presentaba así como una especie de panacea. Esta obra supondría la puesta en regadío
de unas 38.000 Hectáreas, «con las consiguientes ventajas de permitir el asentamiento de
gran cantidad de familias campesinas, reparto equitativo de la propiedad, aumento del ni vel
de vida, y en definit iva, solución íntegra del problema social del campo>> 30 .
Por otro lado, ese sería e l primer paso de toda una política hidráulica centrada en torno
a los saltos en el río Duero, que contribuirían a cimentar la futura industriali zac ión g racias
a las ingentes producciones que se esperaban 11 • Por lo que se refiere a estos años ele posgue-
ITa, podemos comprobar cómo la provincia era deficitaria aún en cuanto a la producc ión ele
energía cléctrica 3c. En definitiva, se esperaba que estas únicas reformas mejoraran la situa-
ción agrícola como base para una posterior industria li zación. Eso fue lo que se inició tími-
damente en los años 50.
En e fecto , pasado e l ri gor de la política intervenc ionista que dominó la década de los
40. la siguiente inic ió una tímida reorie ntación de la actividad agraria. Ante el fracaso evi-
dcme de la ne fas ta actuación autárquica, se impuso un cambio de rumbo que fue alentado ,
incluso, desde sectores cercanos al Régimen''· La entrada de Cavestany en el M ini sterio de
Agricu ltura fue decisiva para impulsar un proceso liberalizador, que ser;lla base de las trans-
formac iones futuras. de lo que se ha ll amado la crisis de la agricultura tradic ional.
Los primeros cambios se produjeron con una serie ele medidas estruc turales tomadas en
los años cincue nta. centradas en la mejor remuneración de precios, la normalizac ió n de los

10 Siwucián gcnl'ral de la Provinc ia. cir.


' 1 1/Jidcm. Las esperanzas deposi tadas e n la ctmstru.:c ión de pantanos para solucionar no >ó lo pro-
ble mas agricolas. sino también los re lati vos a la fa lta de industrialización no es ni mucho menos. ca racterística
tk los nue vos jerarcas. Las reminiscencias costianas de este tipo de soluciones son ya un lugar co mún . En el
plan o provinc ial . recordemos 4uc las espe ranzas puestas en las enormes cantidadeds de «hulla blanca>> di 'ipo-
niblcs en la provincia tenían honda tradición, plasmada en el apoyo otorgado a las empresas 4ue tomaron in-
te rés en el asunto: la Sociedad Hi spano- Portuguesa de Transportes Eléctricos y Saltos del Duero, S.A. Fueron
diversas las vic isitudes sufridas por estos proyectos. iniciados en la segunda década del siglo y 4ue no van a
tener con tirmación en la región sino e n 1934. con la te nninació n de la presa de Ricobayo en el Esta: para la
provinc ia. tendremüs que esperar hasta épocas re la ti vamente recientes. Por otro lado, no olv idemos que como
se ha puesto de manifie,to e n re ite radas oca;,io ncs. han sido los intereses foráneos y especialmente: los de la
industria vasca los que han estado e n los orígenes de la potenciació n de esta industria, no guardando ninguna
n: laci ón la potencia in, ta lada con el consumo para fines industriales, como se había tantas veces deseado.
' e Según lns datos de este trabaj o, que recogía informes de la estadística de producción de e ne rgía
eléc·trica. e n 194X, la provincia figuraba con el número 42 e n c uanto a la producción y con el 37 e n c uan tP
a l consumo. con un dé fici t, entre lo producido y lo consumido, de 24.822.296 kilovat ios-hora. Como4uie ra
que. a parte de el pantano de Santa Teresa. no se preve ía sino hasta mucho müs tarde la construcción de los
g ra ntk s saltos. el ék fici t aú n pe rsi stió .
·13 Carlos Barcic la ha se ti alado rec ie nte mcnlc este hecho. conside rando como muy significati vas lm;
intl.' rvcncinnes en este sentido desarroll adas Jurante la ce lebración del 1 Congreso Nacion al de Inge ni e ría
Agronó m ica. cele brado en Madrid e n 1949, dado e l peso de los ingenieros ag rónomos entre los cargos rec-
tores de la política agrari a en la etapa citada. Barciela, Carlos: <<Introducción>> a la Segunda Parte de la obra
de R. Garrabou : C. Barc ie la: J. L. Jimé nez Blanco (eds.): 1-/isrorio agraria de la Es1wíia collremporánea.
3. El .fin de la agricultura rmdicimwl ( 1900-1960). Barce lona. Crílica. 1986, pp. 413 y ss.
154 L. SANTIAGO DÍEI CANO

mercados y algunas transformaciones estructurales, como la política de colonización o la de


concentración parcelaria. El regadío iba unido a la pol ítica de colonización, de la que ya se
apuntaban pasos y de la que tampoco conocemos gran cosa-'.¡. Pero comoqui era que las obras
se alargaron duran te muc hos mios, sus consecuenc ias aún no se dejaron notar.
El otro gran frente de actuación prete ndía atacar e l problema ele las zonas de mini fu n-
cli smo. En Salamanca, tuvo ya en los 50 una incidencia concreta, con la concentración -una de
las primeras realizadas en el país- del municipio de Cantalapiedra, la cual concluyó en 1956.
Ese fue el inicio de un proceso que intentaba paliar las consecuencias ele una fragmentación ex-
cesiva ele la propiedad. que coexistió como ya hemos visto con la gran propiedad agraria. En el
cuadro 8 puede advertirse la importancia del problema, con cerca ele la mitad ele las lineas con
ex tensiones que no llegaban a las dos hectáreas. junto a una destacable presencia ele fincas
ele más ele 100 Has, e incluso superiores a las 500 o las 1000 Has. Por otro lado, el análisis de
la población agrícola y de los tipos ele explotaciones, tomado ele la misma fuente. nos permite
observar que aún permanece en el campo una importante proporción ele población subem-
pleada. los obreros eventua les, junto a fam ilias campesinas propietwias o arrendatarias.
Valorando a mbas situaciones, puede comprobarse que la propiedad ele muchas familias
campesinas sería mínima y apenas daría para vivir.

C UADRO 8. Estructura de la propiedad agraria


- ---- - ---------

G rado de Sl'U//1() Rl';<adío


parcelación No fi ncas Ha,. % N° fincas Has. %

< de 0,25 Has. 296.683 72.30ti.82 6.4 53.29 1 5.3 15.62 30.5
0.26-0,50 3 11.726 126.7 15.20 10.6 1().026 34 17.89 19,6
0.5 1- 1.00 197.560 154.559,29 12.9 5.394 2.650 ,82 15.2
1.0 1-2.00 11 2.244 188.8 15.65 15,7 1.418 1.95 1, 16 11.2
2,0 1-5.00 4 1.1 72 106.809.94 9.0 542 1.329.80 7.6
5.0 1- 10 10. 152 95 .454.42 7,9 102 641. 16 3.7
10.0 1-25 I.R77 23.1 65.65 1.9 62 622.37 3.(J
25.0 1-50 897 32.Cl72.85 2,6 15 34 2.72 1.9
50 - 100 40(J 29. 11 3,49 2,4 6 2R8.00 1.7
100-500 1. 260 163.253, 14 13,6 5 867.37 5.0
500- 1.000 214 110.569,06 9.3
1.000 y más 92 93.527,08 7.7
Totale;, 974.283 .1 96.364,59 1()() _L 70.86 1 17.426,9 1 100
- --------··-- - - - - · · ····
Fuente: Perspectivas de desarrollo ... 35

J.J Según el Informe anteriorme nte ci tado, se preve ía la creac ión de 9 nuevos pueblos en la zona re-
gable de l Torrnes y otros 2 en la zona del Ag ucda, pero e ll o se derivaría Je la terminación de las o bras.
que se retrasó aú n casi una década. Ade más, también se preve ía transformar unas 100.000 hectáreas de
secano en patrimo nios familiares, como labor específi ca e n esos años del Instituto Nacional de Co lonización.
Si tenemos en cuenta que. según datos de Barcie la, en todo e l territorio nacional, entre 1940 y 1951. apena,
se colon izaron 10.000 hectáreas, podemos hacernos una idea ele los resultados. Este autor ha ade lantado alg u-
nos datos de una investigació n en curso. los cuales diferenc ian cla ramente la po lítica colon izadora en los
a1'íos 40 (escasa y mal d irig ida) de la de los años sig uientes. a lgo - aunque fuera puco- más acertada.
35 Consej o Económico Sindica l P rovincia l. Salamanca: Paspectivas di' desarrollo económico de la

provincia de S a h tiiW tiCCt e11 los ¡míximos cinco mi os, Salamanca, 1962, p. 68.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO EN EL F RAN QUISMO 155

Los productos a cultivar apenas habían variado, por lo que se podía calificar la situación
de «desproporción de los cereales frente al resto>> 16 Sin e mbargo, parecía e n esos momentos
que existía una «cierta armonía en la estructura ag raria no muy corriente>>, debida al hecho
de la importancia porcentual de la ganadería, que aportaba cerca de la mitad de la produc-
ción final agraria. La cabaña se había íncrementado 17 • apreciablemente el ganado lanar y so-
bre todo las aves.
Ello estaba indicando un cambio en la condición de l campo, que podía pensar en su
posterior transformación. Es lo que se ha llamado la «Crisis de la agric ultura tradicional>>.
Di cha crisis fue inducida en buena pa11e por el inte nso proceso e migratorio que sufrió
el país y tuvo como características esenciales los procesos de mecanización. mejora en las
explotaciones, diversificación de cultivos y el corolario de unos mayores rendimie ntos. Ello
posibilitó el cambio de papel de la agricultura respecto al conjunto econó mico: sí en la etapa
anterior primó su función de aportaci ón de capitales 'x, junto a la de mano de obra, ahora se
mostraba sobre todo c omo un importante mercado de productos industriales, a l tiempo que
la anterior tendenc ia se inve11ía, ya que sí es cierto que seguía aportando mano de o bra, pa-
rece ev idente que declinaba su aportación de capitales. Coinc ide así e l proceso descrito a
nivel nacional con el que se puede observar e n nuestra reg i ón 3 ~.
Durante e l proceso de transformación agraria, los ensanches en las propiedades campe-
sinas se vieron propiciados no sólo por el abandono de los campos de muchas personas, sino
también por el incremento de los arrendamientos y la política ele concentración parcelaria40,
aunque su resultado final , dada la orografía salmanti na, fuera infe rior a otras provincias.
Sobre las parcelas más g randes, pudo emplearse e l gran cúmulo de mejoras técnicas que
ya e n estos m1os se conoc ían: e mpl eo de abonos art ifici a les, uso mucho mayor ele trac-
ción mecánica. e tc . Frente a los nume rosos arados roma nos, la tracc ión animal de mulos y
similares. las c uadrillas de segadores venidos de Galicia, los trillos antiguos, se impusieron
las nuevas máquinas, cuya progresió n fue realmente espectacular. Las c ifras que indican e l
incremento del número de tractores o en el consumo de ferti lizantes así lo ponen de man i-
fiesto.
A e llo se uni ó, poco a poco, un incremento de l espacio regado, gracias a presas como
la de La Maya y a los canales que posi bilitaron la e xpansión del agua por zonas ribe reñas
a l Tormes. Co n e l agua al alcance del agricultor. éste pudo empezar a pensar e n culti var
nuevos productos cuya demanda se acrecentaba sobre todo en las c iudades industriales. La
transformación en la producción hizo declinar el hasta e ntonces omnipresente predomin io
del sistema cereal. con su rey, el trigo, a la cabeza. A pesar de todo, siguió siendo la princi1xli

J(1 fhúif! l11, pp. 35 )'" SS.


37 Así se deduce de las cifras del censo ga nadero de 1960. recog ido e n lhidem, p. 79 .
.1X 1/Jidem. pp. ·B9 y SS.
39 Vid. el resumen efectuado por el profesor Cabo Al o nso e n la obra citada e n la nota 7, pp. 47 y ss.

Tambié n cita como rno1or de esa transformación el é xodo mig ratorio. LJUe afectó no sólo a jornale ros y
o bre ros agríco las, sino tambi én a peq uefios pro pie 1a rios. que no e ncontraban en sus reducidas ex p l otac ione~
medi os sufic ientes de vida: cnn base en un estud io de Sig uán Soler, se puede ofrece r el revel:1do r dato de
que e n fecha ta n lardía como 1964, «e l titular de una e mpresa agraria de una vei nte na de hectáreas - ex te n-
sión que pocos ca mpe,inos reunían e n nuestra región- te nía e n torno a las 30 .000 pta. de ingresos an uales,
c u:mdo el sa la rio medio e n el conjunto de las di stintas actividades laborales a lcanzaba las 67.000>> .
jO Cabo A lo nso. A.: «Los proceso> de transformació n rec iente», en Geogrqfla de Castilla y Leán,

OJI. cil .. pp. 5() y SS .


156 L SANTIAGO DÍEZ CANO

producción, aunque cabe rese ña r e l aumento de otras especies, anteriormente cultivadas o


nuevas, como es el caso de la remolacha azucarera41 •
Por último, el progreso ga nadero seguía un ritmo ciertamente ale ntado r, con el c reci-
miento ele la cabaña y la mejora e n las especies.
Todo este nuevo panorama no dejaría ele tener consecuencias en el resto de los sectores.
En realidad, en las nuevas perspectivas que parecían abrirse en los años 60, el sector agrario
que indudablemente seguía vertebrando la economía provincial, se presentaba como una po-
si ble palanca sobre la que asentar un c reci miento económico para e l conjunto ele la misma.
E n las mentes de quie nes propugnaron las bases de dicho crecimiento. éste debería abo-
c ar a un proceso industrializador. El mi smo podría aprovechar una serie ele condic iones que
fu eron prese ntadas re iteradamente como ineludibl es instrume ntos de l progreso industrial sal -
mantino: las reservas mineras, e l potencial energét ico, la productividad agraria, la favorable
localización espacial , la calidad de la mano ele obra. «Sólo» se necesitaba un impu lso exte-
rior. Pero éste fue el que no lle gó. salvo en contadas excepciones y para cuestiones muy
puntuales.¡ 2• En toda la política desarrolli sta de la década de los 60 propiciada por los minis-
terios econó m icos primó la opc ión industrializadora que se basaba e n la política de los po los
de desarrollo, e ntendida como medio de ex pandir los efectos en cadena de un progreso eco-
nómico centrado en determinadas zonas e legidas para e llo. Comoquiera que ese intlujo be -
nefactor no se reprodujo en los términos previstos, los lugares que se vieron fuera de esos
planes tu vieron que acogerse a un crecimiento propic iado desde dentro y siempre subordi-
nado. dado e l pape l que a ciertas regio nes había correspondido en e l engranaje d iseñado des-
de los gobie rnos tecnocráticos. Muy pronto e mpezó a de tectarse que la evoluc ión económica
no seguía esos derroteros.
Así, e n un Pleno de l Consejo Econó mico Sindical Interprovincial del Oeste (en el que
se integró a la provinc ia salmantina ya en 1965, en un reconoc imiento expreso de su situa-
ción de subdesarrollo) cuyas conclusiones se publicaron en 1967, se constataba fechaciente-
me nte esa difícil situación. Proseguían las cifras altas de emigración y. a pesar de ello. se
detectaba un e levado índice de paro agrícola enc ubi erto. El pe rfil de la región te nía un <<ac u-
sado re lieve agrícolaganadcro, con una escasa participuc ión de la re nta industrial e n la totaL
consecue ncia de un bajo índ ice de industrialización que es prec iso acti van>.¡\

41 Puede consul t;w;e la Estadística Agraria de 1972. Para una comparación con o tras provi nci as. véa-
'c b publicac ión de l Consejo Enmómico Socia l Sindi cal de l Oeste de España: La ecoiiOlllÍa de la regili11
Or'.IN en ciji·as, Salamanca, llJ75. pp . 28-3 1.
42 Hay toda una li teratura un ta nto reitera ti va que desde com ienzos de los aiíos 60 insiste e n e sa
,ituación. Al principio, aún se observa e l <Jcento puesto en l<J tr<Jnsformación del campo como eje, y de ello
dan muestras obras promovidos por e l Consejo Económicn Si ndical Provinc ia l de Salamanca. en 196~ y
llJ65: Perspecri\'{/S eh· desarrollo econtimico de la provi11cia de SalmiWilcu, cit.. o e l ambicioso Programa
para el de.wrrollo econámicosocial de lu prm·incia de Sa!tllnwtcu. Posteriormente, con resullados ya \'isi-
bles e n el sector agrlcola, la apuesta industriali zadora cohra fu erza. Véase como resumen el artíc ulo J e
Angd Gon..:;ilez Ri vero. Geren te del Patronato de Promoci (í n lndw,trial. <,La indu stri al i ~:ac i ón de Sa laman-
ca. Posi bi lidades. rea lizaciones y perspecti va<;», publi cado e n la Re1·isw de Economía lndttslrial. n" 34. se p-
tiembre 1966. O tambi én su contri bución al vol umen Salmnmzca. Espmla en ¡m;. pub licado para
conme morar el XXV an iversario <<de 1::1 Paz española>>, y edi tado por el Gobie rno Ci vil. De este mi smo
o rganismo, puede verse tam bié n el autola udatorio trabajo titu lado Reali::.acimws duran/e el 1 P/a11 de De -
sarrollo Y perspccfil'(fs fi auras, Salama nca, 1968 .
.¡ 1 Consejo Ecvnámico Sindical l nterprovincial del Oeste. 1967, Salamanca. llJ67, p. 37.
L AS CA MAR AS DE COMERCIO EN EL FR AN QUISMO 157

El mismo Consejo, un quinquenio después, hacía manifestaciones de corte más tajante .


seguramen te espoleado por la falta de concrecc ión de sus perspectivas. Tras <<señalar que
todas las líneas de tendencia que se apreciaron en 1965, fec ha en la que se inició la primera
rase ele los trabajos ele este Consejo. se han ace ntuado en e l quinque nio siguiente , con signos
de mayor agudeza y gravedad>>, afirmaba al come ntar la estructura del empleo en toda la
región:

<< Man te niéndose prácti.:ameme estacionaria la població n activa ocupada e n el .. sector se-
cundario"' (daros 1960-70), lo q ue demuestra bien a las claras. el casi nulo desarrollo indus-
trial, ha ocurrido en la Regió n Oeste. un fenó meno c::tracterístico de la é poca: una se nsible
red uccióln de la población acti\·a ocupada en e l sector pri mario y un incremento de la em-
pl eada e n el sector terc iario. si bien en e ~ta última, su componente más impOitante es la Ad-
min istración Pública. con lo que sig ue manteniéndose la tónica genera l de l subdesarro llo.
Por otra parte. al no haberse tran sfo rmado en grado sig nificativo las estructuras agrarias. a
pesar de la pérdida de elememos acti vos en el sector, continúan los altos índices de sube m-
pl eo o paro enc ubierto (del 25 al 60% . segú n las zonas )>>~ 4

Bien es verdad que la situaci ón salmantina dentro de este conglomerado en el que se la


había incluido e ra seguramente la más halagüeña de todas, pero e llo no quita para que se
constate ese fracaso no sólo de la apuesta industrializadora, sino inc luso - en modo relativo-
de las transformaciones agra rias que comentamos. Quienes formaban parte de estos organis-
mos no parecían pe rcatarse de que en real idad. la prov incia estaba cumpliendo el papel asig-
nado a la mi sma en el proceso de desanollo de la economía nacional: el aporte de capitales
y mano ele obra. En e l diseño macrocconómico. no había lugar para un desarro llo industrial
e n la provincia.

L A INDUSTRIALIZACIÓN PENDIENTE

Consolidar una estructura industrial e n la provincia e ra una aspirac ión ya antig ua, que
había tropezado con el predominio de unos dete rminados intereses ag rarios y con la re lación
ele dependencia existente respecto a otros núc leos del país. Por e llo siempre había te nido un
desarrollo muy limitado, centrado en lugares conc retos y en acti vidades específicas: la fa-
bricación de harinas, los curtidos, la industria chac inera, una mínima representación de la
industria química constituida por la fábica de abonos de M irat, y poco más. Las posibi lida-
des que a los ojos de muchos observadores abría la producción de ene rgía eléctrica centrada
en los Saltos del Duero, se vieron fr u strada~ por los proble mas que hubo de afrontar su pues-
ta en marcha.
Pero la unió n de ambos factores, existencia ele pequcfí.os núc leos indu striales consolida-
dos de a lguna manera y apertura teórica de amplias posibilidades e nergéticas, habían susci-
tado ya en el segundo decenio del siglo la explicitación de esperanzas sobre el potenc ial
ex istente en la provincia, que -en c ualquier caso- pasaban por una previa transfonnación de
las estructuras agrari as. Lo que nos interesa de tales reflexiones es que entrañan un pl antea-
miento que se asemej a muchísimo al de los años 60, aunque es posible mente más acertado
en lo que se refiere al análisis del problema agrario.

~~ 1/Jide/11, 1972, pp. 3 y 7.


!58 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

La lectura del «Informe» elaborado por Luis Capdevila y José Gira! destinado a las se-
siones del Congreso Nacional de Ingeniería. celebrado en Madrid en 19194 ' , revela que las
refo rmas econó micas propuestas en los años 50 y 60 ya habían sido apuntadas anteriormen-
te, corno el desmToLlo de la energía hidroeléctrica, la reordenac ión de la industria harinera,
pero, sobre todo, la transfom1ación del campo como dato previo a cualquier proceso indus-
trializador. La diferencia entre las primeras y las últimas estaba en que el acento, en 1919,
se ponía en c uestiones estructurales y no meramente técnicas.
Como nada alteró el orden rural , el desarrollo industrial siguió moviéndose constreñido
por estrechos límites, dependiendo siempre de la coyuntural posición en que se encontrara cada
subsector. Así, mientras la fab1icación de curtidos, tradicional industria salmantina, iba entrando
en franco declive ante la aparición de derivados del caucho. ante los que no podía competir, la
chaci nería se mantenía y la fabricación de abonos se beneficiaba de un progresivo aumento
en el consumo a lo largo del siglo. Aún se produjo alguna aportación más ya en los años 30,
como la aparición de una industria vinculada a la ganadería, la fabricación de sueros y va-
cunas. Además, existía en la capital un subsector dinámico, constituido por la construcción.
Este panorama no cambia una vez pasada la guerra. Ell o se desprende ele los elatos re-
cogidos por el Consejo ele Jnclustria en 1943, confirmados más tarde por la Memoria de la Cá-
mara ele 1947. La comercialización ele los productos agrarios y la satisfacción ele las necesidades
del autoconsumo provincial constituían las actividades principales, mientras el menguado pai saje
industri al parece incapaz de absorber una mano de obra que no encuentra en el campo me-
dios suficientes para poder vivir. Una vez más se insiste en un panorama conociclo46 :

«La principal producción - podríamos decir q ue úni ca- es la agrícola y ganade ra( ... ). El pa-
nora ma industri al presenta variedad. a unque ele potencialidad pobre para cierta modalid ad
de industrias. relativa para otras y de consideración para las de tejidos de lana, cu rtidos. ha-
rinas. ch:tc ine ría. abonos y suer os para ganadería>>4 7

Si eliminamos la fa bricación ele sueros (procedente ele la etapa republicana). la econo-


mía industrial era la misma ele un cuarto de siglo antes. No parecía dar más de sí por e l
momento la estructura productiva salmantina e n el campo industrial.
Como consta en el Informe del Consejo ele Industria que acabamos ele citar, predomina
el carácter artesanal, familiar o ele escaso interés ele las distintas producciones y sólo en con-
tadas ocasiones se registran empresas ele importancia.
De ellas, podríamos destacar, en primer lugar, la fab1icación ele abonos, monopolizada por
la S. A. Mirat, que con un capital ele algo más de 2 millones ele pesetas, empleaba a 165 obreros
y tenía una importante capacidad producti va. Según se afirmaba, a pesar «de no ser la pro-
vi nc ia productora ele primeras materias, tiene en la capital una industria impottante ele preparación
ele fertilizantes ele excelente calidad, que en épocas nommles ele importación se desenvo lvía fran -
camente bie n, sin duela por estar enclavada en centro consumidor importante» 4 K.

45 fue recogido en el Boletín de la Cámara de Comercio en 1919. Véase Martínez Quinteiro, M. E.


y Dícz Cano. L. S.: HisTo ria de /a Cámara de Comercio e IndusTria Je Salama nca. 1886 1936.
46 Ministerio de Industria y Comercio. Di rección General de Industria: M omento actual de la Indus -
Tria en Espaiia. 19"'3. Provincias de Salamanca, Valladolid y León, Madrid, Publicaciones del Consejo de
Industri a. Publicación núm II , fascículo nLIIn. 7. 1943, pp. 7-39.
47 MomenTO .. .. op. ciT. , pp. 7 y 9.
4x MomenTo .. . , op. cit., p. 16.
LAS CÁ MARAS DE COMERCIO E:--J EL FRANQU ISMO 159

La producción química se completaba con dos laboratorios de sueros y vac unas para
ganadería, in stalados am bos e n la capital, el Laboratorio del Perpetuo Socorro y el lnstiLUto
de Higiene Victoria. im plantados éste en la etapa repu blicana y aq uél en 1939. Entre los dos
e mpleaban unos 175 obreros y gozaban de impo1tante demanda.
Un a industri a de ampl ia tradición y relativa impmtanc ia era la de fab ricación de curti-
dos . El Informe señala ba las dificul tades que arrastraba ya desde antes de la gue iTa, a cau sa
de la compete ncia de los productos de goma. La crisis en la provincia era más inten sa, de -
bida al proced imie nto de curti ció n seg uido en Sa lamanca, un método anti guo y de exce lentes
resultados. pero más caro que los sistemas mi xto y rápido 49 .
En el sector maderero, apenas destacaba un est ableci miento si tuado en Ci udad Rodri go,
cuyo capital soc ial era de 2.400.000 pese tas y que e mpl eaba a 134 obreros.
El principal grupo industri al era el dedicado a la alimentac ión. En él sobresalía la im -
portante industiia hmincra, concretada en más de 400 molinos maqu ileros y 29 fábricas de
ha rinas con capac idad de molturación superior a 5.000 kgs. diarios. Sólo éstas tenían cierto
reli eve, pues los molinos ape nas trascendía n el mercado locaJ5°. A parte de las fábricas de
harinas. el Informe se hacía eco de la escasa importancia de otras producciones, com o la de
pastas para sopa, sé molas , purés, inexplicabl e en una zon a de tan <<abu ndante disponibilidad
de ce reales y leguminosas» ' 1•
Caso aparte re pre senta la industri a chac inera, de la que se afirmaba que «<as industrias
con ell a re lacionadas puede afi rmarse que no existen. co mo tampoco existen las industri as
de transformac ión que ut ilicen sus productos. excepción hecha de la industria texti l ( ...) y la
de productos de rivados del cerdo>>5 2 . Sin embargo, este subsector, representado por al rededor
de 100 industrias seguía con defectos ya apu ntados en etapas anteriores, pues sus in stalaci o-
nes eran. por lo general, pobres, los procedi mi entos ru tin arios y se carecía de cámaras fr i-
goríficas51. La excepción la consti tuían las chac inerías anej as a los laboratorios de sueros y
unos cuatro establec imie ntos situados en Ledrada y Valleje ra de Riofrío. Guij uelo y Ledrada
se config uraban como ce nt ros de rel ieve en esta prod ucción . No ex istía ninguna otra men-
c ión de importa ncia relativa a la indu stria agroal imentaria.

49 Jhidem. pp . 24 y ss. El proced imi ento garanti zaba la ca lidad de la sue la, pero e ra le nto y cos toso.
00 Seg ún el informe. la existe ncia de «número ta n e lev ado de mo linos se com pre nde so lamen te con -
sidera ndo la im portanci a que e n la econo mía rural tie nen los mo linos maqui leros (qu e lo mi s mo mo lían
trigo que pie nsos para e l ganado). dism inu ida en parte hace al gunos añ os e n las zona s de e mp lazam iento
de las fábricas de ha rin as , su se ncil lo manej o y exp lotac ió n qu e hace co mpatibl e e n mu c hos cas o s e l
o fic io d e moli ne ro co n e l de labrad o r. y la gra n ca nt idad de saltos d e a gua de ríos y a rroyos. G ra n pa rte
d e ~stos ( .. . ) es tán e mpl a zados e n las má rge nes ele los ríos To n n cs, Ag ueda y arroyos más o me nos
c a ud a losos y de ré g imen mu y variable y utilizan como órgan o de acc ionam iento la rueda hidrá u li ca o e l
rode zno : otros, e mplazados e n zonas d istantes de ríos y arroyos, ut ili za n e l motor de gas pobre y de co m-
b usti ón. q ue va n si e ndo sw,t itui dos por e l motor e léc tri co. En ge ne ral no ti ene n régime n de trabajo fij o,
co bran en es pec ie y aprox imada men te el 50 por 100 no e mple an obre ros o cu a ndo más u no po r te mporada >> .
lhidem. p. 2 ~ . Como se ve. se trata poco m;b (j Ue de mo lino s autoabastecedo re s de una déb il dem a nd a muy
local izada .
51 lbi de m. p. :lO.
52 lhidem. p. :l l .
53 lhideni. p. 32 . Estos m ismos defectos ya fu e ro n señalados e n 19 19 por e l lnfim ne de Capde vil a y

Gi 1·al anterio rme nte c itado.


160 L SANTIAGO DÍEZ CANO

Por último, habría que referirse a la fabricac ió n de calzado. Junto a alguna pequeña in-
dustria de calzado de cuero, sólo destacaban dos recientes instalaciones situadas en Peñaran-
da y dedicadas a la fabricación de calzado con piso de goma 54 •
Esta pequeña relación que hemos ofrecido agotaba la industria sal mantina de cierto re-
lieve. El resto de apartados dedicados a la manufactura se limitaba a re lacionar la existencia
de pequeños ta lleres, muchos de tipo artesanal.
E xistía, empero. un sector dinámico a destacar e n la economía salmantina : e l de la
construcc ió n. El crecimiento de mográfico constante a lo largo de l siglo e n la ci udad tor-
mcsi na, contribuyó. ya desde antes de la guerra. a la a mpliac ión de su ca sco. A e llo se
unió la re levanc ia adquirida por la capita l durante los ini c ios del contl icto y, con poste -
rio ri dad , e l intento por parte de los urbani stas y arquitectos falang istas de hace r de Sa-
laman ca una espec ie de ciudad prototípica. Algunos estudios han puesto de manifi esto
la re lac ión de l auge de la construcció n, de ri vado de l impacto demográfi co y ciertas pro -
puestas de los a rquitectos falangistas y con la más pro saica realidad del j uego especu-
lati vo e n torno a l sue lo y a las edific ac io nes 55 . Los proyectos urbanísti cos jamás ll evados
a la práctica, se nos aparecen c omo un inte resantísimo ejemplo de lo que p ue de se r un
inte nto de leg itimació n y soc ia lizac ión de l f ranqui smo, cuyas g ra ndilocue ntes propuestas
para con struir un a supuesta «ciudad de l Movimie ntO>> tropeza rán co n una serie de inte -
reses reales de los propietarios de s ue lo y promotores de o bras que buscan real izar rápi -
dos y j ugosos beneficios, aprovechando una c reciente de manda de vivienda. estimulada
ade más desde el propio Poder. A pesar de ese fracaso urbanístico, no cabe duda de q ue
la ac ti v idad constructora animaba la vida económi ca capitalina. En general, e l crec imien-
to de la urbe sa lm antina va a constituir una de lo s pocas muestras de desarrollo provi n-
c ial , consolida ndo la te nde ncia centrípe ta de l mismo, que ya h abíamos advertido e n
e tapas precede ntes.
Como hemos visto, el progreso industrial aprovecha el dinamismo de determinadas pro-
ducciones con tradic ión en la prov inc ia: fundamenta lmente la industria agroalimentaria, y
dent ro de e ll a. la fabricac ión de harinas y de e mbutidos, así como la producc ión de fe rtili-
zantes, ubicado todo e llo en la capital y sus aledaños. Fuera quedan el entramado tex til be-
j arano, la industria c hacinera, con base en G uij uc lo-Lcdrada y producc iones aisladas en
Peñaranda y otros lugares de c ie rta impo rtancia.
Esta es la situación q ue se aprecia al comienzo de la década de l desarro llo, en la c ua l
c iertos gru pos locales intentan propicia r una opción industrializadora para e l conj un to de la
provincia. Los datos proporc ionados por e l Banco de Bilbao o el u·abajo realizado por e l
Instituto de Orientación y Asistenc ia Técnica de l Oeste (IOATO) para e l Consejo Económico
S indica l56 , muestran. en primer lugar, una estructura industrial que seguía basándose e n las
mismas producciones como puede observarse en el cuadro 9. La localizació n de las fábricas

54 lhidem, p. 35.
55 Mira nda Regojo, Fütima: Urbanismo salmanrino de Posrguerra. Sala manca. 1980 y ta mbié n C le-
me nte C ubi llas. Enrique : «El creci mie nto urbano e n los últimos decenios>>, e n Sala11rwrur. Geografía , His-
toria. A rre Y Cultura. Salamanca. Ayuntamie nto, 1984, pp. 90-94 espec ia lmente .
56 Consejo Económico Si nd ical Provincial: Programa pam el desarrollo ecorl(ímico-socia l de la pro·
t·iucia de Salauwuca, M adrid. 1965 .
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL FRANQUISMO 16 1

era idéntica a la de años atrás57 y se comprobaba que la energía eléctri ca. que había desper-
tado g randes esperanzas. tenía nula incidencia sobre la industrialización"x.

CUA DRO 9. Producción por grupos industriales (millones de ptu.) / 957

Grupo industrial Valor bruto Valor neto

Minería 72,30 49,8 1


Alimentación 1.6 12,44 238, 12
Te xtil 638,83 22 1,6 1
Piel 11 2.42 40,62
Madera y corcho 135,30 51,15
Papel, prensa y artes gráficas 30,10 12,06
Industrias químicas 308,29 121 ,74
Si clero m. y construc. metálicas 177,49 96,9 1
Cenímica. vidrio y ceme nto 49,85 30,8 1
Edificac ió n y Obras Públicas 690,86 3 19,45
Agua, gas y e lectricidad 37,29 23.16
Fuente: Banco de B ilbao. Renta nac ional.

Asim ismo, persistían problemas estructurales, como la casi liliputie nse dimensión de las
fábri cas (cuadros 1O y 11 ) o la pe rvive ncia ele establecimientos más artesanales que indus-
triales. No obstante. e l lOATO apostaba por una vía industrial para la provincia, aportando
conc lusiones gené ricas y concretas para cada sectorw, planteando la necesidad de realizar
concentracione s y reordenamientos de determinadas producciones, esenc ialme nte de las re-
lac io nadas con la alimentación.
Resulta interesante constatar cómo una ele las conc lu siones, la vigesimoséptima, hacía
referencia a la producción eléctrica y su inc idencia e n e l secto r secundario, p idiendo el <<es-
tudio de un siste ma ta1ifario que haga posible el desenvolvimiento económico de las explo-
tac io nes ele zo nas ele débi l consumo y reduc ida industria li zación>>('0 • Una serie de iniciativas
locales. como la creación del Patronato ele Promoc ió n Industrial , en e l seno de la Diputación,
con el apoyo de todos los organismos provinciales (incluida la Cámara de Comercio e In-
dustria) intentaría llevar a la práctica las propuestas apuntadas.
Precisame nte e l gerente del Patronato, Angel González Rivero hacía e n mitad de la dé-
cada desarrollista, una serie de prospccti vas de sig no muy positivo acerca de las posibi lída-

" 7 « Un e levado porcentaje de la industria provincia l se halla concemrado e n un reduc ido número de
poblacio nes. La capi tal y el municipio próxi mo de Tejares son la sede las princ ipa les industrias, excepto
la texti l. locali zada e n Béjar. Siguen e n im portancia Pe ñara nda de Bracamonte. Lumbra les. C iudad Rodrigo
y zona de Guij ue lo y Ledrada>>. íhidem. p. 82.
0 ~ La puesta e n servicio de las gra ndes centrales productoras de e ne rgía, ubicadas sobre e l tramo in -

t.::rnacinna l d<:! l Duero . no han dado orige n hasta la fec ha a g rupos industria les próxi mo~. exportándose la
casi totali dad de la producción hacia las zonas industria les de l Norte de España, si n que se hayan proyec-
tado industrias que. como la e lectro-q uími ca, ceme nto. e tc .. necesi tan una im portante aplicación de e ne rgía
e léctrica». íbide111. p. 82.
:"9 lhiden1. pp. 233 y ss.
60 1/Jidem, p. 2:\.'i.
162 L SANT IAGO DÍEZ CANO

des industrializadoras de Salamanca61 • Tras reseñar la ya conocida estructura industrial y las


posibilidades abiertas por la situación agrícola, la capacitación profesional y los recursos
e nergéticos, e l Gerente se hac ía eco de los positivos resultados obtenidos en el tiempo de
actuac ión del Patronatd'"·
Sin embargo, lo más interesante de sus reflexiones es la constatación de la iniciativa local.
endógena, del proceso, sin apoyo exterior: «La tarea ele promoción examinada ha puesto en mar-
cha un coeficiente de clesmTollo industrial que constituye un destacado potencial de cara al fu -
turo. Se continna con ello Salam<mca como provincia, con destacada y positiva voluntad ele
superación, t r~msfo rmac ión aún más meritmia si se tiene presente el momento en que se ha ges-
tado al margen del trato prefe rente centrado y orientado por el P.D.E.S. [Plan de Desarrollo Eco-
nómico y Social!, en determinadas zonas concretas del país. Es la aportación de una conciencia
y un clima ambiental de adhesión que junto con el grado ele localización favorable que Salaman-
ca ofrece, merecen inmediata atención nacional en los estudios para el ll Plan, que debe tener
mayor amplitud de dispersión real ele las iniciativas indust1iales y con ello una concurrencia
y participación regional menos automática que la del actual y más flexibl e y clinámica»6' .

C UADRO 10. Establecimientos por tamm1os y ramas de activid(/d


-.
Número de empleados
Tmal < de 5 5-9 10-49 > de 50

Extracción de minerales metá licos 66 8 18 34 6


Extracció n de piedra. arcilla y a rena 185 176 6 3
Id. de otros minera les no metálicos 54 47 4 3
Prod uctos al imenticios 1.634 1.443 135 55
Industrias de be bidas 144 104 7 2
Industrias tex ti les 185 134 10 25 16
Calzado y vestido 2.01 4 1.965 39 10
Madera y corcho 433 410 13 9
Muebles 2 15 187 15 12
Pa pel y sus productos 8 6 1 1
Artes g ráficas 43 2::l 11 2 2
Cuero y sus prod uc tos 97 81 11 4 1
Productos de l cauc ho 22 16 2 1 3
Sustancias y productos químicos 32 24 3 3 2
De rivados de l petró leo y delcarbón 1 1
Productos minerales no metálicos 33 1 280 24 26
1nclustrias mctál icas básicas 7 3 1 1 2
Fabricación y reparación de prod. metálicos 963 945 10 7 1
Const. y rep. de maqumari a no eléctrica 52 38 6 S 3
Id. ele material de tra nsporte 427 39 7 15 12 3
O tras industrias fabri les 134 122 6 S 1
Industri as de la construcció n 1.108 1.020 41 40 7
Electric idad y gas 31 26 1 3 1
Total 8.201 7 .503 38 1 263 54
% 100,00 91.49 4,64 3,21 0.66

Fue nte : Programa pa ra el desarrollo ... , op. cil .. pp. 83.

61 González Rivero, A.: <<La industriali zación ele Salamanca ... >>, urt. cit.
62 fhiJCIIl, p. 13 y SS .
63 lbidem. p. 16.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL FRANQU ISMO 163

C UADRO 11 . Empleo según tamwlo de los estahlecimiemos

Núme ro de empleadas
Towl < de 5 5-9 10--19 > de 50
··--· --- - - -·- -·· - - - - -·

Ex tracción ele m ine rales metá licos 1.341 22 125 688 526
Extracción ele p iedra. arc ill a y are na 363 289 33 41
Id. de otros m inerales no metálicos 187 81 28 78
Productos alime ntic ios 4.666 2.705 922 984 55
1ndu st rias de be bidas 373 227 40 46 60
1ndu strias texti les 3.640 242 63 660 2.675
Calzado y vestido 3.229 2.842 225 162
Madera y corcho 987 654 80 183 70
M ue bles 817 365 81 22 1 150
Pape l y sus productos 32 15 6 11
A rtes gráficas 311 57 75 34 145
C uero y sus procluctm, 368 148 60 75 85
Productos de l caucho 952 26 13 19 894
S usta ncias y productos quími cos 40 1 42 16 60 283
Derivados de l petró leo y del carbón 2 2
Productos m inerales no metálicos 1.300 627 145 478 50
Industri as metálicas básicas 264 6 8 31 210
Fa bricación y reparació n de procl. metálicos 1.554 1.296 60 139 59
Const. y rep. de maquinaria no e léctrica 460 89 31 118 222
Id. ele maq uinari a e léctrica 122 61 11 50
Id. de material de transporte 1.89 1 732 89 240 830
O tras industrias fabri les 408 194 44 120 50
Industrias de la construcc ión 3.295 1.758 244 703 570
Ele ctricidad y gas 399 77 7 95 220

Total 27.362 12.557 2.426 5. 166 7.2 13


% 100,00 45,89 8,87 18,88 26,36

Fuente: Pmgmma pura el desarrollo .. , op. cit .. pp. 83.

La negativa evolución de estas expectativas no tardaría en ser reconocida. Tan sólo unos
años más tarde, e l mismo Gerente de l Patronato ofrecía una confe rencia en e l Ateneo para
comentar la inc idencia del II Plan de Desarrollo e n Salamanca 64 Después de una larga in-
troducción que comentaba las características generales de l mismo, González Ri vera entraba
a comentar sus pos ibles consecuencias en la provi ncia:

<< Para Salama nca la impres ión gue se saca ele su lectura es que )e l Pl an l es bueno en su re -
dacción pe ro nll adecuad o e n su operatividad, e n s u ap licativiclacl. El o lv ido que sopo rt aba
nuestra provinc ia e n el prime ro persiste e n e l actua l y este olv ido. de confirmarse. me temo
que va a provocar insu pe rabl es d ificu lt ades en e l camino del desarrollo progresivo que la
eco nomía prov incial precisa para superar e l grado d e des ni vel que acusa con respecto a las
mús ade la ntadas»"'.

" 4 Gonzá lez Ri vero, A. : El JI Plan de Desarrollo y Suhrmwu·a. Conferencia de apertum del Curso
l'i68-6Y del Círculo de Estudios Sociológicos, celebrada el 8 de noviembre de l 'i68, Salamanca. 1969.
"' lbidenr. pp. 14-15.
164 L. SANTI AGO DÍEZ CANO

Ese olvido podría tener consecuencias graves e n Salamanca, pues

<das iniciativas locales e n dete rmin ados secto res - especialmen te e l industrial y ciertas acri-
vidades de l agra rio y de servic ios- ha n c ub ie rto un a a e ti va e tapa inic ial que ha pe rm iti do
despertar ini c ia tivas pe ro que, a medida que la evo lución se consolida. aquellos e, ruerzo s
res ulta n ins uficientes para provocar resultados ele mayor alcance sie ndo precisa la ay ud a
oficial exterio r » 66

Se expresaba así lo inadecuado de la opción industrializadora tomada, opc ión que no


había tenido en cuenta los intereses específicos del mode lo de desarrollo por el que había
to mado partido la Administración67 , basados e n la política de Po los de Desarro ll o, c uya lo-
calización no contribu yó a expandir sus efectos por las zonas adyacentes, sino, más bien a l
contrario. a concentrarla en detrimento de las mismas. En ese contexto, la apuesta industria-
l izad ora local estaba condenada al fracaso. pues debería basarse en una iniciati va meramente
interna. Buena prueba de ello es la casi nula participación no sólo en la política industriali-
zadora en su conjunto, sino en a lgo tan definitorio de la mi sma a nivel regional como es la
in versión del capital extranjero, cuya importanc ia en el progreso industrial regional ha sido
suficientemente puesta ele manifiesto 6 x.
Dos intervenciones ex teriores a la provincia merecen reseñarse por su influencia en la
mejora industrial de la misma y por sus especiales características, reveladoras del papel ad-
judicado a Salamanca en la división ele trabajo de la sociedad industrial española ele los años
60 y 70. Una se refie re a la terminación ele los graneles complejos hidroeléctricos asentados
e n nuestra provincia, en la zona de los arribes del Duero, complejos que situarán a Salaman-
ca a la cabeza ele la producción hidroeléctrica nacional. Los saltos ele Saucclle, Alcleacláv il a
y Villarino, con sus ingentes obras ele ingenie ría proporcionarán un caudal impresionante de
e nergía eléctrica susceptible de haber sido aprovechado, tal y como proponían quienes fue-
ron a lgunos ele los primeros mentores de estas obras. S in e mbargo, es bien conoc ido el eles-
tino final de toda esta producción, que cruzaba la región para abastecer las industrias
norteñas, mie ntras que en nuestra provincia permanecía sin utilizarse ni siqu iera para fines
domésticos e n muchos pueblos, a los que tardó años en llegar el tendido e léctrico.
La otra actuac ió n exterior tiene carácter no privado, sino estatal, y se refiere a la ex plo -
tación por la empresa ENUSA de los recursos de uranio en la zona de C iudad Rodrigo. Pa-
rece hasta oc ioso mencionar su clesmToll o, cuanto todos conocemos sus consec uencias más

66 lhidem.
67 Para un análi sis ele la po lítica industria l y su inc idencia en nuestra región e n e l periodo comentado.
véw,e J. O. Ogando Canabal: PoiÍiica económica y crecim ienro industrial. Aproximación al caso de Caslilla
_,. León (1Y5 9- I'JS0 ). Valladolid, Insti tución Cu ltural Simancas. 1983, e specia l m~nte, pp. 59- 124. T ambié n
las refl exiones ele F. Mane ro: La industria en Castilla y Leó11, Valladolid, Ambito, 1982 o ~ 1 resumen e fec-
tuado e n el vo lu men n° 5 de Ceogrají'a de Coslillo y Leri11. lnduslria y recursos 111inero-energéticos. Va-
lladolid, Ambito, 1988. capítu los 1 y IV.
6 x Pedrosa Sanz. Rosario: Copiwl Exlranjero en la i11dus1ria de Caslilla y León, Va lladolid, Univer-

sidad. 1986. especialmenre pp. 165-24 1. A llí se o bserva la reducid ísi ma partic ipación sa lmant ina ~n ese
proceso de inversión exr ranje ra e n el período 1960-73, que se centró casi con exc lusivíclacl en Valladolid.
Bu rgos y -en menor medida- e n León. E l porcentaje de in versión industrial extranjera e n Sa lamanca es
sólo del 1.9g o/c. del total, fre nte al 46.39% de Vall aclol icl, ~ 1 32, 1 1% ele Burgos, el 11 ,gl)% de León, e l 3.30 %
de Soria o e l 2, 18'/r de Palencia; por debaj o. se encontra ban Za mora ( 1,SY /o), Segovia (0,5 7'7r) y A vi la
(sin inve rsión extra njera) . La precisión acerca de este tipo de in vers ió n no es balad í si se tiene en c ue nta
q ue e n el conj unto regiona l represe ntó más de las 2/3 part~s de l total.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO E:--1 EL FRANQUISMO 165

recientes. En definitiva, lo que nos interesa resaltar es cómo estas intervenciones muestran
a las claras qué es lo que podía aportar la provinc ia al desarrollo industrial de la nac ió n:
mate rias primas y mano de o bra, fundamenta lmente. como ya a ntes había aportado (y lo
seguirá hac iendo, aunque en me no r medida) capita les a la mi sma.
Una actividad específica sí había mostrado una vi talidad más que notable en e l pe riodo
considerado. Nos referimos a la continuación del auge constructo r suscitado en la etapa
1940 1959, centrado en Salamanca. De bido al increme nto demográfico, esa actividad no se
vio disminuida, si no todo lo contrario. Como bien a firmaba Angel González Ri vero, e l sector
de la edificac ió n se había dinamizado. pero te nía unos indudables límites, derivados sobre
todo de un fue rte proceso especulativd'9 Por su parte, e l pro fesor Enrique Clemente C ub i-
llas70 ha resumido con acierto todo e l proceso de despliegue urbano vivido por la c iudad
salman tina en to rno a los años 60: a l aumento poblacional se une la mayor demanda social
de vivienda motivada por el creciente poder adquisiti vo de los salmantinos en su conj un to.
La iniciati va privada adquiere el mayor protagonismo y se ve favorecida por una serie de
di sposiciones legales que no sólo no combaten, sino incluso favorecen la espec ulación de l
suelo. como es e l plan Ge neral ele Orde nación Urba na de 1966.
De acuerdo a lo que el profesor C ubillas ha cali ficado como una «doble estrategia de
actuac ión ». se puede observar cóm o los promotores actuaban tanto en el centro histórico
como en e l ensanche de la ciudad, de acuerdo a unos presupuestos clarame nte especulati vos
y al margen de c ualquier ordenación, c on las secuelas consiguien tes de <<elevados costes so-
c iales. creciente pérdida de la calidad de vida colecti va>> y como colofón, una crisis del pro-
pi o secto r en etapas más rccientcs 7 '.
En cua lqu ier caso, el auge de la construcción durante todo e l periodo que estudia mos,
q ueda ple name nte confirmado. Así. a fina les de la década. el subscctor de Edificació n y
Obras Públicas re presentaba e l 19,5'7c del total de l sector secundario provinc ial y , e n 1975
ocupaba aún, e n la capital, al 19,1 % de la población ac ti va 72 •
La consecuencia de todo ello puede verse rctlcjada en la distribución de la acti vidad
industrial al término de la década de los 60, c uando ya se ha doblado e l punto más alto del
boom desarroll ista (cuadro 12). Con las c ifras de la aportació n por sectores y subsectores a
la economía provincial, puede observarse que e l sector industrial aportaba el 32,49% del
pro ducto bruto provi nc ial, frente al 22,39 % de la agric ultu ra y el 45, 12<fé ele los servicios.

6 Y Gonzúlez Ri vero. A .: El 11 Plan Je Desarrollo en Sulamanca ... op. cil .. p. 25: <
<La construcc ión de
vivie ndas es uno de los subsectorcs de la econo mía provincial que mayor índice ele actividad han acusad n
en los últ imos años w rno lo confirma la elevada cifra de 1:1.994 e ntre las te rm inadas y las iniciadas en el
pe riodn 1964-6 7 ( ... ). A la importanc ia del volumen de o bra reali7ada hay, no obstante. que nponc r la falta
q ue se adv ie rte. especialmente en la capi tal y. en menor escala. e n ciudades imermedias, de viviendas de
tipo social que denuncia una excesiva dosis de especulac ión e n este subsector. S i exceptuamos la labor
rca li ~:ad a por la Obra Sind ical del Hogar y determi nados Patronatos e Instituc iones socia les, la iniciat iva
pri vada no se ha interesado por este tipo de inversiones qui l.á por carecer de los estímulos necesarios para
ganarsu respuesta. carenci a moti vada por las medidas restricti vas y de contracción de l crédito introducidas
L'n 196·4».

° 7 Ckmente Cubillas, Enrique: <<El creci miento urbano ... ». en Salamanca. Ct!ografía . Histo ria, Arte
_,. Cultura. op. cit .. pp. 94 y ss.
7 1 lhidem. p. 97 .
72 El primer dato, tomado de las est imaciones del Banco de Bilbao para 1970.EI segundo procede

de García Zarza. Eugenio: «Sa lamanca. centro de a tracción de mográfica», en Sala11w11Ca, Geografía. His-
wria .... op. cit.. p. 78.
166 L . SA:>ITI AGO DÍEZ CANO

Dentro del sector secundario. las cifras, desagregadas por subsectores, permi ten apreciar e l
predo minio en é l de la producción eléctrica, cuyo destino extraprovincial ya conoce mos; la
fabricación ele electricidad e ra seguida por la actividad constructora, con las características
pecu li ares ele la m isma que acabamos de describir, y por la producción ali mentari a. El resto
de sectores producti vos(excluido el textil , radicado fundame ntalmente en Béjar) no tenía ex-
cesiva importanc ia.

C UA DR O 12. Estructura del sector secundario en 1970 (en %)

Actividodes Porcentqje

Minería. ........................ ................................ ........ ....... .. 0,4


Alimentación ..... .... ... ... .............. .......... ... . .. .................... 11,5
Alcoholes y bebidas ................................ .................... .. 0,9
Textil ..... ............. .. ........ ....... ... ................ ........ .......... ...... 9,2
Cuero. ca lzado y confección.. ...................................... 7.0
Madera y corcho........................................................... 3.6
PapeL prensa y artes gráficas....................................... 1,2
Químicas ........ ..... ..... ... .......................... .... ..................... 5,8
Ce rámica, vidrio y cemento ............ ...... ... .. .......... ........ 1,9
Metálicas básicas...... .. .......... ............... ................. ......... 0,3
Transformados metálicos........................................... ... 8,7
Edific ac ión y obras públicas.. ....... ...... ... ...................... 19.5
Agua. gas y electric idad.. ............................................. 30,0

Fuente: Banco de Bilbao

Ell o indicaba, en fin. que la senda del desarrollo económico salmantino no había pasado
por la industria. Queda po r ver, por lo tanto, la evolución del sector que realmente va a cons-
tituir e l motor económico provincial al fi nal del periodo, e l ~;ec to r Servicios.

L OS SERV IC IOS

Ya hemos adve11ido de la importancia del proceso de terciarizac ión económica en Sa-


lamanca. Las cifras que alcanza este sector en c uanto a su aportac ión al producto interior
bruto y al empleo en la provincia son suticienteme nte significativas. En defini tiva. ha sido
el sector serv ic ios el que ha tomado el re le vo del ag1ícola, priori tario durante ta nto tiempo.
Y quizás lo más llamativo de esa sustituc ión es que se va a producir casi de forma paralela
al proceso de concentrac ión poblacional y de actividad económica en la capital. Hac ia e lla
se canali zaba el éxodo rural que desocupó los campos y contribuyó, como hemos visto, a su
transformació n. tirando de una industria de escasas dimensiones; las tradiciona les func iones
adm inistrativas seguían sie ndo una ele las acti vidades pri ncipales de la capital , que conser-
vaba una tradición universi taria que atraía - incluso en las épocas mús difíc iles de l pasado
siglo- un contingente nada despreciable de poblac ión. Si bien el desarrollo industrial no tu vo
la trasce nde ncia esperada y fue bastante limitado, el auge demográfi co y después y sobre
todo, el incremento del papel estimulante de la Universidad , van a hacer de la capital e l au-
LAS CÁMARAS DE COt\H: RC IO EN EL FR ANQUISMO 167

té ntico cen tro económico de la provincia, incen tivando un proceso de terciarización. De los
sectores impl icados en la misma. vamos a prestar espec ia l atenci ó n al comercio y hostelería,
por ser los más re lac ionados con e l tema que nos ocupa. así como a las iniciativas de tipo
turístico. Analizaremos sucesivamente la estruc tura mercant il tras la guerra y hasta los pri -
meros años de los 60, los proyectos que implicaban al comercio y la hostele1ía en los planes
de desa rrollo, la importancia de la actividad univcrsiiaria en e l proceso de terciarización y
la situación en e l momento de terminar nue stro estud io.

EL SUB SECTOR COMERC IAL

En el momento inmediato a la terminación de la gucn·a,cl panorama mercantil, cuyo


desarrollo también había sido visi ble a lo largo del siglo 73 , sobre todo en la capital. se ve
abocado a un c ierto estancamiento, en virtud de las c ircunstancias económicas generales.
Tan sólo la capital puede mantener un relativo d inam ismo, debido al aporte inmigratorio que
rec ibe. Aún así, la situac ión no debía ser muy boyante, por c uanto la Memoria de la Cámara
ele 1947 (la única publicada en e l periodo 1940- 1958) constataba el descenso acusado en e l
estado ele los negocios.
Durante mucho t iempo, las condiciones generales ele la economía nacional, que tenían
el intlujo anteriormente descrito en la p rovincia, van a generar una espec ie de repliegue eco-
nómico, por e l q ue cad a núcleo vive un tanto encerrado en sí mismo y los intercambios con
el exterior son re lativamente escasos. Esa es la tón ica que presidía el panorama provincial
en su conjunto. El grado ele autoabastecimicnto era muy a lto , a juzgar por lo que muchos
años más tarde se expresaba en los análisis del lOATO sob re e l consumo provinciaF 4 . Ade-
más, la di vers idacl no parecía ser excesivamente grande. Según elatos ele 1947 (c uadro ll ),
procedentes del Censo ele la Cámara, e l Comercio de A li mentación absorbería la mayor pmte
del total. sobre todo en la zona rural. Si a e llo unimos el amplio muestrario ele figones, cafés,
tabernas, paradores, etc., es dec ir, e l mundo hostelero, tendremos la panorámica completa ele
este sector.

CUADRO 13. Distribución del comercio en Salamanca y Pueblos. /94 7

Salamanca Pueblos

Comercio a li men tar io 490 2188


Otro co mercio 491 119 1
Hostele ría 273 1150

Fue nt e: Memoria Cámara 1947.

71 Hiswria de la Cámara de Comercio de Sala111anca. op. cit.


n Progro111a para el desarrollo ... op. cit., p. 52. Comentando la estructura agríco la existente, los in-
fonnantes se hacían eco de que había una estructura estancada y ais lada, en la lJUC el a utocon surno predo-
t~linaba. pue s los obreros y pe<.jueños propie1arios ag ríco las tenían un nivel de vida muy baj o y limilaban
co n gran fre cuen cia el consumo a lo lJUe se producía. Ad ucían dat os ele una encues ta ele cons um o del IO A-
TO para corro borarlo.
Véase también la descripción sintét ica ele lo que era la vida en el campo realizada por Angel Cabo
Alonso y cilada en la nota 23.
168 L. SANTI AGO DÍEZ CANO

C uando uno se acerca a las listas de electores de la Cámara e n los pueblos, se observa
la repetición de establecimientos como abacerías, comestibles, lecherías, cafés, tabernas, ...,
junto al ele nco de artesanos locales y, en algunos pueblos, se mencionan ta lleres o «fábr i-
cas», la mayoría (como ya he mos visto), de dimensiones artesanales. En estos núcleos, por
tanto, se repetía una imagen tradic ional, con sus habitantes - cada vez menos- trabajando en
el campo, culti vando sus pequeñas parcelas. abasteciéndose en la tienda del puebl o, funda-
mentalmente de artículos alimenticios, aunq ue también de ropa, calzado, u otros productos
y buscando esparcimiento en la taberna que prácticamente nunca faltaba. Sus comerciantes
y hosteleros e ra n abastec idos por un red ucido número de mayoristas, por lo general asenta-
dos en la propia capital y en algu na cabeza ele partido. Tan sólo la primera parece ofrecer
una mayor dive rsidad. La Me moria ele 1958 (cuadro 14) ofrecía elatos aún más prec isos so-
bre la distri buc ión por ac ti vidades de los establecimientos comerc iales ele toda la provincia.
En total eran 5371 (de los que 2007 estaban en la capital y 3364 en el resto).

C UADRO 14. Distrihucióll de establecimielltos comerciales. 1958

Actividad Número

Al imentación ................ ........ .................. ...................... . 1.687


Tejidos. confecc iones, cami sería ...... .. .......... .............. .. 522
Muebles, loza y arts. domésticos ...... .... ....................... 68
Ferretería ....................... ................ ..... ......... ................... 43
Calzados ..................... ................................................... 81
Automóviles y motores ... ...... .... ................ .... ... ........... .. 35
Librería y papelerías .... ............................ ......... ........... . 66
Carbonería y maderas ......................................... ........ .. 229
Hostelería. cafés, bares y tabernas .............. ............... .. 1.35475

Los datos son suficientemente expresivos: en vísperas del Pla n ele Estabilización, las
preocupaciones consum istas de los salmantinos se reducían a paliar sus necesidades ali me n-
ticias y poder tener alg ún lugar en que e ntretener su ocio. Apenas se van a e xperime ntar
cambios durante mucho tiempo más que e n una dirección: la del progresivo acrecentamiento
de la importanc ia de la capital en e l panorama mercantil de la provincia. Así, según el Atl as
co mercial publ icado por e l Consejo Superior a p1incipios de los 60, en cuyos trabaj os cola-
boraron todas las Cámaras. en la prov incia sólo e xistía un núcleo comercial de primer orden,
la capital, cuya influenc ia se extendía a prác ticame nte toda la provincia76 .
En e l sector hostelero, se aprecia lo mismo. Los únicos centros con cierta capacidad y
bie n dotados son los que se encuentran en la capital, mientras en el resto apenas ex isten. La
c iudad salmantina absorbía prácticamente todo el turismo provincial que, por otro lado, tenía
un carácter fundamentalmente ele paso. La memoria de 1947 sólo mencionaba 10 hoteles,

75 M emoria 195!:!. pp. 93-94.


76 Programa para el desarrollo ec. , op. cit., pp. 129 y ss.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO EN EL f RANQU ISMO 169

de los cuales 7 se encontraban en la capital 77 . Años más tarde. la situación apenas ha bía va-
riado, con dos hoteles más; su capacidad conjunta no llegaba a las 1.000 plazasn _
¿,Cómo afectó la década del desarro llo a la hostelería? Parece que realmente bien, a juz-
gar por las c if ras que conservamos del final del mi smo. Compa rando las valoraciones de l
Banco de Bilbao sobre la Renta y su distri bución provincial para antes y después de la etapa
clcsarrollista, e ncontramos que e l descenso sufrido por la aportación agrícola y ganade ra a
la producción provincial es compe nsado e n una parte por la industria (q ue pasa del 24 al
3 1(Yc ), pero sobre todo por el sector te rciario. que pasa del 35,92 al 43,7 '7c.
Pero más que esas cifras conc retas, lo que inte resa es que en ese momento fin al. pa recía
c laro que la apuesta industriali zadora estaba agotada, y sólo queda ba la opción terciaria, co-
mo se comprobará e n los años succsi vos hasta el presente, en el q ue e l continuado desce nso
de la aportació n agropecuaria al produc to interior bruto prov incia l, se ha visto compensada,
e n ig ual medida por e l auge del sector mencionado, a costa incluso del sector industrial, en
retroceso.
Y como he mos advertido, la expansió n comercia l y hostelera ha ido unida fu nda me n-
talmente al auge capitalino. Según cifras extraídas del censo ele la Cámara ele 1972, los apar-
tados ele Comerc io (cuadro 15) y Servicios supo ne n cerca del 80% de l total y ele ellos, casi
la mitad (el 47%) se encue ntran e n la capitaL El mismo c uadro pe rmi te comprobar cómo e l
e le nco de ac ti vidades ha sufrido ciertas vari ac iones. Si bien es verdad que el capítulo dedi -
cado a la alime ntac ión sigue siendo uno ele los más importantes, e l incre mento de lo que se
de nomina gené ricamente actividades di versas, y que se concentra en los se rvicios adquiere
unas di rnensio nes espectac ulares.
En la rama 9", que es a la que nos re fe rimos. se clas ificaban las ac ti vidades que no te-
nían lugar en las consideradas an te ri o nnente: fi g uraba aqu í todo lo relacionado con e l oc io.
los bancos y e l transporte. Es justame nte e n este apartado en el que se observa el m ayor
volumen y dentro ele él, en un epígrafe tan concreto como es el Servicio de transportes en
camiones, po r el que figuran inscritas nada menos que 5. 144 licencias (y por lo tanto, e lec-
to res), lo que supone el 55 % de l totaL Sin embargo, parece evidente que el progreso en este
campo ha sido no table. ¡,A qué se de bió?
Seg ún nuestra inte rpretac ió n, es la acti vidad desatToll ada en torno a la ci udad del Tor-
mes la que justifica todo este inc re me nto . Hemos mostrado, con di ve rsos ind icado res, có-
mo absorbe poblac ión . activ idad industrial (co n todas sus lim itac ion es) y tambié n de
otros sectores. Recué rdese, lo dic ho respec to al s ubsecto r de la construcc ió n, e n e l que,
ta mb ié n co n c ifras del censo ele la Cámara, puede comprobarse cómo su peso e n la capital
es ~upcrior a la de toda la provi ncia. El sec tor turístico tenía su asie nto, casi exclusivo. e n
la monume nta l c iudad, a pesar de los esfue rzos desplegados para abrir nuevas rutas al turi s-
mo inte rior79 .

77 Memoria ... Por otra> fuentes, conocemos cuá les e ran los princ ipales: el Hotel <<Salamanca>> o Gra n

Hotel. e l Pasaje, el llotcl «Castilla>>. «Las Torre>>>. el « Universal>>. «La Caste ll ana» y e l hote l «O rie ntal>>.
Torihio Andrés. Ele uterio : Sa!al!lancu y sus alrededo res. p. 100 l .
7K Mnnoriu ... 1958. pp. 68-69. En concreto, se disponía de 600 ha bitaciones y 918 plazas. A e ll o

habría que unir las procedentes de pensiones y casas de h uéspedes.


79 Vid. por ejemplo, las conc lusiones de la ll' Pone nc ia para el Fomento del Turismo, e n las que

to mó parte act iva la C(tmara, o la acti vidad de l Centro de Inici ativas Tu rísticas. que luego comentare mos.
.._¡
CUADRO 15. Towf de licencias indusrriofes ¡wr IWII OS -'" correspondienres a todas fas secciones. Aiio 1972 o
---r--· ----- - -
RAMAS Exrrocrim ,..{;hricacirín [ Arte.mnia Comercio Cmnercio Sen·icios TOTALI:S
11/uror 111enor

1
---
Capital () 1-10 59 1]6 1.229 699 2.26]
1' A LIM ENTAC IÓN 1.0(17 236 368 2.736 2.1177 6..tS5
Pue blos 1 927 177 2]2 1.507 1.378 4.222
Capital () ]5 110 25 ]22 ]4 526
2" TEXTIL () 118 169 35 625 41 988
Pueblos () 8] 59 10 ]03 7 462
Capital o 18 1 -15 45 17 1 2 444
Y MADE RA-PAPEL o 443 82 65 216 2 808
Pueblos o 262 ]7 20 45 o ]64
r
Capital () 62 6 21 128 1 2 18 V1
-1" PIEL-CALZADO () 96 21 29 198 345 ;..
z
Pueblos o ]4 15 8 70 o 127 :::!
>
Capital o ]-1 o 65 299 o 398 o
o
S" QUÍM ICAS () 63 () 142 679 () 8S4 ü
Pueblos o 29 o 77 380 o 486 rr:
C api lai o ?.7 i 23 i 30 i54 28 i 715 ";..
()
6" CONSTRUCCIÓN o 110 424 144 222 423 1.323 z
Pueb los o 8] ]0 1 14 68 142 608 o
Capital , o ] JI 77 71 405 81 945
7" META L URG ICA 12 764 292 91 719 9S 1.976
Pueblos 12 45] 2 15 20 ]14 17 l. fBl
Capital () JO o () 1 1 12
8" ELECTRICI DAD· MECÁN ICA o 87 o () 14 2 103
Pue blos o 77 o () 13 1 91
Capital o 13 50 26 159 3.11 3 3.361
9" ACTIVIDADES DIVERSAS o 36 71 30 1
1
193 1 6.709 7.039
Pueblos o 2] 21 -1 34
1
1 3.596 3. 678
Capital o ~m 470 5 19 2.868 4. 11 2 8.882
TOTALES 13 2.784 1.295 904 5.602 9.353 19.951
Pueb lo-. 13 1.97 1 825 ]85 2.7:14 5.14 1 11 .069
~'-

Fue nte: Memoria C:ima ra J e Comercio e Industria. Aiio 197 1-72.


LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL rRA 'JQUIS MO 171

No podemos finalmente dejar de mencionar e l intlujo de la actividad un iversitaria sobre


la econo mía sal mantina, que ha sido puesto de relieve e n d isti ntas ocasiones, ya que la cre-
cie nte población vinculada a la Uni versidad ha seguido una trayecto ria ascende nte. con re-
percusio nes ind udables e n la economía de la ciudadx0.
Para a lgún a uto r, inc luso, e l inc reme nto progresivo del sector terciario e n el conjun to
de la economía provincia l sólo se expli ca en función de l propio au mento de la actividad
u niversitaria y su consigu iente in cidenc i a ~ 1 • El incremento del alumnado uni versita rio ha si-
do, proporcionalmente, mayor que e l propio auge demográfico urbano, pues la población
universi taria casi se d obló entre 1950 y 1970 (pasando de algo más de 4.000 a lumnos a unos
8.000). La repercusión económica de c~c incremento se traduc iría lógicamente en el sector
servic ios, no sólo por lo que se refiere a l alumnado, sino tambié n por e l cada vez mayor
peso de la Universidad en su entorno como demandamc de esos servic ios (i nstalaciones, ma-
terial, etc.).
Una valorac ión global de todo e l proceso de transformación económica vivido por nues-
tra prov incia en lo s ai'íos que estudiamos nos conduciría a las siguientes conclusio nes:
E n primer lugar, el predominio casi abru mador hasta fec has muy recientes, de l sector
primario en el conjunto de la economía provincial. E llo era lógico dado s los a ntecede ntes
que hemos considerado y tambié n teniendo en c uenta la política económica que sigue e l nue-
vo Estado surg ido tras la gue rra civil. La política a utárqui ca e interve ncionista mantiene un
impon ante contingente de mano de obra en e l campo, al no ex istir posibi lidades la borales
e n o tros lugares para la masa campesina. La principal aportac ión agraria a la economía en
estos mome ntos se centra en un aspecto hasta ahora aún poco investigado. como es la acu-
mulación de capi ta l a través de la comerc ia lización ilegal de los productos.
La transformación, por tanto, de la economía, vendrá determinada por los c ambios pro-
ducidos en este sector. El dese ncadenante de los mismos ha sido, según los indicios que po-
seemos. el inte nso éxodo emig ratorio, iniciado en la década de los 50 (c uando el modelo
a utárquico mostra ba ya clara mente sus importantes contrad icciones) y acelerado hasta lími-
tes no conoc idos anteri o rmente en los 60 y primeros mios de los 70. La e m igración mas iva
pL>sibi lita una ampliaci ó n de la extens ión de tierra e n manos de los q ue se quedan e n e lla.
una tecnii'icación de las explotaciones y una diversificació n e n los c ulti vos, a impulsos de
la demanda que v ie ne del exte ri or.
Sobre ta les transformaciones. ya visibles en los pri me ros años 60. se pensó, por parte
de c iertos pode res locales, en asentar un importante crecimiento industrial. a provechando no
sólo la riqueza agropecuaria, sino las cantidades ingen tes de energía que estaban siendo p ro-

xo Cabo Alonso. Angel: La Uni o·en idud df' Sulwl/(t/1ca y su área geog ráfica de mraccirin. Salaman-
ca. Uni ver>idad. 1967 y también García Zarza. Eugenio: La acri1·idad w1il•ersiwria salmanrina. Su influen -
cia geográfica en la ciudad. Salamanca. Uni versidad. 1986.
XI Es lo q ue constata e l último estudio citado. que aba re ::~ un periodo mayor que el que nosotros es-
iud iamm. Al observar la evolució n de los distintos sectores (primari o. sec undario, terciario). entre 195'i y
1982. y especialmente el salto espectacu lar producido en e l secl\Jr servicios. que pasa de significar el 4 1'#
en 1967 al 65 'K en 1982. Ga rcía ZarLa :.~fi rma que <da relac ión de este fenómeno con e: increme nto demo-
gráfi co ele la capital y. sobre iodo, con la expansión universi tari a. es ev idente. No hay olra ex plicación
posible a tal crecimienln de las act ividades del sector terciario salmantino. que la importancia e incidencia
crecientes de la función univen,i taria en la capital. Esta es la razón por la que se ha concentrado casi la
mitad de la población provincial en ella y que é!-.la haya sido centro de inmigración para buena parte del
inlcn'o éxodo rural>>. op. cil.. p. 6'1.
172 L . SANT IAGO DÍEí': CANO

elucidas en los macrocomplejos hidroeléctricos de la provincia. Para ello, era imprescindibl e


un apoyo exterior, estatal, que nunca se produjo. Así, pues, las iniciati vas locales adoptadas
tuvieron un limi tado inllujo, como se puede ver en las ci fras de crecimiento del sec tor se-
cundario y en qué se apoyaba éste.
Fracasado ese imposible crecimiento vía industrialización. la transformación tomará un
acusado sesgo terciario, que es el que mantiene actualmente.
Todo el lo va a provocar, en el periodo que estudiamos, una cada vez mayor concentra-
c ión de la actividad económica e n cie1tos núcleos, entre los que destaca, sobre todos ellos,
la propia capital. Si esto ya se venía observando con anterioridad, no cabe duda de que se
va a acentuar de manera veltiginosa e n las décadas más rec ientes, en un rellejo indudable
de la terciarización económica y de la pérdida del dominio que venía ejerciendo la activ idad
agropecuaria en la provincia. En e l alternativo proceso de terciarización, destaca la función
económica que en proporción creciente ejerce la actividad universitaria.
LA CÁMARA D E COMERCIO E IN DUSTRIA D E SALAMANCA:
DEL NAC IMIENTO A LA GUERRA C IVIL

La ü ímara de Comercio de Salamanca vio la luz el 26 de julio de 1886. Fue de las


primeras en constituirse tras el R.O. de creación de estas entidades de 9 de abri 1 de 1886.
A l fin y al cabo, Salamanca aparecía como una de las plazas e n las que , como afirmaba
dicho Real Decreto, se podía constituir «desde ya>> una Cámara. A tal inic iativa respondieron
con inicial entusiasmo las clases mercanti les e industriales de la ciudad. A lguno s de los más
ilustres y destacados componentes de las mismas fo rmaron, a inic iat iva de l G obernador, co-
mo marcaba la norma, una Comisió n encargada de prepa rar los trabajos que iba n a conducir
al nacimiento de la Entidad.
Esa respuesta, c ienamente positi va, fue seguida de la rápida adhes ión de alrededor de
150 personas a la n ueva organizac ió n. número nada despreciable no sólo en re lación a la
c iudad y a sus grupos mercantiles e industriales, sino también en comparación con otras ci-
fra s iniciales de socios de Cáma ras situadas e n centros de mayor proyección industrial o
mercantil. A esa cantidad se añadía otr o dato que corro boraba la puja nza con que nacía la
nueva instituc ión: lo más granado de l comercio y la industria le d ieron su apoyo, y a unque
la importanc ia de estos sectores en e l conj unto de la economía provinc ial fuese mínima, da-
do e l abrumador peso de la actividad agraria en la misma, e llo no dejaba de te ner importante
significación.
La agrupac ió n empresa rial que e ntrañaba la C áma ra no se producí:J «ex nihilo >>, sino
que, como he mos afirmado en otro lugar 1• tenía c laro s antecedentes. En la década de los 80
del pasado siglo. la provincia salmantina, como otras de Castilla y Leó n, se hab ía visto in-
m ersa e n el movimie nto desatado e n favor del p roteccioni smo por toda una se ri e de g rupos,
fundame ntal me nte ag rari os, que se articulan en di versas organizaciones, de las que la Liga
Agraria es la más conoc ida y las distintas Ligas de Contribuyentes las que constituyen e l
re flejo provincial de la misma. De la Liga salmantina formaban parte una cantidad no des-
preciable de com erc iantes e industriale s, que aunq ue porcentualme nte e n mino ría. a poyaban
desde a ll í aque ll as iniciativas que podían servir a sus intereses.
Precisame nte bajo el amparo de esta Liga, c uyos loca les, infraestructura y órgano de
expresión son continuame nte utili zados, nace la Cámara de Comercio salmantina . Hemos
reseñado en otro lugar con cierto deta lle todas las vicisitude s por las que v a a pasar en su
e volución histórica 2 • De ese amplio estudio, queremos ahora sólo extractar aquello que nos
sirva para entender mejor la posic ió n e n la que se halla ba la Cámara e n el momento de co-
m enzar esta in vestigac ión.
Corno hemos visto , desde que dicha Institución nace se config ura como un medi o de
organizar a lo s sectores mercantiles e industriales salmantinos, fundamentalme nte de la pro-
pia ci udad tormes ina, Es dec ir, se conforma como una organización patronal que ve e n su
institucionali zac ión un cauce a través de l c ual lograr ej ercer algún tipo de influencia sobre
e l Poder. lo que -en el contexto del sistema de la Restauración- les ha bía estado casi total-
mente vedado. No cabe duda, en nuc;,tra opin ión, que esta inic ia l fo rma de e ntender las cosas

1 Nos rd"erimos a la obra de Martínez Quinteiro, M . E. y Díez Cano. L. S.: Historia de la Cámara

de Comercio de Salama!lca ( 1886-1929). e n prensa. Todo este a partado tiene !-. ll base en ese estudio. en el
cua l se encuentran las referencias docume ntal es y bibliográfi cas precisas.
2 lhidcm.
174 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

permanecerá vigente po r algún tie mpo en quienes acuden a la Cámara. los c uales, incluso.
inte ntarán en varias ocasiones trascender e l estrecho marco interesada y de liberadamente im-
puesto por la normativa. Sin embargo, muy pronto van a tener q ue e nfrenta rse a la realidad
de que las nuevas instituciones no parecían servir como cauce adecuado para las reivindica-
c iones de sus supuestos benefic iarios.
Y esto e xplica que, al igual que en otros lugares, en Salamanca, la Cámara pronto em-
pezará a sufrir no sólo el despego ele aquellos a quiénes se dirigía su acti vidad, sino tambié n
e l abandono por parte ele los que prestaron en su día entusiasmo y adhes ió n. De manera
progresiva. primero , y acelerada después de 1895, la Cá mara pierde soc ios y fuerza, en lo
que parecía e l prcanunc io de una desaparición. Asimismo, de manera paralela a lo sucedido
en otras Cá maras, será el mov imie nto ele fin de sig lo el que devuelva a la ago nizante Entidad
a lgún rayo de esperan za. La pequeña y casi en esos momentos extinguida Cámara salman-
tina participa acti vamente en la intensa movil ización que, iniciada e n Zaragoza en dic iembre
de 1898. se generaliza y afirma en el año siguiente, y termina en el fracaso que todos cono-
cemos. Quien e n esos momentos dirigía los desti nos de la institución, Franc isco Núñez Iz-
quierdo, acud irá e n representación de la mi sma a la Asamblea zaragozana; posteriormente,
fo rmará parte de la Junta coordinadora del movimiento, y promoverá apoyos e n la c iudad
salmanti na. Durante este proceso. la corporació n camera! salmantina no sólo abunda e n con-
sideraciones acerca de la necesaria regeneración del país, sino que, en línea con las propues-
tas más políticas surgidas en algún momento, propug nó la traducción a otros niveles de la
movilización de grupos soc iales que se estaba llevando a cabo . Una de las propuestas que
proyectó Ilcvar la Cámara salmantina a la Asamblea celebrada en Valladolid en 1900. y que
fue reti rada por sus promotores, a instancias de los dirigentes del mov imiento, e n co nc reto
Basi 1io Paraíso, se situaba en una 1ínea de acc ión po lítica muy decidida, propugnando la
participación corporativa en la política nac ional (no sólo de los sectores mercantiles e indus-
triale s. sino también de los o breros). Pero no fue ésta la actitud may01itaria en el plano na-
c ional , ni tampoco e ncontró en el ni vel local suficiente respaldo, si atendemos al relati vo
fracaso cosechado por la Unión Nacio na l en la provincia' .
De todo este proceso quedó como único saldo positi vo la nueva fuerza inyectada a la
Cámara, que va a man tener en los años siguientes. Con un nuevo ap01te de socios, limitado
pero sufi ciente . y la vuelta de algunos de los importantes comerciantes e industria les que se
habían ido, llegó la regularizac ión de actividad, la c ual durará hasta la reorgani zac ió n de
19 11 . La Cámara sa lmantina era partidaria de que esa reorgani zac ión se e fectuara en e l se n-
tido más a mpl io posible. Desde pti ncipios ele siglo, fracasado ya e l movimiento del 98 y
pro mulgado el R. D. de 1901. la Cámara de Salamanca se situa ba en lo que ll amaríamos un
plano avanzado: j unto a la petición de medios con que acometer sus inic iativas, siem pre latió
e n e lla el deseo de lograr umt mayo r presencia e influenc ia ele las Cámaras en el mundo
ofic ial. ya fuera a través de la presencia e n determinados organismos, ya fuera mediante la
nunca conseguida presencia corporati va en el Parlamento .

·1 Bie n es verdad que baj o las siglas ele esta ag rupac ió n a pa rece un d iputado e leg ido po r e l di strito

peiiara nd i no e n las elecciones a Co rtes ce lebradas e n 190 l. S in e mbargo. a nuestro e nte nder, las carac te -
ríst icas tanto de l d iputado e legido. e l re pu blicano Salvador Gó mez de Lia ño, que te nía impo rtantes contac-
tos con g rupos vinc ulados al turno de partidos. co mo de l d istrito (un d istrito rural). a valan no la fuerza de
la ag rupac ió n recién nac ida. sino la ha bilidad política de q uie n se cobijó b<~o sus ;, ig lw•. El fracaso o rga-
nizativo cosechado e n la capital especia lme nte, que es do nde pod ía haber te nido realme nte fue rLa la Unió n
Nacional , habla bi e n a las c la ras de la poca viabil idad de este proyecto.
L AS CÁM A RAS DE COM ERCIO EN EL H< AN()UISMU 175

Conviene destacar además que la Cámara func io na c laramente estos años como orga-
nismo patronal, como agrupac ió n en defensa de los inte reses comerciales e industriales, tan-
to en el plano econó mico como en el social. En este úl timo , su posición fue s iempre bastante
annoni zadora. propiciando la vía conciliadora como medio de resolve r las disputas entre em-
presarios y obreros, aunque sin renunciar nunca a la prioritaria defensa corporativa, como se
hace visible. por eje mplo, en toda su batalla contra los proyectos gube rnamen tales a favor
de l descanso dominical.
Este carác ter de asociación de patronos reivinclicativa no se va a perder con posteriori -
dad, sino a l contrario. La reorganización que supuso la Ley de Bases tuvo consecuencias
para la Cámara salrnantina muy similares a las de otros lugares. Sin embargo. a nuestro e n-
tender, la reorgan ización abre una e tapa bastante positiva para la Corporac ión. que se a lar-
ga ría, al menos, hasta 1923. No obstante, sabemos que la Cámara se encontró con parec idos
problemas que el resto de sus homó nimas: sus recursos se recaudaban con dificultad y no
bastaba n a cubrir los gastos más gené ricos. Además, el c uerpo electoral mostró una apatía
más que considerable. hasta tal punto que como afirmaba un miembro de la Cámma. las
renovac iones e lecto rales se hacían poco menos que <<C n fami lia>>. En defini tiva. su fr ía la ins-
titución los proble mas derivados de la peculiar estructura orgánica otorgada a las Cámaras
y que ya conocemos. E n ese sentido. su marcha se asemejaba a la de l resto dado q ue las
c irc unstancias ex te rnas ejercían su influe nc ia.
Es en e l nivel intern o en el que cabe a notar el mayor ac tivo de la Cámara, posiblemente
e l más a lto alcanzado por la instituc ió n hasta etapas recientes. Y el lo es así, porque en e l
conte xto que hemos descri to, las Cámaras ejercen un papel no por limitado, menos relevante.
El diná mico grupo que part icipa e n las labores camera lcs se ddinc y ac túa como catalizador
de ini c iativas en pro de los intereses ele los sectores q ue decían represe ntar y la Cámara in-
te nta funcionar e n tal sentido como un grupo de presión. Según lo que hemos podido cons-
tatar, se tiene una conc iencia bastante clara de la necesidad de una acción común, de cla ro
sentido corporativo, en un momento e n el que diversos grupos soc ia les buscan en el corpo-
rati vismo un me dio de superar la cada vez más evidente c risis del libe ralism o restaurador.
El problema es que las Cámaras no van a ser el e lemento idó neo pa ra servir este pro-
yecto. pero tampoco. en e l ámbito local, lo constituyen las PatronaJe~ . Si es verdad que la
a patía caracteri zó los procesos e lectorales de re novación de las Cámaras, no es me nos cierto
que los incipie ntes asociaciones patronales <<libres>>, << pri vadas>> o como se qui era de nomi -
narlos, que también e mpezaban a surgir en Salamanca, no se veían especialmente nutridas
de componentes4 . Ell o era consecuencia, e n nuestra opinión, de la propia estmctura que te-

4 Instituto de Re rormas Sociales: E,·radísrica de las !lsociacirmes. Censo elecroml de 1{/s asociac io-

nes ¡¡rofesimwles pum la n •nm•ación de la parre elec1in1 dcllnstiru1 o \ ' de las Junws de Rcfármas Sociales.
Madrid. Sucesora de Minuesa de los Ríos. 191 7. Segú n el mi smo, sólo existían tres entidades patrona les
a pa rte de la Cámara. de las que no cons ignaba número de soc ios: La Providencia, creada e n 1905: la So-
c iedad t.le Patronos con~tructnrcs (creada e n marzo de 191 2) y e l S indicato provi nc ial de co maciantes e
industriales (nacido e l 16 de julio de 19 15). Uno' años más ta rde, él Instituto pub licaba e l Censo electoral
sociulfi>mwdo con arreglo u la N. O. de 30 de oc.w/Jre de /<.J/ 9¡)ara la eleccirín de los vocales repri!.ll'l1-
tw11es rle los elementos porrona/ v obrero q11e hm 1 defimnar parte d e/ IR S, Madrid. Sobrinos de la sucesora
de M. Minuesa. 1920.
Scg ün el mismo. aparte de la Compa ñía de ferrocariles a la frontera portug uesa y los 67 sindicatos
agrícolas con stiiLlidos, las asociac iones p¡¡tronales a conside ra ¡· e ran las sig uie ntes. con expres ión de su fe-
cha de con stitución y e l núme ro de socios:
176 L. SA NTI ACiO DÍEZ CA ~ O

nían el comercio y la industria provinc iales, cuyas dimensiones eran notablemente pequeñas,
pues la provincia aparecía dominada por los intereses agrarios, base y fundamento de todo
su potencial económico. Ademús, las noticias que po~ee mo s permiten pensar en una plura-
lidad de vías de re ivindicación y contluencia de intereses, visible e n la presencia en orga-
nismos varios de las mismas personas (por ejemplo, dirigentes ele la Asociación Patronal de
Comerc iantes, que panicipan en la Cámara). Por otro lado. hemos mencionado con anterio-
ridad que en el momento ele la creación y en el mome nto en que se revitali za la Cúmara tras
el parón previo al 98. buena parte de los más destacados personajes del mundo comercial e
industrial salmantino pa11icipan en ella. Si atende mos no sólo a la cantidad sino también a
otros aspectos más cualitati vos. podremos comprobar que los estratos más altos de la c lase
patronal sal mantina eran consc ie ntes de la necesidad de la acción coordinada y no desdeña-
ban ningún instrumento que les permitiera ejercerla, aunque éste presentara distonías tan evi-
dentes como las que tenía la propia Cámara. En el án imo de quienes estu vieron a su frente,
parece haber pesado el deseo ele utilizar aquél instrumento y lograr en él transformaciones
que lo hicieran más e ficaz. El resumen lo expresaba bastan te bien en 19 l8 quien fue ra Pre -
sidente ele la Entidad en el momento en que se inauguró la que es hoy su sede; Franc isco
Téllez a firmaba:

« La Cámara sale de l modesto y si le ncioso buroc ra ti s mo ofi cia l en que vivía pa ra entrar de
lleno en e l gobierno de la vida sa lmantina, dejando o ír su voz y hac iendo se ntir su acció n
econó mi co-social en la prov inci a >> 5 .

Con ese propósito, se fome ntaron mú ltiples e inte resantes iniciativas, algunas de las
cuales tu vieron ciertamente éx ito, mientras que otras no lograron llevarse a cabo. Estas ini -
ciativas se dirig ían tanto al ca mpo económico (las mús frec uentes), como al social o incluso
al político. La crisis que vivía el país propiciaba este tipo de actuac iones.
Finalmente, a la altura ele 1923, el sistema de la Restauración, durante el que habían
sido creadas estas instituciones, dio sus últimos estertores y los sectores privilegiados del
país. con e l impu lso del Monarca, impusieron el recambio de una dictadura militar, la de
Primo de Rivera. Esta no supuso, para las organizaciones camerales, una reorientac ión e n
sus funciones y actividad, pese a las pretensiones corporativas del nuevo Poder: no lograro n
las Cámaras, al menos en el plano general, una mayor dosis de re presentativ iclacl y eficacia.
En el ámbito local, cabe incluso hablar de una situación estacionaria para la Entidad salman-
tina. Descartada cualquier veleidad intervencionista en un sentido radical , la Cámara man-
tu vo su estructura y consolidó su presenc ia en organismos ele todo tipo, c uya efectividad,
eso sí, puede ser discutida. Lo más destacable puede ser, posiblemente, la orientación ese n-
c ia lmente econó mica que toma la acti vidad camera!. Parece que , dentro de las especiales

Liga de Agricu ltores y Ganad.:ros 11 -X l- t 911 1.600 socios


Asociación Provincial de Ganaderos 16-X l-19 t R 129 socios
<< Unión Patronal Fabril>> 2-X I- 1919 45 soc ios
Asociaci ón Patronal de Comercia ntes 8-I- t 9 18 123 socios
Cámara de Co mercio 1.437 soc ios
Las cifras son elocuentes. A pesar de que hay que tene r en cuenta el ca rácter forzoso de la ads-
c ripción a la Cáma ra. no puede afirmarse que las organizaciones de comerciantes o industriales tengan una
nutri da presencia.
5 Boletí11 d e la Cámara Oficia l d e Comercio e f11dus/riu. m~yo de 19 18.
LAS CA MARAS DE COMERCIO E:--1 EL FRANQU ISMO 177

circunstancias del Régimen primorri veri sta. las Cámaras e mpezaban a asumir una función
especializada.
Pero prueba de que no habían sido olvidadas como instrume ntos de los inte reses eco-
nó mico-soc ia les de comerciantes e industriales es e l hecho de que, al té rmino de esta e tapa,
la Cámara se va a ver copada por una representación patronal salmantina. Efecti vame nte, e n
la re novación inmediata al Decreto y nuevo Reglame nto de 1929, las organizac iones patro-
na les del comercio y la industria salmantinas, la Patronal Ge neral y la Federación Gremia l,
desembarcan e n la Cámara y llevan a ella a sus candidatos, perso nas que e n muchos casos,
ya estaban o habían estado en la instituc ió n. La C ímara se confi g uraba así como un fre nte
patronal más, comple men tario y especializado en la promoción económ ica .
La anó mala y e n tantos se ntidos torme ntosa e \ o lució n ele los acontecimientos q ue vivió
el país en la década ele los 30 va a tener negati vas reperc usio nes en la trayectoria iniciada
por el mundo camera!. La cada vez más enconada lucha social provoca un alineamiento e n
el que ineludiblemente se ve envuelta la institució n. En la prov incia. este enfrentamiento
tuvo su esce natio fundamental e n e l campo. en donde la legislació n republ icana en apoyo
de l campesinado desató una c recie nte protesta po r parte ele los patronos agrícolas, cuya or-
gani zación y mov ilización en contra ele esas medidas a lcanzó resonanc ia en el resto de l país.
Las dimensio nes cada vez más v iolentas del contli cto provocaron un reagrupamie nto de los
sectores patronales. que involucró claramente a los de la ciudad. Lej os ele las actitudes m ás
proclives al diálogo manifestadas e n etapas ante1iores, los patronos mostraron ahora una ac-
titud de intlexibiliclacl, f iel reflejo de su rechazo ele la política gubername ntal del primer bie-
nio y tambié n de la c reciente puj an za ele las organizacio nes obre ras. No e ra, por tanto, el
momento más propicio para proceder a una reorgani7.ac ió n ele la acti vidad camera! e n e l sen-
tido que parecía apuntarse, ya que la problemática social e ra tan am plia e intensa que prác-
ticamente no dej aba sitio para nada más. De ahí q ue las actuacio nes más impmtantes de la
Cámara en este tie mpo se vean dominadas por c uestio nes de este tipo : apoyos a los patronos
agrícolas detenidos en 1933, formac ión de un frente ún ico patronal, soliclariclacl con los co-
merciantes e inclusllial es de Ovieclo e n 1934 , protestas por la readmisión fo rzosa ele obreros
despedidos en esa fecha, e n 1936, e tc. Y en todo d lo, como decimos, se expresa un apoyo
clecicliclo a los pla nteami entos e mpresari ales, a pesar ele ocasio nales manifestacio nes ele pru-
de ncia debidas al carácter «Oficial» ele la Cá mara.
En defini tiva, e l periodo republi cano podía haber consolidado la estrategia empresaria l
caracterizada por el aprovechamie nto ele vías o instrume ntos institucionales múltiples, ofi -
c ia le s o no, para canalizar sus propuestas en los campos económico, social o - incluso- po-
lítico. Hubiera sido muy inte resante comprobar q ué daba ele sí esa cooperación e ntre
Cámaras y asoc iaci ones patrona les, imbri cadas ele mane ra tan profunda y e n una re lació n de
casi total identidad : ¿habría dese mbocado en una pérdida total ele iclenticlacl por parte ele la
institución cameral '1 o. por el contrar io. ¿,hubiera podido refo rzarla como institución patrona l
a utónoma y especializada?: ¿cuál habría sido la hipotética reacción de una Administración
en situación me nos convulsa que la vivida en la España republicana, ante la hipotética ge-
nerali zación de un modelo como e l descrito'), o di cho de otra forma, ¿,lo hu biera tolerado· 1
Sabe mos que. aun con mayor esfue rzo. imbricac io nes de este tipo se d ie ro n e n otros lugares,
s in que podamos saber adó nde hu bieran conducido, ele consol ida rse, al mundo camera! es-
pa ñol y cuál habría sido la respuesta a e llo del Consej o S uperior y ele los Pode res Públicos.
Todas estas c uestiones no resuel tas se re plantea n hoy y se retoma e l debate sobre la natura-
leza y func ión ele las Cámaras e n un punto que ape nas sí ll egó a insi nuarse en los años que
comentamos.
178 L. SANTI AGO DÍEZ Ci\NO

En lo que refe re nte al concreto c aso salmantino, tamb ié n quedó sin contestar qué papel
hubiera podido j uga r la corporació n local a sí definida e n cuanto a las in iciati vas de reforma
econó mica necesari as para e l progreso prov inc ial, ya q ue la acti v idad de todos estos a ños no
nos pe rmite, por las ci rcunstanc ias comen tadas, excesivas conclusio nes y. ade más, las ac ti -
vidades que conocem os, no revelan novedades sustanc iales. En efecto, al g una de las reali-
zaciones de esta é poca, como es la creac ión de la Escue la de Come rci o , e n 1934. te nían
antecedentes müs que re motos y, a la postre, se de biero n más a la acció n indi vidual de un
salmantino ilustre. Fil iberto Villa lobos, que había esta do tiempo atrás e n la Cümara. que a
la acció n del colectivo. Da la sensació n. inc luso, de que la etapa dic ta to ria l y la re pub licana
supone n una ma rcha atrás e n c ua mo a la visión ele futu ro e n lo econó m ico que caracterizó
a l periodo inmediata me nte posterior a la reorgani zación de 19 11. En esos a ños e n que la
inte nsa activ idad económica vinculada a la Prime ra Guerra Mundial abría un hipo té tico g ran
c ampo de acción a los grupos m ercantiles e industria les, quienes labora ron en la C ámara
m ostraron una c ierta capac id ad para e ntrever determinad as posibilidades e n cuamo a la eco-
nomía p rovi nc ia l que podría n serv ir para potenc iar sus propios inte reses. Vieron con clariclacl
q ue la situac ió n de l ag ro sal man tino e ra un lastre evide nte pa ra el prog reso económico, fue-
ro n p io neros en proyectos tan vitales luego como la ex plotac ió n de los rec ursos hidrüulicos
pa ra la p roducción de ene rgía o e l regadío . entrevie ron la im porta nc ia de l Turi sm o, al udieron
a los de fectos estructurales del mínimo andamiaje industrial existente, mostraron la impor-
ta nc ia de las re lac iones c on Portuga l, e tc . Y, ademüs, manifestaron lo importante que era para
e l logro de esos objeti vos coordinar esfuerzos: hac ia esa d irecció n quisieron empuj ar a la
Cámara.
Había e n todo e ll o una notable dosis de sen tido com ún y de coherenc ia, provenie nte e n
b ue na medida de la valía de q uie nes hic ieron las propuestas. Pe ro éstas c hocaban con im -
portantes obstácul os q ue quiz<1s no comprend ieron sus protagoni stas. E n prime r lugar, obs-
tac ulizaba su desarrollo el c ontexto que ya hemos descrito, marcado cada vez más por un
creciente conllicto social. prod ucto de las fallas estru cturales del país. Por otro lado, una
base socia l insufi ciente e n la q ue apoyar todas sus ini c iativas: e l mundo com ercial e indus-
trial salmanti no no sólo era pequeño y d ispe rso, si no depend iente e n un a importantísi ma pro-
porción de la agric ultu ra. en la q ue a me nudo se implicaba. Dadas las ventajas que para los
propietarios significaba la posesión y ex p lotación de la tie n·a, no es extraño que la inversió n
e n e lla afectara a muchos de los müs im portantes comerc ia ntes e ind ustri ales. Además, corno
ya hemos ad ve rtido, quienes e staban al fre nte de la Cüma ra en e ste periodo. representaban
sobre todo los inte reses de los estratos m ás a ltos de l come rc io y la industria, mientras que
la masa e lecto ral, com p uesta por pequeños y en ocasiones muy peque iios comerc ia ntes e
industriales, no to maba parle activa e n la vida camera!, pri vándo la de plataforma vita l.
Por últi mo. había que contar con las deficienc ias inherentes al instrume nto que q uis ie ro n
utili zar, esta vez no desconoc idas por q ui enes ace ptaban a las Cümaras, y tampoco conside -
radas como insalvables. Sin embargo. la persiste ncia de las mi smas no dej ó de obstac ul izar
la viabilidad de la in sti tución como grupo representati vo.
LOS ELECTOR ES DE LA CÁMA RA

Una consideración global del papel j ugado por la Cámara de Comerc io en el periodo
que estudiamos debe, en nuestra opinión, comenzar con una re ferenc ia, por mínima que esta
pueda ser, al sujeto pasivo de su actividad, es decir, al conjunto de electores, comerc iantes
e industriales, que componían la misma. En el tratamiento que hemos dado a la evoluci ón
económica seguida por la provincia entre 1940 y 1975, hemos utilizado algunos datos ex-
traídos de las fuentes camerales, con el propósito de ilustrar aspectos de dicha e volución.
Abordamos ahora otros objeti vos, relac ionados con la estructura camera!.
Nuestra intención es doble. Por una parte, anal izar los cambios producidos e n el elec-
to rado de la Entidad como consec uencia ele las transformaciones económicas habidas en la
provincia en el periodo que estudiamos. Dichos cambios afectan a diversos aspectos: el nú-
mero total de electores, su distribución en el espac io provincial, e l reparto según sectores ele
activ idad ... 1 • En este sentido, enlazamos con el capítulo referido a la si tuación económica.
Pero, ade más, tenemos otras pretensio nes.
En efecto, el conocim iento detallado de qu iénes componen la Cámara, dónde asie ntan
su actividad y q ué carácte r tie ne ésta, debería constituir un punto de referencia obligado para
una adecuada valoración de la actividad ele la Entidad como institución teóricamente <<repre-
sentativa» de los intereses de sus electores. Resulta lógico pensar que las Cámaras, asentadas
en c ircunscripciones territoriales di sti ntas en su estructura económica, habrían de tener en
cuenta las pecu liaridades de sus componentes a la hora de ejercer su acti vidad. Esta habría
de variar en función del predo minio comercial o industrial, de la orientación exte rio r o in-
terior de los intercambios, de la co ncentració n o la di spersión del e lectorado, de la presencia
o ausencia ele clete tm inaclas economías locales ele rel ie ve, etc. Ello además. pe rmitiría com-

1 Las fu entes util izadas . büsi came nte Ce nsos de electores y Me moria!> de la Cümara, han presentado

c ie rtas Jific ultaclcs ck ma nej o. 1-:n pri nci pi o. hay que señal ar su ausencia para e l periodo inicial. del q ue
só lo conservamos un fragme ntario Censo de 1949 y el Resume n de l mismo para dos años antes, 1947. A
pa rtir de 1959. sin e mbargo, los datos so n más regu lares. Pe ro dicha regularidad no se ve acompañada de
una homogene idad e n la presentación de datos. En pri mer lugar. existe un criterio d ife re nte e n re lació n con
la locali zac ió n ele los electore': mientras e n el Censo de 1949 y e l previo res ume n de 194 7. los electores
se agrupan seg ün las distintas zonas e n que. a efectos de recaudació n, dividía la provincia la Cámara, a
pa rt ir de 1LJ59 C!-.a agrupación se simplifica, rese ña ndo po r una pa rte los electores de la capita l y, po!>te rior-
mente. los ele los pueblos. Por otra parte. las distintas vari ac icmes en la legislación tributa ria no dejaron de
a fectar a la e laboración de los censos. lo c ual se rctleja en lo' datos q ue nos ofrece n. Homogcne i7arl os
c ntraiia por ta nt o cie rta> di fic ultades: es relativamente fácil a pa rtir de 1965, pues contamos con la d istri-
buci ón segün secc io nes y ra mas de la contribuc ió n industrial. Proyectando este c rite rio sobre los Jatos a n-
t.:riores. he mos inte ntado salvar esa fa lta de ho mogeneiJad. ate ndie ndo, sobre todo. a la agrupación segün
sectores econó micos y ramas de activ idad. Una dific ultad a ñadida es la relativa a las contradicc io nes no
ex plicadas. no só lo entre ci fras ele las Me moria y algü n ce nso. sino inc luso en los conten idos e n las pri -
meras. Así. las estimaci o nes sobre e l núme ro de electores a parec idas en la Me moria ele 1967-68. resultan
insa tis factorias: si para 1967, se ofrece un mo nto g lobal ele 19.529 electores (p. 13), pa ra e l año siguie nte
sólo se ha bl a ele 13.62 1; por lo tanto. pa rece n desapa recer casi 6.000 e lectores del censo. Esa om is ió n se
corri ge a l inc lui r e n e l segundo ca>o a aque llos electores que tributaban por el uso ele al gún medio ele trans-
porte (camión. taxi. furgone ta ... ), inc luid os e n e l sobrecargaJo e pígrafe Je la ra ma 9'. Este, a modo ele G ua-
d ia na. a parece y desaparece ele los resú me nes censales de 1969 y 1970, para volver a inc luirse en los
re fe riJos a 1971-72. En c ualquier caso. pese a los distintos c rite rios c lasi ficatori os, la contabili dad censal
pe rmite obte ne r una visió n a.:epta ble de la' te nde ncias de conjunto en la e volució n del e lectorado came ra!.
180 L SA NT I AGO DÍEZ CANO

paraciones interesantes entre las diferentes Cámaras, pues no parece con·ecto pensar en un
patrón único ele actividad camera] que sirviera por igual , por ejemplo, a la Cámara barcelo-
nesa que a la salmantina 2•

L A EVOLUCIÓN DEL NÚMERO DE ELECTORES

Los elatos que se retlejan en la gráfica adjunta (v. gráfica IV), permiten apreciar e l as-
censo experimentado en el número total ele electores ele la Cámara. El punto ele in11cxión
más relevante se sitúa e n la década ele los 60, sobre todo en su primer quinquenio. En pocos
años se dispara el número total de e lectores, tras un periodo en el que la trayectoria ascen-
dente había sido mucho más lenta. En efecto, si e n 1935 apenas contaba la Cámara con unos
5.000 componcmcs, 12 años después sólo se había llegado hasta los 8000 y, en 1959, se
alcanzaban los l 0.000. Es decir, se necesitaron 25 años para doblar la cantidad ele 1935. Eso,
sin embargo, se va prácticamente a conseguir en menos ele la mitad ele tiempo. En 1965, ya
contaba la Cámara con 17.000 electores, pma llegar poco después a los 19.000.
En torno a esta última cifra, precisamente. parece estabil izarse e l Censo, pues en e l úl-
timo del que aparecen elatos globales, el de 1972, fi gura la cifra ele 19.951 , lo que significa,
incluso, una ligera di sminución fre nte a la anterior. Ello parece indicar que a esas alturas ya
se había agotado el impulso clesaJTolli sta del decenio precedente. Ya veíamos que no hubo
realmente un impu lso exterior al desarrollo y éste hubo de basarse en las propias fuerzas
internas ele la economía salmantina. Y éstas, obviamente, te nían unos límites estrictos.

L A D ISTR IBUC IÓN DEL CENSO ELECTORA L

El predominio de la capital salmanrina


Resulta ilustrati va la distribución ele esos electores dentro del mapa provincial. Los ela-
tos de que disponemos (v. gráfica V) permiten apreciar que el mayor contingente se concen-
tra en la capital de la provinc ia. como indican tanto las cifras totales como e l porcentaje que
representa su número ele electores fren te al total. Su crecimiento, e n comparación con e l res-
to, ha sido espectacular\ lo que no es sino el reflejo ele la concentrac ión ele población y
riqueza en torno a la capital, que antes describimos. También en este sentido son especial-
mente relevantes los primeros años ele la década ele los 60. Por el contrario, se aprecia sig-
nificativamente el estancamiento industrial y mercantil capitalino ele los años ele posguerra.

2 No es nuestra intención abordar aquí las múltiples implicaciones que una perspec ti va de este tipo
compo rta, entre las que destaca sobre todo la relativa a la propia capacidad de la insti tución camera! para
poder representar adecuadamente intere; e, dispares: come rc ia les e industriales, de la pequeña, media o g ra n
empresa. de las empresas capitalinas o rura les, etc. Al final de este epígrafe haremos a lgu na breve referen-
cia a esta cuestiún. Pero sí queremos ahora dejar constancia de que esta perspecti va de a nál isis está ause nte
en los estudios sobre Cámara; aparecidos recientemente, en los que apenas si aparecen algunas c ifras glo·
bales rc lati vas a su e lectorado.
·1 Hay que hacer notar que la pe rspectiva que ofrecemos es globa l, es decir, co nsiderando sólo la
capital fre nte al resto. La imagen, as í, se distorsiona un tanto por el hecho de no considerar dentro de e ll a
lo que podría ser el área de influe ncia de la capital, que se ex tiende sobre di stintos pueblos de su emo rno
más cercano (Santa Marta, Tejares. Carbajosa, ... ), en Jos cuales. anteriormente, hemos constatado índices
de c reci miento demogr:ífico en algún caso espectacular (Santa Marta), evidenciando un comportamie nto
muy diferente del resto de la provinc ia.
LAS CÁMARAS DE C0:-.1l' RC IO 1-::\ 1-:L FR A"'QLJ ISMO 18 1

GRAFJCA I V. No de electores de la Cánwra

20000 ,---,-----,.-~~--,----,,--~~----,.--:--~~-,---....,...,;;;.----,

~c----r----t~~~'".·~··· ·

15000

10000

5000
, , , , , ,. . ..¡.. ..¡........:..........,,,,,;........¡........,........t........,,,,,,,,J........,........\
¡ ' : ¡ ¡ : : : : l !
:
:
:
o +-~~-+-~-+-~~~~-T-~-+-~~~~

1935 1940 1945 1950 1955 1960 1965 1970 1975

GRAFICA V. Distrih11ción de electores de la Cámara, según su residencia.


En porcentaje

100
• % Capital
B % Pueblos
75

so

25

o
1935 1947 1959 1965 1968 1972

Fuente : Censos y Memorias


182 L. SANTIAGO DÍEí' CANO

El prog reso industrial y mercantil en el resto de la provincia aparece circunscrito a c ier-


tas poblaciones ya citadas y conocidas: algunas cabezas de partido, como C iudad Rodri go o
Peñaranda4 , sobre todo; o tambié n localidades destacadas, como Guij ue lo. Ledrada, Lurnbra-
les ... , e n las que el a uge de alg una acti vidad conc re ta (como, po r ejempl o. la chaci ne ría)
alimenta ese progreso.
La image n g ráfica que resu ltaría de estos datos ofrece e l contraste entre. por un lado, la
máx ima concentración de la actividad industrial y m ercantil en torno a la c iudad del Tormes
y. frente a ello, un alt ísimo grado de d ispersión para el resto de la provincia. Esa situac ió n
plantea cie rtas c uesti ones de interés. Por una parte. obser var si ese predominio tiene un co-
n·elato v isible en la actividad de la Cámara, es dec ir, si é sta gira o no de forma primo rdial
en torno a la propia capital. Por otro, conocer cómo pretende articular la Cámara la re pre -
sentación de los intereses de comerciantes e industriales c uya activ idad se desan·olla e n nCr-
c leos dispersos y a menudo, alejados del centro econó mico provincial, do nde aq ué l la tiene
~u sede.

La dislrihución de tus elec/ores según su aclividad econó111ica


Constatada la primac ía del contingente electoral de la capital a través de los datos de
los censos cameralcs, pasaremos a continuación a analizar la distribució n por sectores eco-
nómicos y ramas de activ idad. Intentamos comprobar. en principio. si las cifras que mane-
jamos reflejan e l proceso de te rciarización de la econom ía provincial que anteriormente
hemos descrito.
Los datos proporcionados po r censos y me morias (c uyo resumen gráfi co adjuntamos)
perm ite n permiten o bte ne r algunas conclusiones:
E n primer lugar, se pone de manifiesto e l predominio del come rc io y lo s servicios sobre
la industria y artesanía a lo largo de todo e l periodo estudiado. Sea cual sea e l momento que
consideremos, la relac ión proporc ional entre aquéllos sectores y éstos cs. aprox imada mente.
de 3 a !' (v. g rá ficas V I. Yll y VIII). Por lo tanto, hay que hablar en prime r lugar de la poca
relevanc ia de la acti v idad manufac turera.
En efecto. los datos de los distintos censos así lo confirman. E n 1947, el número de
artesanos supe raba ligerísima mente al de fabricantes, pe ro, e n cualquie r caso, suponía e n
conjunto apenas un tercio de l total. Por otra parte. los dos sectores, e l artesanal y e l fa bril.
pod ían considerarse en la práctica como uno sólo, pues, salvo raras excepciones, e l tamal'io
de las «plantas fabriles» se asemejaba la mayor parte de las veces a la de los talleres arte-
sanales. En 1959, el sector de la manufac tura (fabril o artesanal) presenta una situació n ~i ­
mitar, ya q ue significa cerca de la tercera parte del to tal; la transformación de productos
agrarios y la relacionada con la madera serían. de ntro de é l, las acti vidades más relevantes .
E n 1972, los e lectores de la Cámara ocupados en este secto r no llegaban más que a la quinta
parte del total ; resulta tambié n destacable e l hecho de que la actividad artesanal ha experi -
me ntado un bajó n importante (del 15,96% que supon ía en 194 7 a tan sólo el 6,50% e n
1972).

4 Rec uérdese que no entramos a conside rar la pos ic ión de Béj ar, por no e ncontrarse dentro de l :ím-

bito de actuación de la Cúmara Oficial de Comercio e Industria de Salamanca.


5 Eso si no incluimos. en los censos po;,teriores a 1959, las c ifras relati vas a transporte que hemos
c itado y que supo nen un importante e píg rafe.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO El'> EL FRANQU IS ,VH) 183

GRAFICAS VI, VII y VII I. Dislribución de elec!Ores por secciones.


Aiios 194 7. 1959 y 1972


111
Comercio
Fabricación
48 lill Artesanía
15,96% o Servicios

14 ,99%

20 .25 :f.
29 ,07 %

lB
• Comercio
[] Servicios

50 ,6 6%

46,91% Zl Fabricación
!m Artesanía

•o Comercio
Serv ic ios

Fuéntc: Censos y Memor ias Cámara


184 L . SANTIAGO DÍEL' CANO

Sin embargo, la evol ución de los sectores mercantil es y de servicios presenta rasgos que
merecen ser destacados. Así, e n e l primer censo considerado, el ele 1947, se puede compro-
bar que prác ticamente la mitad del total de electores ele la Cámara estaba ocupada en el sec-
tor comercia l. Sabemos, además, que dentro ele é l, era el subscctor alimentario el más
relevante. El sector :,ervicios, por su parte, estaba dominado por los establecimientos dedi-
cados a la hostelería . Como vimos con anterioridad. no se puede afirmar que la actividad
hostelera fuese en esos instantes ele relieve: algún hotel, múltiples posadas y un am plio elen-
co de tabernas. cafés o similares. prácticamente LlllO en cada pueblo. En líneas generales la
si tuación es similar en el siguie nte censo considerado, el ele 1959. Como vemos. e l reparto
o frece proporciones semejantes: el comercio copa la mitad del total de los e lectores de la
Cámara. la manufactura aproxi macla mente un tercio y el resto, apenas una quinta parte. es
para los servicios. Son los elatos de 1972 los que nos ofrecen con claridad cambios de im-
portancia: se produce un auge espectac ular ele los servicios, que ahora suponen casi la mitad
del total ele e lectores de la Entidad, mientras que la actividad estrictamente comercial ha
visto reducida su participación a un terc io. Este «trueque>> ele posic iones nos está proporcio-
nando info rmación valiosa que confirma ele nuevo ese proceso de tcrciarización al que ha-
cíamos rcf'crcnc ia, visible a través del increme nto de los establecimientos o actividades
relacionadas con d sector servic ios.
Tras valorar la evolución de los grandes sectores económicos, podemos pasar a un aná-
lisis más detallado, considerando las distintas ramas ele actividad antes y después ele la dé-
cada del desatTollo". Las transformaciones sufridas pueden apreciarse a través ele las gráficas
adjuntas (v. g ráfi cas IX y X). Las más significati vas son, sin lugar a eludas, las referidas a
las actividades relacionadas con la alimentación y las e ncuad radas bajo la rúbri ca de activ i-
dades diversas: las primeras son las estre ll as indisc utibles del censo de 1959, agrupando a
más de la mitad ele los electo res; en el de 1972, el estrellato lo comparte n, casi a panes
iguales. con las segundas. Del resto, merece destacarse tan sólo el crecimiento de las acti vi-
dades relacionadas con la construcción, que doblan su porcentaje de participación en el con-
junto total de electores.
Los últimos datos (v. gráficas Xl y XII ) sirven también para relacionar los distintos sec-
tores con las ramas de ac ti viciad, y así mostrarnos una imagen global de las transformac iones
sufridas en el e lectorado ele la Cámara. Como se puede comprobar, hay un incremento asom-
broso en el sector servicios, propiciado básicamente por el espectacular auge de las llamadas
actividades diversas. que no tiene parangón en el resto; este inaudito ascenso ha de ser, sin em-
bargo. matizado: la explicación del mismo se encuentra e n una serie de acti vidades conet·e -
tas. relacionadas con el transporte, bien de mercancías, bie n ele pas<~eros. Cada uno de los
ve hícu los dedicados a estos meneste res figuraba como elector de la Cámara, y el incremento
e n los mismos, fue ciertamente, muy notable, existiendo incluso, una evidente saturación7 •

6 Hemm, agrupado los distintos epígrafes según la distri buc ión por secciones y ramas de actividad.

d istribución que aparece en los ce nsos a partir de estos momentos. Intentamos ho n10genei/.ar de alguna
forma los datos de l censo ele 1959 con los posteriores. Presci ndimos del capíitdo dedicado a la inuust ria
extractiva. que es irrekvante . y tamb ién hemos agrupado las secciones de rabricac ión y artesanía. debido
a las dificultades ex istentes para reali/ar una nít ida di ferenciac ión. Las ramas de actividad son las sigu ien-
tes: 1", A li mentación; 2' . Texti l: 3". Madera-Papel: 4", Piel ·Calzado; 5", Productos quími cos; 6', Construc-
c ión ; 7'. Metal úrgica: X". Electricidad-Mecánica: 9", Actividades di versas.
7 Sabemos. por ej emplo, que muchas de las personas llegadas del campo rec urrían a esta actividad

como medio de ganarse la villa. según algunos observadore<,. Así se desprendía de los permi sos concedidos
LAS CÁMARAS DE COM~. RCtO h N EL FRANQU tSMO 185

Aun contando con esa matizació n. no cabe duda de l incremento de electores e n los ser-
vicios y asimismo e n el comercio. Ambos se nutren, asimismo, del tambié n notable creci-
mie nto de la actividad alimentaria. Baj o esa rúbrica se agrupaban , entre otros, los
e stablecimientos hostele ros. Destacable es tam bién, como ya hemos me nc io nado, e l aumento
de la actividad constructora : fijémonos que se centra e n los apartados artesanal y ele servi-
c ios. La prolife ració n ele talleres relacio nados con este subsector. así como ele e mpresas de-
dicadas a la construcción no es ajena a el lo.
Esta evoluc ió n de los censos e lectorales ele la Cámara de Comercio e Ind ustria confirma
el desarrollo ele estos sectores en la economía pro \·incial , así como su progresiva concentra-
ción en la capital. El dom inio comercial y el progresivo au me nto de los servicios sería n las
no tas más destacadas. j unto al auge experimentado po r la actividad constructora, muy ligada
a la capital, que supera en número de licencias industriales y comerc iales a l resto ele la pro-
vincia. El desarro llo experimentado por el come rcio y la industria salmantinos se va a pro-
ducir lündamc ntalmen te por extensión. ya que las dime nsio nes de los establecimientos son
muy pequeñas en la mayoría de los casos. Hay una evide nte proliferació n no sólo ele peque-
ños come rcios. sino también de pequeños tal leres, o establec imie ntos dedicados a otras ac-
ti vidades.
Esta situac ió n del electorado es un elato a tcn11r e n c uenta a la hora ele evaluar la acti -
vidad camera!. No porque los di versos sectores q ue componían el censo ele la C~1mara vayan
a te ne r representació n elegida por ellos, tal como preveía n las normas estatutarias, lo que
sabemos que no ocurrió, sino porque deberemos inte rrogarnos acerca de la re lación estable-
c icla entre la Institución y sus destinatarios, una vez conocidas las características de éstosx.

para e l transporte de pe rsonas o mercancías. que estaban e n manos de una multitud de peque t1os empresa-
rim. q ue proced ían e n su mayor parle del medio rural; la:. inve rsiones q ue realizaban eran, en la mayoría
de los casos. «apresuradas>> y de poca viabilidad. Es!udio-flljórme... , op. ci r.. pp. 78-81.
~ La reflexión que estamos apuntando enlaza con c uestiones tan espinosas pero vi tales para la ins-
titució n camera ] como pucd.:n ser la ck la representatividad y las relaciones ent re las Cáma ras y sus des-
tina ta ri os. En el pe riodo que estamos estudi a ndo ello c''itÜ afect ado nít idamente por la config urac ión
org;\ ni ca y la pmición de la Administrac ión que ya hemos a nalizado. pero esa a nó mala situac ión no puede
ob\'iar los prob le mas de fondo. que. por o tra parle, se van a presentar al término del mi smo, y van a ser
reconocidos implíci ta me nte por las Cámaras en la Asamblea de 1977. tal y como he mos comprobado. La
con fi guración interna del propio electorado de la Cámara sa lmantin a nos prese nta una si tuación dominada
por el pequdio y con frec ue nc ia muy pequeño empn:sario, dueño a me nudo de un minú sculo establec·imicn-
to comercial o ind ustrial que en muchos casos regenta él solo o con ayuda familiar: la dimensión lilipu-
tiense de muchos esta bleci mie ntos tien.:: consecuencias no sólo de orden económico. sino tambié n de orden
psico lúg ico. de acti tud ante los problemas. Es un lugar común hablar de la posic ión indi vidu alista Jel pe-
q ue t1o comerciante o rabricante. demas iado encerrado e n sus propios prob lemas como para a bordar con
visión amplia los del conjunto de la econom ía. ¿Cómo se pueden canaliza r los inte reses, aspi raciones de
estos grupos y cómo serv ir mejor a sus i ntereses~ ¿Va a te ner e n cuenta la Cámara salma ntina en e l periodo
a na lizad o esta composición subje ti va de la instituci ón y su evolución'' ¿ Responde. a pesar de su a nó mala
si tuación orgán ica. a alg unas de sus expect:.ll ivas de algun a mane ra·> La res puesta a estas preguntas ha de
basarse en .::1 previo conoc imie nto de esos componentes de la Cáma ra. La cuestión, como se ve. es c ie rta-
me nte complicada, pero de una manera u o tra. se produce tanto e n el á m bito nac iona l como en el extranjero.
Pa ra el caso nacional. e l estud io de l profeso r Sánche1 Blanco es el ún ico q ue ha abordado esta cuestión.
pa ra hacerse eco de q ue la política de actuación came ra! no parece tener en cuenta es<: co mponente subje-
ti \'o. sino müs hi cn d irig irse hacia los intereses de los g ra nJes grupos e mpresariales ( Víd. Sánchez Blanco.
A .: Op. cit .. pp. 1880 y ss). Las rec ie ntes obras sobre la hi storia de de te rminadas Cáma ras, a unq ue no ana-
li /a n sufic icmemcnte estm datos de los censos camerales, insiste n. aun sin afir marlo. e n la posición con-
ll·aria. a base de reseiiar -como he mos dic ho- c ualq uier actividad camera!, pe ro si n te ner en cuenta las
186 L. SANTIAGO DÍE7. CANO

El panorama co mercial e indu stri al sa lman ti no evo lucion ó e n e l sentido que hemos apuntado
en la etapa 1940-75 , pero sus caracte rísticas principales seguían siendo la atomizac ión, la
concentración capitalina f rente a la enorme dis persión del resto, el predom ini o de l comercio
y dent ro de éste del re lacionado con la alimentac ión ... Además de tener en cuenta las con-
tradicciones fund ame ntales de ri vadas del incumplimiento de las normas estatutarias. podre-
mos preg untarn os si la po lítica desarroll ada por la Cámara podía ele al guna manera e nlazar
con las preoc upac iones ele su co mponente subjeti vo mayo ritario. De igual modo, intentare-
mos comprobar hasta qué punto quiénes pasaron por ell a fueron o no conscientes del papel
que les tocaba desempeñar.

anomalías prese ntes en la evo lución de la instituci ó n. Para el caso internacional , bueno será recordar cómo
cuesti ones de este tipo han preoc upado a los componen tes de in st ituc iones came ra les ex tranj eras. según se
desp rende. po r eje mpl o, pa ra el caso francés. Centre d'Études Admin istrat ives: Proble111es juridiques des
Cha111hres .... op. ciT .. pp. 183-21 1 espec ia lmen te. Una retkx ión de este tipo se ría, aún hoy, müs qu e nece-
sa na .
L AS CÁ MARAS DE COM ERC IO EN EL FR ANQUISMO 187

GR AFICAS IX y X . Eleclores por ramas de actiFidad. Ai!os 1959 y / 972

6.41%
2,25%

.1
R 2
IR! 3
EJ 4
52 ,04%
D 5
3,92%
11 6
3 . 33% El 7
D 8
D 9

35 . 28%

•• 1
2
El 3
[]. 4
D 5
11 6
bl 7
0,52% El. 8
EJ. 9
9 ,9 0 %
1 73%
6 .. 6 3% 4.43 :1:

Fuente: Censos y Memorias Cámara


188 L. SANT I AGO DÍEZ CANO

GRAFICAS XI y XII. Electores según ra/Jlas y secciones. Aiios 1959 -'' 1972

8000
,. .......................................... .................... ..................................................................................................... .
6000 ~~•.. ,,.,w~v~·~··,·,·,·,·,w·,·.~~·.w.-.·,.,.,·.-·,·.-, .-·, .. ,,, , .. , ,, ,, , ,, ,,, , , .,,,, ,,,,.,.,,,,.,.__,.,......,.,.__.....,,, ,

[ill Servicios
4000 lE Comercio
• Fabricación

2000

o
2 3 4 ') 6 7 8 9
RAMAS

8000
El Servicios
~ Comercio
D Artesanía
4000 • Fabricación
O Extractiva

2000

o
2 3 4 5 6 7 8 9
RAMAS

Fuente: Memorias de la Cámara


LOS MIEMBROS DEL PLENO

La rea lizac ió n de este capítulo presenta algunas peculiaridades que hacen necesari a una
previa explicación de los objetivos del mismo.
En una si tuación nonnalizada en la vida camera!. con el procedimiento electoral e n vi -
gor, con una participación normal de los electores y una serie de grupos o personas que qui-
sieran acceder a la dirección de la Entidad, un capítulo como éste podría plantearse de forma
conve ncional : exami nado el electorado, se analizaría el propio proceso electoral y se estu-
d iarían los grupos y sectores que llegaran a fo rmar parte del Pleno para comprobar, en e l
a nálisis de la acti vidad, si ésta se adecuaba a los intereses de los e lectores y si la Cámara
funcionaba, por tanto, como una institución representativa e ficaz.
Sin embargo, no sólo la suspensión de elecciones desde 1937, sino la propia trayectoria
de las Cámaras e n general y de la salmantina en particu lar desaconsejan un análisis del tipo
descrito. Desde e l momento de reorganización de las Cámaras en 1911 , con la Ley de Bases,
y en el caso concreto de la Cámara salmantina, las previsiones electorales no tenían virtua-
lidad alguna, pues los comerciantes e industriales hacían dejación de su derecho. en el que
eran sustituidos por los propios Ple narios que ya estaban en la instituc ión. Las elecciones,
aunque eran reglamentariamente convocadas, se hacían «en fami lia», según expresión grá-
fica de uno de los miembros Plenarios de esa época. Tal situación se mantendrá hasta 1930,
e n q ue se produce un cambio no por una participación masiva del electorado, sino como
consecuenc ia ele que grupos patronales organizados deciden hacerse presentes en la Entidad.
Esto signi ficaba al menos la consolidación ele una acción específicamente empresarial aun-
que correspondiera tan sólo a los sectores más organizados, quienes tenían desde hacía años
contactos estrechos con la in stitución. La é lite comercial e industria l salmantina se interesó
consiguientemente por la Cámara.
Este relativo pero significati vo cambio, ni siquiera va a poder mantenerse en la nueva
si tuación. pues como sabemos. las organizaciones patronales van a quedar disueltas e inte-
gradas en los S indicatos Verticales, lo que tuvo mayor influencia concreta en la vida de la
Cámara que la propia suspensió n del proceso electoral. El proced imiento de cooptación, que
sust ituye a la renovación vía electoral , presenta, en la práctica, algunas similitudes con e l
a nte rior funcionamiento de la Entidad . que reproducía de forma endogámica sus Plenos des-
de hacía tiempo, pero esa «cooptación>> práctica se ejercía desde los años 30 en func ión ele
las propuestas de grupos organizados. que ahora no existen. Sobre todo ello inc ide, además,
la irreg ular situación vivida, al menos. hasta la celebración del Primer Pleno tras la suspen-
sión ele los mismos en 1939. Mientras que Jos Sindicatos Verticales van consti tuyé ndose y
fonmíndose orgán icamente, la Cámara no manifiesta ninguna actividad Plenaria, reduc ié n-
dose su funcionamiento a las tareas desempeñadas básicamente por el Presidente y e l per-
sonal, con alguna que otra reunión esporádica de ciertas Comisiones. Dado que las
organ izaciones patronales que la sustentaban habían desaparecido, parece que a la agrupa-
c ión de intereses empresari ales en Salamanca en estos años no se le ofrecía otro cauce de
ex presión que los rec ién constituidos Sindicatos. La Ccímara. reducida, como veremos con
poste rio ridad, a funciones esencialmente burocráticas o poco más, atraviesa un periodo bas-
tan te oscuro de l que sólo empezará a sal ir coincidiendo con la convocatoria del Pleno, a
fina les de 1945.
Duran te los años 1946 a 1975 vamos a asistir a sucesivas reorgani zaciones del Ple no,
moti vadas por vacantes existentes en el mismo, re levos en la Presidenc ia, o por disposicio-
190 L . SANT IAGO DÍE7 CANO

nes legales que ya conocemos, en especial la Orden de 1966, que transforman la composi-
ción numérica de la Asamblea Plenaria o afectan a la permanencia de algunos de sus com-
ponentes. Por otro lado, e n otros órganos, como la Mesa, las distintas Comisiones o el puesto
de Secretario, se producen transformaciones que no dejan de tener inf1uencia en la vida de
la institución, aunque condicionadas por el contexto.
Por una parte, la estructura orgánica que quedó afectada por las normas dictadas e n la
e tapa bélica relati vas a la suspensión del proceso electoral, influye en el sentido de que esas
renovaciones ni siquiera obedecen a un simulado proceso e lectoral, si no que son producto
de cambios operados dentro de la institución. Es e l propio Pleno, cuando funciona normal-
mente, e l que propone los relevos y, en tal situación, es esencialmente la relación personal
la q ue los detem1 ina. Hay fuentes que corroboran esta peculiar manera de proceder: no es
sólo que los plenatios, reunidos en sesión de la Cámara, e laboren una lista de las personas
válidas para ocupar vacantes existentes. sino que, algunas veces, se observa un procedi mien-
to tan irregular como el proceder a cubrir un puesto vacío en el pleno como si fuera un cargo
hereditario; tal sucede, por ej emplo, con la propuesta de sustitución de quien fuera vicepre-
sidente de la Cámara, al que, al fallecer se quería sustituir por «algún hijo suyo». Las rela-
c io nes de fa milia o más frecuentemente, las puramente amistosas, inciden así fuertemente
e n la composic ión de los Plenos.
Con el proceso e lectoral suspe ndido y las peculiares condiciones en que se producen las
renovaciones de Jos Plenos, el carácter representati vo de sus miembros es nulo. a pesar de
que, formalme nte, aparezcan como representantes de una actividad conc reta, según los gru-
pos y categorías en que se dividía el Censo de la Cámara 1•
Alguna vez se pensó en hacer Jos nombramientos con criterio lógico. Por ejemplo, Don
Ju lio lbáñez a l to mar posesión del cargo de Presidente y proceder a la reorganización de la
Entidad, propuso c ubrir las vacantes existentes atendiendo a actividades de relieve que no
estaban «representadas» en la Cámara. Es decir, se obviaba también la norma reglamentaria.
pero intentando que el resultado asegurara ciertos ti pos de representación2 A pesar de la bue-
na re implícita e n la propuesta, sus resultados no podían ser satisfactorios.
Las renovaciones <<endogámicas» perpetúan en e l cargo a determinados personajes du-
rante periodos muy dilatados ele tiempo, como se puede ver en los datos que ofrecemos re-
lati vos a todos los plenarios que pasaron por la entidad (V. Apéndice). Si de esos datos
e ntresacamos los que corresponden a aquellos miembros cuya actividad podemos considerar

1 El sistema escogido para efec tuar la-; renovaciones se prestaba a burlar las forma lidades e<;table-

cidas en e l Reg lamento acerca de la representación que cada concreta acti vidad económica había de tener
e n el Pleno de la Cámara. Para ello, como es sabi do, se establecía una divi sión en categorías, que te nían
más o me nos representación de acuerdo a su importancia globa l. De esta forma. si se producía una vacante
e n una categoría conc reta. habría de cubri rse con un representante de la misma. Pero, dado que en e l Censo
un mi smo elector tributaba a menudo por d iversos epígrafes, se podía buscar el que mejor cuadraba al mo-
mento en que la re novación había de efectuarse. Así podían darse paradojas como la de que algún mie mbro
del Ple no apareciera en él en virtud de pagar lice ncia por un epígrafe tan modesto como e l posee r una sie rra
mecán ica, cuando sus negoc ios eran, desde luego. mucho más ampli os.
2 Así, él propuso para cubrir las vacantes, que se buscaran representantes de las siguientes ac ti vi-
dade>: fabricación de harin a~>, de calzado de goma, transpo rtes, venta de calzado por menor, de hierros por
me nor, fabricac ión de embutidos y de abonos qu ímicos: las referidas a las acti vidades ind ustri ales recogían,
como sabemos. algunas de las más relevante>. Algo simi lar ocurre un tiempo después (Actas. 29-octubre-
1956) cuando se incorpora al Pleno Luis Recio. en <<representacióm> de un gremio que según se decía alin
no tenía ninguna a pesar de ser uno de los más numerosos.
L AS CÁMA RAS DE CO MERC IO EN EL FR ANQUISMO 19 1

como más destacada, cuales son el Presidente. Vicepresidente, Tesorero y Contador, es decir,
los componentes Uun to al Secretario) de la Mesa de la Cámara, el fenómeno se confi rma
aC111 más. Que e llo. como se ha afirmado contribuyera a una mayor coherencia es algo noto-
ri amen te d iscutible: si con esa coherencia se alude a que una situación ele ese tipo es prefe-
rible a la renovación e lectoral prevista en las normas estatutarias, rotundamente no. Ahora
bi en . en algunas Cámaras y esto es observable e n el caso de la salman tina, la actuación de
de te rminados d irigentes duraderos puede ofrecer buenos resultados: en ese caso. una actua-
c ión concreta durante un periodo determinado puede resultar más coherente, mejor gesti o-
nada que otra, sin que por e llo pueda establecerse una re lación causa/efecto entre
permane nc ia y o pe rati vidad' .
La valía o d iligenc ia de los dirigentes re pe rcutía inevitableme nte en la gestión camera!.
A lgo que se comprende si te ne mos en cuenta que e l peso ele la misma recae fundamental -
mente e n dos figuras . el Presidente y el Secretario, con el apoyo de los componentes de la
Mesa. Cualquier repaso a las Actas o a las actividades desplegadas por la Cámara pone de
manifiesto que la inic iativa, para bien o para mal, parte ele los Presidentes y que, e n la ade-
c uada administració n de sus rec ursos humanos y materiales (para lo c ual la labor de la Mesa
y del Secretario eran fundame nta les) reside buena parte de un posible éx ito. La labor auxi lia r
que debían prestar las Comisiones no parece sig nificar gran cosa, según se desprende de las
escasas referencias a las mi smas. Y la actuación de l Pleno como órgano de control. tanto
más necesaria cuanto que el proceso e lectoral estaba suspe ndido, no se aprecia o deduce de l
a nálisis de las fue ntes di sponibles: por un lado, lo que se constata es un alto grado de de-
sinterés por parte de los propios ple narios, quienes no ac uden e n la pro porción que sería
deseable a los Ple nos4 ; por otra parte, la Cámara va a tardar muc ho e n conseguir unos mí-
nimos aceptables en su actividad, como se muestra en la irregular situac ió n vivida e n los
primeros años tras la vuelta a la «normalidad>> ple naria, irregular situación que no cesa si no
con el relevo de Presidente. El intento de reorganización que va a suponer la llegada a este
cargo ele Julio lbáñez muestra claramente que la iniciativa está e n la Presidenc ia o no está.
Con posterioridad, se mantiene n los mismos paráme tros: lo de muestra la ause ncia casi total
de a lg ún tipo ele crítica hacia la labor desplegada desde los ó rganos di recti vos. El Pleno se
conv ien e e n elemento auxi liar, e n el mejor ele los casos, para una política casi exc lusiva-
mente presidencial. Esta, además, aparece no toriamente pote nciada, al recaer e n el Presiden-
te la rep resentac ió n de la Cámara e n los ó rganos más importantes en que ella participa.
Se pueden distingui r dos grandes etapas en la gestió n de los núcleos dirigentes de la
institución, separadas por un pequeño pero inte nso pe riodo que cmrcsponcle a la Presidencia
de Julio lbáñez: la primera abarcaría desde el fina l de la g uerra hasta e l cambio de Preside nte
tras e l fallecimi ento ele José María Viñue la, ~ustituido por el mencionado Ju lio lbáñcz; la
seg unda. desde la re nuncia de éste a fina les de 1958 hasta 1975, año e n que finalizamos

' La afi rmación procede de la obra de Baha monde, De l Rey y Martínez sobre la Cámara de Mad rid.
o¡1. c it .. p. 320. No c reemos sin embargo q ue los a utores aludieran a esta co herencia «re lativa» que hemos
planteado. dado q ue en su obra no se a prec ian di ferencias en tre la actuació n de unos di rigentes y de o tros.
si no que la d iversa cficac i;1 de la actividad de la Cámara se po ne di recta mente e n relaci ó n con las circ uns-
ta nc ias ex ternas (intervencioni smo de la Admini stración. interferencias si ndicales), sin aludi r en ningún ca-
so a la trayectori a pu ramente inte rna.
4 Un ex ame n de las Actas de l Pleno. e n las que se relacionan los asistentes, pone de manifi esto este

e xtre mo. El n(¡¡nero de asistentes solía e~ tar e n to rno a la mitad o menos de los plenarios e n líneas ge ne-
ra les. Qui zás e l Linico mandato e n e l que me joran algo las cosas es e l de la preside ncia de Julio Ibáñez.
192 L. SANTIAGO DÍEi CANO

nuestro estudio. Las etapas, como vamos a ver, se identifican estrec hamente con los Presi-
dentes de la Entidad: la prime ra correspo nde al mandato de José María Viñuela, que perma-
necía en el cargo desde 1930; e l peri odo intermedio es el de la presidencia de Julio lbáñez
Rodríguez; la última eta pa abarca el mandato ele dos presidentes, Angel Nuño y Zen6n .J i-
ménez- Ridruejo, aunque la corta permanencia del primero en el cargo identifican prác ti ca-
mente la etapa con la figura de este último.

L A PRESIDENCIA DE J OSÉ M ARÍA VIÑUELA

José María Viñuela era dueño de una tienda de conrección y fue dirigente de la Asoc ia-
ción Patronal de Comerciantes. Fonnaba parte de la Cámara como vocal desde 1927 y como
Presidente desde 1930. Vivió por tanto, todo e l conflictivo periodo de la etapa republic ana
y de la guetTa civil. Siguió estando al frente de la Entidad y tras su nombramiento como
Procurador en Cortes en representación de las Cámaras en 1946, iniciará la reorgani zación
de la corporac ió n salmantina. Junto a él seguirán 17 de los antiguos vocales del Pleno, más
3 de los vocales cooperadores de elección. En teoría, pues, podía esperarse que continuara
la orientac ión dada a la Cámara con anterioridad, ya que más de la mitad de los antig uos
componentes de la institución permanecían en ella. Además, quienes habían llegado a l Pleno
de la Cámara para cubrir las vacantes producidas e n la etapa bé li ca y de la inmediata pos-
tguerra, eran, en buena medida, personajes que se movían en la mi sma órbita que los ante-
riores: como e llos, eran persomues relevantes de la economía salmantina y, asimismo, habían
estado antaño vinculados a aque llas organizaciones patronales que coparon la representación
plenaria en la Cámara en los años 30. Si n embargo, el peso de las circunstancias ~e va a
imponer y este Pleno, tan similar en su composic ión al último de la etapa republicana, no
muestra - desde luego- la misma vitalidad que éste tenía, aunque fuera alimentada por un
conflicto social ahora imposibilitado de emerger. La inactividad del órgano de gobierno de
la Cámara durante buena parte del periodo bélico, pero sobre todo durante la inmediata pos-
guerra, en la q ue durante algo más de 6 años no se había celebrado reunión plenaria alg una.
parece haber disipado cualqu ier vele idad de acción empresarial o ele otro tipo en sus com -
pone ntes. Comoquiera que tampoco mostró inic iativa su máximo mandatario, la Cámara
atravesará una etapa de desidia y abandono que le hizo mucho daño, como te ndremos oca-
sion de comprobar posteriormente.
En todo este periodo, asistiremos a varios intentos de reorganización que no culminan
y que suelen quedarse en algún cambio de los co mpone ntes del Pleno, sin inc idenc ia alguna
e n la actuac ión camera!.

L A PRES IDENCIA DE J ULIO I B ÁÑEZ

La si guiente etapa tiene otro cariz. Durante casi cuatro años, la Cámara intenta norma-
lizar su situación. Pero prueba de que ello era labor sobre todo del Preside nte, es q ue esa
reorganización se hace con la gran mayoría de plenarios de la etapa a nteri or. Se cubren las
vacantes ex istentes en el mo me nto de constituc ión del Pleno. En esta ocasión, se intenta lo-
grar representación ele c iertas acti vidad es ele impo rtanc ia. Así, vemos aparecer en el Pleno a
un representante de la conoc ida empresa q uímica «M irat», Jeróni mo Ortiz de Urbina (quien
por cierto, tardará un tiempo en acudi r al Pleno)' o a uno de los tres fa bricantes importantes
de zapatillas de la prov incia (Teocloro Jiménez) 6 . No obstante, una ele las vacantes procluci-
LAS CÁMARAS DF: COMERC IO EN EL FRANQUISMO 193

das. la de don Vicente Pérez Moneo, se cubre mediante la incorporación de su hijo, Jul ián
Pérez Moneo. ejemplo de esa sucesión cuasi << hereditaria>> que an tes comentábamos. Esta es
también la etapa en la que e l Secretario fue suspendido y expedie ntado, a iniciativa del Pre-
sidente. por una serie de irregu laridades y negli gencias presuntamente cometidas en su ges-
tión. Sucesivamente, Ricardo Lobato y Antonio Lorenzo Patón, vocales del Pleno, se
e ncargarán interi name nte de las funciones de la Secretaría.
No se cuesti ona en cambio la Presidencia y resulta cuando menos curioso e l procedi-
miento seguido para ratifi car su continuidad. En sesión de 28 de Febrero de 1958. la Mesa
de la Cámara presentaba una moción sobre la ratificación de confian za a qu ién llevaba 3
a rios presidiéndola, <<estando en suspenso - según se decíaal co- cuanto prevée (sic) el ar-
tículo 53 del Reg lamento General de Cámaras en materia de elecc iones». La moción fue
aprobada por aclamación de los asistentes (26 además del Presidente) y elevada a la Supe-
rioridad, es decir, al Consejo Superior7 . Era éste quien había sugerido tal procedimiento, e n
contestación a una consulta del Secretario accidental de la Cámara, qu ien pedía normas para
realizar la confirmación del Presidente. El Secretario del Consejo estimaba que, dado lo ex-
cepcional de la c ircunstancia, ello no creaba proble ma reglamentario a lg uno y le parecía
bien la fórmu la del homenaje o ratificación, a pesar de considerarlo inn ecesario ~ . En de fini -
ti va. el intento, por cierto el único en todo el pe1iodo considerado, de salvar alguna aparien -
cia de legal idad, muestra una escrupulosidad excepc ional en esta etapa, pero al mismo
tiempo. pone de relieve los obstáculos jurídicos que gravitan sobre la vida camera!. Por mu-
cho que se quisiera g uardar las formas, el sistema no dejaba de ser claramente endogámico
y desde esa perspectiva hay que abordarlo.
Durante este periodo, se puede observar también que, en la doc umentación referida a
los Plenos. queda reconocida con reg ularidad la función de la Cámara de ser «representante»
de l Comercio y la Industria en determinados organismos. Al Pleno llegan las solicitudes de
propuesta para cubrir cienas plazas en las que la Entidad tenía representación9 , así como las
peticiones del Gobierno Civil relati vas a la elección de comprom isarios y candidatos para
cubrir la representac ión que en Ayuntamiento y Diputación pudiera otorgarse a la Cámara.

Actas. 26-septicmbre- 1956.


h Otro ejemplo podría ser e l de Luis Rec io Merás, propuesto para cubrir la vacante de Andrés García
Blanco; Recio pertenecía al grupo de Droguerías, que no contaba con representación. según se decía . «a
pesar de ser uno ele los más nume rosos». En efecto, el número de establecimi entos de este tipo e ra e levado.
aunque e llo no justificaría en ningún caso e l siste ma de cooptación seguido en todo este periodo. Actas,
29-octubrc- 1956 y 26- febrero- 1957.
7 Actas. sesión ex traordinaria, 28- febrero-1 959.

x Archi vo Consejo Superior, Ref. 493. La contestació n de Valcárcel se hacía e n es tos términos:
,, Todo cuanto dice e l Reg lamento respec to a e lecciones y ree lecciones está. como Ud. sabe m uy hicn.
e n suspenso, ya que es tá suprim ida de hec ho y no se sabe por c uanto tiempo. la raíz de todo e l asuntn.
que es la renovación reg lamentaria de nuestras Corporaciones. No existe, pues. proble ma reg lamentario
alguno ( ... )» .
9 Con ante rioridad, también se puecle observar alguna me nción a este asunto. pero ciadas las escasas

reu ni ones, la mu estra puede considerarse muy parca: alguna mención a la Junta ele De tasas o al Jurado de
Estimación de Utilidades. Las represe ntaciones de las que tenemos noticia son: la Junta de Detasas, la Junta
de Coordinación de Transportes, Comisión Provincial de Servicios Técnicos, Tribuna l Provi ncial de De-
fraudación y Con trabando. En esta etapa. se pierde. sin embargo, la representac ió n existente en e l Ju rado
de Estimac ión de Utilidades. que pasó a S indicatos.
194 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

por el tercio de entidades económicas, profesionales y culturales 10 ; también llega alguna re-
lativa a la elección de procuradores en Cortes en representación de las Cámaras. En la mayor
parte de estas ocasiones, el Presidente ocupa personalmente las representac iones más impor-
tantes, tales como la de la Comisión Provi ncial de Servicios Técnicos. organismo dependien-
te del Gobierno Ci vil , la existente en la Diputaci ón, e n donde él ya estaba. como
comprom isario y candidato para la elección de Procurador, etc. A nuestro entender, es otra
muestra más de ese carácter presidencialista de la actividad de la Cámara.
Sin embargo, hay que anotar en esta etapa que la const itución de Comisiones, propuesta
e n sus inicios. parecía haber llegado también a rcgularizarse. Desgrac iadamente, la ausencia
de actas de la mayoría de ellas impide cualquier anál isis cletall aclo de su funcionamiento .
pero basta con la constancia que en los Plenos hay acerca de su acti vidad, para comprobar
que esta etapa intermedia estuvo marcada por la mayor intervención de los Plenmios e n
e ll as. Si a esto at1adimos la asistencia generalmente nutrida a unas sesiones plenarias ahora
finalmente convocadas según preveían las normas reglamentarias 11, la organización de los
servicios y de las cuestiones financieras. pode mos conc luir que la etapa fue breve pero di-
námica y bastante positiva para e l futuro ele la Ent idad.

PRESIDENC IAS DE A NGEL NUÑO Y ZENÓN J IMÉNEZ RIDRUEJO

La reposición en su puesto del secretario expulsado de la Cámara, por sentencia del Tri -
bunal Supremo. moti vó la dimisión del Presidente. al que acompañaron una buena cantidad
ele plenarios 1c. El Ple no fue reorganizado en feb rero de 1959, bajo la presidencia de Angel
Nuño Sánchez. Las c ircunsta ncias vividas en la breve e tapa anterior se van a dejar senti r
muy pronto, pues se observa no una vue lta a las anomalías antes de 1955. si no la continua-
c ión del fun cionamiento ya regular de la Cámara. Aunque entre 1959 y 1975, se suceden
dos Presidentes, la etapa puede considerarse como un todo, ya que la continuidad de los
plenarios es mani fiesta, así como la de la política seguida por la Entidad .
En todo este amplio espacio de tiempo, destacaremos algunas cuestiones relativas a los
dirigentes ele la Cámara.
La primera reorganización se va a llevar a cabo en 1964. cuando se cubren bajas de bidas
a inasistencias u otras causas. Dicha reorgani zaci6n había sido sugerida, al parecer, por e l
propio Consejo 1 ' . El núcleo dirigente, en su conjun to, no se ve afectado.

10 Recorde mos que la Ley preveía que e n a mbos o rgani smos se eligiera, una vez consti tu idos e n sus

te rc im fa mi liar y sindical, una parte correspondiente a las e ntidades cu lturales. econ ómi cas y profesiona les,
q ue no podría superar el tercio de l organ ismo e n cuestión.
11 Es dec ir, una re uni ón ordina ria a l mes, salvo j uli o y agosto . y las ex traordin arias que f ue ra n

necesar ias.
le Actas ses iones 20 de octubre y 10 de novie mbre de 1958. Todos los vocales (no los cooperadores).
salvo Nuño y Gombau. que no se adhirieron a la dim isión y Teodoro Jiménez y Regino Coca. que estaban
a use ntes. Analizaremos más adel a nte co n a lgo más de detalle este conflicto vivi d<' e n e l seno de la Cá ma ra.
1' Actas Ple no. sesión ordinaria, 26 de mayo de 1964. Ante esa sugerenc ia. segura me nte motivada
po r q uerer im po ne r un cambio form al a las Cá maras, que pudie ra da r la imagen de una cierta rcnm ació n.
e l Pl eno simp le me nte propuso que la Me sa exc luye ra a aque llos vocales que no asistía n a las reunio nes del
mismo y proced iera a c ubrir su s vacantes. Así se hizo. consig ná ndose un total de 13 bajas. la mayoría por
i na si stc ncia.
LAS CÁMA RAS DE COM ERC IO EN EL FRANQU IS MO 195

En 1968 se da c umplimiento a las disposic iones legales de las rdenes de 1966 y 1968.
que red ucían e l núme ro de miembros de l Pleno, rasando de 30 a 25 los vocales 14 . Esa re-
ducción se había operado <<Casualmente>> por medio ele cinco bajas produc idas en e l Pleno 1 ' .
La disposic ión de ICcha 1H de enero de 1968. que obligaba a l cese de fin itivo ele lo s miem-
bros del Ple no que llevaran más ele doce años en e l cargo y e xigía someter a la ratificació n
del mismo a aq ue ll os que llevaran más de scis 16, afectaba a los compone ntes de la Mesa y
a 8 Vocales ple narios. que son reelegidos. Según d acta, para cubrir las vaca ntes que que -
daban . 1 en total, <<se había mandado publicidad a los secto res implicados», los c uales ha-
bían propuesto dos te rnas. No tenemos constancia de en qué consistió esa << public idad», ni
quién e ra e l sujeto visible de los «sectore s impl icados» : cabe sospec har que fun c io nó e l sis-
te ma tradic ional de hacer pro puestas de tipo personal.
La Orden de 1968 se vuelve a a plicar en 197 117 , a unque de una manera peculiar. En e se
momento, 16 miembros del Pleno cumplían los 12 aiíos ele permanencia en e l cargo: entre el los.
esta ban el Presidente. Yiccprcsiclcnte, Tesorero y Contador, amén ele otros 12 vocales. El obli-
gado relevo se aplicó a estos últimos y al Contador, pero se re mitió a la Superioridad un escrito
pidie ndo la continuidad ele los tres p1imcros, para proseguir «actividades e n curso y a la espera
de l nuevo Reg lamento ele Cámaras». Por ig uales motivos, e l Secretario , <<Cn funci ó n de los
proyecto s que había que realizar (e l Pósito de l Peque ño y Med iano Come rciante, la creación
de una Zona Franca en Fuentes ele Oñoro, la re instauración de lo s Al mace ne s Gene rales d e
De pósito)». solici taba una pró rroga de 5 años e n su cargo para acceder a la jubilación. am -
pliación que le fue concedida por unanimiclad 1 ~ . La Superio ridad. contrav iniendo sus propias
dispo siciones, c onsintió la pe rmanenc ia irregular e n sus c argo s de los c itados. E n prueba de
que la e spera de l Reglame nto de Cámaras no era más que una excusa. tra s su aprobac ión en
mayo de 197-J.. pcnn,mec ieron en su puesto los co mponentes de la Mesa ya c itados. Sin embargo.
las vacantes producidas en 197 1 no van a ser cubie11as durante el periodo que abarca nuestra
in vestigac ió n. por lo que habrú q ue tener en cuenta este dato de dism inució n de los miem-
bros del Pleno. que desde 197 1 queda n reducido s a 13 voca le s. más seis coope radorcs 1')
En definiti va. e ste parcial y postre r c umpl imiento ele la normati va no in valida. sino más
bien afirma una vc7 más, el carácte r e ndogámico de los Ple nos ele la Cámara dura nte e l fran-
quismo. algo que resulta tambié n v isible e n otras Cámaras de las que te nemos datos, como
es por ej emplo la de TatTagona 2" .

14 Esa reducción era producto de la di s pmición de la Orde n de 9-julio- 1966. al e ncontra rse la Cám ara
sa lma nt ina entre aq ue llas c uyo presupuesto no s upo nía más del 1'k del total de las de España. au nq ue su-
pe ra ba el 0.50.
15 Las de José C a lvo A lcánta ra y Ra mó n La po n a G iró n (po r fa llec imi e nl o). S ant iago O livera Lópe1.
y A ntonio Luruciia Ba rbe ro (por cese de negoc io) y la de Joaquín Sá nchcz Rodríguet.. industri al de Ci udad
Rod rigo ( po1· incomparecencia re iterada).
Ir, Esta norma el im inaba a los Ple na rios con más de 12 a1ios en el cargo. Qu ienes llevaran más de 6.
1a11to e n e l Ple no como e n la Mesa. podían se r reeleg idos.
17 Actas. 12- fe brero- 197 1.
1x 1/Jir/n il.
1'' Me mo rias de 197 1-72 y 1973-7-l. así como Actas de 12 de febrero de 197 t y 5 de j unio de 197-l.
Los coope rado res. q ue proced ían de etapas anteriores e ran José Lu is Gonzále..:. Lui s Kopp. C lemente G a-
lind n y e l Pres ide nte Je l C o legio de Ingeniero> Indu,trialcs. c omo voca les cooperadores de e lecc ión. y e l
Ingeni ero-Jefe de la De legac ió n de Industria y e l Presidente del Co legio de Corredores de Comerc io como
coope radores natos.
cll He ras. P. ) Mas. C. : Los primeros cien mios de la Cámara. op. cit.. pp. 3 t 0-3 13 .
196 L. SA NT IAGO DÍ EL' CANO

La estable y aislada élite diri gente de la Cátmra residía y ejercía su acti vidad habitual -
mente en la ciudad de Salamanca. E llo refleja, n< ' cabe d uda. la i mpottanc ia de la capital
como centro de la economía provincial , pero muy probablemente también el despego de la
organi zación hacia otras realid ades econó micas pmvincial es. Sabemos que hubo no mbra -
mi entos de vocales que recayeron en personas de otras partes de la provinc ia, como el
Presidente del Ciclo de Industrias Cárnicas (cooperad or durante largos años) o a lgún in-
dustrial mirobri gense. pero está tamb ién constatada s u au sencia reiterada a las ses iones
de l Ple no . En defin itiva , todo faci litaba que la C ámara func ionara con un notorio sesgo
capita lino 21 •
Tal orientación era bastante lógica si se tienen en cuenta determinados factores: unos.
de tipo histórico, pues la Cámara había nacido com.1 organismo patronal con proyección fun -
damentalmente local y así se mantuvo durante toda su trayectoria; otros, debidos a la estruc-
tu ración o rgánica vigente en el periodo que cst udiamos. pues con el proceso electoral
suspendido, era difíci l imaginar que mediante la cooptación pudieran incorporarse a l Pleno
de la Cámara muchos elementos industriales o mcr::antiles residentes fuera de la capital. Por
otra parte, no hay que desdeñar un factor que creo merece un mínimo análi sis, a la espera
de que estudios de otros organi smos lo confirmen plenamente. Me refiero a la re lación q ue
insti tuciones como la Cámara (en un ni vel ciertatnente subordinado. pero rea l) tienen c on
las élites económicas y políticas locales.
Sabemos que hi stóricamente la Cámara reclut(, sus plenarios e ntre miembros ciertamen-
te destacados del comercio y la indu stria local (y, e n algún caso aislado, provinc ial). El in-
tento de hacer de la Cámara un órgano patronal se mantuvo durante todo el periodo anterio r
al fra nqu ismo, pero órgano patronal dirig ido por qui en paJtic ipaba más en él. como e ran los
re pre sentantes de la é lite come rc ial e industrial ~: alma ntin a . Puesto que el e lectorado que
componía la Cámara en su conj unto . hizo dejació n una y otra vez de su derecho electoral,
estos person::ües atTaigados en la capital y, desde el tercer decenio de l siglo, bastante bien
o rganizados. pudieron copar sin mayo res problemas la institución, otorgándole unas señas
de identidad precisas.
La gue rra y el régimen franqui sta no hi cieron sino ag udizar esta característica, pues e l
triunfo bé lico aseguró los intereses ele estos grupo.-: sociales. Como además, en el caso con-
creto de las Cámaras. se eli minó cualquier posi bili dad electi va, las él ites dominantes pudie-
ron -mediante e l sistema de cooptac ión- mantener una preemine ncia que. por otra parte.
seguramente tampoco hubie ra sido mu y discutida en un proceso electoral abierto, dado e l
despego evidente de la inmensa mayoría del elec torado""· No hubo, así, ningún problema
para la utilizac ió n de la Cámara po r parte de los grupos empresariales m ú~ fuertes .
Precisamente esa cuestión inlluía a la hora de participar activamente . Hasta la llegada
del conll icto béli co, la Cámara se había mov ido dentro de unas coordenadas soc iopolít icas

' 1 Qui e n fue ra Presi de nte ele la e ntidad. Julio lháñez. no estaba ele acuerdo con esta apreci ación nues-
tra, aunque su d ifere nte opinión se basaba e n el hecho de q ue se ate ndía n petic iones de industria les de todas
las demarcac iones. Po r su parte. José Núñez sí parecía es t~tr de acuerdo con esta opinió n. a valada ade más.
por e l hecho de que la capital e ra e l tínico ce ntro económ ico importante . Vid . e ntrevistas personales con
a mbos, recog idas en el A péndice.
c2 La propia estructuración de éste a bo na esta idea. que tie ne además. alg ún re fre ndo explícito. Con
ocasión de l fru strado proceso e lectora l de 1962, e l Sec reta rio de la C ámara manifestaba en carta e nviada
al Secretario de l Consejo que iba a e nvia r «un par de art ÍC'Jl os al pe riód ico para mover el cue rpo electoral
si es posihlc>>. Arc hi vo Consej o Supe rio r, Carta a D. Marllle l Fuentes lruzozqui , 30-octubre- 1962.
L AS CA MA RAS DF. CO M ERC IO EN EL FRANQUISMO 197

m uy diferentes a las del fra nqui smo. Su acomodo como organismo patronal cada vez más
espec ia lizado se producía de ntro de un sistema fo rmal mente liberal, con un juego político
detinido y un papel adj udicado a las agrupaciones soc ia les de clase. El franquismo altera
radicalmente estos presupuestos, al negar la e ficacia del siste ma li beral como instrumento
político y al inte ntar plasmar orgánicamente (mediante la construcc ión sindical verticali sta)
sus inte ncio nes programáti cas de suprimir el con ni ,~ to social , rechazando e n consecue nc ia la
necesidad de las agrupaciones c lasistas: ya hemo.; advert ido de la función específica q ue
prác ticame nte c umplieron los si nd icatos como controladores de la masa obrera y no como
ge nuinos re presentan tes de los intereses empresari ales. Estos observaba n cómo la crecie nte
centra lizació n y concentración del poder les obliga a, con frecuenc ia, a buscar fó rmulas d is-
pares para inte ntar que sus reivindicaciones fuera n escuchadas. Esas fórmulas te ndían a lle-
varl os, natu ra lme nte, al e ntramado ad ministrativo levan tado por el fra nquis mo, puesto que
fue ra de él, a l me nos como g rupo, había de resultar más d ifíc il ejerce r la influencia necesa-
ria. No podían uti lizar sus antig uas organizaciones . subsumidas ahora e n la estructura sind i-
cal ve rtical, la c ua l no parece habe rles satisfec ho plena me nte"\ por lo que no desde ñaro n la
pa rt icipación ac ti va e n otros o rgani smos, como Diputación. Ayuntamiento, de legac iones mi -
niste riales o la propia Cámara, q ue tenía n conex iones con e l m i smo '~-
En e l caso q ue nos ocupa, e l de la Cámara, es prec iso interrogarse sobre las razones que
movían a personas vinc uladas a los gru pos mercantiles e industriales dominantes a pa rt icipar
e n una instituc ió n c uyas lim itaciones teóricas eran ta n evidentes y cuya efectividad presen-
taba tantas y tan serias lag unas. Esta ine fi cacia se incrementaba a causa de la mala gestión
ele quienes estuvieron a su ma ndo. Sin e mbargo, kls comerciantes e industri ales que llegan
a la Cámara pe11cnece n a grupos bie n situados tanto e n el ambiente mercan ti 1 como e n e l de
la manufactura. S us nombres son sufic ie nteme nte conocidos (los M irat, Mo neo. Nuño, lbá-
ñc z, el propio Riclrucjo, Teodoro Jiménez, los Coca, Andrés García B lanco, G il Rcm írc z.
O live ra, ... ). La parca acti vidad industrial ele Sala manca esta ba basta nte bie n representada,
salvo en lo q ue concie rne a los grupos industrial es de fue ra de la capital"'. En c ua nto al
comerc io. los voca les q ue aparece n forma ndo pw1e de los Ple nos pertenecen, en su mayor
pane, al de media na y g ran mag nitud ; algunos de los más importan tes mayoristas alternan
j unto a propieta rios de comercios menores pero de c ierto prestig io, ase ntados desde hacía

21 Esta afirmac ión. basada en ind icios y testimonios dispersos. necesitaría una com probac ió n empí-

rica. centrada en un estud io local sob re la Orga nizac ión Sindica l. q ue por el mo me nto no ex iste. Pero
e sli ma mos que es plaus ible supo ner la in;,atis facci ó n g J<.,bal de l c m prcsariado e n este caso sa lmanl ino
hacia la Or¡:a nizac iú n S i ndiL~a l como veh ículo de sus intereses. no só lo por lo ya apuntado al ha blar del
caso nac io na l. si no ta m bién vistos los res ultados que la a':c iún si nd ical en e l pla no económ ico consi g uió
para nuestra prov incia. Por el mome nto, podemos aportar alg una opinión persona l. como es la de qu ie n
fue ra Pres ide nte de la e ntidad. Jul io lbá ñez y la de uno de los Ple narios e n la e tapa de Zenó n J imé nez-Ri -
druejo. José Nú ikz Larra;.: ambos coinc iden. pese a sus d tfere nc ias ideológicas y políticas . e n aprec iar la
ineficac ia de los S indicatos co mo organi smos de represcnwci ó n ele los intereses e mpresari ales. (Vid. Apén-
dice).
2.¡ \ k> exi sle ta mpoco un estudio detallado sobre los ocupa ntes de los d istintos o rganismos polílicos
o coq x>rali vos en la elapa franquista en nuestra provincia. Sin e mbargo. desde lm, da tos q ue las fu e ntes de
la Cá mara nos ofrecen, la presencia de d islilllas pe rsonas en d iversos organismos evide ncia q ue se puede
supone r la ex iste nc ia de una c ierta <<éli te>> política de posg ue rra. vinc ulada a la «éli te» eco nóm ica.
1" E l importante subsector c hac ine ro. con asien to en la comarca de G uij ue lo estaba teórica me nle re-

prese ntado por el Pres ide nte de l Ciclo de Industrias Cárni cas. quie n. si n e mba rgo. no as istía a las reun iones.
Otro tanto sucede con a lg ún industri a l destacado de la z.ona mirobri ge nse.
198 1.. SA;\ITI AGO DÍE/ CA N O

muchos años y muy conocidos"6 • En el grupo hostelero, encontramos a Jos propietarios de


alguno de los hoteles de mayor categoría (que como sabemos, no eran muchos)"7 • Junto a
e llos, otras personas de no tan gra n ni ve l económico y. e n algunos casos, aj enas e n lo socia l
y en lo político a los sectores de !Siite, como ocurre con José Núñez Larraz. Es posible que
la ausencia de todo instrumento representativo llevara a c ie rtos comerciantes e industriales
a intentar utilizar. a l margen de sus simpatías políticas, Jos escasos cauces participativos to-
lerados. aun a sabiendas de que el poder dec isorio se encontraba en o tro sitio"x.
El objetivo perseguido por alg unos came ra l e~; pudo ser ocasionalmente la promoción
personal. A e lla se prestaban Presidenc ias y Secretaría, al fin y al cabo, verdadero~ motore~
de la corporación. En alg unos casos se constata la situaci6n de «plataforma de lanzamie nto,
que tiene la Cúmara para algunos de sus Presidentes: José María Viñuela fu e. como hemos
dicho, Procurador; Zenón Jiménez Ridruejo ll egó a ser elegido Vocal del Consejo Superior
de Cúmaras y, como tal. Vocal de la Cúmara de Comercio Internacional; en el caso de Julio
lbúñez, su proyección fue esencialmente local (proyección que tambié n se dio en los otros
dos). aunque tenemos constancia de que en algún momento se le sugirió que presentara su
candidatura a Procurado r'')
En defini tiva. estamos otra vez inme rsos en e-l problema de la representati vidad de la
Cámara, aunque esta vez visto desde quienes llegaban a formar parte ele sus Plenos. La con -
c lusi ón a la que podemos llegar es que qu ien estuvo a l frente de los destinos de la Institución
e n estos é111os no podía ignorar que no representaba en ningún caso al conjunto del electorado
que la componía.
La larga permanenc ia en los cargos. larguísima e n algunos casos. repercute en la ausen-
c ia de rep resentatividad ele modo no despreciab le: si en e l momento inicial y mediado el
pe riodo, quienes estún en la Cámara pueden aparecer como « po rt avoce~ » de una importante
proporc ió n del sector mús potente de la industria y el comercio salmantino. la fa lta de reno-
vación provoca el que esa representac ió n corresponda cada vez mús a un grupo mús peque-

" 6 Los censos que hemos podido cons ultar ( 1949. 1959 y 1965) apoyan esta aseve ración. Lo;, csta-
bkcimie nto'i de estos comerci antes, aún hoy conoc idos. est;ín uhi c:.~dos con muc ha frecuenc ia e n mnas cén-
u·icas. No aparecen e n cambio los dueños de comerc ios Lk la peri feria. a no ser al macenistas. Es muy
frecuen te que e l cm pl ~va miento de los negocios mejor representados se sitúe en la Pl aLa Mayor y sus ak-
daños.
D El «Hotel Pasaje ". el «Mo nterrey». e l «S:.Jiamanc:.t>> (hoy ,, Qran Hote l>>).
ex José Núñez Larraz e ra dueíi\1 de un modesto negocio de librería y papelería. Por otra parte, e ra
s ufic ie nte me nte conoc ida en la c iudad su posición contraria al Rc'g imcn. que encajaba mal en una institu-
c ión c uyas manifestaciones explícitas. como vere mos. fu e ron de tota l apoyo al mismo. En esas manifc'>la-
c iones de apuyo. sa lidas de los Plenos e n coy unturas concre tas. no part icipó en ni ngún mome nto José
Núñez. Por o tra parte, en ese c lima de e ntend im iento parece que tambié n e ra fundame ntal la posicilín adop-
tada por el Preside nte. Zenón Ji mé nez Ridruejo. personaje ad ic to al Régimen pe ro de talante flexible . .lo'ié
Núñez opinaba que había que d istinguir e ntre la prese ncia e n e l Pleno de miembros con deseos de « fig urar»
s impleme nte. de la de que qu ienes. como él. pensaban en <<hacer algm>. Reconocía, no obstante . que la
inst itución no t.:nía gra n utilidad. por es tar muy lim itada en s us decisiones, ya que la últ ima pa la bra. ,, Ja
ten ían PtrPs». e n cspcc·ia l «e l gobernador». Vé<tse entrevista personal con J<lSé Núíicz (A pénd ice).
2" En carta e nvi<tda por D. Ju lio a l secreta ri o de l Conse jo S uperior. a l poco d e ini ci ar su mandato.
menciona esta c uestión . manifestando e l interés «de las Autoridades locales>> en que la c~mdida tura de la
Cámara fu era presentada e n las próx imas e lecc iones a Pn' c uradores. Es deci r, apa rte de la ambición pe r-
sona l. los deseos de los grupos locales pued e n servir de apoyo pa ra hacer carre ra políti ca. Arch i\l> Conse jo
Superio r. referenc ia ~93 .
LAS CÁMARAS DE CO .v lERCIO f'N EL FR ,\:\<)LI ISMO 199

ño, puc' no cabe duda de que, pese a todas las dit'icultadcs que ya he mos anal izado, los
sectores indu strial es y sobre todo los mercantiles conocen una más que notable expansión
e n la c iudad y tam bié n e n la provincia, expan,ión q ue no tiene corre lato en la representac ió n
camera!. Habrá que esperar a l in icio de una nueva e tapa para que se produzca a lg ún cambio
e n e'te estado de cosas.
LOS REC URSOS DE LA CÁMARA

La cuestión de los recursos con que cont6 la Cámara en el periodo q ue estamos estu-
d iando nos pe rmite tanto conocer aspectos de su e:;truc tu ra interna, apenas estud iados siste -
máticamente 1, como algunas ele sus actuaciones concre tas, visibles a través del dinero
e mpleado en el las.
Como vimos con anterioridad, la gestión económica clcsarrol lacla por l a ~ Cámaras fue
motivo e n distintas etapas de polémica. Desde que la Ley de Bases adoptó el sistema de
establecer un recargo sobre la contri bución como medio de sostener econó mi ca me nte a las
reL~ i é n c readas instituc iones, el impago de esas cuotas forzosas se convirtió en asunto coti-
d iano en la vida camera!. La salmantina se lamentaba en Jos primeros at'íos de que e l si ste ma
adoptado, que no dejaba lugar a la Cámara para ejercer presión sobre el contribuyente (a no
ser ape lando a la vía judicial) consumía buena parte de sus csfucr ms, lo cual le impedía
pe nsar e n desarrollar ele manera efi caz cualquier otra acti vidad en fa vor de sus e lectores".
Repasando los datos de que tenemos noticia para ese periodo concreto. se advierte q ue e l
epígrafe re !Crido a Jos recibos impagados es una constante e n los Presupuestos y Liqu ida-
c iones de los mi smos.
Por otra patte, el monto total de esos rec ursos no constituía una suma capaz de produc ir
be neficios conc retos e inmediatos. a causa ele su pequeñez. El di nero que se lograba recaudar
servía para mantener una mínima infraestructura y muy poco más. Un poco antes de comen-
zar la guerra, daba para sostener unas pocas clase' (de francés, cálculo, Mecanografía) . pa-
gar a un ofic ia l de estadística y subvencionar un local para la rec ién inaugurada -en 1934-
Escucla de Come rcio. Una pequeña parte aún se ded icaba a amortizar las obligac iones em i-
tidas para sostene r los gastos que ocasionó la adquis ición y puesta a pun to de su sede' .

LOS RECU RSOS ENTRE LA GUERR A Y LA REO RGAN IZAC IÓr\ DE LA CÁMA RA ( 19Vi- t 'l-15 )

A la altura de 1936, la Cámara contaba con unas 35.000 pesetas ele ingresos presupues-
tados. de los cuales la mayor parte se refe ría al recargo del 27r La g uerra afectó a estos
ingresos. aunque. a juzgar por los datos contenidos en la~ Liquidaciones del Presupuesto.¡.
tan sólo para los dos primeros ej ercicios, pues 19? 8 supone una normalización efect iva. Se
recauda lo presupuestado prácti camente sin ningún problema, mientras los gastos se mantie-
ne n en unos límites controlables (v. grüficas XIII y XIV).

1 No es habi tu al en los estudios sob re las Címaras de Comerc ill él que se ana lic .cn detalladame nte
los as untos re fe n.:ntes a s us ingreso s y gastos. En e l mejor de los c asos, se estab lecen a lg u nas gene ra lidadco..
re lativas a la e vo luc ió n del ing reso o a la distribución de l gasto según tos po rce ntaj es ded icados a g:~ s to;,
gene ra le s. serv icios de interés ge ne ra l y otroo.. Víd. supra e l caso de Burgos. por ej e mplo. un a de las poca;,
o bras e n las que se datos datos presu puesta rios co n un mín imo de talle.
' Vid. i'vkmorias de 19 16 a 1921 . e n Hiswria df la Cámara de Comerr·io de Salanwnca ( 1886-
1929), op. cit. El impago de cuotas o las d ificu ltades para cobra r a lgu nas referidas a em pre sas actuante;,
e n Sa lamanca. pe ro C(Hl la sede en o tro lugar. será un te ma recurre nte e n toda e sa etapa .
.\ lhidc111 y tambié n Ahare z Villar. Ju lián : Lu Cusa de la Tierru de Sa/anwnca. Salamanca. Cúmara
Ofic ial de Comerc io e Indus tria, 19R6. Las re pa rac iones e n la mi s ma. un be llo pe ro an tiguo in mueble. oca-
siona rán con sta ntes gastos a la corporaL·ión. ref le jadns cad .J a iln e n las parti das pre s upuestarias .
.¡ Esta aportac ión se conY i.rtió en a lgo perma nente desde e l Presupue sto de 1965 hast<1 e l de 197 1
(e l ú lti mo en e l que aparecen en las Liq u idaciones).
202 1.. SAN TI AGO DÍEí' CA;.;O

A poco ele terminar la guerra, ingresos y gastc•s se incrementan, aquellos en función ele
los recursos permanentes y éstos por la contribución que según ley' se había ele pagar a la
Junta ele Detasas y los gastos ocasionados por la Junta Reguladora de Importación y Expor-
tac ión . Hasta 1945, la evolución de ingreso~ y ga:; tos muestra cierta normalidad, que con-
trasta con la anómala situac ión f uncional ele la Entidad, operando sin sesiones plenarias. a
través de una Comisión Gestora integrada por lo~. componentes de la Mesa. Los recursos
generados por el recargo sobre las cuotas de contribución e Impuesto ele Util idades petmitían
sostener la ac ti vidad tradicional de la Cámara, ampliada de forma mínima con la impartición
de algunos cursos más. que para seguir la moda vigente , eran de alemán . Estas c lase~ se
daban a dependientes e hijos ele comerciantes, segi.Í n consta en la Pre nsa de estos aiios.
En conj unto. las cifras de Presupuestos y Liquidaciones permiten comprobar el carácte r
fundamentalmente << burocrático» ele la actividad camera! en todos estos años (v. gráficas XV
y XVI). La secc ión primera contenía los llamados «gastos ge nerales». es decir, los destina-
dos a sostener la infraestructura de la entidad. que :;uponían la mayor parte del total. La sec-
ción segunda incluía los denominados gastos para ·<servicios de interés general>>, que, ~egún
lo~ Presupuestos, se dedicaban a pagar a un auxilia r mecanógrafo para serv ic ios de estadís-
tica (aunque, en realidad, parece que trabajaba para la Junta Reguladora de lmpot1ación y
Exportación), a financiar las enset'\anzas que hemos ci tado, a cubrir gastos imprevistos y -
oficialmente- a atender a la edic ión de Boletín y Memoria, los cuales. -;in e mbargo. no <;e
publicaron e n ningún momento. Reduc ida, en consecuencia, la Entidad a tareas escasamente
trascendentes, la imagen que hac ia el exterior se proyectaba como servidora de los comer-
ciantes e industriales no podía ser muy halagüeña, ya que se limita a una ofe rta doce nte de
la que no conocemos su demanda ni la asi stenc ia a los c ursos impartidos.

L OS RECURSOS DE LA CÁMARA EN EL PER ÍODO 1946-1975

A partir ele 1946, momento en el cual la Cámara inicia de nuevo su actividad plenaria,
podemos analizar sus recursos con otra perspectiva. pues - al menos teóricame nte- habían
desaparecido buena pane de las anómalas circ unstancias que cond icionaron la marcha de la
E ntidad a pat1ir de la guerra. Lo~ datos genera les q Ltc ofrecemos en los cuadros adjuntos son
el resumen a su vez de todos los Presupuestos y L iquidaciones del periodo investigado. Lo
primero que se advi erte e n estos datos es e l espectacu lar incremento de los recursos con que
contaba la Cámara a partir de los primeros años 6[1. reflejo del aumento de electores que ya
conocemos. La década del desarrollo repercute en las cifras con las que opera la institución.
lo cual era lógico y se producía tambié n en otras Cámaras del país (v. g ráficas XV II y
XV111).
Existe otra intl ex ión positiva: e l aumento de .ng rcsos e n la Liquidac ión ele 1972. pro-
ducto de una venta de terrenos bastante bencficima para sus inte reses. corno veremos pos-
te riormente.
Los ingresos se nutren fundame nta lmente del capítulo de recursos permanentes. es de-
c ir, de la recaudación del recargo parafiscal que so;;tenía la activ idad ele las Cámaras (v. grú-
i'ica X IX). Y hay que sign ilicar que uno ele los capítulos princ ipales, responsables de ese
incremento que hemos descrito. va a corresponder al cobro por parte ele la Cámara salman-
tina de la c uota pagada a la de Bilbao por la empresa hidroeléctrica lberdue ro, c uyo domi-

5 Ley de 2-1 de junio de 19 38 y Reglamento de l 2f; de dic ie mbre del mi-;mo año.
LAS CAMA RAS DE COMt-. RCtü EN"'- FR ,\1\Qt . tSMO 203

cilio socia l se encon traba en la cap ita l vizcaína, pero que tenía im portantes instalac iones en
Salamanca. Desde 1963, el porce ntaje de c~c pago va a supone r c ifras cercanas o ~upe r iorcs
a la mitad de l total de recursos permanentes ingresados por la Cámara (v. grMica XX)''. Esta
fu e una de las poca ~ consecue nci as positivas que la instalación de los enormes co mpl ejos
hidroeléctricos en nuestra provincia tu vo para la mi sma. au nque se pueda di scre par del uso
dado a tales rec ursos. En c ualquier caso. se trata de lo que podríamos llamar una especie de
antcccclcntc del posterior <<C anon energét ico>> .
Ana lizando los elatos co n más detalle. dcbcm cs hacer notar que es prec iso guardar pre-
cauc iones cuando se estud ian las ci fras consignadas en Presupuestos y Liqu idac io nes en fe-
chas anteriores a 1955. Según se deduce de lo ex presado e n un 1nformc ele Inspección
reali zado en la Cámara por el Co nsejo Superior ele Cámaras, a reque rim iento de l Presidente
ele la institució n salmantin a, no se pueden tomar como tota lmente ve rdade ras las c ifra~ a ll í
expresadas: ta nto ingresos como gastos estaban minu sv alo rados . al no co n sig nar~c determi -
nadas partidas. Ell o no al tera las conclusiones gene rale s que podamos ex trae r, pero es sin-
tomático ele la irregular si tu ación ele la entidad camera!, afectada por una difíci l situación
orgáni ca y una deficiente gestión inte rna (que era propiciada. a ~u vez. por esa situación
orgáni ca ele la que estaba ausente cualqui er si-.tcma ele contro l por parte del clcctoraclo ca-
mera!).
A 1 habl ar de la act ividad de la Cámara en e~;tc periodo. haremos mención de lo que
significaron los años de la Presidencia de Juli o lbáñcz como etapa normali zado ra de la vida
ele la in stitución. pero bueno será recordar alg una~; de las anoma lías clctectaclas en la etapa
anterior. recog idas en e l mencionado Info rme de Inspección reali zado por personas vinc ula-
das al Consejo Superior. Seg ún el mi~mo, las previs iones e fectuadas e n los Presupu es tos no
estaban basadas en elatos reales y se carecía de cua lqui er sistema útil de Contabi li clacl ; ade-
más. el Pl eno no e ra informado de la marcha eco nó mi ca de la Entidad, lastrada en buena
med ida por la fa lta de una real e fecti vidad en e l e bro del rec urso sostenedor de la Cámara.
especialmente en lo referido a los pagos que de bían efectuar las soc ied ades constituiclas 7

6 Ello susc itó. incluso. una po lém ica acerca de l pagn. con in te rvenc ió n de l propio Consejo. pues las

ci fra>- manejada>- por una y otra Cáma ra no eran las mismas . La razún se le dará finalmente a la Cámara
sa lma ntin a. Víd. Actas. 26-enero-1 <)6l) y 'i-enero-1'!70. Y aunque desde q ue se fo rmal inm los pagos no
parece que ha ya habi do demas iados problemas. asusta un poco pensar lo que hub icr;¡ s uce di do en cualquier
ejercic io cconÚIIIiccJ si el im pone de dicha cuota no hub iera sido abonado. Sería inte resant e plantear. aun -
que só lo fu e ra a títul o de sugerencia, las com,ecuencias CJIIC se pudieran de ri var de tan allo grado de de-
pen de nc ia respecto ele las cuotas aport adas por un a sola emp resa.
7 La a usenci a el e un sis tema contable adecuado con,t ituía la mayor clificultacl para poder es tab lecer
en toda su in tegrid ad las cifras exactas tan to de Presu puestos como de Liquidacione s. No obstante. las pes -
qui sas rea li zadas por los inves ti gadores de l Consejo habían ll evado a alg unos interesa ntes desc ubrimientos:
en primer lugar. el incumplimiento de la normat iva reglament a ria re lat iva a la ejec ució n de Pre s upuestos
y Liquid aciones. siemp re ll evada co n un importante re traso: en seg un do lugar. la dife rencia ex isten te entre
lo consignado en los Presu puestos como rend imi emos por la recaudación de l 2o/r sobre la con tribu ció n in -
du> tri a l y lus li bram ie nt os efectuados a los recaudadores. siempre ba stante superiores: en tercer luga r, res -
pecto a lo que se deb ía reca udar por el conceplU de Tarifa 111 ele Ut ilidade s. afi rmaban los in forman tes que
no podían « lli rcmotamcllle consig na r ning una ci fra sobre in gresos procedentes de la n1ota corporativa so-
bre la Tarifa 111 de Ut ilidades. po rque no exis te e l Reg istro ele Soc iedade,. ni de sus liquidaciones prov i-
sion a les o defin itivas. cuyo cobro n;a li ntba la Secretaría po r datos que se procuraba en la De legac ión de
Hac ienda . si n que a los In s pectores se les haya mos trado constan ci a en e ll os >> : por últi mo, hacía referenc ia
a la irregu lar constit uciú n de una cuen ta Jc c r.?cli to con e l t:lanco Coca. de la que nu se habían dado ..:xpli -
cac ion cs al Pl eno hasta qu e s u mo nto fue sufic ientemente a lto como para qu e ex ist ie ra una notable preo-
204 L S ANTIAGO DÍEi' CAN O

Los ingresos refl ejan que un porcentaj e importante de electores no cumplen con sus
obl igac iones fi nancieras para con la Cámara. Ya hemos hablado de la tradicional resistenci a
por parte ele un sector importante ele comerc i a ntes ,~ industria les al pago de las c uotas ele las
Cámaras. Vea mos cuál es la evolución de este prob le ma e ntre 1946 y 1975.
En las Liquidaciones se enc ue ntra un breve re sumen de l estado de la recaudación para
e l final ele cada año, con las ci fras de los recibos puestos al cobro, los anul ados y los que a
3 1 de Dicie mbre de cada ejerc ic io. aún permanecían sin cobrar. Estos datos g lobales y lo
que suponían e n porcentaje respecto al total «teórico» de ingresos fig uran en la grá fica XXI.
De e lla se desprende. e n primer lugar, la persistencia del fenómeno de l impago, fiel reflejo
ele las resiste nc ias que entre parte ele sus pretendidos re presentados generaba la institución .
Podemos obse rvar también que el porcentaje sólo es mín imo en 3 años, precisamente los
que corresponden a la Presidencia ele Ju lio lbáñez . aunque hay que reseñar que e n uno de
esos a ños, 1956, la c ifra correspondie nte a los recibos anulados y fallidos es la más impor-
tante de todas. En c ualquier caso, se puede comprobar fáci lmente que un porcentaje impor-
tante de los recibos puestos a l cobro, e n to rno aproximadamente a la qu inta pa rte del total
(y algunas veces. casi un tercio) no se realizaban e n el ejercicio que les correspondía, fuera
por quedar a nu lados los recibos o por no cobrarse. Puede argu mentarse que la mala gestión
e stá en el orige n de al gunos de estos impagosK, pero estimo que unos porce ntajes tan altos
y persistentes son un claro indicio de la eficacia de la resistencia a l pago de las cuotas. que
se mantiene incluso cuando la Cámara ha entrado e n una e tapa de gestión adecuada y reg u-
lar. Estos dato~ han de ser tenidos e n c uenta en cu;.dqu ier estimación ele las relaciones ele la
instituc ión con sus hipotéticos << re presentados»: si d reci bo que se les pasaba para cobrar se
convertía en e l único e le me nto de relación con la Cá mara, no puede extrañarnos que un
abundante porcentaje de comerciantes e industria les hic ieran de la morosidad una forma de
repudio, de sprecio o resistencia c alculada~ .
La evolució n ge neral del gasto la hemos analizado según las secciones e n que éste se
di vid ía. que analizaremos luego e n detalle (v. gráfica XX II ). La tendenc ia general muestra.
siempre con las rese rvas a ntes expuestas, una d isminución de los gastos gene rales a la par
que el incre me nto de los referidos a servicios de inte rés ge nera l. El a pare nte cambio de ten-
denc ia para los tres últimos años se explica por los cambios habidos en la confecció n de
Presupuestos, que moti vó su variac ió n formal 10
La prime ra secc ión del Presupuesto ag rupaba los lla mados <<gastos gene rales>>, que eran
los destinados a sostener la inf'raestructura de la ent idad. Se subdividían e n seis capítulos,
ele los c uales era e l primero, el dedicado a personal , el más importante. Los otros se referían

cupac ión y que no había aparec ido e n los Pre;.upuestos hasla 1954, a pesar de estar con;.titui da desde 1950.
Archi vo Consej o S upcrio , lnfimne de lnspecciáu en la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Sala-
1/lancu. rea/i:{l{lo por /J. Diego de Ochagavío y D. Luis Vims Becerril.
s Para la primera e1apa es muy posible . a 1e nor de lo que sabemos acerca de su funci o namiento. Así
lo s ugiere tambié n el curioso redondeo de las cifras en las liquidac iones de los presupueslos. lo que puede
ser indic io de su ine xactitud.
~ No contamos con datos que pe rmi tan apreciar en qué lugares connetos se produce ese impago. s i
es e n la capita l o - más probablemente- en e l campo. e n los pueblos .
10 El Pres upuesto de 1972 se consignó aún en el impreso antiguo, pe ro siguie ndo algunas de las nue-

vas directrices; e llo motivó que ciertos gastos antes consignados en la secc ión segunda pasaran a la primera.
e,pecialmente los re lativos al personal.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO U\ EL FRAr\QUiSJ'vtO 205

al local. material impreso y gastos de oficina. gastos de correspondencia y teléfono. viajes


y representac iones, e imprevistos. Al ser la partida dedicada a los gastos de personal la más
irnponante. lógicamente las variaciones en éste sc t·án las de más impac to. A través de Pre-
supuestos y Liquidaciones se puede seguir con cic t1a exactitud la variación producida en la
plantilla de empleados de la Cámara. Antes de la g .1erra. la Cámara contaba. según los datos
ex presados en los Presupuestos, con un Secretario, un vicesecretario, un denominado «Ofi -
c ial tasador>> y un consetj e. El oficial será sustituido por un auxiliar mecanógrafo que traba-
jaba para la Junta Regul adora de Importación y Exportación, y en vc1. de conserje,
encontramos (a pan ir de 1944) una portera encargada ta mbién de la limpieza. En 1943, se
contrata un emp leado más. desti nado a la sección ele estadística; sabe mos también que e n
ese año se contrató un empleado eventual 11 • Hasta 1955 la única variación se referirá a la
sustitución del Secretario por el Vicesecretari o, aunque en los Presupuestos se consignaba la
panid:1 dedicada a la jubilación del primero. En la ~~ tapa de la preside ncia de Julio lbáñez se
contratará un botones y una auxiliar mecanógrafa. Con esta pl antilla, compuesta por Secre-
tario, dos oficiales, una auxiliar mecanógrafa, una ponera y un botones, se llcganí. a 1964:
en este año se produce el relevo ele portera y la contratación de un asesor técni co y un or-
clenan7a1 c. Ningún cambio se observa hasta el Pre ;;upucsto ele 1968. del que desaparece de
la plantilla el asesor y se produce la jubilación de uno de los oficiales. En 1970 se contrata
un nuevo auxi liar. quedando la plantilla de esta fo t·ma durante el resto del periodo.
La secc ión segunda es la más interesante por ~ u relac ión estrec ha con la actividad de la
Cámara. Tenía ocho capítulos: personal, locaL mateti aL publicac iones, fines c ulturales, fe -
ri as. exposiciones y otros actos de carácter económico, gastos obligatorios para sostenimien-
to de organismos de interés general y un úl ti mo capítulo ele imprevistos. La sección tercera
se refería a los impuestos que afectaban a la propia Cámara. Constaba de un único capítulo
y su escasa relevancia en el conjunto general de los gastos ha hecho que prescindamos de
ella en este análisis más detallado.
La cuarta sección recogía los gastos ocasionados por el personal en lo relativo a la pre-
visión social y lo que se denominaba otras atenc iones (pluses. impuestos, su bsidios, seguros,
jubilaciones ...). Como vemos en el cuadro generaL supuso siempre un porcentaje no despre-
ciable. que habría que añadir -en bue na lógica- a los gastos generales.
La secc ión quinta tampoco tiene mucho interés. pues se refería a los gastos imputabl es
a los bienes propiedad de la Cámara. en este caso la sede: los gastos eran los de contribución
o seguro de incendios.
En la sexta sección se habían de retlejar las deudas y atrasos que la entidad tenía pe n-
dientes y, como vemos en el cuadro. de no significar gran cosa en los años precedentes, va
a pasar en 1954 a suponer un imp<JJ1ante porcentaje, e n virtud de un c rédito contraído con
una entidad bancaria.
La última secc ión, la séptima. contenía aq uellos gastos que de bían considerarse como
aminoración de ingresos. es dec ir los que ocasionaban los relati vos al cobro de los recursos

11 Segün la relación de plantilla de l año 195R. Serafín Ben ito Bermejo habría sido contratado en 1943
como e mpleado eventual. Podía suponerse que es e l o fici .-.1 de estadística cu yo sue ldo se cons ig na en los
Presupuestos a partir de 1944. pero. s in e mbargo , en e n una re lac ión de func ionarios ele 194 7. no aparece
s u nombre como ta l ofic ia l sino e l ele Ignac io Firmar Malelonaelo, por lo que parece probab le que e n 19-14
c;-tu vieran emp leados los dos.
le La ante rior portera se había j ubilado e n 1962 y e l botones fue transformad o en auxilia r.
206 L. SANT IAGO DÍEZ CANO

permanentes, los recibos fa llidos y las participaciones que había que remitir a otras Cámaras
en cuotas por Utilidades.
Como se puede observar, es realmente la sccc i6 n segu nda la que merece mayor atención
por contenerse en ell as los gastos efectuados por la Cámara en serv icios para sus elec tores.
Veamos cómo evo lucionó en cada etapa concreta.
En e l primer periodo , el que va desde la reorganización en 1946 a 1955 , podemos ob-
se rvar lo sig ui ente: los gastos de personal se refieren a un llamado je fe de estadística y un
oficial tambié n de es tadística. Nos pa rece excesivame nte pomposa la denominación, pues en
realidad no tenemos noti cia de funciones de este tipo desarroll adas por ta l personal. Lo re-
lativo a las publicaciones es notoria mente fals o en su mayo r parte , pue s se consignan gastos
de memorias o boletines. c uando e n todo el pe ri odo sólo se editó la memoria co rre spondien-
te a 1947 y apenas unos pocos boletine s. El apartado de fines culturales incluía varios epí-
grafes. Uno re lativo a premios y donati vos a entidades c ultu rales y otros re feridos al
sostenimiento ele d iversos cursos mercantiles: francés. ale mán, cálcu lo mercantil, mecano-
grafía y correspondencia. Como por otras fuentes 'abemos ele la escasa entidad de esas c n-
scñanzas 1' . es probablemente c uest io nable la utilidad de este gasto. El apartado ded icado a
ferias, exposiciones y otros actos se cubría por lo general , con la tradicional aportación a un
concu rso de escaparates, lo que dice bien poco de la actividad clcsplcgacla po r la Cámara en
este apmtado. Po r último, estaba la cuota pagada J otros organ ismos, que se rán, en este pe-
riodo, el Consejo Superior y la Jun ta de De ta sas .
Bajo la presidencia ele Julio lbáñez, cambian ;¡lgunas cosas. El capítulo ele enseñanzas
desaparece a la espera de ser reorganizado, debi do a su irregular situac ió n. Se consignan
como gastos e n la secc ió n segu nda los re lativos a los aseso res j urídico. ele cobro de créditos
y del servicio ele Transportes. De e llos se eliminan poste riormente los dos primeros, hasta
que sean reorgan izados.
En la sigu iente etapa podremos comprobar un aumento en los gastos ele la secc ió n se-
g unda, básicamente dete rminado por las aportac ione s a organismos 14 o actividades nue vas "
así corno por e l aume nto ele personal y los medios conced idos a iniciativas es pec iale s. entre
las que cabe destacar las concedidas a la Uni ve rsidad para el sostenimiento ele Cursos ele
Verano. En el capítulo dedicado a ferias y exposiciones. hasta la celebración de las Ferias
monográficas, los gastos se d i1i gían a colaborar con el Ayuntamiento salmantino en las fies-
tas septembrinas. Las aponaciones realizadas para las suces ivas Ferias ce leb radas a iniciati-
va de la Cámara completan este aumento, que conv ierten a la secc ión que las recoge e n la
más importan te del Presupu esto. En concreto, la Jportación económica pa ra la ce lebración

13 Vid. el capítulo dedicado a la ac tividad ele la Cámara.


14 La a portaci ón para la Junta ele Detasas acaba rá desaparec iendo (ya no figura en la Li qu idación
correspo ndi e nte a 1968), pe ro aparecen o tras nu evas. re fe ri das a orga ni smos que sos tenían e n conjunto to-
das la;, Cámara;,: a lgunas tendrán carácter coyuntu ral mientras ot rao. se « ins titucionaliLan>>. Los recursos
destinado;, a o rganis mo s nac ional es o inte rn aciona les son los más numerosos: c ite mos entre ellos la cuota
para el Comité Naciona l Español ele la Cámara ele Come rcio lnLernacional. las apo rtaciones a los cuadernos
ATA, gastos ele sostenimcnto ele misiones ele expans ión comercial , c uo tas para la ofic in a de la s Cámaras
e n Bruselas, ayudas a determinadas campañas (co mo la llamada «Consuma produclos es paiiolcs >> ): unas
denominadas << apo rtaciones ele inte ré s ge neral ». ges tionada; a través del Consejo: derramas para con tribuir
a los gas tos ocasionados por la confecc ión del Atlas In dustrial. etc., e tc.
15 Destaquemos las contribuciones otorgadas al Instituto de Orientación y A'istcnc ia Técnica del

Oeste (IOATO ). e ncmdradas e n e l capítulo dedicado a f'ines c ul tura les en los presupuestos de 196:1 y 196-1.
LAS CÁMARAS DE CO\lERCIO l él\i EL FRANQU ISMO 207

de las Ferias Mo nog ráfi cas es la más re levante . Aunque ana lizaremos con un poco más de
de tall e esta concreta actividad. podemos aponar aho ra a lgún dat o econó mi co re la tivo a su
fin a nciac i!Ín. q ue co nsideramos ele in terés.
Tras ce leb rarse las dos prime ras ed iciones. e n l. 96 1 y 1962. la Cám ara se prop uso. como
te ndre mos ocas ió n de co mprobar. aco meter un plan más ambicioso. ad qu irie ndo y aco ndi-
c io nando terrenos destinados a este fin . Puesto que sus recursos no le perm itían d is pe nd ios
de es ta es pecie. se so li c itó un créd ito para poder enfre ntarse a la tarea. lo q ue mot ivó la
e laborac ión de un pres upu esto extraord ina ri o 1" . La Cámara pi d ió un crédi to de 12 m ill o nes.
cu ya finan c iac ión correría a cargo de la pro pi a Fer' a y de las apo11aciones anua les de la Cá-
ma ra. qu e se des tinaría n a aco mete r las obras necesarias en los te rre nos adquiridos por la
e ntidad para la ce leb rac ió n fe ri a l. Para su am ort iz;:!Ció n. se preveía un a apo n ac ión do b le : la
de la Cá mara y la ele los rec ursos an uales ge ne rad os po r la propia Feria monográfica. El
préstam o fu e fi na lmente cance lado c ua ndo los terrenos en los q ue se ase ntaba la Feria fueron
ve ndidos a la Uni versidad para construir all í un H Jsp ital C línico .
Dich a ven ta supuso una in yecc ión importa nte de dine ro, qu e permiti ó c ance lar la de uda
ex iste nte co n la Caj a ele A horros (q ue fue la e ntida d bancari a que co nce d ió el prés tamo)
y pro ce de r a una am p li ac ió n ele serv ic ios. co ncretada e n in stalación de té lex. fo toco pi a -
d o ra s y c re ac ió n de una nueva Aseso r ía. El d esahogo fin a ncie ro pro pi c iado por la bo-
nan za eco nóm ica de los a ños 60 fue e l qu e perm itió a la Cá mara la fin a nciac ió n d e u na
a c ti v id ad para la qu e necesitaba rec ursos aj enos. como e ra e l mantenimie nto de una fe ria
come rc ial. A un as í. eso supu so un c laro endeuda m ie nt o. que no sa be mos c uá nt o tie m po hu-
hie ra las trado la ac tividad ele la Cámara. ya que hay qu e te ner e n c ue nta q ue justo c uando
se c ance lan esas de udas es cu and o co mi e nza u na e tapa ele de terio ro eco nó mi co q ue ten-
dr ía su inc ide nc ia e n la vida econó mi ca de la Co rpo ració n. Sea co mo fu ere. la ve nta
d t.: los terre n os fue bene fi cios a para e ll a: como vamos a te ner ocas ió n ele co m p ro bar.
la falta de col a bo ració n esta ba d e ter io rando la ce lebrac ió n de las Fe ri as y e l m a nt e -
n im ie nt o el e las ins ta laciones podía co n vert irse pa ra la Cá mara e n a lgo no agrad abl e de
ll evar. por lo q ue rea li za r la ve nta e n e l momento en q ue se hi zo. le <<liberó» de una pos ible
futura carga.
Las ac tas clan no ti cia de qu e la in yecc ión de d inero daba un mayor m arge n de liber-
tad a la in s titu c ión. qu e cance ló sus de ud as . incrementó en una pequeña p ropo rción sus
se rv ic ios y dis pu so de un re mane nte pa ra futuras inve rsiones. con e l que . po r ejemp lo,
pud o ac omc tt.:r nuev a me nte re formas en su sede para mejor acomoda r los servicios nuevos
y los ya cx istentes 17 •
Los tres últ imos presu puestos cons ide rados. los de 1973. 1974 y 1975 está n elaborados
s ig ui e ndo un nuevo cri terio. que conte mpl aba sólo dos secc io nes, de ingresos y gastos. cada
una d ivid id a e n varios capít ul os. S u examen perm ite ap rec iar una valoración glo bal de la
ac ti vi dad . Así. observamos qu e e n los ingresos ~e mant ie ne la tó nica inaug urada en 1972.

16 Archinl Címara. Presupuesto' ) Liquidaciones. Prnupues/o l'X/raordiuurio. Desliuo : creac itíu.

orgaui:uciríu. 11/IJIIIllje _,. desarrollo de la " Feriu Nucioua/ Mouog ráfica de fu Glllwderíu y de las iuduslrias
dcril'(ldus Y uuxiliares ". Salama nca. novie mbre 1964.
17 Víd. Presu¡m es/o exlmordiuario de i11grnos _,. gus/Os. 1975. Archin l Cámara. Con 5 mill on e'

existentes en Depósi tos a plazo fijo. procedentes 'eguram~n t c de los ingre,os por venta de terre nos m:í,
otro med io millún calculado como excedenle de in grew' del Presupue,to ordinario. se acometieron refor-
mas y re paraciones en e l ed ificio. por un importe simi lar.
20R L. SANTI AGO DÍE7 CA:-.1 0

tras el pago de los terrenos de la Feria: los intereses de ese dinero suministraban una peq uciia
pe ro importante proporción ele los ingresos. En c uanto al resto, nada especia l: la c uota ele
lbcrclucro seguía siendo la principal partida de los ingresos.
Los gastos se agrupaban en 14 capítulos, lo que permite apreciar con más detalle la ac-
tividad concreta. En el cuadro adju nto (v. gráfica XXII I). puede comprobarse que los gastos
de personal, local y material ocupan más de las tres c uartas partes del rotal. siendo la partida
re lativa a las cuotas pagadas a otros organismos otra de las importantes, aunque a mucha
d istanc ia de las anteriores. Quedaba así de manifiesto e l parco potenc ial efectivo de la Cá-
mara, COITOboraclo precisamente en el momento en que su situación económica era más bo-
yante. El dinero dedicado a fo rmación. feri as o estudios es realme nte escaso, con lo cual
toda la proyección e xterior de la entidad resultaba bastante pobre.
En conclusión, el análisis de los rec ursos recaudados y el empleo que de ell os se hizo
pone de manifiesto que la Cámara salmantina tenía dificul tades de orden financiero para po-
de r ofrecer una amplia gama de servicios a sus e lectores. No podía ser de otro modo si te-
nemos en cuenta lo modesto de l marco económico e n que asentaba su activ idad. S i se
optaba, como aq uí se hizo, por inte ntar acometer alguna actividad de e nve rgadura (del tipo
de las Ferias monográficas), esas funciones constituían un indudab le lastre, que ya hemos
visto cómo hu bo de eliminarse e n el caso salmantino.
Dejando a un lado esta actividad extraordinana y los gastos referidos al sostenimiento
ele la infraestructura y personal ele la Cámara, no quedan demasiados excedentes. Por una
pa11e. se enc uentran las aportaciones para ac ti vidades de organismos conexos con la Címara.
pe ro diferentes (el Consejo. la Junta de Detasas, los com ités y o fi cinas camcralcs en el ex -
tranjero ...); otra pequeña parte se consume en breves cursillos, apottac iones a festejos y pre -
mios, donacio nes para actividades concretas, publicación (desde 1958) de Memoria y
Boletín ...
Pero la inoperanc ia de las Cámaras no depende tan sólo de la modestia de sus recursos.
Hemos podido comprobar que aun con escasos medios el grado de ac tividad de pende de l
interés con q ue los rectores de la Cámara se tornen su trabajo. así como de la adec uada ges-
tión de sus rec ursos. Cuando la gestión se normaliza, podemos preguntarnos si las opc io nes
tomadas eran las más convenie ntes. Sobre esto ha remos de volver al analizar la actividad
de la Cámara, pero ahora apun tare mos que es posi ble c uestionarse si era más adecuado para
los intereses de comerciales e industriales de la provincia salmantina la celebración anual de
una Feria Monog ráfica (por aludir a la actividad came ra! de mayor éx ito) o realizar alguna
otra acti vidad me nos espectacular pero más efect iva 1x. Desconocemos si la minoría dirigente
de la Cámara pretendía orie ntar su acci<ln con arreglo a la demanda de sus e lectores. Su
co mposición. en todo caso, no favorecía este tipo de considerac iones.
A nuestro parecer. una postura realista y práctica desaconsejaba una orientación hacia
grandes obras, siendo más efectivo e l ceñ irse a actividades conc retas , cotidianas y asequi-
bles. Puesto q ue la Cámara, con sus recursos. no podía o frecer grandes serv ic ios que, indu-
dablemente. hu bieran aumentado su proyecc ión exterior, si se quería conecta r realmente con

tX Esla c uestió n fue planteada po r parte de alg ún pl en:~rio. José Man uel La vín. soc io ele un estable -
ci mienlo de confecc ión. estimaba que las Fe rias e ran más propias de lugares con impo rtantes ce ntros in-
dustri ales . Entendía tambié n q ue la Cám ara de bía conseg uir <<Creac io nes de tipo econó mico». e ntre las que
ci taba la promoción de un Ba nco pa ra la inelu stri:~ y e l com erc io , an tes que preoc uparse por las Fe rias . \!íd.
Actas P le no. 16 de mayo ele 1963.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL FRANQU ISMO 20l)

los intereses del electorado y ofrecer a éste una imagen de funcional idad, había que hacer
hincapié e n te mas que no requiriese n grandes dispe nd ios. En todo caso, la Cámara no podía
«co mpetir>> en recursos con otros o rgani smos, como por ejemplo la O rganización S indical.
su más directo << riva l» , aunque podía paliar tal competencia la forma e n que distribuían la
una y la otra esos ingresos 19.

19 Las propias Memori as de la Cámara ofrecen a m(·nudo datos acerca de las inversiones reali1adas
e n la provincia por d is tintos o rganismos. e ntre e llos la Organ i ~:ac i ón Sindi cal, lo que nos permite contrastar
su pote ncial econó m icos. A través de esm; datos se o bser va, por ejc:mplo , que en 196:1 ( Víd. Memoria,
196:1-64, p. 8:1). en la re lación de inve rsiones en o bras y servic ios ej ecutados en la provinc ia, la De legación
PnlVi nci a l de Sindic:nos aparece con la c ifra Lle 20.2 11.568.02 pta.; inmeLliatamente debajo (e n lo que yo
calificaría de ingenua equivocación) fig uraba la Cáma ra O l.icial de Co me rcio e Indus tria, que consignaba
unas moLlestas 590.077,95 pta. (producto de su aportación a la Fe ria y otras). Al a ri o sig uiente, (Memoria
IY65-66. pp. 8 1-84) a parecen. respecti vame nte. 24 2.932.57+,64 pta. para la Delegac ión y 6 .:111.881 X~ pa ra
la Cá mara (en este caso. se c·ons igna ban las invers iones rea li zadas para adquirir y acondicinar los tCJTe nos
para la Fe ria Mo nográfica ); tan sólo el presu puesto destinado por los Sindicatos a s us gastos ordinarios
( 16. 11 5 .53 1.34 pesetas) superaba en varias veces e l presupuesto o rdinario de la Cámara para ese m i-.mo
afio . En e l <<año po lítico 1')67-68>> (Me moria , pp. 84 y 86). a parecen tan sólo las c ifras globales de la De -
legación Prov inc ial. que invirtió 180. 720.437.53 pta., de lus c ua les la inmensa mayoría se invi rti ó por la
Obra SinLlical de l Hogar. la Obra SinLlical 18 de Ju li o y la bra de Co lonizac ió n (unos 143 mi Ili o nes entre
las tres). En la Memoria Lle 1'}69-70 (pp. 123-124 y 12l)) ,tpa rece la Delegación Provinc ia l Lle SinLlicatos.
con 64 .734.388 pta. y no figura la Cámara (que sin e mbargo, sabemos que siguió efectuando ese afio in-
versiones en la Feria). Sin e mbargo, convie ne hacer alguna ; mat i za c inn~s . Obviamente . muchos de los dt,-
p.:ndios efectuados por los Sindicatos no se diri gían a ~tc t ividad es conexas con e l m undo e mpresa ri a l
salma ntino. y de hecho. las mayores parti das se Llesti nan " inversiones propic iadas por las llamada.s O bra
SinLl ical del Hogar (cons trucción de vivie ndas) y sim ilares. q ue aunque no dej arían de ofrecer oportuni da-
des a ciertos empresarios, no entran, desde luego. en la cate goría de servic ios ofertados al mundo empre-
sarial. De los datos que hemos podido extraer de las Me morias c itaLlas (cuando en ellas se pormenori za esa
in ve rsión). se puede deduc ir que las cifras g lobales dedicadas por los Sindicatos a actividade-. rnüs relacio-
nadas con el mundo e mpresaria l no suponen la mayor parte de las inversio nes sind ica les, aunque son ma-
yores qu.: las que podía ap(>rtaJ· la institución camera!. Así. vemos que en la Memori¡1 de 1965-66 (la más
de tallada en este aspecto). tras indicar los g astos ordinari os que ya he mos rcseñaLlo. fi g ura un e pígratc ti-
lll laLlo «Acción social -ecnnó m ica», que es el m:.ís relacionado con la cuesti ón q ue no s inte resa; su monto
tota l ascendía a X09.563. 19 pta .. Ll istrib uidas de la si gu ie nte forma:
Reuniones Juntas sociales y c onven ios colecti vos 383.294,00
Reun iones Juntas econó mi cas 101.346,00
Elecc iones 41.388.35
C ursill os agro pecuarios 85.0(Xl.OO
Donativos y s ubve nciones 36 .43X.OO
Consejo econó mi co si ndica l 162.09ó.R4
Como se ve. la re lación tampoco es m uy exte nsa y aunque las cifras q ue ma nej a mos son c ierta-
me nte mayores q ue las de la Cámara, pode mos preguntarnos, fa ltando estud ios más conc re tos sobre la O r-
gani zación S indical Provincia l. si ésta prete nd ía atenLler los inte reses y necesidades del cmprcsa1·iado
salma ntino o si los mis mos no era n para e lla te ma priorita rio.
2 1() L . SAi\T I AGO DÍE7 CA :'>J O

GRAFICAS X lll y X 1V. E1•olucián de los Ingresos y Gustos segtín los Presu1meslos
y las Liquidociune.\. 1936-45

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1936 1937 1938 1939 1940 194 1 1942 1943 1944 1945

120000

100000

80000
PTA.

60000

40000

2oooo ~=2~~z=~~=1~t=~~=7~~~~~~~t=~:1
1936 1937 1938 1939 1940 194 1 1942 1943 1944 1945

Fue nte: Presupuestos Cámara . E laboració n propia


LAS C Á M ARAS D I· C O \lf'RC JO Ef\ EL FR A:"<QL' JSMO 2 11

G RAFICAS XV y XVI. E1•o/ución de los Ingresos r Gastos seglÍ11 liq11idaciones.


Cifi·u.l rotales. 1')37-45

120000

100000

O Rentas
80000 O Certificaciones
PTA. [l Cuotas cooperadores
60000 O Impuesto Utilidades
• Recargo 2%

40000

20000

o
1937 1938 1939 1940 1942 1943 1944 1945

100000

80000

60000
PTA. [] Gastos sección 3"
40000 D Gastos sección 2"
• Gastos sección 1"
20000

o
1937 1938 1939 1940 1942 1943 1944 1945

Fuente: Liquidac iones del Presupue sto de la C ímwa. Ela boración propia
2 12 L. SANTI AGO DÍE/ CANO

GRAFICAS XVII y XV III. Ingresos r Gastos seglÍn Presupuestos


y Liquidaciones. 1946-1975

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1960 1965 1970 1975

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8000000
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1

i! 6astos1 segun Iqlll


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1945 1950 1955 1960 1965 1970 1975

Fuente : Presupue stos y Liquidaciones Cámara. Elaboración propia


LAS C.\ M ARAS IW CO M ERCIO E01 EL f'R r\N Q U IS~!O 213

GRAFICA XIX. E!•olución de los ingresos por partidas, según Liquidaciones.


/946- 1975. En ele

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G RAFICA XX. C1wtos otros Cúlllaras en rela ción o/ foto / de ln~; rcsos Per111anentes.
1946- / 975. En lJc

. . .
• Cuotas otras Cámaras

50

Fuente: Presu puestos y Liqu idaciones Crimara. Elaboración propia


214 1.. SANTIAGO DÍEZ CANO

GRAF!CA XX I. Recihos w111/ados y fallidos, y pendientes de cobro en relacián altowl

50
o¡ recibos anulados y fallidos
-------¡-·· ---·---+-----4
40 % recibospendientes de cobro a
31 de Diciembre de cada año --+-----1

30
o/o
20

10

0 ~------~------~------~------~------~------,
1945 1955 1965 1975

GRAFICA XX II . Evolución del gasto por secciones. 19-16- 1972. En %

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Fuente: Liquidac iones Cámara. Elaboració n propia


GRAFICA XX III. Di.1tribucián del Gasto por wpítulos. 1972- 75. En Cfr

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80 !11 Cuotas a organ. V.

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1973 1974 1975 ti! Local
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Fuente: Liquidaciones Cá mara. Elaborac ión propia


lv
VI
LAS REA LIZACIONES DE LA CÁMARA OFICIAL D E COMERC IO E IN DUSTRI A

Pre te nde mos ace rcarnos en este capítulo a la actuació n de la Cámara de Come rcio du-
ra nte nuestro r e riodo de estudio, anali zando los di versos fre ntes a que se di rige la mi sma y,
sobre todo, las dificul tades con que va a tropezar. El objetivo, de ac uerdo con la me todología
propuesta. es el sig uiente: obte ne r datos suficie ntes para establecer una valoración de la ac-
ti vidad camera! , que permita dar respuesta al interrogante acerca de su real operatividad y
los ractores que a e llo han contribuido 1 •
Empezaremos por conside rar c uál es la actuació n de la Cámara du rante la G uerra Civi1,
como ineludible pórti co que e nmarca su trayectoria posterio r y po r lo q ue significa ele ru p-
tura frente a la a nterior etapa.

L A ACC IÓN DE LA C ÁMARA EN LA GU ERRA CIVIL

Como he mos dic ho, la Cámara de Comercio d urante la etapa republicana ~e vio envuel-
ta e n toda la confl icti vidad ~oc i a l que iba poco a poco «in crescendo». A nte el lo, la actividad
coqJo rati va fue pasando a segundo plano, como indica la escasa asistencia que en los mo-
mentos a nteriores a la guerra registra n los Plenos2 . Una vez ini ciada ésta y estando la pro-
vincia salmant ina bajo el control del bando sublevado, su siwación se ve rá afectada por las
nuevas disposiciones que éste tomó. Ya he mos sefialado e n la primera parte la posición en
que quedan las Cámaras durante la g uerra y en esto la salmant ina no consti tuye una exce p-
ción. Lo que hare mos aho ra es comentar brevemente algunas de sus actuacio nes e n estos
años '. La propia Cámara, años más tarde, recordaba alg unas que e lla mi sma juzgaba como
más positivas·L tales eran la o rganizac ión de la G ua rdia C ívica. la suscripción apot1ada para

1 Manejare mos pa ra este a panauo d iferentes grupos de fue ntes: unas internas, es uecir. proceue nrcs
ue la pro pi a Cámara, e n especi al las rvle morias de Trabajos. las Actas de l Pleno y las con,ervadas de la
Me,a. Comité Ejecuti vo u otrw, Comi,iones, así como e l lloletín de la Cúnwm y otras pu blicacione' .:di-
ladas por ella : o tras. externas. cnmo in fo rme, de l Con,cju S uperior. notas recog idas en e l Min iste ri o. y
notic ias recog ida' e n F1 A(/t•l(ln/o y L(/ C11ceta Regi01wl. los dos pe riúu icos más importantes ele la ci uuau.
De todas ellas. son las Actas del Ple no las que mejor retle jan la activ idad regu lar de la Cámara y alg unos
de los confl ictos que no salen ev ide nte me nte a la ltu a través de Memorias o publi caciones perióuic:".
Desgraciauame nte no 'e: conserva toda la prod ucc ión doc umenta l q ue se generó e n e l seno de la Cáma ra.
Ta l sucede con las Actas ele ueterminaclas comi siones. con algunos censos. con 1m in formes que se e mi -
tie ron. co n las in strucc io nes que se rec ibían por parte de l Consejo o con la corresponuencia mante nida co n
o tras Cámaras. Por ello. a veces es difícil aboruar todos los planos de la acti vidad o de la inactiv idad ca-
me ra !. Nuestra inte nción ha sido la uc lle nar dctc rminauas lag unas acud ic nuo a o tras instancias. como la
pre nsa. e l a¡·c hivo del Consej o Supe rio r. e l del Ministerio y los de a lgunas Cámaras.
2 Desde enero de 1936 has ta agosto. e n q ue se ce le bra la primera re uni ón plenaria tras e l inic io de l

confli cto. hay 6 re uni o nes ordinarias (una cada mes). con el sigui e nte número de ple na rios asiste ntes: e nem.
R: fe brero. 1 ~: marLO, 10: a bril. 6: mayo. 4: junio. 3.
3 Este trabajo no pre te nde abordar el pe ri odo de la g ue rra civil ele forma ex haustiva, sino si m ple-
mente va lora r la in fluencia. co mo antecede nte más cercano. de la posterior acti viuau camera!. A pesar uc
la escase7 ue fu en tes para hacerlo. no que ría mos que se produje ra un vado al ig ual que sucede en la prác-
tica lol alidad ele los trabajos sobre Cámaras. Las mencio ne' o a ná li sis refe ridos al periodo en las Histo rias
de Cámaras cons iueradas son muy escasas. como si se qui s1era pasar rápiuame ntc po r encima de é l. Qu iL:h
el üni co estudi o q ue aborda mínima mente la etapa es el re ferido a Maclriu, op. cir.. pp. 246 y ss. Pero la
acti vidad de las C:ímaras se sigui ó desarrollando. y ya hemos visto la pos ición e n la que se encontraron.
~ Boletín de la Cúmum Oficiul de Comerciú e Industria (e n ade lante BCO C I). mar;o 1964.
2 18 L. SAN TI AGO DÍEZ CA1'\0

com prar un av ió n al Ejército y la creac ión de la Caja Compensadora de Cargas Fami li a res.
Las dos prime ras eran ' igno de la mo vili zac ió n de comerc iantes e industriales en fa vor del
bando subl evado, mientras que la tercera era c onsiderada como un precedente de la posterior
<< políti ca social» desplegada por el régimen fr anqui sta.
La creac ión de la Guard ia C ívica tenía como mi sió n descargar al Ejército de mi siones
e n la retag uardia, ga rantizan do e l orden e n la misma . Esta garantía del orden tiene proba-
blemente conex ión con la repres ión desatada tras el triunfo de la subl evación en la c iudad y
la provi nci a . a unque la carencia de fuentes sobre ésta y otras cuestiones hace difíc il c ual -
quier comprobac ión em píri ca'. Lo que sabemos por e l momento se re duce a las afirmac ion es
realizada' por la propia Cá mara . resumidas como he mos dicho a lg unos años más tarde 6 .
La Guardia Cívica. en la que tambi é n pat1iciparon agr icultores, a juzgar por los testi -
monios de la propia Cámara. co laboró en un a suscripci ó n destinada a comprar un aparato
para e l Ejército de l A ire , <<a fin de que e n plazo o lejano, volara un avió n qu e llevaría e l
nombre de Salamanca>> 7.
En cuanto a lo referido a la creac ió n de la Caj a Com pensadora d e Cargas Familiares,
hay que destacar que fue una de la' primeras en toda la Península, j unto a la de Palma de
Mallorca. La Cámara había prestado su co labo ració n a los inicios ele e ste tipo ele actividad
aseg uraclorax.

No ex iste e n la C{lmara ning una noti c ia acerc a de la compm, ic ió n, o rga nizac ión , fun c iones y me-
dios de e:,te cuerpo pa ram ilitar. ni tampoco e n e l Arch ivo Hi·; tóri co Nac iona l. Sección Guerra C ivil. Dado que
era la propia Cí mara la que. de acuerdo a las directrices e manadas de la Autoridad Mi litar. cursaba las órdenes
y asig naba las fun ciones. no no es posible conoce r en todos sus detall es es tos ex tre mos. Por otra parte. las
obras que han ana lizado temas re lativos a esta e tapa no aportan pr:ícti ca me nte nin gún dato. Víd. e l e'tudio sobre
la repres ió n e n la Guerra Ci vil de Adoración Martín Ban·io; M·'. Angele;, Sampedro T a la b{in y M'. Je-;üs Ve -
la sco Ma rcos: << Dos formas de vio lencia dura nte la Gue rra Civi l: la repres ión e n Sal a manc a y la res is te nc ia
armada en Zamora». e n His!Oria v Me111oria d e la Guerra Cil ·il. Ellcll elltro e11 Casri/la _~· Lerin. Sa!alllllllca.
2-1 -2 7 de .1eptie111bre de /986 . Vall ado lid. Junta de Cas till i.l y Leó n. 19RR. Vol. 11. pp. :167-4:19.
6 Véase BC OCI. marzo 1964. pp. 3-4. A través de ,~ !l o pode mos conocer la fec ha de nac imi e nto de

la mi s m a. e l 4 de agosto de 1936, momento en q ue se ce le bra una Asamblea de la que nace la in,titu c ió n.


Según es te res ume n, los fines de la Guardia CÍ\ ica e ran los el e «colabora r con el ma nd o mi li tar y eje rcer
las fun c io nes que se les as ig naron. Así, entre ot ras. se aten di ó a necesi dades de la re tag ua rdi a y mi sio nes
de abastec imien to al frente >> . Se recog ía ta mb ié n una no ta de prensa e n la qu e se adve rt ía de la s ubordina-
c ión de la Guard ia Cívica a la Cámara: << Las ó rde ne s a la Gua rdia Cív ica pan ir:ín exc lusiva mente de la
Cámara de Comerc io y e ll a so la desig nará los se rvicios de ac uerdo con la Autoridad Milita r. si n que nin -
gu na o tra pueda des ignar pue-; tm, ni lugares de serv icio>> . E l Cuarte l Ge nera l se es tabl ecía en la propia sede
de la Cámara. El resumen conte nido e n el Boletín terminaba ele la s ig ui e nte manera : << Posteriorme nte. la
Cá m ara de Comerc io y la Guardia Cív ica seg uía n e n su a fá n patriót ico. trabajando y colaborando con las
a utori dades pa ra conseguir e l res urgimi en to de la Patria y e l inicio de una e ra de pa L>>.
7 lb ide111. p. 8. La suscripc ión :,e abrió e l 22 de se pti embre de 19:16. El día 1R de oc tubre. segün

afirm a ba e l Bo let ín, se ce lebró una re unión ele la Comi s ió n << Pro-Av ión Gu a rd ia Cívica>> . Allí se d io lec tura
ele lo recaudado has ta ese mo mento . q ue era lo sig ui e nte : ·<Un in gre so en e l Banco ele Es paña ele 256.85-+
pe setas. Un s:.Jiclo de 5.6 73 pesetas no in gresadas e n c :.Jja aún pDr s u' don an tes. Un in g re so e n ca ja de tres
mo nedas de oro de ve in ticinco pe:,etas. T res hil os de o ro. dos a nillos de oro y una sortija de oro. Por ú ltim o.
un ingreso de 778 fan egas de tri go. 15,75 fa negas de le ntejas. 8 1 kil m y m edio de garba nzos y dos toros
(sic). Aclemá:,. hay ingresadas en metá li c o e n caj a. des pués de habe r hec ho el ültimo ing reso e n el Banco.
la cant idad de 2.075 . 50 pe-;ctas » . Lo reca udado se entregó a Franco. a través de un c hequ e. en una audi e n-
ci a concedida el 16 de novie mbre; poste rio rm ente se hi LO entrega de otras 87 .000 pesetas. e l 19 de marm.
rec audadas tras e l c ierre de la :, uscripció n.
x lbidcm. pp . 20-2 1.
LAS CÁMA RAS DE COMERCIO L:--1 EL FRi\:--JQUISMO 219

Hay. además, otras actividades ele las que no hemos hecho mención, como la co labora-
ción prestada a dos iniciativas estatales: la relacionada con e l «Subsid io al Combatiente>> y
la ac tividad de las Juntas Reguladoras ele Importación y Exportación. Desg raciadamente,
tampoco tenemos muchas noticias acerca de ambas : apenas una mención en la sesión ple-
naria celebrada en 24 ele junio de 1937'>, en la que se trataron algunos asuntos relativos a la
Junta Administrativa de l Subs idio, ele la que formaba parte el presidente de la Cámara, José
María Yiiiucla.
Con anterioridad. hemos mencionado e l apoyo prestado por las Cáma ras al comercio
ex te ri or, a través de las Junt as Rc g uladoras 10 En Salamanca, d icha Junta estaba ya consti-
tuida en marzo de 1937 11 • pero ape nas sabe mos nada de su act iv idad conc reta y cot idiana.
que imaginamos sim ilar a la desp legada por otras instanc ias camerales de l país.
Todas estas c uestiones se in scriben dentro de una doble línea: el apoyo inequ ívoco pres-
tado a la sublevac ión y el desempeño de aet ivicladc' enca rgadas por la Administración. Estas
funciones del egadas por los ó rganos adm in istrativos no iban, como ya vimos, en benefi cio
de una mayor ate nción prestada a la institución camera!. La nue va Adm inistrac ión simple-
mente la utili zaba para que cumpliera misiones ele las que el la no podía e ncargarse. Si a e llo
añadimos los nue vos pres upuestos programáticos del Régimen y su incide ncia sobre e l por-
venir de las Cámaras, comprobaremos que lo que va a ocurrir es que en e llas se acentúa su
c;m1ctc r oficia l y clepencli e nte, en detrimento de sus funciones representativas.
Esta situac ión, ya analizada en el plano nacional, se confirma plenamente en el local.
En el c aso salman ti no. además. producía un corte con la situación inmediatamente anterior.
a l actuar sobre una instituc ión cuya relación co n parte del entramado social que representa-
ba, conoc ió en la etapa republi cana un momento fl orec iente , aun que oscurecido por las con-
diciones e n que se dese nvolvió.
Es fáci lmente obse rvab le en toda la e tapa de b guerra cómo la Cámara actúa den tro de
unos lími tes de te rminados por la~ autoridades oficiales, mi litares o c iv il es. Las pretensiones
de control por parte de la organ ización falan gis ta en ex pans ión. tamhién se dejan notar, hasta
el punto ele que e n un momento dado, la Cámara ha ele d~fendcr su posición frente a la mis-
ma. ya q ue la organizac ió n provincial de la Falange había expresado sus deseos ele lograr la
adhesión de la entidad a l partido. En junio de 1937 se había procluc iclo una reunión bajo la
presidencia del Jefe Provincial de la Fala nge, reu n ió n a la que asistió uno de los vice presi-
de ntes de la Cá mara, Vicente Pérez Moneo. Es te comun icó a l Pleno ele la Cámara que con
aquel motivo

<< m ani restó que s ie ndo la Cámara de Come rc io una e ntidad oficiaL rí1 g ano IIU' rmllellt e in-
.fámwtim y con d ependencia d irecta de la Com is ión co rrespo ndi ente de la Junt a Téc ni ca

9 Véase Libro de Actas de l Pl e no (en adelante Actas Pl e no) , sesión ordinaria. 24-ju nio- 1937. Scgün

e l BoletÍII (Sellw lla /) de 111/Úm[({ciríll del Consejo Superior . .. re\". cit., de 22 de noviembre de 1937. e n el
Decreto que orga nizó este Subsidio. de 9 de e nero de 1937, se atribuía a l Comerc io e Indu stria la reca u-
dación del recargo y <<como las Cá maras so n la organización oficial a l servicio del Estado» de ambm sec -
ton.:s. e ran la s e ntidades que debe rían ocupar<;c del mismo. En un número poste rior (n° 40. 22-agosto-1938).
se hacía referencia al <<a fán con que las Cámaras y su Co nsejo han procurado divulgar qu e ese subsidio
entraña una ob ligación sagrada. indu scutiblc y requiere la sincera coope ración de todos>>; al ud ía tamhién a
la pione ra inic iat iva que en este se ntido había to mado la Cá mara de Zaragoza poco después del inic io del
<< Movimiento Nac ional».
10 Vid. supra.

11 Actas Pl e no. 30 de marzo de 1937.


220 L. S At\TI AGO DÍI:Z CA:-.10

del Estado. ten ía que limiwrse n acatar illcmuliciollalmellte las órdCiles de la superioridad.
sin q ue pudie ra su pleno asum ir la responsabi lidad de una adhesi ón s in orde n de s u jefe. e l
P reside nte de la Comi sión de Ind ustria y Com e rc io>>le (' ubrayado nuestro ).

La propuesta fu e apoyada por e l resto de asistentes. Lo que de ella se desprende acerca


de la natu raleza de la institución es sumamente significativo. Olvidando e l carácter repre-
sentativo que las normas orgánicas le atribu ían. así como su propia trayectoria, se ins iste
solamente en su s ig nificac ión ofi cial, llevada hasta extremos desde 1ucgo no contemplados
e n 1:1 propia normativa. Es ev ide nte que existe un impo rtante compone nte defens ivo en esta
postura. dado el co ntexto en el que se produce ; pero aun admitie ndo que la proclamación de
la oficialidad y dependencia de la Administració n por parte de la Cámara. fuera una t<lc tica
para evitar el in tento de a bsorc ión falan gista. creernos que expresa tambié n la acomodación
a un nuevo estado de cosas, en e l que efecti va mente su a ut onomía se había reducido no ta-
b lcmcntc 11.
Entre los servicios que la Cámara continuó prestando, hemos de resaltar e l c umplimie n-
to de fun c iones estadísticas, indudable m e nte útiles pa ra la Aclministrnc ió n. Muestra de e llo
~on algunos de los informes remi tidos a l Consejo y que este recogió e n su B oletín '~.
En definitiva, lo que queremos expresar a través de estas breves notas e s que la Cámara
sobrev ive en cuanto se convie rte e n una de pende ncia admini strativa, inc luida en el engrana je
o fi c ia l, pero va perdiendo su de por sí escaso sentido re prese ntativo, que pa recí::~ , en l::t etapa
republicana, e n camino ele reforzarse. Las c ircunstancias bé licas. la suspensió n ele los pro-
cesos de re novación, la aparición de p retensiones hegemó nicas por pane de la Falange y la
Org an izació n S indicaL no hicieron sino agudi zar sus male s.

L A PRESIDENCIA DE J OSÉ M ARÍA VIÑUE LA ( ... 1940-1954)

1940-1946: Una ac!il'idad bajo 111íni111os


En los años inmediatos a la g uerra civ il, lo p ri mero que merece destacarse es la ause ncia
de reuni ones ple narias ele la Cá mara e ntre 1939 y 1945. Tras el 1 ele abril ele 1939, sólo
e ncontramos tres reun iones de l Ple no , en las que se tratan asuntos ele trámite, e specialme nte
re feridos al mantenim iento de l servicio de Vigila ncia Nocturn a e n la ci udad. que era costea-
do en parte po r los come rciantes e industriales de la mi sma . La úl tima sesión pl enari a se
celebra el 6 de octubre de 1939, con tan sólo 4 a siste ntes. No hay ning una otra reunión has ta
e l 30 de noviembre de 1945, es decir 6 años, un me s y 24 días.

12 Ac tas Ple no, 24 de junio de 1937.


1·' Por otra pa rte. hay que decir que al me nm por parte de la Cámara sa lmantina, no parece ha ber
resiste nc ias hacia la nueva situac ió n. La o rgani 7ac ión came ra! se po ne a d isposició n de las nue vas aulori -
dadcs con guslo y colabora activa me nlc. Hasta qué punto las propias circustancias bé licas podrían pesar e n
esa predi sposic ió n no es fáci l de de te rminar, ni ta mpoco sabe r si, sin la mediación del confl icto bé lico. d
fra nqui smo hubie ra obte nido tan fácilmente su sumisió n a bsoluta.
1 ~ Víd. BoleiÍn (Se11wnul} d e lnfármu c i!Ín del Consejo .... re 1·. cit .. n° 13 ( l ll -octubre- 1937). pp. 15 -22:

no 25 ( 10-enero- 19 3R), pp. 20-2 1. dedicado a la ga nade ría; n" 36 (28-ma rzo- 1938). pp. 30-3 1. T ambién las
informac iones recog idas por la Cá ma ra 1-cia ti vas al tráfico come rci al conta bili zado e n la Aduana de Fue nte'
de Ofíoro, publicadas junto a las de olras Aduanas en d ive rsos llLime rus.
LAS CÁ M ARAS DE COMERCIO E~ EL FR AN QlJ ISMO 22 1

¿C uá l fue la razó n de que no se celebraran Plenos? La respuesta la daba e l Pre sidente,


que

<<lame nta! bal no haber s id o posible celebrar Pl enos como hu biera deseado . por las razo nes
qu e a todos se alcanza n e n vi rtud de la;, c ircuns ta nci as qu e a part ir de l G lorioso Movi mien -
to se ha n hec ho pate ntes e n la tra nsformació n su frid a por( ... ) la nac ión . Ex presalbal ;, ucin -
ta rn ente lo;, importa ntes pro bl e mas pl a nt eado s desde aqu e ll a época y e l enorme trabajo y
g randes preoc upacio nes a qu e han dado lu gar en nues tra c ircunsc ripc ión los que se re fi e ren
a la Eco no m ía naciona l»".

La acti vidad de los Plenos parece haber sido asumida cas i exclus ivamente por e l Presi -
de nte, a tenor de su poste ri o r manifestació n de que la intensidad de los trabajos que se ave-
ci na ban haría que no fu era sufici ente su << So la apo rtación personal>>. Sabemos que la Me sa
de la Cámara siguió ejerc iendo sus fun ciones. a modo de Comisión Gestora. pues como tal
aparece me nc ionada en los presupuestos e laborados en estos años. Esto no sería sino un in -
dicador más del vacío operativo padec ido por las Cámaras, aparte de ratificarse e l persona-
lismo y carácte r unilate ra l de la direcc ión. asu mida sin apoyos ni ase sores por e l Pres iden te,
que permanec ía irreg ularmen te en e l ca rgo, como e l resto ele los pl e narios, po r c uanto no se
había efectuado la re novación reglamen tari a.
Gracias a las informaciones ele prensa, sabemos que no hay una desaparición de la ac-
tividad cameral 16 • En nuestra opinión. estos elatos con firman que la Cámara ace ntúa e n estos
momentos el papel ele ó rgano subordinado a los i terescs ele la Adm ini strac ión, que ya ad-
quirió en la e tapa ele la guerra civil. Es fácilmente deducible que la Cámara se compo11a
como un órgano burocrático más, si mpl e transmisor o rece pto r ele di sposiciones dictadas por
la superioridad . Nos move mos en esa línea apuntada por alguna Cámara ele fust e cuando
afirmaba que en estos años las fun ciones camera l e ~ se habían reducido al mero c um plimien-
to ele «debe res>> (órdenes) 17 •
¿C uáles se rían éstos? En primer luga r, parece que la ele se r canal informativo ele las
disposi c iones ministeri a les que afectaban de una u otra forma a comerc iantes e industriales.
Como quiera que e n esta etapa abundaron las no rmas rel ativas a la reg ulaci ón ele la produc-
ción, éstas se difunden a través ele la Cí mara. Otra fun c ión importante es la relac ionada con
e l come rcio exterior y el reg istro de imponaclores y exportaclo res 1 ~ : las Cámaras se e ncarga-
ban ele tramitar la inscripci ón en el mi smo, recog iendo las peticiones y documentación per-
tin e nte, para re mitirlas después a la Direcc ión Gene ral ele Co mercio y Política Arance lari a.
Cada año aparecerá el anuncio dirig ido a co merc iantes e indu stria les, recordando la obliga-
tori eclacl de reg istrarse para ejerce r esa actividad come rcial dirig ida hac ia e l exterior. En la
misma línea se mueven los anuncios referid os al cumplimiento de c iertas normas legales o

15 Actas Pleno. 30-nu viembre- 1945. Parece un tanto exagerada la alusión e l <<enorme trabajo y gra n-

J e, preocupac io nes a que han dado lu gar en nu estra circunscri pc ión los q ue se refie ren a la Eco no mía na-
c ional ». al menos desde la pe rspecti va de la menguada activ idad que tu vo la Cáma ra en esJos añ os en su
«Circu nsc ripción ».
16 Estas actu ac iones eran rctlejadas pur la Pre nsa, segura mente a iniciat iva de la propia Cáma ra, y

aparecen prác ticamente e n su totalidad bajo e l ep ígrafe de <<Cámara Ofi cia l de Comerc io e Indus tri a de
Salamanca>> . no rm al mente en peque iios recuadro;, insertos en pági nas ded icadas a la vi cia local de la ciudad .
17 Bahamonde, Del Rey, Martínez: La Cámam ( ... ) de Madrid. op. cil .. p. 292.

IX Viñas, A.; Yiiiuela. J. ; Eg uidazu. F.: Pu lgar. C. F.: Florens a. S.: f' olílim coll/ ercial e.nerior en
Espmia ( 1931-1975). Madrid. Banco Ex terior de Espaiia, 1979, vol. l. pp. 25S-26 7.
222 L . SANT IAGO DÍEZ CA:\ 0

a la recepción, para su posterior reparto. de moneda fraccionaria e ntregada por las autorida-
des económicas.
Otras acti vidades se refiere n a la enseñanza. pero todo se limita a las clases gratu itas de
cálculo mercantil, francés, ale mán y mccanograría para los hijos o trabajadores de come r-
c iantes e industriales.
La muestra de acti vidad se cierra con gesti ones para reanudar alg ún servic io ferroviario.
recordatorios de cuál era el horario comercial en c ic1tas é pocas, avisos sobre c ien·e de esta-
b lecimientos e n fechas señaladas, o concursos de escaparates con moti vo de las fiestas scp-
tembrinas. Podíamos unir las adhesiones al Caudil lo con motivo de algún ac to especial o la
contribución a alguna suscripción patriótica.
Como se ve, se trata de actividades de tipo 111i~ n or. Ade más, muchas de e ll as aparecían
caracterizadas por lo que es una constante en la actividad camera] salmantina: se c ircunscri-
bían en exceso a la capital de la provincia, olvidando al resto de ésta, agudi zá ndose así su
vieja propensió n a la centralizació n. Por otra parte. e l que la Cámara se limitara a informar
de las nmmas dictadas desde arriba sobre el comercio, o la no comerciali zación, de de te r-
minados artíc ulos, las posibilidades ele importar t· 1 o cual me rcancía. o ayudara a re llenar
formularios, no podía hacer ele e lla. a los oj os ele comerciantes e industr iales. sino un aparato
burocrático más, incapaz de poder servi r o cubri r las necesidades reales de los grupos que
decía representar.
Estas expectati vas tampoco eran sati sfechas por los recién creados Sindicatos Verticales,
c uya intlucncia en los procesos decisorios parecía enmarcarse en los mismos estrechos lími-
tes que la ele las Cámaras, inc luso c uando inte ntaban acometer ambiciosos planes. Buen ex-
ponente de ello podría ser la rimbombante consti tución del Consejo Provincial Sind ical ele
Ordenación Económica, organi smo con neto predominio sind ical y e n e l que e l Preside nte
de la C ámara figuraba a título de asesor en una de las ponencias (concretame nte la de Cré-
dito, Comercio, E nergía y Tran sportes). La trasce nde nc ia de la acción ele este organ ismo pa-
ra el desarrollo provincial y, en concreto. para los intereses comerciales e ind ustriales no
parece haber ido más allá ele las declarac iones ele inte nc iones. En definiti va. ni Cámaras ni
Sindicatos e ran centros de acción econó mica decisiva.
Fre nte a la nueva situación patronal sindical del ordenamiento franqui sta. la Cámara pa-
rece colocarse simple mente e n la posición defensiva que hemos clesc1ito en capítulos ante-
riore s, li mitándose a cumpli r el pape l enco mendado por la Administración. Las
organi zaciones patronales que habían consti tuido e l Pleno ele la Cámara e n la etapa republ i-
cana, van a pasar a fo rmar parte de la Confederación Nacional ele Sind icatos. A pesar de que
alg una fuente resefía la unanimidad manifestada por una organi zación patronal co mo la Fe-
deración G re mia l'", estimo q ue se puede n a lbergar c ie rtas eludas acerca del supuesto e ntu-
siasmo colectivo manifestado por las asociac iones abolidas: por un lado, recordemos que en
la provincia mantenía su fuerza una organ ización, la Confederación Nac ional C atólico Agra-
ria, que va a ser avanzadilla en la resistencia a integrarse en los Si ndicatos Ye1ticales 20 , lo

1" El Adelm11o. 18 de Marzo de 1940 . Se daba la noticia de la d isoluc ión de la o rganizac ió n y de la

integ rac ió n e n la CNS provinc ial <<po r aclamac ión>> de la Asamblea reu ni da a ta l efecto.
20 M. A. A pa ricio ha documentado suficiente mente las resiste ncias patronales a la integrac ión e n las

nuevas organizaciones sindicales verticale>. A paricio. M. A: El siudicali.1nw vertical, op. cit. La resiste ncia
de la CO NCA a su integrac ió n en los s ind icatos verticales tiene su re pe rcusi<Jn e n Sa lamanca, y pueuc se-
g uirse a través de los artículos recogidos e n su órgano de ex presión. La Espiga.
LAS C.Á.MAKAS DE COMERCIO f'N EL FRANQU ISMO 223

c ual no dejaría de tener alguna repercusión; por otra parte, alg ún testimonio oral que hemos
podido recoger alude a lo forzoso de esa integración 2 '- En cua lquier caso, s igue faltando un
estudio de la propia o rgan ización si ndica l en e l ámbito provincial, que aclarare definiti va-
me nte estas cuestiones 22 .
Lo que queda fu era ele toda discus ión es que a las dific ultades derivadas tanto ele la
posic ió n centralizadora e interve ncionista de la Administración , visible ya en la etapa bé lica.
como de la postura absorbente po r pa11e ele los Sindicaros Verticales, se une en e l caso de
la Cámara sal mantina una negativa configuración interna. que se va a prolongar en princi pio
hasta 1945. Aunque su actividad, como he mos visto, no desaparece. no parece que la misma
pud iera te ner, para sus e lectores, más interés que el de cualquier otro ó rgano adm ini strativo,
e incluso menos, dada su escasa trasce nde nc ia. Si a el lo unimos la irreg ular asunción de la
mayoría de las funciones por Presidente y Secretario. la suspensión de cua lquier renovación.
la fa lta de reuniones plenarias, habrá que concluir que la teórica funció n represe ntativa de
la institución q ueda reducida prácticamente a nada. Bien es cieno que ese papel tenía pocas
expectativas de ser jugado. dadas las deficiencias orgánicas que afec taba n a la institución
desde el principio de la g uerra, pero al me nos en a lg unas Cámaras se mantu vo una actividad
que intentaba paliar mínimamente la anómala situación 2 '.

1946-1954: LA FA LLIDA <<NORMAUZACI<)N, DE LA ACT I V I DAD

Con la celebrac ión del primer Pleno tras el final de la guen·a había llegado, a lo que
parece. e l momento de una reorgani zación de los !<ervic ios y del func ionamiento de la enti-
dad. Esta cuestión va a absorber las primeras re uniones plenarias y a e lla parece también
contrib uir la e lección del Presidente de la Címara, .Jo~é M" Viñuela, como Procurador en
Cortes e n representación de las mismas 2~. Curiosamente, tras ser aprobado e l Presupuesto
para ese año. la pretend ida normal ización se inicia con una cuestión de carácter bastante
secundario: la elaboració n de un nuevo Reglamento de Personal.
E n la misma reun ión plenaria se procede también a poner en marcha la reorgani zación
de servicios. lo que indica la inadecuaci ón o ins uficienc ia de los que hasta e l momen to se
estaban prestando. A ntes ele proceder a e ll a, el Presidente propuso cubrir las vacantes pro-

21 El testimon io es de D. Juli() lbúñez. componente de di cha Fede ració n Gremial.


22 Dicha in\'es tigación permi tiría tambié n comprobar e l grado de coincidenci:1. en esos momenlos.
e ntre los componentes de la O rganizaci ó n Sindical provinlial y la propia in stitución camera!.
2·' Lm. da1os que tenemos Jc Cámaras como las l:lurgos. Guipúzcoa. Madrid. Tarragona. Bilbao, Bar-
ce lona .... reflej a n un índ ice de actividad c ierlamente notab le si se compara con e l de la sa lm a ntina. Sin
e111rar e n consideraciones que ya he mos hec ho acerca de lo que ésta podía sig nificar, basta comprobar que
esas Cámaras cump len con las disposic iones estatutarias re lati vas a la confecc ió n de IVIemorias y a la re-
a li zación de inrormcs. m ientras que eso no ocurre en e l caso sal mantino.
Destaca tam bién la e xistencia de o pin iones e inrormes. a lgunos ni siquiera e mitidos. en los que se
pon ía en cuestión la pol ít ica económica intervencionista del Gobierno. c uya trascendencia como sabemos.
rue nu la. pero que al me nos son índice de un cierto grado de actuación corporal il'a ausente total mente en
la Cúmar:1 sa lmanli na . Es casi un lugar común que en las historias ca mcrales publicadas. se cons igne s u
ac·ti vidad crítica respecto a la política económica intervencioni sta. a unque esas c ríti cas a veces ni siquiera
lle ga ran a se r .:onocidas no ya del gran pLíbl ico. sino de sus teóricos destinatarios.
2 ~ Víd. Actas Pleno. 26 de abril de 1946. La elecc ión se produjo el 14 de abril. e n sesió n del Consej o

Superior. Comercio, hulustria-" Nm·egación ... abril 1946. pp. 4.'i -46. A l parecer. los votos de los re presen ·
tantes de Andalucía y Castilla habían sido <<dec isivos>>.
224 L. SANTIAGO DÍEZ CA NO

elucidas en el Pl eno, lo que se hará. como ya sabemos, por el sistema de cooptación. La


reorgani zación, si n e mbargo, aú n se d ilató casi dos años, hasta j unio de 1948.
La designac ió n de miembros fu e aprobada, previo informe del Consejo Superior, por la
Subsecretaría de Economía Exterior y Comerc io . La aprobación po r los ó rganos competentes
del Ministerio (de Industria y Comercio e n este caso), no tie ne un mero carác ter de trámite, s ino
también de control, ya que entre otras cosas se adj untaba un informe sobre la filiación política
de los nuevos mie mbros Plenarios, redactado por la Policía, para comprobar e l grado de ad-
hesió n al Movimiento q ue manifestaban . Algunos de estos informes se conse rvan en el Ar-
c hi vo del Consejo S uperior y seguirá n dándose, se, ún nuestros datos, al me nos hasta 19ó4" .
En cua nto a la estructura in terna de la Cámara, lo prime ro que destaca es la reite ración
de la voluntad de «reorganización», reve ladora de Ja irreg ular situación en que se va a de-
senvolver la entidad du rante todos estos años. Ya hemos hecho mención de la primera plas-
mación prúctica de la «reorganizac ióm>. Sabían los componentes de la Cámara que la
s ituación en q ue se hallaba la misma no e ra en exceso anómala o excepcional, ya que, como
se afirmaba,

<da rn ayor parte de las Cámaras. salvo dos o tres. se ri ge n po r Comisiones G estoras. dado
e l plazo tran~eurrido s in re novación de los Plenos» 26

Pe ro no era de su gusto tal estado de cosas. Por ello , un plenario proponía que el Pre-
s idente llevara a las Cortes (como Procurador que era) el problema de la normalización de
las acti vidades camerales. Que sepamos, esta propuesta no tuvo éxito.
Hasta la definiti va reorganizac ió n del Pleno, hubo una única reuni ón . en junio de 1947,
para debatir acerca ele ! Referéndum a celebrar el ó de julio de ese año, plebi scito que, como
es sabido, debía aprobar Ja Ley de Sucesión que defi nía a España como un Reino. La Cú-
mara había recibido una nota confidencial relacionada con el m ismo, que no conservamos,
pero que podemos presumir sin lugar a eludas que buscaba la colaboración camera! para lo-
grar un buen resul tado. No hubie ra sido preciso solici tarla : como relataba el Preside nte, éste
se había puesto ya a d isposición del Gobierno Civi l y, por ell o, solic itaba un voto afirmati vo
e n la consulta que se iba a celebrar,

«por en te nder q ue se hacía así obra patriótic a. d e a lt as miras y des pojada de todo mati 1 po-
lítico (sic)( ... ) [El ple no acordaba man ifesta r su cree nc ia de que j todos lo s comerciantes e
industriales deben cumplir e l in eludible deber patriótico de votar e l Referéndum » 27 •

La moción aprobada por los 6 asi stentes al Pleno. refleja con claridad el papel jugado
por la institución en estos momentos. A lo largo de año y med io sólo se celebró una reun ió n
plenaria con el único objetivo de apoyar una propuesta emanada ele la Superioridad. Aunque
negada, la uti lizac ión política ele un órgano como la Cámara se muestra aquí en toda su am-
plitud, al tiempo que se retleja la sumi sión por parte de la misma a las directrices oficiales,
acompañada ele re tó ricas manifestaciones al uso. Seis personas que seguían itTegu larmente
e n sus cargos se e rig ían en representa ntes de todo un colectivo al que, por supuesto, no se
le pid ió opinión.

25 Adjuntamos un eje mplo de lo que e ran estos infurmes policiales. en los que se valoraba la con-
ducta moral. pública y privada. y la adhesión al Régime n 1 Vid. Apéndice).
26 Actas, ses ión ordinaria, 2-di c ie mbre- 1946.
27 Actas. ses ión e xtraordinaria. 24-j unio-1 947.
LAS CÁMARAS DE CO MERC IO F.'! El. 1-'R I\NQL' ISMO 225

En junio de 1948, se celebró el P leno constitutivo de la Cámara recién reorganizada, al que


asistió el Gobernador Civi l. Los breves discursos pronunciados tanto por é l como por e l Presi-
de nte de la instituc ión, y por representantes de los vocales e ntrantes y salie ntes son reveladores
de la ino pe rancia camera!. A falta de reali zaciones conc retas que pudie ran ser puestas en e l
haber ele la Cámara, e n su disc urso el Pres idente a lud ía a cuestiones más <<espirituales>> :
« Por deber reglamen ta ri o - decía J osé M a ría Yiñue la- hago u so de la pa labra pa ra hacer
consta r q ue esta Cámara Ofic ial d e Come rcio e Indu stria. inspirada siempre en un ace ndra -
do patrio t is mo y deseosa de resolver c uantos problemas se han presentado y se presentan.
ha puesto e n ello u n ferv ie nte anhelo y alto es píritu de espat'íolism o d e mostrado e n mú lti -
ples ocas i ones» 2 ~.

Lo «espiritual>> se acompañaba de l recordatorio de la labor desplegada en la G uerra Ci-


vil mediante la creació n ele la Guard ia Cívica,
«a la q ue prestaron su colaboración y su lealtad más sincera. todas las c lases sociales. es pe-
cialme nte los comerciantes e ind ustriales. logrando reun ir e n u n a pre tado haz cerca de
12.000 hombre s. que pres taron e n aq ue llos mome ntos de duda y vac ilaci ó n s us servic ios.
con u n espíritu ll e no de fe . que permit iú con su ay uda el q ue en esta p ro vincia se conserva-
se un o rden adm irable y de seguridad para tod o c iudad a no»c9 .

Po r su parte, el Gobernador subrayaba algu nas caracte rísticas definito rias de la actitud
de las Cámaras e n estos años, como eran la sumisión al poder establecido, su carác te r de
colaboradores y su supuesto conf1 icto con la Organización Si ndicaL c uya existenc ia negaba
e l Gobernado r'"· A este le complacía afi rmar que «c uantas veces solic ité vuestra colabora-
c ió n, impuesta por la diversidad y amplitud de proble mas espec íficos que vosotros conocéi~
bien, la he encontrado leal y desinteresadamente, ayudá ndome a resolverlos ele forma grata
y amable, que es a mi juicio como de be n tratarse, sin excluir, cua ndo así es aconsejable. la
firm eza y la ene rgía» ".

2~ Actas. sesión extrm>rd inaria. 16-junio- 1941\.


~ 9 1/iidem. El Presiden te alud ía tambié n a la iniciativa desp legada po r e l Gobernadl>r en c uanto al
« resurgimien to económ ico y soc ial de nuestra provincia. con d estudio y ordenac·ión de ese Plan magnífico
donde radica nuestro cxpléndidn (sic) P<)n·e nir», así como a la colaboración po r <'1 prestada para que la
Cámara pudiera acud ir a la Feria de Muestras celebrada e n Valencia. c uestión ésta de la que no hay dato
alguno anterior.
111 1/Jidem: «yo - decía- . que me honro en representar a l Régimen. puedo expresar con toda ce rteza.

cómo e n llls círcu lm ofic iales y en los m:b altos organ ismos de l Estado. he hecho mani festación de esta
ka l colaboración. habiendo recogido la impresión de cómo se reconocen e l va lo r y la histori a limpi a y clara
de estas im. tituciones, que por otra parle resulta n magnífico.; colaboradores e n el desarro llo de la economía.
No es sc'llo su so le ra. su tradi c ión. es tam bién su func ión descollante y su re prese ntac ión de los intereses
económicos patri os. Cümplcrne sig nificar q ue el Estado. que pre tende a rticular orga ni smo nuevos a través
de la Ley Sindica l cerL·a de la econom ía. sabe perfectamente de la importanc ia y func iún específica de las
Cámaras y lo de muestra concediéndolas puestos e n las Cortes Españolas. Quie ro expresar aq uí. aprove-
c ha ndo esta oportunidad q ue se me brinda . que Jos organi;.mos sind ica les y las Cá maras de Comercio. no
son antagónicos. Pueden, aparenteme nte. parecerlo. y hasw ofrecer a quien no lo considere j usta me nte. in-
terferencia. pero lo cierto es que ambos re presenta n un solo conj unt o de trámites. servicios y deseos que
buscan como fin últim o e l beneficio ele la Nac ión. Persona lmente. deseo que las Cámaras de Comercio se
" igoricen y lleven a Jos más altos poderes la voz de sus peticiones y consejos>> .
3 1 lhidon. El Gohcrnador terminaba su parlamento formul ando el deseo de que << Espafía siga prog re-

sando y que ell o sea producto de q uienes traba jamos o mandamos». En esta di sti nció n . s in embargo. no se
ac laraba e n qué grupo se inc luía e l gobe rnador y e n c uál la Cánura . La identificac ión de la en tidad con el
226 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

Quedaba así bien establecida la relación de de pendencia establecida entre la Adminis-


trac ió n y la inst ituc ión cameral. Pe ro por si que daba algu na dud a, e l vocal que representaba
a los nuevos plenarios, lo dej aba scnwdo ele manera expresa, a l afirmar que
« NO hub iera aceptado este e ncargo de no habe rl o conside rado como signo de scnicio Y dis -
ciplina.
Considera mos q ue al venir a esta Corporació n por haber so nad o la hora de l re levo. he m o~
de agradecer en primer lugar la confianza que la Superioridad ha puesto en nosotros y ta m -
bié n muy princ ipal me nte la c la ridad y llaneza de l cami no q ue los hombres que h asta hoy
han labo rad o e n la instituc ión. nos ofrecen corno res ul tado de sus trabaj os. que saben bien
ele toda c lase de sacri fic ios» 12 (subr:~yaclo nue,tro).

Concebida ele esta manera la fun ción ele la Cámara, no p uede extra ñar tampoco su itTc-
g ular actividad e n estos años. Las me nc io nes que e n esta u o tra ocasión se hacen a la labo r
dese mpeñada desde el Go bierno C ivil en orde n a culm inar un supuesto Pla n de Reconstruc-
ción Econó mico-Social clan el tono de c uál es e l m otor ele la inic iati va económ ic a. En ese
sentido, la la bor ele la Cámara se limi taría al aseso ram ie nto, a la colabo rac ió n.
Al lado ele e llo, sólo alg unas ini ciativas con frecuencia de marcado carácter local, dan
fe de algú n tipo de actividad conc re ta en defensa de los inte reses comercia les e ind ustriales.
Así se pueden considerar la participación e n una socie dad constituida para ges tio nar las co-
rridas de toros en las fe rias septe m brinas de la capital («La Mari seca» ); las gestio nes para
lograr la instalac ió n de talle res de RENFE, llevadas a cabo en unió n d e l Ay untamie nto: el
apoyo a la in iciativa de c rear un C írcul o Merc antil de tipo recreati vo: o el interés por a te nder
a la <<angustiosa» s ituación de la industria del c urtido " .
El inicio de la década de los 50 pareció dotar de nuevos bríos a la institución. pero sig-
ni fi cativamente aún se continuaba preconi zando una necesaria reorganizac ión. Así lo hacía
e l Presidente e n e l primer número de la nueva época del Bolet{n de la Cámara, cuando a fir-
maba:
<<A cariciába mo s de a ntig uo proyectos ele importan tes servicios. y es ahora el momen to más
esperanLador. c uando todos los p le narios. e n as istenc ia pe rfecta. colabora n po nie ndo a pu n-
to Jos proyectos que e ntran ya en periodo de fru nca ejecuc iún >>14 .

Entre e ll os. señalaba la puesta en marcha de nuevo del Servic io de Transportes. q ue se


encargaría de gestio nar las reclamacio nes por exceso de tasas o por defi c iencias en el serv i-
c io fe rrov iario. la creac ió n de u n C írc ulo Me rcantil o la iniciativa to mada para fun dar una

jerarca provincial. Diego Salas Pombo. tuvo otras manifes taciones, conc retadas finalmente en su nombra-
miento corno Presidente Honorario perpetuo hecha por e l Pleno el 13 de enero de 1950.
32 /bidc/11. E l propósito de Jos nuevos vocales e ra el de mostrar la «decidida voluntad de entregarnos

a l se rvicio enco mendado. porque entende mos que venimos a trabajar por e l e ngrandeci mi ento de la indus-
tri a y del comerc io. Es nece-,ario con-,egui r y púb licamente llevar al á nimo de todos la misiún que la eco-
nomía ha de cumplir e n la e<,cala y jerarquía de los valores e fectivos de la Patria. Es preciso. hoy más que
nunca. revak>rizar el espíritu de unión y alcan;.ar un permanente c lima de solidaridad. Para d io. nu ha de
faltarnos la ayuda dé Di os. Y a~í. trabajando decididamente por el beneficio moral y material de la socie-
dad. que es JabOI'ar pur el fin ültimo del hombre con el pensamiento en Dios y en la Patria y unidos estre-
chame nte con nuestra provide ncial Caud ill o. habremo:- c umplido nuestro deber». Este discurso tan propio
de la é poca fue recibido con muchos ap l au~os por los asistemes.
33 Actas de 12 de enero y 18 de octubre de 1949.

·' 4 1/¡ide/11.
LAS CÁMARAS DE COM f:I{CIO EN EL fRi\NQU ISMO 227

<<Sociedad de Am igos de Portugal». Posteriormente. ~e creó un Servicio de Cobro de C rédi-


tos a Morosos. del q ue no tene mos más notic ias q ue las referidas a su ex istencia35 .
Todas estas cuestiones no parecen da r e ntidad suficie nte a la actividad ca mera[ y así. e n
nov ie mbre de 1951 , vue lve a reite rarse la necesidad de reorganizar los servicios ele la misma.
e n un mome nto e n que alguno de ellos parecía rendir ciertos fru tos 31' . El Pleno pre te ndía
impulsar los servicios ex istentes y lograr la creació n ele otros dos nuevos: un Serv icio de
Aseso ría Fiscal y Contable y otro ele Asesoría Laboral. Para todo el lo. el Presidente. que un
pa r de a ños a ntes hacía una optimista afirmació n re lativa a la asistenc ia perl'ecta de todos
los ple narios. solicitaba ahora perent01i amcnte e l apoyo ele los mi smos. En realidad, estos
no habían tenido de masiadas oportunidades de prestar coope ración. ni ésta había sido bus-
cada seria mente, ya q ue, e n ese periodo, no hubo sino tres re uniones del Pleno de la Cámara.
La tó nica de inasistencia a los Plenos se ma nte ndrá con poste rioridad. Las dos reunio nes
s ig uie ntes se consumieron en la e lección de compromisarios y candidatos para puestos en
los que la e ntidad podía tener re presentació n: la Diputación Prov incial y las Cortes. La ley
de Admini stración Local pre ve ía que la composició n de Ay untamie ntos y D iputac io nes con-
tuviera un apartado dedicado a las corpo racio nes. que no sería de elección di rec ta. sino a
través de com promisarios. La Cámara sie mpre contó con algún representante e n la Diputa-
ción provinc ial. En este caso, el elegido fue José M" Yiñ uela. a quie n también se le no mbró
como candidato para la elección de Procuradores, aunque a hora no resultó elegido.
Así las cosas, e ra inevitable q ue volviera a clarnarse por la «reorganizac ió n», como su-
cede en la sesió n de 11 de diciembre de 1953. e n la que se pla ntea de nuevo la necesidad
de cubrir las vacantes que otra vez ex istían. Pero lo más interesante de esta re unió n plenaria
es que al g un a de las ma ni fcstacio ncs que en e lla se hic ieron pe rmi te n apreciar el notable
g rado de ineficacia e n que se movía la institución.
C uriosamente, el Preside nte había iniciado la reunión propo niendo impul sar la mejora
de los servicios e incluso «creando todos aq uellos que a los Plenarios se les ocurra. previo
e l natural estudio y aprobación>> 17• pero acto seguido informaba al Pleno de la deficita ria
si tuación económica de la Cámara. No obstante. o lvidando la care nc ia de recursos, el Presi-
de nte informó de los propósi tos de c rear, e ntre o tras cosas, un sistema de previs ió n para los
comerc iantes e industriales q ue garanti zase pe nsio nes de jubilación u otras, asistencia facul -
tativa, cte. Uno de los plenarios, Angel Nuño, tras expo ne r la necesidad prioritaria de c ubrir
las vacantes, ad vi rti ó que quienes fo rmaran parte del Pleno y de las Com isiones de be rían
esta r dispuestos a «sacrifi carse y trabajar intensame nte», pues de no hacerlo así, decía. «la
Corpo rac ió n no se prestig iará como correspo nde a la a uto ridad y facu ltades que el reglamen-
to gene ral de creación le concede»'x. Cuando d icho ple na ri o fue nombrado v icepres idente,
para cubri r un:.1 de las vacantes del Pleno. ex igió. an tes de ace ptar la propuesta, la «promesa
fo rmal por parte de los ple narios de hallarse d ispuestos a trabaj ar intensamente por e l pres-
tigió de la Corporac ió n», ya q ue él no que ría desempeñar un c:.1rgo «para ir a un fracaso

y; BCOCI, a bril-j un io 1951.


36 Ae las Pleno. 14-noviembre- 195 1; a ll í se me ncio na l::t bue na marcha del Se rvicio de T ransportes,
qu e ha bía conseg uido re imeg ros para los comerciantes por un importe de 14ó.OOO pese las.
·17 Actas Pleno. 14-diciembre- 195 3. E'te tipo de propuestas muestran la fal ta de reali smo e n los pl a n-
tea mientos de los d irigentes carne raJes e n esta e tapa, a l evitar considerar c ua lquier condicionamie nto no
sólo orgá nico, si no del propio funcionami ento interno de la e ntidad. Este último lim itaba totalme nte e l de-
sarroll o de una acti vidad útil.
'' lhidon.
228 L. SANTIAGO l)Í fiZ CANO

cierto>>. Reconocía así implícitamente el bajo índice de actividad de la e ntidad y la posición


un tanto «decorati va» de los plenarios de la misma 19 •
El htllecimiento del Preside nte unos meses después impide saber qué hubieran dado de sí
estas iniciativas. La Cámara entrará en una situación de vacío de dirección. que sólo se resolver:.
a finales de 1954 y primeros meses de 1955, con el nombramiento de nuevo Presidente. En dicho
periodo de tiempo, el Pleno no se volvió a reunir, culminando la larga etapa de incumplimiento
de la nom1ativa reglamentaria que preveía, al me nos. la celebración ele uno mensual ordina-
rio. al margen ele los extraordinarios que hicieran fa lta. Un informe realizado por el Conse jo
Supetio r sobre la Cámara salmantina. hacía mención de esta itTegulariclacl. Los elatos que pro-
porcionan las Actas, ofrecen el resultado que mostramos en el cuadro adjunto. en el que es fá-
c ilmente comprobable la parca celebración ele reun io nes plenarias por patte ele la Cámara.
La valorac ió n que podemos efec tuar ele todo este pe ri odo es c laramente negati va. Si la
e tapa inmediatame nte posterior a la guerra no supuso más que una mayor buroc ra ti zació n
de la Cámara, que aparece como un si mple e nte recaudador sin actividad interna alg una y
moviéndose en un vacío funcional m ás q ue evide nte. la vuelta a una posible «nonnaliclacl>>
no se va a producir. La reorgani zación ele la ac ti vidad came ra!, que debería haberse iniciado
a partir ele 1946, se va a convertir en un proceso inacababl e e inacabado. Entre 1946 y 1955.
dicha << reorgan ización>> se inicia y frustra una y o tra vez, sin llegar a definirse cuál de be ría
ser e l camino a seguir por la instituci ón. Y si bie n es verdad que las circ unstancias político-
jurídicas que afectan a las Cámaras en su conjunto no dejan ele tener su influencia sobre la
salman tina, esti ma mos que en este pe riodo una g ran parte ele las causas que conducen a la
anómala situación de la mi sma están e n su propia cris is inte rna.

Celebración de Plenos / 945- 1955


Onlinarios Ext raordi fUI rios

1945
1946
19.:17
1948
1949 3
1950 2
195 1 ¡ 40
1952 1 2
1953 2
1954

Fuente: Actas de l Pleno.

-' 9 /bidem. Nuño exigió que cada uno de los presentes hiciera promesa fom1al en ese sentido y también que
fueran «visitados los ausentes para conocer a ciencia cierta con quie n se cuenta>> . El Secretario preguntó a cada
uno si quería segui r sie ndo Plen;_uio y si se comprometía a prestar a la Mesa de la Cámara toda su colaboraL·ión.
Todos contestaron afirmativamen te, menos Manuel Santos ed raz. qui e n alegó que su av;_uvada edad no le
pemliüa seguir oste nta ndo el cargo. pon ié ndolo a disposic i<Íil de la Presidencia. quien aceptó su dimis iún .
.¡o En el in forme aludido, se habla de que e n 195 1, e l precepto regla mentario no se c umplió e n e nero,
feb rero. abril . mayo. junio. septiembre. octubre y d iciembre de 195 1, Jo que presu pone que e n mar7o habría
habido alguna reunión_ Sin e mbargo, creemos que se trata de un e tTor. por c uanto e n el libro ele Actas se pasa
directamente de la re uni ón de 22 ele dicie mbre de 1950 a la de 14 de novie mbre de 195 1. Víd. Actas Ple no e
ln(úr111e de lns¡>ección reali:ado por el Consejo Supt'rior. A rchivo de l Consejo Su peri o r de Cáma ras.
LAS CÁMARAS DE COM ERC IO EN EL FR ANQUISMO 229

C ie rta mente. la mediatizació n e intervenc ió n de la Cámara por la Adm inistrac ió n se re-


ali za con total descaro. En este caso, se hace sobre todo a través de la fi g ura de l Gobernado r
C ivil. que utiliza la infraestructura camera! - según se deduce de sus afirmaciones- como
instrume nto po lítico propio. Pero ta l uti lización es as um ida si n ningún empacho por parte
de los propios plenarios, quie nes sitúan a la Cámara e n clara posición subo rd inada, sea en
te mas de tipo econó mico (en esa colaboración que he mos citado) sea incl uso en cuestiones
políticas (de la que el caso del Referéndum celebrado e n 1946 sería la mejor prueba).
E n relació n con la Organizació n S indical. aunq ue los datos hasta hoy disponibles son
muy escasos. creo que puede afirmarse que ta mbié n existe una posición sec undari ~1. Las or-
ga nizaciones sind icales prov inciales parecen nuís influ ye ntes q ue la Cámara en los planes
desarrollados e impulsados desde e l Gobierno Civil , como oc urre con e l famoso y poco co-
nocido «Plan de Ordenac ió n Econó mica y Social>> gestado allí.
Fue ra c ua l fue ra e l efecto desna turali zador y paralizante de estas políti cas e inte rfe ren-
c ias. e n especial las deri vadas de l o mnímodo poder ejerc ido por el Gobernador, no d isculpan
la desorgani zació n y e l abandono rei na ntes en la instituc ión camera !. La fa lta de reu niones
del Pl eno. e l inc umpli m ie nto ele ta reas como la e laborac ió n ele Memorias (ni una sola e nt re
1947 y 1958). la escasa asistenc ia a los Plenos. la fa lta e n defini tiva de una míni ma act ividad
corporativa ele cierta trascendenc ia. j unto a otras irregularidades que ahora ana l i zaremo~. ha-
cen im putable a los gestores de la Cámara una parle impo rtante de la responsabi lidad ele su
negativa si tuación. la cual no haría si no ahondar la brecha existente e ntre la inst itución y ~u
teórico electorado. Este verá a la Cámara como algo ajeno y dedicado especialmente a ta reas
rccaudauoras: la respuesta, como tendremos ocas ión ele comprobar. se conc retará e n e l fre-
c ue nte impago ele las c uotas. ind ic io relevante ele C'-;a separación que menc ionamos. Parecía,
por tanto. necesario dar un gol pe de ti mó n que a l menos log rara lo que no se había conse-
g uido en casi tres lu stros: la normal ización ele la actividad camera!.

EL CAMBIO DE RUMFlO: PRES IDENCIA DE JULIO I BÁi\EZ ( 1954- 1959)

Como decíamos. la Cámara entró en una situac ió n de interi nidad tras e l fa llec imiento
de l an terior Preside nte. José María Viñue la. Era necesario , por tanto. e 1 nombramie nto ele un
nuevo ma ndatario. designación q ue se retrasó más de lo debido a causa de que en ese m ismo
a ño se ce lebraron elecciones si ndica les, lo c ual, a l parecer, obstac ulizó los trámi tes q ue era
necesario llevar a cabo. El que una e lección ele este tipo tuviera tales efectos sobre la Cámara
se explica por la situación de de pendencia de la insti tució n ti·emc al Gobierno C ivil.
E l Presidente e n fun cio nes, Vicente Pérez Mo neo. explicaba q ue la co nvocatoria de l
Ple no no había podido realizarse «por no haber reci bido la correspondiente autorización gu-
be rnativa. por virtud de haberse interferido e n este plazo la celebrac ió n de las e lecciones
s indicales. que ha impedido una normal relación con e l Gobierno Civ i l» ~ 1 • Pero resul ta mús
s ig nificativa su alusió n al papel que iba a j ugar e l Gobe rnador en e l no mbramiento de nuevo
Preside nte. Comrav inic nclo cua lquier d isposición reg lame ntaria. el Ple no eligió una terna ele
c and idatos. que pasaría a ser examinada por e l Gobem aclor, al parecer para que éste d iera
s u plácet a uno de los nombres. Tal tipo de actuación no estaba previsto en ningún lado. ya
que la propia Cámara era autónoma e n e l nomb ramiento del nuevo Presidente. pero en esos
momentos pareció necesario q ue e l Gobernador diera su visto bue no a tal nombramiento .

~1 Actas. sesicín ex traordinaria, 2 1-dicie mhre-1954.


230 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

E llo se deduce de lo afirmado en una carta enviada al Secre tario del Consejo Superior de
Cámaras, Antonio Valcárcel, por el de la entidad sal mantina: éste le comunicaba que e l go-
bernador se había puesto en contacto con la entidad para conocer cuál era e l siste ma de ele-
ción de l Pres idente. Se le había contestado que

<<la Cámara e ra autónoma en e l nombramiento; pero que como hasta a hora se le venía pro-
poniendo para obtener e l plácet, era lógico que la Mesa se reuniera para realizar un estudio
de los nombres más adecuados con e l objeto ele que e l Ple no que había ele ce lebrarse inelu-
d ib le me nte. determi nase con conocimiento de causa, sin perj ui cio de admitir e n di cha se-
sión plenaria todas las propuestas que se ofrecieran por los voca les pa ra la e lección, con
arreglo a lo que a tales e fectos establece e n sus artíc ulos 58 y óO e l Re g lamen to General>>12.

La contestació n del Consejo recordaba la preeminencia de la autonomía camera!:

<<Confidencialme nte permítome deci rl e q ue la Cámara es soberana para desig nar s u Presi-
dente. Punto . La Cámara designa Presidente y el Min isterio no hace nombramiento sino que
aprueba lo hecho por la Cámara y tramitado por medi ac i<Í n de l Consej o . Pu nto. Si e l futuro
preside nte no es Mie mbro de la Cámara prim..: ro huy q ue no mbrarle Mi e mbro. Un abra; o.
Yalcárcel »~ 3

A pesar de ello, e l Pleno elaboró una terna que re mitió a l Gobiemo C iv il y, posterior-
mente. le manifestó su agradecimiento , «toda vez que pudiendo haber impuesto un o o varios
no mbres. ha tenido la gentileza de facultar a este Pleno para la determinació n de la terna,
como manifestac ión de su agrado por la colaboración y lealtad prestada po r la Cámara Ofi-
cia l de Comerc io e Industria de Salamanca al Gobierno C i v il »~~ .
Todo e ste proceder. que no sabe mos si se dio en otras Cámaras~-' , abunda no sólo e n la
idea de irreg ularidad formal, propiciada por la suspensión de todo procedimie nto e lectoral
según las normas entonces v igentes, sino en algo más determinante, cual es la interve nció n
de los poderes locales en la elección de Presidente. El propio Consejo Superior hubo de re -
convenir, por boc a de su secretario, a la Cámara sal ma ntina por su proceder, sorprendiéndose
de que la Cúmara hubiera pedido parecer al Mini sterio de Comercio acerca de «los trámites
para la desig nación del nuevo Preside nte de la Cámara>>.
Tras recordar lo afirmado e n el telegrama e nviado e n noviembre de 1954, Valcárcel con-
tinuaba: «La Cámara tiene que designar al Presidente. La des ignac ió n ha de comunicarse a
la Secretaría General Técnica de Comercio por med iación del Consejo. remitie ndo una cer-
t ificación del acta ele la sesió n en que haya sido desig nado el Preside nte. Todo e llo debe
ven ir por dup licaclo para que quede antecedente e n el Archivo del Consejo>>. Manifestaba
también su preocupac ió n por el asu nto y pedía a l Secretario de la Cámara salmantina que le

42 La fec ha de l documento es err<Ínea (figura la de 15 de e nero de 1'J54 cuando debería ser 1955.

según se desprende de l registro de entrada en e l Consejo Supe ri or - 18 ele enero de 1955- y del pn>pio
contenido de la misma). Archivo Consejo Superior, Ref. 493.
~ 3 Telegrama de Valcárcel a la Cámara, 15-novicmbrc-1954. Archivo Co nsejo Superior. re f. 493.
~~ Los com¡XltKntes ele la terna fueron Juli o lbáñez Rodríguez, Andrés García Blanco y Angel Nuiio
Sánchez.
~ 5 En esta, como e n otras cuestiones, no tenemos elatos de lo sucedi do en otras Cámaras. pues en lns
trabajos que han aparec ido. no se hace referencia a los procedimientos de designac i<Ín de los pknarios y
los cargos ej ecuti vos.
LAS C.Á.MARAS DE COMERCIO F:-J EL FR ANQUISV10 23 1

dijera «todo Jo que considere conve ni ente que yo sepa >>16. La respuesta le fue dada inmedia-
tamente a través de la carta que he mos citado anteriorme nte·17 • Lo peor del caso es que no
e ra la primera vez. pues algunos años atrás, tamb ién el Consejo había mostrado su disgusto
por un hecho s imil<u-1 ~ .
Debieron ser las pugnas locales las que propiciaron que el Go bierno Civil de la provi n-
cia asumiera funci ones que no le competían. La voluntad ele someterse a su arbitrio puede
estar detrás de la elaboración de una terna de candidatos. que dej ara la decisió n en manos
de la suprema instancia provincial. ¿Quiénes eran los protagonistas de esta pugna resuelta
con la interve nció n g ubername ntal ? Por un lado, seg ún nuestros datos. e l Secretario de la
Cümara. que contaba con apoyos e n algunos ple narios. Por otro, un grupo q ue es el q ue a
la postre se confirmará como «vencedor>>, encahc.wdo por q uien será el nuevo Preside nte,
Julio lbáñez. Este último pretendía regulari zar la anómala situació n ele la Cá mara y a ta l fin
parece que encaminó su designació n.
Para anal izar estos extremos, contamos con dos valiosos documentos: uno es el resul ta-
do de una inspección en la Cámara, pedida por el Pres ide nte al Co nsejo Superior y reali/acla
por dos envi ados de l mismo ; e l otro recoge las contestaciones a un cuestionario elabo rado
por el Consejo Superior. que pretendía conocer de mane ra directa la situació n real de todas
las Cümaras. Ambos permite n constatar la anómala situación ele la e ntidad hasta ese mo men-
to. así como alg unas ele las reformas efectuadas.
La inspecci ón fue realizado por Diego Ochagavía. Secretario ele la Cámara de Log roño
y Luis Vivas Becerril. letrado del Co nsejo Superior. en una visita a la Cámara real izada en
mayo ele 1955, unos meses después de haber procedido el nuevo Presidente a suspende r en sus
funciones al Secretario. Tra~ esa in ~pecc ión, se procedió a redac ta r un informe ele la misma
En él se analiza en deta lle la situación ele la Cámara y la fa lta de c umpli mie nto de ele-
terminados precepto s reglamentarios. En primer lugar, un extre mo ya comprobado, el de la
ausencia ele re uniones plenarias. Además, se hacían constar las defic iencias e incumplimie n-
tos referidos a la gesti ón económica, como presentacio nes fue ra de plazo de Presupuestos y
Liquidaciones o la inexpl icable falta de contabilidad. Po r último. la ausenc ia ele Me moria
desde 1947 .
Los in fo rman tes opinaban que la si tuación ele la Cámara salman tina, podría ser. segura-
mente, similar a la existente e n o tras

«Esta ex perie nc ia - decía n- vie ne a reforza r nuestra tesis de q ue es necesario inspecc io na r a


muchas Cá maras, en las que no sabe mos lo q ue ocurre. pero acaso pueda sospecharse q ue
nada bue no e n muchas de c llas>,~ 9 .

.Jb Carta de Valcárcel a la Cámara. e ne ro de 1955. Arc hivo Consejo Superior. referencia 493.
47 Víd. nota 4 1.
4 ~ En carta rem itida a la Cámara e l 23 de enero de 1950 , mani festaba e l Sec retario del Consejo \ U

complacencia por la reanudación. en su ll" época, de la publicación del Boletín de la Cámara. y a conti-
nuación se decía: «Por cierto que en la sección .. VIDA DE LA CÁMA RA'" veo que se dice que fue reno-
vada lt'stal y que e l Gobernador Civil aprobó los nombramientos. Los nombramientos q ue yo recuerdo
fu eron hec hos de bidamente como ustedes sabe n con la aprobación de la Su bsec relaría de Economía Exte-
rior y Comercio, que es de quien depende n l<h Címaras para todos los efectos>>. Archi vo Consejo Supe rior,
referenc ia 493.
49 lnfimne de lmpeccirín, cit. En estos términos tan d uros se expresaban los dos inspectores envi ados

por e l Consejo. Desgraciadamente. tampoco ex iste en ninguna de las Hi stori as de Cámaras publicadas no-
tici as acerca de cuestiones si mi lares a las que comentarno,.
232 L. SANTii\GO DÍEZ Ci\NO

El otro in forme procedía de una enc uesta hecha por e l Consejo a las Cámaras sobre su
funcionamiento interno. encuesta que no conocemos en todos sus términos, aunque sí - a tra-
vés del mismo In forme- podemos deducir parte de su contenido. En cualquier caso, a través
de e lla se inte ntaba indagar la s ituació n real de cada institución camera! en cuanto a perso-
nal, actividades, func iones. proyectos, ...."0
En primer lugar. se mencionaban las d ificultades habidas en la realización del info rme.
debido a <das especia les ci rcunstancias porque atraviesa este Organismo con su Secretario
General. en situación de suspenso (sic) de empleo y sueldo. sometido a expediente. y con
carenc ia de un archivo debidamente ordenado que pudiera facil itar datos referidos a años
anteri ores»" . A pesar de ello, se contestaba al Comité sobre varios puntos .
En lo refere nte al régimen económico y adm inistrativo, se señalaba la n::gulmúac ión
efectuada: por un lado. el Pleno e ra informado de la marcha económ ica de la Cámara; por
otro, se habían normalizado los cobros y pagos de acuerdo a normas contables. intentando
paliar la anterior ausencia de una contabil idad adecuada.
En cuanto a la ce lebración de sesio nes plenarias y asiste ncia a las mismas, se celebraban
sesiones plenarias cada mes (en la segunda quincena), excepto en los meses de julio y agos-
to. con asiste ncia de más de las dos terceras partes de los plenarios y ten iendo al día tan to
los acuerdos como las firmas pe rtinentes. En lo referente a las comisiones, éstas se reunían
<< Ún icamente cuando algún problema a ellas referido lo exija. o tengan que emi tir in for-
mes»52 . Las vacantes producidas. además. habían sido c ubiertas.
E l tercer apartado estaba dedicado a come ntar la situación del personal y de los servi-
c ios ofrecidos por la Cámara. Se ofrecían datos sobre los funcionarios de la entidad. sus suel-
dos. sus cond ic io nes laborales y de seguros. Tambi én se re señaban los " servicios especiales
instaurados en esta Cámara», que eran los de Asesoría Jurídica, Cobro de Créd itos morosos

so l11/(mne que al Comité Permallelllc del Co11seju Superior de Cánwros de Comercio. l11dustria r
Nm·egaci!Ín de Espwia presotW /u Meso de esta Cúnturo de Contercio e lndustritt d e Salamanca. Arc hi\o
de l Consejo Supe rio r. El Cuestiona rio o encuesta fue rem itido pnr e l Com ité ci tado .:1 7 d.: JU lio de 1955.
En el caso sa lmantino. e l Ple no conoció e l Informe en sesión de 29 de septiembre de t95.'í . Vid. Actas. Ni
4u~ dec ir tiene 4uc un estudio sobre el conjunt o de las respues tas podría aportar inte resantes datns. aun4uc
es posible que e l g rado de -.inceri clad en muc has de las Cámaras no fuera simil ar a la de la sal ma ntina.
inme rsa e n e;.os mome ntos en todo un proceso de reestructuración. dentro de l cual resultaba más f(lcil me n-
c iona r la irregular situación anterior. Por supuesto que tampoco ele esto tenemos noticia e n ning una de las
Historias publicadas, aunque ya mencionamos e n otro apartado que q uizás correspondan a ella algunos da-
tos extraídos de la Histo ria ele la C;:íma ra ele Tarragona ( Vtd. supra ).
Una última cuest ión que nos sugiere esta encuesta es que su cercanía a la fecha de inspecc ión
real izada a Sa lamanca puede hacer presumi r que alguna influencia e n su gestació n tu vo dicha inspecc ión.
dado;, lns antecede ntes que he mos constatado. Para esta, como para otras muc has cuestiones. se hace ine -
lud ible volver a insistir e n la necesidad de rea lizar un estudio crítico y serio sobre el p<1pe l j ugado por e l
Consejo Superior de Cámaras.
51 lnfárme que al Comité Permanente.... cit. El Pres ide nte había suspendido de empleo y sue ldo al
Secretario y le había abierto expediente por presuntas neglige nc ias en e l de;.cmpeño de su misión. A e lh¡
contribuyó el resu ltado de la inspecc ió n efectuada con antenoridad. e n la que los in formante;. constataron
una negativa situación de la e ntidad, de la q ue rcsponsa biliLaron e n bue na medida al Secre tari o: adcm:ís.
cons idcraban que .; u no mbramiento no se ha bía ajustado a Jos proced imie ntos correctos; como vere mos
poste riormente. es te a rg umento fue desechado por sentenc ia de l Tribu nal Supremo, In que o bl igó a reponer
e n su puesto al cle;.tituido secretario y lo que motivó. tambi é n. la sal ida de l Ple no de l Pres idente lbárie;
Rodríg uez y la mayoría de los ple na rios.
52 lnfórme que al Comiré PemWII<'IIIe .. .. e ir.
LAS CÁMA RAS DE COMERC IO El\ EL FR ANQ C JSI\10

y Negociado de Transportes"J La Cámara estaba procediendo también, según se informaba,


a la rectificación del Censo y a formali zar un fiche ro de Sociedades54 .
La entidad contaba con cuatro delegaciones organizadas en la provincia, situadas en Al -
ba de Tormes. C iudad Rodrigo, Peñaranda de Bracamonte y Vitigudino. Di chas delegaciones
eran si mpleme nte honoríficas y se limitaban a servir de «enlace entre esta Cámara y los elec-
tores de su circunscripción. reparte n las Circulares redactadas por esta Cámara y solamente
se les abona esporé'ídicamente los gastos que ocasionen los servicios que de ella se intere-
san>>" .
El capítulo de actuaciones recogía respuesta a c inco preguntas. referidas, según nuestras
deducciones, a las relaciones con otros organi smos, con otras Cámaras y con el Consejo Su-
pe rior. a la edic ión de Memorias, de otras publicaciones y a enseñanzas impartidas . Estas
eran las contestaciones:

«a) Mante ne mos relaciones consta ntes y normales con Autoridades y Org anismos di ver-
sos.
b ) Correspo ndemos pun tualme nte a las peticiones d e informes so lic itados por e l Consejll
Superio r. por las Cáma ras herma nas, por los e lec to res de esta C á mara y por las E mpresas
particulares.
e) La Memoria anua l dej ó ele p ubli carse e l aíio 1947. En e l aíio 1954 se publicó un fo lleto
dedicado a la Universidad salmantina con motivo de la visita ele su Excele ncia e l Gene rJi í-
si mo . Hasta e l aíio 1954 se editaba un Bo letín trimestral.
d ) No se edit an [segurame nte se refiere a otro tipo de publicaciones aparte de la Memoria
y el Boletín].
e) Est;¡ C ám ara venía soste nie ndo un as clase s nocturn as, dad as e n sus locales y c uyas m a-
terias e ran: Mecan ografía, Francés, Nocio ne s de Cá lcu lo Mercantil y Ele men tos de Co nta-
bi li dad .
La escasís ima as istencia de a lum nos y la falta de locales adec uados hi c ie ron que estas fu e-
sen suspendidas por el actual Preside nte>> 5 ó.

Esta era la siwación al comenzar el mandato de Julio lbáñeL Como se puede compro-
bar. e l elenco de actividad no era ni mucho menos extenso . Prácticamente se podía decir que
la Cámara había de empezar de cero y en hacerla andar se va a consumir buena parte de este
mandato presidencial. La situación a nivel nacional y local parecía propicia a ello, pues es-
taba en franco retroceso la anterior po lítica intervencionista.
La nueva gesti ón se centrará en dos tipos de actuaciones. Por un lado, las dedicadas a
la propia organización interna de la entidad, en sus aspectos presup uestarios. de personal, de
servicios, de instalaciones, etc. Por otro, una serie de iniciati vas, la mayoría centradas e n e l

53 lnj(m ne que a l Comilé Pernwnenre... , cil. El servicio de Asesoría Jurídica pod ía ser utilizado por
cualquier e lector; e l de Cnhro de Créditos a Morosos se utilizaba a cambio de porcenq je del importe de
cada Crédito: e l Se rvic io de Transportes era utilizado por quien pagara una pequeña cuota.
5 ~ /11/imne <file al Comité Permane/1/ e.... cit. El fichero que debía recoger las sociedades existentes

no ex istía, segün afirmac ión del Informe de Inspección, qu ien c itaba este extre mo al hab lar de la rec·auda-
c ión de los recurso:-..
'' lnfinm(' que al Comilé Pentl.anenle... , cil. Por lo que se ve la labor de las De legaciones no e ra
nada re levante, lo que permite cuestio nar la re laci ón entre la enti dad y los electores q ue estuvieran fuera
de la capital de la pro vincia.
56 lnfá rme que o / Comilé Perman ente. . , cir. Para la cuestión de las c lases, véase Actas P leno 25 de
febrero 1955 .
234 L. Si\NTII\GO DÍEZ CA.'W

á mbito local capitalino: gestiones ante e l Ayuntamie nto, conc ursos ele e~ca para tes en las Fe -
rias ele Se ptie mb re. colaborac ión e n los festejos de estas mi smas fe ri as. protestas por la
competenc ia il íc ita ele c iertos c e ntros re lig iosos, tra mitac ió n de rec ursos por perjui c io s
:-,ufriclo s por los con fite ros, la me ntac iones po r las pocas fa c il idades dad as por los o rga -
nismos loca le s para la in :-,tal ación de industrias en la CapitaL frente a lo que sucedía e n
o tras provinc ias. ele .
Podemos refe rirnos asimi smo a otras in icativas me nores: una. la re uni ó n celebrada e n
e l mes de ma rzo ele 1956 entre impo rtadores y exporta dores para debatir la posible incorpo-
ración a la Cám ara Internaciona l de Comerc io, que fue fi nalme nte desechada. Otra, las ac-
tuaciones destinadas a impulsar e l turismo provinc ia l: una petició n a l Pa tronato Nacional de
T uri smo para incluir a Salama nca e n los itinerario:;; de l norte de España (re uni ón del 24 ele
j uni o ele 1955): o la e d ición, j unto a la Comisió n Provinc ial de Turi smo . ele un plano turís-
tico . En las sesiones ple narias tambi én se mani fiestan quejas por la excesiva ape rtura ele cen-
tros comerciales o por la compete nc ia ilícita ele coope rativas del campo u ó rdenes re ligiosas.
A l mi smo tie mpo, la Cámar:1 salmantina se ocupa ele evac uar alg unos informe s solic i-
tados po r e l Consejo S uperio r, c umplie ndo con sus deberes estatutarios y a provec hando para
clesli 1.ar en algú n caso opinio nes a nti-i ntervenc io nistas, aun co n tonos mesurados57
Da la sensac ió n. e n definitiva. ele que e n esta breve e tapa no hu bo oportunidad de de-
sarrollar una labor más a mplia, pe ro se observa una dinamización inc ipiente ele la acti vidad
c a mera!. Así, e n no vie mbre ele 1957 se plantea la posibilidad ele transformar la fJe ria de l
Ca mpo que se celebraba en septie mbre. e n Feria ele M uestras 5 x; se ll egó incluso a formar
una Comisió n e n uni ón de otras Corporac iones para sacar ade lante e l pro yecto'"- A pesar de
que no llegó a cuaja r la idea, probablemente por las propias c ircu nsta ncias vividas r o r la
e ntidad a fi nales ele 1958. nos parece significativa por ser an tecede nte de una po rste rior ac -
tividad camera ! que tendría muc ho é xito. En la m isma líne a parece situarse una propuesta
ele ampliació n ele los servic ios que prestaba la Cámara<>0
La labor desempeñada por este Pleno fin aliza a fi na les ele 1958, c uando d imite e l Pre-
sidente y la mayoría ele los plenarios, tras verse o blig ada la Cámara por se nte ncia j udic ia l
de l Tri bunal S upremo a reponer e n s u pu esto a l Secre tario, destituido del m is mo e n los
prime ros meses de 1955; la inco mpatibilidad e ntre éste y aq uéllos ex pl ica esta dimi sió n co-
lecti var'1.

57 Por ej emp lo. en un informe en e l que se ped ía <da li be rtad a bso luta de todos los manufacturados

textiles>> (Actas Ple no. 27-junio- 1957). Otro:, info rme:, se r·~fería n al estado de la ag ric ultura. industria. co-
rnercio, tra nsportes y c réditos (Actas Ple no. 26-febre ro- 1957 ); a un .:studio realizado <<por el Pres ide nte >>
sobre la ven ta a platos (Actas P leno. 30-d ic ie m bre- 1Y57): o a las Coopcrati va;, La bo ra les. m a ni res tando su
op iniún desfa vorable (Actas Pleno. 28-a bril- 1958).
5 x Actas Ple no. :n-noviembre- ! 95 7. La propuesta la realizó Sebastiün lñigo Mad ra. q uien solic itó la

co laboración de la Diputación. de la L[Ue formaba parte el Presidente de la C ámara.


59 Actas P le no. 30-dic ie mbre- 1957 y 30 -e nero- 1958.

"'l Actas Ple no. 28-febrcro-l Y58. Se pensaba utiliLar para ello los locales que tenia arrendados la e n-

tidad . Ade más. según quie n fue ra preside nte de la e nti dad. e xistió asi mis mo e l pro pósito de a mpliar la sede
de la C:ímara con la co mpra de a lguno de los ed ifici os a nej os. S u marcha de la e ntidad frustró esos pro-
pósitos. Víd. entrevista personal con don J ulio lbát1ez l{odríguet .. recogi da e n e l A pé nd ice.
<>l Actas Ple no, ses iones extraordi narias , 20-octubre- l 958 y 10-no vie mb re- 1958. Esta c uesti ó n. a pa-
rente me nte me nor, tiene un trasfondo que va m:is allá de las me ras incompatibilidades personales . para e n-
trar de lleno e n las defi c iencias organi zati vas de la In stituc ió n. Una resolució n mini sterial de 15 de octubre
de l Y58 obligaba a la re posició n de l Secreta ri o destituido ( Víd. supra, nota 55), tras una sentencia e n fa vor
L AS C.\M i\ RAS DE CO M ERC IO L N EL J· R AN (J li !S~10 235

En la úl ti ma sesión celebrada bajo la Presidencia ele Julio Ibáñez, éste diri gió unas pa-
labras al Pl em{'". que querían ser una especie de resumen o balance ele la actividad desple-
gada durante su mandato, orientada, como hemos visto. a la reorgan ización de la Cámara e n
sus aspectos económicos y organizativos fun dame ntal me nte .
Desde esa perspecti va, a te nor de las fuentes di sponibles, parece que el obje ti vo se c um-
plió en una bue na medida. La pregunta a hacerse seguidame nte es s i aparte de eso existía
alg ún otro proyecto acerca de la reorientación ele la entidad hacia la representació n ele los
intereses ele comerci antes e industriales. Hemos apun tado alg ún indicio de q ue, a nuestro
entender. así era. Julio lbáñcz estaba convencido de que las Cáma ras estaban para o ti-cccr
«algo útil ». q ue él concretaba en labores de asesoramiento y servic io, pero los recu rso ~ in-
sufic ie ntes impidiero n poner en marcha tocios los que hubie ran sido deseables 61 . Lo intere-
sante de esta propuesta es comprobar la idea de especialización ya como eje de la acti viclacl
camera!. Obviame nte, en esta orie ntac ión, no se hacía mención ele las clific ultaclcs orgánicas
de la propia institució n, ni se apuntaba la care ncia de representativiclacl, c uestiones ambas
q ue gravitaban pesadamente sobre la valo rac ió n y e t'icae ia de la Cámara.
Por e llo. aunque el periodo que hemos desc rit o fuera cie rtame nte pos itivo en c uanto a
todo lo que signi fica la reorganización e fectiva ele la e ntidad, pendiente prácticame nte desde
e l fi nal de la gue rra, su mi smo desarrollo po ne ele mani fiesto los límites que la estruc tu ra
orgán ica came ra! ponía a su actividad , sea por la escasez ele recursos para acome ter grandes
e mpresas (como afirmaba el Preside nte) sea tam bié n. y sobre todo, porque ~ u mi sma estruc-
tura constreñía e n todos los á mbitos la func io nalidad ele los e ntes cameralcs. Vamos a tener
oportunidad de comprobar todo esto prec isamen te e n e l sig uie nte periodo.

' u yo em itida por el Tribunal Su pre mo. En un apartado que estudi a la jurisprudencia re lativa a las Cá ma ras
e n e l periodo l'i-+O- t'i5'). e l profesor S:ínchez B lanco hacía una referencia a csla resoluc ió n (op. cit.. pp.
17 J -1¡. que. según él. dej aba en ma l lugar a la C áma ra. al rc<.'ha7.ar sus arg umema..: iones. Este revés re ve-
laría. e n su npini.ín. la negativa y ge nera lizada si tuac ión negati' a de la lnstiJució n e n ;,u con juntn. Una ve~
visto e l proceso más de cerca. nueslra opinión co inc ide e n a lg ún punto con ese j u i<.'io. au nque por razones
bastante dife re ntes. La sentenc ia de l T ri bunal Supre mo q ue orig ina tod a esta situación hacía menc ión a una
pc rsPna conc reta y a una cuestión muy co nc reta. como e ra la re fe rid a a si había ex i,tido o no un ' icio de
nu li dad e n e l nombrami e nto de quien fue ra Secretari o de la Cámara . Sin em bargo. esta se ntenci a, que e n-
tra ba tan sólo en c uestiones jurisprude ncia lcs relacionadas con ese asunto. no te nía por qué recoger otros
as pectos mucho tn:í;, importam cs. q ue const itu ían el trasfondo principa l de la destitución del Secre tario y
que se rc laci(lnaba n e n un e xped ie nte sobre s u actuac ión: d ichas c uestiones estaba n íniimame nte relac iona-
das con la irregu lar si tuación de la C ümara (y de sus ó rgano)s de Gobierno principalme nte) e n toda la etapa
ante rior. que ya hemos analizado: a e lla debía de haber respond ido el Consejo Supe rior y el propio Minis-
terio de Comerc io. quie nes. tras reali zar una inspecció n e n la C áma ra, conocían sus anomalías. En este
se ntido. la acció n de la «S uperioridad » es re almente de indife re nc ia abso luta. tanto e n el periodo a nterior.
como tras e l infnrme de in specc ió n (so lici tado, no se o h ·io.le. por la e ntid ad salmantina ). co mo e n e l mo -
mento finaL e n el que no e ntra a considerar el fondo de l asu nlo. A m i e ntender, este tipo de actitud es una
buena muestra de l e;,caso interés que el Cnnsejo y subrc todo e l Ministerio, man ifestaban por los probkrnas
cx isJc nJcs e n entidades camera les locales. La fil osofía utili ta risJa q ue te nía la Admini stra c ión ha\: ia las Cá-
maras. sobre todo las peq ue ñas, se hace pate nte e n e l deseo de e,·ita r cua lq ui er si tua c ión com prome Jida.
Los amplios poderes que irregular me nte había asumido el Consejo y la Adm inistrac ión en su conjunto no
se ut ilizan en c uest iones consideradas como ,,menores >>, y<r que otras o rie ntac iones los presiden.
h~ A ctas Pleno 10-noviembre- 1958 . El Presidente qu iso que con staran <direral nlente>>.
61 Víd. entrev ista pe rsonal co n Juli P lb(tiicz (A pé ndice ).
236 L. SANTIAGO DÍEZ CAN O

L AS PRESIDENCIAS DE ÁNGEL NUÑO Y ZENÓN J IMÉN F:Z- RI DR UEJO ( 1959- 1975):


l-1 /\CI/\ L /\ NORMALIZACIÓN DEFINITIVA

El siguicnlc Pleno queda constitu ido e l 20 de marzo de 1959. con la asistencia de di -


versas autoridades: el subjefe provincial de l Movi1 iento, e l Delegado Provinc ial ele Trabajo,
el Delegado Prov incial de Sindicatos, un diputado provincial en re presen tación ele la Dipu-
tac ió n. un concejal e n representación del Ay untamiento. el Ingenie ro Jefe ele la Delegación
ele Industria (que era vocal cooperador nato del Pleno ele la Cámara). una representación de
la Delegac ión de Hac ienda y otro ele la Fiscalía ele Tasas61 • En é l se da cuenta de la ratifi -
cación por parte ele la Secretaría General Técnica del Ministerio ele Comercio ele un supuesto
ac uerdo de la Címara para efectuar los nombrami e ntos. Decimos supuesto porque no consta
e n las Actas y más bien parece haberse gestionado a título particul ar, lo que nos da idea de
la irregular forma de actuar ele las Cámaras en estos años. Por supuesto, los nuevos plenarios
no fueron eleg idos sino simple y llanamente desig nados, atendiendo, eso sí, a una distribu-
c ió n según gru pos y categorías, de ac uerdo a las líneas reglamentarias. El Presidente explicó
asim ismo la razón de su designac ió n, al ser é l uno de los cuatro vocales (exceptuados los
cooperadores) que pe rmanecía del anterior Ple no (los otros eran Amalio Gombau Guerra.
Rcgino Coca y Teodoro Jimé nez)l'5. además de haber sido propuesto con anterioridad para
la Presidenc ia y tener una antigüedad notable como plenario; te niendo e n cuenta esos con-
d icionantes. Nuño afi nnaba que se le «designó con la obligación ineludible de reorganizar
la Corporación>>, obligación que él había ace ptado al entender que «un Organo Provinc ia l,
siq uiera sea paraestatal o compleme ntario ele los órganos del Estado, necesitaba salir urgen-
temen te del punto mueno e n que se le había colocaclo>> 66 : sin e mbargo, cumpl ida esa func ión
inicial, entendía que debía poner e l cargo a disposición de los plenarios. Estos por aclama-
c ión, le confirmaron e n su cargo, tras una interven ·ión del plenario Eduardo Fcrrán Estcvc.
quien alabó los merecemientos de l Presidente y también la conclusión con éxito del encargo
<<que se le hizo por la Superioridad>> 67 . Relevantes son también las manifestaciones del Pre-
sidente:

<<Hace [el Presidente 1 un análisis de las relaciones que la Cámara ha de mantener con el Go-
bierno Civil y con los Departamentos Provinciales de los Ministerios de Gobernación. Co-
mercio. Industria, Hac ienda, Obras Públicas. Trabajo. etc .. etc .. incluyendo natural mente
(sic) la Diputación y el Ayuntamiento. A todos ellos. dice, podemos servirles con nuestros
informes y con nuestra colaboración ele manera que nuestros trabajos puedan producir uni-
ficación ele criterios entre el Poder Central y los sectores ele las actividades públicas que nos
competen>> 6 x.

r,~ Acta-; Pleno, sesión extraordinaria, 21-febrero-1959. El Presidente estimaba que ello era muestra
de la «atención que dispensan a la Cámara Oficial de Comercio».
6 ·' El primero se había negado a presentar la dimisión, al igual que Nuño; los otros dos no asistieron

a la reun ión en que d Pleno di mitió en bloque.


66 Actas Pleno, se:,ión extraordinaria, 21 de febre ro de 1959. No parece Nwio preocupado por la fal ta

de representati vidad de la institución. a tenor de estas cleclaruciones.


67 fbidc111. Repárcse en la uti lización del térmi no «Superioridad». que confirma el extremo anterior-

mente apuntado acerca de la posición subordinada de la entidad camera!.


6 x f/Jidem. A continuación el Presidente se refirió a las facul tudes. derechos y deberes de las Cámaras

de Comercio.
LAS CAM AI{r\S DE COM ERCIO EN EL FRt\NQU IS\10 237

Queda así patente la concepción excl usiva de la C ümara como órgano al servicio de la
Administración y no de los in te reses, generales o partic ulares, de ind ustriales y come rcian-
tes. No podemos sa ber hasta qué punto la voluntad de ha lagar a todos los re presentantes de
organismos g ubername ntales pre sentes e n este ac to. pesaba en e ste tipo de dec laracion e~.
pero en cua lq uier caso son una mue~tra evidente de que se comprendía lo que se esperaba
de la insti tución. La sumisión de la Cámara fren te a la Administración evidencia el recono-
c imiento de su papel instrumenta l, fuera a un nivel nac ional o local, apareciendo bajo la
intluencia de dos instancias: la del propio Consejo Superior, que marca ciertas directrices e n
la actuación y se encarga de recabar información para ser uti lizada por e l Mini sterio y la de l
poder provincial, que tambié n la utiliza para sus propios fines.
No obstante. e n e l transc urso de la década sig uie nte . la Cámara va a te ne r oca sió n ele
prestar su colaboración a proyectos locales que van a intentar potenciar e l desarrollo econó-
mico. dentro de los parámetros que ya hemos estudiado. Sólo así era posible actuar e n be-
neficio de los intereses mercantiles e industriales
Aunque e n el plano inte mo la acti vidad est<'Í condicionada, a nuestro entender, por la
pasada experiencia, asi stimos. desde este momento, a lo que podemos llamar una regulari -
t ación cada vez más efectiva de la act iv idad camera !. Son signos evidentes de ello la publi -
cación periódica de Memorias y Boletín. que se inicia a partir ele ahora, así como la
información al Pleno de la situac ión económica o la propia celebración de Ple nos y Comi -
siones. mucho más ajustada a lo que marcaban las disposiciones estatutarias. Es una reg ula-
ri zación tan sólo formal , que si mplemente va a continuar la línea iniciada en la etapa
anterio r. y que no permite a la Cúmara, dado que las limitacio nes estructurales persistían ,
eje rce r una fu nc ió n representati va eficaz.
La presidencia ele Angel Nuño se alarga duran te dos años. aprox imadamente. E n ese
tiempo. se empiezan a pone r e n marcha una serie de actividades de inte rés, que culminarían
más tarde, bajo el mandato de Zenón Jiménez Ridruejo. En las primeras ses iones plenarias
se detecta cie rta dosis de febri l actividad, visible e n e l número d e asistentes y en la labor
que al parecer desple gaban ciertas comisiones. Los informes y los proyectos se suceden, co-
mo si se quisiera justificar con e llo la efi cacia de la institución. El Preside nte . reme morando
su anterior é poca de vicepresidente. llamaba nuevame nte espera n7.ad o a la colaboraci(m de
todos los ple narios"9 . Pero e n definiti va , sobre la ba se de lo realizado e n la etapa precedente ,
se puede asentar un a actividad de la Cúmara, que 1?S la que somete mos a análi sis.
Podríamos di sti nguir varios tipos de aeti v idad,~s: por una parte , la actividad delegada y
de representac ión. es deci r. todas aquellas funcione s q ue respondían a encargos ele otras e n-
tidades, normalmente del Consejo Superior; de otra, la desplegada e n los organismos e n que
inte rvino alg ún representan te de la Cám ara: e n tercer lugar, las inic iativas propias.

Funciones de delegación o información


La Cámara contaba con representantes en dete rminados organ ismos, en unos, a través
del Presidente. como ante el G obie rno Civil , Consejo Provi nc ial de Urbani smo, Arquitectura
y Vivienda, C omisió n Provincial de Se rvici os Téc nicos y Junta Provi ncial de Turismo; e n

6 " Actas Pleno, 29-mayo- 1959. El Presidente pedía a los pl ena rios que se sacrificaran con su trabajo

en beneficio de la Cámara. Recordemos que con anterioridad. siendo Vicepreside nte. pidió el comprom iso
pe rsorwl de todos y c:rda uno de los plenarios, con resultados, a la postre. más que insatisfactorins.
238 L. SA NTIAGO DÍEZ Cr\ NO

otros, a través de un plenario, como la Junta Provincial de Coordinación del Transporte, Ju n-


ta Provincial de Detasas, Junta Provincial de Contrabando y Defraudac ión, Trib unal Provin-
cial de Valoración del Impuesto sobre el Gasto. No es fácil recabar información sobre la
actuación efectiva en todos estos o rganismos y poder, así, valorarla70 .
Por otro lado, la Cámara se sumó a las iniciati vas que intentaban promover el desarro llo
provi ncial. Así. tenemos constanc ia de su partici pación, junto a la Organización Sindical
provinciaL en c iertos Consejos Económicos Sindicales, a título normalmente de asesor. Sa-
bernos que dos representantes de la Cámara, el Presidente y e l Secretario, part icipan como
asesores en la confección del Pro[{rama para el desarrollo econr5rnico de Salamanca. e labo-
rado por el Consejo Económico Sindical Provinc ial en 1965. En alg unas otras ocas iones, las
Actas rc11cjan peticiones del Consejo Económico Sindical Provincial o del Consejo Sindica l
lnterpro vincial del Oeste relativas a asesoría o a información . Asimi smo, conocernos la apor-
tació n de la Cámara a organi smos de estudio y planificación, como e l Institu to de Orie nta-
c ión y Asistencia Técnica del Oeste (IOATO), creado para serv ir de base técnica a los
proyectos de transformación económica de la prov incia. La Cámara subvenía a su manteni -
rnícnto, como consra en los Presupuestos a partir de 1964.
La Cámara contó también con representantes en la Diputació n y el Ay untamiento. re-
presentantes del tercio de Entidades Económicas. C ulturales y Profesio nales.
Todo esto plantea, en primer lugar, el problema de valorar la influencia de la Cámara
e n los diferentes organi smos en que tu vo representación. E n los sindicales, parece que s u
escaso número sería incapaz de impo nerse a la mayorita1i a p resencia si ndical. En Ayunta-
mie ntos y Dí putaciones, los representantes de las entidades económicas. culturales y profe-
siona les eran designados de entre una lista que estas entidades proponían. y en cualq uícr
caso, su número no podía exceder de un máximo previsto en la ley. En definitiva, la posición
en todos estos organi smos de tipo local o provincial parece ser de clara inferioridad fre nte
a otros sectores. Su labor en los organismos locales o provinciales conectados con los inte-
reses económicos se reduce a labores de asesoramiento , sea en los Consejos Si ndicales, sea
e n los organi smos del Gobierno Civil en que pudiera estar rep resentada.
En segundo lugar, hay que adven ir que con el procedimiento e lectoral suspendido. la
representatívídacl atribuida a los gestores de la Entidad hay que situarla en s us justos límites.
que son los referidos a la representación de un grupo que se reproduce endog:ímícame nte.
Por último. cabría hacerse una interrogación acerca de la eficacia global de todos estos
organismos, pero principalmente de los conectados con la promoción del desarrollo.
Al hablar de cómo había afectado a la provincia el crecimiento vivído en el país durante
los años 60 y prime ros años ele los 70. ya tuv imos ocasión de aprec iar su marginal posi -
c ión en dic ho proceso y tambié n e l fracaso de la ap ue sta índustrí alízaclora rea lizada des-
de los pode res locales. Las sucesivas propuestas de los Consejos Económicos Sind icales,
voceros de los intereses económicos provinciales, se vieron abocadas a un fracaso recono-
cido por los mismos Consejos, que terminaron por apreciar cómo la apuesta de industriali-
zac ión que trasladaron a los poderes centrales una y otra vez quedaba convertida en agua de
borrajas.

70 M emorias, 195H- 1974. No nnalme lllc. se a ludía a que <dos vocales represema ntes de esta Corpo-

rac ió n asistieron a todas las sesiones, realizando efi caz labo r en la de fensa de los intereses generales de la
lndw.tria y e l Comercio>>. Es muy posible que esta lacón ica genera lización esconda en realidad un a falta
de resultados efectivos.
I. AS C A:V1A RAS DE C0 .\1 1-J <C IO E\ EL I'R N-JQ L'ISMO 239

Más positi va parece haber sido la trayectoria seg uida en e l sector de servicios y espe-
c ialmen te en e l relativo al turismo. Ahí sí tuvo mayor incidencia la I:Jbor de la Cámara, ex-
presada en al g unas ideas gene rales y en determinadas actuaciones concre tas. Veámoslas.

Los propuestas acerca del turismo prol'inciol


La posibilidad de convertir a Salamanca en un centro turístico con base en su riqueza
monumental y paisajística tenía, en la labor de la C ámara, an ti guos antecedentes. Especial -
me nte bajo la pres ide ncia de Andrés Pérez-Cardenal, e n la segunda década del sig lo, la Cá-
mara había sido pionera e n e l la nzamiento de inic ia tivas ded icadas a pote nciar los aspectos
turísticos, no sólo - corno decirnos- de la capital, sino tambi én de la provincia. El te ma de
la promoción turística no se dejará de lado en años sucesivos, aunque no será realmente has-
ta el periodo que estamos estudiando cuando cobre un renovado interés, e n relación directa
con los cambios económicos sufridos y las posibilidades que ya se entreve ían. Ya durante la
presidencia de Julio lbáñez, se formó una Comisión de Exposición , Propaganda y Turismo
y se participó e n el Patronato Provincial de Turismo. Las Actas de la prime ra refl ejan sola-
me nte cinco re uniones, dedicadas a te mas locales, como la pet ic ió n ele que se limpiaran de-
terminados monumentos. se inc re me ntara el núme ro ele g uías-inté rpretes o se impidie ra la
acción molesta hacia los turistas ele determinados mozalbetes 71•
Como se ve, no se trata de grandes propuestas. sino de peticiones puntuales para mejo-
rar los servicios locales. Realmente, la época no daba para mucho más y aún se estaba lejos
del «boom >> ele los años siguientes 72 •
Durante la década de los 60, los intentos por pote nciar el turismo se reproducen. e nla-
zando incluso con esos antecedentes q ue hemos comentado. En abril de 1960. la Cámara
convoca una Asamblea para tratar e l tema, a la qLll~ sólo ac udieron 15 pe rsonas, lo que mo-
tivó el lamento de la Presidencia por el desinterés de las empresas y de los representantes
del sector invitados. A pesar de ello. a propuesta de uno de los vocales de la Cámara, se
propugna la creació n de una llamada «Junta de Inic iati vas>>, cuyo obje tivo se ría el fome nto
del turismo 7 '. La Junta se co nstituyó a l mes sig uie nte, ya con más nutrida pre sen c i ~¡7" , y se
logró te ner una representación en los o rganismos provinciales encargados ele esta tarea.

7 1 Actas Comisión E xposició n. Propaganda y T urismo. de ó-mJyo- 1955 . 2-dic ie mbre- 1955, 25-j u-

nio- 1956. 12-abril - 195 7. 12-agosto- 195 7.


7 c Esa es la opinión. que compartimos. de quie n fue ra Pres idente, Ju lio Ibáña . Víd. c ntn: vista e n

A p.?nd ice.
71 Actas Junta Iniciativas. 20-abril- 19 60. Presidían Angel Nuño. José María S:lgard ía y D. Antonio
A li as. q uie n realizaba estud ios so bre la industrialización de la LOna de l Due ro para la O rganización S ind i-
ca l. El no mbre es idé mico al de un organismo surgido en h )S a ños 20. que ed itó un fo lle to bajo e l título de
1 1111/ll de lniciatil'as. Turismo r Vías de Comunicacián. Sa la manca , 1928. Este folle lo, sin paginar. contenía
in formación turística de mon ume ntos. comun icaciones, pos ibl es rutas. etc.; d ic ho orga nismo estaba in te -
g rado por José Leó n y \1uñ iz. como presidente. José L uis Ma rtín, Andrés Pé rez Cardenal. Manue l Gonzá-
lez Calzada. como vocales, y Víctor de No, como secre tari o.
74 Acws Junta de In ic iativas . La Ju ma estu vo formada en su may,Jria po r ple narios de la Cá ma ra
(A lva ro La mua. Jestís Rodríguez Muñ iz. Ge nn;ín Este ba n, P rim itivo Gay. José Ba rrueco. José Cardoso.
Tom üs Martín . Ju li á n Mo neo. Manue l Ga rcía Ru bio. Anto nio Lurueña, José Núiict. La rraz. Anton io Ma r-
cos. Eugenio Ll ore nte . Manuel Viñue la, C lemente Sánc hez, Juan A. Recio. José Manuel Lav ín y Gc na ro
de No ) a los q ue se unie ron un re presentante de la Unive rsidad, otro de la Con federaci ó n Nac io na l de Sin-
di c~u os . dos de la prensa esc rita. uno de la rad iofóni ca y e l Presidente de l Celllro de Estudios Salnwntinos.
--------------------------------------------------------------------------------

240 L . SANTI AGO DÍEZ CANO

Podríamos disting uir, en la labor camera], dos tipos de actuaciones: una, la más amplia.
dedicada a proponer iniciativas a los organismos de los que dependía la política turíst ica e n
general; otra, mucho más modesta, centrada en las aportaciones concretas efecllladas po r la
Cámara.
En el prime r caso se encuentra la Ponencia presentada a una reunión de Cámaras cele-
brada en Barcelona en Octubre de 1960 75 • En e lla, tras exponer la importanc ia que podría
tene r el desarrol lo turístico para toda la zona oeste de España, que estaba siendo olvidada
en los planes de fomento turístico, se hacía principalmente mención de las posibilidades que
ofrecía el turismo nortcamericano7ó y se establecían una serie ele conc lusiones. En e llas se
proponían una serie de medidas te ndentes a la intensificación y mejora general de los serv i-
c ios77. pero también otras refe ridas a cuestiones organi zativas, que son las que más nos in-
teresan: básicamente. la creación de un organismo centralizador ele la acci ón política en
materia turística en la zona oeste, en e l que debían tomar parte las Cámaras, así como tam-
bién la presencia de éstas en las Juntas Provinciales de Turi smo. a través de la creación de
Juntas ele Iniciativas Provinciales, «creadas o por crear>>; las Juntas ele Iniciati vas pondrían
sus estudios «a disposición ele las Juntas Provinciales de Turismo, al propio tiempo que se
les ofrezca toda cooperación económica posible, fomentando, por otra pm1c, las orientacio-
nes del Mini sterio y cooperando, previa autorización. con sus propios medios. a la consecu-
ción del objeti vo común»7x. Se pide. en consec uencia, participació n en los organismos
estatales ya creados, aun «reconociendo que las Juntas Provinciales ele Turismo, a iniciativa
de sus Ministerios, son órganos ofic iales que laboran eficazmente en e l problema objeto de
la presente Ponencia>> 79 • Pero late aqu í también una predisposición a aceptar una posició n
subordinada. Por lo que sabe mos, si la patticipaci ón e n la Junta provincial sí se logró. no
hay noticias de la consti tució n de un Centro coordinador con participac ión de las Cámaras.
En diciembre de 1962, en el Pleno se da cuenta de una intervención del Sec retario de
la Entidad ante el Director General de Promoción del Turismo, quien había solicitado la pre-
sencia de representantes de vmias Cámarasxo para tratar c uestiones referidas al fomelllo tu-
rístico. En ella, el Secretario info rmó ele las posibilidades turísticas de la pro vincia.

Actuó de Presi de nte. el de la Comisió n de Turismo de la Cámara. y co mo sec retario. el de la e ntidad. José
Sánchez López. Como se ve. la Cámara ele Come rcio y sus vocales o personas re lac ionadas con ellos co-
paban la Junta.
75 La ponenc ia fue recogida por e l Boletín de la Cámara: BCOCl. agosto-se pti e mbre ele 1960 : << Po-

ne ncia de la Cámara de Comercio ele Sa lama nca presentad a e n la Re unión de Cámara (sic) del Comerc io
(sic) q ue se ce lebra rá e n Barcelo na los d ías 17 y 18 de octu bre de l9ó0>> . El título que se le d io fue « El
tu rismo norteame ricano en re lac ió n con e l Oeste de España>>. El Ponente fue Ange l Nuño.
?h Esa idea ha bía s ido sugerida tras una visita realizada por e l Secretario de la Cámara (j unto a otros
secretarios de o tras e ntidades) a Estados Unidos. Sus resu ltados se di vulgaron med ia nte una pub licac ión
de l propio Sec reta rio. José Sánchez López: Vil(je de lnfó m w ciún Técnica a los Est!idos Unidos de A111érica.
Salamanca, Cámara Oficial de Come rc io e lndustria. l965.
77 BCOC!: < <Pone ncia ... cit». Dichas conclusiones iban desde las peticiones de fondos y protecc ión
para d ifundir la ri que7.a turística de la regió n. hasta c uestio nes relac io nadas con la me jora de servic ios. fue ra
e n hoteles, e n guías. e n persona l de hostele ría o incluso e n legislació n sobre a lgo tan concreto corno las
e nto nces frecue ntes casas de pupi los. de las que se pedía q ue hubiera e n ell as un <<míni mo de limpieza».
7 ~ <<Pone nc ia ... ci t>>. conclusión te rcera.
7Y << Po ne nc ia ... ci t», conclusión segunda.

xo E n concreto. a parte de la salma ntina. las de Cádiz. La Coruña. Huesca, León. Palma de Mallorca.
y Tarragona. Actas, sesión o rdina ria, 2 1-d icie mbre- 196 2.
LAS CA:VlARAS DE COMERCIO EN EL FR ANQUISMO 24 1

centradas, como ya he mos reiterado en su belleza monumental y e n la posibilidad de ofrecer


ru tas turísticas con cieno atractivo: la del toro de lidia, te resiana, de la Sie1Ta y de los Pan-
tanos. El Director General les pidió que comenzara n su act uac ión e n este sentido 81 •
Como respuesta a esa petición , la Cámara promovió la creación de un organ i ~mo que
ha desarrollado su labor hasta e l presente: e l Centro de In iciati vas Turísti cas (CIT), cuya
misión era la ejercer labores de divulgación de l po tencial turístico de la provincia8 c. La
presidenc ia del mi smo la ostentaría la Cámara, que además , tendría un vocalx3 . Conoce-
mos algunos de sus planes de actuación para los años 1966. 1967 ó 1968x~ . Su actividad se
centraba en labores de difusión y en promoción de ini c iativas para la mejora de los servicios
turísticos.
Estas propuestas, sin embargo no encontraron demasiado eco. Así. en el resumen del
programa para 1967, e l Centro se fijaba como objetivo el ele «Solicita r ele los o rganismos y
corporaciones locales y provinciales presten apoyo a l CIT, para que le sea posible real izar
sus programas pues hasta ahora no sola me nte no ha n contribuido con el Centro ele Iniciativas
y Turismo en e l aspecto económico85 • sino que en muchos casos ha n solicitado de é l sub-
venciones que no le es posible conceder. pues las aportaciones de sus socios colaboradores
no son suficie ntes para mante ner e l ritmo ele actividades que desarrolla, cada vez más im -
po rtantes, para segu ir ma nte niendo e l éxi to <.1 lcanzado>>86.
La Cámara contribuirá no sólo al mantenimiento del CIT, sino también a otras acti vida-
des propagandísticas, normalmente centradas e n la edic ión de folletos o cartelesx7 • que re-
sulta ser la actividad más visible de las realizadas por la Cámara e n este campo. Junto a e llo,
están las iniciati vas centradas en la capital, que también normalme nte pasan po r aponac iones
de la Cámara para ciertos eventos. como las Ferias de septiembre, los programas de «Festi -
vales de España>> o la il uminac ión ele monumento~ .

" 1 lhide111. Seg ún e l Informe del Secreta ri o, el Director destacó la belleza del edific io de la Cáma ra
y me ncionó la posibilidad de montar allí una O ficina de Turismo.
xc BCOCI. rnarfO 1963. En la re un ión part iciparon. ade más de los mie mbros de la Cámara, repre-
sentantes de l Ayuntam ie nto, e l delegado provincial del Mini sterio de Información y Turismo. Juli án Alva-
ret Vi ll ar y representantes de municipios ele la provincia. así como de industriales ele di stinlos g remios.
"' Actas Pleno, 2!1-octubre- 1963.
s~ BCOCI. Marzo 1966. julio-agosto 1967 y abril 196!\.
"' En la consti tución del Centro se preveía la existe ncia ele unos soc ios con carácter honorario ho-
norarios. «entidades o particulares que. acogiendo la fina li dad del Centro con simpatía. correspondan con
sus t.lonativos e n cantidad propia para concetkrlcs aq uel honor». BCOCI. mauo 1963.
Xl• BCOCI. j ulio-agnsto 1967. pp. 11 - 12. Observando los programas de l Cen tro se pul'dc comprobar
la re iterac ión en de termin adas propuestas. algunas de las ,;ualcs aü n hoy sigue n si n acometerse. comn e;.
e l caso t.le l propósito de crear un centro inve rnal deportivo e n la Sierra de Béj ar, e n torno a las c imas de
« El Cal vitero>>.
Junto a ello. ex isten otras iniciativas un tanto utópicas. como la creació n de un club náutico e n
Vi llagonzalo. por e jem plo . A través de las Actas (Vid. Actas Pleno. 22-junio- 1973 ) conocemos una última
iniciativa del C IT. cc n1rada e n la pet ición de una línea aérea e ntre Pa lma de Mallorca y Oporto. cnn escalas
e n Barce lona y Sa lama nca.
s7 Víd. Actas Ple no. 20 de marzo 1959 (edición de foll etos sobre la provi nc ia). Aclas J 1 de mayo de
1960 (informació n al P le no sobre ed ición de 50.000 ejempla res de g uías de la provincia), :l de mayo de
1962 (in versión de 30.000 pesetas para insta lar carteles propagandísti cos en carreteras y aduanas naciona-
les. carie les que según consta en BCOCI. ma rzo 1963. se habían editado unos 46. de ci nco metros de ancho
por dos de al tura).
242 L. SA:-.IT IAGO DÍEZ CANO

De esta forma. se intentaba paliar la falta de dinamismo observable en el sector y que


había sido ya objeto de crítica con a'1terioridadxx.

Acciones de lo Cámora en el seuor indusTrial


Al hablar de la situación económica general de la provincia, nos hacíamos eco de todas
las propuestas de sentido industrializador que, con base en determinados organismos provin-
ciales. salpican la década de los 60 y primeros años de los 70. Al mi smo tiempo. apreciába-
mos la falta de concreción práclica de estas propuestas, que. necesitadas de un apoyo
exterior para realizarse cfectivamcme, vieron cómo eran desplazadas en fav or de otras pol í-
ticas industrial izadoras que tenían como marco territorial provinc ias distintas a la salmanti-
na , e n concreto Va lladolid y Burgos.
Sabemos de la acti vidad desplegada por la Cámara burgalesa e n ese apartado conc re tox9 .
Aunque no jugó un papel ciertamente protagonista. sí parece haber prestado una intensa co-
laboración con notables resultados.
Muy diferente es la situac ión que se observa en Salamanca. Para empezar. hay que decir
que hasta la Dec laración de Zona de Prefe ren te Localización Industrial realizada en 1973,
no ex isten med idas legislativas que apoyen la consolidación de una actividad industtial e n
nuestra provincia. Por lo tanto, lo que tendremos que valorar es la actuación de la Cámara
en las propuestas concretas desplegadas en estos años. Y en ese sentido, es prec iso señalar
que la iniciativa no va a partir ele la propia Cámara. sino de otras instancias, como por ejem-
plo la Diputación, en cuyo seno se crea el Patronato de Promoción lndustJi al.
A é l ya hemo~ te nido ocasión de referirnos al comentar la situació n económica. En mar-
cado e n las directrices explicitadas en los Consejos Económicos Sindicales celebrados a fi-
nales de los 50 y primeros años 60, se constituyó en sesió n plenaria ele la Di putac ión de 16
de febrero de 1963. siendo aprobados sus Estatutos al mes sigu ienteY0 . Sus fin es eran los de
promover activ idades industriali zadoras y o frecer servicios gerenciales a las empresas que
manifestasen intenc ión de instalarse e n Salamanca9 1• Estos objeti vos entraban en concurre n-
c ia con lo que podía ser labo r ele la propia Cámara y es aquí donde se centra nuestro interés.
Si los proyectos pa11ían de los Consejos Económicos Sindicales o del propio Gobierno Civi l,
la gerencia y e l ofrecimiento de servicios se encomendaban a un Patronato creado en la Di -
putación, ¿,qué quedaba para la Cámara? Poca cosa: una mínima representación, a través del

x~ La c ríti ca había pa rtido del Consejo Económico Sind ica l Pro vinc ia l. a l lamentar <<l a fa lta de coo -
peración de 4uicne;, más d irectamente se ven favorec idos por la corrie nte lllrística>>. e;. decir. curne rci:.mtes
y hoste leros. Pc>l'.l'f'ectil'lls .... op. ci1 .. p. 133. Postc ri ormc nt~, se sa ludó la aparición de la ll amada «inici a ti va
privada» en e l fome nto de l turismo. ljUe e l Consejo c reía ver re tlejada e n e l C IT. Programa para 1'1 dcw -
rrol/o econ<Ím ico social de Salumm zca en los pníximos ci11co mios. op. cil. La labor de fomento de e-;te
organismo pa rece fue ra de toda duda. pero sería interesante saber realme nte c uá ntas personas y durante
c uánJo tiem po intervinieron e n su gestión. aparte de considerar que dadas s us li m itadas atribuc iones. ;,u
labor se reducía a l campo de lo propag::md ístico, fundamentalme nte. sie ndo me ros aux iliares de la po lítica
turística concreta. ce ntrada y d irig ida desde el Ministerio correspondie nte.
X•J Ortega. D. : Gil Pera lt a. E.: Castrillo, Luis: La Ctímara t!e Comercio e flldustria de 11urgtH, op.
cit .. pp. 361-399.
90 Excma. Diputac ión Provinc ial de Salamanca: Esta/U/os del P(/[ronato d e Promocirí11 f11dustriol.

Sa lamanca. 1963 .
91 1/Jit!em.
LAS CAMA RAS DE COMERC IO r.N EL FR ANQ UISMO 243

Presidente. quien fo rmaba parte de la Junta GenerJl y tambié n de la Comisión Ejec uti va 92 ;
y una colaboración económica para cubrir los gastos del Patronato.
Aparte de eso, poco más pode rnos decir ace rca de la labor desplegada en este campo
por la entidad camera! salmantina. En las Actas tie ne n retlejo quejas relati vas a la falta de
industrialización provincial, pero se remite el as unto a Comisiones formadas en otros luga-
res, como en la propia Diputación'". En algún caso, encontramos alguna mínima iniciati va,
como por ejemplo la ofet1a de cooperación técnica e inc luso algunas aportaciones económi -
cas para lograr la instalació n de una factoría de la empresa <<Fasa- Re nault» en la provincia'1.J.
Este breve resume n de actividad e n el plano industrializador pone de man i11 esto la es-
casa eficacia de la Cámara, que. sin e mbargo. se mostrará más activa en otros te rrenos, como
los relativos al sector servicios.

La labor Íilfómwdora de la Cámura


Nos hacemos eco en este apartado de una de las actividades más imp011antes de la en-
tidad y que en buena medida te nía como des ti nat.ario e l Consejo Superior, aunque tambié n
otros organi smos y hasta los simples particu lares. A pesar de q ue e l volume n de información
sobre múltiples y variados te mas, de bió ser importante, desgraciadamente no tenemos sino

'12 Los órganos de l Patronato era n la J unta General y la C om isión Ejec utiva. A4uella estaba pt·es idi da
po r e l Presidente de la Diputación. teniendo como Vicepres ide nte al Alcalde de la c iudad y contando como
vocales con un re presentante de la Uni ve rsidad, el Ingeniero Jefe de Ind ustrias, e l Di rector del IOATO. los
Ingeni eros je fes de las Secc iones Agronómica y de Minas. el Je fe del Servicio Prov incia l de Ganadería, los
Presidentes de las Cámaras de Salamanca y Béja r. el Dcleg:1do Provinc ial de Sindicatos y e l Delegado Pro-
vincial de l Ministerio d e la Vivie nda.
También podían estar en ella re presentantes de empresas de carácter naciona l o regional di recta-
me nte afectadas por el desarrrollo industrial, nombrados por e l Pres idente oíd a la Com isión Ejecutiva: asi-
mismo. habría tres vocales e legidos e ntre personas de re levan te personalidad industrial de la prov inc ia,
ta mbit'n (ksignados por la Presidencia oída la Co111 isil>n Ejecuti va: por últ imo , formarían parte de la Junta
tres d iputados pro\ inciales. dos de e llos representantes de l Grupo de e ntidades económicas y profesionales
de la capital y uno de l Grupo de Ayu ntamien tos de la provinc i3, designados tocios por la Corporac ión P ro-
vinc ia l. Uno de los vo caks d iputados e jercería las labores de Secretario. La Comisió n E jecuti va la com-
pondrían e l Pres ide nte. e l Vicepresidente. el Secretario, e l Ingeni ero Jefe de Ind ustria, e l d irecto r de l
lOA TO, los Pres identes de las Címaras de Béj ar y Sala ma nca y dos vocales nombrados por el Presi dente
ele entre los Patronato. uno de los c ua les debería ser diputado provincia l. Sorprende la escasa presenc ia de
re pre sentantes sindica les. sólo a través de l De legado Pro vincial y sin presencia en la Ejecutiva.
' 11 Actas Ple no. 29 de noviembre de 196:1 . A ella asistía pnr primt:ra ve; un plenario cooperador. e l
Preside nte del Colegio de Peritos Industriales, Di mas Lcdes ma, qu ie n informó sobre la ind ustria li zació n
provincial. Uno de los escasos p le narios asistentes (hubo 9 e n total. contando al Vicepresiden te. que pre-
sidía la re unió n y a l me nc ionado Ledes ma ). Teodoro .limé ne1 (dueño de una fábr ica de calzado). rnanife;;-
ta ha s u di sgusto por lo 4uc c' l llamaba <<res is te nc ia activa 4ue se manifiesta en la industrial intc ión. as í como
por la desagrad ab le s ituac ió n e n 4ue se encue ntran las principales industri as salmantinas. que bien se puede
dec ir están con stanteme nte sefial adas con e l dedo>•: no sabemos exactamellle a qué se refe ría Teodo ro J i-
ménu. quien ante la p ro puesta de l Seueta rio de fo rmar una Com isión que estud iara e l proble ma, afirmó
que e llo era inneccs:nio por existi r ya una fo rmada en la Dipuwción .:-n la que precisamcnt.: é l .:staba; pero
tam bié n volvió a añad ir ot ra frase enigm<ilica : « ... ex iste una fuerta oculta que se interfiere e n e l mejor
desarrollo de los planes trazados>> .
''.J Ac tas Pleno . ses iones de 18 de septiembre de 1973 y 30 de nov iembre de 1'}73 . En esta úl tima
ses ión tambi é n se trató de la pos ible ins talac ión de una factoría papelera en Te jares, a la que tam bié n se
dec idió prestar a poyo.
244 L. SA NTIAGO DÍEZ CANO

esca sas referencias documentales del mismo. No podemo s ofrecer, por tanto, ni cuantifica-
c iones precisas del volumen de información generado cada año ni no tic ias sobre todos y
c ada un o de los informes elaborados por la Cámara. En las Memorias sue le haber dos epí-
g rafes ded icados a estas cuestiones: uno que muestra la relac ión con el Consejo Superior, e n
e l que se c ita el número de circulares recibidas del mismo y se hace mención de alg uno de
los informes re mitidos al Con sejo por solic itud de éste; e l otro apartado lleva e l títul o de
« Informes>> y en él se consignan algunas informaciones transmitidas a Cámaras de Comercio
o e mpresas particul ares.
La relación de c irculares simplemente indica e l número95 , lo que impide conocer e n tod a
su extensión uno de los mecani smos usados por el Consejo para dirigir la po lítica came ra !.
Los informes enviados por la Cámara versaban sobre d istintas c uestio nes, que aparecen rc -
tlcjados en las diferentes Memorias, aunque las expresiones utilizadas a menudo hacen su-
poner una excesiva re iteración y al mismo tiempo, la ausencia de cuantificación impide n
conocer esta labor e n toda su exte nsión96 •

'' 1 Las ci rculmcs uel Consejo se re ferían no sólo a cuestiones ele tipo t'Conómico, con solic itud ue
informac iones, sino tambié n a temas ele política interna ele las Cámaras y a posi c iona mientos ante de termi -
nado' proble mas concretos. como ve re mos más adelante. Sería muy interesante que una investigac ión lle -
Yada a cabo en el Consejo o en de terminadas Cámaras que hubieran conservado toLla esta docu mentación
nos aclarara las directrices e manadas uel máximo ó rgano no sólo cooruinauo r, sino también ejec utivo den -
tro de la vida camera !. a lgo que todavía no conocemos bi en.
% Según las Memorias, estos serían los in formes e nviados: 195')-60: La Me moria repite lo expresado
e n la anterio r. li teralmente: « Esta Cá mara c umpl imentó las i nfo rmaciont~ s interesadas ele ! Consejo Superio r
ue C.ímaras, sobre si tuación económica, movime nto ele las J untJs de Tasas, sacrifico de reses en Matadero
Municipal, Agentes Comerciales, cale ndarios laborales, ho ra rios de tra bajo, e tc.» (Me mori as de 1958, p.
122 y ue 1959-60, p. 109). Da la sensación de que quien redactó la Memori a no encontró mejor med io ele
ev itarse trabajo que repetir lo mismo que el a ño anterior, incl uyendo esos genéricos e tc., etc., que si mple-
mente intentan dar idea de una «ampli a>> labor no refrendada por cifra a lguna. El exame n de las Actas pe r-
mite apreciar la ex istencia ue los sigu ientes informes: informe sobre Li cencia Fiscal (Actas. 29-abril- 1959),
Informe sobre Proy.:cto de Estatuto del Comerciante (25-j unio- 1959). A ellos se ;u1ade n las peticiones de
infDnnes quince na le' sobre la situac ión económ ica (Actas , 27-octubre- 1959). ya que el Consejo los esti-
maba más úti les que la' Memorias editadas por las Cámaras.
196 1-6 2: La Me mori a (p. 119) simplemente recuerda que la Cámara «Cum plime ntó puntualme nte
todas las informaciones interesadas del Consejo sobre las distintas cuestiones que le fue ron requeridas>>.
Por las Actas. sabemos algo más: se e laboró un In forme (del secretario ) sobre Comercio Exterior (Liirigiuo
a la Comisión nacio nal de Producti vidad Industrial) (12-enero-1961 ); se colabo ró a la reali zación del Atlas
Comercial editado por el Consejo con datos ele todas las Cáma ras.
1963-64: La Me mori a (pp. 102- 10 3) Liaba cuenta de los referidos a los siguientes te mas: Come rcio
exterior. zona ue seguridad Fiscal. procedimiento de aprem io, e lecciones e n las Cámaras. precios y merca-
Jos. e ncuestas sobre establecim iento' comerc iales, activiuaues de la Junta de Detasas. crisis ue trabajo. si -
wac ión económica . denominaciones ue origen, usos y prácticas me rcantiles, compe tenc ia ilícita. orde nación
de las e nseñanzas me rcanti les, seguri dad social, arrendamie ntos urbanos, reform a fi scal, transportes te n·es-
tres e interventores del Estado. usos general izados en pesos y meJ iLlas en la provincia. cuaderno T IR sobre
e lementos de transporte e n tránsi to ele fronte ras, cuestionario BTIC. Horario de come rcio. modificació n de
la Li cenc ia Fiscal de l lmpucsto lndustria l. me rcado de precios. Es probab le que toLlo ell os no fuemn diri -
gidos e n su totalidad al Consejo, sino ta mbién a otras entidades.
1965-66: La Memo ria es exces ivame nte genérica, rest'ña ndo que se e mitie ron info rmes <<a la Su-
perioridad a través de d ic ho órgano, muy especia lme nte e n asuntos re lac ionados con la economía ue nuestro
país y en el aspec to financ iero y de carácte r socia l>> (p. 107). Las Actas no son uesgraciauamente más ex-
plícitas.
1967-6 X: sucede lo mismo que e n e l a nterior bie nio.
LAS CÁMARAS DE C0:\1ERC IO L:\ EL FRA'JQUISMO 245

Otro tipo de info rmaciones remitidas por el Consejo a las Cámaras versaban sobre asun-
tos tan espinosos como las frustradas e lecciones para renovar los Plenos de las Cámaras. el
Presupuesto de la Organi zac ió n Sindical para 1 963 ~7 , alg una celebrac ió n también frustrada
de una Asamblea de Cámaras'1~ o la posición a adoptar ante determ inadas coyu nturas con-
flictivas en lo político.
A esta información se añade la consignada en las Memorias, cuya publicación se reanu-
da. inic iándose la serie con la referida a 1958. A partir de entonces. las siguientes tendrán
carácter bianual , pues así se amortizaban mejor los gastos y se facilitaba su elaboración. Po-
co a poco, la cantidad de informac ió n recogida en ellas se amplía y mejora. pues se puede
contar cada vez más con instrumentos estadísticos de organismos oficiales (delegac iones,
ministerios, etc. o privados - estimac iones de renta del Banco de Bi lbao, por ejemplo- ). La
utilidad de las Memorias no parece haber sido en exceso apreciada por el órgano rector de
todas las Cámaras, quien, a partir ele 1959, solicita informes quincenales sobre la coyuntura
económica por considerarl os más útiles que aquéllas. Dichos infom1es pasaron luego a ser
mensuales y eran recogidos en publicaciones del propio Consejo, que tenían carácter confi -
dencial al me nos hasta 1969. S in embargo, no parece que durante muc ho tiempo la Cámara
cu mpliera esc rupulosamente su cometido. pues hemos comprobado que entre 1962 y 1969,
sólo se consigna información sobre la situación económica en Salamanca en 4 ocasiones.
corTespondientes a enero, febrero y agosto de 1963 , y febrero de 1969; en alguna ocasión se
utiliza repetid;.¡mente una misma expresión para j ustificar la ausencia de daros: <<hasta el pre-
sente informe no se ha recibido noticia de variac ió n al guna en la situación económica de la
zona >> (enero, fe brero y marzo de 1967)'19 •
La realizac ió n de informes y Memorias corría a cargo de la Secretaría, según nuestros
datos 100, y muc hos de ellos serían mandados directame nte. sin pasar siquiera por el Pleno.
Cabe preguntarse e ntonces por su valor y veracidad. La colecti vidad representada teórica-

1969-70: la Memo1·ia (pp. 166- 167) sigue utilizando expresiones genéricas. ta nto refe ridas a los
informes al Com.ejn. CDmO a los elec tores. pero incluye. corno novedad, algunos consic.lerados relevantes
pnr referirse a la situación económica provinc ial. Taks son los re féridos al Indice de l coste ele la vida (pp.
167- 16X). an:í li,is de la renta industrial (pp. 16R- l 69 ). imp0rtac iones y exportaciones (p. 169). evoluci ó n
de la población act iva. referi da a 1969-70 y análisis más c.letallado de la población ocupac.la en ac.lcti vidades
industri ales y de comercio (p. 170 ), estudio del grado de utilización eJe la capacidad productiva de la in-
dust ri a. Por las Aclas (25- mayo- 1970 ). te nemos constancia de un informe e nviado al Gobierno Civ il sobre
la situación de l comercio. destinac.lo al Consejo Económ ico Si ndi cal.
197 1-72: La Memoria (pp. 12X y 135) ofrece únicamente datos globales, hac iendo mención de que
a l Consej o y Ministerio <<remi ti eron !oda c lase de informes, en su mayor parte re lat ivos a nwleria econó-
mica. fi nancie ra y de carácte r social>>. Las actas no recogen m:ís información .
1973- N: La Me moria (pp. 122- 123) está en la misma línea que la ante rior, au nque e n esta ocasión
consi gna alguno' informes referidos a la si tuación económica provincia l en los di versos sectores (pp. 128
y SS.).
•n Amhos recog idos en la sesión ele 15 de enero de 1963.
"~ Ac tas Ple no. 2R de enero eJe 1964: El Consejo informaba sobre la Asamblea de Cá rnaras . Al no
espt'cifil·a r. deduc imos que se trata de aquell a proyectada para un tiempo inmedialo e n la Asamblea de
1Y61 y que no llegó a celebrarse .
"" Consejo Superior de Cáma ras de Comerc io. lndu>tria y Navegac ión de Espar1 a. !nfi mnl' di' la si-
lullciún ccmllÍ111ica -española. Resumen de las lnfiJrn wciones de la s Cámarus.
IIKl En una ses ió n del Pleno algo posterior al periodo que estud ia mos (en conc reto. de 20 de ma rzo
de 19 7R). que vamos a utilizar en nuestra valoración g lobal. el Secreta rio de la e ntidad se limitaba a dec ir
que e n su labor de asesor se valía de « medios varios>> para dar solució n a los problemas planteados.
246 L. SANTIAGO DÍEZCANO

mente por la instituc ión no tomaba parte en la elaboraci ón de estos informes, por lo que
éstos. a lo sumo, podrían ser re presentativos de quie nes los elaboraban, a veces simpleme nte
e l Secretario. No existía un cuerpo técnico que g arantiza r<:~ la exactitud de los elatos ofertados
y la interpretación ri gurosa de los mismos y, en última instancia, se depe ndía de la perspi-
cac ia. honestidad y laboriosidad de una sola persona, lo cual no es mucho. En realidad. no
ex istían medios para poder crear un cuerpo de estas características que pudiera no sólo in-
formar, sino también asesorar a los propios electores en otras cuestiones.

Serl'icios pres!ados a los electores


La Cámara abrigaba la intención de poder contar con un cada vez mayor número ele
servicios que pudieran interesar a su electorado. Esto, que era una ele las ideas motrices en
su actividad de las Cámaras, no había ten ido de masiado éx ito en la etapa anterior. Arrastrado
por un c<UTusel de reorganizaciones nunca concluidas. e l Pleno no parece lograr consolidar
la situación de tales servic ios, a pesar de que alguno de ell os, como el de transportes. tuviera
a lgún éx ito.
La reo rgani zac ió n efectuada baj o la presidenc ia de Ju lio Ibáñcz no logró su culmi na-
c ión. como ya hemos visto. Los servicios heredvdos (de transportes, asesoría jurídica y cobro
de c réditos a morosos) siguieron func ionvndo en años sucesivos, aun cuando el últi mo citado
no parece haber tenido vida fácil , pues, a modo ele Guadiana, aparece y desaparece. En se-
sión de 28 de Febre ro ele 1962, el Pleno determinó montar dicho ser vicio en favor de los
e lectores de la Cámara, sin que haya noti cias de que previamente se hubiera d isuelto o aca-
bado su funci ón 10 1• Dado e l breve comentari o que las Memorias hace n acerca de su act ivi-
dad, es difícil emitir un juicio sobre su eficacia 1112 •
Resulta asimismo complicado valorar la efectividad de la asesoría jurídica. En las Me -
morias, encontrarnos algunas referenc ias a esta sección, pero siempre sin preci siones numé-
ricas. Normalmente, se afirma que «por este servicio fueron evacuadas numerosas consu ltas.
versando principalmente sobre ... >> y ahí seguía una relación ele temas lo sufic ientemente am-
pl ia y ex tensa como para que pudiera caber toclo 1" '.

101 Actas Pleno. 28-febrero-1962.


102 La primera referenci a aparece en la Memori a de 1963-64 (p. 104). en donde se afirma In sigui ente:
<<Continuó func ionando este 'ervic io que ha establecido la Cámara en favor de sus electores, atenuiénJose
numerosos expedientes con resultauos a ltame nte sat isfactorios», que es más o menos lo q ue se afirma en
la siguie nte Me mori a, la de 1965-66 (p. 108); a partir ele la referida a los años 1967-68 (p. 103). se intro-
duce un mati; que parece aminorar la e ficac ia del servicio: << Este servicio funciona e n la Cámara desde
hace años con resu ltados muy sati s factorios. presentándose bastall/es reclamaciones q ue fu eron ate nd idas»:
la Me moria de 1969-70 (p. 192) volvía a e levar ligeramente e l tono: <<Contin uó f uncionando este se rvic io
con resultados muy satisfactorios y de gran eficac ia para cuamos requi rieron d ichos servicios», q ue es la
fórmu la empleada en la sig uiente Memoria, la de 197 1-72 (p. 136); y en la de 1973-74 (p. 124). de nuevo
se matizaba a la baja: <<Cont inuó funci o nando con resu ltados muy sastisfactorios y bastallles rec l:un ac ioncs
de las presentadas fueron so lventadas» (subrayados nuestros). Como se ve, ni una sola cifra.
111 1 Me moria 1958. p . 124. A ll í se hablaba de <<Licencia Fiscal. Impuesto Industrial , Arrendamie ntos

Urbanos. Tablas de Salari os. Régi men de Coti zac ió n de Seguros Socia les y Mutualidades Laborales, Con-
tribución de Usos y Consumos, Arbitrios Munici pales, Arbitrios sobre la Riqueza Prov inci al, Legis lac ión
de Aduanas e n re lación con la Zona de Seguridad fisca l, Ley del Timbre, etc» La Me moria siguie nte, de
1959-60 (p. 110). bajo e l título de <<Asesorería» (sic) repetía !a fórm ula para ahorrarse traba jo. La de 196 1-
62 (p. 124) ve nía a decir prCtcti camente lo mismo; la correspondie nte a 1963-64 (p. 104) era menos exte nsa
LAS CÁ MARAS DE COMERC IO 1-.N F.L PRA NQUISMO 247

Hay en cambio cifras y datos basta nte prolijos e n relación a las otras secc iones, y en
co nc reto acerca de lo conseguid o por el << Servicio de Transport es>> de la Cámara. Ya hem os
vis to que había vuelto a fun cionar tras la guerra. Sabemos tambi én que su función consistía
e n gest ionar las rec lamac iones por exceso~ cobrados en portes y si milares. Las di stintas Me-
mo rias cuan tifican el número de reclamaciones atendidas y e l importe de las mismas.
Otro campo de cierta ac ti vidad es el relacionado con el comerc io exterior. La Cámara
actuaba como intermed iario entre los importadores/ex po rtado res y la Dirección Genera l de
Po i ítica Arancelaria. En las Memorias se suelen consignar tanto las re laciones de ambos gru-
pos co mo las de artículos co mprendidos en las tran saccion es, a menudo con su va lo r 10.¡ . Pero,
dejando a un lado las cifras de este comercio exterior 10 '. podemos interrogarnos tambié n
ace rca de la ex te nsió n de este se rvicio. teniendo en cuenta que no afectaba más que a una
mino ría (por destacada que fuese) de co merc iantes e indu striales . Si, además. comprobamos
q ue entre las fir mas expo rtado ras e importado ras y los componentes de la Cámara en suce-
sivos periodos ha y relaciones más que estrechas. podemos hablar de un servicio en buena
med ida endogám ico 10" del que, por tanto. no se beneficiaba una parte importante de los
electores.
En el capítu lo de enseñanzas mercantiles, el balance de la activ id ad no es demasiado
satisfac torio, limitá ndose a la celebració n de una serie de c ursillos o c ursos. Sin embargo,
a unque conoce mos las cant idades presupuestadas a tal fin y en algunas ocasiones el conte-
nido de los cu rsillos, no tenemos prácticamente ninguna noticia acerca de la asis te ncia a los
m ismos. Parece. no obstante, po r los datos disponibles, que se trat a, e n definitiva . de una
act iv idad menor, que en nada se parece a la desplegada por otras Cámaras de mayores re-
cursos, las c uales llegan, incl uso, como es el caso de la madrileña, a fo mentar relaciones con
la Universidad, e n un tipo de asociación valorado posi tiva me nte incluso en los estudi os más
c ríticos 107
Mayor interés tuvo la act ivi dad desplegada por la Cá mara e n cuan to a la promoción de
Ferias, acti vidad que merece ser anal izada con mayo r detalle.

y prec isa ba que e l «mayor núme ro Je co ns ul tas fue en materia de arre nuam icntos urbanos>>: asimis mo. pre-
c isaba qu e en m uc hos casos se ha bían emi tiuo informes escrit os; al go parecido suce de en la de 1965-66
(p. 108). en la de 1967-68 (pp. 103- 104). en la de 1969-70 (p. 193). 197 1-72 (p. 136).
10.¡ La Me mori a de 1963 -64 inc luye ade más datos lo mado;, de la Memori a De l Consejo Superior. e n

la qu e figuraban los lota lcs de las so li c i!Ude s de imporlaci ó n y exportac ión cursadas a lravés del mismo.
que s um a ban un número de 100 en e l caso sal mantino. Mc mori a 1963-63. pp. 11 4- 115.
105 Es1as llll dej an de 1cner su im portancia, pero ahora no es tamos examin and o e l vo lu men Je l co mer-

L·in ex lerior. sin o una activiclacl concrela, por lo que presc indimos ele eiias. Basta con apunta r la expan ;,iú n
;,ufrid a e ntre 1958. c uando apenas se Ilegaba a l cu a n o de mi ll ón ele pese las en transacciones y 1973. cuando
la;, c ifras s upera n los 200 m ill ones e n cualllo a la ex pon ac iún. Las importacione s te nían c ifras sensible-
men te inferi ores. Víd. Memo rias ele la Cámara, ca pítulos dedicados al Comercio ex te rior.
10" Víd. en las Memorias las relacio nes de firm as exportadoras e imporlador:.b. En ellas encon lram os

una relación que osc il a en torno a la c in cue ntena de nombres. tan to para ex portadores como para importa-
dores y en las que a parece n no mbre s conocidos po r nosolros co mo in teg rantes de los Pl eno;,: Nuñ o. Mon eo.
A lonso Marco;,. Mira!. Teodoro Jimé neL, Ferrá n Esleve. Tcodo ro Gon7ále7. A lvaro Herrera. Coca. Andrb,
Ve lasen Be ll id o ....
107 Vít!. a cslc res pecto la obra de Sá nche z Blanco y sus opini ones acerca del tema e n cuestión. ya
c i1adas co n a nlerio ridad . Por olra parle, la evo luc ión pos terior de la Cámara sa lmant ina confirma rá e:,ta
lín ea de ac!Uac iú n en é poca recie nte. aun que no e n la que nos ocupa.
248 L. SANTIAGO OÍEZ CANO

La ucrividud dedicada a la promoción comercial. Las Ferias


Como sabemos, la idea de realizar una importante Feri a de Muestras ya se había pro-
puesto en la etapa de la presidencia de Julio lbáñez. La promoción comercial mediante la
reali zación de Ferias y Exposiciones era una de las tareas encomendadas normativamente a
las Cámaras, que aparece en las relaciones de actividad de cualquier Cámara de Comercio.
En el caso salman tino. únicamente en los prime ros tiempos de vida de la Cámara, ésta había
part icipado en dichas actividadcs 10x, dejándose de lado después durante un largo periodo de
tiempo. Tras la guerra civi l, sólo la efectiva reorgan ización de la Entidad permitirá volver a
re plantear esta idea. El nuevo Pleno surg ido tras la dimi sión en 1958 de Ju lio lbáñez, se
muestra partidario de acometer la empresa, pero el proyecto debió dormir un tiempo el sueño
de los justos, pues tardará aún un año en volver a ser tenido en cue nta. En mayo de 1960.
se habla de patrocinada e n colaboración con el Ayuntami ento 109 y se empieza a recoger do-
cu mentación, al tiempo que se solicita la autorización del Mi ni sterio. Esta llegará un tie mpo
después, pero dada la premura de tiempo, se decide aplazar su realización para el siguie nte
a ño 110 • Las gestio nes continúan y es realme nte en Julio ele 1961 cuando la iniciativa feria l
se pone en marc ha 111 •
Los prime ros pasos fueron dados por el Presidente y Secretario, quienes mantuvieron
reuniones con e l Gobernador, lo cual evidencia una vez más el control práctico ele la auto-
ri dad g ubernati va sobre el trabaj o camcral 11 2• La realización y organización coJTió a cargo
de la Cámara, formándose comisiones en las que partic iparon di versos plenarios 11 1. Final -
mente, la Feria se cele bró en e l mes de septiembre. del 8 at 2 1, en terrenos cedidos por una
empresa química (el Instituto de Higiene Victoria, en la carretera de Yallaclolid). De algunos
detall es de la m isma informa la Me moria de 1961 -62, que también refleja la celebrada en el
año siguiente: el recinto fue explanado por operarios del instituto Nacional ele Colonización,
dejándose lista una superficie de 42.000 m" sobre la que se asentaron los stands, represen-
tativos de la industria salmantina y ele los productos que las distintas de legaciones y conce-
sionarios tenían en la provincia 114 • Participaron más de 200 empresas y se produjo un
volumen ele tra nsacciones cifrado en 20 mi !Iones. El número de visitantes se e levó a
130 .000. de los cuales unos 100.000 pagaron. lo que sig nificó recaudar medi o mi llón de pe-
setas e n entradas; se consiguieron 700.000 pta. más, po r alquiler de terrenos m .
El éxi to obtenido movió a la Cámara a plantearse su consolidación. En primer lugar,
había que adqu irir terrenos para celebrar futuros certámenes. Asimismo, si la primera Feria

IOK Ma rtíne¿ Quinteiro. M . E. y Dícz Cano, L. S: 1-fisloriu de la Cámara de Comercio e lnduslria de


Salamanca, Of' · ci r.
10 ~ Actas Ple no. 29- mayo-1959 y 3 1-mayo- 1960.
110 Actas Pleno. 6 -septie mbre- 1960.
11 1 Acta' Pleno. 5-ju lio-1961.

11" Este contro l segui rá existi endo con posterioridad e n Jodas las Fe rias ce le bradas , hasta e l punto de

que incl uso c uando la Cámara adquie ra te rre nos para la cele bració n del Certamen, el pro pio gobernador
c ivil. según se ex presa e n Acta ele 17 de noviembre ele 1964, sed quien elija fina lmente su e mp lazamie nto .
1" Las Comis ione-; estaban formadas por un toJal de 1 1 ple narios. a los que se uniero n otros dos müs.
S in e mbargo, e n sesió n celebrada a l año sig uiente. (Actas Pleno , 19-j unio- 1962) e l Presidente cxpn; saba
sus quejas por la fa lta ele colaboración ele sus componentes.
11 ' Me moria 1961-62. pp. 26-27.
1" Actas Ple no. 25-octubre- 1961.
L AS CÁ M A RAS DE COM ERC IO EN EL rR i\NQUISMO 249

tuvo un carácter meramente provi ncial , para la siguiente se consigu ió autorización para que
pudieran interven ir las provinc ias frontcriza s 116 • Lanzada de finiti vamente la idea, ésta irá to-
mando cuerpo en sucesivas ed iciones. Poco a poco, la Feria irá transformándose de prov in-
ci al en reg ional y nacional, aumentando también el número de sus ex positores y visi tantes.
En 1963. con motivo de celebrarse una «Feria-Exposición» en Zamora, se ac uerda la cel e-
brac ión alterna de Ferias en una y otra provincia. La Cámara se lanzó en tonce s a una ex -
pansión de su actividad ferial. promoviendo la organizac ión de una Feria N(l cional
Monog ráfica de la Industria Ganadera , Deri vadas v Auxiliares, que justificó en los siguie n-
tes t.:rminos:

« Por una pa rt e, la eco nomía ganadera de Sa lamanca, ce nt raliza ndo la importancia de e~ t c


;,ector económ ico sobre gra n zo na de nu es tra Pat ri a, y por o tra. la pues ta e n ma rc ha del Plan
de De sa rrol lo. ha n incitad o a nue stra Co rp o rac ió n a soli c it a r co n fundamento e n razon es
irre bati bl es (s ic), y e n d os éx itos con seg uidos e n los ante ri o res ce n á m e ne s. la con ces ió n de
una Fe ri a Mon og ráfi c a de la G a nadería y de las lndu~trias Au xiliares>> 11 7

Esta organ ización requetía de medios económicos que la Cámara no tenía, por lo cual soli -
citó un crédito de 12 millones a la Caja de Ahorros. justificándolo mediante un Presupuesto
ex trao rd inario. para acometer la compra de tctTcnos y la organ izaci ón efectiva de la Fcria 11 x.
Sin e mbargo, el esfuerzo realizado no se vio suficientemente compe nsado. según se des-
prende de la decepción que manifestaba el Presidente: <<esta 1 Feria [Monográfica] no ha
sido lo que se prete ndía>> , afirmaba. au nqu e no explicaba las causas de el lo, limi tándose a
pedi r colaborac ión para la si guiente 119 • El lamento vuelve a aparecer tra s la celebración de
la 1W Feria. e n 1967, pero esta vez se al ude a su causante , cual era <da falta de colaboraci ón
y de protecc ión por la Admi ni stración Central, salvo el Ministerio de Come rcio>> 120 •
En 1969, la Feria había sido elevada a la categoría de internac ional, pero, al mismo
tiempo, el Pleno conoce también que los terrenos en los que hasta e ntonces habían te ni do
lugar iban a ser adquiridos por la Universidad para construir un Hosp it al Clínico. La Cámara
acced ía a faci litar la operaci ón. siempre que ésta no petj ud icara a la entidad y en virtud de l
«fin social que se pcrsigue>>12 1• A la postre, la iniciati va en que se em barcó la Cámara iba a
proporc i o nar! ~.: resultados aunque por otra vía . la linancie ra: la venta de terrenos le permit irá
no sólo c umplir con sus co mpromi sos , sino obtener un remane nte im portan te que reinverti rá
e n dotac iones de se rvicios.

11" Acta s Pleno. :l l-e ne ro-1 962. Las pro vincias q ue parti ciparon. segú n la Memoria de 1961 -6 2. fu e-

ron C úce res. Avila. Zam ora y To ledo (-; ic ). A el lo se uni ó una <<ga ma de a rtículos y productos típi cos de
los países Ibero-Ameri canos>> .
117 Actas P leno, 17- nov iembre- 1964 . El púrrafo e ra parte de un tex to que j ustificaba la decisió n de

re ali 1.ar un Pre su pue~ t o Extrao rdin ario y que ~e e nviaba. pa ra ~ u aprobación. al Mini ste rio de Co me rcio. El
tex to fig ura tambi én e ntre los Pres upuestos de la Cá mara.
11 x 1/Jiden J. Los te rren os adquiridos (qu e hoy oc upa el campw, uni ve rsita ri o) pe rtenecían a un o de l o~

plen arios. Edu a rdo Fc rrán. qu ie n los había ced ido . seg ún se afirm a ba con no torias facil idades.
11 '> Actas Pleno. 29-sept iemb re- 1965. b ta vez no se ofrecía n c ifras, co mo tampoco e n la Me mo ria

de 1965 -66 (pp. 11 0- 111 ), e n la qu e sin e mba rgo , >e ofrecía una desc ripción del recinto fer ial y de sus
se rv ic ios. a l ti e mpo qu e se hablaba del pres upues to de la ce le brada e n 1966 ( 14.000.0lXl ele pta.) y las obras
acome ti das. por valor de 25.000.000 pa ra la te rcera ed ic ión.
1 ~" Actas Ple no. 5-octu bre- 1967.
121 Acta s Ple no, 20-c nero- 1969.
250 L SANTIAGO DÍEZ CANO

Todo e l proceso permi te constatar varias cosas: por un lad o, el contro l ejercido sobre é l
por la admi ni stració n provincial; p or ot ro, e l esfuerzo de gestión de la Cámara que no se ve
acomp añado por el de otras insta nc ias locales 122 : asimismo, se hace patente el abandono ele
la Adm inistración Centra l, que es inc luso públicamente denunciado por e l Presid e nte ele la
en tidad en Jos actos de inagurac ió n y claus ura ele la 111" Feria. celebrada e n 1967:

<< Hemos co mprobado - decía- que la Feria no ha calado en determinadas esferas. que no se
han hecho cargo ele la impon anci a ele la comerciali zación del sector agropecuario( ... ). En
defi niti va, excelentís imos señores. internacional izarla, mocli ficarl a o suprimirla. Pero no
permitáis que d isposiciones sucesivas las des integre n. restándola importancia» 123

De ahí q ue c uando, años después, se vue lva a p lantear la pos ibilidad ele hace r resurgir
la Feria, el Preside nte m a nifestara que si ésta <<se hund ió , fue po r constantes fa ltas ele cola -
boración>>12.¡. Así se resu m ía la hi storia de lo que fue. seguramente, la inicia ti va mejor dcsa-
n·ollada por la Cámara en todo este periodo y seguramente también la ele m ayor
trascendenc ia.

La situación al final del periodo


Paradójicamente , uno ele los resul tados más posi tivos ele la in ic ia ti va fe ri al fue la ve nta
de los te rrenos e n que se cele braba a la Universidad, lo que supuso una e ntrada de dinero
fresco para la Cám ara 125 , empleado en incrementar a lg un o ele s us serv ic ios. Las pe rspecti vas
de una mejor s ituació n económ ica p rovocaro n que se la nzaran d os p ropuestas c uri osas: una
se re fería a la construcción ele un edificio n uevo. q ue fue rec hazada; la o tra p roponía ce lebrar
una re unió n p le na ria a l mes, en la esperanza ele q ue la previsible m ejora económ ica animara
a los plenarios a c umplir con s us deberes regla mentarios 126. Fi nalmente, las mejo ras se con-
cretaron en la ampliación de personal, la contratac ió n de un asesor en D e rech o MercantiL la
instalac ió n de fo tocopiadoras. télex y re producción e n offset, serv ic ios q ue pasaron a e ng ro -
sar el capítu lo ele aten ciones en favor de los e lectores de la Cámara. S in e mbargo. como

122 Actas Pleno. 27-scpti embre- 1962: e l Presidente. al informar de los res ultados de la segunda Feria.

hab lando de los ingresos y gastos ocasionado:; (ambos en torno al mi llón trescie ntas mi l pesetas), reseñaba
que en esta -;cguncla edición no había habido donaciones ni colaboraciones económicas de Corporaciones
o entidades y que tan 'iólo se había solicitado una ayuda de 250.000 pesetas a la Delegación Nacional de
Sindicatm, de la cual no se tenía noticia. <<hab iendo sido hecha la reclamación por el Gob ierno Civil ». El
Pres idente conc lu ía: << Es deci r, que la Feria ele este año se ha va lido por sus propios med ios. sin tocar a
ningún organ ismo local ni provincial, a excepción hecha del Ayuntamiento de la capita l. con su aportaci ón
para arreglo de jardines».
121 BCOCL octubre de 1967, pp. 4 y S.
12.¡ Actas Pleno, 18-scptiembre- 1973.
125 Las gestiones para la venta, iniciadas segurameme a finales ele 1968 o en los primeros días ele
1969 (pues en el acta ele 20 ele enero, el Presidente ya in form a ele sus conversaciones con el Rccror) se
prolongaron un tiempo. La Címara tenía la intenc ión ele pedir 42.000.000, y el Presidente reci bió un voto
de confianza para negociar en tomo a los 40 mil lones (Víd. Actas Pleno. 3-octubre). En la reun ión de 9 de
enero de 1970. se informa sobre un acuerdo en esa cifra. que pagaría la Caja, para que la Cámara pudiera
reci bir el dinero. En otra reunión. de 24 de abril. se concreta la cifra en 37 mi llones y medio de pesetas
(34 y medi o por los terrenos y 3 por el Pabe llón Central), en principio pagaderos a plazos, aunque el 12
de febrero de 197 1. se informa que el pago se haría de una vez.
126 Actas Pleno. 9-enero- 1970.
LAS CÁMARAS DE COMERC IO !él\ EL r RANQU IS MO 251

afirmamos al hablar de los recursos, la conclusión de la acti vidad fer ial li mitó en buena me-
dida la proyecc ión exterior de la Cámara, al finali zar su actividad no sólo más conocida e n
términos generales sino tambié n aquélla en la que la e ntidad tenía la iniciativa y que podía
suponer un interesante escaparate.
A nuestro entender, este fracaso va a acentuar un cierto repliegue camera !, cuyos servi-
c ios e infraestructura tienen una proyección escasa hacia e l exterior. Para intentar supera r
esta situación. del Pleno van a salir una serie de propuestas tendentes no sólo a esa amplia-
c ió n infraestructura! q ue ya hemos visto, sino también a la creación de servic ios nuevos de
gran interés. En realidad. se trataba de proyectos con una c ierta tradición, que ahora se re -
tomaban : la promoc ión de un pósito de l pequeño y media no comerciante, la creac ión ele una
zo na fran ca en Fuentes de Oñoro y la puesta nuevamente en marcha de unos a lmacenes ge-
nerales de depósito, servicio ya promovido en los años 20 y que aho ra se quería rescatar del
o lvido 1' 7 • En el tiempo que dura nuestro estudio no se conc luyó ninguna de las inic iati vas.
aunque tenemos noticias acerca ele la e laboración ele los proyectos ele a lguna de ellas. como
la referida al pósi to 12x.

E L PAPEL DE LA C\MARA. R ELACIONES CON OT ROS ORGANISM OS Y ACTITU D ANTE LOS


l'RORLEMAS ORGÁ NICOS

No se enc uentra fácilme nte entre la documentac ión manej ada, man ifestacio nes relati vas
a la concepción que los componentes de la Cámara tenían de la misma y de sus relaciones
con o tros organismos. Por e llo, es d ifícil ofrece r un panorama claro y co nc iso acerca de la
o pini ón que los proble mas orgán icos, que sabe mos afectan a l conjunto de las Cúmaras e n
todos estos a ños, suscitan en la salmanti na.
En la primera e tapa, ya hemos hecho me nció n ace rca de la peculiar situac ión subordi -
nada en q ue parece :--ituarse la Cúmara. a tenor de alg unas de las manifestaciones hecha~
tanto por miembros ajenos a e lla (como e l gobernador c ivil) o desde dentro por alguno de
los plenarios. Comprobarnos que por parte de la Cámara se aceptaba la pé rdida de autonomía
y la dependenc ia respecto de las instancias ofic iales, no só lo las ministeriales sino tambié n
las del ámbi to provinciaL que normati vame nte no tenían ning una j urisdicció n sobre e llas (re-
c uérdese la re lación establecida con e l Gobierno Ci vil a la hora, por ejemplo, de nombrar a
los Presidentes).
En determ inadas ocasiones, especial mente confl ictivas, esa asu nció n consc iente de su-
bordinación respecto al Pode r po lítico, se hace ex presa. He mos mencionado con anterioridad
la postura adoptada ante el Re feré ndum celebrado en 1946. En e l periodo más reciente, se
producen situac io nes parecidas, e n la que e s fácilmente constatable cómo la e ntidad se po ne
a l servicio de <da Supe rimidad» y c ómo ésta uti liza sin recato una fig ura institucional teóri-
c amente rcprcse ntati va.

127 Actas Pleno. 12-fe bre ro-1971. La creación de una zona franca en Fue ntes de Oñoro ya había sido

sol ic itado añ<>s atrás a provt.:c ha ndo la visita de un director gene ral a la Fe ria. La insw lación de un pós ito
pa ra el peque ño y mediano come rc io e ra ta mbién idea antig ua, visible en Actas y Me morias. La idea res-
pecto de los almace nes generales de de pós ito e ra, como hemos adverti do, la más antig ua de todas. pues ya
e n torno a la seg unda década de l siglo. se constituyó una Socied ad, por inici ati va ele la Cámara, con el
obje ti vo de proporc ionar. medi ante el siste ma de warrants, li q uidez a determinados come rc iantes a cambio
de sus me rcancías.
12x Me moria, afio 197J-74.
252 L. SA NTIAGO DÍEZ CANO

E s cierto que existía determinada base normativa para que la Cámara. como fig ura ins-
titucional «representativa» de los intereses de comerciantes e industriales, participara en de-
te rminados o rganismos que te nía n su as ie nto e n el Gobierno Civi l y algunos de Jos cuales
ya he mos me ncio nado (Comi sión Provincial de Serv ic ios Técnicos, por ejemplo) ; pero desde
luego no ex istí:l t:ll base pma que los j erarcas provinciales la utilizaran como lo hic ie ron.
fuera para la realización de infonnes (ex igidos que no pedidos) o para q ue prestara su con-
c urso a determi nadas acti vidades pol ít icas de apoyo al Régimen; el hecho de que la Cámara
aceptase sin ning ún rebozo esta situación se e ntie nde no sólo en funci ó n de las ci rcun stan-
cias anómalas que preside n todo e l periodo y que no le dejaban mucho ma rgen de acció n.
sino también en funci ó n de la composic ión de sus Plenos, formados e n una buena mayoría
(no en su to ta lidad, como he mos visto) por compo ne ntes de esa é lite económi ca que cons-
tituía una de las f uerzas sociales sostenedoras del Régime n: es verdad que eran muc has las
dificultades para adoptar posturas que no fuera n las de conn ivencia y acatamie nto al Régi-
men, pero también lo es que no parece haber ningún inte rés en la Cáma ra como institució n
po r hacerlo; al contrario, se dan muestras abundantes de voluntad cooperadora.
En 196 3 se e nv ía al Gobierno Civ il un «< nforme sobre las activ idades desplegadas por
la Entidad e n 1962» es decir, una espec ie de Memori a de trabajos (de la que no te ne mos,
por otro lado, constancia docume nt::J.I) e nviada a un organi smo provincial que no te nía por
qué recibirla ni mucho menos pedirla 129 .
En 1967, en una visi ta a la Cámara con o bjeto de informar sobre la ce le bració n de la
Feria de Muestras. el gobe rnador hacía una serie de manifestaciones que volvían a poner de
manifiesto su re iterada prepotencia. E n efecto. el je fe provincial...
<<se ex tend ió e n cons ideraciones sobre e l momento actual de España. que é l estimó como
cruc ial. ex hortando a todos los prese ntes a q ue consid e rarsen la neces idad de disponerse a l
serv ic io de Espa ña, no sólo en el orden econüm ico, tan f undamental hoy para nuestra Pa-
tria. s ino e n el político social ( ... ). E;,paña, decía el gobernador. prec isa hoy más que nu nca
la lealtad de la entrega y de l s acrif icio de los hombres de España. y mucho má;, de ;,us re-
prese ntantes» 110 (subrayad o n uestro).

El gobe rnado r no aclaraba e n que consistía concre tamente esa «disposición en e l o rden
pol ítico-social», a unque cabe deduci r que las Cámaras ente ndían Jo que de ellas se esperaba
e n situaciones de contli eto, como ocurre a raíz de la tensa situación vivida a f inales de 1970.
con motivo de la celebración del famoso Consejo de Gue rra contra mi li tantes de ETA e n
Burgos. La convocatoria de una manifestació n e n apoyo de Franco contó con el explíc ito
apoyo de la Cámara. En ~csi ó n de 17 de dic iembre se trató este as unto 11 1, del que nos inte-
resa sobre todo destacar la forma e n que se produj o esa adhesió n. Se elaboró una «Nota»
para la prensa en torno a la ma nifestación, solici ta ndo que e n e lla partic iparan los comer-
c ia ntes e ind ustriales salmantinos. aunque expresamente se hac ía constar que «<a C ámara es
apolítica». Los té rminos de dicha nota eran los sig uie ntes:
«El P leno de la Corporac ión ha acordado por una nim idad ( .. .) ma nifestar su espíritu de pa-
triotis mo, uni é ndose al mov im iento de exaltac ión de los valo res ele unidad y adhes ió n al Jc-

129 Actas Pleno. 15-enero- 1963.


110 Actas Pleno, 7-marzo- 1967 .
11 1 Actas Pleno, 17-dicic mbrc- 1970 . La re unión estu vo presidida por Zcnón Jimé nez y asistieron 12

ple narios. esta ndo au,e nte algún mie mbro de l Pleno si gnif icado por su oposición al Régimen. como es el
caso de José Núñcz LarraL
LAS CÁM A RAS DE COMERCIO L'J EL FRANQU ISMO 253

fe de l Es tado y convocar a todos los ;,ectores merca ntil es e indus tr ia les para q ue se ha ll en
presen tes en la ma nifestación.
A un c ua ndo las Cámaras españo las so n apol íticas e n su co metid o específic o, no dejan nun -
ca de esta r prese ntes en la defen sa de l orden y Je los va lores h istó ri cos q ue nu estro Mo vi -
miento cuida y ga ra nt iza, frente a la s ubve rsión y a los intentos ele des mem braci ó n ele
nue stra Patri a [a co nti nu ac ió n fi gura ba la co nvoca toria] >>"" .

Inmediatamente e l Gobernado r ha bía visitado la Cámara y fue recibido por e l Pres idente
con una expresiva sa lut ac ión plena ele acatamiento, al manifesta rle que todos estarían <<sienJ -
pre en línea y a tus ó rdenes >> n . La respuesta del je fe provincia l tampoco ti e ne ningú n de s-
1

perdicio. Tras manifestar que é l sie mpre había estimado a las Cámaras y que , «po r o tra parte,
no ha n existido nunca di fe rencias fundament a les entre Sindicatos y Cámaras>> 134 , decía :

«Yo , a l ve nir como Gobernador q ui ero y neces ito la co laboració n de todos y las Cám aras
t ie nen unos buenos eq uipos y sabe n preparar lo s tra bajos que se les encomiendan . Se me
dice que está prepa rando la Cámara un tra bajo q ue pedí y qu e espe ro su te rmin ac ió n. pu es
111 e es 11/UV necesariO>>r:<s (s u brayado nu estro) .

Estimo que no puede ser más reve lador ele la c oncepción que ele la instituc ión camera!
se tenía ta nto por el poder provincial como, e n buena mcclicla, por los propios pl e narios.
Frente a la instrumentación administrativa, hallamos únicamente una sumisión tácita o ex-
presa.
La utili zac ión ele la Cámara para fines exclusi va me nte po líticos se reiterará con moti vo
ele la manifestación ele apoyo al Rég imen que se iba a ce lebrar e l 1 ele octubre ele 1971. El
Pleno al que asis tieron só lo oc ho ple narios y e l Presiden te) ratificaba su adhes ió n y aseg u-
raba , inc luso, su presencia si fuera preciso " 6 .
En de finit iva. si en los aspectos referidos a cuestiones económicas ya había mos com-
probado e l escaso pape l jugado por la ent idad, la util izac ió n ele la mi sma para o tros fin es
reve la la mediati zación ejerc ida sobre ella po r la Admi ni strac ión. Así, la clcsv irtuaci ón ele la
fig ura c am e ra!, importante a lo largo del franquism o, se acentúa e n su etapa fina l. A nuest ro
cntc nclc r, esta posición es lo sufi c iente me nte grave como para provoca r un pesado lastre, que
g ravi tarú sob re la trayecto ria que posteriormen te ha seguido la Cámara. A e llo ha de unirse
la posible inte rferencia sindi cal y tam bién las idea~ ele los pl enarios acerca ele la específica
labor y natura leza ele la Cámara.

" " I /Jidc111. Uno de los plenarios. José Manuel Lavín se op u<>o a la util ización de l té rmino un animi dad,
pues él consideraba e;.a actuac ión corno cla rame nte po lítica. Ell o hi zo que en un a sesió n pos terior (en la
que es té Ple nar io no estaba prese nte), se reprochara al Pres idente que hub iera permitido esa comraria : el
Pres idente aclaró que la postura de Lavin se refe ría a la cuestió n fo rm al de la unanimidad y no a l propio
acto, pu es emrc otras cosas, dicho Pl ena ri o había part ici pado vo luntari a y act iva men te en e l Movimi ento
Naciona l y expresado. por tanto , su «ad hes ión al Caudillo>'.
133 I /Jidc111.
1.\4 lhide1n. I::sta manifestac ión. que puede parece r un poco ex tempo ránea no lo es si se recuerda q ue
es te es un o Jc los moment os de mayo r auge de la polémi ca Cüma ras-S in dicatos, y que es taba a punto de
promul garse la Nueva Ley Sindica l.
13" I /Jiden1.
1.1 ~> Ac tas Pleno, sesión ex traordi nari a, 28-septiembre- 197 1. El Consejo Superior e nvió un te leg rama
instando la partic ipació n de la Cámara. A este Pleno tam poco as isti ó José Núñez Larra/..
254 L. SANTIAGO DÍEZ CA M )

Respecto a la posible interferencia s indical sobre la Cámara e n Salamanca, argumento


tan conocido y utilizado para explicar la escasa funcionalidad y los problemas de todo tipo
que aq uejan a la institución came ra! e n su conju nto, hemos de decir que , con los datos ac-
tualmente dispon ibles, es difíc il de e valuar. Como hemos afi rmado de forma reite rada a lo
largo de este trabajo, nos fa lta n estudios - sea a niv el nacional , sea a nivel local- que expl i-
c ite n de forma detallada el papel jugado por los Sindicatos como cauce de los intereses em-
presariales.
La documentación generada po r la Cámara salma ntina, no ofrece datos suficientes sobre
las relaciones entre la misma y la organización sindical provincial. Ya he mos hecho me nc ión
de las manifestac iones emi tidas por el Gobierno Civil e n va rias ocasio nes respecto a que no
e xistían dife re ncias e ntre Cámaras y S indicatos. Sabemos, ademús, de la co laboración como
asesores o vocales de representantes de la Cámara e n d istintos Consejos Económi cos Si nd i-
cales. Asim ismo, algún dato aislado puede permitir pensar en la con lluencia a nivel personal
e ntre la Cámara y los S indicatos provinciales 137 • Al hablar de los recursos. también hemos
aportado alguna reflexión acerca de l empleo de l dinero por parte de la De legación Provi nc ial
de Sindicatos y su re lación con los intereses empresariales. En conj unto, aunque no sin pre-
cauciones, c reo que puede apu ntarse como hipótesis la de que el contl icto observable a ni vel
nacional entre la Organización Sindical y las Cámaras (o más bie n, la Organización Sindical
y e l Ministe rio de Comerc io, como hemos demostrado anteriormente) no tie ne una traduc-
ción tan radical en los niveles provinciales: pensamos que la élite económica empresarial
que participaba en los distintos organismos propic iados por el franquismo no podía permi-
ti rse e l lujo de mantener excesivos e nfrentamie ntos . Es más probable que intentara aprove-
c har los lim itados cauces representati vos que el sistema ofrecía y que, sobre todo, c ultivara
las buenas re lacio nes con el factótum del poder prov inciaL el Gobie rno C ivil. Ello no quie re
decir que no e xistieran tensiones, pero parece que no te ndtían la trasce ndencia que hemos
observado e n los o tros niveles.
Poco cabe deducir de la protocolaria insistencia de los gobernadores e n la ausencia de
conflicto. que podría interpretarse como un intento de disfra zar un más o menos soterrado
e nfrentamie nto , no fácil de investigar. Hay algu nos indicios de ello que se pueden aprec iar
e n las fu entes came rales. Al hablar de la organ izació n de las Ferias, he mos podido compro-
bar que la Cámara inte ntó sie mp re controlarla, reservándose para sí la composición del Co-
mité Ej ecuti vo feria l, aunque se diera participac ión a otros o rgan ism os provinciales. Se
puede n rastrear s ínto mas de enfre ntami ento e ntre medios conectados con el falangismo local
y 1a Cámara, en momentos contl icti vos. como en diciembre de 1963. En <<La Gaceta Regio-
na l>>, periódico que perte necía a los medios de comunicació n del Estado, se dirigía una carta
al Presidente en términos no exentos de crítica hacia lo q ue se denominaba la «burocratiza-
c ión>> o «arteri oesclerosis>> de la e ntidad cameral 13K. El Presidente respond ía aludiendo a la

137 En alguna de las Actas se hace menc ió n a la participació n en instituc iones locales de algunos

mie mbros del Pleno por e l tercio sindical. T al sucede en las elecciones a concejales en 1960. cuando dos
conceja les (Lui s Prieto y José Be leré) habían sido elegidos con el apoyo de la corporación. mie ntras que
otros dos (mi embros también dd Ple no) lo habían sido por e l terc io sindi cal (José M" Lavín y A. Luruc ña).
I .1X La Caceta Regional. 9 de nov iembre de 1963 . El Preside nte, Zenón Jiménez. contestó a la m isiva.
en otra aparec ida e l 2 1 de noviembre de l mismo año. Ambas aparecen recogidas e n el Boletín Oficia l de
la C ámara. de dic iembre de 1963, pp. 9- !0. El autor de la carta e ra Francisco Bravo, hombre muy conectado
a la Falange salmantina. ele la que fue uno de sus primeros y más importantes m iembros. Ocupó di versos
cargos en organ ismos locales.
LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN FL I'RANQU ISMO 255

falta de potestad de la Cámara pa ra abordar determinadas c uestiones y la definía como <<Ór-


gano encargado del a náli sis, de la info rmación y de la co laboraci ó n para y con los se rvici os
oficiales, depe ndientes del Poder cen tral, en c ualllo afectan a los problemas que plantea la
economía nacional y por ende la prov incial>>1' 9 • Pero en cua lqu ier caso, estos no son sino
ati sbos de antagonismo que dejan lugar a pocas conclu siones. Una investigac ión más com-
pleta pe rmitiría probablemente co mprobar si es o no cie rto el predom inio de determinad as
él ites conec tadas con los sectores económicos dominantes en los puestos de mayo r respon -
sab ilidad, la indiferencia de buena parte del multiforme y apático empresari ado comerc ial e
indu strial salmantino, la centralización capitalina (menos acusada por la presenc ia de conse-
jos comarcal es. pero seguramen te también presente) y, sobre todo, la dependencia respecto
de los o rganismos ce ntrales y provinciales y la muy importante invalidac ió n de los S indica-
tos como cauce que recogiera las aspirac iones e mpresariales e n el ca mpo econó mico. Pié n-
sese, por ejemplo. en el fraca so, reconoc ido por las propias in stancias sindica les. de los
planes desarrolli stas promo vidos por los Consejos Económicos Sindica les 140 .

LA INDEFI NICIÓN IN ST ITUC IONA L DE LA C ÁMARA SALMANTINA

En las fue ntes camerales de que dispone mos, e ~ difícil rastrear omo he mos ad ve rtido-
posicionamientos claros y expresos ante la específica problemátic a que afectaba a las Cáma-

En s u carta. calificaba a la Cámara como <<organi s mo pres ti g ioso en verdad, pero a l que desearía-
mos es tu vie ra libre para siempre de la arterioescl erosis represe nt ada por la burocrati zació n o ape rgamina-
m ie nto de s us a rte ri as. por las que en todo momen to debe d iscurrir flui da y e fi c ie nte la sangre vital >> ;
planteaba a continuac ión tres cuest iones sobre las que de mandaba a l Presi de me de la Cámara c u:í l iba a ser
la actuación de ésta ante ellas: un a se refe ría a l fracasad o servic io de V igi la ncia Noc turn a que se ha bía
int e nt ado im talar en la cap it al: otra, re fer id a a un a fa llida susc ripc ión abie rta por la Cámara para cons -
tru ir una escuela que lle vara su nombre y <<de la que nunca más se supo. ta l vez por s u escasa c ua ntía >> .
se dec ía e n la carta : por últ imo, la más importante. que planteaba «la necesa ria actuac ió n para sec undar la
labor de las au tori dades y ce ntros e~ tata l es e n orden a la necesaria indu,tri a li Lació n de Salamanca, tema
'obre el que un m c uantos hombres de ini c iativa han mostrado a nte vosotros su preocupac ión no hace mu-
c ho tiempo>> .
1" ' 1/Jidem. En rel ación a la cuestión más im portante suscitada. la re lati va a la indu stria li Lac ión de la
provinci a. el Pres ide nte de vo lvía la pe lota al tejado de l e misor de la carta, afirmando que seg urame nte él
conocía << más íntim ame nte qu e muc hos en qué va su previa so luc ión: porque en tus manos - se decía- está n
todos los deta ll es de la te rm inación del pol ígo no in dustri a l. Y sin que este proyec to. cuya reso lu ción est:í
in ic iada. se haga re alidad completa con la urbanizac ión y montaje de Jos servicios de agua , e nerg ía e léc-
tr ica, alcantarill ado . e tc .. todo seg ui rá sie ndo hipótesi s.
Dinos tü. cont inu aba el Pre, iclente de la Cáma ra, hombre dado a l anál isis, por dónde se da la ar-
teriosc le ro sis. la burocrati zación y el ape rgaminami e nto de arteria, >> .
1 ~ 0 A la lu z de los re sultados , no pa rece que tampoco las instanc ias sindicales 'i rvie ran co mo ca na li -

zad or de Jos inte reses econ ó micos de los e mpresa ri os sa lmant in os. Otra cosa e'i que c um p li eran la fun c ió n
para la que hab ía n sido d ise ñados, ce ntrada. como es co nocido. e n e l contro l de la c lase obrera. En las dos
entrevi stas que hemos re ali zado a personas vinc uladas e n estos a ños a la Cámara, plan teamos esta c ues ti ó n
y la res pu es ta. otra vez. fue bas ta nte coi nc idente: para Jmé Nüñez. los S indi catos no represe ntaban a los
e mpresa ri os , pu es sus dirigentes estaban - ta mbi é n- no mbrados a dedo y además. de pend ía n de << instanc ia'
s upe rior.:s >> . La o pin ión del ex - Pres ide nte de la Cámara, J uli o lbáñez. e ra asi mi s mo c rítica. a l considerar
la política eco nú m ica sindical como un a << mala adaptac ión de extranjeros siste mas, co n algún retoqu e na-
c ionali sta. un exceso de buroc racia y - tambi én- una fal ta de preparac ión e n sus diri ge ntes >> . Para él. las
relac iones e ntre Cá mara y Sind icatos e ran «diplom áticas y de mutua toleranc ia. pe ro nada más >> . V. Apén-
d ice.
256 L. SANTIAGO DÍ fOZ CANO

ras. La tácita o, a veces, expresa posición subordinada respecto a los poderes centrales o
provinciales que hemos descrito con anterioridad parecen ocasionar la minusvaloració n de
la funcionalidad cameral.
La Cámara salmantina no parece cuestionarse en ningún momento la irregular situació n
e n q ue vivía la institución, y los sucesivos retoques reglamentarios que conocemos se acatan
sin más, no produciéndose (por lo que conocemos) tomas de postura ante los mismos, de l
tipo de las adoptadas en otras Cámaras. E l confl icto con la Organización Sindical no susc ita
más que un «Editorial>> redactado por el Secretario de la Cámara en el Boletín de la misma
(del que él e ra el Director) 1 ~ 1 • En é l, se adoptaba una postura conciliatoria, si bien subrayan-
do la definida «pe rsonalidad» de las Cámaras y caracterizando a éstas y a los Sindicatos
como «dos o rganismos consultivos>>. Para él, no había problemas de incompatibilidad o con-
frontación , si se partía del principio de que «los mi smos hombres (o las mi smas e mpresas)
componen ambos Ce nsos y las propuestas de solución han de ser necesariamente las mismas.
por c uanto que los mismos hombres no pueden opinar de di fe rente modo en dos organismos
consulti vos>>; se trataba de lograr una coinc idencia e n las propuestas que a la Administració n
llegaran po r esa doble vía, o lo que es lo mi smo, promover la confluenc ia y evitar la <<di s-
paridad>>. La fo rma de lograrlo no era compete ncia de quien lo escribía, aunque - finalizaba-
<< puede ser conveniente conocer el c ri terio de los interesados» 112 • Pero éstos no se mostraron
proclives a entrar en tales explicac iones.
Ni siquiera en los momentos de mayor tensión entre Cámaras y Sindicatos encontramos
reacciones claras de la corporación salmantina. Las frustradas elecciones camera les de 1962,
que no se ll egaron a celebrar, sólo motivan el envío a la Prensa de un artículo en el que se
ex plicaba el procedimiento de voto. E n las re uniones Plenarias, no se trató con demasiada
profundidad esta cuestión. En reunión de 12 de noviembre de 1962, el Pleno fue informado
del desarrollo de esas e leccio nes, aunque no consta ningún dato concreto: simplemente se
hacía mención de que si no hubiera candidaturas, «determinaría la Dirección General» y que
no habría candidatura ofic ial, <<siendo absolutamente indispensable la inhibi ción de los com-
ponentes y miembros de la Cámara» 1 ~3 (en referenc ia a l Ple no); una sensación de cierta apa-
tía parece detectarse en el ambiente, confirmada por lo que el Secretario a firmaba en Carta
al Consejo ace rca de que era su intención e nviar algún artículo a la Prensa para «mover a l
c uerpo electoral, si ello es pos ibl e>> 1 ~4 • En enero y marzo, las Actas vue lven a retlejar que e l
Pleno es informado acerca de las elecciones y de su suspensión , coinc idiendo tambié n e n
una de esas reuniones con un informe «confide ncial» sobre e l Presupuesto de la Organi za-
c ió n Sindical para 1963 145 . Desgraciadamente. no conocemos el contenido de esas info rma-
c io nes sumini stradas al Pleno ni tampoco del informe confidenc ial sobre el Presupuesto de
la Organización S indical, que imaginamos real izado por e l Consejo Superio r en un mo mento
espec ialme nte conflictivo.
La po lémica posterior centrada primeramente en torno a la discusión de la Ley S indical
y luego en la elaboración de l Reglamento General, no aparece apenas tratada en las fuentes
camerales. Tan sólo queda constanc ia de una intervención externa, la del entonces preside nte

1~ 1 BCOCI, mayo 1966, p. l.


1 ~" lbide111.
141 Actas Pleno, 12-noviembre- 1962.
1 4~ Víd. supra.

14 " Actas Ple no. 15-enero- 1963 y 8-marzo- 1963.


LAS CÁMARAS DE COMERCIO EN EL FR ANQU IS MO 257

del Consejo Superior de Cámaras, Epifanio Ridruejo . con motivo de su asistencia al acto de
e ntrega de medallas de la Corporación, tras una Asamblea de Cámaras del Oeste, celebrada
en octubre de 197 11-u'. En dicho acto, celebrado a poco de la promulgación de la Ley Sind i-
cal, Ridruejo abundó en consideraciones ya conoc idas por nosotros acerca del carácte r no
sólo apolítico, sino también apatronal de las Cá maras 1 ~ 7
Los trámites y debates gene rados por la elaboración de l nuevo Reglamento no recibe n
tratamiento alguno en la Cámara salmantina. Ni siquiera tenemos constancia de que le fuera
socilitada in formación acerca del mismo, por lo que es posible supone r que como advertía-
mos en la prime ra parte de este trabajo. la polémica se redujera al e nfrentamiento entre el
Ministerio y la Organizac ión Sindical. pmticipando e n ella algu nas Cámaras grandes y el
propio Consejo, mientras las aportaciones del resto del mundo camera! fueran mínimas o
nulas. Acerca del Reglamento tan sólo contamos con un artículo q ue glosa el mismo. apa-
recido en e l Boletín y que es simple transcripción de otro aparecido en la revista lnfónnacián
Comercial Española 1 ~~ - Salvo alguna pequeña aportación más al te ma hecha desde e l Bole-
tín. a través de transcripciones de artíc ulos tomados de otras publicacioncs 1 ~9 • no existe nin-
gún dato acerca de posibles debates sostenidos en torno a la función que debían desempeñar
las Cámaras. su carácter u otras cuestiones, seguramente porque no ex istie ron.
Tan sólo es posible apreciar algún síntoma explícito de preocupaciones de este tipo
c uando en la Cámara se rec iba la obra del profesor Sánchez Blanco, realizada con e l apoyo
de la e ntidad salmantina 150 . Una pan e ele la misma. coJTespondiente al capítulo IX , en el que
se contenía un análisis del Reglamento de 1974, al que se incorporaron algunas notas rela-
ti vas a la problemática camera! e n su conjunto. fue publicado en fo rma de separata, con e l
apoyo de la Cámara. En una reunión de su Comité Ejecutivo 151 , e l Secretario informó sobre
sus contenidos, haciendo hincapié en la importancia de determinados párrafos, que transcri-
bía. Pero éstos, sacados de su contexto, no permitían apreciar e l fuerte carácter crítico que

1 ~6 BCOC I, septiembreoctubre de 19 7 1 y Memoria. afio 197 1-72. pp. 129-135 .


1 ~7 << Las Cámaras. decía. no surgen como expresión de una concepció n social y po iÍiica trasnochada.
e n la que subyacía un cl ima de lucha de clases. ni constituyen ni constituye ron nunca la representación
legal de los patronos cerca del Poder Públi co. Las Cámaras, desde su nac idmi ento, re nu nciaron expresa-
mente a la luc ha de c lases en su seno y al concepto patronal que queda sustituido por e l de e mpresa rio».
Como se ve. el tono es muy conoc ido por nosotros.
1 ~x BCOC I. j ulio-agosto 1974. pp. 7-9 .

1 ~ 9 BCOCI. septie mbre 1968, pp. 13-1 4, a nículo «Las Cámaras de Co me rcio en el desarroll o econó-

mico ele la nación». tran scripción de un an íc ul o ele Tomás Mo ra to aparecido e n ABC en ese mismo mes:
e l artíc ulo volvía a abundar e n esos conceptos ya 1an manidos de l carácte r no c las ista, inlernaciona l. asesor
y oficial de las Címarsa. T b. Víd. BCOC L junio 1969, p. 4, artícu lo ele Jean Pi e rre Masmej an, « La Cáma ra
de Comercio, institución de l porven ir», trasnc rito de l Bo letín de la Cámara de Tarrasa; e n é l se las defin ía
como portavoces de la economía privada y se les aug uraba un espléndido porve ni r. Otro artíc ulo relacio-
nado ele alg una forma con e l tema es e l q ue aparece e n e l BCOCI de septiembre de 1966, pp. 1-3, de l
profesor Sidja nski . refe rido a los g rupos de pres ió n: «¿C uál es e l pa pel de los g rupos ele presión en la Co-
lllllniclad Europea~» : la inclusión ele un a rtíc ul o ele este tipo no deja ele ser un tanto c uriosa, pues aunque
e n él no se hace refere ncia explíci ta a las Cá maras. pa rece como si se quisiera dejar cons1anc ia de alg una
fo rma de la importanc ia que te nía la presión e mpresarial e n o rganismos 1an imponanlcs como la propi a
CEE.
150 Dic ho apoyo consistió e n la aportación ele datos gene rales de tipo legislati vo y sobre la hi storia

de las Cámaras e n gene ral , no con aportaciones de arc hivo.


1 ' 1 Actas Com ité E jecutivo, 9-septie mbre- 19 75.
258 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

contenía la publicación, y de su lectura aislada sólo se desprende la importancia que tiene


e n la ineficacia de la actividad camera! la interferencia sindical, así como el olvido y la in-
te rvención administrativa. En c ualqui er caso, el Comité consideró interesante la tesis del
profesor Sánchez Blanco, por considerarla como un trabajo «Casi exhaustivo». En una reu-
nión plenaria posterior 15 " se hacía constar el «enorme interéS>> que había susc itado la obra
en todas las Cámaras, lo que parece ser indicio de que al menos la separata fue enviada a
muchas de ellas. No obstante, para la mayoría habían de resultar incóm odas las lúcidas y
críticas reflexiones a llí contenidas, lo que puede ex plicar la ausencia de refere ncias a la mis-
ma e n toda la bibliografía sobre Cámaras posterior a esta fecha, a pesar ele constituir el tra-
bajo una de las más importantes aportaciones al conoc imi ent o de la problemática camera!.
Esta no dejaba de tener repercusiones no sólo sobre el ausente e lectorado ele la Cámara,
sino incluso sobre quienes llegaban a sus Plenos. El lastre que supone la subordinac ión po-
lítica de la Cámara en todo el periodo que hemos analizado es tan grande que incluso cuando
las circu nstancias hayan cambiado, vamos a te ner oportunidad de constatar la persistencia
de su negativa influencia. Como resumen de toda la desori entación sobre lo que era o debe-
ría ser una Cámara de Comercio en el contexto concreto en que se movía la sa lmantina,
hemos elegido las opini ones vertidas en una sesió n plenaria celebrada el 20 de marzo de
1978 151 . La interve nción de algunos plenarios recié n llegados a la institución puso ele mani -
fiesto el desconocimiento no sólo acerca ele su naturaleza. si no del propio func ionamiento
inte mo ele la misma, ya que se ignoraba la forma en que se realizaban los Presupuestos y
Liquidaciones. así como las funciones específicas que habían de c umplirse, o cuestiones
puntuales como las relativas a la periodicidad en la celebración ele Pl enos 1 '~- Pero lo más
interesante es comprobar cómo aparecen ya explícitas posturas c ríticas hac ia la instituci ón,
que son resultado de una opinión generali zada acerca de su insatisfac toria activ idad. Por
ejemplo. se expresan eludas acerca ele la utilidad de la Cámara, que debiendo ser, en opinión
ele algún plenario. cabeza visible ele comerciantes. industri ales, importadores. expmtadores.
«e n fin de todos los e lectores>>, porque «no se tenía otra>>, y debiendo además, procurar una
serie de servicios que justificaran el dinero que se recaudaba 1" \ no servía, en su opinión ,
más que para pagar al personal. Se están mezclando, casi insensiblemente , conceptos d ife-
rentes pero también comple mentarios: la Cámara debía ser también cabeza visible de un gru-
po social, es decir, proporcionar servicios que no se pudieran obtener ele forma individual y.
al mismo tiempo, acwar como ponavoz ele intereses, como grupo ele presión. El sentido crí-
tico no consigue ev itar la imagen ele una cierta confusión sobre lo que era o debería ser la
entidad ; se está expresando la falta ele adecuac ión entre la institución y los supuestos inte-

1" 2 Actas Ple no. 2ó-septi embre- 19 75.


101 Actas Pleno. 20-marzo- 19 78. Dic ha sesió n, contra lo que parecía se r costumbre , fue g rabada y
transcrita la grabación.
1' " lhide111.
155 lbide111. Según esta opi nión, los pl enari os estaban e n la Cámara fundamentalmente pa ra «defender

lo '> inte reses del ..:ontribuye nte >> y procurar devolve r casi tanto como lo que se recibía. Respecto a ser la
cabeza visible de comerciantes e industriales. se afirmaba que si antes «había otros O rgan ismos q ue se in-
te rfe ría n. hoy. e l e mpresa rio. el industrial. el come rc ia nte, no te nemos más que la Cámara de Comerc io , y
la Cámara de Comerc io no nos da nada, ni al comerciante ni al industrial ». E llo es muestra de un estado
de c ie rta desorgan ización de l empresari aclo que, en el nuevo conte xto que se estaba vivie ndo, sentía la ne-
cesidad de reorienta r su actividad asoc iativa y precisamente en e se momento se c uestionaba la uti lidad ele
una institución ya ex iste nte . la propia Cámara.
LAS CÁMARAS DE CO MERCIO F.N EL FRANQU !SMO 259

reses de sus electores, que en conjunto no saben para qué sirve 156 , lo que prueba la existencia
de ese negativo lastre que antes hemos comentado; pero también se advierte la frustración
por la inexistencia de canales adecuados para los intereses empresariales, en clara demostra-
c ión de la trayectoria negativa segu ida en este campo en el periodo que hemos estud iado.

15 (' Según o tra inte rvención. los industriales y comerc iantes. e n general. no sa bían <<que pueden ac udir

a la C.ímara para muc has cosas. y no acuden, pud iendo acudir». a lo q ue se replicaba q ue e llo e ra porque
no se hacía nada para q ue se enteraran. La conexión de todo esto con la proyecc ión exterior ele la inst itución
es m<Ís que ev ide nte.
CONCLUS IONES

En el curso de nuestro trabajo, hemos insistido en que, a lo largo de su existencia, las


Cámaras de Comercio, Industria y Navegación adolecen de una ambigüedad esencial. que
lastra su desarrollo, sometiéndolas a di versas contradicciones y disfunc ionalidades.
Teóricamente, las Cámaras, en cuanto asociaciones de empresarios, deberían de servir
para representar sus intereses ante la Administración, pero en cuanto instituciones vincu ladas
a esta última, habían de some te rse a su mediati zación; cuando ésta alcanzaba grados tan ele-
vados corno los que hemos descrito, se podía llegar a perder todo carácter reivindicativo,
toda capacidad de presión o influencia sobre los poderes públicos. Si las Cámaras se resis-
tían a e llo. corrían el peligro de desapm-ecer; pero si se doblegaban de forma absoluta. se
e ncontrarían con sus funciones desvirtuadas y se verían contestadas por los mismos grupos
sociales a los que pretendían representar, perdiendo - así- todo sentido y razón de ser.
Buscar el exacto punto de equilibri o entre ambas opciones era tarea complicada, sobre
todo si tene mos en c uenta las circunstancias que inspiraron la creac ión de las Cámaras. Los
políticos de la Restau ración la~ presentaron como el canal de comunicación entre empresa-
rios y gobierno, pero lo que realme nte pretend ían era disuadir a aquéllos de una incipiente
organización grupal no controlada, y sólo en segundo término incorporarlos como auxiliares
de la Admini stración en la tarea de promover el desarrollo económico del país.
Un sector de los patronos, el más inquieto y dinámico, recibió a las nuevas instituciones
de forma expectante y esperanzada, para pasar rápidamente al dese ncanto, tras comprobar
su escasa trascendencia. Sólo la crítica coyuntura de 1898 consiguió sacarlas de un estado
de indudable postración, al servi r para aglutinar y coordinar a unas clases medias que no se
sentían adecuadame nte representadas por los partidos de la Restauración. Pe ro el intento de
potenciarlas como grupo de presión tropezó por un lado, con la resue lta postura en contra
de la Admini stración y, por otro , con las limitaciones y debilidades de estas instituciones.
En esta ocasión, como en otras en que se volverá a intentar convertir a las Cámaras e n
eficaz instrumento para la defensa de los grupos empresaria les, los resultados, poco brillan-
tes. dependieron de un conjunto de variables interdependientcs, visibles todas e ll as e n la es-
pecífica trayectoria de la vida camera!: la actitud de la Administración, los intereses y
estrategias de los grupos patronales. la referenc ia camera( exterior (lo que pasaba allende
nuestras fro nteras), la in11uencia de determinadas coyunturas conflicti vas y la propia diná-
mica interna de la institución.
Con respecto a la Administración. se comprende bastante bien que habiendo c reado a
las Cámaras con intención de desmovilizar al empresariado, di fíci ]mente estaría di spuesta a
que se convirtieran en instrumento de movilizac ión con su ayuda. Por e llo, su estrategia se
dirigirá siempre a constreñir jurídicamente la acti vidad camera( a unos límites prec isos. al
tiempo que intentaba aplacar las protestas que surgían de la nueva institución con pro mesas
nunca cumplidas ele otorgarles mayor capacidad de acción e influenc ia. Esta táctica se ins-
piraba en la no declarada función adjudicada a las Cámaras: domesticar y encuadrar a los
patronos. Paradój icamente, si no lo lograban, ese fracaso las pondría de nuevo en pe ligro.
salvo que consiguieran altas cotas de eficacia en el desaiTollo de su secundaria misión, como
e ra la de ofrecer servicios a la Admini stración y a los empresarios.
Vistas así las cosas, Jo increíble es que. a pesar de todo, las Cámaras lograran sobrevi vir
e n medio de una agitada historia llena de alti bajos, basculando ya hacia su fu nción de re pre-
sentación de intereses, ya hacia la de servic io a la Admin istrac ión. No lograron nunca esta-
262 L SANTI AGO DÍEZ CANO

blecer objetivos duraderos, debatiéndose siempre e n la indefinición y deri va ndo a menudo


hacia la inoperancia.
La Admin istración, por su pa r1e, se mostró no me nos contradictoria y vacilante. osci-
lando entre la voluntad de atender a unos organismos que prete ndía instrumentar y la de
controlarlos y limitarlos. Muestra de esto último fue la potenciación desmesurada del Con-
sejo Superior (en principio, Junta Consultiva), nacido como órgano coordinador de la ac ti-
vidad de las Cámaras y pronto supe rpuesto a ellas.
Pese a todas las dificultades, las Cámaras mostraron circunstanciales periodos de efica-
cia o fueron capaces de alinearse con la patronal en ciertos momentos de conflic ti vidad, co-
mo sucedió e n la 11 República.
Es pos ible que. e ntonces, siguiendo de alg una fom1a el ejemplo de otros países, una
evolución di stinta de los acontecimientos hubiera reforzado el papel que a partir de ese mo-
me nto pudie ran jugar las Cámaras. En otras nac iones con simi lar, aunque mejor estructura-
do. modelo came ra! , las Cámaras de Comercio estaban rcs ituá ndose para lograr su
consolidac ió n. El camino e legido consi stía, dada la evolución econó mica y social del mundo
capita lista euro peo. e n especiali';;ar a las entidades camerales ace ntuando cada vez más uno
de los ro les que sie mpre. pero no exclusivame nte, tuvie ron: e l de ser e ntidades prestadoras
de servicios y foro de estudio y tra nsmisión de propuestas de los grupos e mpresariales. Que
el éxito no era fácil lo demuestra el hecho de que, como he mos comprobado, aún en épocas
recientes permanece c uestionada la labor de las Cámaras incluso en países en los que tienen
sólida trad ición.
En España, por el contrario, la im portancia dada a los te mas sociales e n la etapa repu-
blicana y, sobre todo, el cot1e que en todos los aspectos de la vida nacional supuso la g uerra
civiL impidie ro n una evolución e n ese sentido.
Nuestras Cámaras tambié n se vieron abocadas a una redefinición, pero ésta tomó derro-
teros distintos a los europeos, básicamente porque aquéllas no pudieron en ningún mome nto
tomar la iniciati va, al encontrarse sometidas a la doble acción de dos eleme ntos distorsiona-
dores: el proveniente de una nueva Organización de pre te nsio nes excluyentes, los Sindica-
tos. y, sobre todo, el generado po r la voluntad hegemónica del nue vo Estado. Lo q ue mej o r
caracteriza este pe riodo que hemos estudiado es la prevalencia de uno de los factores con-
di cionantes de la trayectoria camera! : la acción, en este caso utilitaria manipulació n. de la
Administració n.
La prevale ncia de la Admini strac ió n se expresa no sólo e n sus relaciones con las C<ima-
ras, sino, como he mos tenido ocasión de comprobar, e n las establecidas por e lla con otros
gru pos de representación de intereses. E n efecto, como es sabido, el Estado nacido de la
g uerra c ivil e ra incompatible con la organización a utó no ma de aquéll os. A través de una e~­
tructura sindical vertical, de inspiración corporati va, prete ndía teóricame nte armoni zar y
compatibilizar los inte reses e mpresariales y obreros y, prác ticamente, eliminar la o rgani za-
c ió n y resistencia de estos últimos. Las Cá maras tuvieron entonces que luc har, en prime r
lugar. por su supe rvivencia, cons iguiendo eludir la interferencia sindical gracias al apoyo de
c ie rtos g rupos con fuerza dentro de la al ta Administració n del Estado. Al fin y al cabo, éste.
o rgani zado desde el primordial supuesto de armo nizar e n él los inte reses de los di versos gru-
pos que apoyaron al bando rebe lde a la Rcpúbl ica durante la gue rra, no se mostró di spuesto
e n defini ti va a una ide ntificació n exclusiva con el Partido único. E llo moti vó que muy pron-
to se desv irtuaran y corri g ie ran las radicales interpre taciones que de l Sindicalismo vertical
habían hecho alg unos de sus me ntores falangistas y se le asignara con claridad un papel su-
bordinado.
LAS CÁM;\R AS DE CO MERC IO EN EL FRANQU JSMO 263

Todo esto nos enfrenta con dos cuestiones que ineludiblemente ha de plantearse el in-
vesti gador que aborde la problemáti ca camera! en e l franquismo.
Por una parte, hay que cuestionarse por q ué el nuevo Estado sostu vo -en contra de sus
presupuestos ideológicos- a las Cámaras. La respuesta más fác il vendría dada por el carácter
arbitral del nuevo Régimen, preoc upado de otorgar contrapartidas a las diferentes fracciones
sociales y pol ít icas que habían propiciado su surgimiento. Las Cámaras constituirían, así. la
satisfacción ofrecida a unos empresarios que, por lo general, rechazaban someterse a la dis-
c iplina sindical. Pero esa supuesta «compensación » no casa bien con la escasísima funcio-
n;tl idad que tuvieron las Cámaras y. por otra pwte. es mu y discutible que el Régimen, en su
etapa inic ia l, estuviese realmente dispuesto a dar prioridad a los intereses comerciales e in-
dustriales. a los que impuso un intervencionismo económico a menudo contestado. Nuestra
investi gación confirma que, más bien, la pervivencia de las Cámaras fue un in strumento más
de Jos utilizados por los sectores no falangistas del Poder público para mermar el poder del
Partido y de los Sindicatos.
Esta pretensión, eminentemente política, podía encontrar el apoyo de ciertos sectores
del comercio y la industria que te mían las implicacio nes económ icas de la doctrina totalitaria
fa langista. Por otra parte, la existencia de escasos (y todavía mal investigados) canales de
relación entre los em presarios y los poderes públicos. provocaba el que algunos de aqué llos
consideraran que no debía menospreciarse ninguno de los que se les ofrecieran, aunque tu-
vieran escasa virtualidad. Cabía la esperanLa de que, con el tiempo, pudiera ser mejor apro-
vechado por el empresariado e l instrumento ca mera!: las expectativas abiertas por la
Asamblea ce lebrada en 196 1 se insertaban en ese contexto. Sabernos que eso no se cumplió
~ino en una pequefía parte, pero. en cual quier caso, tampoco podernos olvidar que estos or-
gani smos propiciaban la cercanía de quienes en ellos participa ban al Poder público y, en
algunas ocasiones, medios de incrementar e l grado de influencia personal. cuesti ón impor-
tante en el Rég imen franquista.
En resumen. el nuevo Estado permitió la supervivencia de las Cámaras, las cuales, al
fin y al cabo, estaban bajo su órbi ta y podían ser susceptibles de una utili zación espúrea. La
tradic ional act itud mediati zadora de la Adm inistración hac ia las Cámaras, en consecuencia.
cobró ahora insospechados bríos. Se mantuvo suspendido el proceso electoral durante todo
e l periodo. fomentando la endogamia y el alejamiento de la institución de sus destinatarios;
hasta los años 50 continuó la previa informac ión policial como requ isito para ocupar cargos
en los Plenos de las Cámaras; se potenció la figura del Consejo Superior. como medio de
controlar la ac ti vidad camera]; se incumplió sistemáticamente la normati va entonces vigente
o se llegó a su adulte ración (como retlejan las normas legales de 1966 ó 1968): se ignoró a
la institución en la configu ración de órganos asesores y consultivos, en beneficio de la Or-
gani zación Sind ical, aunque, corno hemos visto, realmente ésta tampoco tenía gran cosa que
hacer en e llos fre nte al predom inio abnnnador de los representantes directos de la Adminis-
trac ión del Estado.
La evolución carnera] en todo el periodo descrito aparece lastrada por ilegalidade s, in-
c umplimientos y desconsideración hacia las disposiciones orgánicas reguladoras de la acti-
vidad camera!. Esta anómala situac ión no se explica tan sólo por los ataques que a las
Cámaras dirigió la Organización Si ndical, que no bastan, pese a su intensidad, para explicar
su pésima estmctu ración j urídica. A nuestro entender, resulta más definitoria la actitud to-
mada por los Poderes Públicos. especialmente la desplegada desde el Ministerio de Come r-
cio (del que dependían las Cámaras desde 1953 ). El dirigisrno y e l deseo inte1vencionista
264 L SANTIAGO DÍEZ CANO

q ue preside toda su actuación a lo largo del periodo considerado, tiene un ti c! rct1ejo en las
normas legales que hemos considerado y en el incumplimiento de las que regían la vida ca-
mera!; en este contexto, se entiende fáci lme nte no sólo que no se rectificaran las orie ntac io-
nes j urídi cas de las Cámaras, sino ade más, que se mantuv ie ra una situación peculiar derivada
de las excepcionales c ircunstancias de la guerra civil, como era la suspensió n del procedi -
miento electoral. El remedio al que se recurre para paliar esa situación, plasmado e n la orden
de 18 de enero de 1968 responde todavía a una actitud intervencionista y utilita rista por parte
del Ministerio. En esa misma línea se in scribe la Orden de 1966, que suscitó las resistencias
que hemos reseñado.
En el mismo sentido ha de e nte nderse la rei terada posició n mini sterial en defensa de las
Cámaras f'rcnte a la Organización Sindical. sea en acciones coyunturales. como la convoca-
to ri a de elecc iones de 1962, sea en cuestiones más de fondo, como las relac ionadas con la
Ley Sindical de 197 1 y el Reglamento de Cámaras de 1974. Al fin y al cabo, el Ministerio
defendía la supervivenci a de las Cámaras en función sobre todo de sus propios intereses.
ev ita ndo que la Organi zación Sindical pudiera incorporar a su estructura toda la red camera!,
que el M in isterio de Comercio consideraba dom ini o propio. Pero, a unque es verdad que la
posic ión adoptada por el Mini sterio fu e clave para lograr la subsistencia ele las Cámaras, eso
no de be hacer olvidar que al mismo tiempo e ra responsable de su degradación instilllcional,
con su pol ítica de o lvido, abandono y hasta menosprecio.
Las Cámaras se prestaron a esta utilización, seguramente porque no les quedaba otro
remedio. Siguiendo su trayectoria interna, hemos podido comprobar el carácter defensi vo y
j ustificador de los pronunciamientos camerales de estos ai'íos. E llo va a consolidar, paradó-
j icamente, lo que hemos llamado proceso de reclefinición de la actividad camera!, que no se
va a desarroll ar en los mi smos términos que el producido e n e l entorno europeo. Nuevamen-
te la prevalencia de la influencia de la Administración sobre las Cámaras debilita los condi-
c ionantes externos . Aq uí, no es el desarrollo económico y la pujanza de nuevos movimientos
patrona les lo que va a impulsar los cambios, sino la conveniencia de la Admin istración. Sin
embargo los té rminos de la redefinició n de las Cámaras presentan similitudes con la ele los
países e uropeos, en cuanto se orie ntan también a una especializac ió n de la acti vidad hacia
objetivos de carác te r, directa o indirectamente, económicos. La diferenc ia fundame ntal, en
e l caso español, estriba en que esa reorientación no podía obviar los contradictOiios condi -
c io nantes b<~o los que se desarrollaba. La insistencia en el carácter de las Cámaras com o
representativas de unos supuestos «i ntereses generales del comercio, la industri a y la nave-
gación >> a parece desde los tiempos ele la gue rra como resultado del inte nto de sustraer a la
institución a su posible disol ución en la nueva estructura sindical que se frag uaba e n el nue -
vo Estado. Esa línea argumental coincidía con la seguida e n los países euro peos e n el hec ho
de que ponía el acento funcional ele las Cámaras e n la promoción econó mica y apoyo al
e mpresaiiaclo, pero se diterenciaba en que al tener que insistir en su carácter ele organi zació n
no patrona L distorsio naba de manera total el propio carácte r ele la institución, asemejándolo
a un órgano dependien te del ministerio, y alej ándolo así de sus destinatarios. Las contradic-
c io nes impl íc itas e n este esquema darán lugar a increíbles piruetas d ialécticas y ofrece rá n
argumentos a sus contri ncantes o competidores.
Más o menos hasta principios ele la década ele los 60, las act ividades camerales no tie-
nen ape nas trascende ncia reseñable, incluso cuando e laboraban infonnes o trabajos j urídi-
cos. estadísticos, etc., que, en su mayoría, no pasaban de sus muros o ele los organismos a
los q ue se en viaban, Consejo Superior y Ministerios econó micos.
LAS CÁMARAS DE COM ERC IO EN EL FRANQUISMO 265

En la década de los 50, cambió la orientación de la política económ ica y entró el Régi-
men en una fase de transición: se redujeron sus ínfulas ag raristas e intervencionistas de la
primera etapa y se dio mayo r importancia a la 1iberalizació n económica y a lo s intercambios
con el exterior. La nueva situación implicaba otorgar mayor atención a las demandas de los
sectores vinculados a la industria y al comerci o, que desde hacía tiempo ve nían den unciando
los efectos noc ivos de la autarquía y la intervención. Este contexto era más fa vorable que el
a nte rior para pensar en una reactivación de las Cámaras. Así, aunque no se llegara al desea-
ble extremo de concederles representación e iniciativa, al menos e l Ministerio de Comercio
pareció proclive a prestarles mayor atención, como evide nció el desarrollo de la A samblea
de 1961 . aunque sie mpre con el propós ito de seguir utili zándolas, en este caso como apoyo
a su propia política y como escaparate frente al ex te rior.
Este giro en la actitud de la Administración frente a las Cámaras no dejó de generar la
reacción de los Sindicatos y propició la reapertura de su ya dilatada pugna. El cont1icto al-
canzó su cumbre con motivo de la promulgación de la Ley Sindical y la elaboración de un
nuevo Reglame nto para las Cámaras, que de bía ser pactado e ntre los Ministeri os de Comer-
c io y de Re laciones Sindicales. Nuestra investigació n sobre estos aspectos ha servido para
mostrar cómo entonces se pusieron de relieve las perspectivas de supervivencia de las C á-
maras. al ampa ro del Ministerio, pero ta mbié n cómo se hizo patente la maraña de contradic -
c iones e n que seguían debatiéndose y las dificultades para argume ntar. desde su vacío
funcionaL su razón de ser. De ahí la necesidad de reaccionar para cubri r dicho vacío y ele
a hí también una de de las expl icaciones de la recuperación de ciertos ni ve les de activ idad,
:-.obre todo po r lo que hace a las Cámaras más importantes, que incluso se atreven a d isentir
de las directrices oficiales. El desarrollo vivido por el país en la década de los 60 y primeros
ai'íos de los 70 vino a acrecentar las posibilidades de las Cámaras. sobre todo de aquellas
asentadas e n los lugares de mayor desarrollo. Y así, aunque el papel que jugaron en el pro-
greso económico del país, pese a lo que pueda desprenderse de las Historias camcrales pu-
blicadas. no deja de ser margina l, no cabe duda de que sus capacidades y resultados eran
bastante más halagadores que e n la etapa precedente. Al mismo tie mpo, e l inc remento de los
recursos que las nut rían, hizo a las Cámaras - y sobre todo. otra vez, a las gra neles- bocados
apetecibles, lo que sobreal ime nta ría, otra vez. las apetencias sindicales ele absorción. S i a
e llo unimos el carácter conflictivo de la coyuntura política en la etapa ti na] de los 60 y los
años fina les del Régimen, podemos e ntender que la recupe ración camera! viniera inevitab le-
mente acompai'íada de una crecida de su cuestio namiento.
Estas razones y otras relacionadas con la proyección exterio r del Régimen explican la
<<defensa>> que po r propia conve nie nci a hizo e ntonces de las Cámaras el Mini sterio ele Co-
merc io, confirmando así toda su trayec toria anterior.
El resultado tina! de las compete ncias y de pe ndencias descritas no ha dejado de tener
re percusiones negativas para la institución camera! en s u conjunto. Superado el postre r ata-
que de la Organizac ió n S indical, pero no sus fa llas organizati vas, agravadas aún más por las
d istorsiones y manipulaciones realizadas por Régimen franquista, las Cámaras se encontra-
ban e n una si tuación de descomposició n estructural mcís que ev idente. El corte que en su
desarrollo y trayec to ria supusie ron los acontecimientos vi vid os desde 1940 había sido pro-
fundo, y su impacto, como se demostró, duradero.
Para cerrar las heridas provocadas por su largo sometimie nto, las Cámaras van a repla n-
tearse su futuro j usto en el momento e n que se inicia la transición po lítica del país. La X
Asa mblea de Cámaras, celebrada e n mayo de 1977 responde a estas intenc io nes, pero, como
266 L SANT IAGO DÍE% CANO

hemos mostrado, había de enfrentarse para ello al daño causado a las Cámaras por e l periodo
anterior. Los proyectos y alternati vas allí planteados partían del reconocimiento implícito de
su lamentable si tuación institucional. Al mi smo tie mpo, se patentizaba con toda su crudeza
el enfrentamie nto inevitable e ntre quienes defendían la supervivencia de las Cámaras y otros
grupos patronales, que asimismo intentaban tomar posic iones en el nuevo contexto po lítico.
No se puede negar a las Cámaras el temprano intento de contribuir a la organización de los
intereses patronales en la España democrática y sus deseos de no ser competidoras sino co-
laboradoras o complemento de otros organismos patronales sin vinculaciones oficiales. Pero,
para su desgracia, el lastre que arrastraban. su enorme desprestigio, van a impedir que sus
ambiciosos proyectos se hicieran realidad y que encontraran sustancial apoyo ofic ia l o reco-
nocimiento privado. Ello impedirá su real consolidación como grupo de representac ión de
intereses empresariales. En definitiva, las Cámaras retomaban en 1977 el debate sobre su
propia naturaleza. intentando corregir el desequilibrio causado por su basculación durante la
etapa franquista hacia un desnaturali zador y dócil servicio a la Administración. Su preten-
sión era recuperar el respaldo y el respeto de los destinatarios de su actividad.
Lo hasta aq uí expuesto se fundamenta en la aplicación de un modelo expl icati vo que
nos ha servido para comprender toda la trayectoria y funcionamiento de las Cámaras sobre
la base del fortalecimiento o debilitamiento de cada una de las variables interclependientes
que, con desigual incidencia, determinan su naturaleza y funciones. En el curso de nuestra
investigación, dicho mode lo general es completado y, al mismo tiempo, puesto a prueba a
travé~ del estudio de la Cámara salmantina. Vistos su desarrollo y evolución desde una pers-
pectiva global, observamos que si bien sus peculiaridades precisan ser explicadas a partir de
factores endógenos específicos, su historia es en lo esencial común a la de otras instituciones
homónimas del país.
A pesar de la modestia de las clases mercantiles e industriales salmantinas, la Cámara
ele Sala manca pudo aprovechar aquéllas coyunturas nac ionales favorab les para el desarrollo
camera!, luchando por orientarlo hac ia la defensa de los intereses empresariales y mostrando
gran vitalidad entre 1898 y el com ienzo de la D ictadura de Primo ele Rivera. Como ocurri ó
seguramente con Cámaras de otras provi ncias y por las razones ya vistas, la de Salamanca
evolucionó hacia actitudes de cooperación y confluencia abierta con la patronal salmantina
durante la Segunda República. También en este caso la sublevación de 1936 rompe esta reo-
rientación. Los miembros de la Cámara no podían sustraerse a la parálisis y mediatización
ejercida sobre la institución por e l franqui smo.
Ahora bien, a las gravísimas anomalías que lastraron la acti viciad camera! en su conjun-
to, se unió, en el caso salmantino, una nefasta gestión interna que ahondó a{lll más su nega-
tiva situación. La conjunción de ambos factores tuvo consecuenc ias c ie1tamente desastrosas
para la Cámara. Bien es verdad que debían los miembros de la Entidad enfrentarse, además
de a Jos factores !imitadores generales, a la posición marginal que ocupó la prov incia sal-
mantina en las preocupaciones económicas ele los d irigentes franquistas. Como hemos mos-
ll·aclo, el desarrollo económico provincial aparece fuertemente condicionado po r el peso
primordial de la e migración y por la terciari zación de las actividades económicas, centradas
fundamentalmen te en la capita l de la provincia. La pretensión ele participar en la apuesta
nacional industrializadora del comie nzo de los años 60, no tuvo ninguna virtualidad, lo que
resulta revelador de la escasa operati vidad que tenía la acción organizada ele los grupos eco-
nómicos salmantinos, vehiculada especialmente a través de los Consejos Económicos Sindi-
cales, y siempre dependiente ele la máxima autoridad provincial, el Gobiemo Civi l.
LAS CÁMARAS DI:: COMERC IO eN EL ~R AN QUISMO 267

Condicionada de partida por un contexto poco favorable, la específica trayectoria de la


Cámara de Salamanca en el franqui smo reve la los importantes desajustes que padece.
En primer lugar, e l anál isis del electorado y los dirigentes nos ha permitido apreciar la
distancia existente entre ambos grupos. Al ya añejo problema de la escasa represen tatividad
de los << miembros» de la Cámara, es dec ir, quienes componían su Pleno, se añaden ahora los
efectos de la suspensión durante el franquismo de todo proceso e lectoral, que conduce a re -
novac iones por cooptación. Por eso, no puede extrañar que la élite dirigente de la Cámara.
a pesar incluso ele la buena voluntad de sus componentes, no sea considerada en modo al-
guno re presentativa de las inquietudes e intereses comerciales e industriales de la provincia.
La reproducción endogámica de los Plenos es efectuada a partir ele las relaciones personales
ele sus miembros y de las recomendaciones de las autoiidacles provinc iales, lo que provoca
que los cargos recaigan preferentemente sobre una é lite de personajes relevantes del comer-
cio y la industria de la capital. Los Plenos no eran así el ref1ejo de la maymitaria presencia
urbana y provinc ial de pequeños C(lmerc iantes, industriales o artesanos que constituían el
electorado ele la Cámara. con la lógica consecuencia del agrandamiento ele la brecha entre
la institución y sus teó ricos clestinat<Jrios y componentes. Por otra parte, dic ho Pleno aparece
dominado por las figuras de l Presidente y, en segundo término, el Secretario: ellos son los
responsables d irectos de la actividad o inactividad de la corporació n. Por e l contrario, las
funciones desem peñadas por los vocales no tienen tanta relevancia y conocemos bien el de-
sinte rés de muchos ele ell os, constatable a través ele los datos dispon ibles sobre las asisten-
cias al Pleno.
E l análisis de los recursos recaudados y de su gestión ha servido para mostrar, sobre
todo. que la situación económica de la Entidad no le permitía acomete r actividades capaces
de trascender y satisfacer a su electorado, ni siquiera cuando la etapa de l desarrollo produzca
mayores aportaciones de dinero (de las cuales, la mayor sería la procedente ele la empresa
hidroeléctrica Iberduero ). De ahí que la gestión adecuada ele los fondos di sponibles fuera
fundamental. Cuando aq uélla se efectuó correctamente, aun realizando algunos es fuerzos
presupuestarios, pudieron ponerse en marcha ac ti vidades de cierta envergadura, como la ce-
le bración de Ferias. S i éstas no tuvieron la reperc usión deseada. no parece que fue ra a causa
de las cuestiones financ ieras. En otro sentido, hemos comprobado también que los electores
utilizan como forma de contestación a la labor camera! el impago de las cuotas nbligatOiias
q ue sostenían a la Cámara.
El pmmenorizado análisis de la activ idad desplegada por la Cámara e ntre 1940 y 1975
q ue hemos efectuado, re1leja la ex istencia de a l menos tres etapas: la nefasta y desorga-
n izada pres idencia ele José Mmía Yiñuela, el intento ele regularización ele Ju lio lbáñez y la
normalizac ión de la actividad visible en las presidenc ias ele Angel Nuño y Zenón Jiménez
R iclruejo.
Los años que van desde 1946 a 1955 pueden ser calificados como uno ele los más negros
peri odos ele la Entidad, negativo juicio que tiene una doble explicación , pues si bien es cierto
que las circunstancias que conocemos explican el deterioro de la vida camera! en su conjun-
to . no lo es menos que la caótica situación ele la Cámara salmantina tenía también causas
internas: sólo así se expl ica la ausencia ele reuniones, la falta ele actividad concreta, las ano-
malías de todo tipo en la gestión, etc.
La presidencia ele Julio lbáñez significa la vuelta a la <<nonnaliclacl». no muy brillante
dado e l contexto poco favorable. No obstante, este breve pero intenso periodo, supone una
regularización de la vida de la Cámara. que va a permiti r el inicio de una etapa de desarrollo.
268 L. SANTI AGO DiEZ CANO

Aunque la acción económica de la Cámara en esta etapa no fue ciertamente de enver-


gadura, no dejó de tener a lguna influencia. El grueso de su actividad se dedica a tareas de
colaboración, sea con el Consejo y los Ministerios económicos, sea con iniciativas provin-
ciales controladas la mayoría de las veces por la autoridad prov incial. Ello es muestra de
que la posible acc ión grupal debía contar con que los procesos de toma de deci siones pasa-
ban ineludiblemente por los Poderes públicos. La Cámara plantea a éstos determinadas pro-
puestas, con mayor o menor éxito, pero consciente de carecer de poder decisorio.
Precisamente el proyecto de mayo r trascendencia de la corporación. la celebración de las
Ferias Monográficas, no alcanzó los resultados apetecidos a causa de l desinterés mostrado
por otras emidades oficiales. La función representativa de la Cámara de Salamanca era muy
escasa y de ello parecen conscie ntes sus propios componentes, lo que no resulta sorprenden-
te si recordamos que tampoco tuvieron mucha trascendencia las iniciativas de otros organis-
mos con participación empresaria l, especialmente los sindicales.
El pulso de la C<imara salmantina es más débil que el de sus homónimas más importan-
tes, por lo que es menor su capacidad de afrontar difi cultades globales y ofrecer resistencias
a las mismas. La tensión Cámaras-Sindicatos no parece particularmente grave en Salamanca,
lo que corrobora la hipótesis de que lo que dicha tensión encubría fundamenta lmente era la
confrontación ministerial con los Sindicatos. Por otro lado, y a falta de estudios sobre e l
sindicalismo provincial, pensamos que la defensa ele los intereses empresariales a escala lo-
cal perseguía antes la cooperac ión entre todos las organismos capaces de acudir en su
defensa, que una lucha de competencias entre los mismos, teniendo en cuenta e l fé rreo
control de cualquier intento reí vindicativo establec ido desde el Gobierno Civil, y el poco
margen dado a la acción organ izada, institucional izada o no. Creemos que los empresarios
locales optaron bien por utilizar la totalidad de los escasos cauces insti tucionales ex istentes,
haciéndose presentes tanto en Cámaras como en Sindicatos, bien por renunc iar a la vía ins-
titucional.
Los cuestionamientos soportados y las concesiones hechas desprestigiaron a la Cámaras.
Una valoración global negativa de la mi sma fue hecha incluso por algunos de los que llega-
ron a la Entidad al fina l ele todo este periodo, pero la actitud empresarial predominante fue
la de indiferencia ante la Cámara o incluso la ele desconocimiento. En la actualidad, la Cá-
mara de Sa lamanca lucha, como sus compañeras de otras provincias, por recuperar el tie mpo
perdido. ganar e n funcionalidad, redefinirse y recobrar así credibilidad y razón de ser.
APÉN DICES

Enfi~' \ ' Ísta con José Núiie: Larra:, nol'iemhrc 1989

P. U na de las c uestiones más interesantes e'. saber por qué se iba a la Cámara, si se
pensaba que era una institución útil.
R. No, la instilllción era algo « más bien decorati vo». que te nía muchas limitaciones
e n su actuación y que dependía, e n última instanc ia de organ ismos superiores, fundamental -
me nte a través de lo que pudiera decir e l gobern ador, que era la máxima a utoridad. Se ha-
blaba de los temas, pero, en definiti va, la última palabra la tenían o tros.
P. Ud. tuvo a lguna pat1ic ipación muy concre ta. como ser Presidente de la Comisión
ele Biblioteca. o como la organizac ión ele un salón fo tográfico q ue se llevó a Madrid o la
pe tición de dinero para el monumento a Unamuno.
R. No me acuerdo muy bien de todo. pe ro sí ele lo de Unamuno: la cantidad que pro-
po nía la Cámara era realmente pequeña, casi ridícu la, y pedí y conseguí que se increme ntara
sustanc ialmente. porque era lo adec uado. lo que hab ía q ue hacer.
P. En esta é poca que corncmamos, los Sindicatos ¿funcionaban mejor que la Cámara?.
es decir, ¿ se sentían ustedes mejor re presentados en ellos?
R. No, los S indicatos en defini ti va también e ~ taban controlados. con la mayoría de sus
d irigentes nombrados a dedo y dependientes también de instanc ias superio res.
P. ¿ Por qué c ree usted que se le pidi ó participar e n la Cámara?
R. Yo creo que por ser una persona conoc í a, respetuosa con las opiniones ajenas y
q ue, al mismo tie mpo. todo e l mundo conocía las mías propias. Mi intenc ió n, co mo la de
a lgún otro que también acudió a la Cámara era la ele inte ntar hace r a lgo útil , aun a sabiendas
de las di ficultades. Porque alg unos otros iban más con deseos de «figurar>>, ele decir «soy
plenario de la Cámara>>.
P. Parece que los Presidentes llevaban un poco el peso de la Cámara, con la ayuda de
los Secretarios:
R. C reo que sí, aun siem pre dentro de las limitaciones ya citadas.
P. Ud. conoció a Zcnón .Jimé ncz R idrucjo, que fue presidente muchos años. Parecía
un hombre e mpre ndedor y activo.
R. Sí. además era un hombre centrado. adicto al Régimen pero sin e mbargo respetuoso
y ecuánime con las opiniones aj ena s, incluso di sp uesto a ayudar a qui en no opinara como
é l. Zenón era. no de Salamanca. sino ele Burgo ele Osma. Quizás por el lo fuera tan e mp re n-
dedor. porque aquí no somos así. somos algo más apáticos.
P. Parece como si los e mpresarios salmantinos fueran un ta nto incliv iclua listas, poco
proc lives a asociarse. ¿Cómo veían e llos a la CánMra, lo que hacía'7 ¿ Le:-. parecía una insti -
tución que simpleme nte les cobraba un impuesto. :;in tm1s'1
R. Sí, pero eso es algo de los sal manti nos e n ge ne ral. Unamuno decía que los salma n-
tinos nos re unimos o asociamos «e n la Plaza Mayor>>. Los comerc ia ntes e industrial es sal-
mantinos tenían una visión negati va en cierta medida de lo que era la Cámara: sería algo
inút il, decorat ivo, e n suma.
P. S in e mbargo, algun as cosas sí se hicieron e n la Cámara, por ej e mplo las Ferias ele
Muestras. que parece n que tuvieron cierto éxito.
R. Sí, las Ferias fueron algo que sí tu vo un c ic t1o éxito, aunq ue ta mbié n se lo apunta-
ran organi smos aje nos a la Cámara. No eran a lgo controlado tota lmente por los plenarios,
sino que había un Comité e n e l que pat1icipaban otros organismos.
270 L SA:-.ITIAGO DÍEZ CANO

P. Y en el plano industrial , hubo intentos. fracasados según parece, de promocionar


indu~trialmcnte la provincia. Por ejem plo. se intentó que algu na industria nacional impor-
tante (Renault ). se instalara en Salamanca, para lo cual se le ofrecían faci lidades por pane
de la Cámara.
R. Según se decía, como un rumor, se opuso e l obispo de la diócesis. a quien no le
gustaba la idea de te ner un centro industrial que pudiera cambiar las costumbres.
P. ¿Cómo era el funcionamiento interno de la Cámara? ¿Conocían ustedes cómo iban
las cosas?
R. No, lo que se nos decía al comenzar los Ple nos y poco más.
P. ¿,Y en cuanto a los recursos, a las cuentas J
R. Creo q ue la Cámara siempre andaba bastante bien ele d ine ro. aunque las cuentas no
se conocían real mente, aceptá bamos lo que se nos decía respecto a los Presupuestos.
P. ¡,Era la Cámara una institución más local que provi nc ial'J, es decir en la que estu-
vieran más representados los intereses ele la capital que los ele otros lugares ele la provincia.
R. Seguramente sí. entre otras cosas porque si hay un sitio con c ierto desarrollo éste
sería la capital müs que los pue blos.
P. ¿Cómo veían ustedes la acti vidad ele o tras Cümaras, sobre todo d e las grandes, que
tenían más recursos?
R. Las provincias no se pueden comparar y por tanto, tampoco la actividad ele las Cá-
maras. Madrid, Barce lona. Bilbao, e ran provincias gra ndes y fuertes, no como Salamanc a.

Enlreviszu con D. lttfio lbáñez. Rodríguez., 21 noviembre 1989


Julio lbá ñez Rodríguez fue Preside nte de la Cúmara entre 1955 y 1959. sie ndo ante rior-
mente Ple nario de la misma. Es nieto ele Mariano Rodríguez Galvá n, q uie n fu e Presidente
también ele la Institución entre 1912 y 1915.
P. En la é poca que comentamos, estando sw;pe ncliclo el proceso electoral, ¿se acudía
a la Cámara un poco po r amistad, por colaborar con alguie n q ue lo pedía?
R. Sí, se pensaba en quié n podía prestar su colaboración y se le pedía. Aunque había
alg una resistencia porque e llo supo n ía pé rdidas ele tiempo, si n la menor compensación eco-
nómica. Sucedía igualmente e n otros organi smos, como por e jemplo, la Caja ele Ahorros a
cuyo Consejo de Administrac ión per1enecí unos 35 a ños. O en el Centro ele Estudios Sal-
mantinos, en e l que tambié n he colaborado desde su fundación en el ai'ío ele 195 1.
P. Pero Ud. estaba tambié n en o tros sitios, como la Diputación
R. Sí, ya anteriormente había sido e legido Diputado Provincial. En la Diputación y
espec ialmente ded iqué mi prefe re nte ate nción a la Comis ió n de Be neficienc ia donde se lo -
g raron algunas mej oras.
P. Las personas que formaban parte ele estos organismos, simultane aban su presencia
e n otros, es decir, ¿se re petían a menudo los mismos nombres en la Cámara ele Come rcio ,
e n el Consejo ele Administración ele la Caja, en la Diputación, en cargos si ndicales ... ?
R. No, no e ran s iempre los mismos.
P. Una de las c uestiones más importantes que se puede plantear e l investi gador que
trabaja sobre las Cámaras es la de sabe r qué razo nes llevaba n a los e mpresarios a lormar
par1e ele los Plenos, qué podían ofrecerles las Cámaras.
R. Las Cámaras estaban para intentar ofrecer algo útil. servicios a los e mpresarios. Por
ejemplo, allí se podían resolver mú ltiples duelas sobre diversos y variados temas, dado que
LAS CAMARAS DE COM ERC IO f·::\ EL H< ·\ :\()UIS MO 27 1

en muchos casos los empresarios -come rciantes o industriales- ten ían d ificultades para co-
nocer el mejor cum plimiento de la profu sa legislac ión vigente.
P. Entonces. pode mos hablar. como se hace habitualmente, de que las Cámaras son
instituciones para dar servicio a las e mpresas. pa ra ofrecerles el asesorami ento que pudieran
necesitar.
R. Efecti vamente, de eso se trata, de poder of recer servicios. aunque no hab ía sufi-
cientes medios para proporcionar mayores ayudas, por no contarse con recursos suficientes.
Los ingresos económicos de las Cá mara se basaban en un lim itado tanto por cie nto sobre e l
impuesto de utilidades obtenidos por Industriales y Comerciantes en cada ejercicio anual. Y
eso cuando la recaudación funcionaba satisfactoriamente. Cuando yo llegué a la Preside ncia.
comprobé que no existía ningún control sobre los pagos ni sobre los cobros. no había Libro
de Contabi lidad, no se gestionaban los asuntos econó micos de la Cámara de forma adecuada.
Esta situación influía en una falta de recursos econó micos que repercutía lógicamente
en la actividad de la propia Cámara. Así. si no se hacían más cosas e ra porque no disponía
la elllidad de recursos para ello. Lo que se hizo fue a costa de trabajo y esfuerzo. Por ejem-
plo. yo tomé la deci sión de instalar cale facción en la sede, ya que ésta era una casa mu y
fría . hasta el punto de que la de nominábamos la «Cámara fri gorífica»; pero costó trabajo
porque cuando accedí al cargo apenas había 7.000 pesetas disponibles. Le voy a dar otro
ejemplo: intenté también la ampli ación de la sede, mediante la compra ele la casa de al lado,
q ue hace esquina con la calle del Clavel y que pertenecía a un industrial que no tenía hijos:
logré convencerle para que la vendie ra a la Cámara en 125.000 pesetas. cantidad que hoy
puede parecer risible, pero que no dejaba de ser co nsiderable en aquellos tiempos: sin em-
bargo. no pude co nc luir la operac ión porque tu ve que dimitir de l cargo por incompatibilida-
des surgidas.
P. Siendo Ud . Presidente, la re presentación q ue la Cámara tenía en el Jurado de Esti-
mación de Ut ilidades pasó a la Organi zación Sindical ¡,Có mo eran las relac iones entre la
Cámara y los Sindicatos')
R. Las re laciones entonces existentes emre las Cámaras de Comercio y Sindicatos es
un tema que habría que tratarlo situándose en los años en que fui Presidente de la Cámara.
La política «nacional-sindicalista», implantada a raíz del año ele 1939, anuló las entonces
e xi stentes entidades Patronales y Casas del Pue blo, y no pudo hacer lo mismo, a pesar ele
que hubo intentos de hacerlo, con las Cámaras de Come rc io, y estas. conservando sus causas
fundacionales y fundamentos legales, pudieron seguir actuando en cumplimiento de la mi-
sión que las había originado, y conse rvaro n representación en di stintos organi smos admin is-
trati vos. como por ejemplo en e l Tri bunal de Defraudación y Contra bando. en el cual e l
Presidente ele la Cámara ele Comerc io era M icmbro nato.
Se puede dec ir que las relac iones entre Sind icatos y Cámaras eran di plomáticas y de
mutua tolerancia, pe ro nada más.
La política económica sindical. de obli gada observancia, fue una ma la adaptació n de
extranjeros sistemas, con algún retoque nacionalista. y con una burocracia excesiva. y sob re
todo. - y e llo con las naturales excepciones- con una falt a ele preparación en buena pane de
sus dirigentes que justifica que hayan clcsaparcc ido los Sind icatos llamados «verticales>> al
cambi ar el Rég imen de la nación. Ahora se ha vuel to a la Patrona l y al sindicato obrero e n
sus varias denominaciones.
P. Aunque los componentes de los di stintos Ple nos participan de las tareas de la Cá-
mara. da la sensació n -cuando se examina la docume ntación di sponible- de que e l peso de
272 L. SANTIAGO DÍE/ CANO

!;~ Cámara recae realmente en el Presidente y en e l Secretario. ¿Cree Ud. que ambas figuras
eran las princ ipales?
R. Efectivame nte. así era. Una Cámara funcionaba si funcionaban el Preside nte y e l
Secretario. Por ejemplo. en Valladolid te nían una Cámara magnífica.
P. Pe ro posi ble mente influiría en e llo el di stinto ni vel de desatTo llo ele las dos provin -
c tas.
R. No, entonces las diferencias no eran tan grandes como después. Lo que ocurría es
que el Presidente y sobre todo el Secretario, Sr. Allué, eran personas mu y competentes, di-
námicas y muy preparadas.
P. ¡,Cómo se veía la Cámara desde e l empresariado de Salamanca?
R. El empresari ado ele ese momento estaba, salvo excepcio nes, mu y poco preparado
para tareas q ue no fueran las que a su propio negocio se referían.
P. ¿Había, como se dice, poco nivel asociati vo, pocas ganas de colaborar en activida-
des que necesitaran de aunar esfuerzos? ¿Había mucho individualismo?
R. Sí, los salmantinos somos de esa manera, un tanto individuali stas y además, muy
poco receptivos hacia todo lo que representa imposic iones.
P. La Cámara, a pesar de sus limitaciones, hi zo a lgunas cosas, por ejemplo, e n las Fe-
rias de Muestras. labor que Ud. inic ió, o en Turismo, pero menos. por ejemplo, en pro mo-
ción industrial.
R. Las Ferias sí tuvieron algCm éxito. aunque era difícil que se mantu vieran. ya que
en Salamanca no existe una producción industrial propi a que pudie ra despertar un interés
generaL y dado que no estamos e n buena línea de comunicaciones con e l resto de la nación,
el inte nto de crear una Feria no pasaba de ser una buena intención. En Turismo, no se hizo
gran cosa, no había tampoco mucha demanda, es decir, en mi época con la guerra aún re -
ciente, con no muy abundantes disponibilidades, con escasez de recursos y reservas extran-
jeras en cuanto al régimen imperante se refiere, estábamos muy lejos del «boom>> que se ha
producido en estos últimos años.Y e n cuanto a la industria, era muy reducida. La única que
se conservaba era la de los Mirar. Los curtidos, que tuvieron una época fl oreciente en la
guerra del 14, cuando se exportaba a los países en guerra. se vinieron muy pronto abajo a causa
ele la competencia de medios más moclemos que los que aquí se empleaban. La industria eléc-
trica es algo hecho desde fue ra. desde Bilbao: aquí ponemos el río y el suelo, y poco más .
P. La acti vidad de la Cámara parece tambi én un poco centrali sta, es decir. hec ha desde
Salamanca. sin contar con lo que había en los pueblos.
R. No, centralista no era, y bue na prueba de ell o es que se atendían peticiones de in-
dustriales y co me rciantes que no figuraban e n el Censo de la Cámara, e incluso, se procuraba
faci litar los datos solicitados por los que no radicaban en nuestra demarcación. En la pro-
vincia no existían industrias y comercios de real imp011ancia, y Béjar. donde la industria
textil tenía destacada importancia, tenía su propia Cámara de Comercio, con la que siempre
mantuvimos unas cordiales relaciones.
P. Aparte de las limitac iones de dinero, ¿se sentían tambié n limitados por instancias
~ uperiores, como el Consejo? ¿Les faltaba autonot ía para mayores actuaciones? Cuando les
pedían in formes, ¡,los tramitaban todos?
R. Se tramitaba cuanto se podía. Teníamos plena libertad de acción, dentro de nuestros
comunes reglame ntos y procurábamos atender las indi caciones que del Consejo Superior de
las Cámaras pudiéramos recibir.
P. Y ¿cómo e ran sus relac iones con Cámaras de provincias más desarrolladas'7
LAS CAMA RAS DE COMERCIO EN lóL rR ANQU ISMO 273

R. No eran muy frecuentes y se limitaban por lo general a facilitar informes que nos
e ran sol icitados.
P. ¡,Cree Ud. que func ionaban mejor por estar en lugares más dotados económicamente?
R. No era la mayor disposición de mayores recursos lo que caracterizaba el funciona-
m iento de las Cámaras, aunque naturalmente el d isponer de mayores medios influía en las
actuaciones de cada una de ellas, pero había Cámaras de menores ingresos que funcionaban
mejor que otras que disponían de mayores sumas.

Modelo de certificación policial de anteceden/es de un Plenario


Don Herac lio Fernández Calvo, Comisario de tercera clase del Cuerpo General de Po-
licía, secreta1io de la Comisaría de Salamanca de la que es el Jefe e l Comisario Jefe de igua l
c uerpo don Juan José Lanccyro Rodríguez:
CERTIFICO: Que Don Antonio ............ de 34 años de edad, de estado soltero, hijo de
Migue l y de Aurea, natural de Sala manca, provincia de Salamanca y domicili ado en Sal a-
manca. ca lle Plaza del Mercado número 12, según se desprende de la información practicada
y ele las mani festaciones ele los informantes, resulta ser persona ele buena conducta moral.
pública y privada. sin que se le conozcan actividades políticosocialcs contrarias al Régi men
actual, al que se le conceptúa adicto, y carece de antecedentes desfavorables en los archi vos
de esta Dependenc ia.
Y para que conste, a petición del interesado , por serie necesario para presentarlo en la
Dirección General de Comercio y Política Arancelaria, expido el presente en Sal amanca. a
once de octubre de mil novec ie ntos cincuenta. Fi rmado.

y o. Bo.
El Comisario Jefe
Firmado.
Hay un sello de la Comismía de Salamanca.
Es copia.
(A rchi vo De l Consejo Supe rior de Cámaras)
274 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

Relaciún de miembros del Pleno de la Cámara

Alcántara, Juan Anton io Voca l 1946- 1955


Ambrosio Vicente, Manuel Vocal 1950-1 958
And rés Herrera, Román Vocal 1959- 197 1
Aniceto Galán, Antonio Contador 1959- 197 1
Arenas Franco, Ramón Vocal 1959- 1964
Barragán Martín. Gregario Vocal 1946- 1958
Bautista Herrero, Antonio Vocal Cooperador 1968
Becerro Rui z, Miguel Vocal 1968- 1975
Beteré Sa lvador, José Vocal 1959-197 1
Blanco Hernández. Vicente Vocal Cooperador 1958
Calvo Alcántara, José Vocal 1964- 1968
Cardoso Sánchez, José Vocal 1964- 1975
Ca~taño Velasco, Angel Vocal 1946- 1958
Castrillón Pescador, Modesto Vocal 1959- 1963
Coca García, Regino Vocal 1946- 1964
Coca, Mariano Vocal 1946- 1950
Domínguez Zapatero , Urbano Vocal Cooperador 197 1- 1975
Escalante, Ricardo Vocal 1946- 196 1
Esteban Fraile, Germán Vocal 1958- 1963
Esté vez M uriel, Sebastián Vocal 1958- 1965
Fernández de Trocóniz, Fernando Voca l 1955- 1958
Fcrrán Esteve, Eduardo Voca l 1959-1 97 1
Ga lindo Pérez, Cle mente Vocal Cooperador 1958- 19 75
García B lanco. Andrés Vocal 1946- 1956
García Hernández, Paul ino Vocal 1946- 195 7
García Pericac ho, Joaquín Vocal 1946- 1955
García Rochíguez. Pedro Vocal 1959- 1963
García Rubio, Manuel Voca l 1959- 197 1
García Santalla, Francisco Vocal 1946- 1958
Gil Nieto, Fe rnando Vocal 1958- 1964
Gil Remírez, Manuel Vocal 1946- 1955
Gombau Guerra, Amalio Vocal 1946- 1964
Gómcz Valle, Miguel Vocal 1946- 1958
González Cabe llo, Teodoro Vocal 1964- 1975
González del Rey, An tonio Voca l 1946-1950
González González. José Luis Vocal Cooperador 1964- 1975
González Hernándcz, Angel Vocal 1950- 1958
González Orús. Manuel Vocal Cooperador 1959- 197 1
Grande Pcdraz, E ugenio Vocal 1946- 1958
Hernández, Diego Vocal 1946- 1958
Herrera Rocltíguez, José Vocal 1946- 1955
Herrera Vicente. Alvaro Vocal 1946-1958
Herrero García, Rufo Vocal 1959- 1964
Herrero Sánchez, Francisco Vocal 1968- 1975
lbáiiez Rodríguez, Julio Presidente y Vocal 1948- 1958
Iglesias Hcrnández, Luis Vocal Cooperador 1958- 1970
lñigo Madera, Sebastián Vocal 1955-1958
LAS CÁMA RAS DE COMERC IO EN EL FRANQU ISMO 275

Iscar, A nto ni o Vocal 1950- 1958


Jimé nez del Río , Teodo ro Vocal 1955- 1968
Jimé nez- Ridruejo Call eja, Zenó n Presidente y Vic te . 1o 1959- 1975
Kopp Gómez, Luis Vocal Cooperador 1964- 1975
La po rta G iró n, Ramó n Vocal 1964- 1968
Lavín Marquez, José M anue l Vocal 1958- 197 1
Lobato Escola r, Ricardo Vocal 1946- 1958
López Mediero, Fidel Vocal 1964-197 1
Lópcz Villa lba, Manuel Vocal 1946-1955
Lorenzo Pató n, Anto nio Vocal 1955- 1958
Lurueña Barbero. Antonio Vocal 1958- 1968
Maeso Elo rri o , Lui s Vocal 1946- 1950
Marcos de Dios, Luc iano Vocal 1955- 1958
Marcos Ga rc ía, Luis Vocal 1959-1968
Marcos G arcía, Lui s Vocal Cooperador 1946- 1958
Martín Gómez. Re m igio Vocal Coope rador 1968- 1975
Miranda Gal lego. Angel Vocal 1964- 1975
Mo re no Sá nc hcz, Juli án Voca l 1959- 1964
Mo retó n Diego, Franc isco Voca l 1964- 1975
M uñoz Isidro, Angel Vocal 1946-1958
Nú ñez Larraz, José Vocal 1958-1971
Núñez Solé, Franc isco Voca l 1964- 197 1
Núiiez Varadé. Mariano Vocal 1946-1958
Nu ño Sánc hez. Angel Voca l, Vic te. y Preside nte 1946-1961
Olivera Lópcz, Santi ago Voca l 1959- 1968
O rt iz Urbina Mirat. Jeró nimo Vocal 1955-1958
Pa radinas La po n a, Anto nio Vocal 1959-1968
Pa reja Nú ñez, Luis Vocal 1964- 1975
Peix Ma nzano. Francisco Contador 1946- 1958
Pel<'íez de las Heras, Ferna ndo VOC<i l 1955 - 1958
Pclácz, Ferna ndo Voca l 1950- 1955
Pére1. Manzano. José Contador 1973- 1975
Pércz Moneo Mafiosa, Julián Vocal 1956- 1958
Pé rez Moneo. Vicente Vicepreside nte 1946- 1956
Pime nta de Almcida, A ugusto Vocal 1964- 197 1
Prieto Alo nso. Luis Tesorero 1959- 1975
Rec io Merás, Luis Voca l 1956- 1958
Reglero Mé ndez, Arturo Vocal 1959- 1964
Rodilla, Jesús Voca l 1959- 1963
Rodríg uez Hernández. Manuel Vocal 1959- 1963
Rod ríg uez Ló pcz. Jesús Voca l 1946-1950
Rodríguez Muñ iz, Luis Vocal 1950-1958
Rodríg uez Muñoz. J ulio Vocal Cooperado r 1955- 1974
Romo Cabeza, Carlos Tesore ro 1946- 1950
R ua no And rés, Ricardo Jesús Vocal 1955- 1958
Rubio Romero, Fernando Vocal 1959- 197 1
Sagardía Valcárccl, José María Vice preside nte 2° 1959- 1975
Sag rado Hidalgo, Jcnaro Vocal 1964-197 1
San Román He rmíndez, Jai me Vocal 1964- 1975
?.76 L. SANTIAGO DÍEZ CANO

Sánchez Benito, Rafael Vocal Cooperador 1955-1958


Sánchcz López, .José Secretario 1950- 1974
Sánchez, Rafael Vocal Cooperador 1946- 1955
Sánchcz Rec io, Samuel Vocal 1959-1963
Sánchez Rodríguez. Joaquín Vocal 1964-1968
Santos Pedraz, Manuel Contador 1946- 1955
Sierra El vira. Francisco Vocal 1959-1964
Urrutia Sasiain, Fernando Vocal 1964-1975
Vclasco Bellido, Andrés Vocal 1946- 1958
Villar Gonzálcz, Bias Vocal 1956-1958
Viñucla Corporales, José M" Presidente 1946- 1954
Viñucla Ferrcro, Manuel Vocal 1959-197 1
Zabalcta, Santiago Vocal Cooperador 1946-1951

(Elaboración propia a través de los datos contenidos en las Actas y Memo1ias de la Cámara)
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